Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Mis Gemelos

 

- Nenes, voy a hacer la compra. ¿Necesitáis algo?- Pregunté asomándome a la habitación de mis hijos mientras ellos jugaban a la consola.

- Compra un par de pepsis mamá, gracias.- Contestó Israel sin despegar los ojos de la pantalla.

- Muy bien, ahora vuelvo.

Dejé a mis hijos con su videojuego. Estaba muy orgullosa de ellos. Habían terminado el instituto con todo aprobado y los habían aceptado a los dos en el “Grado de Enseñanza y Animación Sociodeportiva” y yo les había recompensado con una “Play Station 4” por sus esfuerzos. Os parecerá raro que dos jóvenes de hoy en día no tuvieran antes una videoconsola de última generación y compartieran habitación a su edad, mi situación no daba para más.

Bajé al parking del bloque y nada más entrar a mi coche me di cuenta de que me había olvidado el móvil en mi habitación. Pensé en seguir pero mi obsesión por las redes sociales me hizo volver a casa. Volví a subir y me dirigía a mi habitación cuando escuché algo que me hizo detenerme. Por el pasillo que llevaba a nuestras habitaciones escuché los gemidos de una mujer. Unos gemidos bastante escandalosos que sólo podían significar una cosa.

"Los nenes están viendo porno" Pensé

 


 

Mi primera reacción fue volver a irme a la compra, pero cedí a la curiosidad y avancé a su habitación. Me asomé disimuladamente y vi la televisión que tenían colgada de la pared donde momentos antes jugaban al juego de básquetbol. Una mujer rubia con unas tetazas operadas cabalgaba una polla enorme mientras gemía descontroladamente. Desde mi posición sólo veía el pie de la cama de mis hijos. Me asomé un poco más cuidadosamente hasta que llegué a ver sus miembros y sus manos pajeándose.

"Madre mía, se están masturbando los dos en la misma cama"

"Virginia, no sé de qué te asombras si tú, más joven que ellos, hacías lo mismo con Patricia"

"Pues también es verdad. Pero no sé, entre hermanos... Aunque ellos siempre se han llevado muy bien, tal vez sea normal que hayan descubierto el sexo investigando juntos"

Por un momento me arrepentí de no haber hablado nunca con ellos de esos temas, pero no creí que fuera tan malo lo que estaban haciendo…. Me asomé un poco más y vi los abdominales de mis nenes. Los dos jugaban en el equipo del instituto de básquetbol y tenían una buena forma física. Casi sin pensar empecé a acariciar con mi mano mi coñito por encima de la falda del vestido.

Desde su padre, había tenido más parejas, por supuesto. No duraban mucho, salir con una mujer con dos hijos no es del gusto de los hombres jóvenes y ya pasados los treinta buscaba más algo pasajero que una relación estable. Aunque últimamente estaba pasando un periodo de sequía bastante serio.

Con 35 años tenía un buen cuerpo. Yo le había inculcado a mis hijos el hacer deporte de manera habitual. Tengo unas tetas de tamaño medio muy bonitas, firmes y con unos pezones claros, muy suaves y blanditas al tacto. Mi culo es mi mayor orgullo, un culito trabajado en el gimnasio al que mis parejas les encanta sobar mientras me follan desde atrás bien respingón.

Pronto, el inocente toqueteo por encima del vestido pasó a la historia cuando introduje mi mano por dentro de mis braguitas y empecé a meterme el dedo índice en el coño. Reprimí un suspiro cuando mi dedo atravesó mi húmeda entrada y empecé a meterlo y sacarlo con un ritmo lento para no alertar a mis hijos.

"Joder, me estoy masturbando mirando a mis hijos mientras hacen lo mismo"

Me convencía de que me masturbaba mientras miraba la película porno del televisor pero en realidad no apartaba la vista de sus pollas, de las cuales hay que decir que eran de un tamaño considerable. Israel miró hacia atrás donde yo estaba, y me aparté a tiempo ¡¿o no?! Esperé unos segundos y creo que no me vio, así que seguí un rato más agazapada hasta que vi algo que me impactó. Observé como Israel y Moisés soltaban sus pollas y, sin ningún atisbo de duda, cada uno cogía la polla del otro y se pajeaban mutuamente sin mirarse, como si no fuera con ellos… pajeándose mutuamente en la distancia física y mental.

- Ufff, joder Israel, que bueno.- Decía Moisés.

- Buff ya te digo. Y no veas la guarra esa como la come. ¡¿Es esa a la que te estás follando, verdad?!

- Ya te digo, me la está poniendo súper dura...

Miré un momento la pantalla y vi a la chica tragándose ese miembro inmenso hasta la garganta. Seguí observando a mis hijos mientras el calor invadía mi cuerpo. Sin darme cuenta aceleré el ritmo de mi paja y me di cuenta de que habían empezado a escucharse los chapoteos de mis dedos penetrando mi coño que ya estaba mojadísimo. Alarmada, saqué mi mano sin dejar de mirarles. No sabía si lo habrían escuchado con el ruido de la televisión y salí de casa haciendo el menor ruido que pude… pero un taconeo sí se oyó ¡Jodrerrr! Dejé el móvil, no quería enfrentarme a pasar delante de su habitación mientras ellos se masturbaban.

Bajé al parking y entré en el coche. Miré en el retrovisor mi cara totalmente colorada y comprobé que no hubiera nadie cerca de mi coche. Recliné el asiento y me abrí bien de piernas, aparté la tela de mi ropa interior y empecé a masturbarme a placer. Mis dedos entraban y salían de mi coño mientras los ruidos de mis fluidos invadían mis oídos. Con mis ojos cerrados rememoraba la escena que acababa de vivir.

Cuando me faltaba poco para acabar empecé a imaginar las enormes pollas de mis hijos corriéndose sobre sus abdominales mientras cada uno masturbaba al otro. Solté un gemido bastante fuerte al correrme. Mis piernas temblaban y metí mis dedos en la boca para no dejar escapar más gemidos hasta que me tranquilizara. Cogí un pañuelo del bolso y me limpié los fluidos que corrían por la parte interior de mi coño a las nalgas, y los chorros que reptaban por mis muslos… arranqué el coche y me fui a la compra.

Ya en casa, estaba colocando la compra cuando apareció Israel en la cocina. Después de lo de antes le miré de arriba abajo. Era un chico muy alto y guapo, me fijé en sus pectorales y abdominales definidos, ya que iba sin camiseta por la calor del verano. Bajé la vista sin poder evitarlo hacia su entrepierna y vi un generoso bulto marcándose en su pantalón corto.

- ¿Te has acordado de la pepsi, mamá?

Dí un respingo cuando su voz me sacó de mi ensoñación. Noté la cara ardiendo y le dí la espalda a mi hijo para centrarme en mis bolsas.

- Si, cariño. Ya la he metido en la nevera. ¿Y tu hermano?

- Ha salido. Gracias por la pepsi, eres la mejor.- Y colocó sus manos en mis caderas mientras yo me estremecía y me dio un beso en la mejilla.

Se sentó en la mesa de la cocina con su refresco mientras yo seguía a lo mio.

- Oye mamá. Antes, cuando has vuelto...

Me eché a temblar al oír sus palabras. Me debían haber escuchado entrar o salir. Me quedé callada pensando una excusa para no confesar lo que había visto.

- Perdónanos. No esperábamos que volvieras tan pronto. ¿Habías olvidado algo o qué?

"Perdónanos ha dicho. O sea que sospechan que yo haya podido enterarme de lo que hacían. Mejor hago como si nada"

- Si, me había dejado el móvil.

- Ya, eso he pensado cuando lo he visto ahora encima de tu mesita.

" Mierda, ahora imaginará porqué no lo he cogido cuando he vuelto"

- Bueno, he escuchado la televisión desde el pasillo y he preferido no molestar.- Contesté sin saber muy bien lo que hacía, simplemente pasaba las cosas de una bolsa a otra muy nerviosa.

- Mamá, hemos oído tus pasos acercándose a la habitación y un rato después alejándose.- Me dijo mientras yo daba un respingo al oír su voz más cerca de mi.

- Bueno, si. No me había dado cuenta de lo que hacías hasta llegar más cerca de vuestro cuarto.- Le dije mientras giraba la cabeza y le sonreía torpemente.

- Si, aunque ha pasado un buen rato desde que te has acercado hasta que has vuelto a irte. Mira mamá, no queremos que te alarmes por lo que has visto. Es sólo que es más placentero que otra persona te masturbe a pajearte tú mismo. Y Moisés y yo siempre nos hemos llevado muy bien y nos queremos mucho.

- Bueno Israel, no hace falta que te excuses. A mi me parece bien que hagáis lo que queráis.- Seguí hablándole si mirarle, avergonzada.- Pero no quiero que baséis vuestra sexualidad sólo entre vosotros dos. Algún día conoceréis a algún chico que...

- Jajajaja.- Me interrumpió Israel.- ¿Algún chico? Mamá que no somos gays. ¡Si Moisés está ahora mismo con su novia! No te había dicho nada aún porque es algo reciente.

- ¿Su novia? Pero vosotros dos...

- Si, nos gusta masturbarnos juntos y a veces masturbarnos el uno al otro pero nos gustan las chicas. Cuando me hace la paja, imagino que es un chica y no mi gemelo.

- Bueno, cielo, pues no se qué más decir... Supongo que estoy contenta de la confianza que tenéis, no sé. Nunca había pensado en vosotros en ese plan, pero si lo tenéis claro... Sólo que algo más de cuidado que no vivís solos.

- Pues ese es otro asunto. Verás cuando hemos terminado, hemos hablado de que te hayas quedado observándonos. Y por eso me he quedado aquí, para comentártelo. Ya que te lo has tomado tan bien y tan natural lo nuestro...pues hemos pensado que... tal vez… bueno que podemos llegar a hablarlo más a fondo.

Me giré alterada por lo que creía que Israel me estaba intentando decir cuando le vi con su pantalón bajado y su polla asomando sujeta por su mano.

- ¡Israel! ¿Qué haces?

- Pues mamá, no sé. Ya te he explicado que lo que hacemos mi hermano y yo es por placer y diversión, nada más. Y como parece que te había gustado lo que habías visto, pues hemos hablado que... no se como decírtelo mamá... pues que estás muy buena y todo eso… eres joven y nunca te duran los novios… y ahora están sin uno.

- ¿Pero que dices? No, Israel, esto no...- Le decía mientras pegaba mi espalda todo lo que podía en la encimera sin apartar la vista de su polla.

- Verás, desde que empezamos a "jugar" entre nosotros nos hemos fijado en lo atractiva que eres y me he quedado aquí para hablar contigo de esto. Es sólo para que te masturbes con nosotros mamá, nos encantaría verte... y tocarte...y que nos toques… vamos lo que hemos mi gemelo y yo, pero con tu participación en familia.

- Israel, esto no... desde luego que no Israel... Vosotros haced lo que queráis pero yo no… no me busquéis par vuestros perversiones sexuales...

"Joder, como se le está poniendo la polla...¿Tan malo sería jugar con ellos?"

"¿Pero que estoy pensando? ¡¿Qué van a pensar de su madre…?!"

 


 

Mientras mi mente era asaltada por estos pensamientos frutos de la sequía de sexo que atravesaba, sin pensar me mordí el labio inferior sin dejar de mirar el tremendo cipote de Israel. Mi hijo debió malinterpretar este gesto involuntario porque se acercó más a mí y me cogió la mano. Lentamente acercó mi mano a su polla. Mi respiración empezó a agitarse. Desde que los vi pajearse había fantaseado con ellos pero esto no podía ser… una cosa es fantasear y otra actuar. Mis dedos rozaban su tronco, la abrí y agarré la polla de mi hijo convenciéndome a mí misma de que si pajearlo sería lo mejor, me dejaría en paz y no volveríamos a hablar de esto.

Empecé a subir y bajar mi mano por su tronco lentamente, viendo su brillante glande aparecer y desaparecer de su prepucio. Mi hijo soltó mi mano y la apoyó en la encimera.

- Joder mamá. Que bien lo haces, sigue.

La visión de su polla en mi mano y él llamándome mamá mientras le pajeaba empezó a hacer que mi cuerpo reaccionara en puro morbo. Notaba mi coñito temblar y deseaba meter mi mano dentro de mis bragas… o que él lo hiciera. Pero no podía ser yo la que diera aquel paso.

La polla de Israel estaba ya enorme. Aceleré el ritmo hasta que vi aparecer las primeras gotas de líquido preseminal, paré y acaricié su capullo con mis dedos para mojarlos con aquel líquido y volví a masturbarlo algo más lento. De repente, mi hijo se acercó más a mí y metió su mano por debajo de mi falda desde atrás, agarrándome el culo.

- Vaya culo tienes, mamá. Joder, como me estás poniendo con la paja.

Yo seguía muda. Por un lado estaba turbada por lo que estábamos haciendo mi hijo y yo. Por otro lado me estaba poniendo cachonda perdida con las caricias de mi hijo. Mi batalla interior la ganó la mujer y la perdió la madre. Abrí un poco las piernas y Israel comprendió perfectamente lo que quería. Metió su mano por dentro de mis braguitas desde atrás y empezó a acariciar con dos dedos la entrada de mi húmedo coño. En ese momento solté mi primer gemido delante de mi hijo, le miré a los ojos y me mordí el labio sin dejar de acariciar su polla.

- Dios mamá, que coño más mojado. Estoy deseando meter mis dedos dentro de ti y masturbarte hasta que te corras.

Yo seguía estúpidamente en silencio. Israel lo interpretó como un "adelante". Sacó su mano, me bajó las bragas, me arremangó el vestido en torno a la cintura y metió sus dos dedos dentro de mi coño un tanto bruscamente.

- Tranquilo cielo, con cuidado.- Le dije.

- Perdona mamá.

Empezó a meter y sacar sus dedos de mi coño. Ya estábamos muy cerca. Notaba su cipote rozar mi abdomen mientras yo seguía masturbándole y nuestro aliento acariciaba la boca del otro mientras gemíamos. Abrí más mis piernas y cerré los ojos abandonándome al placer. Israel empezó a follarme con sus dedos con más rapidez. Empecé a gemir más alto mientras escuchaba los sonidos de mi coño encharcado.

- Joder Israel, sigue así cariño, voy a correrme pronto, sigue no pares por Diosss.- le supliqué dejando mi mutismo en el olvido.

Mi hijo me obedeció y siguió masturbándome con fuerza mientras yo soltaba su polla y apoyaba mis dos manos en la encimera a mi espalda. Abrí los ojos y miré hacia abajo para ver los dedos de mi hijo taladrando mi coño hasta que mis piernas empezaron a temblar, eché la cabeza atrás y solté un gemido que me salió del alma mientras me corría y escuchaba el sonido de mis flujos cayendo al suelo de la cocina.

Cuando mis piernas volvieron a sostenerme, abrí los ojos y vi a Israel lamiéndose los dedos con los que me había masturbado mientras se pajeaba. Me coloqué detrás de él, aparté su mano y empecé a masturbarlo yo misma de nuevo con una mano mientras con la otra le masajeaba sus cargados huevos… pensaba que esas pelotas colgaderas eran bien grandes, seguro que debían de azotar a placer el coño de una… imaginé como sería estar follando la raja hambrienta de una hembra como yo… visualicé esas moles y mi coño pegándose el lote.

- Joder mamá, sigue por favor, me corro...me corro...

Me asomé por un lado de su espalda pajeándole con rapidez y vi como los chorros de semen salían disparados. Salieron unos buenos trallazos de lefa que caían en el suelo mientras yo le apretaba los huevos queriendo escurrírselos… cuando soltó no menos de ocho chorros, y volvía a notar como me excitaba en modo perra. Cuando todo acabó la realidad volvió a mí.

- ¡Madre mía Israel! ¿Qué hemos hecho?

- Mamá, tranquila. Ha sido genial, ¿no?

- Si, pero... Esto no está… nada bien

- Ha pasado y ya está… no va salir de esta casa.

- No por Dios Santo… No le digas nada a Moisés, por favor.

- Mamá, no pasa nada. Me ha gustado mucho y nadie se va a enterar.- Me dio un beso en la mejilla y se fue al baño.

Yo me coloqué bien el vestido y empecé a recoger el estropicio. Menuda cantidad de semen había soltado el cabrón, parecía que se había derramado medio litro de leche. Luego miré el charco que había en el suelo donde yo me había corrida y sonreí mientras pensaba que a alguien habría salido. Terminé de limpiar, de colocar la compra y me fui a la ducha.

El resto de la tarde hice como que nada había pasado. Moisés volvió de ver a su novia y nos sentamos los tres a cenar charlando como una familia normal. Poco después ellos se fueron a su habitación y yo me quedé en el salón viendo una película. Al estar solo me quité el pantalón corto que llevaba y me quedé con una camiseta negra de andar por casa y unas braguitas también negras. Abrí las ventanas del salón a ver si entraba algo de aire y me senté a disfrutar de la película. Pronto escuché los gemidos del televisor de mis hijos.

"Ya están otra vez. ¿Y si me asomo?"

Finalmente me quedé en el salón. El sonido de mi película era más alto pero inconscientemente intentaba prestar más atención a los sonidos que salían del cuarto de mis hijos, al no percibirlos bien, bajé el volumen de mi televisor. Empecé a ponerme cachonda al oír los gemidos de las chicas que veían mis hijos…, cerré los ojos y metí mi mano dentro de las bragas y empecé a acariciarme el coño. Apoyé los pies en la mesita de centro con las piernas bien abiertas y me dejé llevar al placer. De repente, escuché un ruido detrás de mí.

 


 

Saqué mi mano y giré la cabeza hacia atrás para encontrarme con el cuerpo desnudo de Israel en la puerta del salón, con la polla erecta y sonriéndome… una auténtica vida empotrada entre sus piernas, con un contrapeso de sus dos huevazos, colgando de ella.

- ¿Qué...? ¿Pero qué...?

- Ven a nuestro dormitorio, mamá… no te quedes ahí sola. Nosotros estamos a lo mismo, mejor si lo compartimos ¡¿No te parece?! - Me dijo. Se dio la vuelta y se fue.

Me quedé atontada en el sofá, como shock… me hallaba tan cachonda que cualquier cosa me parecía bien con tal de aliviarme… me decidí a unirme a mis hijos. Fui a la habitación de ellos pensando en que sería mejor masturbarme mientras los miraba que allí yo sola. Estaba fuera de mí. Me paraba y seguía andando por el pasillo hasta que finalmente llegué a la habitación.

- Hola mamá.- Me saludo Moisés sonriéndome mientras se acariciaba la polla a todo lo larga.

Miré a mis hijos allí desnudos, luego miré el televisor donde una chica rubia platino era empalada a cuatro patas por dos negros con unas pollas monstruosas… una por la boca y otra por detrás… supongo que por el coño, porque el cipote era de un burro, lo menos.

- Siéntate ahí mamá y disfruta del espectáculo.- Me indicó Israel.

Miré donde señalaba y vi su silla de ordenador colocada frente a su cama, debajo del televisor mirando hacia ellos. Me senté en la silla en silencio y me quedé observando como se masturbaban. Al rato, Israel volvió a hablar.

- Vamos mamá, queramos que vinieras para que te tocaras con nosotros. Dijo Israel y añadió - Me da un poco de palo que te quedes ahí sentada sin hacer nada…

- Eso mamá. Disfruta con nosotros. Sumó Moisés.

Empecé a moverme muy torpemente. En mi cabeza me decía que ellos me obligaban, pero realmente era yo la que quería hacer aquello con mis hijos. Abrí las piernas y las apoyé en el borde de su cama y empecé a acariciarme por encima de la braguita.

Ellos parecían complacidos porque dejaron de mirar la película y se centraron en mí, mientras machacaban sus grandes pollas a mi salud. Pronto, Moisés soltó su polla y agarró la polla de su hermano. Israel le devolvió el favor y empezaron a masturbarse el uno al otro delante de mí. Yo nunca he visto porno gay ni nada parecido, pero aquella visión de mis hijos, cada uno pajeando la polla del otro, me estaba poniendo a mil. Levanté el culo de la silla sin dejar de mirarles y me quité las bragas para poder pajearme delante de ellos a gusto… me abrí de piernas y le mostré el coño desafiándoles a que se corrieran mirándome.

- Pues tenías razón Israel. Vaya coño bonito tiene nuestra madre.- Se confirmaba que Israel se lo había contado todo a Moisés.

- Te lo dije. Y lo rápido que se le moja… le da tanto morbo como a nosotros.

Hablaban entre ellos como si yo no estuviera… como si fuera una actriz porno de un video que no interacciona con los visionadores.

- Ya te digo.

Desde luego tenían razón. Yo ya tenía el coño mojado y escucharlos hablar de mi cuerpo delante de mí mientras se pajeaban, hizo que me encharcara a los pocos minutos de meter mis dedos dentro del coño… me refregaba el clítoris con fruición y metía los dedos enteros.

- ¿Y sus tetas que tal?- Preguntó Moisés.

- No lo se, llevaba la camiseta puesta…

- Mamá, ¿porqué no te quitas la camiseta? Estarás más cómoda y además estaremos en igualdad de condiciones.

Solté una risita por las excusas tan patéticas que me daban para verme las tetas, pero ya todo me daba igual. Me quité la camiseta despacio para que vieran mis tetas caer cuando la tela las sobrepasó. La tiré a un lado y seguí a lo mio.

- Joder que tetas!- Exclamó Israel.

- Buff, estás buenísima mamá.

- Jajaaja, que tontos sois. Venga vamos a corrernos que para eso estamos aquí...

- Pero mamá, tranquila, que lo vas a pasar bien con nosotros.- Dijo Moisés.

- Bueno, he venido porque esta tarde he estado con tu hermano y no contigo… para estar en las mismas condiciones, jajajaja. Les dije emulando la tonta excusa que ellos mismos pusieron. - Pero yo no me muevo de la silla ni vosotros de la cama. Y ya mañana volvéis a vuestras cosas y yo a las mías.

Los dos me sonrieron, asintiendo mientras volvían a dirigir los ojos a mis dedos mientras me follaba… aceleraron el ritmo de las pajas. Yo pasaba mi mirada de una polla a otra averiguando quien masturbaba mejor a su hermano mientras metía y sacaba mis dedos de mi coño sin parar. Un rato después vi a Israel susurrarle algo al oído a su hermano Moisés asintiendo.

- Bueno mamá -empezó Israel- Como has aceptado tan bien nuestro hobbie y has sido tan enrollada, vamos a hacer que te pongas muy cachonda y te corras con ganas.

Y sin darme tiempo a responder, Israel se puso de rodillas en la cama mirando hacia su hermano con la polla durísima. Moisés me miró un segundo, se incorporó un poco, agarró la polla de su hermano y se la metió en la boca…. Mi mano paró de joderme. Estaba en shock. Uno de mis hijos le daba una mamada al otro conmigo desnuda en la habitación… una cosa era hacerle una paja y otra una mamada, no hay color en el sexo. Nunca había visto, ni en pornografía ni nada, a un hombre mamarle la polla a otro. Israel jadeaba sin parar mientras de la boca de Israel salían los sonidos típicos de una buena mamada. Mis pezones se endurecieron muchísimo y volví a masturbarme con fiereza.

"Joder, que espectáculo. Como la chupa mi hijo"

Lejos de ser confusa, la situación era muy morbosa. Mi hijo Israel mamaba la polla de su hermano con ansia. Tuve la tentación de mamarle la polla yo a él o de pajearlo mientras se la comía a su hermano. pero había decidido que esa noche acabaría todo para mí, y no quería seguir cruzando líneas rojas con ellos. Volví a acomodarme en la silla y me pellizqué con fuerza un pezón con una mano mientras con la otra me taladraba mi coño mojado.

De repente, Israel agarró la cabeza de su hermano, Moisés soltó la polla de Israel y éste me miró mientras empezaba a mover la cabeza de su hermano y le follaba la boca. Moisés empezó a pajearse mientras yo observaba la escena extasiada, machacando mi coño al tiempo que escuchaba los sonidos guturales que salían de la garganta de Moisés y los gemidos y bufidos de Israel. Pronto vi los chorros de semen salir de la polla de Moisés cayendo sobre su cuerpo y empecé a correrme, gritando de placer…, Israel sacó la polla de la boca de su hermano y se corrió sobre su pecho.

Miré hacia abajo, mirando mis piernas temblar y el cerco de fluidos que había dejado en la silla de mis hijos. Levanté la vista y los vi a los dos mirándome sonriendo, con sus pectorales subiendo y bajando por el esfuerzo. Volví en mí y me levanté como pude, les sonreí tímidamente y les dije un débil "buenas noches" y me dirigí a mi habitación.

Cerré la puerta y me acosté en mi cama desnuda cubriéndome el rostro con las manos. Mientras pensaba en cómo afectaría lo que acababa de pasar a nuestra relación. Me abrí de piernas y volví a acariciarme el coño, noté ni clítoris duro como la piedra de pedernal.

"Joder, menudo espectáculo"

Seguí masturbándome mientras sonreía por el tremendo recuerdo que me quedaría de aquella noche, de sus pollas asidas por sus manos y luego eyaculando como mangueras de bombero.

**********

 


 

Al día siguiente me desperté confusa, aturdida. No podía creer lo que había hecho. Pensé que mi reacción al descubrir lo que hacían había sido demasiado liberal, o quizás demasiado débil. Al mostrarles que aceptaba como normal lo que hacían les di pie a que pensaran que si entre hermanos estaba bien, por qué no con su madre… de aquello a follarme solo había un paso.

Me levanté de la cama y me puse un pantalón corto y una camiseta. Pase por delante de su habitación rápidamente y sin mirar por miedo a lo que pudiera encontrarme, y me fui derecha a desayunar sola a la cocina. Después fui al cuarto donde tenemos la lavadora y la secadora para preparar la colada.

-¿Vas a lavar esto?

Di un respingo al escuchar a Moisés detrás de mí. Me giré y lo vi con mi camiseta y mis braguitas de la noche anterior y recordé que me fui a toda prisa de su habitación dejándolas.

- Si, dame.

- Toma. Huelen muy bien.

Ya empezábamos de nuevo. Otra vez los comentarios insinuadores, su cuerpo medio desnudo delante de mí. Tenía que poner algún límite.

- Oye Moisés. Soy tu madre. Lo de ayer no debió pasar. Ya sé que le dije a tu hermano que me parecía bien lo que hacíais pero eso es entre vosotros. Tenemos que poner límites en la forma en que os dirigís a mí y lo que hacéis delante mía.

- Pero, ¿ no te lo pasaste bien anoche?

- Sií que lo pasé bien, pero ese no es el tema Moisés.

- Pues no lo entiendo, te lo pasaste bien, te parece bien lo que hacemos Israel y yo...

- Bueno, mira...luego hablamos los tres mejor.

- Como quieras. Toma, lava esto también.

Volví a mirarle y lo vi desnudo, con la polla semi erecta y con los calzoncillos en la mano.

- ¿Ves? Esto es lo que no puede ser.- Le dije cogiendo su ropa interior.- Soy tu madre y esto me parece muy irrespetuoso.

Me volví enfadada y metí sus calzoncillos en la lavadora cuando escuché la puerta cerrarse. Me volví y vi a Moisés mirándome fijamente y masturbándose.

- ¡Pero Moisés! ¿Es que no me escuchas o qué? Vete a tu cuarto o al baño o donde quieras pero déjate de exhibir como te haces tu pajas ¡Vamos ya con el niño!

- Israel me contó lo que hicisteis. Si quieres dejar de divertirte con nosotros, al menos que acabemos todos igual.

- Joder Moisés, mira que eres cabezón, que no...

- Mira cómo me tienes de mirar tu culito con esas braguitas tan bonitas.

Ya tenía una erección plena… su cipote duro y enorme me turbaba…. Y caí. No pude evitarlo más y me quedé mirando un buen rato como se masturbaba. Miraba como hipnotizada la polla de mi hijo deslizándose por su mano y los pensamientos que no debería tener empezaron a asomarse en mi mente.

- Mira, pajeate si quieres. Eres imposible.

Y me di la vuelta y volví a mi colada. Mi cara comenzó a arder y empecé a excitarme con la situación sin poder remediarlo. Escuchaba los sonidos aguachados de la polla de Moisés mientras se masturbaba y sólo pensaba en meter mis dedos en mi coño y masturbarme con él. Diciéndome a mí misma que era para que acabara lo antes posible, me incliné un poco sobre la lavadora para exhibir mejor mi culo ante mi hijo. Pronto mi intención oculta quedó satisfecha cuando mi hijo empezó a acariciármelo.

- Moisés… Por Dios Santo… ¡Ummm!

- No digas nada mamá, déjame. Joder, vaya culito que tienes parece el de una nena de 18 o menos… es perfecto ¡No me extraña que tengas tanto éxito con los tíos!

- No tanto… ¿Ves a alguno por aquí de todos los que me follan…?

- Lo mismo sí, pero aun no lo sabes...

No quise entender lo que me dijo al final, solo sabía que mi coño se iba mojando con las caricias de mi hijo hasta que noté la punta de su polla rozando la entrada por encima de mis bragas. Me quedé muy quieta. Por un lado quería parar aquello, tal vez dándome la vuelta y masturbándolo como a su hermano, pero por otro lado quería que apretara un poco su polla contra mi coño, para que me estimulara, ya que no quería empezar a masturbarme delante de él cuando le había dicho que este sería el final.

Pronto el roce de su polla contra mis bragas pasó a unos empujones más serios y yo cerré los ojos… empecé a acompañar con pequeños movimientos de mi culo sus tímidas embestidas. Estábamos prácticamente follando y Moisés debió pensar lo mismo porque de un tirón bajó mis bragas y colocó su mano en mi húmedo coño. No pude evitar el gemido, mitad sorpresa y mitad placer, y empecé a mover mis caderas para disfrutar del contacto de su mano. Mi hijo empezó a meter su dedo en mi raja, mientras mi cuerpo me tensaba y poco después acomodó su cipote en la entrada del coño hambriento de su madre. En ese momento paré mis movimientos y él comenzó a frotar su polla por mis labios vaginales pajeándome el clítoris

Poco después volvió a colocar su cipote en la boca de la vagina, pero no se atrevía a metérmela, lo que yo sí deseaba, alejando de mi mente los pensamientos de salir de allí. Empezó a subir sus manos por mi cuerpo y las metió por debajo de mi camiseta agarrándome las tetas hasta empezar a pellizcar mis pezones… se pusieron erectos y eléctricos.

Ya no pude más y empujé mi cuerpo hacia atrás lentamente notando como la polla de Moisés me iba atravesando… ambos gemíamos silenciosamente. Su polla entraba y salía de mi coño sin dificultad y pronto empecé a acelerar el ritmo. Al minutos de ser yo quien tomaba la iniciativa, Moisés me soltó las tetas y me agarró de las caderas, tomando él la iniciativa… empezó a follarme con fuerza mientras yo dejaba caer mi cuerpo encima de la lavadora y abría las piernas todo lo que podía para darle el máximo acceso a mi coño. Me corrí casi al instante de empezar con las embestidas de mi hijo ahogando mis gritos de placer, notando su gran falo abriéndome las entrañas, expandiendo las paredes enjutas de mi vagina, lo cual me electrificaba todo el cuerpo con calambres que nacían en mi clítoris y acababan en las sienes.

Los empujones eran rotundos, con tal brío que la inercia de sus huevos colgones, me azotaban el coño una y otra vez, dándole al polvo mayor sugestión si cabe. A los minutos de haberme corrido, follándome a todo trapo, comenzó a bufar poco antes de empezar a sentir su semen llenándome el coño, a la vez que me la metía hasta lo más profundo de mi ser. Percibí el primer gran lefazo golpear contra la paredes de mi vagina y un segundo chorro potente, al que le siguió el tercer aldabonazo de leche… las siguientes eyaculaciones solo las sentía por la convulsión de su polla entre mis sensibles paredes vaginales que forman parte del clítoris interno. Ni siquiera caí en que estábamos follando a pelo. Cuando la sacó noté el reguero de lefa que resbalaba por los labios vaginales al interior de mi muslo. Moisés me dio un beso en la mejilla, yo le sujeté un poco y se lo devolví en los labios… ese polvo no era lo mismo que hacerle el bocadillo para irse a hacer deporte. Me sonrió por mi iniciativa de chuparle los labios y meterlo un poco la lengua, y se fue, dejándome de nuevo en una sensación entre el placer absoluto y la pesada culpabilidad de mi mala conciencia.

Puse la lavadora y salí de allí directa hacia la ducha. Mientras me limpiaba repasaba mentalmente lo que había pasado. Sólo esperaba que mis hijos fueran discretos aunque imaginaba que si eran discretos con lo suyo lo serían con lo mío. Mi confusión era sencillamente incontestable… mis hijos debía de ser bisexuales, por lo mismo iban a vela que motor. De nuevo empecé a tocarme, el pensar que lo que estaba pasando nunca saldría de puertas para afuera, me provocaba a pensar en seguir esta aventura con mis hijos.

 


 

Al salir de la ducha vi que los dos habían salido. Fui en toalla a mi dormitorio y cogí el móvil. Tenía unos mensajes de mi amiga Patricia preguntándome si iba a estar en casa para hacerme una visita. Patricia es mi mejor amiga de toda la vida, la confidente, la mujer con la que juntas descubrimos nuestra sexualidad. Me mordía las uñas pensando en apremiarla a que viniera y contarle lo que estaba pasando. Ella es una mujer soltera, muy abierta al sexo y, desde luego, jamás me juzgaría aunque si era probable que me devolviera la cordura.

Poco después llegó Patricia a casa. Morena, bajita, un poco rellenita pero muy resultona, con un pedazo de escote para lucir con orgullo sus tetazas y unos vaqueros… a mis hijos, más de una vez los pillé escrutándole las tetas y el culo. Entramos en casa y serví dos copas de vino y comenzamos a ponernos al día, después ya no aguanté más y empecé con cuidado.

- Te voy a contar lo que me pasó el otro día nena, pero que no salga de aquí, por favor… es algo demasiado delicado para mí.

- Claro tonta, cuéntame

- Pues verás... pillé a los nenes masturbándose.

- Jajaja, pues vaya cosa, ¿con 17 años que creías que no lo hacían?

- Ya, pero... es que se estaban pajeando el uno al otro...

Casi se le cae la copa a Patricia mientras me miraba con ojos como platos.

- ¿Cómo? ¿Pero estás segura?

- Sí, sí. Los vi perfectamente a tres metros de mí.

- Bueno, yo se que hay muchos chicos que se hacen pajas juntos. Quizás entre hermanos tengan confianza para tocarse entre ellos, no sé, no me parece tan malo ¿no? Acuérdate de nosotras, hemos experimentado de todo hasta el día de hoy.

La miré a los ojos mientras nos recordaba con 14 años masturbándonos la una a la otra con una revista porno de su hermano y como acabábamos también masturbando la una a la otra.

- Ya, si no es eso. Es que...¡Que me quedé mirando y empecé a tocarme a escondidas!

Patricia empezó a reírse con ganas.

- Oye, que esto es muy serio.

- Tranquila Virginia jajaja. Yo también me hubiera quedando mirando.

- ¿Cómo?

- Pues que tus nenes están muy buenos, que quieres que te diga… son dos yogurines a los que cualquiera de nosotras estaría encantada de hacerlo un favor.

- Serás zorra, jajaja. Yo no… son mi hijos.

- Pues casi con más razón… los tienes a mano para un empujón de apremio, sus cuerpos son familiares para ti, vamos como un marido, pero más jóvenes y potentes.

Empecé a golpearla juguetonamente mientras ella no paraba de reírse. Seguí contándole como me masturbé en el coche y me guardé para mí el resto de lo que pasó desde entonces… eso ya era demasiado abrirse a otra persona, casi ni me lo contaría yo a mí misma de la vergüenza. La muy guarra no paraba de apretarse las tetas. Siempre ha sido así entre las dos, contándonos nuestras aventuras sexuales y excitándonos la una a la otra, aunque ya hacía mucho desde la última vez. Comencé a contarle con detalle como se pajeaban mis hijos, la forma de sus pollas ilustrándoselo con unas imágenes de internet, y lo que yo hacía. Los últimos acontecimientos habían despertado en mi un libido desconocido sin control.

- Puta, me estás poniendo a mil.- Dijo Patricia acariciándose por encima del pantalón.

- ¿Vamos a mi habitación y te sigo contando como hacíamos antes?

"Madre mía el vino, nos hemos pasado"

- Jajaja, venga va, que hace mucho de la última vez.- Me respondió.

Se quitó los vaqueros en cuanto entramos en la habitación revelando un tanga que le quedaba perfecto en su culo gordo. A mí no me gustan las mujeres, lo que había hecho con ella en el pasado lo hicimos por el cariño y la confianza que nos tenemos. De repente, con este pensamiento empecé a comprender a mis hijos. Le di un azote en el culo mientras se subía en la cama y se sacaba la camiseta, tumbándose boca arriba mientras sus tetas, algo caídas de lo gordas que las tiene la muy zorra… se le mecían con el movimiento. Cuando se quitó el tanga vi su coño mojado, la puta se había excitado pensando en mis hijos y en sus pollas. Yo me desnudé y me subí a la cama frente a ella.

- Venga cuéntamelo bien.- Me dijo mientras empezaba a acariciarse el coño.

- Vale, pero te voy a contar lo que pasó cuando volví.- Decidí en ese momento.

- ¿Hay más? ¡Joder eres un saco de sorpresas… como una matrioshka.

 


 

Empecé a contarle como Israel y yo nos masturbamos en la cocina. Al principio la noté un poco escandalizada, pero yo seguía con mi historia mientras las dos nos masturbábamos. Cuando llegué a la parte en que Israel empezó a meterme los dedos, me incliné hacia Patricia y comencé a masturbarla yo misma.

- Mmm, joder Virginia. Con lo bueno que está Israel. ¿Y lo hacía bien?

- Al principio un poco brusco.- Le contesté yo mientras la penetraba.- Luego fue mucho mejor, me folló con sus dos dedos como un campeón. Mira, fue algo así.

Y me recosté a su lado y empecé a follarla más fuerte con mis dedos mientras ella se amasaba las tetas y se pellizcaba los pezones hasta que empezó a temblar y a correrse sobre mi mano.

- Joder, la verdad es que echaba de menos esto.- Me confesó.- A ver, una polla es una polla, y aparte de contigo no he tenido más experiencias con mujeres, pero joder.. me encanta volver a sentirme una adolescente contigo y que retomemos esto jajaja.

- Conservo mi toque jajaja.

- Ya lo creo...ufff... Bueno ahora te toca a ti, sigue contándome.

Me recosté en la cama y al momento noté los dedos de Patricia invadiéndome. Empecé a relatar como me puse detrás suya a masturbarle con la voz entrecortada con mis gemidos. Cuando la historia terminó, Patricia siguió masturbándome hasta que empecé a gritar y me corrí yo también.

- Bueno ¿y qué hago?- Le pregunté mientras nos vestíamos.

- ¿Que qué haces? Pues o te los follas tú o lo hago yo… y no a uno sino a los dos...

- No seas puta, como me voy a follar a mis hijos.

"Un poco tarde, la verdad"

- A ver, ya has visto lo que hacen ellos, has pajeado a Israel… ¿y se ha traumado el chico? ¿Ha pasado algo que trastorne tu vida fuera de tu casa? Si ellos quieren y a ti se ve que te atrae la idea no seas tonta. ¿Que hemos dicho siempre?

- "Si te puede dar un orgasmo, fóllatelo"

- ¡Que son tus propios hijos… ¿Y qué?! Solo tienes que decidir si a pelo o con condón.

- Con condón está claro… bueno a pelo es mucho más placentero ¡Tendría que volver a las pastillas anticonceptivas...

- Y con condón, por si acaso! ¡¿No?! Pues ya está… solo a esperar que madure.

- Tienes mucha razón, mientras se quede entre vosotros.

- Eso es…. Tú déjate hacer. Que vaya saliendo de ellos mientras tú te insinuás.

- ¡¿Que les provoque cuando estemos en casa?! Bueno, al final ha sido peor hablar contigo jajaja. Estoy peor que antes… al final acabaré zorreándole a mis hijos y todo.

- Anda que... con lo que tu has sido en los botellones… zorrear se te da muy bien.

- Calla, calla. Venga vamos que tengo que preparar la comida.

Íbamos las dos riendo por el salón cuando vi a los nenes sentados en el sofá del salón, mirándonos y sonriendo.

- Hola tía Patri, cuánto tiempo.

- Hola nenes, que guapos estáis.

La vi allí sacando pecho, puse los ojos en blanco y la agarré del brazo para llevarla a la puerta.

- Me podrías dejar uno… son iguales que más te da. - Me dijo con cara de inocente.

- Sí, claro. Anda ya nos veremos.

Nos dimos un beso y se fue. Volví al salón y me cruce de brazos delante de mis hijos.

- Oye mamá, hemos pensado que...

- Cállate Moisés. Venid los dos a mi dormitorio… tenemos que hablar muy seriamente

De mis hijos estoy muy orgullosa, son chicos honestos y cabales unos soles de hijos y la envidia de muchas de mis amigas… guapos, buena gente, deportistas y aplicados, de los que te puedes llevar a cualquier lugar porque no desentonan ni te dejan en evidencia, todo lo contrario… y además por partida doble, dos iguales ¡Qué más podía pedir en la vida!

Hablando con ellos le decía que era muy normal que tuvieran las hormonas enfervorecidas en plena pubertad y que su cabeza adolescente les impulsara a tener experiencias sexuales de todo tipo, incluso homosexuales. Experimentar no es malo se si hace con control, para que esas actitudes no afecten al futuro de manera negativa, sino todo lo contrario, como suma de vivencias que desarrollan la personalidad. Lo más habitual era que se hicieran pajas de forma individual, no obstante no negaba mi extrañeza al descubrirles haciéndoselas mutuamente. Pero también lo admitía como faceta empírica de llegar a conclusiones de su parcela sexual como individuo. Les pregunté cuantas pajas se hacía a la semana, y ambos me contestaron que de dos a tres al día… y que yo era muchas veces su inspiradora. Me sorprendió y me halagó a un tiempo.

Yo le respondí que eran bastantes, y el motivo podía ser principalmente porque las pajas suelen ser experiencias rápidas sin fondo emotivo, y por tanto un tanto vacías de contenido emocional, solo cargadas de contenido físico… y una vez que el cuerpo se ha satisfecho del chupe adictivo, vuelve a reclamar una nueva descarga de dopamina, la droga del amor y del deseo. Sin embargo cuando se hace el amor, además de la descarga física, está la emocional y con ello una satisfacción a más largo plazo… hasta el punto que se puede decir que un buen polvo equivale a mucho más de cuantas pajas se hicieran… más de las que se daban al día.

Queriendo ayudar a mis hijos, siempre me he desvivido por ellos para sacarlos adelante y darles una educación mejor de la que yo tuve. Inculcarle los límites y las metas de la vida, y en esta ocasión no debía ponerme de perfil ante un gran trance adolescente… EL SEXO. Así que les planteé darles una solución a su estado sexual perentorio…, estaban muy salidos, no hay ninguno ni ninguna que no lo esté a esas edades, de tal modo que les dije…

- Si no tenéis un coño donde meter vuestras pollas salidas, el de mamá está disponible para vosotros… y lo mejor es que no tendréis que salir de casa, no tendréis que usar condones para follármelo y mi necesidad sexual también quedará cubierta sin tener que aguantar a tipos a los que no les importo ni lo más mínimo… y a los que vosotros no soportáis tampoco, hombres que representan todo lo contrario que vosotros para mí… ¡¿Qué os parece la idea?! 

 

 

Les miraba y nos quedamos callados unos segundos, ellos no sabían qué decir, así que actué yo. Me fui desnudando por el pasillo y al llegar a mi habitación me tumbé en la cama boca arriba. Abrí las piernas y empecé a acariciarme el coño mirando hacia la entrada esperando a que mis hijos aparecieran. Vi aparecer a Israel y mis pezones se endurecieron mientras empezaba a introducir mi dedo corazón en mi interior. Israel abrió mucho los ojos y entró dejando sitio en el umbral a Moisés. Moisés me sonrió mientras me enseñaba que había recogido mis braguitas del pasillo.

Israel se quitó la camiseta y avanzó hacia la cama. Con mi mano libre le hice un gesto de que parara y se quedó donde estaba con su hermano al lado. Empecé a meterme un segundo dedo en mi húmeda cueva mientras los miraba. Empecé a gemir suavemente posando los ojos fijamente en sus ocultas pollas. Mis hijos lo entendieron perfectamente y empezaron a desnudarse. Se quedaron los dos allí de pie, mirándome mientras se masturbaban conmigo.

Yo me taladraba el coño cada vez más rápido y profundo mientras veía a aquellos dos seres idénticos, perfectos, a los que tanto amaba, acariciando sus pollas para mí. Saqué mis dos dedos del interior y unos hilos de flujo unidos a la humedad de mis dedos salieron del coñito. Los acerqué a mi boca mientras les miraba, saqué la lengua y empecé a lamer y chupar delicioso sabor de los flujos vaginales.

Esta vez fue Moisés quien hizo por acercarse a mí sin poder aguantar más. Volví a hacerle parar. Si íbamos a hacer aquello iba a ser a mi manera, como madre yo tendría el control. Debía castigar su desobediencia.

- No te he dicho que te movieras Moisés. Ponte de rodillas.

Mi hijo entró a mi juego inmediatamente. Sonreí mientras le miraba cumplir mi orden pensando lo que les costaba a ambos hacer cualquier mínima tarea en casa que les mandaba.

- Israel, acércale la polla a tu hermano y que te haga una mamada.

- Mmm...mamá...él no... siempre soy yo el que...

- Te entiendo Israel. Ahora acércale la polla a tu hermano y que te haga una mamada.

Los dos se miraron y empezaron a dudar. Cerré las piernas, agarré la sábana y empecé a cubrirme despacio con ella mientras me miraban. De repente Moisés se giró hacia su hermano, le agarró su dura polla con la mano derecha y empezó a darle lametazos por el tronco. Volví a bajar la sábana mientras Moisés empezaba a meterse la polla de su hermano en la boca. Volví a meter mis dedos en mi coño mientras observaba a Moisés mamar la polla de su hermano cada vez con más decisión. Me estaba poniendo muy cachonda ver a Israel acariciarle la cabeza a su hermano mientras gemía y hacía leves movimientos con las caderas para llevar el ritmo de la mamada. Empecé a correrme silenciosamente observando el espectáculo, notando como mis dedos se humedecían con mis flujos mientras mis muslos temblaban y los gemidos escapaban de mi boca.

- Moisés, ven aquí a gatas.- Le ordené sacando los dedos de mi coño y dejando asomar el brazo por el lateral de la cama.

Mi hijo liberó la polla de su hermano de sus finos labios y empezó a avanzar hacia mi cual perro. Se quedó quieto al llegar al lado de mi mano y abrió la boca. Empecé a pasar mis dedos mojados por su lengua despacio, restregándolos bien mientras nos mirábamos a los ojos. Después empecé a meter los dedos cada vez más en su garganta. Moisés se sentó y levantaba la cabeza, así que me senté en el borde de la cama, le sujeté del pelo y empecé a hundir mis dedos en su garganta cada vez más, mientras Israel se pajeaba desde su posición escuchando los sonidos guturales de su hermano. Seguí hasta que Moisés empezó a lagrimear y saqué mis dedos mientras le bajé la cabeza viendo como una buena cantidad de saliva se derramaba sobre su pecho y sus muslos.

- Levántate chupa-pollas.

Moisés se puso de pie y observé como su polla había decaído debido a la mamada y el abuso que le había dado a su garganta. Me abrí de piernas frente a él sentada en el borde la cama y agarré su polla para pajearlo y volver a ponerlo a mi disposición.

Mientras masajeaba su polla para volverla a poner como la necesitaba sonreí al pensar en la situación. Nunca había practicado sexo de esa manera. Desde su padre había tenido muchas parejas sexuales, algunas fueron más serias por un tiempo, otras sólo puro sexo para saciarme, pero siempre había sido sexo convencional. No sabía de donde había salido aquello. No lo tenía planeado, me había salido sólo. Tal vez por ser una figura de autoridad para ellos como madre.

Poco a poco la polla de Moisés se había puesto como una roca entre mis manos. Volví a subirme a la cama y me puse a cuatro patas frente a él. No tuve que decir nada, no tuve que hacer nada. Al instante noté el cipote de mi hijo restregarse por mis labios vaginales provocándome un gemido. Mi coño ya conocía aquella polla preciosa y estaba deseando el reencuentro de su glande con mi útero.

Empecé a notar aquel trozo de carne atravesarme poco a poco mientras mi coño vibraba de emoción. Cuando la mitad de su polla estaba dentro de mí, me dio un empujón y solté un gemido ruidoso cuando ensartó su miembro incestuoso hasta el fondo. Moisés empezó a follarme con ganas, me cogió de la melena y tiró para hacerme levantar la cabeza mientras me embestía con fiereza como haciéndome pagar la humillación sufrida. Joder, por mí que me hiciera pagar lo que quisiera si ese era el castigo.

Miré a Israel que seguía pajeándose en su sitio, abrí la boca y saqué la lengua. En mi mente tenía otros planes para él pero la follada de su hermano los estaba desbaratando todos. Israel vino hacia mí y se subió de rodillas en la cama con la polla en la mano y empezó a darme con ella en la lengua y los labios mientras mi cabeza se movía por los violentos embistes de Moisés. Finalmente agarré aquella polla con mis labios y empecé a mamarla al ritmo que me marcaba la follada que estaba recibiendo por detrás.

La polla de Israel se me clavaba en la garganta por las embestidas de su hermano. Mi boca no paraba de expulsar saliva mientras escuchaba los gemidos de mis hijos. Saqué la polla de mi boca y empecé a pajearla mientras empezaba a gritar y a empujar mis caderas contra la polla de Moisés hasta que empecé a correrme entre gritos de placer y me derrumbé sobre la cama.

Moisés metió sus manos bajo mi cuerpo y me hizo girar sobre la cama dejándome boca arriba. Pasó su mano por mi coño empapado y volvió a penetrarme. Se inclinó sobre mí, colocando sus manos a ambos lados de mi cuerpo y follándome de nuevo a lo bestia… me hacía sentir sus pelotas en mi coño a golpes secos. Israel se colocó a mi lado y volvió a meter su polla en mi boca mientras me magreaba las tetas y pellizcaba mis pezones.

El sonido de la polla de Moisés machacando mi coño encharcado me estaba volviendo a poner a mil, aquellos pollazos violentos y las manos de Israel sobre mis tetas iban a llevarme al segundo orgasmo, cuando Moisés sacó la polla de mi interior y empezó a llenarme el coño de largos y copiosos chorros de leche, otra vez follábamos a pelo. A media eyaculación la sacó para llenarme el abdomen de leche caliente. Cuando terminó volvió a restregar su polla por mis labios y empezó a meterla y sacarla esta vez delicadamente… se deslizaba suave con mi flujo y su lefa como lubricantes naturales.

- Vamos, Israel. Ocupa el puesto de tu hermano.

Israel retiró la polla de mi boca, se colocó donde segundos antes su hermano me había estado follando, y me metió la polla de golpe en un solo envión hasta el útero el muy cabrón. Solté un gemido de placer y me incorporé un poco para ver la polla de mi hijo entrando y saliendo de la raja abierta de mi coño, al tiempo que se veía el rezume de la corrida de su hermano se derramándose por los costados de mis labios vaginales… su verga ejercía de pistón extractor para poder albergar su propia leche. Moisés se sentó en una silla de la habitación masajeando su polla mientras nos observaba y yo le deleitaba mirándole y gimiendo escandalosamente.

No tardé en correrme de nuevo mirando la polla de mi hijo entrando y saliendo de mi hinchada vulva partiéndome la raja en dos grandes molletes a cada lado de su mostrenco. Mi cuerpo temblaba durante el orgasmo al compás de mis gritos de placer, y la corrida que quedaba sobre mi cuerpo se mecía sobre mi abdomen esparciéndose poco a poco… esperma por dentro del coño y por fuera del vientre. Poco después Israel emitió un rugido animalesco y me llenó el fondo de mi coño con al menos tres chorros de lefa espesa, la sacó polla de mi coño e imitó a su hermano pajeándose. Los siguientes chorros de Israel llegaron hasta mis tetas mientras yo me las masajeaba y esparcía su semen por ellas como una puta de sus películas porno.

Me quedé tumbada en la cama con los ojos cerrados y pasando las lengua por mis labios, disfrutando del momento post follada mientras seguía acariciando mis tetas. De repente noté las manos de mis hijos en mi cuerpo, abrí los ojos y los vi limpiándome con unas toallitas húmedas. Cuando acabaron nos tumbamos los tres en la cama. Yo estaba en medio boca arriba y exhausta de tan excelsa follada de mis hijos. Cada uno a un lado, no paraban de besarme en la cara, el cuello y los hombros mientras tocaban mi cuerpo a placer.

- Mamá, ¿qué ha pasado? ¿Y este cambio?

- Bueno, hablando con la tía Patri he cambiado de opinión.

- ¿Cómo? ¿Se lo has contado?

- Noo, no le he contado todo. Algunas cosas que me han dado la feliz idea de follaros.

- ¿Y qué ha dicho ella?

- Pues que me dejara llevar, que estáis muy buenos y que mientras no saliera de aquí no pasaría nada… y en eso confío en vosotros. No soportaría que alguien supiera que me habéis follado.

- De aquí no puede salir nada… pero es verdad lo que dices… ¿La tía Patri piensa que estamos buenos?- Preguntó Moisés.

- Y eso que no os ha visto desnudos, que si no os come la pollas a pares.

Siguieron tocando mi cuerpo mientras hablábamos y yo empezaba a calentarme de nuevo. Me incorporé y me puse de pie saliendo de la cama. Me quedé allí de pie desnuda frente a ellos mientras los observaba.

- ¿Qué pasa mamá?

- Voy a ir a ducharme.

- ¿Quieres que vayamos contigo?

- Estoy decidiendo quien va a venir a lavarme. El otro se queda aquí.

Los dos empezaron a pedir que los eligiera. Finalmente elegí a Israel y nos fuimos juntos al baño mientras Moisés ponía cara de decepción.

Israel entró en la ducha para preparar la temperatura del agua. Me dio la mano y me hizo entrar. Cogió el bote de gel y empezó a echarme una buena cantidad sobre las tetas. Yo permanecía quieta, quería dejarle hacer a él. Empezó a frotar sus manos por mis tetas mientras miraba como se iban enjabonando. Siguió de las tetas a los hombros, de vuelta a las tetas y bajó hasta mi abdomen. Luego me cogió de la cintura y me hizo girar dejándome de espaldas a él. Me presionó con la mano en la espalda para que me inclinara haciendo rozar mi culo con su polla que se estaba activando de nuevo ¡Bendita juventud! Noté el chorro de gel cayendo sobre mi culo y las manos de mi hijo restregándolo por mi culo y mi espalda mientras presionaba su polla sobre mi.

Cuando me tuvo enjabonada metió su mano por debajo y empezó a acariciarme el coño. Yo estaba muy cachonda de nuevo, pero tenía otros planes para mi corrida. Le aparté la mano y le dije que me aclarara. Como un buen chico me obedeció y pronto la espuma y el gel abandonaron mi cuerpo. Ya habíamos acabado pero yo quería algo más. Me agaché en la ducha sin decir nada y empecé a mamarle la polla a Israel.

 


 

Su polla terminó de alcanzar su máximo esplendor dentro de mi boca, mientras yo me acariciaba suavemente el coño. Israel me acariciaba la cabeza mientras gemía. Retiré la mano de su polla y coloqué las dos en mis tetas mientras miraba hacia arriba moviendo la cabeza poco a poco haciendo que su polla entrara y saliera de mi boca sin más ayuda. Israel estaba ya muy cachondo, colocó su mano derecha en mi nuca y empezó a mover las caderas follándome la boca como un cabrón. No aguantó mucho más, sacó su polla de mi garganta y empezó a masturbarse delante de mi cara. Rápidamente le di un golpe en la mano, agarré su polla y volví a metérmela en la boca hasta que noté la corrida de mi hijo llenármela, a medida que iba tragando lo que me daba. Terminé lamiéndole su brillante cipote y salí de la ducha.

- Vamos, sécame mi amor. ¡¡Espero que estés disfrutando de la puta de tu madre!!

Cuando estuvimos secos volvimos a la habitación. Nos encontramos a Israel pajeándose y sonrió al vernos.

- Pobrecito tu hermano. ¿Porqué no le chupas la polla y lo ayudas a correrse?

Le di un azote en el culo a Israel mientras se dirigía a la cama. Se puso a cuatro patas frente a Moisés y empezó a mamarle la polla. Joder, jamás iba a cansarme de ver aquello. Me acerqué por detrás y empecé a lamerle el culo a Israel mientras seguía mamando. Fueron cuatro lametazos rápidos, quería volver a correrme.

Di la vuelta a la cama, me subí sobre la cabeza de Moisés y coloqué las rodillas a ambos lados de sus hombros. Me dejé caer poco a poco, colocando mi coño a la altura de su boca hasta que noté su lengua lamiendo mi húmedo coñito, limpio por fuera pero relleno de lefa por dentro, la cual aun salían algunos borbotones. Empecé a gemir moviendo mis caderas sobre su boca y acariciando mis tetas sin dejar de mirar a Israel mamando la polla de su hermano. Entre gemidos vi como de la boca de Israel caían regueros de lefa después de provocar la corrida de su hermano. Cuando Moisés terminó, Israel escupió la corrida que quedaba en su boca en el suelo de mi habitación mientras la lengua de su hermano seguía lamiendo mi coño y hundiéndose en él… también traga parte de leche que escurría de la raja de su madre. Israel se sentó sobre la entrepierna de Moisés y empezó a agarrarme las tetas para pasar a chupármelas. Ya no puede más. Empecé a gemir de una forma escandalosa mientras restregaba como una loca mi coño sobre la boca de mi hijo, hasta que empecé a correrme como pocas veces me he corrido.

Me levanté de la cara de mi hijo y los tres nos tumbamos en la cama. Ellos seguían acariciando todo mi cuerpo insaciables, como temiendo que al día siguiente todo hubiera acabado. Les dije que era hora de dormir. Cada uno me dio un beso apasionado en la boca, lo cual no habíamos hecho antes, al menos de esa manera apasionada, me puso a mil a la vez que me sorprendió. Luego se me abrazaron al tiempo que acariciaba la cabeza de mis pequeños… nos dormimos.

*********

En plena siesta, me despertaron los timbrazos en la puerta. Me incorporé en la cama observando los cuerpos desnudos de mis hijos mientras me mordía el labio deseando volver a follármelos, tal vez a jugar a dominarlos un poco más a ver hasta donde llegaban por mí. Me puse una bata sobre mi cuerpo desnudo y fui a abrir.

Miré por la mirilla y vi a Patricia. No quería encontrarme con ella ahora, tenía otros planes. Abrí la puerta pensando en despacharla pronto y volver con mis amantes adolescentes.

- Hola Patri! ¿Qué haces aquí?

- ¿Qué que hago aquí? Me dijiste que viniera a las cinco, y llevo un buen rato llamando.

- ¿Como? Yo no te dije que vinieras, creo que te has confundido.

- Anoche me escribiste al WhatsApp y me dijiste que viniera, que tenías algo que...

De repente enmudeció y abrió los ojos como platos mirando al lado mío. Miré a mi lado y no vi nada extraño. Giré un poco la cabeza y vi a Moisés desnudo con su polla en la mano.

Mi historial amoroso era calamitoso, pero estaba descubriendo una nueva faceta con mis dos hombres. Nunca había durado mucho con ninguno de los follamigos con los que he estado, al final solo se basaba en sexo y más sexo…, sexualmente ya había probado y experimentado varias cosas, en especial con este último novio, cosas como… disfraz de policía, sexo en un parque y oral en el transporte público.

Con el tiempo me integré en un grupo de gente que consideré amigos, pero eran más bien “amigos de fiesta”, de esos que te comunicas con ellos para salir nada más. En este grupo siempre hubo una chica… Patri, una mujer bien alegre, le gustaba la fiesta, siempre tenía algún lugar donde ir… este día se había presentado en casa por sorpresa

Acaba de estar de fiesta con mis gemelos… escuchando música, conversando, bebiendo y follando durante toda la tarde-noche, lo estábamos pasando muy bien. Cuando Patri encuentra a mi desnudo, ya sabe los que pasaba. Ante la visita, nos adecentamos un poco.

- No pretendía cortaros el rollo, dijo Patri.

Por eso propuse un juego de cartas para que se integrase y que los chicos también conociesen a mi Patri…. Ya con varias rondas en el cuerpo, Patri cambia las reglas del juego, el que perdía la siguiente, debía cumplir un reto… Todos aceptamos la nueva regla. Recuerdo que el primero en perder fue Israel y Patri lo reta a besarme. Nos reímos, pero con algo de tensión, era una risa nerviosa. Al comienzo no acepto, me negaba, pero luego ante la presión cedí… tuve que besarlo con lengua de manera lasciva, para morbo de los otros.

Besos para aquí y para allá estuvimos un tiempo hasta que nuevamente, Patri dice de cambiar…

- Ahora empecemos con prendas…

La verdad es que después del alcohol y los besos húmedos, el ambiente estaba algo encendido por decirlo de alguna manera. Podría contar cada detalle de cómo nos íbamos quitando la ropa, pero lo más interesante viene cuando ya estábamos desnudos. Al estar en la sala de estar con mis hijos y Patri por primera, debo reconocer que estaba algo avergonzada por la situación, pero no voy a negar que, con la situación me hallaba bastante caliente.

Volviendo a la situación, estábamos todos desnudos y seguimos jugando, ya no teniendo prendas que sacarnos, ahora el perdedor o perdedora debía hacer algo… Moisés, por ejemplo, tuvo que ponerse de pie y contar 10 segundos antes de sentarse, sin taparse claro. Cuando lo hizo, un tanto avergonzaba en ese momento, igual lo miré… No tenía su polla erecta del todo, también miré al resto como reaccionaba, Israel le miraba su pene al igual que lo hacía Patri.

A mi me tocó hacer lo mismo, me tuve que poner de pie 10 segundos, sin tapar ninguna parte de mi cuerpo, pero tuve tanto pudor irracional en ese momento que tapé mi rostro, conté hasta 10 y me volví a sentar. Cuando ya todos nos habíamos puesto de pie una cantidad de segundos, el reto aumentó de nivel. La primera en perder en este nivel fue Patri, que tuvo que tocarle la polla a Israel. Ella no dudó y tomó la verga con su mano derecha y luego la soltó a los pocos segundos. Mi hijo, por supuesto ya estaba erecto y a ninguno de nosotros a esas alturas no nos importaba, ya poco y nada nos tapábamos. Los retos en este nivel, implicaban tocar o besar partes del cuerpo. Una ronda en donde perdí, tuve que besarle las tetas a Patri, y en la misma línea, ella a mí. Tuve que tocar las pollas a mis gemelos, incluso tuve que hacerlo al mismo tiempo, jamás había sostenido dos pollas a la vez.

Patri siempre proponía retos de mayor nivel y ahora sin siquiera jugar, nos retó a chuparles el cipote a los chicos… una a cada uno. Patri se acerca a ellos, y me dice

- Apuesto que no te atreves a esto…

Y comienza a chuparle la polla a Israel mientras sostenía con la otra mano masturbaba a Moisés, luego cambio de lugar, ahora le chupaba la verga a Moisés y masturbaba a Israel. Yo miraba la cara de placer de ambos y me calentaba, miraba la cara de Patri que tenía una mirada de placer como pocas veces la había visto. Una vez que Patri terminó de hacerle sexo oral a Moisés e Israel, nos dice…

- ¡Ya te toca! Nos reímos.

Los dos chicos se acercaron a mí, yo de rodillas junto a dos pollas familiares, Patri comenzó a decir mi nombre, animándome a que lo hiciera, yo me reía, estaba avergonzada, pero acepté, tomé los dos falos… Los chicos gritaban, yo riendo miré a Israel que estaba a mi derecha y metí su polla en mi boca, lo chupé unos segundos, no más que eso de unos veinte segundos, giré e hice lo mismo con la polla de Moisés. Me levanté y señalé a mis hijos que se sentaran volví a comerles las pollas un buen rato… habías cumplido el reto de Patri.

 


 

Israel reta a Patri que me la chupara a mí, yo acepté, me senté en el sofá, abrí mis piernas, ella se acerca de rodillas y comienza a chupar mi vagina. Ya no me extrañaba mucho la sensación de que una chica me hiciera sexo oral, debo admitir que sentir la lengua de Patri en mi vagina, hacía que me calentara mucho, tanto que comencé a gemir, pero tapaba mi boca por vergüenza de hacerlo con una mujer delante de mis gemelos. Mientras Patri me practicaba sexo oral, miraba en donde estaban ellos… Israel y Moisés estaban en los extremos del sofá, se estaban masturbando, o más bien, tocándose. En tanto Patri y yo seguíamos en lo nuestro, ya no había vergüenza, ya no importaba quien estaba mirando o qué estuviera haciendo.

Patri se detiene y se acerca a mi cara, con una mirada cómplice nos besamos y nos sentamos una al lado de la otra, siempre tocándonos, mientras Moisés de rodillas le estaba chupando la polla a su hermano Israel. Era todo increíble, no podía creer que eso estuviera pasando. Esto no terminó ahí, ya yo que había traído unos preservativos, veo que Israel iba a ponerse uno sentado a un lado de Patri, quería follársela ya…

- Si no te lo pones con tu madre, conmigo tampoco te harán falta los condones

Ella sin más, se sube encima de él y comienzan a cabalgarle. Yo sorprendida y caliente miraba sus caras de placer, los tetas de Patri moverse alocadas haciendo círculos sus pezones, mi hijo embobado, casi hipnotizado mirándolas. Me gustó tanto la escena que comencé a tocar sus tetas al mismo tiempo que le besaba, era difícil hacerlo al ritmo en que ellos se movían. Patri gemía mucho, parecía una actriz porno con sus gemidos. Cerca de la mesa de centro me coloqué a cuatro patas sobre un sillón… Moisés no se lo pensó mucho al ver el en pompa de su madre, me apoyé en uno de los apoya-brazos, en donde tenía una buena vista de la pareja follando… oírlos gemir a los dos teniendo sexo duro me tenían muy caliente en ese momento, y mi coño debió de notarlo bien lubricado cuando mi hijo me la embutió hasta las entrañas de un solo golpe… me hizo soltar un grito de placer y casi dolor del pollazo que me arreó.

Miro que Patri que se acerca a mí me saca a Moisés lo sienta en el sofá… se monta sobre él dándole el culo y con la piernas abiertas se mete el cipote en el coño. Detrás de mí, se coloca Israel… siento sus manos en mi culo y de pronto su polla empieza a invadirme el coño. Comienzo a hacerme sexo oral a Patri, yo a cuatro patas y Moisés metiéndosela… Mi hijo me lo hacía tan bien que me hizo correr casi a la vez que yo a Patri con la colaboración de mi hijo.

Después de ese orgasmo que Moisés me hizo tener, me siento en el sofá tenía apoyada mi cabeza en el brazo del sofá y veo a Moisés acercase a mí, toma su polla e intenta meterlo en mi boca, yo no lo negué, comencé a chupársela con mi sabor y el suyo mezclados en su tranca. Toda la vergüenza de antes, ya había desaparecido ahora lo estaba haciendo bien. Chupaba la cabeza, pasaba la lengua por el tronco y miraba su cara de placer.

Era tanta escena diferente de sexo grupal, que mientras yo le hacía sexo oral a Moisés, Patri por otro lado estaba besándose con Israel… y todos observábamos la situación. Moisés quita su verga de mi boca… Yo me levanto y apoyo parte de mi cuerpo en el respaldo del sofá dándole la espalda. Siento como Israel se intercambia con su hermano, toma mi cintura e introduce su polla en mi vagina y comienza a darme pollazos al estilo perra. Poco a poco me va dando más duro, siento como su duro falo entra y sale, como mi vagina se expande cada vez que el mete el mostrenco hasta hacer tope con sus nuevos. En eso, frente a mí, aparece Patri y Moisés… Ella toma la empalmada y dura polla mi hijo y la introduce en mi boca. Era primera vez que chupaba una polla mientras otro hombre estuviera dándome pollazos… y allí estaba yo a cuatro patas como una perra, siendo sometida a una follada doble por mis dos gemelos.

Israel toma mi cintura fuerte y me da muy fuerte en un esprín de vértigo que me saca mi orgasmo a gritos, la deja dentro y siento como se está corriendo disminuyendo la velocidad. Un chorro tras otro los va depositando en el fondo de mi útero… a los pocos segundos ya había acabado dentro de mí, otra vez a pelo sin el condón… Saca su polla y se sienta exhausto en la alfombra. Giro para sentarme en el sofá. Miro a Patri, ya éramos cómplices, con una mirada, sabía que tocaba en ese momento. Cruzamos nuestras piernas en modo tijera, y comenzamos a rozar nuestras vulvas llenas de flujo y semen de esos adolescentes hijos míos. El sentir su coño junto con el mío y los clítoris rozándose, era demasiado excitante. 

 


 

Me gustan las pollas y que me las metan, pero el roce de la vagina húmeda sabiendo que estaba recién follada por mis hijos, era el doble de placentero. No pasó más de un par de minutos, y yo ya me había corrido de nuevo. Ahora era Patri la que necesitó unos minutos más de sexo vaginal… cuando se empezó a correr, abrí mis labios vaginales y ella dirigió el chorro a mi entrada. Quedamos ambas exhaustas junto a Moisés, los tres sudados y desnudos. En tanto Israel aun le quedaban reservas por lo visto…, acercó a Patri hasta el borde del sofá y allí de rodillas se la enchufó en el coño ante nosotros. Durante varios minutos seguían teniendo sexo, mientras nosotros los mirábamos, sin decir nada. Pasaron unos minutos e Israel acabó dentro de ella, también a pelo sin el condón. Me levanté del sofá, tomé mi ropa y me dirigí a mi habitación, me tumbé y aún sin creer lo que había pasado en esa casa, me dormí.

Al día siguiente, al despertar, al lado mío estaba Patri echada sobre Moisés a mi derecha desnudos durmiendo, Israel a mi izquierda abrazado a mí… los cuatro compartiendo la cama. Después de una ducha rápida, desayunamos algo juntos en la cocina, nadie dijo nada acerca de lo que había pasado que fuera lo bien que lo bien que estuvo. Patri, igual que llegó se despidió de todos y se fue a casa, aún no podía creer que había participado en una orgía con mi mejor amiga y con mis dos hijos gemelos.

Me llamo Virginia y soy madre soltera, tengo 35 años y soy malagueña, de la capital. Con 18 años cometí el estúpido error de dejarme convencer por un imbécil para echar un polvo sin condón, me encontré con un preñado de gemelos. Lo único bueno que salió de aquella noche fueron mis hijos. Por supuesto el imbécil no quiso saber nada y desapareció de mi vida. Mis padres me miraban con ojos acusadores y de decepción y yo estaba desolada, triste y asustada por lo que llegaba, si es complicado parir un hijo, tener dos a la vez era angustioso.

Cuando nacieron todo cambió para mí. Acepté el desprecio y la desconfianza de mis padres, guardándomelo para mí. Al menos eran unos buenos abuelos y criaban encantados a mis hijos. Mis padres me ayudaron mucho los primeros años hasta que conseguí un buen trabajo.

Dos años después, el segundo palo de la vida. Reducción de plantilla por un ERE y a la calle.

Con 20 años me había perdido los primeros años de la infancia de mis hijos y no quería seguir alejada de ellos tanto tiempo. Volví a buscar trabajo sin decir nada a mis padres. Mi madre, ama de casa toda la vida, se quedaba por las noches en mi piso con Israel y Moisés. Yo me iba todas las noches, diciendo que tenía turno en el bar de copas. Salía dar vueltas sin hacer nada para que no supiera que había vuelto a fracasar y volver a ver la decepción en su cara.

Aquel verano, tras unos meses de esa manera, comencé a trabajar de limpiadora en un laboratorio… cuando llevaba seis meses me ampliaron el contrato y por fin pude alquilarme un piso e irme a vivir con mis hijos donde vivimos actualmente, y dejar a mis padres descansar. A pesar de que el sueldo era aceptable, un sólo sueldo para tres personas no da para muchos caprichos, pero vivíamos bastante bien los tres. Las cosas mejoraron, y eso no hubiera sido posible sin el dinero extra que empecé a ganar de camarera en un club nocturno, que pronto pasó a ser de striper en la sala para adultos… y un aumento de suelto con mucho menos trabajo.

Tres meses después de empezar como camarera fui a mi nuevo trabajo. Era un club de las afueras de la ciudad, más cerca de Sevilla que de Málaga. Lo bastante lejos para que hubiera pocas posibilidades de encontrarme con una cara conocida. Llegué, saludé a las demás chicas tímidamente y me desnudé para ponerme mi nuevo "uniforme" mientras un tipo no me quitaba ojo y me explicaba como funcionaba el local. Mis horas para bailar en el escenario, mis horas para pasearme entre los clientes, las tarifas de los privados, la tarifa de la sala VIP, lo que podía hacer y lo que no… lo que podían hacerme y lo que no…. Los primeros días me secaba las lágrimas en el garaje antes de subir a casa mientras contaba el dinero. Nueve años después tengo casa propia, ropa de marca, viajes de vacaciones, mis hijos habían terminado la secundaria y yo disfruto cada noche de mi trabajo.

A mis hijos les engañaba diciéndoles que era un buen restaurante… mi buen porte, mi sonrisa perpetua y mis modales de tolerancia casi infinitas, hicieron ganarme una buena reputación en el club y mi trabajo afanoso y responsable en el laboratorio el puesto de jefa de mantenimiento. Ninguno de los dos eran mis trabajos soñados, pero me había adaptado a ellos y con ambos sueldos, mi entrada económica no eran nada despreciable… Ya con 35 años, puedo decir que vivo más cómodamente y desahogada.

Hasta que mi secreto salió a la luz.

Aquella mañana me despertó la insistente llamada del timbre de casa. Me até la bata sobre mi cuerpo cubierto por lencería negra y fui a abrir de mal humor. Era Alex, el hijo de la vecina de abajo. Un capullo macarra de 18 que sabía que molestaba a todo hijo de vecino, aunque nunca se atrevió con mis gemelos, no sé porqué, tal vez porque eran dos contra uno. Sin embargo ahora estaba dispuesto a enfrentarse a mí.

- Buenos días Alex, ¿qué pasa?

- Buenos días Virginia.- Contestó apartándome con el brazo y entrando en casa.

Me quedé mirándolo atontada por las repentinas formas. Un chaval moreno, alto y musculoso, con ropa de cani y piercings en la oreja y la ceja. Era uno de los matones del instituto, uno de los matones del barrio… otro imbécil que no tardaría en dejar preñada a cualquier nena.

- ¿Qué haces Alex?

- ¿Están tus hijos en casa?

- Claro que no, están en clase.

- Vale, venía a hablar contigo.

- Mira, estaba durmiendo. Anoche acabé destrozada del turno del laboratorio.

- Ya, te vi anoche en el "laboratorio".

Vi la puta verdad en su mirada.

- ¿Cómo dices?

- Que anoche fui al club estúpida. Y te vi bailando en el escenario. Estuve a punto de pagarte un baile privado pero están caras las bebidas en ese puto sitio.

- Mira no sé donde estuviste- Le dije como si no supiera que decía la verdad- Vete de aquí y no vuelvas a hablarme de esa forma.

Simplemente sacó el teléfono y me enseñó un video donde se veía la entrada principal del club y luego la imagen se iba moviendo hasta donde se me veía fumando al lado de una puerta lateral del club con dos de mis compañeras, en uno de los descansos con mi ropa de trabajo. El video no era muy aclarador si era yo o no, y tampoco hacía nada de qué avergonzarme con mis hijos, pero no me gustaba nada que ese tipo tuviera lo más mínimo que me perjudicara.

- ¿Qué quieres Alex? Borra eso, por favor.

- Quiero el baile privado que no tuve anoche.

- ¿Pero qué estás diciendo niño? ¡Si tú no deberías ni poder entrar en ese club!

- Vale. Me voy al instituto a esperar a cualquier marica de tus hijos a ver que les parece el trabajo secreto de su madre.- Me dijo dirigiéndose a la puerta.

- Serás cabrón. Espera, vale joder. Vamos a hablarlo.

Me sonrió y se fue al sofá. Se sentó y se quedó mirándome.

- ¿Cómo se que no vas a seguir chantajeándome con el video?

- Ah, no te preocupes. Te voy a dar el móvil para que lo borres en cuanto pongas la música.

Me quedé mirándolo desconfiada. Tardé dos segundos en darme cuenta de que cuando quisiera podría ir de nuevo al club, o contárselo a medio instituto o a su madre. Decidí ser amable con él. Le haría el numerito y le diría de invitarle a copas la próxima vez que fuera para intentar que no largara. Le dije que iba a mi habitación a prepararme. Me senté en la cama temblando. Tenía que seguir haciendo como que no importaba tanto que se descubriera mi secreto. La imagen de la cara de decepción y vergüenza de mis padres asomaron de nuevo a mi mente. No podía volver a pasar por aquello. Me levanté con decisión y me puse las medias, los vaqueros cortos y rotos, la camisa negra y el sombrero vaquero y volví al salón.

- Vale, las reglas son que puedes acariciarme las caderas y el culo pero nada de tocar las tetas o el coño ¿vale?. ¿Me das el móvil que borre el video?

Alex me pasó el móvil y borré el video. Pulsé el botón del mando del equipo de música y empecé mi número. Mientras me desnudaba lentamente veía a aquel adolescente acariciar su creciente polla sobre su pantalón de chándal cutre. Me dejé el tanga y las medias esperando que me dijera que, al menos, me quitara el tanga pero no dijo nada. Avancé hacia él y me di la vuelta, apoyé las manos sobre sus rodillas y coloqué mi culo sobre su abultado paquete y empecé a bailar sobre él al ritmo de la música. Pronto noté sus manos en mis caderas acompañando mis movimientos. En mi cabeza yo estaba en el club haciendo un servicio más y seguí a lo mío. Al rato, me volví a levantar y a girarme, colo qué mis piernas a ambos lados de su cuerpo y empecé a restregar mis tetas por su cara y su pecho mientras sus manos agarraban firmemente mi culo. Me sorprendió gratamente que no sacara su lengua para lamer mis tetas. Cuando la canción terminó me separé de él y me quedé observándole.

- ¿Satisfecho?

- Has estado genial Virginia, creo que volveré a pasarme por el club otro día. Ahora hazme una paja y me voy.

Me quedé en shock con sus palabras.

- ¿Cómo? Me temo que eso no entra en el baile.

- Pues inclúyelo como extra.

- Mira capullo, yo bailo. Yo no hago pajas. Ya he hecho lo que querías. Cuando quieras pásate por el club y el baile y unas copas corren de mi cuenta.

De repente saltó del sofá y me agarró con fuerza del cuello. Los dedos de mis pies rozaban el suelo mientras me levantaba con la fuerza de un sólo brazo. Le golpeé con mis débiles fuerzas y me lanzó al suelo. Me agarré la rodilla dolorida mientras le miraba con lágrimas asomando en mis ojos negros.

- Las cosas claras puta. No vuelvas a insultarme en tu vida. Y ahora tienes diez segundos para bajarme los pantalones, agarrar mi polla y pajearme o me voy al instituto a sugerirle a unos amigos que vayan a cierto club, y de paso le doy una paliza a los mierdas de tus hijos a la salida.

Agarré un cojín y me puse de rodillas sobre él. Bajé el chándal y el slip de aquel hijo de puta y su polla dura saltó como un resorte. Nada especial, unos 15 o 16 centímetros. Rodeé aquel pedazo de carne con mi mano derecha y empecé a menearle la polla.

- Eso es, buena chica. Escúpeme en el cipote.

Solté un buen montón de saliva sobre la polla de aquel cerdo y seguí con mi tarea. Su cipote brillante aparecía y desaparecía de aquella polla sin circuncidar ante mis llorosos ojos. Recordé lo humillada que me sentí después de mi primer turno en el club hace tanto tiempo y casi me hecho a reír. Jamás me había sentido más sucia, triste y humillada en mi vida.

- Ahh Virginiaaa, así, sigue... más rápido putita...

Aceleré el ritmo de mi mano y comencé a pajearlo lo más rápido que podía implorando que aquello terminara lo más pronto posible. Levanté la vista y entre una neblina provocada por mis lágrimas vi a aquel cabrón mirándome mientras jadeaba. De repente me retiró la mano y se cogió la polla.

- Échate hacia atrás, quiero correrme en tus tetas.

Hice lo que me pidió y aparté la cara cuando Alex empezó a bufar y a acercar su polla a mi cuerpo. Rompí a llorar definitivamente cuando noté el primer chorro de semen caliente caer sobre mi pecho. No tardaron en llegar el segundo y el tercero y luego su cipote restregándose por mis tetas. El muy asqueroso se volvió a vestir sin limpiarse siquiera la polla. Me agarró de la mandíbula y me hizo mirarle.

- Dame mi teléfono.

Se lo di, y me dio un apretón en mi teta llena de semen y salió de casa.

Me tumbé en el suelo del salón retorciéndome mientras lloraba desconsoladamente y me cubría el cuerpo con las manos. Finalmente me levanté y fui a ducharme. Volví a limpiar los resto de semen del suelo y me dispuse a prepararle la comida a mis hijos.

Aquello no tenía pinta de parar, ese chico seguiría acosándome día tras día abusando de mí hasta lograr follarme sin que él pagase ningún precio, así tuve que hacerme de tripas corazón y contarles yo misma la verdad a mis hijos, antes de que se enteraran de manera inadecuada por ese macarra de tres al cuarto. Esa misma noche les conté la verdad de mi vida doble de asistente en el laboratorio y striper los fines de semana en un club, y no de camarera como ellos creían. Hasta ahora tenía a Patri como cómplice y las chicas que solían coger el teléfono para hacerles creer que era un lugar de celebraciones… Bodas, Bautizos y Comuniones, y no un club de putas y stripers… como hasta ese momento no tenían carnet de conducir, nunca fueron para poder comprobar la verdad.

Así que los tenía a ambos sentados frente a mí y le dije lo que pasaba con Alex, el vecino. Solo deseaba que si ellos pudieran ver el video nos les afectara y pasaran del mindundi, sin embargo mis hijos se tomaron muy en serio callarle la boca. Ese mismo fin de semana le dieron una paliza que no se pudo moverse sin dolores en una semana… nunca más supe de sus acosos.

A partir de ese momento de mi vida en donde todo estaba medianamente claro con mis hijos y con la sociedad, era la mujer más feliz del mundo… Continué trabajando como técnica de mantenimiento de laboratorio, combinado con mis actuaciones de striper en el club. A Alex le impidieron de por vida entrar. Debo decir que al igual que otras mujeres de doble vida, que trabajábamos de striper, y no éramos putas, manteníamos el anonimato con pelucas y máscaras…, al fin y al cabo lo único que les interesa a los que acuden allí, es ver tu cuerpo contorneándose en una barra americana al son de la música mientras se toman unas copas y eligen a una chica para follar… Nunca mostré mi coño ni mis pezones en el Club, pero sí lo hice a partir de entonces en casa para mis hijos… Para ellos sí soy su PUTA.

Había dejado de lado mis encuentros con otros hombres que no fueran los de mi hogar. Algunos de aquellos follamigos eran clientes y mis compañeras me recriminaban hacerlo con ellos… “que no mezclara ocio y negocio”, me decían. En los últimos cinco años así lo hice, me agregué a un grupo de amigas del barrio. Dejé mis aventuras con cualquiera que me entrase, porque ni color tenían con el sexo que me daban mis Gemelos en comparación. 

 


 

Mis hijos y yo follábamos todos o casi todos los días y al final resultó que el “predictor” me dio positivo… mis gemelos me preñaron… como no podía ser de otra manera…, porque yo lo buscaba y lo encontré. Era imposible saber de cual estaba engendrando, a fin de cuentas poco importaba si ambos eran genéticamente iguales, mejor así… mi panza por primera vez tenía un padre y por partida doble. Mis hijos son atentos con su madre y amante, me cuidaban y me dan toda clase de mimos, me sentía su diosa y ellos mis Dionisio, dios de la fertilidad y de la felicidad, de la locura ritual y el éxtasis… ¡¡MIS AMORES!!

 


 







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