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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

De niña a mujer


Ese mismo fin de semana, mi padre se plantó en casa de mi madre, su intención era llevarme con él a los países nórdicos. Hacía más de cinco meses que mis padres no se veían en persona y tal vez ahora lo hicieran más frecuentemente que nunca. Aquel sábado me había quedado en casa esperando a mi padre y por la prohibición de mi madre de dejarme salir en mi estado. Yo me sentía igual que siempre y necesitaba evadirme del agobio de casa, en realidad quería estar a solas con papá, después de dos meses viéndolo solo por Skipe. Su compañía masculina me enardecía en sofocantes ganas de tocarlo, sobarlo y besarlo hasta comérmelo. Durante la cena sentí la mano de mi padre sobre mi muslo, deslizándose hacia arriba…, no habíamos tenido oportunidad de estar solos, y nuestros cuerpos se extrañaban. Lamentablemente durante la mañana no habíamos podido pasar de algún roce disimulado o un beso al apuro. Por la tarde no prometía nada, ya que mamá y su marido se enfrascaban en una conversación infinita con mi padre sobre los detalles de mi estancia en Finlandia. Mi padre nos aseguró que la asistencia sanitaria para una mujer embarazada es total, máxime cuando es hija de un residente en el país como él. También charlaban animadamente sobre trabajo y sus cosas  mientras yo definitivamente me aburría como una ostra. 





Fastidiada me marché para poner mi plan de escapada con papá en marcha. No tenía  ninguna intención de que llegara la noche en aquella monotonía. Tomé una ducha y para vestirme agarré un vestido rojo con un escote que me llegaba hasta el ombligo de esos que marcan los senos, y que por la finura de la tela resaltan los pezones. Escogí ese vestido porque a mi padre le encantaba y todo hay que decirlo, el modelo es coqueto y se amoldaba a las caderas dejando exhibir mi silueta, así como mis piernas desnudas que se alargaban con los tacones. Usé maquillaje mascarilla y me puse radiantemente arrebatadora, más de lo usual. Pese a ello no quitaba de mi rostro los últimos vestigios de inocencia que ahora se aleaban con una dosis fuerte de sensualidad y madurez, sabiendo que es lo que quería en la vida… Salí de mi habitación y me detuve en las escaleras, el cuadro era perfecto, mi padre estaba ubicado en el sillón del frente, mientras mi madre y su marido quedaban ocultos por el espaldar del mueble. Bajé los escalones despacio, zarandeando las caderas y taconeando suave, quería llamar su atención y lo estaba logrando, su mirada no perdía detalle de mis movimientos,  arrastrándose desde mis pantorrillas hasta mi rostro, con una descarada pausa en mis pechos…en mis caderas…en mis muslos… Al ruido del taconeo mi madre se  dio la vuelta algo contrariada y señaló…

– “¿Dónde vas Yaiza y….vestida  así con ese escote?”

– “Ay mama, déjame salir un rato solo voy con mis amigas”.

– “¡¡Sabes que no me gusta que salgas sola y menos en tu estado… tan escotada!!”

– “Mamá se te olvida que ya no soy una niña…solo quiero dar una vuelta”.

– “Hija entiendo en la edad que estás, pero de ninguna forma sales así,  mira hasta tu padre se ha sorprendido al verte así con las tetas fuera. ¿No le vas a decir nada a la niña?”. 
Reí  para mis adentros, mi pobre madre no imaginaba porqué mi padre me miraba así… estas tetas las había mamado más de una vez y lo seguiría haciendo. Ricardo tragó saliva y entre dientes musitó.

“Si hija tu madre tiene razón, vas demasiado desbocada con esos tacones y en tu estado has de cuidarte un poco más. Estas muy guapa pero mejor haz caso a tu madre”.

– “¡¡Ok, entonces iré a encerrarme en mi habitación mientras todos se divierten!! ¡¡Vaya familia que me ha tocado!! En Finlandia con el frío que hace, seguro que la gente sale más”

 “Sabes muy bien que no es así mi vida…”

– “Espera… hija” dijo mi madre conciliadora.  – “¿Porque no le dices a tu padre que te acompañe a dar es vuelta?” Estaba consiguiendo lo que quería de manera  fácil…

– “Ay mamá, no sé si es buena idea después de todo…no sé si a mi papi le aburre estar conmigo. 
Esto último lo dije plantando intensamente la mirada en la bragueta de papá, imaginándomela en mi boca, lamiendo sus gordas pelotas.

– “Vamos Ricardo, haz un esfuerzo, total en dos días se marcha lejos y seguro que Oulu no es una ciudad como esta para salir con el frío que hará y a saber si algún lugar donde divertirse la juventud”.

– “Bueno…este… me parece bien, yo también hace meses que no salgo a disfrutar del ambiente mediterráneo…, por mí no hay ningún problema… te llevo donde quieras”. Ese a donde quieras lo sentí remarcado…

– “Muy bien papá. Oye mamá no nos esperes levantada, no sabemos a la hora que llegaremos, vamos a quemar la ciudad”.  

Todo estaba resultando como yo quería…, pero lo mejor es que la idea fue de mamá, ¡Fue a ella quién sugirió que saliéramos juntos! Nos subimos al coche y mi padre sonriente arrancó sin dirección. Sabía que mamá no me dejaría salir sola sin un guardaespaldas… y mucho menos vestida tan provocativamente, dejando entrever mis cada vez más abultadas tetas.

– “Ves papá que fácil se logra permiso sin levantar sospechas­… ¡A poco no soy muy lista y no lo conseguimos!”.

 “Eres realmente un encanto y por cierto cual es la dirección, ¿a dónde vamos princesa­?”

– “¿A dónde?...a tu hotel…” 
Dije desviando la mirada hacia la ventana, un tanto avergonzada. Llegamos, mi padre había reservado una habitación de matrimonio lo que nos permitía pasar toda la noche muy cómodos. Al cruzar el umbral, me abrazó por detrás llenando de besos mi cuello, dirigiéndonos hacia la cama.

 – “Espérame un minuto nena, voy a tomar una ducha yo también, mientras puedes entretenerte viendo la tele”.

– “Ok, papi ve tranquilo, si necesitas ayuda solo tienes que decírmelo”.

“Me encantaría que te metieras conmigo, pero prefiero que estés así de guapa para cuando salga”

Me tendí en su cama con los tacones y agarrando el mando a distancia empecé a buscar alguna programación que me entretuviese. Mi padre había contratado todo tipo de lujos y tenía cable internacional así que la cantidad de canales era innumerable, cambiaba uno a otro sin que nada llamara mi atención, hasta que una escena, me forzó a detenerme. Una preciosa rubia se ubicaba despatarrada y después a cuatro patas sobre una mullida cama. Sus cabellos caían por la espalda, y su desnudez dejaba ver la perfección de unas líneas que graciosamente se ensanchaban en las caderas, permitiendo ver entre sus muslos casi hasta su alma… Sus labios teñidos de rojo, se entreabrían, dejando escapar incesantes jadeos. Sus pechos con botones disparados se bamboleaban al ritmo de los testículos del tipo que se la follaba. Era  una diosa, una verdadera diosa del erotismo, y soñé… soñé con parecerme a ella… Instintivamente, empecé a desvestirme, me quité el vestido y saltaron mis pechos desnudos a falta de sujetador que cayó por el piso al igual que mi tanga. Coloqué mis rodillas en la cama, mis codos sobre el almohadón y el espejo me devolvió la imagen felina de una morena sensual y caprichosa. Me miraba a mí misma sin reparo, como desconociéndome, <<¿dónde estaba quedando la jovencita inocente que se refugiaba dulcemente en brazos de su amado padre?....>> Me sentía diferente, como si hubiera roto los grilletes que me encadenaban y al fin como una mariposa inquieta me abría a la vida y al sexo. Un estremecimiento cortó el hilo de mis pensamientos, Ricardo estaba a mis espaldas contemplándome enmudecido, atreviéndose a rozar con su dedo el final de mi espalda, también surcaba los senderos de mis caderas, las elevaciones de mis pechos, las planicies de mi vientre y cada recodo de piel que encontrara, mientras en la tele la rubia  en igual posición gemía descontrolada…

– “Eres muy hermosa mi cielo…” dijo casi sin aliento y yo  me sentí feliz, de ser la dueña de sus ojos y  la causante de que su tremenda erección surcase mi entrepierna.

Con las yemas de los dedos, pellizcó mis labios mayores, juntándolos y besándolos lentamente. Abrió paso separando mis labios y  permitiendo que su lengua acaricie mi sexo. Formaba círculos lentamente con su nariz, como si quisiera penetrarme con ella, luego hizo lo mismo con sus labios y su  barbilla… besaba profundamente. Mordisqueaba y chupaba suavemente el clítoris Intentando tomarlo entre sus labios y con ligeros soplidos me llevaba a la gloria… 
– “Ven chiquita quiero enseñarte algo…”

Se recostó en la cama y yo quedé sobre él, su boca a la altura de mi coño depilado, tan suave como mis tetas turgentes…, y la mía al alcance de su gran tranca… me encantaba su enorme polla con unos huevos ciclópeos, toda esa masa de carne sexual, me sublimaba. Íbamos a disfrutar de un magnífico 69, que me hacía convertirme en un animalito goloso. Separé todo lo que pude mis piernas para que él tuviera total acceso, a la vez que me llenaba la boca de toda su erección, era evidente que apenas podía engullirme una pequeña parte de algo tan desmesurado. Mi lengua lo rozaba desde la base, se paseaba por la textura venosa de su troco, alcanzando poco a poco la cima, mi boca llena de saliva formaba una cuna tibia que le ofrecía abrigo, y suavemente, engullí su glande, que me cabía justo en mi boca como un enorme bocado de una ciruela entera. 
Con mis labios forme una O acorde a la medida de su cabeza de turco, punta de su fabuloso estoque, los ajustaba de modo que las sensaciones se multiplicaran, doliéndome las comisuras. De esa manera, deslizándome hacia abajo terminé comiéndola entera…, ligeras arcadas me hacían detenerme por el tamaño y roce en mi garganta, pero rápidamente conseguí ritmo y la gozaba increíblemente. ¡Qué extraña y deliciosa sensación mezclada con la que él me regalaba…! su lengua musculosa daba largas y suaves lamidas, comenzando en el clítoris y acabando en la entrada de mi vagina, a veces acariciaba mi ano estremeciéndome. La endurecía e intentaba introducirla dentro. La agilidad de su lengua producía estremecimientos en mis labios más aún cuando llevándola hacia atrás dejaba que jugueteara en mi culo. Su rostro zambullido llenándose de mi aroma y de mi humedad era el mejor incitante. Por otro lado dejaba que mis tetas alocadas, trabajaran en su polla para terminar desmayado en mi boca. Cada bajada en su verga era compensada con el ingreso de su lengua en mi coñito, y cada chupón de mi clítoris con el de sus bolas recargadas de leche. Él empujaba las caderas hacia arriba, mientras yo las llevaba hacia atrás… mi boca quedó con su sabor a macho y su rostro con mi aroma de hembra en celo recién preñada.

No sé cuánto tiempo pasamos así, pero por la facilidad que tengo para alcanzar orgasmos  irremediablemente  me corrí, disfrutando de lengüetazos en mi vulva y clítoris, más allá de mi intensa explosión. Me dio la vuelta y me besó, con esa mezcla de dulzura y lascivia con la que fácilmente me vuelvo una golfa. Se recostó sobre mí  sin dejarse caer para no presionarme, dejando que su cipote con su acerada punta de ariete besara mi coño. Ingresaba suave, muy suave el glande del tamaño de una ciruela… después el tronco… hasta llegar a la base… se sumergía y emergía con la fuerza necesaria para despertar nuevamente mi hambre. No conforme con esa posición, levanté mis piernas acomodándolas sobre sus hombros. ¡¡Diablos!!  Eso si era morir en vida…y renacer ensartada por mi hombre. De esta forma él no me forzaba mi vientre y tenía total acceso a mi chocho caliente y húmedo. Sus fuertes arremetidas golpeaban contra mi vulva produciendo en mí la necesidad de más polla dentro de mi vagina, y como poseída levantaba mis caderas buscando más presión, entraba y salía produciendo el ruido del mar chocando contra las rocas, pero lo único que golpeaban eran sus grandes huevos balanceándose contra mi culo, dentro de un mar de jugos. El sudor perlaba su frente y goteaba sobre mi cuerpo. 
Volví a gemir más fuerte presintiendo otro orgasmo, pero su lengua comiéndome la boca me distrajo de la sensación de querer correrme, casi inmediatamente se incorporó, y ubicándose detrás de mí, me apresó como una perrita atrevida que disfruta siendo follada. No nos importaba nada del mundo, solo existíamos él y yo. Su polla se introdujo bruscamente obligándome a huir de su envite, pero sin dar tregua me agarró de la cadera dosificando su entrada. En cuestión de segundos era mi cuerpo el que buscaba más profundidad. Haciéndome hacia atrás escuchaba el golpeteo enloquecedor de la cópula. Notaba su verga dura como el acero con sus hinchadas venas frotaban el interior de mi intimidad ¡Sentía como aquella tranca me llegaba hasta la barriga! La rubia chillaba en la tele y yo berreaba en su cama…

– “fóllame…fóllame… ¡¡¡por favor, no pares!!!… ¡¡¡dale a tu perrita todo el gusto…dale lo que se merece!!!”

– “¿Y qué más quiere esta perrita cachonda…si ya te la estoy empalando hasta los huevos?”

– “¡¡¡Quiero más…quiero más polla en mi vagina papi y que se corra con un buen chorro de leche!!!”. A cada palabra me devolvía una fuerte embestida, mi vocabulario se ennegrecía y el suyo también…

– “¡Qué buen culo tienes para recibir mi verga! ¡Me vuelves loco nena! ¡¡Estás tan buena, que con mucho gusto te daré mi leche…! ¿Dónde la quieres, cariño…?”

No alcancé a responder, porque un orgasmo, me hizo gritar dejándome desmadejada. Pero él sin detener los embates continuó agitando su pelvis, hundiéndose en mi laguna con chapoteos en mi mar jugos. Sus movimientos se hicieron más intensos, más rápidos, más profundos… como si a punta de metidas me arrancara la vida y me partiera en dos con aquella animalada de verga dentro de mi estrecho conejito. Aun sintiendo una fuerte carga de sensaciones, le expuse mi trasero hacia atrás, facilitando la follada dispuesta como una puta sumisa que solo oye la voz del placer. En ese punto de la fornicación se perdía el respeto padre-hija, pasando a ser dos animales sedientos de sexo, un macho y una hembra. Empujó una vez más, profundo e intenso, noté la presión de sus brazos y la tensión de sus piernas junto con el dolor placentero que me producían sus dedos engarfiados en mis nalgas. La clavó de una sola vez en lo más hondo de mí y con un gemido potente descargó toda su semilla en mi interior. La tibieza de su leche estallando en mis profundidades en varios chorros convulsionados con resoplidos, me enorgullecía como hembra que satisface las necesidades de su hombre. Un semental al que quiere y del desea tener su más preciado sabor, el néctar de sus huevos. Se dejó caer sobre su espalda, y yo me desplomé rendida sobre el pecho de mi padre.




Nuestra respiración se iba calmando y el huracán volvió a ser brisa… Allí estaba mi amante todavía empalando mi coño bajo mi cuerpecito, presionándole con mis pechos sudorosos… 
“¿Sabes qué?

– “¿Qué?”

– Eres una mujer estupenda, toda una hembra que sabe sacar lo mejor de un hombre”, dijo con su acostumbrado guiño y su sonrisa dulce. Sonreí y extrañamente me ruboricé. Se dio cuenta y como consuelo me siguió diciendo… – “Mi niña, tranquila… te quiero mucho y te mereces todo lo mejor del mundo, con papi no te faltará de nada”.

Fueron unas palabras que me llenaros en ese momento de felicidad, al saber que es el hombre adecuado. Asentí con mi cabeza y me refugié en sus brazos buscando seguridad, no pensaba en las consecuencias de hacer el amor estando preñada, pero confiaba plenamente en papá, él no dejaría que me pasara nada. Me dejaba llevar con la agradable sensación de mi coñito al haber sido follada con por su gran tranca y la de llevar la vagina llena de esperma, señal de haberle gustado a mi hombre. Me sentía tan hermosa y feliz que deseaba con todas mi ganas, no se acabara nunca.

Acariciando mi cabello murmuró… – “Siempre serás eso…mi niña preciosa, mi princesa y de vez en cuando….mi… mi…¡¡mi amante deliciosa!!” 
Ambos reímos mientras nos encaminamos a la ducha. Iba a apagar la  tele, pero una imagen de la rubia, practicando sexo anal me hizo buscar su mirada… 
“¡¡Qué!! ¿No sabes lo que es sexo anal?”

– “Papá, claro que lo sé, ¡¡tengo más de 18 años!!…..pero… ¡aún no lo he probado!” Dije socarronamente. Dándome un azote en el culo sonrió diciendo…

“Un día de estos voy a acabar con todas tus curiosidades…”.

Ricardo se despertó en la misma postura en la que se había quedado dormido. Sintió su polla flácida pero ensanchada por la dilatación de su erección mañanera. Miró a Yaiza, con un pecho destapado de la sábana. La luz boreal que entraba por la ventana se reflejaba en su rostro y le daba más dulzura. Se levantó con cuidado de no despertarla, se puso unos calzoncillos y una camiseta y se fue a preparar el desayuno. Un agradable olor a café recién hecho inundaba la cocina cuando se fue a despertar a Yaiza.

“Arriba dormilona”.

– “Mmmm, cinco minutos más”.

“Nada que se va a enfriar el café, venga”. Se incorporó levemente, sonrió y agarró por sus partes a su padre manoseándole. – “Veo que te sigue gustado el sexo que te da papá”.

– “Mucho, espero que hoy funcione igual como anoche. La he visto ahí justo delante y me ha ayudado a levantarme”. 
Se levantó y Ricardo le acabó de despertar con una sonora palmada en el culo. La vio orinar e incorporarse a lavarse la cara.

“¡Por dios mi amor, ponte algo que me va a dar un infarto de ver tanta hermosura, déjame al menos desayunar para tomar fuerzas! ¡¿O es que deseas que te haga el amor sin desayunar?!” riéndose le dijo…

– “Ya voy, pero no sería mala idea, eh... Porque la leche que me gusta no es la que sale de las  tetas de una vaca, sino de un par de pelotas bien gordas que están muy bien abastecidas entre tus piernas... ¡Desayuna y toma fuerzas que te necesito en plena forma!”

Se puso el pijama corto y volvió a la cocina a desayunar. Yaiza acabó antes y empezó a tocarse el cuello de la camisa del pijama mientras sonreía con picardía. Se desabrochó un botón y se tocaba el pecho derecho, luego otro botón mostrando abiertamente el pecho y suspirando al ritmo con que se lo acariciaba.  Ricardo estaba ya empalmadísimo del todo y se acabó de un trago el tazón de café con leche. Yaiza también se levantó, le miró mordiéndose el labio y se quitó la camisa del pijama. Su padre la besó, bajó sus labios a los pechos, los lamió y chupó sus pezones.

“Umm que ricas me saben tus tetas hija, lo mejor del desayuno sin duda”.

– “Tu mujer te las dará siempre que quieras, y cuando estén llenas te dejaré que mames mi leche”.

La cogió en brazos y la llevó en volandas a la cama donde la dejó caer con sumo cuidado. Yaiza se bajó los pantalones del pijama y su padre se los acabó de quitar. La niña ya iba de cinco meses, sin embargo las ganas de follar no se le había disipado. Ricardo se desnudó y le metió la polla de un solo empujón.

– “¡¡Aaahm, que fuerza ya de mañana papá!!” 

– “Me estabas pidiendo una ración entera de mi polla, eso es lo que te estoy dando, además te la daré todas las mañanas”.

Se la metía hasta el fondo y se la sacaba casi por completo para volver a introducírsela. Sentía el coño mojado de su hija y como entraba y salía con facilidad, sin duda el estrecho coño de Yaiza se había acomodado al tamaño del miembro paterno, añadido a la dilatación de la follada de la noche anterior.
– “Aaaaah, aaaaaah”.

– “Te va a oír todo el vecindario, Yaiza”.

– “Que me oigan, siii. Que se enteren lo que me quiere mi padre y cuanto lo amo yo ¡¡Deseo que se sepa cuanto te amo, mi amor!!”

Ricardo sujetaba a la niña por sus nalgas mientras su cadera se balanceaba suavemente adentro y afuera con la raja abierta de su hija. Dejaba caer las piernas en el filo de la cama, observando su culo abierto con ella totalmente despatarrada, le mantuvo el ritmo bombeando cariñosamente y sin pausa el interior de Yaiza, totalmente sumisa con los ojos entrecerrados y con los codos hincados en el colchón. Tras más de doce minutos le sacó la polla y gustosamente ella se la engulló siguiendo con una felación digna de toda una maestra.  Agarraba a su padre de los huevos mientras se introducía más allá del glande, lo lamía y se lo volvía a tragar. Las gónadas de papá no aguantaron y se derramó en su garganta con una generosa ración de semen.

– “Aaaah, hoy vas a tomar doble ración de leche caliente para el desayuno”.

– “No me importa si es tuya… la deseo más que nada”.

Yaiza sonrió mientras se recogía con el dedo los churretones de semen con saliva que le salían por las comisuras y se los tragaba con cara de satisfacción y relamiéndose. Después de descansar un rato se fueron juntos a ducharse. Las caricias no pararon aseándose uno al otro con la esponja, con la mano y con los labios. Con la felicidad plena de estar en el lugar más maravilloso del mundo, con la persona adecuada. Ambos se amaban y sonrían peinándole el pelo, a continuación la besaba y le acariciaba un pecho.

– “Hay que hacer algo con esa pelambrera” dijo ella señalando la parte púbica de su padre 

“¿Qué?” 

– “Que no me gustan los pelos en la boca cuando te hago una mamada, eso mismo”

– “¿Y qué quieres que haga?”

– “Depilarte o rasurarte, como hacemos nosotras con el chochito. ¿A ti no te gustan más los conejos depilados y suaves?”

– “Pues, sí”. “

– Ahora mismo sin salir de la ducha te lo hago yo misma, no te preocupes. Para que veas me lo hago yo primero ¡¿Vale?!”.

– “Ten cuidado no me cortes las partes más sensibles de mi cuerpo”.

– “No tienes porque preocuparte, yo me rasuro todas las semanas, por eso lo tengo tan suave, sabré cuidar de tus huevazos ¡No me interesa que se perjudiquen”. Le espeté entre risas…

– “Mira se me ha puesto dura”.

– “Esta mañana has estado demasiado dominador”.

– “Y bien que te ha gustado”.

– “Bobo, no te acostumbres a follarme tan duro… en pocas semanas estaré muy panzona ya”.





Acabada la ducha y sin salir de ella cogió la maquinilla y crema de afeitar y se afeitó ella, después prosiguió con su padre. Primero con unas tijeras de corte de pelo. – “No tengas miedo, soy tu hija y necesito esta herramienta tanto como tú, ¡lo haré con cuidado!”. Le extendió la crema después de mojarle esa parte y esperó unos instantes. Con cuidado le pasó la cuchilla.

– “Así muy bien. Casi ni me estoy dando cuenta”.

– “Y ahora esos pelillos de la polla con las tijeras. Que la tengas así de dura me lo pone más fácil”. 
La cercanía de su hija manipulando la verga provocó una reacción natural, sin estar en plena erección, aumentó su tamaño lo suficiente para realizar un buen y cómodo trabajo. 
– “Perfecto, puedes acabar de aclararte tú mismo. Verás que bien la próxima vez que follemos”.

– “Eso espero, después del mal rato”.

– “Exagerado”. Pasaron al dormitorio y se vistieron.

– “Cariño me escuece algo con el calzoncillo”.

– “No pienses en eso que se te pasará enseguida. Además me gustará verte así, ¿No vale la pena el sacrificio? Nosotras también nos sacrificamos algo por vosotros”.

– “No si ya”.

– “Mira que aguantáis poco los hombres”. 
Se acercó en plan burlón e insinuante a la vez, todavía desnuda, y le bajó el calzoncillo y le empezó a acariciar la polla y a señalar puntos de la misma, que empezó a adquirir consistencia. 
– “Dile a tu nena dónde te escuece, ¿aquí? ¿Es aquí donde pongo el dedo? Lo que te pasa es que está demasiado tiempo dura y necesita mimos para relajarse”.

– “Será porque tú me la pones así”. Mientras le acariciaba una teta y se la lamía. – “Hija tus mamadas me vuelven loco”.

– “Y mi culo, mi chocho, mis tetas… ¿Acaso no te gustan… golfo? Anda deja que tu hija te cure, no quiero que sufra mi papi”.

Se introdujo todo la polla y la chupaba con suavidad, dentro-fuera, lo lamía y lo volvía meter. – “Si me curas así siempre que me duela algo, serás mi enfermera particular de por vida”.

– “Ahy, suena mi móvil”,

– “¡Olvídalo y sigue!, no me dejes a medias”.

– “Te voy a hacer sufrir, puede ser una llamada importante, y te necesito en forma, no quiero ordeñarte demasiado”.

– “Yo puedo con todo, Yaiza”.

– Hola mamá.

 ¿No te habré despertado, no? 

– No, ya estaba levantada.

– Como has tardado un poco en cogerlo.

– No, me estaba vistiendo ya.

– ¿Qué tal hija? ¿Estás bien con papá?

– Estupendamente, no sabes lo bien que nos llevamos, me tiene entre algodones. 

– Me alegra, que lleves bien el embarazo con el cambio de ambiente, cariño.

– Papá me está apoyando mucho e incluso ha dejado de trabajar un poco para dedicarme más tiempo.

Como venganza a la mamada interrumpida su padre le estaba restregando y golpeándole ligeramente con su polla por la cara. Mientras Yaiza tenía que contenerse la risa y trataba de darle manotazos a la polla, que sólo hacía que se pusiera más dura.

– Sí, nos lo pasamos bien juntos, salimos un poco y he conocido a gente encantadora.

– Seguro que conseguirás adaptarte a sus costumbres.

– ¿Y tú como estás mamá?

– Sola otra vez con tus hermanos, su padre se fue de viaje ayer por la tarde. 

– Sí, viaja mucho tu marido.

– Es su trabajo. 
Cuando Yaiza no hablaba, Ricardo aprovechaba y le ponía la punta de la polla rozando los labios.

– Dice papá que un beso mamá.

– Otro de mi parte para él y hazle caso en todo a tu padre.

– Se lo haré mamá.

– Un beso hija.

– Para ti también mamá.

– ¡Qué morbo me daba con Marta al otro lado!

– Eres un cabroncete, no veas que esfuerzos he tenido que hacer para que no notara nada.

– “Eso te pasa por dejar los trabajos a medias”. 

– Confórmate. Te quiero con las ganas intactas…, tengo planes y no eres un chaval de veinte años”.

– “Es cierto que tengo el doble pero doy la talla mejor que ellos…”. Los dos se rieron, indicando ella, el tamaño de la verga de papá. – “Uy que peligro, pero no me dejes así”.

– “Puedes sobarme las tetas, que te gustan mucho. Tu golfada al teléfono me ha excitado a mí  también, tengo el coño encharcado para ti, sigue un poco más abajo”. Sin decir palabra Ricardo bajó su lengua hasta el empapado chochito de Yaiza, que segregaba con profusión. – “No dejes nada sin chupar, papi. Aaaahm”.

– “Que hija tan escandalosa tengo”. Al cabo de un rato alcanzó correrse en la boca de su padre.

Después de pasar tranquilos el resto de la mañana y comer a la orilla del lago, alargaron la sobremesa… – “¿Y qué planes tienes para esta noche?”

– “Aún no conozco a casi nadie por aquí”
Así era, Ricardo llevaba algo más de dos meses por motivos laborales viviendo en esa pequeña localidad, después de haber vivido en la cuidad de Oulu.

– “Sorpréndeme, me da mucho morbo salir contigo en plan novios. Nadie sabrá que somos padre e hija”.

– “Es una idea arriesgada, pero me gusta. Eres un pozo de morbo Yaiza, me da más que cuando hablabas con tu madre”.

– “Y a mí también. Se me ocurrió anoche después de la enculada, aquí podemos ser lo que queramos”.

– “Pues lo repetiré siempre que te inspire estas ideas. Me encanta tu culo blanquito y redondo”.

–“Puedes llamarme por otro nombre incluso… será la putita que mi papi quiera”.

– “Diré que eres mi joven amante latina que está perdida por mis huesos”.





Después de la cena Yaiza apareció radiante. Llevaba un vestido blanco con motivos dorados de tirantes finos que se ajustaba a su cuerpo por encima de las rodillas. Con la melena suelta. – “Buf buf Yaiza”, que guapa estás”

– “Es que una lo es”. Aprovechó y le acarició su culo firme por encima del vestido ajustado. – “Ahora no cariño”, dijo sonriendo y se pasó la mano por la panza dando a entender que estaba llena o que tenía hambre.

– “Pues vámonos a un buen restaurante”.

– “¿Ya me enseñarás los pubs de la zona después, verdad?”  

– “Si pero tienes prohibido tomar alcohol de acuerdo”. Al salir al jardín saludaron a un matrimonio vecino de mediana edad, por suerte hablan inglés.

– Hey, Ricardo, what about this beautiful girl? A girlfriend?  

– "If that's how Joshua is my friend Yaiza."

– "Young people call him that now, of course, and he also seems to be in good hope, congratulations".

– Come don't entertain them, they'll want to have fun. Dijo la esposa.

– "It is no bother lady, your husband is very kind",  intervino Yaiza sonriendo”.

– "Of course it doesn't bother us. We're leaving, good night."

– Goodbye couple.

Ya en el coche, Yaiza no se contuvo la risa. Hacía una noche agradable, casi de verano. – “He tenido que llevarte Yaiza, estabas a punto de reír a carcajadas”

– “¿Lleva ese señor la cuenta de tus novias?”

– “Si todas gritaran como tú, seguramente”.

– “¡No es para tanto lo que grito!”.

– “Ya, Viven en el barco de madera amarrado el embarcadero mayo. Es la primera novia que me ve, porque eres la única chica que ha pasado por mi vida en los últimos años”.

– “No te creo, ¡¿habrás follado de vez en cuando con alguna?”!

– “Eres muy descarada con tu padre ¡Dame un beso para lavarte la boca Tontorrona! Pero debes disimular mejor si quieres seguir el juego”.

Tras cinco minutos de paseo y después de pasar por un parque donde había chavales tomando el sol glacial, entraron a un restaurante con música clásica ambiental. Sonaba en ese momento “la flauta mágica”.

– “Debes mejorar tus gustos musicales Yaiza, ahora mismo es tu mayor defecto. Salir de los triunfitos y compañía”.

– “No solo me gustan esos”.

– “Sí, también te va la chumba-chumba”. Yaiza le respondió con una burla. – “No solo me gusta la música ambiental de este lugar, además se come sano y en tu estado… espero que te guste…”.

– “Yo me bebería  una cerveza con limón. Sin alcohol, como  entrante”.

Ya sentados vi entrar a una chica alta, de melena lisa y rubia, de tez clara y medidas propias de una modelo, más joven que mi padre que le saludó efusivamente con un par de besos en la mejilla y una gran sonrisa. Iba acompañada de su pareja.

– “Dios mío Ricardo ¡qué sorpresa!, hacía años que no nos veíamos”.

– “Hola Frida, tan guapa como siempre”.

– “¡Qué bien acompañado que vas!, ¿no me la presentas?”

– “Sí claro, es Yaiza mi… mi hija, hace unos meses que nos hemos venido a vivir a aquí y hemos decidido salir esta noche”. Yaiza frunció el ceño e intentó disimular sonriendo a continuación.

– “Mi marido Edward. Me alegro que te vaya tan bien, espero nos veamos más a menudo”.

– “Si queréis podemos compartir mesa”

– “Encantada, pero antes voy un momento al baño”, Edward también la acompañó. Yaiza le dejó caer una mirada lapidaria…

– “¿No estarás celosa?”

– “Para nada, además parece que hacen muy buena pareja”.

– “Ya verás, estoy seguro que cuando la conozcas más, querrás ser su amiga”. Ya juntos, Frida prosiguió diciendo.

– “Ricardo tiene unas buenas razones para hacer feliz a una mujer”. El doble sentido lo captó enseguida Yaiza…

– “Sí que es verdad, tengo mucha suerte de poder disfrutarlas”.

– “En este país nos gusta que se hable con naturalidad de sexo y se rompan tabúes impuestos por la sociedad occidental. Si sois felices y disfrutáis no hacéis daño a nadie”.  Parece que Frida adjudicó rápidamente el embarazo a Ricardo y al no desmentirlo se confirmó.

– “Eso que dices es genial Frida”, dijo Yaiza.

– “Si ir más lejos, Edward y yo somos hermanastros por parte de padre y ya ves tan felices y con tres hijos encantadores, pero no nos podemos casar”.

El ambiente estaba mucho más relajado. La noche prosiguió con alegría. Yaiza propuso volver a casa, porque las miradas entre Frida y su padre eran algo más que sospechosas, seguro que se la imaginaba desnuda haciéndole el amor.

– “No estoy acostumbrada a salir hasta esta hora y estoy un poco cansada”.

– “Claro que sí cariño, en tu estado no hay que abusar de la noche”, dijo Frida…

– “Nos volvemos a casa”, prosiguió Ricardo. Frida se adelantó e invitó a la pareja española

– “Como bienvenida a Yaiza, esta cena corre de nuestra cuenta”,  ambos sonrieron.

– “Nos vemos pronto, chao”.

En el coche Yaiza intrigada o celosa… – “¿Te puedo preguntar desde cuando sois amigos? ¿Habéis sido novios? ¡¡Tú a Frida te la has follado bastante…!!”

– “Así me gusta, con confianza mi vida. Nuestra relación duró tres años, se enamoró de Edward y me dejó cuando vivía en Oulu, y ahora nos vemos aquí”.

– “No me habías contado nada papá sobre ella…” dijo Yaiza.

– “No hubo ocasión, además tú siempre has sido la mujer más importante de mi vida. Nada más venir a trabajar a Oulu nos encontramos, ¡en la cola del supermercado! Unas miradas y un par de sonrisas bastaron para que le esperara fuera y quedáramos esa tarde para tomar algo juntos. Congeniamos y vivimos juntos lo que duró, fin de la historia”. Soplaba una ligera brisa que todavía no era molesta y la luna brillaba.

–“Está bien, pero esta encerrona me lo compensarás esta misma noche llevado la iniciativa. No voy a dejar nada sano de ti”. Y le dio un beso en los labios. – “Esto es ser como una pareja que se debe algo más que cariño…”. Entraron en el jardín, – “no está tu vecino ahora”.

– “Bueno sería que estuviera también a la vuelta”. Y empezó a meterle mano marcando la raja del culo sobre el vestido. – “Vamos a acabar como empezamos el día, pero hasta el final”.

Mientras empezaba a besarle suavemente el cuello. – “Ahora te compensaré la mamada cortada de esta mañana”, dijo entre suspiros.

– “Por eso decías que me querías fuerte para esta noche”.




Entraron en la casa y mientras abría la puerta, Yaiza le tocaba el abultado paquete y le besaba el cuello. Al entrar se quitó la chaqueta con mirada y actitud provocativa, la dejó colgada en el perchero y sin más preámbulo marcharon al dormitorio, iluminado sólo por la luz de la luna. Se desnudaron rápidamente y la polla de su padre apuntó al techo al salir libre como un resorte.

– “Acaba lo de esta mañana, mi vida”.

De rodillas al pie de la cama le agarró con suavidad la polla y empezó a besarla y lamerla, para después pajearle con una mano cuando se la sacaba de la boca. Proseguía lamiendo y succionando los huevos. Ricardo le marcaba el ritmo con la mano en la cabeza.

– “Sí, qué bien lo haces cariño”.

– “Será porque me gustan las pollas grandes como la tuya. ¿Ves que bien te chupo los huevos ahora sin pelos?”

– “Siempre tienes razón nena. Y tú que has llegado a estar celosa de Frida. Pero mira bien a quien deseo”.

– “Como debe ser, quiero que me sigas cuidando, se los has prometido a mi madre y pronto seré madre de tu hijo”.

– “Y lo cumpliré hasta que me queden fuerzas para ello. Túmbate, bien abierta de piernas que vas a ver cómo te ama tu padre”.

Se abrió de piernas y le miró incitándole a penetrarle, con una mano acariciándose un pecho y la otra su chocho húmedo abriéndose los labios vaginales. La niña asió la verga de papá y la enfiló en la raja jugando con sus labios vaginales hasta que la puso en la entrada del estrecho agujero. Su padre comenzó a penetrarla en pequeños empellones sin ser violento…

– “sí hasta el fondo”.

– “¡Aaah papá, cómo me la clavas!, ¡¡fóllame mi amor. ¿Te la pongo más dura que Frida, Verdad?!!”

– “Mi vida solo vivo para ti, ¿Quieres que se lo diga?”

– “Si te atreves”. Rebajó el ritmo de las acometidas.

– “También puedo hacerte el amor en vez de follarte. Hoy habíamos quedado en ser como una pareja de novios. ¿Te gusta?”

– “¡Solo sé que me gusta tenerte dentro! ¡Ummm! También que me chupes el coñito hambriento. Tengo mucho jugo que te encanta, solo para ti”.

– “Voy a por ellos. Que ricos saben”.

Mientras el orgasmo la hacía relajarse casi por completo. La lengua de su padre le subía ahora por el abdomen, por esa panza llena de su bebé, hasta los pechos un poco más hinchados cada día. Jugueteó con ellos, siguió por el cuello y se detuvo en sus labios.

– “¿Te la vuelvo a meter?”.

– “Por favor…”

Le ayudó a subirse sobre su abdomen haciendo reposar su preñada barriga y abierta de piernas se encaminó la polla paterna a su coño, incrustándosela con agilidad y presteza. Las suaves acometidas le permitían seguir besándole.

– “Así cariño, aaahm,  Aaah ¡me voy a correr nena!”.

– “Por favor papá córrete dentro de mí. Así, dame tu leche, la quiero sentir dentro. Uuumm”.

Dentro del útero de la niña descargó varios chorros de semen que le llenaron la entrada de su matriz ocupada. Como buena receptora de toda la leche que le quisiera depositar, se embutió el cipote hasta los huevos para no dejar escapar una sola gota, mientras su padre la agarró por el culo presionando atrayéndola hacia su verga, profundizando lo más posible en su cueva de la vida. Mantuvo el duro espolón unos segundos dentro de la vagina de Yaiza, convulsionando con latigazos de lefa hasta el vaciado total. Cuando la sacó, Yaiza no se quiso perder el sabor a semental de su padre y se la llevó a la boca para succionarle los restos de semen en la punta del capullo. Mirando a su padre le dijo…

– “Así limpita para mañana. Y tu leche a buen recaudo en mi vagina dormirá dentro de mí. Quiero tenerla ahí”.

– “Ha pasado de mis huevos a su conejito directamente… manteniéndose siempre caliente,” dijo Ricardo acariciando los hinchados pechos de su hija.

Ella se tocó los labios vaginales para cerrarlos y evitar que saliera la leche que se solía desbordar a menudo por la abundancia, como queriendo retenerla con ansias de concebir de nuevo. Yaiza no tardaría en dar a luz en unas semanas. Evidentemente con el cuerpo tan sexy y provocativo, me tenía ensimismado… no tardaría en volver a quedarse preñada, porque mantendríamos el mismo ritmo de folladas casi diarias, con descarga de esperma hasta llenar su vagina. Entonces se sabría la verdad. A pocas semanas del parto, los antojos de Yaiza se hacían imprevisibles e incontenibles, por lo que no me negaba a nada que me solicitara. Tuve que salir a las tres de mañana a por helado y fruta roja. Aquel fin de semana nos sentamos en la sala y esperamos un rato a que se le pasara un sofoco. Nos mirábamos nerviosos, ella hacia movimientos sensuales y me sonreía. De repente se para y se sentó en mis piernas, me abrazo y me dijo

– “Gracias papi por todo, siento lo de anoche ¡con el frío que hacía!”.

Tomé su carita con mis manos y le di un beso en la boca, abrí su boca con mi lengua… fue hermoso sentir sus suaves labios y mi lengua luchando con sus dientes, ella me daba más de lo que pedía tratando de llegar a mi paladar…, me comía los labios y me chupaba la lengua. Necesitaba comérmela y desabotoné su blusa para alcanzar a chupar sus hermosos pechos con enormes pezones negros como el café. Con su cara picara me dijo…

– “¿Si yo fuera tu hija y estuviéramos solos en casa, que me harías?”  

Capté la ironía y la recosté en mis piernas…, la puse boca arriba y le comencé a besar la panza a la vez que le acariciaba sus pechos. – “Papi ¿No te apetece comerme el conejito? ¡Seré una niña buena y me correré muy pronto...!”

Gemía cachondamente, levante su falda y bajé sus braguitas para llegar a su virginal trasero, ¡hermoso, redondito, blanquito! Le acaricie sus nalgas y empecé a meterle un dedo, ¡ella gemía…! luego la puse a cuatro patas y me incliné para besárselo y acariciarlo con mi lengua de arriba abajo. Le metía la lengua en su raja a modo de pequeño falo. Había un fuerte olor a sexo en la habitación… Algo que no pasó desapercibido para Yaiza que se excitó al punto que me suplicó más sexo…

– “¡Papi FÓLLAME!... fóllate a tu niña preñada y cachonda ¡Me tienes caliente como a una puta perra en celo! ¡Deseo que me des una buena lechada papi!” 
Me decía en voz baja y entre gemidos entrecortados… Saqué mi estoque y le di golpecitos en sus nalgas con el… y luego intenté introducírselo por detrás pero por el tamaño de mi polla era imposible para su anito.  Ella se giraba tratando de ver con que golpeaba… y qué le trataba de meter…
– “¡No creo que no sea buena idea papá, tienes una polla tremenda para mi pequeño agujero! ¡Me puedes reventar el culito papi!”

Se sentó en el sillón y sin miramientos se la puso en la boca. Al principio me trabajó el glande y después fue bajando hasta los huevos para terminar chupando como loca. Por fin un chorro de semen la sorprendió, y su boquita quedó repleta de leche aunque, parte escurrió por sus labios… Miraba su carita inocente y perversa a la vez. La recosté en el sillón y levante su falda para ver su… conejito hinchado por el embarazo, pero húmedo y rojo por la calentura… ¡Yaiza era muy PUTA! Y su padre un CABRÓN. 
Comencé pasar mi lengua por aquella raja de lujuria…, ella gemía. 
– “Ahahaaha si papi si papi”.

Cuando percibí que su vulva estaba completamente dilatada, amarré mi verga bien cargada en ristre, y la fui bajando poco a poco jugando con su clítoris y la rajita enjuta, para ensartársela a mi niña. Hubo un gesto de dolor cuando mi nabo le partió el coño en dos haciéndose camino al interior, como cuando perdió su virginidad. Bañó mi polla con sus jugos en la medida que entraba y salía lentamente de su acogida maternal. Mis manos disfrutaban de su trasero y mi boca besaba sus grandes pezones

– “Vamos papá estoy esperando lo que tienes que darme de tus huev….” 
No hubo acabado su frase cuando ve que su padre se saca la polla y se la empieza a menear metiendo un dedo en su agujerito…, mi mirada lujuriosa y la polla tiesa, le hicieron pensar lo que en realidad deseaba… "mi padre quiere terminar dándome por el culo”

  que le daba miedo sufrir la tremenda dilatación que le produciría, tal como ocurrió la primera vez. Así que se arrodilló ante mí, que permanecía en el sillón con las piernas abiertas y la polla en la mano, y empezó a mamármela lentamente. Con un gesto decidido, se subió sobre mí metiendo mi cara entre sus tetas y mi polla en su sabroso y alocado coño sediento de la leche de papá. Ya con la polla de su padre palpitándole en la vagina y mordiéndole los pezones que desprendían gotas de calostros, nos conteníamos la respiración en un mete saca perfecto. La cría pese a su avanzada preñez, se movía al ritmo de samba. El corazón se me iba a salir del morbo de insertarle a una panzona semejante pollón… la tenía muy dura y mis pelotas colgando se balanceaban de arriba abajo como dos bolas de pinball en su culo…, unos huevos que aún albergaban una cantidad notable de leche. Mi niña se había corrido unas dos veces y yo buscaba mi segunda, y allí la tenía con su rajita abierta y rozando imperceptiblemente el clítoris en su pubis rasurado. Pero la nena quería más. Cómo os podréis imaginar, la corrida que tuve dentro del coñito de mi hija fue monumental e hizo que se corriera otra vez oyéndome como un verraco soltar varios chorros de esperma entre gemidos de desahogo. Ella cerró los ojos interiorizando al percibir la descarga de semen en su útero ocupado por mi hijo, se estremecía deliciosamente mientras por fin mi segunda eyaculación baño sus entrañas…




A penas me faltaban veinte días para salir de cuentas y llegamos hasta esa fecha follando como conejos…era la putita de papá y me encantaba ser su zorra, la hembra que le satisfacía sus instintos básicos. Durante las siguientes semanas, mi padre y yo hacíamos lo imposible para pasar todo el tiempo que podíamos juntos. Aunque era muy difícil, porque su trabajo exigía una presencia casi permanente. Desea quitarle es estrés del trabajo, yo sentada sobre sus piernas, los dos desnudos, besándonos, mientras le pajeaba. Empezó a gemir, pues hacía varios días que no se corría. Le apreté los huevos que sentía llenos de leche. Se corrió en mi boca ruidosamente, expulsando largos corros de esperma que disparó a discreción llegando sobre las tetas y el vientre de mi hija. Incluso algunas gotas llegaron a mi cabello. Mi padre me besó y me pidió que me recostara sobre la cama, la función no había acabado, necesitaba que le quitase su calentura acumulada de varios días.

Empezó lamiendo con fuerza mis pezones y yo me frotaba contra su entrepierna, que estaba a punto de reventar. Me cogió cogí de las axilas y me tumbó boca arriba totalmente desnuda. Lamía mis tetas, mi vientre, mi coñito rasurado…

– “Penétrame con esa polla que Dios te ha dado para darme placer… ¡FÓLLAME YA…!”

“Hoy vas aquedar saciada de leche, lo prometo”.

Me puse a cuatro patas con la cara pegada a las sábanas, de esa manera respingaba mi culito y lo tenía completamente accesible para que lo follara a su antojo. Mientras me penetraba desde detrás, dejando caer todo mi cuerpo sobre mí hundiéndome en la cama, el semental hacía un ruido infernal poseyéndome enterrando toda su verga hasta los huevos una y otra vez. Estaba a punto de correrme, y no dejaba de gemir. Sacó la polla de mi coño y me la metió en la boca mientras me acariciaba la cabeza… Respondí amarrándola con fuerza y acariciando sus huevos…Ahora le tocaba el turno a Ricardo. Me subí sobre él totalmente dócil penetrándome en la postura de la amazona, me pidió que pusiera mis piernas alrededor de sus caderas, mientras yo lo agarraba por los hombros haciendo que la clavada fuera muy profunda. 
Me besaba y me lamía mis tetas, las chupaba y succionaba mis pezones, muy despacio, pero sin que su rostro hiciera el más mínimo gesto. Podía percibir una polla de gran tamaño, entrando y saliendo de mi coño expandiendo de nuevo mi útero. Después de unos minutos ya no aguantaba mucho más, incrementó la batida agitando su cadera y yo dejándome follar sin moverme ligeramente elevada. Sentí a aquel macho follarme, fijándome directamente en su rostro, quería ver su cara el gesto de placer mientras se corría dentro de su hija… me ponía muy cachonda ver su mohín de regodeo al derramarme todo su esperma. Gimiendo, casi gritando alcanzó el orgasmo. Aunque no pude ver su leche, la sentí en la entrada de mi matriz al recibir una descarga colosal…  entonces me corrí… Tres o cuatro chorros que me tuvieron que llegar hasta la tripa, arqueándome al máximo para que el semen llegara todo lo más adentro posible.
Por fin llegó el día y di a luz una niña preciosa, ahora comienzan las consecuencias de ser madre… escuchar las muchas horas de llanto de la niña…, Preocuparme cuidarla, así que busqué en Internet cientos de respuestas a preguntas sobre cuidados…, me veía destrozada entre el hogar y el bebé…, me sentía culpable por no tener tiempo para salir o cocinar una comida decente para papá…, y con todo y con eso no era suficiente esfuerzo para ser la madre y esposa perfecta, cumpliendo con las expectativas de alguien como mi padre y esposo. Sin embargo su ayuda me hizo ver las cosas mejor al cabo de las semanas y si bien no era igual que cuando estábamos solo, se parecía mucho. Con sus permisos de trabajo todo fue más fácil cada vez y no abandonamos los placeres de la vida… 
De esta manera proseguirían nuestras relaciones… porque pienso estar mucho tiempo con papá y él me dará muchos más hijos… ¡Tantos como desee preñarme! De hecho ya estoy preparada otra vez para que me pueda llenar la panza de otro bebé suyo... y otro y otro.

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