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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Vacaciones en el Concejo de Navia. 2º corte

 

Conociendo a mi prima

 Me vestí con los pantalones cortos, la camiseta y unas chanclas, realmente era lo que llevaba habitualmente en mi casa. Mi tía se puso a realizar sus labores habituales y yo me fui a dar un paseo para ver hasta donde llegaba la finca. A eso de las doce hoy llegar a mi prima. Me acerqué con rapidez hasta la casa y al entrar en el salón oí que estaban hablando.

     ¡Sí, fue genial! Decía Laura.

     ¿Entonces te excitaste con él? Preguntó su madre.

     ¡Ufff, me puse más caliente que la estufa de leña!

¿Entonces te gusta?

     ¡Síii! ¡Pero también me gusta cuando dormimos juntas!

     ¡Entiendo! Supongo que te gustan algunas mujeres y también algunos hombres.

     Pues sí, no es que no me decida, es que creo que me gustan las dos cosas.

     ¡Pues nada hija, así puedes disfrutar más!

     ¿Qué tal anoche, hablasteis mucho?

Me entró un escalofrío por el cuerpo al oír la pregunta de Laura.

     Pues sí, es un chico muy conversador…

     Noté que a ti también te gusta…, de hecho te pusiste guapa para cenar, jajaja.

     ¡Jajaja, está claro que no puedo mentirte! Contestó mi tía algo nerviosa.

     ¿Quieres que os deje solos? Dijo con rapidez mi tía para desviar el tema.

     No hace falta mamá, si me vuelvo a poner caliente con él no creo que importe que nos veas, jajaja… No hay motivos para los celos…

     Claro que no hija, qué cosas dices… Aún me rezuma lefa por la raja. Con el polvo que me ha echado tengo para rato. De todas formas no me dejaré ver por si se corta el chico. ¡Ahora puedes ir a buscarle y os bañáis en el estanque hasta la hora de comer! Creo que sí te pones el bikini rojo estarás irresistible.

Me fui deprisa hacia la entrada y grité un “hola” para parecer que llegaba en ese momento.

     ¡Hola primo! Contestó Laura acercándose hasta mí para abrazarme y darme un beso en todos los morros.

     ¡Tenía ganas de acabar para verte!

     ¡Yo también tenía ganas de que volvieras! Contesté a su halago.

     ¿Te has traído bañador?

     ¡Sí, claro!

     ¡Pues vamos a cambiarnos y  a darnos un baño!

Subimos con rapidez a las habitaciones y nos metimos cada uno en la nuestra para cambiarnos. Me puse el bañador a toda velocidad y salí al pasillo con la camiseta en la mano. Al momento apareció enfundada en un pequeño bikini rojo que dejaba ver la mayor parte de sus espectaculares tetas y unas tiras sujetando el pequeño triángulo de tela que tapaba el centro de sus fuertes muslos.

 


 

     ¿Te gusta? Me dijo dándose una vuelta sobre sí misma.

     ¡Estás deliciosa con ese bikini, prima!

Sabía que le gustaba el apelativo familiar y no dude en utilizarlo.

     ¡Gracias primo! Y yo, ¿te gustó? Me dijo sin cortarse acercándose hasta mí para poner sus manos sobre mis hombros.

La miré a los ojos mientras planteaba mi respuesta, no sabía si ser directo o quizás algo sutil. Pensé que si sus preguntas eran directas le gustaría que mis respuestas también lo fueran. La cogí de las manos con los brazos estirados para observarla como si se hubiera puesto un vestido nuevo. La mira las hermosas tetas y baje la vista lentamente como si hiciera una radiografía de su cuerpo. Me di cuenta como se marcaban unos gruesos labios genitales bajo el tanga y pensé que ella iría depilada como su madre… siendo madre e hija, habría heredado su mismo coño “¡Joder, me voy a volver loco! Estos dos hembras tienen mucha falta de verga” pensó. Bajé con la mirada hasta sus pies y volví a subirla hasta sus ojos que chispeaban como bengalas.

     Prima, permíteme decirte que estás para comerte.

Soltó mis manos y se abrazó a mi cuello dándome un beso húmedo y voraz. Yo me agarré a su culo y lo apreté con fuerza, tenía un culo deliciosamente duro. Era impulsiva e impredecible, y eso me despistada pero a la vez me atraía.

El beso se hizo más húmedo y lascivo y sentí como restregaban su pelvis contra la mía. Despegó los labios con el deseo dibujado en su cara.

     ¡Nunca me había puesto tan caliente con un chico! Me dijo mirándome a los ojos con palabras vibrantes.

     ¿Con cuántos has estado?

Pregunté sin pensar que podría ser algo íntimo. Pero ella me respondió con naturalidad y quizás algo de inocencia.

     Con tres y otro… más mayor.

Contestó poniendo cierta picardía al final de la frase. Como la veía muy natural hablando del tema, decidí seguir preguntándola.

     ¿Más… mayor? La insinúe.

     Sí, es el padre de una amiga. Tiene más cincuenta años, pero está muy bien. ¡Aquí no hay mucho donde elegir, sabes! ¡Folla muy bien!

Su naturalidad era tan aplastante que cada vez me sentía más cómodo preguntando.

     ¿Y cómo surgió?

     Pues un día hablando con Marta salió el tema del sexo y me dijo que su padre tenía una polla muy gorda, jajaja! Ella vive con él y su abuela, pues su madre murió cuando era pequeña. Me contó que un día le vio masturbarse en su habitación… fue cuando observo el pedazo polla que tenía. Se acercó hasta él y le dijo que si le dejaba a ella hacérselo. Él se negó en un principio, pero Marta es muy insistente y logró que la dejara meneársela.

Según hablaba había bajado la mano y la había introducido en mi bañador. Entre sus besos, sus apretones y la historia ya se me había puesto dura. Cuando que quise dar cuenta ya me la había sacado y como si fuera parte de la historia me dijo.

     La tuya se le parece, pero quiero probarla para ver a qué sabe.

Sin que me diera tiempo ni a pensar se agachó y le dio grandes lametazos al capullo con la larga y carnosa lengua que tenía. Abrió la boca y se introdujo el capullo que parecía que iba a estallar. Noté como lo relamía en el interior de su boca para después avanzar con sus sensuales labios a través del tronco duro y venoso. Dio varias chupadas hasta la mitad de la polla y en el siguiente avance se la metió entera. Mi cuerpo tembló ostensiblemente y su mano lo aumento al sobarme los huevos. “Joder con la prima, vaya manera de chupar” Me repetí mentalmente pensando en quien la habría enseñado.

Repitió la penetración completa varias veces y yo ya me veía a punto de correrme cuando me sorprende nuevo.

     ¿Quieres correrte en mi boca? Dijo desde abajo con cara de niña traviesa.

Me dejó tan descolocado que no sabía que responder, y antes de que reaccionara contestó ella misma.

     Mejor te la mantendré dura para tocarla de vez en cuando, jajaja!

Se incorporó subiéndome el bañador para que quedara como una tienda de campaña. Volvía abrazarme y a besarme con una lascivia incontenida.

     ¡Joder, cada vez me gusta más tu boca!

Dijo apretando los labios para contener el deseo eufórico que la estaba desbordando. Se bajó la parte alta del bikini mostrándome sus gordos pezones como ojivas de misil que se confundían con la forma de sus tetas erguidas.

     ¡Chúpamelos un poco para que se pongan duros! Me flipa tenerlos como piedras.

Ante un ofrecimiento así era imposible negarse. A mí sí que me flipaban sus tetas. Hundí la boca en la deliciosa carne y succioné los dos pezones como un bebé hambriento. Mis chupadas fueron tan brutales que arranqué un gemido de su boca.

     ¡Ahhhg! ¡Cómo me gusta, diosss!

“Que tetas dios mío” pensaba mientras chupaba y las rebozaba contra mi cara.

     ¡Vale, vale! ¡Vamos al estanque campeón… ya toca follarte a tu primita caliente!

Me cortó de nuevo. “Joder, con lo bien que me lo estaba pasando” Pensé mientras se subía el bikini. La tienda de campaña cada vez era mayor, pero no me importaba sabiendo que mi tía era consentidora, más bien pensé que hasta le agradaría.

Salimos al jardín y corrimos los cien metros que había hasta el estanque, situado casi al final de la finca. Casi me caigo por el camino por quedarme embobado mirando cómo se movía su duro culo. Se lanzó al agua sin pensarlo y yo la seguí como un perro a su amo. Nadamos los doce metros de largo que tenía y al llegar volvió a besarme con esa pasión que acostumbraba. Metió la mano en mi bañador y abrazó la polla de nuevo.

     ¡Ummm, que dura sigue! ¡me encantas primo!

     ¡Me acabarán doliendo los huevos! Le dije con sonrisa cínica.

     ¡No te preocupes, que después de comer te los voy a dejar secos!

Me daba cuenta que su lenguaje iba cambiando, ya no parecía la niña alegre e inocente que percibí al conocerla. En mi cabeza ronroneaba la historia que había comenzado a contarme, y come ella hacía, yo la imite llevando mi mano hasta su coño. Lo palpé para sentir los gruesos labios genitales y me dio un subidón que casi caliento el agua del estanque.

     ¡Qué coño más rico tienes prima! ¡Estoy deseando comértelo!

     Pues cuando llegue el momento, te vas a hartar, jajaja!

Me contestó con desparpajo. Y mientras sobaba los hermosos labios por encima de la tela volví a incidir en la historia.

     ¡¿Por qué no sigues contándome lo del padre de tu amiga?!

     ¿Te pone cachondo, verdad?

     ¡Ni te lo imaginas! Que una nena se lo haga con un viejo es lo más.

     Pues así es como quiero tenerte a todas horas, jajaja!

Su respuesta llegó a asustarme, pero continuó con la historia.

     Pues ese día consiguió que su padre la dejara masturbarle, pero no sé conformó con eso…

…Al día siguiente volvió a entrar en su habitación y si padre apenas se resistió. Cuando sintió que él ya estaba muy caliente comenzó a chuparle el capullo sin saber muy bien cómo hacerlo, pero consiguió que se corriera. Mi amiga apenas había tenido relaciones con ningún chico, tan solo unos toqueteos y apenas sabía nada del sexo. Su padre la intentó convencer que tenía que salir más y relacionarse con chicos de su edad, pero a ella le asusta un poco relacionarse con gente desconocida y fue convenciendo a su padre para hacerle cosas y que él se las hiciera. Entonces tenía diecinueve años y estaba bastante delgada, aunque no tenía malas tetas, pero creía que no le gustaría a ningún chico. Pensó que si aprendía todo lo que pudiera sobre el sexo tendría más oportunidades. Su padre fue cediendo en sus pretensiones y cada día llegaban a más. Le enseñó como chuparle la polla para tenerle a punto durante mucho tiempo sin llegar a correrse. Me contó que varias veces le dieron arcadas cuando intentaba tragársela entera, pero al final lo consiguió.

Yo estaba sumergido en el agua fresca, pero mi polla parecía no notarlo pues seguía como una estaca sujetando la tienda de campaña.

     ¡Chicos, a comer! Oímos gritar a mi tía a lo lejos.

     ¿Estás caliente? Me preguntó mi prima.

     ¡Muchooo! Contesté sin dudarlo.

     Pues yo también me he puesto contándotelo, ¡jajaja! ¡Vamos, que mamá no quiere que se nos enfríe la comida!

“No sé qué pensará mi tía cuando me vea así el bañador” fue lo primero que pensé al salir del agua.

Entramos al salón y ya estaba la mesa puesta y los platos servidos.

     ¡Gracias mamá! ¡Se ve estupenda! Dijo Laura dándole un beso en plenos labios.

     Si tía, tiene una pinta estupenda. Dije yo para no quedarme atrás.

Observé que mi tía había visto el estado de mi bañador, y contuvo la sonrisa. Me puse la camiseta para sentarme a la mesa y Laura se puso una corta y fina bata. Mi tía también se había puesto un bonito vestido floreado con un generoso escote y bastante corto muy vaporoso. Hablamos bastante durante la comida pero no podía evitar que mi mirada se clavara de vez en cuando en sus escotes, parecía que estaba viendo un partido de tenis con los ojos de un lado a otro. La mesa era cuadrada y se habían sentado una a cada lado de mí. Al poco de empezar sentí la mano de Laura pasando sobre mi bañador a la vez que me sonreía. No sé si lo intentaba ocultar, pero era realmente descarado. Decidí hacer lo mismo, y metí la mano bajo la mesa buscando el centro de sus muslos, si ella quería calentarme yo haría lo mismo. Nada más sentir mis dedos abrió los muslos y se echó hacia delante sobre la silla, prácticamente llevo su coño a mis dedos. De nuevo sentí los tremendos labios de su pulposo coño y mi polla dio un pálpito. Miré de reojo a mi tía que parecía estar atenta a su plato, pero una leve sonrisa la delataba. Retiré la tela del tanga y pasé dos dedos entre la raja que formaban sus labios genitales. La humedad impregnó mis dedos y mi prima cerró un instante los ojos para disfrutar de la caricia.

Anduvimos jugueteando durante toda la comida dándome cuenta de lo que disfrutaba mi prima con el morbo. Cuando acabamos mi tía sirvió unos cafés y mi prima se fue a fregar los platos.

     Lo habéis pasado bien comiendo, ¡ehh!

Sonrió mi tía insinuando de qué se había enterado de todo con claridad. Pasé la mano bajo la mesa y acaricié sus muslos.

     También me hubiera gustado jugar contigo, tía.

     ¡Prefiero de momento que no se entere de lo nuestro! Tenemos tiempo cuando ella no está. Estoy deseando volver a abrazarte.

Dejé de acariciar sus muslos y al momento llegó Laura.

     Vente primo, te enseñaré donde me tumbo la siesta.

     ¡Yo me subiré a tumbarme a la habitación! Dijo mi tía con rapidez para hacernos saber que estaríamos solos.

Laura me agarró de la mano y me llevó hasta el final de la finca, calculé que estaríamos a unos trescientos metros de la casa, espacio suficiente para que su madre no nos oyera. Entró en un cobertizo de madera en el que había herramientas para la huerta y sacó una amplia manta que extendió sobre la hierba.

El sitio era precioso, un par de árboles daban una sombra estupenda y el sonido de los pájaros amenizaba todo el contorno.

     ¿Te gusta? Me preguntó con esa cara de niña traviesa que sabía poner.

     Es preciso, pero sobre todo, compartirlo contigo. Le dije adulándola.

Se quitó la bata que se había puesto para comer mirándome con ojos de pilla, y me volvió a sorprender al quitarse la parte alta del bikini mostrándome sus grandes y hermosas tetas. Sus ojos chispeantes no cesaban de mirarme mientras lo hacía, parecía que quería ver la expresión de mi cara ante su desnudez.

No se quedó ahí, metió los dedos en las tiras del tanga que rodeaban sus caderas y comenzó a bajarlo con lentitud. Sus tremendos labios genitales fueron apareciendo como un amanecer. Mi polla que había bajado levemente durante el recorrido volvió a formar la tienda de campaña bajo mi bañador. Acababa de comer, pero el hambre que me entró por comerme ese tremendo coño era más voraz. El tanga cayó al suelo, y sin perder su sonrisa traviesa se tumbó en la manta de costado.

     ¿No te denudas tú?

     ¡Claro, ahora mismo!

Contesté tirando de mi camiseta y después del bañador. Mi polla salió estirada y vibrante, parecía que llegaba el momento de la verdad. Me tumbé de costado frente a ella y sus labios envolvieron mi boca al instante. Nos besamos con ansia a la vez que los cuerpos se entrelazaban. El contacto de su frondosa carne y la tersa piel fue el único ingrediente que faltaba para reventar mi mente en un estado de excitación total. Cuando pude despegarme de sus labios, continúe con mi lengua por su cuello hasta llegar a las hermosas tetas, esa visión me había perturbado desde el principio. Lamí los gordos pezones como un perro sediento y los Introduje en mi boca para saborear su dureza. El ansia sexual que me había provocado me hizo morderlos hasta arrancar un quejido de su deliciosa boca.

     ¡Ufff, primo! Me gusta que me muerdan los pezones, pero cuando esté más caliente… ¡¡Cuando me des duro…Cómemelos!!

Yo no sé cómo estaría ella pero yo estaba que me ya me salía por mis propios poros. Repté como una serpiente por su mullido cuerpo hasta llegar al centro de sus muslos. Los abundantes labios de su coño volvieron a aparecer ante mis ojos y los palpé con los dedos para sentir esa carne tierna y apetecible. La visión era tan espectacular que me deleite unos segundos mirando. Abrió las piernas a ambos lados de mi cuerpo y poniendo la mano sobre mi cabeza me invitó a que la boca llegase hasta su coño. Pasé la lengua por toda la raja, ¡ufff, menuda raja! La lamí varias veces sintiendo como se abría. Mi lengua encontró el clítoris en lo más alto, duro y abultado, y tras varios minutos dándole roces con la punta de la lengua logré que todo su cuerpo diera un estertor. Abracé sus muslos con mis manos y el clítoris con los labios y le di varias succiones mientras apretaba mi cabeza contra su vulva. Sus jadeos se hicieron más sonoros y guturales y soltó una buena corrida sobre mi boca.

Levanté la cabeza para respirar con la cara empapada y miré sus hermosos labios abiertos jadeando a gran velocidad. Me agarró del pelo y tiró hacia arriba hasta conseguir mi boca y me besó con una pasión indescriptible. Lamió mis labios y mi cara empapados de su propio flujo.

     ¡Te confesaré un secreto, me encanta el sabor de mis corridas! Y hoy tu polla tenía sabor a mi madre… Susurró contra mi boca.

Buscó mi endurecido miembro y se lo colocó entre los carnosos labios del coño.

     ¡Fóllame lentamente! ¡Quiere sentir tu polla entrar y salir durante horas! Es tan hermosa que me va abrir el coño como nadie.

Me pidió un imposible, pues con el tiempo que llevaba la polla tiesa seguro que apenas duraría unos minutos.

Apreté con suavidad y mi duro tronco se hundió profundamente. Sentí una larga ráfaga de su aliento sobre mi boca cuando sintió cómo llenaba su vagina.

     ¡Ufff! ¡Qué polla tienes primo!

Sus palabras me hicieron recordar la historia que había empezado a contarme, y le pedí que siguiera mientras la penetraba con suma lentitud.

     ¡Ahhh! ¡Diosss, no sé si podré!

Gimió a la siguiente penetración. Sus labios eran demasiado preciosos y sensuales para seguir mirándolos sin devorarlos y bajé con mi boca a sus tetas. Volví a chupar los pezones que ya estaban como piedras mientras continuaba subiendo y bajando mi pelvis para penetrarla larga y profundamente.

     Ufff, primo, ¡Cómo me está gustando! ¡Sigue así!

Volvió a susurrar acariciando mi cabeza a la vez que me rebozaba entre sus grandes tetas.

Tenía ganas de empotrarla contra la manta pero pude contenerme contemplando su disfrute. La sentía excitada, caliente, casi hirviendo, pero no me pedía más. Mis caderas se hundían entre sus muslos y mi polla entraba entre su raja buscando el final de la profunda vagina. Subía y bajaba lentamente, y a cada penetración emitía un largo jadeó. En cada metida a fondo, observaba como su vientre se hinchaba cuando le llenaba el coño de verga, eso y sus gemidos me ponían a mil. Creo que pasaron varios minutos de largas y lentas penetraciones hasta que reclamó mi boca de nuevo. Me miró a los ojos después de darme un húmedo beso y me susurró con voz gutural.

     ¡Vamos, dame más fuerte, más deprisa…Qué sienta los golpes secos tus huevos en mi coño!

Fue como la bandera de salida. Comencé a embestir como un toro salvaje mientras ella me sujetaba la cara mirándome a los ojos y mis pelotas le azotaba el coño como un badajo golpea una campana en arrebato.

Su boca jadeaba a escasos centímetros de la mía.

     ¿Te gusta follarme, primo…?

Comenzó a susurrar contra mis labios como si quisiera enterrar sus palabras dentro de mi boca. Sus ojos tintineaban como las estrellas en una noche oscura.

     ¡Sí! Contesté con euforia.

     Me has puesto muy zorra, ¡¿sabes?! ¡Ahhh!

     ¡Me gusta verte así de zorra! Las putas son la que mejor follan…

     ¡Dame más fuerte, cabrón! ¡Quiero que me revientes el coño como a una puta viciosa! ¡Joder, Gus… lléname de verga… y de leche!

     Pues te voy a reventar, ¡ahhh!

Contesté con más euforia a su apelativo de puta. Su voz era cada vez más gutural y entre frase y frase, chupaba y mordía mis labios.

     ¡Diosss, me voy a correr otra vez! ¡Cómo puedes ser tan Cabronazo!

     ¡Te la voy a sacar la polla por la boca!

Había logrado excitarme tanto que mi mente ya no coordinaba, tan solo se me ocurrían barbaridades embistiendo como un animal.

     Eres una zorra preciosa, y te voy a reventar el coño…

     Ahhh! Sigue, sigueee! Ahhh! Sigue follándome duro, Gussss

Gritó mordisqueándome los labios a la vez que se corría.

Me había concentrado tanto al principio que ahora el que no me corría era yo. Seguí embistiendo con mi polla chapoteando en su empapada vagina, generando un sonido sexual enloquecedor. Ella se había corrido pero seguía levantando levemente el culo de la manta para que entrara más duro y suave hasta los huevos. Metí una mano bajo su culo y busqué el agujero perdido en su gran raja y lo penetre levemente con la punta de un dedo.

     ¡Ufff, diosss! ¡Sigue! ¡Sigueee clavándomela así de fuerte!

Me increpó de nuevo como si no se acabará de correr. Relajó el culo para que mi dedo entrara más y ese hermoso coño se abrió generosamente. Metí medio dedo sin dejar de embestir con mi estaca, pero quería más.

     ¡Todo! Diosss, métela toda hasta los huevos…!

Casi ni tuve que hacerlo, prácticamente engulló mi dedo hasta los nudillos y pude sentir el roce de mi polla entre la fina pared que los separaba. Su vagina se contraía y expandía como la boca de un pez fuera del agua, sus apretones me soliviantaban tanto, que me empezó a subir la leche por el tronco desde el depósito escrotal. Mordió mi labio inferior para ahogar un grito que hubiera ahuyentado a los pájaros, y mi polla no fue capaz de contener la avenida de esperma que reventó en lo más profundo de su vagina. Le hice sentir la potencia de mis cinco fuertes eyaculaciones en la misma entrada de su útero.

 


 

     Así lléname el coño de leche… ¡Tienes ganas de preñarme! ¿Verdad? Vamos vacíate los huevos dentro ¡¡Te los quiero dejar bien secos!!

Ella también se corrió de nuevo y su coño se desbordó para acabar chorreando por la raja de su culo.

     ¿No te importa que me corra dentro?

     ¡¿Tú que crees?! En mi casa con ninguna se usan condones.

Mi cuerpo se derrumbó sobre su mullida carne y permanecimos así casi dos minutos recuperando la respiración. Después buscó mis labios secos por los jadeos y los embadurno con la saliva de los suyos. Esos labios eran un regalo para mi boca.

     ¡Dios mío primo! ¡Cómo he disfrutado! ¡¡Ni el tío Pedro folla así!!

     ¿Quién es el tío Pedro?

     ¡Pues el padre de mi amiga! Del que te he estado hablando

¡Ostias! Ahora sí que había despertado aún más el morbo por conocer la historia.

 

 

 Un día movido

 

     ¡Tienes que seguir contándomelo!

Le increpé con desasosiego, esa historia me ponía tan caliente como un buen sobo.

     Jajaja, te está gustando, ¡ehh!

     ¿Sabes lo que es el morbo? Le pregunté impaciente.

     ¡Claro, tonto…!

     Pues creo que esa historia tiene mucho morbo y eso me pone como un tren bala.

     ¡Jajaja, vale! Te la seguiré contando, pero de una forma especial.

     ¿Cómo?

     Túmbate boca abajo. Yo me tumbaré sobre ti y te la iré susurrando al oído.

     Creo que es una idea estupenda.

Contesté tumbándome de inmediato. Al tumbarse, sentí como su carne se fundía con la mía de una forma deliciosa. Pensar que tenía su coño sobre mi culo y sus tetas sobre mi espalda, era algo que ya me excitaba antes de empezar. Acercó su boca a mi oreja y la mordió con suavidad.

     ¡¿Por dónde iba?!

     Tu amiga Marta había conseguido tragarse la polla entera de su padre… la muy zorra necesitaba que un macho le enseñara.

Contesté con rapidez. Ella recostó su cara dejando su boca muy cerca de mi oreja.

     Pues Marta aprendió a chuparle la polla como a él le gustaba, y todos los días antes de acostarse, le hacía una mamada hasta dejarle los huevos secos a su padre.

…Me dijo que su padre había superado sus reminiscencias y estaba encantado, pero claro, ella no disfrutaba como él, el cansancio de la boca y el dolor de mandíbula no siempre compensa el tragarse la lefa de una polla…se empezaba a quedar demasiadas veces caliente. Al cabo de una semana de perfectas mamadas le pidió que se lo hiciera a ella. Su padre accedió y comenzó chupándole los pezones. Como ya te he dicho, a pesar de estar bastante delgada, tiene buenas tetas…unas mamas muy sobresaliente para su cuerpecito, lo cual llama la atención a los hombre… ¡Además con los pezones son como pitones hacia arriba! Jajaja. En ese momento descubrió que los tenía muy sensibles y se excitaba mucho con las chupadas que le daba. Su padre fue comprobando diferentes partes de su cuerpo, su cuello, las orejas los dedos de los pies, el interior de sus muslos, vamos, que no se dejó ni un centímetro del cuerpo sin chupar.

     ¿Y qué le gustaba más? Pregunté con impaciencia.

     Pues a la muy guarra le gustaba casi todo, jajaja! Pero cuando llegó al coño me dijo que se puso como loca… ya le había metido los dedos, pero con la boca se desmadró como una ramera.

Laura movía su pelvis de vez en cuando para que sintiera rozar su coño contra mi culo. También hacía que las tetas se movieran sobre mi espalda. Pensé “que forma más maravillosa de escuchar una historia morbosa de sexo!”

     Después de comerle el coño y hacer que se corriera un par de veces, me dijo que le metió la lengua en el culo y casi se corre de nuevo.

     ¡Pues sí que debe ser caliente tu amiga! Pensaba en follármela.

     ¡No lo sabes tú bien! Su coño es una hoguera andante, jajaja!

     ¿Me la presentarás? Pregunté sin pensar que la pregunta podría afectar a mi prima, pero de nuevo su naturalidad me sorprendió.

     ¡Jajaja, ya te apetece follártela, ¡ehh cabronazo! Cuando te vayas de aquí, quieres que estemos todas preñadas de ti ¿No?

     ¡No, no! ¡Solo es curiosidad por verla…conocerlo solo! Contesté para salir del paso

     Jajaja, que yo sepa, solo ha follado con su padre, aunque a lo mejor hace una excepción contigo por ser mi primo y te la tiras. A mi gustan mucho los machos con experiencia en el sexo… me pone saber que la polla que me folla, ha inseminado a otros coños.

Me dijo mordiéndome la oreja y restregándose más notoriamente contra mí.

     ¡Ya estoy entusiasmado follando contigo! Creo que no necesito más.

Intenté arreglar el embrollo. También pensaba en mi tía, y me trastorne viendo en que no daba para tanto. Pero mi prima no era nada celosa ni tampoco absorbente y volvió a sorprenderme.

     Luego la llamo y si quiere podemos ir a su casa a que nos invite a una cerveza.

Mi cara debía de ser un poema por la risa que le dio a mi prima al mirarme.

     Tranquilo, solo será una cerveza, jajaja! Ahora vamos, que ya se debe haber levantado mamá.

Mi tía estaba sentada en la mesa del jardín tomándose un café. No dijo nada, tan solo nos miró con una sonrisa intrigante.

     ¡Hola mamá! He pensado en llamar a Marta para que nos invite a una cerveza y así le presento a Gus…

     ¡Es una buena idea! Así Gus puede ir conociendo a gente ¡No vengáis muy tarde!

     Ya sabes que madrugo mucho y me gusta dormir siete horas.

     Laura llamó a su amiga y después de casi cinco minutos de conversación…

     ¡Joder, lo que me ha costado convencerla! Es un poco cerradita.

     ¿Pero ha accedido? Preguntó mi tía.

     Sí, pero me ha costado. ¡Ni que fuera de su pueblo.

     Es que es demasiado tímida. Apenas sale de casa, y cuando lo hace se va sola al campo… no conoce mundo. Dijo mi tía dirigiéndose a mí.

Cogimos el coche de mi prima y nos dirigimos a su casa. Apenas eran unos dos kilómetros.

     ¿Cómo la has convencido?

Le pregunté nada más arrancar.

     Pues le he dicho que tenía un primo que acababa de llegar y que estaba buenísimo.

     ¿Joder, eso le has dicho?

     ¡Y algo más! ¡Jajaja!

     ¿Qué más? Le pregunté intentando parecer algo indignado.

     ¡Pues que me acabas de echar un polvo bestial!

     ¡No me jodas! ¡No me lo creo!

     ¡Pues créeme, era la única manera de convencerla!

     Pero eso es algo íntimo entre tú y yo…

     ¡Es que somos muy íntimas! Ella me contó lo de su padre, que es más íntimo. Y no solo eso, digamos que también…me lo prestó.

Estaba alucinando cuando llegamos a su casa. Creo que me había puesto colorado y no me bajaba el calor de la cara. Allí estaba Marta, esperándonos con un vestido floreado que le llegaba hasta la mitad de sus delgados muslos, pero con un generoso escote que mostraba lo mejor de su cuerpo. Como había dicho Laura, tenía unas tetas que no parecían de ese cuerpo. También llevaba su pelo oscuro recogido en una coleta. De cara no era muy agraciada, sobre todo su nariz aguileña. Su boca era grande, y sus labios no estaban mal. Se los había perfilado con un carmín rojo que los resaltaba más.

Laura nos presentó y su timidez era patente, aunque desde el primer momento intentó agradarme. En mi mente revoloteaba la idea de que sabía que me había follado a Laura y podría apostar a qué estaría pensando en eso. Nos habíamos sentado en el jardín a beber unas cervezas y a charlar. Procuré ser lo más agradable que pude haciéndole ver que estaba encantado de conocerla.

Marta fue cogiendo confianza y comenzó a coquetear abriendo más su escote y sonriéndome de una forma insinuante. También se subió un poco el vestido con disimulo para mostrarme una gran parte de sus delgados muslos. El vestido era bastante ajustado al pecho y podía ver la marca de sus pezones, esos pezones que me había descrito Laura. Creo que mi polla reaccionó ante esa imagen, mitad real, mitad imaginada.

A la media hora ya se había soltado por completo y me tocaba el hombro cuando me hablaba y a veces la pierna. Se reía sin reparos abriendo su gran boca y recordé la escena que me había descrito Laura comiéndole la polla a su padre. Estaba tan salido, que tan solo con imaginarlo mi polla se endureció y temí que se notara el bulto en mis pantalones cortos.

En un momento dado Laura se levantó.

     ¡Me voy a ver los conejos que hace tiempo que no los veo!

Dijo con una sonrisa algo pícara. Al momento se perdió andando hacia el fondo de la finca. Marta y yo nos habíamos quedado mudos, a ninguno de los dos nos salían las palabras. Nos mirábamos, nos sonreímos, pero estaba seguro que los dos pensábamos en follar.

     ¡Tienes una sonrisa preciosa! Me atreví a decir rompedora el incómodo silencio.

     ¡Gracias! ¿Te gusta mi vestido? Preguntó abriendo descaradamente el escote para enseñarme una de sus tetas casi al completo.

Fue tan descarado que pensé que quería oír mi opinión sobre sus tetas y decidí tirar a lo derecho.

     Es muy bonito, pero creo… que tus tetas lo son más.

Parecía que estaba preparada para una pregunta de ese calibre y su respuesta fue inmediata intentando que me reafirmara.

     ¿De verdad que te gustan? Siempre he pensado que son demasiado grandes para mi cuerpo y me hacen fea…

     ¡Por supuesto que no! La parte que se ve me parece deliciosa y tienen una talla muy agradable y sexy.

     Uy! Gracias, nadie me ha dicho nada tan bonito de mis tetas…

Lancé el azuelo haciéndola saber que me gustaría ver más. Se quedó pensando unos instantes mirándome con una sonrisa diferente, ahora en su gran boca se dibujaba la lujuria.

     ¿Te gustaría verlas? Me preguntó con ojos brillantes.

     ¡Estoy deseando! Dije casi con naturalidad, como si aceptará un refresco.

     ¡Ven, vamos a la cocina a por otra cerveza! Dijo levantándose de la mesa.

La seguí como un perro cuando le da la orden su amo. El vestido se ajustaba a la mitad de su pequeño culo y después se abría en un par de volantes, algo que favorecía a su delgada figura. Mi mente de salido volvió a actuar pensando en lo delicioso que sería abrir un culito tan pequeño. Cuando llegamos a la cocina se dio la vuelta quedándose frente a mí a menos de medio metro y sin previo aviso tiró de la tela del vestido haciendo que un par de corchetes saltaran. No llevaba sujetador y sus tetas afloraron con dos pezones como pimientos de padrón, apuntando a mi pecho.

     ¿Qué te parecen mis tetas…? Me preguntó con una sonrisa lasciva que llenaba toda su cara.

Tragué saliva con los ojos fijos en sus dos pitones rodeados por una pequeña areola. Me dieron ganas de empezar a chuparlos, porque me gustan mucho las tetas y coños con personalidad, pero mi mente racional, que por suerte todavía funcionaba, me advirtió que no era el momento.

     Son realmente preciosas, como tú…son muy atractivas y únicas.

Contesté en un intento de halago a toda ella. Me imaginaba que recibía pocos piropos, y cualquier halago lo recibiría con entusiasmo.

Como un resorte se pegó a mí y su gran boca tapó la mía. Instintivamente lleve mis manos a su espalda y agarré su pequeño culo. Era pequeño, pero duro y con una redondez casi perfecta. Sus brazos rodearon mi cuello y su lengua invadió mi boca como un huracán húmedo y caliente. Fue un beso relativamente corto, pero lleno de un fuerte sabor a lujuria.

Se despegó con la misma rapidez que se había pegado y se abrochó los corchetes con rapidez.

     ¿Qué vas a hacer mañana por la mañana?

Me preguntó sabiendo que por las mañanas Laura trabajaba.

     Pues no sé, no había pensado en nada.

     ¿Quieres que te vaya a buscar y te enseño un sitio precioso donde tengo las ovejas?

Sabía que hablaba de sexo y las ovejas eran tan solo una excusa, y a mi cuando me hablan de sexo no se decir que no.

     ¡Vale! Será interesante. En mi vida he visto un ganado de ovejas.

Una carcajada desbordó su gran boca y me dio otro beso fugaz en los labios. Cogió tres latas de cerveza y salimos de nuevo al jardín. Al momento apareció Laura y nos las tomamos con una charla animada. Después nos despedimos y Marta, sin cortarse, lo hizo dándome un beso en los labios.

     Le has gustado, ¡ehh! Sabía que le gustarías, eres muy atractivo.

Me dijo Laura de camino a casa.

     Nos hemos caído bien. Sonreí.

No quise esconder nada a Laura y le comenté la invitación de Marta para ver ovejas. Soltó una gran carcajada al oírlo.

     Pues mañana desayuna bien que lo vas a necesitar ¡Jajaja! Estas vacaciones, la Central Lechera Asturiana, va a producir menos leche de la que van a fabricar tus testículos… jajajaj!!

Volvió a reír advirtiéndome de lo que me esperaba. Llegamos a casa cuando el sol se hundía bajo el horizonte. Mi tía ya tenía la mesa puesta con la cena y cenamos mientras Laura le contaba a su madre lo contenta que se había puesto Marta al conocerme. También le comentó que me vendría a buscar al día siguiente para enseñarme las ovejas, pero no hizo comentarios de lo que había pasado.

Al terminar, Laura dijo que se iba a dormir, pero capté una seña que le hacía a su madre…. Estaba claro que madre e hija eran cómplices en todo lo sexual.

     Ve poniendo unas copas que tengo que subir a colocar la ropa que he planchado.

Me dijo mi tía. Las dos desaparecieron por las escaleras y el morbo y la curiosidad me hicieron seguirlas a escondidas… al estilo gato me escabullí cerca.

     ¡Ufff, que contenta estoy de que haya venido el primo Gus…!

     ¡Me alegro mucho, hija! Tenemos tan pocas satisfacciones en la vida

Las oí que hablaban en la habitación de Laura. Se habían dejado la puerta abierta y me arriesgue acercándome más. Me agaché para asomarme desde abajo pensando que desde esa posición sería más difícil de que me vieran. En ese momento estaban abrazadas besándose.

     ¡Me sigue apeteciendo estar contigo mamá! Eres mi sostén…sin ti sé que mi vida carecería de sentido. ¡Eres adorable y te amo mucho!

     ¡Ufff! Ya sabes que a mí me gusta tenerte feliz. Somos tal para cual.

Laura había bajado una mano y la metía bajo el vestido de su madre mientras la besaba el cuello y la cara. Mi tía se desabrochaba el escote del vestido y sus tetas escaparon de la tela con los pezones duros y punzantes. Al momento la boca de mi prima los devoraba como si fuera una suculenta cena. Mi tía no tardó en comenzar a jadear. Estaba claro que su hija sí sabía cómo chupárselos, o quizás serían esos labios densos y abundantes.

Laura la empujó contra la cama y se quitó la ropa con rapidez. Su cuerpo desnudo estaba esplendoroso iluminado con la luz artificial. Se sobó las tetas mirando a su madre postrada sobre la cama.

     ¿Te gusta mi cuerpo mamá?

     ¡Tienes un cuerpo delicioso!

     ¿Pues sabes una cosa…? Al primo Gus, también le gusta porque me ha reventado a pollazos contra la manta.

     ¡Ufff, tiene que haber sido tremendo! ¡Supongo que te folla a pelo!

     Por supuesto… a él le dejo que me llene ¡Ha sido y es una máquina follando! Ahora lo que me apetece es comerte el coño. ¡Empápame la cara con una buena corrida! ¡Me encanta el sabor de tu coño!

Se lanzó a la cama y metió la cara entre los muslos de mi tía. Ésta flexionó las piernas y puso la mano sobre la cabeza de su hija. En pocos segundos comenzó a gemir y las chupadas se hicieron más sonoras. Dejo de chuparle el coño para lamerla el vientre y las ingles. Podía ver su lengua empapando el cuerpo de su madre de saliva. Pude ver cómo a la vez se había agarrado una de las tetas y pasaba el duro y gordo pezón entre la raja. Se incorporó para meterle dos dedos mientras la miraba a los ojos con sonrisa perversa. El cuerpo de mi tía se curvó como si hubiera recibido una descarga.

     ¿No tienes nada que decirme mamá?

     ¡Qué zorra eres! ¡Me pones como una perra salida!

Soltó mi tía dejándome estupefacto. Tardé unos segundos en entender que a Laura le gustaba que la dijeran esas cosas y a la vez mi polla dio un respingo pensando que yo también se las podría decir.

Después de pajearla con los dedos con sonrisa diabólica volvió a hundir su cara y comenzó de nuevo a chuparle el coño como una verdadera perra.

     ¡Ahhh! ¡Sigue puta! Sigue follándome, que te voy a empapar la cara.

No podía imaginar a mi tía diciéndole esas cosas a su hija, pero estaba ocurriendo. Mi tía comenzó a temblar y se mordió la mano para no gritar. Fueron varios segundos de temblores hasta que el cuerpo de mi tía se desplomó. Mi prima levantó la cara y recogió con sus dedos la corrida que la empapaba. Después se llevó los dedos a la boca y los chupó como si fueran un jugoso néctar.

     ¡¡Ummm, que rico está!! Dijo a la vez que se tumbaba sobre su madre para darle un largo beso.

Pensé que era el momento de largarme y de puntillas hui hasta la cocina. Cuando mi tía bajó, salía con los dos vasos hacia el jardín.

     ¡Parece que has tardado en preparar las copas! Me dijo con media sonrisa.

     ¡Bueno, es que… no encontraba la bebida! Contesté torpemente.

     ¿Seguro que ha sido eso?

La segunda pregunta significaba sospecha, y pensé que sería mejor ser sincero.

     Es que no he podido remediar la curiosidad de subir a mirar.

Ya habíamos llegado a la mesa del jardín y había dejado los vasos sobre ella. Estábamos de pies, a medio metro mirándonos.

     ¿Y te ha gustado lo que has visto?

     ¡Mucho! Contesté sin poder reprimir el entusiasmo.

Me cogió una mano y la metió bajo su vestido para ponérmela sobre la almohadilla de su vulva mojada.

     ¡Tu prima siempre consigue que me corra como una perra!

Me susurró contra la boca con cierta furia. Me agarró del cuello y me besó con la misma fiereza que había esperado con las palabras. Sentí como si toda la sangre de mi cuerpo corriera hasta la boca.

     ¡Siempre que lo hace me deja un fuego dentro que tengo que calmar con una polla de silicona! Pero ahora tengo la tuya, de carne dura y tersa… caliente y eyaculadora de rica lefa espesa.

Se apoyó con las manos sobre la mesa e inclinó su cuerpo. No necesitaba más palabras, la invitación estaba clara. “¡Aquí tienes mi coño ardiente, fóllamelo!” Fue lo que entendí con ese gesto.

 


 

Levanté el vuelo de su vestido lentamente para descubrir su bonito culo, su desnudez era un canto a la lujuria. La luz de la farola encendida a un par de metros, lo iluminaba a la perfección. Pasé mis manos sobre él acariciando la tersa piel, quería disfrutar de esa imagen antes de clavarle la polla hasta el fondo. Abrí los glúteos con las manos descubriendo el rugoso agujero cerrado formado una estrella de ópalo. Dejé caer un chorretón de saliva y lo froté con el dedo. Después me incliné para pasar la lengua hasta sentir como se abría. Oí a mi tía emitir unos leves gemidos, pero ni una palabra, tan solo esperaba paciente, como hace una madre con su hijo.

Saqué la verga del pantalón que ya estaba como una estaca esperando su destino. Posé el hinchado capullo entre los labios genitales que emergían grotescos entre los muslos adornados, tal como un enorme bollo suizo… estaba empapado de la corrida que le había provocado mi prima, y mi estaca entró de una vez hasta el fondo de su vagina. Otro gemido salió de su boca turbando el canto de los grillos. La saqué casi entera y volví a meterla hasta el fondo disfrutando como un poseso de la carne trémula. Mi glande expandía el conducto vaginal rozando con tan sensible piel, los sedosos pliegues del coño maduro.

Me acordé de ese lenguaje que habían mantenido madre e hija y decidí probar.

     ¿Te gusta mi verga, tía?

     ¡Ufff, es una delicia para mi coño, sobrino! ¡Cuánto la necesitaba!

Parecía que los apelativos familiares nos provocaban morbo a los dos.

     ¡Te voy a poner más caliente que a una perra salida!

A cada frase la penetraba profundamente para que sintiera más mis palabras.

     ¡Ya estoy muy zorra!

     ¡Te quiero más zorra, más puta!

Le increpe penetrando con la punta de mi dedo en su culo. La espalda de mi tía se curvó al sentirlo.

     Diosss, ¡Qué cabrón que eres! ¡Vas a terminar por hacerme una panza! Eso es lo que quieres… Dejarme bien preñada ¿Verdad?

     Las buenas hembras estáis para parir a los hijos de los sementales.

     Y ahora yo soy tu puta hembra ¡¡Fóllame bien duro, Hijo de puta!!

Sus palabras me pusieron como un cohete. Noté como sus piernas se flexionaban y metí la mano que me quedaba libre por delante para acceder a su coño. Hundí mis dedos entre los pliegues de su carnosa vulva, hasta encontrar el clítoris. Lo toqueteé a la vez que la embestía con ganas hasta la raíz. Sus piernas temblaron estrepitosamente y tuve que sujetarla para que no se desplomara.

Los gemidos guturales acabaron apagando el canto de los grillos cuando le inserté el dedo completo en el culo. Se mordió la mano con fuerza para no gritar cuando su coño se desbordó como una presa rota.

Mis embestidas se hicieron brutales moviendo hasta la mesa y no pude contener la explosión de mi polla soltándole varios chorros de leche. Como siempre se la clavé a fondo, para dejarle todo el semen lo más cerca de su útero… esa reminiscencia ancestral de inseminar para procrear se hacía patente en esos instantes de la eyaculación…, los chorros se hacían más poderosos y abundantes.

¡Fue un orgasmo total! Los dos rugíamos como fieras mientras la mezcla de corridas ya resbalaba entre sus piernas. Solté su cuerpo para derrumbarme sobre la silla que tenía detrás. Ella yacía sobre la mesa con las piernas casi colgando… miraba su culo en pompa pensando en cuando se lo rompería.

Por fin se incorporó y se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos brillaban con un fulgor especial.

     ¡Qué puta me pones, diosss! ¡¿Cómo puedes ser tan buen follador siendo tan joven…?! De mayor vas a ser una bestia parda jodiendo.

Se había dado cuenta del lenguaje que me gustaba y no dudó en utilizarlo. Se inclinó sobre mi regazo y comenzó a chuparme la polla. Fue una larga mamada hasta que la dejo limpia y brillante. Después cogió el vaso de whisky y le dio un buen trago

     ¡Ufff, ha sido la leche sobrino! ¿Follarás así a tu tía cada noche?

     Lo intentaré… ¡Te follaré cada noche hasta sacártela por la boca!

Le dije viniéndome arriba. Ella, viendo mi estado, dio una carcajada y apuro el whisky.

     Y a mi hermana… tu madre… ¡¿Te la has follado?!

     No, aun nooo.

     ¡Joder, con Julia… no sabe lo que se pierde contigo!

     No creo que le gustara…

     Pero a ti sí ¿Verdad? Eres un pervertido fornicador sin escrúpulos.

Sabía cómo me ponían esos apelativos familiares, y que me hablase de mi madre, me puso en alerta, sobre todo pronunciado con ese sabor que ella sabía poner en las palabras. Yo estaba derrumbado, pero mi mente seguía en su estado sexual más puro.

     ¡Descansa bien, que mañana te prepararé un buen desayuno! Mañana vendrá Marta a buscarte y seguro que te da una buena paliza por el campo. Es una chica sensible y tímida, trátala con dulzura… Ahora recupera líquidos que te harán falta, machote.

“¡Joder con la tímida!” Pensé al oírla”.  “Si supieras que me ha enseñado las tetas a la media hora de conocerme” Pensé sonriendo por dentro.

Continúa...

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