Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Viejo Fuerte y Formal

 

Estoy casada hace cinco años con un hombre maravilloso, nos conocimos hace tiempo él estaba en la Universidad donde él estudiaba Arquitectura y yo estudiaba en una escuela para modelo. Recién casados, decidimos independizarnos y vivir donde nos lo permitiera nuestro bolsillo. Vengo de una familia de buen nivel económico, igual que Raúl. Pero cuando decidimos contraer matrimonio, él recién titulado y yo a punto de graduarme, nos propusimos empezar de abajo y sin ninguna ayuda de nuestras familias. Es así como empezamos nuestras vivas en un barrio común y corriente de la ciudad, donde habían tanto casas bonitas como otras bastante feas, y la variedad de estas también corría para con la gente que las habitaba. Por nuestra parte no socializábamos mucho con nuestros vecinos, incluso a Raúl le caía bastante mal nuestro vecino, el cual vivía junto a nuestra casa…, decía que me miraba bastante y ni siquiera era disimulado como los demás. Más de un encontronazo habían tenido por ese tipo de tonterías.

 


 

A mi parecer Don Víctor, que es nuestro vecino, con sus sesenta y tantos años a cuestas y un rostro de ogro malas pulgas, nunca había tenido la oportunidad de observar tan de cerca una «mujer tan atractiva», cuando le decía esto a mi marido lo relajaba y me devolvía una sonrisa. Además la esposa del viejo, Doña Raquel, era una señora muy cariñosa y me entretenía conversando con ella cuando venía a pedirme algo de vez en cuando…, así que le pedía a Raúl que no fuera tan antipático con los vecinos de al lado… A mi Don Víctor me parecía un hombre chapado a la antigua pero cabal…  «Un tipo Fuerte, Viejo y Formal»

Por otro lado, y a decir verdad, nuestra intimidad era bastante relajada…, por mi lado nunca había estado en la cama con otro hombre que no fuera Raúl y él, aunque con bastante más experiencia, me trataba con mucho respeto, ¿quién sabe? Quizá no quería hacerme sentir incomoda. En cierta forma, no me llenaba en la cama, pero me lo negaba a mí misma.

Bueno, creo que con esta pequeña introducción, se darán cuenta de cómo estaba mi vida, en general bastante normal y por lo mismo, si me hubieran dicho lo que iba a pasar nunca lo hubiera creído… tras años intentando quedarme preñada, de manera fortuita o milagrosamente me preñaron ¡¿Quién es el padre?! Sin duda mi esposo, pero no siempre el padre sentimental es padre biológico o sí… De no haber probado a ningún otro hombre en mi vida de soltera, casada me he desatado….

*********

Todo empezó hace unos seis meses. Como ya les dije, la vida sexual con Raúl no era muy buena, lo que quiero decir es que me hacía sentir que no lo complacía como hombre y eso me apagaba como mujer. Cada vez me fui sintiendo más necesitada, porque jamás lograba correrme con él, ni antes ni después…ni durante el coito. Lo mejor de mi esposos, Raúl, era que trabajaba en una empresa constructora y le pagaban bien, mientras yo trabajaba en casa dedicada a mis exámenes, para obtener el título de técnica en estética, teníamos fe que pronto me titularía y empezaría a aportar para obtener nuestra casa soñada.

Una tarde hacia tanto calor que me puse unos jeans ajustados, una blusa bastante ligera, y salí por unos refrescos. En la calle me percaté que más de alguna mirada iba dirigida descaradamente a mi trasero o a mis pechos. Lo más sorprendente fue que me di cuenta que me excitaba, cuando veía a algún viejo o a algún chiquillo mirando mi cuerpo me mojaba y no podía evitar caminar de forma sensual para provocar más miradas.

Cuando empezaron los dichos atrevidos como «mira que culazo», «buenas tetas señora», «tienes cara de mamadora» o «te gusta poner duras las vergas», mi excitación ya era demasiada. Llegué a casa solo a encerrarme en el baño a masturbarme, y no les miento cuando les digo que estuve cerca de una hora, orgasmo tras orgasmo hasta que agoté las pilas de mi consolador, fue genial. Fue ese día que nunca olvidaré, fueron los recuerdos de esas miradas y de esos atrevimientos de hombres ¡Excitados y Deseosos! los que me dejaron satisfecha, mi noche fue tranquila y relajada, sí que me sentía bien, pero no duró mucho. A la mañana siguiente Raúl ya no estaba, se había ido a trabajar, y yo me quedé sola con los recuerdos. No tardé mucho en tomar los mismos jeans y una blusa aún más ajustada y salir a caminar, solo a caminar, a observar y a escuchar. Los comentarios soeces no se demoraron en aparecer y lo ocurrido el día anterior volvió a suceder.

Al día siguiente volví a salir, y el siguiente y el siguiente. Empecé a hacer más ejercicio para verme mejor, me compre maquillajes más coloridos e incluso practicaba las formas de caminar más sensuales. Definitivamente era feliz con mi nuevo hobby, me daba cuenta que las miradas, y sobre todo los dichos de aquellos extraños en la calle, me llenaban de erotismo, me hacían sentir mujer, y en un barrio de esas características no era difícil encontrar algún sujeto que te mirara descaradamente y te dijera alguna grosería, incluso la diferencia de estatus social me provocaba locas ideas que resultaban excitantes, era como una BELLA PRINCESA entre plebeyos hambrientos y deseosos de CARNE FRESCA…sucios y mal olientes plebeyos deseosos de mi Carne dulce y tierna.

Un día que estaba muy excitada…, era un miércoles, sí, sí que lo recuerdo. Esa mañana en especial estaba muy inquieta, y pensé que esa salida debía ser especial. Me puse una falda a medio muslo, bastante ligera para que destacara la forma de mis nalgas, desnudas pues mi pequeño tanga ya había sido absorbido por ellas…, arriba solo una blusa apretaba mis tetas donde se notaban mis pezones tiesos y duros. Dejé mi cintura al aire libre y unas sandalias con tacón medio completaban mi increíble atuendo.

Salí de casa dispuesta a llamar la atención de cualquier hombre que se me cruzara por delante. Caminé mucho ese día y escuché muchos comentarios asquerosos. Al rato de haber salido de casa, cruce el Parque Central donde habían instalado la feria, y un viejo operario estaba sentado en un banco. Desde que lo vi de lejos sabía que me iba a decir algo fuerte, incluso sentí cierta emoción cuando me acercaba con mi caminar coqueto mejor ensayado. Pasé junto a él y lo escuché… es imborrable en mi memoria, me dijo con una voz carraspera y hasta podría decir malévola…

«Déjame lamer tu coño, PUTA… no tendrás una comida como la mía… he probado cientos coños en los miles de pueblos, y sé que el tuyo debe estar muy rico».

Sentí una verdadera carga eléctrica recorrer mi cuerpo, me sentí empapada de un instante a otro, fue como un orgasmo instantáneo. Paré por un segundo y luego como pude seguí caminando, asustada, emocionada y sobre todo excitada. Nunca me habían llamado así, de pronto todo era tan claro, así me gustaba sentirme… “sucia, provocativa, rastrera ¡toda una PUTA!” En esos momentos solo quería estar en casa, necesitaba masturbarme. Me di cuenta que había caminado mucho, estaba lejos y me sentía ansiosa. Decidí tomar el autobús, me dirigí a la parada más próxima y me subí al primero que iba en dirección Sur.

Cuando llegué a casa me dirigí directamente al baño, di el agua para darme un baño de bañera. Planeaba quedarme ahí por un par de horas… tocándome, excitándome, autosatisfaciéndome. Estaba desesperada y ansiosa «déjame lamer tu coño ¡PUTA!» sonaba en mi cabeza y me producía escalofríos. La bañera estaba casi llena de agua tibia, y me disponía a cerrar la puerta del baño cuando sonó la campana de la puerta, « ¡Joder! ¿Quién puede ser?» pensé. No acababa de decidir si atender a la puerta o no, cuando tocaron otra vez. Cerré la llave del baño y fui a ver quién tocaba, no quería que nada me distrajera y un payaso tocando insistentemente a la puerta claro que me distraería.

Abrí la puerta y ahí estaba, Don Víctor, nuestro vecino. Apenas le abrí su mirada se fijó en mis tetas, eso me excitó, no lo puedo negar. Primero me pidió disculpas por la molestia y luego recorriéndome el cuerpo con la mirada me pidió un poco de azúcar, lo que no me extraño ya que siempre nos están pidiendo algo, pero la que generalmente pide el azúcar es Doña Raquel, por lo que pregunté por ella. Me dijo en tono de broma que ella estaba enferma y que por eso era él quien me molestaba. Me di un momento observando cómo me devoraba con los ojos, me gustó como me miraba, me excitaba. Le pedí que pasara y que me acompañara mientras le llenaba el tazón que traía para llevarse el azúcar. Caminé a la cocina sabiendo que él me seguía sin perder de vista mi culo, intencionalmente iba meneado el trasero ostentosamente…, en el camino entendí porque me miraba así, me había salpicado agua a la blusa y esta estaba pegada a mis tetas, mis pezones casi estaban al desnudo para el deleite del viejo.

Me preocupó por un momento la impresión que podía darle, quizás podría comentarlo con Raúl, o pensaría que soy una provocadora, esto último me excitó y los problemas que podría tener con mi marido no me importaron, los vi muy lejanos…, mi excitación me pedía que jugara con Don Víctor, quería verlo deseándome, me estremecía al pensar que estaba sola en la casa con un viejo verde que solo quería probar mi cuerpo. Instintivamente mi culo se respingó, mis hombros se fueron atrás y mi caminar se volvió exquisitamente sexy pero casual a la vez. Cuando llegamos a la cocina, me incliné en ángulo recto para coger el azúcar del gabinete de abajo, me demoré simulando que no la encontraba, cuando por fin la encontré me di vuelta y pude ver como el vejete se enderezaba.

Casi me volví loca al pensar que ese viejo me había visto el trasero. Miré su pantalón y me di cuenta de su erección, ¡Joder era tremenda! Él se dio cuenta que le miraba el bulto pero no dijo nada, así como yo no dije nada al sorprenderlo mirando bajo mi falda. Estaba como loca, estaba muy nerviosa, pero no nerviosa de forma común y corriente sino de esa forma que solo la excitación extrema puede provocar. Le pedí que acercara el recipiente que traía, se acercó y lo apoyó sobre los gabinetes… empecé a llenar el tazón, pero a poco, quería que ese momento durara lo más posible. Sus ojos llegaban a la altura de mi cuello, lo tenía a treinta centímetros de mí y me miraba descaradamente mis tetas casi desnudas, su excitación…no, no puedo llamar lo que vi excitación, era calentura. Ese viejo me quería comer las tetes y yo lo sabía y me excitaba y más aún me excitaba que yo se los estuviera mostrando, era una putita calentando a un vejete salido.

Termine de llenar el tazón de azúcar y me volví dándole la espalda, cerré los ojos y suspiré sin que él me viera. Me quede ahí contra los muebles de la cocina simulando que ordenaba algo. Era consciente que me miraba desde atrás y el no saber dónde tenía plantada la mirada, me generaba ideas demasiado provocativas.

─ Sabes Cristina, tienes unas piernas preciosas, dijo Don Víctor, me quedé paralizada, totalmente helada. ─ Espero no te moleste que te lo diga.

─ No, respondí, estaba inmóvil, supongo que parecí algo sumisa porque prosiguió.

─ Y esa cintura, ¿estás yendo al gimnasio?

Asentí con la cabeza, si le hubiera respondido con un «si» se hubiera escuchado más como un gemido que como una palabra.

─ Y ese culo, discúlpame que te lo diga, pero esta fantástica. Sentí como dio un paso hacia mí y luego poso suavemente sus manos en mi cintura. ─ Guauu…y tu piel es suave como la seda.

─ Gracias Don Víctor, dije nerviosa.

Sus manos empezaron a moverse suavemente sobre mis caderas. El hecho de estar en esas condiciones, con un viejo mirándome descaradamente y a la vez tocando y sintiendo mi piel, no hacía más que acrecentar mi excitación…, me limite a escucharlo y tratar de disimular mi estado lo mejor posible.

─ Tienes un cuerpazo, y hace algún tiempo lo estas mostrando descaradamente….deberías cuidarte, podría pasarte algo…además te deben decir muchas groserías en la calle, dijo cerca de mi oído.

 


 

Apoyo su bulto en mi trasero, pude sentir sobre mis nalgas su excitación, una palpitante fogosidad. El maldito me estaba apoyando y descaradamente. Yo era la mujer de su vecino, de ese vecino que no le agradaba mucho…Maldición, era un viejo que se aprovechaba de mí, un viejo que podía ser mi padre y además era el enemigo de mi esposo. Sentía un bulto que no era el de Raúl y cuando era lo suficientemente fuerte para murmurar un «no, ya basta» mi cuerpo no me apoyaba. Incluso empecé a rozar mi culo contra sus pantalones, con mis nalgas trataba lenta y suavemente de atrapar ese cipote grueso y palpitante…, era un movimiento sutil pero estoy segura que lo sentía. Era obvio que lo sentía, porque empezó a puntearme con más fuerza, no mucha pero fue notorio. Estaba haciendo realidad los sucios deseos de aquel viejo y no tenía fuerzas para evitar que abusara de mi cuerpo. Sus manos me rodearon suavemente hasta atrapar mis tetas.

─ Que buenas tetas, duras y enormes… como me gustan, susurro en mi oído.

¡Se refirió vulgarmente a mis senos! Esas grosería que escuchaba en la calle, ahora me las decían al oído. Mis manos se apoyaron fuertemente en las de él sobre mis tetas.

─ Ya basta, suélteme Don Víctor…

Le pedí, pero mis manos se apretaron contra mí, mi cuerpo no tenía intención de resistirse y entendí que me excitaba pedir un alto y no obtenerlo.., que aquel viejo no me hiciera caso, que su calentura fuera más fuerte que mi resistencia, hacía que me sintiera deseada y abusada pero sobre todo muerta de excitación.

Me apretaba las tetas con pasión, las amasaba fuertemente murmurándome al oído que estaban grandes y firmes. Me empezó a puntear con más fuerza su polla endurecida, tuve que apoyarme contra el mueble de la cocina para no perder el equilibrio, sus manos me apretaban los pezones y su cuerpo me apretaba la cintura contra los gabinetes. Para conservar su bulto a la altura de mis nalgas tuve que flectar ligeramente las piernas. Estaba fuera de mí, no dejaba de pensar en lo morboso de la situación, ese viejo que todas las noches compartía la cama con esa mujer vieja que es Raquel, ahora tenía a su disposición un cuerpo mucho más joven y bastante mejor formado para darse gusto, y ese cuerpo era mío, una mujer casada… la esposa de su intachable vecino, y se estaba dejando hacer solo por perra… ¡POR PUTA!

Estuvo un rato masajeándome las tetas, apretando una y otra vez su paquete contra mi trasero. Yo estaba loca, parecía tener un orgasmo atorado en mi interior. Cualquiera podría decir que la escasa sensatez que me quedaba, me impedía entregarle el placer del triunfo a aquel viejo maldito…, pero no, no era esa la razón, solo quería que eso explotará dentro de mí, la idea de sentirme dominada por Don Víctor me estremecía. El viejo apoyo una de sus manos sobre la parte superior de mi muslo derecho, poco a poco fue subiendo la falda hasta que pudo acariciar la piel de mi pierna, me acaricio con bravura. Me giré un momento y vi como observaba sus movimientos por debajo de mi falda. Su rostro era enfermizo, parecía un lunático, su arrugado rostro delataba un placer morboso. Cuando repentinamente tomó la falda y le dio la vuelta sobre mi espalda, la sonrisa de deleite que mostró al ver mi pequeña prenda interior atrapada entre mis redondas nalgas, instintivamente me hizo respingar aún más mi culo, mostrándolo en su máximo esplendor.

─ Eso, muéstrame el culo como debe ser.

Comentó mientras me plantaba una fuerte palmada en mi trasero. Su comentario, mezclado con el fuerte sonido de su palmazo, me hizo comprender que ya no había vuelta atrás, mi excitación era demasiado fuerte y no podía renegar de ella. Don Víctor me tenía en sus viejas y asquerosas manos. Mientras seguía admirando mi trasero, tomo mis nalgas y las separó, para apoyar sobre la línea de mi tanga el grueso bulto que se le notaba en los pantalones. Cuando soltó mis nalgas sentí entre ellas las palpitaciones de su excitado miembro y enterré mi culo la bajo su pelvis. Me tomó de las caderas desnudas y me apoyó su paquete con fuerza, incluso pude oír un pequeño gemido de parte de él, a la vez que a mí se me salía uno más evidente.

─ Uyyy….mueve tu culo Cristina…menéalo como a los hombres nos gusta verlo.

Obedecí y pare lo más que pude el culo, la empecé a mover suavemente de lado a lado mientras rozaba su pantalón. Me giré un instante… me excitaba ver su rostro, el viejo estaba en la gloria y el morbo de la situación me tenía en la gloria a mí. Las palmadas en mi trasero empezaron a sonar y sentí cosquillas de dolor en mis nalgas, cuando el vejete gozaba golpeándolas. Este dolor me hacía sentir más abusada, a merced del ogro hambriento de carne humana que me había atrapado… ese ogro que ahora iba a saciar sus más sucias y degeneradas perversiones con mi cuerpo. Don Víctor aparto su bulto de mi culo, se paró junto a mí y apoyo su mano sobre la parte baja de mi espalda. Empezó a acariciar suavemente mi trasero, se paseaba de nalga en nalga, seguía por mis muslos y de vez en cuando acariciaba fugazmente mi entre pierna por sobre mi tanga. Dejé de mover mi trasero, lamenté el cesé de los golpes, pero pronto volvieron a aparecer y no volvieron solos.

─ ¡¿Qué pasa?! No he dicho que pares, ¡sigue meneando el culo PUTITA! Exclamó mientras me plantaba una fuerte palmada.

─ ¿Cómo me llamó? Uuuuyyy…Don Víctor…aaahhh… ¿Cómo me llamó?

Balbucee como pude, mientras reanudaba descontroladamente el meneo de mi trasero.

─ Puta…no eres más que una puta calentona…y además con un cuerpazo de miedo…no te preocupes que yo voy a clavártela puta….y en la cama de tu buen marido.

El dolor, mezclado con la increíble excitación que me provoco el haberlo escuchado llamarme puta, desencadenaron un orgasmo que resulto en fuertes gemidos y la tensión de todo mi cuerpo. Mientras gozaba con aquel sentir, la idea de que aquel viejo hablara mal de Raúl, me excitaba aún más, mi primer orgasmo de ese día fue largo e intenso.

─ AAAhhhhhh, déjeme Don Víctor…uuuuyyyy….por favor.

Gemía mientras recibía fuertes palmazos en mi culito.

Me quedé quieta sobre el mueble de cocina. Don Víctor se dio cuenta que acababa de tener un orgasmo y ya no me exigía que meneara el trasero, se limitó a acariciarme o mejor dicho a manosearme mientras recobraba el aliento. Mi rostro estaba apoyado contra la pared, mis ojos cerrados y la fuerte respiración delataban mi pasividad. El viejo se acercó y metió su lengua por entre mis labios, jugo un momento dentro de mi boca y luego lamió mis labios y mejilla. De un solo tirón arranco mi falda y la tiró al suelo…, reaccioné y me alejé un metro de él.

Hay estaba yo, frente al vecino, con un diminuto tanga, una pequeña blusa mojada que se pegaba a mis tetas y parada sobre unas sandalias con tacón. De seguro me veía increíble, porque la sonrisa del viejo era enfermizamente caliente. Se empezó a acariciar su bulto en frente de mí. La idea de que ese viejo se estuviera masturbando mirando mi cuerpo, provocó el regreso de esos cosquilleos que creí extintos tras el orgasmo.

─ ¡Estas bien buena Cristina! Sí que tiene suerte el hijo de puta de tu marido.

─ Por favor, no se refiera así de él. Increpe sin mucha convicción.

─ Ja Ja… ¿Cómo quieres que le llame? ¡Ah sí!, cornudo, esa es la palabra, es un hijo de puta cornudo.

Dijo mientras se apretaba el bulto y me miraba a los ojos.

─ Acabo de manosear como he querido a su preciosa esposa, incluso le di un lindo beso y ahora la estoy mirando semi desnuda frente a mí mientras me hago una buena paja… definitivamente estas muy buena, mira esas piernas, ¡están de lujo!…. Ahora quiero que desfiles para mí, que me muestres ese cuerpazo… ¡Anda, camina como una perra! ¡Caliéntame un poco más!

Dudé, no me gustaba lo que había dicho pero era verdad…, era una perra, una perra que quería seguir jugando o que jugaran con ella. Perdóname Raúl, perdóname por no poder evitar entregarme como una puta.

Camine lentamente frente a él. Mis pasos mejor ensayados se los mostré mientras le miraba el bulto en sus pantalones… sabía que le gustaba que le mirase ahí, y a mí me gustaba excitarlo…, calentar a ese viejo, un viejo que nunca podría soñar con una mujer como yo, me provocaba demasiado. Cuando pasaba cerca de él, no perdía oportunidad en darme una nalgada o manosearme las tetas, a la vez que me llenaba de insultos llamándome puta o perra. Estaba en el cielo.

─ Eso señora Cristina, menéele el culo a este viejo caliente…muéstreme lo provocativa que puede ser la esposa del hijo de puta de mi vecino…. que puta más buena… ¡Y va a ser mía! Tu cuerpo va a ser mío… ¿no es cierto… no es cierto Cristina? ¿No es cierto, perra? ¡Vamos, responde!

El viejo se cruzó en mi camino, me tomó de las caderas, y me miró a los ojos con una mueca de satisfacción interrumpida en la cara.

─ Si…. si Don Víctor… mi cuerpo será suyo… y lo será como a usted le plazca.

Respondí sumisa frente al avance de sus manos, que metió bajo mi blusa para apretarme las tetas.

─ ¿Te gusta que te manoseen las tetas?…a las putas como tú les gusta.

 ─ Si Don Víctor, me gusta que me aprieten las tetas.

Decir tetas, refiriéndome a mis propios senos me gustó. Sus manos levantaron mi blusa para poder ver como amasaba mis pech…tetas.

─ ¿Y te gusta que te las chupen? ¿Quieres ser mi vaca lechera? ¡Qué bonitas tetas Cristina, seguro a tu estúpido marido también le gustan!

Dijo mientras empezaba a lamer mis pezones.

─ Si, a él le gustan mucho Don Víctor, respondí sin perder de vista su lengua. ─ Se siente orgulloso de ser el único que las ha besado.

Al escuchar esto me las apretó con fuerza, mientras el lamer de mis tetas se trasformó en chupadas y mordiscos descontrolados, Raúl jamás me había besado así…, me sentía muy deseada y sucia a la vez por permitirle a aquel viejo asqueroso manosearme de esa manera. Al cabo de unos minutos, soltó mis tetas para posar sus manos sobre mi trasero, me apretaba y acariciaba las nalgas violentamente.

─ Y tu culo…joder, que bueno esta, tienes un culo de ensueño puta… y quien te lo está sobando soy yo…. ¡Aaaaahhhh…y no ese marica de tu marido…! ¡Qué culazo puta…! ¿Te gusta que te toquen el culo perra?

─ Adoro que me manoseen el culo Don Víctor… ¡Uuuuyyyyy! Adoro calentar a viejos como usted… ¡Aaaaayyyyy… adoro que abusen de mi culito…! ¡Aaaayyyyy no, no está bien…! ¡Aay ay, por favor suélteme Don Víctor, por favor no abuse de mí!

Dije como una bebita asustada, lo que encendió al viejo y volvió con sus fuertes y adorables palmadas sobre mis nalgas.

─ ¡Qué puta eres Cristina…! Una puta preciosa, mira esa carita de ángel…que labios más hermosos… ¿te gustaría que te premie con un dulce?

El viejo empezó a desabrochar su cinturón y cuando se iba a desabrochar el pantalón se arrepintió…

─ Anda, búscalo putita…muéstrale a este viejo lo que te gusta.

Era el momento, hasta ese instante no me había dado cuenta de lo ansiosa que estaba por portarme como una verdadera puta…, había llegado el momento de hacer en vez de dejarme hacer y mi excitación iba en franco aumento.

─ Anda señora Cristina, busca lo que le gusta a las perras como tú. Te aseguro que está bien duro…, bien duro en tu honor. Anda putita, acaríciamelo.

El viejo ya se había dado cuenta del morbo que me provocaba que me dijera puta, y lo sabía aprovechar. Estaba asustada, sabía que era muy diferente dejarme tocar a provocar placer en otro hombre, y más si era ese viejo a quien mi marido detestaba, pero estaba decidida a seguir jugando y me tenía loca la idea de entregarme a Don Víctor. Dejarme follar por aquel viejo verde me convertía en una puta, y eso me encantaba, quería ser una puta ansiosa de placer…de verga, y este macho resultaba tener un arma letal entre las piernas.

Acerque mis manos al bulto de sus pantalones…, el viejo suspiro de placer cuando apreté su paquete sintiendo la dureza de su miembro. Me miraba con una mueca extraña, como un violador burlón mira a su víctima indefensa. Pude sentir un cipote largo y grueso bajo la tela, me encantaba el enorme tamaño…, aquel viejo sí que estaba caliente, y me hacía sentir toda una hembra. Desabroché su pantalón y lo acaricié bajo su ropa interior, cerré los ojos para disfrutar la sensación de tocar aquella vieja barra de carne, una de mis manos atrapo sus peludos testículos… ¡Joder… aquellos huevos era una masa de carne dura que me cabían en el cuenco de mi mano! Los que acaricie suavemente, se parecía a los testículos de un toro bravo. La otra mano apretó fuertemente su mástil, tan grueso que mis dedos no lograban circundarlo, un cipote grueso y deforme por la venas hinchadas. Con un sutil sube y baja lo empecé a masturbar torpemente al principio. Me vio descuidada y volvió a meter su lengua en mi boca, parecía que había juntado saliva para inundar mi cara, era asqueroso pero excitante… le devolví su beso como una niña dejándose hacer, metiéndole la lengua en su boca…por suerte bien cuidada y un sabor delirante a macho. Como si fuera me estremeció ese primer beso y luego me dejé lamer la cara.

La piel de su verga era tersa por la rigidez de esta… la tenía súper dura, su glande estaba húmedo y manchaba mi mano cuando lo acariciaba con el fluido lubricador que sueltan las pollas. El tamaño de su miembro era mucho mayor al de Raúl y eso me excitaba… casi el doble. Me calentaba la idea de que aquel viejo me brindara más placer que mi marido, por el tremendo grosor, que es lo que nos excita…, con sus años de más, su cuerpo viejo pero sin barriga ni músculos fofos, extraño para su edad, pero eso sí, con su fea cara, me iba a tomar como nunca lo había hecho mi amado esposo.

 


 

Don Víctor suavemente me oriento hacia la mesa. Yo, sin soltar su tremendo falo mirando al techo permanentemente, lo seguí… ¡Ya estaba perdida con el coño hambriento!

─ Ahora me la vas a chupar perra…le vas a chupar la polla a tu vecino.

Dijo Don Víctor cuando me obligaba a inclinarme sobre la mesa. Me dejo apoyada en un vértice de esta, dejando mi cabeza a la altura de su miembro y mi culo en pompa por el otro lado. Mientras me acariciaba el culo, me empezó a dar pequeños golpes en la cara con su verga. Me sentía como una delincuente siendo azotada por la porra de un guardia. El olor que desprendía era excitante, olía a macho con cierto aroma dulzón como a coño…

─ ¿Qué te parece tu dulcecito? Eh perrita, ¿Te gusta? Empezaron los increíbles palmazos en mis nalgas ─ ¿Qué diría tu maridito si te viera con mi verga en la cara? ¡Aaaggghhh…! ¡Anda, abre la boca puta y trágate mi polla, la misma que se folló anoche a mi esposa!

─ Mi marido nunca me ha pedido que se la chupe Don Víctor…

Dije antes de desabrochar los últimos botones de su camisa y pasar sensualmente mi lengua por su velluda barriga casi lisa… para su edad yo diría que escultural.

─ Su vieja verga, será la primera que saboree mi boca…. Usted Don Víctor va a ser el primero que meta su verga en mi boca.

─ Pues mi mujer no hace otra cosa antes de que me la folle… ¡Aun tendré el sabor de su coño en mi polla! ¿Verdad?

No podía creer lo que acababan de pronunciar mis labios…, sabía que eso iba a calentar al viejo, y era consciente de que eso me calentaba, pero decirlo con esa mezcla de inocencia y sensualidad me asombraba.

─ Entonces abre la boca putita, dijo con su voz carrasposa.

Primero repasé su miembro con la lengua, él se inclinaba para poder verlo mejor, le miraba a los ojos y nos comunicábamos con la mirada fija en mis ojos azules. Recorría de la base de su gruesa verga hasta su húmedo glande con una pequeña esencia a orines, me gustaba, el sabor a calentura de viejo me gustaba, bañe su mástil con saliva y sus testículos que también que tenían un sabor salado a sudor. Que me sumergiera entre su vello para alcanzar sus gordos y llenos testículos con mi lengua le encantaba, podía sentirlo en los apretones o palmadas en mi culo. Cuando atrape su glande con mis labios cada una de sus manos apretó la respectiva nalga que tenía atrapada… apenas alcanza a meterme una cuarta parte de la verga en mi boca sin ahogarme o darme arcadas.

─ Eso puta, chúpamela…demuéstrame de lo que se ha perdido tu estúpido marido.

Empecé a chupar su verga de forma hambrienta, mientras mis labios la recorrían de arriba hasta donde alcanzara a entrar en mi boca, mi mano apretaba y masturbaba lo que quedaba fuera de está…, mi lengua acariciaba su orondo glande sin descanso y mi culo se meneaba sin cesar. Ya llevaba un rato así cuando empecé a bajar el ritmo.

─ ¡Vamos puta!, sigue chupando….síguele chupando la polla a este viejo caliente.

Exclamó mientras me pegaba fuertes palmazos en mis nalgas.

Reanude mi ritmo, mi excitación había crecido. Al tratarme de puta y ordenarme que siguiera, me hacía más deseable…más puta…más rastrera. Mientras chupaba no podía evitar emitir sonidos de gemidos atrapados en mi garganta, mi calentura se me notaba; y más se notaba cuando disminuía el masaje en su verga, con la intención de que me volviera a gritar, a insultar y a darme palmazos como a una niña que no cumple con su tarea.

─ Me gustaría ver al hijo de puta de tu marido viendo como me la chupas…aaarrgg….el cuerpazo de mujer que tiene chupándosela a su despreciable vecino…mientras este le manosea su delicioso culo…aaaahhhh…. ¡Eso puta, comete tu dulce, reverenda puta!

Decía sabiendo que yo me calentaba más con sus insultos.

Aparto su delicioso mostrenco de mí, y se puso detrás de mí. Agarró mi tanga y me lo dejó a medio muslo. Lo mire, estaba mirándome el culo ya desnudo y mi entrepierna totalmente expuesta…desde atrás se deleitaba con mi coñito abultado en forma de bollo suizo.

Puso su mano sobre mi húmeda vagina y la acaricio impregnando mis escasos y cortos vellos con mis propios flujos.

─ Estas toda mojada puta…como una perra en celo…

Dijo mientras ponía la gruesa punta de su verga sobre mis labios vaginales.

─ No Don Víctor, no me la meta…. por favor…no me folle…

Implore sabiendo que no me haría caso…, ya les dije, me encanta que no le importe si yo quiero o no, me excita ser una hembra sumisa y dominada por un macho como ese viejo.

─ Estás loca porque te la metan…la muy puta… ¡¿Piensas que te voy a dejar así sin más…?! Pues ahora me lo vas a pedir…me vas a pedir que te la meta…anda, pídeme que te atraviese….pídeme que te haga mía….pídeme que posea el cuerpo de la mujer de mi vecino…anda puta, no te la voy a meter hasta que me lo pidas…

Dijo el viejo mientras rozaba su glande en la entrada de mi vagina acariciando mis labios vaginales y llegando a pajearme el clítoris, el cual lo tenía completamente duro y salido.

Estuvo un rato acariciándome el culo y la entrepierna con su falo, sus palmadas se mantenían sobre mis nalgas con ritmo, ni fuertes ni livianas. Mi excitación me dominaba, tenía a ese viejo manoseándome y mirando mi cuerpo desnudo a excepción de mi blusa mojada y ya no aguantaba las ganas de que me lo metiera. Me volví a mirarlo, nuestras miradas se encontraron, su sonrisa malévola me hacía sentir dominada y descontroladamente caliente como una perra salida en celo.

─ Por favor Don Víctor… poséame…desquítese de Raúl follando a su mujer… ¡Quiero sentir como abusa de mí! ¡Ummm, siii! ¡Quiero sentir su gruesa verga dentro de mi coño profundo! ¡¡Por favor Don Víctor, complázcame y seré suya para siempre…para que desahogue su placer en mi cuerpo… para que drene sus huevos repletos de leche en mi fértil útero! ¡Por favor Don Víctor, calme mi calentura… y PRÉÑEME SI ES NECEARIO! ¡Hágame una buena panza y un cornudo a mi esposo!

Dije mirándolo a los ojos en forma suplicante, mientras yo misma acariciaba mi culo a la vez que lo meneaba como sabía que a él le gustaba.

El viejo aguanto hasta el término de mi desesperada petición…, se agasajó mirando mi excitado rostro mientras le pedía que me clavara esa enorme y gruesa verga que daba pavor el destrozo que podría causar… le pedía queme follase a pelo y se vaciase sus tremendos par de huevazos en mi útero. Lo dejé de mirar cuando me tomó de las caderas, ubico la punta de su cipote en la entrada ceñida de mi coño, y de una sola embestida me lo clavo completo. Su gruesa verga se abrió paso en mi interior como un taladro percutor neumático. Me sacó un grito desgarrador, el dolor y el placer se mezclaban de forma exquisita entre mis piernas al sentir como me expandía la vagina aquel trabuco demoledor.

Se quedó ahí un momento, con toda su carne dentro de mí… notaba sus gordas pelotas pegadas a mi vulva…,  nunca había sentido nada tan dentro. Me calentaba pensar en cómo me había dejado joder por el viejo vecino de esa manera tan calenturienta…, la idea era repetitiva pero no podía dejar de excitarme. De pronto empezó el salvaje mete y saca, me tenía agarrada de las caderas y me empujaba hacia él con la misma fuerza que me estaba clavando… y le empecé a ayudar haciéndome para atrás con mi culo, en busca de los golpes de sus huevos contra mi coño. Pude sentir su cuerpo grácil sobre la parte baja de mi espalda cuando se inclinó para agarrarse a mis tetas…, estaba sobre mí, follándome salvajemente como en cuclillas sobre mi culo y clavando desde arriba. Tenía las piernas juntas, amarradas por mi tanga a medio muslo, y mis codos, apoyados sobre la mesa, daban el espacio para que manoseara a placer mis excitados pezones. Me tenía montada como a una perra.

─ ¡Aaaaaayyyyyyy! ¡Me duele! ¡Uuuuyyyyyy! ¡me parte… Don Titooooo! ¡NO PAREEEE! ¡NO, DÉJEME, NO PUEDO HACERLE ESTO A PABLO! ¡VIEJO ASQUEROSO! ¡¡¡DEJE DE FOLLARME!!!

─ ¡CÁLLATE MALDITA PUTA! ¡APENAS ESTOY EMPEZANDO! ¡QUE RICO ES FOLLARTE! AARRGGG ¡DIJISTE QUE SERIAS MIA SI TE LA METIA! ¡ERES MIA CRISTINA! ¡MAÑANA CUANDO EL HIJO DE PUTA DE TU MARIDO ESTE TRABAJANDO…VENDRÉ A FOLLARTE OTRA VEZ! ¡Y ME VAS A ESPERAR, ESCUCHASTE, ME ESPERARAS PORQUE ESTARAS HAMBRIENTA POR ESTE VIEJO ASQUEROSO! Gritaba mientras me follaba salvajemente.

─ Si Don tito ¡Aaaayyyy! ¡Lo voy a esperar sumisa y complaciente…dispuesta a todo! Voy a ser su perra… ¡Ummm! La mujer de Raúl ¡VA A SER SU PERRAAAA!

Estalló mi segundo orgasmo, fue largo e intenso, pero no me dejo satisfecha del todo sabiendo que tenía a un toro bravo jodiéndome con mucha cuerda para rato… me dejo cansada y más calmada pero no satisfecha, aún estaba hambrienta de esa gran polla.

El viejo se detuvo, no me lo saco, pero se quedó quieto parado detrás de mí. No demoré mucho en empezar a moverme en suave vaivén, ahora era yo la que me estaba comiendo su falo a todo lo largo y ancho… lo que no pudo mi garganta, lo podía mi vagina con facilidad. Podía sentir como mis nalgas se pegaban a su ingle cuando mi culo se clavaba bajo su pelvis. Me movía hacia la mesa sintiendo el roce de su pollón dentro de mí, para luego volver a clavármelo y sentir sus peludas pelotas y muslos en mis y nalgas.

─ Eso putita… comételo… muéstrame que te gusta…. Muéstrame que te encanta.

Decía el vejete mientras acariciaba mi espalda.

─ Ahora más rápido… ¡Más rápido te dije!

Volvió a azotar mis pompis con sus arrugadas manos.

Aceleré el ritmo de mis movimientos. Él no se movía, era yo la que, bajo el yugo de sus palmazos, devoraba su mostrenco hinchado de venas por entre mis piernas, en un mete y saca frenético, como una yegua complaciendo a su jinete. Sabía que le encantaba mirarme dándome placer con su verga, sabía que gozaba mientras me dejaba golpear con tal de mantener su falo dentro de mí. El sentirme como su puta…, el escucharlo insultarme, e insultar a mi marido, me tenía descontrolada. Mi único control se basaba en dejar que abusara de mi cuerpo, con tal que siguiera gozándome, me mantenía sumisa ante él.

Tras un rato de gozar de mis movimientos frenéticos, sorpresivamente se apartó de mí, sacándomelo y dejándome un gran vació entre las piernas… en mi vagina. Me volví a ver que hacía y me asuste al verlo subiéndose los pantalones.

─ Siga Don Víctor…por favor, siga follándome, por Dios no me deje así…, supliqué jadeante.

─ Quiero seguir gozándote en vuestra cama de matrimonio, donde duermes con tu amado maridito, dijo el viejo maldito.

─ No, por favor Don Víctor, no nos humille así. Por favor se lo pido, haga la que quiera conmigo ¡pero no lo humille así! Rogué levantándome de la mesa.

─ Solo por el placer de humillarlo, me quiero follar a su esposa en su propia cama y tú me vas a seguir, porque eres una perra hambrienta de esta vieja y gran verga… y mi verga va a tu dormitorio. Y no te demores puta o la leche que tengo guardada para ti, la voy a regar en la almohada, dijo sacando su desgarbado cuerpo de la cocina.

Me subí el tanga, mi blusa, esta vez mojada por mi propio sudor, seguía pegada a mi cuerpo. No podía creer que aquel viejo me hubiera dejado tirada en la cocina sin haberse corrido dentro de mí, asegurando que no podría aguantar el deseo de seguirlo. Quería humillar a Raúl follándome en nuestra cama matrimonial. Recogí mi pequeña falda y pensé en ponérmela, ir a buscar a ese maldito viejo y sacarlo de mi casa. Él podría molestarse y abusarme crudamente ahí mismo, quizá era más entrado en años, pero seguía siendo más fuerte que yo. La idea me calentó. Luego pensé en seguirlo, darle en el gusto a ese vejete cabrón…, mostrarle que con tal de que siguiera abusando de mí, humillaría a mi amado esposo de la peor de las formas. Me di cuenta que me gustaba, me gustaba la idea de ser sumisa ante él y entregarle mi cuerpo en nuestra cama, al fin y al cabo solo era otro lugar, porque follarme ya me había follado.

Me excité, parecía una drogadicta afligida por falta de droga…, necesitaba esa enorme y deforme verga dura como el pedernal de ese viejo cabrón, e iría por ella sin importar las consecuencias. Cuando entré en la habitación me sentía como una niña que asiste por primera vez a clase…, estaba nerviosa, ansiosa y asustada, aun así caminé con un andar sensual y orgulloso. Él estaba desnudo junto a la cama, solo conservaba unos calcetines blancos impolutos, que al parecer no pensaba quitarse.

─ Ven acá Cristina, ven donde mis manos te alcancen. Anda, complace a Don Víctor, este viejo que te dará tu merecido, dijo el miserable vejete.

Me acerque a él, como me lo ordeno. De un tirón desprendió todos los botones de mi blusa y dejo mis tetas libres frente a él. No demoró en atraparlos entre sus manos y chuparlos como un becerro hambriento de leche…, sus manos recorrieron mi trasero y disfrutaba tirando de mi tanga para que este se apretara contra mi intimidad metiéndose por mi raja ya perforada por su gruesa tranca. Mientras su lengua subía hacia mi cuello y luego a mi cara donde inclusive se atrevió a besarme asquerosamente. Me excitó. Le respondí como una vil zorra su asqueroso beso metiéndole la lengua y comiéndonos con lujuria. Por primera vez sentía su piel peluda y tersa abrazar mi cuerpo. Ya descontrolada, me entregué y le abracé, quedando colgado sobre sus hombros, dejando a su merced, y sin ninguna protección, todo mi cuerpo. Le acaricié suavemente la nuca mientras me gozaba… su piel olía a macho, su aroma me excitaba, no era ácido y salado que tirase para atrás, sino varonil y embaucador el aroma a macho que se cuidaba… de modo que pensé que el ligero sabor a orines de su verga, debía de haber sido porque habría meado recientemente.

 


 

Me aparto bruscamente, y esta vez fue mi diminuto tanga el que fue apartado de mí de un fuerte tirón. Me tomo del brazo y me arrogó sobre la cama, caí de espaldas, dominada, entregada, excitada. Se masturbaba lentamente el gran falo, subiendo y bajado la piel de su prepucio, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa mueca enfermiza que tanto me calentaba.

─ Abre tus piernas puta, muéstrale a este viejo como te entregas en la cama donde duermes con tu marido…. Y pídemelo, pídeme que te tome tu intimidad más personal… tu útero… ¡Que te folle como a una puta!

Dijo el viejo con malicia. Lo mire, sabía que le gustaba mirarme a los ojos cuando lastimeramente le pedía que me tomara, cuando se lo pedía como una hembra desesperada.

─ Don Titoooo…. Por favor…. Poséame aquí…. En la cama que comparto con Raúl.

Abrí mis piernas lentamente, doblando mis rodillas expuse por completo mi intimidad, ofreciéndome como una puta… me toqué la vulva y despejé mi clítoris con los dedos…

─ Anda viejo…. Abusa de mi cuerpo… abusa del cuerpo de la mujer de otro hombre…. ¡Ummmm! Úseme como una puta.

Continué, a la vez que mis manos recorrían suavemente mi coño de abajo arriba y mis tetas, expuestas para él.

─ Don Víctor, venga tómeme… métame esa rica y gruesa verga en mi apretado coñito…. góceme…. ¡Anda viejo… fólleme…! ¡¡Deje bien preñada a la hembra de tu vecino…!! Y desquítese conmigo del cornudo de mi esposo, llenándome el vientre de leche de sus gordos y fructíferos cojones… ¡Ande Don Víctor, desquítese usando mi cuerpo y haciéndome una gran panza…! ¡PRÉNEME YA, con toda su lefa!

Cerré los ojos y giré mi rostro, con eso me sumergí en la excitación que me acababa de provocar diciendo esas palabras, y le di a entender que el exuberante cuerpo desnudo sobre la cama… el cuerpo de la mujer del cabrón de su vecino, era suyo.

Bastó sentir que se subía a la cama, para que yo empezara a gemir delicadamente. Se colocó entre mis piernas semi arrodillado, y elevé mi cintura para que mi coño se quedara al nivel de su pollón…. Sentí la punta de su verga en mi coñito. Mientras se hundía dentro de mí, sentí caer sus manos sobre mi esbelto vientre, luego era el candor de su cuerpo sobre el mío y su lengua empezó a recorrer mi cuello. Lo rodeé con mis piernas, su fofa contextura me recordaban la diferencia de edad. Su velluda piel se aplastaba ante la presión de mis muslos. Su respiración era pesada y ansiosa, parecía un perro desesperado. La idea de que me dejara gozar por un viejo que podría ser mi padre, un viejo viril pero algo feo…, y que además era enemigo de mi marido, me calentaba de forma increíble… ya no me parecía tan feo, o al menos me parecía mucho más atractivo de lo que recordaba al conocerle.

Sentí su espadón atravesándome el vientre, sus huevos golpeándome el coño y la cadera de ese viejo moverse como una torbellino increíble… el mete y saca era frenético, la follada que me estaba dando Don Víctor, me arrancaban gritos de placer, mi tercer orgasmo no tardó en llegar, y eso jamás lo había conseguido mi esposo en toda nuestra vida sexual. Percibía el tronco de ese hombre deslizarse por mis angostas paredes vaginales, y presionaba con mis contracciones para notarlo más cada vez que entraba y salía por mi conducto del placer… sus acometidas, su olor a macho, su fortaleza descargada en cada empellón sobre mi cuerpo, le golpeteo de sus grandes bolas en mi coño y sentirme sometida, me exacerbaban y me completaban como mujer y hembra…. Arqueó su cuerpo, dejando un espacio suficiente para mostrarme su ancha verga entrar en mi coño… era un buque arribando a su puerto…me asomé, y observé mi vulva expandida como jamás la tuve.

El aguante del maduro semental era digno de mérito… durante esos más de veinte minutos follándome, no se la había bajado un ápice la dureza, ya ahora me daba como una animal… para mantener ese ritmo y su gran verga dura, la cantidad de sangre que bombeaba su corazón debía de ser enorme… y su corazón una roca. Mientras yo, me sentía ya cansada pero aun entregada a las clavadas duras hasta los huevos, del viejo…. Abrí los ojos. La fotografía de mi boda sobre el velador, conmigo de novia y Raúl sonriente junto a mí besándome, era testigo de la entrega de mi cuerpo. Mi mirada se pegó a la fotografía, sentí lagrimas brotar de mis ojos y recorrer mis mejillas. Las lágrimas eran por un sentimiento de culpa, de culpa por no poder decirle que no, a aquel viejo que se saciaba conmigo en la cama del amor. Le pedí perdón a Raúl, volví a apretar con mis piernas el cuerpo de mi fornicador…, lo abracé con fuerza… creo que con apego y deseo, como su fuese mi esposo en la noche de bodas. Acaricié su peluda espalda, busqué su jadeante boca y lo besé como la hembra hambrienta que era… nos comíamos las bocas ¡Me gustaba mucho! Me estaba enamorando de cómo me follaba y me hacía sentir mujer… SU HEMBRA.

─ Dame más fuerte… ¡Aaaaahhhh! ¡Dame más fuerte viejo asqueroso…! ¡Perfórame más duro el vientre…quiero que llegues al útero con tu gorda polla…y lo llenes con toda esa leche que llevas en tus gordos huevazos para preñarme…!

Gemía suplicante, pegada a sus labios y aun con lágrimas recorriendo mis mejillas. Se dio cuenta de mi tristeza lo que le provocó una risa burlona.

─ Ya es tarde Cristina…tu cuerpo ya es mío…siente mi verga….eres una perra asquerosa… sumida a los deseos de cualquiera que quiera darte verga… a cualquiera que quiera gozar de tu cuerpazo… incluso este viejo que tienes montándote

Me torturaba, provocándome oleadas de placer.

Se incorporó sobre sus rodillas, separó mis piernas y las apoyó sobre sus fuertes brazos y continúo con fuertes embestidas, llegando a sacar su gallarda verga sin dejar de mojar el glande en mi coño, para luego enterrármela hasta lo más profundo de un solo golpe. Hizo tope en sus musculados cojones rellenos. En esa posición, con mi culo nuevamente a la vista, golpeando su ingle bajo su cuerpo, y al alcance de sus manos, las nalgadas volvieron a resonar como latigazos de placer al compás de su vaivén.

─ Toma puta… ¡¿así te gusta que te la claven?! Eres una niña mala que merece que le destrocen el culo a cachetazos.

Balbuceaba aferrando mis piernas con sus robustos brazos.

─ ¡Eso perra! me encanta ver cómo te saltan las tetas… ¡Grita puta, sigue gritando…! Muéstrame como te gusta mi gorda verga… como te gusta que te metan la polla en estrecho coño…

─ Sí dame duro cabronazo… ¡¡LLÉNAME!! Nunca he estado tan llena de polla.

─ Te voy a vaciar toda mi lefa… ¡¡Tengo tanta, que de esta follada sales preñada!!

Sus insultos, sus golpes, su mirada viril y sus deseos de preñarme, me tenían en éxtasis. Lo vi arremetiendo contra mi ardiente cuerpo, yo le elevaba el coño para que me embistiera con más ansia de deseo y gozo… necesitaba notar toda la tranca jalonando mi vagina hasta lo más hondo. Cuando me lamió mi boca y cara con lascivia, logrando que su saliva cayera en mi rostro, lo incentive recogiendo los restos de su humillación, con hambrientos movimientos de mi lengua sobre mis labios llenos de su saliva. Era su perra y con tal que me siguiera follando…. Ese macho era capaz de eso y más, no paraba de follarme a todo tren cual máquina imperturbable, duro y deseoso de mi mejor versión de PUTA.

De pronto sus embistes disminuyeron su intensidad hasta sacar su miembro de mi interior. Mi cuerpo seguía con el vaivén extinto con ansia de lujuria.

─ Siga Don Víctor… deme más verga, le pedí entre jadeos.

─ Si te voy a dar perra, no te preocupes.

Respondió a la vez que sus dedos se paseaban de mi inundada intimidad hasta mi virgen agujero posterior…

─ ¿Alguna vez tu marido te ha pedido tu culito?

─ Si Don Víctor.

Respondí percatándome de que la respuesta no le gusto demasiado.

─ Pero nunca se lo entregué, él lo quiso muchas veces, pero se lo negué…

Esa ligera mueca burlona volvió a aparecer en su rostro.

─ Pues será mío, te voy a desflorar el culo perrita.

Dijo mientras restregaba su glande contra mi ano.

─ ¡No!….oh Dios mío no, por favor Don Víctor no.

Rogué envuelta en deseo por probar su vástago en mi culo como nueva experiencia.

Sentí su miembro hundirse hasta menos de la mitad, mis piernas frenaron sus leves intentos por liberarse de entre sus brazos, para quedar inmóviles ante el empalamiento que estaba sufriendo. Quedé muda, y no fue sino hasta que me lo termino de enterrar de una sola vez y sentir sus peludas bolas entre mis nalgas. Emití un fuerte grito de dolor. El dolor me inundo…, mis gritos parecieron incentivar sus embistes, que de suaves estocadas se convirtieron rápidamente en frenéticas puñaladas.

─ ¡ME DUELE!…AAAAAAAHHHHHH ¡SACAMELO VIEJO ASQUEROSO!.. AAYYYYYY… ¡ME DUELE!….¡AAAAYYYYY!….¡ME PARTE!, ¡DON TITO!…AAYYY… ME ESTA PARTIENDO… ¡ME DUELE!

Gritaba a la vez que mis gritos se mezclaban con gemidos de placer…

─ ¡AAAYYYYY! ¡QUE BUENO, CABRÓN… PARTEME EL CULO VIEJO DE MIERDA! ¡PERFÓRAME HASTA EL FONDO!

─ ¡Qué culito más apretado putita…eso, comételo todo…! ¿Me gustaría que tu marido me viera follándote el culo? Que supiera lo perra que es su mujer… y lo mucho que le gusta la mi gorda y vieja verga… tanto que viene cualquier hijo de puta y se la clava en el culo… ¡TOMA PUTA…SIENTELO HASTA ADENTRO, UMMM!

Gruñó mientras me embistió de tal manera que me sentí partida, llego más adentro que nunca y fue tal el dolor que me provoco convulsiones de placer… estaba sufriendo el más increíble orgasmo de toda mi vida. Me agarró de una teta, y me dio un fuerte apretón, a la vez que me sacaba su miembro del culo para así volverlo a meter por el coño de un solo empujón… Percibí como volvía expandirme la vagina con un dolor placentero de mi esfínter. Me estaba llevando a otra dimensión aquel cabronazo, era suya en todos los sentidos…, se hacía con mi boca, luego de morder mis labios se hizo con mis tetas y mis pezones se dispusieron a ser su majar…estaba tocando todas las teclas erógenas de mi cuerpo, a un mismo tiempo << ¡¿Eso era posible hacerse?!>> Comprobaba que sí, y me podía adicionar a ello. Ese viejo me daba una lección de sexo que no iba a olvidar en toda mi vida.

Su verga venosa y dura como el pedernal se hundía en mi útero, sus huevos azotaban mi coño con ímpetu, su cuerpo sobre el mío solo me rozaba con su velloso pecho sin posarse sobe mí… solo su cadera me enviaba duro estacazos que me hacía temblar todo mi cuerpo… sobre todo mis tetas…. Comenzaba a notar sus exaltación, el ritmo de sus estocadas se aceleraron..., sabía que era el preludio de la gran avenida de su orgasmo más feroz. Y de pronto la clavó hasta mi vientre con un sonado gruñido de verraco en celo. Percibo como empieza a rociarme el útero con sus chorros gruesos y bien cargados de semen. Siento sus convulsiones, como palpita su dura polla y escupe un fulminante chorro de leche entre las paredes de mi vagina…inundándome de esperma espeso. Mis tetas, mi cuello, mi cara, mis labios siendo inundados de los besos babosos de ese viejo asqueroso, mientras mi vagina está siendo rellenada de leche, como si me estuviera eyaculando un caballo semental.

─ ¡ANDA PERRA! ¡AQUI TIENES TU LEFA…PUTA! ¡CON ESTE RELLENO TE VOY A DEJAR BIEN PREÑADA! Vas a tener un hijo feo como yo, pero con la polla bien buena para que la goces… ¡¡Será tan buen macho como su padre!! jajajaja

Su orgasmo me pareció infinito… estuvo eyaculando más de medio minuto sin dejar de soltar chorros y más chorros de leche en mi coño… y para colmo me encontraba ovulando, por eso creo que mi cuerpo recibía sus descargas de semen con hambre…, entre increíbles contorsiones de placer, trataba de recibir hasta la última gota de leche sobre la entrada del conducto uterino para que me inseminase bien y certero… que acabase preñada como mi subconsciente deseaba. Tras sacarla, un reguero de esperma se destiló por la raja, imposible contener en mi interior tanta leche… Mis dedos recogieron y  esparcieron su esperma por mi vulva y mis tetas, dándoles un brillo excitante, mientras mis labios capturaban los restos que recuperaba en mis dedos, todo el semen que estuviesen a su alcance me lo tragaba ante su mirada, devorando el exquisito elixir de su masculinidad.

─ Hay estás rellenad de mi leche…, saboréala, disfrútala como sé que te gusta.

Así quedo la puta de mi vecino… la puta mujer de mi vecino….

─ ¡Qué culazo que tienes…y te lo acabo de follar!

Terminó dándome un fuerte palmazo en el culo y dejando caer mis piernas hacia un costado se levantó. Quede exhausta sobre la cama, su última nalgada se notaba sobre mi trasero. Jadeante vi cómo se vestía. Junto a él la foto de mi matrimonio me recordaba que había sido humillada y abusada sobre la cama que compartía con Raúl. Ese asqueroso viejo me había hecho suya… a mí, la mujer de su odiado vecino. Y ahora se vestía para dejarme usada, vejada y bien follada, tal vez incluso PREÑADA, pero sobre todo dominada, me hizo lo que quiso y ahora se iba…, satisfecho con los huevos secos y el ego rebosante.

Recogió mis llaves de la casa, que estaban sobre el velador, miró la foto, la levantó para verla mejor, se giró para mirarme, y esa maldita mueca de placer volvió a aparcera en su cara. Tiro la foto junto a mí.

─ Nada me gustaría más que quedarme y ver la cara de tu marido al verte bañada en mi leche, como una perra deseosa llena de lujuria. Dijo el viejo guardándose las llaves… ─ Pero prefiero que por ahora no se entere…, ahora eres mía y pienso disfrutarte. Ya llegará el día que goce humillándolo, cuando tengas una gran panza con mi hijo dentro, y luego lo paras para que él lo mantenga.

Me senté sobre la cama y me cubrí con las sabanas. Se acercó y apoyándome un dedo en la barbilla levanto mi rostro para que lo mirara.

─ Me llevo las llaves, porque de ahora en adelante pienso entrar a esta casa cuando quiera, dijo con su voz carrasposa… ─ Volveré después de comer, quiero que te des un baño y me esperes en la cama…con tu ajuar de novia puesto ¿escuchaste? Se me quedó mirando, esperando una respuesta… ─ ¿escuchaste? volvió a preguntar.

─ Sí Don Víctor.

Se fue, salió del dormitorio y luego sentí la puerta de la calle cerrarse. Me llevé las manos a la cara y lloré de vergüenza, de rabia y de alegría, no lo sé, solo sé que lloré desnuda sobre la cama, sentía secarse el sudor sobre mi piel de tan ávida follada y continuaba derritiéndose el semen por mi raja vaginal… y mi ano ardía. Las lágrimas escapaban por entre mis dedos para mojar las sábanas que me cubrían. Me di una ducha, me dispuse a hacer mis maletas… eran las doce del mediodía. Por casa se suele comer como a las dos. Eso me daba dos horas para empacar he irme de allí. Llamaría a Raúl desde la casa de mis padres, para que me fuera a buscar allí, y nos iríamos lejos, sin explicación de por medio. Él lo haría por mí, él me amaba y se iría conmigo sin preguntar nada, en un gesto romántico propio de él.

Mientras empacaba encontré mi ajuar de novia, recordé las palabras de aquel viejo. Me calmé, mi apuro se había desvanecido…, mi total atención se fijó en las diminutas prendas blancas que cubrieron mi cuerpo en mi noche de bodas. Mis portaligas, mi sujetador de encaje y el pequeño broche de corales, se deslizaron por entre mis dedos, estaban suaves y recordé lo mucho que le gustaban a Raúl…, decía que me veía hermosa, que podía estar muy cansado, pero apenas lo sorprendía con esas prendas adornando mi cuerpo, no aguantaba las ganas de hacerme el amor.

Cuando me di cuenta ya las tenía puestas, estaba frente al espejo y me admiraba lo sensual que me veía…, mi pequeña cintura, abriéndose en unas preciosas caderas, daba el soporte a mis pequeños corales. Me di media la vuelta. El conjunto de ese tanga de hilo perdiéndose entre mis nalgas, con ese fino portaligas que rozando mi trasero se unían a mis ligas a medio muslo, me hacían ver increíble. Extrañaba que mi esposo nunca se hubiese detenido en verme y admirarme. Aquel sujetador de media copa juntaba mis gloriosos pechos generando una increíble vista del escote. Caminé mirándome al espejo, me sentía sensual, me sentía como una hembra excitante…y me gustó estar vestida cual si fuese una vestal romana, con la vagina repleta de esperma recién ordeñado a un macho superior.

Me acerque lentamente a la cama. Mientras cambiaba las sabanas, a mi mente llegaron las imágenes de aquel viejo haciéndome gozar como pocas veces he soñado que era tomadas…, ese viejo que compartía noche tras noche la cama con una vieja a la que fornicaba a pelo como lo hizo conmigo, como había gozado de mi cuerpo, un cuerpazo como él mismo lo llamo, un cuerpo joven y hermoso de los que seguramente ni en su juventud pudo gozar…, y yo…y yo lo había dejado, lo había dejado manosearme y luego penetrarme con la verga más fastuosa que una puta pueda necesitar…, era una perra…había sido su perra, su puta, solo porque me tomará, ese era mi precio, no pedía más, solo que me gozara regalándome su preciado néctar, su virilidad, su hombría… solo me sentía pagada por recibir en mi útero la esencia de la vida, la cual me donó en abundancia. SU FÉRTIL ESPERMA ESPESO.

Me metí entre las sabanas limpias, sentía mi ajuar apretando mi cuerpo…, me recosté de lado dándole la espalda a la entrada del dormitorio, y espere.

 

 

Recordé a Raúl, sabía que él no llegaría hasta las siete, él estaba trabajando y nunca sospecharía lo que su mujer estaba haciendo en su ausencia. De pronto sonó la cerradura de la puerta de entrada…, los pasos se dirigieron directamente a la habitación y luego junto a la cama, de un tirón la sábana que me cubría quedo a mis pies y un sonoro y burlón <<guaaau>>. Sentí el peso de otra persona en la cama y luego una áspera mano me tiro de la cintura.

─ ¡¡Ven para acá, mi princesa!!

No voy a entrar en detalles con respecto a lo que Don Víctor me hizo esa tarde. Me penetro, me insulto con nombre de PERRA Y PUTA…, me dio unas cuantas nalgadas…, e incluso me sodomizó, para luego terminar en mi vagina follándome a cuatro patas «Te voy hacer en tu vientre un hijo de puta» gimió cuando la metió a tope, noté sus gordos huevos pegados a mi vulva y su glande soltando chorros de leche que me llenaban de fértil semen en lo más íntimo de mi vagina profunda. Después me obligó a chupársela para dejarla bien aseada. Follamos durante cerca de una hora, mientras me manoseaba, insultaba y me palmeaba el trasero, hasta que acabó en mi esfínter y en mi boca otras dos chorreadas de leche… me obligo a tragar toda su lefa…, volví a portarme como una puta… me gustaba demasiado.

 


 

Los días pasaron y me convertí en una sumisa y obediente perra para el viejo, cada vez me gustaba más como me trataba… me hizo hacer muchas cosas que ni en mis peores sueños pensé que algún día me iba a ver obligada a hacer. Quizá otro día les cuente esas cosas sobre como follamos como conejos Don Víctor y yo, ahora debo arreglarme para cumplir con lo que me ordenó para hoy… ayer le conté la atracción que tuve hacia el operario vejete de las atracciones de feria del Parque Central, y de lo que despertó en mí «Debemos premiar a ese iluminado» fueron sus palabras.

Ese fin de semana mi cuñada nos endiñó a su hijo, para que practicáramos lo que era ser padres. Le propongo a mi esposo que saquemos al pequeño a la feria que habían instalado en el Parque Central… mi intención era matar dos pájaros de un tiro, o tres… entretener a mi sobrinito, mostrarme al viejo operario de la feria y cumplir con lo ordenado por mi nuevo macho…

Vamos con mi sobrinito a la feria, no sé cómo a la gente pueden gustarles estas diversiones cochambrosas. Polvo, ruido, olores de aceitazo, y sobre todo los operarios, con su aspecto desarrapado. Pero no hay manera, todas las criaturas se ven irremediablemente atraídas por las lucecitas cual polillas, y allí vamos ellas. Mi esposo y su sobrinito se han montado en unos cochecitos que dan vueltas, han tenido tiempos mejores estos cochecitos, pero al menos parecen poco peligrosos. Desde luego en absoluto le dejaría montarse en la rueda de Chicago, en esas barcas oscilantes, o en el gusano loco. A saber quién las ha montado, seguro que esos gañanes medio alcoholizados que pululan entre las atracciones.

Mientras mi sobrinito da vueltas y vueltas, el simple mi esposo le hace fotos y cucamonas, yo me entretengo horrorizada en el paisaje humano, muchachos y chicas adolescentes gastándose el dinero en tonterías, abuelos en pantalón corto intentando cumplir como abuelos, mujeres tetonas y sonrientes, que se han abandonado para dar toda su vida a sus maridos e hijos, que inefablemente repetirán el ciclo vital de la cochinilla. ¡¡Argg, un horror, no sé qué pintamos aquí entre toda esta chusma!! Con tanta gente tampoco localizo a mi operario vejete desarrapado que tan buenos piropos me echa.

Estoy deseando que mi sobrinito crezca para que empiece con el fútbol, la catequesis, y la escuela, así podrán formarse en un ambiente adecuado y correcto. Mira, ahí están los vecinos… Doña Raquel del brazo de su flamante esposo Don Víctor, a estos también los han arrastrado sus nietos a este muladar, aunque pienso que mi macho está más por la labor de controlar mis movimiento. Mi sobrinito pasa por mi lado, habrá que sonreír, je, je.

- Hola cariño, ¿Qué tal?

Ese operario como me mira, que descarado, así fue cuando llegó a pagar el derecho por el puesto con la influencia de la presidenta vecinal, yo estoy en el comité y casi me desnuda y me hace el amor con solo la mirada. Esto me pasa por ponerme esta camisa, es demasiado clara, y se me transparenta el sostén… estoy en un apuro si se me acerca a mí. No, esto me pasa por venir a este sitio con mi esposo.

- Nos vamos, que ya anochece, y tenéis que cenar. Bueno, dos vueltas más.

Con la noche, ya vienen personajes todavía más cetrinos y el olor a chorizo frito y hamburguesas Uranga, aún es mayor. Debería saber que este barrio la mayoría somos gente de orden, pero claro hay que contentar a todos, incluidos a los emigrantes y a sus hijos. Desde luego, que futuro nos espera. El operario se me ha acercado y de nuevo me ha dicho una grosería, algo sobre mi culo…<<Que no pase hambre y que él no se entere>> algo así, el ruido de la música machacona no me ha dejado oírlo bien…, esto es demasiado, y mientras mi marido haciendo el tonto con el sobrinito. Mejor, no puedo olvidar mi triple misión en esta feria.

Al no responderle el tío este se ha envalentonado, y me está rozando… noto su mano sobre mis nalgas, aprovechando que hay gente amontonada alrededor de la atracción, ¡Ay Dios! ¡Esto va acabar mal! Menos mal que mi sobrinito ya se ha bajado.

- Vamos, vámonos ya a casa, cariño… hemos tenido bastante por hoy.

Cuando estamos ya saliendo del descampado del Parque Central, donde están instaladas las atracciones, no puedo evitar girar la cabeza. Allí está el operario, mirándome fijamente, una mano puesta en el paquete y con la otra haciendo gestos de cómo se si se estuviera masturbando… se irá hacer una paja a mi salud cuando se vaya a descansar, de momento tiene feria hasta media noche…. Mi sobrinito y mi esposo ni se dan cuenta de que me he quedado algo retrasada, están entretenidos con unas repugnantes golosinas de azúcar y en que no se les escapen unos globos. Por un lado me he sentido humillada y excitada a la vez, pero un ligero escalofrío no del todo desagradable me ha recorrido el cuerpo como la primera vez que me dijo de comerme el coño como nadie. ¡Me encanta que me traten así!

He logrado bañar a mi sobrinito, su madre está una convención de vendedores, que es su trabajo y yo me encargo de cuidarlo cuando ocurre esto… el padre no existe. De cenar para qué hablar, ni lo hemos intentado, con todas las golosinas que han comido en la feria ya van servidos. Mi marido se ha puesto a leer un libro, el niño se ha ido a la cama tras el baño y yo he aprovechado que la bañera estaba medio llena para bañarme después de él y tomarme mi tiempo de relax, mi intimidad más absoluta.

He puesto abundantes bolitas de olor en el baño, quiero olvidar ese abominable hedor de la feria, tengo arena en los pies y estoy molida. Me voy relajando y vuelve a mí la imagen de ese tosco operario, atraído por mi figura. Me lo imagino en ese momento vendiendo entradas, apretando tornillos oxidados y entre dos casetas haciéndose una paja pensando en mis tetas. Casi lo puedo ver, su enorme verga machacada por sus manos hasta golpear con los puños las pelotas peludas que porta llenas de leche…, las mías al tiempo se van a la entrepierna, me empiezo a acariciar la raja, mis dedos van despertando mi sensibilidad clitoriana, mis pezones se ponen tiesos, cuanto le gustaría al tipejo ese verme así… me meto los dedos, cada vez van más rápidos, me froto la pepita salida sobre su gordo glande y me arrebato en un orgasmo feroz…. Tras correrme, me he quedado casi dormida en la bañera… el agua se ha quedado algo fría, salgo y me pongo una bata sin nada debajo, mi marido ahí está en el sillón, dormido con el libro en las manos… el desgraciado ha permitido a un viejo con un pollón descomunal, llenar de semen el coño de su esposa casi a diario durante toda la semana, ni siquiera se ha dado cuenta que olía a otro macho cuando regresaba del trabajo, o que mi coño ha estado todos los días lleno de lefa a rebosar, sin haberme follado él. El domingo se ha acabado, mañana será otro día.

Lunes, todo de nuevo en marcha, el niño al preescolar, mi marido a la oficina, y yo a hacer los numerosos recados que tengo que hacer, antes de ponerme a estudiar. Salgo en mi bicicleta a realizar mi recorrido por la carnicería y el mini supermercado.

He pasado cerca de la feria rumbo a la casa, está muerta, las atracciones despojadas de sus lucecillas y estrepitosas músicas parecen menos horribles, simplemente muestran lo que son, hierros y maderas viejas. No he podido por menos ir lentamente bordeando el Parque Central. He divisado a mi operario, la misma ropa, la misma cara mal afeitada, está desmontando una especie de andamiaje. Me ha visto, y sonríe, me señala su entrepierna. No aguanto más, voy a zanjar este asunto… es ahora o ya no será nunca. Aparco mi bicicleta, y con mis zapatos tenis recorro rápidamente la distancia hasta donde está ese viejo bruto. El operario se ha quedado un poco pasmado por mi iniciativa, no lo esperaba de una mujer tan atractiva que puede tener a cuantos hombres desee a sus pies. Este no sabe con quién se las gasta. Balbucea algo ininteligible como disculpándose, pero sus ojos están fijos en mis tetas…. No le doy opciones.

- Vamos cabrón, ¿Qué es lo que quieres… follarme? Pues vamos a follar, pero ya… hoy es tu día de suerte y te vas a hinchar a follarme.

El operario ha abierto su boca, hasta se le cae un poco de baba. Me ha gruñido que le siga, y yo le sigo. Alguna mujer de los operarios, sucia y desaliñada pasa a mi lado y me mira con sorna, pero calla prudente. Hemos entrado en una roulotte, la deben emplear varias personas, desordenada, sucia, huele a cerrado, ropas por el suelo, y las superficies de formica no han visto un estropajo hace tiempo…. En un colchón de espuma, verde, sin cubrir, ahí es donde este cabrón me va a follar. Me quito la falda negra, me dejo las medias puestas, cuando me voy a quitar las bragas, el operario que hasta ese momento estaba como parado me lo impide. Me mete la mano en la entrepierna y me aprieta fuerte la vulva… noto como un dedo entra en la vagina, y comprueba la humedad del coño. Me hace ponerme con el culo en pompa, me baja las bragas y mete su cara en mi trasero, su cara sin afeitar irrita mis muslos. Mi boca, mi nariz están enterradas en ese colchón sucio, que huele a tabaco y a cerveza. Lo más fuerte es el olor a semen… ¡A saber cuánta gente se habrá masturbado y corrido en este asqueroso lecho! ¡O a cuantas de esas operarias desarrapadas se han follado en este mugriento colchón! Noto que me humedezco de solo pensarlo. El viejo escuálido y fibroso operario, me come el culo con afición, su lengua pasa desde mi coño a mi ojete y me lo folla con la lengua ¡Joder, eso también me gusta mogollón!

Me he dado la vuelta y he buscado la verga del operario, este apenas ha logrado desabrocharse el pantalón y bajarse la cremallera, tienen que ser mis manos las que le saquen del encierro. El bulto es tremendo, así que me cuesta hacerme con el botín de ese pirata. No lleva calzoncillos y la polla tiesa sale como un resorte…casi me da en la cara. Es un cipote descomunal del que su dueño puede estar orgullos, y lo está. Le miro a los ojos y con la mirada me invita a que se la coma. En cero coma segundos, me he metido esa verga en la boca, una verga oscura, rodeada de pelos, que seguro que no está muy limpia, de hecho huele mucho a verga… a lefa seca. Retiro el prepucio y con mis finos dedos, casi pellizcando. Con mis dedos pulgar e índice envuelvo a modo de argolla su orondo glande y voy retirando el prepucio a la vez que de la base del glande arrastro los restos de secreciones blanquecinas que este guarro no se ha limpiado… deben ser secreciones de su excitación, porque huelen a testosterona. El operario me agarra de la cabeza y me hace tragarme de una puta vez su pollón encorvado y repleto de venas hinchadas.

Venga para adentro, me trago el mostrenco con sabor salado y ácido, mientras le sobo los cojones, que los tiene grandes y poco depilados, el hombre. Chupo y rechupo su glande, mi lengua contornea su visera con clavadas de la punta en el agüero de la uretra, me la como sin dejar de pajearle con una mano y sobarle los huevos rellenos de leche, con la otra. Le subo la verga y meto mi boca bajo ella para comerle los huevos, le miro y veo que le agrada mi iniciativa. Al rato de haberme comido uno a unos sus testículos, vuelvo haciéndole un reguero de saliva por todo el tronco hasta el capullo. Cuando ya me he hartado del sabor a verga rancia, me he quitado las bragas y me he puesto de nuevo como una perra, y le incitó a que me monte, muevo el culo lascivamente para los lados, y para adelante y atrás. El tipejo se ha despelotado, es feo, aunque viejo desarrapado con mala vida, no tiene tripa y no es peludo, pero sí muy fibroso… es lo que tiene trabajar mucho y comer poco… pero este viejo va a trabajarme bien y se ha hartado de comerme.

Sin más preámbulos se ha montado encima de mí, su verga no ha dudado por donde debe entrar, y se ha colado en mi vagina fácilmente sin necesidad de guiarla… por su dureza y por lo cedida que tengo la vagina con las folladas de Don Víctor de esta última semana. Con una mano me agarra por la cintura y con la otra me aprieta las tetas, noto las yemas de sus dedos huesudos a través de la tela de mi blusa, de la tela de mi caro sostén, mis pezones reaccionan, y a la vez percibo como su sable abre mis entrañas de una sola punzada al fondo uterino. El tío bombea a lo loco, los golpes de sus pelotas en mi coño son constantes… creo que se va a correr en seguida a este paso. Me dice farfullando algo, que si mi rico marido no me folla bien. <<Serás cretino>>, pienso mientras muevo mis caderas buscando su verga más dentro de mi vagina… <<mi marido folla mucho mejor que tú>>

La barra de carne dura de su verga se mueve rápida dentro de mi intimidad, noto como me llena expandiendo mis paredes vaginales, tocando con su capullo la pared vaginal. También noto su aliento a tabaco y a vino barato, esto aún me excita más. Lo abrazo pasando una mis manos a su omóplato y la otra al tenso culo, el cual noto como se endurece cada vez que empuja con fuerza hacia mi interior…, el viejo sabe follar, porque debe haber practicado bastante con todas esas zorras baratas del espectáculo ferial. Me está follando a pelo, y se va a dejar toda su leche en mi coño…. Ni siquiera lo había pensado hasta ese momento que comienzo a tener un orgasmo… mis dedos han ido solos a mi clítoris para complementar la follada que me están dando a todo galope. Le como la boca a ese bastardo y me estremezco en una convulsión espasmódica. Mi coño se cierra y abre con contracciones fuertes, logro que su verga se note mucho más atravesándome el coño de extremo a extremo… con ello agudizo su placer y le arrebato minutos de saca y mete al tener un coño más apretado al que follar. Comienza a dar golpes secos metiendo su verga desde mis labios vaginales al mismo cérvix, su respiración agitada vislumbra su inminente corrida… no le exhorto para que se corra fuera… ¡Quiero que me llene como a se correría dentro de una puta!

- ¡¡Vamos cabrón, córrete ya dentro de mi coño!! ¡¡A qué esperar para preñarme!!

Me mira directamente a los ojos, y sin perder la mirada, veo su rostro contraerse en el mismo instante que percibo el primer chorro de leche en mi útero. Me llena de alegría, de desazón, de incontinencia verbal azuzándolo a que drene todo su semen en mi coño. Al final se ha corrido bien, siento cada eyaculación potente estrellarse contra mis paredes vaginales… seguramente su esperma aun es lo suficientemente fértil como para preñar mi vientre, sin embargo el galope lo ha dejado completamente derrengado. Miro y el viejo pollón se ha deshinchado y no creo que lo pueda revivir…, se ha tumbado en el sucio catre, con la verga flácida, quiere darme por el culo, y yo le dejaría, pero su verga no se le pone tiesa, para eso debería haber tomado la pastilla azul milagrosa, que Don Víctor ingiere antes de ir a follarme. Me da pena que tras tanto esfuerzo y probablemente nunca más tenga la oportunidad de follarse a una hembra tan buena como yo, que no goce un poco más…. Al igual que él me regaló una fichas más para mi sobrinito, yo me he masturbado abriendo bien las piernas delante de él, me he quitado la blusa y el sujetador, para que me tocase las tetas, a ver si se animaba, pero ni la visión de mi vulva abierta con mi gran clítoris despejado frotándomelo y corriéndome, lo ha logrado, ni mostrando mis dedos empapados en mis flujos gelatinosos mezclados con el gran contingente de su semen.

Cuando ya me he corrido, me he chupado los dedos impregnados de nuestros fluidos, me he recogido todo lo que supuraba de mi coño y me lo tragado… luego me he puesto las bragas y el resto de la ropa. Tengo prisa, hay que recoger a mi sobrinito y a este viejo operario ya no se le ha vuelto a empalmar la polla…, quería que me volviera a folla pero nada, no se la pongo dura con nada. El trabajo que le hice con mi vagina a su verga lo dejó exhausto y seco… su polla no es capaz de bombear sangre para endurecerla, no sabía con quién estaba tratando, no obstante no resultó tan malo para follarme al operario… y me llevo un recuerdo del tipo recostado mirándome con la polla lánguida, para Don Víctor.

Mi sobrinito ha insistido, quiere montar de nuevo en los cochecitos, mi esposo ha venido pronto del trabajo, allí vamos de nuevo la feliz familia… esa vez con su madre que ya vino de su convención de vendedores de Termomix, yo tengo una y me va de maravilla…mi esposo hace la mejor comida de casa, tal vez lo único que sabe hacerme bien con la ayuda del robot de cocina que le ha regalado su hermana. Me han vuelto a convencer, diciéndome que es el último día que están los operarios de feria, de hecho ya hay muchas atracciones que están recogidas. En la destartalada taquilla de los cochecitos esta mi viejo operario fornicador…, le compro cinco viajes, él ya no me mira con esa cara de obseso, de hecho ni me mira demasiado a los ojos, ni siquiera se atreve a levantar la cabeza unos segundos, me regala unos viajes más, me mira por fin y le agradezco con la mirada el detalle… le guiño un ojo de complicidad, al fin y al cabo hemos tenido algo muy íntimo…, aun sus espermatozoides son los últimos que han entrado en mi útero en esas ocho horas, su lefa está todavía fresca en mi vagina. Contoneando el culo me vuelvo con  mi familia y le doy a mi sobrinito una ficha, las demás a su madre y les hago subir en el coche de bomberos, su madre se sube con él, mi esposo no deja de hacer su reportaje fotográfico…

- ¡Tocad, tocad la campanita al pasar!

Ajeno a toda la doble vida sexual que tiene su esposa, mi marido continúa siendo el mismo conmigo con su trabajo que le apasiona y le roba casi todas sus horas del día, llega cansado y solo cumple los fines de semana con uno o dos polvos de compromiso… “Sábado, sabadete, camisa nueva y polvete”. Como se puede comprender, a mí me fastidiaba mucho que no fuera mi esposo el responsable de mi satisfacción sexual, y deje a cargo de ello al viejo Don Víctor o algún viejo feriante, aunque visto de manera global, poseía cuanto una mujer necesitaba… el amor, el dinero, la salud y la plena satisfacción sexual. Pero ya se sabe que de tanto ir el cántaro a la fuente, este se rompe, o en mi caso se llenó. 

 

 

Pasaba algo más de tres semanas desde aquella primera que todo empezó con mi viejo vecino y luego con aquel polvo del fin de semana con el viejo operario de la feria, esa semana acabé llena de espeso esperma a diario, y en cantidades ingentes, justo cuando me encontraba en plena ovulación, de tal modo que llevo un par de días que me empezado a sentir mal, con náuseas mañaneras y el queso no lo puedo oler. Esta misma mañana me han dado los resultados en la clínica, y mi ginecólogo ha confirmado que estoy preñada de tres semanas, lo más probable de Don Víctor, pero no podemos descartar al feriante…él también dejó su impronta seminal en mi útero…, a Raúl le ha emocionado saberlo. ES UN CORNUDO ENCANTADOR, y será un padre modélico para todos mis hijos, porque estoy segura que continuaré pariendo más hijos de mi esposo, si continuamos viviendo en este barrio, teniendo como vecinos a Doña Raquel y Don Víctor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más populares de la semana