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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La Médico Rural

Era realmente sofocante aquella estancia en el pueblo, en pleno mes de Agosto. Como nueva médica de familia tenía pocas opciones de elección y la primera que me presentaron la escogí, de modo que soy la nueva médico en un pueblo perdido de la mano de Dios, en donde además hay que realizar visitas a domicilio en un radio de unos 5 kilómetros a la redonda entre sierras de pinos.

 


El pueblo en el que tengo la consulta no debe tener más de 13 casas habitables, de unas cien que lo conforma… el habitante más joven ostentaba la edad de 69 años entre ocho mujeres y cinco hombres solteros, hay dos hombres casados y tres viudos. Es mi primer destino, cerca de cumplir 28 años poco más puedo pedir. Me mudé hace tres meses y diez días, vivo encima del propio consultorio en un piso pequeñito pero acogedor con todo lo necesario para pasar temporadas de frío y de calor. Por las mañanas tengo compañía en la consulta, pero por las tardes y las noches estoy sola para lo que surja. Mis vacaciones y la vuelta a la ciudad quedan lejos, mi contacto social se reduce a la tienda de enfrente donde doña Teresa, la viuda que regenta el establecimiento desde hace más de 50 años, la única en un entorno de 20 kilómetros a la redonda… vive con su hermano, un soltero empedernido y ahora me ha acogido a mí como si fuera de su familia y además es quien mejor me cuida, ahora que estoy en estado de buena esperanza… se ha convertido en una madre para mí o algo más.

Para empezar nos tenemos que remontar a cuando apenas llevaba poco más de dos semanas, aquel día iba a ser especial, ya me conocía a todos los habitantes y pacientes a mi cargo, solo me faltaban algunos que iba a visitar en breve. Como digo, toda mi vida cambió en unas horas, sobre todo mi concepto de lo que es un macho ibérico. Después de comer, con todo fregado me disponía a tumbarme un poco. El calor y la modorra pedían paso y lo necesitaba.

Suena el timbre.

- Doctora, necesito verla.

- Pase que enseguida bajo.

Llevaba puesta una ropa ligera y no quería bajar así. Me quité la ropa y me puse mi vaquero ceñido aunque con el calor que hacía mantuve mi camiseta de tirantes amarilla. Cogí mi bata, la puse y bajé.

Ramón ya esperaba en la mini salita del consultorio, el acceso hasta la hora de dormir era libre. Era un paciente conocido y habitual de unos 75 años, que tenía sus achaques habituales a esa edad, había vivido toda la vida soltero… compartiendo la convivencia con su hermana Teresa.

Ramón, buenas tardes pase a la consulta.

Me metí en la consulta y Ramón me siguió, me senté en mi sillón y al otro lado de la mesa estaba él con un especie de ansiedad que no sabía muy bien como explicarme.

Tengo el corazón a mil.

Está nervioso, señor Ramón.

No sé qué me pasa que el corazón palpita demasiado.

Estiré mi brazo para coger mi fonendoscopio y la bata se separó mostrando mis grandes pechos que apenas se sujetaban en la pequeña camiseta de tirantes. No soy tonta y me fijé como a Ramón casi se le salen los ojos de las órbitas. Me levanté y me puse de pie frente a él, que continuaba sentado.

Vamos a mirar las constantes del señor.

Coloqué el manguito para mirar la tensión y el al levantar el brazo me rozó la teta derecha. No le di importancia, no creo en la malicia y menos de la gente mayor. Al mirarle el pulso, me di cuenta que efectivamente estaba elevado.

Ramón, tiene que tranquilizarse, tiene el pulso acelerado… le daré esta pastilla, debe dejarla bajo la lengua hasta que se deshaga.

Hija mía, mirándote lo raro es que no se me saliese el corazón por la boca… lo que tengo no es normal.

“Joder”, pensé, “el viejo va a saco” – Ande no diga tonterías.

Cuando me di la vuelta para volver a mi sitio noté las dos manos del anciano en mi culo. Me quedé petrificada, no quise reaccionar del todo mal por mi trabajo y mi posición y dado que el pueblo era muy pequeño no quería movidas. Fueron dos segundos, larguísimos, no solo posó sus manos sino que apretó mi bata y mis vaqueros.

¡Ramón! ¿Qué hace?, por favor, compórtese que no es usted un crío…

¡Perdóneme! es que estoy tan nervioso y la vi a usted tan... rica que no me pude resistir.

Aún así debe guardar la compostura.

Entienda que el pueblo es el que es, y con la gente que estamos no es para echar cohetes… y su llegada es como la de un ángel para cualquier hombre.

Es un halago don Ramón pero estamos aquí para ayudar, así que olvidémoslo y volvamos a su caso

Tardaré en olvidar su culo

“Pues sí que es pesado el viejo” pensé de nuevo – Levántese, voy a escuchar como respira.

A duras penas se levantó de la silla. Cuando se levantó el bulto en su pantalón era muy obvio. Ese paquete no era normal, tenía una polla descomunal. Lo peor no era su bulto ni el tamaño, lo peor es que me quedé pasmada de lo dura que la tenía para su edad… me excité como una perra, y él lo notó. “Llevo mucho sin que me follen”, pensé

¿Hacia dónde voy?

Puuuess... quédese ahí de pie que ya me acerco yo.

Según me acercaba era yo la de las palpitaciones. Tuve mis escarceos pero llevaba mucho tiempo sin sexo, la carrera era muy dura y casi dos años hacía del último polvo que además fue bastante decepcionante.

Me coloqué por detrás y comencé a auscultarlo, no podía nublarme, era mi paciente y tenía más 75 años… miré su informe médico y ya los tenía cumplidos. “María olvídate, estás necesitada y se te fue la mirada pero no te compensa hacer ninguna locura”, me dije a mí misma. Cuando me coloqué enfrente de él para continuar no pude evitarlo, volví a mirar esa semejante burrada que tenía entre las piernas.

En principio esto está bien Ramón, no sé a qué puede deberse.

Yo sí lo sé, cuando venía para aquí solo pensar en su culo y en sus tetas me puse perdido… hace años que no me follo a una mujer joven, y solo de pensarlo me he puesto cardíaco con usted.

No sé lo que hice, perdí el control. Saqué mi bata y calmadamente la dejé en el perchero, cerré la puerta de la consulta y pasé la llave. Todo lo que pasó. Después fue fruto de algo que no pude reprimir. Allí seguía Ramón de pié con un bulto en la entrepierna de tres pares de narices y sus 75 años bien cumplidos.

¡¿Tanto le gusta mi culo, Ramón?! De perdido al río, pensé. Pero este calentón no me lo puedo dejar sin quitar.

No lo sabes usted bien...

Pues vamos a darle un buen tratamiento para quitarle la taquicardia y la hinchazón de verga ¡Vamos, sóbamelo! Me puse enfrente de él dándole la espalda. Bajé el tronco y dejé mi culo en pompa para él

¿Me está dejando doctora? Me da un poco de reparo… hace tanto que no toco a una mujer desnuda, que no sé como responderé.

Estoy segura que muy bien, a razón de lo que veo.

Le agarré las manos y se las coloqué en mis nalgas. El empezó a sobarme el culo despacio pero a los pocos segundos ya lo hacía con fuerza y con poca coordinación. Me separé un poco, desabroché el pantalón y me lo quité. Estaba en la misma posición que antes pero solo con mis bragas de algodón cómodas para estar en casa sola. Ramón no tomaba la iniciativa y seguía solo sobándome el culo. Me di la vuelta y me saqué mi camiseta. Estaba enfrente de un viejo de 75 años en ropa interior, caliente como una perra.

¡¿Está más tranquilo Ramón?!

¡¡Enséñame las tetas!! Se olvidó de sus dolores y taquicardias.

Me saqué el sujetador y mis tetas quedaron al aire. Como si de un antídoto se tratase Ramón se abalanzó sobre ellas y empezó a comerlas como un poseso. Yo no podía más, el bajó sus manos a mi entrepierna y directamente el dedo fue al fondo de mi coñito. Entre el ritmo de su boca en mis pezones y la mano firme de la entrepierna yo no podía más.

¡¡Sácate la polla por favor!!

¡¿Qué poco tardaste en pedirlo doctora?! ¿Prométeme que serás muy guarra?

Con esa polla, me vas a follar a base de bien… y se me gusta lo harás cuando me lo pidas… ¡pero sácatela ya cabrón! Llevo demasiado tiempo sin probar una, y nunca me han metido una tan gorda.

Ramón se sacó ese engendro monstruoso… la polla más gorda y grande que he visto en mi vida. Inmediatamente me agaché y me la llevé a la boca. Casi se me desencaja la mandíbula con semejante trabuco. Empecé a mamar con muchas ganas y Ramón gemía cada vez más. Sabía a macho, un olor fuerte y contundente que me expandía las fosas nasales y me enervaba el cuerpo de pura excitación.

Ni se te ocurra correrte, que esto tengo que metérmelo en el coño… y ahí sí te puedes correr a gusto después de darme un buen tratamiento a fondo.

Pues métetelo ya porque no aguanto más la espera…

Rápidamente me levanté y me puse de espaldas a él, me bajó las bragas y me las quitó con gran agilidad, me di la vuelta y con Ramón sentado en la silla me coloqué sobre su mástil formando con mis piernas un arco, mostrándole el coño abierto al viejo. Me abrí los labios para facilitar a mi raja la entrada de ese gran pollón, le agarré el trabuco y enfilé su orondo glande a mi clítoris, lo refregué unas cuantas veces hasta que decidí embocarlo a la entrada de mi coño. Me lo fui tragando poco a poco con pequeños sentones sobre aquel obelisco… en unos cuantos más mi vagina se expandía como nunca la tuve de llena. Joder, en unos segundos esa verga descomunal me estaba partiendo en dos. Yo no pude mas y empecé a gritar

¡Joder, cabrón, rómpeme en dos!

Pedazo vocabulario doctora

Aaaaahm! Aaaaahm! Se acabaron las palabras.

Empecé a cabalgarlo como una zorra, en poco ya me metía hasta el útero subiendo y bajando, me apoyaba en sus fuertes hombros y me daba de sentones sintiendo las grandes pelotas aplastarse contra mi coño una y otra vez. De vez en cuando paraba con toda la polla metida y me refregaba el clítoris contra su pubis poblado de pelo canoso haciendo círculos, un vello muy grueso que me raspaba la pepita haciéndome enloquecer… de nuevo flexionaba mis piernas arriba y abajo clavando toda la estaca que me ensanchaba como nunca imaginé que podrían hacerlo.

¡¡Chupa mis tetas, Ramón!!

Le daba de mamar, el viejo no lo hacía nada mal, pero con mis vaivenes le costaba enganchar bien el pezón, le sujetaba la teta y le daba de mamar al pobre abuelete… ahora sí que succionaba como un sacaleches. Pasé mi mano hacia atrás, y le así de los huevos, se lo masajeaba y me lo follaba a un tiempo, mientras él no dejaba de mamarme las tetas de manera alterna. Mis gemidos eran elocuentes, estaba a punto de correrme, pero el abuelo me empezó a follar tirando golpes contundentes a la vez que yo me hincaba en su polla dura y rígida como el acero… un par de empujones más, y el viejo Ramón se corrió dentro de mi coño como un manantial. Noté el primer chorro de leche, y el segundo no fue menor… nada más sentir el calor de su semen me llegó el orgasmo, uno como pocas veces tuve. ¡Joder, me había corrido con un viejo de más 75 años, sí! soy una cerda y me había follado a pelo, dejándome todo su espeso esperma en el fondo de la vagina. A los pocos segundos de acabar, la extraje y salió acompañado un reguero de lefa gelatinosa como lava, embadurnando mi raja y el suelo. Aquello era tremendo de la cantidad ingente de leche que me había eyaculado aquel viejo semental.

Ya estoy mucho mejor, doctora. Al menos la hinchazón se ha bajado

Creo que le voy a dar cita para mañana, Ramón que no me fio de la respuesta al tratamiento…

Solo vendré mañana si me lo pides.

Desnuda y sudorosa, en medio de mi consulta limpiándome el coño con una compresa, ante un viejo tan viril, solo pude decir…

Ramón, ¡¡Ven mañana bien alimentado y fuerte… veremos como responde ese pedazo de tranca que posee, por favor!!

Si te gustan la polla gordas y duras, aquí vas a tener unas cuantas… ¡Nunca vas a querer irte del pueblo!

Ramón se fue, cerró la puerta y yo comencé a vestirme, al final la siesta fue cambiada por algo de lo que en unas horas me arrepentiré seguro

¡Mierda, mis bragas...! ¿Dónde están...?

****************

En casa poco pude dormir. Fue demasiado. Ramón tenía 75 años y yo había caído en lo más bajo con él, no se repetiría con él ni con nadie más que fueran mis pacientes.

Esa mañana estaba tranquila la consulta hasta que llegó Teresa, tensa y con prisa. Entró sin llamar.

¿María que ha pasado?

Teresa, tranquila no ha pasado nada

¿Ah no? Ramón ha venido a la tienda ayer, traía tus bragas...

¡¡Joder!!

María dime que Ramón miente

No, no miente

Inmediatamente salí hacia la casa de Ramón con Teresa detrás. Al llegar a su "casa" ya que parecía más un galpón andrajoso que otra cosa, entré y el parecía que me estaba esperando.

Devuélveme mi ropa

Cálmate, ayer no estabas tan enfadada

Ayer ya pasó y lo ayer ya se acabó

Esto acabará cuando yo lo diga, tu harás lo que se te diga

Si bueno hombre, lo que me faltaba...

Tengo tus bragas a buen recaudo, son mi prueba

Eso no prueba nada, me las podrías haber robado

Ya, pero curiosamente, usted, la doctora guarra gozó tanto ayer que con sus gritos alertó a dos testigos que en este pueblo tan pequeño son un poco peligrosos

¡¿Qué…?!

Vamos que o colaboras o aquí se va a saber todo de pé a pá

Teresa me miraba con piedad. Yo miraba a Ramón con rencor aunque se me pasaba un poco conforme bajaba mi mirada hacia ese paquete que me volvía a hipnotizar. Cada vez me parecía más grande.

¿Que quieres?

Harás lo que se te manda, y como veo que traes compañía, pues tendrá que ayudarte...

Habla

Todos los días a las 5 de la tarde irás a la tienda de Teresa. Allí tendrás mis órdenes esperándote, cumple y serás libre.

…Eran las cinco y cruzaba la calle hacia la tienda como un cordero al matadero. Al llegar Teresa me miró con piedad y con resignación. Me entregó un sobre cerrado, lo rompí y comencé a leer.

"Doctora, me ha dejado para el arrastre con su follada de ayer así que no tengo el cuerpo para fiestas, de todas maneras como debemos ser buenos cristianos me gusta compartir. Teresa ya conoce sus órdenes así que no hará falta que se digan nada. Vaya a casa y vístase exactamente igual que ayer, vuelva a la tienda y colóquese en el pasillo de la droguería. Una vez allí, espere y disfrute. Cuando todo acabe regale su sujetador"

Teresa no habló pero movió los labios diciendo… "Por lo menos pasaré la llave". No me alivió en absoluto eso aunque mientras me cambiaba de ropa si respiré pensando que si estaba la tienda cerrado al público se acabarían los testigos y podríamos acabar con esto.

Pasé junto a Teresa, que estaba en la caja sin decir nada, directamente a la droguería. Estaba desierto el pasillo no había más que una escalera de tres peldaños.

Oí abrir la puerta y oí a Ramón saludar a Teresa, pero no venía solo.

Teresa, está la doctora por aquí que no está en casa

sí por ahí anda

Gracias, maja

Con sudores los oí llegar. Ramón con su paso tranquilo típico de anciano, venía acompañado de Fausto, el mecánico del pueblo, uno de los más jóvenes del lugar a pesar de que ya estaba jubilado aún hacía chapuzas, tenía 69 años. Fausto era algo gordo, tenía problemas de sobrepeso, con vello por todo el cuerpo, intuido por los grandes pelos que le asomaban en la espalda del mono azul que traía no muy limpio, manchada de aceite y barro.

Mira Fausto aquí está la doctora, habla con ella seguro que resuelve tu problema.

Ramón se acercó a mí y me entregó un papel mientras me susurró al oído "me encanta jugar". Desdoblé el papel y en letras mayúsculas podía leerse… "FAUSTO, 69 años, mecánico, soltero, no tiene ni idea de la que se le avecina. Aquí en la tienda, FÓLLATELO"

Levanté un momento el ojo del papel y vi como Teresa echaba el cierre sin que Fausto se enterase. Le miré y vi en él a un hombre bonachón pero nada atractivo… iba a ser difícil excitarme.

Fausto que tal, cuéntame...

Doctora mire que en el taller se me ha desplazado el gato hidráulico y me he pillado el dedo.

Fausto traía el dedo morado, como un pan. ¿Qué hago para cumplir con Ramón? Con decisión agarré su dedo lesionado, lo lavé y sin dejar de mirarle me lo lleve a la boca. Empecé a chuparle el dedo de la forma más sensual que pude… se le empezaron a subir los colores

Doc Doc.. Doctora qué hace?

Mientras sacaba el dedo de mi boca y lo acercaba a mis tetas… – ¿Le gustó, don Fausto?

 


 
 

Fausto estaba bloqueado y yo ya me estaba excitando, al final iba a resultar que si que era una guarra. Se dio media vuelta sin decir palabra, se iba a escapar, tenía miedo, yo tenía poco tiempo y me empezaba a excitar el juego con aquellos viejos “¡¿qué podría pasar?! No son más de diez y no todos estarán para batallas”, pensé. “disfruta y hazles disfrutar en estos últimos años de vida”. Le agarré de la mano, se paró, me acerqué y a su oído le dije muy sensual…

Fausto por favor, aquí no hay hombres de mi edad, y hace mucho que no me follan… estoy caliente y necesito a un macho entre mis piernas ¡Hazme el amor aunque solo sea una vez, lo necesito!

No era del todo incierto, estaba caliente con el morbo de ser la mujer más follable de la comarca. Fausto se paró y se giró, le agarré sus manos y me las puse en las tetas. Estaba muy cohibido y la cosa no fluía. Con mis manos agarré el paquete, era enano. Todo era enano comparado con Ramón pero esa polla no llegaba al mínimo exigido para poder follar con gusto. Metí mi mano por la bragueta del mono y tarde en encontrar la polla de Fausto. Comencé a pajearla pero no crecía.

Fausto, ¿acaso no te gusto?

María eres guapísima… y una hembra tremenda.

Pues te voy a comer esta pollita a ver a qué sabe…

La frase hizo como un resorte y la polla de Fausto se empalmó. No creció demasiado pero por lo menos estaba erecta y algo se podría hacer. Me agaché y comencé a comerle la polla a Fausto como una autentica profesional. Le lamí los huevos y la polla como si fuese el mejor helado del mundo. Tomé aire...

Fausto, pídeme lo que quieras

Solo quiero que me la siga chupando hasta correrme en tu boca…

Pensé que al fin y al cabo tendría suerte, con la mamada acabaría con Fausto y a otra cosa... Me esperé en mamársela, era fácil meterla entera en mi boca. Se la chupaba, me recreaba en su glande y le amasaba los huevos a un tiempo… aquello le gustó a Fausto, porque en menos de cinco minutos, rugió de placer cuando su semen me golpeo el paladar… comenzó correrse con una cantidad apreciable, pero no tanta como la de Ramón que la dobla o triplicaba. Colorado de vergüenza se abrochó el mono. Casi no me había ni tocado una teta, estaba completamente vestida por lo que la segunda parte de la orden tendría que improvisarla. Me saqué la camiseta y el sujetador mientras Fausto miraba embelesado mis tetas.

le dije entregándole mi sostén – Y ya te dejo aquí unas recetas para ese dedo ¿vale?

Fausto, tienes que ser más extrovertido mira que melones te has perdido

Más lo siento yo

Toma, recuérdalas en casa y pajeate conmigo

¿Volveré a verla doctora?

No creo Fausto, no creo

En ese momento entró Ramón aporreando la puerta y después de que Teresa le abriera.

Fausto que tal... como va ese... dedo

Bien, esperemos que con estos medicamentos vaya bien y si no tendré que volver a ver a la doctora

Irá bien irá bien

Fausto se fue y Ramón se acerco agarrándome con violencia el culo para decirme al oído…

¡¡Ya sé que no te llegó ni para empezar, pero pronto te lo compensarán!

Salí un minuto después de Ramón, casi sin saludar a Teresa. Pensando que el puto viejo tenía razón, el mecánico ni me tocó un pelo mientras le comía la polla y ahora me iba con una calentura tremenda

*****************

Ramón me estaba esperando en la puerta de mi casa. Fausto me había dejado con un calentón tremendo y él lo sabía. Pasé junto a él sin saludarle y cuando metía la llave noté como empezaba a sobarme el culo como el otro día. Seguí sin decirle nada, entré hacia el pasillo y el venía detrás, callado. Cerró la puerta y me siguió. Me fui directamente a la habitación, me saqué el pantalón y las bragas y me tumbé en la cama con las piernas lo más abierta posible.

Ramón entró en la habitación y vio la pose a la perfección.

No has cumplido, te dije que te lo follaras

No dio la oportunidad, casi se corre según le toqué y después se fue.

Lo tendré en cuenta en las órdenes de mañana, tendrás tu pequeño castigo.

Ramón... no te vayas… ¡Por favor no me dejes con este calentón!

¡¡Tú no mandas, puta!! Aquí se folla cuando yo digo.

Ramón enfiló de nuevo el pasillo y se marchó dejándome totalmente descompuesta. No podía más, el cuerpo me ardía. Me he puesto los zapatos de tacón, sin sujetador y con un tanga de color fucsia, como se transparentaba, he optado por quitarme el tanga, me he quedado un buen rato mirándome al espejo, contorneándome un rato e imaginándome que lo tenía delante, ojalá fuese verdad.

De tanto pensar en Ramón, o más bien el pollón de Ramón, e imaginarme como sería el polvo que echaríamos si me viera así, me he excitado, y me han dado ganas de tocarme, de correrme, así que cogido mi ordenador portátil, y me he ido de nuevo a la cama, me he estirado y he puesto videos de viejos con jovencitas para ponerme aún más cachonda porque eso me encanta, mi fantasía siempre ha sido que me fuercen y ahora que sean viejos y él la ha hecho realidad Comencé a tocarme, poco aguanté un ritmo lento y comencé a apretar mi coño más y más fuerte, metía los dedos mientras veía los videos…, me he puesto boca arriba, he abierto mis piernas, he llenado mis dedos de saliva, y he bajado a mi coñito, he empezado a acariciarme el clítoris, a frotarme bien con mis dedos… poco a poco sentía cada vez más gusto, miraba el video de reojo en que aparece un viejo con una nena de poco más de veinte años follándola a saco, pronto he empezado a pasar de mirarlo, mi imaginación empezó a volar con mi viejo Ramón.

Por mi mente han empezado a pasar muchas de las cosas que me ha hecho, como me gusta visualizar cuando me lo follaba estando frente a él cabalgándolo… metiéndome su polla hasta el fondo, notando su respiración y sus jadeos en mi cuello, como me lamía la carita y las tetas mientras yo le pedía que me diese más duro. En ese momento he subido mi vestido hasta la cintura y he abierto aún más mis piernas, seguía tocándome el clítoris frotando, notando mi coñito cada vez más mojado, una mezcla de mi saliva y de mis fluidos.

Estaba ya muy excitada, empezaba a notar esas cosquillitas que siento cuando me está a punto de venir el orgasmo… muchas veces lo retengo, paro, y continuo, pero esta vez no lo he querido evitar, porque llevaba mucho calentón atrasado, necesitaba correrme y tenía muchas ganas. Entonces he empezado a pensar en cómo su gran polla se había corrido dentro de mi coño, notándome llena de verga y luego como me llenaba de leche espesa, ingentes cantidades de semen. Él no lo sabe, pero a mí me encanta que se corran dentro de mí mientras me follan con todas sus ganas…. En ese momento me han empezado a venir los espasmos, mi coño se contraía dándome un placer increíble, que gusto, que ganas de seguir corriéndome una y otra vez… pero con él.

Otro día más... otro jueguecito más... mi mente me contradecía. Por un lado, las dos calenturas de los dos días me subieron a los cielos pero la moralidad pesaba más, de momento… ¡Un pueblo pequeño, qué más da…! Está tan lejos de todo que nadie sabrá lo que pasa aquí. Con esta palabras resonando en mi cabeza, por momentos estaba decidida a seguir el juego y porqué no participar más de él de manera activa.

Las cinco de la tarde, Teresa me saluda con un gesto austero, y me entrega otro sobre.

"Doctora guarra, nuevas órdenes. Espero que hoy las cumplas mucho mejor. Espera en la consulta. El primero que entre tendrás que follártelo. Recuerda que ayer fuiste mala y no te lo pondré nada fácil"

Doblé de nuevo la nota y me la guardé en el bolsillo. Salí de la tienda y enfilé la puerta del consultorio. Me había excitado la nota, lo tenía decidido, el jodido viejo de Ramón me lo había mostrado, voy a seguir el juego y voy a disfrutarlo.

Al llegar al consultorio me miré al espejo. “¡¿Que significaría que me lo ponía difícil?!” Me saqué mi ropa y decidí vestir el uniforme de pijama de doctora, me quedaba un poco pequeño y al ser ceñido podría valer. Se translucían mis bragas moradas, pero me hacia un culo realmente apetecible…redondo de nalgas diáfanas por una profunda raja.

– “Sí María, lo vas a disfrutar” me dije en voz alta

En el medio de mis pensamientos oí la puerta, alguien entraba y sería mi "víctima" ¿O la víctima era yo…?

¡Doctora… Buenas tardes!

Ramón tenía razón, lo tendría chungo, el sacerdote del pueblo acababa de entrar al consultorio. Confirmé lo premeditado del asunto en la siguiente frase, tendría que improvisar de lo lindo...

Ramón me dijo que quería verme urgentemente

Don Luis era un hombre que no llegaba a los 80 años, pero casi, con bastante pelo, enteramente blanco. Era un señor bajito pero muy bien conservado, lejos de una vida de excesos era lo lógico. No era un asiduo del consultorio por lo que ya dice mucho de su salud. Ya me había estudiado todos los informes médicos de los pacientes… enfermedades, consultas y sus edades, peso y otros trastornos de los últimos años.

Sí, Don Luis, siéntese.

El cura se sentó al otro lado del escritorio. Iba vestido con un pantalón de pana marrón y una camisa a cuadros. En el pueblo nunca le había visto ni con sotana ni con alzacuellos sino con una vestimenta normal.

– Mire, no tengo mucho tiempo para poder ir a la Iglesia y siempre fui muy devota. Me gustaría proponerle que pudiese usted venir semanalmente a darme la comunión y a confesarme.

Me parece muy bien, doctora usted dígame cuando quiere y yo vendré encantado.

La confesión podemos empezarla hoy… ¡¿Si usted está de acuerdo?

Me parece bien, por supuesto… siempre es momento para una confesión.

¿Le importa que subamos a mi casa que estaremos más cómodos que en una fría consulta?

Don Luis asintió y yo me levanté, tenía que empezar mi show y avancé delante de él, sabía que la vestimenta transparentaba mis bragas y por ahí quería empezar. Si querría tener alguna oportunidad tendría que espabilarme. Seguí andando cerca de él y subí mis escaleras delante. Fuimos al sofá, le invité a sentarse y le ofrecí algo de beber que no quiso. Me senté a su lado.

Cuando quiera doctora.

Ave María Purísima

Sin pecado concebida, dime hija, cuéntame

Verá… el otro día… tuve un sueño extraño, quería tener sexo con todos los habitantes de este pueblo…

Los ojos del cura se abrieron de par en par, visiblemente sorprendido.

– …hija, supongo que sabes, ahora que llevas algún tiempo en el pueblo, que la lujuria acecha, pero debes seguir el camino de Dios y ser fuerte

Tiene razón padre, pero usted no cree que mi cuerpo merece alguna alegría de vez en cuando… soy muy joven en edad de merecer. ¡No puedo evitar que mi cuerpo reclame ser poseído por un buen macho semental, como lo que hay en esta comarca!

Me levanté y le volví a enseñar el culo, no estaba seguro de que surtiera efecto en las escaleras, pero ahora sí estaba seguro que no le quitaba ojo.

Tendrás que probar a salir un poco hacia otros lugares y buscar un marido para formar una familia.

Don Luis, sabe que tengo que estar aquí las 24 horas. Todo el pueblo está envejecido, no me diga cómo está el resto de la comarca que debo visitar asiduamente… Como comprenderá, tengo mucha demanda en la consulta y no puedo andarme buscando varón para me satisfaga mis necesidades más perentorias.

Me volví a sentar en el sofá y me acerqué un poco más. Ahora el inicio de mis tetas se vislumbraba por la abertura de la vestimenta médica, también mi sujetador de encaje. El cura se quedó callado y me fui acercando para besarle…. Conseguí pegar mis labios a los suyos y darle un pequeño beso.

¡¡Hija, apártate, por favor un respeto!!

El cura se levantó enojado y enfiló la puerta, estaba perdida... solo acerté a decir una frase

Si usted se va padre... tendré que entregarme al primer hombre que vea.

El sacerdote abrió la puerta y salió... solo pasaron diez segundos cuando oí que volvían a llamar. Una media sonrisa salía de mi cara. Era él.

Mira doctora, nunca estuve con una mujer, no sé qué quieres de mí, hija

Acompáñeme padre. Los designios de Dios, no siempre han pasado por el celibato.

En eso no te puedo quitar la razón, muchos han sido los servidores del Señor que han fornicado, y tenido descendencia con el beneplácito de la Santa Madre Iglesia.

Agarré su mano y me lo lleve a mi habitación. Tenía las manos sudorosas y su nerviosismo era palpable. Me acerqué y volvía a besarle, al mismo tiempo acerqué mi mano a su entrepierna.

¿Le gusto padre?

Pues claro que sí, hija mía. ¡Eres un escándalo de mujer!

Agarré sus manos y las posé en mi culo. Comenzó con suaves caricias que me estaban excitando muchísimo. Me aparté y me saqué la casaca médica, dejando al aire mis tetas con el sujetador. Mi mano bajó con bastante rapidez la bragueta del cura para sacar su polla de la prisión que lleva tantos años cerrada. Se me puso más nervioso, su respiración era cada vez más jadeante. No era un miembro del todo normal…, y lo mejor es que ya estaba duro como una roca, totalmente descapullado de no más de los 18 centímetros pero grueso como un bote de cerveza, que apenas podía circundarlo con mis dedos. Me puse de rodillas y empecé a mamarlo con decisión. Estaba claro, yo ya no era la víctima, era la protagonista. El cura jadeaba cada vez más.

Diga algo señor Luis que le noto muy callado

Hija mía me haces pecar… pero bendito pecado.

Seguí mamando con decisión, sin embargo no deseaba que se corriese en mi boca, sino que me hiciese gozar a mí, de modo que me saque la polla de la boca y tras una breve comida de huevos lo tiré sobre la cama. Me saqué las bragas ante la atenta mirada del cura, y me senté sobre la polla erguida del sacerdote… se la agarré con decisión, y la enfilé en mi raja calenturienta. De un sentó la metí entera hasta los huevos. Comenzó a follármelo. Entraba y salía de mí con una facilidad pasmosa, estaba empapadísima del morbo de follarme a un cura.

¡Aaah, aaah, jooder qué bien folla padre…!! ¡Menuda follada me está dando… Diosss!

Don Luis no articulaba palabra, abría los ojos y mordía los labios. Comencé a bombear más fuerte y la temperatura de mi vagina iba aumentó con los chorretones de mi corrida sobre la dura polla del cura y su orondos huevos. El pobre hombre se estaba desvirgando a los casi 80 años, y eso pesaba en sus grandes cojones… no pudo aguantar ni cinco minutos cuando noté la primera sacudida con un lechazo potente, un segundo y el tercero fueron gruesos y copiosos que me llegaron muy al fondo de mi útero. Con el coño lleno de leche, y un orgasmo delirante, le besé, me levanté y comencé a vestirme.

Muchas gracias Don Luis, me siento mucho más liberada con su unción tan cremosa.

Hija mía, no dudes en volver a avisarme para una nueva confesión… no sé cómo he estado tan ciego todos los años de mi vida. ¡Algo tan bueno no puede ser pecado!

Menos avergonzado, me sonrió y salió de casa con cierta rapidez. Aún no se cerró la puerta cuando Ramón entró. Estuvo parado en la puerta esperando a que el señor cura terminara de inseminarme… lo sabía por lo había escuchado.

¡¡No le ha costado nada follárselo, doctora…!!

Solo un poco más que a ti… me ha gustado por el morbo de desvirgarlo y por el buen troncho que tiene Don Luis por verga.

Inmediatamente me agarró y me llevó a la habitación, se bajó los calzoncillos y apareció el enorme pollón erguido como una viga empotrada… me lo insertó en la boca. A duras penas podía meterla y jugar con ella dentro.

Chupa puta… ¡Ponla más dura que tengo ganas de follarte!

Uuhhhmmm

Cuando noté que estaba suficientemente dura, me aparté y puse de nuevo mi culo en pompa para que me penetrara como el primer día. No lo dudó

¡Quieres que te rompa el coño de nuevo! ¡¿Eh?! ¡Qué guarra se está poniendo usted!

¡¡Fóllame joder, y calle! ¡Méteme ese pollón bien hondo que me llegue al estómago!

Tres embestidas bastaron para que me corriera como nunca lo había hecho, él continuó un poco más, pero no tardó en acompañarme con unas buenas sacudidas, hasta reventar con unos grandes chorros de lefa espesa en el mismo cérvix. Tenía que mentalizarme que todos me follarían a pelo y se correrían en mi interior, de modo que tenía que disfrutar e iba a hacerlo.




***************



Definitivamente era otra… me daba igual exactamente las órdenes de Ramón… Iba a follarme a quien me apeteciera y cuando me apeteciera, se acabó el chantaje.

Eran las cinco y media de la tarde cuando Teresa me llamó

María, Ramón está aquí, está furioso.

Me da igual, no voy a bajar.

Ramón se apropió del teléfono con violencia

Puta, ¡¿quién te crees que eres, cumple tus órdenes o quieres que todo el pueblo sepa lo guarra que eres?!

Sí, quiero que lo sepan, se acabó Ramón, no voy a jugar más.

Doctora, todos van a saber sus aventuras.

Mejor, así tendré donde elegir para follar. Y si usted quiere follarme, tendrá que pedirme cita para ver si puedo atenderle.

La tarde pasó sin pena ni gloria hasta que el timbre del consultorio sonó, era Teresa.

María, Ramón ha ido casa por casa contando todo, lleva tu ropa interior como prueba.

Teresa, me da exactamente igual, disfruté tanto estos días que me da igual que se sepa, seguiré follando con quien quiera, ahora libremente.

Nadie te respetará… te tratarán como a una fulana, o peor como a una Ramera.

Me respetarán más todavía porque tengo el poder de mis decisiones… y tu Teresa, tu también debías disfrutar.

Hija mía, yo ya tengo el coño seco y hasta cerrado del tiempo que hace que no me lo usan… mi tiempo de follar ya pasó.

Teresa tenía unas tetas no grandes, enormes, y un culo potente. Era mayor pero su cuerpo aún tenía un toque para el pecado. Mientras hablábamos, Fausto, el mecánico llamaba a la puerta. Teresa le abrió y un poco enfurecido entró en la consulta.

Dime que es mentira que te andas follando a medio pueblo

Es mi vida Fausto, y hago lo que quiero con ella… ¡¿O no te gustó la mamada?!

Increíble

Me tiró mi sujetador a la cara y se marchó hacia su taller. Agarré a Teresa del brazo y salí tras él. El taller de Fausto estaba cerrado, ya pasaban de las siete de la tarde, y el trabajo era escaso en aquellos lares de maquinaria pesada de labranza, principalmente. Con Teresa del brazo tenté la puerta metálica, que se abrió. La nave estaba oscura excepto la pequeña luz de la oficina del fondo. Las dos fuimos hacia allí. Fausto casi se pilla la polla con la cremallera al vernos y pillarlo in fraganti haciéndose una paja.

¡¿Me vienes espantado a llamar la atención y ahora te pajeas pensando en mí?! ¡¡Menudo cabrón estás hecho…!!

Doctora, me encanta y no puedo evitarlo. Comprenda que llevé decepción sabiendo que se folló a los demás y a mí no.

Pídemelo y lo haré… ¡Te dejaré que me folles y me llenes como a los demás!

Yo dominaba la situación. Fausto estaba avergonzado con su pequeña polla fuera y los colores subidos, sentado en su silla de oficina mientras Teresa se mantenía detrás de mi visiblemente excitada por la situación.

Como Fausto no reaccionaba me acerqué a él y me arrodillé en el suelo mientras agarraba su polla y la metía en la boca. Llamé a Teresa con los dedos. Tenía la pequeña pero dura polla de Fausto en mi boca cuando Teresa se puso a mi lado, cuando digo pequeña era comparada con el resto de los viejos del lugar, pero sus 16 cm los alcanzaba bien. Con mi mano empecé a sobar el culo de Teresa. Ella no se apartó y noté que volvía aflorar su esencia de mujer mucho tiempo después. La blusa de Teresa parecía jugar contra la gravedad, ya que sus enormes tetas siempre ponían los botones al límite. Fausto no quitaba ojo de esas tetas mientras yo le comía los huevos.

Fausto, Teresa quiere que le comas las tetas ¿verdad? Dije mirando a la veterana

Teresa dio un paso y puso sus tetas a tres dedos de la cara de Fausto que con sus manos fue directo a los botones de la blusa. Yo me levanté y agarré la mano de Teresa para que empezara a pajear a Fausto. El mecánico abrió la blusa y con rapidez sacó las tetas de Teresa por encima del gran sostén y se las llevó a la boca. A Teresa se le escapó un grito de placer.

Las tetas de la encargada de la tienda de pueblo, eran un manjar en la boca de Fausto. Eran enormes y él las lamía cada vez con más intensidad. Teresa no reprimía el placer y a la vez que se mordía los labios pajeaba más y más fuerte al gordo mecánico. Yo me fui directa a la falda de mi nueva compañera de faenas. Se la quité y comencé a jugar con su coño por encima de las bragas. Ella no podía más. Estaba muy mojada.

Súbete a la mesa, le ordené a la vieja

Teresa antes de subirse a la mesa, se bajó las bragas, y dejó el coño preparado para que Fausto comenzara a penetrarla. Lo tenía cubierto de vello no demasiado largo, lo que daba para ver sus labios vaginales sobresalir carnosos. Se los abrió con dos dedos, para que Fausto se animara a meterla por su coño, apareció un interior rosado húmedo y demasiado apretado para una madura…el clítoris se presentaba enorme, me dio envidia no tener uno así de grande.

Joder que mojada estás Teresa, dijo el mecánico con una erección que le debía doler

Sin más preámbulos, Fausto la guió a la raja directamente y le penetró hasta los huevos de un solo envió… era corta y sus pubis se juntaron enmarañándose los vellos de uno con los del otro.

¡Qué bueno Dios mío doctora, que bueno sentir una polla dura dentro de nuevo!

Mientras observaba la escena me fui quitando la ropa, Teresa empezó a correrse pronto y no paraba de gritar de éxtasis mientras el macho bombeaba con ganas haciendo sonar las carnes. Ya andaba por más de un orgasmo de Teresa y creí que era mi momento, el de sacarle la leche al mecánico en el mejor ordeñe de su vida.

Ahora viene la guinda… ¡¡A este macho hay que ordeñarlo como Dios manda!!

Agarré a Fausto y lo senté en la silla para subirme encima de él y ensartarme su polla pasando ambas piernas a los lados de sus muslos. Sin sujetar la polla, encontré el pilón que me clavé a fondo…

¡¡Fóllame fuerte, cabrón! ¡Quiero que me llenes con todo lo que tienes dentro de tus huevos!

Doctora pensé que nunca lo conseguiría. A esta altura de mi vida follarme a alguien como usted…

¡Teresa métele las tetas en la boca otra vez… que se calle y chupe tus pezones!

Mientras lo cabalgaba, Fausto comía las tetas de Teresa con gran ansiedad. Mis sentones eran contundentes y sonoros con mi culo contra sus muslos… notaba sus pelotas aporrearme el coño en cada sentón haciendo que desapareciera toda la polla dentro de mí. No tardó mucho en empaparme con su semen caliente, convulsionó y soltó unos cuatro o cinco chorros de lefa. Cesó el bombeo y me incorporé de nuevo.

Me vestí con tranquilidad mientras Teresa hacía lo mismo. El mecánico no podía más y no se movió de la silla. Salimos por donde habíamos venido sin mediar palabra dejando a Fausto con su polla flácida al aire y los huevos secos.



*********************



¿Como os van las cosas a ti y a Fausto?

Bien doctora… vamos poco a poco, el querría ir más de prisa pero yo lo freno un poco, no quiero que Ramón se ponga demasiado celoso.

O sea que el viejo tiene ganas de follarte y tú ¿A quién le tienes más ganas de follarte… a Fausto o a Ramón?

Muchas más ganas a mi hermano, pero no está muy bien follar entre hermanos, y me lavo la conciencia con Fausto, pero como tú me dijites que fuera con cuidado a nuestra edad… Y sabe que yo le hago caso en todo doctora, no quiero que se me muera ninguno con la polla clavada en mi coño.

Cariño haces muy bien, pero imagino que lo pasas muy mal ¿no? Ahora que se ha despertado la sexualidad de nuevo, tener mala conciencia con las folladas de Ramón.

Si María, cuando estamos juntos y nos hacemos caricias, me mojo mucho y a veces llego a casa con muchas ganas…de modo que solo puedo dejarme llevar para que mi hermano me llene, y es que él le ha cogido el gusto a follarme todos los días.

¿Y qué haces?

Pues ya te lo puedes imaginar, lo mismo que todas… darme un frote de coño con su pollón hasta que acaba dentro de mí… más de una vez me saca una corrida también.

Lo importante es que tengas el coño regado y húmedo, eso es muy bueno para la salud de tu vagina y de tu corazón… da igual quien te riegue de leche.

Hablando de estas cosas íntimas con Teresa, empecé a sentirme incomoda, pero a su vez me gustaba, me fui a mi casa a quitarme la ropa de calle y ponerme una bata ligera… volvía de nuevo con Teresa, cruzando la estrecha calle… ella también se había puesto cómoda.

¿Estás bien Teresa?

Si, pero estoy más cómoda con la bata, todavía hace calor en septiembre.

Hace calor o tú tienes calor más calor del que hace.

Lo segundo doctora, son sofocos que me producen las cosas que hablamos.

No te avergüences cariño, piensa que a mí me pasa muchas veces siendo más joven y liberada…, al ir por la calle, si veo algún chico o chica que me gusta, llego a casa mojada perdida… y desde que estoy aquí no me falta quien me rellene de leche.

O sea que te pasa lo mismo que a mí…, pero tú tienes a todos estos sementales detrás de ti, no te puedes quejar… con esos pollones te tranquilizan a fondo.

¡Y tú como lo sabes picarona!

En este pueblo se sabe todo nena, y porque a veces te oigo por las tardes con alguno en tu cama o en la consulta cuando te está montando alguno de esos machos.

¿Y tú te excitas al oírnos?

Yo me tengo que conformar con la picha de Fausto o con el pollón de mi hermano… tu estás más colmada de atenciones.

Mucho para la verdad, no te voy a mentir, sería una tontería negarlo ¿no?

Por supuesto. Tú y yo no tenemos que tener ningún secreto. Haremos un pacto de silencio para joder con quien nos dé la gana… y quiero compartir contigo a Ramón.

Ramón, el hermano de Teresa llegó a casa y nosotras al oír la puerta dejamos de hablar de nuestras cosas, el nos dio las buenas noches desde el comedor donde dejó su chaqueta, Teresa y yo cogimos los platos y el resto de cosas para la cena, Ramón era un hombre apuesto aún con su edad, y bien parecido a pesar que tenía diez años más que su hermana Teresa, pero por la fiestas nocturnas que yo había oído pese a su edad, Ramón volvía loca a su hermana en la cama desde que se enteró que se la había follado Fausto y aún tonteaba con él

Después de la cena, Ramón se puso el pijama y Teresa el camisón, y nos dispusimos a mirar la televisión para pasar el rato hasta que fuera la hora de ir a dormir, Teresa se sentó al lado de su hermano diciéndole cosas al oído, yo imagine que hablaba de mí y me ruborice al sentirme observada por los dos, pero aguante y decidí ponerme comida como si ellos no estuvieran, a Ramón, el bulto de su entrepierna se le empezó a notar mirándome con deseo.

Me puse caliente al ver que ese hombre se empalmaba mirándome como una mujer, Teresa no paraba de sonreír y de mirarme desnudándome con la mirada, en fin que los tres nos estábamos poniendo cachondos en silencio.

Teresa se levantó y me dijo… – María ¿me acompañas que tengo que arreglar la cama y las dos acabamos antes?

Enseguida Teresa.

Entramos en la habitación y la cama estaba un poco revuelta, la alisamos y al acabar nos quedamos mirándonos las dos sin decir nada, pero Teresa se me acercó y acariciando mis hombros me dijo…

¿Estas caliente cariño?

Bastante Teresa, es que lo que hemos hablado en la cocina, me ha puesto caliente.

No te preocupes, yo me he mojado toda y mi hermano lo ha notado al llegar a casa.

Y tu ¿qué les has dicho?

Que iba cachonda porque tú y yo habíamos hablado de cosas de mujeres.

Yo me puse roja como un tomate, al saber que mi Ramón sabía lo que yo hacía cuando estaba sola, Teresa, sin decir nada se quito las bragas delante de mí, y se seco el coño, dejándolas encima de la cama a la vista, yo el verle los pelos púbicos rasurados me puse a tope, nunca hubiera pensado que al ver una mujer desnuda me pusiera tan cachonda, pero el coño pelado de esa mujer me puso a tope.

Salimos de la habitación ella desnuda y yo con las bragas mojadas de flujo vaginal, volvimos al comedor y vimos a Ramón mirando una pelócula porno y con su polla en la mano pajeándose a gusto. La tenía muy gorda y larga como no esperaba menos… pero me sorprendió que lo tuviese totalmente depilado todo… su hermana se había encargado del asunto, con lo cual, aun se le veía más grande que la última vez que me folló en el consultorio. Nos miró y sonriendo nos dijo…

¡Ya habéis vuelto marranas!

Si tonto ¿qué te creías que te íbamos dejar solito con la empalmada que tienes?

Teresa se acercó a él y le acarició los huevos, mientras su hermano seguía con la paja, yo cruce las piernas y empecé apretarme los labios de mi chocho, "caray" empecé a soltar flujo, o a correrme aún más de lo que me había corrido pensando en su follada, les miraba con un deseo lujurioso inadecuado por el parentesco que les unía, pero yo ya no estaba para tonterías y quería disfrutar del sexo que me ofrecía aquella pareja de viejos hermanos.

Ramón se quitó toda la ropa y se puso de espaldas a nosotras enseñándonos sus nalgas y el rabo que le colgaba entre las piernas, su hermana se colocó debajo de él y empezó a chupar la polla colgante como si mamara de las tetas de una cabra, lo hacía con delirio y con una soltura que denotaba que lo habían practicado más de una vez. Yo ya no pude más y me quite la bata y las bragas, dejando a la vista mis pezones erectos y mi mojado y caliente coño pelado.

Chupa más fuerte Puta y cómeme el culo que lo estas deseando.

Me acerque para verlo mejor, el olor a sexo que se desprendía de aquel juego me embriagó y me enajenó totalmente. Toqué y masajee las grandes tetas de Teresa y pellizque sus pezones oscuros y duros, ella al notarlo metio su mano libre en mi coño y yo abrí las piernas para facilitarle la penetración, ¡UFFFF! sus dedos me entraban y salían de mi cueva encharcada, acompañados de un flujo espeso y pegajoso. Despees de varias metidas, dejo de chupársela y se follo su boca con sus dedos pringosos de lo que yo había soltado de mi interior vaginal.

La aparte del cipote de su hermano, y me amorré a él con lujuria y un deseo desmesurado de saborear su leche cuando se corriera, ella se abrió camino hasta mi coño, y empezó a comérselo y lamerlo sin parar.

De pronto, Ramón gruñó fuertemente y lanzo un alarido animal soltando un chorro enorme de esperma dentro de mi boca, fue tanto que me salía por la comisura de mis labios, ella al verlo juntó sus labios a los míos y nuestras lenguas empezaron una danza sin medida, pasándonos el semen de una boca a la otra. Busqué su coño y ella el mío penetrándonos mutuamente sin parar de darnos gusto como un par de perras en celo.

Su hermano, no satisfecho con la felación, se puso detrás de Teresa… y el grito que soltó en aquella habitación al sentir todo el badajo dentro de su coño, fue desgarrador. Mientras el semental la asía con fortaleza del culo atravesándola con ganas, nosotras no dejamos nuestros juegos lésbicos, pero maravillosos y deliciosamente satisfactorios. No tardó en gozar de la verga de su hermano y de mis atenciones, cuando Teresa gritó como una perra en celo…

¡¡Me corroooooooo!!

Yo me amorré a su raja asquerosamente deliciosa debajo de la follada, mi boca en el coño de Teresa y mi rostro golpeado por los huevos de Ramón, que no dejaba de perforar el coño de su hermana, hasta meterle la polla entera aplastando sus pelotas en su vulva o en mi cara. Ella se desgañitaba con fuertes convulsiones, y yo acepté con la boca abierta toda su eyaculación de la vieja, su olor a hembra me embriagó y me hizo perder el mundo de vista.

Su hermano le daba cada vez más duro, el sonido de sus pelotas azotando su coño era demencial, le agarré de los huevos y se los lamía como mejor podía acompañándolos en su vaivén. Todo eso debió de ponerlo a tope, porque no duró mucho en volverse a correr, ahora dentro del útero de su hermana Teresa. Tras la corrida, se la chupé primero a él para dejársela bien limpia, y luego a Teresa, de cuya raja salía un reguero de leche que me bebí. Nos quedamos tumbadas y agotadas en el suelo de madera, yo seguía tocándome y cuando noté que me bajaba la corrida, me senté en su cara y deje que mis líquidos íntimos la inundaran.

Ella se quedo traspuesta y yo me levanté con los muslos chorreados de flujo vaginal, me pase la mano por el coño y la olí para ver si ese olor pondría cachondo a Ramón. Me fui hasta la cama, y me lo encontré mirándonos con un empalme del copón, se estaba pajeando oliendo las bragas que su hermana, las que se había dejado encima de la cama, tenía los ojos cerrados y no paraba de decir obscenidades muy guarras

¡Méame todo guarra! Abre el coño que te lo voy a regar… te vas a volver loca, puta.

Aquello me sacó de mis casillas y me lancé sobre él… empecé a meneársela y a chupársela a fondo, se la levanté mucho más rígida para lamer sus huevos con delirio hasta llegar a su culo dilatado, cosa que me hizo pensar que mientras se había pajeado se había dado por detrás…, mi lengua le sodomizó hasta dentro, él se estremeció…

¡¡Vamos, doctora… dame tu coño de puta, que te lo llenaré de polla y de leche!!

Yo ante esa idea no pude decirle que no, quería ser follada en la cama de ambos, tenía mucho morbo por lo íntimo que era… necesitaba ser penetrada y llenada de leche espesa. Me puse con el culo en pompa ofreciéndoselo íntegramente, el corono lentamente con su glande entre mis labios buscando la boca de mi coño, ya no me dolió como la primera vez, mi coño se estaba acostumbrado a la grandes vergas del lugar, pero el deseo era tal que grité…

¡Más, dame más duro… húndela toda en mi coño, cabrón! Que vea tu hermana lo bien que me follas, viejo cabrón…

El al oír como le llamaba me la hundió hasta que sus huevos se pararon en mi vulva ¡¡UFFFF que grande la tenía y que dura!! Al rato entraba y salía sin parar, engrasada por su líquido seminal y el engrase gelatinoso que manaba de mi interior, cosa que en lugar de detenerlo al notarlo lo empalmó aún más y no paró hasta llenarme de semen el útero, animado, acariciado y mamado por su hermana.

Cuando acabamos, me fui a mi casa y me duché totalmente satisfecha…, me tumbe desnuda sobre la cama y me quede dormida, al día siguiente ninguno de los tres nos atreveríamos a mirarnos porque la vergüenza de lo ocurrido nos invadía, al cabo de unos días, Teresa y yo hablamos de lo que había pasado y de lo maravilloso que había sido.



****************



El despertador sonó con ganas. Otro lunes más en la consulta, otra nueva semana. Mi nueva vida parecía haber comenzado. Ayer hablé con mi familia, quiero quedarme aquí en este pueblo de mala muerte, Ramón me emputeció, ahora mismo disfruto con esto y no sé a dónde puedo llegar. Me empecé a mojar recordando el primer día con Ramón en la consulta, Fausto en la tienda y luego en su taller, el cura también había probado las mieles de la lujuria y conmigo tenía a Teresa… me encantaba. Seguía haciendo deporte, mi cuerpo era un caramelo para esos viejos y me encantaba sentirme deseada. También me acordé de Teresa, no tuve más señales de ella desde el sábado y el capítulo del taller, deseaba que esa mujer también fuese gozosa de su cuerpo pese a sus más de 70 años. Se corrió con Fausto, pero aún no le habían llenado de leche.

Después de asearme bajé a la consulta, el frío comenzaba a llegar al pueblo en septiembre, y mi armario ya lucía otro tipo de ropa. Me puse una falda larga por los tobillos y una blusa. Dudé si bajar la chaqueta, creo que estando en el despacho no la necesitaré.

Eran las nueve de la mañana, abro la agenda, increíble, solo Amancio vendría a revisar el resultado de su analítica. Empiezo a buscar los resultados en el ordenador y me recorre un pensamiento por la cabeza… podré estar un día sin cazar… me viene a la cabeza como follarme a Amancio nada más ver su nombre en la agenda… ¿estaré bien? una cosa era asumir que me gusta follarme a señores de edad tan avanzada, y otra es que me obligue a hacerlo todos los días.

La verdad es que tenía unos valores analíticos bastante buenos para su edad, y parecía que la salud no era algo de lo que debiera preocuparse Amancio que con 78 años y las condiciones en las que vivía ya era bastante. Cuando lo vi entrar por la puerta el chip me cambió. Mi pelea interna se hacía ya evidente. Era mi próxima presa, la quinta si contamos a Teresa.

Con mi puerta de la consulta abierta le veía sentado en la sala de espera. Un señor alto, bastante alto, con un chándal de lycra y zapatos negros, vamos que a primera vista, sexual y erótico no era, pero en aquel territorio, ninguno tenía sexa-pile como para lanzarse a la primera de cambio.

Amancio, pase

Buenos días señora doctora, llegó el frío y se nota que no hay nadie en el consultorio.

Instintivamente pasé la llave. No podía negarme a mis instintos, era la presa y punto

Bien Amancio, estuve revisando sus resultados y a grandes rasgos están bien pero si no le importa querría revisar todo bien y hacer unas pequeñas pruebas para corroborar todo.

De acuerdo doctora usted manda.

Vamos a comenzar por un electrocardiograma, así que quítese la parte de arriba y túmbese en la camilla.

Amancio comenzó a sacarse la chaqueta del chándal para continuar con la camiseta. Tenía el pecho lleno de pelo blanco, se le notaban las costillas porque estaba delgado y las carnes todas estaban ya flácidas. Se tumbó en la camilla y yo me acerqué, comenzaba el juego.

Con Amancio tumbado en la camilla comencé a activar la máquina. Mientras colocaba los electrodos acercaba más y más mis tetas a su cara. Mi blusa marcaba perfectamente mis grandes pechos y Amancio no perdía detalle, estaban tan cerca y tan lejos pensaba él. Cambié de lado y repetí la operación, el bulto en la entrepierna de Amancio comenzaba a dilucidarse al ver mis tetas a centímetros y aproveché la situación. Hice que me resbalaba y caí encima de su cara con mis tetas. En esa posición y sin moverme le pedí disculpas… o no

¡Perdóneme Amancio, qué torpe!

Instintivamente el señor me agarró por la cintura por si me caía y me acercó más a él. Ahora si tenía mis tetas en su cara. Me agarraba con fuerza y comenzó a bajar su mano hasta que apretó mi culo por encima de la falda. Empezó a chuparme los pezones por encima de la blusa y eso me hizo gemir. Con agilidad me subí a la camilla y me acomodé encima de él. Seguía tumbado conmigo sentada encima de polla ya erecta. No hacía falta decir nada, en silencio comencé a sacarme la blusa mientras Amancio, colorado y babeando no perdía detalle. Cuando me quité el sujetador, no pudo evitarlo y comenzó a sobarme. Me volví a acercar y la comida de tetas fue espectacular.

¡Cómame las tetas toditas enteras! A mis pezones les encantan los chupones!

¡Vaya melones que se gasta, doctora!

Con su mano me levantó la falda, separó un poco mis bragas y comenzó a sobarme mi raja con habilidad. Me bajé con rapidez de la camilla y me quité las bragas. Amancio comenzó a bajar su pantalón y su calzoncillo dejando su miembro erecto. No lo dudé, me puse en posición de 69 y mientras me comía mi raja comencé a mamar su gran falo como si no hubiera un mañana. Don Amancio estaba bien dotado, era el hermano de Ramón y se notaba la naturaleza de la familia.

¡Deja de mamármela, que me voy a correr, puta!

Casi me tira de la camilla con la fuerza que hizo. Se bajó con ímpetu y me agarró bastante fuerte del brazo. Empezaba a hacerme daño. Me sentó en una silla tal y como estaba.

¡Quítate la falda esa, y quédate en pelotas!

Estaba un poco asustada y tardé en reaccionar, me parecía que se comportaba de forma violenta

¡¿Qué pasa no escuchas?! ¡Me calientas y ahora te haces la estrecha, zorra…!

Me saqué la falda, obediente y quedé en pelotas delante de Amancio

Ven conmigo.

Amancio salió de la consulta y en la salita de espera se paró.

¡Apóyate en la pared! Me indicó

Me apoyé en la pared y desde atrás Amancio comenzó a besarme el culo. Poco a poco fue metiendo su lengua y me estaba poniendo a mil. Cuando me di cuenta el dolor me avisó de que estaba intentando meterme su polla por mi culo.

Te voy a romper tu súper culo doctora… estoy ya cansado de follarme a la yegua.

Por fin pudo meter su polla al mismo tiempo que grité. Me follaba el culo a toda máquina, se notaba que tenía habilidad… tal vez lo de follarse a la yegua era verdad. “¡Joder, he mamado una polla que ha estado dentro de una yegua! ¡¡Y a saber en qué agujero!!” pensé, pero me dio igual.

¡¿Te encanta verdad?! Me sacó de mi ensoñación cuando me la metió duro hasta el fondo.

Sigue follándome y calla joder… ¡¡Hace mucho que no me dan por el culo!!

¡Haz que me corra dentro de ti, me encanta oírte!

¡¡Fóllame el culo, cabrón!! ¡¡Vamos llénamelo de leche cuajada y bien espesa!!

Estas muy buena, puta. ¡Y Lo bien que follas!

Sí, dame fuerte cabrón… ¡Vamos no pares y córrete dentro de mi culo, es para ti!

Sacó rápidamente su polla de mi culo y me la metió por mi rajita de un solo golpe…, empapada como estaba no pude evitar correrme del gusto al sentir los más de veinte centímetros de dura y gorda polla de don Amancio. Asida de las caderas, el viejo bombeaba con precisión lo más profundo de mi vagina…

¡Qué mojada estás, doctora!

Hoy te estaba esperando… ¡Vamos, córrete de una puta vez!

El viejo aguantaba, pero no era de piedra y acabó corriéndose en mi coño… Sentí los dos primeros lechazos derramarse en mi útero, pero necesitaba probar el sabor de su leche.

¡¡Sácala que te la voy a comer!! Quiero parte de tu leche en mi boca…

Se la comí con garbo mientas su leche golpeaba en mi paladar. Allí estaba de rodillas enfrente de otro viejo que me había abierto el culo, llenado el coño de esperma y con la boca atorada de verga dura eyaculando los últimos vestigios de su contenido seminal. Soy una guarra, lo sé.

 

**************



Como cada semana, hacía el recorrido con mi coche por las pequeñas villas de mi comarca. Ese día me tocaba ver a don Tito, que es nuestro vecino más joven, con sus sesenta y nueve años a cuestas, una pequeña barriga prominente y un rostro de ogro de malas pulgas, nunca había tenido la oportunidad de observar tan de cerca una «mujer tan atractiva», cuando me decía esto al espejo, me relajaba devolviéndome una sonrisa. Además la esposa del viejo, doña Raquel, era una señora muy amorosa y me entretenía conversando con ella cuando les visitaba. No tenían costumbre de recibir a mucha gente por aquellos lares, a excepción de mí, se relacionaban con un vecino de la finca colindante que iba de vez en cuando por motivo de caza, principalmente, de modo que ellos se lo hacían casi todo, incluso el pan, del cual me regalaban una barra a cambio de llevarles la compra que me habían pedido y de la visita médica, claro está.

Por otro lado, y a decir verdad, mi intimidad comenzaba a ser bastante relajada…, por mi lado nunca había estado en la cama con más de cuatro hombres en mis 28 años, y ahora ya llevaba más de ocho en unos meses, lo mejor era que tenía de todo… viejos con poca y otros con bastante experiencia…, pero lo mejor es que, tras tomar la riendas de mis folladas, me trataban con mucho respeto, incluso Ramón ¿Quién sabe hasta dónde podré conseguir en esta comarca? Quizás Ramón no quería hacerme sentir incomoda, sin embargo su estrategia de vilipendiarme no le valió de nada. En cierta forma me favoreció, pues antes de difamarme, nadie me llenaba en la cama, y ahora tenía más de quince machos dispuestos a satisfacerme, inclusive el párroco del lugar… no solo era su doctora, sino también su puta y confidente en muchas ocasiones, pero me lo negaba a mí misma, sin embargo no era como para despreciar esa pollas sabrosas, algunas tremendas con tanta necesidad de alivio. En ese lugar tan alejado de todo menester… Yo era la única mujer joven en edad de merecer….

Bueno, creo que con esta pequeña explicación, te darás cuenta de cómo estaba mi vida. En general bastante normal, por lo mismo, si me hubieran dicho lo que iba a pasar nunca lo hubiera creído.

Todo empezó hace unos seis meses. Mi vida sexual con Pablo no era muy buena, él era mi novio, lo que quiero decir es que me hacía sentir que no me complacía como hombre y eso me apagaba como mujer. Cada vez me fui sintiendo más necesitada, hasta que lo dejamos justo cuando me llegó la oferta de trabajar en la Alcarria profunda.

La primera tarde hacía tanto calor, que me puse unos jeans ajustados, una blusa bastante ligera, y salí a la tienda de Teresa a por unos refrescos. En la calle me percate que más de alguna mirada iba dirigida descaradamente a mi trasero o a mis pechos. Lo más sorprendente fue que me di cuenta que me excitaba, cuando veía a algún viejo verde mirando mi cuerpo, me gustaba y no podía evitar caminar de forma sensual para provocar más miradas, eso me aliviaba mi mal de amores con Pablo.

Ya en la consulta haciendo mis visitas coincidía con algunos hombres y mujeres, más en privado los más atrevidos empezaron con dichos subidos de tono como «mira que culazo» «buenas tetas señorita» «tienes cara de viciosa» o «te gusta vernos las vergas», mi excitación era demasiada. Llegué a casa solo a encerrarme en el baño a masturbarme, y no les miento cuando les digo que estuve cerca de una hora orgasmo tras orgasmo, fue genial. Fue ese día que nunca olvidaré, fueron los recuerdos de esas miradas y de esos atrevimientos de hombres maduros ¡Excitados y deseosos! Mientras los auscultaba o recetaba algún medicamento, los que me dejaron mi ego satisfecho. Mi primera noche fue tranquila y relajada, sí que me sentía bien, pero no duro mucho.

A la mañana siguiente no me tardé mucho en tomar los mismos jeans y una blusa ajustada y salir a caminar, solo a caminar, a observar y a escuchar. Los comentarios soeces no demoraron en aparecer y lo ocurrido el día anterior volvió a suceder.

Al día siguiente volvía ocurrir tanto en el pueblo como en las visitas a domicilio, y el siguiente y el siguiente. Empecé a hacer más ejercicio para verme mejor, me compré maquillajes mas coloridos e incluso practicaba las formas de caminar más sensuales. Definitivamente era feliz con mi nuevo trabajo y mis pacientes, especialmente los masculinos… viejos pero abigarrados machos como a mí me gustan. Me daba cuenta que las miradas y sobre todo los dichos de aquellos viejos me llenaban de erotismo, me hacían sentir mujer, y en una zona de esas características no era difícil encontrar algún sujeto que te mirara descaradamente y te dijera alguna grosería, incluso la diferencia de edad me provocaba locas ideas que resultaban en excitación, era como una BELLA PRINCESA entre plebeyos hambrientos y deseosos de CARNE FRESCA… sucios y mal olientes plebeyos deseosos de mi sexo joven.

Un día que estaba muy excitada, fue un miércoles, sí que lo recuerdo. Esa mañana en especial estaba muy inquieta, y pensé que esa salida debía ser especial. Me puse una falda a medio muslo, bastante ligera para que destacara la forma de mis nalgas, desnudas pues mi pequeño tanga ya había sido absorbido por ellas…, arriba solo una blusa apretaba mis pechos donde se notaban mis pezones marcado y duros, deje mi cintura al aire libre y unas botas de campo completaban mi increíble atuendo.

Salí de casa dispuesta a llamar la atención de cualquier hombre que se me cruzara. Llegué a una finca nueva, caminé mucho ese día. Un viejo malviviente estaba sentado en una banqueta. Desde que lo vi de lejos sabia que podría pasar algo fuerte, incluso sentí cierta emoción cuando me acercaba con caminar coqueto ensayado. Llegué junto a él y tras presentarme e intercambiar varias frases, escuché algo imborrable en mi memoria. Con la natural voz carraspera y hasta podría decir malévola me dijo… «¿Me dejarás ver y lamer tu coño?» «Déjame llenar tu coño ¡PUTA!». Sentí una verdadera carga eléctrica recorrer mi cuerpo, me sentí empapada de un instante a otro, fue como un orgasmo instantáneo. Paré por un segundo de pensar en mi trabajo y luego como pude seguí caminando a la vivienda tras él, asustada, emocionada y sobre todo excitada. Nunca me habían llamado así, de pronto todo era tan claro, así me gustaba sentirme… sucia, provocativa, rastrera ¡toda una PUTA! En esos momentos salió su esposa y procedimos a hacer in informe de la problemática de cada uno. Después de aquella visita, solo quería estar en casa, necesitaba masturbarme. Me di cuenta que había recorrido mucha carretera, estaba lejos y me sentía ansiosa. Decidí tomar el camino de vuelta cuanto antes.

Cuando llegue a casa me dirigí directamente al baño, le di al agua para darme una ducha refrescante. Planeaba quedarme ahí un par de horas… tocándome, excitándome, autosatisfaciéndome. Estaba desesperada y ansiosa «déjame llenar tu coño ¡PUTA!» sonaba en mi cabeza y me producía escalofríos. La bañera estaba casi llena y me disponía a cerrar la puerta del baño cuando sonó la campana de la puerta, «mierda, ¿quién puede ser?» pensé. No acababa de decidir si atender a la puerta o no cuando tocó otra vez. Cerré la llave de la de la bañera y fui a ver quien tocaba, no quería que nada me distrajera y un payaso tocando insistentemente a la puerta claro que me distraería.

Abrí la puerta y ahí estaba, don Tito, uno de los vecinos. Apenas le abrí su mirada se fijo en mis tetas, eso me excito, no lo puedo negar. Primero me pidió disculpas por la molestia y luego recorriéndome el cuerpo con la mirada me pidió la insulina para el azúcar de su esposa, lo que no me extraño ya que siempre nos están pidiendo algo porque son muy olvidadizos, pero la que generalmente viene a por los medicamentos es doña Raquel por lo que pregunté por ella. Me dijo que ella estaba fastidiada y que por eso era él quien me molestaba. Me di un momento observando cómo me devoraba con los ojos, me gustó como me miraba, me excitaba más aún después de los encuentros en las visitas. Le pedí que pasara y que me acompañara mientras le preparaba las jeringuillas. Caminé al consultorio que quedaba al otro lado de la cocina, sabiendo que él me seguía sin perder de vista, de modo que iba intencionalmente meneado trasero. En el camino entendí porque me miraba así, me había salpicado agua a la blusa y esta estaba pegada a mis tetas, mis pezones casi estaban al desnudo para el deleite del viejo.

No me preocupó la impresión que podía darle, quizás podría comentarlo con los otros vecinos, o pensaría que soy una provocadora, esto último me excitó y los problemas que podría tener con las esposas no me importaron. Mi excitación pedía que jugara con don Tito, quería verlo deseándome, me estremecía al pensar que estaba sola en la casa con un viejo verde que solo quería probar mi cuerpo. Instintivamente mi culo se respingón, mis hombros se fueron atrás y mi caminar se volvió exquisitamente sexy pero casual a la vez. Cuando llegamos a la estantería de la consulta, me incliné en ángulo recto para coger el medicamento del gabinete de abajo, me demoré simulando que no la encontraba…, cuando por fin la encontré me di la vuelta y pude ver como el vejete se enderezaba.

Casi me volví loca al pensar que ese viejo me había visto el trasero. Mire su pantalón y me di cuenta de su erección, él se dio cuenta que le miraba el bulto pero no dijo nada, así como yo no dije nada al sorprenderlo mirando bajo mi falda. Estaba como loca, estaba muy nerviosa, pero no nerviosa de forma común y corriente sino de esa forma que solo la excitación extrema puede provocar. Le pedí que se acercara, se acercó y le expliqué como debía hacerse la aplicación, algo que ya sabía pero necesitaba o deseaba que el momento cercano durara lo más posible esnifando su aroma a macho. Sus ojos llegaban a la altura de mi cuello, lo tenía a treinta centímetros de mí y me miraba descaradamente mis tetas casi desnudas, su excitación…no, no puedo llamar lo que vi excitación, era calentura…, ese viejo me quería comer y yo lo sabía, me excitaba más aun saber que me mostraba como una putita calentando a un vejete verde. Terminé de explicarle y me volví dándole la espalda, cerré los ojos y suspire sin que él me viera. Me quedé ahí contra los muebles del consultorio simulando que ordenaba algo. Era consciente que él me miraba desde atrás, y el no saber donde tenía plantada la mirada me generaba ideas demasiado provocativas.

¡Sabe doctora, tienes unas piernas preciosas! Dijo Don Tito, me quedé helada. - Espero no le moleste que se lo diga.

No, respondí, estaba inmóvil, supongo que parecí algo sumisa porque prosiguió.

Esas piernas que acaban en esa cintura, es de hacer deporte ¿verdad?

Asentí con la cabeza, si le hubiera respondido con un «si» se hubiera escuchado mas como un gemido que como una palabra.

Y ese culo, discúlpame que se lo diga, pero está fantástico. Sentí como dio un paso hacia mí y luego poso suavemente sus manos en mi cintura. – Guauu…y su piel es suave como la seda.

Gracias don Tito, es usted muy amable. dije nerviosa.

Sus manos empezaron a moverse suavemente sobre mis caderas. El hecho de estar en esas condiciones, con un viejo mirándome descaradamente y a la vez tocando y sintiendo mi piel, no hacía más que acrecentar mi excitación acumulado durante todo el día. Me limite a escucharlo y tratar de disimular mi estado lo mejor posible.

Tiene un cuerpazo, y desde que llegó no hace más que mostrarlo descaradamente… debería cuidarse, podría pasarle algo… además te deben decir muchas groserías por estos lares, aquí son muy brutos con las mujeres, sobre todo si son guapas… dijo cerca de mi oído.

Apoyo su bulto en mi trasero, pude sentir sobre mis nalgas su excitación, una palpitante excitación. El maldito me estaba apoyando y descaradamente. Yo era la doctora, pero en esos momento era la mujer del deseo de todos eso viejos…, de ese vecino que le agradaba mucho… ¡Maldición, era otro viejo que se aprovechaba de mí!, cualquiera eran viejos que podía ser mi padre o mi abuelo.

Sentía un bulto que no era nada despreciable dada mi calentura, y cuando era lo suficientemente fuerte para murmurar un «no, ya basta» mi cuerpo no me apoyaba. Incluso empecé a rozar mi culo contra el bulto de sus pantalones, con mis nalgas trataba lenta y suavemente de atrapar ese miembro palpitante que se notaba descaradamente en sus pantalones holgados de lycra… se veía con claridad cómo le llegaba el cipote hasta el muslo. Yo no quería que se notara mucho, de modo que era un movimiento sutil pero estoy segura que lo sentía… obvio que lo sentía, porque empezó a puntearme con más fuerza, no mucha pero fue notorio. Estaba haciendo realidad los sucios deseos de aquel viejo, y no tenía fuerzas para evitar que abusara de mi cuerpo. Sus manos me rodearon suavemente hasta atrapar mis tetas.

¡Que buenas tetas tiene doctora! Susurro en mi oído. – Los hijos que tenga, no tendrán problema de alimentación… Y con estas caderas tan anchas, tampoco tendrá ningún problema en parirlos. Ahora solo le falta que la preñen, y para eso tiene candidatos...

¡Se refirió vulgarmente a mis tetas, y a mis anchas caderas ideales para parir a los hijos que me decía me podía o podían hacer follándome a cascoporro, ¡pero sobre todo, dejó claro que de allí iba a salir preñada de algún viejo! Esas groserías que escuchaba de cualquiera en la calle, ahora me las decían al oído. Mis manos se apoyaron fuertemente en las de él sobre mis tetas.

Ya basta, suélteme don Tito, pedí, pero mis manos se apretaron contra mí.

Mi cuerpo no tenía intención de resistirse y entendí que me excitaba pedir un alto y no obtenerlo…, que aquel viejo no me hiciera caso, que su calentura fuera más fuerte que mis palabras, me hacía sentir deseada y abusada pero sobre todo muerta de excitación.

Me apretaba las tetas con pasión, las amasaba fuertemente murmurándome al oído que estaban grandes y firmes, como pocas había tocado. Me empezó a puntear con más fuerza, tuve que apoyarme contra el mueble del consultorio para no perder el equilibrio, sus manos me apretaban las tetas, y su cuerpo me apretaba la cintura contra su pelvis. Para conservar su bulto a la altura de mis nalgas tuve que flexionar ligeramente las piernas. Estaba fuera de mí, no dejaba de pensar en lo morboso de la situación…, ese viejo que todas las noches compartía la cama con esa mujer vieja que es Raquel, ahora tenía un cuerpo mucho más joven y bastante mejor formado para darse gusto, y ese cuerpo era mío, una mujer soltera y doctora del lugar de vida intachable hasta esos momentos, se estaba dejando hacer con todos los viejos del lugar solo por perra… ¡¡POR PUTA!!

Estuvo un rato masajeándome las tetas, y apretando una y otra vez su paquete contra mi trasero. Yo estaba loca, parecía tener un orgasmo atorado en mi interior. Cualquiera podría decir que la escasa sensatez que me quedaba me impedía entregarle el placer del triunfo a aquel viejo maldito, pero no, no era esa la razón, solo quería que su verga me llenase y explotará dentro de mí. La idea de sentirme dominada por don Tito me estremecía. El viejo apoyo una de sus manos sobre la parte superior de mi muslo derecho, poco a poco fue subiendo la falda hasta que pudo acariciar la piel de mi pierna, me acaricio con bravura…, me giré un momento y vi como observaba sus movimientos por debajo de mi falda. Su rostro era bruto, parecía un lunático, su arrugado rostro delataba un placer morboso. Cuando repentinamente tomó la falda y me dio la vuelta sobre mi espalda, la sonrisa de deleite que mostró al ver mi pequeña prenda interior atrapada entre mis redondas nalgas era algo que me llenaba de orgullo. Instintivamente me hizo elevar aun más mi culo, mostrándolo en su máximo esplendor.

Eso, muéstrame el culo como debe ser, comentó mientras me plantaba una fuerte palmada en mi trasero.

Su comentario, mezclado con el fuerte sonido de su palmazo, me hicieron comprender que ya no había vuelta atrás, mi excitación era demasiado fuerte y no podía renegar de ella… lo que iba a ser una tarde de relax con una masturbación tras otra buscando mi placer orgásmico, don Tito lo iba a sustituir por un placer más recio y real…me tenía en sus viejas y asquerosas manos. Mientras seguía admirando mi trasero, tomo mis nalgas y las separó, para apoyar sobre la línea de mi tanga el grueso bulto que se le denotaba en los pantalones. Cuando soltó mis nalgas sentí entre ellas las palpitaciones de su excitado pollón, y enterré mi culo bajo su barriga. Me tomó de las caderas desnudas y me apoyó su paquete con fuerza, incluso pude oír un pequeño gemido de parte de él, a la vez que a mí se me salía uno más evidente.

Uyyy….mueve tu culo doctora…menéalo como a los hombres nos gusta verlo.

Obedecí y elevé el culo lo más que pude, la empecé a mover suavemente de lado a lado mientras rozaba su verga bajo el pantalón. Me giré un instante, me excitaba ver su rostro, el viejo estaba en la gloria y el morbo de la situación me tenía en el deleite a mí. Las palmadas en mi trasero empezaron a sonar y sentí cosquillas de dolor en mis nalgas cuando el vejete gozaba golpeándolas…, este dolor me hacía sentir más usada, a merced del ogro hambriento de carne humana que me había atrapado… ese ogro que ahora iba a saciar sus más sucias y degeneradas perversiones con mi cuerpo joven. Cada día comprendía mejor la idiosincrasia de todos estos viejos, los cuales vivían su vida de manera simple… trabajar, comer, dormir y fornicar. Su forma de vida se resumía en dos…mantener a la familia y follar a sus mujeres para hacerlas panzonas. El sexo no era más la manera de demostrar que eran sementales para cubrir a las hembras, preñarlas y satisfacerse dentro sus coños, y este viejo no era diferente a los demás.

Don Tito apartó su bulto de mi culo, se paro junto a mí y apoyó su mano sobre la parte baja de mi espalda. Empezó a acariciar suavemente mi trasero, se paseaba de nalga en nalga, seguía por mis muslos y de vez en cuando acariciaba fugazmente mi entrepierna sobre mi tanga. Dejé de mover mi trasero, lamenté el cesé de los golpes en mis nalgas, pero pronto volvieron a aparecer y no volvieron solos.

¡¿Qué pasa?! no he dicho que pares, ¡Sigue meneando el culo PUTA! Exclamó mientras me plantaba una fuerte palmada en la nalga derecha.

¿Cómo me llamo?

– …uuuyyy…

¿Cómo me llamó?

Don Tito…aaahhh Balbucee como pude, mientras reanudaba descontroladamente el meneo de mi trasero.

Doctora…no eres más que una puta calentona…y además con un cuerpazo de miedo…no te preocupes que yo voy a clavártela y a llenarte cómo ha de hacerse a una hembra. ¡De este pueblo vas a salir bien preñada!

El dolor de sus azotes en mis nalgas, mezclado con la increíble excitación que me provocó el haberlo escuchado llamarme puta y que me dejaría bien llena de esperma espeso para acabar preñada, junto con sus dedos que no dejaban de frotarme el clítoris, desencadenaron un orgasmo que resultó en fuertes gemidos y la tensión de todo mi cuerpo. Mientras gozaba con aquel sentir, la idea de que aquel viejo hablara me mal, me excitaba aun más, mi primer orgasmo de ese día fue largo e intenso.

AAAhhhhhh, déjeme don Tito…uuuuyyyy….por favor, gemía mientras recibía fuertes palmazos en mi culito.

Me quedé quieta sobre la mesa del consultorio, don Tito se dio cuenta que acababa de tener un orgasmo y ya no me exigía que meneara el trasero, se limitó a acariciarme o mejor dicho a manosearme mientras recobraba el aliento. Mi rostro estaba apoyado contra la mesa, mis ojos cerrados y la fuerte respiración delataban mi pasividad. El viejo se acercó, me elevó la cabeza y metió su lengua por entre mis labios, jugó un momento dentro de mi boca y luego lamió mis labios y mejilla. De un solo tirón me quitó la falda y la tiro al suelo, yo reaccione y me alejé un metro de él.

Hay estaba yo, frente al vecino, con un diminuto tanga, una pequeña blusa mojada que se pegaba a mis tetas y parada sobre unas sandalias con medio tacón. De seguro me veía increíble, porque la sonrisa del viejo era enfermizamente caliente. Se empezó a acariciar su polla erecta en frente de mí, la idea de que ese viejo se estuviera masturbando mirando mi cuerpo provocó el regreso de esos cosquilleos que creí extintos tras el orgasmo. Aquel viejo portaba una polla gigante de caballo, a la pobre señora Raquel la tendría abierta como una boca de túnel y perforada hasta el estómago… era tan grande o más que la de Ramón, ¡No sabía cómo me iba a caber tanta carne dentro de mi coño! Su mano recorría todo el tallo, haciendo que el prepucio se deslizara cubriendo y descubriendo el glande… sus huevos eran tremendos, con un volumen ciclópeo.

Estas bien buena doctora, si que tiene suerte el hijo de puta que te folle.

Por favor, no se refiera a mí de esa forma, Increpe sin mucha convicción.

Ja Ja.. ¿Cómo quieres que te llame?… ah sí, PUTA, esa es la palabra, dijo mientras se apretaba el bulto y me miraba a los ojos. – Acabo de manosearle como he querido, incluso le di un dulce beso y ahora la estoy mirando semidesnuda frente a mí mientras me pego una buena paja… definitivamente estas muy buena, mira esas piernas, ¡están de lujo!….Ahora quiero que desfiles para mí, que me muestres ese cuerpazo… ¡Anda, camina como una perra! ¡Caliéntame!

Dudé, no me gustaba lo que había dicho pero era verdad, era una perra, una perra que quería seguir jugando o que jugaran con ella. No podía perdonarme por no poder evitar entregarme como una puta. Caminé lentamente frente a él. Mis pasos mejor ensayados se los mostré mientras le miraba el pollón entre sus manos, sabía que le gustaba que le mirase haciéndose la paja, y a mí me gustaba excitarlo…, calentar a ese viejo, un viejo que nunca podría soñar con una mujer como yo, me provocaba demasiado. Cuando pasaba cerca de él, no perdía oportunidad en darme una nalgada o manosearme las tetas, a la vez que me llenaba de insultos llamándome puta o perra. Estaba en el cielo.

Eso es señorita doctora, menéale el culo a este vejete caliente…muéstreme lo provocativa que puede ser… que puta mas buena….¡y va a ser mía!…su cuerpo va a ser mío…¿no es cierto?….¿no es cierto doctora? Igual que lo has sido de tanto otros en este pueblo… ¿no es cierto perra?….¡Vamos, responde! El viejo se cruzo en mi camino, me tomó de las caderas, y me miro a los ojos con una mueca de satisfacción interrumpida en la cara.

Sí….sí don Tito…mi cuerpo será suyo…y lo será como a usted le plazca, respondí sumisa frente al avance de sus manos, que metió bajo mi blusa para apretarme las tetas. – Solo le pido que me llene el útero, y se deje bien secos esos grandes huevones que tiene llenos de leche espesa, y que dona Raquel sepa que hoy se los he vaciado yo.

¿Le gusta que le manoseen las tetas…? A las putas como usted les gusta.

Si don Tito, me gusta que me aprieten las tetas, decir tetas, refiriéndome a mis propios senos me gustó. Sus manos levantaron mi blusa para poder ver como amasaba mis pech…tetas.

¿Y te gusta que te las chupen? ¿Quieres ser mi vaca lechera…? ¡Qué buenas tetas doctora!, seguro a tu estúpido novio también le gustaban, dijo mientras empezaba a lamer mis pezones.

Si, a él le gustaban mucho don Tito, respondí sin perder de vista su lengua – Se sentía orgulloso de ser el único que las usaba.

Al escuchar esto me las apretó con fuerza, mientras el lamer de mis tetas se trasformo en chupadas y mordiscos descontrolados, mi novio jamás me había besado así…, me sentía muy deseada y sucia a la vez por permitirle a aquel viejo asqueroso manosearme de esa manera. Al cabo de unos minutos, soltó mis tetas para posar sus manos sobre mi trasero, me apretaba y acariciaba las nalgas violentamente.

Y tu culo… joder, que bueno esta, tienes un culo de ensueño puta…y quien te lo está sobando soy yo….aaaaahhhh…y no ese marica de Fausto o Ramón… ¡Qué culazo puta…! ¿te gusta que te toquen el culo, perra?

Adoro que me manoseen el culo don Tito….¡uuuuyyyyy!…. adoro calentar a viejos como usted…..aaaaayyyyy…..adoro que usen mi culito…..aaaayyyyy no, pero usted está casado y esto no está bien…ay ay, por favor suélteme don Tito, por favor no abuse de mí o nos arrepentiremos, dije como una niña asustada, lo que encendió al viejo y volvió con sus fuertes y adorables palmadas sobre mis nalgas.

Que puta eres doctora…una puta preciosa, mira esa carita de ángel…que labios más hermosos… ¿te gustaría que te premie con un dulce?

El viejo empezó a desabrochar su cinturón y cuando lo iba a hacer se arrepintió

Anda, búscalo puta…muéstrale a este viejo lo que te gusta.

Era el momento, hasta ese instante no me había dado cuenta de lo ansiosa que estaba por portarme como una verdadera puta…, había llegado el momento de hacer en vez de dejarme hacer y mi excitación iba en franco aumento.

Ande señorita doctora, busque lo que le gusta a las perras como usted. Despójeme de los pantalones y disfrute de lo que está viendo bien duro… bien duro en honor a usted. Anda puta, acaríciamelo.

El viejo ya se había dado cuenta del morbo que me provocaba que me dijera puta, y lo sabía aprovechar, ver su tremenda tranca meneándosela me puso al trote con la sangre hirviendo, me hallaba asustada y salida como una adolescente. Sabía que era muy diferente dejarme tocar a provocar placer en otro hombre, y más si era un viejo, quien hacía mucho no tocaba a una joven, pero estaba decidida a seguir jugando pese a afrontar las consecuencia de estar casado… me tenia loca la idea de entregarme a don Tito. Dejarme follar por aquel viejo verde me convertía en una puta, y eso me encantaba, quería ser una puta ansiosa de placer…de verga. Notar cómo se entregaban follándome sin paragón, como sus enormes pollas me dilataban la vagina y sin prejuicios me follaban a pelo hasta reventar dentro de mí… percibir sus corridas, ver sus caras mientras eyaculaban cantidades de lefa en mi intimidad vaginal, sentir, tocar y manosear sus enormes masas escrotales y sus veteranos y gordos huevos que ya debían de haber producido litros y litros de leche, me enloquecía y excitaba a extremos que empezaba a ser un adicción incontrolable. Me llenaba de orgullo femenino ser la hembra que provocaba tantas emociones en esos machos tan varoniles, viejos sí, pero al fin y al cabo machos puros que fornicaban sin cortapisas, cual acto natural y tan ancestral como la vida misma sin ambigüedades.

Acerqué mis manos a su cipote y las deslicé hasta el cinturón de sus pantalones. El viejo suspiró de placer cuando apreté su polla, sintiendo la dureza de su escandaloso miembro viril en mis tiernas manos. Me miraba con una mueca extraña, como un dominador burlón mira a su víctima indefensa. Pude sentir un verga larga y gruesa muy dura…completamente rígida con una orografía deforme por sus años y las hinchadas venas que jalonan su tallo… me encantaba, aquel viejo sí que estaba caliente, y me hacía sentir toda una hembra. Desabroché su pantalón y lo acaricié, cerré los ojos para disfrutar la sensación de tocar aquella vieja barra de carne… pensé en la cantidad de coños que habría perforado y eyaculado dentro de ellos…, una de mis manos atrapo sus peludos testículos, acaricié suavemente la enorme masa escrotal, percibiendo la dureza tierna de sus huevos… uno a uno los sentí entre las yemas de mis dedos…, la otra apretó fuertemente su mástil, y con un sutil sube y baja lo empecé a masturbar quedando ensimismada en el gran capullo de uno solo ojo, era grande y veía como se abría y cerraba al paso de mi mano por el glande… era tan espacioso que pensé en los colosales chorros que soltaría por ahí.

Me vio descuidada y volvió a meter su lengua en mi boca, parecía que había juntado saliva para inundar mi cara, era asqueroso sentir tanta baba, pero excitante… le devolví su beso como una niña dejándose hacer, como si fuera mi primer beso y luego me dejé lamer la cara.

La piel del prepucio de su miembro viril era tersa por la rigidez de este, su glande húmedo impregnaba mi mano cuando lo acariciaba. Por un instante pensé que la comida o debía tener algo que ver en el desarrollo de sus miembros, dado que el que se presentaba ante mí no era nada normal, si exceptuamos el de Fausto, los demás eran pollas enormes… y eso me excitaba, me calentaba la idea de que aquel viejo me brindara más placer que cualquier otro novio que hubiese tenido…, con sus años de más, su barriga y su abrupta faz, me iba a tomar como nunca lo había producido el majestuoso par de testículos que el viejo poseía bajo aquel mostrenco.

Don Tito suavemente me oriento hacia la mesa. Yo, sin soltar su cipote, lo seguí… ya estaba perdidamente hambrienta de polla. El fuerte aroma a macho embebía mis papilas gustativas y las hormonas me las tenía revolucionadas

Ahora me la vas a chupar como una perra… le vas a chupar la polla a este viejo pollón que tantos coños se ha follado, me dijo don Tito cuando me obligaba a inclinarme sobre la mesa.

Me dejó apoyada en un vértice de esta, dejando mi cabeza a la altura de su empalador miembro viril, y mi culo en pompa por el otro lado. Mientras me acariciaba el culo, me empezó a dar pequeños golpes en la cara con su verga, haciéndome ver lo gruesa y dura que la tenía ya.

¿Qué te parece tu dulce de leche? ¡Eh perra! ¿Te gusta mi gorda polla… y mis buenos cojones? Los tengo sin vaciar unas cuantas semanas y deben estar a rebosar de leche…, empezaron los increíbles palmazos en mis nalgas ─ ¿Qué diría tu papá si te viera con mi verga en la cara?….aaaaggghhh… ¡Anda! ¡Abre esa boca de puta!

Mi padre nunca me ha pedido que se la chupe don Tito, dije antes de desabrochar los últimos botones de su camisa y pasar sensualmente mi lengua por su velluda barriga ─ Su vieja verga será la primera que saboree mi boca…. Usted Don Tito va a ser el primero que meta su verga en mi boca.

No podía creer lo que acababan de pronunciar mis labios… sabía que él sabía que no era verdad, pero eso iba a calentar al viejo, y era consciente de que me calentaba mucho más a mí, solo que decirlo con esa mezcla de inocencia y sensualidad me asombraba.

No seas mentirosa, que aquí en el pueblo ya te has tragado unas cuantas, pero no tan gordas como la mía…

¡Sois todos tan pollones que me sublima comeros la polla… y los huevones que tenéis!

Entonces abre la boca doctora, dijo con su voz carrasposa.

Primero repasé su miembro con la lengua, él se inclinaba para poder verlo bajo su barriga. Recorría de la base de su gruesa verga hasta su húmedo glande, tenía un sabor a salado como a sudor con una pequeña esencia a su orín… me gustaba que no fueran tan aseados y mantuviese el sabor a macho, ese sabor a calentura de viejo me gustaba mogollón. Bañé su mástil con saliva y sus testículos también se los repasé, que me sumergiera entre su vello para alcanzar sus testículos colgaderos con mi lengua le encantaba, podía sentirlo en los apretones o palmadas en mi culo…lengüetee uno a uno de sus huevos, me los tragaba y luego intenté con esfuerzo meterme las dos pelotas en mi boca. Con los huevos dentro los lamía como podía. Bien ensalivados lo dejé, cuando volví por el mismo largo recorrido de su tronco hasta que atrapé su glande con mis labios, cada una de sus manos apretó la respectiva nalga que tenía atrapada.

Eso es Doctora, hágame una buena limpieza de bajos… ¡Chúpamela…demuéstrame lo vale lo que está aprendiendo en este pueblo!

Empecé a chupar su verga de forma hambrienta, mientras mis labios la recorrían de arriba hasta donde alcanzara a entrar en mi boca, mi mano apretaba y masturbaba lo que quedaba fuera de está que era bastante, mi lengua acariciaba su glande sin descanso y mi culo se meneaba sin cesar. Ya llevaba un rato así cuando empecé a bajar el ritmo.

¡Vamos puta!, sigue chupando….síguela chupando la polla a este viejo caliente, exclamó mientras me pegaba fuertes palmazos en mis nalgas. – No quieres probar el dulce de leche que tengo macerándose en mis huevos… ¡¡con el tiempo que llevo sin correrme, me va a salir la lefa tan espesa como la cuajada!!

¡¡No se imagina como me gusta comerme una buena ración de cuajada y requesón!!

Reanude mi ritmo, mi excitación había crecido. Al tratarme de puta y ordenarme que siguiera, me hacía más deseable…mas puta…mas rastrera. Mientras chupaba no podía evitar emitir sonidos de gemidos atrapados en mi garganta, mi calentura se me notaba a una legua, y más se notaba cuando disminuía el masaje en su verga, con la intención de que me volviera a gritar, a insultar y a darme palmazos como a una niña que no cumple con su tarea.

Me gustaría ver al cabrón de tu padre, viendo como su hija me la chupa…aaaarrgg….el cuerpazo de mujer que tiene su hija chupándosela a un despreciable viejo que podría ser tu abuelo… mientras este le manosea su delicioso culo…aaaahhhh…. ¡Eso puta, cómete tu dulce, reverenda puta! Decía sabiendo que yo me calentaba más con sus insultos.

Apartó su delicioso tronco de mí y se paró detrás de mí. Agarró mi tanga y me la dejó a medio muslo. Lo miré, estaba mirándome el culo desnudo y mi entrepierna totalmente expuesta. Puso su mano sobre mi húmeda vagina y la acaricio impregnando mis labios vaginales con mis propios flujos.

Esta muy mojada puta…como una perra en celo, dijo mientras ponía la punta de su verga sobre mis labios vaginales. – Me encanta que seas tan cachonda con un viejo cabrón.

No don Tito, no me la meta duro….por favor…no me parta el coño con mucha fuerza al principio, imploré sabiendo que no me haría caso… ya dije, me encanta que no le importe si yo quiero o no.

Doctoras, estás loca porque te la metan…la muy puta… ¡¿Piensas que te voy a dejar así sin más…?! Pues ahora me lo vas a pedir… me vas a pedir que te la meta…anda, pídeme que te atraviese….pídeme que te haga mía….pídeme que posea el cuerpo de la joven doctora del pueblo…anda puta, no te la voy a meter hasta que me lo pidas, dijo el viejo mientras rozaba su glande en la entrada de mi vagina.

Estuvo un rato acariciándome el culo y la raja con su monstruoso falo, sus palmadas se mantenían sobre mis nalgas, el glande me abría los labios y llegaba al clítoris…me pajeaba y cuando creía alcanzar un orgasmo, me retiraba la fricción. Mi excitación me dominaba. Ese viejo manoseándome y mirando mi cuerpo desnudo a excepción de mi blusa mojada me ponía a mil los deseos de ser follada como una perra salida… y ya no aguantaba las ganas de que me lo metiera hasta el mismo útero. Me volví a mirarlo, nuestras miradas se encontraron, su sonrisa malévola me hacía sentir dominada y descontroladamente caliente.

Por favor don Tito….aaaaayyyyyy….poséame…desquítese de Ramón y los demás follando a la doctora cachonda…quiero sentir que me usa y abusa de mí…uuuuyyyyy….quiero sentir su gruesa verga dentro de mí coño…por favor don Tito, complázcame y seré suya para siempre…para que desahogue su placer en mi cuerpo, en mi vagina, en mi boca o en mi culo… ¡Por favor don Tito, calme mi calentura de PUTA! Dije mirándolo a los ojos en forma suplicante, mientras yo misma acariciaba mi culo a la vez que lo meneaba como sabia que a él le gustaba.

El viejo aguantó hasta que terminó mi desesperada petición…, se agasajó mirando mi excitado rostro mientras le pedía que me clavara esa verga. Lo dejé de observar mi candente coño cuando me tomó de las caderas, ubico la robusta punta de su verga entre mis labios vaginales, y una encontrada la boca del coño, de una sola embestida me lo clavo por completo hasta los mismos huevos. Su gruesa verga se abrió paso en mi interior como un taladro percutor, arrastrando mis carnes. ¡¡Me saco un grito desgarrador de dolor y placer mezclados de forma exquisita entre mis piernas!! Se quedó ahí dentro de mi fondo vaginal un momento, con toda su carne dentro de mí. Nunca había sentido nada tan grande rellenándome tan adentro. 

 


 

Me calentaba pensar en cómo me había dejado joder por el viejo vecino y por tantos otros sin remilgos…, sí, la idea no era repetitiva sino una trama entre los machos del pueblo por saciarme a pollazos, pero no por eso dejaba de excitarme menos. De pronto me asió firmemente de las caderas y aquel viejo de más de 80 años, empezó el violento mete y saca de su recio y duro tronco venéreo en el interior de mi hambrienta vagina. Me tenía bien agarrada de las caderas, y gracias a ello no me estampaba contra las cristaleras del armario de medicamentos…, Yo empujaba hacia él con la misma fuerza que me estaba clavando, bajo la necesidad de sentir el trabuco alojado completamente en mi interior...notaba que me llegaba hasta el mismo útero. Pude sentir su barriga sobre la parte baja de mis espalda cuando se inclinó para agarrarse de mis tetas ¡Estaba sobre mí, follándome salvajemente!! Yo tenía las piernas juntas, amarradas por mi tanga a medio muslo, y mis codos, apoyados sobre la mesa, dándole el espacio suficiente para que manoseara a placer mis excitados pezones. En el reflejo de los cristales del armario, me veía montada por el viejo semental como una perra.

¡Aaaaaayyyyyyy!….¡me duele!…….¡uuuuuuyyyyyy!…….¡me parte!…….¡Don Titoooo! ¡NO PAREEEE!………¡NO, DÉJEME, NO PUEDE HACERLE ESTO A SU ESPOSA! ¡VIEJO ASQUEROSO! ¡¡DEJE DE FOLLARME TAN DURO!! ¡LA TIENE DEMASIADO GORDA Y DURA!

¡CALLATE MALDITA PUTA!…..¡APENAS ESTOY EMPEZANDO! ¡QUE BUENO ES FOLLARTE! AAAARRRRGGGGG… ¡DIJISTE QUE SERIAS MÍA SI TE LA METÍA ¡ERES MÍA DOCTORA! ¡MAÑANA CUANDO ESTÉS EN LA CONSULTA, VENDRÉ A VOLVER A FOLLARTE OTRA VEZ!! ¡Y ME VAS A ESPERAR, ESCUCHASTE, ME ESPERARAS PORQUE ESTARÁS HAMBRIENTA POR ESTE VIEJO ASQUEROSO! Se desgañitaba mientras me follaba duro, haciéndome percibir su cabezón en el estómago de lo profunda que la metía.

¡Sí don tito…..aaaayyyyyy…! ¡Le voy a esperar sumisa y complaciente… dispuesta a todo! Voy a ser su perrita… ¡¡Uuuuuyyyyy!! La doctora del pueblo… ¡VA A SER SU PERRAAAA! ¡¡AAAAHHHHH, AAAAAHHHHH!!

Estalló mi segundo orgasmo, fue largo e intenso, pero no me dejó satisfecha, o eso creía con todo el mostrenco metido en mis entrañas. Me iba dejando agotada, cansada y más calmada pero no satisfecha, aun estaba hambrienta.

El viejo se detuvo, no me la saco, pero se quedó quieto parado detrás de mí. No demoré mucho en empezar a moverme en suave vaivén, ahora era yo la que me estaba comiéndome su gran falo con la boca de mi coño. Podía sentir como mis nalgas se pegaban a su ingle cuando mi culo se clavaba bajo su barriga. Me movía hacia la mesa sintiendo el roce de su pollón dentro de mí útero, para luego volver a clavármelo y sentir su peluda piel en mis muslos y nalgas.

Eso putita…cómetelo…muéstrame que te gusta la vergas viejas y usadas…muéstrame que te encanta, decía el vejete mientras acariciaba mi espalda. – Ahora más rápido… ¡más rápido te dije¡ ¡Como si te follaras al cabrón de tu padre! Seguro que te has corrido más de una vez pensado en el hijo de puta. Volvió a azotar mis nalgas con sus arrugadas manos.

Aceleré el ritmo de mis sacudidas. Él no se movía, era yo la que, bajo el yugo de sus palmazos, devoraba su energizada polla por entre mis piernas, ahondándose en lo profundo de mi raja expandida como la boca de un túnel, en un mete y saca frenético, como una yegua complaciendo a su jinete. Sabía que le encantaba mirarme el culo, viendo como su gran tranca se clavaba entre mis nalgas dándome placer con su verga, sabía que gozaba mientras me dejaba azotar, con tal de mantener su grueso falo dentro de mí, el sentirme como su puta, el escucharlo insultarme, e insultar a mi padre, me tenía descontrolada. Mi único control se basaba en dejar que abusara de mi cuerpo, con tal que siguiera gozándome, me mantenía sumisa ante él.

Tras de un rato de gozar de mis traqueteos, sorpresivamente se aparto de mí, sacándomelo y dejándome un gran vació en mi vagina. Me volví a ver qué hacía y me asuste al verlo subiéndose los pantalones.

Siga don Tito…por favor, siga usándome ¡Acabe dentro de mí por Dios…! ¡Quiero su leche en mi coño, por favor! Suplique jadeante.

Por supuesto, pero quiero seguir gozándote en tu cama de puta, donde duermes y todos te han follado, y quiero follarte ese culo que tienes de zorra y reventártelo a pollazos, para que todos oigan como te folla este viejo, dijo el viejo maldito.

No, por favor don Tito, no me humille así. Por favor se lo pido, haga la que quiera conmigo ¡pero no me humille así follándome el culo…! Rogué levantándome de la mesa.

Solo por el placer de humillarte, me voy a follar a la dulce doctora salida en su propia cama y tú me vas a seguir, porque eres una perra hambrienta de verga y mi verga va a tu dormitorio. Y no te demores, puta o la leche que tengo guardada para ti, la voy a regar en tu almohada, dijo sacando su desgarbado cuerpo de la consulta hacia la casa.

Me subí el tanga, mi blusa, esta vez mojada por mi propio sudor seguía pegada a mi cuerpo. No podía creer que aquel viejo me hubiera dejado tirada encima de la mesa de mi consulta médica, asegurando que no podría aguantar el deseo de seguirlo. Quería humillarme follándome en mi propia cama por mi ceñido culo con esa tranca descomunal… me iba desgarrar viva. Recogí mi pequeña falda y pensé en ponérmela, ir a buscar a ese maldito viejo y sacarlo de mi casa. Él podría molestarse y follarme crudamente ahí mismo, quizá era más bajo y entrado en años, pero seguía siendo más fuerte que yo. La idea de abrirme el ojete me calentó. Luego pensé en seguirlo, darle en el gusto a ese vejete de jodido…, demostrarle que con tal de que siguiera abusando de mí, para gozar de su potencia viril y su excepcional cipote, me humillaría de la peor de las formas. Me di cuenta que me gustaba, me gustaba la idea de ser sumisa ante un macho dominador, y entregarle mi cuerpo en mi propia cama.

Me excité, parecía una drogadicta afligida por falta de droga…, necesitaba verga e iría por ella sin importar las consecuencias. Cuando entré en la habitación me sentía como una niña que asiste por primera vez a clases…, estaba nerviosa, ansiosa y asustada, aun así caminé con un andar sensual y orgulloso. Él estaba desnudo junto a la cama, solo conservaba unos viejos calcetines que al parecer no pensaba quitarse.

Ven aquí doctora, ven donde mis manos te alcancen. Anda, complace a don Tito, este viejo que te dará tu merecido, dijo el miserable vejete.

Me acerque a él, como ordenó. De un tirón desprendió todos los botones de mi blusa y dejo mis tetas libres frente a él. No demoró en atraparlos entre sus manos y chuparlos como un becerro hambriento…, sus manos recorrieron mi trasero y disfrutaba tirando de mi tanga para que este se apretara contra mi intimidad, mientras su lengua subía hacia mi cuello y luego a mi cara donde inclusive se atrevió a besarme asquerosamente. Me excitó. Le respondí como una vil zorra su asqueroso beso. Por primera vez sentía su piel peluda y arrugada abrazar mi cuerpo. Ya descontrolada, me entregué y le abracé sobre los hombros dejándome a su merced todo mi cuerpo sin ninguna protección. Le Acaricié suavemente la nuca mientras me gozaba.

Me apartó bruscamente, y esta vez fue mi diminuto tanga el que apartó de mí de un fuerte tirón. Me tomó del brazo y me arrojó sobre la cama, caí de espaldas, dominada, entregada, excitada. Se masturbaba lentamente, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa mueca enfermiza que tanto me calentaba.

Abre tus piernas, doctora, muéstrale a este viejo como te entregas en la cama donde duermes cada noche… y pídemelo, pídeme que te tome, que te folle como a una zorra cualquiera, dijo el viejo con malicia.

Lo mire, sabía que le gustaba verme a los ojos cuando lastimeramente le pedía que me tomara, cuando se lo pedía como una hembra desesperada.

Don Titoooo….por favor…..poséame aquí…. en la cama de mis sueños.

Abrí mis piernas lentamente, doblando mis rodillas expuse por completo mi intimidad, ofreciéndome como una puta. Con los dedos me abrí los labios carnosos de mi coño y le expuse el interior… con un dedo me froté el clítoris que saqué espigado y duro como un garbanzo

Anda viejo, ¡Ummmm! Abusa de mi cuerpo… abusa del cuerpo de la mujer de tantos otros hombres ¡Ummm! Úsala como una ramera.

Continué, a la vez que mis manos recorrían suavemente mi vulva, mi clítoris y mis tetas, expuestas para él.

Don Tito, venga tómeme…métame esa rica verga…. góceme… anda viejo cabrón… fólleme y llene el coño de leche a esta hembra de todo vecino… desquítese conmigo lo poco que folla con su esposa… anda Don Tito, desquítese usando mi cuerpo de PUTA salida y préñeme de su rica lefa tan espesa como el requesón. ¡¡Vamos mi macho semental, seguro que tiene un gran cargamento de leche cruda para meterla en mi útero preñable!!

Cerré los ojos y giré mi rostro, con eso me sumergí en la excitación que me acababa de provocar diciendo esas palabras, y le di a entender que el exuberante cuerpo desnudo sobre la cama… el cuerpo de la doctora del pueblo, era suyo.

Bastó sentir que subía a la cama, para que yo empezara a gemir delicadamente. Se puso entre mi piernas… sentí la punta de su verga en mi coñito, mientras se hundía dentro de mí. Noté caer su barriga sobre mi esbelto vientre y su lengua empezar a recorrer mi cuello. Lo rodeé con mis piernas, su fofa contextura me recordaban la diferencia de edad. Su velluda y arrugada piel se aplastaba ante la presión de mis muslos. Su respiración era pesada y ansiosa, parecía un perro desesperado. La idea de que me dejara gozar por un viejo que podría ser mi padre o mejor mi abuelo, un viejo regordete del que solo cabía destacar su gran dotación fálica y aguante sexual, unos atributos enormes físicos y de estoicismo sin igual en cualquiera de mis amantes anteriores… solamente eso me calentaba de forma increíble, dado que mi pretensión no iba más allá del mete y saca frenético y satisfacer mi necesidad sexual perentoria… la follada que me estaba dando don Tito, me arrancaban gritos de placer, y mi tercer orgasmo no tardo en llegar.

Cansada y con dolor de coño inverosímil, aun entregada a las clavadas del viejo, abrí los ojos. La fotografía de mi boda mi último viaje con mi hermana sonriente junto a mí, era testigo del abuso de mi cuerpo. Mis ojos se pegaron en la fotografía, sentí lagrimas brotar de mis ojos y recorrer mis mejillas. Las lágrimas eran por un sentimiento de culpa, de culpa por no poder decirle que no a aquel viejo que se saciaba conmigo. Le pedí perdón a mi hermana que tantas veces me aconsejo para cuidarme de los hombres, volví a apretar con mis piernas el cuerpo de mi empotrador…, lo abracé, acaricié su peluda espalda…, busque su jadeante boca y lo besé como la hembra hambrienta que era.

Te voy a follar por el coño hasta llenarte… ¡De aquí vas a salir bien preñada, doctora!

Dame mas fuerte….aaaahhhh….dame mas fuerte viejo asqueroso….perfórame más duro el coño hasta el útero. Gemía suplicante, pegada a sus labios y aun con lágrimas recorriendo mis mejillas. Se dio cuenta de mi tristeza lo que le provocó una risa burlona. – ¡¡No se vaya a correr dentro mí… por favor dentro de mi vagina, Nooo!!

Ya es tarde doctora…tu cuerpo ya es mío…siente mi verga….eres una perra asquerosa….sumida a los deseos de cualquiera que quiera darte verga…a cualquiera que quiera gozar de tu cuerpazo…..incluso este viejo que tienes montándote. Me torturaba, provocándome oleadas de placer.

Se incorporo sobre sus rodillas, junto mis piernas y las apoyo sobre su hombro derecho y continúo con fuertes embestidas, llegando a sacar su gallarda verga para luego enterrármela hasta lo más profundo de un solo golpe. En esa posición, con mi culo nuevamente a la vista, golpeando su ingle bajo su barriga, y al alcance de sus manos, las nalgadas volvieron a resonar como latigazos de placer al compás de su vaivén.

Toma puta… ¡¿así te gusta que te la claven?! ¡Aaaarrrrgggg…! Eres una niña mala que merece que le destrocen el culo a pollazos. Balbuceaba aferrando mis piernas contra su pecho. – ¡Eso perra!….me encanta ver cómo te saltan las tetas….grita puta, sigue gritando….muéstrame como te gusta la verga…, como te gusta que te metan la polla.

Sus insultos, sus nalgadas, su mirada de lujuria me tenía en éxtasis. Lo vi arremetiendo contra mi ardiente cuerpo con un ansia de deseo y lascivia. Cuando me escupió, logrando que su saliva cayera en mis labios, lo incentive recogiendo los restos de su humillación, con hambrientos movimientos de mi lengua. Era su perra y con tal que me siguiera follando era capaz de eso y más. De pronto sus embistes disminuyeron su intensidad hasta sacar su miembro de mi interior. Mi cuerpo seguía con el vaivén extinto con ansia de lujuria.

Siga don Tito… deme más verga, pedí entre jadeos.

Si te voy a dar perra, no te preocupes, respondió a la vez que sus dedos se paseaban de mi inundada intimidad hasta mi virgen agujero posterior. – ¿Alguna vez tus novios te han pedido tu culito?

Sí Don Tito, respondí percatándome de que la respuesta no le gusto demasiado. – Pero no se lo entregué a ninguno, todos ellos los querían pero se lo negué. Esa ligera mueca burlona volvió a aparecer en su rostro.

Pues será mío, te voy a desflorar el culo perrita, dijo mientras restregaba su glande contra mi ano.

¡No!….oh Dios mio no, por favor Don Tito no… Rogué envuelta en deseo.

Sentí su miembro hundirse hasta la mitad, mis piernas frenaron sus leves intentos por liberarse de entre sus brazos, para quedar inmóviles ante el empalamiento que estaba sufriendo. Quedé muda, y no fue sino hasta que me lo terminó de enterrar de una sola vez y sentir sus peludas bolas entre mis nalgas. Cuando emití un fuerte grito de dolor. El dolor me inundó…, mis gritos parecieron incentivar sus embistes, que de suaves estocadas se convirtieron rápidamente en frenéticas puñaladas.

¡ME DUELE!…AAAAAAAHHHHHH ¡SÁCAMELO VIEJO ASQUEROSO! AHYYYYYY…. ¡ME DUELE!….¡AAAAYYYYY!….¡ME PARTE!, ¡DON TITO!…AAYYY… ME ESTA PARTIENDO… ¡ME DUELE! Grité a la vez que mis gritos se mezclaban con gemidos de placer ─ ¡AHAAYYYYY!….QUE RICO… ¡PÁRTEME EL CULO VIEJO DE JODIDO! ¡AAAAAAAHHHHHH!….¡PERFÓRAME HASTA EL FONDO!

¡Qué culito más apretado putita…eso, comételo todo….aaaaagggghhhh…! ¿Me gustaría que todos los cabrones que te estás follando, me vieran follándote el culo? ¡Aaarrggg… que supieran lo perra que es la doctora…lo mucho que le gusta la verga….tanto que viene cualquier malviviente y se la clava en el culo….¡TOMA PUTA!….¡SIÉNTELO HASTA ADENTRO!

Gruñó mientras me embistió de tal manera que me sentí partida, llego más adentro que nunca… pensé que me dejaría jodida por varios días, porque fue tal el dolor que me provoco convulsiones de placer. Estaba sufriendo el más increíble orgasmo de toda mi vida. Me agarró de las tetas, y me dio un fuerte apretón, a la vez que me sacaba su miembro del culo para metérmelo en el coño y comenzó a correrse con largos chorros de leche…, cuando llevaba varias eyaculaciones en mi útero, la extrajo y continuó rociándome con el resto de chorros de semen por mis tetas, mi cuello, mi cara… todo mi cuerpo estaba siendo inundado de esperma de ese viejo asqueroso.

¡ANDA PERRITA…! ¡AQUÍ TIENES TU LECHE BIEN ESPESA Y CONDIMENTADA PARA PREÑARTE...! ¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! Gritaba.

Su orgasmo me pareció infinito, el muy bestia eyaculó no menos de diez chorros copiosos de esperma espeso. Mi cuerpo recibía sus descargas de semen con hambre, entre increíbles contorsiones de placer, trataba de recibir hasta la última gota de leche dentro de mi coño en primer lugar y luego sobre toda mi piel. Mis manos esparcieron su esperma por mis tetas dándoles un brillo excitante, mientras mis labios capturaban los restos que estuviesen a su alcance, devorando el exquisito elixir de su eyaculación.

¡¡Ahí estás bañada de leche puta, saboréala, disfrútala como sé que te gusta!! Así quedo la puta de mi vecino… ¡Qué culazo que tienes…y te lo acabo de follar! Terminó dándome un fuerte palmazo en el culo y dejando caer mis piernas hacia un costado se levanto.

Quedé exhausta sobre la cama, su última nalgada se notaba sobre mi trasero. Jadeante vi como se vestía, Junto a él la foto de mi familia me recordaba que había sido humillada y abusada sobre la cama que guardaba mis sueños más íntimos. Ese asqueroso viejo me había hecho suya, y ahora se vestía para dejarme ahí tirada como un condón usado… abusada, usada, vejada y bien follada, pero sobre todo dominada, me hizo lo que quiso y ahora se iba satisfecho con los huevos secos y aliviados a estar con su esposa, a la que no follaría esa noche.

Recogió sus llaves de la casa, que estaban sobre el velador, miró la foto en la que estaba con toda mi familia en Navidad, la levantó para verla mejor, se giró para mirarme y esa maldita mueca de placer volvió a aparcera en su cara. Tiro la foto junto a mí.

Nada me gustaría más que quedarme y ver la cara de tu familia al verte bañada en mi leche, como una perra asquerosa, dijo el viejo guardándose las llaves – Pero prefiero que por ahora no se entere nadie… sobre todo mi esposa ¡Ahora eres mía y pienso disfrutarte doctora mientras me queda verga!

Me senté sobre la cama y me cubrí con las sabanas. Se acercó y apoyándome un dedo en la barbilla levanto mi rostro para que lo mirara.

Me llevo las llaves porque de ahora en adelante pienso entrar a esta casa cuando quiera, dijo con su vos carrasposa. – Volveré después de comer, quiero que te des un baño y me esperes en la cama… con tu mejor ropa sexy ¿escuchaste? Se me quedó mirando, esperando una respuesta. – ¿Escuchaste? Volvió a preguntar.

Sí don Tito, como quiera.

Se fue, salió del dormitorio y luego sentí la puerta de la calle cerrarse. Me llevé las manos a la cara y lloré de vergüenza, de rabia o de alegría, no lo sé, solo sé que lloré desnuda sobre la cama, sentía secarse el semen sobre mi piel, y mi ano me ardía, el coño no tanto… miré la raja como rezumaba leche como lava. Las lágrimas escapaban por entre mis dedos para mojar las sabanas que me cubrían. Me di una ducha. Eran las doce del día. Por aquí se suele comer como a las dos.

Mientras buscaba ropa para cambiarme, encontré un conjunto sexy que hace mucho no usaba, recordé las palabras de aquel viejo. Me calmé, mi apuro se había desvanecido. Mi total atención se fijo en las diminutas prendas blancas que cubrieron mi cuerpo la noche que las estrené con Pablo, mi último novio. Mis portaligas, mi sujetado de encaje y el pequeño corales se deslizaron por entre mis dedos, estaban suaves y recordé lo mucho que le gustaba Pablo… decía que me veía hermosa, que podía estar muy cansado, pero apenas lo sorprendía con esas prendas adornando mi cuerpo, no aguantaba las ganas de hacerme el amor. Cuando me di cuenta ya las tenía puestas, estaba frente al espejo y me admiraba lo sensual que me veía. Mi pequeña cintura, abriéndose en unas preciosas caderas anchas dignas de una Madonna, daba el soporte a mis pequeños corales. Me di media vuelta, el conjunto de ese hilo perdiéndose entre mis nalgas, con ese fino portaligas que rozando mi trasero se unían a mis ligas a medio muslo, me hacían ver increíble. Me extrañaba el no haberme detenido a verme, nunca… aquel sujetador de media copa juntaba mis gloriosas tetazas, generando una increíble vista del escote. Caminé mirando al espejo, me sentía sensual, me sentía como una hembra excitante…y me gusté mucho.

Me acerque lentamente a la cama. Mientras cambiaba las sabanas embadurnadas de flujo vaginal de mis tremendas corridas y de semen medio reseco, a mi mente llegaron las imágenes de aquel viejo follándome, ese viejo que compartía noche tras noche la cama con una vieja reseca, había gozado de mi cuerpo humedeciéndome como nadie lo hizo en mi vida, un cuerpazo como él mismo lo llamo, un cuerpo joven y hermoso de los que seguramente ni en su juventud pudo gozar…, y yo… y yo lo había dejado usarme a su placer, lo había dejado manosearme y luego penetrarme como se folla a una puta salida…, era una perra…había sido su perra, su puta, solo porque me tomará y me desquitara las ganas de macho, ese era mi precio, no pedía más, solo que me gozarán.

Me metí entre las sabanas limpias, sentía mi ajuar apretando mi cuerpo, me recosté de lado dándole la espalda a la entrada del dormitorio, y esperé pero no volvió, a la mañana siguiente me dijo en la consulta que estaría sin falta al día siguiente… con los huevos bien repuestos de una buena cantidad de leche.

Esa día estuve esperándolo impacientemente, recordé a mi novio Pablo, de cómo me trataba de manera tan delicada, tal vez por eso le dejé, yo necesitaba un Macho Alfa dominante, y estos viejos lo eran, sobre todo don Tito, un tipo de malas pulgas que sabía poner a una hembra en su sitio, en su caso a dos… su esposa y a mí. No pasarían más de la seis de la tarde, cuando de pronto sonó la cerradura de la puerta de entrada, los pasos se dirigieron directamente a la habitación y luego junto a la cama, de un tirón la sabana que me cubría quedo a mis pies y un sonoro y burlón “guauuu”. Sentí el peso de otra persona en la cama y luego una áspera mano me tiro de la cintura.

Ven perrita… me alegro de que me estés esperando ¡Quieres la verga de papi!

No voy a entrar en detalles con respecto a lo que Don Tito me hizo esa tarde. Me penetró salvajemente, me insultó… me dio de nalgadas hasta dejarme el culo condolido y rojo como un tomate maduro, e incluso empezó penetrándome por atrás abriéndome el ojete como un bebedero de patos, para luego terminar en mi vagina con la mayor de las lechadas, en las que sus palabras se me quedaron grabadas fuego en mi cabeza… «¡¡Te voy a hacer tu primer hijo puta!! ¡Lo tengo metido en mis cojones y te lo inseminaré en el mismo útero!» gimió cuando me llenaba con su semen. Después me obligo a chupársela durante cerca de un cuarto de hora, mientras me manoseaba, insultaba y me palmeaba el trasero, hasta que acabo en mi boca y me obligo a tragar toda su leche….volví a portarme como una puta.

Los días pasaron y me convertí en una sumisa y obediente perra para esos viejos… cuando no era uno era el otro o dos a la vez, me hicieron hacer muchas cosas lujuriosas, tanto que ni en mis mejores sueños pensé que algún día me iban a pasar, ni estaría obligada a hacer. Quizá otro día les cuente esas cosas, ahora debo arreglarme para cumplir con lo que me ordeno para hoy. Ayer le conté del vejete de don Ramón que nadie me había follado como don Tito y lo que despertó en mí sus intenciones no tenía paragón «Debemos de darle una lección de puterío a ese iluminado» fueron sus palabras… me folló dejándose el alma en cada pollazo y toda su lefa en lo más profundo de mi útero, tanta follada tenía visos de dejarme bien preñada.

 


 

Durante los siguiente meses fui follada por mis cinco mejores machos, todos grandes sementales y ninguno bajaba de los setenta años. Me llenaba día sí y día también, lo que acabó en lo esperado… No llevaba más de dos meses y medio en aquel paraje, viviendo en un pueblo de vejestorios, cuando me llegó la noticia que no deseaba reconocer… ¡¡Entre todos me follaron y yo sola me había preñado!! No puedo saber quien fue el afortunado que acertó a fecundarme, pero creo que eso poco importa, el padre de mi hijo no vivirá los suficiente para verlo crecer siquiera ¡Todos los viejos que me follan, tienen un pie en la tumba! El primero en caer fue Ramón, por entonces yo andaba con una panza de 32 semanas y la pobre Teresa se quedó sola en casa por unos meses, porque su pretendiente, no quien podéis imaginar, no… el mecánico Fausto no fue quien se empezó a follar reiteradamente a la tendera, sino Amancio.

La vida seguía en la aldea, y pronto vendría un nuevo vecino salido de mi panza, se decía que ya había pasado más de 55 años del último nacimiento en el pueblo y todos estaban expectantes al parto, a mis cuidados y atenciones, tanto hombres como sobre todo tres de las mujeres… Teresa, Raquel y Amalia.

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