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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Bolero 1/2

Por mi propia naturaleza, el morbo es algo que poco a poco ha ido ganando sitio en mi cabeza cuando afronto las relaciones íntimas…, en un primer momento, esto es fácil cuando todo es nuevo en tus relaciones… el primer beso, el primer pecho tocado, la primera paja, la primera mamada, la primera penetración, el primer anal, la primera corrida facial… pero cuando tu pareja se convierte en estable, y cuando de estable pasas a casarte, esa novedad desaparece, pero tu propio límite del morbo sigue subiendo… ahora quieres probar esto, ahora aquello, siempre un pasito más.

El problema es que en una relación de pareja, ese límite lo marca uno de los dos siempre, y si el otro lo tiene más alto… pues a joderse toca. Ese era mi caso hasta hace un tiempo, por encima de la treintena, apenas hace unos años casado con mi novia de toda la vida, con apenas un par de rolletes antes que ella de los que lo más que salió fue alguna masturbación furtiva, con una mujer que me quiere un montón y a la que yo adoro, pero que en temas de sexualidad no la saques de sota, caballo y rey.

Y así me encontraba yo, follando y haciendo lo de siempre con mi mujer…y volviendo cada vez más a leer relatos eróticos para calmar (o alimentar) mi sed de morbo. Pero cuando uno ya está por acercándose a la treintena y como quien dice, con la vida hecha, no tiene los mismos tabúes ni consideraciones morales que pueda tener a los 16… y lo que leía cada noche, alimentaba cada vez más mis ansias de ser yo el que protagonizase alguna de ellas. Y así fue como leer a hermanos que se calzan a hermanas, hijos que se tiran a madres y demás juegos incestuosos hizo que un poco inconscientemente empezase a surgir el pensamiento de si yo podría hacer lo mismo. Lo primero que uno evalúa son las opciones… no tengo hermanas y para el sexo femenino con ligazón directa de sangre, solo cuento con primas, dos tías (hermana de mi madre y hermana de mi padre) y mi madre.

Ese germen inicial fue poco a poco anidando en mi cabeza, y día a día tomaba mas forma en mis fantasías. Seguía acostándome con mi mujer, pero también comenzaba a masturbarme pensando en alguna prima en bikini o similar de las instantáneas que acumulaba de las vacaciones que pasábamos juntos en familia. Y con el tiempo, uno va llegando a la conclusión que la única mujer más cercana, que podría estar dispuesta a hacer algo así, sería una madre por su hijo. De ahí que en mi cabeza quedó poco a poco clara la idea de que únicamente con mi madre sería posible mantener un encuentro incestuoso. No obstante, el tema, como digo, no surge de un día para otro, es un caldo de cultivo que poco a poco se va alimentando, no me levanté un día y dije "ya está, hoy me tiro a mi madre", no, es más bien un hoy me fijo en su escote, se va a duchar a ver si veo algo, está en casa con tan solo una bata de tela fina que transparenta algo, cosas así.

Mi madre es una mujer de 52 años, de estatura acorde a su envergadura a la media, es decir, proporcionada de buen tipo, con algún kilo de más, pero bien puesto, media melena castaña y dos buenas tetas que nos dieron de mamar a mi hermana y a mí, vive todavía en el pueblo, con mi padre y mi hermana… una vez al mes o dos, solemos pasar el fin de semana allí con mi esposa. Como todo, las cosas empiezan por poco y luego van creciendo, las primeras fantasías que tenía con ella eran la de que me hiciese una mamada y llenarle toda la boca y cara de semen al correrme, es una de mis debilidades y con mi mujer me costó años que me dejase hacerlo, por lo que era lo más normal que fuese de las primeras fantasías, pero no pasaba de ahí.

Sin embargo, un fin de semana que estuvimos allí, todo cambio de repente, es importante aquí aclarar algunas cosas para entender mi comportamiento. Mi mujer y yo, por circunstancias (trabajo, viajes, familia…) llevábamos casi un mes sin tener un roce sexual fructuoso… y si yo andaba caliente, encima se había añadido que llevaba toda la semana masturbándome con relatos sin llegar a eyacular, dejándome siempre a medias, con el fin de tener una buena carga de leche que soltar a mi mujer, cuando por fin pudiéramos tener un rato juntos. Eso tiene dos consecuencias, es cierto que cuando por fin te corres, la cantidad de semen que sale es ingente, es ideal para dejar pringada la cara de cualquier mujer…, pero en contra, vas caliente todo el puñetero día, no sueles pensar en otra cosa que no sea en sexo y ver cuando descargar por fin, porque los huevos te duelen de tanto retener…. Pues como digo, ese fin de semana iba con los huevos cargados y pensando todo el día en como descargarlos, y así nos fuimos al pueblo para pasar dos días en casa de mis padres.

Los fines de semana en casa de mis padres suelen ser muy parecidos, comidas copiosas, botellas de vino del pueblo para regarlas, siesta y paseos por el río que pasa a apenas tres kilómetros del pueblo...relax completo y la verdad es que se agradece. Ese finde no fue muy diferente, todo transcurrió de esa manera, hasta el sábado por la tarde, cuando después de comer, dije de dar un paseo tranquilo hasta el río y rebajar un poco la comida. Mi mujer y mi hermana dijeron que no, que preferían echarse la siesta después de una sobremesa de charleta, y mi padre había quedado para "echar la partida" con los amigotes en el bar, por lo que al final solo mi madre y yo parece que estábamos dispuestos a dar ese pequeño paseo, dudamos un poco, sobre todo yo, pero al final me animé. Mentiría si no digo que un poco si divagaba, cuando nos preparábamos para salir, que estaríamos ella y yo solos, fantaseaba un poco con qué bonito sería conseguir una mamada "robada" de ella...pero era eso, fantasear.

Y así nos pusimos a andar en ese paseo, el tiempo acompañaba, hacía sol, pero no calor...y a mí los huevos seguían doliéndome...lo que hacía que fuera difícil no pensar en cómo y dónde descargarlos.

 - Hace buena tarde- dijo mi madre

 - Sí, especial para caminar sin sudar demasiado.

 - ¿Has comido bien? La paella me ha salido muy buena

Ni respondí, la verdad es que estaba más pensando en cómo me dolían los cojones que otra cosa, mi madre no continuo existiendo, la verdad es que llevaba un poco taciturno todo el fin de semana, pero era el semen acumulado que me traía por la calle de la amargura, pero imagino que ella supuso que tenía algún tipo de problema más mundano o algo similar.

- ¿Es que te pasa algo? llevas muy calado estos días - dijo al cabo de unos minutos sin hablar.

- No, no, es que estoy cansado

- ¡Ah!, ¿mucho trabajo?

- El de siempre mamá… ya sabes que en la empresa se exige mucho.

 Y continuamos andando. Al rato llegamos al pinar que precedía la bajada al rio.

 - Bajamos por el pinar - preguntó mi madre.

- Lo que quieras.

- Pues venga, vamos.

Y nos tiramos por en medio del pinar camino de la vaguada que llevaba al río.

- ¡¿Seguro que estas bien?! Estas raro, nene.

- No, si no es nada.

- Ves sabía que era algo.

- Sí, pero no se puede hacer nada.

Jurar que no sé porque dije eso, sería mentir, poco a poco una idea se iba abriendo camino en mi mente, lo que no sabía es cómo afrontarla.

- ¿Pues qué pasa? Seguro que se lo puedes contar a mamá…

- Déjalo mamá, si ya te digo que no es nada.

- Hijo, algo será para que este así.

- Sí, pero son cosas nuestras, de Julia y mías  (Julia es mi mujer)

- ¿Es que os pasa algo?, no me des el susto hijo mío

 - No, no, si nos queremos mucho, estamos muy felices, pero bueno cosas de pareja.

 - Pero estáis bien, ¿no?

 - Sí, sí.

 - Bueno pues entonces serán cosas que pasan, en todos los matrimonios hay bajones y subidones, hasta que las cosas se estabilizan y llega la convivencia.

- Sí, sí, es verdad, no si ya te digo que no es nada que no se pueda remediar.

Ambos nos callamos y continuamos andando, pero al cabo de unos metros mi madre volvió a retomar el tema, se había abierto un melón que debíamos comerlo.

- Sabéis que lo que podéis contar con nosotros…  si es problema de dinero o algo, sabéis que estamos ahí en la medida que podamos siempre os vamos a ayudar.

- Mamá es que es un tema difícil de comentar, más con una madre… - Yo ya empezaba a calibrar la posibilidad de comenzar a jugar a ver que sacaba de esto...

- Bueno vosotros sabréis. Yo quiero mucho a Julia, no me gustaría que por alguna tontería os tengáis algún problema o pasase algo.

En este momento, y viendo por donde tiraba el tema, yo ya empezaba a pensar que bien llevado de aquí podría intentar sacar tajada de este melón…, solo era cuestión de forzar la situación de manera que aquello acabase con mis pelotas descargadas, era un asunto de hilar bien el tema y tratar de parecer cabal y lógico, sin estridencias. Dejé pasar unos minutos y empecé a lanzar el sedal.

- Verás mamá, son cuestiones complicadas que duelen y fastidian...pero que son así.

- Ay hijo, ahora sí que me estas asustando, ¿qué os pasa?

- Son cosas de pareja mamá, son cuestiones sexuales.

Dije mirándola a ver cómo le caía el tema que seguro no se esperaba.

- ¡Ah...! Su cara era de sorpresa la verdad.

- Es quizás una falta de compenetración en la cama, de tolerancia y de cariño.

Mi madre callaba, aparto la vista y no decía nada.

- Ya te dije que era difícil...

- Ya, bueno, en esas cosas sois vosotros los que tenéis que entenderos...

- Ya si está hablado y más que hablado… no hay nada que hacer cuando los gustos no coinciden, es cuando surgen las desavenencias. Y yo la quiero, y ella me quiere, pero...

- Pues eso es lo importante… con amor se sale de cualquier escollo.

- Si, pero yo lo estoy pasando mal, la verdad, bastante mal. - Tire más carnaza al hilo.

- Bueno, tampoco será para tanto, si os queréis todo se arregla con el tiempo.

- Claro, es fácil decirlo mamá, como tú no estás en el tema.

- Venga que siempre has sido muy dramático, no saques las cosas de quicio, que no será para tanto.

- ¿Qué no? que tu mujer no te quiera hacer una mamada, o se deje que le coma el coño, que casi no tenga ganas de follar a diario y cuando surge que sea con la luz apagada siempre.

Todo estaba inventado por supuesto, pero debía poner la situación muy, muy negra y muy "dolorosa"

 - Eh....

- ¿Te parece que es fácil llevar una relación de pareja de esa manera? Pues que te diga que no va a poder hacerme una mamada nunca, que es superior a ella...es todavía peor...saber que esas cosas no vas a poder probarlas nunca.

- ¿Y ahora qué te parece…difícil y duro o no?

- Bueno, yo no soy quien, pero si os queréis, es lo que importa… se puede pasar sin sexo oral… yo con tu padre apenas lo hemos practicado y hemos tenidos dos hijos y una buena relación de pareja, que como todo en la vida se va decayendo a menos de carácter físico y más anímico.

- Si, nos queremos, pero mamá también soy un hombre… y creo que a nuestra edad y con solo unos años casados, estamos en el momento de carácter físico.

- Ya claro, sino folláis ahora como conejos nunca lo haréis, de eso me hago cargo…, pero lo importante es ella y tú os queráis y que estéis juntos...

- Pero yo no sé voy a poder soportar su indiferencia mucho más, mamá, es muy difícil.

- Tienes que hacerlo. Igual con el tiempo, las cosas cambian y le coge el gusto al sabor de tu polla.

- No lo va a hacer mamá, ya lo hemos hablado y no va a cambiar.

- Si quieres puedo intentar hablar con ella...

- ¡No! Ni se te ocurra, si se entera que me he confesado contigo de nuestras intimidades, se acaba todo fulminantemente, si no me mata… para ella el sexo es muy, muy especial.

- Pero yo creo que si hab…

- ¡Que no mamá! prométeme que no le vas a decir nada, no quiero que encima se empeoren las cosas, de verdad que se pondría hecha una loca, es muy especial, prométemelo.

- Pero…

- ¡¡Prométemelo!!

- Vale, te prometo que no le digo nada.

 


Ambos nos callamos y seguimos caminando por el camino del pinar, pero yo no podía dejar esto así, ya la había metido en el tema y de aquí tenía que sacar algo.

- Incluso me he planteado ir de vez en cuando a alguna prostituta para aliviarme, las hay en internet a porrillo, incluso hacen su servicio a domicilio, como Telepizza.

- ¡Pero qué dices! estás loco hijo, ¿cómo vas a hacer eso? A ti no te hacen falta PUTAS.

- Uno tiene sus necesidades mamá...y el amor está bien, pero no lo puede todo.

- No puedes hacer eso, no puedes hacérselo a Julia, tienes que ser fuerte.

- No lo soy mamá, sé que voy a terminar por claudicar en breve.

- Pues tienes que hacerlo, no puedes irte con una puta… a saber lo que te puede pegar.

- Pues ya me dirás que hago, porque yo no aguanto sin follar mucho más tiempo.

- Pues disfruta de lo que Julia te dé, las veces que te lo dé.

- Ya te he dicho que es poco o nada… lo paso mal, no puedo.

- Pues apechuga…además os queréis...si no aguantas pues como se ha hecho toda la vida.

- ¡¿A qué te refieres exactamente?! Ya te aviso que no voy a poder...

- Siempre tan tremendista hijo... a qué va a ser, te haces una o las pajas que necesites y a esperar a que tu esposa esté disponible para follártela…, y punto.

 


 

Y aquí decidí jugarme ya el todo por el todo, la conversación había tomado los derroteros que esperaba, la situación había llegado donde no esperaba que llegase y pensé que un paso más podía jugármelo…  

- ¿Tan tremendista? Las pajas ya no me alivian, me hago una y al poco necesito otra… tengo la polla más pelada que la de un mono… ¡Necesito una mujer! Y en eso puedes ayudarme tú, si te parece tan fácil resolver mi problema.

- ¿Cómo que te ayude yo?  Dijo mi madre con la cara sorprendida

- Si, alíviame tú para que no tenga que hacer otras cosas que no quiero yo, ni tú, ni nadie...

 - ¿Pero estás mal del coco? ¡¿Qué quieres, que me acueste contigo?!, tú estás loco

 - No he dicho eso, mamá…

 - ¿Entonces qué has dicho con que yo te alivie porque soy mujer…?

 - Que me ayudes, que me alivies cuando este que ya no puedo más.

 - ¿Y eso no es lo mismo?

 - No, acostarse es follar… y yo no me refiero a meter la polla en tu coño, sino con que me hicieras alguna felación cuando ya no pueda más, que es precisamente lo que se niega a hacerme Julia, creo que podría aliviarme lo suficiente para no pensar en las putas.

 - ¡¡Pero te estas oyendo, tú te estas oyendo!!

 - No decías que era fácil, que es que yo era muy dramático…

 - Y lo eres, tú crees lo que le estas pidiendo a tu propia madre es algo normal… que sepas hijo, que hacer una mamada o comida de coño, es sexo, es tener sexo, y tú me estás pidiendo que tengamos sexo…, una madre con su hijo, porque tú tienes la leche de los huevos produciéndote un apretón que hace que te duelan. ¡¡Y eso se quita con un pajote!!

- Solo te digo que yo estoy ya en un punto de no retorno mamá, si no te parece bien lo de las putas, te pido ayuda para evitarlo, porque es que yo no voy a ser capaz.

- Pero hijo, date cuenta de lo que dices, es una locura. Además no soy buena haciendo mamadas, no tengo práctica chupando pollas, ni recuerdo la última vez que tragué lefa.

- Lo sé, pero es que ya no estoy para otras cosas, de verdad, créeme mamá, que uno es como es, y sé hasta dónde puedo llegar...y a esto no llego, lo siento, que llevo los años que llevo con Julia, que hasta me he casado con ella, que la quiero si...pero al fin y al cabo soy un hombre, y hay cosas que mi naturaleza las necesita, lo siento, no puedo evitarlo.

Mi madre me miró seriamente, calibrando lo que acababa de decirle, no se movía, no movía ni uno solo de sus músculos, solo me miraba, durante un minuto largo solo me miró, después giró la cabeza y emprendió de nuevo la marcha, yo la seguí apenas unos pasos por detrás. Durante todo el trayecto hasta que llegamos al río ninguno dijo nada, simplemente nos limitamos a andar. Cuando llegamos a la ribera hablamos apenas algunas palabras sobre algún matorral que se veía, el nivel del agua y un par de peces que vimos saltar en las opacas aguas verdes. Un rato después, mi madre dijo de volver, por lo que emprendimos el camino de vuelta, que hicimos también casi sin hablar, presentía que había forzado la situación para mal. Cuando llegamos ya estaba todo el mundo operativo, mi mujer y mi hermana ya se habían levantado de la siesta y estaban viendo una película en la tele y mi padre apenas hacia unos minutos que había llegado y se dedicaba a acariciar al perro.

EL resto de la tarde lo dedicamos a ver algo de tele y a preparar la cena y los vinos que regaron la caída del sol..., tras una sobremesa larga, más o menos todos nos fuimos yendo a la cama, cuando llegamos a la habitación mi mujer y yo, esta me comentó…

- Estaba tu madre rara esta tarde.

 Estiré las orejas como un buen perro cazador y le pregunté de la manera más despreocupada.

 - ¿Y eso?

 - No sé, me ha estado preguntando y diciendo cosas raras, que si nos veía muy bien, que si estaba muy contenta que estuviésemos juntos y felices, que si sabía que tú me querías un montón...no se cosas raras, como si hubiese algún problema entre nosotros…

 - Esta mayor la mujer, - intente quitarle importancia- Nos ve de mes en mes y le entran el síndrome del nido vacío… nos quiere mucho y no desea nada malo para nosotros.

 - No sé, incluso parecía que estaba como con la cabeza en otra cosa y que quería decirme o preguntarme algo, muy raro la verdad.

 - Nada, no le hagas caso.

 - Ya, ya, pero estaba rara.

 - Ya se le pasará, vamos a dormir, que estoy cansado.

Y nos acostamos en la cama, por un momento pensé en tontear con Julia un poquito, pero lo que me acababa de contar me había dejado preocupado, por si mi madre se iba de la boca y le preguntaba a Julia por la sarta de mentiras que le había contado, no podía arriesgarme, tenía que hablar con ella por la mañana. La noche transcurrió tranquila y acostumbrado a levantarme temprano, a las ocho o un poco antes ya estaba de pie, bajé a la plata baja y allí vi que mis padres también se habían levantado. Intente pillar a mi madre a solas antes de que mi mujer se levantase… lo hice en la despensa.

- Mamá

- Dime - contestó con gesto algo serio

 - Sobre lo que te dije ayer de comentar nada con mi esposa.

 - Ya si...

 - Recuerda que me prometiste que no le dirías nada a Julia

 - Si no he dicho nada cariño, solo he tanteado el terreno sin desvelar nuestra conversación. Al fin y al cabo eres mi hijo y te agradezco tu confianza en contarme esas cosas… yo solo quiero lo mejor para mis hijos con su parejas.

 - Ya, pero sé que ayer estuviste tratando de sonsacarle algo...te lo pido por favor mamá, no digas nada, me juego mi matrimonio…. Por favor mamá, prométemelo

 - Pero no seas tonto... tu madre es tu mejor seguro de confidencialidad.

 - Por favor te lo pido

 - De acuerdo no diré nada, pero debes de hablarlo con ella… a vuestra edad y recién casados, el sexo es muy importante, tiene mucho peso en la relación. Aunque esté mal decírselo a un hijo… follar a tu esposa es vital para que no se os vaya la relación al garete.

- Mamá lo he hablado no una, ni dos, ni 20 veces...cada vez que nos acostamos lo hablo, antes y después...y así llevo más dos años...hablándolo y ella con las cosas claras, es imposible mamá.

- Hijo yo...yo no… no soy la mujer adecuada para resolver tu carestía como sugieres.

- Lo sé, lo se mamá, lo siento si te molesté con mi petición, solo lo hice porque eres la única mujer del mundo que me puede dar tanta confianza como para llegar a pedírselo.

- Ya pero...

- No te preocupes de verdad, ya veré lo que hago

Y con mi actitud y cara más compungida y derrotada me di la vuelta y salí hacia el comedor. El resto del fin de semana transcurrió como el resto de fines de semana en mi casa, no sucedió nada digno de contar, mi madre con un tono serio el resto del tiempo, pero tampoco fue llamativo, seguramente solo lo noté yo. El domingo por la tarde, poco después de comer mi mujer y yo nos marchamos hacia la capital para preparar la vuelta al trabajo del lunes.

Mientras miraba a mi madre cuando salía con el coche vi su cara de preocupación, alternando su mirada entre Julia y yo.

Cuando llegamos subimos las maletas y las colocamos, aún era pronto y quedaba tarde, por lo que nos pusimos a ver una película de Netflix...pero yo seguía con las pelotas cargadas, y alejado de la posibilidad que mi madre pudiera contarle de más a mi mujer. La libido había vuelto en toda su plenitud..., verla allí tumbada en el sofá hizo que decidiese que ya era momento de descargar lo que tanto retenía… casi cuatro días sin eyacular, me producía un dolor de huevos acojonante.

- Julia, sabes que estoy necesitado.

- ¿Ah sí? ¿De qué?

- De que va a ser, de atenciones a mi soldadito.

- Y si lo te atiendo como vas a pagarme.

- En carne y leche… mucha leche y dura carne.

- No está mal ja ja ja.

Me acerque a ella y comencé a besarla, mi mano se metió entre su jersey y alcanzó su teta desnuda del sujetador que se había quitado nada más llegar a casa.

- ¡¡Ummm, ya tenía ganas!!

- Pues ya verás las mías.

Julia es una chica alta, de unos 1,7, delgada, rubia y con unas rotundas caderas que llevan a un culo redondo y respingón, de tetas no anda muy bien servida, pero tienen el tamaño justo para poder disfrutar de ambas a dos manos, pezones pequeños y muy receptivos..., y con uno de ellos fue con el que me estuve divirtiendo durante un rato, poniéndola muy, muy caliente. Cuando la tuve en su punto, me levanté y me bajé los pantalones…

- Quiero que me la comas.

- Así de repente.

- Quiero que me la comas y quiero correrme dentro de tu boca… que te tragues la lefa.

- ¡Jooo, como te ha dado de fuerte lo de que me coma tu semen!

- Estoy que reviento Julia, si me lo haces bien, no duro ni dos minutos.

- Es que llevamos mucho sin esto ¿eh? Venga, pero porque te has portado bien.

Y sin decir nada más, sentándose sobre el sofá, y con el jersey aun puesto, aunque mal colocado, me cogió los calzoncillos y me lo bajó de un tirón, saltando mi polla cerca de su cara.

- Vaya, sí estas con ganas, sí… me impresiona lo dura y de buen tamaño que la tienes.

Con su mano se acercó lentamente y lo cogió, levanto la cabeza y mirándome fue acercando su boca al cabezón de mi polla, lentamente la abrió y se fue metiendo centímetro a centímetro en su boca.

- Joder, que bien.

No es que tenga un gran cipote, creo que ando solo un poco por encima de la media española con unos diecisiete centímetros en erección, aunque no es muy fina que digamos, hablaríamos de mediana, pero gruesa…, Julia se metió más o menos la mitad de ellos en su primera introducción. Tras ello comenzó lentamente a subir y bajar su boca y sus labios sobre el tronco, no la metía muy profundo, pero tampoco dejaba que saliera de su boca chupeteado el glande para dejar descansar su mandíbula… jugaba de vez en cuando con su lengua sobre mi capullo. No podría decir que fuese la mejor mamada del mundo, pero para mí estado cumplía su función más que de sobra, más sabiendo que las posibilidades de que se trague la leche, son muchas.

Tras cosa de tres minutos comiéndome la polla, le dije que acelerase un poco que quería correrme dentro de su garganta. Ella obediente aceleró las chupadas sorbiendo, los carrillos se ahuecaban del vacío que producía su mamada, al rato noté que empezaba a llegar al punto de no retorno, por lo que le agarré la cabeza e intente llevar el ritmo, apenas durante un minuto, cuando noté que me iba a correr, presioné su cabeza contra mi pubis y eyaculé en su garganta un par de chorros grandiosos, largos y de espesura considerable… saqué la verga de su boca y comencé a pajearme frente a su cara, acabando de largar los siguientes aldabonazos de munición blanca sobre su rostro, ojos y pelo.

 - Me corro, me corro, en tu boca… Julia. Tras esos chorros primeros fueron a toda su cara.

Ella cerró los ojos ante la evidencia de lo inevitable y en ese momento comenzaron a salir del glande, chorros de leche grumosa y blanca que impactaron sobre su cara. Uno le cruzó la mejilla y el ojo derecho, otro más abundante le cayó sobre la nariz y la frente, el siguiente volvió a caerle sobre su mejilla derecha y los demás, más débiles visitaron su otra mejilla y parte de la boca, boca que mantenía cerrada evitando que nada se saliese de ahí. Cuando acabé, me mostró lo acumulado en su boca, y con un gesto sexy cerró los labios y se zampó todo el contingente seminal.

Al acabar el cuadro era ella con un ojo fuertemente cerrado y una gran cantidad de leche que le recorría la cara y comenzaba a chorrear por su barbilla...el tiempo que había estado sin correrme mereció la pena.

 

 

 

Después de lo que paso ese fin de semana, el día a día volvió a ser similar a lo que suele ser todas las semanas, trabajar durante la semana y montar alguna cena o salida con los amigos los fines de semana. Pero yo no dejaba de darle vueltas a lo que había pasado con mi madre, a la conversación que tuve con ella y, poco a poco, a hacerme a la idea de que probablemente había sido un error.

Las implicaciones que suponía en mi cabeza las mil reacciones que podía tener mi madre a lo que le había propuesto, hacía que la mitad de los días anduviese taciturno y dándole vueltas al tema, mi mujer me notaba algo raro, pero tampoco le daba mayor importancia, la excusa del trabajo y de un periodo de más carga en el mismo, me hacía darle enseguida el motivo suficiente para que no se preocupase de más…. Con el transcurrir de los días, también es cierto que la preocupación poco a poco iba menguando, vivir lejos de casa y no ver a mi madre cada día, hacía también que dejase de lado un tanto estas diatribas y preocupaciones, de vez en cuando llamaba a casa para ver que tal iba todo, pero las conversaciones telefónicas versaban sobre temas cotidianos y mundanos...hasta que unas semanas después de nuevo tocaba volver a mi pueblo a pasar el fin de semana. No me preocupaba otra cosa que afrontar el primer momento cara a cara con mi madre, no sabía si estaría cabreada, si indignada o si se habría olvidado del tema, básicamente era ese desconocimiento lo que me hacía ir cogiendo cierto grado de ansiedad los días previos.

Una vez llegó el viernes, nos dispusimos a hacer la maleta y cargarla en el coche, enfilamos la carretera y tras apenas una hora de viaje cogimos el desvío hacia el pueblo. Cuando aparcamos en la puerta de la casa de mis padres, yo ni siquiera me atrevía a mirar a la puerta, donde al ruido del coche mi madre había salido a recibirnos.

- ¡¿Ya habéis llegado?! ¿Qué tal el viaje?

- Bien, bien - Contesto mi mujer

- Venga pasad y dejad las cosas dentro.

Tras el respectivo beso a mi mujer, se acercó a mí y sin decirme nada también me dio dos besos en mis mejillas… uno de ellos casi me lo da en los labios, para mí que su intención era llegar a ellos pero no lo logró. Las dos pasaron para la casa, mientras yo terminaba de descargar los pocos bultos que habíamos traído en el maletero. No es que percibiera un exceso de tensión, pero desde luego parecía claro que mi madre aún tenía en la cabeza lo que había pasado semanas atrás y era normal, si yo lo tenía en la cabeza, imagino que un hijo te pida algún tipo de contacto sexual debe ser para que una madre se acuerde de ello durante mucho tiempo.

En cualquier caso, ya con los bultos en la mano, pase a la casa y comencé a colocarlos en nuestra habitación, bajé al comedor y me dispuse a pasar el fin de semana lo mejor que pudiera. El resto del viernes transcurrió sin nada reseñable, cenamos tranquilamente, hablamos algo en una sobremesa distendida y poco antes de la medianoche nos fuimos a dormir todos.

A la mañana siguiente, acostumbrado al horario laboral, de nuevo a las 8 de la mañana estaba ya despierto y bajé a desayunar mientras dejaba a mi mujer en la cama que suele ser de madrugar poco, nada más bajar me encontré a mi madre que tampoco hacia mucho que se había levantado.

- Ya de pie - Me comentó

- Si, es que me despierto enseguida

- Que quieres que haga de comer, tengo que ir a comprar ahora.

- Pues no lo sé, lo que quieras... todo te sale muy rico, ya sabes que yo me lo como todo.

- Vale, haré un asado de pescado que tanto le gusta a Julia y a tu padre.

Y se dirigió hacia la cocina, yo me quede allí plantado sin saber hacia dónde dirigirme, mi madre se comportaba de manera totalmente normal conmigo, incluso cuando estábamos solos, lo que hizo que por un momento me plantease si realmente, a pesar de su reacción inicial, no le había dado más importancia, y yo me comía la cabeza más de lo que la situación lo merecía.

Desayuné tranquilamente y el resto de la mañana la pase arreglando un par de cosas con mi padre.

Cuando llegó la hora de la comida todos nos sentamos a la mesa y plácidamente pasamos el rato entre bocado y bocado hablando un poco sobre nuestras cosas y sobre cómo nos iba la vida, de nuevo tras la sobremesa, como la última se planteó el tema de ir a dar un paseo a deshacer un poco la comida, que ciertamente era tan buena que me hinchaba y se hacía pesada…, esta vez todos se apuntaron y de nuevo tomamos el camino que llevaba al río, solo que esta vez, no íbamos solos.

A mi aquello me hizo recordar la conversación que habíamos tenido mi madre y yo, pero la verdad es que, aparte de eso, tampoco le di mayor importancia.

El paseo transcurría tranquilamente, mi padre comentaba algunas cuestiones sobre lo verde que estaba el campo para lo que había llovido y mi hermana le respondía sobre si eso supondría que en otoño habría más setas para recoger, mientras mi mujer se salía continuamente del camino a recoger ahora una rama de tomillo, ahora una de espliego..., sin darme cuenta eso hizo que poco a poco yo me fuese adelantando del grupo, sin percatarme que mi madre, también más callada que de costumbre, me seguía apenas a unos pasos unos metros por delante de los demás.

- ¿Qué…? Como vais en la capital hijo - Me dijo de pronto a mi espalda.

- ¿Eh? ¡Ah!, bien, cansados del trabajo como siempre...

- Agradeced que tenéis trabajo tal como están las cosas.

- Si, encima es que no te puedes quejar.

- ¿...y vosotros? ¿...como estáis? - dijo bajando un poco la voz y sin llegar a mirarme directamente a la cara.

- ¿Nosotros? - dije sorprendido - ¿Que como estamos de qué?

- ...si ya sabes, que como vais de lo vuestro...

- ¿De lo nuestro?

A mi madre parecía que le costaba expresar en palabras lo que quería preguntarme.

- Sí hijo, con Julia… ¡¿ya se ha animado a mamarte la polla?!

- ¡Ah eso es lo nuestro! - entendí al fin al ver su alborozo - De lo que te comenté el otro día....pues igual mamá, a ver si te piensas que esto se va a arreglar.

- Pero hijo, es que eso tenéis que hablarlo y...

- Mamá, ya te lo dije - la interrumpí - Está hablado mil veces y las cosas son como son.

- Ya, ya...si yo no quiero meterme... solo me preocupas tú, tu salud y bienestar.

Miré a mi madre, no miento si digo que en ese momento intente medir el por qué y la motivación de mi madre al volver a sacar el tema, lo hacía por interés real, lo hacía por voluntad de ayudar...no lo sabía la verdad.

- Mamá...

- Ya, ya lo sé hijo....se cómo sois los hombres, lo sé...

- Yo no....no...

- Sé que tenéis unas necesidades imperiosas, y que pensáis más con la cabeza de abajo cuando no las cubrís dejándola satisfecha casi a diario. He tenido novios de joven y todos eran iguales…, aunque me llamó mucho la atención comprendí que ese ímpetu que tiene un hombre a vuestras edades es innato, gracias al cual la especie subsiste. ¡¿Qué sería del ser humano si los machos no hubieran andado por ahí cubriendo a las hembras fértiles?!

Yo miraba a mi madre alucinado oyéndola hablar así.

- Lo sé hijo, lo sé... tu madre te comprende muy bien.

Y reemprendió la marcha dejándome allí plantado sin siquiera mirarme..., siguiéndola con la cabeza la vi alejarse poco a poco mientras el resto me alcanzaban.

EL paseo continuó y llegamos al río, tras un rato allí, retomamos nuestros pasos y desandando el camino nos dirigimos de nuevo de vuelta a mi pueblo. Durante el camino de vuelta yo iba dándole vueltas a lo que me había comentado mi madre, yo pensaba que había pasado página olvidándolo y sin embargo aquella conversación me había sacado de mi error demostrándome que lo que hablamos unas semanas atrás aun le hacía que meditase la situación.

Por mi parte no sabía que pensar realmente, ni siquiera como actuar, estaba continuando con la historia, analizando cuanto me había dicho hace un rato, pero no sabía cómo actuar. En estas meditaciones iba, cuando llegamos por fin a casa de mis padres, donde ya cada uno nos pusimos a hacer nuestras cosas hasta que llegase la noche.

Después de la cena estuvimos viendo un rato la televisión, uno de los programas de debate que salpican las cadenas generalistas los sábados por la noche, un poco del de "la coleta", un poco del Marhuenda y un poco del Inda salpicado por Zappings que te llevaban a hablar de la Pantoja o el Kiko Matamoros, el caso es que entre lo poco que me interesaba lo que decían y lo que había pasado en el paseo, estaba más atento a mirar a ratos a mi madre, a ratos a mi mujer..., mi madre ya una mujer con un amplio camino en la madurez, con un cuerpo que nos alumbro a mi hermana y a mí, con sus dos tetas generosas, que nos dieron de mamar, pequeña pero con brío en todo lo que hacía. Frente a ella mi mujer, cuyas curvas conocía tan bien, con sus tetas medianas, pero firme y duro, coronados por pequeños pezones rosados, delgada y alta pero con buenas caderas que la "agrupaban" maravillosamente cuando la hacía ponerse a "cuatro patas"..., rubia nórdica, frente al moreno mediterráneo de mi progenitora...y no sé porque me dio por imaginar cómo sería haberme podido acostar con las dos, con mi mujer ya sabía lo que era, pero imagine a mi madre con una par de décadas menos, cuando estuvo en una edad similar a la que ahora tenía mi mujer...

Tenía fotos de mi madre con esa edad en casa y la verdad es que tenía pinta de poder hacer lo que quisieras con ella en la cama, pequeña, manejable, pero con curvas donde agarrarte y que explorar...no sé qué grado de morbo se habría gastado mi madre en sus días, pero desde luego, me habría gustado saberlo en ese momento. Con estos pensamientos, mi polla poco a poco pasaba de vivir en el limbo a tener un leve estado "morcillón palpitante" que yo trataba de ocultar sentándome con las piernas cruzadas, pero básicamente nadie se fijaba en si me había empalmado o no... al rato dejé de pensar en estas cosas y cogí una de las revistas que había por allí y me puse a leer un rato, estaba enfrascado en el último artículo sobre cómo conseguir dormir mejor cuando mi mujer me interrumpió…

- ¿No te vienes a dormir?

- ¡Eh! si, vamos

Y levantándome seguí la estela de mi mujer hacia la cama mientras mis padres se quedaban viendo la tele.

- Hasta mañana, mamá

- ¿Ya os vais a dormir?

- Si, estamos cansados

- Vale, hasta mañana

- Hasta mañana - contesto mi padre también.

Cuando llegamos a la cama la verdad es que tarde poco en dormirme, no mentía cuando le había dicho a mi madre que estábamos agotados.

De madrugada, la naturaleza hizo su llamada y la necesidad de ir al servicio a orinar término por despertarme y hacer que me levantase para ir al servicio, me levante intentando no despertar a mi mujer y bajé al que había en la planta baja para provocar el menor ruido posible, intentando no romperle el sueño tampoco a nadie de la casa con los sonidos propios de la cisterna o del chorro de la meada sobre la cerámica, la puerta o mis movimientos dentro del aseo.

Cuando llegué me puse a orinar tranquilamente, cuando oí un ruido en el comedor que se dirigía hacia el servicio.

- ¿Papá? - Pregunté.

- No, soy tu madre.

- Vale, estoy en el wáter

Y no contestó, termine de orinar y sacudiéndome la polla con un grosor considerable para estar en relax, solté las ultimas gotas, me subí los calzoncillos y salí del servicio, al pasar al comedor vi a mi madre con el camisón de franela con el que dormía sentada en el sofá.

- ¿Es que pasa algo mamá?

- No, no

- ¿Por qué te has levantado entonces?

- Verás...

No continuó, solo me miro y bajó la cabeza, el silencio poco a poco ocupo más segundos de lo necesario.

- Mamá, de verdad...

- Hijo -me interrumpió- es difícil para mí, pero he estado pensando sobre lo que hablamos.

- Ya, verás mamá, yo...

- Sabes que yo te quiero mucho, que por mi hijo haría lo que fuese, ¿lo sabes no?

- Sí - asentí bajando la cabeza con un poco de remordimientos y un mucho de vergüenza - lo sé.

- Y que me pidieras sexo es mucho, mucho más de lo que nunca podría haber pensado de mi propio hijo. Va incluso contra lo que he pensado siempre como persona...

- Verás, mamá, quizás yo...bueno quizá no… no estuve acertado. A los hombres se nos nubla la razón con este tipo de cosas del…

Pero mi madre parece que ni siquiera me estaba escuchando, o que solo quería decirme todo de una vez, como si lo tuviera ensayado, porque de nuevo me interrumpió…

- Pero también es cierto que soy tu madre y que nadie estaría dispuesto a hacer más por su hijo que una madre...

Mis orejas se aguzaron y el lado menos ético de mí, el que siempre está pensando en cómo satisfacerme sexualmente se puso enseguida alerta, mi propia madre valorando en voz alta la posibilidad de dar cumplida satisfacción al tema sexual de su hijo...miento si no digo que mi polla comenzó en ese mismo momento a dar una leve muestra de querer decir algo..., yo, ante lo que había oído, opté por callarme y dejarla que dijese lo que quisiera decir.

- Llevo toda la noche en vela, esperando a ver si bajabas y podía hablar a solas contigo para comentarte...

 


 

De nuevo parecía que cada palabra se le atragantaba en la boca, que le costaba mucho decir lo que estaba diciendo.

- Para decirte...que si lo necesitas, si de verdad te puedo ayudar...os puedo ayudar a los dos para que seáis felices cubriendo algunas de tus necesidades....estoy dispuesta hijo.

La miraba a la cara, intente que mi rostro no reflejase nada de las emociones que sentía por dentro. Por un lado el pensamiento de decir "Me ha tocado el Gordo", por otro la idea de "Mira que eres cabrón y rastrero".

- ¿No dices nada?

- Esto, no sé mamá...

- Estoy dispuesta hijo, sí, pero solo si me aseguras que te es tan necesario, y que con ello va a evitar que hagas cosas que os puedan hacer daño a los dos... y que siempre, siempre esto va a ser cosa de nosotros, nunca nadie jamás va a saber nada.

Era mi última oportunidad de bajarme del barco, de decirle que no, que era mi madre y que solo quería que siguiera siendo eso, mi madre, no mi "puta"..., de decirle que solo saber a lo que estaba dispuesta a hacer por mí me valía más que cualquier otra cosa en el mundo.

Pero no dije nada de eso.

- Por supuesto Mamá, sabes que es una situación también difícil para mí.

- Prométeme también que solo recurrirás a mí cuando ya no puedas aguantar más, no va a ser fácil hacerlo para mí y voy a tener que hacer un gran esfuerzo, por eso te pido que también tú lo hagas.

- De acuerdo, lo veo lógico...pero...

- Pero ¿qué?

- Lo que para ti puede ser poco, quizá sea mucho para mí...no sé si se explicarme...

- Sí, sí te explicas hijo...te explicas muy bien - dijo mirándome con algo que deduje era un deje de desprecio.

- Mira si vamos a ponernos así lo olvidamos y ya está, total… puede que no sea agradable para ninguno de los dos, y esto nos cause un trauma o un distanciamiento que no quiero.

- No, no....perdona hijo, yo....sabes que no es fácil...

- No es fácil para ninguno mamá...para ninguno - mentí poniendo la cara más desdichada que pude encontrar

- Lo sé, mira, yo intentaré estar dispuesta siempre que tú acudas a mí y tú no acudirás a mí salvo cuando ya no te quede más remedio, creo que sería lo más justo, ¿no?

- Me parece bien.

- Entonces quedamos en eso.

Y procedió a levantarse del sillón con su camisón de franela cubriéndole el cuerpo, casi hasta las rodillas. Había dado la conversación por concluida y se dirigía de nuevo a su habitación, pero yo, tras lo hablado y lo comentado, no podía dejar que aquello concluyese así, en una manifestación de intenciones sin nada más que llevarse a la boca, estar hablando con mi madre de estos temas, que me haya dicho que está dispuesta a darme alguna satisfacción en ellos y dejarla irse así como así no iba conmigo...por muy rastrero que fuera hacerlo.

- Pero Mamá...

- Dime.

- Es que yo...ya estoy en ese punto...

- ¿Cómo que ya estás en ese punto?

- Que si te saque el tema hace unas semanas no fue porque aun pudiese aguantar más...y un unas semanas después no es que haya mejorado precisamente la cosa...

Mi madre me miro de hito en hito, su respiración pareció acelerarse un tanto, pero no terminaba de decir nada.

- Si hablamos de cuando no me quede más remedio, yo hace ya tiempo que pasé ese punto de no retorno - Insisto, por si no le quedaba claro

Dejó de mirarme, bajo la cabeza un segundo y después la giró en dirección al pasillo que llevaba a las habitaciones y a la escalera para subir al piso de arriba, lentamente de nuevo volvió la cabeza hacia mí…

- ¿Quieres decir que ahora…? ¿Ahora mismo?

- Te lo agradecería de verdad mamá… además están todos durmiendo y no habrá mejor momento.

Ella calló, me miró mientras notaba en sus gestos corporales el debate interno que se desataba en su cabeza, no dudaba que ella se había planteado que este momento no llegaría tan pronto, que su pensamiento era decirme ahora que estaba dispuesta, poner el contador a 0 y que a medio plazo ya llegaría el momento y hasta entonces quizá pudiera mentalizarse...pero mi petición le dejaba claro que el contador no estaba a 0, de hecho, lo que le dejaba claro es que el contador había llegado a 100 de repente, y le costaba asumirlo, se lo veía en la cara.

- Ya veo...ahora...

- Mamá, nos vamos mañana y seguramente en otro par de semanas no volvamos a venir...y la verdad, no voy a poder aguantar otro mes más.

Me lo jugué todo ahí, era un ahora o la próxima vez ya será tarde.

De nuevo mi madre giró la cabeza hacia el pasillo, lentamente se dirigió hacia él, cogió la puerta y muy despacio la cerró, se dio la vuelta hacia mí y sin mirarme me dijo…

- Donde.

- En el baño quizá sea lo mejor.

Despacio pasó a mi lado con la cabeza mirando al frente y se dirigió hacia él, también con pausa seguí su camino hacia el servicio, mi madre abrió la puerta y pasó dentro, yo lo hice tras ella.

- Cierra el pestillo

La obedecí.

- ¿Qué quieres que te haga…? - me interpeló

- Yo creo que con que me la chupes hoy podría bastarme.

- Pues venga, hoy toca una mamada a mi niño.

Bajó la tapa del servicio y se sentó sobre ella, esperando que yo actuase a continuación, sin perder tiempo me situé frente a ella y me preparé para una de las situaciones más morbosas que he vivido en mi vida, la primera vez que le mostraba la verga a mi madre, era para que ella me hiciera una mamada. Busqué saborearlo lo más posible, así que despacio bajé mis calzoncillos hasta medio muslo, lo que dejó al aire una erección considerable de mi cipote, ya estaba algo más que morcillón, a apenas unos centímetros de su cara, la reacción de mi madre fue un poco de sorpresa, un poco de miedo, se hecho un poco hacia atrás y sin llegar a mirarme a la cara y de manera mecánica me dijo.

- ¿Qué te hago… como te gusta que la mamen?

- Cógelo y chúpamelo Mamá, intento que sea breve de verdad.

Sin muchas ganas, levantó la mano y despacio la acerco a él, la tuvo cerca paró, inspiro profundamente y agarró el tronco de mi polla, yo estaba en ese momento bastante encendido, por lo que al primer contacto de su mano, mi polla comenzó a adquirir la dureza necesaria para afrontar cualquier reto que le pusieran. Con mi mano agarré su muñeca y muy despacio comencé a moverla arriba y abajo de manera que lentamente comenzase a masturbarme, para indicarle cual era el ritmo que mi iba. La sensación no era todo lo excitante que hubiera pensado a priori, pero solo de ver a mi madre allí delante agarrándome la polla con su mano ya compensaba esa falta de sensaciones.

Al cabo de medio minuto solté su muñeca y mi madre siguió de manera mecánica la cadencia que le había marcado, por el tamaño de mi tranca, no muy largo pero si grueso, poco más que el capullo quedaba fuera de la mano de mi madre, que con toda la mano tampoco conseguía abarcarla en el perímetro debido al grosor, no estaba mal, pero tampoco era para tirar cohetes. El prepucio subía y bajaba, el glande se veía brillante por la lubricación y las últimas gotas de la meada que siempre se quedan impregnando el glande. El olor de mi testosterona me llegaba hasta mis papilas gustativas, con lo cual era evidente que ella también las degustaba estando tan cerca. La dejé un rato así, no iba a correrme en la vida con estos tocamientos, pero solo de verla cascándomela ya compensaba el momento de una situación imposible y tan clandestina.

Al cabo de unos cinco minutos parece que comenzó a cansarse porque me pregunto directamente…

- ¿Acabas ya? Aguantas demasiado, ¡¿no te parece?!

- Mamá, así no voy a acabar en la vida

- Pero si llevo un buen rato hijo

- De verdad mamá yo te lo agradezco, pero entre las ganas que le pones y que es una simple masturbación...no vamos a ir a ningún lado...

- Y que quieres que te la chupe, claro… ¡¡Mira que os gusta vernos mamaros la polla!!

- Te aseguro que acabaría bastante antes, así.

Sin decir nada, paró de masturbarme, de nuevo inspiró, más profundamente que antes y sin decir palabra acercó lentamente su boca al cabeza de mi polla…, comencé a sentir su respiración sobre mi glande y yo veía ya cerca la culminación de mi fantasía, de sopetón alejó su cabeza y me soltó el tronco, que quedo firme apuntándola.

- No puedo hijo, no puedo

- Mamá...

- Pensaba que podría pero no puedo....lo siento - dijo mirándome con ojos llorosos - Es que me pides mucho, y mamarte la polla es superior a mis fuerzas de voluntad.

- Lo siento mamá, de verdad...

- Es que es muy fuerte hijo, muy fuerte...

- Lo sé...

Y ambos nos quedamos callados, mi madre con las primeras lágrimas recorriendo sus mejillas y yo sintiéndome un cabrón en mi cabeza y con ganas de follar en mi polla...difícil conjugación.

Así estuvimos no menos de cinco minutos… minutos en los que mi polla no bajó un ápice de su dureza, cinco minutos en los que mi madre alternaba su visión al suelo con rápidos vistazos a mi viga empotrada sobresaliendo de mi entrepierna.

- Mira mamá, sé que es difícil, pero a mí me va a suponer mucho, va a ser corto y nadie se va a enterar

- Hijo... veo que tienes una polla muy buena, como me gustan… no muy larga y gruesa, pero no puedo seguir adelante con esto…

- Prueba otra vez, de verdad, tranquilamente, hasta donde tú puedas y ya está, si no puedes no puedes, ya veremos que hacemos entonces.

Levantando la cara me miró y por un momento me pareció que mi madre agradeció el hecho de dejarle una cierta alternativa, al menos así lo vi reflejado en su cara, bajó la cabeza, miró directamente a mi polla, y sin decir nada, con algo más de decisión levantó la mano y lo agarró, esta vez de manera más firme, más decisiva… despacio comenzó de nuevo el suave meneo que había interrumpido antes, solo que esta vez al tomar ella la iniciativa lo había cogido más y de mejor manera, la paja ahora podría tildarse de suficiente, en tanto la otra mano me acariciaba los testículos. Sin dejar de meneármela levanto los ojos y me miró, sin emitir un sonido, formé con mis labios la palabra "Gracias" e intente darle a mis ojos ese aire de gratitud eterna que en parte sentía, tímidamente ella intento sonreír, bajó de nuevo la cabeza y sin dejar de pajearme, intento de nuevo acercar su boca a la punta del glande, esta vez parece que más decidida, cuando apenas estuvo a un par de centímetros y de nuevo note su aliento, abrió poco a poco la boca y procedió a acercarse a ella, solo sus labios se pegaron al capullo dándole un beso tímido.

La primera mamada que me hizo la que ahora es mi mujer, tuvo lo que tienen todas las mamadas de una primeriza, mucho morbo a la vez que mucha inexperiencia, lo que se suele compensar entre ambas y terminan siendo buenas mamadas..., en este caso, la primera vez que los labios de mi madre entraron en contacto con mi polla tenía también un poco de aquello salpicado por un mucho de la emoción de lo prohibido, lo que hacía que mi excitación creciese a pasos agigantados en cuanto vi que mi cipote comenzaba a perderse dentro de la boca de mi madre.

Noté el primer contacto en el glande, sin traspasar más allá de donde este acaba, una especie de "chupada de caramelo" donde mi madre se limitaba a jugar con sus labios en la punta oronda, eso acompañado de sus lentos movimientos con la mano pajeándome, no era espectacular, no, diría que ni siquiera llegaba al aprobado, pero el hecho de ser mi madre quien lo hacía, de estar viéndolo y sintiéndolo en directo, hacía que lo estuviese disfrutando lo suficiente para pensar que no tardaría mucho en acabar.

Tras algunos minutos así, decidí no obstante que aquello podía mejorar, no sabía cuándo se podría repetir y no quería a los pocos días tener la sensación de oportunidad desaprovechada.

- Mamá, métetela un poco más.

Sin decir nada, ella profundizó un poco en su mamada, tampoco mucho, pero al menos ya todo mi capullo se introducía en su boca. Al tener una polla tirando a gruesa, notaba que ella tenía que abrir la boca algo más de lo normal, pero yo disfrutaba incluso de esos detalles donde las comisuras se tensaban y sus labios envolvían el tronco en un sellado perfecto para dentro y para fuera…. Siguió de esta manera, chupándome el primer tramo de tranca más que otra cosa, durante al menos cinco minutos, subiendo y bajando su cabeza mientras estaba sentada en la taza del wáter, la posición no es que fuese la más cómoda para ella, ya que tenía que estar algo inclinada, me propuse para la próxima vez, conseguir que lo hiciese de rodillas. Que comenzaba a cansarse quedo claro cuando, sin dejar de pajearme, se sacó mi polla de la boca y mirándome me dijo.

- Venga, acaba ya que ya llevamos aquí un rato y me estoy cansando.

- No me queda mucho.

Agachó de nuevo la cabeza y se volvió a meter mi polla en su boca, esta vez, quizá por la familiaridad que ya estaba cogiendo la situación, alcanzaba a metérsela hasta la mitad mientras lo acompañaba de su pajeo lento con manoseo continuo de los huevos. Yo comenzaba a llegar a las últimas rampas de la subida hacia el orgasmo, mirar hacia abajo y ver su cabeza acunándose con mi verga metiéndose entre los labios de mi madre mientras ella mantenía cerrados los ojos, hacía que el orgasmo se acercase cada vez más..., tome nota de conseguir en próximas ocasiones que me mirase mientras lo hacía.

- Mamá, estoy a punto.

- ¡¡Mmmmmh efpegha...!!

Se sacó la polla de su boca y alargo su otra mano para coger algo de papel del wáter.

- ¿Qué haces?

- Pues coger papel para limpiarte, que no pongas todo perdido

- Me quiero correr en tu boca, no tiene gracia una mamada sin no te bebes toda la leche…

- ¿Pero qué dices… como me voy beber la lefa de mi hijo? Ni siquiera me bebo el de tu padre… nunca me he bebido de leche de ninguno a quien se la he mamado…

- Mamá, por favor...

- No me gusta, ni a tu padre le dejo, no… me da asco desde que la probé por primera vez…

- Entonces ya la has probado, pero poco… quizás no estaba buena, pero la mía te va a gustar.

- No sé, tal vez… aquella era la del viejo molinero que ya andaba por los 70 años.

- Entonces la mía está mucho más rica seguro. Por favor mamá, hazlo por mí… ¡Nunca me lo he hecho…!  Qué falso soy a veces

- ¡Que no, no… que no!

- Venga, déjame, solo un poco.

Me miró, endureció su mirada y pareció querer sacar rayos de sus ojos para desintegrarme.

- ¡Solo un poco eh! Y no te aseguro nada...

- ¡Vale! – Premio para el cansino.

Despacio acerco su boca de nuevo, yo estaba ya a punto, porque no había dejado de pajearme con su mano mientras, sabía que a poco que me diese dos chupadas le soltaría toda mi corrida, imagino que ella pensaba que faltaba más, ya que se metió de nuevo el trozo de carne dura en su boca sin muchas precauciones. Nada más noté el calor de sus labios envolviendo mi glande, fueron dos movimientos de la cabeza de mi madre sobre los que bastaron para explotar en su boca. Ella no se lo esperaba, lo noté porque el primero de ellos le llego cuando más dentro la tenía y con la fuerza que lo solté debió llegarle hasta la garganta. Casi ahogándose, retiró la cabeza como pudo mientras rezumaba por sus labios los parte del semen que no había llegado a tragar, rápido agarre su mano y no permití que dejase de pajearme mientras intentaba apuntar el resto de lefazos hacia su cara, ya que parecía que no iba a abrir la boca para recibir más leche que el primer y grueso chorro.

 


 

A la vez que tragaba lo que había en su boca, no estaba pendiente de los dos siguientes aldabonazos de semen que acabaron sobre su cara, uno cruzándole la mejilla derecha y su ojo, lo que le obligó a cerrarlo, y el otro sobre su nariz y la frente..., cuando los notó intento apartar la cabeza, pero lo grueso ya estaba sobre ella, por lo que los dos o tres siguientes, ya con menos fuerza acabaran sobre a la altura de sus tetas el camisón de franela que vestía o directamente sobre el suelo. Solté su mano, lo que la liberó para levantarse, coger un trozo de papel higiénico y comenzar a limpiarse la leche espesa de su cara y su camisón..., yo mientras agarraba mi polla y le daba las últimas sacudidas.

- ¡¡Desde luego… desde luego hijo, qué montón de leche que has soltado!!

- Perdona mamá, ya te dije como estaba...

- ¡Ya, ya lo veo, ya…me has puesto perdida… qué empalago! Sí que estabas bien cargado… ¿Siempre eyaculas tanta leche, hijo?

- Perdona mamá... yo te veo preciosa con toda esa lefa adornando tu cara.

- Encima con recochineo, debo tener una cara de puta que no me laquita nadie de encima… ¡Anda, vete a dormir ya arreglo yo esto!

Lo cierto es que después de descargar, se me había ido un tanto la libido que me había llevado hasta esa situación, así que seguí su consejo y me dirigí hacia mi habitación, cuando salía me giré hacia ella que estaba en el lavabo para enjuagarse la boca.

- Gracias Mamá, te lo agradezco mucho

- De nada, hijo

- La próxima vez lo haremos mejor, palabra.

- Bueno ya veremos, ya veremos lo que hacemos… ¡Ah por cierto!

- Sí dime, mamá…

- No estaba tan mala… ciertamente me ha parecido mucho más rica que la del molinero.

- ¡Te quiero mamá!

Giro la cabeza y mirándome con amor respondió.

- Yo también hijo, yo también… sino como podría haber hecho algo así.

Cerré la puerta y tranquilamente me dirigí hacia mi habitación, me acosté en la cama y durante las próximas dos horas me dediqué a rememorar lo que acababa de pasar… es obvio decir que a los tres minutos ya estaba de nuevo empalmado. Con esos pensamientos y ese empalme acabé por dormirme.

A la mañana siguiente, cuando me desperté y bajé a la cocina, todo el mundo estaba levantado y haciendo sus cosas, preparando para la comida u otra cuestiones. Intenté cruzarme con mi madre alguna vez, pero parece en parte me esquivaba y durante ningún momento del domingo conseguí estar a solas con ella, siempre estaba con mi mujer o con mi padre, también parecía que evitaba mirarme directamente a los ojos…. La tarde llegó y tuvimos de nuevo que recoger las maletas y volvernos a la capital, cuando nos estábamos despidiendo, me acerqué a mi madre y le di un abrazo y un beso, cuando me separaba le dije al oído un suave "gracias por todo, mamá" y ella por toda respuesta levantó su mano y acarició mi cara mientras me miraba con cariño. "¡Qué no haría una madre por su hijo!"

Subimos al coche y salimos de allí, durante el camino mi mente la ocupaba que conseguiría de ella la próxima vez que volviéramos al pueblo.

 


 

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