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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

De Boda

 La mejor parte de mi vida la he pasado en el campo, a falta de amigas con los que compartir correrías, he tenido animales de compañía. Por entonces teníamos un perro muy bonito de raza Pointer Inglés, blanco con manchas rojizas que era muy juguetón, le encantaba correr por la granja y en varias ocasiones tuvimos que correr tras de él para alcanzarlo y evitar que se escapara. En un lugar tan alejado de todo, solo mis horas de colegio socializaba con personas…chicos y profes, sin embargo acabado el horario escolar, volvía a la soledad de mi hogar entre montes, naturaleza y animales de compañía. Tal vez fue esa necesidad de empatizar con alguien o no sé muy bien cómo fue que comenzó mi fascinación hacia él, no sé si sería la soledad en la que me encontraba, no tenía amigas y ni mucho menos un “amigo”. La única con la que pasaba el tiempo era mi hermana mayor, aunque ella me apoyaba, aun así yo me sentía muy sola. Así pues comencé a pasar más tiempo con Pinto, todas las tardes al regresar de la escuela, me ponía a jugar con él hasta que mamá me llamaba a comer. Luego convencí a papá de que lo dejara quedarse toda la noche en mi cuarto, me costó mucho trabajo convencerlo pero al final como casi siempre termino accediendo a los caprichos de su princesita, mi hermana ya se había ido a estudiar la carrera a Alcalá de Henares, de tal modo que me quedé aún más sola.

 


 

Una noche después de haberme bañado y aun estando desnuda en mi habitación, justo en el momento en el que me agaché para ponerme mi ropa interior sentí su hocico frío y húmedo en mi culo, sentí su aliento cálido en mi piel, me quedé sorprendida e inmóvil, fue una sensación muy agradable, pero en un instante la idea me pareció demasiado guarra, enfadada me volteé hacia él y con tono firme le reprendí.

- Eso no se hace Pinto.

No fue especialmente divertido, pero la realidad fue otra, esa nueva sensación despertó en mí, un instinto casi animal que terminaría entregándome completamente a él. Acostada en mi cama traté de no darle importancia a lo que había sucedido, intenté dormir pero casi me fue imposible, en mi mente daba vueltas una y otra vez la idea de sentir otra vez el húmedo hocico de mi perro en mi rajita. Comencé a excitarme y paso por mi mente la idea de ¿por qué no? Me senté en la orilla de la cama, mi cuerpo temblaba de la excitación que sentía, me quite el pantalón del pijama y comencé a frotarme el coñito por encima de las bragas. Pinto parecía estar dormido, pero comencé a llamarlo, después de un par de intentos, alza su cabeza y camina hasta mi cama. Yo seguía acariciándome, mis pezones sé sentían duritos y mis dedos comenzaban a humedecerse.

- Vamos, Pinto, ven chiquito, ven quiero que me pongas tu naricita en mi raja otra vez - pero Pinto, no reaccionaba. – Vamos, acércate, no tengas miedo esta vez no te voy a regañar - le decía mientras me quitaba las bragas.

Se me ocurrió que tal vez si se lo daba a oler, se acercaría. Le puse las bragas en el hocico justo donde estaba húmedo con mis fluidos y los olfateo, se acercó hasta mi entrepierna pego su nariz fría a mi vulva. Al sentirlo me estremecí, metí mi dedo índice un poquito en mi rajita y se lo acerqué a su hocico. Él lo comenzó a lamer, se acercó más a mí, olía como desesperado mi sexo como si buscara de donde salía ese rico olor que le había despertado el gusto. Y cuando menos me di cuenta comenzó a lamerme de una forma tan impresionante que casi de inmediato comencé a gemir. Sentí un poco de miedo que mis padres y mi hermana me escucharan, así que con mi mano izquierda me tapé la boca para silenciar mis sollozos.

Su lengua recorría todo mi coño hasta llegar a mi culo, en cada arremetida mi cuerpo se convulsionaba en un estado casi hipnótico de placer. Sentía mis pezones casi a reventar, con mi mano derecha los pellizcaba y jalaba mi clítoris alternativamente, aumentando así las sensaciones, que en un momento se juntaron…, fue como si el tiempo se hubiera detenido y una explosión de energía se acumulara en mi cuerpo hasta que ya no pude más… Terminé en un orgasmo que me hizo llorar de emoción…, con los ojos llorosos y el cuerpo empapado en sudor me quedé completamente dormida, esa noche ya no supe más solo dormí.

**********

Estaba fascinada con lo que sucedido la noche anterior, me humedecía tan solo de pensar en lo que había sentido. Esa mañana no pude concentrarme, solo contaba las horas y los minutos para que fuera el momento de regresar a casa, solo quería jugar con mi perro y hacer las travesuras que había descubierto anoche. Para no variar, esa mañana el descanso fue más insoportable que como de costumbre, sentada sola en el patio, mientras miraba como las demás chicas jugaban o conversaban reunidas en grupitos exclusivos…, me sentí más sola que nunca, quería que Pinto estuviera ahí conmigo. Por fin sonó el timbre, ya eran las tres de la tarde y sentí una gran emoción pensando que me esperaba mi perrito. Llegué casi volando a casa, arrojé mi mochila al sillón de la sala, avisé a mamá que ya había llegado. Mi hermana y yo con mamá nos pusimos a comer, papá no volvería hasta la noche del trabajo. Cuando acabé, de inmediato le expuse a mamá que saldría a dar una vuelta a la hacienda con Pinto.

Salí al patio, Pinto estaba echado como siempre bajo el limonero, al verme alzó la cabeza y moviendo su cola se acercó a mí.

- ¡¿Me has echado de menos pequeño?! - le pregunte mientras le acariciaba la cabeza y el cuello – Vente, vámonos - y como siempre él me siguió a mi lado retozando sin parar.

Me sentía muy nerviosa pero a la vez excitada, mi cuerpo temblaba como si tuviera frío a pesar de que hacía calor. Caminé con mi perro lo más lejos que pude, no quería que mi madre o alguno de los pocos vecinos fueran a encontrarme jugando de esa manera con Pinto. Así me dirigí hasta donde no pudieran verme. Una vez segura de que nadie podía vernos me senté en el pasto y comencé acariciarlo en la cabeza y en el cuello, como de costumbre. Pinto lamía mi cara y movía su cola muy feliz.

¿Te acuerdas de lo que hicimos anoche? Hoy vamos a jugar otra vez.

Me levante del suelo y tras revisar con la mirada por última vez, me quite mis bragas y las arroje a un lado de Pinto, una cosquilla muy rica salía de mi clítoris y parecía viajar hasta mis pezones, poco a poco sentí como se iban endureciendo hasta que se podían notar por encima de mi camiseta, me senté de nuevo en el suelo, pero esta vez con las piernas separadas, podía sentir el pasto fresco en mi entrepierna y la cálida brisa del viento hicieron que deseara tocarme. Con mi dedo anular comencé a rozar poco a poco mi clítoris, me estremecí de placer cuando sin que lo esperara Pinto comenzó a pasar su lengua áspera por mi vulva, no pude menos que lanzar un gemido contenido pero lleno de placer. Cerré mis ojos y mientras Pinto me comía el coño con su enorme hocico, mis manos acariciaban mis duras tetas redondas y tan sensibles a la vez, que no podía creer lo que estaba sintiendo. Mi respiración se fue volviendo más y más agitada, de mi boca no salían suspiros sensuales al percibir el tacto rasposo de su lengua entre mis labios vaginales y clítoris, con mis dedos los abría para que se introdujera por todo el interior esa escalofriante sensación, y de repente mis gemidos fueron convertidos en un sollozo casi infantil, hasta que tuve un fabuloso orgasmo.

Pinto no paraba de lamerme, en cada embestida podía sentir como si su lengua ásperamente llegaba casi hasta mi útero. Yo quería más, jamás pensé que pudiera gritar tanto de placer o que mi perrito pudiera dármelo…, pero así era, tuve un segundo orgasmo justo en el momento en el que embriagada en placer, lujuria y sexo. Mi vagina comenzó a contraerse y empapada sintiendo las convulsiones placenteras del orgasmo, empapada en sudor, quedé exhausta en el suelo bajo la sombra refrescante del limonero.

Extenuada tarde algunos minutos en reponerme, me senté de nueva cuenta en el suelo, mi respiración aún era un poquito agitada, me ardía mi coñito y al tratar de levantarme las piernas me temblaban…, fue entonces cuando vi a Pinto a unos pasos más adelante echado en el suelo, cual grande fue mi sorpresa al ver que él se lamía un enorme pene que le salía de entre las piernas. Era enorme, rojo y se le notaban un montón de venas. Asombrada me acerqué hasta él, llena de curiosidad intenté agarrarlo, pero me entró un poco de miedo al pensar que tal vez se enfadaría y me lanzaría una mordida, el problema era que me sentía tan excitada que en verdad quería tocarla, quería sentir como era el tacto de una polla… y me preguntaba en mi mente sí sería como tocársela a un chico o como la de mi padre, a papá se la había visto meando varias veces, pero nunca empalmada. Decidida lentamente fui acercando mi mano hasta su verga, solo me atreví a ponerle un dedo encima, pero al notar que él solo me miraba y sacaba la lengua como cuando le acariciaba la cabeza, me dio el valor suficiente para agarrarlo con toda mi mano. Se sentía muy dura y era tan gruesa que apenas y lograba rodearla con mi mano.

- ¿Quieres que te masturbe? Le pregunté excitada.

Pero la verdad es que aunque Pinto me hubiera dicho que no, mi mano ya había comenzado con esa tarea. Quedé sorprendida al darme cuenta que cuanto más lo estimulaba, su verga crecía y se ensanchaba aún más. Estaba tan emocionada como cuando esperaba los regalos de Navidad o más, jamás pensé que Pinto reaccionaria de esa manera ante mis caricias, era como si le gustara lo que le hacía, pero ¿Sería lo mismo que masturbar a un chico? Y si se lo chupaba ¿Qué pasaría? La calma y complacencia del perro, junto a mi excitación y curiosidad, me hacían pasar de los límites sin valorar más allá. Cerré los ojos y me acerqué la boca a su verga, traté de rozarlo con la punta de la lengua pero no pude. Tenía miedo, hasta ese momento, había fantaseado e incluso planeado como sería mi primera vez frente a una polla erecta. Le chupé un poco el glande, saboreando ese nuevo aroma a macho tan especial que nos atrae de manera inconsciente a toda hembra… le mamé un poco el capullo.

¿Qué estoy haciendo?” Me pregunté, así no era como lo había planeado ¡así no!

Por primera vez en los últimos meses Pinto, no pasó la noche en mi cuarto, me sentía tan confundida que lo mejor que pude hacer era no tener al perro cerca, por lo menos un tiempo. Pero pasé una noche muy extraña, despertaba continuamente masturbándome y soñando casi despierta que Pinto me hacia el amor, como si fuera un hombre, visualizaba como me montaba y todo su tallo enorme me atoraba el coño follándome como a una perra. Desperté sudorosa, con la mano entre mis piernas y completamente excitada, me sentía extraña y confundida. ¿Cómo saber, que mis sentimientos no estaban influenciados por mi soledad? No lo sabía, pero tampoco me importaba. Me había dado cuenta que durante esos dos días mi corazón latía de excitación, me emocionaba al extremo tener que cuidarme, para que no me viera nadie con mi perro y sobre todo me di cuenta que ya no me sentía tan sola y era muy feliz, como nunca lo había sido. Ese día decidí que por más malo que fuera yo no podía estar peor que antes, y la relación con Pinto merecía una oportunidad.

Decidí esperarme hasta la noche, porque en el día sería imposible que nadie me descubriera. Espere a que mis padres se durmieran, salí cuidadosamente de mi habitación y tras revisar que mis familiares dormían, llame en voz baja a Pinto, salimos juntos al patio y caminamos hasta la parte de atrás del patio, a solo unos cuantos metros de mi casa había un cobertizo de aperos, un catre y una mesa de trabajo, donde mi padre solía descansar las siestas apartado de ruido la vida cotidiana de la casa grande, estaba lo bastante aislado como para que nadie nos escuchara. Las ansias me hacía temblar, el roce de mi camisón sobre mi piel desnuda me hacía sentir como en un sueño, sentía mis pezones duros y estos se notaban a través de la fina tela blanca, y mi corazón latía a mil por minuto.

- ¿Te gusto? Le pregunté a Pinto, mientras el camisón se deslizaba por mi cuerpo hasta el suelo.

Quedé desnuda frente a Pinto, me sentía tan húmeda, salvaje e increíblemente para mí, lo único que en ese momento quería, era tener el enorme y grueso cipote de mi perro en mis manos, quería chupárselo y una vez que él estuviera a mil, quería que me penetrara, tan salvaje como lo hacía con sus perras a las que he visto cómo se las follaba. Me puse en cuclillas, lo más cerca de él que pude, con mi mano derecha comencé a masturbarlo, pero pasados unos minutos no sucedía nada y yo me volvía loca de deseo pasando mi mano por el capuchón de vello corto que formaba la funda de su polla.

No aguante más y me acosté sobre la hierba, separé las piernas lo más que pude y mientras me acariciaba, lo llamé…

- Ven, chúpame el coñito, vamos chiquito ven…

Pinto se acercó a mí, y de inmediato comenzó a lamerme la vulva, de una manera tan brutal que casi de inmediato comencé a llorar de placer. A cada lengüetazo suyo, mi cuerpo se estremecía, sentía entrar su lengua áspera hasta lo más íntimo de mi ser. No tardé mucho en tener el primer orgasmo de esa noche.

- A hora me toca a mí.

Le dije juguetonamente a mi perrito mientras me levantaba, todavía agitada por la tremenda lengüeteada que juguetón me acababa de dar. Le acaricié el lomo, la sensación de su suave pelaje corto en mi mano y el calor que emanaba, me hizo sentir reconfortada y mucho más segura de lo que estaba por hacer. Con suavidad baje mi mano hasta su panza, y no me sorprendí al ver que esta vez su polla asomaba una puntita roja de su funda de piel peluda, se notaba ya bastantemente excitado y sin pensarlo mucho la tome con mi mano, con un suave movimiento de arriba abajo… comencé a masturbarlo llena de placer. Me encantaba la sensación de su verga cálida, húmeda y dura como si fuera un palo, pero tan sube y cálido al tacto, que estoy segura que cualquier chica enloquecería al tener una polla así en su mano. Pinto se excitaba cada vez más, lo notaba porque su verga empezó a ponerse enorme, entonces cerré mis ojos y sin pensarlo mucho lo metí en mi boca… Apenas cabía en mi boca, estaba caliente y su sabor salado al principio me parecía chocante, pero conforme se la iba chupando me iba excitando. Llegó a gustarme, pese a que pensaba que esa verga había estado dentro del útero de innumerables coños de perras, que por ahí había salido un cantidad de lefa canina enorme, inseminándolas como a putas perras y más, y sobre todo, que ese sabor salado del principio, era debido a las meadas… no podía olvidar que por ese glande que mamaba, mi perro se aliviaba a diario.

Comencé a notar que su verga se iba engrosando cada vez más en mi boca, y de este salía un líquido calientito, que aunque no era de mal sabor, empezó a provocarme leves arcadas y me vi obligada a sacármelo de mi boca. En verdad se había puesto enorme, aun sorprendida y recuperándome de la asfixia, Pinto se puso como loco, daba vueltas alrededor de mí. Aprovechando que quedé a gatas, se montó sobre en mí, agarrándose fuertemente con sus patas delanteras a mi cadera. Frenético bombeaba queriéndome penetrar, su polla dura chocaba contra mis nalgas y en una de sus embestidas por poco me penetra por el ano…, me espanté muchísimo, no quería que me la metiera por ahí, trate de zafarme pero lo único que conseguí fue que me gruñera e intentara someterme con mayor ahínco.

  • ¡Detente Pinto me haces daño! Imploré al perro como si me entendiera.

Me quede inmóvil un momento, estaba aterrada, comencé a llorar e intente zafarme de nuevo, pero la repentina violencia con la que Pinto intentó detenerme, hicieron que lo reconsiderara una vez más. Pero mi esfuerzo no fue tan en balde, en el segundo intento de quitármelo de encima, mi culo quedó más en pompa y mis tetas al ras del suelo, aplastadas. No tardó mucho en atinarle a mi vagina un certero pollazo, y una vez que entró la punta, me la metió completa hasta el fondo de un solo envión, sentí un dolor horrible, como si me destrozara todo por dentro. Mis lloriqueos se intensificaron tanto que temí que mis padres me escucharan llorar, pero ya no podía hacer nada, Pinto me había penetrado y en ese momento me poseía como su hembra, me follaba de una manera tan salvaje que me arrepentí de todo. Afortunadamente para mí, el dolor empezó a desaparecer y cuando menos me di cuenta se había convertido en placer de notar la verga de mi perro llenándome de carne la vagina. Lo sentía tan bien dentro de mí, que se me olvido el mal rato que pasé con la clavada salvaje, pero los animales son así de impulsivos. En un instante mis sollozos dejaron de ser de dolor para convertirse en gemidos llenos de placer, que salían de mi boca, acompañados de palabras que inconscientemente y a causa del estado en que me encontraba… – ¡Ay que bueno, que rico sigue perrito, así fóllame, fóllame mucho y duro!

Los orgasmos no se hicieron esperar, aunque suene exagerado llegaron uno tras otro, hasta sumar tres, sumida en una cascada de erotismo zoofórico y en un estado semiinconsciente, no noté el momento en el que mi perro quedó abotonado a mí, ni tampoco el momento en el que paso su pata por encima de mi espalda y quedamos mirando hacia lados opuestos. Sentía la hinchazón de su bola expandiéndome el coño, al tiempo que comencé a sentir como se llenaba mi vientre con los innumerable chorros de lefa que parecía estar hirviendo, era tanta leche, que llegaba a escurrir por mis piernas saliendo del coño pese a sellado del coño con su enorme bola abultada. Pasados unos minutos, Pinto tiro hacia adelante intentando zafarse, sentí un dolor como si me desgarraran por dentro, intenté agarrarme de las sábanas del catre para evitar ser arrastrada por el suelo, pero cuanto más me sujetaba, el macho más tiraba. Pareciera que no le doliese, pero a mí me hacía daño en mi coño recién estrenado, tan cerrado. No sé cuánto tiempo más estuve abotonada, pero no tardó mucho en poder liberarse. Quedé rendida en el frío catre en aquella madrugada, mientras que de mi vagina salía un río de esperma mezclado con un poco sangre, propio del desvirgue.

Había sobrevivido a mi primera experiencia sexual Zoofílica de mi vida, estaba completamente rasguñada de las caderas por la garras de mi perro, tenía las rodillas y mi vagina tan dolorida, que tardo un par de días en recuperar su estado normal. Desde ese día las cosas cambiaron entre mi perro y yo, me había convertido en su perra y él lo sabía. En varias ocasiones, Pinto intentaba montarme y en otras hasta llegó a gruñirme para que le hiciera caso. Lo tuve como amante un par de años más hasta que él ya no pudo follarme por viejo, de modo que cuando comenzó a decaer su frecuencia de folladas, adoptamos a otro perro de gran tamaño, un joven dogo que yo misma elegí… ya imagináis en qué me fijé para seleccionarlo entre todos los que habían en la perrera. Fue por entonces cuando conocí allí, al que sería mi novio, al único que he tenido… era unos años mayor que yo, estudiaba veterinaria y era voluntario en la perrera. Se le veía un chico un poco apocado pero atento conmigo, no demasiado guapo pero se veía hermoso. Creo que le gusté casi de inmediato y él a mí, en pocos días nos hicimos inseparables y finalmente novios formales… unos meses más tarde estábamos preparando la boda. No había estado nunca con ningún hombre en la cama, por eso pensé que casarme era una gran solución, me gustaba mi novio y él solo me follaría estando comprometidos de por vida con el matrimonio, sin embargo algo pasó por mi cabeza antes de la boda…

Sé que lo que hice con mi padre no es lo más correcto, pero mi vida sexual nunca había sido correcta… y mi padre tampoco estaba por la labor de serlo, igual que nunca lo fueron mis perros follándose a su dueña, porque los muy cabrones me trataban como a toda perra que se encontraban en celo…, eso mismo debía haber hecho yo con papá hacía bastantes años, cuando me vine a vivir con él, escapando de la desquiciada de mi madre. Sé que yo le gustaba como hembra, por sus miradas tocamientos espontáneos en mis tetas o el culo, sus besos lascivos que excusaba con unas palabras de cariño…, todos esos gestos de él, no me desagradaban nada, es más me atraía en cierta manera y trataba de buscarlos frecuentemente…había días que con mirarlo me excitaba. Vivíamos en un pueblecito perdido de la serranía, casi solos, donde no es fácil encontrar pareja, mucho menos al hombre adecuado…, con lo poco que hay por elegir te tienes que conformar. Yo tampoco soy una mujer que en cuanto a guapura sea muy afortunada… vamos que muy agraciada no soy que digamos, sin embargo tengo mi sexapil, eso lo sé porque algunos chicos en el instituto me intentaban tocar, e incluso abusar, era algo habitual desde en el colegio al ser la chica más desarrollada, sin embargo no fue hasta mi pubertad, cuando mi teoría fue corroborada por hombres maduros, no se cortaban nunca en decirme me iban a poner mirando para el sol del pollazo que me darían, o que las hembras con tan buenas caderas, son las mejores para parir los hijos que me iban a hacer. Lejos de mirar el reinante machismo que siempre he vivido y ahora tan mal visto, creo que la naturaleza nos habla y debemos escucharla, al igual que escuchaba a mi padre decir que no lo volvería a hacer…

*****************

...Hay veces que los padres tenemos que hacer cosas que pueden no estar muy bien vistas. A lo mejor esto es solo una excusa, porque lo cierto es que desde que mi hija Carlota fue creciendo, me empecé a sentir atraído por ella de una forma inadecuada y salvaje, no es una mujer guapa que digamos, pero tiene buen porte de caderas anchas y buenas tetas desde bien pequeña, solo que ahora desde que duermo solo, la veo de manera diferente…y a ser sincero, es la única mujer con la que estoy cerca la mayoría de los días, mi trabajo en el monte no me lleva a relacionarme con mujeres durante semanas.

Mi mujer y yo nos habíamos separado hacía ya cuanto meses porque no nos aguantábamos, ya cumplía casi la mayoría de edad, y fue cuando le ocurrió lo mismo a mi hija y terminó mandando a paseo a su madre, mudándose a mi casa. Ella, Carlota, tenía un novio de una villa cercana desde los diecisiete años, un chico que no debe ser mala persona pero sí bastante paradito, por lo que me acabé enterando esos días, porque no solo les separaban más de ocho kilómetros para tener una relación afectuosa normal. No obstante es evidente que en plena adolescencia, la necesidad sexual es imperante, oía a mi hija pajearse con fuertes gemidos que emergían desde su cuarto, sus corridas eran voluminosas por como dejaba las bragas empapadas… pese a laintransigencia de la libido de Carlota, sabía que yo nunca sería el hombre que haría disfrutar a mi hija en la cama como se merece toda hembra, aunque ganas no me faltaba de aclarar con ella que follar juntos sería una buena solución para ambos, aquí solos en medio de la nada. Nos haríamos un favor mutuo, pero nunca me atrevía a proponérselo por miedo a que pensara que su padre era un pervertido.

En cuanto el chico terminó los estudios, se decidieron a casarse. Carlota era buena en llevar la casa y su economía, y él por lo visto ganaba lo suficiente como para alquilarse un pisito y empezar una vida en común. Mentiría si dijera que estaba contento porque me comían los celos. No sabéis cuántas veces espié a mi hija mientras dormía, casi siempre en verano, que lo hacía medio desnuda. Al principio estaba acojonado, pero lógicamente me fui soltando con los días. Como tiene el sueño muy profundo, poco a poco me atreví hasta a tocarla, solo rozarla, porque me daba miedo que se despertara y me pillara ahí, sentado a su lado en la cama y completamente empalmado. Un día llegué a su habitación y vi que se había quedado dormida completamente abierta de piernas con una mano metida dentro de sus bragas, apoyada completamente en su coño. Seguramente se había estado acariciando.... ¡Uuuuis!, todavía me pongo malo cuando me acuerdo. En fin, que me animé a tocarle un poco los labios que había dejado entreabiertos y de pronto abrió más la boca y empezó a mamar de mi dedo como si fuera un chupete, mientras frotaba suavemente su coño con la mano que aún tenía aprisionada con las bragas. En ese momento creí que me correría sin ni siquiera tocarme, pero lo cierto es que estaba asustado por si se despertaba de repente. En cuanto pude sacar el dedo de su boca me fui a mi cama sigilosamente, donde me pajeé a placer unas dos antes de conseguir calmarme.

Llegó el día de la boda y Carlota se levantó muy animada, lógicamente. Acabábamos justo de desayunar juntos. Fue un rato bastante corto, como el de cualquier otro día, pero la noté mucho más cariñosa conmigo que cualquier otro, daba la sensación que no deseaba del todo salir de casa a su nueva vida con Jordi. Se levantó de la mesa para contestar una llamada del móvil. Era su amiga Claudia, a la que estaba esperando para que la ayudara a vestirse. Por lo visto había pinchado en mitad de ningún sitio y no iba a llegar a tiempo para ayudarla. Al principio se puso un poco nerviosa, pero yo la abracé suavemente para reconfortarla y le dije que yo sería su asistente, al fin y al cabo en medio de la nada, solo nos teníamos a los dos desde siempre.

-Pero, papá, ¡tú no sabes nada de vestidos ni de arreglar a una novia!

-¡No me subestimes! -traté de animarla-. Ve a la ducha y cuando estés lista me avisas para que te ayude.

La convencí bastante rápido y me fui a duchar yo también. Imaginaréis que mi ducha fue con agua a una temperatura muy baja, aunque no ayudó mucho porque no podía dejar de pensar en que iba a poder tocar a mi hija más que ninguna otra vez en la vida. Estaba dispuesto a llegar hasta donde pudiera sin que ella pensara que era un cerdo…. Carlota no tardó mucho en llamarme. Me recibió en su habitación con la bata puesta. Se acababa de dar una mano de esmalte de uñas y no podía tocar nada, así que estaba en una posición que parecía un espantapájaros.

-Papá, vas a tener que ayudarme porque no quiero fastidiarme las uñas.

-Claro, ¿qué quieres que haga?

- Para empezar, es mejor que me quites la bata, porfa.

Era evidente que mi hija confiaba en mí, bueno, me veía como lo que soy, o sea, su padre, lo que me hacía sentir un miserable porque a mí me excitaba su cuerpo tanto que necesitaba arrancarle la poca ropa que llevaba y tirarla donde fuera, ahí mismo y follármela. Me acerqué a ella por delante y le deshice el nudo de la bata con cuidado para no tocarla de manera que ella pudiera sentirse mal. Como vi que no le daba ni la más mínima importancia, le abrí la bata y se la quité con facilidad. Ante mí apareció una diosa en ropa interior blanca de encaje y unas medias rematadas con un liguero fino y una flor azul. Ya se sabe, por eso de las novias que tienen que llevar algo azul, supongo.

Cuando me acerqué a la cama para dejar la bata sobre ella, no pude, (ni quise), evitar recrear mi vista en su glorioso culo adornado con un sensual culotte de encaje. Me fascina el culo de Carlota y eso que ella siempre ha tenido complejo porque decía que lo tenía muy gordo. ¡De gordo nada! Necesitaba estrujar esas dos masas de carne dura. Me dio vergüenza mi propio deseo. Aquella era mi hija y se iba a casar en unas horas. Tenía que dejar de pensar así y ponerme en manos de un especialista. No podía pasarme la vida masturbándome pensando en ella o incluso pensando en ella cuando follaba con otras mujeres.

-Papá, por favor, levántame un poco el bustier, que noto que se me está arrugando por los lados.

¿Bustier? ¿Y qué coño era eso? Estaba tan excitado que tardé en relacionar bustier con busto y darme cuenta de que quería que le tirara hacia arriba de ese sujetador grande con unas barras a los lados que hace tan buena figura y que por lo visto se llama bustier, así que me puse detrás de ella, que todavía estaba con los brazos en cruz y metí dos dedos de cada mano entre la tela y sus costados, tirando para arriba.

-Vale, ahora por delante un poco, porfa

Casi me muero, pero con dos cojones me puse de frente a ella y repetí la operación, pero esta vez no me quedó más remedio que rozar los laterales de sus tetas. Al tirar hacia arriba de la prenda temblaron como flanes. Ella me miraba a los ojos sonriendo. Tenía la impresión de que estaba mirándome con cara de estar cachonda, pero no podía ni creérmelo que mi “inocente” hija me estuviera seduciendo.

-¡Ay, papá! ¡Tira un poco más que la parte de delante se arruga!

Descaradamente le cogí de las copas del bustier y metí los dedos. Ahora sí que le estaba rozando las tetas, pero ella  tan campante, aunque seguía divertida, yo creo que porque ya me estaba viendo que empezaba a sudar ligeramente. Volví a tirar de la puta tela aquella haciendo que sus dos tetas se juntaran al centro. Yo no podía dejar de mirar a su canalillo imaginando mi polla justo ahí. Carlota dejó escapar un gemidito sin dejar de mirarme.

En ese momento pensé que tenía que salir de allí. Aquello estaba yendo demasiado lejos y mi pobre polla a punto de reventar. Necesitaba un poco de amor propio antes de salir para la iglesia, pero cuál fue mi sorpresa cuando Carlota ni corta ni perezosa…

-¡Joder! ¡Papá! Lo siento, tanto esfuerzo para nada. Se me ha olvidado la crema.

Me miró con cara de pena y lo último que yo quería era que mi niña se pusiera triste en un día como ese, así que me ofrecí a dársela. Me dio la espalda y empecé a aplicarle la crema con una mano, muerto de vergüenza y con una erección de tres pares de cojones.

-Papi, desabróchame el bustier, que lo vas a manchar.

Tratando de no morir de infarto, le desabroché el puto bustier, que ella se sujetó por la parte de delante pudorosamente. Bueno, pensé que después de todo no me estaría lanzando señales de las que yo creía ver y me sentí más cerdo aún, pero con la polla igual de tiesa que no sé cómo ella no se daba cuenta que me abultaba hasta el muslo de lo erecta que la tenía. Así como si le diera vergüenza empezó a hablarme y a pedirme consejo.

-Oye papi, ¿tú crees que me dolerá mucho?

Nunca me había preguntado nada relacionado con el sexo y yo supuse que ya lo habría hablado en su momento con su madre, pero parecía tener algunas dudas a esas alturas, eso era lo que pensaba, porque me mente no podía ir por otro lado.

-No sé... Pero, cariño... a estas alturas... ¿no has hecho nada todavía?

-Jejeje, papá, cómo eres. ¡Pues no! Jordi y yo estábamos esperando a este día, precisamente. Para él y su familia llegar virgen al matrimonio es lo normal.

Mi hija era virgen y el tonto de su novio seguramente también.

-¡¿Así que sois vírgenes los dos?! -dije sin disimular mi asombro.

De pronto mi hija se dio la vuelta y levantó la barbilla como pidiéndome que le pusiera crema por delante también.

- ¡Aha! -contestó.

-Pues no es buen asunto que ninguno de los dos tengáis ni idea, después llegan las sorpresas y no hay marcha atrás fácil… ¿Sabes lo que yo creo? -dije parándome ante ella.

-¿Qué?

-Que al menos debías haber tenido alguna experiencia con alguien con experiencia, un hombre que te hubiera desvirgado con cariño, al menos sabrías como es tener sexo de verdad….

-¡Papá! Solo he tenido este novio y lo sabes -me contestó entre risas.

-No te hablo de casarte, sino de que te enseñe a.... bueno, tú ya sabes de experimentar el sexo.

-Jajaja. Sí, ya sé a lo que te refieres, pero en cualquier caso ya es tarde, ¿no? De todas maneras Jordi es mi amor, le quiero mucho y sabrá hacerlo bien.

En ese momento separó las manos de su cuerpo y volvió a poner los brazos en cruz, con lo que el bustier cayó al suelo y sus pezones quedaron apuntándome a mí directamente.

-Bueno papá, anda, ponme la crema que al final se va a hacer tarde -me dijo mirándome a los ojos.

 


 

Tuvo que darse cuenta, seguro, de cómo me tenía la verga de empalmada, porque tuvimos más de un roce y le hice sentir mi dureza en sus nalgas un par de veces. Yo creo que hasta jadeaba. ¿Qué otra cosa podía hacer? Me puse un buen pegote de crema en las manos, me las froté y aunque podía haber disimulado y haber empezado por los hombros o el cuello, me fui a posar directamente en sus tetas. Ella gimió y me miró. Yo no podía levantar la vista de sus tetas. Sus pezones se iban endureciendo en cada pasada. Los froté en círculos pasando las yemas de mis dedos por encima de ellos, notando todas las rugosidades de mis manos en su piel tersa, encogiéndose en cada pasada. Le apreté las dos tetas e inconscientemente me pegué más a su cuerpo. Carlota no se movía del sitio, cerraba los ojos gozando se mi masaje.

-¿Es así cómo se hace? -me preguntó en un tono muy sensual.

Me sorprendió la pregunta y tardé en contestarla.

-¿Cómo se hace qué?

-¡Papá! -protestó caprichosamente- Pues eso de lo que se habla, del calentamiento previo, los preliminares..., ya sabes. ¡No me hagas hablar más, que me da vergüenza!

Sinceramente, no sabía qué decirle, pero ahí seguía moviendo y espachurrando sus tetazas y sobando los pezones, lo que a ella debía gustarle a juzgar por el tamaño que habían adquirido. Entonces bajó sus brazos sin previo aviso y sus tetas aparecieron más grandes y más juntas ante mí. Posó sus manos en mi cintura y noté como me tiraba del polo hacia arriba. Aquello era demasiado y tenía que ponerle freno de inmediato. Yo era el adulto responsable, claro que cómo decir eso mientras le magreaba las tetas a mi hija. Carlota me subió el polo lo suficiente para meter sus manos por dentro, acariciándome la espalda.

-Pero, ¡¿qué haces, Carlota?! -le dije soltándola inmediatamente y echándome para atrás.

No pude decirle nada más porque no sabía qué. De pronto me sentí como un gusano cuando vi que por su preciosa cara rodaban dos lagrimones.

-¡No, por favor, mi niña! ¡No me llores! - le dije apenado.

Entonces se abrazó a mí y rompió a llorar apoyando su cabeza en mi cuello. La había reprendido por algo que yo estaba deseando hacer hace siglos y me sentía fatal. La abracé con más intensidad y ella se pegó a mí como una lapa. Noté sus tetas contra mi pecho y deseé haberme dejado quitar el polo antes.

-Lo siento, papi -dijo más tranquila.

- No mi niña, yo soy un cabrón -le dije acariciándole la cara y echándole el pelo hacia atrás.– Hay cosas que no deben pasar y otras que no tienen más remedio que ocurrir…

Entonces ella se secó la nariz y se volvió a abrazar a mí, mirándome a los ojos acercándose mucho, tanto que cuando menos me los esperaba, cerró los ojos y apoyó sus labios suavemente contra los míos. No me pude ni mover.

- Cierto papi, y esto debe ocurrir… enséñame tú -me dijo y volvió a besarme- No quiero que me enseñe nadie a follar más que tú… eres la única persona que conozco que tiene la suficiente experiencia y amor por mí. ¡¡Eres ideal, papá!!

¿Qué podía hacer? Me lo pedía así, tan tiernamente... después de todo no era tan mala idea y a lo mejor les estaba haciendo un favor a los dos para su futura vida sexual, así que decidí dejar de luchar contra mis impulsos y la agarré por la cadera atrayéndola más hacia mí. Me pegué a ella y volvió a acariciarme la espalda por debajo del polo. Yo la agarré la cabeza con las dos manos y con suavidad le abrí más la boca para meterle toda mi lengua bien hasta adentro. Le gustaba, porque respondía con su cuerpo pegándose más a mí, acariciándome con más pasión, abriendo su boca y dejando que su lengua luchara con la mía… permitiendo que la lujuria se apodera de nosotros.

-¡Papá! ¡Enséñamelo todo! ¡Fóllame como a una PUTA!

-Tranquila, mi amor. Aquí está tu papi para que no te pille nada por sorpresa. Ven -le dije cogiéndola por un brazo llevándola hasta su cama.

La senté en el borde y me agaché de manera que sus tan ansiadas tetas me llegaran a la altura de la boca. Ella estaba muy erguida, supongo que estaba tensa. Me acerqué despacio mirándola a los ojos. Con mi mano derecha le agarré el pecho por abajo y me acerqué con la boca abierta entresacando la lengua para que me viera bien lo que hacía. Ella suspiró esperando lo que venía.

-Mira, Carlota. Mira cómo te como las tetas.

-¡Oh, papá!

Me deleité todo lo que quise mordisqueando, lamiendo y succionando sus pezones, pasando la lengua de arriba a abajo, en círculos. Iba de uno a otro para no dejar a ninguno desatendido, mientras mi hija me agarraba por el pelo jadeando suavemente.

-Espera -le dije.

Ni mis piernas ni mi polla aguantaban más en esa posición

-¿Has visto alguna vez a tu novio desnudo?

-No -dijo ladeando la cabeza.

Me desabroché los pantalones y me los quité junto con los calzoncillos a velocidad récord. Allí estaba yo, en pelotas, con la polla como una estaca, delante de mi hija. Ahora era ella la que tenía mi verga delante de su cara. Me quedé quieto a ver si ella hacía algo, pero me di cuenta enseguida que no sabía qué hacer con eso.

-Dame tu mano -dije cogiéndole la mano y llevándosela a mi sexo-. Acaríciame, mi amor... Así, de arriba a abajo, suavemente

Lo estaba haciendo muy bien y la dejé que jugueteara un rato con mi polla para que se familiarizara con ella, subiendo y bajando el prepucio. Entonces me acerqué más a ella y la cogí por la cabeza con cuidado para que se la metiera en la boca. Lo hice muy despacio para que no se asustara.

-Abre la boca, hija -le pedí- Ábrela y chúpame la polla, corazón. Es algo que nos gusta mucho a los hombres antes de empezar a follar… así la pones dura.

Le metí la polla en la boca y me empecé a mover despacio dentro de ella, sin metérsela mucho, recordando que era la primera vez que lo hacía.

-Suave, Carlota. Suave, con los labios. Llénala de saliva y jamás uses los dientes. Eso es. Muy bien.

Mi hija me chupaba la verga con gusto, porque se notaba. Fue ella la que se la metió más adentro y me la agarró con las dos manos. No me extraña, porque el tamaño era de campeonato a esas alturas y con lo cachondo que estaba. Tuve que parar porque me iba a correr sin remedio.

-¡Noooo! -protestó Carlota- Dame un poquito más, papá.

-Espera, si sigues así me correré y tengo que cumplir con mi cometido, cariño.

Ella no dijo nada más y me obedeció cuando le dije que se sentara apoyando la espalda contra el cabecero de la cama. Tenía las piernas estiradas y juntas, yo creo que estaba un poco cohibida por lo que fuera a pasar.

-Carlota, cielo, ¿te acuerdas cuando eras pequeña y jugabas en el arenero?

-Sí, papá, ¿por?

-Siéntate como entonces.

Sabía que así me entendería perfectamente. Sin tardar, flexionó las dos rodillas a la vez y cuando las tuvo pegadas al pecho abrió las dos piernas completamente dejándome ver su precioso y sonrosado coño completamente depilado para la noche de bodas, abrillantado por los jugos que emanaban de él. Me arrodillé delante de ella y me chupé un dedo despacio, poniéndolo inmediatamente en su pequeño clítoris y bajándolo hasta la entrada de su vagina. Deshice el camino y lo repetí tres o cuatro veces más. Para entonces Carlota había dejado de gemir y había empezado a gritar.

- ¡Ay, papá! ¡¿Qué me haces?! ¡Por Dios, ¿qué me haces?!

Sin darme cuenta, mi hija se corrió a los dos minutos de estar estimulado su pepita.

-¡Cariño, te has corrido! ¡Qué rápido! Bien, eso es bueno -expliqué- Cuantas más veces mejor.

Me acerqué a ella y la besé suavemente. Ella me abrió su boca ansiosa y me rechupeteó los labios y mi propia lengua mamándola incluso. Estaba claro que necesitaba más y yo no podía aguantar ni un minuto. Volví adonde estaba ella,todavía con las piernas abiertas y pude notar en mis dedos el latido candente del coño. Antes de que fuera demasiado tarde, me tiré literalmente con la boca abierta en todo su sexo jugoso y se lo lamí como si la estuviera besando en la boca, entre sus gritos y los tirones de pelo que me pegaba agarrando con fiereza mi cabeza hacia su coño… como si me quisiera ahogar contra la vulva cremosa y caliente.

-¿Te gusta como papá te come el coño, mi vida?

-¡Sí, sí! ¡Por favor, papá, no pares! ¡No pares…!

Después de unos minutos de chuparle todo el coño, en cuanto presentí que se volvería a correr, sin levantarme ni dejar de mover mi lengua alrededor de su clítoris con contundentes lengüetazos, le metí un dedo en la vagina, al principio con dificultad, pero después entraba y salía de maravilla, tanto que justo cuando se volvió a correr le había metido y sacado dos dedos a la vez, eso sí, despacito y delicadamente porque no quería hacerla daño.

-Muy bien, cariño -le susurré al oído mientras me tendía encima de ella- Ahora viene lo mejor. Me gusta que mis hembras se corran antes de follármelas… así entra mucho mejor la verga hasta el fondo, y con los jugos aguanto más…

Ella abrió los ojos y sonrió. Se abrió completamente de piernas y levantó el culo todo lo que pudo invitándome a entrar.

-¡Fóllame, papá! ¡Taládrame hasta el útero con tu dura polla!

Me dejó completamente atónito. No me parecieron palabras propias de mi Carlotita, pero me pusieron más cachondo aun de lo que ya estaba, así que no quise tardar más en montarla… me olvidaba que ya no era una niña, sino toda una mujer.

-Mírame -le ordené a mi hija- Quiero que me mires mientras te la clavo, que veas como te siento entrando dentro de ti, cariño. Atenta, que esto va a ser rápido. Me has puesto tan cachondo que no creo que aguante mucho.

Puse todo mi cuidado en metérsela. Era como si mi verga tuviera vida propia. Ella solita se dirigió al húmedo agujero que la aguardaba con ansia. Mientras, yo besaba a mi hija y le acariciaba las tetas estrujándole los pezones entre mis dedos, lo que le ponía tan cachonda que tenía que dejar de besarme para gemir. Cuando la percibió en la entrada, se la clavó elevando un poco más su cadera… entonces sentí que no había himen…

-¡Sí, hija mía… no tienes himen! ¡¿Te lo has roto masturbándote…?!

- Así es papá… me he metido muchas veces los dedos y otras cosas ¡Ummm! Sigue papi, no me dejes a medias ¡¡Fóllame duro, fóllate a tu nena cachonda!!

No esperé un segundo más y se la metí entera en ese chocho apretado como pocos, comencé a moverme despacio sacándole y metiéndole mi polla que solo quería reventar en ella. Mi hija empezó también a moverse debajo de mí.

-¡Fóllame, fóllame, papá!

-¡Sí, hija, sí! ¿Quién te va a follar a ti mejor que tu padre?

- ¡Nadie, papi!Nadie...! ¡¿Y quién va a ser contigo más puta que tu hija…?!

- ¡Nadie mi niña, nadie…!

Decidido al suicidio, me retiré un poco hacia atrás sacándosela del coñito tan apretado, posé mis manos en su cintura a la altura de sus ingles, tiré un poco de ella hacia mí y la volteé… con una mano, le hice un gesto en la espalda para que se inclinase un poco, acerqué de nuevo mi mostrenco a ella, esta vez por el medio de sus piernas, y empecé el vaiven mientras mis manos recorrían por su cuerpo accesible, noté su excitación y sus nervios. Topaba con mi vientre sus nalgas, haciendo llegar el pubis hasta su conejo pelado, como para cubrirlo. Posé una mano en su chocho y con un dedo lo fui acariciando comprobando que ella no rechazaba aquel paso.

Con la mano, suavemente moví su pierna al igual que antes, ella entendió y volvió a posarla sobre el borde, aproximé la verga a la entrada de su cueva, me parecía increíble lo que estaba a punto de hacer… desvirgar a mi hija. Me hallaba excitadísimo desde hacía mucho rato. Percibí el calor de sus labios vaginales, muy alterado la sujeté con la mano derecha tratando de acompañarla un poco, noté cada latido de la polla. Bien asida,comencé a frotar el capullo entre sus labios, haciendo una suave presión. Poco a poco, cada vez con más apremio. Ella quieta, respirando muy agitada sumisa a lo que el macho hiciese con su sexo. Centré mi capullo y empujé despacio, notando la expansión del umbral de la puerta, ahora un poco más cerrada que en la otra posición… un corto golpe de cadera más y mi gordo capullo se encontraba dentro de su coñito, acababa de entrar, y de repente frené de golpe…, el calor que recibía mi glande, unido a la exasperada excitación me iban a jugar una mala pasada. “Estoy a punto de correrme ahora mismo, no puede ser, Dios mío no aguanto, sí aguanto, sí”. Pensaba en otra cosa tratando de controlarme,no me sirvió de nada, noto que no hay más remedio que la huida hacia a delante, y sin esperar un segundo más, la aprieto con fuerza clavándola hasta el fondo y ahí la follo la modo conejo en un mete saca rápido. La sujeto firmemente de la cadera, logrando que no se mueva un ápice en tanto mi hija grita por mis pollazos, no lo soporto más notando como sube la leche desde mis cojones por todo el tallo de la verga hasta descargar el primer disparo salido con toda fuerza. Ese primer chorro de lefa acababa de llegar al interior de la vagina recién estrenada de mi hija, le voy llenado con sucesivos chorros en la misma entrada de su cérvix.

Al tiempo que estoy eyaculando en cantidades desmedidas, me relajo, pensando que hacer, noto como el tirón se suaviza al quinto aldabonazo de esperma, sabiendo que este primer aguante lo supero. Entre tanto ella que por inexperiencia no tiene idea de lo que está sucediendo, percibo un ligero movimiento de su cadera, sube un poco el culo, se deja venir hacia atrás, y la penetración se produce con total suavidad, contando que mi leche esté rellenando su vagina… lanza un gemido, casi inaudible, que a mí me hace recordar de inmediato su virginidad, de modo que rápidamente cojo control de la penetración, retrocediendo un pelín para volver otra vez a empujar despacio bombeando lentamente centímetro a centímetro hasta notar como se desliza al interior tres cuartas partes de mi miembro, no empujo por temor, a ella comienzan a temblarle las piernas, lleva ya un buen rato en esta postura, y la siento débil para continuar la follada. Percibo su calor en mi polla,repitiéndose las ganas de regar todo su interior, por lo que antes de que sea más tarde la voy retirando lentamente, incorporándose ella, a la vez que observa a mi polla saliendo impregnada de jugo vaginal y semen espeso.

Acabamos rápido la ducha, saliendo yo primero para dejarla a ella un poco de intimidad, sin apenas cruzar palabra. Yo me encuentro muy extraño con lo echo, ella no me habla, yo cuestionándome lo que acabo de hacer aun en el baño. Sale de la ducha y me sonríe, aquello me alivia inmensamente, se acerca y me besa en los labios con dulzura… le ayudo a secarse aprovechando para no perder el contacto físico, todo sin mediar palabra hasta que…

- ¿Te encuentras bien cariño?Asiente con la cabeza.

Se envuelve la toalla al cuerpo y sale del baño, la sigo sin toalla, desnudo y la cojo por detrás por la cintura y la acompaño a su cuarto, le retiro la toalla estirándola sobre la cama, donde la tiendo sobre la toalla encima de la cama, quedando cruzada en diagonal con una pierna en la cama y la otra en el suelo, le beso la frente, el cuello, le acaricio los hombros, le rozo sus tetas con las yemas de mis dedos, y volcando mis caricias sobre su vientre, me centro en sin perder tiempo, en alcanzar su sexo con la boca. Ella inmediatamente me recibe con agrado abriendo sus piernas para facilitarme la llegada, yo le sujeto la pierna que estaba el en suelo posándola sobre mi hombro, acabando yo de rodillas al pie de la cama…comienzo a comerle el conejito con exquisito esmero y cuidado para que se relaje todo lo posible, evitando los nervios del primer intento, por lo que mis movimientos con la lengua son cuidadosamente pensados, sin prisa y con una paciencia que nunca imagine emplear en esta tarea ante un coño tan exquisito.

 


 

La siento gemir, su respiración vuelve a ser acelerada, se acaricia los pezones, mantiene las piernas abiertas sin presión, mueve la cadera arriba y abajo restregándome su coño en la cara, llevo unos largos minutos saboreando su manjar con absoluto cuidado, decido introducir un dedo para acompañar el juego siendo primero bien lubricado, ella lo recibe sin problema, pienso incluso que esta tan a gusto con la sensación, que no es consciente de lo que le estoy haciendo. Aprovecho y meto el segundo dedo sin ningún inconveniente, aquello completamente encharcado de mi saliva, sus jugos y mi leche…,está estupendo para volver a penetrarla y consumar como se merece mi hija, o más bien finalizar lo que había empezado. Ella no deja de mover la cadera en forma de espasmos, a golpes cortos, sus gemidos son ya en voz alta, mueve las piernas ligeramente con nerviosismo, se acerca algo que ella conoce… yo no puedo parar ahora, por lo que continuo en mi puesto arrodillado en la alfombra, y con más ahínco que antes, continuo lamiendo y succionando su clítoris, notando como elardor sube hasta que surge el estallido orgásmico entre gemidos. Los bruscos golpes de cintura, cerrando sus piernas dejándome atrapado entre sus muslos, me desvelan la fuerte corrida que está teniendo mi hija como mi comida de coño, mientras lo tiene, a pesar de la situación de mordaza, no abandono a mi niña en su orgasmo. Retiro los dedos del conducto vagina, y dejo de hacer toda presión con la boca poco a poco, a medida que ella va convulsionando cada vez menos, pero sigo pasando la lengua con suavidad mientras ella coge aire y se deja rendir sobre el lecho.

Abandono su conejo y subo por ella directo a sus tetas, yo estoy que no puedo más, las beso con mi cara empapada de jugo vaginal, la beso en la boca, ella se abraza a mí y aprieta aúnmás mi boca contra ella. Percibo la punta de mi polla, tocar su entrepierna resbaladiza. Moviendo mi cintura, intento conducirla al centro de aquel coñito empapado, ella levanta las piernas para que la enderezada verga a punto de reventar, se enfile a la entrada. Le sostengo una y mirando hacia abajo observábamos ambos, como se va introduciendo. Con el glande enterrado, voy bombeando despacio, al tiempo que entra en su totalidad sin dificultad hasta que mi pubis se sella contra el de ella. Aguanto así un poco con toda dentro haciendo fondo, y comienzo a follarla muy despacio de inicio, nos miramos, nos besamos sintiéndonos, yo dentro de ella, ella envolviendo con su coño mi dura verga, sus brazos mi espalda y sus piernas por mis muslos. Noto que mi cuerpo desea reventar, vuelvo a hacer fondo y con ella apretando, sin moverme, la cojo por las nalgas, le susurro al oído que me abrace con sus piernas de nuevo, así lo hace, la levanto despacio en aire, mientras hago la maniobra para cambiar de postura, me olvido de las ganas de correrme otra vez en su útero acogedor.

Hago todo lo posible para evitar pensar en ello…, me giro, me siento en la cama quedando ella sobre mí y me tiendo hacia atrás para que sea ella la que pueda dar rienda suelta a su cuerpo arrancándome el premio cuando yo ya no pueda más. Me mira me besa. Se eleva mostrándome como se inserta todo el cipote hasta los mismos huevos, de tal modo a una amazona, comienza a clavase encima de mí, debe de ser instintivo, porque para no haberlo hecho nunca yo estaba asombrado viendo cómo se contorneaba. Sube y baja, la deja toda dentro, le froto el clítoriscon mi pulgar, mientras ella se dobla, frotando el pubis adelante y atrás, una y otra vez. Luego se tira sobre mi pecho y se vuelve a levantar de golpe de un impulso, yo la noto muy agitada, se sube por las paredes… - Otra vez, otra vez, entiendo que le vuelve… se va a correr en toda su expresión, yo no aguanto más.

- ¡Sigue, no pares mi niña que estoy a punto de correrme, no pares niña, no pares , por Dios no te pares ahora, sigue…

Ella tenaz y a su vez descontrolada entra en un trance convulsivo dando bruscos golpes de cadera, noto como se corre pavorosa y largamente, a punto está de soltarse de mí sacándosela de lo fuertes que son la convulsiones orgásmicas…se lo impido cogiéndola con fuerza por las nalgas y clavándola hasta el fondo encima de mí, momento en el que yo exploto de placer y eyaculo en su interior nuevamente, la que creo que fue la eyaculación más abundante, esperada y exagerada de mi vida. Todo lo que aguante antes y todo lo que genero después, sirvió de acicate para drenar por completo mis huevos y rellenar el fondo de su coñito, notando ella con extrañeza toda mi potencia.

Yo seguí eyaculando casi medio minuto, mi polla no paraba de manar semen con pequeños espasmos, empujando con fuerza dentro de ella, una y otra vez. Percibía el pubis mojado y mirando, me percaté como rezumaba leche del coñito de Carlota…, tenía tanta presión dentro, que el líquido se salía de la cavidad vaginal entre mi tronco y sus labios vaginales que no lograban sellar el acoplamiento de manera hermética. Ella cayó rendida sobre mi pecho, cara con cara, notaba mi cipote duro. No la podía sacar por la postura, me estuve quieto por no incomodarla, pero poco a poco se fue deshinchando agotada de tan larga y somera follada, hasta que fue saliendo sola.

Con Carlota reclinada sobre mi pecho, la abrazaba, notaba la leche rezumando de su raja, bajando desde su interior y quedando calentita sobre mi vientre. Le acaricie su precioso culo, notando su entrepierna completamente mojada de jugos vaginales y esperma.

Le indiqué que tenía que levantarse para asearse, se incorporó sobre mí, seguía goteando el coñito sobre mi cuerpo, se echa la mano al conejo para parar el desbordede líquido, lo nota muy viscoso.

- Es mi leche hija, tu premio, se ríe, se echa a reír con risa nerviosa.

Se pone en pie, corre al baño, se sienta en el bidé y le explico cómo creo debe de asearse. Ante su asombro y aún más del mío, observamos como allí sentada un reguero fino de lefa más licuada, sigue bajando escapándose por el desagüe. Me muestra su coño abierto con dos dedos, y todo el esperma que va aflorando poco a poco de su enrojecido coñito interior.Aseados y cansados en exceso, volvemos para mi cama a dormir otro rato pasando de todos los preparativos de la boda.

Allí tumbado, le explique sinceramente mi alegría de haber compartido su primera experiencia, y a su vez mi tremendo arrepentimiento por si había abusado de su cariño y confianza. Le explique mi miedo al más mínimo comentario o duda que surgiera con casarse, pues tanto ella como yo éramos totalmente conscientes de que aquello no era normal a puerta de comprometerse en matrimonio con su novio Jordi, por varios motivos… uno que es mi verdadera hija pese a ser mayor de edad, otro que no desease comprometerse en matrimonio, y un tercero no menos peligros, el quedarse preñada de su padre. Ella me prometió que nunca aquello se sabría jamás por ella, que me quería muchísimo y nunca permitiría que nos hiciesen daño…. Y que de todas la formas de follar que habíamos practicado, la de follarnos frente a frente, había sido la que más le había excitado, en la que mi hija volvió a correrse, justo antes de que yo lo hiciera

- Pensé haberla sacado antes de tiempo, y correrme fuera sobre tu vulva o la barriga- le dije, - Pero no quise cuando llegó el momento.

- ¡¿Por qué papá…?!

- Preferí dejarte llena con mi leche, pensando en que irías por ahí… en la iglesia y el en el convite del día de tu boda con todo el semen de papá rellenando tu precioso coño…

- Claro, si quedo preñada no importaba, porque Jordi se encargará del hijo que le engendraste a tu hija ¿Verdad?

- Será muy morboso cuando te lleve al altar con mi esperma conquistando tu útero, y diciéndole a Jordi el “Sí quiero…”

- Mucho papá, mucho ¡¡Ojalá me hayas dejado preñada, Ojala…!! TE QUIERO.



La noche de bodas… Había sido un día agotador, desde que me desperté estuve en tensión, y no era para menos era el día de mi boda. Mi padre se había encargado de todo…organizó una fiesta familiar con bastante gente que bebía y comía mucho, pero sobre todo beber era su tarea principal, a medianoche me fui, dejando a mi esposo con algunos tíos míos que lo estaban atiborrando de alcohol… se reía mucho, se lo pasaba bien en su boda. No pensé en más, me fui a mi cuarto del hotel de tres al cuarto, donde se celebraba la fiesta. Un poco cansada pero con ganas de probar a mis marido… Ahora llegaba lo bueno de la noche, la noche de bodas, pensaba. No es que fuese mi primera vez como ya sabes, pero sí lo iba a ser la primera vez con mi esposo…era mi Noche de bodas.

- Cariño ya estoy aquí – era mi marido Jordi, sonaba bien “marido”.

Sin embargo su voz al otro lado de la puerta de la habitación del hotel, no sonaba tan bien. Había subido antes, me había preparado para recibirlo, me había puesto un camisón de seda casi trasparente. Al principio me puse ropa interior pero me pareció mejor quitármela, cuando me miré al espejo y pensé si fuese hombre ya me estaría follando.

- Te estoy esperando – dije impaciente por tenerlo entre mis piernas.- Cariño entra la puerta está abierta – dije ante la inactividad.

Jordi no entró, así que me levanté y fui a la puerta, al intentar abrirla,se abrió de golpe cayendo el cuerpo de mi marido al suelo.

- Jordi, te encuentras bien – intente reanimarlo sin conseguirlo,apestaba a alcohol.

Definitivamente estaba tan borracho que se había desplomado,pesaba demasiado para llevarlo yo sola a la cama. En un principio iba a llamar a uno de mis primos, pero era demasiado tarde y se habían marchado todos, en ese momento apareció en el pasillo uno de los dos encargados que atendían el hotel por la noche, lo llame.

- Muchacho, puedes echarme una mano – dije poniéndome de pie.

Cuando, el joven estuvo frente a mí, por su cara de asombro, recordé como iba vestida, era tarde para hacer alguna cosa solo podía comportarme con naturalidad.

- Ayúdame no puedo con él – me agaché.

El joven se quedó parado, mire hacia él, lo comprendí enseguida, porque al agacharme el escote de mi camisón había dejado ver mis tetas, con un gesto rápido cerré el escote.

- Tenemos que llevarlo a la cama – dije.

- Señora, déjeme cogerlo por los brazos y usted lo coge por los pies– recomendó el joven.

Me desplace para coger a mi marido por los pies, el joven se trasladó hacia la cabeza, sin querer me fije en su paquete lo tenía muy abultado, aquella visión me excitó más de lo que ya estaba. El joven cogió a mi marido por debajo de los brazos y lo levantó, yo levanté los pies y despacio llevamos a mi marido sobre la cama, con bastante dificultad lo dejamos sobre la cama como muerto…

- Señora si no necesita nada más, mi turno ha terminado y me voy adormir

Claro que necesitaba algo, con el calentón que tenía necesitaba unapolla que me calmara, y ya que mi marido no estaba en condiciones,aquel joven podía suplirlo.

- No, no necesito nada… – dije - ¿Cómo te llamas?

- Julio, buenas noches – dijo dando media vuelta para marcharse.

- Julio espera, sí que necesito algo, podrías ayudarme… a quitarle parte de la ropa, y darle la vuelta, por aquello de que si vomitaba estuviera boca abajo.

- Si por supuesto.

Comenzamos a quitarle ropa, en un par de ocasiones me rocé con él. Mi excitación iba en aumento, al intentarle dar la vuelta, Julio se situó detrás de mí, sentí su paquete en mi trasero. Tenía que haberme separado, pero mi excitación estaba al máximo, pegué mi culo más a su duro bulto, su reacción fue cogerme por la cintura y apretarme contra él, se me escapo un gemido sin producir rechazo a su gesto varonil. Él siguió apretando, y yo rozando su tranca contra mi culo con mayor fruición. Perdí la noción del tiempo y los papeles de esposa, me incorpore. Me cogió por las tetas por encima del camisón.

- La tengo tan dura que me va a reventar.

Me gire quedando mi cara frente a la suya.

- Espero que no sea antes de que me folles como es debido – no me reconocía, no era yo la que había dicho eso.

Sentí los labios del joven sobre los míos, sus manos se posaron sobre mis hombros, y con un movimiento rápido tiro de los tirantes del camisón a un lado haciendo que este cayera al suelo, quedando totalmente desnuda, entrelace mis brazos tras su nuca, el me agarró por el culo y lo apretó como si tuviera en vez de manos tuviera garras. Mi pecho quedo presionado sobre su cuerpo, nuestras bocas se juntaron, nuestras lenguas se buscaron, una de sus manos soltó mi culo y agarro una teta, pellizcando el pezón, mi cuerpo se estremeció ante aquel contacto.

En ese momento, mi marido se movió, pero siguió durmiendo.

- Aquí no podemos hacerlo, se puede despertar – dije señalando a Jordi.

- La habitación de al lado está vacía, aquí tengo la llave – dijo metiendo su mano en el bolsillo y sacando unas llaves.

Nos volvimos a besar, en esta ocasión puse mi mano sobre su paquete, confirmando la dureza de su polla. Julio salió de la habitación. Lo que iba hacer sabía que no estaba bien, pero aquella noche necesitaba sentirme mujer… ¡¡En mi vida sexual nada estaba bien por mucho que lo intentaba!! Julio estaba en la puerta haciéndome señas, iba a ir hacia la puerta y recordé que estaba desnuda, entré en el baño y cogí el albornoz, me lo puse y fui a la habitación de al lado, allí me espera Julio semi desnudo,me acerqué a él, y nos fundimos en un abrazo, me quitó el albornoz y como anteriormente sucediera con el camisón quedó en el suelo, le acaricie el paquete, me arrodille y le quite los pantalones y el slip. Su polla no era muy grande incluso la de Jordi era mayor que la suya, pero era lo que había, acaricie su verga, y acerque mi boca a ella, él me cogió del pelo y me obligo a metérmela en la boca hasta los mismo huevos, me entró fácil por no ser tan grande. En ese momento se abrió la puerta, mi sorpresa fue ver al otro joven botones que iba a ser su relevo esa noche.

- Ya estoy aquí – dijo el nuevo joven.

- Es un compañero, Ernesto, le he llamado mientras hacemos el relevo… juntos lo pasaremos mejor– dijo Julio.

Pero que se había creído ese jovenzuelo que era yo una puta, no iba a consentir aquello. El llamado Ernesto se desnudó, dejando a la vista un pedazo de tranca impresionante, la más grande que yo había visto hasta entonces, debía pasar de los 25 centímetros. Como yo seguía de rodillas se acercó a mí agarrándose la polla, poniéndola ala altura de mi boca, no solo era larga sino también muy gorda, tanto que me costó metérmela en la boca, ante aquel colosal pollón había dejado de lado a Julio. Este se arrodillo detrás de mí, metió su mano en mi entrepierna y comenzó a acariciarme, mi excitación iba en aumento,no era la noche de bodas soñada, pero la realidad superaba a los sueños.

Ernesto se sentó en la cama, Julio me obligó a levantarme, pero yo seguí comiéndole la polla a Ernesto, mi coño estaba muy húmedo,Julio se situó tras de mí expuesta como una perra a la que montar, puso su polla entre los labios vaginales y de un solo envión me la metió por la bocana del coño hasta las mismas entrañas del útero, mi cuerpo se estremeció, grité al sentirla abriéndome por dentro. Una de sus manos estaba en mi cintura marcándome el ritmo de la penetración, con la otra acariciaba mi trasero e iba lubricándome el ano con su dedo pulgar, luego introducía más adentro hasta hundirlo por completo…al principio era algo molesto, pero a medida que el anose fue dilatando el dolor dio paso al placer. En pocos minutos con los pollazos que me daba y su dedo calado en mi culo, alcancé un primer orgasmo.

Ernesto se tumbó en la cama, Julio saco su polla de mi vagina, para que me pudiera colocar encima de Ernesto y reemplazar su verga por el pollón. Empecé a cabalgar notando como se ensanchaba mi conducto vaginal, el roce con las paredes era excesivamente explosivo… sentí la mano de Julio en mi espalda obligándome a tumbarme sobre Ernesto, y como sus dedos acariciaban el esfínter anal ya dilatado. De pronto sentí su polla entrando lentamente, era muy excitante, no era la primera vez que me la metían por el culo, mis perros me lo hicieron innumerables veces, pero sí era la primera vez que lo hacían por ambos conductos a un tiempo… una doble penetración. El orgasmo que sentí fue inaudito, como nunca lo había sentido. Ambos machos no pararon, siguieron follándome, de uno en uno o los dos a la vez, cambiando la posición. No sé si fue un orgasmo constante o varios seguidos, primero fue Ernesto el que eyaculó su semen en el fondo de mi vagina, y después tras sacarla Ernesto fue Julio el que la metió en el útero, y de nuevo sentí el relleno del semental, soltando su leche en mi cubículo vaginal, preparado para mi esposo en la noche de bodas.

Me sentí con ganas seguir follando, estaba en mis días de máxima ovulación, ese día de boda había sido elegido a conciencia para que Jordi me preñase el día de nuestra boda, en cambio, mi esposo estaba borracho y yo follando con dos desconocidos que no tenían miramiento por dejarme bien preñada…. Comencé a mamar sus pollas de uno en uno sintiendo en mi boca el sabor de sus lefas, sentía cosquillas en mi vagina y culito de la desesperada excitación tan calenturienta que a esas alturas tenía con esos canallas. Ernesto reacciono rápidamente, introduciendo su pollón hasta el fondo en mi ansiosa vagina, mientras me comía la polla de Julio. Sensaciones intrigantes recorrían por todo mi cuerpo.

De pronto pasa algo realmente excitante, es cuando Julio se retira de mi boca y pone su polla en la boca de mi raja, junto al pollón de Ernesto, comienza a ingresar lentamente creando una dilatación exagerada, ¿y cuál es mi sorpresa al percibir dos pollas dentro de mi vagina? Tuve un orgasmo prolongado en el tiempo, corriéndome a cada momento por sus movimientos de mete y saca constante. Mi vientre se hinchaba intensamente albergando a ambas vergas cuando ellos lograron un ritmo alocado de clavada síncrona. Ellos debían de notar el roce de sus pollas juntas, a la vez que mi vagina las arropaba al unísono en un abrazo conjunto. Era espectacular sentir pulsar sus pollas al dejarme sus leches dentro de mi alocado útero. Nos abrazamos cansados al terminar de follar. A los pocos minutos, Ernesto me toma su pollón y la pone en mi boca impregnada aún con su leche o de ambos…, le se comí ricamente hasta que logré ponérsela bien dura y limpia, me tomo por la cintura metiendo su dedo por el culito acariciando y estimulándolo suavemente. A glande de su vergón le costaba entrar en mi ceñido ano, sin embargo con saliva y paciencia, lentamente lo fue logrando para mayor excitación al profundizar su penetración y sus movimientos junto a los míos.

De nuevo tenía a ambos sementales en forma, uno por cada agujero extremo de mi anatomía, sentía contantes orgasmos al mismo tiempo me follaban o se corrían en mi boca o dejaban su leche dentro de mis intestinos. Me movía como una real puta saboreando a Julio, con su polla en mi boca no cejaba de follármela hasta que salió todo el resto de lefa que le quedaba en los huevos… me la trague toda con placer y gusto. Me sentía desfallecer del cansancio. Fue una gran follada, termine exhausta, me quede dormida sobre la cama completamente desnuda oliendo a sexo… semen y flujo vaginal que inundaba cada molécula de aire de aquella habitación.

Cuando por la mañana me desperté sobresaltada estaba desnuda junto a Julio, Ernesto por obligación de su trabajo se marchó a su puesto de recepcionista, y no se quedó nosotros. Me levante me puse el albornoz, fui a mi habitación. Me di cuenta que la puerta estaba cerrada y yo no tenía la lave, volví junto a Julio.

- Despierta – zarandee a Julio.

- ¿Qué sucede? – dijo despertándose Julio.

- Tengo que volver a mi habitación, y no tengo la llave.

- Ni yo tampoco – dijo Julio sentado en la cama.

- ¡Dios! Como voy a entrar.

- No te preocupes yo lo soluciono.

Julio cogió el teléfono.

- Ernesto sube la llave de la habitación de la señora – colgó elteléfono – ahora la trae Ernesto.

- Gracias.

Unos minutos después apareció Ernesto con la llave, por primera vez me pregunte qué edad tendrían, Julio no debía de pasar de los 22años, mientras que Ernesto seguro que pasaba de los 26 años. Cuando quería salir de la habitación Ernesto me dio un palmetazo en el trasero, que me agradó por la forma de realizarlo. Me acerqué y puse mis labios en su boca con movimientos de mi lengua en su interior. Tome su verga que se puso inmediatamente dura al sentir el calor de mi mano y el deseo sexual en nuestras bocas. Toma mis piernas acariciando mis muslos hasta llegar a mi clítoris, siento un cosquilleo inmediato en mi vagina húmeda y caliente por el deseo incontrolable de tener su verga dentro otra vez. Julio me toma por la cintura apretando su bulto contra mis nalgas que las presionó hasta sentir sus movimientos. Siento que se baja el cierre del pantalón, dejando al aire su hermosa verga y la coloca entre mis nalgas, humedeciendo sus dedos hurgando mi culito suavemente hasta ir dilatando. Mi excitación me tenía a merced de los besos y caricias de Ernesto que besaba mis pezones y estrujaba con ansiedad las tetas.

Aceptaba con gusto la verga de Julio, ingresando por mi culito hasta sentir sus huevos en mis nalgas, la tenía totalmente dentro y disfrutaba de sus vaivenes, con un mete y saca constante. Jadeábamos sudorosos. Ernesto pone su hermosa polla en mi boca que la recibo con alegría sintiendo el sabor de sus jugos. Muevo mi cabeza permitiendo que su polla entre y salga hasta mi garganta con facilidad. Comienza a decir lo hermosa que soy y que nunca ha estado con una verdadera hembra que sabe tratar a los hombres perfectamente bien. De repente su verga se pone más rígida, y con un suspiro sale su leche a mi garganta que me la trago totalmente lamiendo con mi lengua hasta la última gota. Mientras tanto Julio sigue dentro de mi culito y mis orgasmos son continuos hasta sentir deseos de gritar porla excitación. Saca su polla y me la introduce en mi húmeda vagina, la clava hasta el fondo en un mete y saca maravilloso, se queda quieto y estira su cuerpo sintiendo el calor de su leche llegar al fondo de mi útero. Se retiran cansados con sus pollas flácidas y me doy cuenta que me dieron una buena follada estando yo parada. Qué dicha tener estos machos y sus buenas pollas listas para follar en todo momento. Me siento feliz de ser mujer, para poder sentir todas las sensaciones posibles que los machos nos proporcionan.

Asustada les digo que me voy a ver a mi marido, siento la leche en mi vagina que recorre por mis muslos. Tomo una tolla al apuro y me limpio rápidamente, me despido con un besito para Ernesto y otro para Julio.

- Nena cuando tengas ganas de dos pollas, ya sabes dónde encontrarnos.

Sonreí, fue una sonrisa forzada, entre en la habitación y justo cuando entraba en el baño Jordi se despertaba.

- Cariño ¿Dónde estás?

- En el baño mi amor… – dije, me di una buena ducha y salí.

- No recuerdo nada de lo que sucedió anoche – dijo Jordi.

- Pues no veas lo que te has perdido – dije.

- ¿Tan bien lo hice?

- Hiciste lo que tenías que hacer, fue genial. Descansa mi vida, debes tomarfuerzas, porque tienes que darme mucho cariño y mi vagina se encuentra húmeda y caliente lista para ti en todo momento. Te dormiste pronto y tu polla no terminó debidamente sus actividades de luna de miel. Le dije a mi Jordi.

Me tomó en brazos acariciando mis tetas doloridos de tanto estrujamiento recibido. Tomó mis labios con besos de lujuria compartida entrelazando nuestras lenguas en un juego de excitación. Baja su cabeza besando mi estómago, mi vulva y llega hasta mi clítoris moviendo su lengua introduciéndola en mi vagina. Me pongo a pensar que el sabor que tengo en el coño, debe ser también al que corresponde a otras leches puestas en mi interior y abro mis piernas mostrándole mi vulva bien rasurada para la ocasión… la noche de boda iba a ser lo más especial de mi vida, lista para recibirla verga de mi maridito, quien tras frotarla con mis labios vaginales, me lleva a una nueva excitación extraña después de la noche toledana…, de nuevo mi coño expelía gran cantidad de jugos preparatorios del coito, Jordi introduce suavemente su polla bien dura hasta sentir sus huevos en mis nalgas, va haciendo hueco enseguida dada la dilatación previa de Ernesto, al sentirme tan abierta, no duda en empezar un mete y saca alocado, me siento disfrutar y repetir una vez más la cascada de sensaciones que me producen los orgasmos concatenados al tener a un macho dentro de mí… se me alteran todos los sentidos.

Percibo sus embates más rápidos y su verga tiesa es la primera vez que produce una prospección en mi coño, y se nota en sus ganas, su potencia y en los gemidos que articula mi maridito…le encanta follarme y a mí que lo haga. Presiento que no aguatará mucho follándome, algo que cierta manera agradezco, porque mi coño está derrengado de tantos pollazos en las últimas horas. Por fin arrecia sus batidas con intención de eyacular como un cerdo…comienza a lanzar leche en el interior de mi vagina, noto los chorros de lefa quemándome en lo más profundo de mi coño… ¡Me está haciendo una mujer muy feliz! Ahora sí que será suya la panza que pueda salir de mi noche de bodas. Si tres sementales se han corrido en mi útero en plena ovulación, con la cantidad de esperma tan conspicua, es difícil no salir bien preñada de la Luna de Miel.

Me quedo quieta abrazada a mi hombre, sintiendo el latir de nuestros corazones. Acaricio todo su cuerpo, con su verga clavaba en lo profundo de mi coño… la siento latir hasta que acaba de eyacular, percibo que Jordi ha acabado y como retira el estoque de mi vagina. Siento el calor de su leche salir hasta el orificio de mi culito caliente. Mi maridito se acuesta a un lado sosteniendo su verga entre su mano, me gusta tanto el sabor de las pollas que nada me impide doblarme para hacerle una limpieza de verga con mi boca sedienta, pese a tener la boca y la mandíbula dolorida por mis anteriores mamadas. Su verga entró suavemente la limpie con mi lengua sintiendo el sabor de la leche de mis amantes ocasionales ¡Menudo mejunje de lefas debía tener dentro de mi coño! Por suerte, mi esposo no era muy avezado y en nada se percató de lo follada que estaba, de lo suave que le entró su verga y de la cantidad de leche acumulada en mi interior.

Se le puso la verga tiesa ante mis lamidas a lo largo del tallo y de sus pelotas, se excitó al punto que deseaba continuar dándome esta vez por el culito. Al sentir que un dedo intentaba ingresar en mi orificio suavemente, poniendo bastante saliva,no sabía si aceptar o negarme por cuanto me dolía de la porculada del pollón de Ernesto y Julio durante toda la noche y madrugada. Cariñosamente con besos y palabras tiernas le pedí postergar ese acto para la noche… habíamos disfrutado por el momento muy bien. Le dije que era un verdadero hombre que me hacía sentir feliz en la cama…un auténtico macho. Acepto con agrado ante mis palabras de elogio a su virilidad. Observé que su polla estaba dura como a mí me encanta ver a mis machos sementales… excitados por mí y para mí, algo que me llena de satisfacción como a toda hembra que se precie. A todas nos excita que nos penetren con dureza y potencia, lo que denota cuanto nos desean y lo apetecibles que somos para engendrar con ellos. Realmente al emborracharse mi esposo, me dejó conocer otras experiencias agradables y sentirme una mujer apetecida y deseada por hombres cualesquiera, desconocidos prestos a dar su esencia más preciada contenida en sus testículos, una experiencia como nunca antes la he tenido. No volví a ver ni a Julio ni a Ernesto, pero en mi vida han idos surgiendo de manera natural muchos Ernesto y Julios, pues si algo aprendí aquella noche es quelas oportunidades hay que aprovecharlas, eso no quitaba que el resto de mi vida fuese normal como de cualquier ama de casa… sin embargo en menos de 24 horas me habían follado cuatro hombres, y por tanto albergaba una cantidad ingente de esperma de cuatro sementales diferentes.¡Tantos años follando solo con mis perros, y en un solo día cuatro hombres bien machos habían pasado por mi coño, vaciándose sus gordos cojones en mi útero… todos con la intención de PREÑARME!



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Llevados apenas un año y medio casados, las relaciones sexuales comenzaban a tener altibajos y aquel día era uno de los que había decaído, siendo la follada un tanto monótona. Ambos veíamos que la jodienda se tornaba aciaga mientras teníamos sexo en medio de la calentura que pretendíamos mantenerla pasional, en ese contexto de decaimiento, mi esposo propone que me deje lamer las tetas por el perro, las cuales son grandes como ya sabéis, me sorprende avergonzándome un poco, porque mi sexo zoofórico era un secreto muy íntimo que no compartiría con nadie, ni siquiera con mi esposo. A tal propuesta me niego, sin embargo, a partir de ese día el tema quedo flotando y cada vez que teníamos sexo me lo pedía, a lo que poco a poco fui accediendo quitándome el peso de la vergüenza de hacer lo que años atrás tuve por habitual de manera natural, de tal modo que ante su insistencia me dejé llevar por la fantasía de someterme a dos machos a la vez.

El animal en cuestión era de un tamaño mediano de unos 30 kg, y cada vez que teníamos sexo él estaba en la habitación. En aquel primer acercamiento, se puso a nuestro lado y logró convencerme que le tocara la polla en medio de toda la locura dela gran follada que me estaba dando. En esa misma noche en un segundo polvo, al pedírmelo, dejé que el perro me lamiera las tetas, mi esposo al ver eso, arreció con mayor virulencia dentro de mi coño, hasta que tuvo enseguida, un orgasmo tremendo. Noté como me llenó el fono de mi coño con una descarga de leche única.

Con el correr de los días conseguimos meter un poco más al animal en nuestras relaciones, hasta que un día en medio de la calentura de los dos le propuse a mi esposo que nos hiciéramos lamer nuestros sexos, a lo que él aceptó encantado. Comienzo a lamer su polla, mientras me manoseo mis tremendas tetas, y él me pajea con sus dedos la raja y el clítoris sacándome los jugos de mi chocho. Yo que a todo esto y debido a su curiosidad, me hace chupar la verga del perro, le saqué la polla del capuchón de pelo, mientras el perro empezó a lamerle la polla a mi esposo… me decía que la sensación era tremenda. Andábamos en un 69 mi esposo y yo, solo que era el perro yo quienes nos comíamos la polla de mi marido, al rato dejó de chupar mi vagina para agarrarme la cabeza y bajarme de nuevo a su verga… de nuevo nos pusimos entre los dos a mamarle la polla, me metió otra vez los dedos en mi coño y empecé a gozar chupándosela junto al perro.

Después de un buen rato de comerle la verga y los huevos,se levantó y yo me quedé acostada con las piernas abiertas y mis dedos introducidos chasqueándolos en el mejunje de jugos que tenía, llamé al perro, se puso a chupar mi coño y ano… de la calentura que tenía dejé que el perro hiciera lo que quiera. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, hasta llegar al orgasmo. A todo esto, mi esposo todavía seguía muy caliente, con lo que se acostó, fue cuando me monté encima poniendo mis pies a la altura de su pecho y me senté sobre su mástil, introduciéndomelo por completo. Empecé a moverme arriba y abajo, y a gozar, pero el perro también estaba caliente, con lo cual le dije a mi marido, que él también merecía algo más, por lo que masturbé al perro, en tanto mi esposo me daba de pollazos quedando yo suspendida en cuclillas, para que su recia polla me atravesara entera, e incluso notaba los azotes de sus huevos en mi culo.

Con mi paja canina, la polla del perro empezó a salir en un espolón rojo y grueso. Mi marido al ver la facilidad con que yo pajeaba al perro se sorprendió,y por la calentura que teníamos, yo estaba a punto de otro orgasmo. Me indicó que se la chupara, lo cual hice ya sin ningún reparo, al tiempo que le cabalgaba y él me pellizcaba retorciéndome los pezones de mis tetas. El perro de espalda a nosotros con su tremenda verga para atrás, pegándole fuertes sentones hasta aplastar sus huevos en mi vulva y sin dejar de chuparle frenéticamente la polla a perro… todo esa sugerente situación hizo que mi esposo no aguantase más, llenándome de nuevo la vagina de leche, yo tampoco me resistí y mi cuerpo convulsionó en un fabuloso orgasmo. No dejé de mamarle la polla al perro, que también logró correrse, despidiendo semen por toda mi boca, tal era la cantidad, que se desparramo por toda mi cara y tetas.

Después de recuperar el aliento volví a mamar la polla de mi esposo de nuevo, y el animal viendo que nada había acabado, también se unió a chuparle la polla, por lo que dejé de chupar la polla de mi esposo, para empezar a mamar la del perro. Todos teníamos una calentura tremenda otra vez, al verle tan animado con la situación, le propuse que si quería ver como el perro me montaba, a lo cual contestó que le encantaría ver cómo me follaba el animal. Lo llamé poniéndome a cuatro patas, guie al perro hacia mí, el perro por instinto se le subió enseguida y empezó a bombear pero fuera de la vagina, agarré la verga del can, y la enfilé a la entrada de mi raja. Al sentirlo en la entrada, me acomodé para facilitarle el trabajo al animal, bajando un poco el culo, de esa manera mi coño estaba a la misma cota de su mostrenco. Cuando lo tuve adentro pegué un alarido de placer, mi esposo mientras se puso delante de mí, para que le chupara el cipote, lo cual hice casi desesperadamente, pero él quería metérmela por el culo…

Me retiré un poco para sacarme la polla del animal, me acosté en la cama dejando mis caderas y piernas abiertas fuera del colchón, de tal modo que le fuera fácil al perro follarme de cara…pecho con pecho, se subió el perro encima de mí, mientas mis esposo detrás del animalme taladró el culo con un poco de crema en el ano, el perro la clavó en mi coño. Sentía a ambos machos dentro, el perro en las entrañas de mi vagina con un bombeo dominante. La sensación era indescriptible el movimiento del perro hacía que los tres gozáramos como nunca, mi esposo, el perro yo… a mí me sacaban unos gemidos que se convirtieron en gritos, mientras me habría la vagina con los dedos, percibiendo como el perro me estaba metiendo la bola. Estaba por tener otro orgasmo.

El perro empezó a tener el suyo en lo profundo de mi útero, con lo cual al sentir el semen caliente del perro me volvía como loca de placer… luego de eyacular la gran corrida, el perro se quedó quieto ahí soltando el resto de semen con pequeños chorros, en convulsiones que notaba en su verga dentro de mí. En ese instante, fue que mi marido empieza a bombear dentro de mi culo, sentía el cipote del perro moverse dentro con la bola hinchada eyaculado sin parar, mi esposo cada vez más duro y más dentro clavándome sin cesar…, me agarró de las piernas con el animal en el medio, bombeaba cada vez más fuerte hasta que no aguantó más y acabó dentro de mi culo mientras yo tenía otro orgasmo percibiendo la calidez de su esperma atorándome.


Un viaje afortunado. Juan y yo hacía muchos años que no veíamos a Jesús. Estábamos sentados en tres sofás de la sala de estar en la casa de Juan. Su esposa estaba trabajando. Su tía que vivía con ellos, puso sobre una mesa camilla que teníamos delante una cafetera, el azucarero con una cucharilla, tres tazas, tres copas y una botella de aguardiente de hierbas. Jesús, al ver cómo la tía le había sonreído a Marcos se dio cuenta de algo que yo ya sabía, que se la tiraba. Al irse Cayetana…

- ¿Cuánto tiempo llevas follándote a tu tía, Juan?

Marcos se hizo el ofendido, porque le tenía un cariño especial…. Su tía Cayetana se hizo cargo de él cuando sus padres murieron en un accidente, la consideraba prácticamente su madre o al menos su madre adoptiva. La mujer estuvo casada unos años con un rumano que la engañó a los pocos meses de la boda, un matrimonio que se convirtió de conveniencia, solo para él. Tras el desengaño, Cayetana se quedó sola y Marcos la acogió en su casa. Ya jubilada y con un patrimonio sustancial, siendo heredero de todo ello, la esposa de Marcos no puso ninguna objeción a que formara parte del hogar…ella se encargaba de cuidar la casa…limpieza, comida y mantenimiento, mientras el matrimonio se dedicaba a trabaja jornadas interminables.

-¡Qué dices!

-Que no vais a ser felices y comer perdices, pero follar con ella, follas. Por lo menos tú no corres el riesgo de prendarte de ella.

Marcos, le preguntó…

-¿De quién te prendaste, Jesús?

-De alguien que no debía y lo pasé muy mal porque ella quería a su marido.

-Suele pasar muy a menudo.

-Con una de tu familia, no.

Había soltado la bomba sin pestañear, tal vez por la normalidad de la situación, el grado de intimidad con mis amigos y el aguardiente que empezaba a hacer estragos. Yo me quedé tan silencioso cómo un muerto, pero Marcos es cotilla por naturaleza, y tras ser descubierto en su menester con la tía, necesitaba que alguien le acompañara en la sostenibilidad de su perversión…

-No me digas que lo has hecho con tus hijas… ¡¿Te follaste a una de tus hijas?! -asentí con la cabeza. - Cuenta cómo empezó todo.

-¡Ni harto de aguardiente! Es algo que queda para mí… mi hija está bien casada y no es oportuno hablar sobre ello. Hay cosas que ocurren cuando deseas ayudar y luego te das cuenta que no es correcto.

Harto, no, pero después de hablar de otras cosas y de mandar unas cuantas copas, volvió a salir el tema y se me soltó la lengua. Lo conté más o menos así…

Carlota, mi hija, tenía 21 años por entonces, como ya sabéis es una chica alta, rubia, con el cabello largo, de ojos color avellana… como estáis al corriente, no es muy guapa, pero sí que tiene un cuerpo de pecado. Se había casado con un veterinariodiez años mayor que ella. Se podría decir que Carlota vivía en el País de las Maravillas.

Antes de casarse vivía conmigo porque no soportaba a su madre, y la tarde antes de la boda ocurrió algo que nunca pensé que podría pasar. Por circunstancias, le tuve que ayudar con el vestido y durante el trascurso de la prueba llegamos a intimar tanto que me confesó que aún era virgen. Lo más fuerte llegó después al mostrarme el deseo de llegar al matrimonio sabiendo lo que era tener a un hombre dentro de ella. Aquello me pilló de sorpresa, no supe explicarle ni defenderme, lo único que pude hacer era hacerle un simple favor a mi hija, que nunca tuve intención de volver a repetir, como era natural. Desde aquel encuentro han pasado tres años, y un hecho similar volvió se a repetir, cuando mi yerno se tuvo que ir de viaje de negocios a Sudamérica un par de semanas, Carlota me pidió quedarse en la finca conmigo, para no quedase sola en casa con el niño, hasta que volviera su esposo, de tal modo que ella y mi nieto de dos años, pasaban esos días en mi casaen el campo.

Eran las doce de la noche de un viernes del mes de septiembre. Al pasar por delante de su habitación camino a la mía vi que estaba en pijama sobre la cama, con su largo cabello suelto, sentada, con las piernas cruzadas al más puro estilo indio y leyendo un libro. Pasé de largo, y me llamó.

-¡Papá!

Me di la vuelta, y desde el umbral de la puerta la miré y le respondí - Dime, Carlota.

-¿Leíste el Kama Sutra?

-No, ni ganas tengo de leerlo.

-Yo lo estoy leyendo, pero aquí hay unas posturas que son para romperse el espinazo. Ven, mira, mira.

Fui a su lado. Nada más cruzar la puerta me llegó un aroma a jazmín que invitaba a cometer locuras. Me senté en el borde de la cama. Carlota me enseñó un dibujo en el que una chica estaba con el culo hacia arriba haciendo un puente y en la que el chico le comía el coño y el culo en el mismo gesto. A ver, tonto no soy. Mi nieto dormía en la otra habitación como un bendito, mi otra hija no estaba. Ambos estábamos solos como tantos años pasamos juntos en la serranía. Si me llamó la atención con un libro de ese calibre, no había sido para enseñarme fotos, y esto lo corroboré cuando pasó unas páginas…

-Esta ya es otra cosa. Me pregunto que si tú alguna de estas la has practicado… tienes tanta experiencia con putas, que tal vez…

- Tampoco es para tanto… mis posturas son cuatro y poco más.

En este dibujo se veía al chico sentado en una silla y a la chica dándole la espalda y sentada sobre su polla. Pasó unas páginas más y me enseñó otro dibujo.

-O esta. Está me gusta mucho.

Era una posición en la que el chico con las piernas de la chica sobre sus hombros le comía el coño, le dije… - A ver, Carlota el coño sabes que sé comerlo y me encanta… ¿Qué quieres?

- Pues eso papá… Estoy muy necesitada desde hace bastante tiempo.

Al ver que no se andaba con rodeos… - ¡Tu marido solo lleva fuera tres días!

-Tres días sin polla es mucho para mí, pero hace semanas que no me folla y eso es una eternidad.

Supongo que fue porque no le recriminé nada, pues mi hija ya no espero más, se abalanzó sobre mí.

-¡Te necesito, papá! Sé que tú me lo puedes dar… no mi importa que me hagas otro igualito a Rodrigo….

El aroma a jazmín de su perfume me envolvió y casi me hace perder el control.

- ¡Estás loca, hija!Espera a que vuelva y te lo follas…Carlota me calló la boca con un beso.

Hacía meses que no tenía sexo con ninguna mujer, y los labios de mi hija eran tan duces y tan tiernos, y su lengua tan juguetona que me empalmé y me olvidé de quienes éramos. Metí la mano dentro del pantalón del pijama y le apreté una nalga. Me puse de lado y mi mano fue a parar entre sus piernas. Noté el acolchado de su vulva carnosa, la humedad que emanaba ya. Con los dedos mojados le acaricié el clítoris. Tenía la bata de casa puesta. Carlota me quitó el cinturón y metió la mano dentro de los calzoncillos. Cogió mi polla y le dio unas suaves sacudidas. Sus manos eran finas y el contacto con la polla me la puso dura del todo. Ahora era yo el que le comía la boca a ella. Carlota tenía prisa, se quitó la chaqueta del pijama y el pantalón. ¡Cómo estaba de buena y de caliente! Me quité los calzoncillos y quedamos los dos desnudos. Me dejó que le comiera las tetas un rato, pero enseguida teniéndome encima de ella con el cipote cual viga empotrada, lo guio enfilando el cabezón hacia su coño, flexionó las rodillas, y mirándome a los ojos con la polla asida con su mano…

-Haz que me corra como una perra, papá. ¡¡Lléname de tu gorda y dura polla…y no pares hasta descargarte por completo!! No te importe hacerme una gran panza, papá… otra más… ¡Hazle el trabajo a mi esposo!

 


 

Con esos argumentos, un hombre se descoloca por muy buen padre que sea. Ahora el aroma a jazmín de su perfume ya me embriagaba. Su coño rasurado y entreabierto, mojado como una charca,atraía mi lengua como un poderoso imán. Se lo lamí de abajo a arriba. Carlota comenzó a gemir al mismo tiempo que le sonaba el teléfono móvil

- No lo cojas.

-Solo mi marido tiene este timbre en mi teléfono…, si no lo cojo va a pensar mal.

Tuve que resignarme…- En ese caso cógelo. Lo cogió

-Hola, cariño.

Me puso una mano en la cabeza y me llevó la boca a su coño. Me centré en lamer su clítoris con la punta de la lengua de tres maneras… Hacia los lados, de abajo arriba y alrededor. El marido le preguntaba…

-¿Qué estás haciendo?

-Estoy en cama leyendo el libro que me regalaste por mi cumpleaños.

-¿El Kama Sutra?

-Sí, vida. ¡Y no veas cómo estoy!

-¿Cómo estás?

-¿Empapada?

-A ver, a ver. ¿Te estás haciendo una paja?

-Sí, y en nada me voy a correr.

-Le abrí el coño con dos dedos y vi que tenía la vagina cubierta con un flujo blanquecino espeso, parecido a la lefa en un coño. Pasé un dedo por él y lleno de jugos se lo puse en los labios y lo chupó.

Su marido… -¿Me echas de menos?

- Sí, vida mía, te echo mucho de menos.

-"Adivina que tengo en la mano"

-El teléfono móvil.

-"Tu juguete preferido. El monstruo de un ojo solo. El llorón."

Seguí jugando con su coño, le chupé un labio... El otro... El clítoris... Lamí de abajo arriba. Creo que Carlota al hablar con su marido mientras yo le comía el coño sentía un morbo que la ponía a mil. Le dijo, mirándome a mí…

-Me gusta que me comieras las tetas, corazón.

-¡Y a mí comerlas!"

Subí besando y lamiendo su vientre. Metí mi lengua en su ombligo... Seguí subiendo y le comí las tetas, pero no de cualquier manera. Mi lengua se movió de abajo a arriba y de arriba a abajo sobre los pezones, los presionó, giró alrededor de ellos, los mordió suavemente. Chupé la areola y después media teta, todo ello mientras las acaricié y las amasé. Luego la besé en el cuello, le mordí los lóbulos de las orejas, le lamí las orejas, la besé en el cuello, besé sus labios sin lengua... Nos acabamos fundiendo en un interminable y apasionado beso con lengua. Luego, Carlota, gimiendo, me miró a los ojos y le preguntó a su marido…

-¿Harías un 69 conmigo?¡¡Quiero probar tu polla!!

-Sí, haría un 69 contigo y te llenaría las tetas de leche... ¿Te correrás pensando en mí?

-Sí amor, me correré pensando en ti.

Se metió dos dedos dentro del coño, puso el teléfono móvil al lado. Su marido sintió sus gemidos y el chapoteo. "Chof chof chof..."

-¡¿Esos ruidos los hacen tus dedos dentro del coño?!"

-Sí, mi cielo, estoy llegando... ¡Oh! Abre esa boquita.

-"¡Que cerda estás hoy! Ya la abrí, alma mía."

Se puso encima de mí, se dio la vuelta, me puso el coño en la boca, cogió mi polla y la mamó.

-"¿Qué son esos ruidos, cariño?"

Entre gemidos, le respondió:

-Me estoy chupando los dedos e imaginando que es tu polla.

-"¡Chupa, angelito mío, chupa!"

Carlota estaba tan caliente que al limpiarle el coño de jugos y lamer su ojete dejó de mamar mi polla. Se sentó en mi cara, y en un par de minutos se corrió cómo una fuente. Sus jugos fueron a parar a mi boca mientras le decía a su marido…

-¡¡Me cooorro! Cabrón… me has hecho correr…!!

El cornudo se iba a correr al mismo tiempo que su mujer.

-¡Y yo, amor mío, y yo!

-¡Dame tu leche!

Al acabar de gozar le di la vuelta, me metí entre sus piernas, le agarré la cintura con las dos manos y le lamí el coño de abajo a arriba apretando la lengua contra él y acelerando cada vez más, y más y más, y más... hasta que su marido oyó de voz de mi hija completamente ida de excitación…

-¡¡Me corro otra vez!!

El marido oyó su grito de placer, pero yo vi cómo se retorcía intentando zafarse de mis brazos y de mi lengua, de mis brazos porque la cogían con fuerza de su cintura y de mi lengua porque no se separaba del clítoris. Yo no me había corrido y tenía un empalme bruta…la polla me dolía del tiempo que llevaba dura. La monté y ella despatarró ofreciéndome el acceso a su coño, en su mirada se veía el furor del deseo de ser follada como una perra. Me asió la polla y la embocó a su coño…no tuve más remedio que clavarla de un solo golpe hasta sus entrañas. Le di caña brava, le di canela fina, le di mandanga de la buena. Mi polla dentro del coño hacía que se sintiera de nuevo el chapoteo. Carlota para no hablar y comerme la boca ponía el móvil de modo que se oyese el chapoteo. El marido no daba crédito a lo que oía.

-¡Te vas a matar a pajas, vida mía!

Al marido se le debió acabar la batería de su teléfono móvil porque se cortó la comunicación. ¿A pajas? A polvos la iba a matar su padre…, ya que antes de que me corriera se iba a correr ella.

-¡Mas fuerte, papá! - Le di con ganas.- ¡No pares, no pares, no pares, no pares, no pares, no pares! ¡¡Sí!! ¡¡¡Me corro, papá!!! ¡¡Fóllame duro… así fóllame!!

Viendo su cara de gozo, sintiendo sus gemidos y su cuerpo temblando debajo de mí, no aguanté demasiado. Mis huevos azotaban su coño metiéndosela hasta el fondo…ambos observábamos como entraba y salía mi verga de su raja cada vez a mayor ritmo, entonces me comenzó a subir la tensión fruto de todo lo acumulado, notaba la llegada de la leche y se la clavé hasta la raíz sin dejar un centímetro de polla fuera de su coño… le llené el coño de leche, se lo llené tanto que echó por fuera parte del semen que eyaculaba como un caballo, y echando por fuera, quité la polla del fondo y se lo volví a comer hasta volverla a poner perra... Cuando vi que la tenía a punto de nuevo, le di la vuelta, le levanté el culo y lamí desde el coño al ojete, le besé y lamí las nalgas al tiempo que magreaba sus tetas y jugaba con sus pezones. Metí mi dedo corazón en la boca, lo chupé, se lo metí en el culo y se lo follé con él mientras le cogía las tetas con la otra mano. Chupé el dedo. Mi hija puso cara de puta…tenía ganas de seguir.

-¡Qué asqueroso eres cabrón! ¡¿Con esa polla dura, no vas a seguir follándome?!

Seguí a lo mío. Pasé la lengua por el ojete y al hacerlo sentí cómo se abría y se cerraba... Poco después oí a mi hija gemir y mi polla lloró al no poder entrar en su culo... Luego, cada vez que le metía la lengua dentro el ojete se le cerraba de golpe…, A Carlota le encantaba, lo que no le gustó fue que le diese un azote en el culo, pues…

-De pegar, nada, papá. Odio la violencia en el sexo.

Seguí lamiendo y magreando sus tetas... Cuando le froté la polla por el coño y ojete.

-¡El dedo y la lengua sí, la polla no, papá! La tienes muy gorda y me vas a partir…

Le metí el dedo medio de la mano izquierda en el culo, el pulgar de la derecha con la palma hacia abajo en el coño y la follé con ellos... Después le volvió a lamer el coño y el culo y a follar su ojete con la punta de la lengua. Carlota me cogió la mano derecha y chupó el dedo pulgar, en el que aún quedaban algunos jugos. Le puse debajo de la nariz el dedo que le había metido en el culo, se lo puse en los labios y lo chupó. Eso me dijo que ya estaba preparada y que era tan cerda cómo yo. La cogí por las caderas y le froté la punta de la polla en el ano.

-¡Por el culo, no, cabrón!

Me decía que no se la metiera pero no hacía nada para evitarlo. Le clavé la cabeza observando cómo se expandía el ano de mi niña.

-¡¡Maricón!! ¡¡Quieres darle por el culo a tu hija, pedazo de maricón!!

Seguía sin moverse. Se la metí hasta que mis huevos chocaron con su coño. Carlota, se quejó al tiempo que empujaba hacia mí queriéndosela meter más profunda…

-¡Sácala! ¡Me estás haciendo daño!

En sus movimientos contradictorios o confusos, le hice caso y la fui sacando poquito a poco... Sacaba un centímetro y lo volvía a meter, dos, y lo metía otros dos, tres y lo metía otra vez... Y así hasta que la polla quedó de nuevo en la entrada de su ojete, Carlota, que nada había dicho mientras se la sacaba, empujó con su culo y metió la cabeza y después la metió hasta el fondo... Al sacarla la sacó cómo la había sacado.

-Azota con fuerza mis nalgas. ¡Qué me duela! Necesito tener a un macho dominador que me folle como a una perra ¡¡Vamos cabrón, fóllame bien duro!!

A cada centímetro que sacaba y metía, le daba con la palmada con la mano abierta en sus dos nalgas, primero con la izquierda y después con la derecha. Carlota, gozaba cómo una puta al cobrar. Tanto gozó que sacando y metiendo se corrió cómo una pajarita mimosa.

-¡¡Vuelo!! Papá me haces gozar tanto que floto de placer…

Pero el pajarito era un pajarraco de cojones, ya que al acabar no se cortó en decir…

-No te corriste todavía ¡Eres duro, cabrón! ¡¿Cuándo piensas llenarme el coño con tu leche…?! Acaso no ves que necesito me llenes el útero y me hagas una buena panza…

Le pregunté…- ¿Ya no soy papá… solo tu macho cabrón semental?

-Eres un pervertido que se está follando a su hija a pelo, un pervertido al que le voy matar a polvos porque soy una pervertida con deseos de estar preñada del canalla de su padre… el mejor semental que nunca me ha follado.

Me montó. Al principio me folló cómo una angelita, con besos, acariciando mi cara y dándome sus bellas tetas a mamar, y al final cómo una diablesa follándome a toda mecha, me mordió el labio inferior y me dijo:

-¡Te voy a comer trocito a trocito!

-Come cariño.

-¡A mí no me llames cariño, cerdo hijo de la Gran Puta!

Me escupió en la cara, después apretó sus tetas contra mi cara.

-¡Te voy asfixiar… mientras me follas el coño, perro!

Me tiró de las orejas, me tiró de la nariz, me volvió a escupir... Hizo de mí un cristo. Su cintura se movía a toda velocidad sin llegar a sacar la polla de su coño y aplastando la vulva contra mis huevos a un ritmo endiablado…. Al ver que estaba a punto.

-¡Córrete, cabrón! ¡Déjame bien preñada… haz lo que mi esposo no sabe!

La que odiaba la violencia en el sexo era una golfa de mucho carallo. Viendo su preciosa cara roja cómo un tomate maduro, sus pezones apuntando hacia el techo, sus tetas volando y sintiendo el chapoteo que hacía la polla en su coño, ¡Boom! Exploté y le volví a encharcar el coño de leche. Dejó que acabara extrayéndome hasta la última gota de lefa, acto seguido, puso su coño en mi boca, y acariciando mi cabello, me dijo por segunda vez:

-Haz que me corra, papá.

- Había vuelto la angelita,- le dije - Sácala tú, vida.

Le puse la lengua plana en el coño, Carlota lo frotó lleno de semen y jugos contra ella un par de minutos y se corrió cómo una loba, sí cómo una loba, pues sus gemidos parecían aullidos. ¡Qué corridón echó!

Dejé de hablar para encender un ducados, lo encendí, le eché una calada, y después…

Seguimos con la aventura hasta que metí la pata. La metí un día que le comí el coño en su casa mientras hablaba por la ventana con su marido, que estaba en el jardín. Después de correrse se dio cuenta de que no podíamos seguir, me dijo que lo amaba y se acabó nuestra relación… estaba preñada y no quería que su esposo pudiera sospechar que el hijo que llevaba en su panza, ni el primero, eran suyos.

-Todas las cosas tiene un principio y un final.

- Espero que los hijos que le has hecho a tu hija esté bien, sin problemas…

- Por suerte son una niña y niño preciosos y sanos, con un padre que les quiere y un abuelo que está para cuando les haga falta…

-Exacto, así debe ser…. Te toca. ¿Cómo sedujiste a tu tía, Marcos?

Marcos se había follado a la tía, pero…

-¡No digas tonterías! Mi tía tiene 67 años.

-Y está cómo un queso aún... ¿Cuándo empezaste a follarla?

Marcos me miró, y le dije…

-Para mí no mires.

-¡Ya me descubriste, cabronazo!

-¡¿Yo?!

Se había descubierto sin querer, o a lo mejor es que se quería descubrir. Iba a contar algo que nunca me contara, su primera vez con la tía Cayetana.

Todo comenzó el día de mi boda. Yo había dormido en un hotel porque aunque Marina y yo vivíamos juntos no quería que viese su vestido de novia, ya que decía que verlo traía mala suerte. Cayetana, mi tía sería la madrina como correspondía, la que me iba a acompañar al altar. Llegó dos horas antes de que se celebrase la boda. Le abrí la puerta de la habitación en calzoncillos. Al verme…

-¡¿Pero aún estás así?!

-Aún faltan más de dos horas. Se metió dentro de la habitación, diciendo…

-El tiempo vuela. Venga, ponte manos a la obra.

Llevaba puesto un vestido marrón que le daba por debajo de las rodillas, una blusa blanca y unos zapatos de tacón bajo a juego con el traje. Se había hecho la permanente, pintado labios y uñas de color rojo pasión como a mí me más me gustan, ella lo hizo con intención porque sabía de mis gustos por mis comentarios. Esa mañana estaba muy, pero que muy atractiva. Desde el dormitorio, le dije…

-Pareces veinte años más joven, tía… parece que me fuera a casar contigo.

-¿Aparento treinta años?

Se había quitado dos años de un plumazo y me gustaba el tono seductor como lo dijo.

- Lo que parece es que tienes veinte.

-No hace falta que me des cera hijo mío... ¿Tienes algo de beber?

No sé qué coño me pasó, pero se me empezó a levantar la polla. La cogí y me encontré con ella, la presioné encontrándola bien dura en la mano.

- Tengo algo de coñac sobre la mesita, pero no estoy visible...–al decir la última palabra, Cayetana entró en el dormitorio y me vio con la polla en la mano, volvió a salir.

-Perdona, pensé que lo de no estar visible era otra cosa. ¡¿No te estarás haciendo una paja?!

Cogí la botella y el vaso de encima de la mesita en pelotas y empalmado fui a la sala. Estaba sentada en un sillón. Con mi polla y mis huevos sobre su cabeza…

- Toma.

-No me contestaste. ¿Estabas haciéndote una paja…?

Mi tía, cogiendo la botella y la copa me miró la polla y huevos sin disimulo, y como si fuera la cosa más normal del mundo sopesó mis pelotas acariciándolas con sus finos dedos…luego recorrió todo el tallo hasta el glande con la suavidad de las yemas de los dedos. Tampoco era la primera vez que me veía en pelotas, multitud de veces llegamos a compartir el aseo entre los turnos del baño, pero el contexto era otro muy distinto.

- Sí, siempre me hago una por las mañanas, parece mentira que no lo sepas…

Si os digo la verdad, se lo dije porque pensaba que viniera dos horas antes para que echáramos el polvo que hacía unos días venía buscando ante la cercanía de mi boda, pues últimamente cuando estaba en casa, con mi novia, sus miradas eran osadas. Se las echaba a mi entrepierna con la lengua deslizándose por los labios… su reacción fue de perra rabiosa en celo que va a perder a su macho…

-¡No me toques el coño, Marcos! ¡¡Tú no tienes vergüenza, desgraciado! Te exhibes delante de mí y me dices que te haces pajas todas las mañanas. ¿Te crees que soy una adolescente para caer rendida en tus brazos…?

-Por lo menos lo intenté, tía. Pensaba que éramos adultos…

-¡¿Pero tú te crees que soy una puta?! Somos adultos y familia…

-No eres una puta, eres una mujer madura y muy apetecible… aunque sé por experiencia, que toda mujer decente y apetecible lleva dentro una PUTA.

Le di la espalda y enseñándole del culo me fui al sillón frente a ella, me senté al borde con la piernas abiertas, la polla mirando al techo y los cojones colgando con la polla en la mano me empecé a hacer una paja, ella no perdía detalle del acto impúdico.

- Tengo que correrme o voy a llevar todo el día con dolor de huevos.

-¡Tienes la cara más dura que un zapato! Por lo menos piensa en tu novia.

De perdidos al río… - No voy a pensar en mi novia, a ella me la follaré luego, voy a pensar en ti mucho mejor.

-¡Serás hijo de puta! Si no estuviera todo pagado le diría a Marina cómo eres. ¡¡No te vuelvo a hablar en mi vida!! No esperaba algo así de ti.

-Perdona, tía… pero es que estás tan guapa que me provocas... Dejó de hablar.

Sentí cómo echaba una copa. Intenté calentarla, masturbándome más ágil, haciendo sonar el chasquido del prepucio cubierto de líquido seminal…

- Cayetana... Cayetana... Cayetana... Te voy a llenar el coño de leche, tía...

Llevaba repetido su nombre multitud de veces cuando sentí un gemido. Observé que su descaro era igualado al mío…se estaba haciendo un dedo viéndome o pensando en mí. La meneé con rapidez para que sintiera el ruido de mi mano yendo de arriba a abajo y de abajo a arriba. Cuando paraba sentía en bajito un ruido que no sabía lo que era. Nos mirábamos mientras nos pajeábamos uno frente al otro. Estaba recostada en el sofá y tenía la espalda apoyada en los cojines, el vestido levantado, los ojos cerrados y una mano dentro de las bragas. Fui a su lado, le bajé las bragas. Sus medias estaban sujetas por unas ligas, medias, ligas y bragas eran de color negro. Con las bragas sobre los zapatos, le lamí los dos dedos que había tenido dentro de su coño, en tanto se había metido los de la otra mano, que seguían entrando y saliendo del coño. Luego le cogí la mano y se los saqué, se los chupé también, le lamí el coño arreglado de pelo cortito, era especial gordo y aterciopelado de labios carnosos muy sobresalientes.

Le metí la lengua dentro de la vagina y luego lamí de abajo a arriba a toda hostia desde el segundo uno. Cayetana subió con las dos manos el vestido hasta la cintura... Poco tardó en correrse en mi boca. No soltaba jugos en cantidad, cómo otras, ni gemía, más bien bufaba cómo los gatos, pero se sacudía cómo si metiera los dedos en un enchufe. Al acabar levanté el culo en alto a peso, y haciendo un poco de malabares para enfilar mi polla de lo tiesa que se hallaba, se la clavé en el coño. Cayetana, que en ningún momento abriera los ojos más de dos segundos, rodeó mi cuello con sus brazos y puso su cabeza en mi cuello. No la pude besar hasta que levantó la cabeza, y cuando lo hice no me devolvió ni uno de mis besos, miento, me devolvió uno con lengua, en el momento que se corrió sacudiéndose cómo la otra vez.

Ese beso, en el que sentí su lengua acariciar la mía, hizo que me corriera dentro de ella… la clavé a tope en su coño y ahí mismo me descargué toda la leche que albergan mis cojones… nos comíamos y eyaculaba en su útero a un mismo tiempo. Luego le hice lo que solíamos hacer los de la pandilla en los tiempos mozos, ¡¿recordáis?! nuestra señal de identidad, eso que tanto les gusta a las mujeres que les hagan, aunque algunas digan que les da asco, comérsela mientras mi leche salía de su coño. Dejaba de hablarme, pero correr se corrió cómo una cerda a sus 52 años, como si fuera una adolescente salida. Al acabar de correrse, cuando pensé que me iba a llamar de todo menos bonito, se dio la vuelta, abrió las piernas, con los zapatos se deshizo de las bragas, echó el culo hacia atrás y apoyó las manos en el respaldo del sofá. La zorra me estaba ofreciendo su culo, un culo blanco cómo la leche. Al tener el vestido levantado me podía hartar de él. Le apreté las nalgas, se las abrí y se las lamí. Metí directamente la punta de mi lengua dentro de su ojete. Se lo follé así varias veces, después, sin preámbulos se la clavé en el culo. Puse una mano en su cabeza, y le volvió el habla.

-¡No me estropees la permanente! Solo quiero que me quites el ardor de coño y que me lo llenes de lefa.

Tenía cojones la cosa. No le importaba que le jodiera el coño y el culo, y sí que le jodiera la permanente. Le eché las manos a las tetas, unas tetas gordas, y le follé el culo a lo bestia. Cayetana comenzó a gemir cómo una veinteañera... Se la saqué del culo y se la metí en el coño hasta que le volvió el habla…

-¡Ay, Dios mío! ¡¡Me voy a correr otra vez!! ¡¿Qué me estás haciendo, cabrón?!

Se la quité del coño, se la clave en el culo, la volví a follar a lo bestia, y esta vez sí, esta vez se corrió cómo cuando mea una vaca, de su coño cayó una cascada de jugo que fue a parar al el piso de la habitación…, sin más espera, la metí en el coño y me corrí en fondo de su útero, sintiendo cómo apretaba y soltaba mi polla con sus músculos vaginales. Al acabar se dio la vuelta, bajó el vestido, y mientras yo me echaba una copa se puso las bragas, después se me acercó, rodeó mi cintura con sus brazos, apretó las tetas y un lado de su cara a mi espalda…

- Cuando acabes la copa tienes que vestirte que se nos echa del tiempo encima… espero que estés más tranquilo.

-Aún falta, podíamos echar otro, tía.

-Otro día, pirata, otro día… tenemos toda la vida por delante. Échame una copa a mí también, la necesito. Cuando tu esposa no te sea suficiente, siempre vas a tener a tu mami para aliviarte.

Y así ha sido hasta ahora, casi 15 años follándola…. Más tarde de la primera gran follada a mi tía, entraba de su brazo en la iglesia…yo con los huevos aliviados y ella con el coño relleno de esperma calentito.

- Bonita historia, Marcos, ahora te toca Chus, cuenta algo tuyo.

-¡¿Algo mío?! ¡En mi vida le fui infiel a mi mujer un par de veces…!Se miraron y se echaron a reír… - Pero no me quitaron nada.

- ¡¿Al final como acabaste con tu hija, Juan?! ¡¡Si es que has acabado!!

- Nos llevamos bien, ella solo me busca cuando necesita dinero o preñase, es la sensación que tengo. No sé si mi yerno es estéril o su esperma no es lo suficientemente rápido, el caso es que mi hija se ha quedado dos veces preñada después de habérmela follado bien. Y sé por su confesión, que ninguna de las dos veces fue de su esposo quien le hizo la panza…

- De modo que has dejado preñada a tu esposa y a tu hija en dos ocasiones a cada una… eso que se sepa, ¡Menudo semental estás hecho, cabrón!

- En estas tierras hay pocas hembras, y las ocasiones que se presentan hay que aprovecharlas, sea con quien sea… al fin y al cabo un coño es un coño ¿No?

- Ni que lo digas, por eso yo no desperdicio la oportunidad de tener a mi tía dispuesta y a mi esposa…

 


 

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