Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Madre de un Macarra. Inicio

 


Capítulo 1. La sorpresa

"Joder, que calor"

Pensé mientras dejaba la cama con mi marido durmiendo y me dirigía a la cocina a buscar agua fresca con mi ropa de dormir durante el verano… camiseta blanca con mis grandes tetas libres debajo y braguitas también blancas. Mientras avanzaba por el pasillo vi la luz del televisor y el volumen algo bajo.

"¿Qué hora será? y este niño viendo la tele aún"

Cuando llegué a la entrada del salón me quedé congelada. La imagen de aquella polla negra enorme en el televisor penetrando el coñito de una adolescente rubia como el nácar, y mi hijo marcándose una buena paja sin perder detalle, me dejaron sin saber que hacer. Me eché un poco hacia atrás y sin saber por qué comencé a espiarlo. Lo veía allí sentado masajeándose la polla, una polla bastante grande y gruesa… otra gran sorpresa. Mi respiración agitaba y mi mano recorrió mis braguitas justo por encima de mi coñito, pasó por debajo de la tela de la camiseta y comencé a acariciar mis tetas sin perder de vista la maniobra de mi hijo.

" Joder, este es uno de los mayores temores de una madre y a mí me está poniendo a mil"

Con 16 años me pareció muy excitante que un chico guapo y sexy de 22 se fijara en mí. Pero ahora con 36 no pensaba que mi cuerpo reaccionara igual. A mi marido con 47 años, su apetito sexual se le ha ido apagando poco a poco cuando yo aún estoy muy hambrienta…, cuando le conocí tenía 27 años y era un semental de tomo y lomo, fue lo que me enganchó de él… y su “Hyundai cupé” amarillo, también. Yo acaba de terminar la secundaria, pero nunca conseguí el título de la E.S.O., no era muy buena estudiando, tampoco lo necesitaba para ser popular en el instituto… tenía el mejor culo y las tetas más admiradas, además de follar de vicio. Creo que fue mi follada twerking la que enamoró a mi esposo, ninguna se lo había hecho… y ninguna le hacía correrse en cero coma cero como yo. Como te puedes imaginar, mi esposo me quiere a su lado, no porque sea muy inteligente, sino porque estoy muy buena y le gusta lucirme con sus amigotes desde siempre. Cada una tiene su método de supervivencia, el mío es y ha sido siempre cuidar mi físico y darme a la sumisión con mi macho de turno.

En esos momentos estaba excitada con mi nuevo macho, mi propio hijo, no era posible que fuera normal… supuse que en parte se debía a la frustración sexual que tenía últimamente.

- Amalia, ¿qué haces?

Di un respingo, al oír a mi marido. Saqué mi mano de mis tetas mientras veía difusamente a mi hijo cambiar rápidamente de canal y esconder su polla mientras me giraba. Mi marido en el umbral de la puerta de nuestro dormitorio restregándose los ojos, recién levantado.

- Me he levantado a por agua, cielo. ¿Quieres que te traiga?

- Gracias, cariño. Me había levantado a eso. No te he escuchado salir de la cama.

- Es que no hay quien te despierte, tonto.

- Bueno, aquí te espero.

Entré al salón cuando mi marido volvió a la cama y miré a mi hijo.

- ¿Y tú que haces aquí todavía? Venga a la cama.

- Si, ya me voy a la cama...mamá.- Me dijo mientras me sonreía y se daba un apretón en la polla.

Mi cara empezó a arder, imaginé que al oír la voz de su padre miró a la entrada y me vio allí espiándole… ese toque de polla era un signo de su sinvergonzonería hacia su madre.

- Pues venga, buenas noches.- Le contesté mientras iba a la cocina.

Cuando volvía con el agua, escuché la puerta del dormitorio de mi hijo cerrarse, seguramente para acabar lo empezado. Entré a mi dormitorio y le di el agua a mi marido. Me desnudé completamente al lado suyo y me subí a la cama sobre él. Quise que echáramos un polvo rápido pero no estaba por la labor… su trabajo en horario nocturno nos tenía siempre desfasados en la cama, y lo poco que coincidíamos no lo aprovechábamos… unos minutos más tarde se estaba levantando, y me dejaría sola en la cama mientras yo intentaba dormirme. No podía dejar de pensar en la polla de mi hijo, y no tuve más remedio que hacerme un dedo pensando en esa tremenda empalmada que lucía arrogante… y la corrida no estuvo mal. Demasiado poco sexo me taladraba la cabeza… castigaba la pepita de manera desmesurada.

Me desperté temprano a la mañana siguiente. Mi marido tardaría cuatro o cinco horas de volver de trabajar. Me puse un pantalón corto y me fui a desayunar para ponerme con mis tareas del hogar. Después de un par de horas entre desayunar y limpiar la cocina, fui a mi habitación a recoger la ropa de la noche anterior. Al pasar por la habitación de mi hijo, vi que había abierto la puerta, me asomé y lo vi tumbado en su cama pajeándose de nuevo. Escondí la cabeza rápidamente para que no me viera. ¿Cómo se le ocurría hacer eso conmigo en casa y la puerta abierta? Recordé su sonrisa y el apretón de su polla que me dedicó el sinvergüenza. ¿De verdad me había visto espiándolo y quería que volviera a hacerlo?

Volví a asomarme con cuidado, después de la noche anterior quería ver a mi hijo terminar, deseaba verlo correrse . Metí mi mano por mi pantalón y acaricié mi coñito, sin braguitas que me lo impidieran. Me estaba poniendo a cien ver la mano de mi hijo deslizarse por aquel tremendo falo totalmente duro. Mi mano jugueteaba con mi rajita y me estaba mojando mucho mientras gemía ahogadamente.

- ¿Por qué no entras y me ayudas?

Me volví a esconder y me pegué a la pared con una mano cubriendo mi boca. Mi hijo me había visto por segunda vez. Seguramente habría estado pendiente desde que comenzó a pajearse. Cogí la ropa sucia del suelo y entré en su habitación.

- Perdona, Simón. Venía a por tu ropa y no sabía que decir para no violentarte.- Dije intentando disimular, mientras él seguía con su polla a la vista.

- Ya, ¿y anoche?¿Tampoco sabías que decir?

- Entiéndelo Simón. Para una madre es algo difícil encontrar a su hijo en esta situación. Sé que a tus 17 años debes tener las hormonas revolucionadas, pero no puedes hacer esto con la puerta abierta como si no estuviera aquí o en el salón de casa mientras tu padre y yo dormimos.

- Vale, es verdad que me gusta pajearme, y es verdad que pensé cosas raras cuando vi que me estabas espiando, perdón, sin saber que hacer cuando me viste. Así que quería saber si me espiabas y veo que hacías algo más por lo que veo.

Miré hacia donde señalaba mi hijo y vi la mancha producida por mis flujos sobre mi pantaloncito gris. Al no haberme puesto ropa interior desde anoche me había puesto empapada de masturbarme mientras veía como mi hijo lo hacía.

- Hijo, yo...no sé que… mira voy a coger tu ropa y me voy.

- Pero, mamá. Tranquilízate. No pasa nada porque te pongas cachonda de ver a un hombre con una polla como esta.- Me dijo volviendo a acariciar su miembro.

Me quedé a cuadros. ¿Cómo era posible que mi hijo me hablara así? Me di cuenta de que volvía a mirar fijamente su polla y volví a mirarle a los ojos de descarado e impuduroso.

- No me hables así, Simón. Déjate de tonterías. No me está gustando nada esta situación, ni tu poco pudor de mostrarte así ante tu propia madre.

- ¡Pero si no dejas de mirarla! ¿Porqué no me ayudas a terminar? Yo llevo un rato y no puedo acabar. No paro de pensar en ti.

La cabeza me daba vueltas. Quería tener aquella polla en mi mano pero no podía hacer esto con mi hijo. Desde luego, el éxito que sabía que tenía con las chicas de su edad le habían dado mucha confianza. Tiene el aspecto del típico chico malote, con un cuerpo muy definido y el brazo derecho lleno de tatuajes. Estaba a punto de irme sin siquiera decir nada, cuando se incorporó sentándose en el borde de la cama y me cogió del brazo, di un respingo y dejé caer la ropa sucia, tiró de mí y me sentó en la cama al lado suyo, sin que yo hiciera nada por impedirlo, guió mi mano hacia su polla…. Cuando entró en contacto con ella noté mi coño vibrar de emoción, estaba muy mojada de haber estado tocándome también por la mañana al despertar mientras lo espiaba y deseaba volver a hacerlo. ¡Joder me sentía demasiado salida como una adolescente que acaba de enamorarse del chico sexy del instituto!

Comencé a pajear a mi hijo. No apartaba la vista de su brillante cipote mientras mi mano se deslizaba por su tronco. Sentí un escalofrío cuando él se reclinó un poco y colocó su mano en mi cintura. Yo seguía sin decir nada, con un torrente de pensamientos en mi cabeza donde uno sobresalía del resto… ¡Quería ver el chorro de leche cuando mi hijo eyaculaba por mi paja!

- Joder, mamá, que bueno. Esto es genial.

Dios, que cachonda me ponía oírlo llamarme "mamá" mientras su polla recibía mis atenciones. Hacía ya tiempo que mi hijo nos llamaba por nuestros nombres y el muy cabrón empezó a llamarme mamá desde la noche anterior para hacerme más humillante la situación o darle más morbo a esta situación tan insólita.

Aceleré el ritmo de la paja sin hablar. Me estaba poniendo muy cachonda de sentir la dureza, la tibieza y la textura de su verga imponete como un obelisco de Luxor, sin embargo, el pensamiento de que estaba mal, seguía ahí. Mi mano se deslizaba por su polla rápidamente mientras mis tetas se movían sueltas por debajo de mi camiseta.

- Dios, mamá. Ya llega, no pares, no pares. ¡Lo haces de puta madre…! ¡NO PARES!

Mi hijo arqueó la espalda mientras un fuerte gemido brotó de sus labios cuando mi trabajó dio sus frutos. Los chorros de semen salían disparados ante mi atenta mirada, los dos primeros cayeron en su abdomen y pierna, los tres siguientes, ya con menos fuerza, se precipitaron sobre mi mano como lava, mientras yo iba bajando el ritmo de la paja. Notaba como me mojaba los dedos mientras sentía el calor de su lefa y miraba como los regueros de semen resbalaban por el tronco de su polla, y yo los recogía con mi mano pajeándole lentamente.

- Joder, mamá, ha sido genial. Gracias. ¡Podrías ganarte la vida haciendo pajas!

Mi hijo se incorporó para darme un beso en la mejilla y al hacerlo, la mano de su cintura subió y me cogió una teta. Me levanté como un resorte, volví a coger la ropa sucia con la mano limpia y salí de la habitación sin decir nada. Cuando llegué al cuarto de la lavadora, mi corazón se me iba a salir del pecho. Me deshice de la ropa dentro de la lavadora y metí mi mano en mi pantalón, en busca de mi húmedo coño…, comencé a masturbarme como una loca mientras lamía los restos de semen de mis dedos de la otra mano. Tuve un orgasmo brutal a los pocos segundos, no creo que llegase a un minuto de lo salida que me hallaba ¡Joder con el crío!

Cuando terminé mis piernas no paraban de temblar, el regusto de su leche en mi boca me precipitaba a pensamientos indebidos. Cuando me relajé, fui a mi habitación. Al pasar vi que la puerta del dormitorio de mi hijo estaba cerrada, entré al mio y cerré. Me quité la ropa para llevarla a lavar y me quedé mirándome en el espejo de mi armario. Pelo corto moreno, cara finita, unas tetas gordas y aún no tan caídas y un culo redondo y firme fruto del spinning. Miré mi coñito, depilado con una tira de pelo por encima, y vi algunos remanentes de mis flujos. Me limpié con el pantalón gris y me volví a vestir. Camiseta roja y pantalón corto negro para disimular otro posible escape de flujo vaginal, por supuesto me puse unas braguitas.

Al volver mi marido nos sentamos los tres a comer. Yo estaba súper nerviosa por la situación, pero mi hijo actuaba como si no hubiera pasado nada. Yo esperaba que todo hubiera acabado, que nos quedara aquel recuerdo y siguiéramos con una relación normal entre madre e hijo. Sobre las cuatro de la tarde mi marido volvió a irse a trabajar y yo salí con él para ir al gimnasio…. Al volver, fui directa a la ducha. Con el gua templada y el frote con mi cuerpo volví a pensar en la paja que le había hecho a mi hijo, en su dura polla y como salió todo aquella ingente cantidad de lefa espesa. No entendía que me pasaba, pero no podía evitarlo. Empecé a tocarme mientras mi imaginación se desbocaba e conjeturaba como me subía sobre él y me clavaba su gran polla hasta lo más profundo de mi coñito. Paré después de un rato asustada de mi misma y salí de la ducha.

Entonces lo vi. Simón, estaba delante de mi completamente desnudo y masajeando su polla con todo descaro. Inmediatamente me cubrí con la toalla. ¡Joder era su madre y él mi propio hijo!

- ¿Pero que haces aquí?

- Quiero repetir.

- Ni hablar, sal de aquí ahora mismo. Eso no tenía que haber pasado y no volverá a pasar.

- Ajá, ¿te estabas masturbando en la ducha mientras pensabas en mí, verdad? Te he visto la silueta a través de la mampara.

"Mierda"

- Pues si, me estaba masturbando, pero pensando en tu padre. Ahora vete de aquí.

- No te lo crees ni tú. Estabas pensando en esto.- Me contestó mientras movía el prepucio de larga y gruesa polla de arriba a abajo.

Me quedé mirando de nuevo su verga totalmente embobada. Mi hijo aprovechó y se acercó a mi. Cogió mi mano y la acercó de nuevo a su miembro.

- Simón, esto no puede ser.- Le decía resistiéndome débilmente.- Soy tu madre y no...

- Cállate y agárrame la polla.- Me dijo autoritario. - Nadie se va a enterar y nos gusta.

- No, vete de aquí.- Le dije retirando la mano.- Tu padre ya mismo va a llegar y puede vernos. ¡¿Te imaginas el revuelo que se puede montar en casa…?!

- Pues vas a tener que darte prisa porque yo no me voy a ir sin mi paja.

Le miré a los ojos y vi la realidad de su amenaza. Cualquiera pensaría que era una excusa muy débil para hacer lo que iba a hacer. Y así es, en el fondo yo quería volver a hacer que mi hijo se corriera mientras lo pajeaba aunque no quería admitirlo delante de él.

Alargué la mano y volví a coger la polla de mi hijo por segunda vez aquel día. Me sujetaba la toalla con una mano mientras la otra recorría su miembro de arriba a abajo. De nuevo, me encontraba mirando fijamente aquella polla maravillosa mientras mi mano le daba placer.

- Joder, mamá, que buena eres. Sigue.

Noté un tirón en la toalla y aflojé mi presión sobre ella. Mi hijo dejó caer la toalla al suelo mientras veía a su madre completamente desnuda mientras lo masturbaba.

- Estás buenísima, mamá. Tienes un cuerpazo… y con el coño depilado como el de una muñeca ¡Me encanta lo preciosa y apetecible que es tu raja! 

 


 

Yo estaba completamente sonrojada y muda. Me agradó que un chico joven me halagara de esa manera, pero jamás pensé que fuera a recibir cumplidos de mi hijo mientras estaba desnuda frente a él. De pronto, subió su mano y me agarró una de mis tetas. Comenzó a presionar y a soltar rozando el pezón, mientras yo miraba lo que hacía sin dejar de masturbarlo. Estaba pensando en decirle que me dejara en paz, yo lo pajearía pero que no me tocara de esa manera, cuando soltó la teta y su boca descendió para atrapar mi pezón. Joder, una ráfaga de electricidad recorrió mi cuerpo, mi coñito empezó a mojarse y mi mano aceleró el ritmo de la paja. Mientras pasaba su lengua por mi teta, empezó a jugar con su mano sobre mi coñito… los dedos se incrustaban dentro de la raja y llegó a frotarme el clítoris.

"Esto no puede ser"

- No hijo, para. Déjame que te masturbe pero no hagas eso.- Le decía sin convicción entre jadeos, me gustaba como metía su dedo en mi conducto y otro en mi pepita dura.

- Calla, mamá. Quiero sentir el calor de tu coño en mi mano. Quiero que te corras conmigo. ¡Joder mamá que clítoris tan grande tienes… parece un garbanzo!

Y metió dos dedos en la profundidad de mi raja. Desde luego se notaba que tenía experiencia a pesar de su juventud. Sus dedos rozaban las paredes de mi vagina de una manera experta. Notaba como mis fluidos resbalaban por mis muslos mientras volvía a dirigir mi mirada hacia su gran cipote. Cuando volvió a chupar mi pezón, no pude aguantar más y eché la cabeza atrás mientras soltaba un gran gemido de placer. Abrí los ojos y nos vi en el espejo del baño. Su cabeza cubriendo mis tetas, mi mano en su nuca para que no parara, más abajo mi mano recorriendo su tremenda polla y detrás de ella su mano invadiendo mi coñito. La imagen para mi era terrible a la vez que tremendamente excitante. Comencé a mover mis caderas al ritmo de la paja que le estaba dando mientras mi piel se erizaba con los mordiscos juguetones que daba en mi pezón. Ya no recordaba haber tenido tal calentón en mi vida… y con mi hijo.

- Dios, Simón. Voy a correrme. Sigue, mi amor.- Le dije sin poder seguir callada.

- Yo también voy a correrme, mamá.- Me dijo soltando mi pezón y levantando su cabeza para mirarme a los ojos.

Pronto, noté el primer impacto de lefa caliente impactar con mi barriga, seguidos de varios más que dirigí a mi pubis y finalmente a mi coño. Yo seguía pajeando aquella polla maravillosa con rapidez mientras mis piernas empezaban a temblar y grité a la vez que me corría con los dedos de mi hijo dentro de mi coño y sus ojos fijos en los míos. Él comenzó a meter sus dedos y sacarlos con fuerza intensificando mi orgasmo mientras yo notaba como su semen seguía derramándose sobre mi raja, entre los labios vaginales, mientras los primeros más grueso y copiosos, se deslizaba desde mi barriga camino del coño.

Cuando terminamos tenía desde el ombligo a la vulva, todo lleno de chorros de esperma, mi hijo soltaba leche como un géiser y producía en modo industrial. Solté su polla y me quedé allí de pie sin hacer ni decir nada presa de la culpabilidad. Mi hijo sacó sus dedos y me dio un beso muy tierno en los labios.

- Muchas gracias, mamá. Eres la mejor.

Me dio otro apretón en una de mis tetas dándole un gran chupón al pezón, salió del baño y cerró la puerta. Yo volví a meterme en la ducha para limpiarme y volví a excitarme al restregar su semen por mi cuerpo, recoger los grumos y meterlos en mi coño follándomelo con dos dedos… volví a masturbarme, una paja corta y rápida pero placentera, saboreando la lefa que con los dedos iba recogiendo de mi barriga, pubis y coño, antes de darme con el agua. Salí para preparar la cena muy satisfecha y cada vez menos culpable. Aun tenía el regusto de su testosterona en mis papilas gustativas, y un poco de su leche en la boca de mi coño.


CAPÍTULO 2. Excitación desbordada

Los días siguientes trascurrieron con normalidad. Mi hijo parecía que se había dado por satisfecho con las dos pajas que le hice y yo estaba conforme… al principio. Al día siguiente mi hijo me hablaba como si nada hubiera pasado. Yo, por la vergüenza y algo de culpabilidad, no quería sacar el tema ni pedir nada aunque deseaba volver a pajearle, y que él volviera a meterme los dedos en el coño. Comencé a dejar de usar sujetador en casa y a llevar siempre braguitas o pantaloncitos muy cortos apretados para marcar mis labios vaginales, pero mi hijo no hacía ninguna referencia a ello, ni tan siquiera me miraba dos veces. Pasaba muy a menudo por su habitación para ver si lo descubría masturbándose pero siempre estaba su puerta abierta y él jugando a la consola o con el móvil. Me duchaba con la puerta abierta para intentar repetir la escena de la última paja pero al final tenía que acabar aliviándome sola.

Después de dos días me di por vencida. Estaba muy triste, mi autoestima se había elevado por las atenciones y los cumplidos de un chico tan joven y ahora estaba por los suelos, había sido tan estúpida como para dejarme usar por mi hijo en un día de calentón. Ya ni siquiera intentaba provocar a mi marido, necesitaba el morbo de la gran polla de mi hijo. Finalmente comprendí que aquella aventura había acabado y comencé a tratar a mi hijo con indiferencia.

Mi marido es transportista de correos y normalmente tiene rutas por Madrid o las ciudades cercanas, pocas veces fuera del centro del España. Aquel día tenía un trabajo nada menos que hasta Sevilla por falta de personal. Son unos trabajos que le tienen 2 o 3 días fuera de casa pero se pagan muy bien el kilometraje, por lo que los acepta aunque no le gustan mucho. Cuando se marchó, limpié un poco la casa, le dije a Simón que iba a salir con unas amigas y que volvería sobre la una del mediodía. Me miró como quien ve a alguien desagradable, me había puesto un vestido veraniego azul con flores blancas con un precioso escote de falda corta, y apenas levantó la vista del móvil para decirme un "vale, Amalia".

Salí de casa furiosa con mi hijo y con los ojos cargados de lágrimas. Me fui donde había quedado con mis amigas y les hablé de mi frustración sexual con mi hijo, haciéndoles ver que era con mi marido con quien estaba mal.

Un poco más tarde de la una volví a casa. Iba directa hacia mi cuarto para cambiarme de ropa y preparar la comida. Al entrar al salón me quedé impactada.

- ¿¡Pero que coño es esto!?

Una joven morena, desnuda de cintura para arriba levantó la cabeza para mirarme dejando salir la polla de mi hijo de su boca, dejando tras de si un fino hilo de saliva. La joven se tapó unas deliciosas tetas pequeñitas, mientras mi hijo cogía su polla y comenzaba a pajearse.

- Perdón, Amalia. Creía que volverías más tarde...

El muy cerdo casi parecía inocente. La chica se ponía una camiseta corta y salió corriendo al lado mío, mientras murmuraba un "lo siento, señora". Cuando se cerró la puerta de casa, mi hijo empezó a desternillarse de la risa.

- No tiene gracia, Simón. Soy tu madre y no tengo por qué ver estas cosas. ¡Deja de reírte ahora mismo y dime en qué estabas pensando!

"Me tenías aquí, gilipollas. ¿Para qué necesitabas a esa putita de tetitas? Lo has estropeado todo"

De repente, mi hijo paró de reírse.

- Pues no, no tiene gracia.- Dijo mientras se levantaba totalmente desnudo y empalmado y se aproximaba a mi.- Me has jodido la mamada y ahora deberías terminarla tú, mamá.

Le solté un bofetón cuando lo tuve a mi alcance. Después de ignorarme durante dos días me exigía con todo el morro una mamada sólo porque estaba cachondo, como si yo fuera su puta particular.

- ¿Pero qué coño te has cre...?

La bofetada de vuelta me pilló completamente desprevenida, me puse la mano en el lado del rostro donde la recibí y miré a mi hijo con estupor.

- ¿Ahora te vas a hacer la estrecha, mamá? ¿Crees que no he dado cuenta como me buscabas por la casa? ¿Cómo te paseabas delante de mí, medio desnuda zorreándome todo el tiempo? ¡Se te nota mogollón lo salida que estás!

Agarró mi vestido por los tirantes y de un tirón lo bajó hasta mi cintura dejando mis tetas a la vista delante suya. Cogió mis dos pezones con sus dedos mientras yo gemía con cara de incredulidad. ¿Me gustaba su prepotencia… el como me dominaba? Siempre me han puesto cachonda los machos alfa y en eso se parecía este crío de tan solo diecisiete años.

- ¿Crees que iba a conformarte con tenerte para que me hicieras pajas? Mi polla tiene un precio, mamá y vas a empezar a pagarlo con la mamada que no le has dejado hacer a esa putita.

Me agarró del brazo y me sentó en el sofá donde estaba con la chica. Me sentó en el y colocó su polla frente a mi cara. La ira y el miedo que sentía desde hace rato por ser agredida por mi propio hijo, cambió al morbo de volver a ser usada a su antojo. La visión de su enorme polla frente a mi estaba haciendo que empezara a mojarme. Eliminando de mi mente cualquier pensamiento racional sobre lo que estaba pasando para dejarme llevar por mi propio deseo sexual, alargué la mano, cogí la polla de mi hijo y empecé a introducírmela en la boca.

El primer contacto del cipote de mi hijo con mi lengua fue brutal. Mi coño se empapó mientras saboreaba aquella polla incestuosa, sin duda las ganas de y la sensación de tener una verga dura para mi disfrute lo precipitaban a ello. Comencé a mover mi cabeza mientras deslizaba mi mano de su tronco hacia sus huevos, pajeándolo y mamando en modo puta. De repente, mi hijo sacó aquel delicioso manjar de mi boca.

- Joder, que buena eres chupando vergas, mamá. Hay que presionarte un poco para que finalmente saques tu lado mas puta.

- Cállate, no me hables, no te voy a perdonar esto.

- Jajaja, me encanta cuando te pones digna, mamá.- Me respondió mientras me cogía la cabeza con una mano y la otra su falo. Haciéndolo ir y venir, iba golpeándome con su enorme rabo en las mejillas de mi cara con fuerza.- Pon tus manos atrás y abre la boca.

Crucé mis manos en mi espalda. Aquella humillación me había anulado por completo. Cuando abrí la boca, la polla de mi hijo fue entrando lentamente. Cuando llegó hasta mi garganta aún faltaba un buen trozo. Mi hijo paró y de repente comenzó a meter y sacar su polla de mi boca con violencia follándome, dándome una follada oral brutal. Alargué mis manos y le empujé en las piernas mientras echaba la cabeza atrás para liberarme.

- ¿Pero que coño haces, Simón?- Dije mientras escupía saliva a la vez que tomaba aire.

La segunda bofetada restalló contra mi ya dolorido rostro. Empecé a lagrimear mientras sentí como mi hijo me cogía del pelo y presionaba su cipote sobre mis labios cerrados.

- Abre la boca de una puta vez.- Me ordenó mi hijo mientras veía como levantaba la mano.

Abrí la boca y dejé que mi hijo me la follara a placer. Las lágrimas corrían por mi cara y se mezclaban en mi barbilla con la saliva que escapaba de mi boca. Mi hijo siempre sacaba su polla cuando casi no podía respirar y yo aspiraba aire en los momentos que me permitía mientras, chorros de saliva caían sobre mis tetas. En una de estas paradas, cuando me vi mis tetas llenas de saliva mezclada con el líquido preseminal de mi hijo, de nuevo la indignación y la rabia volvió a cambiar a excitación y placer. Esa vez fui yo quien levantó la cabeza y empecé a clavarme su polla en mi garganta sin usar mis manos, las utilizaba asiéndolo del culo, le apuñalaba con las uñas para atraerlo contra mí y llevarles el ritmo de las clavadas orales.

- Oooh joder, mamá, siii. Sigue mamando así, eso es.

Tras seguir chocando su polla contra mi garganta, mi hijo se separó de mí. Comenzó a pajearse frente a mi cara con un ritmo frenético.

- Simón, ni se te ocurra...

Cerré los ojos y la boca justo a tiempo y empecé a recibir la primera corrida facial de mi vida. Notaba los chorros de semen impactar con fuerza al principio y como se derramaban los últimos chorros a borbotones del hinchado glande de mi hijo, mientras éste pasaba su polla por mi cara para que sus últimos lefazos, ya con menos fuerza, me impregnaban el rostro. El aroma a leche cargada de testosterona, electrizaba el cuerpo… mi clítoris reclamaba atenciones

- Joder, mamá, ha sido brutal. Muchas gracias.

 


 

Entreabrí los ojos entre aquella maraña de lefa caliente, mientras escuchaba como se iba del salón a su habitación. Pasé mi mano por mis ojos y mi cara para retirar el esperma pegajoso de la gran corrida de mi hijo mientras lloraba. Lloraba por haber sido abusada de esa manera por mi propio hijo, y también lloraba de culpabilidad por haberlo permitido. Me fui a mi habitación con lágrimas en los ojos, cogí unas toallitas y me limpié la cara. Me dejé caer en la cama desconsolada mientras pensaba en lo que había pasado.

Pronto dejé de llorar y estaba con la parte de mi vestido arremangada y mis dedos dentro de mi coño haciéndome una paja genial. Poco después me corrí mientras tiraba de mis pezones, me levanté, me desnudé, abrí la puerta de mi habitación por si mi hijo quería venir a verme y me dormí desnuda para él.

Me desperté al sentir una mano acariciando mi coñito. Cuando abrí los ojos y vi la cara de Simón, me sonrió y comenzó a meter y a sacar sus dedos de mi raja muy despacio, saboreando el tacto de mis carnes vaginales. Sin decirnos ni una palabra, agachó su cabeza para chupar y lamer mis tetas… mientras yo movía las caderas para disfrutar de sus dedos.

"Joder, fóllame de una vez, hijo de puta. Esto no va a acabar hasta que te folles a tu madre"

Pero yo no podía ser la que le pidiera aquello, mi pensamiento me engañaba, no sabía si lo había pronunciado o solo pensado. Quería que mi hijo me jodiera por el coño igual que lo hizo por la boca. Había dejado la puerta abierta y dormido desnuda para que lo hiciera pero mientras me masturbaba, sabía que así no me sabría igual. Mi hijo aceleró sus dedos follándome más fuerte mi coñito mientras me devoraba las tetas succionando los pezones, masticando las mamas y lamiendo cada centímetro de las masas mamarias. Yo gemía sin parar mientras le acariciaba la cabeza… empecé a gritar y a correrme como una buena perra.

Mi hijo sacó sus dedos de mi coño y los acercó a mi boca. Le miré a los ojos y separé mis labios para degustar mis fluidos.

- Parece que ya vas entendiendo como funcionan las cosas, mamá. Ahora hazme una paja, que he quedado con los colegas y quiero ir descargado.

Sacó sus dedos de mi boca y se tumbó a mi lado después de quitarse los bóxeres, sacando a relucir su enorme polla… con solo diecisiete años, ya le debía medir no menos de 20 centímetros y un grosor que costaba circundarla con mis dedos, reconozco que mi mano es pequeña a como suelen ser de otras mujeres de mi tamaño y edad.

Me quedé mirándolo a la cara manteniéndonos la mirada…“¿A dónde habíamos llevado? ¿Cómo me había dejado llevar, al punto de dormir desnuda esperando que mi hijo me follara?”

- Vamos, que tengo prisa.

Me senté a su lado y agarré su ya tan conocida polla, cada vez me parecía más atractiva… era preciosa y yo diría que perfecta. Comencé a pajearlo mientras él sobaba mis tetas. De nuevo las ganas de llorar. De nuevo usada como una puta sin ningún tipo de sentimiento. Para él sólo era unas manos, un coño, unas tetas y una boca con las que aliviarse. Y de nuevo la tristeza dio paso al morbo de darle placer a un déspota adolescente, al ansia por hacer que se corriera en mi mano. Notaba mi coño humedecerse por la humillación o el morbo.

- Eso es, mamá, si joder, así.- Gemía cuando aceleré el ritmo.

El pellizco duro que sufrí en uno de mis pezones me hizo gemir y gemir mientras no apartaba la vista del enorme falo. Me moví y me coloqué a cuatro patas entre sus piernas con mi cabeza a la altura de su entrepierna. No podía disfrutar de esa manera de sus caricias en mi cuerpo, pero quería ver desde esa posición como aquel cipote expulsaba la lefa que yo estaba trabajando. Metí mi mano libre entre mis muslos y comencé a acariciar mi coñito chorreante.

- Me corro, mamá, me corro… ¡No pares por favor!

Vi fascinada cómo el primer chorro de semen salía disparado con tanta potencia, cayendo sobre su abdomen mientras enterraba mis dedos en lo más profundo de mi coño. Su amabilidad de pedirme por favor que le diera a su tranca, me conmovió…. Manipulé su caño hacia mí, de tal forma que conseguí que el segundo chorro cayera sobre mi rostro y parte en el interior de mi boca, abrí queriendo atinar sin dejar de pajearlo, un tercero lo atrapé con la lengua y los siguientes chorros menos potentes fueron cayendo sobre mi mano hacia sus huevos como la cera derretida, sin dejar la faceta pajeadora.

- Bufff, joder mamá, eres cada vez más puta y mucho más experta.

Se liberó de mi mano, se levantó y salió de mi habitación después de darme un azote en las nalgas mientras yo seguía con mi mano en mi coño a cuatro patas.

La indiferencia de mi hijo hacia mí ya me resultaba sumamente morbosa y erótica. Estaba dispuesta a ser usada por él hasta que mi marido volviera a casa. Terminé de correrme con mis dedos mientras lamía mi mano llena de semen, me gustaba cada vez más tragarme su leche, tal vez las próximas lechadas no dejaría que se derrabaran fuera de mí.

Me puse en tensión cuando escuché la puerta de casa varias horas después. Ya había anochecido y me encontraba viendo la televisión. Después de pajearme mientras saboreaba el semen de Simón, había pasado la tarde leyendo en la cama. Ahora estaba en el sofá del salón relajada, con una camiseta roja y unas braguitas negras.

Sin decir nada, mi hijo entró al salón y comenzó a desnudarse delante de mí. Me senté frente a él mientras lo observaba. Cuando estuvo completamente desnudo comenzó a manosear su polla y sus huevos mientras me miraba fijamente a los ojos. Se acercó un poco a mí y me dio un apretón en mi teta derecha por encima de la camiseta. Me cogió del pelo por detrás de la cabeza mientras con la otra mano se levantó la polla pegándola a su abdomen y comenzó a restregar sus huevos por mi cara. Le miraba a los ojos mientras el fuerte olor de sus huevos sudados, me penetraba en la nariz. Abrí la boca y saqué la lengua para que mi hijo posara sus pelotas en ella. comencé a mover la lengua por aquellos huevazos. Mi hijo tiró de mi pelo haciéndome mirar hacia arriba sacando sus par de testículos de mi boca.

- ¿Qué te parece que tu hijo se esté convirtiendo en una puta viciosa?

Sin darme tiempo a réplica, me besó con lengua un buen rato y sin esperarlo metió su deliciosa polla en la boca al sacarme su lengua. Estaba más humillada que nunca, mi propio hijo me había llamado puta, viciosa y me había metido la lengua en la boca… y ahora yo estaba tragándome su pollón. Mi coño comenzó a mojarse mientras mi garganta era maltratada por aquel rabo descomunal, las lágrimas empezaron a aflorar pero no había nada de tristeza en mi está vez. Toda yo era puro deseo y lujuria… por ahogamiento de tan ancha y larga verga.

Cuando mi hijo sacó su polla de mi boca, una gran cantidad de saliva cayó resbalando por mi barbilla sobre mi camiseta.

- Levántate, mamá. Y ahora desnúdate.

Mi hijo puso sus manos en sus costados mientras yo le obedecía. Me quedé desnuda delante de él mientras me miraba todo el cuerpo de arriba a abajo. De pronto, me cogió de la nuca y me besó introduciendo su lengua en mi boca otra vez. Su lengua buscaba el sabor de su polla por todos los rincones de mis dientes y paladar, las lenguas se buscaban. Dejó de besarme virilmente dándome la vuelta, quedé de rodillas sobre el sofá con mi culo ofreciéndose hacia él y mis manos apoyadas en el respaldo. Escuché como escupía y pasaba su mano mojada por mi raja…. Mi consciente dejó de pensar quién era realmente el hombre que pretendía follarme, solo me dejé llevar centrándome las veces que su padre me lo hacía a cuatro patas como una perra salida. Di un respingo al notar el escupitajo y sobre todo al contacto de sus dedos… cerré los ojos evitando pensar en lo mal que estaba lo que iba a pasar a ojos de la sociedad. Mi mente se negaba a lo que iba a suceder, pero mi cuerpo reclamaba ese placer desde hacía días… y era el momento de llegar…. Dilatarlo en el tiempo era torturarse inútilmente.

Levanté un poco mi culo cuando noté ambas manos en mi culo y el duro glande del cipote rozar mi húmeda raja. Solté un gran suspiro al sentir como su tremendo falo iba invadiendo mi maternal coñito, se abría la boca del coño… empujó lentamente haciéndome percibir como su gordo capullo arrastraba mis carnes internas anhelantes de verga. Mi cabeza se desplomaba al notar cada centímetro del duro mostrenco que me estaba metiendo, y cuando llegó al fondo, mi hijo la dejó ahí, con el fin de que el coño se dilatara amoldándose a su ancha y larga polla… cogió mis tetas con sus manos acercando su boca a mi oído.

- Voy a follarte, mamá. Lo haré como se lo hago a las putitas… ¿Quieres ser mi puta?

- Sí, quiero…

- Pero vas a tener que suplicármelo…. ¡SUPLÍCAME QUE LE PONGA LOS CUERNOS A TU ESPOSO…!

- Fóllame, hijo. Fóllate a la puta de tu madre… y ponle los cuernos al cabrón tu padre, ¡PÓNSELOS BIEN PUESTOS! Le espeté al notar fuertes pellizcos en mis pezones.

- Grítalo, puta. Grítalo bien alto o saco la polla y me corro en tu cara sin joderte.

"Joder, son las once de la noche, puede que haya vecinos despiertos...pero quiero que me folle a todo trapo… necesito sentir como se corre dentro de mi coño ¡NECESITO SU LECHE!"

-¡Fóllame, cabrón! ¡Fóllate a la puta de tu madre… y ponle los cuernos a tu padre! Que se entere ese cabrón que a su mujer se la folla otro macho...

Apenas terminé de gritar, mi hijo soltó mis tetas separándose de mí y me agarró de las caderas. Comenzó a follarme de una manera brutal, me embestía con una fuerza que nunca había sentido en mi coño. Se oían los golpes de sus huevos chocar contra mi coño, mientras yo gemía sin parar escandalosamente.

- Joder, sí, eso es Simón, sí ¡¿A qué has estado esperando para follarme así de duro?!

- Te gusta, ¿verdad, puta? Seguro que papá nunca te ha follado de esta manera…

- No, nunca, ¡Es un “polla floja”, nada que ver contigo… un cabrón semental!

Jamás en mi vida me habían follado así. Mi hijo empezó a azotarme con fuerza el culo con cada embestida. De mi boca salían quejidos mezclados con los gemidos mientras le pedía a Simón que no parara de follarme así de fuerte, sus pollazos me elevaban al Olimpo de los dioses.

- Me voy a correr, Simón. Mamá se va a correr, joder con tus pollazos… ¡No pares de follarme, por Dios Santo… no pares!!

Solté un grito prolongado mientras los huevos de mi hijo no paraban de chocar con mi coño. Bajé la cabeza extasiada y vi mis tetas botando sin parar. Mi hijo seguía embistiéndome con furia, se pegó a mi y me sujetó de las tetas con dos dedos apretando los pezones estirándolos.

- Córrete de nuevo, puta. No voy a parar de darte pollazos hasta que lo hagas.

Nunca en mi vida me había corrido tan rápido dos veces seguidas, ni tratada como una zorra.

Comencé a temblar, mis brazos me fallaron y me dejé caer quedando mi culo levantado mucho más respingón para mi hijo tras apenas cinco embestidas.

- Joder, Simón, que bueno hijo he parido. ¡Joder sí… sí eso es joderrrr!

Mi hijo me dio unos cuantos pollazos más en mi ya dolorido coño, y oí el rugido saliendo de sus pulmones, del mismo modo que una atleta de halterofilia suelta, tras lograr levantar su máximo peso sobre su cabeza, la clavó a fondo con un duro pollazo y noté como mi raja se expandía por la anchura de la base de su polla, y el útero se iba llenando de leche caliente mientras mi hijo bufaba y eyaculaba un chorro tras otro como una bestia parda. Percibía cada convulsión como una pulsación entre mis paredes vaginales,hasta que acabó y empujó el semen al fondo, acumulándolo en la pared vaginal. Finalmente, sacó su polla y tras la salida, noté como un reguero de lefa espesa rezumando por mi raja. Luego me dio unos pollazos en las nalgas demostrando que tras la corrida aun la tenía dura como un garrote, y se alejó de mí.

- Venga mamá, levanta. Tienes que bañarme antes de irte a dormir.

Le miré sonriendo desde mi posición a cuatro patas mientras tocaba con mis manos el semen que iba saliendo de mi coñito, lo recogí con mis dedos y luego me lo chupé. Me levanté y le cogí de la mano para guiarlo al baño y asearlo con mi manos, queriendo prolongar tan íntima sesión de amor que habíamos tenido. Notaba la vagina un poco condolida, solo aliviada por el analgésico que suponía la leche que contenía recién ordeñada de los huevos de Simón.

Mientras frotaba con mis manos el cuerpo juvenil de mi hijo, sonreí recordando que al día siguiente seguiríamos solos hasta la vuelta de mi esposo… “EL CORNUDO”.




CAPÍTULO 3. La puta de mi hijo

A la mañana siguiente me desperté con una sonrisa en los labios y la alegría en el cuerpo. Me levanté para ir a prepararme un café mientras rezaba para que mi hijo estuviera despierto y reclamara mis servicios. Pasé por la entrada de su habitación sin mirar.

- Mamá, ven aquí.

Se me erizó la piel al escucharlo. Volví sobre mis pasos y entré en su habitación. Me quedé de pie en la entrada con mis manos cruzadas a la altura de mi coñito. Llevaba unas braguitas blancas y una camiseta también blanca con un dibujo de dos tazas de café.

- Quiero desayunar algún dulce de los que tú preparas, mamá.

- Muy bien, Simón, ahora mismo voy.

- Ya, no tengas tanta prisa.- Me decía mientras se quitaba el bóxer y se quedaba tumbado de nuevo.- Quítate la camiseta y ven a hacerme una paja.

Le obedecí sin rechistar. Ya no había asomo de culpabilidad en mi mente, iba a disfrutar con mi hijo estos días libres y ya hablaría con él esta noche antes de que su padre volviera.

Caminé hacia él con decisión… veía como masajeaba su polla sin quitar los ojos de mis tetas.

- Menudas tetas tienes, mamá. Nunca había tenido una putita con unas tetas como las tuyas.- Me dijo cuando llegué a su lado y me senté en el borde de la cama.

Empezó a manosear mis tetas mientras yo comenzaba a pajearlo. Comencé a mojarme con sus pellizcos en mis pezones mientras mi mano recorría su polla de arriba a abajo. Estaba un poco incómoda, así que me recosté a su lado para seguir con mi tarea. Soltó las tetas y colocó sus manos detrás de su cabeza cerrando los ojos para disfrutar de las atenciones de su madre.

- Eso es, mamá, eres buenísima. Dime cuanto te gusta mi polla.

- Me encanta tu pedazo de verga, cielo. Tienes una polla muy grande y deliciosa. Me encanta ver como se corre sobre mi mano y los dura que la tienes siempre.

Aceleré el ritmo de la paja mientras mi hijo gemía. Mis braguitas estaban ya muy mojadas al ver como la polla de mi hijo alcanzaba su máximo esplendor con las palabras que le dedicaba.

- Joder, mamá, ya estoy apunto. Sigue con ese ritmo, no pares. ¡Eres una pajillera de campeonato! Sabes como nadie, como hacer disfrutar a un tío.

Apreté mi mano sin bajar la velocidad de la paja y pronto los chorros de semen comenzaron a volar en chorros que alcanzaban más de medio metro de altura. Nunca le había pajeado tan rápido y la lefa de mi hijo cayó sobre su abdomen, su cama y uno de los chorros cayó en mi pierna. Cuando terminó, pasé mis dedos por su cipote recopilando lefa gelatinosa. Volvía a tener mi mano llena de su leche caliente y mis braguitas empapadas. Metí los dedos en mi boca con lo acumulado del arrastre de mis dedos, y comencé a limpiar mi mano con mi lengua ante la mirada complaciente de mi hijo… luego lamí su tronco y chupetee el glande dejándole todo completamente limpio de esperma. El olor a su leche recién ordeñada me embriagaba.

- Muy bien, ahora ve preparar los dulces. ¡Quítate las bragas antes de irte y dámelas!

Le di mis braguitas mojadas observando como se las acercaba al rostro para olerlas. Recogí la camiseta y me fui a mi cuarto a ponerme un vestido informal para salir de casa, elegí uno verde y unas bragas negras y salí al rellano.

Al entrar en el ascensor me encontré con mi vecino de arriba. Un hombre un poco mayor que yo, divorciado… de la edad de mi esposo más o menos.

- Buenos días Guillermo.

- ¿Que tal, Amalia?

- Pues nada, a comprar algo para el desayuno.

- ¿Y que tal anoche?

Me quedé mirándolo sin decir nada, sonriendo como una boba. De repente, apretó el botón de parada del ascensor y me agarró una teta por encima del vestido.

- ¿Qué haces Guillermo? Suéltame.- Le dije quitando su mano de mi teta.

- Sshh, baja la voz. Te escuché anoche follando y sé que tu marido está de ruta.

Me quedé en shock. ¿Cuánto habría oído?

- Guillermo no... era yo sola, ya sabes la soledad de la mujer del transportista...

- Ya, claro. Mira Amalia, no le voy a decir nada a tu marido. A mi me da igual que le pongas los cuernos y te folles a quien quieras. Pero quiero tocar tus tetas, siempre me han gustado mucho y me he cascado unas cuantas pajas a tu salud.

- Guillermo ¿qué dices? Venga dale al ascensor y hacemos que esto no ha pasado.

- Saca tus tetas de ese vestido y déjame que las magree o hablaré con tu marido cuando vuelva. Vamos, date prisa antes de que algún vecino quiera coger el ascensor.

Me puso las manos sobre el vestido en mis tetas, mientras yo lo miraba impotente. Comenzó a acariciarlas delicadamente y luego pasó a darme unos apretones algo dolorosos. Yo aguantaba las ganas de llorar del abuso de aquel cabrón. Pasó unos minutos más sobando mis tetas y pezones a su gusto mientras se agarraba la polla con la mano libre. Cuando terminó, le dio al botón del ascensor. Bajamos sin decir nada mientras veía de reojo como se acariciaba la polla por encima del pantalón vaquero. Salí del ascensor rápidamente y prácticamente corrí hacia el supermercado. Mientras iba en busca de unas porras…, me limpié las lágrimas que afloraban en mis ojos hasta que me tranquilicé.

Aproveché para comprar algunas cosas más y volví a casa. Estaba cerrando la puerta cuando mi hijo llegó completamente desnudo y empalmado.

- Has tardado mucho.

Me quitó las bolsas y las dejó en el suelo. Me hizo dar la vuelta, colocándome contra la pared y me dio un par de azotes muy fuertes en el culo con los que no pude emitir un gemido.

- Desnúdate y prepárame un zumo.

Me quité el vestido y las braguitas, cogí las bolsas y fui a la cocina. Le puse a mi hijo en la mesa, el zumo y unas porra con chocolate que tanto le gusta y me quedé de pie al lado suyo.

- Siéntate en ese taburete al lado mío, ábrete de piernas y mastúrbate.

Me coloqué como quería y comencé a acariciar mi coñito mientras mi hijo me miraba a la vez que desayunaba. Empecé a meterme los dedos en mi raja húmeda y comencé a follarme sonoramente con chasquidos acuosos y gemidos para él. Cuando le quedaba un culo de zumo me lo tiró encima del coño. Yo aceleré mi paja mientras el zumo recorría mi raja hacia las piernas, dejándome pringada. Mi hijo comenzó a pajearse frente a mí mientras terminaba una de sus porras mojadas en chocolate espeso. Después se colocó frente a mí, rebozó con chocolate su glande y me sujetó la cabeza obligándome a ponerme de rodilla, mientras con la otra mano guiaba su enorme polla hacia mis labios. Abrí mi boca para permitir la entrada de tan delicioso miembro, chupé el chocolate, lo lamí y le dejé el capullo limpio..., Simón empezó a presionar hasta que su polla llegó al tope contra mi garganta.

- Sigue masturbándote, mamá, no pares.

Yo seguía castigando mi coñito con mis dedos mientras mi hijo comenzaba a follarme la boca. Sacó su polla y la pasó por mis tetas y volvió a meterla dándome su polla con sabor a chocolate otra vez. Volvió a taladrar mi garganta hasta que no pude más y eché atrás la cabeza para tomar algo de aire.

- Cada vez aguantas mejor la follada, putita.- Y me soltó una bofetada.

- Ahh. Dame otra vez, amor. ¡Dale buenos pollazos a tu madre!

Sonrió y me cogió del cuello. Me apretó mientras yo seguía masturbándome notando como empezaba a faltarme el aire. Me soltó y me propinó otra bofetada mientras aspiraba buscando respirar y volvió a cogerme el cuello. Lo repitió un par de veces y volvió a alojar su polla en mi boca. Poco después, comencé a gemir mientras le chupaba la polla, me estaba corriendo como una vulgar zorra. Mi hijo se separó de mi y comenzó a masturbarse apuntando a mi cara.

- No se te ocurra cerrar la boca esta vez. Te la quiero llenar de leche.

Con los ojos bien abiertos y la boca formando una gran O, comencé a ver salir los chorros de de lefa de su glande como una lluvia de semen. Caían sobre mi cara, mi boca y mi lengua. Un chorro de leche me cruzó en el ojo izquierdo, ya solo uno abierto, observé acercar su polla a mi rostro, la cogí decidida con una mano… empecé a mamarla y lamerla para limpiársela.

- Joder que bueno… Ahora ven a la cama.

Fui al encuentro de mi hijo.

- Túmbate delante de mí y chupa mi culo. No pares hasta que te lo diga.

Ni siquiera me planteé dudar a hacer algo que nunca había hecho. ¿Quién mejor que mi hijo para mostrarme placeres nuevos? Me tumbé boca abajo entre sus piernas y él las abrió un poco más levantándolas para mostrarme su culo. Comencé lamiendo sus pelotas y bajé hasta posar mi lengua en su agujero. Comencé a lamer y escupir y pronto tuve mis labios pegados a su ano mientras mi lengua hurgaba en su interior.

- Raúl, cabrón, ¿que te cuentas?

Saqué mi lengua de su culo y miré asustada hacia atrás. Volví a mi tarea cuando descubrí que mi hijo hablaba por teléfono.

- Jejeje, eso está bien ¿Te vienes después de cenar a jugar a la consola?

Esta experiencia era bestial. Humillado chupando el culo de mi hijo mientras él quedaba con uno de sus amigos. Alargó una mano y presionó mi cabeza contra su culo para que mi lengua le penetrara más. Yo lamía su ano mientras mi coño empezaba a humedecerse de nuevo.

- No, ahora no. Voy a follarme a una putita en breve. Eso, después de cenar, y traete una pizca de hierba, no seas rata. Venga, hasta luego.

Guió mi cabeza haciendo restregar mi cara y mi lengua desde su culo hasta sus huevos una y otra vez hasta que me liberó.

- Ponte esta almohada en la cintura y túmbate boca arriba.

Me coloqué como me ordenaba. Mi hijo se agachó delante de mí y comenzó a lamerme el coño. Joder, era la primera vez que lo hacía y gocé como una perra las chupadas de mi hijo. Después bajó y comenzó a lamer mi culo. Mi piel se erizó ante esta nueva experiencia. Simón llenó mi culo de saliva y metió su lengua en el agujero varias veces. Se levantó poniéndose de rodillas entre mis piernas abiertas. Se escupió en la mano y pasó la saliva por su polla, luego otro escupitajo en mi ano, para acabar colocando su glande en la entrada de mi culito.

- No, Simón- Le dije poniendo una mano en su abdomen.- Nunca lo he hecho por ahí y tu polla es demasiado gorda, cielo.

- Aparta la mano de mí.- Me respondió apartando mi brazo de un golpe.- Relájate y todo irá bien.

Mi hijo empezó a penetrarme por el culo. Me sentía muy incómoda mientras notaba como su enorme polla intentaba abrirse camino por mi agujero más estrecho… me estaba desvirgando.

- Para, Simón, joder me haces daño. Me partes en dos ¡Joder no podré sentarme!

Me soltó una bofetada en el rostro y empezó a apretarme de las tetas.

- ¿Y esto, te hace daño puta quejica? Voy a follarte el culo, mamá. Y se acabó.

Cada vez que su polla entraba un poco más dentro de mí, mi hijo se paraba para que me acostumbrara mientras me sobaba las tetas. Las tenía ya enrojecidas y cada apretón hacía que soltara un gemido de placer y mi coño se humedecía cada vez más.

Finalmente mi hijo alojó su polla por completo en el interior de mi culito. Suspiró y me agarró de mis pezones. Me quedé mirando mis tetas rojas de sus apretones, mientras mis pezones se estiraban entre sus dedos…. Comenzó a sacar y meter lentamente su polla de mi interior. Mi respiración se aceleró por la mezcla de dolor de mi culo y el placer en mis pezones. Pronto, mi hijo los soltó y me cogió del cuello. Empezó a acelerar la sodomización, y me besaba metiendo su lengua en mi boca que abría la boca para gemir hasta que me soltó del cuello y se dedicó a destrozar mi culo a base de pollazos duros… notaba sus huevos golpear.

- ¡Hijo de puta!- le grité- ¡¡Eres un hijo de la gran puta, me estás reventando el culo!! Le decía con lágrimas en los ojos pero sin hacer nada por alejarme de su polla.

- Frota tu coño, mamá. Frótate el coño mientras te follo tu culito de zorra… y muéstrame tu clítoris, -me lo descapullé con dos dedos- ¡Joder que duro lo tienes, puta!

Hice lo que me decía e intenté centrarme en el placer de mi mano en mi clítoris. Poco a poco sentía en mi culo una mezcla de dolor y placer, me estaba gustando que me diera por el culo.

- Joder, Simón, que bueno hijo. Vamos reviéntame.

- Coloca las manos detrás de tu espalda.

Hice lo que dijo y coloqué mis brazos cruzados entre mi espalda y el colchón de la cama dejando mi cuerpo a su merced. Me estaba reventando el culo de una manera espectacular mientras yo gritaba sin parar. Recordé durante un momento al cabrón de Guillermo en el ascensor y de pronto me pareció muy excitante que me chantajeara para sobarme las tetas. Quizás cogería el ascensor más a menudo en aquella hora.

- Joder, hijo que bueno eres. Atame de nuevo las tetas con tus manos.

- ¿Te ha gustado, verdad zorrita?- Me decía mientras apretujaba mis tetas de nuevo- Eres una perra cachonda y tienes un culo delicioso ¡Estás hecha para que e follen a diario!

Siguió follándome el ojete hasta que saqué un brazo de mi espalda y comencé a meterme los dedos en el coño para follármelo a la vez, y correrme. Grité como una loca mientras el orgasmo recorría mi cuerpo y mi mano se llenaba de flujos. Mi hijo sacó su polla de mi culo y se dio un par de sacudidas para empezar a soltar chorros de semen sobre mi abdomen y mis tetas a la vez que yo iba pasando mis manos restregándome su leche por el cuerpo mientras movía mis caderas.

- Dios, Simón, que pasada, joder… ¡Gracias por hacerme disfrutar tanto jodiéndome!

- Venga, vamos a la ducha que tienes que ponerme presentable para mi colega.

Después de ducharnos me hizo ponerme una camiseta de tirantes roja y unas braguitas negras y me dijo que así iba a estar en el salón con nosotros. Me quedé mirándolo con miedo.

- No te preocupes, mamá. Viene Borja el pijo. Sólo lo dejamos juntarse con nosotros porque tiene pasta para marihuana y nosotros le defendemos. No se atreverá a enfadarme, te lo prometo… no sería la primera vez en reventarle la cara a golpes.

Cuando llegó Borja yo estaba sentada en uno de los sillones. Me levanté y fui a saludarle dándole dos besos como mi hijo me había ordenado. La cara del chico se puso roja como un tomate en menos de dos segundos al recibir los besos de una mujer madura en braguitas y, a todas vistas, sin sujetador.

Se sentaron en el sofá y encendieron la videoconsola.

- Carapijo, ¿has traído la hierba?

Borja se quedó mirándome, incómodo.

- Tranquilo, mi madre es muy moderna. Venga, sácala.

El chico sacó una bolsita de marihuana. Yo no entendía mucho pero debía de haber bastante dinero ahí para un chico de diecisiete o dieciocho años.

- Joder, muy bien Borja. Venga ponte a jugar mientras yo voy liando unos porrillos.

Desde luego Borja era tan tonto como mi hijo me había dicho. Cuando Simón lió el primer porro, ya se había guardado en el bolsillo del chándal material para tres como el que había liado sin que Borja se diera cuenta, centrado en la pantalla.

- Toma, mamá, este es el tuyo.

Alargué la mano mientras miraba como mi hijo me sonreía. Yo había fumado hace años algo de chocolate, pero nunca marihuana. Cogí el mechero que me dio mi hijo, lo encendí, di un par de caladas y tosí…, mis pulmones no estaban acostumbrados a esa mierda tan fuerte.

- Jajaja, está un poco desentrenada pero se lo va a terminar.- Le dijo a su amigo.

La orden estaba dada. Más me valía terminarme el porro. Le di una calada más y lo dejé en el cenicero, de momento.

Mi hijo y su amigo empezaron también a fumar y a jugar con la consola por turnos a “Fortnite”. A mi hijo lo mataban en seguida, a él le interesaba más tocarme las piernas cuando su amigo estaba distraído y fumar hierba, el otro cambió, estaba más centrado en el juego. Yo ya tenía mi porro a la mitad y estaba muy mareada. Me reía con cualquier comentario de Simón y abría las piernas cada vez que su mano me acariciaba los muslos sin importarme como su amigo se quedaba mirándome. Sin duda me había convertido en la PUTA de mi hijo.

Después de una partida larga en la que Borja ganó, mi hijo agarró su cabeza con el brazo y le frotó el pelo. Menudo pringado era aquel chico. Casi la mitad del bote de maría estaba ya en servilletas entre los pliegues del sofá… debía tener el cerebro frito de tanta droga.

- ¿Has visto que bueno es mi colega, mamá? Es un crack. Quítate la camiseta para que vea tus tetazas como premio.

Me quedé sonriendo y mareada mientras miraba a mi hijo y vi como me hacía una señal con la cabeza. Me saqué la camiseta de tirantes por encima de la cabeza y la dejé caer al suelo. Me quedé echada en el respaldo del sofá con mis tetas al aire y mis piernas abiertas sin disimulo.

- Joder.- Dijo Borja, con los ojos abiertos como platos.

- ¿Te gustan, verdad? Eso son unas buenas tetas de una madre, y no las de la foca de la tuya.- Decía mi hijo mientras se liaba otro porro.

Me incliné hacia adelante para coger mi porro y terminarlo, mientras veía a Borja sin apartar de vista mis tetas cuando apuntaban hacia abajo.

- Oye Borja, ¿cuánto te debo de la maría?

- Joder, ¿cuánto hemos fumado?- Dijo el chico al ver el bote de maría.- Pues unos 15 pavos sería la mitad de lo que falta, Simón.

- ¿Porqué no te echas otra partida? Si ganas mi madre te hace una paja en tetas como pago.

Empecé a reírme debido a la marihuana con el porro en la mano. Joder, era surrealista. Ahora era una puta usada para pagar las drogas de mi hijo.

- ¿Pero que dices Simón?- Respondió Borja.

- Venga no seas rata, si estás forrado. Venga tres partidas, si ganas te llevas una paja.- Le dijo mi hijo dándole un golpe en el hombro.

El chico se debió concentrar con ganas, porque en la primera partida que jugó, ganó.

- Jajaja, le has puesto ganas a la partida cabrón. Venga Amalia, dale su premio a mi colega.

 


 

Di la última calada a mi porro y me levanté avanzando hacia Borja con mis tetas meciéndose. Me arrodillé delante de él, y comencé a bajarle los pantalones y los calzoncillos. Tenía una polla bastante decente pero nada que ver con la de mi hijo. Agarré aquella polla y empecé a pajear al amigo, mientras éste se acomodaba en el sofá y empezaba a resoplar. Mi hijo siguió con la consola mientras yo iba a lo mío. Cuando tuve la polla de Borja totalmente dura me di un par de golpes en las tetas, cogí sus huevos con la mano libre y comencé a pajearlo con rapidez en tanto le masajeaba las pelotas a fin de avivar su estimulación y acabar rápido con la paja. Mis tetas se meneaban delante de aquel chico, a la vez que mi mano recorría su tronco y la otra apretaba sus huevos. Estaba bastante segura de que esta era la primera vez que este chico tenía una experiencia sexual con una mujer, porque no habían pasado ni dos minutos cuando se puso tenso y clavó las manos en el sofá.

- ¿Vas a correrte, cielo? Adelante, córrete para mí.- Le dije mirándole a los ojos y apretando mi mano sobre su polla.

Sus chorros de lefa no tardaron en salir entre gruñidos disparados de su cipote, cayendo sobre su abdomen y en el suelo. Un chorro especialmente denso cayó en mi brazo y mi mano pajeadora fue cubriéndose de semen. Le sonreí y cogí una servilleta para limpiarme y volví a mi sofá con el trabajo bien hecho… fue sencillo sacarle la lefa a ese mindundi de eyaculación precoz.

- ¿Hace unas buenas pajas verdad? Y ahora escuchame bien- le dijo mi hijo cogiéndolo de la nuca- como cuentes a alguien lo que ha pasado aquí voy matarte a ostias. ¿Vale?

- Claro, Simón. Yo jamás diría nada.

- Muy bien Borja. Pues ya es hora de irse. Ya te avisaré cuando estemos solos de nuevo. Si es que quieres seguir vendiéndome maría a cambio de mi madre.

- Si tío, avisame, claro.- Le decía Borja sobándose la polla por encima del pantalón mientras me miraba.

- Pues venga, fuera de mi puta casa.- Y se lo llevó a la calle.

Cuando mi hijo regresó se arrodilló en el sofá enfrente de mí y comenzó a comerme el coño. Me agarraba las tetas mientras gemía sin parar notando la lengua de mi hijo recorriendo mi profundidad mientras restregaba sus dedos por mi clítoris. Siguió así unos minutos hasta que le sujeté la cabeza y me corrí en su boca. Su lengua seguía lamiendo sin parar, recogiendo todos mis flujos que salieron a chorros de lo cachonda que estaba con esos dos y el colocón.

- Joder, esto está delicioso, mamá. Venga vete a la cama a dormir el colocón, que mañana llega papá y tienes que levantarte temprano a limpiar todo esto. Toma- Y me pasó otro porro.- Para que duermas bien.

Se levantó, me comió la boca con legua metiéndome mano en el coño, luego un fuerte azote en una teta. Me fui a mi habitación fumándome mi porro y disfrutando de la sensación de ser tan buena puta para mi hijo… usada, saciada, gozada y fumada. El dominio que ejercía mi hijo sobre mí me estremecía…, era justo lo que le faltaba a su padre si es que alguna vez tuvo la mitad de hombría que mi hijo. Simón sabía como tratarme en el punto exacto para estimular mi cuerpo y mente… satisfaciéndome y dejándome ganas de repetir. ¡Todo un cabrón!

 

 

CAPÍTULO 4. Dominación y Sometimiento al placer

A media mañana del día siguiente, mi marido volvió a casa. Yo tenía la cabeza como en una nube por la marihuana del día anterior. Me llevó a la habitación y me echó un polvo que apenas sentí… me llenó y se alivió sin previo ni postcoito. Ya estaba acostumbrada a follar de otra manera y con una polla más grande pero tenía que hacer lo que fuera por volver a la normalidad. Después de comer salimos los dos a la ciudad. Estuvimos de bares, hablando de nuestras cosas y más tarde me llevó a cenar temprano como es costumbre.

Cuando volvimos a casa antes de la nueve, mi marido se metió a la ducha y de ahí a la cama para descansar, ya que volvía al trabajo al día siguiente a las cuatro de la madrugada. Yo me fui a mi dormitorio para preparar mi ropa y ducharme después de él. Noté una mano en mi culo y me volví para descubrir que era mi hijo quien me palpaba, con una camiseta de tirantes gris y un pantalón largo de chándal lo suficientemente bajado para tener su polla asomando.

- ¿Qué haces, Simón?- Le susurré con la cara.- Tu padre está en la casa.

- Ven a mi habitación y hazme una paja.

- Ni hablar. Mira hijo, esto tiene que acabar. No debí dar pie a nada de esto desde el principio pero no puedo seguir haciéndole esto a tu padre. Déjame en paz, por favor.

Me sujetó del brazo con fuerza mientras sus rostro cambiaba.

- No voy a renegar de ti, mamá. Ya hablaremos.

Y se fue, dejándome temblando. No sabía que hacer para salir de esta situación. Intentaría no estar a solas con él hasta que me dejase en paz y se olvidara de mi con alguna putita de su grupo de amigas. Recogí mis cosas y me fui a la ducha antes de que mi marido saliera y le hice una buena paja mientras lo enjabonaba.

Desperté de golpe al notar la mano cubriéndome la boca. Miré hacia arriba y vi a mi hijo haciéndome una señal de que guardara silencio. Estaba totalmente desnudo junto a mi lado de la cama. Miré hacia abajo y vi como se pajeaba lentamente para no hacer ruido. Su polla estaba goteando líquido preseminal, por lo que supe que llevaría masturbándose una buen rato antes de despertarme. Miré al otro lado y vi la espalda de mi marido mientras dormía mirando hacia el otro lado. Volví a mirar a mi hijo y me quedé quieta y callada observándole.

Empezó a sobar mis tetas sin sujetador por encima de mi camiseta y me odié a mi misma cuando mi coño empezó a reaccionar. Tuve que reprimir mis ganas de pajearme allí mismo, mientras notaba las gotitas resbalando por mi entrepierna. Mi hijo soltó mis tetas y me sujetó la cara, tirando de mi mandíbula para abrirme la boca. Cuando la tuve bien abierta, colocó su enorme cipote sobre mi lengua y comenzó una corrida silenciosa, llenándome la boca de semen caliente y espeso. Los chorros era como siempre muy potentes y gruesos, a partir del cuarto ya eran solo borbotones cándidos aunque copiosos. Cuando terminó de llenarme la boca de lefa, me dio un último apretón en mi teta y me incitó a que me tragase su leche, se la mostré previamente y luego me la zampé de una… se fue dejándome allí, cachonda y con la boca llena del sabor de su semen. Me lo tragué todo como si fuese una delicatessen. Me recosté a dormir, intentando ignorar las ganas que tenía de ir a su habitación a que me follara.

Cuando desperté a la mañana siguiente, mi marido ya se había ido. Fui a la habitación de mi hijo a dejarle las cosas claras. Abrí la puerta con decisión y entré, lo vi tumbado en la cama en calzoncillos chateando con el móvil.

- Simón, estás loco. Lo de anoche no se va a repetir. Es más, lo de estos días no se va a repetir. Yo quiero a tu padre y se acabó este lio que tenemos tú y yo. Ya buscaré que hacer todos los días, pero no volveré a quedarme a solas en esta casa contigo.

Mi hijo soltó su móvil y de repente se levantó de la cama abalanzándose sobre mi. Salí corriendo a mi habitación y en el umbral de la puerta me agarró de la cintura frenándome.

- No, Simón, suéltame.

- ¿De dónde sacas los cojones, pedazo de puta? Tus agujeros son míos para usarlos cuando me de la gana. Lo de anoche fue una lección para que aprendieras que si te pido una paja cuando papá esté aquí, me hagas una paja o pasará algo más extremo. Y esto es otra lección para que no vuelvas a desafiarme.

Sin soltarme, comenzó a darme unos azotes en mi culo. Yo arqueaba la espalda intentando escapar de sus golpes pero era inútil, tampoco eran más rudos de cuando me está follando. Me lanzó sobre la cama mientras agarraba mi dolorido culito… le vi quitándose los calzoncillos.

- Recuéstate y ábrete de piernas ahora mismo… que vea tu coño.

Le obedecí con temor en mis ojos. En cuanto estuve en posición, mi hijo se subió a la cama y me clavó su enorme polla hasta el fondo haciéndome gritar de dolor. Se colocó de rodillas enfrente de mí, sujetándome las piernas elevadas y despatarrada, follándome con fuerza. Yo gemía sin parar mientras mi coño se humedecía en contra de mi voluntad, sintiendo un placer brutal ante el abuso de mi hijo. Soltó mis piernas y empezó a magrearme las tetas con violencia mientras yo no paraba de gemir.

- Joder, Simón, eso es, sigue así, fóllame duro, cabrón. ¡Qué poco te pareces al blando de tu padre! - No pude contener pedirle más polla cuando minutos antes estaba decidida a acabar con aquello.

Pronto empecé a correrme con las embestidas de mi hijo, notaba mis flujos chorrear por mis nalgas mientras mi hijo seguía taladrándome hasta el estómago de los pollazos que me me daba… percibía su capullo en lo más profundo y sus huevos azotándome la boca del coño a todo trapo. Tras unos pollazos más, salió de mi coño, creía que había acabado… no me enteré de su corrida, pero solo era un descanso para alargar su tiempo de correrse. Acercó de nuevo su polla a mi coño y la envió al fondo de un solo envión…, ahí si que fue a saco, oía su respiración y sus gemidos, implementando un excesivo bamboleo a la cama por su potencia de empuje a través de mi cuerpo. Pensaba que la cama se descuajeringaba de los fuertes empellones que estaba recibiendo con esa gran follada. Abrí mis piernas para recibir su corrida cuando la clavó a fondo… sentía cada chorro de leche con la tensión de su polla eyaculando en mi útero, la metía más adentro y soltaba otro chorro de lefa resoplando y metiendo su esperma violentamente en mi vagina… y acabé con todas la paredes vaginales bañadas de lefa. Mi hijo me soltó un beso con lengua a la par que acaba de vaciarse sus huevos.

- Voy a ducharme y a irme con los colegas. Espero que hayas aprendido la lección, mamá. Eres mía por siempre… ahora tu macho soy yo y quien pronto de preñará.

Me quedé mirándolo mientras salía un poco aterrada por lo que había dicho de dejarme preñada. Recogí y tragué el semen que brotaba de mi raja, creo que cada día eyaculaba más cantidad de semen. No sabía si estaba asustada o congratulada con ser su hembra. Me limpié el coño, me puse uno de mis vestidos para el verano y unas bragas, fui a la cocina para ver que hacia falta e ir a hacer la compra. Mientras preparaba la lista, sonó la puerta. Fui a abrir y me encontré a Guillermo sonriéndome.

- Bueno días, vecina. ¿Tienes un poco de café? Pensaba que tenía y me equivoqué jejeje.

Miró por encima de mi hombro mientras lo miraba perpleja y me cogió una teta por encima del vestido.

- Suéltame, gilipollas.- Le dije apartando su mano.- Mi hijo está en casa.

- Pues volveré en otro momento, putita.- Y me dio otro pellizco en la teta y se fue.

"Esto ya ha ido demasiado lejos" La próxima vez tendré que mirar por la mirilla antes de abrir.

- ¡Simón, me voy a hacer la compra!- Le grité a mi hijo mientras cogía la lista de la compra en la cocina y salía de casa.

Subí al piso de arriba y llamé a la puerta de Guillermo. Entré sin permiso y me di la vuelta para enfrentarme a él mientras cerraba.

- Vaya, que visita más inesperada. ¿Te has quedado con ganas verdad, putita?

Le solté un bofetón con todas mis fuerzas en pleno rostro.

- Cállate de una vez, gilipollas baboso. ¿Quieres que le cuente a mi hijo lo que haces conmigo y te de una paliza con su gente? Te advierto que Simón de anda con amiguetes de mala calaña.

- Si viene tu hijo le contaré lo puta que es su madre cuando su padre no está en casa.

Casi me hecho a reír. El muy imbécil no tenía ni idea de quien me follaba cuando mi marido no estaba… si supiera que era la PUTA de mi hijo se le caería el sombrajo entero de una vez.

- Y yo les diré que se me fue la mano con el consolador. ¿A quién van a creer a su madre y esposa o a un maricón al que su mujer le dejó porque no sabía que hacer con ella? ¡¿Te falta aguante o polla… seguro que la tienes como un caniche y unos huevos de codorniz. ¡¡Uno tiene que ser muy macho para poder metérmela, maricón!!

Vi en sus ojos la sombra de la duda. Se acabaron los chantajes de ese cretino.

- Amalia, yo lo siento si me confundí, espero que podamos olvidar esto.

Me quité las bragas y apoyé mi espalda en la pared. Levanté mi vestido para mostrarle el coño a mi vecino viendo como sus ojos me recorrían la entrepierna sin pestañear.

- Ponte de rodillas y cómeme el coño ahora mismo.- El muy cretino no reaccionaba.- ¿No es lo que querías, cerdo? Vamos, de rodillas ahora mismo o el próximo en subir será mi hijo con un puño americano para reventarte esa cara de gilipollas.

Guillermo se arrodilló ante mí y comenzó a lamerme el coño. Tiré de mi vestido hacia arriba, sacándolo por mi cabeza y quedándome desnuda. Vi como aquel perro miraba hacia arriba mientras me chupaba para ver mis tetas como las sobaba con una mano ante su comilona. Agarré su pelo con la otra, y comencé a frotar mi coño por toda su cara dejándosela toda mojada y volví a colocarlo a la altura de su boca. Aquel perro desgraciado siguió chupando hasta que me corrí en su boca… tapaba la boca con la mano para no gritar en aquella casa.

- Muy buena chupada, perro. Ponte de pie y soba mis tetas mientras te haces una paja para mí.

Se puso de pie frente a mi y se bajó los pantalones y calzoncillos. Agarró su polla y comenzó a pajearse mientras manoseaba mis tetas y yo lo miraba con desprecio. Me sorprendió lo gorda que era su polla, me la había imaginado más pequeña, no era larga pero si gruesa. Guillermo sobaba mis tetas con ansia y pellizcaba mis pezones. Yo permanecía impasible aunque estaba disfrutando del control que estaba ejerciendo sobre él. Desde luego, me venía bien tener un hijo macarra con esa mala reputación en el edificio.

 


 

Guillermo empezó a resoplar. Aparté su mano de mis tetas y me coloqué detrás de él, pegando mis tetas a su espalda clavándole mis erectos pezones en sus omóplatos. Le agarré la polla y le di un par de sacudidas que fueron bastante para que aquel cerdo empezara a eyacular sobre su pared y suelo, mientras yo no perdía de vista sus chorros.

Solté su polla y volví a vestirme para irme de allí.

- ¿Volverás a subir?

Me di la vuelta y lo vi allí de pie, con los pantalones y los calzoncillos en los tobillos y su polla flácida goteando… no estaba mal una polla gorda para darme placer y no reventarme el coño.

- No te prometo nada. Adiós.

Llegué del supermercado y me puse con mis tareas. Después de comer con mi marido, ya que mi hijo no apareció, nos echamos una pequeña siesta antes de que se fuera al turno de tarde noche. En cuanto salió de casa, empecé a tocarme pensando en Guillermo. Me ponía mucho ser la putita de mi hijo a la vez que tenía mi propio esclavo. Me desnudé y fui a la habitación de Simón, me senté en su silla de ordenador y empecé a revisar su historial para ver el porno que veía. La mayor parte eran de madres follando con sus hijos y el resto eran videos de dominación. Puse uno de los de madre e hijo y comencé a masturbarme disfrutando de la sensación de pajearme con lo mismo que se pajeaba mi hijo.

Cuando terminé me fui al salón desnuda esperando que Simón volviera antes que su padre. Estaba de nuevo mojada y cachonda cuando escuché las llaves en la puerta. Salí al pasillo y me eché boca abajo en el suelo con mis tetas grandes y calientes pegados al frio suelo y mi culo en alto apuntando hacia donde aparecería mi hijo. Me quedé en esa posición y miré como mi hijo dejaba las llaves y me miraba sonriente. Empezó a desnudarse allí mismo mientras yo apoyaba mi cara en el suelo mientras lo miraba.

- Muy bien, mamá. Veo que la lección de la mañana ha surtido efecto.

Comenzó a chupar mi culo a la vez que me azotaba.

- ¿Y esos azotes...? Golpéame el culo como tu sabes, cielo. ¡Ponlo bien rojo a azotes!

Sacó su lengua de mi culo y me dio dos guantazos con fuerza, uno en cada nalga, mientras yo soltaba un gemido por cada uno. Se colocaba de pie al lado de mis caderas y vi su polla descender. Colocó su cipote en la entrada de mi culo y empujó con fuerza. Joder, desde esa posición su pollón llegó hasta lo más profundo de mi esfínter. Solté un grito de dolor y sorpresa, pero mi culo ya estaba más abierto que la primera vez y aceptó con placer la enorme polla de mi hijo. Simón, movió su pie para colocarlo a la altura de mi boca y comenzó a jugar con sus dedos sobre mis labios. Abrí la boca y atrapé su dedo gordo y empecé a chuparlo mientras mi hijo, satisfecho, comenzó a embestirme con fuerza en mi culo abriéndolo como un bebedero de patos. Yo gemía de placer con su pie en mi boca mientras mi cuerpo temblaba con las embestidas… convulsionaba corriéndome como una zorra salida. Mi hijo empezó a escupirme en el culo lubricando el pistón que me incrustaba en lo más hondo de mis entrañas. Mi cara era un reflejo de la lujuria y sumisión completa hacia mi macho alfa.

- No pares, Simón, fóllame fuerte, destrózame el culo. ¡¡Lléname de verga!!

Volvió a follarme con fuerza, liberé su dedo de mi boca y comencé a gemir y a correrme como una perra por segunda vez. Pronto noté como mi hijo me daba un fuerte pollazo dejando su polla enterrada en mi culo mientras notaba como mi agujero se llenaba de leche… gruñía y eyaculaba con potencia rellenándome como a un pavo en Navidad. Al cabo de unas seis o siete lechadas, salió de mí y jugueteó con un dedo en mi culo, recogiendo un poco de su lefa para después metérmela en la boca dándome a probar su corrida.

Me dio un fuerte azote en el culo mientras yo me enderezaba notando como su semen caía de mi culo al suelo. Me cogió del pelo y me hizo chupar los restos de semen mezclados con los flujos de mi coño que habían caído con mi corrida sobre el parqué. Recogió su ropa y se fue a su habitación dejándome allí limpiando nuestros fluidos con mi boca. Cuando terminé pasé la fregona para terminar de limpiar. Ya en mi habitación me vestí y preparé la cena a mi marido.



Capítulo 5. Sesión de orgía sado.

Los días iban pasando. El semen de mi hijo no paraba de llenarme todos mis agujeros mientras yo complacía a mi marido con pajas y mamadas debido al estado en que mi hijo dejaba mi coño y mi culo. Había días que no podía desnudarme delante de mi marido por el estado de mis tetas, mi hijo tenía una fuerte fijación con golpeármelas… a mí me encantaba y no paraba de pedírselo. Sentirme sometida me sublimaba.

Aquel día estábamos los tres viendo la televisión en el salón, yo con mi marido en el sofá grande y mi hijo en un sillón. No recuerdo la última vez que estuvimos los tres juntos si no era para comer, mi hijo se había ido distanciando de nosotros con el tiempo, pero mi marido nos había comentado que tenía una ruta a Santander al día siguiente y podía ver la excitación y la lujuria en los ojos de Simón. Mi marido me dio un beso y se fue a dormir bastante temprano pues iba a tener que madrugar al día siguiente. No habían pasado ni diez minutos desde que su padre desapareció, que mi hijo se sentó al lado mío.

- Mañana te voy a reventar, mamá.- Me susurró al oído. - Tengo los depósitos llenos y las ganas en todo lo alto… la testosterona me aflora por cada poro de mi piel.

Le miré mordiéndome el labio mientras se me ponía la carne de gallina. Mi hijo comenzó a pellizcarme los pezones.

- Mañana vas a saber lo que es ser una buena puta. Has hecho que me vicie de tus pollazos y de las llenadas de esa leche que producen tus huevazos, cabronazo.

Nos poníamos cachondos tirándonos puyazos. Agarró mi mano y la puso sobre su polla por encima de los pantalones. Miré hacia el pasillo que conduce a los dormitorios. Aún no habíamos hecho nunca nada con mi marido en casa y me asusté un poco.

- Mírame a mí.- Me dijo mientras se levantaba un poco el culo para bajar sus pantalones y calzoncillos de una tirada.

Cogí su polla en cuanto estuvo libre y me acomodé en su pecho mirando como le pajeaba. Era ya algo mecánico en mi mente, ver la grandiosa polla dura de mi hijo y comenzar a pajearle, recorrer con mi mano su tronco y sus huevos descomunales repletos de lefa, y mirar como va saliendo líquido de su cipote por mi estimulación.

- Mañana quiero que cuando te levantes vengas a mi cuarto desnuda.

Agarró mi cabeza y me la bajó hasta su polla. Comencé a mamar su rico cipote mientras su mano entraba por mis pantalones hasta acariciar mi coñito desde la raja de mis nalgas, de modo que me metía los dedos en la raja humedecida y en el ano de manera alterna.

- Haz que me corra rápido, vaya a ser que papá vuelva para lo que sea.

Empecé a tragarme su polla hasta chocar contra su pelvis la barbilla y la nariz en la bolsa de los huevos. Después de muchas mamadas, mi garganta se había estirado y acostumbrado lo suficiente para tragarme aquel rabo enorme del todo sin darme arcadas, me había hecho una garganta profunda, algo que cuando estaba en el instituto mamando pollas en el aseo, soñaba que nunca llegaría a ser, por las ganas de vomitar que me daban con la polla de Iván el terrible, por lo grande y terribles que suponían sus folladas, por el gran tamaño de su verga a esa edad… bueno en verdad era un repetidor de casi 18 años en 4º de secundaria…, pero eso son otras historias…

Comencé a hacer chocar su polla en mi garganta escuchando como en el silencio de la noche se escuchaban los ruidos guturales que emitía al mamársela. Mi hijo tenía sus dedos en mi coño que ya estaba chorreando y me sujetaba la cabeza. Pronto noté como empujaba su polla hacia mi boca y noté mi garganta llenándose de leche. Empecé a tragar todo lo que salía, sabía que hasta que no acabara de correrse no iba a dejarme respirar. Soltó la cabeza, la levanté y aspiré aire mientras unos chorros de semen y saliva caían sobre sus piernas, polla y huevos.

- Shhh! No seas tan escandalosa.- Me recriminó mientras se reía y me pellizcaba las tetas.

- Serás cabrón.- Le respondí sonriéndole mientras volvía a arrimarme a su polla para dejársela bien limpia, como a él le gustaba. Le dejé los huevos descargados y me boca con el regusto de su testosterona. ¡Menuda puta estaba hecho a esas alturas!

- Bueno, me voy a dormir. Te espero por la mañana.

A la mañana siguiente, me desnudé y fui a la habitación de mi hijo. Mi coño se mojó en cuanto me quité las bragas para ir a su encuentro sabiendo que teníamos dos días para estar a su total disposición. Cerré la puerta de su cuarto y quedé mirando como se meneaba la verga.

- Venga, ven aquí.

Me crucé de brazos y me quedé apoyada en la puerta de su habitación.

- ¿Qué cojones haces? Ven aquí ya.- Me dijo empezando a enfadarse.

- ¿Te crees que voy a estar siempre haciendo lo que te dé la gana? Hoy haremos lo que yo quiera. Tu puta también tiene sus gustos en la jodienda.

Se levantó y vino hacia mí mientras mi respiración se agitaba. Quería que me follara con violencia, que estuviera enfadado, pero siempre que lo provocaba, en el último momento me arrepentía y sentía miedo, aunque ese miedo mezclado con la excitación era algo adictivo.

Cuando llegó hasta mí, me dio la vuelta y me estampó una hostia que me cruzó la cara. Mi pecho subía y bajaba por la tensión del posible castigo que llegaría.

- Tú no me follas a mí, mamá. Yo soy quien folla aquí, por el agujero que me apetezca, puta. Echa el culo un poco para atrás ahora mismo.

Empecé a recibir fuertes azotes en mis nalgas. Mis gritos se mezclaban con gemidos cada vez que la mano de mi hijo impactaba en mi culo. Me agarró del pelo y un brazo y me lanzó con furia a la cama de su habitación. Me hice un poco de daño en la cadera al caer y miré a mi hijo. Me recordaba a la última vez que su padre hizo una ruta larga… creo que el estar sólo conmigo, lo sobreexcitaba mucho, le envalentonaba y se venía arriba al darle yo pábulo de sumisa. Vi como agarraba una zapatilla de deporte y comencé a gatear hacia su cama.

- No, Simón, espera... Ya te hago lo que quieras, mi amor...

Simón me alcanzó y puso su mano en mi espalda, haciéndome pegar mis tetas al colchón. Comenzó a golpearme en las nalgas solo con la mano, mientras yo me metía la almohada en mi boca porque los gritos que empezaba a soltar eran demasiado escandalosos. Mi rostro se llenó de lágrimas mientras sufría el bendito castigo de mi hijo. Ponía mis manos en mi culo para que no me diera más en el mismo sitio, con lo que conseguía llevarme un golpe en la mano mientras el castigo seguía. Simón, me dio la vuelta en el suelo y me sacó la almohada de la boca. Se arrodilló a mi lado y me metió sus dedos en mi coño con fuerza. El castigo había sido demasiado severo y mi coñito no había empezado a mojarse por lo que gemí del dolor ante la invasión de sus dedos.

- Lame esto, puta.

Puso la palma de su mano delante de mi y comencé a lamer el instrumento de mi tortura. Sus dedos en mi coño empezaron a obrar su magia y pronto estuve mojada y moviendo mis caderas pidiendo más. Mi hijo me levantó y me puso de espaldas sobre su cama con mis pies en el suelo. Acercó su polla a mi coñito, se la agarré y yo misma enfilé su glande en mi raja, previo despatarrarme tanto como pude para que se encajara entre mis piernas. Nada más sentir el calor de mi coño en su capullo, la clavó a fondo y comenzó a follarme con fuerza.

- Eres una puta perra en celo, mamá. ¡¡Tienes el culo en carne viva y eso te pone el coño chorreando como una ramera!!

- Ahhh, si. Soy tu puta cielo, sólo se me pone así el coño contigo, amor.

Hasta ahora no había encontrado un macho a la altura de mis perversiones, y mi hijo lo cuadraba a la perfección. Simón siguió embistiéndome con fuerza. Yo gemía con cada pollazo y le pedía más y más verga. Me corrí dos veces durante aquella follada, mientras sentía un dolor extremo cada vez que me daba un azote sobre mi dolorido culo. Poco después de mi segundo orgasmo, mis piernas fallaron y resbalé hasta apoyar las rodillas en el colchón. Mi hijo seguía follándome con fiereza, yo me dejaba hacer ya sin fuerzas..., en esos momentos era sólo un agujero bien lubricado y candente donde clavar su insaciable polla. Me dio la vuelta después de un rato y me quedé sentada en el suelo con la espalda apoyada en la cama mientra veía a mi hijo pajearse delante de mi hasta empezar a descargar en mi rostro toda la gran lechada… mi respiración se normalizaba recibiendo los chorros de lefa. Pasaba su polla por mi cara y acercaba sus chorreones de lefa con ella hacia mi boca para que me lo tragara todo. Mi rostro volvía a ser la de una puta poligonera, con la cara llena de leche y el rímel desmaquillado.

- Ahora tengo que irme, volveré para comer.

Me dejó allí destrozada mientras notaba mi culo hinchado sobre el frío suelo. Lo vi vestirse y salir para aparecer con mi bolso, sacó mi cartera y cogió dinero y arrojó el bolso a mis pies. Después se fue.

Cuando me recuperé, fui a lavarme, observé el culo en el espejo me puse cachonda de inmediato. Estaba rojo y dilatado. Era increíble lo mucho que me gustaba que mi hijo me castigara y me humillara, y como cada vez iba un paso más en el dolor que me proporcionaba. Me puse con mis tareas del hogar y empecé a preparar la comida satisfecha de el trato que recibía en casa desde que mi hijo me tomó como a su puta particular.

Desde que llegó no me dirigió la palabra. Sólo miraba el móvil y pasaba de mí. Yo estaba deseando que me cogiera y me follara, seguía casi desnuda desde que se fue pero no conseguía provocarle. Sobre las seis de la tarde, estaba viendo la televisión bastante desanimada cuando escuché su voz.

- ¡Mamá! Ven aquí.

Me quité el tanga y la camiseta que me había vuelto a poner, dejándolos tirados en salón y fui por el pasillo dando saltos a su encuentro.

- Ve a tu habitación y túmbate en la cama.- Me dijo mientras cogía una bolsa negra de su escritorio.

Cuando me tumbé, se quedó mirándome mientras veía el bulto de su pantalón crecer. Vi como sacaba unas cuerdas de la bolsa y empecé a mojarme de inmediato. ¿Que me tendría preparado esta vez? Se acercó a mi y me cogió primero una mano y después otra atándomelas al respaldo de la cama.

- Espero que estés preparada para lo que viene, putita. Te he dejado descansar esta tarde por un buen motivo. Ahora voy a comerme tu rico coño como recompensa anticipada.

Se colocó frente a mí, mientras yo abría mis piernas y enterró su cara entre ellas. Cogió mi clítoris entre sus labios y comenzó a succionar y a lamer mientras yo veía como mis pezones se endurecían deseando poder pellizcármelos. Mi hijo comenzó a pasar su lengua por mi húmeda raja mientras abría bien el coño con sus manos y hundió su lengua en mi interior. Empecé a gemir de puro placer con la deliciosa comida, y pronto empecé a menear mis caderas, restregando mi coño con su boca mientras me corría. Me quedé allí tumbada, mirando con una sonrisa en mis labios mientras miraba como mi hijo se levantaba y esperando su polla atravesarme el culo o el coño. Mi hijo sacó de la bolsa algo negro y me lo enseñó. Era una máscara de látex negra. Se aproximó a mí y me la colocó en la cabeza. Era una máscara completa, no tenía abertura en los ojos ni en la boca, sólo en la nariz para poder respirar. Me quedaba muy ceñida y casi no podía abrir la boca para hablar siquiera, era un poco angustiosa pero yo era una buena puta acostumbrada a sufrir y pronto me relajé… la angustia desapareció.

- ¿Estás bien, mamá? ¿Puedes respirar bien?

Moví mi cabeza asintiendo. Mi hijo acercó sus manos a la máscara y abrió una cremallera que estaba a la altura de mi boca.

- Estás increíble con esto puesto, mamá. ¿Te gusta mi regalo?

- Me encanta tu regalo, Simón. Estoy muy cachonda de nuevo.

Noté el cipote de mi hijo en los labios y abrí la boca para dejarla entrar. Comenzó a follarme la boca lentamente mientras sobaba mis tetas. Me resultaba extraño que mi hijo me tratara así pero disfruté igualmente la sensación de la máscara y mis manos atadas mientras mamaba su polla. De repente la sacó y cerró la cremallera de la máscara. Escuché sus pasos alejarse y me quedé allí. Poco después volví a escucharlo haciendo algo en la habitación. Intenté hablarle pero de mi boca sólo salía un débil "mmmm" y si mi hijo lo escuchó hizo como que no me oía. Volvió a irse al rato dejándome allí indefensa de nuevo.

No sé cuanto tiempo pasaría hasta que escuché algo de nuevo, empezaba a estar algo asustada de que mi hijo se hubiera ido de casa dejándome allí.

- ¿Qué os parece?- Dijo Simón.

- Joder, tío. ¿Cómo ostias has conseguido esto?- Dijo otra voz.

Cerré mis piernas instintivamente al escuchar aquella voz desconocida y oí risas.

- Vaya, se ha asustado la muy guarra, jajaja.- Dijo una tercera voz para horror mio.

Escuché unos pasos aproximarse y alguien empezó a darme azotes en las piernas.

- Abre, las piernas puta.- Decía mi hijo enfadado.- Déjales ver tu coño, guarra.

- Buff, vaya puta más bien entrenada.- Dijo uno cuando volví a abrir mis piernas delante de ellos.

- Tio, en serio, ¿Dónde has conocido a esta zorra?

- ¿Pero tú que quieres su currículum o qué? Es una zorra que me tiro y ya está. ¿Qué pasa, os interesa? ¿Traéis la pasta?

Estaba impactada por lo que estaba pasando. Mi hijo iba a dejar que me follaran aquellos dos chicos y les iba a cobrar. Las lágrimas asomaron a mis ojos al comprender que iba a ser la puta de aquellas dos personas y que no iba a poder hacer nada por impedirlo.

- Si, tio. Aquí tienes los 60 pavos.

- Toma, Simón.

Di un respingo cuando una mano acarició mi pierna.

- Espera, cabrón, no tan rápido.- Oí decir a Simón.- Podéis follaros y chupar su coño y sus tetas, pero su culo es mio. Y ponedla cachonda al principio que ahora estará nerviosa. ¡Ah! Y nada de correros dentro, poneros un condón en esas pollitas.

Agradecí que mi amo se preocupara por mi fertilidad y mi salud sexual. Empecé a notar las manos recorrer mis muslos acercándose a mi coño. Intenté relajarme ante las caricias ya que no podía impedir de ninguna manera lo que iba a pasar. Ni siquiera podía gritar por la cámara. Los chicos siguieron sobando mi cuerpo y pronto empezaron a acariciar mi coño y a meter dedos dentro de él.

- Joder, esta puta no se moja ni a la de tres.

- Puta, relájate porque en unos minutos van a empezar a follarte y mejor que tengas el coño húmedo.- Me dijo Simón.- No me hagas enfadar.

Y sentí la inconfundible y maestra mano de mi hijo sobar mis tetas con fuerza mientras uno de los chicos metía y sacaba sus dedos de mi coño. Los apretones de mi hijo en mis pezones hicieron que el dolor que sentía hiciera reaccionar a mi cuerpo y empezara a disfrutar de la situación, transformándome en la puta adicta al dolor y la humillación que era cuando estaba a solas con mi hijo.

- Menuda zorra, Simón. Ya tiene el coño empapado.

Noté una lengua lamer mi húmedo coño mientras yo soltaba gemidos ahogados contra la máscara y arqueaba mi espalda por el placer mientras seguía recibiendo, de vez en cuando, azotes en mis tetas. Pronto, la lengua salió de mi coño y fue sustituida por una polla. Aquel hijo de puta estaba ansioso por meterla en caliente, apenas acomodó su cipote en mi raja metió un empujón y comenzó a follarme con violencia. Noté como alguien toqueteaba una de las cuerdas de mi muñeca y pronto tuve una mano libre a la que se acercó una segunda polla a la que empecé a masturbar. Cerré los ojos intentando imaginar la escena, con una polla desconocida machacando mi coñito, mientras mis tetas se meneaban y recibían algún azote ocasional de mi hijo y mi mano pajeaba otra polla anónima.

- Venga, tío, cambia conmigo, que quiero probar ese coño.

La mano de mi polla desapareció a la vez que la de mi coño salía de mi interior. Pronto tuve la polla mojada de mis flujos en mi mano, me alegré de notar el condón puesto impregnado, mientras otra mano acariciaba mi coñito y me metía los dedos mi hijo, el otro chico debía estar poniéndose el condón. Mi chico sacó sus dedo y el anónimo colocó su cipote en mi entrada, frotó su polla sobre mis labios vaginales hinchados y comenzó a penetrarme despacio para luego empezar a embestirme como un buen macho… percibí que la polla era más gruesa que la anterior. Desde luego, ese chico si que sabía follar como es debido y pronto mis piernas empezaron a temblar cuando el orgasmo me alcanzó. La máscara ahogó un grito que murió en mis labios mientras notaba como mis fluidos chorreaban de mi coño donde seguía recibiendo las embestidas de aquel chico. La polla de mi mano estaba recibiendo una paja brutal debido a mi corrida y noté como el dueño de ese rabo, apartaba mi mano y empecé a sentir los chorros de semen cayendo sobre mis tetas.

- Ufff, joder, menuda puta más cachonda. No veas como pajea la muy cerda.- Dijo el chico mientras sus últimas gotas caían sobre mi pecho.

- Y que me dices de este coño tan rico.- Decía el que me estaba follando.- Joder, me pasaría la noche metiéndole la polla en su coño de zorra.

Las palabras de los chicos, los pollazos del que seguía penetrándome y la lefa caliente en mis tetas me hicieron correrme de nuevo. En aquel momento sólo pensaba en que aquello no terminara, estaba disfrutando como una zorra de ser emputecida por mi hijo y estar a merced de aquellos dos cerdos dentro del anonimato más absoluto. El chico seguía follándome mientras yo usaba mi mano libre para jugar con la corrida de mis tetas.

- Joder, Simón, esto es increíble. Quiero correrme en su boca.

- ¿Tienes diez pavos?

- Claro tío, hecho.

El chico sacó su polla de mi coño y me dio un azote en la raja que me hizo temblar entera. Mi hijo abrió la cremallera de mi boca y la abrí de par en par en cuanto la tuve libre. Noté la polla hinchada con sabor al lubrificado del condón entrar en mi boca, cerré los labios y me dejé hacer mientras el chico se follaba mi boquita. Pronto noté el semen resbalar por mi garganta cuando el chico empujó su polla en mi interior, sacó su polla después de un par de descargas y siguió rociando mi boca, mis labios y mi lengua desde fuera. Tragué y relamí todo lo que pude y empezaron a cerrar de nuevo la cremallera.

- Joder, Simón, ha sido genial. Tienes una buena puta ahí.

- Pues venga, vestiros que ahora me toca follármela a mí… ¡Yo no quiero público! jajaja.

- Jajaja, eres un máquina. Mañana hablamos colega.

-Oye, avísanos para otra vez ¡¿eh?!

- Ya veremos… parecéis unos pichas flojas

Y en verdad comparados con mi Simón lo era. Salieron todos de la habitación y yo me quedé allí tumbada. Con las piernas abiertas y el coño palpitando, mi mano jugueteando con el semen de mis tetas y el sabor a lefa en mi boca.

Mi hijo volvió y empezó a desatar mi otra mano. Me levantó de la cama y me llevó por el pasillo donde me hizo agachar y ponerme de rodillas. Me empujó de los hombros para hacerme colocar las manos en el suelo y así me quede, de rodillas y mostrando mi cuerpo desnudo reclinado hacia atrás y con la máscara puesta.

- No te muevas, mamá.

De repente, noté un chorro caliente caer sobre mi cuerpo. El chorro de orina de mi hijo me bañó entera, cayó sobre mi mascara y lo fue moviendo para que cayera sobre mis tetas, mi barriga y mi coño. Yo gemía dentro de la máscara mientras mi cuerpo se llenaba de aquel líquido caliente. Finalmente mi hijo me quitó la máscara, pasó una mano por mis tetas llenas de lefa y orina, y me la restregó por la cara para después hacerme lamérsela.

- Has estado increíble, puta. Limpia esto, dúchate y ven al salón.

Me levanté y cogí la fregona para limpiar todo aquello y me metí en la ducha. El contacto del agua tibia en mi cuerpo me dio un placer indescriptible. Todo mi cuerpo se relajó cuando empecé a frotar mis manos llenas de jabón por mi cuerpo. Cuando terminé, fui al salón desnuda y vi a mi hijo junto al televisor.

- Siéntate y ábrete de piernas.

Me acomodé en el sofá y vi como mi hijo estaba conectando su cámara de video al televisor. Me llevé la mano al coño cuando comprendí lo que iba a ver. El interior de mi casa apareció en la pantalla.

- Córrete con tu obra, mamá. Has sido una gran puta hoy.

Mi hijo se sentó en un sillón cerca del mio y empezó a masturbarse mientras me miraba. Volví a dirigir la vista a la pantalla.

 


 

Vi como se abría la puerta de casa y aparecían dos chicos jóvenes, de la edad de mi hijo o muy parecida. Uno era muy alto y guapo, con una barbita bien afeitada y cuidada y tenía un buen cuerpo, el otro era más bajito y más del montón. No dudé de cual era el que me había follado mejor. "Tio, ¿qué haces con eso?" dijo el alto apartando la cámara con la mano, "mi putita quiere ver después el espectáculo así que esto es lo que hay" respondía mi hijo. "¿ Y ahora no lo va a ver o que?" decía el bajito riéndose. "Ya lo veras, pringado". La escena seguía pasando por el pasillo hasta llegar a mi dormitorio, empecé a meterme los dedos cuando me vi con la máscara y atada mientras recordaba el miedo que pasé al principio y como había disfrutado luego. Seguí mirando la cinta sin parar de masturbarme. Cuando vi en el televisor la polla de mi hijo meando sobre mi cuerpo, me di la vuelta y me puse de rodillas sobre el sofá con las piernas abiertas y el pecho y los brazos apoyados en el respaldo y miré a mi hijo, desnudo y pajeándose con la polla en su máximo esplendor.

- Fóllame, Simón. Fóllate a mamá con todas tus fuerzas. Quiero que me folles como a la buena puta que soy.

- La próxima vez te beberá mi meada…

- Como tú quieras cariño, ¡Ahora fóllame como a una ramera de club de carretera!

Sonreí mientras veía a mi hijo levantarse y avanzar hacia mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más populares de la semana