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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Bolero 2/2

 


La vuelta a la rutina diaria tras el fin de semana que pasé en casa de mis padres me sirvió para ir ordenando las ideas después de lo que había pasado entre mi madre y yo, el trabajo y el día a día con la mujer, los amigos, me hizo coger un poco de distancia y poder valorar convenientemente que había pasado y por qué.

No era ajeno a que lo que había hecho mi madre lo había hecho en base a un engaño y a haberme aprovechado del cariño e inmenso amor que una madre tiene por su hijo, ser consciente de estos hechos no hacía que me sintiese precisamente orgulloso, los sentimientos de culpa y de sentirme "sucio" me asaltaban más a menudo de lo deseado, pero a la vez, con ellos convivían los sentimientos del morbo y la excitación de lo prohibido que tanto tiempo llevaban alojados allí. Es complicado en definitiva, describir las sensaciones que me asaltaban esos primeros días tras ese primer episodio sexual con mi madre, un buen resumen sería decir que me hallaba presa de un morbo excitante jalonado de sentimientos de culpa por haberme convertido en un escandaloso “BOLERO”, o sea, un mentiroso o embustero.

El transcurrir de los días no obstante matizó en cierta manera la parte culposa a la vez que mantenía la morbosa, hablar por teléfono alguno que otra vez con mis padres y notar a mi madre con el mismo tono y maneras de siempre ayudo bastante a ello. Esto hizo que la parte más morbosa tomase un tanto la delantera y mi mente comenzó a elucubrar sobre futuros pasos y actuaciones que llevaría a cabo con ella, la imaginación en estos casos es libre y mi mente pasó rápidamente de mamadas a penetraciones, de ahí a enculadas y derivó rápidamente en orgías y desmadres mil..., en todos los casos con situaciones que poco o nada tenían que ver con la realidad, una realidad donde, no lo olvidemos, mi madre me había hecho una mamada forzada y engañada…asumo que muy consecuente no era.

De todo ello la más beneficiada acabó siendo mi mujer, al menos esas primeras semanas, los polvos que le echaba tenían su causa directa en el estado de excitación en el que me había sumido lo acontecido con mi madre. No se puede decir que follásemos todos los días, pero si normalmente nuestra vida sexual se concretaba un par de veces a la semana, en esos momentos era fácil que cayeran de tres a cuatro polvos semanales me descargase en la cara, boca o resto del cuerpo de mi mujer… Julia se había especializado en comerme los huevos de una manera demencial.

Pero inevitablemente el tiempo pasaba y la "obligación" de volver a mi casa a visitar a mis padres poco a poco crecía.

- ¿Vamos este fin de semana a tu casa a ver a tus padres? - me sorprendió un mediodía durante la comida mi mujer

- Hmmm...

No supe qué decir, lo primero que me vino a la cabeza fue la imagen de mi madre con mi polla en su boca.

- Va -dijo mi mujer- que hace más de un mes que no vamos y ya toca… no sé cómo se nos ha pasado la rutina que teníamos de ir cada dos semanas.

- Vale, pero llámala y díselo tú

- Como quieras, la llamo ahora, sí.

Y siguió hablando de cuestiones de su trabajo, yo entré en el estado ese que desarrollamos muchos hombres cuando llevamos tiempo en una relación, donde parece que escuchamos lo que nuestra mujer nos dice, asentimos como si lo hiciésemos realmente, pero mientras estás en tu cabeza dándole vueltas a lo que sea que te esté rondando por ella en ese momento...y precisamente lo que tenía era la imagen de mi madre arrodillada, con mi polla en su boca y mirándome.

Esa misma tarde mi mujer me dijo que había hablado con mi madre y que le dijo que íbamos a ir este fin de semana a pasarlo allí.

- Que más te ha dicho - Comenté

- Nada, hemos estado hablando poco la verdad.

- Y como estaba.

- Pues no sé, la he notado algo callada, más que otras veces.

- Vaya - quedé un poco sorprendido, cuando me lo dijo.

No quise indagar más y deje de lado el tema.

Esa misma noche al irnos a dormir, no pude quitarme de la cabeza toda la situación que se había generado con mi madre, mi mujer me notó taciturno y aunque me preguntaba si me pasaba algo siempre le respondía que eran cosas de trabajo, incluso cuando estuvo un poco más cariñosa que de costumbre, imagino que buscando algo de sexo nocturno, mi cabeza no se dio por enterada y siguió a lo suyo, por lo que un poco enfurruñada se dio media vuelta y se puso a dormir.

El resto de días hasta el viernes el ánimo fue muy similar, si cabe con más nerviosismo conforme se acercaba el momento de coger el coche para irnos al pueblo.

Y el viernes llegó.

Durante el trayecto hasta llegar a mi pueblo ambos permanecimos callados, mi mujer imagino que pensando en sus cosas, en mi caso pensando únicamente en qué hacer cuando llegase a casa de mis padres, había pasado tiempo y aun no tenía claro cómo comportarme y sobre todo cómo actuar con mi madre…. Aparcamos el coche en la puerta y empezamos a bajar las maletas, imagino que dentro de la casa oyeron el ruido porque a medias salieron mi padre y mi madre a recibirnos.

- ¿Ya estáis aquí? - nos recibieron

- Ya, ya estamos - respondió Julia

- Ala venga para adentro…

Acabamos de descargar y entramos las maletas en casa, apenas había cruzado la mirada con mi madre, pero la sensación es que todo era normal, no parecía que la situación fuese muy diferente a la de cualquier fin de semana que solíamos ir allí.

La tarde transcurrió tranquilamente mi madre y Julia estuvieron casi todo el tiempo hablando, arreglando un par de cosas de casa y preparando la cena, mientras mi padre trasteaba con sus cosas en el garaje taller que tenía para sus chapuzas, y yo iba y venía un poco tratando que se me viese lo menos posible. A la hora de la cena todos tomamos asiento en la mesa y mientras tomábamos lo que habían preparado, las conversaciones giraban en torno a cuestiones baladíes, yo apenas crucé un par de palabras con mi madre y nuestras miradas se cruzaron acaso dos veces más. Para el que no sabía nada de lo que había pasado entre ella y yo hacía unas cinco semanas, todo era normal, sin embargo para quien lo hubiera sabido estaba claro que ambos tratábamos casi de evitar mirarnos.

Después de cenar nos pusimos a ver la televisión mientras mi mujer y mi madre seguían hablando sobre diversas cuestiones. Yo apenas atendía a lo que decían y tras un rato de vegetar allí, decidí subirme a la habitación, tumbado en la cama no dejaba de darle vueltas a cómo debía actuar, me parecía claro que si tenía que pasar algo de nuevo entre mi madre y yo, debía ser yo quien lo forzase, ya que ella me había dejado claro que solo actuaría cuando yo se lo pidiese y que yo solo se lo pediría cuando no pudiese aguantar más, era un mes suficiente para decirle "ya no aguanto más" pues no sé si el morbo o la razón me hacía pensar que si, que era un periodo en el cual podría justificarle a mi madre que necesitaba de sus atenciones.

Transcurrido un tiempo en el que seguí dándoles vueltas a la cabeza, oí los pasos de mi mujer que subía a la habitación, llegó a ella y mientras se cambiaba y se ponía su pijama yo aprovechaba para disfrutar de sus curvas, su perfecto culo y sus dos tetas erguidas, medianas sí, pero a su manera muy bonitas. Cuando acabó se echó sobre la cama y tapándose me dio un beso.

- Buenas Noches cariño.

- Buenas noches.

- Estoy muerta del viaje perdona… con tu madre no he parado ni un minuto…

- No te preocupes, duerme y descansa.

Apague la luz y me dediqué a mirar en la oscuridad mientras notaba como mi mujer se iba quedando dormida. Creo que debió pasar una hora cuando decidí que no aguantaba más allí tumbado puesto que el sueño no parecía tener intención de visitarme, intentando hacer poco ruido me levanté despacio y salí de la habitación, bajé tranquilamente las escaleras y por debajo de la puerta vi luz en el comedor, despacio me acerque y abrí la puerta. Allí estaba sentada mi madre en uno de los sillones, mientras mi padre roncaba estirado en el sofá.

- ¿No os habéis ido a dormir?

Mi madre me miró, volvió la cabeza hacia el televisor y un par de segundos después contestó.

- No, nos íbamos a ir ya…

- Y tú, ¿te pasa algo?

- No, nada… Julia está aplastada de cansancio del viaje, y yo no conciliaba el sueño.

En ese momento dude si volverme a mi habitación o sentarme y esperar a ver qué pasaba, la situación comenzaba a parecerse a lo que ocurrió un mes atrás y quieras que no empezaba a pensar ya más con el rabo que con la cabeza… como imagináis, entré y me senté en el sillón que quedaba libre. En la televisión no recuerdo que estaban poniendo, yo solo prestaba atención a mi madre, desde la posición que estaba no podía ver lo que yo miraba por lo que no tenía problema alguno en prestar atención a lo que ella hacía, además con mi padre durmiendo, no había riesgo de que me pillase en falta observándola de más.

Todavía no se había puesto la ropa de dormir, por lo que iba con la ropa que había llevado todo el día, un pequeño jersey fino de punto y una falda que le llegaba hasta las rodillas con las zapatillas de andar por casa, el pelo lo tenía recogido en una pequeña coleta, no podía decirse que fuera sexy en absoluto, sin embargo ver cómo sus tetas ceñían el jersey dándole esa forma tan femenina a la altura del busto o ver como la falda se le subía en algún momento por encima de las rodillas, hacía que estuviera disfrutando… tanto yo, como mi polla, que por momentos se iba avivando.

Tras un rato de observar, decidí que era momento de actuar, no sabía si seguiría habiendo agua en la piscina, pero con mi polla ya en estado de preguerra y empezando a quitarle ya oxígeno al cerebro, las decisiones empezaron a tomarse de manera más sencilla.

- Mamá.

- Dime.

- Veras, es sobre lo que hablamos la última vez.

- Ahora no.

- Es que…

No me dejo acabar, giró la cabeza y con cara de pocos amigos señaló con ella al bello durmiente de mi padre

- Ahora no.

- Vale.

Me recosté en el sillón y me dedique a ver lo que había en la televisión mientras le daba vueltas al “ahora no” de mi madre, parecía claro que sabía sobre que quería hablarle y también que seguramente no era el momento con mi padre allí. Transcurridos diez minutos mi madre le dio un golpe en el hombro y le dijo de irse a dormir ya, mi padre se desperezó e incorporándose se levantó para irse a la cama. Pensaba que mi madre se esperaría allí, pero para mi sorpresa se levantó también y siguió a mi padre camino del dormitorio. Cuando salieron me quedé allí sentado mirando como un zombi el televisor, no terminaba de entender la actitud de mi madre, su “ahora no” que entendí como un “espera un poco”, quizá se refería más bien a “esta noche no”, o quizá simplemente mi madre se había echado atrás y la piscina de repente había dejado de tener agua.

 


 

En esas elucubraciones estaba cuando oí pasos que venían por el pasillo, era mi madre que abriendo la puerta me miró y cruzó el comedor.

- Voy a beber agua.

Me callé y no dije nada mientras con mis ojos seguía su andar percibiendo el leve bote de sus tetonas a cada paso que daba...no, no iba a ser fácil quitarme a mi madre de la cabeza.

Oí el frigorífico abrirse y como mi madre sacaba una botella, volviendo después sobre sus pasos, cuando entró de nuevo en el comedor, no pude seguir callado.

- Mamá, tenemos que hablar.

- Espérate un rato… no seas ansioso, cuando tu padre se duerma salgo y hablamos de lo quieras, de todo lo que desees hablar con tu madre.

- Vale, te espero aquí viendo la tele

- ¿Y Julia?

- Se ha quedado dormida del cansancio del viaje… duerme como una marmota

Y se fue en dirección al dormitorio.

Me dejó allí y la verdad es que como siempre con sensaciones encontradas, por un lado parece que esa noche no iba a ser echada en balde y por otro no tenía muy claro si con lo de hablar mi madre se refería solo a eso, hablar, o implícitamente estaba dando por supuesto algo más que la simple palabra. En ese mismo momento me convencí internamente que mi madre no se iba a ir a dormir esta noche sin probar un poco más de mi polla. Al cabo de algo más de media hora, y cuando ya comenzaba a asaltarme el sueño también a mí, oí de nuevo pasos que se acercaban por el pasillo, inmediatamente los ecos de Morfeo que me asaltaban desaparecieron como por ensalmo y mis sentidos se pusieron alerta alimentados como siempre por la expectación del morbo.

Abrió la puerta despacio y mi madre pasó sin mirarme hasta que se sentó en el sofá donde mi padre había estado durmiendo, espero un par de minutos donde ni ella ni yo nos miramos ni dijimos nada, hasta que se dirigió a mí.

- Bueno, ya estoy aquí, ¿de qué querías hablar?

- Supongo que lo imaginas.

- No sé, tú dirás.

- Es sobre lo que hablamos la última vez.

- ¿Qué pasa?

- Era para pedirte de nuevo lo mismo.

- Ya veo, ¿seguís igual entonces?

- Ya te lo dije, no era una cosa de un día para otro, mamá, es una situación que es como es y no tiene visos de cambiar.

- Si, me lo comentaste, pero entiende que no es muy normal que me pidas eso.

- Ya, ya lo sé mama, no es normal, pero tú misma te ofreciste a ayudarme para evitar que hiciera otras cosas

- Sí, sí, lo sé...pero entiende hijo que es muy difícil para mí.

- Lo sé mama, lo sé, y no sabes cómo te agradecí lo que paso la última vez.

- Espero que te sirviese para una temporada.

- Bueno me sirvió sí, pero ha pasado más de un mes...y vuelvo a estar igual mama…

Mi madre calló, me miró durante un rato y echándose para atrás se puso a mirar a la televisión, ninguno dijimos nada durante cosa de cinco minutos, hasta que de nuevo fue ella la que hablo.

- Cuando quieras vamos al baño…

- Pues por mí ya.

- Ya veo que vienes cargado…

- Me presiona bastante y el dolorcito de huevos es permanente.

Y sin decir nada más se levantó, sin mirar atrás se dirigió hasta el servicio que había en la planta baja, la seguí en silencio mientras mi pene poco a poco comenzaba a bombear sangre y el bulto en el pantalón comenzaba a notarse ya. Entre en el baño y me encontré a mi madre de espaldas.

- Bueno, vamos a ello a ver si te alivio - me dijo y se sentó de nuevo en la taza del wáter

- Espera, quería decirte algo mamá.

- Tú dirás.

- Quería darte las gracias por hacer esto, sé que es muy difícil para ti, pero sabes que me estás haciendo un gran favor.

Mi madre calló y no dijo nada, simplemente siguió mirándome sin cambiar excesivamente la expresión, aunque me pareció intuir un cierto reflejo de agradecimiento en su mirada, siempre he pensado que, como dice el refrán “se saca más lamiendo que mordiendo” y la verdad es que prefería que este tipo de relación con mi madre fuese más por el camino del agradecimiento que de la imposición, seguramente era un poco egoísta, pero pensaba, como luego comprobaría con el paso del tiempo, que podría sacar más y mejor de ella de esta manera.

- Hijo, yo...sabes que esto no es fácil para mí, pero como te dije haré lo que pueda por ti.

- Gracias mamá.

Y por primera vez desde que comenzamos con esta situación mi madre me miró y sonrió.

No quería esperar más y dando dos pasos hacia delante situé mi paquete al alcance de mi madre, la cual bajó la cabeza y se quedó mirándolo, inspiró profundamente y tras un momento de duda, se dispuso a desabrocharme el pantalón.

Ella debía estar viendo claramente el bulto que formaba mi polla que, sin estar completamente empalmada, ya superaba el estado de rigidez suficiente. Desabrochó los pantalones y dejó que estos cayeran al suelo, ya con en slip delante el estado de mi rabo dejaba pocas dudas de lo que se iba a encontrar cuando se deshiciese de él. Sin dejar pasar mucho el tiempo, subió una de sus manos y por encima del slip, sopesó todo el paquete, sin lujuria, más bien como un reconocimiento del terreno, lo sopesó unas cuantas veces y, para mi sorpresa, levantó su mirada para decirme.

- ¡Sí que estas caliente, sí… te excita mucho esta situación!

- ¡Uffff, ni te lo imaginas mama, ni te lo imaginas!

De nuevo bajó la cabeza y siguió tocándomelo, estuvo así apenas un par de minutos, que la verdad me parecieron gloria, lo cual se reflejó en mi polla, que dentro del slip ya había alcanzado el estado de potente erección. Me gustaba, pero quería más, por lo que levanté mi mano y lentamente comencé a acariciarle la cabeza, ella parece que salió de una ensoñación y como movida por un resorte puso sus manos a los lados de mi slip y procedió a bajarlos engarzando el elástico y abriendo la prenda para poder liberar a Wali. Cuando mi polla quedó librada, el primer bote que pegó casi le dio a mi madre en la cara, tuvo que apartarse un tanto mientras acababa de bajar los slips, tras ello se echó para atrás y se quedó mirando fijamente a mi polla, sin decir nada, sin hacer nada, solo mirándola.

Yo la dejé hacer, no quería presionarla, y tras otro par de minutos, lentamente levantó uno de sus manos y me agarró la polla, completamente, no como la primera vez cuando la cogía casi con miedo, esta vez la agarró por completo con precisión y fuerza, con decisión. Su mano abarcando completamente, de nuevo me miró y comenzó muy despacio a moverla arriba y abajo deslizando el prepucio lentamente, arriba y abajo, sin parecer que me masturbaba pero haciéndolo.

- Uf mama, que bueno, lo haces genial.

- Ya veo que te gusta ya.

- Ni te lo imaginas.

Bajo la cabeza y aumentó la cadencia de su mano sobre mi polla. La dejé hacer durante un rato, pero era evidente que no me iba a conformar solo con eso, así que de nuevo puse mi mano sobre su cabeza y comencé a acariciarla, ella parece que se dio por aludida y lentamente comenzó a acercar su boca hacia la cabeza de mi verga…, cuando apenas estuvo a un par de centímetros, la abrió y paro de mar turbarme, casi con miedo, se la fue introduciendo en la boca… la sensación era espectacular, su mano agarrándome el miembro a la vez que mi capullo iba comenzando a entrar en su boca, mirar hacia abajo, y verla con su coleta, los ojos cerrados e introduciéndose mi polla en su boca hizo que disfrutara de aquello más si cabe.

Se introdujo la polla hasta la mitad, algo menos quizá y cerró sus labios sobre ella sellándola fuertemente, después, igual que había comenzado la paja, lentamente, de manera casi imperceptible comenzó también a chuparla con una succión que producía el vacío en su boca, ahuecando las mejillas… suavemente al principio, sin introducirla mucho, pero también sin terminar de soltar su mano de ella. Estaba disfrutando mucho de ese inicio de mamada, con menos miedo y más seguridad que la primera que me hizo hace un mes, sabía chuparla mejor de lo que lo hizo ese primer día, según me estaba demostrando ahora.

- Que bien lo haces, mama…  estás dejado asombrado de lo bien que la mamas.

- Hmm...Glshhmmm

- Ah, sigue, sigue...usa la lengua porfa.

Se dio por aludida y lentamente comenzó a usar su lengua sobre mi capullo, suavemente, casi como una caricia, pero esa caricia hacía que la mamada hubiese subido varios enteros. Miré hacia abajo y la vi concentrada en lo que hacía, con los ojos cerrados...y también vi sus tetas debajo de la mamada, abultando ese fino jersey, unas tetas maduras, grandes sin ser enormes y no me pude resistir, lentamente quité la mano de su cabeza y la dirigí hacia uno de esas tetas.

No vio venir el asalto, así que cuando toque uno de sus tetas, ella abrió los ojos, miró hacia arriba y saco mi polla de su boca.

- ¿Qué haces?

- Quiero tocarte las tetas.

- Eso no era así, habíamos quedado en lo que habíamos quedado.

- Mamá por favor, ¿no ves cómo estoy? que más te da… tú también puedes disfrutar

- Como que más me da, hijo, soy tu madre, estoy haciendo esto por ti, no querrás que luego acabamos acostándonos.

- No, no lo quiero - que falso soy - pero déjame que lo disfrute y hacerte disfrutar a ti, como me gusta por lo menos

- Pero esto es que no es de disfrutar, yo te lo estoy como un favor.

- Y yo te lo agradezco, pero sabes tú que el sexo no es un sota, caballo y rey, es un poco como una ensalada con un poco de todo.

- No, ya veo, ya, que lo que tú quieres es la sota, el caballo y el rey, además de los ases.

- Venga, anda no se así, déjame solo un poco.

- Yo creo que esto se está yendo un poco de madre, ¡eh!, vamos a dejarlo y ya está.

- No mamá, por favor, solo te pido un poco, solo quiero acariciártelas, sabes que Julia tiene unas tetas pequeñas y me llama la atención tocar unas más grandes.

Este argumento parece que la convenció un poco, o que al menos le hizo valorar la situación.

- Vale, pero sin pasarte ¿eh?

- Te lo prometo, mamá.

Agachó su cabeza y de nuevo, agarrándola volvió a introducírsela en su boca, yo, con su aquiescencia, de nuevo dirigí mi mano a su teta y la pose sobre ella, mi madre paró un rato la mamada, pero siguió poco después. Mientras me la seguía comiendo poco a poco hice de mis caricias sobre su mama algo más que un mero toqueteo, no las amasaba, pero si palpaba a conciencia esa masa mamaria tras el jersey y el sujetador se me antojaba grande y lleno.

Así estuvimos un rato, yo meciéndome en la boca de mi madre que me estaba haciendo una mamada húmeda y lenta, a la vez que su teta se mecía en mi mano, lentamente iba subiendo a la cima del orgasmo, pero para hacer lo mismo que la otra vez, prefería ir un paso más allá, por lo que casi sin pensar solté…

- Enséñamelas mamá.

Paró de chupármela, sin sacársela de la boca me miró, seguramente la imagen más erótica que tuve hasta ese momento, no dijo nada, solo me miró.

- Por favor mamá.

Sin decir nada más, cerró los ojos, se echó para atrás, soltando mi polla y echándose mano al jersey comenzó a sacarlo por arriba, allí aparecieron sus dos tetas, grandes dentro de un sujetador bastante normal, blanco y sin puntilla, muy del día a día. Dejo el jersey a un lado y echándose mano a la espalda desabrochó el sujetador, que no cayó, sino que se quedó sobre sus dos tetas cubriéndolas. Lentamente acercó sus manos a las copas y poco a poco fue retirando la prenda.

 


 

Mi madre tenía dos señoras tetas, grandes, redondas y blancas, algo caídas y con dos grandes pezones muy, muy oscuros...una preciosidad, me contuve de agarrar ambas tetas en ese mismo momento, pero eso no fue óbice para que disfrutara de la visión, yo con la polla empalmada, húmeda de la saliva de mi madre, apuntando a un rostro que sin atreverse a mirarme, coronaba dos preciosos cántaros de mil, que no iba a tardar mucho en sobar, jamás pensé que podría llegar a una situación así.

- Son preciosas mamá, preciosas, ¿me dejas que los toque?

- Esto ya es demasiado, por favor, es demasiado…

- Déjame, te lo pido por favor, nunca he tocado unas así, nunca he disfrutado de unas tan grandes y bonitas como las tuyas.

- Pero es que esto está siendo ya demasiado lejos…

- Mamá, hazlo por mí, esto es entre nosotros, nada más, solo entre nosotros.

Ella calló de nuevo, no dijo nada, así que sin esperar su permiso, me acerqué quitándole las manos de sus tetas con las que intentaba tapárselas, dirigí las mías para sopesar ambas mamas, cuando las posé allí, dio un pequeño respingo pero me dejo hacer, no quería asustarla por lo que me dediqué a acariciarlas con cariño, lo que parece que agradeció. Tras un rato, pensé que mi polla de nuevo requería de sus atenciones, por lo que con un gesto de cadera la acerque a su cara, ella que parecía que estaba en otra cosa, se dio por aludida y abriendo la boca se la introdujo de nuevo comenzando a chuparla como antes, el hecho de estar sobándole las tetas a la vez que ella me la estaba comiendo, hizo que en poco tiempo mi calentura subiera bastante y el orgasmo se acercaba peligrosamente. La otra vez intente correrme en su boca pero apenas recibió la primera lefada, esta vez pensé que quería echársela entera allí, pero lo veía difícil esa tarea de convencimiento.

- Mama, me voy a correr.

- Gffmmm...Fspera, espera.

- No, ¡Quiero correrme en tu boca, pero ahora toda la corrida entera!

- ¿Otra vez nene? ¡¡Otra vez!!

- No, la otra vez no acabe entero allí y me dijiste que estaba buena mi leche.

- No dije eso… dije que sabía mejor que la del molinero ¿Qué quieres entonces?

- Quiero acabar entero en ella, luego ya haces lo que quieras, lo escupes o te lo tragas…

- ¡¿Tragármelo todo…?! ¡¡Tú estás loco!!

- Pues lo escupes, aunque me gustaría verte como te la bebes…

Pareció dubitativa, me miraba a mis ojos y luego a la polla.

- ¡¡Ya te dije que no me gusta…!!

- Hazlo por mí anda, es lo que me gusta y no puedo nunca, solo contigo

- Hoy estás muy pedigüeño tú.

- Por favor mamá, y no te pediré nada más.

- ¿Nunca? Eso no te lo crees ni tú…

- No, nunca no… solo este fin de semana.

- ¡Ah! Eso significa que piensas pedirme más, aparte de lo de hoy ¿es que no es bastante?

- Más que bastante, solo te pido que me dejes ponerle la guinda.

- …Veré lo que puedo hacer, pero ya te dije que me da un poco de vahído y no sé si podré con mucha… cuando es poca lo aguanto bien, pero tú eyaculas mogollón… pero bueno lo haré solo por ti, que conste.

- Gracias mamá, gracias de verdad, tu solo hazme caso a lo que te diga y ya verás como si puedes… ¡Solo es que no lo has probado lo suficiente!

- Sí, claro… menudo sinvergüenza estás hecho.

Acerqué de nuevo mi polla a su cara y dejé de sobarle sus tetas, ella me la cogió de nuevo y se la introdujo en su boca, seguía sin pasar de la mitad, me propuse para otra vez tratar de que se la metiese hasta donde pudiese. Ella quería seguir con el ritmo de antes, pero yo quería ya llenarle la boca de leche, así que le ayudaba en la introducción en su boca follándomela con un ligero vaivén de mi cadera, y fui acelerando el ritmo, cuando ya estaba cerca de correrme, se la saqué y comencé a pajearme yo.

- Mamá, levanta la cabeza, levanta la cabeza y abre la boca.

Ella lo hizo como le dije, acerqué la punta de mi polla a su boca, mientras seguía pajeándome.

- Saca la lengua mamá, saca la lengua… ya estoy casi.

Dubitativa asomó un poco la lengua y apoyé la punta del capullo sobre ella mientras seguía pajeándome, me faltaba muy poco ya.

- Aguanta mamá, por favor, aguanta….ya voy, ya voy…

Mi madre cerró fuertemente los labios sobre el capullo y empezó mamar, succionaba y se metía la verga hasta la mitad… en ese momento comencé a correrme, el primer lechazo le entro directo en la garganta, hasta el fondo, hizo ademán de sacarla de la boca.

- Chupa mamá, chúpamela con fuerza…

La volvió a abrir y los dos siguientes también cayeron dentro de la boca, sobre la lengua esta vez, la pobre aguantaba mis disparos de leche como una campeona, mientras la boca se le iba llenando de leche que ya tapaba casi su lengua, los dos últimos manguerazos también se quedaron dentro en ella y acabaron de llenarle la boca que amenazaba con desbordarse de lefa. Me aparté al frente y ella cerrando la boca para tratar de tragarlo me miró y se lo zampó todo de una vez, se relamió y volvió a tragar… se notaba que no pudo aguantar y empezó a sonreír… un poco se escapó sobre sus tetas y el suelo.

La imagen era morbo puro, mi madre delante de mí, con las tetas al aire sazonadas de chorretones de mi leche que no había escupido, sino tragado como buena tragadora de semen. Con babas de semen colgando de la boca y la barbilla, a la vez que en el suelo a su lado varios goterones de semen daban muestra de lo que había pasado.

- Mama, ha sido maravilloso, fantástico.

- Cof, Cof, Cof…

- Gracias, gracias, me ha gustado mucho.

- Uff, esto no está bien hijo, no está bien…

- Mamá, a mí me haces un mundo, de verdad, un mundo…

Y sin dudarlo, me acerque a ella, le di un gran abrazo y pose mi cabeza con la suya

- Nunca te agradeceré lo suficiente lo que estás haciendo por mí, tengo la mejor madre del mundo

- Anda, zalamero...deja que me arregle.

Parece que la tormenta había pasado.

- Lávate y vete a dormir, y no hagas ruido cuando subas.

- No te preocupes… una pregunta ¿Te sigue pareciendo que está buena mi lefa?

- Hay que ver cómo eres… la verdad es que sí, está bastante buena…sabe rica.

- Sabía que te gustaba más de lo que me dabas a entender…

- Tú sabes mucho, me parece a mí.

Acercándome al lavabo comencé a lavarme la polla y las manos, miré para atrás y vi a mi madre limpiándose con unas toallitas tanto sus tetas como la cara, estaba preciosa, guapa, ya de pie vi que sus dos campanas estaban algo caídas por su peso, una caída sexy muy apetecible sin duda… aún mantenían la pose de haber sido algo impresionante, blancos y con los dos pezones grandes y oscuros, pensé que no tardaría mucho en comérmelos a placer, no sabía que ese mismo fin de semana iba a cumplir esa “profecía”.

Abrí la puerta y saliendo al pasillo me giré.

- Gracias de nuevo mamá

- Soy tu madre, ¿qué quieres que haga?

- Nada, porque eres la mejor madre del mundo.

- Zalamero…

Le mandé un beso y me dirigí hacia mi habitación, donde dormía mi mujer, creía en ese momento que el fin de semana ya estaba aprovechado. Cuando nos marchamos, no sospechaba que en la siguiente vez, me esperaba un episodio inesperado y totalmente sorprendente con mi madre.

 

*****************

 

Sé que no estaba actuando honestamente con mi madre, que abusaba de su amor por mí y que le obligaba a hacer cosas que cruzaron la línea roja de sus principios. No sabía muy bien cuando se me torcieron los “reglones de Dios”, pero tal vez habría que remontarse a unos años atrás….

Desde que era pequeño me ha gustado saber todo sobre el sexo, lo veía como una actividad puramente biológica. Cuando nos cambiamos a la nueva casa la sonoridad en el piso superior era muy distinta a la antigua casa, por entonces yo tendría unos diez años… si prestaba mucha atención se escuchaba a mis padres cuando lo hacían, solo que entonces no sabía cómo iba eso. Vamos, que no sabía que era actividad sexual. La cosa cambió una noche. Tenía entonces doce años, y me había despertado con unas ganas de mear enormes. Me dirigía al baño que se encontraba al lado de la habitación de mis padres. Al salir de mi cuarto, oí un ruido, como un temblor. Estaba acostumbrado a oír la cama de mis padres cuando lo hacían, pero aquella noche era peor… curiosamente la puerta no estaba cerrada, aquello era una novedad, de modo que la curiosidad que mató al gato, me sedujo. Me asomé a la habitación, quedándome en el umbral de la puerta, la luz de las farolas iluminaban la cama de mis padres, y vi una imagen que se quedó grabada en mis retinas…. Mi madre estaba sobre mi padre, desnuda sobre él y botaba como una loca. Se agarraba a sus muñecas. Podía ver la cara de placer de mi padre, porque la cama quedaba de costado desde donde yo los estaba mirando.

Seguía ahí de pie como un idiota, sin darme cuenta empujé la puerta para tener una perspectiva más amplia sin entender todavía bien que estaba viendo, cuando mi madre alzó su cabeza y se contorsionó hacia atrás, comenzó a gemir como una loca. En ese momento, mi padre me vio. No dijo nada, claro. Solo se quedó mirándome mientras sacudía su verga en el interior de su esposa queriendo llegar la inminente corrida… finalmente mi padre llegaba también al orgasmo, dejándole toda la leche en el interior de la vagina de mi madre. Por un momento pensé que así tal vez me concibieron hacía unos trece años. Fue la primera vez que noté como mi polla se empinaba y salí corriendo al baño. Me costó mucho mear, pero cuando pude aliviarme, volví a la cama, y me dormí pensando en lo que acababa de ver.

A la mañana siguiente, desayunamos juntos mis padres, mi hermana y yo. Mi padre me pasó la mantequilla y no paraba de mirarme. Cuando mi madre y mi hermana terminaron de desayunar, él me miró pícaro y me guiñó un ojo. Ya solos los dos, me habló…

- ¿Qué? ¿Te gustó lo que viste anoche?

Agaché la cabeza y me puse colorado como un tomate.

- Anda, no te de corte hablar de ello. Es sexo, el mismo que hacen todos esos animales de los documentales que tanto te gustan… ¡¿Sabes una cosa, hijo?! Algún día tú también lo harás con tu chica. ¿No me dices nada de lo que viste?

- Que lo debiste pasar muy bien, papá… y mamá también, supongo.

- Es lo mejor que hay. Y ver cómo tu mujer se muere de gusto mientras se lo haces, es todavía mejor. Seguro que tú ya te haces tus pajas, pero cuando hagas el amor con una mujer, verás que eso lo supera con creces y ya no querrás hacerte ninguna gayola más.

Yo no dije nada, todavía no me había pajeado, pero sí tuve mi primera erección viendo a mis padres follar, me levanté de la mesa y ayudé a recoger los platos del desayuno. Durante los siguientes meses, me convertí en un espía de mis padres mientras follaban. Cada noche que lo hacían me levantaba en silencio empalmado y los veía hacerlo. Solo que cuando era mi madre la que estaba encima me quedaba mirando más atento a sus movimientos, a sus tetas y a como se follaba el cipote de mi padre con el balanceo de sus caderas. Si, por el contrario era mi padre el que estaba encima, enseguida desaparecía de la puerta, ya que mi madre podía verme. Fue cuando empecé a probar a hacerme esas pajas que mi padre daba por descontado, me hacía, descubrí el placer del sexo.

Ese día llegué más temprano de lo habitual a casa, y saludé para ver quien estaba en casa, pero esta vez no hubo respuesta. Extrañado un poco, fui directo a mi cuarto donde dejé mis libros, oí sonidos un tanto extraños para esas horas del día, en principio pensaba que era en la habitación de mi hermana, pero no había nadie, después me encaminé hacia el cuarto de mis padres, donde la puerta estaba entreabierta. Lo vi follando, durante esos años era una constate en mi vida. Bueno, no es que un muchacho soltero de 17 años hubiera vivido mucho, pero aquello era increíble… ¡Mis padres estaban desnudos, y en ese momento mi padre se disponía a clavar a mi madre!

 


 

Me restregué los ojos, como para ver si era cierto que estuvieran a pleno día follando, y me acomodé al lado de la puerta, para poder ver sin ser visto, en caso de que alguno de ellos se volviera a mirar hacia donde yo me encontraba. Mi padre le chupaba las tetas con frenesí, y mi madre le decía…

- ¡Vamos por favor, clávamela ya!, ¡no me hagas esperar!

Yo estaba en shock, ver a mi madre desnuda otra vez era un espectáculo (antes la había visto, pero uno no se acostumbra a una situación como esa), y segundo, verla como una cualquiera, suplicando por una verga, eso era demasiado. Sin embargo, el morbo de verlos follar superaba todas mis expectativas de adolescente… no se tiene la oportunidad todos los días de ver sexo en vivo y en directo gratis, y a sólo unos pasos de distancia, incluso aunque se tratara de mis padres, la situación era demasiado morbosa para cualquiera. El caso es que decidí quedarme a ver el espectáculo. La luz que entraba por el ventanal era suficiente clara para no tener que adaptase la vista.

Después de que mi madre le había pedido a mi padre que la clavara, él la complació. Sin ningún miramiento se la ensarto completamente, los ojos de mi madre se abrieron como platos y empezó a gemir más fuerte, entonces rodeó a mi padre con sus piernas y se acompasaron en el ritmo de las embestidas (era obvio que los años de follar los hacía compenetrarse de inmediato), todo iba muy bien, hasta que al cabo de no más de dos minutos, mi padre empezó a resoplar más fuerte, sus embestidas se hicieron más rápidas y más enérgicas. Ella le espetó…

- No, no, no, por qué siempre es así, siempre me dejas caliente, ¡sólo piensas en ti!

Y de pronto todo terminó con un gemido animalesco y convulsiones que le hacía darle estocadas cortas y profunda al coño de mi madre… sin lugar a dudas mi padre se estaba corriendo a gusto en el interior de su útero. Él se desplomó encima de mi madre respondiéndole con descaro…

- Lo siento, estoy muy cansado, ¿qué quieres que haga? Necesito que sea rápido.

Mi madre entonces, lo empujó hacia un lado y se levantó rápidamente, en ese momento, yo salí disparado para la parte de enfrente de la casa, y haciendo como que estaba entrando en ese momento, grité mis habituales saludos. Mamá me respondió desde el cuarto de baño, ¡ya vamos! Me dirigí hacia mi cuarto y no salí hasta que me llamaron para cenar. Tenía demasiado en mi cabeza. A esas alturas, las pocas experiencias sexuales que había tenido no habían sido todo lo placenteras que hubiera querido, además esperaba que el problema de papá no fuese hereditario.

Así cumplí los 18, y me eché novia. Cuando lo hicimos por primera vez, le pedí que se pusiera ella encima, pero estaba tan perdida como yo, y no disfruté mucho, aunque me corrí dentro y no fuera como ella me pidió (no teníamos condones), no ocurrió nada, excepto que me dejó. No supe muy bien el motivo, si duraba poco, si la tenía corta o que no respetaba sus deseos… fuera el motivo que fuese no se cumplió mis expectativas con una mujer, y les eché la culpa a mis padres. Me propuse entonces vengarme de los dos… de mi padre por haber heredado su eyaculación precoz y una polla de la que no estaba orgulloso… no me parecía suficiente para tener buen sexo, y de mamá por todas las veces que me había reñido por llenar las sábanas de leche…, pero eso nunca ocurrió. Sin embargo pasados unos años y casado ya con Julia, llegó el momento de retomar mi plan de venganza en la figura de mi madre, un plan que ya estaba en práctica desde hacía varias semanas, pero que necesitaba la guinda.

Yo trabaja a una media hora del pueblo, donde también trabaja mi madre, serían las once de la mañana o así cuando sonó el móvil. Era mi padre, me llamaba para decirme que mi madre se había caído al suelo y creían que se había roto una pierna. Su voz era preocupada, pero me dijo que me tranquilizara. Estaban esperando la ambulancia. Mi padre se iba para el trabajo de mi madre en ese momento. Mi hermana tenía clase, y en un principio me puse tan nervioso que no se me ocurrió avisarla…. Salí corriendo para el trabajo de mi madre.

Cuando llegué, estaba sobre la camilla subiéndola a la ambulancia. Me cogió de la mano y me dijo que estuviera tranquilo, que no le dolía mucho. Yo imaginé que sí, que debía dolerle mucho y más dependiendo de que hueso se hubiera roto. Se fueron en la ambulancia y yo fui en mi coche hasta el hospital. Después de unas horas nos dijeron que se había roto la tibia y parte del peroné. Tendría que esta escayolada una temporada.

Dos días más tarde volvió a casa. Aunque ya era julio, mi padre tenía que seguir trabajando. Cogería sus vacaciones en agosto, por lo que mi hermana y yo tendríamos que pasar casi todo el día con ella ayudándola. A los pocos días, mi hermana no estaba mucho por la labor, la verdad y en cuanto podía, se largaba con su novio…. Los primeros días, mi padre pudo ayudarla a meterla en la ducha, porque lo hacían por la noche, pero las atenciones diarias no podía con ellas por su trabajo, así que adelanté las mías y le dije a mi esposa que me iría a casa de mi padres para atender a mi madre, ella lo entendió… los fines de semana se quedaba con nosotros, como siempre que íbamos al pueblo. El primer día me pidió que la ayudara a meterla en la ducha a eso del mediodía, antes de comer.

Yo estaba cortado, de ver a mi madre desnuda, aunque ella lo hizo todo más fácil, en cierta forma las mamadas habían limado las asperezas del tabú sexual que hay entre los miembros de las familias. Le puse un plástico en el yeso, se despojó  de la bata, ya sin ropa y el primer día la metí sin problemas… ella antes de salir, volvió a ponerse la bata. Todo perfecto.  Una semana después, estaba meándome y salí corriendo al baño. Después de orinar, me dio por tocarme y empecé a masturbarme, mi madre estaba sentaba con la pierna en alto en el salón, viendo la tele. Me senté en la taza, mientras terminaba de llegar al orgasmo.

En ese momento, oí como algo golpeaba la puerta, era la muleta de mi madre que tocaba para entrar. Se me había olvidado echar el pestillo, y al no contestar creyó que no había nadie… estaba abriéndola, el ritmo era para acabar y no deseaba cortar, intenté correrme antes de que entrase pero eso fue imposible… ella ya estaba dentro cuando empecé a eyacular.

Al verme así, se giró y salió de nuevo. Yo no sabía dónde meterme.

Cuando me atreví a salir del baño, ella seguía en el sofá mirado un programa vespertino de encuentros entre gente que hacía tiempo que no se veía, me miró cuando llegué como si nada. Unos minutos después acabó el programa y cambió de canal en la pantalla Smart apareció un menú de películas, con el puntero mi madre eligió una donde una pareja hacía el amor. No cambió de canal mientras seguían haciéndolo y cuando la escena terminó, apagó el televisor.

- Espero que te hayas aliviado bien… siento mucho haberte interrumpido de tu intimidad.

- No pasa nada, al fin y al cabo no has visto nada nuevo… mi polla y correrme… Me parece hasta raro que no me hayas reñido por correrme en el suelo.

- Vaya ya eres todo un hombre muy a pesar mío, todo hay que decirlo…, te tengo que aceptar como eres, eres mi hijo y por ti haría lo que sea.

- Gracias mamá eres muy comprensiva.

- Como no, estás aquí lejos de tu esposa ayudando a tu madre…debo ser generosa contigo. Sabes una cosa, hace unos días hablando con tu padre sobre ti y Julia, salió a colación un secreto que teníais… me contó que hace unos años nos viste haciéndolo ¡Eso nunca me lo habías contado! Y sonrió. – ¡¿Qué tendrías entonces, 10 u 11 años?!

- No, la primera vez solo tenía 12 años, pero luego os he visto varias veces, hasta los 17 os espiaba cuando oía que empezabais follar, la gran mayoría solo os podía escuchar.

- Vaya, parece que mi niño era un voyeur.

No sabía dónde meterme. Si con mi padre me daba corte, con mi madre era peor.

- Te has pasado unos cuantos años mirándonos… entonces sabes bien como follamos tu padre y yo… ¡¡Cuantas pajas te habrás hecho con tu madre!!, ¿eh?

- Mamá, no digas eso. Ninguna.

- Seguro que sí, de ahí esas ganas locas tuyas porque te mamara la polla, ¿Verdad?

Ella se quedó mirándome a mis ojos de deseo. Estaba claro que me había visto la polla tiesa. No volvió a decir nada y terminamos de ver la película. Luego me dijo que estaba muy cansada y que la ayudar a acostarse. Así lo hice.

A la mañana siguiente me desperté tarde. Estaba medio empalmado y después de mear con dificultad, no me la meneé, me fui a desayunar. Estaba con el desayuno, cuando mi madre me llamó. La saqué de la cama y me pidió que la acercara al baño. Una vez en el aseo, dejó la muleta a un lado y me dijo que le bajase las bragas. Era raro, porque siempre lo había hecho ella sola. Le ayudé a sentarse despacio, y cuando iba a salir, me pidió que me quedara, se había remangado el camión a su barriga y abierta de piernas me mostró su coño…  Pude ver su coño depilado aunque no era mi intención, mis ojos se centraron en su entrepierna, me quedé de pie frente a ella. Se abrió los labios vaginales con dos dedos nada más sentarse.

- Así sale mucho mejor y no me mojo tanto los labios con la meada, me dijo sin pudor.

 Vi como salía un chorro grueso del agujero superior a la entrada dela vagina, yo miraba su coño y a sus ojos, igual que ella me observa como le prestaba atención a su meada.

- ¿Nunca has visto a una mujer mear…?

- Pues la verdad es que así en directo… no.

- ¿Y te gusta?

- ¿El qué?

- Ver a tu madre como se abre el coño para que salga el chorro de la meada.

- Es un coño muy bonito…meas muy bien, me parece erótico.

- ¿Y te parece erótico como tengo el coño…? Me lo arreglé cuando supe que tu padre te pediría que me ayudaras… quería que me lo vieses bonito, tanto o casi como lo debe ser el de Julia.

- El tuyo es precioso, y muy sugerente… yo me atrevería a decir que más que el de Julia.

Una sonrisa me dedicó un “gracias” por mis palabras.

Cuando acabó me pidió que la ayudara a limpiarse con un trozo de papel higiénico. Aquello se estaba poniendo muy excitante, secarse la raja era algo que podía hacer ella, pero su intención real no era el aseado vaginal, sino que mis dedos tocaran su coño. Después de lavarnos las manos, me dijo que le apetecía ducharse antes de desayunar. Se quedó en pelotas delante de mí, sin cortarse. No era la mujer mojigata que no quería hacerme una mamada, esa mujer era otra muy diferente. Se agarró a mi hombro para meterse en la ducha y pude verla por primera vez de frente cerca de mí, desnuda, como Dios la trajo al mundo. En mis escapadas nocturnas solo había podido verla de espaldas.

Aquello fue lo más. Tenía dos tetas de al menos una talla 100 copa C, grandes, caídas un poco, pero suficientes para poner la polla de un joven, tiesa como un mástil, aunque este fuera su propio hijo.

Ella lo hizo aposta y me dijo que nos ducháramos juntos.

- Mamá, que dices.

- Anda hijo, métete conmigo en la ducha.

Yo intenté escabullirme, pero ella me arrastró dentro… el agua caía sobre mi ropa, vestido como estaba, me bajó el pantalón del pijama y los calzoncillos. Pese a su rotura de tibia y peroné se defendía bastante bien, mejor de lo que creía… se inclinó y me chupó la polla. Una chupada tierna, suave, de una madre a su hijo. Miraba su espalda y la terminación de la misma en un culo de cadera ancha propia de las madonas… hembras bien pertrechadas para ser preñadas y parir fácilmente.

- Como puedes comprobar, ya no me hace falta que me pidas que te haga una mamada…

Fue entonces cuando sentí lo que quería. Ayudé a que se sentara en el escaño de la ducha y se la volvió a meter con entusiasmo inusitado. En cada embestida en su boca notaba como me acercaba al orgasmo. De hecho desde que aplasté su boca contra mis huevos estaba punto. Aun me pidió que se lo hiciera más fuerte. Me dio un par de tortas en el muslo al metérsela tan dentro.

- Perdona mamá, es que parece como si me la chupase una puta.

Y ella enloquecida me dijo… que sí, que era mi puta. Y que quería más… sin dejar de pajearme…

- ¡¡FÓLLAME LA BOCA!! Olvídate que soy tu madre. Necesito probar la leche de tus huevos.

Le saque la verga y le golpeé con ella en la cara a modo de castigo… me puso su cara de cerda, con esa mirada de deseo y la boca entreabierta suspirando por más placer, la misma que tantas veces la había visto poner cuando follaba con su esposo. Brutal follada de boca. Se la volví a meter para seguir con la brutal follada…, esta vez con más fuerza todavía. Incluso la agarré de la garganta y apreté un poco. Ese dominio varonil no le gustó mucho, pero estaba tan decidida a probarlo todo, que no me puso pegas. En tan solo un poco más de cinco minutos, la excitación se apoderó de mis ganas… y entonces una de las veces que golpeó mi glande en su garganta me corrí, soltando el primer gran chorro de lefa espesa. Le sujeté la cabeza mientras eyaculaba los otro chorros que se fueron concatenando teniendo a mi madre sumisa y tragona como nunca imaginé…se dejó inseminar. Una pequeña parte del semen se escapó al sacarla. Le pringué la cara con los restos impregnados en el glande y el tronco que chupó, y todo el pecho. Lo restregó con su mano a la vez que me mostró el contenido de su boca y como se lo tragó.

- ¡¿Ya cariño?! Seguro que tienes ganas de más… ¿Verdad?

- Sí pero no aquí, deberíamos ponernos más cómodos.

Nos terminamos de duchar, salí del plato de ducha y me secaba… ella se limpiaba la cara con el chorro del agua que salía de la alcachofa.

- Ha sido la violada bucal con la que muchas maduras fantasean. Me siento feliz que seas tan macho. Me encanta tu leche, cada día me gusta más y la echo en falta a menudo.

No duré mucho y me corrí en su boca y sobre su cara, aunque lo mejor fue verla tan entregada a hacerme feliz aliviándome las pelotas, no le importó que me corriese tan rápido, cuando me follaba su boca lo agradecía. Cuando procedía a secarla a ella, en ese momento la puerta de casa se abrió. Era mi hermana que volvía de juerga. Salí precipitado de la ducha y dejé a mi madre sola.

Charlaba con mi hermana que venía con cara de no haber dormido en días, le preparé algo ligero que fuese energético, ella me lo agradeció. Entró mi madre a la cocina, pero no recriminó a su hija, se veía feliz de tener a su hijo para alegrarle la vida. El serví un rico tazón de cereales con leche cremosa a mi hermana, me lo agradeció con un beso, no era normal que hiciera esos alarde de cariño en público. Me senté enfrente de ella al otro lado de la isla, una gran encimera que nos servía de mesa para desayunar y a veces para comer y cenar. Cuando mi hermana se despidió para irse a dormir la mona con un… - Gracias hermanito, no me despertéis a no ser que corra peligro mi vida, mi madre se acercó a mi oído por detrás susurrándome, su aliento me hizo cosquillas…

- De la próxima vez no pasa… quiero tenerte dentro, me dijo en voz baja, con una voz de viciosa increíble. – Por desgracia hoy no va a poder ser con la niña en casa…

 

************


 

Papá trabajaba los sábados en la mañana en la oficina, y regresaba hasta las dos o tres de la tarde, por lo cual tenía suficiente tiempo para completar mi meta final después varias metas volantes… ¡FOLLARME A MI MADRE! Aquel objetivo que se me había planteado a muy largo plazo, se estaba precipitando por la iniciativa inesperada de mi madre…. No iba a tardar mucho en ejecutarlo.

A pesar de que acostumbramos desayunar juntos el sábado, ese día no me levanté de la cama. Esperé que papá se fuera y cuando oí el ruido del coche alejarse, me desnudé por completo y me cubrí sólo con la sabana, y esperé. Como a los veinte minutos (tal y como lo había imaginado), se apareció mi madre, recién bañada y perfumada y un camisón largo que usa ella para andar más cómoda en la casa. Me preguntó que si estaba bien, que por qué no había ido a desayunar con ellos. Le excusé que me sentía muy mal, pero que no podía decirle de qué se trataba, pues me daba mucha vergüenza.

- Vamos, soy tu madre y ahora nos hablamos con mayor franqueza, dime qué tienes.

- Prométeme que no te vas a reír.

- ¡Prometido! dijo, alzando su mano derecha.

- Bueno, lo que pasa es que… (Hice una pausa, respiré hondo) - Lo que pasa es que yo - (volví a suspirar, ¡qué hijo de puta que soy!) y se lo solté de una sola vez… - Mamá, creo que tengo problemas con el sexo… me gustas tú, estoy enamorado de Julia y os quiero a las dos por igual…y no debería ser así, porque contigo tengo más morbo por ser mi madre, una mujer que para un hijo debe estar prohibida… ¿Crees que soy alguna clase de bicho raro?

- Hijo, el amor es muy bonito, otra cosa es hablar del deseo… sin embargo no creo que seas una persona rara, yo también tengo deseos hacia ti muy fuertes, y me creo normal.

- Antes de que tú y yo empezáramos no era así, pues las veces que lo hago con Julia ahora, estoy durando demasiado para correrme, mientras ella se corre varias veces, no me da tiempo a hacerlo yo… estoy una eternidad empalmado, y a veces ya me levanto así. Ella piensa que eso no es natural, ¡¿tú qué crees, mama?!

Mi madre no sabía qué decir, pero al rato reaccionó.

- Entonces ya lo habéis arreglado.

- A medias… aun no lo hacemos con la frecuencia que yo necesito ni la intensidad… tampoco se pone a hacerme una mamada, porque le da repulsión chuparme la polla.

- Para las mamadas ya me tienes a mí, pero en cuanto a tus erecciones, dime hijo… ¿Cómo cuánto duras tú, ya sabes, haciéndolo con ella?

Le traté de responder con la mayor naturalidad del mundo (como quien cuenta las noticias).

- Mamá, llego a estar duro un promedio una hora sin correrme. A veces he durado menos.

- ¡¿Una hora follándotela?! Ni en sueños tu padre ha aguantado tanto en su vida.

Espetó mi madre, y se llevó una mano a la boca, como tapándosela.

- Sí, mamá, es eso malo… me parece que me ha cambiado mi forma de ver el sexo.

- ¡Hijo, no creo que tengas nada de qué preocuparte! Has salido muy macho, nada más.

En ese momento advertí que había un cierto brillo en sus ojos, que nunca había visto antes, y al bajar la vista, me fijé en que sus pezones se marcaban totalmente en su camisón, ¡mi mama estaba excitada! ¡Y era por mí! Decidí ir al todo por el todo y agregué…

- Sí, mamá, incluso eso me trae problemas. Algunas mañana cuando me levanto para ir al trabajo estoy empalmado y como me dura tanto, tengo que solucionarlo follándome a Julia o irme así la mayoría de las veces, esperando que por el camino se logre bajar la erección.

- Ahora mismo es una de esas mañanas que no se te baja… ¡¡estás muy excitado!!

Me dijo con una mezcla de turbación y excitación que me terminó de decidir.

- ¡Sí, mamá, mírame!

Al decir esto, aparté la sabana que me cubría y dejé al descubierto mi polla en estado máximo de excitación, imponente y majestuosa, incluso tenía el glande humedecido con líquido preseminal. Cuando volví a mirar a mi madre, ella se acariciaba una de sus tetas instintivamente. Suavemente dirigí una mano a su teta también, no se opuso, sino que al contrario, su mano libre la dirigió hacia mi polla… creo que la excitaba la idea de pasar una hora haciendo el amor, aunque fuera con su hijo.

Lentamente empezó a subir y bajar su mano a lo largo de la verga, la miraba fijamente con lascivia. Por mi parte, en un dos por tres le subí el camisón que tenía puesto, y sin darle tiempo a reaccionar le empecé a chupar la teta más cercana a mi boca. ¡Qué tetas más ricas las de mi madre! Gemía, le apretaba las tetas, se las sobaba, se las chupaba y las mordisqueaba un poco, me di cuenta que eso la ponía a mil.

Pero no quería entretenerme más en preliminares, debía poseer a mi madre de una buena vez, no quería dejarla pensar y jugarme el riesgo de que se arrepintiera. La tumbé en la cama a mi lado, continué con la mamada de sus pezones, ahora en la otra teta, después en la primera. Bajé mi cabeza aún más y le besé el vientre, mientras recorría mi lengua su cuerpo, noté como separaba las piernas para que me acomodara entre ellas, volví a apropiarme de mi madre posicionándome encima de ella para seguir chupándole las tetas, pero en realidad lo que estaba haciendo era adecuándome mejor para penetrarla, POR FIN SE DEJABA FOLLAR.

Mientras chupaba sus pezones y toda la teta con más fuerza, le daba pequeños mordiscos, con las manos le acariciaba por su piel erizada… se separó un poco más las piernas envolviéndome con ellas. Ella se dio cuenta de este movimiento, y con su mano derecha enfiló la punta de mi glande hacia esa fuente de calor que me llamaba, que pedía ser llenada. Dejé de jugar con sus tetas teniendo mi cipote amarrado con su mano, el capullo envuelto en sus labios vaginales obturando la entrada de su coño…, la miré fijamente a los ojos, ella los abrió a modo de extrañeza de por qué me había detenido, lo que deseaba era ver su gesto en el rostro, justo en ese momento en que mi polla hiciera la incursión en su vagina…. Empujé con fuerza, hasta el fondo, como si la vida se me fuera en ese atrevimiento. Ella abrió más sus ojos, igual que lo vi hacerlo con papá tanta veces cuando me padre se la folla a lo animal…, me abrazó con todas sus ganas y empezó a darme besos en toda la cara.

Al fin estaba adentro de su cálida y húmeda cueva, ¡cuánto tiempo había esperado por este maravilloso momento! Había fuego en la mirada de mi madre, se pasaba la lengua por los labios, pensando en el banquete que se iba a dar. Por fin podría dar rienda suelta a todos sus deseos reprimidos y sentirse libre. Al fin percibía el calor húmedo de la vagina por donde me dieron a luz.

El inicio fue un mete saca muy rápido (estaba muy excitado), con sus palabras de contención me retraje para ir un poco más lento, tratando de controlar y alargar al máximo el placer de la penetración. Al cabo de unos minutos nuestras bocas se unían en un ardoroso beso continuo con lengua. Todo lo que había fantaseado por tantos años se cumplía, incluso creo que llegaron a cumplirse mucho mejor. Sus manos eran dos zarpas que me atraía hacia ella, me agarraba de los omóplatos o de las nalgas tensas cuando le hundía la verga en su coño. En cada pollazo le sacaba un gemido tras otro. Tras unas cuantas metidas suaves le daba un par de embestidas violentas. Notaba como mi polla era envuelta en su cálido estuche, proporcionándole un arrumaco que me elevaba al paraíso…, percibía en mi sensible glande cada uno de los pliegues de sus paredes internas, notar la rugosidad suave de la vagina materna me llenaba de alteración la sangre. El chapoteo de nuestras carnes golpeándose y los gemidos de mi madre, llenaban de melodías enloquecedoras la escena. Nos mirábamos y nos comíamos, mi cadera reaccionaba y se la calaba más fuerte y hondo.

Cambiamos de postura, de costado yo detrás se la volví a meter elevando su pierna izquierda, ella me agarraba de los huevos, los sobaba y yo se la metía más rápido. Mi mano izquierda era libre de agarrar sus tetas y estrujarlas. Los besos de tornillo, los manoseos y la follada estaban siendo de ensueño… la volteé y recostada se la metí desde atrás, ella respingó el culo y la incursión se hizo perfecta… esa vagina se tragaba mi polla con total soltura. Con fortaleza hundía a mi madre contra el colchón con cada pollazo. Ella reclamaba más y más sexo, ya no le imponían sus principios que le marcaban las líneas rojas del sexo con su hijo, era simplemente su amante en el que buscaba la máxima satisfacción instintiva, y creo que se la estaba dando con creces.

Habíamos perdido la noción del tiempo, y optamos por hacerlo a cuatro patas. Mi madre tenía ganas de volver a sentir mi polla sin condón dentro de ella, y estaba aún más excitada que con el sexo oral, por lo que no tardó mucho en incorporarse en la cama y colocar su culo en mi dirección obedientemente.

- ¿Ahora sí me pongo el condón, no? Bromeé.

- Tú te lo pierdes. Me replicó ella con picaresca.

Metí mi dura verga en su vagina. Otra vez ese placer de sentir la vagina materna envolviendo mi cipote terso. Mi corazón latía muy deprisa, comencé a follarla despacio y noté que su respiración se aceleraba. Sentí que me pedía más, o quizá es que no pude controlarme las ganas, y empecé a penetrarla lo más profundo que nuestros cuerpos permitían. Ella no pudo reprimir un gemido tras ogro, y eso me motivó aún más para hacerla disfrutar hasta que sus excitantes gemidos fueran constantes gritos. Mi polla se salía casi entera y entraba con más fuerza, mamá estaba tan mojada que sus flujos se deslizaban por sus piernas, mientras mi cuerpo sudaba por la excitación y el calor.

Bajé un poco el ritmo, no quería correrme aún, ese polvo merecía ser alargado todo lo posible. Creo que a mi madre le decepcionó que no continuase con la misma intensidad, pero sabía cómo compensarla… metí un par de dedos en su vagina para lubricarlos, a continuación metí uno de ellos en su ano y le dije…

- La próxima vez jugaremos con tu culo.

Volví a meterle la verga mientras mantenía mi dedo en el otro agujero, noté en el dedo como mi polla entraba en su coño. Yo la disfrutaba a ella y ella disfrutaba de la doble penetración. Me estaba encantando todo lo que nos hacíamos. Me entraron ganas de volver al sexo intenso de antes, así que decidí sacar el dedo de su ano y aproveché para darle un cachete en el culo y apretarlo fuerte, me entraron unas ganas locas de mordérselo, pero no quería dejar de follarme a mi madre.

Empecé a aumentar la velocidad, yo cada vez estaba más duro y ella más encharcada. Era inevitable que me corriera pronto, pero ya no me importaba que no fuera una hora, menuda trola le había metido, pero de los veinte minutos sí pasaban. Estaba agarrado a su cintura para atraerla a mí, mientras apretaba mi pubis contra su culo. Mi madre gemía cada vez más alto, yo quería seguir follándola para que sus gemidos no parasen, pero a la vez era inevitable correrme, había llegado al punto de no retorno donde mi mente no tenía control sobre la eyaculación…, de tal modo que solo podría huir hacia adelante, la penetré todo lo profundo que pude hasta correrme dentro de su coño por primera vez…. Solté un chorro de leche impresionante que me dejó atolondrado. Seguí penetrando su vagina un poco más eyaculando uno aldabonazo tras otro, hasta que mi cuerpo me pidió parar. Se la extraje y nos tumbamos el uno al lado del otro.

Estábamos demasiado cansados como para decir nada, pero los dos supimos que había sido genial. Mi polla completamente empapada por los fluidos de ambos, palpitaba en mi entrepierna como un pez fuera del agua. Mamá me acariciaba el pecho muy excitado aún, el suyo también.

- Noto tu semen bajándome por la vagina, —dijo— me está chorreando por las nalgas y muslos. Te has portado como un campeón ¡Nunca imaginé que fueras así de macho!

Derramé toda mi leche en su interior. Ella, pese a que había disfrutado mucho, me miró extrañada…

- ¿Qué es esto? ¿No era que durabas una hora follándote un coño…?

A lo que contesté mientras sacaba mi polla chorreante de su acogedora gruta…

– Lo siento mamá, creo que es un problema de herencia.

- No creo, tu padre nunca ha durado más de diez minutos, es una cuestión de honestidad.

- Perdóname mamá, no he podido hacer más, así que al menos que quieras que papá se dé cuenta de esto, creo que no te queda más remedio que aceptarme como tal amante, ¡aunque el goce sea sólo por la mitad de lo prometido! ¡Te amo, mama!

– ¡Eres un hijo de puta zalamero! - Dijo resignada – Aunque media hora de follada no está nada mal... jamás ninguno me ha aguantado hasta ese límite. Me besó con ímpetu.

Aquella sesión de sexo fue tan placentera e intensa que perdimos la noción del tiempo, y tan larga que se nos había pasado la reserva de la cita en el banco y con pocas ganas de salir de casa, así que al final acabamos procrastinando la compra semanal. Ahora entiendo por qué ella había insistido tanto en parar a comprar en el supermercado justo después de desayunar. Pero el día en verdad no había hecho nada más que empezar. Tras hacer algunas tareas de limpieza y arreglo en la finca de alrededor de la casa, y llamar Julia, me comentó que llegaría tarde, que la esperásemos para cenar.

Esa misma tarde la íbamos a tener libre con mi madre antes de la llegada de Julia, porque después de comer todos juntos, mi hermana dijo que se iba con su novio y no sabe cuándo volvería…

- Últimamente se pasa días y semanas sin aparecer… sin saber dónde está. Dijo preocupada

Mi padre había quedado con unos compañeros a terminar un trabajo, aun le quedaban unas cuantas horas de la tarde para terminar, por lo que al final mi madre y yo nos quedamos solos en casa.

Mi madre llevaba un vestido vaporoso por el calor. La escayola también debía de darle mucho calor. Estábamos viendo una serie turca, algo rollo. Yo estaba empezando a cabecear. Entonces mi madre me habló casi susurrándome, con toda la dulzura del mundo.

- Voy a hacer palomitas. Ayúdame a levantarme y las hacemos juntos.

Me levanté y me giré para ayudarla a bajar la pierna y pude ver cómo abría un poco sus piernas. La muy guarra no llevaba bragas preparada para la guerra. Ya no recuerdo si se las había puesto cuando salió de la ducha, pero lo cierto era que durante la comida no las llevaba, se lo comenté y me dijo…

- No sabes el morbo que sentía de saber que llevaba tu leche en mi coño, mientras miraba a tu padre y a tu hermana en la mesa… eso de que ni imaginaran mi coño relleno de leche, me excitaba mogollón. Me he divertido mucho contigo follando y con tu padre durante la comida.

 Me contaba mientras nos encaminábamos para la cocina, se me agarró a mi culo todo el trayecto.

- Vamos cariño, me dijo, - Quiero que me des de nuevo tu polla… me lo prometiste en la ducha.

- Mamá, por favor no inventes, yo no te prometí nada.

- Bueno pero casi. Quiero que me folles. Que me folles bien, mi niño.

- ¿Pero es que es papá no te folla bien?

- Muy bien no, solo cuando quiere y se pone… últimamente se pone poco y cada vez se corre más rápido dejándome a medias, pero tu media hora de tranca me ha enviciado. Además… ¡Deseo probar las dos pollas de mis hombres por mi coño, cuanto más mejor!

Aun así, metió una bolsa de palomitas en el microondas, y luego me bajó el pantalón y los calzoncillos, dejándome desnudo de cintura para abajo. Intentó agacharse a chupármela, pero no le fue tan fácil como en la ducha por un pinzado en la pierna. Yo me quedé mirándola y decidí hacérselo fácil. Subí de culo a la mesa de la cocina poniéndole el mástil a buena altura para que se lo comiera, estando ella sentada en la silla de su esposo… le facilité la labor en el lugar donde come mi padre.  

Mi madre chupaba y chupaba mi polla. Yo estaba en el cielo, pero si ella quería probarla dentro de verdad, no iba a permitir correrme ahora. La eché para atrás, la levanté con mis brazos igual que si fuese un saco de pienso, y la subí encima de la lavadora en marcha… se levantó el vestido de una pieza. Como no llevaba bragas fue fácil. Ni siquiera pensé en usar condón con ella, una sola vez, ella tampoco objetó que me lo pusiera. No sabía si tomara la píldora, pero imagino que sí, nunca vi el brillo del condón cuando los veía follar. Cogí mi polla con la mano y la guie a la entrada de su coño. Separé sus labios con mi otra mano igual que hizo ella cuando meaba, y los acaricié. Mi madre se mordía los labios. Sobé su clítoris con mi duro glande, y rebuscando la entrada se la metí despacio, lentamente, saboreando la expansión de sus paredes al paso de mi ariete hacia sus entrañas.

Cuando estuve dentro del todo, me miró con cariño y me besó en la boca. Estaba muy excitado y solo podía pensar en bombear. Comencé a follármela. Había encendido la lavadora, aunque sin ropa. No me preocupé de si podía romperse o no. Con su vestido subido por ella, y mis empujones, aquello era súper excitante. Me olvidé al poco de que estaba follándome a mi madre, la que me había dado la vida, por el mismo coño por donde me dio a luz. Después de vaciarme los huevos unas horas antes y mi aguante natural por mis ejercicios pélvicos de Kegel, los que hacía desde que vi la herencia que mi padre me dio con su eyaculación precoz…, duramos mucho, la verdad, ella recorría sus manos por todo mi cuerpo una y otra vez, nos besábamos, y me daba a mamar de sus pezones, todo ello en un continuo folleteo síncrono, donde mi verga se incrustaba entera hasta los huevos sin cesar.

- ¡Me encanta notar como me golpean tus huevos en el coño! Dijo con total naturalidad cerca de mis labios – Saber que están llenos de leche para mí y que lo he parido yo, me pone cardiaca ¿Lo sabes? Me emociona saber que una parte de ti vuelve a donde salió ¡¿No te parece bonito y emocionante, cariño?

- Mucho mamá, más de lo que te imaginas.

Cuando la lavadora empezó a temblar centrifugando, yo estaba a punto de terminar. Mi madre me miraba con cariño, mientras se moría de gusto con el enésimo orgasmo que tenía en esos minutos. Terminé de follármela a saco, duro y a mucho ritmo, y mientras tenía su último orgasmo, me agarró fuerte y me clavó las uñas. Yo estaba a punto de soltar lastre…

- Mi niño, mi niño, aaaah, que gusto me das, que gustooooooooo.

- Mamá me corro, yo también me corro……

- Si, si, siiiiiiiii. Hazlo bien dentro de tu madre.

- No sé si aún eres fértil…

- Sí, pero ahora te quiero… bien dentro de mí ¡Dale fuerte a esa tranca…! ¡Empuja y métemela toda hasta que no quede nada fuera…HASTA LOS MISMOS HUEVOS!

- ¡¿No te podré dejar preñada si te lleno de leche…?!

- Ya es tarde para preocuparse… ¡Vacíate entero en mi útero…Por Dios Santo! Me has llenado antes, poco importa ya un poco más de leche ¡De la panza se encargará tu padre!

 


 

Con la lubricación que tenía no tuve problemas de penetrarla hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas, y para facilitar más la embestida le puse las piernas abiertas con mis manos… era un espectáculo era grandioso verla totalmente sumisa a mis embates, viendo ese coño hermoso como se tragaba todo mi falo endurecido como el de un adolescente salido. La clavaba con ligereza, mientras sobaba sus tetas y estiraba de sus pezones. Después de un rato en esa postura, se giró y se puso encima, y se fue introduciendo el mástil poco a poco hasta que se lo enterró todo, comenzó a cabalgar mientras yo jugaba con sus tetazas…, los movimientos se fueron haciendo cada vez más rápidos y sus gemidos también hasta que no pudo más y se desplomó inundando mi verga con sus fluidos en otro espectacular orgasmo…se había corrido con mi polla dentro, y hacía muchos años que ninguna hembra lo conseguía hacer. Realmente mamá no era tan mayor sexualmente hablando.

- ¡Joder! ¡Cuánto tiempo hacia que no me corría así, ni me acordaba lo bien que se siente una con una polla en el útero! ¡¡Tu padre nunca me ha jodido con tanta fogosidad!!

Me decía mientras me morreaba con pasión.

Sin sacarla continúe bombeando un rato más, ella arqueaba su cuerpo y yo me la follaba desde abajo haciéndole sentir los golpes de mis huevos en su coño, le di con presteza hasta que no fue dueño de mi cuerpo, y me corrí dentro de ella con más cantidad de leche de la que esperaba. Su chocho se convirtió en un cóctel de fluidos.

Al extraer el cipote y un reguero de semen con flujo se precipitó fuera. Con mis dedos lo recogí y se los di a probar…  le gusto tanto, que ella misma fue rebañando mis dedos y buscó más en su raja. Le di mi polla y la limpió con esmero al límite de la desesperación por degustarla… hacía mucho que no probaba una leche tan rica, y lo que fue repugnancia acabó en una degustación delicatesen. Los dos acabamos casi a la vez, exhaustos y muy satisfechos.

Al cabo de una media hora, abrazados en la cama, nos despertamos. Me pidió auge me sentara con la espalda contra el cabezal de la cama, no sabía que tenía pensado… como pudo intentó sentarse sobre mí, pero el dolor se lo impedía, de tal modo con la almohada en sus riñones, su coño y culo quedaron a una altura ideal para sus propósitos… que la desvirgase.                             

- Métemela ahora por el culo. Tu padre nunca quiere hacérmelo así y tú te mueres por ello.

Yo no sabía dónde meterme. ¿De verdad me estaba pidiendo que se la metiera por el culo? No podía creerlo. Ni en mis más retorcidas fantasías podría haber imaginado algo como eso. Pero no podía hacerlo así. Necesitaba lubricante. La levanté como pude de mí y me indicó que buscase en el baño su aceite corporal. Busqué en los cajones del armarito y encontré el bote. Volví con ella y volvió a sentarse sobre mí, de espaldas. Mojé un dedo con el aceite de camomila, y se lo metí despacio por el culo. Al principio le molestó sentir mi dedo, pero luego se relajó entró todo. Evidentemente mi polla no era mi dedo, por lo que no sabía que daño podía hacerle.  Ella seguía animándome y finalmente, con la polla bien lubricada, se la metí. Mi madre gemía, no hubo dolor… seguía subiendo y bajando sobre mí. A los cinco minutos, su ano se hallaba tan bien adapto, que empezó a clavarse como si de su coño se tratara… también me centré en frotarle el clítoris y ella a meterse los dedos en la raja, todo en uno.

- Mi niño me folla el culo porque mi marido no quiere. Si, si, siiiiii, dame  por el culo.

La follada fue creciendo, y todo surgía cada vez más rápido… mi madre estaba a punto de caramelo.

- Fóooollamelo. Me corro cabroooooon. Me coooorro… no pares a ahora.

Sus fluidos me salpicaban, se estaba corriendo pero bien. Yo aguantaba mucho después de mi corrida. Creía que iba a romperle el culo, pero no era así. Se deslizaba mi polla toda dentro de él.

- Me follas, decía casi sin voz. Me follas el culo divinamente, el culo, el culo de tu mami ahora es solo tuyo, siiiiiiii, siiiii, me corro hijo… me corro. Mi niño me folla el culo como Dios manda, ¡¡Aaaaahhh!! ¡Me lo has desvirgado! ¡Joder, un hijo desvirgando a su propia madre!

No terminó de moverse haciendo círculos, me rozaba todo el cipote contra sus paredes y mi polla no aguantó un segundo más y eyaculó fuerte. Aún tenía suficiente leche dentro de mis pelotas para rellenar el esfínter de mi madre. Con el último lefazo, se salió de mí y se giró pegándose a mi cuerpo, sentí sus pezones erectos en mi pecho, el calor húmedo de toda su dermis engomada a la mía.

- Ojalá tu padre nunca coja vacaciones, me dijo, - Y que no me quiten la escayola en mucho tiempo para que no te tengas que ir de casa con tu mujercita.

Aquello fue fantástico. Tenía a mi madre loca por mí… después de un comienzo difícil donde me la juegue frente a mantener una relación filio maternal normal, ahora la tenía rendida a pro el sexo… “Mi madre me prefería ahora a mí antes que follar con su esposo…mi padre” por diferentes motivos que ya imaginarán… soy más joven y potente, aguanto más en cada eyaculación, que a su vez es mucho más caudalosa… y sobre todo el gran descubrimiento de mi potencial… ¡Nunca bajo de los dos polvos diarios con una buena motivación! Sinceramente estoy viviendo mi más dulce momento, no me falta trabajo y dinero, tengo una salud de roble y el amor lo se me desparrama por todos y cada uno de mis poros con mis dos mujeres, mis dos hembras, mi dos esposas… mis dos amantes.

Pero infeliz de mí, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, nos dice la canción. El primer gran sorprendido… mi padre, luego yo. Las buenas nuevas impactaron una tras otra en aquella reunión familiar donde nadie que no fuera alguna de las protagonistas, y ellas mismas con respecto a las otras, sabía lo que se cocía. La primera en hacer estallar la voladura fue mi esposa, allí mismo ante mi familia anunció que estaba en cinta. Tras el impacto del hecho y de la cara de gilipollas que yo tenía, nos felicitaron…. Antes de recobrar las pulsaciones normales, fue mi hermana la que reveló su gestación de un novio, no novio que se quiso desentender de su situación, algo que mi padre muy echado para adelante revirtió en alegría para mi hermana… “Para estas cosas también está tu familia, con tu padre a la cabeza”. El gesto del rostro de mi hermana cambió de tensión a sosiego… no tenía muy claro que tras su vida disoluta, fuera tan generoso con ella. Sin embargo ya en los mismos postres, ante unos de las cremas catalanas más ricas nunca servidas, fue mi madre quien dio el campanazo con la intención de dar a luz a su tercer hijo… ahí el rostro de mi padre se desplomó en una hecatombe, y el mío en una algarabía. Ese día, no solo hicimos línea sino bingo, llevándonos el gran bote.

De modo que el panorama a día de hoy es que… Mi hermana con 23 años está preñada de 32 semanas, Mi esposa con 26 años está 34 semanas preñada, y para acabar mi madre con 52 años posee una panzona de 36 semanas...parece que la dejé bien preñada…, en un mes sale de cuentas, e irán una detrás de otra, pariendo a dos de mis hijos varones y a mi sobrinita. Sí, las cuentas salen de cuando estuve atendiendo a mi madre con su rotura de tibia y peroné, por si alguien dudaba de la paternidad, solo que mi padre es quien se hará cargo de todo… del hijo putativo y de los nietos con o sin reconocimiento paterno.

 


 

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