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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La viva imagen de mi Esposo. 5ª parte

 




10º Capítulo. Debía de pensar que solo era EL AMIGO DE MI HIJO

Como madre de un universitario es normal que mi hijo se reúna con sus amigos y compañeros de la universidad en casa, máxime si mi hijo es el líder del grupo. Unos días después de mi primera relación carnal con el renacimiento de mi esposo en el ser de Alejo, llegué del trabajo afanosa de descansar pero me encontré la casa llena de los chicos con los que salí aquella noche de fiesta…, ellos ya estaban de salida, como siempre me saludaron con un beso en la mejilla, y un abrazo incluso a Fran, pero el de Alejo siempre era distinto a todos los demás, mi corazón se disparó, mis manos sudaban y me era casi imposible disimular mi coquetería en su presencia. Muy varonil intentando parecer natural a los ojos de Rodrigo me abrazó fuertemente contra su pecho mientras me besaba la mejilla. Por entonces todos se habían marchado escaleras abajo o en el ascensor…, deslizó su mano más debajo de mi cintura hasta tocar por encima de mi vestido el borde de mis bragas…. Me extasié pero a la vez pensé que había sido sin querer pues él se sintió un tanto raro, o más bien desconcertado al dejarle llegar tan rápido en un lugar tan expuesto a merced de la presencia inadecuada de sus amigos, en verdad la situación estaba bajo control, no pasó de ahí, así que no le dimos más importancia…, solo el disfrute del subidón de adrenalina de este encuentro frugal inesperado para mí.

Pasaban los días y las noches soñando con mi hombre, para mi regocijo Alejo nos visitaba más seguido con cualquier pretexto. Su relación con Celia servía de tapadera perfecta para nuestra relación más me pese, de vez en cuando me alternaba con la niña, eso me ponía celosa a borde de los nervios, mi semental era mío y no me agradaba compartirlo con la bella y delicada Celia, sin embargo era un mal menor si quería conseguir lo máximo de Alejo sin levantar incómodas sospechas…, por eso al final no  me detenía a pensar en esos detalles por mucho tiempo. Llegó sin estar mi hijo, convencida de que se había largado con su nueva novia de vacaciones en un puente largo, salieron fuera de la ciudad a la casa de la playa de los padres de ella, perfecto pensé que se ausentaba de casa varios días, tendría tiempo para meditar la situación en que me encontraba, un torbellino de emociones que debía de organizar en mi cabeza, me vendría bien pasar todo ese tiempo a solas en casa….

Me disponía a salir de casa para pasar un rato con mis amigas y cerrando la puerta del portal descubrí a Alejo frente a casa sentado sobre el capó de su Seat Ibiza blanco…, me preguntó dónde iba y le dije que a un café con mis amigas, se ofreció a llevarme aceptando. Necesitaba que lo nuestro se estableciera de manera sensata, adulta y no como un arrebato adolescente cargado de lujuria donde primase solo el sexo, el añorado sexo intenso alborozador de mi corazón, y en nada los sentimientos de amor de dos personas adultas. En el camino al café conversamos sobre los estudios y de todo un poco, pero Alejo no dejaba de observarme hasta el punto que tuve que decirle que tuviera cuidado al conducir, sin ningún tipo de timidez me apuntó…

¡Es imposible dejar de mirarte, estás tan guapa! ¡Me encantas sobre todo lo demás…!

Sus palabras me ruborizaron como a una niña de 15 años, pues no por haber alcanzado un alto grado de confianza entre los dos, me dejaba de sorprender con confesiones como esa de su parte.

No lo tomes a mal Laura, pero es la pura verdad… estás mi top one de mis pretensiones.

Llegando al café le di las gracias por acercarme y por ser tan galante…. Nos dimos un beso en la mejilla dentro del coche, otra cosa levantaría las alarmas y salí camino de la entrada del café donde ya me esperaban mis amigas oteándome desde el gran ventanal del salón.

Pasó la tarde sin darme cuenta, y ya se había hecho de noche y la conversación con mis amigas seguía. Entre ellas estaba Carmen, con la que hablaba casi a diario pero a Gabriela y Ana hacía siglos que no las veía y teníamos mucho de qué hablar. Prolongamos la tarde lo más que pudimos, en definitiva hacía años que nadie me esperaba en la casa no me apure…. Mi Alejo estaría con la dulce Celia. Llegada las ocho de la noche nos comenzamos a retirar una a una, Carmen y yo nos quedamos en la parada esperando un taxi para regresar a la casa, entonces de la nada apareció Alejo ofreciéndose a llevarnos a casa…, le dije que no se preocupara que ya pasaría un taxi en cualquier momento, nuestra ruta no era la de él queriéndole alejar de cualquier sospecha al ir acompañada de Carmen, a lo que él contestó…,

– No se preocupe señora, voy a recoger a mi novia y no me espera hasta dentro de una hora.

Aquellas palabras me crisparon los celos a cota difícil de ocultar, le dediqué una mirada inquisitoria, ese mismo momento le hubiese cogido de los huevos diciéndole… “¡No vas a necesitar a esa niñata teniendo a una hembra como Yo!” Pero me tragué mis celos como una perra, la cara debía de ser un reflejo de mi coraje aunque el chico no se diera por aluido…, con su insistencia Carmen muy solicita se metió en el coche instándome a meterme en él.

Mis nervios estaban a flor de piel al ver que era una situación en poco difícil de manejar, debía ir con pies de plomo..., nunca debí de consentir entrar en el coche con Carmen, pensaba deseando llegásemos pronto a la casa de mi amiga que era la primera que nos quedaba en ese sentido de la ruta.

Una vez en casa de ella…, – Espera un momento chico. Mirándome con media sonrisa de lado. Te saco lo que me pediste de la tienda.

Hacía varios días que le pedí unos cuantos cacharros de cocina a Carmen, ella trabaja en el Taperware y el encargo llegó unos días después. Vino con varias bolsas que galantemente Alejo alojó en el maletero trasero del vehículo. En los cinco minutos hasta llegar a casa no hablamos de nada, el silencio se espesaba y la tensión comenzaba a brotar por nuestros poros, su mano rozaba mis pantorrillas a cada cambio de marchas, me dejaba sobar haciéndome temblar el muy cabrón. Al llegar a la puerta estacionó y apagó el coche…, a lo que le dije que no era necesario que yo me bastaba sola, pero él como todo un caballero me ayudó con las bolsas mientras me encargaba yo de abrir la puerta…entré y puse el bolso encima de la mesa del comedor, me di la vuelta para coger las bolsas que Alejo gentilmente llevaba cuando choqué con su pecho.

Él ya había soltado las bolsas encima del mueble y se había acercado poniéndose detrás de mí sin nada en las manos presintiendo lo que pasaría….Mis tetas hinchadas contra el vigoroso pecho de ese muchacho de apenas 20 años alto, fuerte, de cabello moreno, ojos café oscuro, de labios carnosos y rosados…, la nariz de mi Ulises en vivo. Su rostro dejaba ver esas sombra de una barba gruesa recién afeitada su perfume varonil y sus manos grandes me sujetaron fuerte por mi espalda, su respiración agitada hicieron que la mía comenzara a estremecerse muy rápidamente….

De pronto sentí ese exuberante latigazo de corriente recorrer mi cuerpo hasta concentrarse entre mis piernas, ese sopor arreciado en el coño que te dice que eres mujer a gritos…. Que deseas ser follada como un macho sabe hacer gozar a una hembra en celo, me tenía a mil con las pulsaciones haciendo saltar mi corazón del pecho ¡Deseaba a ese muchacho por encima de todas las cosas! Aunque yo hubiese querido soltarme, nunca lo hubiese conseguido porque me sostenía enérgico, y al contrario de liberarme me fue acercando lentamente a su cara hasta que sus labios se posaron en los míos. Dejé que me diera un beso muy sensual, sé separo algo de mi cara para poder observar mi reacción, de nuevo se engatusó sobre mi labios ofreciéndome otro beso, al que correspondí con mi más elocuente feminidad abriendo mi boca para darle un morreo divinamente húmedo y sensual…Nuestras lenguas se acariciaban mutuamente y se sentían ricamente entrelazadas.

Sus manos comenzaron a bajar por mi espalda hasta llegar a coger de mi culo apretándome más contra su cuerpo. Su respiración era súper agitada…, y mi corazón quería escapar de mi pecho. Seguía besándome con toda su lengua recorriendo mi cuello, ahora bajaba por mis tetas que sus manos se encargaban de desnudar, saco una de mis tetas del sujetador y lo lamió… ¡Mamaba insuperablemente! Esto me hacía gemir de placer… me quitó la blusa y el sostén dejándome medio cuerpo al desnudo. Después me cargó en sus brazos y me colocó sobre la mesa de comedor y abriendo mis piernas comenzó a meter delicadamente su mano derecha para acariciar mi conejito hambriento por encima de la tela de mis bragas que por entonces ya estaban caladas de mis flujos, ambos las notábamos mojadas por mi excitación…. Casi desquiciada, arrebatada en mis actos y tan presurosa que apenas atinaba a sacarle su ropa…, trataba de despojarle de su camisa pero él no se quedaba quieto y no podía terminar de hacerlo correctamente siguiendo sus movimiento sobre mí.

Por fin me permitió hacerlo desgajando algunos botones y trastabillando se la quité para atrás cayendo al suelo. Apresuradamente cogió una silla y se sentó en frente de mí y asiéndome de las caderas, me arrimó al borde de la mesa, abrió mis piernas despatarrándome muy abierta, y colocando mis braguitas a un lado de mi chocho reveló mi empapada vagina esperanzada de recibir su calmante en forma de ariete varonil de 20 cm de carne dura y joven. Comenzó a lamerme mi húmeda y mullida vulva con tal lujuria que creía que acabaría en ese mismo instante con mi orgasmo…. Fue sacando poco apoco mis bragas hasta dejar mi coñito desnudo humedecido de mis jugos…, con su lengua audaz lamía toda mi raja abriendo mis labios vaginales carnosos. Iniciaba su periplo en la parte del perineo, casi lamiendo mi ano y proseguía hundiéndola en la entrada de mi gruta, en ese punto la clavaba follándome con su vivaz apéndice bucal haciendo de mi coño una tajada de sandía al punto de agua.

Se comía, se bebía y hasta mordisqueaba mi conejito en toda su extensión y profundidad. Me estaba volviendo loca, especialmente cuando me atormentaba el clítoris ¡Menudo cabrón! Lo bien que me estaba mamando el coño. Derretida, entregada y gozosa no podía hacer otra cosa que dejarme llevar…, mis manos se hundían en su cabello presionando su cabeza contra mi entrepierna, al tiempo que contorneaba mi cintura dándome un masaje afrodisiaco contumaz y digno de los dioses del Olimpo. Mis jadeos pasaron a ser gemidos, y estos a gritos de ardor…, mi joven amante comprendió mi llegada y no cejó en ello siendo más contundente en su comilona, esta vez sí que llegó al botón donde nadie se atrevió a llegar, mi cerrado anillo estaba siendo excitado hábilmente con la punta de su lengua, después con toda la extensión de la misma lo lamía trasladándome a un círculo de placer desconocido para mí.

Un sofoco, una convulsión que me dejaron tasadas las piernas, provocaron el orgasmo que ese chico buscaba en mi interior. Solté un chorro de fluido en la misma cara de Alejo, sin inmutarse se lo trago, se bebió mi corrida como ningún otro hombre se hubiera atrevido, como ningún otro amante mío lo hizo. Con su boca impregnada de mi néctar, me cargo en sus brazos camino del pasillo que llevaba a las habitaciones. Entrando en mi habitación me acostó sobre la cama y comenzó a desnudarse lentamente, dejando ver su cuerpo fuerte y lleno de músculos que no sabía fueran tan bellos en un chico tan joven, abrió su pantalón y fue bajándolo poco a poco quedándose en su bóxer que dejaba ver un enorme bulto…. Yo me sentía muy excitada, el espectáculo era realmente erótico, excitante, apasionante, yo diría que casi intrigante.

¡Cuánto me recodaba a mi fallecido marido ese chico!, sus gestos, su gentileza para con su dama y su cuerpo en una versión mejorada, eso sí. Me pidió quitarle el bóxer a lo que respondí con un rápido amago de posicionarme junto a él, se subió en la cama de pie justamente sobre mí, subí mis brazos y comencé a tirar la ropa interior dejando libre el inmenso y grueso pollón por el que suspiraba últimamente, ese cipote presto a agredirme y poseerme como una bestia…. Se bajó de la cama y me asió obligándome a arrodillarme frente a él colocándome su verga en mi boca comenzó a follarme por allí gloriosamente con delicados movimientos de vaivén, en nada me sentí agredida por su rabo, ni infravalorada ni mucho menos avasallada.

Aquel cipote era muy jugoso, sabía a sus jugos lubricantes en mi boca que deseaba más que otra cosa en el mundo en esos instantes…, entraba y salía, casi sentía que me ahogaba pero no quería que parara de follarme la boca. Así le mamé el pedazo de carne marmórea como por unos dos minutos sobando sus testículos a la vez que me engullí el fabuloso tronco exorbitantemente grueso. De nuevo me cargó y me tumbó de espaldas sobre la cama y abriendo mis piernas se colocó encima de mí…, no hizo falta enfilar ni guiar su tremenda erección porque su tranca me penetro amistosamente encontrando a la primera su entrada triunfal en mi coño. Fue poco a poco para que yo sintiera cada milímetro de su polla dentro de mi húmeda vagina….

Mis paredes vaginales se dilataban envolviendo un poco más su volumen a cada embestida que me daba buscando profundidad a cada empujón. Cuando ya estaba completamente dentro de mí y podía sentir sus bolas rozándome el ano y las nalgas, me abrazó y besándome dulcemente, me decía lo mucho de su desesperación de estar toda la tarde esperándome… – No veía el momento de estar contigo, me susurraba completamente excitado.

Pienso que lo estaba desde el mismo momento de verme en el asiento del acompañante de su coche, lo mismo que lo estaba yo, ¡Me pongo tan perra en su presencia que se me debe notar a una legua! Sus palabras, los movimientos de su cadera, lo erótico y lujurioso del momento hicieron que me corriera de una manera ostentosamente ruidosa…, grité, gemí y me retorcía de placer sintiendo el falo de mi semental horadando mis entrañas en puntadas perfectas. Lo abrace con mis piernas y apreté mis caderas a su pelvis provocando que él llegase a correrse lo antes posible para unir mis pulsaciones a las suyas. ¡Cuánto necesitaba que se corriera dentro de mí, llenando mi vagina de su esperma caliente lleno de vida y virilidad…! Notaba sus incursiones y como su tronco grueso frotaba mi vagina interna extrayéndome fuertes cortocircuitos eléctricos en mi cuerpo.

– Me haces la mujer más feliz del mundo ¡Te quiero, te adora mi AMOR!

Le susurraba al oído tendiendo las caras pegadas, los pechos pegados, las pelvis pegadas, los sexos acoplados. Mis manos recorría su orografía, sentía la musculatura trabajar tensándose y relajarse, llegaron a sus nalgas firmes…las gocé cada vez que se apretaban cuando me clavaba y se aflojaban al salir su tranca de mi gruta. Su olor me impregnaba las papilas, y busqué su boca cuando el ritmo se enfervoreció, sabía que llegaba el final feliz, mi lengua en pugna con la suya a duelo partido, los labios la humedad de nuestra saliva compartida y su empellones en mi coño que hacían vibrar todo mi cuerpo una y otra vez ¡No hay nada como sentir la fortaleza de tu macho follándote con dureza! Sabes que toda su potencia es para ti, dedicada a tu cuerpo y pronto estallaría soltado el néctar de sus testículos en recompensa al buen hacer de su hembra, y…

Emitió un bufido trastabillando su gordo capullo con mi útero dos o tres veces antes de soltar el primer chorro de lefa de un espeso que me abochornaba…, un lechazo cargado de ágiles espermatozoides en busca de fecundar mis óvulos en mis debilitadas trompas de Falopio. El chico comenzaba a vaciarse, a descargar su simiente en largos aldabonazos de rica leche blanca copada de bichitos locos por fecundarme. A cada chorro emitía un gemido ahogado haciéndome sentir el calor de su ardiente semen en lo más profundo de mi vientre. La copiosa corrida se prolongó más de medio minuto…, un sin parar de eyacular, ese semental me tenía pasmada por la ingente cantidad de esperma suministrado a mi necesitado útero. Aquello me asustaba pese a no poseer una buena capacidad engendradora, ello no impedía que no pudiera preñarme si esos potentes gametos lograban romper la indómitas barreras de mi infertilidad.

Yo pensaba que allí acabaría todo, pero no fue así, el amigo de mi hijo apenas comenzaba la fiesta, sin darme tiempo a reponerme de aquel orgasmo increíble que me regaló, me volteo y comenzó a tratar de penetrarme el ano, luché un rato contra él pero no cedía así que me puse seria…

No te puedo permitir que me des por el culo, no es una práctica que me agrade. Quedó un poco descolocado, pero pronto cedió…

Lo siento, han sido mis ganas de disfrutarte que no me han dejado pensar en tus necesidades, en ti…, perdóname.

Ante tal acto de permisividad y compresión me coloqué en la posición de perrita… – Si quieres puedes acariciármelo y trabajarlo con un dedo, siempre que penetres tu polla por el coño.

Para mi sorpresa no utilizó sus dedos si no que empezó a lamerme el culito introduciéndome su lengua de nuevo lamiendo sus jugos. Mi ano respondió a esos lengüetazos que él le daba dejándose humedecer y electrificándome el cuerpo facilitándole la penetración de su lengua en el mismo, algo que no tardo en suceder. Me estaba volviendo loca de gusto cuando abandonó su comida culinaria para proceder a follarme de nuevo desde atrás, esta vez me penetró de un solo golpe para así aliviar el dolor que esta práctica produce, pero mi coño estaba más que humedecido, encharcado yo diría y su torpedo no tuvo oposición hasta golpear con sus huevos.

Al estar adentro de todo, se detuvo un rato jugueteando con sus dedos en mi clítoris, para así dejar que mi profunda vagina se dilatara con su enorme polla dentro de mí…. Esta vez en esa posición logró entrar unos centímetros más partiéndome en dos. Perforaba sin compasión con el estoque endurecido y su par de pelotas aporreando sin cesar mis labios vaginales abiertos como una flor mañanera. El golpeteo era incesante, dado que Alejo es muy alto y fuerte, hizo gala de esto sin salirse de mi coñito. A los poco minutos de estar horadando me chocho desde atrás sometiendo mis ubres a sus manos como si fueran dos cinchas de yegua galopante, me cargo y él se sentó obligándome a sentarme sobre su espolón que esta clavado en mi conejo. Ahora yo lo cabalgaba a él…, fui incrementando los movimientos, y también fui alternando la penetración de mi vagina con las comilonas de sus labios, de mis tetas, la succión de mis pezones con sus fuertes y poderosos labios. Mientras lo besaba y jugueteaba con mi lengua en su boca, me dejaba caer en fuertes sentones hasta aplastar sus pelotas contra mi vulva. Sus huevos se le pusieron duros formando una pelota apelmazada y consistente que me hacía sentir en mi coño una y otra vez.

Mis cadera respondían a la perfección subiendo y bajando, gracias al fondo físico adquirido en el gimnasio, todo su tronco era embutido en mi coño abarrotado de flujo vaginal y esperma de Alejo, de tal manera que atoraba toda mi cavidad vaginal, por eso no cabía en mi coño y se escurría por su tronco en gruesos regueros empapando sus huevos y finalmente las sábanas. En un momento dado percibí su incremento de dureza en el nabo que me suministraba tanto placer, lo sentía a punto de correrse y me metí su cipote en lo más hondo de mi matriz mientras lo besaba y me movía duramente para que acabara gloriosamente otra vez dentro de mi vagina.

Su mano hacía rato que trabajaba entre ambos cuerpos masajeándome el clítoris…, lo que hizo que los dos termináramos al mismo tiempo en un delicioso orgasmo…. Mi vagina volvía a estar llena de sus jugos y yo me sentía divinamente hospedando su semen, esa esencia masculina que aunque no queremos reconocerlo las mujeres, nos da la satisfacción de sentirnos más mujeres, más hembras, más poderosas y pilar indiscutible de la humanidad.

Así había comenzado este imperturbable amor con el amigo de mi hijo. Me sentía feliz con Alejo, todo en él me parecía tan familiar, me recordaba tanto a Ulises que por momentos creía estar haciendo el amor con mi esposo. Lo más increíble era el aroma de su sudor ¡Era el mismo! Esto no podía ser, mis recuerdos, mis subconsciente o mi locura por Alejo me hacía percibir cosas que no eran verdad o sí…, qué se yo, me hallaba completamente seducida por un hombre que cubría todas las expectativas que buscaba desde la muerte del único hombre al que había mi amado. Pero nuestros encuentros se vieron forzados en lo sublime cuando él no pudo de estar conmigo y yo de prescindir de su cálido y fogoso amor… Me había vuelto a llenar de lo más preciado de un hombre, de la esencia que perpetúa sus genes si logran fecundar a una hembra, y sinceramente estaba dispuesta a volver a estar preñada de mi nuevo amor.

11º Capítulo. Los encuentros causales.

La inteligencia de Alejo me dejaba asombrada, su natural forma de seducirme me encandilaba y la facilidad de adaptación a los diferentes contextos. Continuábamos con una mi vida bastante rutinaria a ojos de todos…, mi trabajo, las tareas de casa, los abrazos y besos con Alejo en presencia de mi hijo Rodrigo…, mi gimnasio del que hacía ya más de 10 años al que acudía tres veces a la semana. Al principio iba sola pero mis amigas se fueron animando y a día de hoy solemos ir las tres, yo con más frecuencia. Gracias al gimnasio me encuentro en bastante buena forma y aunque este feo decirlo considero que aparento menos edad de la que tengo, soy rubia de pelo largo, mido 1,70, 105C de pecho. De joven mis tetas me acomplejaban ya que era bastante grandes, aunque gracias al gimnasio he conseguido que se mantenga más erguidas de lo que se espera a mi edad. Uno de esos días en el gimnasio con mis amigas donde faltaba Carmen, me fije que todas no dejaban de mirar hacia una zona del gimnasio haciendo comentarios del tipo…

Hay que ver cómo está el niño. Yo le iba a enseñar unas cuantas cosillas….

Cuando me acerqué pude ver que estaban mirando hacia la zona de musculación donde a esas horas solo había un joven con camiseta de tirantes haciendo pesas, la verdad es que el muchacho estaba bastante bien y me llevé una sorpresa increíble cuando el joven que estaba de espaldas se dio la vuelta y se nos quedó mirando. Rápidamente todas disimularon mirando para otro lado como si estuvieran haciendo sus ejercicios habituales, yo iba a subirme en la bicicleta estática cuando escuche la voz de un chico detrás de mí…

Hola Laura ¡¿Cómo estás?!  

Esa voz me sonaba y cuando me di la vuelta me puse roja como un tomate al darme cuenta de que el muchacho al que mis amigas habían estado mirando no era otro que Alejo…

¡Vaya Alejo cuanto tiempo sin verte! Acerté a decir con el corazón en un puño.

Se acercó a darme un par de besos y pude notar su pecho fuerte cuando me dio mi abrazo, me contó que había empezado hacía poco en ese gimnasio porque el del barrio había cerrado hacía tres semanas, y aunque ese estaba bastante lejos de su casa era de los mejores de la ciudad. Estuve hablando unos cinco minutos con él hasta que me dijo que tenía que ir a ducharse. El muy ladrón se la coló a todas por la escuadra, dejándome a mí templado las piernas…, nos dimos otros dos besos y en cuanto salió de la sala en dirección a los vestuarios mis amigas se acercaron a mí…

¿Conoces a ese chulazo? ¡Qué calladito te lo tenías! Vaya amigos que tienes.

– No digáis tonterías, es un amigo de mi hijo, le conozco desde hace unos meses que llega por casa con Rodrigo, les conteste yo. 

Pues a las tetas es precisamente donde no dejaba de mirarte tonta.

¿Os habéis vuelto paranoicas?, si es un crio y yo soy la madre de su amigo, lo que os pasa es que estáis muy salidas y veis lo que no hay. 

Tuve que aguantar sus comentarios jocosos durante toda la mañana hasta que nos fuimos del gimnasio, no me olvidé por completo de Alejo hasta que al día siguiente me lo volví a encontrar en el gimnasio, fui sola porque mis amigas no tienen el fondo. Alejo hizo varios de los ejercicios conmigo, estuvimos hablando bastante rato de sus estudios, de mi hijo pero nunca me hablaba de su novia Celia, hasta que fue la hora de irnos a duchar para irnos a casa. Acababa de salir de la ducha cuando escuche la voz de Alejo…

¿Laura estás ahí?

– Sí, ¿Qué pasa…?

– Se me ha olvidado el champú en casa, ¿puedes prestarme el tuyo?

– Espera ahora salgo.

Me acerqué a la puerta del vestuario y al abrirla me encontré con Alejo de frente, llevaba solo una toalla anudada a la cintura y no pude dejar de fijarme en ese cuerpo nada distinto al de mi  difunto esposo, si no fuera porque estaba más musculado. Aparte de guapo tenía un torso perfecto con unos abdominales marcados y unos brazos fuertes, le lance el champú desde la puerta sin darme cuenta de que sus manos estaban sujetando la toalla que llevaba puesta, al ver como el bote de champú se acercaba hacia él levanto las manos para agarrarlo y al mismo tiempo que lo atrapó, la toalla que llevaba puesta se deslizo hasta el suelo quedando completamente desnudo. De un modo inconsciente no pude dejar de fijarme en su anatomía y centrar mi vista en su glorioso cipote, que aunque en estado de reposo a mí me seguía pareciendo bastante grande, Alejo agarro la toalla y se la puso en el hombro…

Lo siento mucho, dije yo. No pretendía…

– No pasa nada Laura, tampoco has visto nada que no hubieras visto antes…

– Sí, pero es un lugar público, inédito para nosotros…

Cuando me di cuenta de lo que había dicho casi me muero de vergüenza, note como un calor subía por todo mi cuerpo y me debí poner más roja que un tomate, sin darme cuenta había hecho un comentario sobre la polla de Alejo en un lugar que cualquiera me podía haber oído, si hubiese caído en oídos oportunos podría ser el detonante final de nuestra relación. Así que me di la vuelta de inmediato y volví a meterme en mi vestuario acertando solo a escuchar como Alejo me daba las gracias por el champú. Cuando salí pensaba irme a casa intenté esquivar la presencia de mi hombre, me escabullí entre los estantes de la tienda de entrada para salir por la puerta de los empleados sin encontrarme con Alejo, que se quedara con mi champú era lo de menos, lo último que quería en ese momento era encontrármelo, me moría de la vergüenza que alguien sospechara y nos descubriera. Al salir del gimnasio me encontré en el aparcamiento disuasorio con Alejo….

Te estaba esperando para darte el champú Laura….

– No, no, hace falta, respondí.

Te invito a tomar un refresco antes de que te vayas a casa.

Iba a negarme pero antes de contestar Alejo me agarró de la mano y emprendió rumbo a la cafetería de enfrente de nuestro gimnasio, allí me invitó a un refresco, Alejo llevaba unas gafas de sol y vestía una camiseta roja ajustada y unos vaqueros que marcaban su anatomía, yo llevaba un vestido corto que enseñaba piernas y escote. Cada vez me estaba poniendo más nerviosa sobre todo porque, aunque no se quitó las gafas de sol me daba la impresión de que no dejaba de mirarme el escote durante todo el rato. Cuando se levantó a pagar se acercó y me dijo que el vestido que llevaba puesto me sentaba fenomenal, lo que me hizo confirmar que no había perdido de vista mi cuerpo durante nuestra charla en la cafetería, aunque me parecía imposible estaba empezando a pensar que ahora era ese chico quien jugaba conmigo…, nos despedimos al salir de la cafetería y me fui para casa.

Al día siguiente no fui al gimnasio y apenas me acorde de Alejo, era domingo y como es de imaginar no íbamos al gimnasio. A eso de la 13:00 terminé de ducharme, me sequé y salí del cuarto de baño en dirección a mi habitación sin nada cubriéndome ya que mi hijo estaba en la planta de abajo, iba a abrir la puerta de mi dormitorio cuando se abrió la puerta de la habitación de mi hijo, me quedé de piedra al ver a Alejo, me vio desnuda durante un par de segundos, hasta que entre en mi habitación rápidamente, a través de la puerta de mi habitación le dije…

¿Qué haces tú aquí Alejo? 

– Rodrigo me ha invitado a comer, ayer le llamé porque hacía días que no nos veíamos y me invito a comer.

– No me había dicho nada, respondí algo nerviosa por lo que había ocurrido.

Pues no sé, llevo aquí unos quince minutos, he subido a la habitación a coger un juego para la consola….

Muy bien, ahora bajo yo, contesté sin mostrarme agraviada por mi desnudez. Estaba en mi habitación, iba a vestirme cuando me miré al espejo, estaba sofocada escuchando mi propia respiración…, en nada me sorprendía ver como mis pezones duros como piedras, al tocarme uno de ellos noté un escalofrío. No podía creerlo, que tan solo que Alejo me viera desnuda me pusiera caliente, me pase un dedo por mi chumino y no pude reprimir unas ganas locas de masturbarme, algo que no hacía desde hacía bastantes semanas…, aquella vez no pude reprimir las ganas de tocarme y mientras lo hacía no pude dejar de pensar en el cuerpo del amigo de mi hijo completamente desnudo.

Cuando bajé Rodrigo y Alejo estaban jugando a la consola, mi hijo me contó que había invitado a comer a Alejo y que se le había olvidado decírmelo, le dije que llamara a la pizzería y encargara dos pizzas para comer mientras yo iba a poner la mesa a la cocina. Estaba poniendo la mesa cuando Alejo entro en la cocina…

He venido a ayudarte preciosa, me susurró muy cerca del oído, tanto que me hizo cosquillas. Alejo comenzó a poner los cubiertos en la mesa tan atento y considerado como siempre, cuando me soltó un comentario que me dejo helada… – El vestido que te has puesto es muy bonito pero estabas mejor como te he visto arriba.

Note como volvía a ponerme colorada y no dije absolutamente tratando de actuar con normalidad mientras seguía poniendo la mesa, estaba poniendo los vasos cuando sentí a Alejo detrás de mí, se pegó a mi culo mientras dejaba una jarra de agua en la mesa. Me di la vuelta muy nerviosa y en cuanto lo hice me quede a escasos centímetros de Alejo, se acercó aún más a mí y me dio un beso en los labios, atónita le separe tras unos segundos posando mis manos en su pecho…, le dije si se había vuelto loco. 

No puedo aguantar más sin besarte…, me tienes en vilo desde el día que tus amigas se quedaron mirándome el otro día en el gimnasio…, y tú como te quedaste embobada mirándome la polla cuando me viste desnudo en la puerta del vestuario. Llevamos varios días buscándonos…

No digas tonterías, está Rodrigo a punto de entrar. Mi amor, me gustas más cuando se comportas como un hombre y no como un crío prepotente, respondí.

Si ya un crío, sabes que soy tu hombre desde mi cabeza a la misma punta de mi buena polla.

– No digas tonterías bobo…,

– Solo digo lo que tú me dijiste el otro día. 

Me limite a quedarme quieta contra la mesa sin saber que hacer lo que fue aprovechado por Alejo para bajarse hasta los tobillos el pantalón que llevaba puesto. 

Dime qué te parece, hace días que no la ves en todo su esplendor…

Inconscientemente no pude evitar mirar a la polla de Alejo, en esta ocasión estaba dura como una barra de acero, apuntaba directamente hacia mí, solo había visto el miembro de mi esposo en erección en los últimos 20 años y desde hacía unas semanas me estaba poniendo la botas viendo la que tenía Alejo…, esta es mucho más grande, más joven, menos curvada y con una cantidad de venas hinchadas que la hacen muy hermosa, además posee unos huevos bastante grandes y sin ningún pelo en ellos… por no decir del sabor dulzón que posee.

Súbete los pantalones Alejo, mi hijo está en el salón, te has vuelto loco, soy la madre del amigo que te ha invitado a comer…

Alejo no dijo nada, solo se acercó hasta mí, me agarró por la cintura, me separó las piernas y se apretujó contra mí sentándome en la mesa de la cocina, yo traté de empujarle pero Alejo era mucho más fuerte que yo, traté de convencerle de que era una locura, de que Rodrigo podían vernos en cualquier momento y descubrir nuestra loca relación, pero aquel muchacho estaba fuera de sí y a mí me llevaba al éxtasis enajenándome a mis 37 años como a una adolescente primeriza en celo. Comenzó a acariciarme las tetas por encima del vestido, yo evidentemente trataba de separarle tímidamente sin éxito, incluso pensé en gritar para que mi hijo viniera a la cocina pero no sabía cómo iba a reaccionar al ver a su amigo desnudo con las tetas de su madre en sus manos.

Comenzó a besarme sobre los labios, yo no abrí mi boca con la esperanza de desanimarlo, pero al final Alejo consiguió meterme su lengua y enrollarla con la mía, comenzó a besarme el cuello al tiempo que me iba quitando los botones del vestido hasta que mis tetas saltaron fuera de él pues no llevaba sujetador como de costumbre por casa…, siguió bajando su cabeza hasta mis tetas, las cuales agarró con fuerza metiendo su cabeza entre ellas, yo creía estar en una nube. Sería ridículo negar que estuviera disfrutando con lo que aquel muchacho de 19 años estaba haciendo conmigo. Me bajó los tirantes del vestido y enrollo mi vestido a la altura de mi cintura, siguió bajando su cabeza hasta llegar a mis bragas, trató de bajármelas pero yo agarré ambos lados y saqué fuerzas para pedirle que parara. Alejo me miro y con una sonrisa en sus labios gritó….

Rodrigo, ven un momento a la cocina que tu madre y yo no encontramos las Coca-Colas…

Aquello me dejo de piedra, aquel niñato estaba jugando conmigo a su antojo y la sola idea de que mi hijo me viera en aquella situación me hizo soltar mis bragas, ante aquello Alejo me susurro al oído…

Eso está mucho mejor mi vida, para luego volver a gritar…,

Rodrigo, déjalo que ya las encontramos. Mi hijo solo respondió.

Vale colega y date prisa que te quiero volver a ganar antes de comer.

Alejo me bajó las bragas de un solo tirón y las dejó tiradas en el suelo de la cocina, no reconocía al gentil muchacho que unas semanas antes entró en mi vida.

Tienes el chochito más excitante que he conocido en toda mi vida, me encanta como lo cuidas, como te lo depilas hasta dejarlo tan suave como el de una niña.

Antes de que yo respondiera metió su cara entre mis piernas devorando literalmente mi coño, aquello no era nuevo para mí, pese a que mi esposo era bastante conservador en ese aspecto y jamás me había comido el coño, pero este crío no hacía otra cosa cuando me tenía abierta de piernas…, su filosofía era que la mujer debía de disfrutar con su orgasmo antes que el macho gestionara su impávido clímax eyaculador. Durante mi vida de casada con Ulises, alguna de mis amigas solía gastarme bromas con aquello diciéndome que no sabía lo que me perdía, y ciertamente así era cuando con Alejo comprendí que tenían razón.

Sin poder evitarlo, el gusto que mi amante me estaba dando fue en aumento, lo vivía desatada, abriendo las piernas inconscientemente para que pudiera llegar mejor a todos los rincones de mi coñito. Me estaba dando un gusto fuera de lo corriente, sus labios jugaban con mi coño y sus manos pellizcaban mis pezones masajeando mis voluptuosas mamas. Se incorporó de nuevo y colocando su polla frente a mi chochito, fue pasándola de arriba y abajo por mi rajita entre mis labios vaginales, me masturbaba el clítoris produciéndome convulsiones que me electrificaban tensándome todo el cuerpo. Cuando dejó de pajearme intentó ir metiéndomela en mi estrecho conducto de su descontrol, pero con la poca fuerza de voluntad que me quedaba traté una vez más de separarle de mí….

¡¡Basta ya Alejo!! Te lo suplico mi amor, no hagas esto con mi hijo en el salón…. 

Él seguía en su empeño acercando su tieso espolón al máximo que podía de mi coño, me tenía hipnotizada mientras yo no dejaba de tratar de separarle, de convencerle de lo arriesgado de la situación…

Esto es una locura, déjame en paz Alejo te lo ruego, no se te ocurra metérmela o gritaré ¡Por favor no me folles ahora!

En ese instante venció mis defensas y me insertó de golpe casi la mitad de su polla al tiempo que me decía… – ¡Si gritas ahora será nuestro fin! No vas a querer que venga tu hijo y te vea encima de la mesa de la cocina ensartada por su amigo….

Aquel cabrón seguía con su juego y yo no podía páralo volvió hacia atrás sacando casi por entero su enorme falo, hasta introducírmela por completo hasta la raíz, notaba sus huevos darme golpecitos en mi coño. Así permanecimos unos segundos. Sentí un gusto increíble cuando estaba completamente metida, pese a dar la impresión de ser una verga tan grande que no puede llegar a entrar en mi estrecha vaginita, Alejo me sonrió y comenzó a moverse hacia adelante y atrás metiéndomela con fuerza, hasta que sus huevos chocaban contra mí culo. Su enorme badajo se adaptaba a mí enjuto conejito mejor de lo esperado…,  aquel cabrón follaba mucho mejor de lo que jamás había hecho mi santo esposo, no pude evitar comenzar a jadear casi ahogadamente un… – Sii, siiiiii, siiiiiiii – Alejo acelero sus movimientos y por primera vez en mis 37 años de vida, con ese chico supe el significado de la palabra ORGASMO con un nabo follándome.

De no haber sido porque Alejo dándose cuenta de lo que pasaba me metió la lengua en mi boca, yo habría gritado de placer como una loca y en ese momento, enrollando mi lengua con la del amigo de mi hijo y teniendo un orgasmo maravilloso sentí como un calor húmedo inundaba mi vagina…, unos tres minutos más follándome el chico arreciaba con mayor pretensión dentro de mi vagina signo inequívoco de que Alejo se iba a correr dentro de mí. Con unos gruñidos casi silenciosos, se fue vaciando en copiosos chorros de leche espesa en el fondo uterino de la mujer vencida ante sus encantos, su portentosa verga y sus generosos actos de amor y lujuria que me regalaba en cada acto. Alejo estuvo unos segundos quieto permaneciendo en mi interior, luego se separó y se subió los pantalones. Yo bajé de la mesa como pude y me coloqué el vestido, justo en ese instante mi hijo Rodrigo entro en la cocina un minuto después….

Joder, ¿cómo tardáis tanto en poner la mesa?, las pizzas ya están aquí.

Aquello me hizo volver a la realidad y contesté que las dejara en la mesa y que aseara las manos para comer, en cuanto mi hijo salió de la cocina me di cuenta de que Alejo había cogido mis bragas y sonriéndome se las metió en el bolsillo de su pantalón.

Durante la comida Alejo no dejo de mirarme y sonreír aunque mi hijo no se daba nunca cuenta de nada, yo seguía muy nerviosa con el coño empapado y sobre todo lleno a rebosar del esperma de ese canalla que me había robado el corazón y la razón… me sentía terriblemente viva y nada culpable por lo que hacíamos. Estaba deseando que mi Alejo no se fuera de casa, cuando terminamos a comer, Alejo y mi hijo se fueron al salón a jugar otra vez a la consola y yo aproveché para decirles que estaba cansada y que me iba a mi dormitorio a descansar.

Llevaba unos 20 minutos en mi dormitorio dando vueltas sin parar pensar en los acontecimientos que estaban ocurriendo, cuando pude escuchar como la puerta de mi habitación se cerraba, abrí los ojos y vi a Alejo en mi dormitorio….

Pero, ¿Qué coño haces aquí insensato? Le pregunté asustada y sorprendida…

¡¿Tu qué crees cariño, he venido a hacerte el amor otra vez?! 

Se tiró literalmente sobre mi cama de matrimonio y se acercó a mí comenzando a besarme la cara y el cuello, una vez más traté de separarme pero sabía que era imposible al ser mucho más fuerte que yo…

Dejémoslo para cuando no esté Rodrigo…

– De eso nada Laura, no me puedo conformar con follarte una vez…, me tienes preso de tu locura. Necesito amarte a cada instante, te prometo que vas a gozar como no lo has hecho en tu vida…, me dijo mientras bajaba sus manos y me agarraba con fuerza de mis nalgas por debajo de mi vestido. – Veo que no te has puesto bragas desde que te las quité en la cocina, ¡¿Estabas esperándome, verdad mi reina?!

Metió un par de dedos en mi coño y pudo notar cómo me tensaba, al sacarlos mojados se sonrió mostrándomelos. 

Mira mi amor, para hacerte la estrecha estas bastante mojadita.

Comenzó a pasar la lengua por toda mi cara, lamiéndome, besándome manteniéndome con la boca anhelante hasta que volvió a meterme sus dedos y consiguió hacerme gemir, momento que aprovechó para meterme la lengua hasta la campanilla, como había ocurrido en la cocina antes de comer. Cada vez mostraba menos resistencia, dejó de besarme y sacó los dedos de mi coño nuevamente para esta vez bajar los tirantes de mi vestido y comenzar a sacármelo por debajo. No se conformó con remangarlo en mi cintura sino que me lo quitó por completo dejándome totalmente desnuda sobre la cama ante sus ojos. Lanzó su cabeza contra mis tetas que empezó a chupar y mordisquear con gula, al mismo tiempo con sus manos se bajaban un poco los pantalones, pude notar su polla dura contra mis muslos, sacó la cabeza de entre mis tetas y mirándome fijamente y al tiempo que me sonreía guio su magnífico falo, que de tan tieso superaba la inclinación necesaria para enfilar mi coño, así que con un dedo de su mano derecha posicionó la cipote hasta mi gruta…, me la clavó de un solo golpe hasta los mismo huevos sin misericordia. A esas alturas yo me dejaba hacer, llevé mis manos hasta el culo de Alejo y lo apreté contra mí, aquel muchacho era fuerte como un toro, movía su cadera arriba y abajo penetrándome por completo, me besaba con pasión como si fuéramos dos jóvenes amantes que esperaban el fin  del mundo….

Dime qué quieres follar conmigo siempre que nos apetezca… sin restricciones.

Yo me negué a responder, bastante doblegada me sentía ya dejando que el amigo de mi hijo me follara en mi propia cama de matrimonio a escasos metros del cuarto de mi hijo, que me sometiera con tanta facilidad a su antojo como para firmarle el salvoconducto de mi coño sin ningún tipo de estipendio. Me lo volvió a repetir y volvía negarme a contestar algo tan evidente como deseado por mí…, en ese instante Alejo se detuvo, se puso de pie y me agarró por la cintura levantándome en brazos, yo solo pude agarrarme a su cuello, en esa posición me la volvió a meter y se encamino hacia la puerta de mi habitación….

¿Qué haces? Le pregunté asustada.

Te voy a follar así delante de tu hijo.

Abrió la puerta del dormitorio y se encaminó hacia las escaleras, yo traté de bajarme de él pero me tenía agarrada con mucha fuerza, me llevó hasta el comienzo de la escalera con la su polla clavada dentro de mí, estaba a punto de bajarlas cuando le dije lo que quería oír, estaba a punto de llorar como una niña y le susurre al oído…

Está bien, deseo que me folles siempre que quieras ¡¿Acaso no está ocurriendo siempre, cabrón?! Me tienes a tu merced, para qué quieres que te lo confirme, bobo.

– Muy bien, así me gusta, pero por no haberlo hecho antes te voy a follar aquí mismo.

Me bajó al suelo y me obligo a apoyar mis manos en la barandilla de la escalera, desde donde estábamos podía ver a Rodrigo de espaldas a nosotros en la planta de abajo jugando a la consola. Alejo se puso detrás de mí agarrándose de mis caderas…, me la volvió a meter de un solo golpe. Trate de ahogar mis gemidos y de no ser porque mi hijo tenía la TV bastante alta sonando disparos sin cesar, me hubieran oído, allí mismo a escasos metros de él, casi delante de él, Alejo comenzó a follarme otra vez.

Parece que tu hijo se lo está pasando bien con ese video juego de guerra ¿verdad? Pero nosotros nos lo pasamos mucho mejor…

Alejo seguía bombeando detrás de mí cuando escuchamos gritar a mi hijo…

ALEJOOO. Alejo respondió sin inmutarse desde arriba y sin dejar de follarme…

QUEEEEE ¿Por qué tardas tanto en pillar el juego coño?

– Es que tu madre me ha pedido que la ayudara con una cosa…

– ¡Joder mamá deja de entretener a Alejo! Respóndele, me ordenó Alejo… 

– Sí cariño, tranquilo que ya terminamos… le grité a mi retoño notando como la polla de Alejo no dejaba de entrar y salir de mi coño como un misil…

Tengo mucho aguante en mi segunda corrida Laurita, si quieres que terminemos ya tendrás que hacer algo para que me corra.

Sabía lo que pensaba aquel semental, quería que se la chupara para terminar pero no pensaba hacerlo tan gratuitamente. A Ulises solo se la había chupado un par de veces, con él no me gustó nada, sobre todo porque me parecía desagradable beberme el semen, un engrudo espeso que la primera vez me produjo náuseas, la segunda hice de tripas corazón y me lo tragué, no fue tan malo, pues no me dieron esas ganas de vomitar…, Ulises nunca más me obligó a hacerle una felación completa. Ahora con Alejo era totalmente distinto, la veteranía y mis ansias de macho perturban mis escrúpulos consiguiendo anularlos…, además tenía que hacer algo o mi hijo no tardaría en subir a buscar a su amigo. 

Me saqué la polla de Alejo del coño y me di la vuelta hacia él raudamente, me arrodillé. Pude ver su cara de satisfacción pensando que había logrado una nueva victoria, pero se sorprendió al ver como no era mi boca lo que tocaba su polla, sabiendo que tenía unas armas importantes aprisioné la polla de Alejo entre mis tetas y comencé a pajearle con ellas. Alejo me miró vanidoso…

Pensaba en tu boca, pero no te voy a decir que no me gusta que me pajees con esas tetazas maravillosas.

Una paja cubana era algo que no recordaba cuando la realicé la última vez, escupí en mi canalillo para lubricar bien y el chico no tardó mucho, el mismo sabiendo que estaba a punto de correrse, comenzó a follarme las tetas furiosamente moviendo su culo, yo iba a levantarme pero él me sujetó por la cabeza y me hizo mantenerme debajo de rodillas ante él. 

No tan deprisa que te voy a regar esas tetas.

No había terminado la frase cuando comenzó a correrse encima de mis tetas, un primer chorro leve, seguidos de otros tres más caudalosos…, hasta cuatro chorros de semen impactaron contra mis ubres, más algunos goterones que le fui escurriendo para relajar su cipote. Cuando terminó, Alejo me dio un beso en la frente se subió los pantalones se fue a la habitación de mi hijo, cogió uno de sus juegos y bajó las escaleras como si tal cosa, mientras yo me iba a mi habitación desnuda, y con las tetas llenas de su esperma completamente rociada. Olía a macho, no me desagradaba el aroma contundente del semen.

La vanidosa ahora era yo, me enardecía saber que era la hembra en la que volcaba toda su potencia, esa era la razón por la que quería mantener por un tiempo infinito su bálsamo en mi piel… lo retuve durante media hora más no podía ser, así que me limpié y me duché. Me estaba volviendo totalmente loca, había sido infiel a mis deseos por primera vez en mi vida y además lo había hecho en mi propia casa con mi hijo en ella. El mejor amigo de mi hijo me hacía desear cosas que nunca pensé conceder a nadie, simplemente se había convertido en mi galán idolatra. Pasé el resto de la tarde en mi habitación, ni tan siquiera me atrevía a salir por no encontrarme con Alejo. A eso de las 19:00 noté que llamaban a mi habitación, pensé que sería Alejo, que vendría a despedirse cortésmente como tantas otras veces, pero la voz de mi hijo al otro lado de la puerta me tranquilizo.

Mamá ¿puedo pasar?

– Si cariño…

– Hola mama, quería decirte que nos vamos a dar una vuelta.

– Me parece muy bien nene. Pensé que por fin me iba librar de Alejo pero me equivocaba…

Además mamá hemos estado hablando y le he dicho a Alejo que se puede quedar el fin de semana con nosotros. Estamos en la evaluación final y tenemos muchas cosas que estudiar juntos. ¡¿No te importa, verdad?!

No sé cuánto tiempo tardé en responder pero aquellos segundos se me hicieron eternos, y para mi sorpresa no pude buscar un motivo creíble para decirle a mi hijo que no, así que le dije que podía quedarse sin ningún problema. Cuando Alejo y mi hijo se fueron salí de mi dormitorio y me di una ducha fría sin saber lo que me quedaba por vivir en ese fin de semana. No solo fue ese fin de semana, si no que Alejo cambió su piso compartido de estudiantes por la habitación trastera que reconvertimos en habitable, entonces sí que mi vida sexual tomó un rumbo de proporciones bíblicas porque follábamos casi a diario, sin preservativos dejando vía libre a la potencia de sus millones de bichitos para que forjaran el resto de la posible fecundación. Pero esto no fue hasta el curso siguiente.

Acabó el curso en unos veinte días y Alejo se marchó a su hogar con su madre y el novio que esta tenía en esos momentos. Durante todo el verano mi hijo me convenció para realizar el tercer curso de Erasmus…, en verdad ya lo tenía todo cerrado, lo curioso del caso es que no me dejó sola. Tanta confianza tenía en Alejo que no le importó continuara en casa, más bien se alegró casi tanto como Alejo y yo.

De esa forma no te sentirás tan sola, me dijo Rodrigo, te quiere como una madre y es un chico muy fuerte para lo que quieras hacer en casa…

No se lo iba a discutir, la idea me entusiasmaba y estábamos de acuerdo los tres. Si con Rodrigo en casa follábamos a pajera abierta, ahora se había convertido en mi esposo, mi marido, mi amante sin paliativos. Hablábamos mucho en las largas noches de invierno frente a la sorda televisión, y fue entonces cuando comencé a atar cabos sobre sus orígenes. Cuando alcanzamos un poco más de confianza me contó una historia increíble, el por qué estaba allí, por qué era tan amigo de mi hijo y el motivo de ser mi amante…. Sus padres se habían divorciado a la edad de ocho años cuando su padre se enteró que no era el progenitor de Alejo en una prueba de fertilidad…. Hace dos semanas conocí a Juana, la madre de Alejo y fue cuando me contó la verdadera historia…

 

12º Capítulo. Mi hijo no es de mi esposo.

Cuando el doctor nos informó a mi esposo y a mí que él era estéril fue una noticia que nos agarró completamente de sorpresa. Durante los dos primeros años de casados yo había tomado pastillas anticonceptivas porque todavía no queríamos tener niños, pero dejé de tomarlas cuando decidimos que era hora de empezar a tener una familia y mi embarazo no llegaba. Pasaron seis meses antes de que fuéramos a un ginecólogo para saber porque no me quedaba preñada… esposo tenía erecciones y podía eyacular como cualquier hombre y nunca nos hubiéramos imaginado lo de la hipo movilidad de sus espermatozoides por la enfermedad que tuvo de niño, lo de su atrofia en la gran mayoría que no era muchos, solo la quinta parte de lo de un hombre normal…

–Tengo en mis huevos una colonia de jipis, – dijo de manera irónica. – Un atajo de bichitos vagos, escasos y anormales.

Obviamente al enterarnos de esta noticia mi esposo se sintió herido en su orgullo de hombre, tirando por el suelo su masculinidad. Yo por mi parte pensé que uno de los sueños que siempre había tenido en mi vida se podía desvanecer, yo siempre había querido ser madre, y poder sentir el milagro de dar vida de mi cuerpo. No puedo negar que desde esa primera noche me pasó por la cabeza la posibilidad de que quizás mi esposo no fuera necesariamente el que me dejara preñada. La verdad si una pensaba prácticamente en el problema, este se podía resolver muy fácilmente en menos de quince minutos, y sinceramente conocía a más de un hombre que no le hubiera importado darse el gusto conmigo por unos minutos para inseminarme.

Mi esposo estaba tan herido en su orgullo de hombre que yo estaba segura que si un día le comunicaba a toda la familia… ¡Milagro estoy embarazada! Él no iba a tratar de ninguna manera de hacer nada para probar que el hijo no era suyo. Parece increíble como una persona solo necesita un pretexto ligeramente convincente para atreverse a hacer cosas fuera de sus principios. Yo era de esas personas que no perdonaba bajo ninguna circunstancia la infidelidad y juzgaba a otras personas que lo habían hecho, sin embargo, con el pasar de los días, la idea de permitirme una aventura para salir preñada se me hacía más fácil de aceptar.

Cometí el “error” de comentarle toda esta situación a Ulises un amigo de mi trabajo con el que tenía bastante confianza pues nuestras familias se conocían desde nuestros abuelos y después nuestros padres fueron vecinos durante muchos años… Él como hombre al fin y al cabo, no tardó en empezar a hacerme bromas e insinuaciones al respecto. Con frecuencia cuando nos cruzábamos durante el día por los pasillos del edificio Ulises se me acercaba y me decía…

 Reina, mira que yo te puedo arreglar tu problema en solo unos minutos… y se marchaba mirándome el trasero con una sonrisa pícara.

Ulises y yo estuvimos bailando en estas bromas e insinuaciones durante casi dos meses, llegó un momento en que creo que él se dio cuenta que yo estaba considerando su propuesta, porque sabía que su esperma era de calidad… tenía a su esposa preñada de cuatro cinco meses y él comenzaba a subirse por las paredes follando menos de lo habitual. Una tarde que nos quedamos trabajando en la oficina hasta tarde, me tomó desprevenida en mi puesto apilando unas cajas, plantó un tremendo beso en la boca, yo no lo rechacé inmediatamente, pero después de unos segundos sentí su mano debajo de mi falda buscándome las bragas, en ese momento sí lo empujé aunque tampoco le reproché lo que había hecho.

Esa noche casi no pude dormir pensando en lo que había sucedido en el trabajo, pero más aun pensando en que iba a decidir hacer con Ulises. No podía negar que cuando éramos adolescente tuvimos algún que otro flirteo, el hombre era muy hermoso, un macho de la cabeza a los pies. Al estar casado me retraía un poco al principio, pero a él no, como es natural en un semental al que una sola hembra se queda corta en sus relaciones. Mi esposo y yo seguíamos tratando de tener un hijo, no cuajando con la inseminación artificial, demasiado pobre y lento su esperma…, inclusive recurriendo a medicinas naturistas…, cuando estábamos a punto de darnos por vencidos y aceptar que no íbamos a poder procrear sucedió el detonante…estaba decidida a ponerle los cuernos a mi esposo por ser madre ¡Sin remordimientos!

Un día de esa semana, durante la hora del almuerzo le mande un mensaje de texto a Ulises por el móvil… escribí “¡¿Estarías dispuesto a hacerlo?!” El me respondió casi inmediatamente con un "¡Por supuesto!"  Le pedí que me esperara al final del día para tener una conversación entre los dos. Yo quería que Ulises entendiera claramente que aparte del placer del encuentro sexual (que era indiscutiblemente su principal motivación), este encuentro iba a generar un bebé, y él iba a desprenderse de cualquier clase de derecho sobre ese niño, simplemente ese no iba a ser su hijo y si mañana por algún motivo nos dejábamos de ver él no tendría ningún derecho de querer comunicarse conmigo o pedirme explicaciones. La verdad me era difícil entender como un hombre podía procrear un hijo y simplemente desprenderse de cualquier vínculo con él, era algo que jamás en la vida una mujer podría hacer, pero aparentemente los hombres son bastante diferentes en ese aspecto.

Ulises me escuchó todo lo que tenía que decirle y aceptó mis condiciones. La única petición que hizo fue al decirme… Para dejarte embarazada no pueden ser solo 15 minutos, tiene que ser al menos 2 horas, yo como dije antes entendí que su única motivación que era el placer del encuentro y acepté su condición de que fuera un concurrencia de dos horas, y bueno acepté que como hombre se iba a dar el gusto conmigo.

Ulises y yo acordamos hacerlo en un hotel apartado del centro de la ciudad, innegablemente yo tenía que tomar precauciones de que nadie pudiera verme. Acordamos hacerlo un jueves después del trabajo. Conté a mi esposo que iba a ir al cine después de salir del trabajo con una amiga y luego íbamos a cenar algo por ahí. Aceptó sin el menor problema y sin imaginarse por un segundo que esa tarde un hombre me iba follar con la intención de preñarme como él no había podido hasta entonces. El jueves por la tarde, Ulises y yo conducimos en dirección al hotel en vehículos separados. Me encontraba súper nerviosa durante todo el camino, aunque ya casi llegando simplemente decidí que el encuentro iba a suceder de todas maneras y era mejor si me relajaba, y como mujer tratara de disfrutarlo.

Felizmente como Ulises y yo nos habíamos coqueteado durante todo este tiempo, en verdad en mi ánimo había despertado un deseo en mí que estaba aletargado durante más de diez años, quizás me había olvidado un poco de esa aspiración por la preocupación de todos los detalles, pero traté de llevar mi estado de ánimo a cómo me sentía hace unas semanas atrás cuando pasaba por los pasillos del trabajo y Ulises me miraba como una vieja amiga con la había soñado follar a nuestros dieciséis años.

La habitación quedaba en el quinto piso, mientras subimos por el ascensor Ulises me tomó por la cintura y me miró las piernas con una mirada de deseo que se le salían los ojos, me imaginé la paliza que me esperaba y la verdad me sonreí, mientras caminamos por el pasillo en dirección al cuarto, Ulises me dijo en la oreja…

Te voy a dar como nunca te han dado antes,sus palabras sonaron prometedoras o amenazadoras.

No sabría cómo empezar a describir todo lo que sucedió en esas dos horas, que para empezar no solo fueron dos sino dos y 40 minutos y la verdad si soy sincera no me importo en lo absoluto tomarme esos 40 minutos extras. Lo hicimos dos veces, pero las caricias sexuales duraron todo el tiempo sin parar…, nos teníamos muchas ganas a vista de los sucedido. Yo tuve tres o cuatro orgasmos durante todo ese tiempo y Ulises dos eyaculaciones…. Por supuesto nos aseguramos que sucediera exactamente en donde tenían que ser para dejarme bien preñada. Contarles que Ulises se dio el gusto conmigo en todo lo que yo había pensado sería poco, la verdad es que desde que entramos por la puerta Ulises me tomó y me disfrutó sexualmente como si yo fuera la última mujer en la tierra y ese fuera el último día de su vida. Ulises lo hizo increíblemente fácil para mí, olvidándome de todo lo que tenía en la cabeza y entregarme completamente al coito.

Inteligentemente lo primero que Ulises hizo fue tirarme contra la cama, y meter la cabeza completamente debajo de mi falda, me bajó las braguitas, me sujetó fuerte las piernas y no me dejó de dar sexo oral hasta que no me vio contorsionarme de placer en un primer espectacular orgasmo. Aun retorciéndome me siguió lamiendo y masturbando con sus dedos sin parar, yo simplemente cerré los ojos y sentí mi cuerpo explotar en una eyaculación deliciosa. Cuando Ulises se incorporó después de darme increíble comida de coño, yo ya estaba por las nubes, en ese momento él hubiera podido hacer lo que quisiera conmigo. Me dejó acostada boca arriba y puso su cuerpo encima de mí, fue directo a meterme la polla por la boca, y yo abrí los labios…, lo acepté con plena sumisión, era un precio pequeño que había que pagar.

Inició un movimiento de pelvis agitando la verga dentro de mi cavidad bucal, en un mete saca demencial, le permití follarme la boca a placer. Yo nunca antes había estado en esa posición con un hombre y la verdad me pareció súper erótico tangándome la verga  de vez en cuando sus colganderos cojones llenos de mi preciado semen. Luego puso el falo entre mis dos tetas e hizo lo mismo, me pasó el cipote tieso por todo el cuerpo haciéndome saltar cuando me lo pasaba por zonas sensibles, luego el regresaba y me lo metía en la boca otra vez, me di cuenta que Ulises es la clase de hombre que le encantaba el sexo oral.

Después de unos minutos de juegos y caricias lascivas, simplemente me desprendí de cualquier sentido de inhibición y responsabilidad, me olvidé de todo, de mis problemas, de mi esposo, de su esterilidad, hasta podía decir que me olvidé que mi principal motivación de estar allí que era quedar PREÑADA. En ese momento el deseo plagado de lujuria se apoderó de mí completamente, simplemente puse mis piernas alrededor de Ulises, y mientras él se devoraba mis tetas con la boca le dije…

– ¡¡Métemela, métemela Ya!! ¡Fóllame como tú sabes y PREÑÁME! ¡Déjame bien panzona!

En verdad yo ni me acuerdo en cuantas formas y posiciones me hizo suya, pero me imagino que fueron casi todas…, yo abajo, arriba, de espalda, de frente, de lado, con la pierna cruzada, con la pierna de frente, con una pierna doblada, con una o las dos piernas sobre su hombro. Cuando estaba a punto de eyacular la primera vez me tenía en posición de perrito, me agarró por los cabellos y la verdad se puso un poco brusco, pero no me importó, hasta podría decir que me gusto porque hacía años que un hombre no me poseía con esa brusquedad deliciosa. Percibí con gozo el primer lechazo dentro de mi vagina, y el segundo dejándome un calor tibio que me ruborizaba todo el cuerpo. Continuó eyaculando hasta vaciarse, y cuando terminó de correrse esa primera vez, pensé que iba a tomarse un descanso, pero inmediatamente empezó a tocarme, a masturbarme y a chuparme las mamas, mis pezones se irguieron y no me dejo yacer ni un momento. Después de diez minutos comiéndome entera, me pidió que le diera sexo oral, a lo cual accedí haciéndolo una soberana mamada, una felación en la que me engullía todo su rabo con todo gusto, en solo cinco minutos más, Ulises estaba completamente duro otra vez y listo para otro round. Le acaricié sus testículos con mimo, los besuqueé y lamí estimulándolos cuanto sabía, porque ahí se producían los soldados que conquistarían mis óvulos rebeldes.

Salimos del hotel cerca de las 9 de la noche, no había forma de predecirlo pero yo estaba segura que el semental de Ulises me había dejado preñada, simplemente lo podía presentir y si hacerlo con ganas podía ayudar en algo, pues entonces podíamos darlo por hecho, dado que durante el acto en sí de la penetración Ulises lo había dado todo con unas GANAS épicas, con tantas que la verdad me había dejado adolorida. Cuando llegué a la casa mi esposo estaba en su escritorio leyendo unos documentos de su trabajo, yo lo saludé de lejos, subí inmediatamente a mi habitación y directa a la ducha.

Mientras me caía el agua encima yo todavía podía percibir el olor del sudor de Ulises encima de mi cuerpo, el sabor de su polla en mis labios, el aroma a macho y semental entre mis piernas. Tenía veinte mil sentimientos pasándome por la cabeza, satisfacción, amargura, culpa, deseo, no voy a negar por un segundo que el sexo con ese hombre me había ENCANTADO, pero ahora ya pasada la adrenalina del momento era cuando todos esos sentimientos de culpa y remordimiento me caían encima, solo aliviado por el deseo de estar preñada y albergar en mis entrañas la vida de mi futuro bebé. A las pocas semanas mi periodo no me llegó cuando debió haber llegado, me hice una prueba y comprobé lo que yo ya había presentido, estaba preñada.

Lo primero que hice fue ir al día siguiente a la oficina de mi jefe y presentarle mi renuncia inmediata. El pobre no entendió las excusas que le di pero no le quedó más remedio que aceptarlas, fui a mi puesto de trabajo y a mi taquilla y puse todas mis cosas en una caja…, me marché para nunca más volver a ver ese trabajo ni nunca más volver a ver a Ulises del que no me despedí, y jamás supo que era padre de mi hijo. De él ya tenía lo que necesitaba y a los pocos meses mi marido mejoró su puesto de trabajo en Cariñena y yo nos trasladamos a vivir allí. Una semana más tarde parece que Ulises se enteró de mi renuncia y me llamo a mi móvil, yo no le conteste, solo le mandé un mensaje de texto…"acuérdate de nuestro trato".

Nunca más me volvió a llamar y tengo que admitir que fue un hombre honorable con su palabra hasta su muerte. Estaba convencida de no volver a verlo nunca más, pero tampoco que moriría tan joven. Mi esposo dio un salto hasta el techo cuando le dije que estaba embarazada y tal y como lo pensé no se le ha ocurrido ni por un segundo pensar que el hijo no pueda ser de él. Yo lo único que hice fue atribuirle el milagro a lo que estábamos tomando en esos días, creo que era un producto llamado “Huma de gato”. Pareciera que todo estaba solucionado, embarazada tras años buscando el bebé, Ulises desaparecido completamente de mi vida y mi esposo más feliz que nunca.

Por entonces pensé que muy probable que nadie se enterara jamás de mi gran secreto, pero hace unos años me vino un gran sentimiento de culpa que me estaba matando de la angustia. Me despertaba muchas veces por la noche aterrada imaginándome escenarios en los que todo se puede descubrir…

“¿Qué pasaría si mi hijo tiene una operación en el futuro y al tratar de donar sangre se descubre que la sangre de mi esposo no es la de él? ¿Qué pasaría si en unos años Ulises tiene un remordimiento de conciencia y decide buscarme? ¿Qué pasaría si no aguanto más con la culpa y decido contarle todo a mi esposo en un momento de desesperación?”

No era capaz de vivir toda mi vida con este secreto, por eso cuando mi hijo cumplió los quince años y mi divorció ya no era un trauma para Alejo fue cuando le conté su verdadera identidad. No dudó en agradecerme la confesión. Por su cuenta buscó a su padre con los datos que le facilité descubriendo su fallecimiento por accidente en un artículo de periódico husmeando en internet, me dolió que no pudiera conocerlo, pero quizás era mejor así. Todo transcurrió muy bien entre nosotros conviviendo en nuestro pequeño y humilde piso. Alejo sin duda había salido tan inteligente como su padre, y cumplidos los 18 años se marchó a la universidad.

Curiosamente encontró a su hermanastro y a la madre viuda de este…. Recibí la llamada de Alejo una tarde para que fuese a la ciudad universitaria, quería presentarme a la mujer que lo tenía tan generosamente acogido en su casa. No pude rechazar la invitación siendo tan generosa con nosotros y con nuestra paupérrima cuenta corriente…. Tal vez me molestó un poco nada más enterarme, pero en nada me sorprendió que fueran amantes mi hijo y Laura, ella no aparentaba su edad, Alejo estaba lejos de ser un niño, siempre pareció tener un carácter adulto o al menos mayor que su edad biológica y sobre todo descubrí que ambos se amaban…, no iba a ser yo quien impidiese ese amor a la persona que un día me prestó a su esposo para hacerme la mujer más dichosa del mundo, pese a su desconocimiento, y al fruto de tantas y dadivosos júbilos a lo largo de estos 19 años. Comprendía que Laura se sintiese atraía por mi hijo, debido a que era el vivo modelo de su padre fallecido y que él profesara admiración por ella, cautivo de gozo al ser una hembra formidable aún en edad de procrear.


Capítulo Final. El mejor amigo de mi hijo es mi amante.  

De ojos verdes, rubia y escultural gracias a que soy instructora de spinning amateur del gimnasio donde suelo ir desde hace años, lo que para mi suerte me mantiene con muy buen cuerpo, soy de tetas grandes y firmes, piernas duras y bien formadas, delgada y tengo un buen trasero, firme y duro. Actualmente vivo en un ático doble que consta de 3 cuartos de dormir, 2 baños, sala-comedor y la cocina con Rodrigo que se halla en Erasmus y en su sustitución convivo con mi amante y amigo de mi hijo de 20 años Alejo. Al terminar el último trimestre del curso universitario mi hijo me preguntó sí Alejo podía quedarse lo que quedaba de curso en casa ya que su madre comenzaba a tener ciertas dificultades económicas para pagar el piso compartido…, a lo cual accedí, ya que era el mejor amigo de mi hijo y el mío…, lo conocía a él, pero no a sus padres.

Alejo llegó a la casa un lunes por la mañana, yo estaba en el gimnasio donde trabajaba hasta las diez de la noche. Cuando llegué, Alejo ya se había acomodado en su cuarto que tiene una cama suplementaria y estaban jugando con el Play Station. Les preparé la cena y los llamé para comer, hablamos mientras comíamos y le dije que se sintiera como en su casa, que no tuviera pena con nada y que me pidiera cualquier cosa. A lo que respondió que así me lo haría saber…, nuestra aventura sexual no hizo más que incrementarse. Acabó el curso y Rodrigo se marchó de Erasmus dos meses después pasadas las vacaciones, pero Alejo terminaría la carrera en la universidad de la ciudad, así que sin pensarlo mucho le exigí que continuase viviendo en casa, la razón se la pueden imaginar, la excusa…su situación económica y la convivencia con alguien para no estar sola.

Alejo y yo llevamos a Rodrigo al aeropuerto y después fuimos a ver una película al cine y a comer helados. Cuando llegamos a la casa, le dije a Alejo que no tuviera pena por no estar Rodrigo, porque nuestra relación se podía afianzar más si ambos lo pretendíamos o seguir con las cosas como antes. Me fui a bañar y me puse el camisón amarillo para dormir, cuando entré a la habitación donde dormía a Alejo lo encontré jugando a la play, sentado en la cama solo con unos bóxer que era la ropa que usaba para dormir, me puse a recoger un poco el reguero que dejó Rodrigo por el apuro con que hizo la maleta y a ordenar un poco el cuarto.

De pronto noté que Alejo no me quitaba la vista de encima y claro como tenía el camisón que me queda un poco holgado al agacharme se me veía todo por debajo, sin sostén se notaba perfectamente mis pezones. Sonrojada salí rápido de ahí, con la excusa que iba a llevar la ropa al lavandero. Ya más calmada, pasé otra vez pero solo para darle las buenas noches, al verlo, sin pensar me puse a detallarle su cuerpo…, me entretuve en su muy buena forma, ya que jugaban para el equipo de rugbi de la universidad y hacía algunas horas de gimnasio a la semana, también practicaba natación con Rodrigo… se mantenía en buena forma. Tiene una espalda ancha bien definida, al igual que el pecho y buenos brazos debidos a la natación, unas piernas muy fuertes por el deporte intenso, un abdomen en donde se le marcaban su tableta, todo ello añadió a que Alejo mide como unos 1.82, un poquito más alto que mi hijo, de piel bronceada por el sol que agarra en la piscina y de cabello y ojos oscuros casi negros.

Después de conocer la historia de Ulises con su madre, y que el fruto de esa relación ocasional e interesada, comprendía porque Alejo era la viva imagen de mi difunto esposo Ulises. Mi mente ya no tuvo el menor resquicio que ese chico había aparecido en mi vida para sustituir a mi esposo y de paso vengarme poniéndole también los cuernos por mucho más tiempo…, por tanto me desinhibía con la lujuria de follar con un chaval recién entrado en la veintena, sabiendo que era hijo de mi esposo, me desquitaba de unos cuernos inmerecidos, durmiendo arropada por los fuertes brazos de mi hombre en vida un poco más joven de cuando lo conocí. No exigía nada más a la vida, excepto que me amara, como bien me hacía cada día y a veces por partida doble.

Al acostarme esa primera noche a solas con Alejo no podía conciliar el sueño…, no quitaba de la mente su miraba y su espectacular cuerpo. Pasó más de una hora hasta que me dormí. A la mañana siguiente cuando ya estaba saliendo al trabajo, salió corriendo del cuarto y me preguntó si se podía ir conmigo, si le podía acercar a la universidad al igual que hacía con Rodrigo dado que mi hijo no estaba. Nos fuimos juntos. Al terminar del trabajo me dirigí al gimnasio y en mi clase de spinning lo encontré en las máquinas. Soltó que ya estaba terminando, sólo le faltaba una y lo ayudé a terminar. Nos fuimos a la casa y mientras preparaba la cena él se marchó a la ducha. Después salió solo con una toalla me preguntó dónde había más gel, se había acabado. Tardé en conseguirlo para apreciar su cuerpo con sólo la toalla que tenía atada a la cintura.

Al salir del baño, le dije que me iba a bañar, mientras me quitaba la ropa, él me gritó desde la cocina que olía a quemado y abriendo un poco la puerta del cuarto le di las instrucciones. Al dejar la puerta entre abierta sin querer, pudo ver cómo me terminaba de quitar la ropa del gimnasio…, sabía que me observaba pero me hice vista gruesa, seguí en lo que estaba, me hacía sentir que mi cuerpo todavía era sexy. Al finalizar, abrí la cortina de la ducha y me puse a escurrirme el agua del cabello y a peinarme para que tuviera tiempo de verme bien…, me sequé muy sensualmente, me puse la bata dándole tiempo de irse a la cocina y salí a ver cómo estaba la comida. Se le notaba el bulto en su bóxer que no podía disimular y subrepticiamente me aflojé la bata un poco para que se me abriera al inclinarme y permitirle ver un poco más. Todo ello me estaba poniendo muy súper cachonda, insinuándome de la manera más pueril.

Me marché a vestir, me puse una malla de las que uso en la casa, pero en esta ocasión busqué unas que me quedaran más apretadas sin bragas, y una camiseta sin sostén, claro está para estar cómoda y darle el gusto a mí huésped. Cenamos y después me ayudó a recoger la mesa sin dejar de mirarme cada vez que me agachaba, lo cual hacía con mucha frecuencia para que me viera bien Alejo, me gustaba el juego de estarle zorreando al pobre chico.

Le pregunté que si quería ver una película de cualquiera de los canales que mi hijo tenía contratados… le sugerí que la viéramos en mi cuarto. Yo me encontraba acostada de mi lado y él se sentó en donde tanta falta hacía un hombre. Después de un rato, le dije si quería ponerse más cómodo se recostara a lo que accedió. Al terminar la película hice movimientos de molestias en mi cuello y dije en voz susurrante, casi sensual…

– ¡Qué lástima que no está Rodrigo para que me diese unos masajes! Y le pregunté… ¿Tú sabes dar masajes en el cuello?

– No debe de ser muy difícil, pero nunca lo he hecho.

– Anda dame uno por favor.

Se situó detrás de mí y comenzó con los masajes, me bajé los tirantes del camisón un poco para que estuviera más cómodo y busqué una crema que tengo que tiene un olor muy rico y sensual. Terminó el masaje, se despidió y se fue a dormir. Ahí me quedé pensando que mi plan no había dado todo el resultado posible.

El viernes por la mañana no pasó nada interesante, fuimos al gimnasio y después de comer le dije que iba a salir y que llegaría un poco tarde ya que iba al cumpleaños de una amiga, estuve un rato en la fiesta…sobre la media noche regresé a casa. Él estaba despierto jugando a la play online… al sentirme salió a saludarme. Yo había tomado un poco más alcohol de la cuenta, y estaba medio alegre, pero cuando lo vi, me hice más borracha de lo que en realidad estaba y tambaleando, me senté en el sofá, él preguntó si estaba bien y le dije que sólo un poquito pasada de copas, que me disculpara…él sonrió, me hice la dormida por unos minutos, dejando un ojo medio abierto.

No se daba cuenta de mi control cuando aprovechó para otearme un poco. Vestía con una minifalda de cuero muy corta y ajustada y una camisa que tenía un gran escote en la espalda, lo que ocasionó que no me pusiera sostén. Disimuladamente me recosté para un lado abriendo un poco mis piernas consiguiendo no quitarme la vista de encima, ya que se me veía todo. En eso me desperté y le dije que me ayudara a ir a mi cuarto, me dejó sentada en la cama y se fue cerrando la puerta pero por supuesto no por completo. Me quité la camisa y la falda y me puse la ropa de dormir más sexy que tenía…, caí en la cama haciéndome la dormida nuevamente, sin arroparme ni apagar la luz. A los cinco minutos, sentí que entró y me habló para ver si estaba despierta, como no le respondí, supuso lo contrario.

Ahí estaba él contemplando mi cuerpo tirado en la cama con solo mi diminuto tanga sexy de encajes y mi camiseta larga de tirantes, que dejaba ver mis tetas a través de ella. Me moví un poco lo que ocasionó que saliera una de ellas. Me movió un poco y como no desperté se atrevió a tocarme con mucho cuidado mi teta al aire, la acarició con mucha delicadeza hasta poner mi pezón duro y bien tieso, luego le dio una chupada y no aguanté más y gemí lo que hizo que retrocediera sin hacerlo huir. Al darse cuenta que seguía adormilada, comenzó a tocarme las piernas y en un acto reflejo se las abrí…, me hallaba muy mojada cuando tocó mi chochete y no aguanté más… era una perra en celo con necesidad de macho… estaba muy salida.

– ¡Alejo necesito que me folles…! ¡Que me folles mucho…!

Me paré y me quité la camiseta, quedando en tanga, lo abracé y le di un largo beso con lengua, el cual correspondió metiendo su lengua en mi boca y tocando mi culo sin remilgos. Lo llevé a la cama y lo acosté, lo puse boca arriba con los brazos abiertos y le ordené que no me tocara o besara hasta que le dijera…

– ¡¿Qué me vas a hacer?!

– Te voy a hacer sentir el hombre más afortunado del mundo.

Lo comencé a besar por todo el cuerpo, le restregaba el mío por el suyo, le bajé el bóxer con los dientes y salió de un salto su enorme y grueso pollón por el que me derretía. Lo agarré entre mis manos y lo comencé a masturbar lentamente…, él respiraba fuertemente y se retorcía de placer, luego me lo llevé a la boca y lo comencé a lamer y mordisquear, primero la cabeza dura y brillante y luego bajé por el tronco venoso hasta sus bolas…, me inspiré en la parte de piel que está debajo de las bolas antes de llegar al culo que llaman el perineo. Cuando estaba en el clímax total me metí todo su miembro viril engulléndomelo sin contemplaciones, se lo chupé con verdadera devoción sin paliativos le succionaba la gran bola del glande, le lamía con la punta de la lengua en su agujerito y de nuevo me mamaba ese gran cipote de manera lenta y rápida alternativamente… percibí como le hinchaban la venas, sobre todo la dorsal era tremenda bombeando sangre para endurecer más el gran cipote de mi amante.

De nuevo me encaraba con sus huevos que me los tragaba uno a uno como si fueran caramelos y otra vez me arreciaba en su rabo haciéndole la felación más estupenda del mes. No paré de mamar hasta que el pobre chico no aguantó más…Y sin previo aviso de su parte se le puso más dura aún descargando una serie de lechazos continuados en mi boca. Me iba vaciando toda su cálida leche en mi garganta entre jadeos y esténtores y yo como una puta agradecida no dejé derramar una sola gota de su lefa, me la bebí toda con sumo gusto al paladeando el aroma a macho joven. Atrás ya dejé los remilgos de comerme el esperma de un macho, me estaba gustando hacerlo. Me acosté a su lado y le dije que era su turno.

Comenzó con un beso muy cálido y apasionado, mientras me agarraba las tetas, luego bajó a ellas y las comenzó a lamer y chupar, me las masajeaba y mordisqueaba con mucha dulzura, luego bajó besándome el vientre mientras me quitaba la tanga, dejándome completamente desnuda ante sus ojos. Me abrió las piernas al máximo y comenzó a comerse mi mojado y depilado coñito, luego con sus dedos, separó un poco los labios vaginales dejando a su entera disposición mi grieta del placer y me metió la lengua en ella… jugó con mi clítoris a la vez que con un dedo me penetraba. Yo ya estaba muy caliente, gemía desesperada de gusto, luego metió dos dedos aumentando sus movimientos y en lo que sentí su lengua otra vez dentro de mí me corrí en su boca llenándosela de mis líquidos vaginales.

Esta sensacional mamada de coño que me había dado le provocó una nueva erección, lo que sin pensarlo le pedí que me penetrara…, deseaba sentir su enorme badajo dentro de mí. Me quedé acostada con las piernas abiertas completamente despatarrada, él se acomodó encima y apuntó su enorme y rígido estoque a la entrada de mi empapado y calenturiento conejo hambriento de verga…, de un empujón me lo metió de una sola vez, lo que provocó un chillido de dolor salido de mi profunda garganta. Por entonces estábamos casi dos meses sin vernos, y yo en el dique seco sin novio, con lo cual no había tenido relaciones en todo ese tiempo.

Mi macho comenzó lentamente con el mete y saca, el dolor fue desapareciendo transformándose en placer que mis gemidos corroboraban. Fue acelerando mientras me chupaba las tetas, mamaba mis pezones con fervor igual que un bebé hambriento. No cejaba de horadar mi ansioso conejo dándole de comer nabo duro hasta hacer rebotar sus pelotas en mi culo, la penetración se hacía profunda a un ritmo enloquecedor ¡Bendita juventud! Su potencia se hacía patente en cómo me follaba sin apenas posar su cuerpo sobre el mío. Ese chico era capaz de hacer cien flexiones, no le costaba nada dejar el espacio justo para poder observar su falo entrar y salir de mi coño ampliamente accesible… en cada inserción se percibía mi vientre abultarse con su polla metida a fondo. Sus fuertes brazos le sostenían flexionándose para llegar a mi boca, momento que aprovechaba para mamarle su lengua, recorrer sus dientes, paladar desesperadamente… le clavaba la uñas respondiendo a su pollazos uterinos.

Él por su lado cuando conseguía escapar de mi boca me mamaba los pezones erguidos en unas ubres hinchadas de gozo, y todo ello sin parar de follarme a un ritmo de locura empujando sin cesar, hundiéndome en el colchón de látex y provocando el soniquete de nuestros cuerpo chocando ¡Chas, Chas, Chas! Mis manos no encontraban lugar fijo donde asirle, todo su cuerpo era objetivo de mi placer… me gustaba sentir la tensión de sus músculos, en especial los duros glúteos, le clavaba mis uñas y tiraba de él hacia dentro de mí. El ritmo se aceleraba percutiendo con mayor cadencia en mi coño y de repente endureció su culo al tiempo que soltó un grave gemido ronco de verraco en el instante de correrse. Le agarré con fortaleza hacia dentro de mí tirando de su culo con más pasión si cabe..., y así es como se corrió llenando mi coño de tibia leche. No le dejé salir hasta provocándome un orgasmo feroz con su polla dentro…

La clavó a fondo una y dos veces y otra más, soltando toda su semilla en cuantiosos chorros de esperma espeso que me atoraron el conducto uterino donde solo él llegaba con su fabulosa polla. Percibía como se deslechaba, veía su cara compungida apretando duramente contra mi coño y todo su cuerpo en tirantez máxima desovando todo el contingente de sus gordos cojones. Le sujetaba de las nalgas frotando mi vulva con su pubis...lograba que el clítoris bien duro se rozara con su vello, y provocase el esperado orgasmo que me recorrió todo el cuerpo, dejándome rendida.

Cuando sacó la polla aún rígida, se la lamí hasta dejarla bien limpia, pero al ver que no le había bajado un ápice de dureza, tras mi limpieza me puse en cuatro patas preguntando por su cansancio, a lo que respondió como solo responde un semental… empujándome el cuerpo hacia el colchón para dejar elevado mi culo y enfilar su trozo de firme falo, clavándola hasta la raíz dentro de mi dilatada vagina ¡El muy cabrón me hizo soltar un gran grito al sentirme invadida!

Comenzó con el meneo otra vez, lo que no era un nuevo polvo, si no la continuación del mismo. Mientras lo hacía, con el dedo anular lo lleno de saliva, metiéndolo en el hueco de mi virgen culito a lo que le dije que no, pero no me hizo caso pues quería probar cómo se sentía. Finalmente ante el chute de dopamina dejaba hacerme lo que fuese… era su perra, su puta y su zorra salida. Accedí ante la misma curiosidad. Tras haberlo dilatado un poco, me empezó a meter la cabeza, casi llorando le suplicaba que no fuera duro conmigo, al oír mi súplica, lo excitó más y me empujó otro poco, dejándolo para que se abriera mi estrecho culito. Me sujetaba por las caderas, yo forcejeaba para que no lo sacara y lo hiciese bien. Así de la forma más cariñosa que supo, besándome metió el resto en cortas embestidas procurando abrirme bien el anillo. Me sentía rara siendo enculada, ¡¿Esto es lo que se siente cuando te mandan a tomar por el culo?!

Fue tan cálida la inserción que no produjo apenas dolor, eso no evitó que mis ojos se vidriasen soltando una pequeña lágrima de amor y placer y un poco de dolor porque no decir, mi agujerito era cinco veces más estrecho que el diámetro del cipote de Alejo. Cuando me calmé un poco, empezó con su suave movimiento, cambiando mis quejidos por gemidos de gozo, lo que le provocó un aumento en la velocidad y mi primer orgasmo gracias a la penetración anal y al sobo intenso de mi clítoris sobre mi capuchón. Él mientras tanto agarraba mis tetas bamboleantes por el movimiento, cuando noté un incremento su velocidad al máximo y entre nuestros gritos de placer se corrió dentro de mi culito provocándome otro orgasmo sensacional, más de diez minutos después. Quedamos muertos de cansancio, exhaustos nos quedamos dormidos abrazados.

La mañana siguiente cuando me desperté, busqué un bote de miel que tenía en la cocina y se lo eché por todo el cuerpo mientras dormía, lo comencé a lamer lo que provocó que se despertara y me hiciera el amor otras dos veces más antes de meternos a la ducha juntos para terminar haciéndolo enjabonados bajo el agua cálida de la ducha. Desayunamos y fuimos juntos a dar una vuelta en bicicleta…. Cuando llegamos a la casa no perdíamos ninguna oportunidad para besarnos y tocarnos a escondidas de la vista de vecinos y conocidos, lo cual nos excitaba muchísimo…, cuando se metía a duchar follábamos como conejos bajo la lluvia de la ducha, sin dejar de hacerlo en cualquier sitio del ático dúplex cuando nos encontrábamos por las tardes.

De esta manera día tras días nos convertimos en admiradores uno del otro, nos buscábamos y siempre nos encontrábamos en el lugar común. No hay que decir que se mudó a dormir a mi cama durante los meses de Erasmus de Rodrigo, la madre de Alejo dio la bendición a nuestra relación pese a no estar completamente conforme queriendo lo mejor para su retoño, a ello se vio forzada por dos razones…, primero porque su hijo me amaba y así se lo hizo saber a su madre y segundo a los tres meses de la marcha de Rodrigo, pensado que jamás podría llegar a pasar por mi deficiencia engendradora, me quedé preñada de Alejo. La sorpresa fue morrocotuda, especialmente para mí, que no tomaba ninguna precaución al respecto al tener una trompa atrofiada y la otra en desuso completo, sin embargo la atrofia fue vencida por la enorme potencia de los espermatozoides de Alejo, sanos y viriles fuera de lo común, un esperma conquistador de las plazas más inaccesibles de una mujer madura y anquilosada.

A la vuelta de Rodrigo encontró a su feliz madre con una barriga de seis meses. Extrañado mi hijo, no dejó de ser el mejor amigo de Alejo y su hermanastro. Mi retoño asumió muy fácilmente el papel que ahora desempeñaba su amigo Alejo en mi vida, que con toda naturalidad ocupó el lugar de mi esposo, su padre, en la cama de matrimonio. Juana, su madre, nos visita con asiduidad con su novio…, ahora se quedan a dormir con más frecuencia que antes y cada vez que pueden, vienen de viaje con nosotros. Ahora Alejo no sólo es el amigo de mi hijo sino, su hermano y el amante de su madre, mi compañero sexual y mi esposo con todos los derechos y deberes que ello comporta, me ha pedido matrimonio, pero no lo puedo permitir ¡Me siento felizmente preñada del hombre que es la viva IMAGEN de mi amado primer esposo! Y no dudaré en dejar que me PREÑE otra vez y las veces que mi hombre lo desee.







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