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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Polvos Milagrosos

 

Mi mujer Isabel tras un accidente en el que conducía nuestro coche, quedó en coma quince días antes de morir, y a mí con mis necesidades sin cubrir… era una mujer muy ardiente. Mi hija Roca la acompañaba en el asiento de al lado, sobrevivió pero le invalidó la motricidad de sus piernas, no sabemos si por los traumatismos o por el shock… ocurrió cuando tan solo tenía dieciséis años. Roca, es ahora una muchacha de 19 años, alta, pelirroja de ojos verdes… era un cuadro de Jessica Chastain, solo que Jessica Chastain no se quedó postrada en una silla de ruedas tras sufrir un accidente de tráfico en el que había muerto su madre. Guapa como su madre y simpática, pero sobre todo una luchadora…, aunque la he llevado a muchos especialistas, no ha podido levantarse de la silla de ruedas, este accidente afectó su carácter alegre, pasó a ser reservada y poco amigable. Daba por sentado que le afectaba mucho la pérdida de su madre, sin embargo quien más la echaba de menos era yo.

************


 

Estaba siendo una hija rebelde y yo me sentía un padre severo. Eran las doce de la noche de un día cualquiera. La habitación estaba iluminada de luz roja y en la pared un pentagrama invertido. Sonaba música gregoriana. Sobre el improvisado altar dos pergaminos, uno con las peticiones, a la izquierda, y otro con las maldiciones a la derecha, una vela blanca a la izquierda y otra negra a la derecha, una campana y un cáliz mediado de absenta. Olía a incienso y en la pared había cuadros oscuros.

Gregorio, un cuarentón, muy alto, agraciado físicamente, cirujano de profesión, vistiendo una túnica roja, encendió la vela negra, que estaba a su izquierda, luego la blanca, que estaba a su derecha y comenzó el ritual…

Tres días antes.

Roca, adoraba a su padre, y después del accidente en que su novio de instituto la abandonó, el amor que sentía por él aún se acrecentó más.

Una noche, después de haberse ido la mujer que ayuda en casa y que la cuidaba mientras sus padre estaba en el trabajo, Gregorio, empujando la silla de ruedas llevó a su hija a la habitación. Allí le quitó las zapatillas, levantó las sábanas y la colcha, la cogió en brazos y la puso sobre la cama. Roca, le dijo…

- Duerme conmigo, papá.

Gregorio, quitándole la blusa, le respondió.

- ¿Tiene mi angelito miedo de algo?

- No, papá, quiero tenerte cerca de mí.

Gregorio, bromeó.

- ¿No querrás ser una niña mala?

- ¡Quién pudiera aunque solo fuera moverme para eso…!

- No pierdas la esperanza.

- No creo en milagros divinos, papá, estoy paralizada de cintura para abajo y así moriré.

- No, si yo puedo remediarlo.

- No puedes, papá, y lo sabes.

Acabó de quitarle a ropa y la dejó en camiseta y bragas… la tapó.

- Que descanses, hija - Roca, rompió a llorar - No llores, hija, no llores que me partes el alma.

A Roca le había entrado un bajón.

- Para vivir así es mejor morir. Ojalá estuviese legalizada la eutanasia.

- Lo harán pronto, pero esa ley nunca nos servirá a nosotros ¡JAMÁS!

Gregorio tenía que consolarla casi a diario.

- ¡No digas eso, ángel mío!

- No soy un ángel, soy un trozo de carne muerta.

- Eres una mujer y muy bonita… y me atrevería a decir que muy atractiva.

- No te rías de mí… eres mi padre, no debes decir eso por ninguna razón.

Gregorio la volvió a besar en la frente.

- Dame un beso en los labios, papá. ¡Bésame como a una mujer!

- ¡Hija!

Roca, bajó la cabeza, y le dijo…

- ¡¡Ves cómo soy un trozo de carne muerta y no una mujer atractiva!!

Gregorio le levantó el mentón con un dedo y besó a su hija, Roca, la besó apretando sus labios contra los de su hija y ella le metió la lengua en la boca. Gregorio dejó de besarla.

- Traviesa

- Dame otro beso, por fa. Tus besos saben muy ricos y me alegran el cuerpo…

Gregorio vio sonreír a su hija y la volvió a besar en la boca. Al acabar de besarse con lengua, Roca, observó el gran bulto en la entrepierna de su padre.

- ¿Algún día haremos el amor para que disfrutes tú y pueda sentirme yo mujer de nuevo?

- No, hija, no. Te lo hará otro y volverás a sentir, me harás abuelo y muy feliz.

Volvió a sonreír. El estado anímico de Roca había dado un giro de 180 grados al oír que algún día quedaría preñada, eso sin duda era un signo inequívoco que era una hembra útil.

- ¡Andaaa! Sabía que mis besos gustaban a los chicos, pero no sabía que los volvía locos. Papá quién va a querer dejarme preñada… no es deseable follarse un cuerpo inerte como el mío.

- Nunca más digas eso, tú no tienes un cuerpo inerte, solo baja movilidad por ahora.

Gregorio la volvió a besar en la frente y luego en los labios a su hija.

- Qué descanses, mi vida.

- Te quiero mucho, mucho, mucho, papá.

- Y yo a ti, hija. Sabes que mi amor por ti no tiene límites.

Al llegar a su habitación, Gregorio levantó el teléfono, marcó un número, y una voz.

- ¿Ya te decidiste, Gregorio?

- Sí. ¿Que tengo qué hacer?

- Te mandaré por fax las cosas que necesitas y las palabras que tienes que decir. Mas debo de advertirte una cosa, una vez que empieces tendrás que hablar con ellos y te pondrán una condición para que tu hija vuelva a ser la que era.

- Cumpliré esa condición.

- Más te vale, de lo contrario perderás tu alma y tu hija seguirá cómo está.

Tres días después. 12.30 de la madrugada,

Al acabar el ritual, Gregorio, fue a la habitación de su hija vestido con la túnica roja, se la quitó y se quedó en pelotas. Roca, dormía, la besó en la frente y despertó.

- ¿Qué pasa, papa?

Gregorio encendió la luz de la lámpara de la mesita de noche, Roca vio a su padre desnudo y empalmado, sonrió y le dijo…

- ¡Uyyy que salido me viene el diablillo! ¡Por fin has decidido hacerme mujer!

Gregorio, serio cómo un palo (la condición que le impusieran para que su hija volviese a recuperar la movilidad era que copulara con ella), besó a Roca con lengua. Luego le quitó la camiseta y rindió pleitesía a sus tetas, unas tetas redondas, grandes, con bellas areolas color carne y pezones gordos y grandes, le rindió pleitesía con besos, caricias, chupadas y lamidas… De las tetas bajó a su ombligo, después le quitó las bragas y le comió el coño, un coño coronado en su pubis de un fino vello rubio casi invisible… Le lamió los labios vaginales, se los chupó, le folló la vagina con la lengua, le levantó el culo con las dos manos y le lamió el ojete y el periné, luego pasó su lengua desde el ano al clítoris y lo chupó y lo lamió con fruición.

Roca, exclamó…

- ¡Papá!¡ ¡Siento tu lengua!!

- Disfrútala, hija.

- ¡Es un milagro notar calambres en mis piernas!

- Algo parecido, hija, algo parecido.

- No dejes de estimular mi coñito ¡Siento corrientes en mis piernas y mis pies!

Roca sabía que su padre había hecho algo para que volviera a recuperar la sensibilidad, pero no hizo preguntas, estiró los brazos y le cogió la cabeza con las dos manos… Sintió como su coño se mojaba, como sus pezones se ponían duros. Pasados unos minutos, levantó la pelvis y se corrió en la boca de su padre.

- ¡¡Me corro, papá!! ¡NO PARES! ¡Me estoy corriendo en tu boca, papi…!

Gregorio siguió los movimientos de la pelvis sin separarse ni un segundo del clítoris. Al acabar de correrse y echarse su padre a su lado, le llevó las tetas a la boca y le dijo…

- Cómelas, papá, necesito que me las comas, que me chupes los pezones ¡Me duelen de lo hinchados que los tengo! ¡Alíviame el dolor de mis tetas, papá!

Gregorio, empalmado a más no poder, comiéndole las tetas a su hija, le metió dos dedos en el coño y la masturbó, Roca, le cogió la polla y se la meneó… Al rato se corrían los dos, aunque antes le dijo Roca a su padre…

- ¡Córrete conmigo, papá! Suelta toda la lefa de tus huevos… ¡Dámela toda, papi!

Gregorio le llenó la mano de leche a Roca y ella le llenó a él os dedos de jugos. Luego, Roca se lamió la leche de la mano y Gregorio se lamió y chupó los dedos pringados de babas vaginales.

************

Me pasaba el día del trabajo a casa y por las tardes paseando a Roca por el parque. Una noche después de cenar, Roca me dijo…

- Papá te veo muy abatido, ya ha pasado mucho tiempo de estar sin mamá, y desde entonces no sales con los amigos ni te relacionas con mujeres, echamos de menos a mamá, pero la vida continúa y tú eres joven aún, no te voy a echar en cara si sales con alguna mujer.

- Si hija, tienes razón, pero tu madre era muy especial nos compenetrábamos en muchos sentidos y no me veo saliendo con otra mujer, ella era única.

- Tú siempre has dicho que yo me parezco a ella, hasta tenemos la misma talla de ropa.

- Ya, pero tú eres mi hija.

- Yo por no verte tan abatido y triste haría todo lo que mamá te hacía.

Yo como un resorte boté en el sofá y mirándola le dije:

- Pero hija, eso es un incesto, no está bien visto. ¡Bastante es que nos masturbamos!

- Llámalo como quieras, pero mírate no sales con nadie y mi novio me dejó cuando vio que me quedaba en silla de ruedas y desde entonces nadie quiere estar conmigo.

- Y si se enteran, que dirá la gente.

- Nadie tiene que enterarse, además mis amigas dicen que después de hacerlo duermes como un lirón, tú desde que murió mamá tomas pastillas para dormir.

- Y tú, ¿cómo lo sabes?

- Cuando me dejas en la cama escucho como vuelves al comedor y te tiras horas viendo el televisor y cuando paso el aspirador en tu cuarto veo la caja de pastillas de dormir tirada en el cubo de la basura.

- Pero hija lo que me pides no está bien, somos familia.

- Tú cuando estaba en el hospital recuperándome, me dijiste que me querías mucho y qué harías que nada me faltara, mis amigas hablan del sexo, como algo sublime, pero yo aún no lo he experimentado y tú ahora necesitas sexo, yo quiero saber que es hacer el amor sexual, yo siempre te he querido como padre… creo que es hora que sepas que también te quiero como hombre.

La miré, era verano, tenía una camiseta de tirante ceñida y muy escotada, se le veía el comienzo de los senos, eran del mismo tamaño de mi mujer, yo estaba pensativo cuando ella.

- Papá no lo pienses más y vente a mi cuarto, que me deseas, muchas veces cuando me aseas te he notado empalmado, y eso no es solo amor a una hija…

- Es que igual no sale bien… no quiero que esto rompa la convivencia entre nosotros.

- Papá, siempre serás mi padre. Déjame ser por una noche tu mujer como lo era mamá, si no sale pues lo dejamos y seguiremos siendo padre e hija.

- No es tan sencillo, una relación sexual implica dar y recibir, no siempre dos personas se sincronizan, tiene que haber una química, una armonía.

- Yo siempre te he querido, mamá era muy afortunada, yo os veía y me decía cuando llegará un chico como mi padre, la desgracia se ha cebado con nosotros y sólo estamos tú y yo… ¡¡Por favor papá, hazme sentir tu mujer, tu hembra… HAZME EL AMOR!!

Yo la miraba, cada vez se parecía más a su madre y sus argumentos me iban convenciendo, pero mi educación me retenía a besarle los labios y acariciar su cuerpo. Después de un rato en silencio y con un hilo de voz bajito le dije…

- Déjame pensarlo, no creas que no tengo ganas, después de estos años sin sexo tengo muchas ganas de follar con una mujer, aunque estoy bastante desentrenado…. Por entonces, tu madre y yo éramos muy activos, pero quiero reflexionar si esto que me pides no te hará mal, solo deseo tu felicidad, quiero que lo sepas de antemano.

La cogí de la cintura para llevarla a la cama como cada noche y ella se agarraba del cuello, me miraba muy cerca y me dio un beso, ese beso no fue como el de siempre, me lo dio en los labios, solo fueron los labios los que se rozaron. Mi cuerpo tembló y ella lo notó.

- Que guapo eres papá, te estaré esperando por si te decides, seguro que no te arrepentirás. ¡¡Sé que no te habrás olvidado de como se debe follar a una mujer!!

Me fui al cuarto de baño para orinar y mi miembro estaba como un palo tieso y duro, me palpitaba el pulso muy rápido y en mi cabeza sólo veía a mi hija guiñar un ojo diciéndome... “te estaré esperando por si te decides”. Quité la mesa y me senté a ver la tele, esa noche sólo salían chicas jóvenes besándose con hombres o eso era lo que yo veía, miré el pantalón del pijama y el polla como un hierro, no se había deshinchado en muchos minutos, pensé en hacerme una paja, pero en nuestro piso de 50 metros cuadrados todo se escuchaba, al estar al lado de la habitación de mi hija igual que mi habitación, lo más alejado era el comedor, donde yo estaba, pero los ventanales daban a otra casa y podían verme los vecinos.

 


 

El deseo era cada vez más intenso y yo me repetía mentalmente “bueno como si fuera un sueño y mi mujer ha vuelto, sólo por esta noche”. Me dirigí al cuarto de ella, pero en el pasillo me detuve y me puse las manos en la cabeza diciéndome “pero si es mi hija, cuando la miré a la cara no podré”, me volví, pero unos pasos después “pues no enciendo la luz, a oscuras, así pensaré que estoy con mi mujer y mi hija conocerá los placeres del sexo”. Entré en el cuarto de Roca y esta fue a encender la lamparilla de la mesita de noche…

- No por favor, no tengo fuerzas para estar con la luz encendida, es como si nos estuviera viendo todo el vecindario.

- No te preocupes papá, yo sí quiero verte mientras me posees, aunque lo importante es que estés aquí. Deseo saborearte entero, con mis ojos, mi piel, mi boca y mi coño.

La lamparita se quedó encendida, yo me quité los pantalones y la camisa del pijama antes de entrar en la cama de mi hija, ella estaba con las manos hacia delante y cuando me tocó, me agarró al cuello y me besó en los labios, sabían a miel, eran como mi esposa cuando la conocí, si sabía besar eso se notaba, jugaba con mi lengua, le cogí con una mano la cabeza y la otra en la cintura, fui acariciando su espalda, le quité la camiseta muy despacio, ella levantó las manos dejando de besarme por un momento, pero volvió con más pasión, una de mis manos fue posándose sobre su teta muy despacio y cuando rocé su pezón ella dio un brinco, la otra mano fue desde su cuello hasta su entrepierna, le separé sus muslos y mi mano tocó las braguitas, ¡Joder ya las tenía húmedas! Le estiré el elástico de un lateral y mis dedos acariciaron el vello fino púbico, esta vez mi hija estiró todo el cuerpo y emitió un gemido mientras me besaba. Su respiración se hizo más agitara.

- Sí papá… no imaginas como me gusta papá esto que me haces… ¡Haz lo que quieras conmigo, soy toda tuya! ¡Hazme el amor hasta que te hartes de follarme!

Yo quería besar todo su cuerpo, empecé a bajar por su cuello acariciando con mi boca, pero cuando sus tetas estuvieron a mi alcance, la lengua hizo círculos sobre el pezón.

- ¡Ooohh papá, que gusto me das!

Mi excitación era máxima, como en los viejos tiempo con mi mujer, pude sentir como el pezón se ponía duro y aumentaba como el de su madre, dos centímetros, era enorme…, mientras mi hija empezaba a gemir. La otra mano con la ayuda de ella le había quitado la braguitas y ya mi mano oprimía la vagina, el dedo corazón acariciaba sus labios y tropezó con el clítoris…

- Uff, que bien me siento papá, como me acaricias, oleadas de placer que desconocía se apoderan de mi papá…

- Tranquila esto es sólo un preámbulo, esta noche conocerás los placeres del sexo.

- Papá no se qué hacer, todo esto es nuevo para mí… tienes que guiarme.

- Claro que sí mi amor, tú déjate llevar, tus instintos y yo te guiaremos por los caminos del placer.

Después de saborear los pezones pasé por el ombligo plano de mi hija, ella me cogía la cabeza con sus manos y me dirigió hacia su entrepierna, cuando llegué el aroma a hembra en celo me embriagó. Lamí su vagina lampiña con unos vellos tan suaves que pareciera estar depilada con una mota de vello más espesa en su pubis, se lo comía como un niño lame su helado favorito, con pasión, una mano masajeaba los glúteos, mientras la otra acariciaba el clítoris, mi lengua no dejaba nada sin lamer, incluso el ojete del culo, mi hija gemía más fuerte, pero cuando con las manos separé los labios vaginales e introduje la lengua ella gritaba:

- ¡Papá, qué me haces por Dios! No pares, continúa así, dame más, dame más placer… mi coñito se ha perdido tantas cosas estos años…

Solo esperaba que los vecinos no se enteraran de lo que estábamos haciendo, vivimos en un bloque de tres plantas, con la suerte que somos los de la última…. Yo estaba disfrutando como si mi mujer no se hubiese ido y me era igual que gritara. Mi verga se hallaba como un hierro y me dolía dentro de los calzoncillos, con una mano me los quité sin dejar de lamer. Le separé las piernas, y me amorré a su coñito, en nada despejé el clítoris bajo su capuchón y le daba golpecitos con la lengua entre su clítoris y el interior de su vagina, cuando mi hija me cogió la cabeza con sus manos y me dijo…

- No puedo más papá, como utilizas la lengua, no pares de lamerme, me corro papá, me corro como una puta ¡Oh que placer me está dando papi!

Absorbí todo su néctar con mi lengua, sin dejar una gota que se derramara. Me incorporé, ella palpó mi rostro cerca de su cara y me atrajo a sus labios dándome besos de agradecimientos por toda da cara, aun convulsionaba y mis dedos no dejaban de frotar su coñito…

- Que contenta estoy de esto papá…, cuánto bien me haces. Me siento viva por ti papá, gracias por regalarme tanto amor y placeres.

Mi cuerpo estaba pegado a ella y en un movimiento mi rígida polla rozó su barriga. Mi hija se estremeció y con la mano me la cogió.

- ¡Que grande es tu polla, papá! Te aseguro que da un poco de miedo pensar que este mostrenco pueda entrar en mi rajita… ¡¿Sabes que la tengo muy estrecha, verdad?!

- Lo imagino cariño, pero no tienes que preocuparte… las vaginas suele dilatar más de lo que te crees, esa capacidad es innata, como la de tener este pedazo de polla así de dura es solo merito tuyo, está así por tu culpa.

- ¿Quiero chupártela, papá? Se dice que a los hombres os gusta mucho. Enséñame a hacerte la mamada que más te gusta. No quiero que tengas pudor… me la quiero comer entera y chuparte los huevos también, ¡¡Toda una mamada completa!!

Se la puse a la altura de sus labios…

- Cógemela con la mano y como si fuera un helado lame el glande de arriba abajo, con la mano sigue el movimiento a lo largo del tronco, mientras tus labios chupan por toda la corona…, con la punta de tu lengua haz círculos lamiendo el capullo e introdúcela como si fuera un chupete, oprimiendo con tus labios el contorno de mi polla, sella fuerte el tronco con tu boca. Luego juega con la lengua lamiendo el glande dentro de ella. Me encanta sobre todo, que me metan la punta de la lengua en el agujerito de la uretra, por donde me sale la meada y la leche….

Ella abrió la boca, con su lengua jugueteó con mi cipote bajando y subiendo el prepucio, al principio como si tuviera miedo, pero después cogió ritmo y se percató de la palpitación del falo con mis venas hinchadas bombeando presión a mi orondo capullo. Tras mis instrucciones, fue entonces cuando sus lamidas empezaron a tener consistencia, se dio cuenta como determinadas acciones tenían una reacción en mi cuerpo y en mi respiración.

- ¿Qué tal hago papá? ¿Te gusta...?

- Acelera hija y no te asustes cuando me corra, estoy a punto de eyacular...

Hacía tanto tiempo que no me hacían una mamada que no aguanté demasiado…, esa lengua caliente de mi hija junto con las caricias consiguieron que eyaculase una gran cantidad de leche. Con el primer chorro, mi hija se retiró un poco, le puse la mano en su cabeza y entendió que debía continuar mamando para que acabase de correrme… saboreó con su lengua todos y cada uno de mis latigazos, llenándole la boca de espesa leche contenida demasiado tiempo en mis huevos. Con el último chorro recogió todo sobre su lengua y me lo mostró como cuando era una niña, y acto seguido cerró su boca y se lo tragó con gesto entre forzado y placentero.

- Gracias papá ha sido maravilloso sentir tu polla en mi boca… tan suave y dura a la vez, qué delicia y qué gozada saborear tu leche. Al principio me ha parecido rara, y me he asustado al sentir el primer chorro en mi garganta, pero con tu mano en mi cabeza supe que debía seguir chupándotela y beberme toda la leche de tus gordos huevazos. Me ha parecido mucha y al final me ha gustado el sabor mucho.

Yo la besaba con locura, con lujuria y con pasión, pero mi polla para nada se había arrugado y mi deseos tampoco… me había parecido poco correrme con una mamada.

- Hija, si quieres podemos pasar a cuotas de placeres mayores, pero igual esto puede hacerte un poco de daño, ¿estás dispuestas?

- Claro que lo estoy… desde hace mucho tiempo, papá. Es lo que he estado deseando estos últimos años. ¡¡Desvírgame papá, por ti estoy preparada para todo, soy toda tuya completamente tuya en todo!!

- Mi polla como puedes ver es un poco grande, por eso serás tú la que marque la velocidad de introducción según vaya acomodándose mi verga en tu vagina, ¿de acuerdo hija? Tu coñito debe estar bien lubricado… ahora te lo lubricaré un poco con mi lengua.

- Papá no me lamas mucho, que me volveré a ir, tu lengua es muy hábil y mi sensibilidad está muy a flor de piel.

- Mejor, cuanto más te corras, más feliz estaré, pero si te molesto, tranquila hija, tú me avisas.

Las lamidas hicieron que ella temblase al cabo de unos instantes y cogiéndome la cabeza con las manos, me dijo…

- ¡Ummm! Papi no continúes, por favor, te quiero dentro, no aguanto más el deseo de que me folles, aunque me duela por el tamaño, te quiero en el fondo de mis entrañas, ¡Hazme feliz papá, rómpeme el coño…hace mucho que me sobra el HIMEN!

Le puse la punta en la entrada, se la pasé por los labios de arriba abajo y rocé su clítoris.

- Que cosquillas más sabrosas, es delicioso sentir tu duro glande rozando mi clítoris ¡Ummm, sí! Házmelo despacio papá, es mi primera vez y deseo sentir cada centímetro de tu polla entrar en mi vagina ¡¡Te quiero con locura y quiero ser tuya!!

Centímetro a centímetro mi verga endurecida, abría aquella cueva indómita, los gemidos y sus manos en mi cadera me decían lo bien que iba, retrocedía de vez en cuando y volvía a introducir un cacho más, hasta que la fina barrera de su Himen la noté en la sensible punta de polla, mi hija también la notó, evidentemente era el himen intacto de mi hija virgen y fue cuando le dije entre besos:

- Hija ahora te dolerá un poco, pero enseguida te pasará, cuando estés preparada rompemos tu virginidad.

- Adelante papá, aguantaré ese dolor, sólo es un pequeño obstáculo para ser tuya. Ya me siento muy llena con tu gran polla… es muy ancha y me expande deliciosamente… y lo mejor es que solo me has metido la punta, te quedan muchos centímetros por clavarme en mi útero. ¡Quiero sentirla toda bien adentro, papá…! ¡¡FÓLLAME MI COÑO HAMBRIENTO… Y LLÉNAMELO DE TU RICA LEFA ESPESA!

Le besé los labios mientras le introducía la polla, ella pegó un bote y se le escapó un ¡ay! Paré, me quedé un tiempo quieto y noté como un líquido resbalaba por su vagina. Ella me volvió a besar y movió sus caderas, yo continué la introducción con lentitud, ya tenía la mitad dentro…

- Más, más adentro papá..., lo quiero todo aunque me destroces ¡Papá no pares! Ya se me ha pasado el dolorcito.

Esa cueva era tan estrecha que notaba cada tramo conquistado, como si fuera un manjar de dioses, mientras ella me aceleraba con sus manos en mi cadera, la culminación de la entrada total de mi verga, parecía imposible, sin embargo tras meter y meter ganando cada centímetro, mis bolas chocaron con sus labios vaginales…

- Adelante papá, ya está dentro, ahora demuéstrame como haces gozar a una hembra.

El vaivén empezó muy lento, como a cámara lenta, en cada embestida, ella gemía más fuere y yo aceleraba.

- ¿La sientes mi amor…? ¡¿Notas la dureza de la polla de padre en tu coñito…?!

- ¡Como no papá, me estoy derritiendo de gustooooo. Uff!

Continué con el ritmo más acelerado, cuando mis manos cogieron las tetas de ella, le estrujé los pezones y ella gritó.

- No pares, no pares, papá, ay, como te siento aquí dentro, ¡No puedo más!

Con su reducida movilidad se enfrentaba a un orgasmo brutal, la notaba convulsionándose al correrse entre gritos de felicidad, me asusté porque los gritos salían de su garganta como si se fuera a desmayar, movía su cuerpo como una serpiente asida a mis brazos, incluso yo que estaba arriba, me movía, con sus sacudidas. La abrazaba y la besaba, mientras mi polla más que lubricada por sus fluidos gelatinosos, seguía dentro de ella entrando y saliendo a modo de émbolo percutor…, salía viendo la corona del glande y luego la metía entera hasta los huevos.

- ¡Papá ahora faltas tú papi..., riégame con tu leche espesa, toda mi vagina!

- No hija, te puedes quedar preñada…

- ¡¿Crees que eso me importa?! Sólo quiero que seas feliz papá… y sé que lo serás corriéndote dentro de mi útero ¡Los machos tenéis que llenar a vuestras hembras!

- Ya habrá otra ocasión cuando tomemos medidas, no puede ser hija, lo siento.

Mi hija no dijo nada y con las manos me aceleraba en ritmo de entrada. Yo empecé a hacer círculos con mi polla dentro de su vagina, y metiéndole los casi 20 cm de ancha verga que tiene su padre hasta chocar con fuerza mis huevos en su hinchada vulva vaginal. Ella movía las caderas de lado a lado, sus gemidos eran fuertes y yo notaba como mi semen se acumulaba presto a salir por mi endurecido glande…, aguanté un poco, porque vi que mi hija volvía a correrse otra vez y cuando acabó…

- Ya solo me falta tu lefa en mi interior, ¡No la derrames fuera de mí, por favor! ¡¡Descárgate la pesada carga de tus huevos en el fondo de mi útero!! ¡¡PRÉÑAME, PAPÁ!! Me lo debes, es mi desvirgue y tiene que ser completo…

No lo pensé más, estaba a punto y la decisión que tomé fue hacer caso a mi hija.

- Que feliz soy papá, me has hecho un mujer completa ¡Nunca olvidaré esta noche!

Estuvimos abrazados un buen rato, y cuando intenté levantarme de la cama, mi hija me suplicó…

- No te vayas papá, por favor, quédate, por lo menos hasta que me duerma.

- Voy solo al lavabo a traer unos paños húmedos y una toalla para limpiarte.

Volví a la habitación, limpié los restos de semen que mi hija tenía brotando de su vagina, y me eché al lado de ella, nos besamos y abrazados nos dormimos.

************


Al día siguiente me levanté, mi hija todavía dormía, desayuné en la cocina y en ese momento mi conciencia de culpable se apoderó de mí. Con las manos en la cabeza me vio mi hija en la cocina…

- Buenos días papá, ¿te duele la cabeza?

- No hija, escúchame lo de ayer no estuvo bien.

- Vaya, pues yo me lo pasé estupendamente, igual tenemos que practicar más para que yo aprenda, ¿no? Esta frase la dijo riéndose, pero al ver mi semblante serio se calló.

- Hija no puede ser, la sociedad no acepta esta conducta, está mal lo que hicimos y no debería volver a pasar.

Mi hija se acercó con la silla de ruedas a la silla de la cocina donde estaba y me cogió la cara para darme un beso en la boca, cuando yo desvié la cara para dárselo en la mejilla.

- A ver papaíto, ¿hemos matado a alguien, hemos hecho daño a alguien, la sociedad se ha enterado?, ¿dónde está el problema? Tu moralidad es la que te tiene comido el coco, tú tienes una necesidad de hacer el amor, ayer me lo decías “que tú con mamá eras muy activo sexualmente”. A mi edad necesito aprender, tener nuevas experiencias y obtener los placeres del sexo que me diste, ¿dónde está lo malo? Yo también tengo derecho a gozar del sexo, que me lo dieras tú… fue muy especial.

- Pero Yo soy tu padre, tú tienes que salir con un chico de tu edad… además soy un hombre mayor.

- Papá tú no eres mayor, me tuviste muy joven, tú siempre me has dicho que el amor no tiene edad y yo te quiero, te deseo y te necesito más que nunca ¡Ni te imaginas!

- Yo también te quiero sobre todas las cosas… eres mi hija.

- Papá yo te quiero con locura, pero he dejado de quererte solo como padre..., ahora te amo y deseo como hombre.

- Hija no puede ser, soy tu padre y no voy a dejarlo de ser nunca, entiéndelo.

Ella se echó a llorar y se fue a su cuarto. Yo cogí la cartera y me fui al trabajo. Cuando volví la mesa estaba puesta, nos pusimos a comer casi sin hablar, se notaba que mi hija estaba enfadada, pero yo no cedí. Después de pasear por el parque, como cada día, le pregunté si quería que alquiláramos una película para verla después de cenar, ella me contestó que no le apetecía y que tenía que estudiar. Cenamos esa noche en silencio, yo intenté tener una conversación normal con preguntas triviales, pero ella contestaba con monosílabos “si, no, bien, bueno, vale”. Cuando la llevé a su cuarto, le di las buenas noches…

- ¿Estás bien?, hija.

- Bueno, podría estar mejor, pero ya sé que tú no quieres.

- Seguro que se te pasa, yo también me enamoré de mi profesora de literatura, es algo pasajero.

- Yo no creo que sea algo pasajero, lo que siento es algo profundo y real, ayer no sólo hiciste el amor conmigo sino me demostraste que me querías, pero igual todavía no eres consciente, pero ocurrió algo extraordinario, cuando me corrí, unos latigazos de electricidad recorrieron mi cuerpo y por un instante pude notar mis piernas, sobre todo la segunda vez, hasta pude mover los dedos de los pies… los sentía y presentí que puedo llegar a andar de nuevo… no eran simples calambres de cuando me tocas.

Yo con los ojos como platos, escuchaba y no me lo podía creer, me acordaba como todos los médicos me decían que mi hija no podía andar y no había solución.

- Estás segura hija de lo que dices, ¿por qué no me lo dijiste ayer?

- Ayer papá me lo pasé muy bien. Acabé tan rendida de tantas sensaciones nuevas, me sentía tan dichosa y bien que me dormí sin podértelo decir.

Yo estaba alucinando y le pregunté cogiéndole los pies.

- ¿Sientes algo ahora?

- No papá ahora no siento nada, pero anoche en la primera corrida, noté mis piernas, estoy segura, pero en el segundo orgasmo, sus efectos tardaron más en desaparecer, hasta pude mover los dedos.

- Mañana mismo iremos al médico para que te vea, hija.

- Ya, pero no podemos hacer el amor delante del médico para que vea la movilidad de mis piernas.

- Ya, y menos le podemos decir que tú y yo hemos hecho el amor.

- Bueno, pero podemos seguir haciendo el amor, a ver si tengo más movilidad. Si folláramos todos los días, seguro que obtendríamos resultados permanentes...

Yo interpreté esa última frase como si todo fuera mentira, y que era una trampa para que continuáramos follando ante mi negativa, por eso me enfadé y le dije…

- No sé cómo has podido engañarme con eso, sabes que tu accidente me dolió mucho, yo hubiese querido que me pasara a mí y no a vosotras, incluso daría mis piernas porque tú anduvieras, pero te has pasado, no esperaba eso de ti.

- Papá te lo juro, no es mentira, no es una treta para hacer el amor contigo, te lo juro por lo que más he querido y quiero, a mamá y a ti papá.

Se echó a llorar y yo me fui a mi despacho a centrarme en mi trabajo. La verdad no hice nada de provecho, no me concentraba, sólo le daba vueltas a lo que mi hija me había dicho. Me acordaba de mi mujer cuando prometimos que llevaríamos a nuestra hija a cualquier médico que nos diera una pequeña esperanza de curación, que haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano para sacar a nuestra hija de acabar en silla de ruedas el resto de su vida.

Andando hacia su habitación pensé igual ya está durmiendo, no la despertaré, pero vi luz y entré.

- Hija, quiero que me prometas que no me estás engañando, y que sólo quieres sexo.

- No papá, no te he engañando… créeme por favor, pero también quiero tener mucho sexo contigo… mucho, que me llenes y me hagas tuya. Deseo hacerte feliz en resto de tu vida conmigo y se además me curo y puedo andar, seremos ambos muy felices.

Mi intención al entrar a su cuarto, no era hacer el amor, pero cuando me abrazó y sentí su piel en contacto con la mía, los deseos se desataron y nos besamos con pasión. Mis manos acariciaron su cuerpo por encima de su camisón y pude ver como sus pezones crecían, ya no había marcha atrás y esta vez con la luz de la mesita y del techo que iluminaba toda la estancia. Acaricié con mis manos y con mi lengua todo su cuerpo y pude comprobar que ese cuerpo ya no era el de esa niña que yo conocía, sino el de una mujer hecha y derecha, que había conocido los deseos del sexo y que quería más, una hembra joven y madura con las mismas necesidades que cualquier mujer sana. Puse tanto entusiasmo en las caricias en su cuerpo y sobre todo en sus tetas, que cuando le hice un tocamiento en su coño y clítoris con mis yemas, metiendo mis dedos en su vagina, se corrió copiosamente en menos de dos minutos. Fue entonces cuando vi como mi hija doblaba las piernas hacia arriba.

- Has visto papá, he movido las piernas cuando me has hecho correr… ¡Sin ayuda de mis manos, ha sido fantástico! Déjame lamer ese trozo de carne que me lleva a la locura ¡Me encanta tu polla, papá… el sabor que tiene y lo rica que tienes la leche!

- Hija, ¿notas mis manos en tus piernas?

- No, ahora no, pero si he notado tu pecho en mis rodillas un tiempo.

Yo estaba alucinando, cuando mi hija me cogió la polla y se metió de una en su boca con pericia, parecía que hoy estaba más decidida, me hizo una gran mamada que a punto estuvo de hacerme eyacular como un caballo. Yo estaba más excitado que ayer, al parecer la visión de su cuerpo juvenil y los gestos de placer de su cara, me pusieron a mil…

- Hija quiero metértela hasta el fondo y verte disfrutar… pero tampoco tengo condones hoy.

- Papá estoy deseándolo, no sé como demostrarte que soy toda tuya, que no deseo otra cosa que gozar contigo… y para eso no necesitamos condones de por medio,¡Quiero que me folles el coño a pelo y me lo llenes con toda la leche de tus huevos!

Recostada con las piernas dobladas sobre mis brazos, y yo semi arrodillado, enfilé mi rígido cipote entre sus labios… al tercer intento entré muy despacito, viendo su cara como disfrutaba y me gritaba “más, más, no dejes un trozo fuera”. Su vagina se acomodó a mi pollón enseguida, su elasticidad producía en mi verga una presión deliciosa. Los movimientos eran acompasados y ella me seguía con vaivenes de cadera, sus gemidos eran ya casi gritos, los cuerpos aceleraron progresivamente el ritmo, ya estábamos a punto, tuve que controlarme para no vaciarme dentro en menos de cinco minutos follando, ya que cuando sentí su corrida en mi glande, me entraron unas ganas locas de eyacular, pero salí a tiempo y me relajé… la volvía incrustar, pero el remedio no fue todo lo eficaz que hubiese querido para aguantar un poco más, la sugestión de tenerla metida en su coño prieto y mis ganas atrasadas no me dieron opción más que a arremeter con fiereza hasta que me empecé a correr… las dos primera eyaculaciones la metí a fondo y una tercera saliendo de su cueva, para logar echarle los últimos chorros de lefa en sus pies. Milagrosamente los volvía a mover. Con las manos acaricié sus muslos escuchándola decir…

- Papá, papá, siento tus manos en mis piernas en mis mulos, y el líquido caliente de tu leche en mis pies. Gracias papá… gracias por darme tanto. ¡Mira mi coñito!

Se pasó los dedos a sus labios abriéndoselo, para mostrarme como rezumaba un reguero de leche como lava espesa cayendo hacia su culo. Nos quedamos abrazados contentos de felicidad, mi cuerpo seguía en contacto con el suyo y al cabo de unos minutos nos repusimos.

- Hija, me temo que esta noche va a ser larga, quiero hacer el amor hasta que no pueda más, quiero ver esas piernas moverse.

- Adelante papá, me lo estoy pasando en grande, estoy en la gloria contigo, haz lo que quieras conmigo… ¡Fóllame las veces que necesites para aliviarte y desfogarte dentro de mí! Pero sobre todo una cosa… ¡Quiero dormir todas las noches a tu lado en tu cama, en nuestra cama… Deseo que me hagas tu mujer y me PREÑES!

Me la chupó un rato, la levanté de la cama, la senté en la mesa del escritorio y con las piernas cogidas con mis manos, las separé y le introduje la verga de un solo golpe… se incrustó hasta la raíz con mi glande golpeando el fondo vaginal, mis testículos rozaron sus labios vaginales y ella me los agarró, masajeó y jugó con ellos estimulándolos. En esta postura la sentía más ensartada que nunca, su cara denotaba un placer bestial.

- Papá como te siento, clávamela toda hasta que note tus huevos azotarme el coño…, no me des tregua, llévame hasta el final ¡No puedo más, córrete conmigo! Mañana me tomo la pastilla del día después, si quieres, pero no te salgas hasta vaciarte.

Estuve follándomela más de un cuarto de hora, nos besábamos, le comía la lengua, la boca y las tetas mientras mi cadera se agitaba clavándole la verga desde el glande a la raíz, era increíble como una rajita tan enjuta era la puerta a un coño tan tragón. No pude más y cuando sentí los líquidos de mi hija cuando se corrió, me vine. Y fue cuando gritó como una loca, las piernas que yo tenía cogidas se estiraron y rodearon mi cuerpo. Espectacular ver cómo me presionaba con sus talones en mi culo con fuerza, esto duró unos minutos largos y después poco a poco perdió fuerza y sus piernas se deslizaron por mis muslos hasta que quedaron lacias. Esa noche me quedé a dormir en su habitación, hacía mucho tiempo que no estaba tan contento, y por qué no decirlo tan satisfecho sexualmente.

Al día siguiente fuimos al médico, le dijo mi hija al doctor que hacía un par de días que notaba unos latigazos de sensibilidad en sus piernas que duraban unos minutos, le preguntó que cuando le pasaba eso, y ella dijo que la primera vez lo sintió cuando yo le lavaba los pies, y después cuando se daba los masajes en las piernas, que el especialista le indicó para que sus piernas no perdieran mucha masa muscular. El doctor dijo que aquello había sido como UN MILAGRO y le recetó ir por las tardes al masajista. No fuimos a la farmacia a comprar la píldora del día después ni anticonceptivos. Estábamos muy contentos por las esperanzas que nos dio el doctor y comimos fuera ese día, por la tarde fuimos al centro de rehabilitación donde el masajista realizó el tratamiento que el médico le indicó y nos informó que hasta una semana no empezaría a tener cosquilleos de sensibilidad en las piernas. Esa noche le dije a mi hija que había sido muy largo el día, por lo que sería mejor descansar, pero ella me dijo…

- Papá por favor aunque sea un ratito, después del polvo tú duermes de un tirón y sin pastillas, y yo disfruto mucho contigo, además de darme sensibilidad en las piernas.

- Hija sigo pensando que lo que hacemos no está bien, es una locura.

- Locura es pensar que con esos masajes, me voy a poner de pie, tú sabes igual que yo que esa mentira que le hemos dicho al doctor no servirá sino hacemos el amor.

Yo tuve que reconocer que tenía razón, la cogí de la cintura para llevarla a su habitación…

- Papá, ¿por qué no vamos a tu cama es más grande, ¿O no quieres porque te acuerdas de mamá?

- Ahora eres tú mi única mujer… por suerte tu estás viva y desgracidamente ella no.

Le di un beso y me dirigí a mi cuarto de matrimonio, la dejé en la cama y me fui a dar una ducha. Cuando volví ella se había desnudado y se había echado sobre la cama…, entré con la toalla en la cintura y cuando la vi me pareció muy sexy, me quité la toalla y me lancé entre sus brazos. Hicimos el amor con mucha pasión, de diferentes posturas, llevábamos dos días haciéndolo y la verdad notaba como mi hija se acoplaba a mis embestidas de una forma magistral, también me excitaba sus gestos, sus gemidos y sobre todo sus palabras…

- ¡Oh papá, que bien lo haces, dame más, soy toda tuya, como me haces gozar, como te quiero y te deseo bien dentro de mí…! ¡Esto es sentir dentro de mí a un hombre…!

Esa noche vi y sentí sus latigazos de movilidad en sus piernas que duraron casi cinco minutos, pero también vi como se corría y su cuerpo entero temblaba como si le diera corriente, esa sacudida hacía que su cuerpo se tensara como una cuerda y todos sus músculos se ponían rígidos incluso los de sus piernas. Con la excusa de la movilidad de sus piernas estuvimos toda la semana follando como conejos. Cada vez nuestros encuentros eran más intensos y más satisfactorios. El médico no se explicaba como mi hija había cogido tanta consistencia, le indicó que si continuaba su progresión como hasta ahora, en unas semanas podría dar los primeros pasos apoyada en la barra del gimnasio. Tan contentos estábamos que hacíamos el amor por la mañana y por la noche. Algunas veces me corría fuera y los resultados de su sensibilidad eran nulo o nefastos, de modo que me dijo…

- Papá llevo dos semanas tomando la píldora, quiero que te vacíes dentro siempre, no te salgas por favor, es más efectivo y placentero… y no me vas a dejar preñada…

Esa noche hicimos el amor como locos, mi hija perdió la cuenta de los orgasmos que tuvo y me di cuenta que mi hija me trataba como su pareja, no tuve fuerza moral para contradecirle. Llegaron los primeros pasos de mi hija que lo celebré más que cuando era pequeña, cuando llegamos a casa estaba tan contento que le dije, esta noche quiero que tú estés arriba y yo abajo. Ver a mi hija encima de mí, cabalgando, metiéndose mi polla llevando el ritmo de la follada, fue magnífico, yo le ayudé a dar los primeros botes, pero después ella por si sola se alzaba y se dejaba caer. La noche siguiente me dijo que había escuchado que había parejas que tenían mucho placer cuando se lo hacía por el culo y ella me preguntó si yo lo había hecho.

- Sí, a tu madre le gustaba que le diera por el culo de vez en cuando, pero hay que tener al principio un poco de cuidado, porque el ano tiene que ensancharse paulatinamente, sino sentirás más dolor que placer o un desgarro desagradable.

- Yo papá estoy dispuesta a hacerlo, si a ti te gusta, seguro que me gustará a mí.

Cogí un bote de vaselina del lavabo, estuve introduciendo, primero un dedo, después dos, yo notaba como mi hija se excitaba.

- Papá creo estar ya preparada, métemela, métemela por mi culo.

- Hay que tener paciencia, es tu primera vez y no quiero que tengas dolor.

Le coloqué la punta de la polla en su culo y muy despacio me clavaba en él, con las manos por atrás le cogía las tetas que se los estrujaba mientras otro trozo de mi verga se introducía en su ano, me paraba un tiempo, le sacaba y volvía a clavárselo más adentro.

- Papá me duele muy poco, tienes un polla muy grande, pero el placer es mayor, sigue, sigue, métemela hasta el fondo, te quiero.

Ya faltaba poco, cuando ella con un movimiento de sus caderas, se introdujo todo y con un ay me dijo…

- Por fin, no podía esperar más, estoy a punto y quería que estuvieras dentro.

Yo realicé un movimiento acompasado de vaivén cuando a la cuarta entrada, noto a mi hija se correrse estrepitosamente, después ella me pide que me vacíe en su culo, con un inclemente del ritmo y con unos masajes en duras y firmes tetas, ella vuelve a estar jadeando, es cuando con una mano le toco su clítoris, que estaba hinchado y sus movimientos de caderas denotan su próxima corrida, que es inminente por lo que yo me dejo llevar, cuando mi hija pega un alarido de placer al volverse a correr. Yo no puedo resistir más el placer de notar su esfínter rozando mi sensible glande y estallo dentro de su culo… me sobrelleva el atolondramiento de eyacular unos severos chorros de lefa. Pienso que mi hija y yo somos todo terreno… le he llenado el coño innumerables veces, me ha mamado y tragado mi leche y ahora le he follado por el culo corriéndome como un descosido en su interior

- Papá ha sido magnífico, impresionante, no podía más de placer, gracias, ha sido la mejor noche de mi vida.

Nos dormimos satisfechos y al levantarnos mi hija quería más por el culo, en la ducha que compartimos lo volvimos a realizar, estuvo genial, vi a mi hija de pie como se introducía el cipote por su ano y esta vez ella llevó el ritmo de la follada. Por asuntos de trabajo tuve que ausentarme cinco días, de lunes a viernes, mi hija me dijo que se le iban a hacer muy largos. Con los compañeros de trabajo estuvimos en el cursillo, pero por la noche algunos se iban de putas, yo les dije que no me apetecía, ellos me dijeron que mi mujer hacía tiempo que se había muerto y que aprovechara para recordar los placeres. Yo no quise ir aunque mi polla estaba necesitada de los momentos que mi hija me dada recientemente. Pedro un compañero de trabajo, me habló de nuestro jefe que recientemente se había separado de su mujer, y se había liado con una chica mucho más joven que él, Pedro me decía que podía ser su hija y yo le contesté…

- Bueno si se quieren, que tiene de malo.

- Malo, yo a esos que lo hacen con su familia, los ahorcaba, en la plaza mayor, para que lo vean todos, es antinatural, repugnante.

Viendo como se puso, en tono de broma le dije…

- Pero si el jefe no tiene hijas, ni hijos, yo creo que es estéril.

Reímos y nos fuimos al bar a tomar unas copas. Por la noche no pude dormir, las palabras de Pedro me retumbaban en mi cabeza y una sensación de culpabilidad se apoderó de mí. El día que volví, miraba a mi hija y me daba vergüenza, bajaba la cabeza, no quería que sus ojos coincidieran con los míos. Cenamos casi en silencio, mi hija me preguntaba y yo sólo le respondía con monosílabos y le dije que me iba a dormir sólo, que estaba muy cansado. Ella al día siguiente cuando entré en casa después del trabajo, me dijo… “papá tenemos que hablar”, yo no tenía ganas, pero ella insistió tanto que no pude evitar esta conversación que sabía no iba a ser nada agradable.

- Hija, lo siento mucho, pero no podemos seguir como hasta ahora, lo que hacemos no está bien, ya sé que a causa de estos estímulos ya puedes andar, pero soy tu padre y tú tienes que buscarte un chico de tu edad, es por tu bien hija. Ella se echó a llorar y entre sollozos…

- Papá yo te quiero, no creo que pueda querer a un chico como a ti.

- ¿Cómo lo sabes?, no lo has intentado, estás obsesionada conmigo y eso no está bien… tienes que encontrar a otro chico, un novio como ya tuvieste.

Mi hija rompió a llorar desesperadamente y sólo decía por favor papá no. Me acosté, pero no pude pegar ojo esa noche, tampoco mi hija que la escuchaba en su habitación llorar.

Al día siguiente después de venir de trabajar mi hija estaba sentada en el sofá, le pregunté “¿cómo estaba?”

- Mal, no tengo ganas de nada, ni siquiera he ido a rehabilitación.

- Pero hija la rehabilitación es fundamental para que cojas fuerza en tus piernas, sino volverás a estar en silla de ruedas.

- No me importa eso, si tú no estás conmigo, no me importa nada, no tengo ilusión.

La abracé.

- No creas que yo no lo estoy pasando mal, pero tienes que salir con alguien de tu edad.

- Vale, yo saldré con alguien de mi edad, pero ¿tú qué?

- De acuerdo me buscaré una mujer y salimos con ellos ¿A ver cómo nos va?

- Yo estoy segura que no podrá hacerme olvidar de ti.

- Bueno no prejuzgues antes de nada y ya hablaremos cuando pase a ver qué opinión tienes.

- Papá, cuando una mujer está enamorada de un hombre, no hay ningún otro que le sustituya.

Pese a su sentencia, mi hija se buscó un chico del gimnasio de rehabilitación que estaba ocupando un puesto vacante por enfermedad de su compañero. Yo me lié con una señora que se insinuaba cuando nos veíamos en el supermercado y que parecía muy simpática y alegre. Curiosamente los dos, mi hija y yo, habíamos quedado para la primera cita el sábado por la noche y aunque yo le puse muchas ganas, la verdad no resultó la velada como esperaba. Hicimos el amor mecánicamente sin emoción ni pasión, sólo por no dejarla en su casa sola después de cenar y al despedirnos su mirada decía claramente que no habría continuación. De regreso a casa miré si veía a mi hija con su pareja o estaba el coche de él enfrente del jardín, como había quedado con ella para saber si los dos estaban dentro, pero no, sólo se veía la luz del comedor encendida. Entré, vi a mi hija cabizbaja en el sofá, le pregunté, “cómo te fue”.

- Mal, aparte de que no me quiere, no sabe besar, ni acariciar, ni hacer el amor, ha sido un desastre, y ¿tú?

- Pues no mejor que tú, y mira si le puse ganas, pero no hubo manera.

- ¿Y ahora que papá? ¿aún tienes ganas? ¿Te ha dejado excitado? Porque a mí mucho, solo he pensado en ti todo el tiempo.

- Ya hija, pero no está bien, nos conocen aquí todo el mundo, tarde o temprano nos pillarán.

- Yo papá me cambio el pelo, me hago la cirugía estética, pero por favor no me tortures más y fóllame, ese chico me ha dejado cachonda perdida y te necesito dentro de mí.

No pude más, esa cara a punto de llorar, esos ojos rogándome, esas manos buscándome, ese cuerpo reluciente y exquisito. Cerré los ojos y me lancé.

 


 

Se desató la lujuria, Roca subió encima de su padre y lo folló con arte, ahora despacito, ahora aprisa, ahora se paraba y le daba las tetas a mamar...

- ¿Te gusta lo que te hago, Gregorio?

- ¡Me encanta, hija!

- Llevaba tanto tiempo deseando hacer esto que me gustaría estar así horas...

- Horas, va a ser mucho, ángel mío.

- Pues mientras aguantemos... Quiero que tarde en venirme y tu verga se mantenga dura toda la noche dentro de mi coño ¡Quiero ser tu PUTA, papi… toda tuya!

Ni un cuarto de hora tardó Gregorio en decirle…

- ¡Sácatela, por favor quítate de encima que me voy a correr!

- Dámela… dame tu leche papá. Quiero que estemos juntos para siempre.

Gregorio comenzó a correrse dentro del coño de su hija. Roca, al sentir la leche calentita dentro de su coño, explotó:

- ¡¡Dameee, papá, daaame!!

Se corrieron jadeando cómo si fueran dos fieras... Al acabar, con la leche dentro de su coño, Roca, se lo puso en la boca y se la hizo tragar. Acabó de correrse, y sin descansar se la mamó a su padre hasta que se la puso dura otra vez. Jugó con ella en la entrada del culo, empujó y poco a poco se la fui metiendo. Con ella dentro, le dijo…

- No sé si estoy soñando, pero si sueño no quiero despertar hasta que rompa el día.

No estaba soñando, pero le quedaba toda una vida para poder hacerlo. Esa noche me la follé a saco hasta que quedamos agotados, no recuerdo los orgasmos que tuvimos, parecíamos unos hambrientos, no había límite lo repetíamos una y otra vez hasta que nuestros cuerpos dijeron basta, la noche fue muy larga, nos despertamos a las tres de la tarde.

El lunes le pedí a mi jefe el traslado a otra ciudad, justo después de venir de la última revisión en el hospital, todos los traumas que impedían la movilidad de sus piernas habían dejado de existir y la fortaleza muscular iba tomado un tono cada vez mejor. A las semanas de aquel día, cuando me concedieron el traslado, nos presentamos en esa ciudad como pareja, era mi mujer para todos, sólo le llamaba hija en casa y cada vez menos porque era mi mujer, mi hembra, mi esposa mi amor…, para entonces ya estaba preñada de nuestro primer hijo, y desde entonces al día de hoy ya hemos tenido dos hijos… una niña y un niño. Estoy muy feliz, no me arrepiento de nada, mi hija anda perfectamente y es feliz siendo la madre de mis hijos, yo también soy el padre más feliz del mundo, teniendo a todos mis hijos sanos y salvos y a mi hija con una panza de 28 semanas del tercero…. Creo que será nuestro último hijo.


1 comentario:

  1. Muy buenos los relatos lastima que en mi caso tardo dos dias en terminar de leerlos y pierde el.morbo . muy buenos lastimas muy largos

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