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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La empleada del Sex Shop


Todo comenzó unas vacaciones en el pueblo. Esta historia pudiera ser realidad pero también solo fantasía, no obstante entre ambas media la imaginación del primero propio autor y de los lectores. Cada cual es muy libre de pensar lo que quiera de los hechos que voy a relatar…. Yo vivía con mi madre y mi hermana en Madrid…nunca conocí a mi padre, no lo hubo, solo un donante de esperma ocasional que se folló a mi madre y ya... tampoco al de mi hermana en las misma circunstancias. 





Mamá trabajaba en el aeropuerto de Barajas como azafata de tierra y en las vacaciones todos los años nos íbamos a pasar tres semanas a su pueblo en Priego de Córdoba, Andalucía. La familia de mi madre tenía una casa de campo donde pasábamos ese periodo. En ella Vivían mis abuelos y mi tío Luis, soltero con un hijo de seis años de una aventura con una puta rumana que le dejó el regalito. Aquel año todo se desarrollaba como siempre, pero sorprendentemente la tercera noche, cuando ya estábamos todos acostados, salí de mi cuarto para ir al servicio y al pasar enfrente a la habitación de mis abuelos, oí su cama crujir junto a pequeños gemidos de mi abuela. Estuve escuchando con la oreja puesta en la puerta hasta que mi abuela dio un gemido más fuerte y quedó todo en silencio. Yo estaba empalmado, fui al servicio y me hice una paja a la salud de la abuela Bárbara. Cuando volví a mi cuarto me encontré con ella en el pasillo…

– ¿No puedes dormir? me dijo

– He tenido un apretón, y me reí…creo que no supe mentirle y adivinó cual había sido mi último pecado.

– Vete a dormir, cariño. Mañana nos levantaremos temprano para aprovechar el día.

Seguí andando, y me giré para observar a mi abuela, a su edad seguía teniendo un cuerpo magnifico. Pasados unos días, ya de madrugada, oí como se abría una puerta en el pasillo, unos pasos cruzaron por delante de mi puerta, era mi madre. A los pocos minutos se abrió la puerta de mi tío. Oí como se alejaba y bajaba los escalones. Me arme de valor y abrí la mía, iba descalzo para no hacer ruido, bajé las escaleras y no vi a nadie en la planta baja. Me acerqué a la puerta trasera que daba el patio y oí voces cuchicheando. Desde allí no veía nada, y recordé que la buhardilla de la casa tenía una ventana desde donde podría espiar sin ser visto. Subí a la buhardilla, abrí la ventana muy despacio, perfecto, podía ver y oír sin problemas. Un farolillo alumbraba el patio. Allí estaban, sentados uno junto al otro hablando de trivialidades. Llegado un momento de la conversación…

– El niño necesita una madre en su vida y tú una compañera.

– La abuela cuida de Javier. Es el rey de la casa.

– ¿Y  tú? ¿Te vas a quedar solo el resto de tu vida? Tienes que olvidarte de esa puta que te dejó.

– La única mujer por la que podría pensar en casarme es con alguien que es imposible…

– No vuelvas a empezar. Quiero mi vida como está con mis hijos, no quiero romper con mi forma de vivir, ni ellos están interesados en quienes son sus padres…. Bastante me costó la última vez cortar lo nuestro y si vuelvo a caer no sé lo que pasará.

– Tenemos dos semanas por delante, aprovechémoslo. No creo que tengamos otra ocasión como la que se nos ha presentado. Llevo nueve meses sin echar un buen polvo…te quiero, te necesito, te deseo.

Yo estaba en una nube, mi madre y su hermano habían sido amantes e incluso mucho más que eso… ahora mi tío estaba convenciéndola para volver a las andadas y me temía que mi madre cedería a sus ruegos.

– Están nuestros hijos y nuestros padres. Si nos pillan…Papá saca la escopeta y nos acribilla a postas.

Pero no la dejó terminar la frase, mi tío se abalanzo sobre ella y la besó, intento zafarse de él, pero mi su hermano la agarraba con fuerza. Mamá cada vez forcejeaba menos, hasta que se rindió a él y le abrazó, comiéndole a besos. Se separaron un poco y él la cogió una mano y se la llevó al rabo, ella metió la mano por el pantalón y empezó a pajearle.

– Aquí no, le dijo él. Vamos a nuestra buhardilla, allí nadie nos oirán.

Joder, van a subir aquí y me van a pillar, pensé. Con una linternilla que llevaba busque un sitio donde esconderme. Justo a tiempo me metí dentro de un armario que tenían allí, dejé la puerta entreabierta. Entraron si hacer ruido, mi tío cerró  la puerta con un pestillo y encendió una lamparita. Se dirigieron a un camastro que había allí. Mi tío lo destapo, se volvió hacia mi madre, empezó a besarla, le quitó la camiseta que llevaba, sus pechos aparecieron firmes, unas areolas grandes y oscuras, pezones duros como piedras. Mi tío empezó a comerle los pezones, mi madre cerró los ojos y se dejaba hacer, gemía quedamente. Fue bajando la cabeza y besándola en el recorrido por su vientre, la bajo los pantaloncitos que llevaba. Apareció un coñito depilado sin un solo pelo…, empezó a pasarle la lengua por el clítoris, mi madre gemía más fuerte. Mi tío se levantó e hizo sentar a mi madre en la cama. Saco una polla inmensa y mi madre la cogió, la acarició y se la introdujo en la boca, casi no la abarcaba. Empezó a chupar, se la metía hasta el fondo de la garganta, mi hermano jadeaba de placer, en un momento dado mi tío dio un ronquido y se corrió dentro de su boca convulsionando. Mi madre continuó mamándosela mientras expelía toda la leche que mi tío eyaculaba…se lo trago todo, le miró y se limpió los restos de esperma con el dorso de la mano.

– Estabas a tope de semen, cabrón… mira cómo me has puesto de leche.

– Si, eres la que mejor me la ha mamado en mi vida. Hacia tanto tiempo que no me hacían una buena  mamada… tus amantes son hombres con mucha suerte.

Mi tío la cogió por las manos y la tumbó en la cama, mamá se abrió de piernas quedando despatarrada, mi tío se precipitó encima de ella al modo misionero, y de una estocada la penetró sin compasión…debía de estar bien lubricada porque la insertó casi entera de un solo envión, y empezó a bombear a base de contundentes empujones hundiendo a mi madre haciéndole gritar a cada estocada. La cama sonaba como si se fuera a desmantelar con chirriar de muelles y trabazones de la estructura de madera. Iban a oírlo mis abuelos, pero ellos ya no pensaban en nada, solo en follar como animales pareciendo conejos. Las tetas se movían delante y atrás a cada embestida, mi madre gemía, suplicaba que la diera más, que no parase ¡Menuda puta! 

Desde mi posición se veía como el falo se enterraba una y otra vez en el coño de mamá aplastando cada vez los tremendo huevos de mi tío…estos colgaban y aporreaban sin descanso el coño de su hermana…, pasados cinco minutos a todo tren, en un momento dado, mi tío se quedó quieto sepultando el mástil hasta la raíz con otro ronquido furibundo, otra vez se había corrido. Mi madre casi al mismo tiempo dio un gemido más fuerte y se quedó quieta abrazando a su hermano…. Se quedaron entrelazados, mi tío seguía encima de mi madre sin sacársela, pegando pequeñas clavadas mientras eyaculaba todo su contingente seminal en el útero de mamá. Unos minutos de reposo y empezó a bombear de nuevo, mi madre empezó a gemir otra vez, pasados un par de minutos volvió a correrse. Mi tío dio unas embestidas más y se derrumbó sobre ella. Pasó un tiempo así, abrazados y dándose besitos, mi tío se levantó y se puso de pie delante de mi madre. Ella se incorporó, le miró la polla y se la introdujo otra vez en la boca. Le dio unos lametones y la soltó.

– Hala, ya la tienes limpia y los cojones bien secos ¡¿No dirás que no?!

– Bueno,  ¿Qué te ha parecido? Sigo en forma ¿no?

– Claro que sí campeón… sigues siendo el mejor semental que me ha follado, pero ahora debemos irnos, pronto amanecerá.

Se besaron y se vistieron. Con mucha cautela salieron por la puerta. Me quedé quieto sin moverme. Esperé como media hora a que se durmieran, salí con precaución y me fui a mi alcoba sin hacer ruido, donde dormía con mi hermana…. Al día siguiente, cuando bajé a la cocina, ya estaba allí toda la familia. Todos estaban sentados a la mesa excepto mi abuela que estaba trasteando de aquí para allá haciendo el desayuno, se la notaba que estaba muy seria, de vez en cuando miraba de reojo a la mesa. Joder, anoche debió oírlos, aunque de que me extraño, con el ruido de la fiesta que montaron hicieron como para no oírles. Mi pobre abuelo, como estaba medio sordo ni se despertó. Mi abuela me miró y la cara se le mudó, se acercó a mí y me dio un fuerte beso.

–  Llevas la misma ropa que ayer, ven que te tengo preparada una muda limpia. 

Fuimos al lavadero, me dio la ropa limpia y se puso a llorar. La abracé y la di un beso.

–  ¿Por qué lloras?

– Por nada, he pasado mala noche. No he dormido nada en toda la noche.

– Ni yo tampoco, dije, nos miramos, le acaricie la mejilla y le di otro beso. Creo que hemos tenido el mismo tipo de insomnio. 

– Cariño, no digas ni una palabra a tu abuelo, No debe enterarse. Rompería esta familia y yo no lo soportaría. Ya sabes las malas pulgas que se gasta.

– No te preocupes, no diré ni una palabra, conozco al abuelo.

Pasaban los días y ellos seguían con sus juegos sexuales follando como perros salidos, gracias que mi hermanita no se enteraba de nada, ni el abuelo. Aunque intentaban ser precavidos, sus escarceos no pasaban inadvertidos para la abuela ni para mí que comenzaba en el despertar del sexo…. Se acabaron las vacaciones, volvimos a casa y pude respirar tranquilo, ya que durante una temporada no se verían, pero las insinuaciones acerca de la paternidad de mi hermana y mía me dejaron inquieto. Pasaban el tiempo y se volvía a repetir la misma historia vacaciones tras vacaciones, hasta que despidieron a mamá. Con la indemnización nos marchamos a Baleares a vivir. Allí montó una tienda de juguetes para adultos de carácter erótico, y no le va nada mal…

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El establecimiento hoy ha tenido mucha afluencia, y entre todos los clientes una muy señalada ha venido esta tarde…, es una clienta habitual que me ha pedido un favor muy especial…, la verdad me siento inquieta por relatar este interesante caso de una mujer, madre y esposa en una familia muy particular… Me contó en confidencialidad su vivencia en un hogar como el suyo, normal aparentemente, donde practican el incesto de manera indiscriminada…, decidida a presentar solo casos reales en mi web erótica, llegamos a uno de puro amor incestuoso. 

La forma en que se desarrolla esta historia llamó mi atención desde las primeras líneas, espero que sea de su agrado e interés. Como has podido deducir trabajo en mi tienda “sex-shop” desde hace varios años, con dos hijos a mi cargo me pareció una salida tras haber sido despedida por un ajuste de plantilla en la aerolínea donde trabajaba de azafata de tierra. La idea no era nueva, porque soy una mujer muy caliente de muy buen ver, me encanta el sexo y tenerlo con casi cualquiera… en mi profesión de azafata nunca me faltaron hombres apuestos y potentes, de hecho mis dos hijos no son del mismo padre…el primero de una relación incestuosa con mi hermano, motivó la salida de casa y del pueblo, y mi hija de una de tantas orgías impúdicas que he gozado en Madrid. 

En mis ratos lúdicos escribo relatos eróticos que me ayudan a suplir mi carencia prolongada, esta afición se maduró y ahora escribo relatos largos que subo a la página web de la tienda que regento. Mis hijos ya son mayores y entienden mi trabajo, mi afición y hasta me soportan los múltiples devaneos que tengo en busca de sexo con diferentes amantes ocasionales la mayor de las veces. Hace unos años era más complicado ligar, sin embargo ahora me llegan solos a mi tienda y el ambiente propiciatorio hace que folle muy a manudo, y sinceramente no me falta ni esforzarme en elegir a mi víctima…se me ofrecen hombres y mujeres, pero lo curioso es que también me vienen con historias reales que desean relatar y yo generosamente me ofrezco a mirarlas y ver si se puede sacar un relato sustancial… como en este caso que pasamos a contar…

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El nombre de mi clienta y artífice del relato es Natalia…,cuando esta historia se inició tenía 37 años, mi marido Arturo es siete años mayor, mi hijo Adolfo, el mayor ya contaba con 19 años bien cumplidos y la nena Lilia de 18 pues…los tuve muy seguidos y muy jovencita. Vivíamos en una ciudad del sur de España, pero debido al trabajo de Arturo tuvimos que mudarnos a la ciudad portuaria de la región, lo que ocasionó grandes trastornos para todos, pero debido a ser una ascenso importante en su carrera no hubo más que aceptar y tratar de convencer a los chicos que nos era posible continuar viviendo en nuestra casa, pero que la visitaríamos con regularidad para poder convivir con nuestras amistades de toda la vida. No hubo más que decir, pues solo nos llevaba menos de una hora de viaje. Al finalizar el curso escolar partí con los chicos para reunirnos con Arturo que se había adelantado unos meses para presentarse en su nuevo cargo y conseguir una casa para la familia….

Mi relación con mi esposo era cordial, pero no amorosa, de eso soy consciente desde antes de casarnos incluso. Nuestra boda se pude decir que fue forzada al quedar preñada por él, de mi hijo Adolfo, ya que no tomamos las precauciones debidas. La atracción que sentíamos era recíproca y muy fuerte desde el primer momento que nos vimos, más que nada era una atracción sexual, puro instinto animal, así que no nos detuvimos en nada hasta lograr follar juntos como salvajes. Por entonces Arturo tenía su novia Raquel, y yo por mi parte también tenía una relación de noviazgo con un chico llamado Aldo, de quien en verdad pensaba que estaba enamorada, al igual que lo estaban Arturo y Raquel.

Pasó que desde que nos conocimos Arturo y yo, se encendió la chispa de la atracción y la tentación, a mí siempre me ha atraído él como hombre, y yo siempre he sido de su total gusto como mujer, pero en realidad no hay amor entre nosotros, lo suplimos con la costumbre del deseo y el excelente sexo, que al principio fue desbocado y hasta rudo por parte de ambos, nos deseábamos a rabiar, pero el fuego se ha ido apaciguando poco a poco. Pese a todo aun nuestras sesiones sexuales son muy deliciosas y nos dejan totalmente satisfechos, aunque se han ido espaciando cada vez más. Sabíamos sin haberlo dicho que íbamos a terminar follado él y yo en la primera oportunidad que se nos presentara y no dudamos en entregarnos a nuestros deseos lujuriosos dando rienda suelta a nuestra sexualidad en cuanto se presentó la oportunidad. 

La recuerdo muy bien con todo lujo de detalles, habíamos asistido a una fiesta con un grupo de parejitas de novios como nosotros, la atracción nuestra propició que hiciéramos amistad entre las dos parejas, Arturo buscó la amistad de Aldo y yo la de Raquel, con la velada intención de mantenernos cerca. Se dio en uno de los bailes en los cuales a modo de juego se hizo el intercambio de parejas y al coincidir Arturo y yo rápidamente me propuso que nos fuéramos temprano y así el pasaría por mi después de habernos despedido de nuestros novios respectivos. Yo le pedí a Aldo que me llevara a casa fingiendo un malestar, y Arturo por su parte se dijo cansado y pidió a Raquel irse aunque unos minutos después que Aldo y yo.

Aldo me llevó a mi casa y no tardé en despedirlo aludiendo el falso malestar estomacal, en cuanto se fue, entré al baño a cepillarme los dientes y orinar, me lavé el chocho con jabón lavanda olía muy bien para recibir a Arturo. Mis padres habían salido con mi hermana de fin de semana, a visitar a unos familiares y no regresarían hasta el domingo por la noche, así que teníamos toda la noche del viernes y todo el sábado para mí solita….Vi por la ventana la llegada del coche del muchacho, le llamé al móvil presurosa para pedirle que lo estacionara lejos de casa para que los vecinos no lo vieran y no se dieran cuenta de su presencia. Así lo hizo y a los pocos minutos le abrí la puerta trasera de casa, de mi cuerpo y de mi vida. 

Mi corazón latía con fuerza a pique de salirse del tórax, en mi estómago revoloteaban miles de mariposas cosquilleándome las entrañas, mis manos temblaban y sudaban, pero mi vulva se expresaba en una forma que jamás había sentido antes, ni aun cuando me masturbaba o cuando había perdido mi virginidad a manos de un primo hermano, mejor dicho a cipote y huevos de mi primo Joel (Lo del nombre le vine al pelo, porque jodía de maravilla y aquella rubia nos lo arrebató para siempre). Me sentía mojadísima con un calor vaginal indescriptible, sentía latir mi chumino sin dejar de manar jugos, eso me contrarió un poco y me incomodó, así que apenas lo hice pasar a la casa, volví al baño a limpiarme y a secarme. Repuse en mi prenda íntima, mis bragas estaban muy húmedas, así que decidí no ponérmelas de nuevo y salí sin esa prenda lista para recibir entre mis piernas a Arturo y a su aún desconocido balano, para mí. Solo de pensarlo mi cosquilleo interior crecía por la emoción.

Al salir del baño caí directamente en sus brazos, besándolo ansiosa y demandante, las lenguas y las manos exploraron sin recato ni paciencia, pronto dio con mi vulva desnuda perfectamente depilada como el chochito de una Nancy, metió sus dedos en mí, ni siquiera se sorprendió que no llevara bragas, se denotaba todo un experto semental…, uno de esos tipos canallas por el que las mujeres nos derretimos sabiendo que nunca jamás serán los padres que deseamos de nuestros hijos, solo lo queremos para satisfacer la parte fisiológica de nuestra lujuria perversa, por eso dejamos el amor y los sentimientos para chicos formales, buenos y trabajadores que nos amarán para siempre y mantendrán a nuestros retoños sean o no biológicamente suyos. 

En aquel momento de mi vida solo deseaba refrescar mi calentón y Arturo metía mano de la forma más natural, me poseyó embrujándome con su mano. Las ropas restantes de mi cuerpo desaparecieron rápidamente, así como las de él besándonos y chupándonos, me alzó en brazos y yo lo guie a mi cuarto en la parte alta, me depositó en la cama y sin soltarme se colocó encima de mí atenazándome todo el cuerpo entre mis muslos abiertos. Su verga estaba tan dura y tiesa que me penetró de un solo golpe hasta chocar sus huevos en mi coño, sin necesidad de ser guiada, me pareció sorprendente la maestría mostrada en las lides del deseo carnal. No en vano tenía 26 años y se notaba su experiencia con las chicas…. Su polla se hundió encarnizadamente sin pedir permiso, haciéndome suspirar con fuerza por lo gratificante que fue sentir dentro de mí su falo duro y grueso, todo hay que decirlo ¡Me partió de par en par hasta mi útero! Y yo me dejé follar como una zorra. Arturo volvió a besarme y comenzó a bajar por mi cuello lamió mis pezones y prestó atención a cada uno, mordiéndolos y chupándolos hasta que me hizo tener un orgasmo con solo metérselos en su boca y follarme el coño a la misma vez. Yo me refregaba contra él deseosa de que me poseyera por toda la eternidad, pero él se tomaba su tiempo…

– Mi niña, que hermosos pezones tienes.

– Son tuyos, cabrón, gemía. – Haz con ellos lo que quie…. ahhhhhhhh.

Arturo había atrapado mi clítoris con sus dedos y lo tenía preso. Es cierto eso que dicen de ver todos los colores. Yo no podía pensar en nada solo sentir, presionaba con mi mano suavemente su cabeza para que me diera más y más placer. 

– Sí Arturo, así dame más, dame más, sí.

– Nenita que rica estás, ¿De quién es la nenita ahora?

– Solo tuya mi amor…, no pares por favor, no pares, aaahhhhh.

El chico bombea arrítmicamente volviéndome loca, y cuando me acercaba a mis tetas se detenía mamándolas, succionándolas como para sacarle la leche que no tenían y alargar las sensaciones. En uno de esos aceleres todo estalló, explotaron dentro de mi cerebro miles de fuegos artificiales y me quedé como muerta…en mi orgasmo quedé en lo que se llama “La dulce muerte”. Arturo continuó con mis tetas y siguió besándolas y lamiendo los pezones…. Cuando volví en mí, acaricié su pelo y lo besé sintiendo su afanoso y delicioso sabor propio a macho. Desenterré su badajo de mi conejito y lo acosté en la cama, bajé hasta su cipote… 

– Natalia… no tienes que hacerlo si no quieres.

– Lo quiero… enséñame a hacértelo bien, le dije. 

El chaval me mostró mediante algunas instrucciones como comenzar a mamar su pollón como era debido, encontré exquisito ver como disfrutaba esta caricia, como su cara se transformaba a causa del placer…

 ¡Mmmhh sigue así nenita! ¡Ahhhhh sigue así no pares!

– ¡¿Te lo estoy haciendo bien?! Susurraba yo.

– ¡Uhhffff muy pero muy bien…!

De pronto sentí que su verga era una tranca de dura madera de roble, me apartó poniéndome boca arriba sobre las sábanas y besándome.  Sonreí y lo besé. Noté a mi amante sin hacer fuerzas para entrar en mí y aunque asustada por el acoplamiento tan brutal, me sentí dichosa. Por fin tendría a todo un macho dentro. Ya no necesitaría mis dedos, el me daría placer suficiente para toda una semana de recuerdos…. No pude más y le tuve de decir con miedo que sus pollazos dolían. 

– Chiquita, es que estás apretada. Tranquila que lo haré más despacio…

Todavía no había sentido de verdad el azote de sus huevos en mi coño cuando me atrevía a decirle…

– ¡no! Hazlo de una sola vez, quiero sentir como me abro porti….

Arturo me besó en los labios y mordió uno de mis pezones mientras empujaba de una sola vez,  sentí como si hubiesen rasgado una tela, sufrí unos segundos y después me abracé a él para que continuara aunque aún me dolía, mis piernas también envolvían sus muslos teniéndolo completamente envuelto con mis brazos y piernas. Comenzó a moverse muy despacio, pero cuando escuchó mis primeros gemidos aceleró el ritmo. 

– ¡Ummm! Te siento tan dentro de mí.

– Si nena estoy muy dentro de ti.

– ¡Vamos más rápido! ¡Ay siento algo!

– Ssshh todavía no mi niña aún hay más…. 

Aquel semental jugaba conmigo, me llevaba al borde del precipicio y me hacía volver…

– ¡Ayyy! Ya viene más rápido más, más ra-pi-doooo.

El chico aceleraba una y otra vez, hasta tener el segundo o tercer orgasmo de la noche. Una vez más tranquila sacó su virilidad y yo la agarré con las pocas fuerzas que tenía, lo masturbé y la metí en mi boca imitando el vaivén copulador…

– ¡¿Dónde lo quieres mi niña…?!

El macho cabrío aceleraba sus embestidas y yo sentía que no aguantaría mucho, lo saqué de mi boca y me dejé sumisa donde él quisiera…. Así que como buen cabrón que era, me despatarró, enfiló en la raja enjuta de mi coño su capullo de un grosor inédito en mi vida, y sin más me lo enterró hasta el fondo uterino. Sus movimientos se volvieron poderosos hundiéndome en la cama a cada empellón…, su glande en la boca del conducto uterino, sus pelotas golpeándome en la entrada del conejo rasurado para la ocasión y sus jadeos unidos a mis gemidos casi gritos desembocaron en la tremenda descarga de leche del semental. Alivió su leche en mi fondo vaginal, yendo a parar cada chorro de lefa a la misma cérvix, donde se fue acumulando la gran corrida. Noté le primer chorro tras percibir el endurecimiento de su tronco venoso, el cual se expelió raudo y potente contra mis paredes vaginales, la clavó de nuevo entre convulsiones y un nuevo aldabonazo de lefa y otro más por cada esténtor de ese macho, tensando cada músculo de su cuerpo para llenarme eyaculando lo nunca visto dentro de mi coño. Se quedó unos segundos desovando todo su semilla y yo después de primarme con ella en mi acogedor estuche, me esforcé por no dejar caer nada aunque un poco cayó sobre las sábanas, pasé coqueta un dedo por mi abierta rajita para luego chuparlo con mis labios plenos de lujuria…

– ¡Arrhhhhhggggsiiiarrgghhh que bien!! Rugía el animal mientras se deslechaba dentro de mi coño. 

Caímos rendidos los dos, abrazados y satisfechos, era el inicio de algo que cada vez sería mejor. Me levanté a la mitad de la noche a tomar una ducha y volví a la cama, me dolía un poco pero solo eso, un poco. Al otro día cuando abrí los ojos lo encontré succionando uno de mis pezones, con una de sus manos perdida entre mis muslos acariciándolos…

– ¡¿Mmmm, veo que no perdemos el tiempo eh?!…

– ¿Sabes Natalia? Raquel jamás llegará a ser como tú de buena en la cama, nunca me ha permitido correrme dentro de su coño sin condón. ¡Gracias…!

Me quedé un tanto perpleja por lo que ello significaba, no le dije nada de estar en mi momento de ovulación y tampoco caí de llevar un preservativo por la ofuscación del calentón que cargaba encima… 

– ¡¿Y qué más no quiere hacer tu novia…?! Su mirada lo dijo todo…

– Hay que recuperar el tiempo perdido….

El segundo coito no duró mucho tiempo, a los pocos minutos explotó en mis entrañas en ríos de caliente semen que me llenó la vagina con su viscosa esencia, la cual sentí correr fuera de mi canal ardiente, eso me hizo frotarme con fuerza contra su pubis rozando incansable mi clítoris, hasta que también estallé en convulsiones involuntarias provocadas por las deliciosas contracciones de mi vagina que abrazaba y acariciaba con sus músculos el tronco de la verga de Arturo dentro de mí, quedamos agitados besándonos y deseándonos esperando recuperar fuerzas para continuar follando todo lo que pudiéramos esa noche y lo que fuera del día siguiente, ya poco me importaba quedar preñada si los primeros espermatozoides ya estaban conquistando mis ovarios. Me hizo suya y lo hice mío de mil formas y posiciones que habíamos leído, oído y otras las inventamos e imaginamos esa noche, me tomó por todos mis orificios de forma natural sin remilgos de ninguna especie, le entregué todo mi cuerpo y tomé el suyo.

Su semen fue probado por mi vagina, mi garganta a posteriori, mi ano no quedó exento de recibir sus pollazos, una y otra y otra vez. Hasta caer rendidos por el sueño y el cansancio horas después de amanecer, dormimos hasta ya entrada la tarde, siendo despertada por una deliciosa succión de mi pezón derecho con suaves y tiernos pellizquitos en el pezón izquierdo, le sonreí mientras me mamaba goloso los pezones, y se volvía a acomodar encima de mí para aparearse nuevamente, pero ahora con calma, haciéndome en verdad el amor, fue simplemente exquisito, lo hizo como si conociera perfectamente todas las reacciones de mi cuerpo, supo cuándo y cómo tocarme, besarme chuparme o mamarme, aceleró cuando debía hacerlo exactamente, se frotó en mí y me frotó en él.

Me colocó en posición a cuatro patas como una perrita en celo, y se puso a horcajadas detrás de mí clavándome su verga en forma casi vertical logrando tocar mi punto G, haciéndome bramar de placer, con esa fuerte y desconocida sensación de mi vagina que se vaciaba literalmente con cada roce de su glande contra mi sensible y acolchonado hueso en la pared vaginal de mi fondo uterino, tan intensa fue esa follada que nunca la olvidaré. La repetimos casi siempre que jodemos, y más que nada es inolvidable para mi pues me arrancó mi primera eyaculación al tener el orgasmo más feroz obtenido hasta ese día, pensé que me orinaba pero no fue tal, me hizo eyacular como una yegua soltando chorros de fluidos licuado a presión. Después reconocí lo que había pasado en mi cuerpo.

En aquel momento me asusté con él, por si había causado algún trastorno en mi vagina tras haberme metido la polla más enorme de toda mi vida…, pero me explicó paciente y gustoso lo que había logrado conmigo haciéndolo sentirse orgulloso de su hazaña. En mí logró hacerme más necesitada de él, o más bien de su cipote, hasta el punto de pensar que bien podría enamorarme de ese hombre sensual y completo. Pronto comprendí que no debía enamorarme de él ni de ese tipo de machitos, así que solo fue y ha sido sexo del bueno en nuestras vidas, sobre todo cuando Arturo por su parte no ha dejado de tener cientos de aventuras…, digo que no se folla a todas las mujeres del mundo porque unas de ellas son su madre y sus hermanas, lo que le hace reír cínicamente, porque tal vez también lo haría. En contra de lo que debería suponerse, no siento celos, jamás los he sentido pues solo se sienten cuando crees que algo te pertenece y para mí Arturo nunca ha sido mío ni siquiera cuando me folla. Simplemente con el tiempo nos hemos convertido en los mejores follamigos, y padre a plazos de mis hijos a los que mantiene sin mucho amor, pero sin pasar necesidades.





Hemos llegado al punto en que él me cuenta de sus conquistas, sus encames y folladas con otras mujeres y en no pocas ocasiones nos han servido de afrodisiaco esas narraciones de sus encuentros sexuales, tratando de repetir entre nosotros esos coitos adúlteros permitidos por mí, a cambio de una estabilidad, una imagen y sobre todo el respeto de Arturo para conmigo, pues jamás hemos peleado, ni nos hemos ofendido. Tal vez la falta de enamoramiento y mi comprensión temprana del tipo de hombre que es Arturo allanó nuestra relación aséptica, el que hubiera sido un tortuoso y horrible camino. Así mi vida está plena de felicidad, somos buenos padres y amamos a los chicos, aunque Arturo tiene ciertas reservas sutiles con Adolfo, tal vez por ser la causa de obligarnos a casar, pues no acepté que le pusiéramos su nombre al niño, decidiendo entonces ponerle el nombre de mi padre. 

Esa ha sido mi relación marital, respeto, posición social una familia equilibrada y cómoda, además de tener buen sexo ocasional últimamente, pero en esas ocasiones mucho sexo increíble y delicioso, que me llena. No me quejo, ha sido de tanta calidad el sexo que nunca lo he engañado con nadie, no he sentido ni he tenido la necesidad de hacerlo con otra persona, aunque oportunidades se me han presentado desde siempre con muchos hombres y algunas mujeres, pero mi vida sexual es tan placentera y completa que no he tenido ni la curiosidad de probar a nadie más, a lo que se le puede añadir que las enfermedades de transmisión sexual también me han parado un poco…

…Al menos eso creía yo, hasta que nos cambiamos a la ciudad portuaria. Solo que no fue precisamente sexo lo que se me ofreció, fue algo más grande, algo de lo que había carecido desde siempre, el amor, el sentirme enamorada, aunque de la persona, tal vez, menos indicada. 

Todo inició de una manera imperceptible, sin ninguna intención, solo fue naciendo con sucesos casuales que se fueron encadenando con eslabones aislados que se unieron uno tras otro sin que le pudiera poner un alto, pues no supe lo que pasaba hasta estar atrapada dentro de esa vorágine que me sometió de forma dulce y tierna, con la voz de la inocencia y el toque de la casualidad. Ahora sé que si el destino existe, este había marcado su presencia en mi vida…. Arturo se dedicaba en cuerpo y alma a su trabajo y repartía su tiempo discretamente con sus follamigas conquistadas a base de pollazos. Ahora sé bien que él no tiene necesidad de buscar a nadie, somos las mujeres las que andamos a la caza de hombres como él, esos cabrones que nos pueden romper el corazón después de habernos partido en dos el coño a base de follarnos bien…, aunque no es solo mi caso, sino el de muchas mujeres más. No dejo de observar de una manera objetiva como son las otras mujeres quienes propician las aventuras y las buscan a riesgo de enamorarse de alguien que nunca las querrá de verdad. Este modo de vida le impidió a Arturo que tuviera acercamiento fraternal necesario con Adolfo, quien prácticamente creció y vivió sin la imagen de un padre que lo enseñara con el ejemplo y convivencia… ¿¡Cómo debía actuar y comportarse entre los demás chicos y chicas de su edad!?

Yo trataba de orientarlo y ayudarle, pero no fue suficiente y mi niño creció tímido e inseguro en su adolescencia, a pesar de ser guapo como su padre. Pero mi chico es de corazón noble, y de buenos sentimientos, quiere amar y sus hormonas le reclamaban más acción sin saber cómo hacerlo o gestionarlo. Me di cuenta que mi retoño estaba cambiando de estado de ánimo, cautelosamente le fui preguntando la causa de su alegría y buen humor, con dificultad logré irle sacando la información pues su timidez es grande aun conmigo, se trataba de una chica que le gustaba y que se había convertido en su amiga…¡Su cambio fue notorio para mí!, me pidió que le comprara lociones, para oler bien se preocupó por su ropa, salía primero antes que todos los compañero de secundaria, para pasar por Betty y llegar juntos a clase, él se sentía contento… parecía no importarle ya su torpeza, al haber crecido del 1’48 metros que medía al entrar a secundaria con 13 años, al 1’88 en cinco años. Un poco preocupada por su desarrollo consultamos al endocrino… me tranquilizó cuando me dijo que solo era un exceso de la testosterona sin peligro para su salud, y por tanto de la virilidad de mi chico… normal por otra parte en ciertos adolescentes, optimizada naturalmente juntos con el ejercicio del deporte que practicaba, todo ello le ayudaba a ganar centímetros en tiempo récord. De hecho su cipote y testículos crecieron de una vez por los receptores de testosterona y de la hormona DHT…, eso les dolió durante unos meses a intervalos, así que se tenía que administrar crema con analgésico. Estos receptores eran muy altos en Adolfo y le implementaba un progreso de crecimiento espectacular de sus genitales.

Prácticamente se había estirado, su voz torno de aguda a grave y su masa muscular se aceleró vertiginosamente…el chico comía como una lima y todo lo echaba en cuerpo…el deporte de baloncesto también influía en su desarrollo bestial, claro está que con todo chocaba mientras se adaptaba a su nueva altura en crecimiento constante… y todo tiraba, sus brazos, sus piernas, sus facciones cada vez más masculinas y menos aniñadas. Su cuerpo, apenas tenían la memoria del aquel 1’48 metros de hechura preadolescente. Sus juegos sin mirar el riesgo terminaban en accidentes sin consecuencias graves afortunadamente, esto es algo propio de los adolescentes y no le daba más importancia. Yo estaba contenta de ver que mi hijo estaba tomando seguridad en él, y dejaba atrás la timidez, pasaron los meses y llegó el fin de curso y con él las vacaciones escolares. Adolfo veía casi a diario a Betty, pero aún no se animaba a pedirle que fuera su novia, y así llegaron de nuevo las clases en el nuevo curso. Todo parecía marchar, pero una de tantas mañana entré a la habitación de Adolfito, Fito le llamamos cariñosamente, entré para saludarle, me sorprendí de encontrarlo ahí. Estaba yo en una facha muy liviana, despojada de casi toda ropa recién salida de la ducha con una camiseta vieja que me quedaba grande y floja, sin sostén, un pantaloncito de algodón muy corto y suelto sin bragas. Pero mi vestuario no me importó al ver la cara angustiada de mi niño, mi hijo estaba sufriendo, al momento me espanté y pensé que estaba enfermo, alarmada le pregunté por su anima presencia…

– ¿Qué tienes hijo, te sientes mal? oí mi voz, pero mi cerebro estaba atemorizado.

– No mamá, no tengo nada… es lo de siempre, me respondió con un hilo de voz.

– ¿Pero por qué estás en casa? Indagué curiosa y alarmada. – …Y no fuiste al instituto ¿Te ha dado muy intenso?

– No te preocupes mamá, trató de calmarme mi hijo. – Mañana voy, hoy casi no íbamos a tener clases, solo dos.

– Pero tú tienes algo más Fito, dime que es, le pedí con ternura para ganarme su confianza.

– En verdad no tengo nada mamá y ya está remitiendo, dijo con la voz temblorosa a punto de quebrarse.

– Mi cielo por favor dime si tienes otra cosa, me asustas, mira cómo estás, dije yo más espantada cada vez. – ¿Te duele algo fuera de lo normal? Por favor Fito dímelo. No me asustes más.

– Es el dolor que me viene por un par de días, mamá, dijo sin poder contener un sollozo que me partió el alma por el dolor con el que me lo dijo. – Me acabo de aplicar la crema. 

Una vez que se la aplicaba cedía el dolor por el crecimiento de sus genitales.

– Entonces pronto se te pasará…solo es cuestión de aguantar un poco mi vida.

Indagué acercándome a su cama donde estaba acostado, recostándome a su lado abrazándolo. Tomé su cabeza entre mis brazos y con suavidad lo fui acercando a mí, él giro el cuerpo y quedó de lado frente a mí, me abrazó y sin poder detenerse soltó un llanto de dolor en el alma, se sacudía incontrolable y me arrastraba en sus sacudidas yo sujetaba con amor su cabeza contra mi pecho sintiendo el calor de sus lágrimas que bañaban mi regazo, no sé cuánto tiempo estuvimos así, abrazados sentí en mi rostro también mi llanto que brotaba contagiado por el dolor intenso de mi hijo tan partes nobles y delicadas, aun no se le había pasado y lo deje desahogarse. No reparé en lo que pasaba, pues mi mente estaba atrapada en mil conjeturas, pero al irnos calmando lentamente, me fui percatando de lo que sucedía. Era una sensación que hacía años había dejado de sentir, esa sensación inquietante y agradable que me había llevado a explorar un placer diferente y tal vez prohibido, pero que no había tenido mayores consecuencias, más que una gratificación personal muy placentera y muy mía, solo mía, nadie la sabia y yo casi la había olvidado ya.

Mis manos acariciaban la cabeza de mi hijo metiendo mis dedos entre el sedoso pelo de Fito, lo acariciaba sin darme cuenta de las caricias, esa sensación que apenas identificaba me estaba transportando a un placer celestial, mi cuerpo estaba reaccionando con excitación, al principio pensé que se debía al estrés, pero al pasar los segundos pude identificar con asombro de lo que se trataba, era mi pezón el que estaba reaccionando y de ahí emanaban las órdenes a todo mi cuerpo, no supe cuando empecé a ronronear como una gata en celo, a retorcer mi pierna sobre la cadera de Fito fundiéndome más en mi abrazo con él, mi pezón no dejaba de transmitir sus señales excitantes, me sentí mojada internamente pero ese fluido íntimo pronto iba a salir de mí. Asustada empecé a comprender, pero me negaba a dar crédito a mis sensaciones, hasta que esas fueron abiertas e inconfundibles, mi pezón estaba siendo mamado por la boca de Fito. Al caer en la conciencia de lo que ocurría no supe cómo reaccionar mil cosas pasaron por mi mente pero ninguna solución, hasta que una lucecita brilló en mi memoria y recordé el modo como tranquilizaba a Fito cuando era bebé ¡Le daba de mamar! Y eso mismo estaba pasando ahora, solo que posiblemente el instinto de mi hijo recordó la seguridad que le brindaba mis senos, al mamarme el pezón aun después de haberse tomado toda la leche que en ellos había….

Ese recuerdo me dio la guía a seguir, lo dejaría mamar hasta que se calmara, total, probaría solo esa vez y si así podía ayudar a mi hijo a tranquilizarse, no veía nada de malo en ello si lo complementaba con el analgésico. No obstante, no había recapacitado que no era todo lo que estaba sucediendo ahí en ese momento, mi ronroneo pasaron a ser mis gemidos y jadeos. Fueron escuchados de nuevo por mis oídos, mi calor interno delató que estaba excitada sexualmente, el modo de acariciarlo y de oprimir mi teta ansiosa contra su cara y su boca, no era de un madre que solo amamanta, era de una mujer enardecida, ávida de satisfacción sexual. Mis jugos ya manaban libres por mis labios vaginales. A mi nariz llegaba el inconfundible olor de mi sexualidad, pero no podía apartarme de ese laso de pieles…, estaba disfrutando el modo como esa boca mamaba de nuevo a su madre, ahí recordé otro suceso, no era la primera vez que eso me había ocurrido…, vino a mi mente que el amamantar a Fito me era grandemente placentero. 

En mi intimidad esperaba paciente la hora de alimentar a mi bebé con mis enormes tetas llenas de leche para él, pues mi cuerpo reaccionaba y no fueron pocas las veces que llegué a tener orgasmos al darle de mamar… me llegué a correr frotando el capuchón de mi clítoris mientras el bebé succionaba sin parar de mis pezones. Ahora años después y de la manera más insospechada me estaba ocurriendo lo mismo, estaba disfrutando tanto el ser mamada que no podía, ni quería que eso terminara sin llegar al final, un poco cansada de la posición me giré ligeramente y para mi desencanto, el pezón de mi teta salió de la boca de Fito, pero solo momentáneamente, pues de la manera más natural tomó entre sus manos mi otra teta desnuda y sin prisas, atrapó el pezón entre sus labios y continuó mamando de su madre. Mis tetas no son pequeñas pero tampoco enormes…uso copa C de una talla 105, así que para los que conozcan de esas medias me podrán imaginar. Esa nueva succión exaltó más mi libido, ahora fue el cuerpo de Fito el que se acomodó entre mis piernas, así que me pude frotar contra él, mientras él lo movía tallándome el pubis y al mismo tiempo frotando su polla contra mi cadera… y no era una verga muy normal para un chico de su edad.

Estábamos follando sin penetración, Fito mamaba mi pezón con deleite mientras que con su mano libre había tomado mi otra teta y la sobaba jugando y pellizcando deliciosamente el pezón recién mamado, nuestros movimientos se hicieron descarados y demandantes. No sentí vergüenza alguna por lo que estaba sucediendo al contrario sentía mucho cariño, mucho amor por mi hijo, al ayudarlo a que desapareciera su congestionado dolor. Acalorada, calenturienta y fuera de mí como la primera vez que me folló su padre, mi mente dejó de funcionar como madre adoptando la actitud de hembra hambrienta de sexo por puro instinto animal…, le bajé los pantalones junto con su bóxer liberando el precioso cipote adolescente de mi hijo en pleno desarrollo, de pronto me encontré con una verga empalmada de unos 25 cm y recia al límite de no poder envolverla con mis dedos, me asusté pensando hasta cuando le crecería esa polla a mi pobre bebé…y los testículos eran tremendos…, colgaban pesados y dolorosos por su crecimiento anormal, con un contenido excelso de semen. 

Se los acariciaba intentando paliar su dolor, en tanto lo desvestía, él hizo lo propio levantado la camiseta para acceder a mi coñito mojado y caliente. De pronto se acomodó de tal forma entre mi piernas que mi clítoris quedó enfrentado a su musculada virilidad que la frotaba deliciosamente, eso aunado con la atención que le daba a mis tetas, me llevaron a delirar de placer gimiendo, jadeando y aullando de lujuria. Mi cadera se movía frenética mis manos acariciaban la cabeza, la espalda y el culo duro de Fito, trataban de llegar a sus nalgas apretándolo contra mi cuerpo enardecido. Por su parte Fito me embestía con fuerza cada embate sacudía mi cuerpo…, ¡¡joder en una de esa acometidas me penetró el coño justo cuando elevé mi cadera en busca de su verga!! De igual modo que su padre la primera vez me la clavó casi entera…, sentía perfectamente la dureza de su verga cortando mi coño y partiéndolo en dos ayudado por mí. El chico empujaba y resoplaba mientras mamaba succionando la teta materna con fiereza…

Sentía como mi pezón se alargaba llegando casi a su garganta, lo aprisionaban la lengua y el paladar y como succionaban para querer sacar de él esa leche que hacía muchos años se había extinguido. Yo gemía de placer, no podía controlarme las sensaciones eran deliciosas…, mi vulva era golpeada frenéticamente por sus enormes testículos, en el momento de máxima penetración…, percibía la juvenil, firme y gruesa polla horadar mis entrañas, el lugar donde habitó durante nueve meses mi niño ha vuelto. Mis fluidos corrían libre por el canal de mis nalgas manchando las sábanas…, sabía que estaba próxima a correrme, y sabía que iba a ser un orgasmo descomunal tallando mi punto “G”. Estaba decidida a gozarlo sin remilgos ni vergüenzas, cuando sentí que las arremetidas de Fito se aceleraban y su cuerpo se oprimía más con el mío. Me abrí más de piernas para invitarlo a montarme bien, así lo entendió y sin soltar su teta me trincaba casi vertical encima de mí con una pierna entre las mías y una mía entre las suyas… así nos follábamos mutuamente yo contra él y él contra mí hundiéndome en el colchón a cada agresión con todo el furor de un macho semental. 

Nos hallábamos jodiendo como extraños en ese último tramo lujurioso, yo dándole su teta y refregando mi vulva mullida lo más que podía contra sus gónadas subiendo y bajando mi cadera y él penetrándome en fuertes incursiones sin dejar de mamar mis pezones con delirio. Era una gozada sentirle bombeando el gran falo enervado tallado de venas hinchadas contra el útero de su madre, yo gritando y exigiéndole más y más polla, mientras él mamaba a rabiar matándome a pollazos resoplando en mi teta como un rinoceronte enfurecido. Sentí su fuerza y velocidad aumentar, su ritmo se hizo frenético y dominante, arrastrándome con él, hasta que oí su rugido ahogado de verraco y el golpeteo de su cadera cesó para prácticamente embarrarme de leche por dentro. El primer chorro de lefa fue corto, pero el segundo no debió de soltar tanto su semen en su vida eyaculando un surtidor sin medida, y lo hacía descargando todo dentro de su madre…

Seguidos llegaron otros dos al tiempo que yo lo tomaba de las nalgas, apretando contra él frotando incontrolable mi vulva para abrir la llave de mi interior que reventó como una presa que cedía ante la cantidad incontenible de fluido vaginal. El squirt fue incontrolable… se unió a la copiosa cantidad de esperma de sus abotagados testículos. Así salió de mí esa primera eyaculación con mi hijo resoplando en mi cuello como un toro bravo eyaculando potentes choros de lefa espesa ¡LLENÁNDOME!, mientras su madre bajo su cuerpo, estallaba en miles de contracciones que liberaban caños y caños de líquido tibio y abundante justo en el momento que su verga me inundaba de esperma. 

Pasados unos segundos, exhausto y recuperando el aliento, dejó de atorarme el coño que se ceñía fuertemente al grueso tronco de su virilidad. El estallido de su semen fue producto de la intensa excitación que le había provocado al iniciar inocentemente esa lactancia sin leche, y el mío de lograr excitar convenientemente mi punto “G” descubierto afortunadamente por su padre en aquella primera sesión continua de folladas sin límite. Lo abracé y lo besé en el cuello agradecida. Pero temerosa de cómo iba a sentirme después, cuando pasara el momento de la inconsciencia y mi conciencia me llevara a rendir cuentas. Por el momento no sentía remordimiento alguno, al contrario me sentía a gusto, tranquila y satisfecha sexual y anímicamente, por haber logrado que mi hijo aliviase su dolor, tal vez por poco tiempo, pero bien dicen que un clavo saca a otro clavo, y ahora estoy más convencida de eso no hay nada como darle a un hombre lo que busca, y mi niño buscaba follarse el coño de una mujer para cubrirlo con rica su leche, como todo macho que se digne de ser un semental. Yo quedé quieta decidiendo que fuera él quien se moviera cuando se sintiera listo.

Estuvimos un rato más abrazados besándonos los cuellos y las caras solamente, él en ratos acariciaba mis muslos desnudos o mis tetas enrojecidas de sus chupones…, y yo solo me atrevía a acariciar su espalda y sus nalgas, entonces fue cuando me pasó sus dedos por mi raja impregnándolo del flujo y semen depositado por él unos instantes antes. Hasta que Fito decidió levantarse se apoyó en sus manos y alzó el torso, nuestras caras quedaron frente a frente, pensé que iba a besarme en la boca, pues me vio con la intención de hacerlo pero se arrepintió, yo le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Se impulsó un poco más y se quitó de encima de mí, me observó curioso, vio cómo su madre yacía bajo él con las piernas abiertas, dejándose ver un reguero de esperma espeso borbotear de mis labios vaginales, las tetas desnudas con los pezones erectos y las areolas ovaladas por la misma erección. Sin querer echó un vistazo al satisfecho coño de mamá manchado de esperma tras haber recibido de pleno la copiosa eyaculación de sus ciclópeos huevos, y una humedad enorme bajo su mi culo sobre las sábanas de la incontenible corrida de flujo licuado que le había arrancado a su madre, al excitarla a más no poder. Me miró toda y volvió a sonreírme con complicidad.

No dijimos ni una palabra al respecto, solo le pregunté…– ¿Cómo te sientes mi amor? Dije con verdadera naturalidad, mientras me sentaba y acomodaba las tetas dentro de la camiseta.

– Muy bien mamá, muchas gracias, ahora sé cómo se siente un hombre cuando hace el amor con la mujer que más ama…, respondió Fito con el ánimo muy diferente al de hacía unos minutos, me sentí halagada y contrariada a la vez, pero lo dejé pasar de momento centrándome en su ánimo…

– ¡¿Ahora me puedes decir qué sucedió, para que te provocase ese dolor genital?! Porque sé que no ha sido solo por tu crecimiento… Interrogué de nuevo.

– Pues que Betty no me dejaba desahogarme con ella, porque creo que se ve con Gustavo, dijo mi hijo con un deje de tristeza. – Pero en este momento ya no me importa, gracias a ti mami.

– Quiero que sepas que puedes acudir a mi cuando me necesites y quieras hacerlo. Esto último sonó diferente a lo que era mi intención, no traté de corregirlo dejando la ambigüedad como buena, en el fondo era lo que deseábamos…– Ahora voy a cambiarte la ropa de cama.

– Si mamá te lo agradezco, lo hemos dejado todo perdido. Si quieres te ayudo y después voy a hacer unas tareas para mañana, dijo Fito pero mi instinto maternal sintió que algo había obrado dentro de él, algo que hacía desaparecer su carácter tímido.

– Eres muy considerado... ¿Y tú dolor genital… se ha aliviado?

– Bastante mamá, creo que lo necesitaba… el dolor de huevos ha desaparecido, el de la polla casi.

Asentí con los ojos y una sonrisa de saber que ese era el carácter del hombre que necesitaba en mi vida…, atento con su mujer y fogoso en la calentura del apareamiento animal. Supe que utilizaríamos menos crema analgésica y más amor maternal. Me fui a cambiar de ropa y decidí darme otra ducha tibia, temerosa de pensar y reprocharme lo que había hecho con mi hijo, pero extrañamente me sentía feliz de tener dentro de mí su semilla, de sentirme llena hasta el mismo útero de su amor y de haber aliviado su desazón físico y del amor perdido de esa niñata que no sabe lo que quiere o lo que se pierde con mi HIJO. Me dije que todo había sucedido sin planearlo, demasiado espontáneo para haber sucedido con tanta naturalidad, y que tal vez nunca más volvería a ocurrir algo similar. Pero estaba equivocada, maravillosamente equivocada, sucedió más, muchas veces más de manera bella, hermosa y sobre todo con lo que nunca había sentido, ¡El verdadero amor de hombre y mujer! Aunque siempre me escudé en que era la terapia que él necesitaba para sus dolencias.

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Era muy tarde, cerca de la una de la madrugada…. Actualizaba mi web semanalmente, es una forma de mercadotecnia muy eficaz que funciona. Una vez puesta a punto y después de repasar la primera parte del relato de Natalia, lo subí a la página web y le envié un email a la “pre-autora”. Estaba caliente por su lectura, y me serví una copa más de whisky sentada en el sofá. Todavía no me atrevía a abrir el sobre que llegó esa mañana. He pasado unos días de muchos nervios y tensión. Cuando esta mañana he recibido la llamada del detective comunicándome que tenía el informe definitivo casi me da un infarto. 

Me he quitado la ropa y deambulo desnuda por la casa. Es una manía que tengo desde hace unos meses, digamos que desde mi última crisis de autoestima… todo el estrés me había hecho adelgazar varios kilos y estar a punto de caer en una depresión. El detective había preferido excusarse y decir que tenía una reunión, dejando sobre a la mesa de su despacho el sobre que ahora yo estoy abriendo. Mala señal. Cogí los folios y comencé a leerlos por encima. Efectivamente, todas las sospechas se confirmaban. Cuando contraté a un detective para enterarme de lo que hacían mis hijos en su tiempo libre nunca hubiera esperado lo que estaba a punto de ver. Puse el pendrive, durante los primeros segundos aparecía una habitación vacía de lo que parecía un hostal. Al rato la puerta se abría y entraban dos personas, el corazón se me disparó cuando reconocí a mis hijos. Comenzaron a besarse con ardor y en poco tiempo estaban desnudos. Puedo decir que he tenido una vida sexual más abierta y picante que la de la mayoría de la gente. He tenido decenas de parejas y he hecho tríos, sadomasoquismo…casi de todo. Pero ver a tus propios hijos hacer el amor como estaba viendo en la televisión de mi propia casa supera todos los límites. 

El vídeo duraba 15 minutos, más que suficiente… “Según una empleada de la limpieza del hostal la pareja no salió de la habitación durante todo el fin de semana y dio órdenes expresas de que no se les molestara” “La pareja salió del hostal el domingo por la tarde, dando muestras de pasión incluso en el ascensor y en la recepción”






Las frases que iba leyendo eran todas del mismo cariz. Comencé a ver el vídeo de nuevo, por si había alguna duda. Detuve la reproducción en el mismo momento en que entraban en la habitación del hostal. No había duda, eran Martina y Alesi, mis hijos. Le di al play mientras me servía otra copa en el mueble bar, cuando volví al sofá la escena era inimaginable, mi propio hijo penetrando a su hermana en la postura del misionero. Sin dudarlo un segundo dejé el vaso en la mesa, y comencé a tocar…metí mi mano bajo las bragas y llegué al coño. Froté con parsimonia mis capuchón, pero en unos segundos ya estaba masturbarme furiosamente, me sorprendió lo mojada que estaba, no tardé ni un minuto en tener un largo e intenso orgasmo que me hizo explotar de placer. Cuando me recuperé miré el reloj y di un grito, solo quedaban cinco minutos para que mis hijos volvieran de sus clases vespertinas en ciclos formativos de grado superior. Abrí las ventanas para que se aireara la habitación, me vestí y saqué el pendrive sin seguridad, lo estaba guardando en mi habitación cuando escuché el ruido de la puerta abriéndose. Me miré en el espejo, estaba un poco sudorosa fruto dela paja con mis dedos que me había hecho, cuando saludé a mis hijos pensé que se darían cuenta de que me acababa de pajear por lo colorada de mis estampa y por el olor de mis dedos a chumino…por suerte no vi signos de anormalidad en sus gestos, procuré no pasar mis manos cerca de su cara.

El resto del día transcurrió normal, mis hijos no dieron ninguna pista, en verdad eran buenos actores, siempre habían tenido una relación muy estrecha…nunca habían conocido a sus padres y habían tenido que aguantar la voracidad sexual de su madre, que metía un hombre distinto en casa todos los fines de semana. Por no hablar de mi negocio un poco atípico con una web donde colgaba mis artículos, direcciones de contactos, Cam eróticas y relatos entre otras cosas de índole sexual para adultos…y ellos no eran ajenos a nada de todo eso. Después de la cena nos fuimos a la cama, permanecí en tensión durante horas por si escuchaba alguna puerta abrirse, algo. Pero no ocurrió nada. Me levanté y encendí el ordenador de mi habitación, abrí mi correo y vi que tenía un nuevo email de Natalia, conminándome que le había gustado mucho como me había quedado…me envió accesos a otras páginas de relatos eróticos que no conocía. Accedí a una de ella y… Por primera vez empecé a leer relatos de amor filial. La verdad es que nunca había me había interesado esa categoría, siempre optaba por relatos de infidelidad, dominación, sadomasoquismo. Me encontré leyendo escritos de relaciones entre hermanos, madres con hijos…. Cuando me quise dar cuenta estaba excitadísima, no lo dudé un segundo y busqué la memoria USB. Lo puse, mis dedos buscaron mi entrepierna y me di el gustazo de correrme viendo a mis hijos follar…. A la mañana siguiente me encontraba en el despacho del detective privado

– Mire, creo que esto se nos ha ido de las manos, cuando me dijo que siguiera a sus hijos nunca pensé que fuera a descubrir un caso de incesto…

– No estoy negociando con usted, es un detective privado y trabaja por dinero, deje sus escrúpulos a un lado, además, dije mientras sacaba un sobre del bolso. – Puede que esto le ayude a decidirse.

Cogió el sobre y lo abrió. Tenía el poco dinero que me quedaba, después de gastar todo lo que había ganado con la tienda… – Tendrá el informe en una semana, después no quiero que vuelva a aparecer por mi despacho ni por todo el dinero del mundo.

Esos siete días se me hicieron eternos, intentaba descubrir algo en mis hijos que fuera sospechoso, algún gesto, alguna expresión…pero nada. Todo lo contrario, mis hijos se volcaban en atenciones conmigo, sabían que estaba pasando por una mala racha, la verdad es que nunca les había dedicado la atención que merecían, había preferido ganar dinero con el negocio del sexo y seguir engordando mi lista de amantes…Pasaba las noches en vela, atenta a cualquier ruido hasta bien entrada la madrugada, antes de masturbarme furiosamente para dormirme. Por fin llegó el lunes. Dispuesta a recoger el informe, acudí al despacho del detective.

Antes de entrar su secretaria me cortó el paso… – El señor Romero está reunido con un cliente, me ha pedido que le de esto.

Estaba claro que no quería volver a verme. Mientras volvía a mi casa en el taxi no pude aguantar la presión y abrí el paquete, cogí el taco de folios y lo miré por encima... “A las 20:00 proceden a entrar en el hostal “El Descanso”, situado cerca del aeropuerto…” El corazón me dio un vuelco, ese motel lo conocía bien, era utilizado habitualmente por parejas y yo misma había acudido con alguno de mis amantes…. Continué leyendo… “Permanecieron allí durante dos horas, en los que fueron frecuentes los ruidos, gemidos e incluso gritos que el autor de este informe pudo escuchar desde el pasillo del hostal” 

Dios mío ¿por qué me pasaba esto a mí? Es cierto que no había sido la mejor madre del mundo, pero ¿por qué me tocaba a mí lidiar con esto? Mis propios hijos se acostaban a mis espaldas. Una cosa era fantasear en los relatos pero que ocurra en tu propia familia. Ahora comprendía el morbo de Natalia, pese a su vergüenza… el ánimo por ver su historia escrita y publicada. Solo esa palabra me provocaba escalofríos, el mayor tabú de nuestra sociedad. No me entraba en la cabeza, ambos eran atractivos, tenían sólo 18 y 20 años, podían tener a cualquier chico o chica que se propusieran…Y sin embargo la sola idea de su relación sexual, del amor filial, me ponía cachonda como nunca, me tiré sobre la cama, me quité la ropa y volví a masturbarme…, tuve que taparme la boca con la almohada para no gritar ante el increíble orgasmo que alcancé. Juro que esa noche me paseé desnuda por casa e intenté escuchar algún ruido en las habitaciones de mis hijos, todo en vano.

Por la mañana me desperté mojada, seguramente había tenido algún tipo de sueño con mis hijos como protagonistas. Cogí el documento del detective y lo leí en profundidad. Al parecer, mis hijos habían construido un castillo de mentiras para proteger su relación. Según el informe mantenían relaciones, al menos tres veces a la semana, los lunes, los miércoles y los sábados, recordé que, supuestamente, los lunes y los miércoles tenían clase por la tarde. Eso me habían dicho. Y, también supuestamente, los sábados cada uno salía con su grupo de amigos. Pero todo plan tiene su talón de Aquiles y el suyo estaba en el lugar donde se citaban, siempre eran las mismas habitaciones por horas, como si no hubiera más en toda la ciudad. Además siempre en la misma habitación, la 203. Una gran excitación se apoderó de mí, cuando me di cuenta de que era miércoles y, por lo tanto, hoy les tocaba una sesión de sexo como la que vi en el pendrive. Si cumplían la rutina que relataba el documento, a las 17:00 entrarían en su habitación y no saldrían hasta las 20:00. Me duché y después de comer algo salí rápidamente hacia el hostal.

Como ya he dicho antes yo misma había frecuentado más de una vez ese lugar, aunque hacía casi un año que no iba. Habían cambiado al recepcionista, que me miró extrañado, seguramente sorprendido de que exigiera la habitación 202 o bien la 201 y que además viniera sin pareja. Una vez hube pagado entré en el cuarto, miré mi reloj y comprobé que eran las cuatro, supuestamente tenía una hora libre de espera. Me paseé nerviosa por la habitación intentando impedir lo que mi cuerpo me pedía a gritos. Me desnudé y me miré al espejo. A pesar de mis 41 años todavía conservo un cuerpo atractivo, mis tetas se yerguen firmes, no tenía barriga, todavía era apetitosa para la mayoría de los hombres. ¿También lo sería para mi hijo?!" Brevemente una imagen se me pasó por la cabeza… yo tumbada en la cama mientras mi hijo me penetraba sin parar, a toda velocidad…me follaba como un conejo. Un latigazo recorrió mi coño y sentí que me mareaba, me entraron nauseas al pensar en los límites que estaba alcanzando. Me di una ducha para relajarme y esperé a que sucediera algo. A las cinco apoyé la cabeza en la puerta por si escuchaba algo en el pasillo. A las cinco y diez escuché la puerta del ascensor abrirse mientras mi corazón se desbocaba. Escuché risas y voces de otras personas. A las seis menos cuarto llamé a mi hija al móvil. Estaba apagado. A las seis me masturbé con violencia. A las siete abandoné el hostal. Encontré mi casa sin rastro de mis hijos, supuestamente no tendrían que llegar hasta las ocho y media. Sin pensarlo dos veces cogí un taxi y me planté en el despacho del detective. Su secretaria intentó prohibirme el paso pero logré entrar.

– No he podido evitarlo, casi me lleva por delante

– No te preocupes María, puedes irte a casa si quieres. Yo me quedaré con esta señora. Escuché la puerta cerrarse a mis espaldas… – ¿Y bien?

– Hoy no han ido al hostal, según usted iban tres veces a la semana sin excepción

– ¿Y qué quiere que haga?

– Joder ¿le he pagado una millonada para que siguiera a mis hijos y no es capaz de decirme si tienen algún otro picadero?

– Mire usted señora llevo casi 30 años en esta profesión y le puedo asegurar que he visto casi de todo, pero lo de presenciar un incesto ha sido lo más fuerte que me ha pasado nunca.

– Le voy a pagar lo que haga falta pero por favor encuentre donde follan ahora mis hijos.

– Vamos a ver, quiero olvidarme de esto lo antes posible, le sugiero que vuelva a su casa e intente arreglar el desaguisado que tiene allí, pero a mí no me interesa saber nada más de esta sórdida historia.

Me levanté de la silla. Iba preparada para lo que iba a hacer, aunque había esperado no tener que caer tan bajo. Poco a poco fui dejando caer mi vestido mientras me aproximaba a él. Pude comprobar cómo su cara se demudaba mientras me acercaba. Sabía que algo siempre hacía cambiar de opinión a los hombres. Mientras me penetraba con violencia sobre la mesa del despacho alcancé un gran orgasmo, veía en el hombre que me follaba la cara de mi hijo. Una semana después me encontraba en un coche alquilado en las cercanías en la facultad de mis hijos. Hostal “Los Ángeles”, en la carretera de la costa. Eso era lo único que me había dicho el detective antes de expulsarme de su despacho. A las cinco de la tarde vi como mis hijos salían del Centro docente. Caminaron hasta el parking mirando a su alrededor. Cogieron el coche y dieron un gran acelerón hasta salir del campus. Como pude intenté seguir su ritmo por la carretera, aunque su estilo de conducción era muy agresivo, debían temer que alguien les siguiera. Preferí  salir por la salida previa a la del hostal para evitar sospechas. Quince minutos después me hallaba aparcando el coche dentro del hostal, por suerte aquí podías entrar directamente en la habitación sin tener que tratar con incómodos recepcionistas.

Entré en mi cuarto, me quité la ropa y pegué mi oído a la pared. Solo se escuchaban unas voces, no llegaba a discernir lo que decían, pero claramente eran las de mis hijos. En cuanto escuché como crujía la cama mi entrepierna se empezó a mojar. ¿Sería posible que fuera a escuchar a mis hijos follar en vivo y en directo? Al poco rato no necesité apoyarme en la pared para escuchar lo que pasaba, los gemidos de mi hija iban en aumento así como los violentos golpes de la cama en el tabique. No perdí la oportunidad y comencé a pajearme, llegué a meter hasta tres dedos en mi coñito al ritmo de las penetraciones de mi hijo, mientras escuchaba la sinfonía de gritos y gemidos del incesto que estaba teniendo lugar a escasos metros de mí. Me estrujaba los pezones y llegué a desear estar en la piel de mi hija… ser yo aquella a la que estaban penetrando con tanta dureza. Mi hijo debió de aguantar mucho pues Martina se corrió tres veces (las mismas que yo) antes de escuchar un grito ronco de Alesi, señal que se estaba corriendo como un verraco dentro del coño de su hermana, supuse. El silencio se apoderó de la habitación contigua mientras yo caía rendida en el suelo, sudorosa y completamente empapada. Durante las dos horas que permanecieron en la habitación apenas pararon para descansar, follaban, paraban durante unos minutos y volvían a empezar. Así continuamente, y yo, para no ser menos, masturbándome con saña. Cuando escuché el ruido de la ducha en su habitación me vestí rápidamente y volví a casa. A los quince minutos llegó mi hija, y, poco después, mi hijo.

Durante dos semanas he vivido los apasionados encuentros de mis hijos a escasos metros, los he escuchado follar como leones y me he masturbado frenéticamente al ritmo de las penetraciones de mi hijo. Mención aparte merecen los sábados, cuando con la excusa de salir con sus amigos hacían el amor durante toda la noche y sólo volvían a casa al amanecer…. Creo que estoy perdiendo la cabeza. Cuando llego a casa lo primero que hago es ver el video del pendrive, donde mis hijos aparecen follando. Solo dura quince minutos y me lo sé prácticamente de memoria. Como se desnudan, como mi hija le hace una mamada a su hermano, como éste le come el coño ya continuación comienzan a follar como locos. Podría describirlo de memoria. De hecho, lo estoy haciendo. He empezado a escribir mi nuevo relato, basado en la historia de mis hijos. Sé que el incesto es un tema tabú en nuestra sociedad, pero confío que tenga una buena acogida por el público. Por supuesto, al final de la historia, la madre acaba follándose al hijo. 

Son las tres de la madrugada y estoy revisando el último capítulo cuando escucho un ruido extraño en el pasillo. Alertada por si son ladrones me acerco a la puerta. Se escucha como un crujido que va y viene. Cojo el móvil por si hay que llamar a la policía y abro la puerta con cuidado. Avanzo hacia el origen del ruido pero a medida que me acerco salgo de cualquier duda, es el ruido de los muelles de una cama, acompañado de unos gemidos mal disimulados. Juro que estuve a punto de volver a mi habitación, de hacer como si nada hubiera pasado, pero instintivamente me iba acercando más y más a la habitación de mi hija. ¿Cómo era posible? Siempre habían tenido un cuidado exquisito y ahora se ponían a follar en casa y encima con la puerta abierta. Cuando llegué a la habitación la escena era tremenda. 

Mi hija estaba siendo invadida por la tremenda polla de su propio hermano. Solo veía la ancha espalda de mi hijo, su culo tenso y como entre sus piernas su polla se hundía en el coño de Martina, la cual con sus piernas rodeaba la cintura de su hermano para facilitar la penetración, mientras unos huevos colganderos fastuosos la golpeaban en el coño como su fueran dos bolas de derribo. Ambos gemían y bufaban, y se podía escuchar claramente el ruido de la penetración gracias a la lubricación de mi hija… ese ¡Chas, chas! inconfundible. Confieso que me quedé paralizada al ver esa escena hasta que mi entrepierna se comenzó a mojar como nunca. Llevé mis manos a mi chumino en el dique seco durante tanto tiempo, y me empecé a masturbar cuando la voz de mi hija me sacó del aturdimiento…

– Vaya mamá parece que al final te has decidido a unirte… 

Miré a mi hija que me hablaba con la cara desencajada por el placer mientras Alesi, absorto, continuaba follándola con fuertes empujones que hacían ondear toda la cama… 

– No tengas miedo y entra en la habitación, ya no hace falta que te escondas.

Dicho esto comenzó a besar a su hermano… entré en su cuarto, estaba solo a escasos centímetros de ellos, si quisiera podría haber tocado a mi hijo, ganas no me faltaron al ver su tenso culo apretar cada vez que la clavaba en el fondo del coño de su hermana, allí estaban follando descaradamente ante mí, su propia madre. A los pocos segundos mi hija se corrió entre gritos sin que el chico dejara de martillear su bálano en las profundidades del útero…y cuando acabó de convulsionar, Alesi, mientras se recuperaba del orgasmo su hermana, se levantó de un salto y quedó frente a mí. Pude observar su polla larga y surcada por venas, completamente erecta y desafiante, que apuntaba al techo de la habitación…follaban sin condón, a pelo sin importarles nada más que su placer. Mis ojos recorrieron su cuerpo fibroso y atlético, con todos sus músculos marcados y en tensión por el esfuerzo realizado. Sin mediar palabra se acercó a mí, lo primero que sentí fue su polla haciendo presión contra mi tripa y después como su joven cuerpo se juntaba al mío. Sin mediar palabra mi hijo me cogió de la barbilla y me besó en la boca. Noté su lengua pugnando por entrar en mi boca y la dejé entrar sin dudarlo. Toda la habitación rezumaba olor a sexo durante esos segundos en los que mi hijo y yo empezábamos a consumar lo que iba a ser el segundo incesto de la familia. Mientras continuábamos besándonos mis manos recorrieron su torso sudado, mis yemas sensibles recorrían como lo haría un ciego toda su orografía hasta llegar a su durísima polla, la cual agarré con fuerza notando los jugos de lubricación natural de mi hija en ella. Él no se quedó atrás y sus manos prestaron especial atención a mis tetas y mis pezones, que a esas alturas estaban completamente duros, imposibles de disimular…

– No quería molestaros, interrumpiendo…, dije sin saber que hacer allí completamente en shock.

–Tú nunca molestarás mamá… solo que algo te ha hecho venir hasta aquí. Me tocó la raja del coño notando la humedad que poseía. – Creo que lo que buscas aquí tus hijos te lo pueden dar…

– Mamá necesita que la follen, dijo Martina de improviso. – ¡Que le echen el mejor polvo de su vida!

– ¿¡Es eso cierto mamá!? Por como tienes el coño de mojado, yo creo que mi hermana tiene razón.

No pude contenerme…ellos lo decían y era cierto, así que exploté… – ¡¡Fóllame por favor no aguanto más!!

– Te voy a follar hasta la saciedad pero antes nos vamos a divertir un poco, hemos estado haciendo bastante teatro hasta hoy como para terminar tan rápido, ¿no crees mamá? Ven, dame la mano, vamos a hacerlo todo en tu cuarto, en tu propia cama.

– ¡Tu hijo te va a quitar las telarañas del coño mamá…! Dijo Martina acariciando el culo de mamá.

Me agarró como si fuera una muñeca y me llevó hasta mi habitación, por detrás escuchaba la risa de mi hija, que nos seguía. Nada más entrar mi hijo puso sus manos en mis hombros, yo pensaba que quería besarme de nuevo pero ante mi sorpresa hizo presión y consiguió que me pusiera de rodillas frente a su falo erecto…el nene calzaba una verga de tamaño perfecta, ni grande ni corta, con una anchura que me hacía suspirar, no sabía si las comisuras me las desgarraría al entrar en mi boca tamaña polla. Sin dudarlo un segundo abrí la boca, y el cabrón me la metió toda de una vez en la boca…, para zafarme un poco me retiré pero su mano en mi cabeza me obligó a zamparme toda la pieza, en mi defensa le agarré de los huevazos y tiré de ellos, pero lejos de aminorar la embestida la clavó con más énfasis… vencida solo me quedó degustar su deliciosa polla mientras mi mano derecha acariciaba unos testículos bien cargados que prometían una gran corrida. Sometida me así de sus dos piernas y él comenzó a follarme la boca, mi lengua giraba alrededor de su polla como si fuera un helado derritiéndose. Pasaba el tiempo y mi hijo no daba señales de correrse a pesar de que le estaba haciendo una mamada de campeonato. Finalmente sacó su verga de mi boca.

– No me voy a correr todavía, quiero hacerlo dentro de ti, pero todavía tendrás que esperar…Me cogió de las axilas y me puso otra vez en pie, solo para empujarme sobre la cama. – Ahora tu hijo va a comerte el coño ¿te parece bien...?

Instintivamente abrí las piernas mientras la lengua de mi hijo se sumergía en lo más profundo de mi coño, haciéndome ver las estrellas durante los minutos más placenteros de mi vida. Creo que me corrí dos veces, pero en realidad estaba sumergida en un océano de placer que parecía no terminar nunca. Cuando Alesi acabó me besó en la boca y pude sentir el sabor de mis propios flujos.

– Y ahora tu hijo va a follarte, ¿me entiendes? A follarte, no a hacerte el amor. Te voy a follar como me follo a tu hija en todos esos hostales en los que nos espías… y como te follan todos esos cabrones que te tiras, inclusive al tío Luis. 

Me quedé perpleja de que supieran mis devaneos con mi hermano. Yo a esas alturas era solo una muñeca en manos de mi hijo así que solo me restaba dejarme hacer.

– Prepárate mamá, dijo mi hija a nuestras espaldas. – Con el nene vas a delirar ¡Nunca te habrán follado como lo va hacer él!

Mi hijo se inclinó sobre mí y noté la punta hinchada de su vara en la entrada de mi coño, y mirándome a los ojos su glande se situó en la bocana de mi coño y con gesto de fiereza, me la clavó de un solo golpe hasta los huevos…, ante lo cual no pude evitar gritar. Comenzó a follarme poco a poco, a un ritmo lento pero constante, notaba como se deslizaba todo el tronco desde el capullo hasta la raíz sintiéndome llena de carne dura, su ritmo me enloquecía, pero mi cuerpo ansiaba más virilidad, más agresividad… pollazos más fuertes.

– Dame más duro por favor, fue todo lo que alcancé a decir

– Es todo lo que esperaba escuchar mamá

Empezó a penetrarme a una velocidad endiablada, metiéndome ese enorme falo hasta el fondo cada vez que me la metía, mi coño chorreaba y mojaba sus huevos y las sábanas. Mientras continuaba follándome sin piedad alcé un poco la cabeza y vi a mi hija sentada en una silla y mirándonos mientras se masturbaba. Agarré la cabeza de mi hijo y le di un beso lleno de lascivia mientras mi coño intentaba aprisionar su miembro cada vez que me empalaba. Cuando Alesi  puso mis piernas en sus hombros supe que no podía aguantar más, aguanté un par de estocadas antes de dar un grito y correrme como nunca al frotar con energía mi punto “G” con su venosa tranca…convulsioné faltándome la respiración, todo mi cuerpo se agitaba endiablado por el placer del morboso incesto y de pronto llegó una fastuosa corrida. Llegué a eyacular una cantidad absurda de flujo que empapó las sábanas y los huevos de mi querido hijo como si me hubiera meado, era la primera vez que me pasaba en cantidades tan exorbitantes con varios chorros inmensos….Cuando me recuperé todavía notaba espasmos en la tripa pero mi hijo seguía dándome duro metiendo su balano en lo más íntimo de mi conducto uterino, al tiempo que se acercó mi hija acariciando mis tetas, ahora tenía a mis dos hijos dándome placer… uno follándome como un animal salvaje y la otra mamando de mis tetas succionando los pezones que les dieron el primer alimento… de pronto Martina se inclinó sobre mí y me dijo al oído…

– Que sepas que el recepcionista del primer hostal era, Leo el amigo de Alesi, sólo en él podíamos confiar para estar a solas ambos hermanos, porque él también se lo hace con su hermana mayor y casada... nos devolvió esa confianza avisándonos cuando un detective privado comenzó a preguntar sobre nosotros o cuando tú apareciste por allí pidiendo la habitación contigua a la nuestra. Pero no te echamos nada en cara... saber que tú nos escuchabas solo hizo que nuestros polvos fueran aún mejores.

– Por eso gritaba como una PUTA....!! Añadió mi hijo.

Mientras me contaba esto, mis manos recorrían la espalda de Alesi hasta llegar a su prieto culo, en el que clavé mis uñas antes de volver a tener un orgasmo gracias a la confesión de mi hija. Él, cuando vio que yo volvía a correrme, se rindió por fin tras más de 20 minutos jodiéndome como una perra… arreció los embates, se detuvo en seco y comenzó a eyacular gruñendo como un verraco. Pude notar la fuerza de su primer chorro llegando a lo más profundo de mi coño, y después otros tres contundentes más hasta que su cuerpo cayó rendido sobre el mío…, sin sacarla aún convulsionaba con ligeras palpitaciones, mis músculos vaginales se pusieron a trabajar succionando su nabo que escupía los últimos restos de esperma de sus frondosos huevos. 

Mientras nuestra respiración se calmaba mi hija se acercó a nosotros y agarró la polla erecta de mi hijo, que había salido de mi interior al igual que una cantidad considerable de semen que escurría de mis raja  mojando las sábanas. Rápidamente se lo metió en la boca hasta dejarla limpia, sin restos de leche y de mis fluidos.

– ¿Te ha encantado verdad mamá? Pronunció mi hija. – Tienes un hijo que es todo un semental, ha ido ganando potencia y cantidad de semen en cada eyaculación... lo sé porque llevamos manteniendo relaciones desde hace cinco años, aunque tú te hayas enterado ahora, ¿verdad Alesi?

Eso me decía que no paraban de follar desde secundaria, los sinvergüenzas...por eso se llevaban también estudiando juntos.

– No te echamos la culpa de nada mamá, pero cuando te escuchábamos gritar de placer con tus numerosos amantes, nos entró una curiosidad por saber cómo es que te lo pasabas tan bien teniendo sexo, un día probamos intrigados y aquí nos tienes.

– ¡¿Y siempre folláis sin condón...?!

– Casi siempre, controlamos mucho mi regla, mamá. 

Mis hijos comenzaron a besarse con pasión a escasos centímetros de mí, pude observar como la polla de mi hijo volvía a estar erecta a pesar de que yo todavía estaba sudada y agotada después del magnífico polvo que acabábamos de echar… 

– Fóllame hermanito, fóllame como solo tú sólo sabes. ¡Quiero que vea mamá como nos lo montamos y lo bien que te follas a tu putita!

Ese lenguaje de la cría me dejó absorta...Se pusieron a mi lado y mi hijo fue introduciendo su polla en el coñito de mi hija hasta que quedó totalmente enterrada. Echaron un polvo bestial que a punto estuvo de romper la cama, yo me puse un poco celosa ya que consideraba a mi hijo como algo de mi propiedad después de llenarme como ningún otro macho lo hizo, y no podía aguantar ver a mi hija gritando de placer en los brazos de su hermano. Cuando Alesi dio muestras de estar a punto de correrse me incliné sobre ellos y le dije al oído

– Dámelo todo a mí por favor, quiero probar tu leche en mi boca. 

En el último momento mi hijo sacó su polla de dentro de su hermana y se corrió entre gruñidos, en mi cara, y en la de Martina que se unió a mí cara con cara, para quedar cubiertas de leche en la frente, la nariz y hasta en el pelo… y los últimos goterones en mi garganta. Guardo sólo recuerdos fragmentados de lo que ocurrió en las siguientes horas, me acuerdo de estar en la ducha con mis hijos, enjabonándonos mutuamente, y de hacerle una mamada a Alesi allí, y el amanecer nos sorprendió mientras Martina me comía el coño y mi hijo nos observaba pajeándose. Acabé follándome también a mi hija a petición de mi hijo, en lo que fue la primera experiencia lésbica para las dos. Los últimos días han sido una vorágine de sexo y locura que casi nos vuelve locos a los tres. Los fines de semana después de cerrar el negocio los sábados, apenas salíamos de la cama mientras follábamos sin parar probando nuevos juguetes de la tienda, cremas y otros productos rozando el sado. 

En los ratos en que mis hijos dormían aprovechaba para dar los últimos retoques al relato de Natalia y a otro míos con mis vivencias de hoy por hoy con mis hijos. Lo subo a la web con imágenes explícitas que cuenta nuestra historia. Sinceramente me da igual que todo el mundo se entere. Apago el ordenador y vuelvo a la cama, mi hijo me está llamando.

**************

La segunda parte de las aventuras de Natalia, no estaban previstas, pero una semana después Natalia envió un email con otra historia familiar, esta vez contada por su hijo, el tal llamado Adolfo, hijo de Natalia y Arturo, contándome su versión de cómo continúa la historia de su madre. Comienza con las insinuantes miradas de su hijo, a ella le gustaban… Decidieron que sus cuerpos hicieran lo demás. 

Corría el mes de Mayo. Mi Padre se había ido a la feria de I.F.E.M.A. en Madrid por su trabajo y mi hermana estaba estudiando en una academia privada para el bachiller…, sólo quedábamos en casa mi madre y yo. El fin de semana hacía calor y la ciudad es aburrida, decidimos ir a nuestra casa de verano en el mar de Cristal del Mar menor, en la Costa Cálida, el viernes llegamos. Cenamos unas Pizzas y a la noche salimos a tomar algo. Nos pusimos a ver la puesta de Sol maravillosa de todos los pueblos costeros a eso de las nueve. Nos fuimos al puerto y nos sentamos en una escalera donde no hay casi nadie, viendo cómo se despedía el Sol, con alguna copita de más…. Miré para ella y la vi como a una mujer atractivísima. Tenía la mandíbula marcada y un cuello estilizado, que la hacían juvenil y atractiva. Ella me miró y me sonrió, con confianza, bajé la mirada hasta su pecho. Ella llevaba una blusa y una chaqueta algo escotadas recreándome la vista. Era notorio y mi madre miró para abajo para ver lo que yo miraba…

– ¡¿Qué miras, Bobo?!

– A esto… 

De repente e impulsivo sin pensarlo, dirigí mi mano hacia su teta, lo palpé por encima de su chaqueta notándolo maravillosamente carnoso y duro…. Mi madre se levantó inquieta pero no enfadada… 

– ¿Pero qué haces? Anda, vamos.

El sábado decidimos ir a una playa lejana, con poca gente, pues hacía ya bastante calor. Tenía una figura espléndida, alta, sin nada de grasa, y con unas tetas de revistas, muy estilizada. No pude parar de mirarle en toda la tarde. Mientras dábamos un paseo a la orilla del mar, miraba su cuerpo, no le quitaba ojo, y la veía como a una mujer muy apetecible, olvidándoseme por completo que era mi propia madre, a la que llamaba mamá. Para mí era Nata, una guapísima mujer de 36 tacos…. Determinamos ir a las rocas, donde nos sentamos a tomar el Sol. Otra vez la miré y mi mirada se clavó en su escote, precioso… 

Ella dijo riendo… – ¿Pero otra vez, cielo? ¿Qué es lo que piensas cuando me miras las tetas…?

De nuevo le acaricié su mama izquierda palpándola, y para disimular un poco le dije… – Es que las tienes muy bonitas y me gustan mucho…, tienen una forma perfecta al igual que su tamaño.

Esta vez duró más de los tres segundos del puerto. Ella no protestó dejándose querer, desear o amar, todo aquello que echaba de menos en su marido. Bajó la mirada, quizá también por instinto, y se clavó en mi entrepierna abultaba a través de la Bermuda… 

– ¿Y tú qué?  ¿A dónde miras?

–¿No te puedo mirar? Astutamente le provoqué… 

Y ella con su mano tocó un poco el bulto que formaba mi falo enardecido…, naturalmente me dejaba complacer por completo con sus divinas caricias. 

Agarró la polla excitada diciéndome entre risas…. – ¡Pero cómo lo tienes mi rey! Mejor nos vamos ¿Verdad cariño?

Y mientras nos íbamos hacia nuestro sitio, le miré su trasero, que se movía al compás de sus pasos subiendo y bajando cada nalga a la vez que su pierna homóloga con unas carnes perfectas. Ya comenzó a haber cierto clima que me animó a acariciarle el culo. Ella puso cara de sorpresa, yo respondí… 

Es que no te lo había tocado de esta manera como si fuéramos pareja.

– Yo a ti te estrangulo, caradura.

Me dijo de broma mientras me agarraba desde atrás notando sus pechos en mi espalda, ¡Como se clavaban sus pezones duros y erguidos!

Llegó la noche, y hacía bastante fresco y no teníamos edredones a mano. Entonces, nos levantamos y sólo había una bolsa de agua caliente allí olvidada. 

Y dijo ella… – Mira, dormiremos en mi cama, que sólo hay una bolsa y no tenemos que coger catarro por una tontería así. Además, no es tampoco nada del otro mundo que durmamos una noche en una misma cama. ¿Te parece bien?

– Yo encantado. 

Estábamos los dos bocarriba, con ella a mi derecha. Se incorporó un poco para dejar puesto el despertador, que estaba en la mesilla de mi izquierda, y lógicamente puso su teta encima de mí pecho, mientras su pelo me acariciaba las mejillas, con lo que me excité enseguida…

– Quédate así, por favor, mami.

– ¿Serás avispado? 

Seguidamente me mordisqueaba la cara de broma, mientras me pellizcaba el vientre.

Sí, pero ¿A qué no te atreves a besarme? Eres muy liberal y moderna pero seguro que eso no lo haces. 

Sabía de sobra que lo haría, solo era un juego del que podemos decir más bien el pavoneo.

– ¿A que lo hago?

Y acto seguido, me metió toda su lengua en mi boca. Era un morreo de puta madre. Chupé su lengua como si fuera un caramelo y chocamos muy cariñosamente los labios, mientras ella acariciaba mi pelo… 

– ¡Huy, cielo…! Volvemos a llegar muy lejos. ¡¿En dónde puede acabar esto?!

– Donde debe...Mamá, lo estamos pasando bien, ¿No? Además, quedaste en la Playa, en hacer topless en casa.

– ¿Yo? ¡Mentiroso! Eres un tramposo.

– ¡Por favor…! Ya que las toqué.

– Sabes que hoy no toca. Puse cara de oveja degollada… – ¿Pero si tanta ilusión te hace? ¡Humm!

– Venga, mami, que mis amigos ven a sus madres ducharse, y lo hacen como algo normal y natural.

– Y tú haces mucho más cabrón…te follas a tu madre como algo natural ¡¿No?! ¿Tus amigos hacen lo mismo con sus madres…? ¿¡Sabes si tus amigos se follan a sus propias madres, hermanas o incluso abuelas…!?

– Ya pero solo lo hacemos una vez por semana…

– Mira el niño ¿Cuántas veces se follan tus amigos a su madre?

– Supongo que ninguna

– ¿Y al mes? ¿Al año…?

– Nunca se las han follado… pero tú y yo somos diferentes, nos queremos mucho más.

– Bueno zalamero…, tampoco veo nada malo en ello, si solo llegas hasta ahí y así dejas de mirarme todo el día como un bobo.

–  Los dos sabemos que te encanta tenerme dentro de ti.

Se desabrochó un poquito su pijama sin sostén, y sus blancas y redondas tetas quedaron al aire, con ese pezón rosado precioso. Y sin permiso, se lo acaricié lentamente y con ternura como hacía cada vez que me esmeraba en mamarle los pezones, succionarlos y lamerlos hasta el hartazgo, ella cerró los ojos interiorizando el placer de mis mamadas, mi subconsciente me hacía revivir las sensaciones de bebé, y a ella aquellos años de crianza…

– Bueno, ya me tienes en pelotas a mí... ¿Y yo qué? Tendré que verte a ti. Hace seis días que no veo tu impresionante virilidad. Me pica las ganas de ver y sentir cómo crece en mis manos o en mi boca.

Me saqué la verga, que estaba a punto de explotar. Y llevé yo su mano hasta mi tranca, dura no te digo más. Ella comprobó su dureza, y yo le toqué otra vez sus tetas, jugando con su carne, apretándolo suavemente con mis dedos. Seguramente por instinto o por su excitación, mamá me estaba acariciando la polla, y le supliqué…

– Por favor, no pares. Sigue así, mami.

– Pero si está durísima y ardiendo. Oye, que ya sé hasta dónde quieres llegar, echó una sonrisa picarona y maliciosa.

Desviando su atención a mi rabo, pues seguro que deseaba ver cómo eyaculaba su hijito gracias a sus favores. Mientras le mamaba los pezones a mi madre, la mano se me deslizó a su conejito depilado proporcionándole un buen castigo a su hinchado clítoris. Nos mantuvimos así un buen rato dándonos placer mutuamente, una paja para cada uno. Tras varios días sin eyacular mis ganas se hallaban por las nubes y de pronto sin previo aviso, se me endureció la verga y por mi brillante capullo comenzó a salir un engrudo espeso… tras el primer borbotón, de repente expulsé un largo chorro que me llegó hasta sus tetas y vientre, de la presión mantenida en mis cargados huevos. Ella continuó machacando el rabo y este expeliendo chorros y chorros de lefa espesa hasta contar diez chorretones que embadurnaron a mi madre desde la cara y cabello, hasta sus muslos.

– ¡Hala, mi vida! Hs sacado casi medio litro de leche.

– Me tenías muy a raya acumulando la lefa.

– Bueno pues ya está.

– ¡¡Puedo llamarte cariño, Mamá!

– Claro que sí...Durmamos juntos esta noche cielo, y si todo lo nuestro lo cuentas a alguien puedes rezar, ¿Eh? 

Me dijo mientras se dirigía a la ducha cubierta de semen. Solo no quedaba un día al día siguiente nos marcharíamos, así que le dije…

– Como mañana nos iremos y tardaremos mucho en estar juntos solos como este fin de semana tú y yo, por favor, ¿Podríamos ducharnos juntos como despedida?

– Pues mira, por mí no hay problema. Nos podemos permitir una aventurilla más para conocernos mejor, cielo. Total, nos conocemos cada poro. ¡Venga! Nos metimos en la ducha…. – Hala, cómo estás ya, ¿Eh? Me tocó un hijo fogoso muy bien dotado. La verdad, no saliste a tu Padre… le duplicas en tamaño la polla, en huevos y no digamos en la cantidad de leche de tus eyaculaciones. Rocé mi cipote erecto todo lo que pude con ella, pegándolo a su raja del culo, pero ella me decía… – Venga Ado, salgamos que estoy ya asustada de lo que podría o incluso puede llegar a pasar.

– Bueno, salgo pero si nos secamos juntos.

– ¡Chantajista! 

Estaba cerquísima de mi madre, piel con piel, con sus dos preciosas tetas pegadas a mí, y ella con su pelo largo y rizado húmedo. No pude más, y le besé su cuello. 

– ¡Huyyy, quieto cielo, no me seas malo! 

Me puse en cuclillas y le llegué hasta su mentón, que se lo mordisqueé, y ella no paraba de suspirar, notando más cerca sus tetas, más presionadas…, finalmente le rocé su vagina, tocando sus ya húmedos labios y le besé el pezón de su teta derecha.

– Ven, cariño, sequémonos en la cama.

Húmedos todavía, me tumbé cara arriba, y ella encima de mí, me iba secando. Llegó a mi polla, se recreó secándola con la toalla mientras me miraba con sus tetas al aire campaneando adelante y atrás, en todo su esplendor recién salido de la ducha. No pude más, me incorporé y la besé como un amante, con pasión, intercambiando saliva y chupando su lengua y sus labios y tiré la toalla. Su mano acariciaba mi polla desnuda habiendo alcanzado su máxima talla. Bajé mi lengua hasta su cuello y acaricié con las dos manos su pecho. Entonces oí lo que esperaba….

– ¡No puedo más, Adolfo!

Se puso encima de mí, agarró mi cipote y rozaba su vagina con mi glande, que casi entraba solo en su coño.

– ¡Mamá! Eres preciosa. Te mereces un hombre que te quiera y te desee como yo….

Ella no dijo nada pero su mirada me decía que estaba en lo cierto, mi padre a penas se preocupó por sus sentimientos, pese a ser un formidable amante. Allí estaba mi señora madre con sus tetas esplendidas que se movían con el vaivén, se los volví a tocar dirigiendo sus gestos, se abrió de piernas acogiéndome entre ellas dándome la bienvenida…me acomodé chupando sus pezones y con la pelvis agraciado por la longitud de mi polla y su movimientos de cadera..., conseguí metérsela poco a poco hasta enterrársela del todo… 

– ¡Mi vida me lo estás haciendo al fin! Me encanta como ocurre lo nuestro, tan fácil y natural.

– Te tengo muchas ganas de ti, mamá… ¡Tu terapia de follarte, es la mejor para el dolor de polla y huevos!

– Vamos relájate y disfruta, cariño. Y aguanta, no te vayas enseguida. Mi estoque entraba y salía sin problema en su estuche, encajaba a la perfección con mi madre que lo envolvía absorbiéndolo como un sorbete. Le agarré de la cabeza y la atraje hacia mí. Nos unimos del todo y nos fundimos en un morreo tremendo mientras sobaba con fuertes apretones mi culo imponiendo mi ritmo.

– ¡Aaahh, sigue Ado, por favor! ¡Sigue! Así, bésame el cuello cielo… ¡Umm… Cómo siento tu verga dentro de mí…!






– Mamá, te quiero mucho ¡Ummmm! Jadeaba uniéndome a sus gemidos cada vez más ostentosos. 

Manteníamos la posición de la “Flor de loto”. Mi cadera implementaba mi cipote como un pistón ingresando en su chocho y surgiendo de nuevo a la luz a una velocidad imperante, tal celeridad le imprimía que los huevos por inercia aporreaban sin cesar la vulva esponjosa de mi madre…, los chasquidos de su coño tragando mi falo, se unía a la sinfonía de nuestros gemidos. Con mi madre pegada a mi cuerpo apoyado sobre mis muslos rodeada por sus brazos, percibía su transpiración, su aroma embaucador a hembra cubría el sentido del olor, y de igual manera el tacto de mis dedos con su piel, el sabor de su lengua y su boca por completo y por último el tacto de su cuerpo con el mío, contorsionarse a cada empellón a que era sometida. Aquella posición nos gustaba sobremanera porque nos alternábamos en el trabajo del vaivén sin necesidad de hablar una sola palabra, invirtiéndonos ella y yo en tiempos irregulares, e incluso sincronizándonos en la penetración mutua. 

Me volvía loco saber que nos entendíamos a la perfección, en el acto más arcaico que todo hombre y mujer ha realizado en colaboración desde antes de ser homo sapiens. Me miró a los ojos y se abalanzó a darme un beso a pique de querer ahogarme con él…, era el típico arrebato de mamá cuando estaba a punto de correrse, y así fue. Una convulsión tras otra le hizo clavarse con toda agilidad mi rabo hasta las misma pelotas en sus entrañas. Con el glande en su útero, y una vez allí contornearse soltando su fuerza pélvica, al tiempo que eyaculaba su corrida casi imposible de salir, por ello extraje mi badajo facilitando la avenida de su orgasmo. A los cinco segundos la polla se incrustó en el conducto vaginal materno sin necesidad de ayuda…, de nuevo me estaba follando a mi madre en una sucesión de clavadas impúdicas, casi sin orden ni concierto buscando mi esprín final con mis pelotas yendo y viniendo aporreando su coño sin paliativos ni compasión…, y de repente, la abracé con más fuerza hacia mí. Una mano sobre su espalda y la otra en su hermoso culo hicieron presa a la dama que tan generosamente me dio la vida y ahora gustosamente iba a recibir mi semilla por donde me parió…. 

Eyaculé con todas mis fuerzas dentro de mi madre, mientras me cubría su melena y me besaba otra vez en mis labios dándome la lengua para mamársela saboreando las feromonas que excitaban mi cerebro. La hinqué a fondo emitiendo un grito de venado en celo en el instante que soltaba mi lefa espesa en su interior…clavaba y eyaculaba un nuevo chorro de semen, hasta como de costumbre le solté mis seis o siete buenos chorros de leche entera, sirviéndole de alimento semanal a su veterano útero. Correrse dentro de eso coño acogedor regresando al lugar que te dio la vida es una experiencia mística…. No sabía porque me permitía correrme dentro de ella sin condón, tampoco nunca pregunté por si al contrariarla me privaba de ese placer extra de follármela a pelo, así que la hundía a fondo para vaciar mis huevos de su esencia, quedándome allí por unos minutos hasta notar el primer atisbo de relajación de mi verga. Mientras tanto ella se hallaba recostada sobre mi cuerpo aplastando sus tetas en mi pecho dándome pequeños besos cariñosos en mi cara, cuello y pecho….

– ¿Qué tal te lo he hecho, Mamá?

Me sonrió diciéndome, – Mira, si tu padre aprendiera a besarme así, a amarme así, a follarme así… sería mucho más feliz. Pero seguiré soportando las formas de tu padre y lo nuestro seguirá siendo nuestro secreto, ¿Vale?

– Eres muy generosa conmigo dándome estos momentos de placer tan intenso, dejándome follarte para curarme

– No seas tonto, también lo hago por mí…necesito sentirme llena y mujer ¡Necesito que me follen mogollón! Y tú eres el único hombre a quien le apetece follar a diario... siempre estás preparado.

Esas palabras había que leerlas entre líneas, yo sabía de los cuernos de mi madre admitidos por ella, así como el desapego amoroso entre ellos, y ahí es donde yo entraba en el juego de amor de mi madre, siendo ahora pieza vital en su vida…, nos dábamos amor, cariño, compañía, complicidad y placer sexual cubriendo por completo nuestras necesidades fisiológicas y anímicas desencajadas hasta este momento.

– Estimo a tu Padre pese a sus devaneos, por ese motivo esto es sólo una aventura que me anima a estar viva, además de ayudarte en tu terapia de dolor por el crecimiento anormal de tu cuerpo… Bueno pienso que también te dará una buena experiencia para el futuro….

Así continuo diciendo mi madre a unos centímetros de mis labios, las bienaventuranzas de nuestras fornicaciones…, y me besó de nuevo.

No lo pudimos hacer más se acababa el fin de semana y teníamos que estar en casa antes de la ocho de la tarde porque no estaríamos solos por más tiempo y alargarlo podría ser fruto de contradicciones que no nos interesaba aclarar. Esa tarde no surgió de nuevo la magia o ella no quiso que ocurriera otra vez. Pero pasados nueve meses menos una semana, mamá dio a luz una niña. Pero jamás me dijo si era de mi Padre o mía. Ni lo sabría ella, porque aquella semana después de nuestro fin de semana romántico fue follada por mi padre como una descosida. El hombre vino cargado, y se desahogó a gusto con su esposa jodiéndola a menos cinco o seis veces en menos de cuatro días.

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Esa tarde miré el correo electrónico…tenía tres mensajes nuevos, uno de ellos era de Natalia, lo abrí para descubrir que era un tercer relato, deseaba que le diese forma y lo publicara. Nada más comenzar a leer me di cuenta que el estilo era diferente a los anteriores y más adelante se reveló que era una narración de Lilia, la hija de Natalia…por lo visto cada uno contó una experiencia y yo me encargaba de darle forma y publicidad. Este relato comienza… Agradeciendo la ayuda que le ofreció su madre a solas, luego lo practicó con su padre ¡Nunca supe como paso todo esto pero me gustó! Entré en una vorágine de sexo que emanaba de nuestras relaciones cotidianas, lo cual hacía el sexo mucho más morboso y anhelante. Sentía mi cuerpo vibrar como si dentro de él estuviesen danzando todas las fuerzas de mis 16 años recién cumplidos. Cuando me pregunté a mí misma que me pasaba, me respondí que anhelaba tener un hombre conmigo. 


Fue esa tarde de viernes durante la clase de química, que mi madre había obligado a mi hermano a dar para apoyarme en el estudio de acceso a la universidad y tener una mejor preparación. También iba a una academia a la que asistía de manera intensiva una vez al mes. Por un instante me vino su aroma a hombre dándome cuenta que era un hombre el que estaba a mi lado, no mi hermano. Habíamos iniciado la clase de pie frente a una pizarra, pero ahora, él estaba sentado a mi lado junto a mi escritorio y me acariciaba los muslos con calma y seguridad. Yo lo dejaba hacer porque eso me gustaba y porque era el inicio de un camino que yo estaba dispuesta a recorrer hasta el último extremo. De modo que cuando él quiso subir su mano más arriba yo cerré los muslos dejándosela dulcemente aprisionada. Ambos quedamos estáticos. Yo fui soltando lentamente mis piernas, separando mis muslos y él continuó con su recorrido hasta alcanzar audazmente mi coñito por encima de mis pequeñas bragas blancas. Entonces, con un movimiento brusco puse mi mano sobre su muslo derecho justo para apreciar la erección inicial, que sin duda era el producto de la excitación ocasionada por sus caricias sobre mi chocho cuidadosamente depilado, todo sea dicho. Yo continuaba en silencio simulando resolver un problema en las hojas de papel en plena complicidad, para ocultar lo que sucedía bajo la mesa.


Hasta ese momento ninguno de los dos había pronunciado palabra alguna referida a nuestra aventura, todo eran caricias subterráneas y ardientes. Yo estaba entrando en un mundo de sensaciones violentas y dulces a la vez, todo eso era lo que anhelaba desde días cuando había notado en mí, la explosión interna incontenible de mi deseo. Me había acomodado ligeramente en mi silla para que él pudiera acariciarme mejor y de ese modo no tuvo dificultad alguna. Metía mano bajo mis bragas, acariciando con ternura mi chochito despoblado. Era una sensación maravillosa sentir la mano de un hombre de verdad tratando de conocerme en esa intimidad y fue eso seguramente lo que lo alentó a desabrochar su pantalón y tomando mi mano la puso sobre el bulto duro de su pollón. Fue la última iniciativa suya, pues todo lo demás lo hice yo por mi voluntad y con creciente deseo. Mientras él trataba de conocerme con delicadeza, me apoderé de ese tronco desnudo aprisionándolo en mi mano dentro de la cual lo sentía latir. Era maravilloso sentir esa consistencia dura y al mismo tiempo elástica, esa suavidad increíble, solamente parecida a la suavidad de mis tetas firmes en medio de mis solitarias noches ardientes. Su verga no tenía fin, había experimentado un crecimiento bestial en los últimos cuatro años en los que ansiaba verla y palparla…. Ahora era mía y la recorrí con calma en toda su extensión, hace tiempo tuve una experiencia similar cuando dormía, pero no lo sé con seguridad.


– Me gusta así, sigue por favor, búscame dentro de mí…no se le veía decido a dar el paso…– ¿No te atreves? ¡¿Dime porque no?!


Me empezaba a poner en una posición comprometida donde yo ya había roto la línea roja de ofrecerme y él me podría dejar como una putilla buscona sin más…


– Está bien dura ¿Acaso tienes miedo…? Ven así ya…, me gusta así como está es como una masa erótica que me atrae…


– Lo siento no estoy preparado para hacerlo hoy contigo…, lo siento.


Sabía el motivo, exactamente mi madre lo había dejado baldado y lo esperaba esa misma noche una vez más, se reservaba para ella…


– Entonces mañana lo haremos… mañana iremos a mi cuarto y lo haremos… completo así como yo quiero que me tengas… ¿Me lo darás mañana?


– Sí que te lo daré todo… todo, te lo prometo nena.


Esa noche de viernes me sentía diferente porque estaba en el sendero de ser una hembra completa, mi cuerpo lo adivinaba y lo sentía de modo que ya tarde me fui al cuarto de mi madre. Siempre lo hacía cuando mi padre no estaba en casa y eso era todos los viernes, todos en casa sabemos que entre mi madre y padre solo queda el respeto de la convivencia, pero cada uno folla por su lado, de ahí que mi padre muchos fines de semana se marchaba y volvía el sábado por la noche…aunque había siempre algunas excepciones en los que se perdían follando como conejos, al menos al sexo no lo habían perdido el gusto. 


Así le conté lo que había visto en su cama de matrimonio esa misma tarde, apenas se sorprendió que supiera de la relación sexual con su hijo, mi hermanito y profesor particular. No le conté lo que hicimos porque eso era solo mío de momento, pero si le dije que me gustaba como hombre, que me sentía terriblemente atraída y que al día siguiente lo haríamos. Tenía muchos deseos de hacerlo y me parecía el macho adecuado. Mi madre, extrañamente estaba feliz con lo que yo le contaba, pues en más de una ocasión me dijo que eligiera bien a mi compañero de sexual, y siempre pensé que se refería a alguien que no fuese de la familia… en verdad deseaba que yo tuviera una buena experiencia en ese sentido, y sin duda la había tenido, porque solo empezamos a follar cuando estaba suficientemente desarrollada para albergar a un hombre dentro de mí, y si era en casa mejor, pues así podría dar el visto bueno a mi partner… o dicho de otra manera, Adolfo o mi padre eran idóneos…, hablamos de ambas posibilidades, le parecía algo controlado, discreto e inteligente si lo mirabas desde el lado instructivo. 


En última instancia, si algo fallaba y me preñaban, al menos el bebé tendría unos genes de calidad….Me acariciaba el cabello mientras yo reposaba mi cabeza entre sus pechos desnudos. Mi madre es una mujer hermosa y sobre todo abierta y directa, que siempre nos ha educado sin complejos ni tabúes con la verdad por delante, tanto a mi hermano como a mí, de ahí que mis confesiones respecto a mi sexualidad fluyeran con suma naturalidad. Mi madre ha sido y es mi referente de mujer, por eso intento aprender de su forma de ser, a mí me gustaría mucho ser como ella… cariñosa con los suyos, pero también sabía lo exuberante que es en la cama porque cuando tenía sexo con mi padre nunca se preocupaba de hacerlo en silencio, sino que todos en casa podíamos escuchar sus estallidos desde cada rincón. Algunas veces me atreví a acercarme para ver parte de la escena cuando lo hacían, simplemente con la puerta del cuarto entreabierta descubría ambos cuerpos entrelazados en una vorágine de lujuria…como mi padre arremetía en el coño de mamá mientras le comía las tetas, y ella lo agarraba pegándolo a su cuerpo…, fue cuando vi por primera vez una polla en vivo y en directo, ¡Mi padre está muy bien dotado sexualmente! Me sorprendieron gratamente sus grandes huevos aporreando a mamá y su vasto estoque insertándose entero en su coño, provocándole una abertura enorme.


– ¿No tienes miedo verdad, Lilia…?

– No para nada… no temo nada. Todo lo contrario solo siento unos deseos muy grandes de hacerlo, de experimentarlo de una vez… de que esté sobre mí, mi hombre… de que me lo haga completo…

– Sí corazón, si el hombre es cariñoso y respetuoso es algo delicioso, ya lo verás… debes estar bien dispuesta y adoptar una buena posición… así mira.

Se había sacado la tenue camisa que vestía y entonces separó un poco sus muslos y me dijo que la montara mientras ella se extendía sobre la cama. Me senté entre sus muslos con mi chochito muy cerca del suyo. Jamás me había dado cuenta de lo idénticos que eran nuestros cuerpos… éramos iguales si no fuese porque el suyo parecía tener en cada centímetro de su piel una sabiduría táctil impresionante. Yo era puro deseo y sus tetas ejercían sobre mí una atracción inevitable. Estiré mis manos y comencé a acariciarlos. Eran dos inmensas uvas eróticas. Ella me acomodó sobre sus muslos abiertos poniendo sus manos en mis nalgas y comenzó a moverse de una manera que nunca había imaginado posible….

– Debes moverte así… de ese modo sentirás mucho mejor todo lo que hará contigo… debes ofrecerte y al mismo tiempo apoderarte de él, de todo él…

Comencé a moverme, no sabía que podía participar tan activamente en el apareamiento e incluso en la penetración…

– Lo haces bien tú… así muévete así quiero aprenderlo… eso quiero hacer mañana…

– Claro que sí, lo harás muy bien y te saldrá natural… es lo más fácil del mundo, mucho más con ese trasero delicioso, duro y ágil, él lo notará tierno así como te lo siento yo… muévete junto conmigo… por favor Lilia… así … no pares… no te detengas..

– No… No me detendré… así contigo… así.

Fue un encuentro diferente a otros. Y no fue la típica conversación llena de preguntas y respuestas, este fue la ejemplificación práctica de un encuentro sexual que se convirtió en dos mujeres inmersas en el deseo. Comenzamos a perder el norte, yo por novata y ella por ser una veterana no complacida en su totalidad por mi padre, al necesitar del polvo diario sin llegar, por ello tuvo que complementar su libido con mi hermano cuando, a partir de comenzar un desarrollo desmesurado de su cuerpo y esta fue la excusa perfecta para cuidarlo por los dolores de todo su cuerpo, y en especial en la parte más delicada de un macho… Los Genitales de Adolfo, por su anormal crecimiento salvaje. 

Su virilidad era cuidada en especial, pues pasó a crecerle más de 15 cm en tan solo tres años y sus testículos en la misma proporción. No la culpaba por ello, todo lo contrario, por ello en ese encuentro manifestaba mis ansias sin control y ella a su vez se dejó llevar por la atracción mutua y nos dimos placer como hembras sin preguntarnos nada. Nos acariciábamos y nos metíamos mano en los coños sacando todo nuestro gozo…mamá me frotaba el clítoris con fruición hasta sacarme un orgasmo feroz, yo solo supe meter y sacar mis dedos de su coño sin los mismos resultados, pero igual de gozoso para ambas que terminamos despatarradas sobre la cama. Me marché a mi cuarto y pasados unos minutos la puerta de la habitación de matrimonio se cerró, la conversación fue muy corta, pero al tiempo…

Quedé en silencio disfrutando de sus gritos y de sus expresiones que yo misma le había escuchado una hora antes, mientras desnudas jugábamos al sexo en su cama. Mi madre se hallaba en la misma posición que habíamos practicado al final, lentamente me acerqué para mirar, pero la puerta estaba cerrada…. Con audacia giré la manilla de la puerta y vi el hermoso trasero de mi madre subiendo y bajando, mientras ella misma sostenía sus tetas alocadas que volaban por la agitación del deseo. Su pelo caía sobre su espalda y la mujer estaba en medio de un orgasmo salvaje… la escena me ocasionaba una calentura feroz que me paralizó de golpe al darme cuenta que el hombre con el cual mi madre enloquecía de placer, era mi hermano Adolfo y no mi padre. Caminé lentamente hasta mi cuarto teniendo cuidado de dejar la puerta bien abierta pues quería escuchar hasta el final. Podría parecer una traición burda al tratarse del más puro y vil fornicio familiar, pero debía reconocer que lo que estaba escuchando, y viendo era la más feroz escena de sexo que podría haber imaginado. Mi hermano agitaba su cadera penetrando su largo rabo de dimensiones exorbitantes incesantemente en el coño de mamá, hasta donde llegaban las bolas de un tamaño increíble cada vez que la polla de Adolfo se perdía en la vagina de su madre aporreándolo. Cerré los ojos y fui solo oídos… se percibían los jadeos de él y los gemidos de mamá, y hasta los chasquidos de sus cuerpo chocando una y otra vez incesantes, húmedos y ansiosos por cubrir la más ancestral necesidad vital de todo ser vivo. LA PROCREACIÓN.


– Sigue… sigue por favor no te detengas Fito, eres mi tierno macho… entra en mí así… párteme si quieres… desármame entera y ármame de nuevo a tu medida… dame fuerte, no quiero perderme ni un centímetro tuyo… Mi hermano no cejaba de hender el mullido coño de mamá– Vamos cariño tenemos tiempo aun… nadie ha de venir….No temas, que Lilia no volverá ¡Dame mucho que aún te quedaran fuerzas para darme otra vez esta noche…!

Me parecía vulgar y grotesco, sin duda que con mi padre en casa le daría otra buena follada a mi disoluta madre, cuando ella se metiera a media noche en la cama de mi hermano. En ese mismo momento me deslicé por la ventana de mi cuarto y me alejé de casa para volver a eso de las seis como si viniese llegando de la peluquería. El traidor simulaba haber llegado recientemente, y la hembra promiscua entonaba una canción de moda bajo la ducha seguramente aplacada ya su calentura inaudita. Yo por mi parte sabía con claridad meridiana lo que había que hacer, me sentía indignada por no haber sido yo la hembra elegida por mi hermano, con lo caliente que me pone cuando lo veo medio en pelotas marcando su cuerpo y ese paquete fastuoso…, así que se me encendió la luz y fijé mi objetivo para esa misma noche…, mi PADRE, pero esa tarde no estaba para zarandajas con mi hermano, debía de planearlo meticulosamente. Solamente esperaba que transcurrieran los minutos para retomar mi autocontrol, que de nada sirvió, así que le dije a mi hermano que postergaríamos nuestra clase por encontrarme indispuesta y él muy cínico simuló lamentarlo. 

Me quedé en la sala pensando que podría hacer, la tele me desesperaba, así que decidí darme un baño para relajarme… entré al baño, me despojé de las ropas de calle y me dispuse a entrar a la ducha cuando reparé en la imagen que podía ver en el espejo…. Mi cuerpo completamente al descubierto…, ahora a solas empecé a observarme detenidamente, mi piel tenía un tono rosado muy saludable, mis tetas pequeñas pero perfectas y muy firmes, mis pezones se veían rosados ya que soy de tez clara, muy resplandecientes, los pezones se me ponían duros y puntiagudos con mucha facilidad, debido a la gran excitación contenida que poseía…observé que mi cintura se hacía estrecha y mis caderas algo pronunciadas en esa media que dicen atrae más a los machos. Mi abdomen es plano y mi ombligo pequeño y llamativo, mi culo bien formado con unas nalgas bastante firmes partidas por una profunda raja que las dividía diáfanas…, en comparación con estas, mis piernas largas parecían un poco delgadas, pero eso ayudaba a que mi culo se viera tremendamente respingón, lo cual me llenaba de vanidad, al grado que en más de una ocasión mi madre me había indicado como sacarle partido plantándome coqueta ante los chicos, sabiendo que me vería más sensual, me indicaba que debía ponerme derecha…, ni ella ni yo sospechamos jamás que de esa sensualidad, nos vendría bien para unir más a la familia colmando mis necesidades. 

Mi coño latía caliente como el de una perra en celo restregándose por las paredes. Observando mi cuerpo, caí en la cuenta que bien arregladita, seguro sería un delicioso manjar para cualquier hombre, sin embargo, a todas luces, había algo que le quitaba encanto a aquel cuerpecito delicado y menudito del espejo, una poco de vello fino al frente en mi pubis, que aunque nunca me había molestado, en ese momento hacia cierto contraste que no me agradaba, así que tomé la crema de afeitar, la cuchilla de papá y me depilé, lo hice en forma completa para que pareciese el coñito impúber de una muñeca Nancy, al final el resultado era asombroso y ya después del baño realmente me veía limpia y fresca. Dicen que la soledad es mala consejera, y en ese momento la idea cruzó por mi mente, horrorizada la rechacé de inmediato, pero recordé que mi hermano se beneficiaba a mamá, o al contrario con la excusa de aliviar sus condolencias, y la de complacerme con mi propio padre ya no me pareció tan mala idea, me observé en el espejo y pensé en arreglarme y maquillarme sutilmente para recibir a mi papi. Por un momento pensé que podría sermonearme, y yo quería verme irresistible sin ser muy obvia, ya que no sabía que reacción pudiera tener él.

Faltaba poco para su llegada, me puse unas braguitas con una faldita de vaquera amplia pero corta y un top sin sujetador. Mi cabello aún estaba húmedo, así que decidí dejarlo suelto, me perfumé delicadamente detrás de las orejas… con aquellos preparativos y con mil pensamientos dando vueltas en mi mente, había empezado a sentirme inquieta, nerviosa, extraña… no sabía que pasaría, pero sabía muy bien lo que pretendía… seducir a mi propio padre, a fin de que no buscara más fuera para desahogar su testosterona, y calmase mis entrañas ardientes. Estaba dispuesta a todo…hasta ser su putita si era necesario, el andaba siempre prendado de nenas bonitas y jóvenes… y vaya que yo lo era, sintiendo que yo si podía competir con esas tipas. Me di cuenta que aquella idea ya no me asustaba, me asustaba más el hecho de sentirme así… estaba comenzando a excitarme, era una locura. Cuando mi madre salió de la ducha esplendorosa yo estaba en la cocina y le comenté que estaba preparándole a mi padre su plato especial que él me había pedido hacía tiempo, una lasaña de verdura y carne de buey…, me dio unos consejos de preparación y despareció a la salita, yo me quedé en el salón a la espera de la llegada de papá. Cuando mi padre abrió la puerta yo estaba mirando la tele como que descuidada, había separado las piernas sutilmente, solo lo necesario para que el pudiera mirar con el rabillo del ojo bajo de mi falda, él no sabía que yo alcanzaba a ver el reflejo de su rostro en la pantalla del televisor, pude notar que su mirada descubrió enseguida aquel agasajo visual, advertí su mirada fija y muy insistente, demostrando que lo que pudo verme debió ser muy tentador para él. Me había puesto unas braguitas pequeñas de color rosa claro de tela muy delgada que se me pegaba al cuerpo, cerciorándose de que estaba absorta con aquel programa, y creyendo que no me daba cuenta, miró a sus anchas…

Cuando estuve segura que había dejado de mirar reaccione con alegría, como si recién me hubiera dado cuenta de su presencia, me dirigí hacia él y lo abracé parándome en la punta de los pies, besándolo en la mejilla, pero pegando todo mi cuerpo al suyo y procurando que pudiera percibir el perfume en mi cuello y orejas, sentí que el aspiraba profundamente mi aroma y noté en mi vientre la presión de su abultada masculinidad, en nada comenzó a ponerse duro, esa era una buenísima señal… en ese momento supe que iba ganando, que aquella erección era producto del show que le había ofrecido y decidí poner más leña al fuego, no retrocedí ni un poco, a fin no lo distrajera de lo que yo pudiera hacer, necesitaba que ocupara todos sus sentidos en lo que tenía al frente de sus narices… ósea yo. Seguíamos abrazados unos segundos eternos mientras sentía la largura de su hombría presionando directamente sobre mi recién depilado pubis, y sus manos, que en un principio habían estado en mi espalda resbalaron por toda mi cintura y se detuvieron en mis caderas. Estoy segura que en ese momento el descubría un cambio en mí que quizás antes no había notado…. 





Sé que le agradé, sus grandes manos me apretaban con fuerza y podía sentir que me pegaban más contra su cuerpo. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero cuando me pareció suficiente le dije que se lavara y se sentara a la mesa, que le había hecho su cena especial. Cuando mi padre se encontró con la cena que su hija le había preparado, casi se le saltan las lágrimas. Se puso a cenar mientras le acompañaba en la cocina dándole conversación, todos ya habíamos cenando. Entonces empecé a trastear en el fregadero de espaldas a él, podía sentir como me comía con la vista, y sabía exactamente donde tenía puestos los ojos en ese momento, me sentía… feliz, estaba consiguiéndolo. Mi progenitor me estaba contemplando como mujer y no como su hija sintiéndose confundido, excitado, deseoso de mí. En ese instante levanté el culo lo más que pude para colocar los platos lavados y la falda que era muy corta dejó al descubierto mi culito, creo que podía verme las bragas desde su posición, pero para asegurarme fui al frigo inclinándome sensualmente con mucha sutileza, y empecé a reunir lo necesario para prepararle el postre. Sabía perfectamente donde estaba cada cosa, pero fingí no poder hallar la fruta, con la finalidad de demorar lo más posible aquella situación, ahora sí, estaba mostrándole todo…, todo lo que podía ser para él si se decidía. Me dio un beso tierno tras cenar agradeciéndome la comida, y nos retiramos a ver la TV.

Abrazados en el sofá le susurré al oído… – Papá si te has quedado con hambre, esta noche tengo preparado algo mucho más especial…

Le dije pasando mi mano por su vientre muy cerca de la erección evidente de papá…. Me miró entre ardiente y estupefacto, entendiendo en el doble sentido de mi insinuación.

Cuando nos fuimos todos a dormir, eran casi las doce y pasada la medianoche yo estaba más despierta que nunca en mi vida esperando en medio de la oscuridad. Me había metido bajo las sábanas completamente desnuda y mi cuerpo ardía cuando escuché los pasos suaves avanzando hacia mi cuarto, luego oí abrirse la puerta y en medio de la penumbra el perfil perfecto del hombre desnudo. Encendí la lámpara de la mesilla porque quería ver lo que viviría con luminosidad. Mi padre estaba ahora junto a mi cama y yo quedé deslumbrada por la expresión de infinita ternura y de deseo que demostraba su rostro, más aún al observar la erección más sensacional que pudiera haber imaginado. Su verga apuntaba casi vertical hacia arriba y sus enormes bolas colganderas se empequeñecían bajo el grosor, casi aterrador de la base de ese mástil hermoso. Hacía más de un año que yo había descubierto el deseo de mi padre por mí, si bien nunca lo había aceptado aunque me embargaba igual pasión por él, pero ahora habían caído todas las barreras y todas las máscaras ya nada tenía que quitarle a mi madre, porque ella se había mostrado tal como era sin reparar en nada. Entonces abrí las sábanas de mi cama acomodándose mi padre… quedó a mi lado, acariciando su piel y palpando el grosor de su pollón impresionante, me abrí para el hombre maravilloso que se posaba sobre mí besándome. Nos comíamos las bocas, las lenguas sobándonos la piel, su polla estaba tan dura y sus ganas tan arriba que no demoró en acuchillar mi coño mientras me besaba lujuriosamente… 

Al mismo tiempo que me penetró delicadamente…– ¿Dime qué sientes…?

– Lo que siento es lo deseado mil noches deteniéndome en la puerta de tu cuarto. Papi quiero darte lo que me pidas porque sabes que solo soy tuya ahora…

– Mi vida como te deseaba hacer el amor desde hace tantos años… Pero he tenido que esperar a que fueras una mujercita increíble que me vuelve loco…¡¿Quieres que te lo haga así?!

Me posicioné levantando un poco mi culo del colchón para que el acceso fuera más directo y profundo, a la vez de más fácil para mí hombre… 

– Así nena, deslízate a través de este suplicio duro y suave mientras mantengo tu maravilloso trasero sujeto entre mis manos.

Sin dejar de moverme bajo ese hombre perfecto, con mi pelo posado en la almohada recostada sobre mi espalda, ofreciendo mi coñito depilado de muñeca al cipote más lindo que has visto…., estábamos haciendo el sexo lo más perfecto que pudiera tener un hombre y su mujer… 

– ¡Quiero a Mi Hombre, disfrútame y olvida a cualquier hembra que no te ama…! Yo curaré todas tus heridas y tú me harás solo tuya, así como lo estás haciendo. Entra, entra,… entra más por favor y descarga toda tu virilidad dentro de mí ¡TE LO RUEGO PAPI! 

Completamente despatarrada, separaba mis piernas todo lo que hay que distanciar para que el macho me follara como era debido.

Mi padre me hundía su verga una y otra vez hasta hacerme delirar con cada pollazo la mar de profundo. Notaba como me partía en dos con su enorme badajo, una verga larga y ancha en su base que no llegaba a entender como era capaz de ubicar dentro de mi pequeño chumino… 

– Házmelo bien profundo papi, y hazme más ancha para que me quepa toda…, más, aún más…

– ¡Sssch!me hizo callar.– No hables fuerte o nos van a escuchar cariño.

– Quiero hacerlo, deja que ella escuche… deja que sepa que ahora eres mío también, y que jamás te dejaré ir porque jamás te engañaré con ningún otro cabrón…

– Mi vida susúrrame lo que sientes….

– Siento que tengo el fruto prohibido de mis sueños y de mis desvelos. Siento el latido de tu corazón dentro de mi conejito a través de tu gran polla, papi. Me siento fuera de mí dejando latir mi corazón a mil por minuto, creo que se va a salir. También te percibo tu gordo capullo dentro de mí, allí donde ahora hay un espacio que no existía porque lo has abierto en mi útero…

Mi padre era una animal sexual, todo un semental que me estaba follando tensando todos sus enérgicos músculos, su olor a macho me embriagaba, la textura de su piel con el vello entre mis yemas me electrificaba la neuronas…me sentía deseaba y amada a cada empujón percibiéndome llena de virilidad masculina paterna. Creía vivir en una nube pero los contundentes golpes de cadera de mi padre sobre mi coño me traían a la realidad…le mordía el brazo o el hombro para no gritar cuando sentía toda su verga enterrada en mi útero empalándome por más de quince minutos sin aplacar un instante, sin correrse el muy bestia…, mientras yo ya había tendido un orgasmo y se aventuraba el segundo, así volvía morder su hombro por no gritar de placer…

– Muerde, muérdemelo con la fuerza mi niña, me dijo sabiendo lo que estaba ocurriendo en mi cuerpo con esas convulsiones sin control que agitaban mi cuerpo contra el suyo… – Quiero sentir ese deseo incomparable de tu coñito joven… así muerde porque yo también estoy a punto…, vas a recibir mi leche cariño. Susurraba a mi oído dejando caer el peso de su pelvis contra mi coño una y otra vez.

Mi padre comenzó una cabalgada feroz apuñalando mi coñito con su implacable rabo hinchado por esas venas que le recorren todo el tronco ahora más inflamado si cabe, presentía su desahogo cuando me dijo antes de aliviarse de la presión que ejercía su lefa desde sus hermosos huevos… – Agítate conmigo mi amor que estoy a punto de reventar dentro de ti…

Mi hombre no me dejaba gritar mi felicidad acallándome con un beso perpetuo, donde nuestras bocas era una sola conexión perfectamente acoplada. Estaba más que dispuesta a recibir el semen proveniente delos frondosos testículos a través del cipote que hacía más de 18 años me había engendrado… ¡Cómo sentía mi placer prohibido por fin! Mi padre me apuntillo con dos, tres y hasta cuatro clavadas antes de soltar el primer gran chorro de leche en la boca de mi conducto uterino recién estrenado en esa profundidad. Si bien el himen lo tenía roto de las incursiones con varias verduras al uso, allí todavía no había albergado ninguna polla. 

Notaba un chorro tras otro como si fuera lava ardiendo en mi fondo vaginal, así como lo pequeños vaivenes de su cadera para estimular la salida de tan preciada semilla, que de tan copiosa corrida no cabía en mi estrecha vagina, derramándose por mi perineo, cubriendo mi ano y finalmente manchado las sábanas rositas de mi cama adolescente. Me sentía diferente, una mujer completa, con un cuerpo de niña convertido en mujer…. La mujer de mi padre estaba mirando desde la puerta… yo no sé desde cuándo, pero había visto lo suficiente para saber que su hija había sido inseminada concienzudamente por su progenitor, de la misma forma que ella fue cubierta por mi hermano esa misma tarde. Era lo que yo quería. Ni un solo gesto de espanto ni de rechazo… tampoco a nosotros nos importaba haber practicado el más puro y salvaje incesto abrigado de morbo, pasión y deseo mutuo…, teníamos lo que anhelábamos, ella no sé bien lo que tenía…nunca lo supe con certeza, tampoco tengo tanto interés expreso en saberlo…

¿Para qué?, al fin y al cabo somos personas hechas tal para cual, una familia cómplice, abierta, generosa que practicaban sexo en pareja sin necesidad de salir de casa, donde lo que ocurre en ella no sale de ella. Todo aquello no cambió significativamente la mentalidad de papá, en su ego se sentía un macho alfa que buscaba en las hembras fuera de la familia en realización como semental conquistador, dejando a mi hermano la tarea de mantener a las féminas de su propiedad a buen recaudo. Sinceramente el porte de Adolfo me atraía tanto como el de mi padre y en nada me importaba compartirlo con mamá. 

No tardamos mucho en comprender la situación, y jamás nos pusimos de acuerdo en cómo alternarnos, simplemente éramos una máquina engrasada perfecta, que trabaja por la misma inercia de los instintos, donde no cabía el rencor, la envidia o el egoísmos, sino todo lo contrario….Nunca tomé precauciones para no concebir y con tan solo unas folladas mi padre me preñó…. Pronto se abultaría mi panza, pues quedé preñada de mi padre, el mismo día y casi a la misma hora que lo fue mi madre por mi hermano… ambas fuimos preñadas por los machos sementales de la casa. De mi vientre nacería un niño precioso y del de mi madre una niña, a los nueve meses nacería la pareja en unas condiciones inmejorables de salud y felicidad, pero mientras tanto continuábamos follando…

*************

Mi amado hermano. Apenas estaba preñada un par de semanas de papá cuando aconteció mi primer encuentro con mi querido hermano…. Adolfo es un chico guapo y atlético, yo soy una chica morena de piel, pelo rubio y largo como mi madre, ojos verdes con una altura de 1,64 y 55kg de peso. Me considero atractiva con unas medidas que no corresponden a la mayoría de las chicas de mi edad, están son muy buenas 100-63-95 con una copa B. Por entonces era Mayo pero parecía verano, un día caluroso y yo acababa de volver de la piscina cubierta, me hallaba sofocada y tenía que ducharme, lo hice claro, lo único es que no supe lo que me iba a pasar después. Mi hermano mayor, a veces es muy despistado y ese día no iba a ser menos. Cuando acabé de ducharme de repente alguien abrió la puerta del aseo. Era él, estaba completamente desnuda frente al espejo. El venía con una camiseta blanca de manga corta y un pantalón corto, todo sudado después de hacer deporte. Nos quedamos quietos sin decir nada, le dejé contemplarme sin alterarme mientras continuaba con lo mío secándome el pelo, él permanecía plantado en el umbral de la puerta unos segundos después, miré de reojo y entonces noté algo anda raro en mi hermano…, se le puso la polla completamente dura en una abrir y cerrar de ojos, y como ya imagináis es un trabuco que no puede disimular fácilmente sobresaliendo de su cuerpo. Nos miramos. No sabía qué hacer…

– Bueno te dejo yo acabo en mi habitación, fue cuando cogí una toalla y me marché a mi cuarto a continuar el secado del cabello.

Dejé a mi hermano en la ducha con una erección de caballo. “¡Joder que polla!” Pensé "¡No me extraña que tenga esos dolores con lo que le ha crecido!" Entré en mi habitación me acabé el trabajo capilar y me vestí con uno de mis leggins y top más sexis que tenía. Completamente rojo y con el cual se marcaban bien mis pechos y mi culito. Salí de mi habitación y volví al baño creyendo que con quince minutos eran suficientes para darse una ducha y dejarla libre. Sin pensarlo me colé sin avisar, abrí la puerta encontrándome un panorama típico de una joven súper dotado como mi hermano…. Lo que vi me sorprendió sobremanera, pues era mi hermano completamente desnudo haciéndose una soberana paja con una manga que no la cubriría con mis dos manos. No sabía qué hacer, y decida entré en el baño para dejar la toalla de una manera completamente natural, él paró de repente siguiéndome con la vista, me fui sin decirle nada, pero esta vez me dejó cachonda de verdad. 

Pasó esa mañana, después en la comida los cuatro juntos se hizo agradable. Nuestros padres se marcharon a dar un paseo tras una hora de siesta. Nos quedamos solos. Mi hermano estaba en su habitación y yo en la mía. Fue entonces cuando decidí ir al salón cuando escuché un sonido desde la habitación de mi hermano. Fui a ver que era, pensando que estaría de nuevo desnudo meneándosela. Empecé a sentirme muy cachonda. Tener a mi disposición a un chico con un cuerpo tan fibroso y con una polla sobrenatural, me excitaba. Pese a ser mi hermano mi moral ya no me impedía desear ser penetrada por él, a fin de cuentas yo estaba preñada de mi padre y mi hermano había hecho lo propio con nuestra madre… follar con Adolfo no me iba a convertir en un depravada. Sin embargo hice tripas corazón y entré en su habitación…

– Dios, pero Lilia ¡¿Es que siempre entras sin avisar a todos lados…?! Me dijo mi hermano intentando vestirse subiéndose los calzoncillos.

– Perdona hermanito, pero tenía que hablar contigo.

– Pasa, venga te escucho, me respondió.

Él estaba sin camiseta y con la polla a punto de explotarle dentro del bóxer. Su sudor recorría sus pectorales y sus abdominales…. 

– Nene, cuando me viste en pelotas en  el baño y se te puso…bueno, se te puso muy dura, y yo también me excité mucho, le confesé.

– Lo sé. Se te notaba en tus preciosos ojos y en esos pezoncitos tan ricos que tienes.

– Por favor nene, que me sonrojo. Adolfo mira mamá y papá están fuera y como en casa ya solo hay una norma que es la de querernos…, bueno tú y yo todavía no nos hemos estrenado….A lo que quiero llegar es que me han entrado muchas ganas de follar contigo cuando te he visto haciéndote esa paja, y he pensado en lo absurdo de  desperdiciar toda esa fuerza cuando me tienes a mí dispuesta….

– La verdad hermanita es que me has leído la mente, porque llevaba esperando este momento hace tiempo, me respondió excitado.

– ¿Y eso por qué?

– Desde que las cosas han cambiado en casa deseaba verte desnuda, tocar tu cuerpo y poder follarte….Estaba excitada.

Se quitó el bóxer y sacó a relucir su enorme polla. Yo me quedé quieta y sumisa a que mi hermano me poseyera. Me quitó el leggins y el top. Estábamos desnudos y nos empezamos a besar con cierta lujuria comiéndonos la boca. Sentía su lengua recorrer toda mi boca, sus manos recorrer el cuerpo hasta llegar a mis tetas firmes no tan grandes como la de mi madre, pero si sabrosas para mamarlas. Fue bajando poco a poco con su boca hasta que alcanzó mis pezones. Los empezó a lamer, a succionar sin dejar de tocar el resto de mi cuerpo ardiente. Cada vez estaba más y más cachonda. Jugó con mis tetas, las apretó. Le encantaban, me encantaba que le gustara…

– ¡Dios que tetas tienes nena! Dijo alborozado mi hermano.

Me pidió que me agachara. Yo lo hice. Observé su enorme polla mientras se la tocaba, agarraba con firmeza a lo largo de su tronco haciendo una buena paja…. 

– ¡Oh si, Lilia chúpamela!

Empecé primero por sus huevos que casi no me cabían en una sola mano de lo gordos que eran y fui poco a poco lamiendo su enorme capullo en forma de casco alemán sobresaliente en gordura respecto a su tronco. Empecé a lamer con cuidado la punta de su polla cuando él me agarró la cabeza e hizo que me tragase toda su polla que pude hasta el esófago me llenó. Se la chupé como nunca, tragándome la verga cada vez más hasta atorarme la garganta… sus huevos percutieron en mi frente una y otra vez emitiendo unos semi quejidos de ahogamiento…

– Oh sí, hermanita. Túmbate boca arriba y ábrete de piernas, anda.

Por entonces mi hermano aun no sabía que yo estaba preñada, pero pronto lo sabrían todos. Le hice caso. Echó saliva en mi coño íntegramente depilado y empezó a lamerlo a la vez que metía sus deditos. Primero uno, después fueron dos los que me follaban el coñito con dedicación a la vez que se comía el duro clítoris sobrexcitado. Me dedicó no menos de diez minutos a follarme táctilmente y a comerme el chocho como si no hubiera un mañana… 

– ¡Ooooh sii, si, si, Ado me corro! Gemía yo con toda la vulva mojada eyaculando.

Sí, así me corrí en su cara recibiéndolo con agrado. Se levantó en la cama mientras yo acostada le miraba a su enorme capullo totalmente liberado del prepucio sin el retentivo frenillo. Me abrió las piernas dejándome despatarrada a su merced, se las subió hasta los hombros y como por arte de magia sin ayuda manual su cipote enfiló certeramente en mi entrada vaginal produciendo una abertura instantánea de los labios y finalmente la oclusión de la boca de mi coñito sobre su verga en un arropamiento perfecto, una vez insertada la parte más gruesa, me empezó a penetrar en profundidad hasta llegar a una clavada salvaje donde enterraba todo el tallo hasta los mismo huevos. Yo gritaba de placer como una puta hambrienta de verga, mientras sentía su rabo atorarme dentro de mí. El seguía follándome ferozmente al tiempo que me agarraba las tetas apretándolas como dos esponjas queriendo escurrirlas… aquel mástil era más largo que el de mi padre, con el consabido desvirgue de otra porción de mi útero…. En esa posición estuvimos al menos cinco minutos cuando decidió cambiar…

– Quiero que te pongas a cuatro patas, me dijo mientras retiraba su polla de mi coño en su sonoro chasquido por lo mojado de mi coño.

Me puse a cuatro patas para él, como si fuera su perra, con el culito bien dispuesto empinado y respingón facilitándole la inserción más profunda que me pudiera dar. Durante un momento siguió fallándome alimentando mi conejo de nabo enardecido, penetrándome con violencia pero sintiendo un placer que nunca antes había tenido. Me quitó su polla del coño y me hizo un preguntita de lo más sugestiva… 

– ¿Te han follado alguna vez por el culito?

– No, nunca, pero me encantaría probar, le respondí sin la menor benevolencia para mi apretado anillo.

Me escupió en el culo. Me abrió un poquito el agujero y sentí su enorme polla entrando en mí. Fue poco a poco, lo cual agradecí someramente, pero cuando su polla ya estaba dentro de mí unos cinco centímetros, empezó a aumentar la velocidad y con ello la cota de profundidad ahondando sin compasión de mis gritos. Yo gritaba de placer como una descosida y gemía a más no poder…

– ¡OHhhhhh sí, sí!

– ¡Diossss, hermanita! ¡¡Me voy a correr...!!

Allí estaba yo arrodillada en la alfombra de su habitación, con el culo en pompa siendo taladrado por un rabo de animal equino. Tenía la boca abierta respirando en una hiperventilación por el suplicio y placer concedido por mi semental, estaba esperando la corrida de mi hermano…, y de pronto lo sentí en mis entrañas, un enorme y candente chorro de semen espeso. Continuó soltado lefa en mi culito sin parar unas cuantas chorreteadas más hasta que sus huevos quedaron vacíos de simiente. Habíamos follado, sí, pero algo más ocurrió en aquel excitante instante. Nuestra madre había vuelto del paseo, sin nuestro padre que se había ido al bar de la esquina de abajo. Ella debió oír ruidos desde la habitación de mi hermano por lo que vino a ver lo que sucedía. Cuando entró nuestra madre, vio a mi hermano en el momento de echarme todo su semen por mi culito, aquello me dejó impasible con el culo elevado y mis tetas posadas en la alfombra sin darme cuenta de nada que sucediera a mi alrededor, recibiendo la lechada de mi vida, después de tan soberanos pollazos en mi estrecho anillo. Me tragué su rico esperma por mi esfínter sin más, y cuando nos giramos vimos a la señora Natalia esbozar un gemido. Tras darse media vuelta y desaparecer, no dejó terminar la faena dignamente.

Lejos de estar avergonzados nos pareció divertido que mamá nos pillara acoplados, jodiendo como dos conejos en celo. Nos aseamos y nos vestimos decentemente para ir a la habitación de nuestros padres. Hablamos con nuestra madre y le explicamos que fue algo involuntario, espontáneo que surgió donde ninguno podría ser el culpable aun así le dije que fue culpa mía y que no volvería a ocurrir….

– No es necesario que os disculpéis, solo sois víctimas de vuestros sentimientos, vuestro amor y cariño mutuo. Que os sintáis atraídos el uno por el otro no deja de ser tan natural como la atracción que cualquier hombre o mujer siente por su sexo opuesto, tenga la edad que tenga y sus diferencias de edad entre ellos. Era algo que estaba dentro mis planes de vida en familia.

Sabía que ese discurso solo era para la galería, a fin de justificar los polvos incestuosos que nos cruzábamos entre nosotros y este era la única combinación heterosexual que nos quedaba por dar en casa. Quedamos tranquilos acordando no contárselo a nuestro padre por el bien común. 

Desde ese momento mi relación con mi hermano cambió a mejor, con mi padre y mi madre también hubo un cambio cualitativo, así como la de todos con todos…, nos volvimos más familiares defensores de lo íntimo, más generosos con nosotros mismos, menos egoístas…,  en definitiva una familia mucho más unida que junta, continuó teniendo sexo en pareja durante los siguientes meses antes del parto. Era muy curioso en la gente que nos veía a mi madre y a mí preñadas con un bombo similar, pensara que las casualidades se daban, o bien que dos mujeres bajo el mismo techo quedaran preñadas a la vez por algún tipo de bendición o unción de agua bendita. Lo que no sabían era que habíamos sido regadas por nuestros dos sementales la misma tarde, cuyos magnánimos genitales nos habían llenado de esperma, colmándonos de amor y de audaces espermatozoides potentes, con nuestros ovarios dispuestos en el momento óptimo de maduración para acoger la copiosa descarga viril. 

Durante el embarazo no dejamos abandonados a nuestros hombres, a los cuales les dábamos fiel cumplimiento de los deberes maritales en todas las modalidades posibles…, desde una simple paja, a un polvo con su correspondiente corrida en cualquiera de los tres agujeros disponibles para ello. Pasaron los nueve meses y nacieron los dos bebés, pareja para mayor complacencia familiar, ello no fue el fin de las relaciones, sino que tras la etapa de cuarentena se reanudaron las batallas campales que colmaban todos nuestros delirios carnales... consecuencia, volveríamos a estar preñadas de nuevo… mi madre una vez más y a mí me preñaría mi padre una vez y mi hermano otras dos vez pariendo en total seis hijos para nuestra familia numerosa.

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Primeros de Julio del año 2018, El DIA DE LA GRADUACIÓN DE MI HIJO, acaba de cumplir 20 años dos semanas atrás. Ya no es el chico de problemas de crecimiento con dolores en todas las partes de su cuerpo, ahora se puede decir que es un hombre de complexión fuerte y bastante alto debido al metabolismo descontrolado en su pubertad y padre de una niña, de mi segunda hija. Es muy rubio, practica mucho deporte aún y acabo de terminar su Grado superior de Robótica Industrial, en la Universidad de Oviedo donde ha realizado el último curso…. Ya saben que mi familia que está compuesta por mi marido… un alto ejecutivo de una empresa multinacional hasta que la crisis se la llevó por delante… así que desde hace un año encontró una nueva profesión como taxista de Uber, por lo que aun no siendo ricos nos apañamos bastante bien. 

Arturo es alto para su generación (1,82) moreno, tiene 48 años, es muy amable y jovial, se puede decir de él que es la bondad personificada. Yo también se puede decir que soy alta con (1,72) y ya me cuelgan 38 años. Dicen de mí que soy… Sencillamente impresionante, ojos intensos mis medidas de Madonna con piernas largas muy bien torneadas y sin ser gruesas, tienen esa forma por la que se dice que son propicias para el manoseo. Mis tetas, aun siendo grandes se mantienen firmes y duras, una tanto caídas quizás. Hago gym de mantenimiento, por lo que me mantengo ágil y fuerte, todos los días camino una media de 8 kilómetros, practico tenis todas las semanas y también asisto a un gimnasio para hacer aeróbic. Mi obsesión es mantener mi cuerpo realmente sano. Arturo como antes he dicho es taxista y un tipo de lo más BUENO y AMABLE, me enamoré de él porque siempre me han gustado los hombres muy machos, pero también podría decirse de él que era un APOLO. Le conocí cuando ella sólo tenía 16 años y me puso TONTA PERDIDA (Yo aparentaba en esa fecha unos 20 años) le engañé absolutamente y a los 17 años, me dejó preñada, por lo cual no hubo más remedio que casarse conmigo (Con mi padre, era impensable otra cosa), pese a tener unos 10 años más que yo.

Entrando en los hechos…los dos asistimos a la graduación, su hermana Lilia no pudo asistir porque se quedó a cuidar de los dos bebés en casa. El calor en Oviedo era escandalosamente infernal, pero la alegría de mi chico era desbordante, especialmente para mí, no fue una sorpresa que ambos padres acudiéramos a la graduación pese a los muchos kilómetros, yo por mi hijo mato. Todo estuvo muy bien y lo esperado al final de la ceremonia era que los tres regresaríamos a nuestra ciudad. Cuando nos vimos serían las 17 horas, la ceremonia de graduación tenía lugar a las 18. Después de los saludos de rigor y el cariñoso abrazo a su padre, al abrazarme sentí como si a ambos nos atravesara una especie de descarga eléctrica. Vestía un modelito de una sola pieza que realzaba mi figura de una forma espectacular, era un vestido entalladito de color blanco grisáceo con unos zapatos de aguja haciendo juego, el conjunto la convertía en una especie de monumento que hacía alucinar a cualquiera que la estuviese viendo. En ese momento mi hijo vestía pantalón y camisa blancos con zapatos del mismo color, la toga la llevaba colgada del brazo y el birrete ladeado sobre la cabeza a modo de broma… quedé extasiada viéndole, en principio pensé que era la consecuencia de los casi 10 meses de separación, más tarde pude darme cuenta que había algo más. Finalizó la ceremonia de graduación a las 19:30 horas y mi esposo propuso dar un paseo por la ciudad, tomar algo en algún restaurante para regresar a nuestra ciudad a continuación (A mi marido le encanta conducir de noche)

Mientras paseábamos me colgué de su brazo y mi teta, cadera y muslo no se separaban de su costado a pesar del calor terrible que hacía, en principio no le dio mayor importancia pero poco a poco comenzó a penetrar en él un sentimiento extraño que entendía, sé que notaba algo muy raro en mí por lo ofrecida que me disponía a mi primogénito… creo que comenzaba a ver en mí NO A SU MADRE, SI A UNA MUJER  DESEABLE, fue entonces que pasó su brazo sobre mis hombros, me pegué a él totalmente, mi teta casi le hacía daño…mis refregones eran constantes. De todo esto Arturo no se enteraba de nada, para él era una verdadera satisfacción ver las muestras de cariño que se prodigaban madre e hijo. Encontramos un restaurante muy acogedor, estaba ligeramente oscuro y casi completamente vacío, nos sentamos en una mesa situada en un rincón lo cual nos proporcionaba una cierta intimidad. Metí mi mano izquierda bajo el mantel y en un gesto despreocupado la deposité sobre su muslo, en principio no le dio mayor importancia, más al poco rato se quedó rígido cuando le coloqué la mano sobre su paquete, me miró de reojo y creo se puso muy colorado...nunca había sido tan atrevida en público. Para romper la tensión hablaba con mi esposo sin inmutarme para nada, mi mano inició sobre el pantalón una caricia enervante que puso su polla a mil, bajó su mano rápidamente y retiró la mía…, creo que estaba a punto de correrse en los bóxer, le miré lanzando una sonrisa chispeante un poco irónica, con todo desparpajo dije…

– ¿Qué te pasa cariño? ¿Te encuentras mal? Parece como si estuvieras sofocado.  dice papá...

– No creo  que le ocurra nada, seguramente son los nervios de la graduación ¿Verdad hijo?

– Si papá es justamente eso lo que me ocurre, fue un día muy intenso. 

Me miró y me sonrió, de pronto lo había entendido todo…continuábamos perdidamente necesitados el uno del otro.

Terminada la cena nos dirigimos al lugar donde había quedado estacionado el coche, en cuanto llegamos, Arturo nos sugirió que viajásemos los dos en la parte trasera de esa forma y apoyándonos el uno en el otro, podríamos dormir a ratos durante el viaje, los dos aceptamos encantados. Les rogué que esperasen un poco, deseaba ponerme cómoda para el viaje, me introduje en el interior del coche y extendí una gran toalla sobre el asiento. Una vez dentro me subí el vestido y me cubrí con una ligera manta de viaje, hecho esto se subieron ambos hombres e iniciamos el viaje de retorno. Transcurrida una media hora aproximadamente dije tener sueño y recosté la cabeza sobre el regazo de mi niño, él se recostó todo lo que pudo sobre el ángulo posterior entre asiento y puerta para dejarme a mí el máximo espacio posible y que estuviese cómoda, más mi intención no era dormir precisamente, una de mis manos comenzó a acariciar su polla sobre el pantalón muy suavemente, en cuanto esta alcanzó el tamaño adecuado muy despacio solté el botón superior del pantalón y a continuación la bragueta, tiré ligeramente del calzoncillo hacia abajo y mi golosa boca se apoderó de la cabezota del animalito que allí se ocultaba, por la construcción del vehículo y la posición que habíamos adoptado desde la parte delantera era imposible ves que ocurría en la trasera…aquello ya lo había estudiado previamente, por lo cual ella me dediqué a chupar y lamer su polla como si de un caramelo se tratara, mi paladar y lengua acariciaban su capullo que parecían de terciopelo, las sensaciones que yo sentía eran tremendamente placenteras, cerré los ojos e intenté que aquello se prolongase hasta el infinito pero a los pocos minutos su resistencia se derrumbó y su polla comenzó a largar semen a borbotones incontenibles, pensé por un momento que me ahogaría, pero portándome como una autentica zorra previsoramente, me había hecho con un gran pañuelo en el cual recogí todo el semen que glotonamente no se pude tragar, durante unos minutos seguí acariciando dulcemente su gran tranca y de pronto le espeté…

– Hijo, soy incapaz de pegar ojo ¿Quieres intentarlo tú? Papá seguía conduciendo como si tal cosa, él no se enteraba absolutamente de nada...

– ¿Os molesta la música? ¿Queréis que apague la radio?

– No papá al contrario, la música a mí me relaja, incluso puedes ponerle un poquito más de volumen, es como mejor me relajo y pueda quedar dormido.

Papá así lo hizo, el volumen de la radio podría cubrir algún tipo de indiscreción por parte nuestra. Me recosté todo lo que pude en el asiento y cogiéndole la cabeza la deposité suavemente sobre mis muslos cubriéndole a continuación con la manta de viaje, pasó su brazo izquierdo por detrás de mí y me abarcó por la cintura mientras su mano derecha acariciaba dulcemente mi culito. Coloqué su boca sobre mis braguitas y comenzó a darle besitos a mi vagina y pubis sobre ellas… yo estaba a mil, con dos movimientos me quité las bragas, elevé ligeramente mi pierna derecha sobre su espalda quedando mi coñito totalmente expuesto, abierto y embriagador directamente en su boca, pasó su mano izquierda bajo mi culo para acercárselo más y poder introducir su lengua en aquella fuente de placer, en aquel agujero por el cual había salido hacía 20 años. 





Comenzó a pasar delicadamente su lengua a lo largo y ancho de aquella sedienta grieta, el clítoris se notaba duro al igual que un pequeño pene en erección, lo tomó con sus labios y lo chupó suavemente, comencé a retorcerme y a gemir, mi coño estaba totalmente empapado. Continuó dándome placer sin tregua durante diez minutos, disfrutaba cada lengüetazo, chupada y follada con su lengua en mi conducto, hasta que de pronto lancé un estertor y comencé a correrme de una forma tremenda. Mi coño era como una fuente manando líquidos que se perdían por mis muslos abajo parando en la toalla que yo previsoramente había colocado, ahora comprendía mi hijo el porqué de mi preparación. Gracias a la música mi esposo no se enteró absolutamente de nada y mi hijo quedó profundamente dormido. Cuando se despertó, yo tenía puesta una faldita y un suéter, estaba tan normalita que mi hijo se extrañó… me dijo que tenía la sensación de haber soñado todo lo ocurrido anteriormente, excepto que en su boca y olfato todavía tenía el aroma de mis flujos, le guiñé un ojo… 

– ¿Qué querido has dormido bien? Menudo sueño pesado que tienes ¿Soñaste con algo agradable?

– Si mamá dormí como los ángeles y además soñé algo maravilloso pero sin conclusión, mañana con un poco de suerte igual sueño un final feliz del mismo. Ella con una sonrisa encantadora dice...

– Bueno hijo los sueños si son felices buenos sueños son, espero que obtengas la conclusión de tu sueño y seas tan feliz como nosotros de tenerte en casa ¿Verdad querido?

– Soy tremendamente feliz con la familia encantadora que tengo. Dijo papá

Nos acostamos todos, eran las 4:25 de la mañana, me desperté sobre las 11:30 horas justo cuando mi marido salía para su trabajo habitual, me halla en la cocina preparando el desayuno, tenía puesta una batita muy ligera y casi transparente, vista desde atrás se me veían perfectamente mis finas braguitas y también la ausencia de sujetador, se acercó silenciosamente a mí por atrás y me abarcó con sus brazos mis dos tetas situando simultáneamente su rabo entre mis piernas, di un respingo al nota que como única vestimenta tenía puesto los calzoncillos tipo bóxer, el cual no podía disimular el estado de erección que su polla tenía, y dije…

– Pero... Hijo ¿Qué haces?

– Mira mamá es justamente la continuación del sueño que tuve anoche, pero resulta que tienes que ayudarme ¿Quieres hacerlo? Me giró sobre sí misma y besándole sabiendo lo que realmente me pedía…

– Claro que sí cariño, ahora y todos los días de nuestra vida que necesites la ayuda de tu mami que te adora ¡Cielo mío!

Nos cogimos de la mano y nos dirigimos a la habitación conyugal para no despertar a Lilia y los bebés, allí le abracé tiernamente y me sacó la batita, se quedó alucinado mirando mis espléndidas tetas, grandes, duras y desafiando orgullosamente la gravedad, parecían dos obuses con unos pezones preciosos perfectamente centrados en el conjunto de aquellas hermosas mamas…, sonriendo cogí su cabeza con mis manos y la dirigí  a mi canalillo, con sus manos cogió mis dos maravillas y las acarició suavemente, su boca y labios chupaban alternativamente de aquellos pezones con verdadera glotonería, yo gemía dulcemente mientras acariciaba cariñosamente su cabeza. Me fue recostando sobre la cama mientras sus manos seguían acariciando todo mi fogoso cuerpo, su boca y lengua fueron dibujando cada centímetro de mi piel pasando por mi plano vientre, al llegar a mis braguitas me las fue bajando lentamente…, me decía que tenía un monte de Venus que era todo una preciosidad, mis pelitos eran muy finos y de un color marrón clarito dibujando un perfecto triángulo sobre mi pubis, mi vagina estaba perfectamente diseñada, los labios exteriores eran gordezuelos y perfectamente uniformes, de ellos ya sobresalía el glande del clítoris, como guiñándole un ojo, le estaba diciendo... – ¿A qué esperas? Con sus dedos abrió delicadamente aquella flor y su boca se apoderó absolutamente de ella, yo ayudé abriendo mis piernas todo lo que daban de sí y las situé sobre su espalda, su cabeza quedó totalmente alojada entre ellas, mi vagina era una fuente de caldos que mi hijo bebía con verdadero deleite, gemía y me retorcía de placer, con mis manos le cogí del cabello dirigiendo su cabeza hacia donde más placer podría sentir, ahora a la derecha, ahora abajo, de pronto...

– Cariñitoooooo chúpame el clítoris, me estás matandooooooo, Ooooh que placer Dios mioooooo.

Mi corrida fue verdaderamente maravillosa y ahora venía la suya, se despojó del pantalón a toda velocidad y se fue colocando sobre mí mientras me besaba todo el cuerpo, llegó a mi boca y me pasó parte de mis propios jugos, nos besamos apasionadamente. Su verga buscaba afanosamente la entrada de la gruta materna, alargué mi mano, lo cogí y lo dirigí directamente a la entrada de la maravillosa galería de los placeres, donde habían entrado bastantes hombres, pero ninguno como mi adorado hijo… empujó ligeramente y este penetró en mí con total suavidad, crucé mis piernas sobre su espalda y comenzamos a coordinar nuestros movimientos, para mí era maravilloso sentirle en el interior y creo que para él mucho más notar que se hallaba dentro de la persona que le había dado la vida, no sentíamos ningún tipo de prejuicio, solo sentíamos el tremendo amor que de nosotros dos estaba emanando en ese momento, me quedé mirando fijamente a los ojos...

– ¿Qué sientes cariño? ¿Te arrepientes de lo que estamos haciendo?

– ¡No mamá! ¡Te quiero y te deseo mucho, mamá! Siento tu interior con mi glande y sé que he vuelto al útero materno ¡Soy el más feliz de los mortales!

– Es lo mismo que yo siento cariño mío.

Mientras nos susurrábamos estas dulces palabras nuestros movimientos habían aumentado considerablemente buscando la apoteosis final la cual llegó entre gritos de placer, sin sacar su cipote de mi interior se dejó caer de lado manteniéndome abrazada contra él, ambos nos besábamos y acariciábamos mutuamente, con un tremendo amor, realmente NOS AMÁBAMOS como madre e hijo llevado a lo superlativo… Como Amantes, Como Esposos, COMO TODO. El intercambio de saliva de boca a boca no cesaba, la palma de su mano acariciaba mi fina vellosidad púbica y con punta de los dedos me frotaba el clítoris… mi chico metía y sacaba su gran polla de mi caliente vagina mojándolos con mis flujos íntimos, yo seguía aferrada a su hermoso cuerpo fibroso, tenso y musculado, buscando palpar cada centímetro de su dermis hasta llegar a acariciar sus enormes huevones. Bajando su rostro me empezó a besar y chupar mis tetas, mis deseos por probar su ricura eran irrefrenables…ansiaba ser llenada de lefa, pero él la desencajó de mi estuche y así me separé un poco…, inclinándome quedaron mis labios en la cabeza de su sabroso mostrenco viril, se la empecé a besuquear solo con los labios y darle pequeños lengüetazos tomando mis propios flujos. Mi hijo con una mano seguía friccionándome las tetas y la otra la recorrió por mi cadera hasta posesionarla en mis nalgas acariciándolas y metía sus dedos entre ellas para tocarme el culito y follarme con ellos la vagina.

Con sus dedos lubricados con mis jugos comenzó a meterlos en mi anillo, haciendo movimientos de meter y sacar. Sentía que el orgasmo me llegaría en cualquier momento, me metí la cabeza de su hombría en la boca succionándola con ansiedad, poco a poco la iba metiendo un poco más, sentía que ya me llegaba a la garganta y por el grosor de caramelo no podía metérmelo todo, le mamaba su vergazo y de vez en cuando me la sacaba de la boca para lamerle todo el tronco hasta los huevos que besaba con extrema excitación y luego de regreso para seguirle chupando la verga y así varias veces, pero no quiso dármelo en la boca. 

Tras la buena mamada me la volvió a meter en mi charca candente…esta vez de un solo envión me hizo notar sus pelotas al golpear en mi coño ¡Todo un animal! Me atravesó sin raciocinio como si fuese su yegua. Continuamos follando con una mayor cadencia, follábamos sin medida sacándome gritos a cada embolado…el muy cabrón me hacía notar cada pollazo al fondo de mi útero, aumentó su ritmo al mismo tiempo que se desataba mi orgasmo, el suyo se encontraba en ciernes…el mío acaba de llegar en placenteras contracciones de mi vulva e instantes después sentí como mi vagina se expandía por la salida de su leche…, me llenaba con el esperma de mi hijo que se estaba "corriendo" dentro…los lechazos eran tremendos, los percibía al mismo tiempo que el palpitar de su corazón en esa barra de carne. Mi coño se tragaba su abundante semen, saboreando su boca a la misma vez, hasta que su ricura dejo de eyacular y aun así seguí chupándole todo el badajo con la vagina, llegando a perder casi toda la erección.

Pasaron unas tres semanas en las cuales aprovechábamos cualquier momento propicio para hacer el amor, una tarde contactaron con mi esposo para hacer un viaje a Barcelona por lo cual tendría que salir al siguiente día muy temprano. Justo antes de salir de casa…

– Cariño, tengo que salir hacia Barcelona y estaré fuera unos tres o cuatro días. Por mí no había ningún problema teniendo a Adolfo. Dirigiéndose a mi hijo… Hijo, voy a estar algunos días fuera por lo cual quiero que cuides de las dos como si fuese yo mismo y a los niños….

– No te preocupes papá puedes estar seguro que a mamá no le faltará de nada, intentaré por todos los medios que no note tu ausencia, márchate tranquilo y conduce con prudencia ¿Vale?

– Muy bien hijo, es formidable tener a una persona de confianza en casa, me marcho tranquilo sabiendo que ya tengo a un hombre en casa. Nos abrazó a ambos, le acompañé hasta el exterior y allí nos besamos apasionadamente...

– Conduce con cuidado cariño y no tengas prisa en regresar.

Eran las seis de la mañana, cuando regresé a mi habitación y me encuentro a Ado en mi cama… – Hijo, esto es una imprudencia, ahora no podemos permitírnoslo, por cualquier circunstancia podría regresar tú padre y...

– Tienes razón mamá, apesadumbrado regresó a su habitación… lo vi con un enorme dolor de corazón.

– No seas impaciente, tenemos cuatro días por delante para nosotros solos. Dije antes de desaparecer.

Regresó a su habitación y se quedó profundamente dormido muy rápido afortunadamente. Era mediodía cuando entro en su cuarto, se despertó de pronto como con una sensación extraña, al abrir los ojos me vio sentada a su lado con mi mano acariciando delicadamente su polla, su sonrisa era encantadora, alargó sus manos y me recostó contra él, solo tenía puesta un ligero camisón de dormir, su mano comenzó a acariciar mi cuidado coñito... vivíamos en una luna de miel inesperada.

– No lo pienses cariño, ahora es muy tarde y tengo que hacer la comida.

– Hoy comemos fuera mamá, no te preocupes y disfruta del momento.

Dicho eso se situó sobre mí y me la insertó con delicadeza, hicimos el amor muy suavemente, saboreando cada centímetro de piel…, le pedí cambio de posición y me situé sobre él, abarcó mis flamantes tetas con sus amplias manos… su boca pasaba alternativamente de uno al otro pezón sin descaso, las sensaciones que sentía eran maravillosas. Me excitó y comencé a mover mis caderas imprimiendo un ritmo enloquecedor acompañado a una succión de su falo con mis músculos vaginales que lo ponían loco…,más que follar parecía que le estaba chupando la polla con mi coño violándolo. Pronto noté que estaba a punto de evacuar todo su contenido seminal dentro de mi coño…entonces comenzó a acelerar sus movimientos sincronizándolos con mis vaivenes, me cogió uno de sus pezones con su boca, colocó sus manos sobre mis nalgas y la presionó fuertemente y yo le imité atrayéndolo hacia mi más profundo conducto uterino, ¡La penetración fue total! y ahí nos corrimos los dos desaforadamente entre gritos y gemidos de placer…percibí cada uno de sus aldabonazos de leche golpear contra mis paredes acumulándose en mi cubículo engendrador, el mismo lugar que me llenaron cuando fui fecundada de él, aquello era simplemente exorcizante despojándome de todos los pesados prejuicios que nos han inculcado desde niños. Resistí con su badajo enterrado unos minutos, y pasado el tiempo le miré amorosamente… 

– ¿Qué te parece si ahora nos duchamos y salimos a comer por ahí? No me apetece cocinar.

– Me parece muy bien mamá.

Nos duchamos, vestimos y nos dirigimos todos a un buen restaurante donde comimos maravillosamente bien, después de comer le rogué regresar a casa, estaba cansada y tenía sueño. Nuestra casa es unifamiliar, tiene un muro de cierre de tres metros de alto y un jardín bastante frondoso, en el centro del mismo hay una pequeña piscina. El calor que hacía era infernal, estábamos en pleno mes de Agosto, decidimos ponernos los bañadores y tumbarnos en el jardín al lado de la piscina, en cuanto me tumbé de inmediato me quedé dormida, pasaría una media hora o poco más cuando despertó mi hijo… a su lado estaba mamá, solo tenía puestas unas pequeñas braguitas, dormía plácidamente, se quedó arrobado mirándome mis tetas que le volvían loco, tan grandes y erguidas, aun acostada se mantenían firmes con los pezones rosaditos y del tamaño de una pequeña aceituna rodeados de una aureola color marrón oscuro de unos cuatro centímetros de diámetro…, mi cinturita estrecha, mis espléndidas caderas, la braguita que dejaba entrever mi monte de Venus apropósito, sí una abultada vagina carnosa adornada con mis  muslos y piernas maravillosas contorneadas. Al contemplar todo ese conjunto su polla comenzó a crecer de una forma desmesurada, sin pensarlo dos veces se quitó el bañador, comenzó por acariciar mis hermosas tetas muy suavemente, metió uno de mis pezones en su boca y lo lamió con delicadeza, los dos se me pusieron duros como piedras pero yo seguí fingiendo dormir (La noche anterior no había pegado ojo) Con la punta de los dedos acariciaba mi monte de Venus sobre la braguita…

– ¡Que pelitos más suaves! 

Con mucho cuidado fue bajando mis braguitas, procurando no despertarme, en cuanto consiguió  quitármelas totalmente separó ligeramente mis piernas y se dedicó a explorar delicadamente la grieta materna que comenzaba a humedecerse. Con la punta del dedo tocó ligeramente el clítoris y di un respingo pero seguí como durmiendo…, bajó entonces su boca sobre aquel chochito que le dio la luz y muy suavemente comenzó a pasar su lengua a lo largo y ancho de aquella raja materna mientras su mano izquierda seguía acariciando mis flamantes ubres. No lo pude resistir, tanto placer me provocó emitir pequeños gemidos y de cuando en cuando movía las caderas como acomodando más el chochito a su boca buscándolo. Cuando sus labios atraparon entre ellos el clítoris me desperté, en principio muy desconcertada pero enseguida me giré formando un perfecto 69, atrapé con mis manos y boca su rabo iniciando una mamada sensacional, en unos minutos ambos nos corrimos como animales… continué chupando y acariciando su polla impidiendo que se bajara. Luego se situó entre mis piernas, apuntó su gran polla a la entrada de mi vagina y en un solo pollazo, me la clavó hasta el fondo sin compasión ni medida. Me encantó su impulso, tanto que le crucé mis piernas sobre su espalda atrapándolo e iniciamos una follada sin prisa, ambos queríamos disfrutar de la penetración a tope, casi no nos movíamos, de pronto... Escuchamos un potente grito seguido de una especie de estertor, Lilia había salido de casa al jardín de improviso, nosotros estábamos tan concentrados en lo nuestro que no nos enteramos de su llegada…

– ¿¡No pensabais invitarme a la fiesta…!? 

Sin pensarlo mucho y tras varios días en el dique seco, mi hija se nos unió a la gran follada formando una orgía bestial.

Cuando comenzó a trabajar en una gran empresa, presentó a su hermana Lilia como a su esposa, de hecho prácticamente lo eran, todo lo que hacíamos en casa lo hacíamos como marido y mujer indistintamente con intercambios de pareja constantemente… Sus compañeros con bastante envidia le preguntaban que como se las había apañado para ligarse a semejante bombón ¡Si les contara! Así que una vez liberados de los tabúes, los pudores y los celos entre nosotros, montamos dos habitaciones de matrimonio y otra para despistar a las visitas. En ambas camas gobernábamos las hembras y solo admitíamos a los machos que se alternaban según les placiera de manera arbitraria, por tanto éramos llenadas por ambos sin medida ni control. Pero aquella tarde con mis hijos no acabó tan rápido hasta agotar las gónadas del único macho disponible… A ese ritmo de folladas indiscriminadas acabaríamos preñadas, como así ocurrió en mi caso.


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Gozando con mis hijos a finales de ese verano, un sábado, como a las ocho de la mañana llegó mi hija a casa, y como yo estaba todavía acostada, se metió en la cama conmigo, como tantas veces hacía. Le extrañó que no estuviera con ninguno de mis follamigos…le dije que se había ido muy temprano a pescar al mar en un buque de bajura de un amigo, y regresarían al día siguiente, domingo, por la tarde. Me dijo que venía muy caliente, que esa noche había deseado que la follase su hermano. 

A continuación me dijo… – Mami, estoy pensando que, como estarás sola hasta mañana por la tarde, mi hermano y yo te hagamos compañía.

Me pareció muy bien. Pero ella iba con otros pensamientos y me dijo que los invitara al mismo hostal donde su hermano y ella solían quedare hicieron el amor por primera vez. Quedé pensativa, por si a mi hijo no le parecía bien la idea y ella, que es muy impaciente fue a su cuarto para decirle que mamá estaba sola y nos invitaba ese día y la noche. También le dijo que se preparase por si salíamos esa noche de fiesta. Al rato, cuando se levantó mi hijo, ya estábamos nosotras preparadas. Emprendimos la marcha. Conducía Alesi, mi hijo y Martina iba delante con él. Yo me recosté en el asiento trasero. Cuando llegamos a la zona del puerto, nos fuimos directamente a un restaurante argentino y allí, después de unos aperitivos, dimos buena cuenta de unos ricos chuletones de ternera a la brasa y dos botellas de Rioja. Más tarde nos fuimos a una terraza del Paseo Marítimo a tomarnos el café y unas copas. Mi hija, que estaba impaciente, le dijo a su hermano…

– Oye Alesi, ¿por qué no te acercas hasta el hostal donde estuvimos y procura conseguir la misma suite? Mi hijo se sonrojó y ella tomándolo de la mano y dándole un beso en la mejilla, le dijo…– No seas tontín, mamá lo sabe todo.

Ante la indecisión de mi hijo, intervine yo y le dije que sí, que fuera al hostal. Después, cuando mi hijo se había marchado, reprendí a mi hija por tener tan poco tacto. Casi un cuarto de  hora después apareció mi hijo, venía muy alegre y nos dijo que había conseguido la misma suite. Martina se levantó con un grito de alegría, lo abrazó y le plantó un beso en la boca, que pilló a su hermano desprevenido. Mi hijo se sentó y tomó una copa con nosotras y mi hija propuso que nos fuéramos a visitar algunas boutiques, por si encontrábamos algo bonito. Yo estuve de acuerdo, pero Alesi optó por irse a la piscina del hostal. Aproximadamente a las nueve de la noche, regresamos al hostal y no estaba Alesi, lo llamamos a su móvil y nos dijo que estaba en un chiringuito enfrente, junto a la playa. Soltamos todo lo comprado y nos fuimos con él. Allí mismo cenamos, a base de mariscos y pescados y mi hija no paraba de llenarnos las copas de vino, tan pronto veía que se vaciaba alguna. Subimos después a la habitación para ducharnos y cambiarnos de ropa y antes de las doce de la noche, estábamos en un pub de moda. Una vez instalados en la mesa, mi hijo me tomó de la mano y me llevó a la pista a bailar. Alesi baila muy bien y me encanta bailar con él. Al poco vimos que Martina bailaba con un tipo, iban muy juntos, restregando sus cuerpos. Al poco el tipo aquel le pasaba una mano por el culo y con la otra le masajeaba las tetas. Esto no le gustó a Alesi. Nos fuimos a la mesa y notaba que Alesi se ponía nervioso, por culpa de su hermana y aquel tipo. Al mirar mi hija hacia nosotros, le hice señas con la mano, para que viniera a la mesa. No quería y Alesi se levantó y tomándola de la mano se la trajo. Ella protestó y dijo que quería seguir bailando y fue su hermano quien la sacó a bailar.

Estaba claro que Martina andaba provocando a su hermano. Al quedarme sola, algunos hombres se me acercaron invitándome a bailar, yo no aceptaba, porque no me gustaban, hasta que llegó uno que me agradó y sí acepté. Era guapo, de unos 35 años y elegante. Me dijo llamarse Juan y olía muy bien. Durante el baile, fuimos acercando más nuestros cuerpos, mi espalda desnuda era recorrida por sus manos y pronto, con la punta de su lengua andaba por mi oreja susurrándome lo guapa que era…, después el cuello hasta acabar directamente a mi boca. Recibí su lengua junto a la mía… ¡Uuuummmm qué bien besaba Juan…! Seguíamos besándonos y tocándonos, yo estaba súper caliente, no se me iba del pensamiento lo que se proponía mi hija con su hermano. Juan, al notar mi calentura, tomándome de la mano, me sacó del local. Antes miré hacia mis hijos y los vi que seguían bailando, ahora reían, los vi muy animados y muy pegaditos. Salimos y nos fuimos hacia el aparcamiento, donde había menos luz. Sacó su hermosísima polla y yo me agaché para hacerle una rica mamada…¡Uuuuummm! Después de un rato chupándosela, no quiso correrse en mi boca, prefirió levantarme y, mientras él se bajaba los pantalones, yo me quité mis braguitas, que se las puse en un bolsillo y me subí el vestido hasta la cintura. De su cartera sacó un preservativo y antes de abrirlo…

– No creo que lo necesitas conmigo… ¡Me gustaría sentir su verga a pelo! 

Plasmó una sonrisa en su varonil cara, pero que prefería con condón. El chico encantado de mis deseos de inseminarme, pero ni tonto ni perezoso se puso el profiláctico…no debió de ver en mí  alguien fiable. Una vez enfundada su polla, recosté mi espalda sobre el lateral de un coche y él me levantó una pierna, al mismo tiempo que acercaba su polla a mi coño. ¡Ummmm!, encontró la bocana de mi chocho muy rápido y me fue entrando aquella polla colosal, durísima, caliente y palpitante. Yo me agarré a su cuello y me acompasé a su mete y saca glorioso calando poco a poco su tramo hasta la raíz…lo notaba con experiencia como a mí gusta para sacarme uno o dos orgasmos. La follada fue cogiendo ritmo, Juan resoplaba de placer y yo ahogaba mis gritos, para no llamar la atención. Entonces me di cuenta que, en el coche que había a sus espaldas, un chico nos observaba, mientras su pareja se la estaba chupando. Juan no se había dado cuenta, pero la mirada de aquel joven me calentaba aún más y mi primer orgasmo llegó enseguida. Mi semental seguía arremetiendo, me llegaba hasta lo más profundo de mi vagina y me estaba llevando al éxtasis. El morbo que nos unía en aquella follada furtiva, con la miraba fija y admirada de aquel joven tras el cristal, me llevó a un segundo orgasmo extremo, convulsionaba muy puta haciendo de mi coño una boca succionadora sobre esa gran polla durísima…de pronto la clavó tres veces seguidas a fondo con un rugido animalesco mientras él también se corría en una última convulsión mía, comenzó a deslechase en largos y fieros chorros de semen en lo hondo de mi coño, con la salvedad que la bolsita del condón almacenó todo su lefa, sin que mi chocho lo probase.

Mis brazos cayeron temblorosos, mis piernas no me sostenían y gracias a Juan que me sujetó, no caí redonda al suelo al tiempo que eyaculaba los últimos chorros de su néctar recién fabricado de sus bolas. Tardé un rato en reponerme, mientras Juan me tenía abrazada para sostenerme. Desenganchados y antes de irnos mientras Juan se sacaba la funda repleta de leche, me acerqué al otro coche, le hice señas al joven para que bajara el cristal y le di un ligero beso en la boca. Cuando llegamos a la mesa, le dije a Juan que me dejara sola, necesitaba terminar de recuperarme y, de un solo trago, me bebí una de las copas. Busqué a mis hijos con la vista. Seguían bailando muy juntos y… sorpresa…se estaban morreando de lo lindo. 

Me dio alegría verlos tan felices y comprendí que mi hija ya estaba consiguiendo su objetivo, de seducir a su hermano una vez más. Cuando me vieron en la mesa, se acercaron y me dijeron que querían irse al hostal. Acepté enseguida…. Cuando entramos en la suite, no tardamos ni un minuto en estar los tres desnudos. Primero mi hija se abrazó a su hermano y se dieron un largo beso en la boca. Después bajó y mientras se tragaba su polla, con una mano le masajeaba los huevos y con la otra le acariciaba las nalgas. Lo empujó después a la cama y lo tumbó boca arriba. Ella se subió a él y mirándolo a la cara, fue bajando e introduciendo la dura polla de su hermano en su joven y mojado coñito. Alesi, con una cara de felicidad indescriptible, la recibía alborozado y empezó a embestir hacia arriba. Yo fui al bidet a lavarme el desastre de flujo que escurría por mi coño. Al volver, veo que mi hija cabalgaba sobre la polla de su hermano. Sus tetas se bamboleaban con los empujes y el vaivén de su cuerpo, se les escapaba a Alesi de las manos.

Me acerqué a besarlos y mi hijo me pidió que me colocara sobre su cara. Yo me fui agachando, abrazada a mi hija y le puse el coño en la boca a Alesi, que empezó a comérmelo con ansia, con lujuria…aún debía de rezumar algo de flujo del orgasmo provocado por mi amante ocasional. Sinceramente no sé si le gustaba a mi hijo beberse esa baba chorreante, pero no le dije el motivo real por lo que lo tenía así, temiendo el rechazo, con las ganas que tenía de tener otro orgasmo esa misma noche o dos…reconozco que soy muy PUTA, y ahora una pervertida de mis hijos, pues no perdí la oportunidad de tener a mi hija enfrente…, nos besábamos las bocas y nos masajeábamos las tetas, envueltas en una sensualidad sin trabas. Mi hija reía y lloraba de alegría, babeaba sin control sobre mis tetas y yo era la madre más feliz del mundo, gozando con ellos. Mi hija parecía volverse loca, gritaba, se agitaba, rebotaba sobre el cuerpo de su hermano aplastando su vulva contra los huevazos de mi hijo… se agarraba a mí, arañándome la espalda y me decía, con voz cortada… 

– Mami, qué feliz soy ¡Umm! Qué bien me folla Alesi ¿¡No crees que folla de maravilla mamá!?  ¡Me da tanto amor!

No le contesté, solo la atraje y le di un beso de tornillo para que no se recuperase en minutos, entre tanto mi hijo agarrado mis nalgas, no paraba de darme placer con su lengua en mi coño ensañándose en mi clítoris, espigado y duro. Es una pepita enorme de la que estoy cada día más orgullosa y satisfecha por lo bien que cae entre mis amantes. De pronto mi hija se agarró a mí con fuerza, se quedó quieta, su cuerpo se estremecía con estertores, estaba viviendo un orgasmo desconocido para ella, se encorvó rígida, con los ojos en blanco. Mi hijo continuó dándole verga a su coñito un minuto más hasta que rugió al correrse y llenar todo el interior de su hermana… veía como la apuñalaba con fuertes metidas desde el glande hasta los huevos enterrando todo el estoque en la rajita de mi niña. Cuando acabó de vaciar sus tremendos huevos, tumbé a mi hija hacia un lado, para que no aplastáramos a Alesi y la acariciaba para tranquilizarla. Ella se encogía sobre sí misma, en posición fetal, su cuerpo era recorrido por jadeos incontrolados. La acogí en mis brazos y la acunaba, como cuando era niña y, aunque tardó bastante poco a poco fue volviendo a la normalidad, su respiración se estaba normalizando y le acerqué un vaso de agua a sus labios. Ella la bebió con ansiedad. Su cara, toda mojada de sus propias lágrimas y sudores, se la fui limpiando con una toalla, que me acercó mi hijo. 

Cuando ya estaba totalmente calmada, el cansancio y la emoción pudieron con ella y se durmió en mis brazos. La llevamos a la otra cama y yo fui a lavarme. Al salir del aseo, mi hijo había preparado dos copas y me dio una. Después nos tumbamos en la cama, uno al lado del otro y me preguntó dónde estuve cuando salí del pub. Le dije la verdad, que había estado en el aparcamiento, follando con un tío bien dotado que me folló como a una puta. Sele despertaron los celos y se subió encima de mí. Con ambas manos me sostuvo la cabeza, posándose sobre mi cuerpo amortiguado por las grandes tetas que Dios me ha otorgado para alimentar a mis hijos, y dar placer mis amantes. De un solo gesto mecánico, me abrió las piernas con sus rodillas y me trabó con ganas de poseerme con rabia. Me dio gusto extremo haberlo apasionado y pasé mis piernas tras su culo, dispuesta como una puta zorra entregada a una follada a lo grande, como a mí me gusta las veces que me siento la más zorra del planeta, con furia, con total entrega al placer, con el deseo de llegar al límite…con un macho de dotación impresionante que rara vez encuentras en la vida. Lo provoqué con palabrotas soeces y calenturientas… le decía lo cabrón y cornudo que era y que me inundase de leche lo que el otro no había querido rellenar.

– ¡Vamos Hijo de la Gran Puta, fóllame de verdad!, ¡Fóllame como todo un hombre, no hagas que me vaya con otro macho! 

– ¿Ese tipo se ha corrido dentro de tí?
 
– De ninguna manera... solo Tú sí tienes derecho a correrte dentro de la Puta de tu madre…

Me follaba con calentura y ferocidad, como si quisiera atravesarme con su tiesa polla y yo seguía provocándolo con lascivia y lujuria. El gruñía, sudaba y mascullaba palabras ininteligibles y a veces, me decía…

– Ya te enseñaré yo a ti no ser tan golfa… so PUTA. ¡Toma polla y no andes buscándolas por ahí! ¡¿Cuántas pollas necesita tu coño?!

Yo estaba que deliraba de placer lujurioso, mis orgasmos me estremecían hasta la última fibra de mí ser y mi hijo me galopaba empotrándome como a una furcia rastrera, demostrando a su hembra la dureza del majestuoso falo erecto y venoso que se gasta excitado por mis malos actos. No tardó mucho tiempo en correrse, en medio de otro de mis orgasmos…, sus hermosos cojones aún albergaban una buena dosis de leche que eyaculó sin compasión llenándome el fondo vaginal con su miel deliciosa y caliente, por segunda vez esa misma noche… 

Cuando desperté, ya un poco avanzada la mañana, vi en la otra cama a Alesi y Martina gozando un sensual 69 y me sentí feliz, muy feliz, la madre más feliz del mundo. Ver  a mis gozando y amándose, era para mí una dicha inmensa…follar sin pudor con su madre al lado aparándolos, es bastante morboso por ambas partes entre madre e hijos. Sobre una mesa vi los desayunos. Me fui al jacuzzi a relajarme y allí permanecí un buen rato. Cuando regresé, Martina estaba boca abajo, con la cara en la almohada y su culito muy en alto. Alesi la poseía desde atrás usándola lentamente, deleitándose con cada embolada en el coñito de su hermana, extrayendo su rabo casi al límite de extraer el glande y vuelta a las profundidades golpeando con sus testículos en el coño de Martina. Ella runruneaba como una gatita cuando la acarician exprimiendo todo el sabor de una follada tranquila mañanera para empezar el día saludable con el útero lleno de semen. Me miró y me guiño un ojo, en señal de feliz complicidad. Yo le sonreí, más feliz todavía. Entonces Martina le dijo a su hermano…

– Alesi, mi culito lo he reservado virgen para ti ¿lo quieres tú ahora?

Mi hijo se quedó pensativo…– Me gustaría ahora mismo disfrutar tu culito ¿cómo no?, pero le debes de dar algo a tu esposo, cuando lo tengas. Sé que será un tipo generoso y bueno contigo…, así que, prefiero que ese regalo sea para él.

Me emocioné al oírle decir eso a mi hijo, me fui junto a ellos y nos fundimos los tres en un abrazo de amor tierno, ese amor tan auténtico, que une a mi familia. En ese momento hubiera dado hasta la vida, por tal de que ese esposo que nunca tuve y tanta falta me hizo para criar a mis hijos hubiera estado allí con nosotros, unidos en el mismo abrazo, en la misma felicidad que nos inundaba. Y me hice la promesa de conseguir, cuanto antes, esa unión de los cuatro con mi hermano, que con su hijo seríamos cinco, aunque solo fuera el padre de mi hijo. Bien es sabido que nunca sabré la paternidad de mi hija entre los cuatro o cinco tíos que me inseminaron en aquella orgía, más si eran y siempre serán unos desconocidos con los que me topé aquella noche salvaje en el candor de las fiestas del pueblo…. 

Después desayuné, me puse el bikini y me llevé una bolsa con la toalla y otras cosas, les dije que me iba a la piscina. Los dejé desfogándose en la cama, amándose liberando testosterona y feromonas a raudales, disfrutando de sus jóvenes cuerpos. Estuve un rato nadando y después me fui a una mesa de la terraza a tomar un Martini rojo. Mi pensamiento estaba arriba, en la suite, donde mis hijos estaban gozando felizmente de su sexo joven y ardiente. Yo me sentía caliente, mojada, mi mirada vagaba por encima de la piscina, de las pistas de tenis de al lado, pero no miraba nada en particular. Después de la primera copa. Me fijé en las pistas de tenis. En la más cercana jugaban dos hombres, como de treinta años, muy guapos, muy buenos tipos y tan parecidos que, bueno, después supe que eran gemelos.

En la otra pista había una joven sola, entreteniéndose, como esperando a alguien. Me acerqué y le pregunté si esperaba a alguien o si podríamos jugar un rato. Me dijo que estaba esperando a que alguien la acompañara. Me fui al vestuario a cambiarme. Bajo la faldita corta, me puse un tanguita minúsculo y bajo la camiseta de tirantes, nada, mis tetas libres. A los pocos minutos de estar dándole raquetazos a la pelota, los gemelos se dieron cuenta de mis nalgas al aire, jajaja. Yo me agachaba con toda intención, dándoles la espalda, mostrándoles mi culazo. Dejaron de jugar y se acercaron a la tela metálica de separación de ambas pistas. Después de un rato observándonos, nos propusieron a las dos comer con ellos, yo acepté, pero la otra chica no, porque decía que tenía que regresar a su casa. Fuimos a las duchas y después nos encontramos en una mesa, en la terraza. Ya no estaba la otra chica…. 

Mientras nos tomábamos unos aperitivos, supe que se hospedaban en el mismo hostal, eran hermanos gemelos, italianos y que estaban allí de vacaciones. Se llamaban Mario y Giuliano. Eran muy simpáticos, me reía mucho con ellos durante la comida y los observaba como hombres. Me gustaban y me estaba calentando pensar cómo serían en la cama. Tras los cafés, fue Giuliano el que me propuso subir con ellos, a tomar unas copas a su habitación. Por supuesto, acepté. Una vez cerrada la puerta de la habitación, Mario se puso a preparar unas copas y Giuliano me abrazó y empezamos a morrearnos. Con sus manos en mi espalda, me soltó la cinta del sujetador del bikini, dejando mis tetas al aire. Atrapó una con la boca y me succionaba el pezón, mientras masajeaba la otra. Mario, que ya se había desnudado, desde atrás me bajó el tanga del bikini y se agachó, para besarme las nalgas y sobarlas a su antojo y metía sus dedos por entre mis piernas hasta mi humedad. ¡Uuuummmmm me estaban volviendo loca estos gemelos!

Giuliano me fue empujando hasta la cama y me tendió boca arriba, tomó mis pies con sus manos y me lamía los dedos, cosa que me encanta. Mario se vino a mi cara y nos besábamos, después bajó con su lengua a mis tetas y me chupaba una y la otra, sin parar de sobármelas con sus manos. Giuliano siguió besando mis pies, subió con su lengua por mis piernas y, levantándome una, me pasaba la punta de su lengua por el interior de mi muslo, después hizo lo mismo con la otra, hasta que acercó su boca a mi coño, apartó con los dedos los labios vaginales y enterró su lengua, dándome un masaje riquísimo en mi zona rosada ardiente, metiendo su lengua entera follándome lenguaraz… después lamió todo mi raja llegando al botón del placer, por esos momentos debía de tener una erección considerable… comenzó dándome golpecitos con la punta sobre mi clítoris. ¡¡Uummmm!! Mario se había subido sobre mi cintura, con su dura polla resbalando entre mis tetas, que yo, con mis manos, las apreté una contra la otra para darle más gusto haciéndole una rica cubana con mis ubres…cuando asomaba, le daba un lametón a su capullo. Después Giuliano apartó a su hermano y me sentó al borde de la cama y él, de pie ante mí, puso su polla en mi boca. 

Su hermano lo imitó. Las dos pollas querían entrar en mi boca, agarré a Mario de la verga y lo acerqué a mí, yo seguía sentada y él de pie, a mi lado. Se la empecé a chupar y con una mano, le sobaba los huevos y con la otra, le acariciaba las nalgas. Cuando la tenía bien dura, me lo llevé a la cama, lo tumbé boca arriba y yo me subí sobre él, con mis manos en sus hombros y su polla bien adentro de mi vagina. Lo cabalgaba lentamente, saboreando el placer de sentir su gorda polla entrar y salir de mi succionadora vagina. Giuliano se acercó por detrás y empezó con su lengua, primero a lamerme el culo, después introduciéndola por mi ojete y, a continuación, metiendo dos dedos. Al poco, fue su polla la que entraba por mi culo, hasta que sus huevos chocaron en mis nalgas. Se acompasaron en un mete y saca sin prisas, deleitándose en cada embolada y yo, como una diosa del amor, en medio de ellos, gozando aquellas dos gloriosas pollas en mi interior que solo las separaba una mínima distancia dentro de mí, porque fuera sus huevos se chocaban cuando no daban con mi coño o culo. Pero mi cuerpo empezó a excitarse y les pedí que me dieran fuerte, muy adentro, animándolos con palabrotas.

Giuliano rebotaba furioso sobre mi culo y Mario me incrustaba su polla hasta lo más hondo de mi ser, agarrado a mis tetas. Yo les pedía más, más…cabrones de mierda…más fuerte, más, y mi cuerpo se convulsionaba de orgasmo en orgasmo. Les chillaba loca, poseída de lujuria, incontrolada y lasciva. Arañaba a Mario en el pecho, en los hombros…y, en mi descontrol, le di algunas bofetadas, para que me follara fuerte, duro y penetrante hasta el mismo útero. Lo puse furioso, arqueaba su cuerpo tensando todos sus músculos, y me la metía con mucho ímpetu hasta el útero. Giuliano, entre arremetida y arremetida, me golpeaba los cachetes del culo, hasta enrojecerlos. Mi cuerpo empezó a vibrar, a temblar con fuertes convulsiones casi epilépticos. Un gran orgasmo me estaba invadiendo desde los pies hasta la cabeza y me descontrolé del todo. Me corrí sobre Mario en un squirt tremendo… yo reía histérica y lloraba y gemía….ni me di cuenta que ellos se habían corrido, bueno…quizás porque las sensaciones eran tan diversas que percibir sus lechazos con era difícil, quizás por el descontrol que yo tenía. 

Cuando se apartó Giuliano de mí, yo me tumbé en la cama, deshecha, rebosante de placer, agotada y feliz… fue cuando noté el reguero de semen salir por mi coño u otro por mi ano haciéndome un desastre mayor que mi anterior amante, ahora por partida doble… Así me dormí un rato. Cuando desperté, ellos estaban sentados, en la terraza tomándose un Gin Tónic. Vi que eran cerca de las seis de la tarde. Me duché rápida y me despedí de los gemelos, dándoles las gracias por el placer que me habían regalado. Me fui enseguida y, en la suite, encontré a Martina y Alesi que, desnudos, seguían en la cama, abrazados y besándose. Les metí prisa para que se ducharan y emprendimos la marcha a casa. Por el camino nos fuimos contando nuestras… «Travesuras»…, jajaja. Cuando llegamos, ellos se fueron cada uno a su cuarto, y yo me metí en el jacuzzi a relajarme un poco. Aproximadamente a las 21:20 de la noche llegaron mis hijos para ver qué hacíamos esa noche. Poco después nos fuimos a cenar a un chiringuito cercano y, por supuesto, esa noche la pasamos los tres juntos, follando a placer, hasta la madrugada.


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Habían pasado seis meses sin ver a Natalia cuando aparece con su hija en el establecimiento, me quedé sorprendida al verlas en un estado tan avanzado de gestación como era el mío. Para la mayoría de las mujeres la decisión de tener un bebé les da un nuevo sentido a la vida. Si estás entusiasmada con tu embarazo y tus hormonas te producen pocas molestias seguramente te sentirás más feliz que en toda tu vida, y así nos hallábamos las tres, que considerábamos quedar preñadas es una consecuencia natural de nuestra condición de hembras nacidas para follar y engendrar todos los hijos que nos hicieran. En tales circunstancias buscas el arropamientos de la gente que te quiere bien, por eso nos sentíamos más cerca de las amigas y familiares que tienen hijos, esperando seguir con las tradiciones familiares lejos de las miradas que se extrañan que deseemos las relaciones incestuosas antes que otras, sin embargo en mi caso combino todo tipo de encuentros dentro y fuera de mi familia formando otras nuevos idilios que implementen los hogareños. Pero no olvidemos que para la hembra, la preñez también es una época de crisis, muchas mujeres experimentan Cambios Emocionales en las primeras semanas de gestación, cuando se están produciendo enormes cambios físicos y emocionales. Se necesita tiempo para adaptarse al hecho de tener un bebé, especialmente si no ha sido esperado o deseado, máxime si no se conoce al progenitor macho, y te ves sola y preñada.







Entonces comienza a preocuparte el hecho de perder tu libertad de movilidad y de practicar sexo en la misma medida, no poder ejercer tu profesión, depender de tu pareja o simplemente tener que enfrentarte a la responsabilidad de ser madre, por ese motivo me apoyé como nunca en mis hijos, dejando que mi Alesi continuara dándome lo mío follándome aun estando bien preñada de 28 semanas, me reconfortaba sentirme desea por mi hombre y mimada por mi nena, pero el apoyo de Natalia y Lilia acompañándome en mi preñez no tenía precio por compartiríamos experiencias día a día hasta el parto y más allá. Para la pequeña Lilia era lo mejor que le pudiera pasar, que dos veteranas como su madre y yo estuviéramos igual de preñadas para transmitirle confianza cariño, alejando todas esas preocupaciones e exigencias físicas que conlleva estar panzona, que tu bebé se vea afectado por una enfermedad o tener un hijo con problemas… todas estábamos en las mismas condiciones, porque habíamos sido preñadas dentro del entorno familiar y por tanto nuestras panzas eran el resultado de practicar incesto. 

Al ir al unísono desmantelamos, la idea que a las madre primerizas les viene a la mente de manera constante de ser o no buena madre, ser capaz de cuidar a tu hijo día tras día y si tu pareja realmente te ayudará. Esos períodos de transformación pueden producir ansiedad y nerviosismo y para eso estamos las madres veteranas despojando todos y cada uno de los interrogantes durante el Embarazo. Pero siempre hay que recordar que el cuerpo de una hembra está hecho para atraer al macho mejor dotado, sumirse al castigo divino de ser folladas cuantas veces desee desahogarse nuestro semental satisfaciendo nuestra libido sin contenciones, para tener como final estelar ser preñada y engendrar para expandir la especie humana con los mejores genes de esos sementales bien dotados…, por ello nunca debemos reprimir los deseos de contener toda la esencia de la hombría del macho dentro de nosotras… él sabe perfectamente lo qué tiene que hacer. Además las mujeres han sido diseñadas por la naturaleza para tener hijos... desde la antigüedad siempre lo han hecho muy bien, preñándonos cuantas más veces mejor… esta debían de ser la razones que a pocas semanas de dar a luz a mi hija Cloe, mi hija mayor deseaba con todas sus ganas ser preñada por su hermano y le hiciera otro bebé tan encantador como el mío.


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