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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Vacaciones en el Concejo de Navia. 3º corte

 Una amiga curiosa

 

Al día siguiente me desperté al poco de salir el sol, aunque no se veía por las nubes que se habían creado.

Cuando bajé a la cocina mi tía ya tenía sobre la mesa un suculento bollo de moras.

     ¡Hola sobrino! ¡¿Qué tal has dormido?!

Me dijo con su media sonrisa cínica.

     ¡Fenomenal tía! Estoy descansado y con ganas...

Contesté acercándome hasta ella para darle un tierno beso en los labios.

Como el día anterior, se había maquillado un poco y lucía una bata corta muy floreada con un generoso escote.

     ¡Estás guapísima! Le dije cogiéndola de las manos y mirándola de arriba abajo.

     ¡Gracias cielo! No me suelen decir esos piropos muy a menudo, jaja! Prueba el bollo que he hecho, a ver si te gusta.

     ¡Está buenísimo tía! ¿Qué lleva?

     Es una receta secreta que no puedo desvelar!

A los pocos minutos sonó la bocina de un coche.

     ¿Debe ser Marta! Comentó mi tía.

     ¡Hola señora Fina!

     ¡Hola Marta! ¡Qué alegría verte, apenas te dejas ver!

     ¡Ya sabe que estoy muy liada con la granja! ¡Hola Gus!

Dijo al verme con una sonrisa que llenó su cara.

     ¿Estás preparado?

     ¡Sí, claro!

     ¡Pues vamos!

     ¡No os adentréis mucho en la montaña que amenaza tormenta!

Gritó mi tía mientras montábamos en la furgoneta Citroën C15 que tenía Marta. Se había puesto una especie de bata azul que iba abotonada por delante y un ancho cinturón de cuero la ajustaba a su cintura, eso hacía que sus tetas se marcarán más notoriamente. Las botas de montaña que llevaba tampoco era un símbolo muy erótico. No llevaba maquillaje, tan solo se había perfilado los labios con el carmín rojo del día anterior.

     ¡Qué contenta estoy de que quisieras venir!

     ¡Yo estoy encantado! ¡Acabo de llegar y estoy deseoso descubrir cosas nuevas!

     Jijiji, ¿como las de ayer?

Río con cara de niña traviesa. Estaba claro que se refería a sus tetas, cuando me las mostró en la cocina.

     ¡Ese fue un descubrimiento interesante! Contesté con sutileza. – Pocas veces he visto algo tan exótico.

     A ver si lo que te voy a enseñar hoy te parece igual de exótico, jijiji!

Su cara de niña traviesa me hacía gracia, pero a la vez me ponía. No entendía cómo, pero mi polla había comenzado a emerger.

 



Después de varios kilómetros de cierto coqueteo botando en el coche por el terreno irregular, llegamos a una puerta que daba acceso a un recinto cerrado de gran amplitud. Bajamos para abrir el portón y lo volvimos a cerrar después de atravesarlo con el coche. Creo que condujo durante un kilómetro más hasta que llegamos a una zona arbolada donde había un gran cobertizo abierto por ambos lados y una cabaña de madera a unos metros de él.

Cuando bajamos de la furgoneta el cielo se había oscurecido y comenzaba a chispear. Las ovejas que andaban sueltas por el inmenso recinto parecían prever la lluvia y correteaban hacia el cobertizo.

     ¡¿Has visto cuántas ovejas tengo?!

     ¡Pues veo que muchas!

Nos metimos bajo el cobertizo y me llevo hasta un recinto vallado donde había varios borreguitos con pocos días. Cogió uno que comenzó a lamerle la cara.

     ¡A qué es bonito!

     ¡Es precioso!

La lluvia comenzó a arreciar y comenzaron a sonar truenos.

     ¿No crees que nos deberíamos de ir?

Le insinúe con cierto acojono. Nunca me había encontrado en una montaña con una tormenta así.

     ¡Tranquilo, esto es normal por aquí! Nos resguardarnos en la cabaña

Soltó al borrego y tiro de mi mano para correr hacia la cabaña. No estaba tan cerca como parecía y nos mojamos bastante.

     ¡Encenderé la chimenea para secarnos!

La cabaña era pequeña. Una única ventana proporcionaba la escasa luz que entraba de la calle. Una pequeña mesa cuadrada con un par de sillas, un viejo mueble en el que había varios libros en la parte alta, y enseres de cocina en la parte baja, y un camastro en un lateral era todo lo que contenía. La chimenea estaba en la pared frente a la puerta y varias pieles de oveja cubrían el suelo que había frente a ella.

Al momento ya había un buen fuego que proporcionaba más iluminación y también calor.

     Será mejor que te quites la ropa para que se seque si no quieres resfriarse.

Yo estaba al lado de la puerta y ella, ya descalza sobre las pieles de espaldas al fuego. Afuera comenzó a arreciar la lluvia. Mientras gestionaba en mi cabeza lo que había dicho, se quitó el ancho cinturón y comenzó a desabrochar los botones de la bata. La abrió para quitársela y volví a ver sus tetas con los grandes y largos pezones erectos, unas tetas que desafiaban la gravedad como no había visto en mi vida… eran grandes y elevadas. Llevaba unas pequeñas bragas de un color claro que dejaban escapar parte del vello púbico que debía de cubrir todo su coño. Las caderas apenas eran pronunciadas pero marcaban algo de forma acabando en unos muslos delgados, pero fuertes. Cuando dejó caer la bata sobre las pieles fue una escena que habría puesto dura mi polla, pero no fue necesario pues ya la tenía totalmente tiesa desde el cobertizo.

     ¡Vamos, quítate la ropa y ven junto al fuego!

Enmudecido ante esa visión, me bajé los pantalones y me quité la camiseta. También puse mis botas junto al fuego quedándome a medio metro de ella sobre las pieles.

Puso las manos sobre mis hombros y las tetas se pegaron a mi pecho. Mis bóxer estaban totalmente abultados y sentí como su pelvis se pegaba fuertemente contra la mía y temí que me partiera la polla. Me miro a los ojos y vi en los suyos el reflejo del tintineo del fuego.

     ¿Te gusta el sonido que hace la lluvia sobre el tejado? A mí me encanta ese sonido, y el de los truenos.

     ¡Es… muy… interesante! Contesté con torpeza sintiendo que me faltaban las palabras.

Su amplia boca me sonreía a escasos centímetros esperando que yo hiciera algo con la mía. Abrí los labios y penetré con la lengua entre los suyos. A los pocos segundos ella me devoraba con su gran boca. Sus brazos habían rodeado mi cuello y frotaba sus bragas contra mi bóxer. La rodeé con mis brazos y bajé lentamente con manos hasta llegar a su pequeño culo. Mis manos lo abarcaron casi al completo y sentí su redondez y dureza.

     ¡Tenía ganas de volver a besarte!

Susurró contra mis labios sin dejar de frotarse contra mi polla.

     ¡Yo a ti también! Contesté con falta de sutileza.

Sin perder su sonrisa traviesa, sacó una larga y carnosa lengua y comenzó a lamer mi pecho bajando lentamente hasta llegar al bóxer. Tiró de ellos hacia abajo hasta hacerles caer al suelo. Mi polla salió totalmente tiesa, como si fuera una estaca que hubieran clavado en mi regazo. Agarró las tetas con sus manos y comenzó a sobarla con ellas.

     ¿Te gusta? Preguntó con su espléndida sonrisa mirando hacia arriba.

Con la boca entre abierta con una mezcla de asombro y placer, asentí con la cabeza como si fuera un robot.

     ¡Sé hacer muchas cosas, sabes! Cualquier hombre podría estar muy satisfecho conmigo…me presto a que me hagan de todo, me gusta.

     ¡Estoy seguro de ello! Contesté pensando en lo que sería capaz de hacer.

     Me encanta tu verga, es preciosa y grande… y la tienes muy dura.

Sacó la lengua y me lamió el capullo como una perra lame a su cachorro. Después soltó las tetas y agarrándome el tronco lo levantó para lamer mis huevos de la misma forma. Abrió la boca y engulló uno de mis huevos provocándome un calambrazo. Yo miraba desde arriba tensó, y me pareció que sonreía con la boca llena. Después hizo lo mismo con el otro huevo provocándome la misma reacción.

Lo sacó de la boca y engulló mi capullo para darle lengüetazos en el interior. Desde luego, esa chica tímida sabía lo que se hacía. Sus labios avanzaron por el tronco venoso con una presión suave y precisa. Sentí a mi capullo empotrarse en su garganta, pero no paró ahí. Continuó avanzando haciendo que la atravesará dándome un placer brutal.

Se la sacó casi entera y volvió a introducirla hasta chocar con sus labios contra mis huevos.

     ¡Joderrr Nena…! ¡Vas a hacer que me corra! Susurré entre jadeos ostentosos. – ¿Dónde has aprendido a mamar las pollas tan bien?

Se la sacó de la boca y dio de nuevo unos lametazos al capullo.

     ¿No quieres correrte en mi boca? Me encanta la lefa espesa de una polla como esta… es el néctar más rico que he probado en mi vida.

Me dijo mirando hacia arriba con esa cara de niña traviesa que acostumbraba a poner.

     ¡Ufff, claro que me quiero correr! ¡Tan solo te avisaba!

     Te contaré algo… Me dijo con sonrisa de niña mala.

     Eres el primer chico con el que estoy

     ¡Eso me halaga!

     ¡Jajaja! ¡He dicho el primer chico, no el primer hombre! Contestó divertida ante mi comentario.

     ¡Ah!, ¿entonces has estado con algún hombre?

     Claro, ¡¿Cómo crees que he aprendido a hacer esto?!

Y nada más decirlo volvió a engullir mi polla por completo.

     ¡Ahhh! Diosss! ¡Cómo me estás poniendo!

Jadeé casi temblando al sentir cómo mi polla penetraba de nuevo en su garganta.

     ¿Y qué hombre ha sido el afortunado?

Pregunté sabiendo que era su padre, pero su respuesta me sorprendió aún más.

     Han sido dos, jajaja! Me respondió con aparente inocencia y naturalidad.

     ¿Dos?

     ¡Síii! Aunque a lo mejor te parece raro.

     ¿Por qué tendría que parecérmelo?

     Porque han sido mi padre y mi tío Nico, su hermano.

Aunque lo de su padre ya lo sabía, con lo de su tío aumentaba mi morbo a gran velocidad.

     Bueno, no es lo más normal, pero a veces pasa… por aquí no hay mucho donde elegir y hay que conformase con lo que toca.

Contesté intentando no parecer sorprendido.

     ¡Si me guardas el secreto te lo cuento!

     ¡Por supuesto, seré una tumba! Contesté con rapidez deseando oír esa historia.

Hizo que me tumbara sobre las pieles frente al fuego. Podía sentir la fuerte lluvia chocando contra el techo y algunos silbidos que provocaba el fuerte viento al colarse por alguna rendija. Se arrodilló entre mis piernas y comenzó a chuparme la polla de nuevo. Sentía sus tetas chocar contra mis muslos cada vez que bajaba y engullía mi polla entera. Su cabeza subía y bajaba con los labios presionando el tronco venoso. Yo jadeaba cada vez con más fuerza y me sentía a punto de explotar. Agarré su cabeza y comencé a moverla al ritmo que me gustaba y después de un par de minutos mi polla comenzó a soltar chorretones de leche. Joder deseaba llenarle el estómago de lefa.

Ella siguió chupando y tragando todo lo que salía, a la vez que apretaba con suavidad mis huevos. El último chorretón me dejó abatido, y solté su cabeza a la vez que dejaba caer la mía contra las pieles. Ella siguió chupando lentamente hasta dejarla seca y brillante. Se la sacó de la boca y me sonrió.

     ¿Te ha gustado? Me preguntó con esa cara traviesa.

     ¡Ufff, ha sido brutal!

     Gracias, he practicado mucho, jijiji!

Era obvio con quién lo había hecho, ella misma me lo había confesado sin ningún pudor, pero el morbo me pedía que lo volviera a repetir.

     Con tu padre, supongo.

     Claro, y con mi tío algunas veces, aunque a él le gustan más otras cosas…

Seguía de rodillas entre mis piernas y sus tetas colgaban con los pezones estirados apuntándome. Alargué las manos hasta llegar a ellos y los toqué con los dedos. Estaban duros y deliciosos al tacto. Abrí las manos y abarque las tetas con ellas, ¡joder, que duras las tenía la muy zorra!

     ¿Te gustan mis tetas…?

Parecía la niña preguntona de la clase.

     ¡Tienes unas tetas muy bonitas y excitantes!

     Mi padre me lo ha dicho muchas veces… le encanta chupeteármelas.

Avanzó de rodillas entre mi cuerpo hasta ponerme las a la altura de la boca. Saqué la lengua y lamí uno de los pezones. Después el otro hasta que me puse a chuparlo. Nunca había visto unos pezones tan largos y me encantó sentirlos dentro de la boca. Ella no dejaba de mirar cómo lo hacía. Metió la mano bajo la teta que le chupaba como si me fuera a amamantar. Su cara era como la de una niña que está jugando.

     ¡Chupa bebé, chupa fuerte!

Me susurró apretando la teta contra mi boca. Empecé a chupar con más ganas apretando los pezones con mis labios.

     Ufff, así es como me gusta. Dijo cerrando los ojos para sentirlo más.

Conseguí arrancar varios gemidos de su extensa boca, cada vez que la abría para jadear provocaba más mi excitación. Me acababa de correr, pero mi polla seguía tan dura como al principio, algo que a mí mismo me sorprendía.

El morbo ocupaba mi mente de una forma constante. Cuando dejé de chuparle los pezones le pregunté de nuevo.

     ¿Te los chupa así tú padre?

     No, es a mi tío al que le gusta, y me los chupa más fuerte…

     ¿Y qué más le gusta?

     Le gusta chuparme entera! Jijiji!

     ¿Entera?

     Sí, empieza por el cuello, después las tetas, el vientre, y cuando llega al chocho ya estoy más caliente que una estufa. Y apenas me da unas chupadas me corro como una loca comiéndome la pepita.

     ¿Y te hace algo más?

     Suele venir una vez a la semana por casa, pero el día que viene me hace de todo y consigue que me corra varias veces, pero lo que más le gusta es metérmela en el coño diciendo que me lo va a reventar.

Sus palabras desbocaban mi mente. Todavía no se había quitado las bragas y me puse de pie invitándola a que ella también lo hiciera. Me separé un metro y le pedí que se las quitara mientras la miraba. Sonrió y tiró de ellas hacia abajo hasta dejar que cayeran al suelo. Abrí los ojos como platos al ver la maraña de pelo rizado que cubría el pubis. Era un triángulo perfecto apuntando al lugar donde había que clavar la polla. Di un paso para cubrir el metro que nos separaba y pasé una mano por detrás para agarrar su pequeño culo. Abrí la otra mano y la puso sobre su triángulo del amor. Estaba mullido y disfrute de ese placer mientras la besaba. Ella se agarró a mi cuello y me devoró la boca con ansia desbordada. Mis dedos encontraron la raja y percibí la humedad y el calor que desprendía su interior. No paraba de mover su pelvis buscando más profundidad. Dos de mis dedos penetraron hasta los nudillos y la oí gemir pegada a mi boca.

     ¡Anggg! ¡Más! Anggg!

Comencé a meter y sacar los dedos a más velocidad. Despegó su boca de la mía y comenzó a gemir contra mis labios.

     ¡Siiii! Así! Diosss! Ahhh! ¡Qué caliente estoy ya!

Sus palabras y gemidos chocaban contra mi boca y me puse frenético. Los dedos de mi mano trasera se clavaban en su pequeño culo como garfios, y por delante le metía los dedos a una velocidad endiablada.

     ¿Te gusta perra? Le dije sin pensar que podría ofenderla, pero su respuesta fue inmediata.

     ¡¡Dame fuerte, que soy tu perra en celo!! Ahhhh!

No le dio tiempo a más, empapó mis dedos con una tremenda corrida que acabó saliendo de su coño y empapando mi mano, su coño y el suelo. Jadeaba agarrada a mi cuello con un ligero temblor en todo su cuerpo.

     ¡Uffff, que guarrilla estaba ya!

Yo no sabía qué hacer ni que decir, su excitación parecía constante y esto no había acabado. A los pocos segundos bajo una mano y agarró mi polla que seguía como una estaca.

     ¡¿No quieres metérsela a tu perra?! ¡Necesito que me folles!

Me susurró haciendo que me tragara mis propias palabras.

     ¡Estoy deseando!

Pude balbucear entre los besos arrebatados que me daba colapsando mi boca. Me agarró de la mano y me llevó junto a la mesa de madera. Se inclinó sobre ella abriendo las piernas y paso los dedos por su coño para después llevarlos mojados al agujero de su culo. Lo frotó con ellos mientras yo miraba y acabó me tiendo la punta de su índice para abrirlo. Ese culito pequeño y redondo me ponía como un verraco.

     ¡Vamos, fóllate a esta perra! Estoy ansiosa por saber cuánta leche me puede caber en el coño… Me incitó abriendo la maraña de pelo con dos de sus dedos.

Como un obseso sin capacidad de razonar, metí la polla entre la raja que me mostraba abriéndomela con dos de sus dedos, y sin misericordia se la clavé hasta el mismo fondo de su vagina. El empujón fue tremendo y dio un grito que fue silenciado por el fuerte ruido de la lluvia. Agarré su pequeño culo y lo abrí con mis manos para ver el delicioso agujero. A la vez que la embestía de nuevo con fuerza sacando otro gemido de su gran boca.

Sus delgados muslos se abrían a cada pollazo que le daba, hundir mi polla entre esas pequeñas nalgas, era una sensación diferente y desproporcionada, dada la anchura de mi verga y la estrechez de su culo, además de deliciosa. Sentía que la habría, que la reventaba a cada penetración, pero su vagina se adaptaba apretándose contra mi polla de una forma increíble.

Ella misma había abierto su culo con los dedos y ahora parecía tener vida propia.

     ¡Dame más fuerte! La oí pedir agarrándose a la mesa.

Embestí con más ganas a la vez que le metía un dedo en el culo.

     ¡Te voy a reventar a pollazos, PUTA!

Le grité descontrolado.

     ¡Aghggg! Diosss! No lo creo…. Mi tío me da más fuerte y no me revienta… y te juro que su polla es bien gorda y más larga.

Me quedé descolocado ante su reto, el dichoso tío volvía a aparecer. Su culo se había abierto y le introduje dos dedos. La lujuria me desesperaba y ese pequeño culo me estaba volviendo loco.

     ¡Te gusta esto, zorra!

Las embestidas de mi polla y la penetración anal con mis dedos la dejaron sin palabras, y de su boca ya solo salían fuertes gemidos guturales. Su cuerpo dio varios estertores y su coño empapó mi polla con otra corrida abundante. La saqué para drenar su coño y la volví a meter para seguir dándole con fuerza hasta que mi polla estalló de nuevo. La leche salió a borbotones y su coño se desbordó. La mezcla de corridas ya caía entre sus piernas como una catarata. Paré de embestir medio exhausto y mi polla salió de su coño chorreando. Me alejé como un metro para ver la figura de su culo abierto y tembloroso, y el líquido resbalando entre sus piernas. Era una escena que se perpetuaría en mi mente.

Giró la cabeza sin perder la postura y me miró con sus ojos grandes y su nariz aguileña.

     ¡Diosss, como envistes! ¡Pareces un toro bravo! Nunca me había puesto tan puta ¿No quieres mi culo? ¡Vamos fóllatelo, cabrón!

“¡Joder, es insaciable!” Pensé jadeante sin saber que responder.

En ese momento sonó su móvil.

     ¡Es mi padre! Me dijo al verlo con las piernas chorreando.

     ¡Hola papá!

     ¿Dónde estás?

     ¡Con las ovejas! He venido a enseñárselas a un primo de Laura y nos ha pillado la tormenta.

     Vale, pues no salgáis. Ahora subo con el cuatro x cuatro a recogeros, la furgoneta no es segura con esta lluvia.

     ¡Vale papá!

Colgó el teléfono y volvió a besarme, más bien a devorarme con su gran boca.

     ¡Ufff, como me ha gustado!

Susurró agarrada a mi cuello.

     A mí también

     ¡Qué pena que venga mi padre! Tenía ganas de que me la metieras en el culo, como hace mi tío… ¡Me excita mogollón           que me den por culo! Lo que no entiendo es porque la gente lo usa como algo malo.

“¡¡Joder con el puto tío!!”

 

 


 

El padre de Marta

 

     ¿Estás bien?

Preguntó su padre al entrar en la cabaña.

     ¡Si papá! Mira, este es Gus, el primo de Laura.

     Encantado de conocerle, señor.

Le dije más con miedo que respeto. Era un tío cerca de cincuenta años, de mi altura, pero su cuerpo era como el de un árbol centenario.

     ¡Hola hijo! Llámame Pedro. Conozco a tu prima, es una chica muy maja.

“Y tan maja si te la follas” Pensé mientras le estrechaba su pedazo de mano. Debía de dar unas ostias como panes.

     Tenemos que irnos ya, la tormenta no tiene pinta de amainar.

Nos montamos en el cuatro x cuatro y comenzó el calvario entre baches y barro.

     ¿Lo habéis pasado bien? Preguntó su padre.

     Si papá. La pena ha sido la tormenta, nos hemos tenido que resguardar en la cabaña al poco de llegar.

Pedro miró hacia atrás para verme la cara. Su sonrisa era algo pérfida.

     ¡A sí que habéis estado todo el tiempo en la cabaña!

     ¡Sí, una pena! Dije tragando saliva.

Ya me estaba imaginando lo que se le podía estar pasando por la cabeza.

     Me alegro de que Marta te haya conocido. Apenas sale con chicos de su edad. Por aquí es complicado una vez que ya no vas al colegio.

Me relajé un poco al oír su comentario, no parecía amenazante, más bien un halago.

     Creo que tendrás que quedarte a comer en casa mientras amaina la tormenta.

     ¡Estupendo! Contestó Marta con excesivo entusiasmo antes de que yo pudiera contestar.

     ¡Muchas gracias señ…Pedro!

Llegamos a su casa y seguía cayendo agua a mansalva. Marta fue a cambiarse y me quedé solo con el hombretón.

     ¿Qué te parece Marta?

Me dijo dándome un codazo de complicidad, aunque casi me rompe una costilla.

     ¡Es una chica muy maja!

      ¿Solo maja? No te parece buena hembra…

     Es muy resuelta que sabe más de lo que aparenta… seguro que algún día se enamorará algún chico de ella como loco.

     Todos van a lo mismo a su edad… y a ti ¿No te apetece darle un meneillo?

Dijo dándome otro codazo.

     ¡Qué cosas dice Pedro!

     Los dos tenéis una buena edad para esas cosas, jajaja!

     ¡Bueno, es que… la acabo de conocer!

     He visto cómo te mira, y se ve que le gustas, jajaja! Creo que a ella le apetece un revolcón contigo… ¿A ti no?

No podía creer lo que me estaba proponiendo su propio padre, pero no me lo podía decir más claro.

     Bueno… si… claro, como no me va a apetecer! Siempre apetece desde que amanece, ¡¿no se dice eso por aquí?!

     Jajaja, Claro que sí… ¡Pues dale gusto a la muchacha, joder! A las hembras hay que tenerlas satisfechas, porque todas van buscando macho, y si uno no se la monta, otro se te adelanta y te la preña.

No sabía que decir, parecía que hablase de una oveja o vaca, menos mal que en ese momento apareció Marta. Se había puesto un vestido más corto que el del día anterior y tremendamente ajustado al pecho. Las tetas se le marcaban de una forma espectacular, sobre todo sus grandes pezones. Recibí otro codazo de su padre.

     ¡Anda, dile lo guapa que está! Susurró antes de que se acercara.

Por supuesto no me atrevía a llevarle la contraria al hombretón y utilicé sus propias palabras.

     ¡Qué guapa estás Marta!

     ¡Gracias Gus! Me apetecía ya que tenemos un invitado en casa.

     ¡Es verdad hija, estás guapísima!

     ¡Gracias papá! Voy a preparar la comida. Y se metió en la cocina.

     Ves lo que te decía, jajaja! La muchacha se ha puesto como un pastel para que te la comas, jajaja!

El tío era bruto de cojones y ya no sabía que decirle por temor a enfadarle. Tampoco me dio tiempo a pensar en una respuesta adecuada pues fue él quien que volvió a hablar.

     Ahí tienes whisky e hielos. Tómate una copa tranquilo, que voy a echarle una mano al pastelillo.

Dijo guiñándome un ojo y se fue a la cocina. Estaba bastante nervioso y me lancé a por el whisky. Me lo puse en un vaso ancho lleno de hielo y sin dejar que se enfriara le di un buen trago. Sentí que hablaban, pero no podía entenderlos. La curiosidad, el morbo y la falta de sensatez provocaron que me acercara para intentan escuchar. Cuando ya pude oírlos era Marta la que hablaba.

     ¡Ufff, ha sido genial papá! No veas cómo me he puesto de guarrilla.

     ¡¿Y él, que tal?! ¿Se ha portado como un buen semental?

     ¡Síii! Se ha puesto como un toro, más que tío Nico…

     ¿Más? Jajaja, ¡Qué bueno! Seguro que le ha encantado este culito.

Oí un chasquido y sin pensarlo asomé un ojo. Marta estaba frente a una olla dándole vueltas con un cucharón, y su padre le había levantado el corto vestido y la acababa de dar un azote.

     Pues sí que le ha gustado, pero no le ha dado tiempo a probarlo.

Mientras Marta hablaba vi como su padre la sobaba el culo tras ella con una de sus grandes manos.

     ¡Es que tienes un culo precioso, y esto aún más!

Dijo metiéndole la mano entre las piernas para pasársela por todo el coño.

     Me vas a poner calentita… si sigues papá me voy a poner cachonda.

     ¿Y no quieres? Dijo volviendo a pasarle la mano por el coño.

     ¡Claro que quiero! Ya sabes cómo me gusta que me folles…

Marta abrió más las piernas y su padre se sacó la polla que ya la tenía como un martillo pilón. Le bajó las bragas lo suficiente para dejar su coño a la vista.

     ¡Cómo me gusta este pastelito rajado que tienes! Le falta el relleno.

     Y a mí que me la toques, ¡ummm! ¡Y que me lo rellenes de leche!

Orientó su capullo hinchado, que parecía un pequeño tomate sonrosado, en el centro de la raja.

     ¿Quieres?

     ¡¡Ufff papi, lo estoy deseando!!

Apretó lentamente al oír la aprobación de su hija y pude ver cómo le insertaba la enorme polla mientras ella respingaba el culo y le ayudaba a metérsela.

     ¡Ufff! ¡Cómo está de rica! Parece la de un caballo percherón.

Susurró Marta inclinándose algo más. Su padre la agarró con una mano de la cadera y con la otra de la coleta que llevaba en el pelo y comenzó a bombear. Al principio lo hizo despacio, era como un suave balanceo. Parecía un jinete montando una yegua agarrado a su crin.

     ¿Te gusta hija?

     ¡Ufff, mucho!

     ¿Te gusta cómo te folla mi polla?

     ¡Ahhh, me encanta tu polla, papá! ¡Ábreme el coño con ella!

     ¿Y cómo te pone mi polla?

     ¡Muy puta! Como una zorra salida.

Yo estaba alucinando, aquello parecía como un guión que se hubieran aprendido. Tenía el vaso en la mano y volví a darle otro buen trago. Podría decir que mi polla volvió a estirarse, pero no sería cierto, porque realmente no me había bajado.

Pedro comenzó a bombear más deprisa y sus huevos empezaron a sonar contra la vulva húmeda de su hija. No dejaba de hablar, el guión parecía ser largo.

     ¿Te gusta ponerte puta?

     ¡Me gusta ponerme muy puta, y tú polla me pone así!

     ¡A mí sí que me gusta ponerte así de puta! Te encanta que te rellene de leche.

     ¡Sí, Vamos cabrón, dame fuerte y lléname de lefa espesa!

     Vas acabar panzona con tanta leche que te voy a meter en el útero.

     ¡PRÉÑAME PAPÁ…PREÑA A TU HIJA DE UNA PUTA VEZ! ¡¿A qué estás esperando a dejarme bien panzona y hacerte abuelo…?!

Podía ver la gorda polla entrar entre las nalgas del pequeño culo de Marta, hasta perderse en lo más profundo. Estaba claro que la vagina de la muchacha ya estaba acostumbrada a esa verga. Las embestidas ya eran tremendas y el cuerpo de Marta parecía un trapo en manos de ese hombretón, como si un oso se estuviera follando a una gacela. Temí por un momento que la iba a reventar, literalmente, porque no entendía como le podía caber tanta verga en su cuerpecito… en esa vagina no se apreciaba tanta profundidad.

Pero a los pocos segundos, Pedro dio un par de berridos y dejó de embestir clavando todo el cipote hasta los mismos huevos. Empujaba sin ceder en lo profundo de su coño, convulsionando… se estaba corriendo en el mismo útero de su hija, mientras Marta se sujetaba en la encimera soplando como si hubiera un fuego delante, me daba la impresión de que no se había corrido, pero su padre sí…, este sacó la polla empapada de entre la raja, con un reguero de esperma espeso que goteaba de su coño como cera derretida. Se recostó sobre la misma encimera. Marta se subió las bragas y se giró frente a su padre. Sin decir nada se agachó y comenzó a chuparle la polla con su gran boca, ¡madre mía, como chupaba! Él le puso la mano en la cabeza para sentir el movimiento mientras cerraba los ojos disfrutando de ese momento. Parecía haberla enseñado bien pues era capaz de tragársela entera.

Después de unas profundas chupadas la sacó de la boca completamente limpia, de esta manera la chica servía de receptáculo de toda la testosterona del macho, al que satisfacía como prioridad absoluta, y terminaba con una limpieza de su polla de la manera más lasciva posible…todo un uso completo de la nena.

Se elevó y agarró a su padre de la cintura.

     ¿Te ha gustado papá?

Pedro la besó con ternura inusual en ese tipo.

     ¡Siempre me gusta descargarme en ti, hija! Eres una puta deliciosa.

     Me gusta ser tu puta y tu hembra, sumisa a tus deseos, papá… Sinceramente me encantaría que me preñases, te lo digo en serio.

Me fui deprisa hacia el sofá y pasaron unos cinco minutos hasta que Marta apareció con la olla.

     ¡Vamos, ya está la comida!

     ¿Y tú padre?

     Ha comido un poco de queso y se ha ido a tumbarse, estaba cansado.

“¡No me extraña, con el polvo que te acaba de echar!” Pensé con media sonrisa. Nos pusimos a comer y sonó mi móvil, era Laura.

     ¿Dónde estás?

     ¡En casa de Marta, comiendo!

     ¡Voy para allá!

No me dio tiempo a más, había colgado.

 

 

 

Me pillan por sorpresa

 

     ¿Qué te ha dicho? 

     ¡Que viene para acá!

     ¡Qué bien! Podremos pasar esta lluviosa tarde los tres juntos.

Aquello me dejó algo perplejo, pensaba que Marta me quería follar de nuevo, pero con Laura presente iba a ser difícil.

Acabamos de comer y recogimos los platos. Ya en la cocina, mientras ella los fregaba, la cogí por detrás rodeándola la cintura y la susurré al oído.

     ¡Os he visto!

     ¿Qué has visto?

     ¡Como tu padre te empotrada por detrás!

     ¿Y te ha gustado como me jodía el viejo…?

Me preguntó con naturalidad.

     ¡La verdad es que si! Llevo con la polla dura todo el día con la imagen de su polla en tu coño y diciéndote lo puta que eres con él…

     Ufff, me encanta que me empotre diciéndome todas esas cosas.

     ¿Te gusta que te diga eso… que eres una puta?

     Claro, se lo pedí un día y viendo cómo me ponía de guarra, ahora ya me lo dice siempre.

     ¿No te importa que te use de esa manera y se corra dentro de ti?

      Las mujeres estamos para ese menester, debemos hacer lo posible por tener contentos a los hombres de la casa… ellos nos mantienen y nos protegen de lo peor…, es mi obligación darle lo que necesita. ¡¡Sin mi padre yo no soy nada!! Y él como todos los hombres, necesita drenar las ingentes cantidades de leche que producen sus huevos. Antes que lo haga dentro de cualquier otra guarra, estoy yo, que me encanta recibirla y colmar mis necesidades, de paso.

No sé cómo ni por qué, pero ya le estaba sobando los duros muslos bajo el corto vestido.

     ¡Me estás poniendo cachonda! ¿Quieres empotrarme tú también?

Me dijo al sentir subir mis dedos hasta su culo.

     ¡Ah, no, es que… bueno, me he dejado llevar!

     ¿Y no quieres… seguir?

     Mejor no. Laura estará a punto de llegar…

Me sentí adivino al oír el motor de un coche entre el rumor que provocaba la lluvia al caer. Marta fue a abrir la puerta antes de que llamara.

     ¡Date prisa que te vas a mojar!

Le gritó Marta. Laura corrió hasta la puerta pero no pudo evitar mojarse. Llevaba una camisa rosa pálido y una falda tableada hasta la mitad de sus contorneados muslos. Con su acostumbrada coleta me pareció una colegiala. La camisa se le había mojado y se transparentaban parte de sus grandes tetas al moverse, sobre todo sus gordos pezones.

Se dieron un abrazo y un beso en los labios, algo que me sorprendió un poco. Después se agarró a mí reventando sus tetas contra mi pecho y me dio un potente morreo.

     ¿Qué tal lo has pasado con Marta?

     ¡Pues muy bien! ¡Hemos estado viendo sus ovejas!

     ¿Solo las ovejas? Preguntó con sonrisa pícara.

Creo que me puse colorado por como rieron las dos, al final pude balbucear algo.

     ¡Bueno, es que llovía y no pudimos ver más!

     ¿Estáis solos? Preguntó Laura.

     No, está mi padre arriba, pero creo que no bajará en una hora, jajaja!

     ¡Qué pena, quizás una hora sea poco!

Comentó Laura.

Yo las miraba un poco desconcertado, no sabía exactamente de lo que estaban hablando aunque tenía claro que tramaban algo.

     ¡Podemos ir al cobertizo de atrás! Sugirió Marta.

     ¡Buena idea! ¡Vamos! Asintió Laura.

Me cogió de la mano y salimos por la puerta trasera. La lluvia no paraba y el cielo asturiano seguía totalmente cubierto.

     ¡Nos vamos a mojar! Le dije dejándome llevar.

     ¡Bah! ¡Solo será un poco!

Corrimos sorteando árboles y arbustos hasta llegar a una caseta que había al fondo del extenso jardín. Había una especie de porche tres escalones más altos que el suelo y nos quedamos allí hasta que llegó Marta. Ella corría menos, parecía que no la importaba mojarse. Su corto vestido se le pegaba al cuerpo y se le marcaban las tetas y pezones de una manera escandalosa. La camisa de Laura ya se había mojado por completo y se pegaba a sus tetas haciendo que la visión fuera sublime.

Entramos en la pequeña cabaña de madera donde la visibilidad era escasa, tan solo una pequeña ventana dejaba entrar la poca luz que procedía del exterior. Estaba dividida en dos partes, en un lateral parecía haber otro compartimento al que se accedía a través del hueco de una puerta cubierto por una cortina. Una mesa cuadrada de madera, dos viejas sillas, un mueble destartalado y un camastro era su contenido, muy similar a la otra cabaña. La chimenea dominaba el frontal, con el suelo también cubierto de pieles.

     Encenderé el fuego para secarnos.

Comentó Marta acercándose a la chimenea. Laura volvió a abrazarse a mi cuello para darme un beso largo y jugoso.

     He estado pensando en ti toda la mañana.

     ¿Ah, sí?

     Sí, ¿tú no has pensado en mí?

     ¡Pues… no me ha dado tiempo!

     Jajaja, te ha tenido Marta ocupado, ¡ehh!

     ¡Pues bastante, no te voy a mentir!

     Ni quiero que lo hagas porque ahora lo vamos a pasar muy bien los tres… somos muy amigas y sabemos compartir todo.

     ¿Los tres?

     ¡¿Joder, no sabes contar?! Que yo vea, somos tres.

     Pero… tú y Marta… las dos… juntas…

     Esto es un pueblo pequeño y hay que divertirse con lo que sea.

Dicho esto, mi prima se desabrochó la blusa mojada y sus dos impresionantes tetas llenaron la estancia como si no hubiera ninguna otra cosa. Marta, que ya se había descalzado y pisaba sobre las pieles junto al fuego, la imitó dejando caer su vestido al suelo. Nunca había visto cuatro tetas a la vez y mis ojos viajaban de un lado a otro como en un partido de tenis.

Las dos rieron al unísono al ver mi reacción. Laura se acercó hasta Marta y abrazando su cuello la besó con una lascivia que me puso más cachondo que si me hubiera besado a mí.

Veía como sus tetas desnudas se frotaba entre sí y mi polla parecía querer estirarse más. La falda tableada de colegiala que llevaba Laura le tapaba justo el culo, un culo que deseaba desde que lo vi. Marta se había quedado tan solo con sus pequeñas bragas, todavía repletas de machas blanquecinas por el semen de su padre que no se había molestado ni en limpiar.

     ¡Hueles mucho a macho…  a leche de polla! Le susurró Laura

     ¡Mi padre me acaba de follar como un burro en la cocina, y ya sabes que suele soltar unos buenos chorros de leche! Estos sementales no se pueden contener, lo quieren aquí y ahora…

Laura bajó una mano y la metió entre los muslos de Marta.

     ¡Ufff, estás empapada! ¡Qué pena habérmelo perdido! Debía de llevar los huevos muy cargados, y la verdad es que no se pueden aguantar, pero nosotras somos más PUTAS… porque encanta tenerlos así y que se vacíen sus gordos cojones por completo dentro de nuestros coños ¡Dejarlos secos todos los días es nuestra misión!

Laura la soltó para volverse hacia mí.

     Ven primo, te vamos a enseñar las cosas que nos gustan.

Me desbrochó los pantalones y los dejó caer al suelo. Metió la mano entre los bóxer y abrazo la polla que llevaba todo el día como una estaca. Se inclinó dándole el culo a Marta. Dio un par de lamidas a mi capullo y se lo introdujo en la boca. Di un leve suspiro al sentir la primera chupada y vi como Marta le levantaba la falda. Después le sobo el culo apenas tapado por el tanga con la lujuria dibujada en su cara.

     ¡Vamos puta, chúpale bien la verga a este CABRÓN!

Le gritó a la vez que le daba unos azotes. Mi mente volaba sin saber dónde concentrarse, no sé si me estaba gustando más la mamada o ver cómo Marta la calentaba el hermoso culo.

Después de varios azotes, buscó el coño de Laura y comenzó a meterle los dedos. Yo sentía las chupadas de mi prima y miré para ver cómo se la tragaba entera.

     ¡Fóllale la boca a esta zorra, que le encanta! Me gritó Marta sin dejar de pajear a su amiga. – ¡Que le golpeen los huevos en la barbilla!

Volví la vista a la cabeza de Laura y vi sus dos coletas de colegiala. Por un momento pensé que si se las había hecho para que se las agarrara. No lo pensé dos veces, me agarré a ellas y comencé a bombearle la boca.

     ¡Así, así! Gritaba Marta como una posesa. – ¡Aguanta la polla, Puta!

De repente, dejo de masturbarla y se puso a mi espalda. Sentí como me restregaba sus tetas, y sobre todo sentía sus pezones, esos pedazos de pezones que me habían vuelto loco chupándoselos. Bajó restregándose por toda mi espalda hasta llegar a mi culo. Lo abrió con sus manos y noté como su lengua comenzó a lamer mi agujero.

     ¡Diosss! Grité al sentirlo con toda la polla dentro de la boca de mi prima.

Me chupaban por delante y por detrás y aquello era irresistible. La punta de la lengua de Marta cada vez se insertaba más, y Laura comenzó a sobarme los huevos pidiendo que la llenara la boca. Fue como si abriera el grifo, mi polla comenzó a soltar leche y ella a tragársela. Era increíble mamando y tragando, podía sentir cada trago que daba, y no cesó hasta dejarme seco.

     ¡Cómo me gusta este sabor! Susurró limpiándose los labios con el dorso de la mano. – Es lo mejor que tenéis los machos, si no fuera por vuestra lefa no me molestaría en haceros caso.

Increíblemente, mi polla seguía como una puta estaca, aquello no bajaba ni obligándolo. Me miró con una sonrisa preciosa y me animó con su mano para que me arrodillara entre sus piernas. Se había quitado las bragas y se había tumbado boca arriba con las piernas flexionadas. La vulva regordeta que guardaba entre sus muslos afloraba majestuosa, aquello era digno de perder unos segundos para admirarlo.

Me arrodillé y dirigí la polla entre los carnosos labios vaginales hasta encontrar su raja. Apenas me costó empujar para meterla, Marta había hecho un buen trabajo, pero aquello no quedó ahí.

     ¡Ven Marta, quiero saborear la leche que guardas de tu padre!

Si todavía no estaba pasmado, aquella frase lo culminó. Marta se arrodilló frente a mí poniéndose con las piernas abiertas sobre la cara de Laura. Su enorme culo casi le tapó la cara. Al momento oí las chupadas de Laura lamiendo como una perra el coño de Marta, y comencé a bombear su coño. Marta se inclinó hacia delante y agarró los muslos de Laura por detrás para levantarlos y facilitar mi penetración profunda dentro de mi prima. Sus tetas habían quedado en el sitio preciso para que se las sobara, y eso hice. Mis manos se hundieron en sus tetas a la vez que presionaba los pezones con los dedos. A los pocos segundos los tres nos movíamos acompasados como un perfecto ballet.

Marta abría su enorme boca y jadeaba a la vez que me daba lametazos en los labios y en la cara. Podía sentir la lujuria de su aliento penetrando en mi boca.

     ¡Vamos, dale fuerte a esta zorra… le van las pollas grandes! ¡Con la polla de caballo de mi tío se vuelve loca!

Otra vez salía el puto tío a relucir.

     ¡La vas a asfixiar! Le dije viendo cómo presionaba el chocho contra la boca de mi prima… le estaba destilando a base de bien, el coño.

     ¡Qué va! ¡Esta Zorra disfrutando como una perra! ¡¡No es la primera vez que me come el coño lleno de semen!! Mi padre o mi tío me lo llenan y ella se encarga de destilármelo a base de chupadas.

¡Joder que guarradas me decía la puta tímida! El caso es que me ponían cachondo, si es que me podía poner más.

Mi prima empezó a temblar y su coño se empapó. Yo ya estaba al límite, le apreté a Marta las tetas con ganas y bombee con mi polla el coño de Laura cómo si lo fuera a taladrar.

     ¡¡Vamos cabrón, llenarle el coño de leche que yo ya le lleno la boca!!

Sentía a Marta cada vez más zorra, y eso me ponía más frenético. Ya le daba pollazos a mi prima cómo si la fuera a reventar cuando varios chorros de leche saltaron de la punta de mi capullo llenado su vagina. Al instante, algo empezó a salir por su raja en una mezcla de su corrida y mi lefa. Ya era un chapoteo total cuando paré de embestir sin aliento y Marta casi no me dejaba respirar con sus lamidas pero no paraba de hablar.

     ¡Estoy como loca porque me la metas en el culo y me lo revientes! Me dijo entra lamida y lamida.

El ballet se detuvo y Marta retiro su coño de la boca de Laura. Parecía que le acababan de derramar un cazo de leche de soja sobre la cara.

En ese momento sonó el móvil de Marta.

     ¡Joder, es mi tío! ¡Callaros ahora!

     ¡Hola tío! Contestó al descolgar.

     ¿Dónde estás?

     ¡Pues en casa!

     ¡Pues yo estoy en tu casa y no te veo!

     ¡Es que me he venido a la caseta a leer un rato!

     ¡Vale, pues voy para allá!

     ¡Joder, ahora viene mi tío! ¡Tenéis que esconderos!

     ¿Dónde? Preguntó Laura levantándose.

     ¡Ahí, en el sobrado! Dijo señalando la cortina que daba acceso a otro pequeño espacio dentro de la caseta.

Cuando se marchó Marta con su tío, los primos salieron por la parte trasera de la finca. Llegaron más temprano de lo esperado, pero eso había que compensarlo…

 

 


 

El encargo del tío de Marta

 

Mientras tanto Sobrina y tío se enzarzaron en una de sus dialécticas calientes que siempre acaban en lo mismo… Benito era un hombre enamorado de su esposa y compresivo.

     Vamos para la habitación que haré realidad algunas de tus fantasías.

Marta estaba decidida a volver para su casa, por eso le dijo:

     Prefiero que vayamos al cementerio y las hagas realidad allí.

Benito la miró con miedo.

     ¡Ah no, eso sí que no!

Marta siguió con su plan.

     Eso es porque no me quieres lo suficiente. Mañana vuelvo para la casa de mi padre.

Benito medía casi un metro ochenta de estatura, pero por la noche le tenía miedo a los cementerios, más amaba demasiado a su esposa y no quería perderla. Se echó el alma a la espalda y le preguntó:

     ¿Encima de qué tumba quieres hacerlo?

La pregunta cogió a Marta fuera de juego, pues ella de noche también le tenía miedo a los cementerios, pero pensando que lo iba a acojonar, se levantó, cogió las llaves del coche sobre un mueble y le dijo…

     Sobre la de Aránzazu. Yo conduzco.

     ¡¿Quieres follar encima de la tumba de una bruja?!

Marta se puso muy seria para decir…

     Sí, y si no lo haces es porque no me quieres lo suficiente.

Benito estaba entre la espada y la pared. Eligió clavarse la espada.

     Vamos.

Al llegar al cementerio de la ermita, que una vez fue iglesia principal en el siglo XII, se hallaban cagados de miedo. Saltaron la tapia con la luna menguante en todo lo alto y medio escondida entre unas nubes. Los recibieron dos mochuelos. A Benito le temblaron las piernas al oírlos ulular, pero a Marta aquella música nocturna, aquel olor a barniz mezclado con cera quemada y con otros olores fuertes la excitaron y el miedo se le fue.

Marta, que iba detrás de su tío, al llegar a la tumba de la vieja bruja le puso una mano en el hombro. Benito con el susto cayó de culo sobre la lápida de la tumba. Marta le dijo…

     Te iba a decir que te sentaras sobre la tumba pero parece que tenemos telepatía.

Benito no podía ni hablar. La polla se le había encogido tanto que se perdiera entre los huevos. Marta bajó la cremallera de sus vaqueros, después bajó las bragas y el pantalón hasta las rodillas y le dijo…

     Abre la boca que voy a hacer realidad una de mis fantasías…

Benito abrió la boca. Marta comenzó a orinar, pero no tenía puntería y el chorro de la meada que salió de su coño le cayó en la cabeza, después fue bajando y mojó su cara, luego entró en su boca y al final mojó su cuello. Benito lo agradeció, así su sobrina no sabría que con el miedo se había ido por la pata abajo. Al acabar de mear por él…

     Ahora me vas a comer el coño hasta que me corra cómo una perra.

No iba a poder ser. El enterrador tenía una casa al lado del cementerio y se ve que los habían visto saltar la tapia y lo habían avisado. Sintieron su voz…

     "Os encontraré, hijos del diablo."

Marta subió las bragas y los vaqueros y luego saltaron la tapia del cementerio por la parte de atrás para luego subir a su coche y regresar a casa.

Al día siguiente Benito llegó a casa con un paquete y se lo dio a su sobrina. Marta le preguntó:

     ¿Qué es esto?

     Ábrelo.

Lo abrió y se encontró con una bonita gargantilla colgando de ella las iniciales de ambos entrelazadas…  Marta mirando el material, dijo:

     Joder, joder, joder.

     ¿Qué pasa?

     Que me bajó la regla esta mañana.

Benito se lo tomó con calma.

Seis días después, tomando un café sentado a la mesa de la cocina, escuchaba cómo le decía su sobrina…

     ... Me dijo papá que vas a sentar la cabeza con lo de las PUTAS.

Daban las cuatro en el reloj de pared que había en la sala, cuando Benito le respondió…

     Eso fue antes de saber de tus fantasías, hasta que encuentre en tu tía a una mujer cómo tú no las voy a dejar.

Marta, tras oír a su tío se sintió cómo si le hubieran dado una puñalada trapera.

     ¡¿Tu hermano te contó nuestras intimidades…?!

     Tu padre me lo cuenta todo…no tenemos secretos desde niños, es como un pacto entre caballeros. ¿Ya se te fue la regla?

Marta quiso saber hasta dónde llegara su marido.

     ¿Lo del cementerio también se te lo contante tú?

Benito tomó un sorbo de café y después le respondió:

     -También.

Marta estaba indignada.

     ¡Hijo de puta!

     ¿Por qué me llamas hijo de puta?

     Se lo llamé a tu hermano… mi puto padre bocazas.

     Viene siendo lo mismo.

     Pues no lo retiro.

     Cambiemos de tema. ¿Ya tienes el coño potable?

Marta estaba cabreada con su padre sobre todo, por eso, se las iba a hacer pagar poniéndole los cuernos con su hermano.

     Pues sí, mira, ya estoy potable.

     Sabes.

     ¿Qué?

     Que a mí también me gustan las cosas raras en el sexo.

     Dime una.

     ¿Te lamieron las axilas alguna vez?

     ¡No me jodas! ¿Te gusta lamer las axilas?

     A mí me las lamió un hombre y me gustó.

     Eso sí que es raro. ¿Eres medio maricón?

     Para nada, pero a ese hombre le comenté que si me lamía las axilas le dejaba follarme el culo.

Marta no entendía a su cuñado.

     Como no te expliques.

     Me explico, quien me lamió las axilas era un viejo que se me insinuara muchas veces. Quise humillarlo, y a lo mejor darle unas hostias, sin embargo, cómo ya te he dicho, me gustó que me las lamiera.

A Marta le costaba creer lo de las axilas.

     ¿Lamiéndote las axilas te pusiste cachondo?

     Ni te puedes imaginar cuanto, tan cachondo me puse que le dejé que me lamiera el culo, que me masturbara y que me mamara la polla. ¡Qué corrida le di en la boca!

     Eres maricón al completo, tío. Te la mamó Jacinto. ¿A qué sí?

     ¿Cómo dedujiste que me la mamó Jacinto?

     Lo deduje porque la gente habla y una escucha, pero parece mentira que unas lamidas de axilas...

Era verano y Marta llevaba puesta una camiseta blanca donde se marcaban los pezones de sus gordas tetas. Benito le dijo…

     Quítate la camiseta si quieres saber que se siente.

     No llevo sujetador.

Mirándole para las tetas le dijo…

     Lo sé, se te marcan los pezones en la camiseta.

     Marta lo que se quitó fue la careta.

     La vamos a liar, yo al írseme la regla tengo muchas ganas y sé que tú me deseas follar como un loco… y vengarte por la meada en la cara en el cementerio.

     ¿Cómo lo has sabido?

     Para esas cosas las mujeres tenemos un sexto sentido.

     Quítate la camiseta.

Marta ya se lanzó a la aventura.

     Quítamela tú.

Le quitó la camiseta y dejó al descubierto sus redondas tetas con areolas marrones y gordos pezones. Benito le sujetó las manos a su sobrina detrás de la cabeza y lamió sus brazos y sus axilas, las lamió varias veces y después buscó su boca. Al encontrarse los labios y las lenguas se comieron vivos. Luego Benito le soltó las manos y los brazos de Marta le rodearon el cuello.

     No sabes dónde te has metido hoy, tío.

Su tío ni sospechaba que el útero estaba preparando para recibir la andanada de semen en plena ovulación.

     Me gusta el peligro.

Benito le echó las manos a las tetas y se las magreó, pero luego de unas mamadas, le dijo Marta…

     Voy a mi habitación. Desnúdate y ven cuando te llame.

Benito se desnudó. Su polla era significativa… gorda y larga, era una buena verga destroza coños si no la usaba con mesura. Cuando lo llamó entró en la habitación de su sobrina con la polla mirando al techo. Marta estaba desnuda. Tenía el coño aterciopelado, y en su mano derecha sujetaba un látigo de siete lenguas.

     ¿Empiezas a saber dónde te has metido, tito?

     Me doy una idea, Martita.

Marta se sentó en el borde de la cama.

     Arrodíllate y ven a mí caminando cómo un perro.

Benito fue a su lado caminando a cuatro patas.

     Lame mis pies, y más te vale lamerlos bien si no quieres que use el látigo contigo.

Le cogió el pie derecho, lo levantó, lamió la planta, lamió entre los dedos, los chupó uno a uno... Luego Marta de dio el pie izquierdo, pie al que le hizo lo mismo que al derecho, después puso las manos sobre sus rodillas, le abrió las piernas y lamió el interior de sus muslos hasta llegar al coño.

Marta se echó hacia delante y le dijo…

     Cómeme el coño bien comido, perro callejero.

Benito la desobedeció, le echó las manos al culo, la levantó en alto en peso, y en la bajada le clavó la polla en el coño a la vez que le comía la boca. Marta dejó caer el látigo al piso de la habitación, le rodeó el cuello con sus brazos y le dijo…

     ¡Joder, cabronazo! Así nunca me habían follado.

Benito la acercó a la pared y le dio caña brava. Follándola se comían las bocas. Era tanta la lujuria que babeaban al chuparse las lenguas y la saliva caía en las tetas de Marta, tetas que se pegaban al pecho de Benito cómo dos lapas. Al rato, Benito, sujetando las nalgas de su sobrina y dándole a romper, le metió la punta de un dedo de cada mano dentro del culo, Marta exploto diciendo…

     ¡Me corro, pedazo de CABRÓN!

Marta corriéndose echaba por fuera una cosa mala, tanto echaba que por el interior de sus muslos comenzaron a bajar regueros de jugos. Benito se la clavaba como quien quiere matar a alguien con saña, los huevazos aporreaban el coño de la chica como el badajo de una campana… aceleró sus acometidas y la dejó en lo más profundo de la vagina cuando se corrió dentro del coño receptivo.

Al acabar de correrse no le quitó la polla del coño hasta echarla sobre la cama, allí se la quitó, luego metió la cabeza entre sus piernas y le dijo…

     Contrae el coño para que salgan mi leche y tus jugos por la raja.

Marta contrajo el coño y al abrirlo la leche y los jugos comenzaron salir de él. Benito lamió la mezcla. Marta sintiendo la lengua de su tío lamer su coño con la leche y sus jugos saliendo sintió que le venía de nuevo. Los chupeteaba como si estuviese derritiéndose, le metía la lengua y se enzarzaban el chupar como un loco el endurecido clítoris de la zorra salida… no le duró demasiado la comida.

     ¡Hostias tío, que me voy a correr otra vez! ¡¿Cómo puedes comer tan  bien el coño de tu sobrina preferida?!

El coño se siguió abriendo y cerrando, Benito siguió lamiendo la leche y después lamió los jugos de la corrida de Marta.

Al acabar de correrse le dijo Benito…

     Fóllame tú ahora a mí.

     No te voy a follar, te voy a joder bien jodido, cabronazo… me haces sentir la puta más guarra del mundo y eso lo van a pagar caro.

Benito iba de sobrado.

     A ver si es verdad, Martita.

Marta fue a un cajón del armario y cogió dos pañoletas, luego cogió en la caja las cuerdas y las pinzas metálicas. Le ató los pies a las patas de la cama y las manos a dos barrotes de la cabecera. Al tenerlo atado, amordazado y con los ojos vendados se sentó encima de él. Le lamió la cara, el cuello, las orejas, le mordió los lóbulos. Luego lamió sus brazos y axilas... Con su coño mojado le aplastó la polla quedando el duro vástago entre los labios vaginales encharcados de flujo y esperma… con la lengua le lamió las tetillas. Frotando su coño por toda la polla volvió a lamer su cuello y sus axilas. Luego se puso las pinzas en los pezones. Dejó que la polla se levantase y a continuación bajando el culo la metió toda dentro de su coño y comenzó a follarlo sin contemplaciones. Desde el segundo uno le dio a mazo aplastándole los huevos teniendo todo el duro cipote en sus entrañas… aquello le iba a producir un dolor de útero unos días. Su bello culo volaba de atrás hacia delante y de delante hacia atrás. A los tres o cuatro minutos, tirando de las pinzas con las dos manos y echando la cabeza hacia atrás se corrió como pocas veces se dio en su corta vida, diciendo…

     ¡Tomaaa!

No paró de follarlo mientras se corría en su polla. Al acabar buscó un segundo orgasmo... Tuvo que parar de follar cuando vio que su tío se iba a correr. Le dio cuatro bofetadas de banda a banda.

Luego de abofetearlo, le dijo…

     ¡Ni se te ocurra correrte antes que yo, o te muelo a pollazos!

Al decirlo le apretó el cuello con las dos manos y lo folló de nuevo a toda mecha. Benito se corrió cómo un caballo dentro de su coño, en lo más hondo de la vagina. Marta al ver su cara descompuesta por el placer se corrió como una palomita, sabiendo que todo aquel arsenal de espeso esperma tendría su fruto.

Al acabar de correrse le soltó una mano para que se diese la vuelta y después se la volvió a atar. Benito, boca abajo, no se podía imaginar la que se le venía encima. Marta salió de la cama, cogió el arnés con la polla de goma, cogió el lubricante y volvió a la cama. Su lengua lamió la nuca y el cuello de su tío, después lamió su espalda, lamió sus nalgas, las abrió y lamió el ojete repetidas veces antes de follarlo, lamerlo y volverlo a follar. Benito gemía dulcemente. Gemía cómo una nena cuando le cayeron dos zarpazos a mano abierta, que le dejó el culo ardiendo. Marta le dijo…

     Esto por follar con la hija de tu hermano para dejarla preñada, y esto por invitarme a hacer lo que te voy a hacer.

Gemía, eso le excitaba más que saber que su semen se precipitaba como una moto dentro de sus trompas de Falopio. Estaba feliz, asustada y excitada… todo un pack completo de lo que le venía encima....

 


 

 

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