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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Vacaciones en el Concejo de Navia. 1º corte

 Concejo de Navia

Acababa de terminar el bachillerato y el acceso a la universidad. Estaba contento, pero a la vez algo triste pues no salíamos de vacaciones. Mis padres trabajaban todo el verano y mis amigos se iban los dos meses, vamos que me iba a quedar más solo que la una.

     He estado hablando con la tía Josefina y me ha dicho que si te apetece puedes ir al pueblo a pasar unos días

     Joder, y que voy a hacer en el pueblo ¡No conozco a nadie!

     Tienes a tu prima Laura, te puedes ir con ella a la playa y seguro que te puede presentar a la gente de por allí

Apenas recordaba a Laura. Tenía dos años más que yo y hacía como cuatro años que no la veía. Dado que no me quedaban más opciones, decidí aceptar.

Hice la maleta y al día siguiente me puse en marcha. Tuve que coger el tren y después un autobús que me dejo en el pueblo costero a media tarde. Mi prima me debió de conocer por la cara de pasmado que debía de tener al bajar del autobús y se acercó hasta mí.

     Hola, tú debes de ser Gustavo Me dijo con una gran sonrisa.

La miré pero no la podía reconocer. “¡Joder, cómo está!” Pensé mientras intentaba balbucear un saludo.

     Sí, pero llámame Gus. Tú debes de ser Laura.

     ¡Hola primo! Me dijo dándome un eufórico abrazo y dos besos en las mejillas.

 


 

Sus tetas impactaron contra mi pecho como si lo quisieran derribar, y sus labios carnosos humedecieron mi cara levemente. Yo no podía salir de mi asombro, estaba tremenda. Medía casi como yo con unas tetas imponentes escondidas bajo una camiseta blanca que dejaba ver la marca de unos poderosos pezones. Sus cortos shorts dejaban ver unos prominentes muslos muy bien contorneados. Sus piernas eran largas y acababan en unas botas que parecían de montaña. Llevaba una melena castaña recogida con una coleta que dejaba ver completamente su cara de piel morena con ojos claros y una gran boca moldeada por gruesos labios sin pintar.

     ¡Me alegro mucho de que hayas venido! Vamos, que mamá está deseando verte.

Dijo agarrándome del brazo cariñosamente y tirando de mí. Llegamos a su coche, un todo terreno cubierto de polvo, parecía que le debía dar bastante uso por el campo.

     Vivimos a tres kilómetros del pueblo. Aquí hay muchas casas salteadas por toda la montaña. Acabé el bachiller y decidí coger un puesto de cartera que había libre, así que me paso las mañanas repartiendo cartas y por la tarde cuido un huerto que he montado en la parte trasera de la finca.

No paró de hablar todo el camino, pero su sonrisa era espléndida y candorosa. Parecía muy entusiasmada con mi llegada y yo empezaba a estarlo también cada vez que miraba sus tetas. Pasamos varias casas aisladas a lo largo del camino hasta que llegamos a la suya. Estaba en una zona alta desde la que se veía el valle. Era grande, de dos pisos, rodeada de un muro alto de piedras al que no podía ver el final. Abrió la puerta automática de la entrada y atravesamos medio centenar de metros hasta llegar a la casa. Todo estaba cubierto de una hierba verde brillante, seguro que debía de llover a menudo.

Según salíamos del coche apareció mi tía, con una bata de andar por casa que dejaba ver parte de la raja que formaban sus tetas. Era una mujer delgada, algo más baja que Laura, pero bajo su bata pude notar un cuerpo esbelto y bien contorneado. El pelo, algo rojizo, también lo llevaba sujeto con una coleta, como Laura. Sus ojos me parecieron escrutadores y su boca también era amplia con unos labios densos que se extendían formando una adorable sonrisa.

     ¡Hola hijo! ¡Qué ganas tenía de verte!

Su abrazo fue tremendo en el que también sentí sus tetas aplastarse contra mi pecho. No tuvo bastante con dos besos y me lleno las mejillas con unos cuantos.

     ¡Qué bien que estés aquí! Si esperas más ya ni te conocemos ¿Cuántos años tienes ya?

     Dieciocho, tía. ¡Yo también estoy encantado de veros! Dije como cumplido.

     ¡Dios mío! ¡Ya estás hecho todo un hombre! ¡Y vaya altura! Me dijo dándome unas tiernas palmadas en las mejillas.

     Vamos, pasa, pasa ¡Qué pena que tu tío no esté, se pasa meses fuera pescando! Te enseñaré la casa.

Me dijo agarrándome del brazo como había hecho Laura anteriormente. Me enseñaron la casa sin parar de hablar. Era bastante grande, un salón enorme en la parte de abajo y la cocina, también grande. Una habitación, un trastero y un cuarto de baño abarcaban todo el resto. En la parte de arriba, cuatro habitaciones y dos cuartos de baño. Las habitaciones daban a ambos lados. La de Laura y la que me habían asignado daban a una terraza trasera y la de mis tíos y la que quedaba libre, a otra en la zona delantera. En la parte trasera había un pequeño estanque que me dijeron que hacía las veces de piscina cuando el tiempo lo permitía, aunque parecía estar nublado a menudo.

     ¿Has traído pantalones cortos y botas de montaña? Me dijo Laura.

     Si claro, ya me lo advirtió mi madre.

     Pues póntelos. Te enseñaré mi sitio preferido

Me dijo Laura con una sonrisa que no supe definir, además, cada vez que hablaba creo que miraba más sus tetas que a su cara. La potencia de todo su cuerpo me impresionaba. Deshice la maleta con rapidez y me puse los pantalones cortos, una camiseta y las botas de montaña.

     ¡Volveremos antes de que se ponga el sol! Gritó Laura mientras montábamos en el todo terreno.

     ¡Ya verás! Te van a encantar las vistas. Me dijo con entusiasmo ya de camino.

     Paso mucho tiempo sola y me gusta buscar lugares nuevos. Este es uno de mis preferidos al que nunca he visto subir a nadie.

Condujo unos tres kilómetros monte arriba entre árboles por un camino que tenía pinta de no transitarlo nadie. Llegamos al final del camino y nos bajamos, yo solo veía árboles. Me agarró de la mano y tiró de mí para continuar andando por un estrecho sendero. A unos doscientos metros llegamos a lo que parecía lo más alto y se abrió un claro desde el que se veía el mar. El suelo era como una alfombra de alto césped y una suave brisa recorrió nuestros cuerpos.

     ¿Te gusta?

     ¡Joder, es espectacular! Contesté mirando el extenso horizonte que formaba la línea marina.

Estaba agarrada a mi brazo y podía sentir una de sus grandes tetas contra mi costado, algo que me impedía apreciar toda la belleza del paisaje.

     Vengo a menudo y a veces me pasó una hora admirando el paisaje.

     Lo entiendo, creo que yo haría lo mismo.

     ¡Me encanta compartirlo contigo! Me dijo dándome un beso en la mejilla más largo de lo que suele ser habitual.

     Te diré un secreto. Volvió a decir al separar sus labios. Puso la boca pegada a mi oreja y me susurró.

     Algunas veces me desnudo y ando entre los árboles para sentir la brisa que llega del mar.

La miré con cara de sorpresa y lo único que se me ocurrió decir fue.

     ¡Debe ser estupendo! Mis ojos la veían vestida, pero mi mente ya la había desnudado contemplando ese cuerpo correteando entre los árboles.

Noté como mi polla daba un respingo bajo el pantalón y se me ocurrió otra frase.

     ¡Por mí no te cortes!

Su sonrisa se volvió más pícara.

     Bueno, desnuda no, pero si me acompañas podemos hacerlo los dos en ropa interior. Susurró con cara de niña traviesa.

Pensé que si me quedaba en calzoncillos se me notaría más el abultamiento que ya había comenzado.

     ¿Estás segura que por aquí no viene nadie?

     ¡Muy segura! Dijo sacándose la camiseta por la cabeza.

Ahora pude ver sus grandes tetas tan solo tapadas por un sujetador color azul claro que las contenía con fuerza. Los pezones se marcaban claramente y parecían intentar reventar la tela.

Me miró con la misma cara de niña traviesa esperando mi respuesta a su acto. De inmediato me quité la camiseta dejando mi torso al aire. Sentí como sus ojos penetrantes me atravesaban a la vez que los míos se comían sus tetas.

Se desabrochó el botón del pantalón lentamente esperando que yo lo hiciera a la vez, y así lo hice. Al momento los dos pantalones caían al suelo, dejando ver mi bóxer algo abultado, y sus preciosas braguitas azules a juego con el sujetador.

     ¡A ver si me pillas! Jajaja

Comenzó a corretear entre los árboles cercanos al claro como si fuera una niña pequeña. Sin pensármelo salí tras ella como un depredador tras su presa. Podía ver su culo duro bailando a cada saltito que daba y mi polla se endurecía más por momentos. Al poco la agarré por la cintura, aunque creo que se dejó atrapar pues en ese medio era más hábil que yo. Se dejó rodear por mis brazos hasta pegar mi pecho a su espalda.

     ¡Te cogí! Le susurré al oído pegado a su espalda, restregando mi polla contra su duro culo.

     Jajaja, el león ha pillado a la gacela. ¿Y ahora que hará, se la comerá?

Dijo poniendo sus manos sobre las mías cruzadas en su vientre. La pregunta había sido demasiado directa, al menos eso pensaba yo, y decidí dar un primer paso.

     La probaré, a ver si me gusta el sabor de su carne.

Le besé un lado del cuello con los labios y noté como movía la cabeza hacia el otro lado para dejarme espacio. Volví a posar los labios y ahora mi lengua recorrió una buena parte dejando la piel húmeda a su paso.

     ¿Te gusta el sabor de la gacela? Susurró moviendo su hermoso culo para sentir la dureza que se había generado bajo mi bóxer.

     ¡Me está empezando a gustar!

Susurré subiendo las manos hasta sus grandes tetas. Las presioné hundiendo los dedos y sentí su carne dura mientras pasaba mi boca hacia el otro lado de su cuello. Mi lengua lo recorrió con lentitud, saboreando cada centímetro de su piel tersa.

     Ummm, primo… me está gustando más este sitio que si vengo sola.

Comenzó a girar su cuerpo hasta quedarse frente a mí. Su boca entreabierta se quedó a escasos centímetros de la mía y pude sentir su aliento cálido envolviendo mis labios. Los acerqué a los suyos y los besé con suavidad. Los despegue para mirarla a los ojos, unos ojos que me miraban con deseo. Se abrazó a mi cuello y yo a su cintura para besarnos de nuevo. Ahora fue un beso largo y húmedo, paladeando el interior de nuestras bocas. Bajé las manos hasta su culo y hundí mis dedos en él apretándolo contra mi cuerpo. Ella presionó las tetas contra mi pecho al sentir la dureza de mi bóxer entre sus piernas y acabamos devorándonos las bocas y mordisqueándonos los labios. Ella no dudó en bajar una mano hasta llegar al bóxer y tocar mi polla a través de la tela.

     ¡Ufff, como está esto! ¡Mi primo tiene un pollón enorme!

Susurró mirándome a los ojos, y volvió a devorarme la boca a la vez que metía la mano dentro del bóxer para agarrar todo el tronco duro que se había formado.

Yo subí una mano para manosear sus grandes tetas mientras con la otra palpaba su duro culo. Su fogosidad había penetrado mi mente haciendo que mi cuerpo ardiera como el fuego.

     ¡Cómo me alegro de que hayas venido, primo! Eres tan guapo… no me esperaba que hubieras cambiado tan bien. Me susurró contra mis labios sin dejar de manosear mi polla.

     ¡¿Te gusto?!

     Mucho… eres muy viril.

El sol ya había caído tras el horizonte y ya solo pensaba en tirarla contra la hierba y comérmela entera cuando soltó mi polla y me dijo con cara de pilla.

     Se hace tarde primo y tenemos que regresar, pero mañana tendremos más tiempo… te lo prometo.

Me quedé pasmado con la polla erecta como un mástil reventando mis carboncillos.

     Vamos, vístete que oscurece muy deprisa y no quiero bajar por este camino de noche… pueden aparecer jabalíes o zorros en busca de comida.

Me puse la camiseta y los pantalones intentando no partirme la polla y bajamos hasta el coche casi sin hablar. Cuando montamos me dio un beso rápido sobre los labios con una sonrisa algo perversa.

     Hoy no estaba preparada para esto, pero creo que lo vamos a pasar muy bien. Ha sido todo tan sorpresivo. No esperaba que fueras así…

Yo me había quedado mudo intentando entender lo que había pasado. “¿Sería mi prima una calientapollas?” Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

Cuando llegamos ya se había hecho de noche, en eso llevaba razón, y mi tía la reprendió suavemente.

     ¡Llegáis tarde! Sabes que no me gusta que conduzcas de noche por esos caminos.

     Lo sé mamá, pero es que hemos subido muy tarde y no lo he podido evitar.

     ¡Ya está la cena! ¿Te ha gustado el sitio Gustavo?

     Llámame Gus tía, y si, en un sitio precioso.

Cenamos en el salón con una conversación animada recordando mi tía de cuando éramos pequeños. Había notado que mi tía se había cambiado la bata por un vestido veraniego y también se había perfilado los labios con un toque de carmín rojo suave. La verdad es que era un buen cambio, ahora el vestido marcaba unas bonitas curvas en su cuerpo. El escote dejaba ver una buena parte de sus tetas, mucho más grandes que las de Laura, pero algo caídas por el peso y la edad. Su culo, también más ancho, de un redondo perfecto y terso…respingón. El vestido, que le llegaba a la mitad de sus muslos dejaba ver gran parte de unas bonitas piernas, calzadas con sandalias con un ligero tacón.

Cuando acabamos, mi tía nos ofreció tomar una copa.

     Tomárosla vosotros que yo me voy a dormir. Me levanto a las cinco de la mañana para recoger el correo antes de empezar a repartirlo, jajaja! Río muy alegre.

Sin cortarse, me dio un suave beso en los labios ante la mirada de su madre.

     ¡Hasta mañana primo! ¡Y no hagáis mucho ruido! Comentó a la vez que le daba un beso a su madre también en los labios, algo que me sorprendió.

     Vale, nos la tomaremos en el jardín de delante para no molestarte. Contestó mi tía.

Laura desapareció escaleras arriba y mi tía me indicó para que la siguiera hasta la cocina. Era mi tía, pero ir tras ella viendo cómo movía el culo al andar hizo que mi polla no respetará el parentesco dando un buen respingo. La cabrona de mi prima ya me había puesto demasiado caliente y sería difícil acostarme tranquilo sin una soberana paja, y dudo que me bastara con ello.

Preparó dos vasos con hielo y añadió el whisky que le había pedido, ella también tomaba lo mismo. Me pasó uno y con sonrisa aparentemente tierna me dijo.

     ¡Ya veo que habéis congeniado bien!

Rápidamente pensé que lo decía por el beso que me había dado en los labios.

     Pues sí, creo que nos hemos entendido rápidamente.

     ¡Eso me alegra mucho!

Se había recostado sobre la encimera con el vaso en la mano. Yo estaba enfrente, a un escaso metro de ella, también con el vaso en la mano. Su media sonrisa comenzaba a ponerme nervioso, no sabía si sospechaba algo.

     Es guapa verdad. Afirmó después de dar un sorbo sin perder mi mirada.

     La verdad es que es muy guapa. Medio concejo estará detrás de ella. Contesté pensando en que la respuesta sería “Está como un tren”

     Umm si tú supieras… Tú también eres muy guapo, aunque dicho por una mujer de cuarentana no te sabrá a mucho.

     ¡Que va tía! Estoy encantado de que me lo digas. Además, – continúe a la vez que me acercaba a su cara – Esta mujer de cuarentona que tengo ante mis ojos, está estupenda.

Acabé susurrándole al oído como un cariñoso alago sellándolo con un beso en su mejilla.

     ¡Gracias hijo! Paso mucho tiempo sola y nunca recibo halagos, y menos de chicos apuestos como tú.

Y me correspondió con otro beso en mi mejilla, aunque ligeramente más largo que el mío.

     Pues no es un halago, es la pura realidad. ¡Estás estupenda!

Dije reafirmándome en mis palabras anteriores. Su sonrisa se amplió levemente y se me ocurrió mejorar mi respuesta.

     Y me encantará haceros compañía el tiempo que pase aquí.

Su reacción me pilló por sorpresa. Se abrazó a mí, sin soltar el vaso, pero pude sentir su otra mano acariciando mi cuello a la vez que pegaba su mejilla a la mía.

     ¡Gracias hijo, eres un cielo! Susurró a mi oído. – Andamos muy faltas de compañía, especialmente masculina.

Yo correspondí a su abrazo acariciando su espalda con la mano que me quedaba libre mientras sentía un par de besos cálidos en mi mejilla. El contacto con su cuerpo hizo que mi polla, que no acababa de bajar, volviera a dar otro respingo. Creo que me puse colorado pensando si lo habría notado.

Separó la cara para mirarme a los ojos y después de unos segundos, que se me hicieron eternos, susurró.

     Estoy muy contenta de que hayas venido y espero que te quedes todas las vacaciones de verano.

Después me dio un cálido beso en los labios, sin lengua, pero su cálida humedad penetró en mi boca. Pensé en mi tío Nicolás, su marido, que apenas debía estar en casa por su trabajo de pesca de altura, mientras me agarraba del brazo para salir al jardín delantero.

     Y tío Nico, ¿pasa poco tiempo en casa?

     Apenas un par de meses al año y repartido en semanas.

Entendí que mi tía mantenía escaso sexo con su marido.

     ¿Y qué tal llevas eso?

     Ya te imaginas… Pues no muy bien, pero es lo que hay.

Contestó algo afligida. Quise animarla un poco y decidí comprobar sus expectativas.

     Eres una mujer simpática y extrovertida, además de atractiva. Creo que deberías salir más y relacionarte con gente.

Creo que entendió mi sugerencia y me miró con sonrisa irónica. Dejamos los vasos sobre la mesa que había bajo una de las tres farolas y nos sentamos de lado, uno frente al otro. Cruzó sus bonitas piernas y la tela del vestido se subió dejándome ver uno de sus potentes muslos al completo. No pude evitar mirarlo a la vez que ella controlaba mi mirada. Después de esos segundos de cierto coqueteo, me contestó a la sugerencia.

     Hijo, este pueblo es pequeño y prácticamente nos conocemos todos. Si bajara y tomara una copa con alguien al día siguiente sería la comidilla de todo el pueblo. Aquí se follaba más por la lo que dicen de ti, que por el coño de una.

Me dijo a la vez que cruzaba las piernas lentamente en sentido contrario. Otra vez mi vista se disparó impulsivamente intentando verle las bragas y ella volvía a controlar mi mirada. Me sorprendió el lenguaje que utilizó sobre la gente del lugar.

     ¡Vaya, es el problema de los pueblos pequeños! Contesté sin saber que más decirle, pero ella no quiso dejar el tema.

     Bueno, llevo tiempo sola y he aprendido a encontrar… cierta felicidad.

Comentó para después dar un buen trago al whisky. Después descruzo las piernas para dejarlas semi abiertas y otra vez mi vista se disparó buscando el final de los robustos muslos. Ahora podía ver mínimamente parte de sus bragas, que parecían blancas bajo la luz de la farola. Ella sonreía con una pizca de lascivia viendo cómo mis ojos atisbaban entre sus piernas. Su comentario había sido claramente una alusión a su masturbación y continúe con el tema.

     Bueno tía, eso es normal, yo también busco mi propio placer.

     ¿No sales con ninguna chica?

     He salido con varias, pero nada serio, y al final me acaban dejando.

     ¿Y por qué te dejan?

Era una pregunta normal, y la respuesta era simple, aunque no tanto para contárselo a tu tía. Bueno, llegados a ese punto, sentados en el jardín de su casa y enseñándome las bragas en la penumbra, por qué no decirle la verdad.

     Verás tía, soy muy activo sexualmente y claro, llega un momento en el que ya no aguantan… piensan que solo las deseo, y aunque en alguna ocasión es cierto, un par de veces me he enamorado, pero eso no me quita las ganas de follar.

Fue una frase contundente, pues vi como su cara cambiaba de una forma que no sabría definir.

     ¿Ah, sí? ¡¿Y… necesitas… mucho… sexo?!

Preguntó con cierta ironía mientras abría más las piernas dejándome ver sus bragas claramente.

La hermana de tu madre no suele hacerte esas preguntas, pero claro, tampoco te enseña las bragas. Ambas cosas me estaban produciendo un tremendo morbo que afectaba al tamaño de mi polla, vamos, que tenía el pantalón a punto de estallar.

Ya no me corté y le respondí pasando la mano por encima del bulto que se me había creado.

     ¡Pues más de lo que puedas imaginar!

Su cara pareció iluminarse ante mi respuesta y no me corté en preguntarle.

     ¿Y tú?

Ella sonrió con la misma ironía que mantenía desde el inicio, y su respuesta fue evasiva.

     No te revelaré mis secretos el primer día de tu estancia, jajaja!

 

 


Rio tras su respuesta. Dio otro buen trago acabando el whisky mientras controlaba mi mirada que no paraba de subir y bajar dividiéndose entre el canalillo que formaban sus tetas y las bragas. La conversación se había quedado en un punto muerto y yo no sabía cómo seguir. Había adoptado una postura que mantenía mi vista tan ocupada y mi mente era incapaz de seguir una conversación. Fue mi tía la que cambió el tema después de que apareciera la luna tras una de las montañas.

     Sabes algo que echo de menos…, dar un paseo bajo la luz de la luna con una buena compañía.

     ¿Te parezco una buena compañía?

Contesté de inmediato. Ella volvió a sonreír con esa ironía que se dibujaba en sus labios.

     ¡Es posible, pero habrá que probarlo!

Dijo levantándose de la silla. Yo hice lo mismo y ella levantó un brazo para que me pusiera a su lado. Lo hice pasando mi brazo por su cuello a la vez que ella rodeaba mi cintura. Comenzamos a caminar rodeando la casa para acceder a la parte trasera donde daba la habitación de Laura.

     ¿No despertaremos a Laura caminando por aquí?

Susurré a su oído para acabar dándole un fugaz beso en el cuello para ver si reacción. No se inmutó, tan solo giró la cabeza para susurrar a mi oído.

     Esto es bastante grande y nos alejaremos lo suficiente para que no nos oiga.

Cuando acabó la frase me beso en el cuello como había hecho yo, pero su beso fue algo más largo y húmedo. Nuestros cuerpos se pegaron más y los dedos de la mano que rodeaban su cuello rozaban la parte alta de sus tetas. Habíamos caminado unos cien metros y los frondosos árboles ya no dejaban ver la casa. En un pequeño claro apareció un banco.

     Mira, en este banco me siento sola algunas noches, para ver la luna y las estrellas.

Me susurró a la vez que nos sentábamos.

     ¡Pero hoy no estás sola!

Le dije mirándola a los ojos con mi boca a escasos centímetros de la suya. Ella mantuvo la mirada unos segundos y con lentitud abrió los labios. Pegué los míos a los suyos y los besé con suavidad, sin lengua, tan solo el contacto de la jugosa carne. Ya no sabía si era el morbo de que fuera mi tía, o su forma de actuar, pero había algo en esa mujer que provocaba lo más profundo de mi mente. Le di varios besos más, tan solo con los labios hasta que sentí su mano tras mi cuello. Ahora fue ella la que me beso, sentí como su lengua penetraba en mi boca y la recorría paladeando el interior. El beso se fue haciendo más intenso, más ardiente y subí una mano hasta sus tetas. Las toqué sobre la tela y busqué nerviosamente los botones para desabrocharlos. Conseguí desabrochar uno a duras penas, y después otro. Sus bonitas tetas quedaron al aire pues no llevaba sujetador. Ahora mis dedos palparon los pezones que se habían endurecido como grandes garbanzos. Mi lengua salió de su jugosa boca para bajar por el cuello impregnándolo de saliva, baje con la lentitud que puede pues el deseo me desbordaba, quería sentir la carne de sus tetas antes de llegar a los pezones. Mi lengua rodeo uno de ellos y mis labios lo engulleron. Ella echo la cabeza hacia atrás y emitió un gemido de placer.

     ¡Cuánto tiempo llevaba deseando esto!

La oí balbucear entre el canto de los grillos. Chupé el pezón con ansia devoradora y pasé al otro para embadurnar lo de saliva. Lo succione con fuerza, haciéndola gemir de nuevo mientras ella apretaba mi cabeza con sus manos sin dejar de gemir.

Seguí desabotonando el vestido hasta abrírselo por completo. Mi mano había quedado entre sus muslos y los sobé con delicadeza. Abrió las piernas indicándome el siguiente paso, y pude ver el reflejo de sus bragas blancas iluminadas por la luz de la luna. Toqué la tela y la sentí mullida para mí sorpresa. Metí los dedos y un coño pelado por completo lo envolvió mi mano. Estaba acostumbrado a los coños semi depilados de las chicas con las que había salido y el coño carnoso y mullido pelado de mi tía generó más morbo del que ya me dominaba, al ser una mujer madura a la que se le supone mucho vello.

Mis dedos se introdujeron entre ese biscocho suizo hasta alcanzar una gran raja. Mi tía gimió más fuerte y apretó mi cabeza contra sus tetas hasta casi dejarme sin respiración.

     ¡Diosss, hijo! ¡No te pares! ¡Sigue cariño, sigue! Me haces falta…

Introduje un dedo y su vagina se lo trago entero. Mi tía movió el culo sobre el banco haciendo que su coño succionara y expulsará el dedo y en pocos segundos noté como me lo mojaba. Lo saqué para poder arrodillarme entre sus piernas y tiré de sus bragas. Se las saqué por los pies a trompicones pues mi deseo de ver su coño, me impedía hacer las cosas con delicadeza. La luz de la luna iluminó ese gordo triángulo cortado por una sima profunda, y mi boca se abrió ante esa imagen deliciosa. Me pareció sexy y excitante, quizás fuera por qué era la primera vez que veía un coño maduro depilado.

Puse una mano sobre sus labios, y lo acaricié para sentirlo. Ufff, era algo nuevo y diferente, y eso atrae, y a mí me atrajo como las polillas a la luz.

Retiré la mano y ahora fue mi tía la que la pasó de abajo a arriba por toda su raja abriéndosela para darme a ver su enorme clítoris.

     ¿Te gusta? Sé que las chicas se depilan porque me lo ha dicho Laura, y esta tarde, mientras estaba con ella, me lo he rasurado como el de una muñeca para ti.

Asentí con la cabeza pues no era capaz de vocalizar nada. Después bajo su otra mano y lo abrió con los dedos mostrándome una sonrosada carne. Me lancé contra sus piernas y comencé a lamer como un perro. Lo lamía de abajo a arriba hasta llegar al ciclópeo clítoris y a cada toqué de mi lengua arrancada un gemido de la boca de mi tía. Después de varias lamidas penetré con la lengua hundiendo mi boca entre los labios del coño. Al cabo de varias pasadas esmerándome en su raja y castigando su pepita, noté como su cuerpo temblaba, corriéndose y soltándome una cascada de flujo en plena boca.

     ¡Ahhh, Dios mío! ¡Qué gusto!

Dijo entre jadeos mientras despegaba mi cara empapada de su coño. Me incorporé hasta ponerme de pie observando su cuerpo desnudo con el vestido abierto. En la semioscuridad me pareció delicioso, pero tenía ansia por verlo a plena luz. Alargó sus manos y desabrochó mi pantalón que estaba tremendamente abultado, y tiró de ellos junto con el bóxer. Mi polla salió de su prisión erguida y dura apuntando a su cara. Atisbe entre las sombras su sonrisa irónica y algo perversa cuando agarró el tronco venoso y sentí su mirada penetrante sobre mi capullo hermosamente hinchado. Su voz fue tan irónica como su sonrisa cuando dijo.

     ¡¡Vaya polla que tiene mi sobrino!!

No pude evitar responder con la misma ironía.

     ¿Le gusta a la tía la polla del sobrino?

Tampoco ella pudo evitar reírse.

     Jajaja, ya te lo diré cuando la pruebe.

Sin más preámbulos, engulló el capullo y comenzó a lamerlo dentro de su boca. Le dio varias chupadas y se lo sacó para lamer los huevos…los chupeteó y se los metió uno a uno en la boca, luego los dos antes de subir por el tronco hasta engullirlo de nuevo. Lo repitió varias veces haciendo que me pusiera como un verraco. Estaba de pie y ella me la chupaba sentada en el banco, bajé las manos hasta sus pesadas tetas y comencé a sobármelas. Ella avanzó con los labios por el tronco hasta que sentí como chocaba mi capullo contra su garganta. Di un respingo y apreté más sus tetas.

     Despacio cielo, las tengo muy sensibles.

     Perdona tía, pero es que… la chupas de maravilla.

     Pues solo acabo de empezar.

Susurró con cierta prepotencia, una prepotencia que me demostraría con creces.

Se volvió a meter el capullo en la boca y después de varias chupadas me agarró suavemente los huevos con una mano y la otra la paso bajo mis piernas hasta llegar al culo y agarrarme lo con fuerza. Comenzó a avanzar con los labios suavemente apretados al tronco hasta que de nuevo chocó contra su garganta. Esta vez aguante el respingo mientras movía sus labios succionando. Yo ya estaba que me salía, y sobaba sus tetas intentando no apretarlas demasiado. Al momento noté como sus labios avanzaban más y sentí mi capullo atravesando su estrecha garganta.

No fue un respingo, más bien las piernas me temblaron al sentir toda mi polla dentro de su boca.

     ¡Ahhh! Joder… tía! Como la chu… ahhh… pas! Diosss que PUTA!!

Su mano sobaba mis huevos y sentí como la punta de un dedo de la otra penetraba mínimamente en mi culo.

     Ahhh! Ahhh!

Un chorretón de leche atravesó mi polla para ir directamente a su garganta. Se la sacó hasta la mitad y comenzó a chupar como un bebé ansioso de leche materna. Un chorretón llenaba su boca y se lo tragaba dejando espacio al siguiente, hasta que el último la desbordó derramándose entre sus sensuales labios. A los pocos segundos mis piernas dejaron de temblar y mi tía dejó de chupar. Pude ver con los ojos semi cerrados por el éxtasis como se limpiaba con el dorso de la mano el sobrante de semen que chorreaba por su barbilla.

     ¡Dios mío, cielo! ¡Pues sí que tenías leche acumulada! No había tragado tanta lefa desde que se la mamaba a un caballo que tuvimos hace años.

Yo no estaba para decir nada en cuanto a su afición a la zoofilia, mis piernas habían dejado de temblar pero mi mente no. Todavía seguía disfrutando de ese pedazo de mamada que me acababa de hacer mi tía. Cuando la oí decir.

     ¡Joder, y todavía sigue dura! ¡Qué delicia! ¡Bendita juventud la tuya!

Se levantó y me abrazó con una mano mientras con la otra seguía abrazando mi polla. Me besé con sutileza, lamiendo mi paladar y devorando mis labios, mientras restregaban la polla contra su raja.

     ¡Me encanta que siga dura porque ahora me la vas a meter bien dentro de mi coño! Y espero que el almacén de leche aun tenga un buen cargamento. No te imaginas cuanto tiempo hace que mi útero no prueba el esperma de un macho semental…

 

 

Conociendo a mi tía

 

Los dos seguíamos de pie, en medio del pequeño claro del jardín con la luna en lo más alto del cielo como único foco de iluminación.  Mi tía me volvió a besar, sus besos eran tremendamente seductores, sabía manejar la lengua y los labios como nadie que hubiera conocido. Seguía agarrada a mi polla sin dejar de restregarla por su raja.

     ¡¿Ufff, qué dura la tienes todavía, joder?!

     ¡¿Llevas mucho tiempo sin follar, tía?!

Le pregunté aunque la respuesta era obvia.

     ¡Demasiado sobrino! Hace tres meses que tu tío pasó por casa y me echó un par de polvos de los que no dejan huella. Y una necesita un riego de vez en cuando o se me seca el jardín.

Su lenguaje se iba modificando, y ahora parecía más una concentre de colegas. Sus ganas de follar y la forma de decírmelo mantenían a mi mente en continua excitación, y sobre todo su voz, una voz profunda que manaba lujuria y deseo impregnando todo lo que nos rodeaba.

     ¿Y qué haces para consolarte?

Le pregunté para seguir escuchando esa melodía que no dejaba que mi polla volviera a su letargo. Me volvió a besar, quizás para taparme la boca, pero sus besos solo hacían que excitarme más.

     Eres bastante curioso, jejeje!

Rio con suavidad al despegar sus labios.

     ¡Te iré contando cosas, pero no todas el primer día! Vamos a dormir, que ya es tarde y mañana tengo tarea. Tú puedes dormir hasta la hora que quieras, te lo has ganado.

Dijo con su sonrisa cínica para acabar dándome un tierno beso en los labios.

Nos fuimos a nuestras habitaciones, y dado el estado de mi polla, no tuve más remedio que hacerme una paja, eso sí, pensando en lo que me podía esperar el día siguiente.

A media noche noté como rozaban mis labios, era Laura que me estaba besando.

     ¡Me voy a trabajar, primo! Pero estoy deseando volver para jugar contigo. Me tienes encharcada ¡¿Sabes…?!

Me había parecido un sueño, pues eran las cinco de la mañana, una hora que mi mente despierta no conocía. Me dormí de nuevo en apenas unos segundos, y cuando desperté ya había recorrido un buen camino el sol. Bajé a la cocina y allí estaba mi tía, con una bata corta y ligera preparando botes de tomate.

     ¡Buenos días!

     ¿Qué tal has dormido en tu primera noche?

     ¡Uf, genial! ¡Es una cama estupenda!

     Me alegro, es bueno dormir bien y las primeras noches en otra cama se hace extraña. Ahí tienes tostadas, mantequilla y algo de café.

     ¡Gracias tía!

     Había bajado en bóxer y camiseta, la verdad es que pensaba que estaba en mi casa… no me esperaba a nadie…

     ¡¿No me vas a dar un beso de buenos días?! Me dijo antes de que me sentara.

     Por supuesto tía, es lo mínimo que puedo hacer por tu deliciosa hospitalidad.

Me acerqué hasta ella y la rodeé por la cintura a la vez que ella se agarraba a mi cuello haciendo que sintiera sus tetas contra mi pecho. Nuestros labios se juntaron y las lenguas se buscaron humedeciéndonos mutuamente. Sus besos eran deliciosos y lo disfruté como parte de un buen desayuno. Deslicé las manos hasta su culo y lo apreté con deseo contra mi cuerpo. Su boca me devoró haciendo que mi polla cogiera algo de consistencia, con un rampazo eléctrico por todo mi cuerpo

     ¡Ummm, son los mejores buenos días que recibo desde hace tiempo!

Dijo con lujuria relamiéndose los labios. Nos separamos y me senté a desayunar, aunque hubiera preferido empotrar a mi tía contra la encimera.

     Cuando esté Laura tenemos que guardar las formas.

Me dijo con mirada penetrante.

     Por supuesto tía, aunque…

     ¡¿Aunque… qué?!

     Pues no sabía si decírtelo, pero ayer cuando me llevó a su sitio preferido me sugirió que corriéramos en ropa interior.

Me miró y con mucha naturalidad me preguntó.

     ¿Te la follaste?

     ¡No, qué va! Realmente me dejó despistado. Nos abrazamos y nos dimos un beso, me tocó la polla y después de ponérmela dura me dijo que se hacía tarde. ¡Fue algo raro!

     Supongo que tarde o temprano te darás cuenta, así que te lo contaré antes de que te sientas desubicado…

Mi tía se puso un café y se sentó a mi lado en la mesa.

     En un sitio así te comunicas con poca gente y pasamos mucho tiempo solas….

…Hace un año estábamos tumbadas al sol al lado del estanque. Como estamos solas siempre lo hacemos en bragas, sin sujetador. Hablábamos de sus relaciones, tan solo había tenido dos con dos chicos del pueblo pero parecía no tenerlo muy claro. Comenzó a tocarme las tetas argumentando que le parecían muy bonitas. No me pareció raro, cuando eres joven te gusta investigar. Los roces de sus dedos hicieron que los pezones se me pusieran duros y al momento se inclinó y comenzó a lamerme uno de ellos. No me atreví a decirle que no y poco a poco aquello fue a más. Sin poder evitarlo me provocó una gran excitación. Nos besamos, nos sobamos hasta ponernos muy calientes. Laura no quería parar y me metió los dedos pajeándome hasta hacer que me corriera. Después agarró mi mano y la llevó hasta su coño para que le hiciera lo mismo. La masturbé con mis dedos hasta que se puso como loca y también se corrió como una coneja.

Dio un sorbo de café mientras me miraba escrutadoramente, parecía querer leer mis pensamientos.

     Al día siguiente me pidió repetir….

…Tampoco me atreví a negarme, más bien me apetecía, y ese día nos comimos enteras disfrutando sin reparos. Eso se fue haciendo habitual y disfrutamos casi a diario, y ahora Laura no tiene claro que es lo que le gusta, si los hombres o las mujeres.

Yo había permanecido callado, escuchando como un niño escucha a su abuelo cuando le cuenta una batalla.

     ¿Y a ti…Qué te gusta? Salieron las palabras de mi boca de una forma automática como si no tuviera control sobre ellas.

La historia me había excitado y el barómetro que tenía por polla daba fe de ello. Mi tía también lo había notado y con el café en una mano, metió la otra dentro de mi bóxer abultado y abrazo el tronco endurecido.

     Por Laura haría lo que fuera, y además disfruto con ello, pero que me empotren con una buena polla es lo que me va, sobrino. Y tú tienes juventud, potencia, ganas de follarte a una madura como yo…y la mejor polla del concejo.

Dijo al final el apelativo familiar con el cinismo que la caracterizaba para después besarme hasta dejarme sin aliento.

Se levantó para ponerse frente a mi apoyada en la mesa y comenzó a desabrochar los botones de su bata. La bata se abrió y pude ver sus bonitas tetas desnudas a la luz del día, no llevaba sujetador y dos grandes areolas rodeando los dos gordos pezones deslumbraron mis ojos. Cuando se abrió la parte de abajo vi unas pequeñas braguitas granates tapando la abultada vulva pelada que había tocado la noche anterior.

Ahora podía ver las curvas de su cuerpo y me parecieron excitantes. El duro trabajo de la montaña había moldeado su cuerpo a la perfección.

     ¿Te gustan mis bragas?

Me preguntó con las manos en su cintura.

     ¡Son preciosas tía!

Me levanté de la silla y volví a besarla abrazando su redondo culo. A sus cuarenta y dos años lo mantenía tremendamente duro y mientras lo tocaba pensaba en follarme lo algún día.

Mi boca dejó la suya para lamerle el cuello y bajar hasta sus tetas. Rodeé los pezones con la lengua y los sorbí con mis labios. Me acordé que no le gustaba fuerte y lo hice con suma delicadeza.

     ¡Ufff, aprendes rápido cielo! Eres un muy buen amante…

Agradeció mis controladas succiones. Estaba deseando ver el coñazo que guardaba bajo las bragas y baje con rapidez. Tiré de las bragas con suavidad y la carnosa vagina de labios desmesurados apareció ante mis ojos. Fue un momento brutal ver por primera vez un coño donde se perfilaban con claridad los labios externos e internos como dos grandes pétalos de orquídeas carnosas. Ella pasó la mano de abajo a arriba sobre la raja haciendo que los labios se hundieran para volver a coger volumen, como un gran mejillón cuando lo abres para comértelo.

     ¡¿Nunca habías visto un coño con unos labios tan frondosos?!

Negué con la cabeza sin dejar de mirarlo.

     ¿Te gusta así de depilado, o prefieres que me deje el vello?

     ¡No, no! ¡Déjalo así! Contesté pasando mis dedos entre las alas de la gran mariposa cálida y húmeda.

Ella apoyo las manos sobre el borde de la mesa y echó la cabeza hacia atrás esperando el trabajo de mi boca. Busqué el interior de la raja escondida bajo los pliegues de sus labios vaginales, y la abrí con mis dedos. La carne sonrosada apareció húmeda y jugosa. Acerqué la boca y le di varios lengüetazos.

     ¡Ufff, espera!

Dijo deshaciéndose de la bata y las bragas con rapidez. Retiró las tazas de café de un manotazo y subió su cuerpo desnudo sobre la mesa quedando sentada con las piernas abiertas.

     ¡Vamos! ¡Sigue cabronazo… cómeme el coño! Apresuró tirando de mi cabeza.

Me abalancé metiendo mi cara entre sus muslos y comencé a lamerle la raja de nuevo. Sentía el roce cálido de su vulva aplastada en mi cara y eso me puso más salido, era una sensación especial. Metí toda la lengua en su raja varias veces, la subí hasta lo más alto y tintinee el clítoris. Era tan grande y estaba tan duro que lo chupé como si fuera un pezón. Mi tía se retorció gimoteando a la vez que aplastaba mi cabeza contra su coño. Continué con la comida en su clítoris con un dedo horadando su coño, se lo follaba y se lo comía con los labios y la lengua. El sabor que emanaba era exquisito, y yo me afanaba cada vez más… duramos unos largos minutos hasta que convulsionó y con sus manos me atrajo contra ella fuertemente, recibiendo un baño mi cara con una corrida exuberante. Tiró de mi cabeza hacia arriba y lamió mi boca y mi cara como si fuera una perra. Metió la mano en mi bóxer, y sacó la polla que ya estaba como el badajo de una campana.

     ¡Diosss mío, qué polla más hermosa que tienes! ¡Y qué dura está!

Tiró del bóxer hacia abajo a la vez que yo me quitaba la camiseta. Ella misma condujo mi polla entre sus labios vaginales, los restregó entre ellos embadurnando el capullo de sus fluidos, se pajeó el clítoris con el duro glande y luego buscó la bocana de su coño, haciendo que penetrara el capullo. Volvió a besarme como ella sabía hacerlo y al separarse se quedó a escasos centímetros de mi boca.

     ¡Estás para comerte, cielo! Vamos, métemela despacio. ¡Quiero sentir como entra cada gramo de carne dura!

Sus palabras chocaron contra mi boca como una corriente de energía. Con nuestras miradas clavándose en nuestros ojos comencé a empujar. Mi polla fue penetrando centímetro a centímetro y su boca se fue abriendo a la vez. Atravesé la raja hasta que llené su vagina al completo… ya no quedaba nada de verga fuera.

     ¡Ahhh! ¡Hasta los mismos huevos…Diosss Santo! ¡Déjala dentro! ¡No la saques por nada! Casi me gritó en la cara con voz ahogada.

Estaba sentada en la mesa con medio culo fuera, agarrada a mi cuello con sus brazos y con las piernas levantadas. Y jadeaba contra mi cara como si me la quisiera empañar.

     ¡Sácala y vuelve a meterla lentamente cariño! Necesito disfrutar del roce de esta verga tan dura y enorme que me está partiendo…

Me pidió con la ternura de una madre. Lo hice como me pidió y su boca dio un largo suspiro. La tercera penetración fue calcada, y su aliento impregnado de puro sexo empapó mi cara.

La penetré de nuevo sin que ya me lo pidiera y poco a poco fui aumentando el ritmo. Se abrazó a mi cuello aplastando me con sus tetas y comenzó a jadear en mi oreja.

     ¡Sí cariño…así mi vida! Ahhh! Diosss, como la siento mi amor!

Noté como la excitación de mi tía iba en aumento, pero su voz era demasiado dulce. La había visto mirarme con sus ojos penetrantes y su sonrisa irónica, y también había sentido toda mi polla dentro de su boca la noche anterior. Estaba seguro que llevaba una gran zorra dentro y quería que saliera.

     ¿Te gusta mi polla, tía?

     ¡Joder, me encanta, sobrino! ¡No pares de follarme! ¡Sigue, sigue!

     ¡A mí me vuelve loco tu coño gordo y carnoso envolviendo mi polla!

     ¡Ufff, como me estás poniendo! Será para ti todo el tiempo que estés aquí… Lo puedes llenar cuando y cuanto quieras.

Embestí varias veces con más fuerza y…

     Ahhh! Diosss! Ahhh!

Se corrió empapando mi polla copiosamente. Llevaba demasiado tiempo sin follar y la excitación la desbordaba. Me soltó el cuello y dejó caer su espalda sobre la mesa con los brazos abiertos y las piernas colgando. Sus tetas se esparramaron sobre su pecho con los pezones como piedras.

     Ufff, que ganas tenía de que me follaran como a una puta, diosss!

Le cogí las piernas y las puse sobre mis hombros mirando sus carnes replegadas del coño, esa entrepierna triangular con el enorme tajo en medio por donde entraba y salía mi verga, me ponía cada vez más cerdo. Mi polla se había salido completamente mojada, y la restregué contra la vulva. Noté como temblaba levemente y le introduje el capullo buscando su raja. Apreté, y mi polla volvió a entrar profundamente.

     Ahhhg! Diosss! Gimió mordiéndose el dorso de la mano.

 


Abracé sus robustos muslos totalmente abiertos a ambos lados de mi cuerpo y comencé a bombear con suavidad. Veía sus tetas balancearse sobre su tórax y como mi polla atravesaba su raja sonrosada rodeada de los densos pliegues de sus labios suculentos. Era una visión maravillosa que no dejaba de excitarme. Abalancé las manos sobre sus tetas y las sobé con un deseo casi incontrolado. Pellizqué los pezones y sus gemidos aumentaron.

     Ahhhg! Joder, más, masss! Dame más fuerte… ¡Párteme el coño!

Me pidió contorsionando la espalda. No sabía a qué se refería, y la empotré con más ganas a la vez que tiraba de sus pezones.

Sus gemidos se hicieron guturales y me soltó otra enorme corrida.

     ¡Ufff, diosss! ¡Me he vuelto a correr! ¡Nunca me habían puesto tan zorra, cariño! Me está sacando la PUTA que llevo dentro… ¡Fóllame!

Su lenguaje comenzaba a gustarme, aunque todavía tenía matices dulces.

     ¡Te voy a poner más guarra porque todavía no me he corrido! Y me vas a sacar una gran lechada… a las zorras como tú, las dejo llenas.

Pasé las manos de las tetas al culo para apretarlo, quería comprobar algo más.

     ¡Quiero ponerte muy puta, tía!

Me atreví a decirle sin dejar de penetrarla. Volvió a morderse la mano.

     ¡Joder, ahhh! ¡Con esa polla seré lo puta que tú quieras!

Avancé con mis dedos por su culo hasta encontrar su cerrado agujero. El jugo de sus corridas corría entre la gran raja y lo había empapado. Comencé a horadarlo con la punta de un dedo y al instante se abrió. “¡Qué pena no poder verlo!” Pensé con el deseo de follármelo.

     ¡Si, síii! La oí gemir mordiéndose la mano.

Al momento metía el dedo hasta los nudillos y mi polla hasta el fondo de su mojada vagina.

     ¡Cómo me gusta follarte tía! Me tienes hecho un animal…

     ¡Qué puta me has puesto, diosss! ¡Reviéntame el coño ya!

Parecía haberlo adivinado, mi polla empezó a soltar leche como si fuera una manguera y sus gritos rebotaron por toda la cocina. Los chorros de lefa se los vaciaba en la misma boca de su útero…, la clavaba a fondo y eyaculaba uno y otro chorro de esperma espeso. Dejé que sus piernas cayeran de mis hombros y quedó espatarrada sobre la mesa. Yo cogía aire como si no hubiera suficiente en toda la cocina con la polla colgando y chorreantes. Casi sin buscar la silla me derrumbé sobre ella mi tía se incorporó con una sonrisa casi diabólica. Se acercó y se inclinó agarrándome la polla. Abrió la boca y comenzó a chupármela como el que chupa un helado en pleno verano. Pensaba que quería seguir follando, pero al cabo de varias chupadas la sacó de la boca completamente limpia y brillante.

     ¡Joder, como me gusta este sabor! Las pollas recién ordeñadas son de lo más rico que me he comido en mi vida… son muy sabrosas.

Me dijo mirándome con su sonrisa cínica.

     ¡Presiento que lo vamos a pasar de maravilla! Ahora vístete, no quiero que Laura nos pille así. Me has hecho un trabajo magnífico, que pocos podrían superar… ¡¿Y sabes que es lo mejor de todo?!

     No sé…

     Que tengo el coño lleno de tu leche, y eso me hace muy feliz.

continua...

 

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