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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Génesis

 


 

Es un proceso responsable de la reproducción biológica de la sociedad, la fertilidad “es la máxima expresión de la lucha de los grupos humanos por perdurar en el tiempo” y la fecundidad el hecho de hacerlo efectivo.

 

En el Génesis, la parte de la Biblia que describe la creación del mundo y el surgimiento del ser humano, se narra cómo Adán y Eva fueron las primeras personas que habitaron el mundo. Tras haber probado la manzana del árbol del conocimiento, fueron expulsados del Jardín del Edén, condenados a vagar por la Tierra y poblarla con su descendencia. Lo que no está tan claro en la Biblia, ni en ningún otro texto es cuántos vástagos tuvo la primera pareja que existió y, aunque existen distintas versiones y teorías, parece haber indicios suficientes para aclarar el misterio.

La versión más conocida y común es que Adán y Eva tuvieron en primer lugar a Caín y Abel, los famosos hermanos que terminarían enfrentándose en un combate fratricida. Si nos atenemos a lo que dice el Génesis, la pareja expulsada del Edén concibió como mínimo a otro retoño… “Adán se unión a su mujer, y ella tuvo un hijo, al que puso el nombre de Set, diciendo: Dios me dio otro descendiente en lugar de Abel, porque Caín lo mató”. Sin embargo, en el libro de los Jubileos (que no es considerado canónico) se habla de nueve hijos entre los que habría varias mujeres como Awa y Azura.

En otro fragmento se cuenta que… “Después de que nació Set, Adán vivió 800 años hasta los 930 y tuvo hijos e hijas”. Con esta frase se refuerza la idea de Adán como padre de todos los hombres sin llegar a entrar en detalles pero dejando claro que el número de hijos e hijas fue muy alto. Por otro lado, hemos de pensar que todos esos hijos siguieron teniendo descendencia (como es el caso de Caín y su hijo Henoc) que procedería obligatoriamente, de sus propias hermanas o sobrinas. Esta idea no resulta tan extraña si se tiene en cuenta que el incesto y las relaciones entre familiares fueron una práctica común en la antigüedad, algo natural y necesario que reforzaba los vínculos de sangre dentro de la familia y la tribu colaborando en una mayor cantidad de manos.

El Génesis, libro donde se incluye esta historia, fue escrito aproximadamente en el siglo VI A.C., coincidiendo con el exilio post-babilónico de los judíos. Desde un punto de vista histórico y científico, se debe considerar como una especie de parábola escrita con el fin de educar a la población y plasmar unos valores o comportamientos concretos más que con una crónica fidedigna. La historia de Adán y Eva y sus descendientes trata precisamente de reflejar la relación entre Dios y el hombre en todos sus aspectos, tanto buenos como malos y que sería utilizado tanto por los judíos como, más tarde, por los cristianos y musulmanes.

A lo largo de los siglos, numerosos estudiosos de todos los campos han decidido centrar su trabajo en las figuras de Adán y Eva y, especialmente, en el aspecto de su descendencia. Sin embargo, cada uno de ellos parece decidirse por fuentes o interpretaciones distintas que hacen que el número de descendientes varíe en cada caso. Otros, por su parte, prefieren conceder al relato un simbolismo puro respetando la decisión de los escritores del Génesis para mantener esa información oculta, no siendo un hecho histórico ni real.

EL AMOR DE UN PADRE

Sinceramente, que estúpida e ignorante es la gente que se espanta y se escandaliza por leer historias de incestos. Si les molesta, ¿para qué las leen? ¿Para qué abren estas páginas? Cuando en la misma biblia menciona que hubo incestos bajo la mirada y permiso de Dios o ¿Cómo creen que se pobló la tierra según la biblia cuando expulsaron a Adán y a Eva del paraíso? ¿No hubo incesto entre los hijos de Adán y Eva, entre Caín y su hermana? ¿Y entre los hijos de estos? ¿Y entre los hijos de los hijos de estos?

Otro incesto fue entre Lot y sus hijas, cuando según pensaron que ya no había hombres con los cuales pudieran darle descendientes a su padre. En ese tiempo, recuerden, eran clanes y el principal interesado en tener descendientes era el padre ¿o qué? ¿Se libera de toda culpa a Lot por ser este sobrino de Abraham?

Cuando Lot estaba ofreciendo a sus hijas que eran vírgenes y que estaban comprometidas, al pueblo entero para que hicieran con ellas lo que quisieran, solo por proteger a los Ángeles que estaban dentro de su casa y que el pueblo quería abusar de ellos ¿Esto es normal, que un padre ofrezca a sus hijas vírgenes para ser violadas por todo un pueblo? Luego los Ángeles le dijeron a Lot que se fuera de Sodoma porque sería destruida por Dios, sus fututos yernos no se quisieron ir porque decían que estaba loco, así que los Ángeles sacaron a Lot, a su esposa y a sus hijas, con la orden que no miraran atrás, la esposa desobedeció y se convirtió en estatua de sal.

El recién enviudado Lot se instaló en una cueva con sus hijas. Ambas, al verse solas y creyendo que eran las únicas que quedaban en el mundo, decidieron emborrachar a su padre, tener relaciones con el ebrio anciano para poder tener hijos.

"Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña: "Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Vamos a propinarle vino también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro padre descendencia".

─ Génesis 19:34.


"Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre. La mayor dio a luz un hijo, ye le llamó Moab: es el padre de los actuales moabitas. La pequeña también dio a luz un hijo, ye le llamó Ben Ammí: es el padre de los actuales ammonitas".

─ Génesis, 19:36-38.

La biblia trata de liberar de culpa a Lot, pero en realidad sí estaba consciente de lo que estaba sucediendo. Recuerden que era una obligación  tener descendientes para conservar la línea de sangre de los elegidos de Dios. Aparte de que en ese tiempo se daban en matrimonio a las hijas desde muy pequeñas, incluso eran vendidas según la biblia ¿O no han visto las películas de Ben Hur? O ¿Quo Vadis? O ¿rey de reyes? Por favor, infórmense antes de escandalizarse y condenar, ¿O creen que en ese entonces y hasta la actualidad no hay incesto entre la sagrada línea de sangre?

Un padre se preocupa por que sus hijas no sufran y porque conozcan el verdadero amor y la pureza de este. A comparación de todos aquellos SACERDOTES QUE “VIOLAN Y ABUSAN DE NIÑOS” bajo el engaño que es la voluntad de Dios y que de no obedecer, se condenaran en el infierno. Condénenlos a ellos que se protegen bajo el poder de la iglesia y que siguen y siguen cometiendo barbaridades y enriqueciéndose acosta de los creyentes.

Creo en Dios y les doy gracias a todos aquellos que me han enviado sus “buenos deseos” “lo que para mí deseen, que Dios se los multiplique”. Cuando en realidad son frustraciones de quien posee una verga de apenas de 5 cm ya erecta, o han de ser mujeres frígidas que con ningún hombre han podido ser felices. Policías, sacerdotes, frígidas y frustrados, ya no sufran, no lean estas páginas. Solo son puros amargados, impotentes, hipócritas, ignorantes, huérfanos de cariño y de amor. Yo doy amor, cariño y protección, doy un hogar estable y a quienes me lo piden, también les ayudo con sus estudios y les protejo, además de incitar al amor familiar. Solo Dios todo poderoso me ha de juzgar, no la sociedad, esa no es Dios.

Independientemente de las creencias evolucionistas o creadoras, está claro que se debe dar como funcional e institucionalizada la práctica del incesto desde los albores de la humanidad, siendo muy común y admitido tener relaciones con el único fin de procrear el máximo de individuos que ayudase a desarrollar a una sociedad paupérrima. No es extraño que hubiese la fornicación entre Madres e hijos, Padres e hijas o entre hermanos, con la frecuencia e intensidad que procreaban los progenitores. Si ya lo muestra el Génesis en sus escritos sagrados, por qué ocultarlo en la sociedad de hoy en día… amar y dar placer a tus familiares más queridos, es un gesto de AMOR SUPREMO.




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Primer y Último Amor

 


Nunca imaginé que aquella mañana de enero mi vida tendría tal vuelco, que hasta el momento no he podido asimilar todo lo que me ha pasado estos años. Se veía más hermosa, su cara tenía un brillo especial, su voz el tono más sensual que habían escuchados mis oídos. Con sus manos abrazando su vientre pronunció el enigma que cambió mi vida para siempre…

-      Gracias por permitirme experimentar el verdadero amor contigo. Gracias por entregarme tu esencia para que podamos embarcarnos juntos en este viaje que cambia la vida. Gracias por mantener la calma y poner todos los horarios de las citas importantes en mi calendario. Gracias por vetar mi elección de pintura verde lima para la habitación que hemos acondicionado. Gracias por seguirme en mis estúpidas preguntas sobre nosotros…Gracias por permitirme ser yo misma. Gracias por ser tú. ¡¡GRACIAS POR AYUDARME A SER MADRE UNA VEZ MÁS!!

Mi relato quizás busque una catarsis que puede amilanar un poco lo que mi consciencia a veces me recuerda. Provengo de una familia de clase media…, mi padre un ingeniero de caminos y mi madre una arquitecta de cierta notabilidad en mi ciudad. Tengo un hermanastro de cinco años de mi padre, que vive y trabaja en Canadá.

 

Aunque sé que el matrimonio de mis padres siempre estuvo signado por la rutina o la desgana de mi madre, y las continuas aventuras de mi padre, a quien no justifico, no pensé que la separación fuera tan inminente. Vivimos en una ciudad muy calurosa durante todo el año, puesto que el trabajo en la multinacional constructora de mi padre queda a dos horas de donde residimos. Un mes antes, al regresar de la facultad donde estudió el posgrado para ser doctor en ingeniería naval, me sorprendió encontrar a mi madre en casa, bastante descompuesta, con una vaso de pacharán en las manos, algo inusual puesto que eran apenas las cinco de la tarde. La saludé como acostumbraba con un beso en la frente, y me dirigí a mi cuarto para tomar una ducha, vestir algo cómodo, comer y pegarme de mi ordenador para continuar con mi trabajo.

Al bajar a la cocina, ella, un poco turbada por el licor, estalló en un llanto que me angustió. La abracé y le pedí que me contara que pasaba. Me comentó que mi padre había tomado la determinación de irse definitivamente de la casa y aunque la verdad que él permanecía casi toda la semana fuera, ahora quería iniciar los trámites del divorcio. Para ser sinceros esta noticia no me afectó, puesto que era preferible que todo acabara en buenos términos y no tener que vivir el infierno de dos seres que apenas si se dirigían la palabra en casa. Para rematar mi madre me dijo que debíamos mudarnos de apartamento, puesto que mi padre había decidido venderlo ante una oferta que era buena…era suyo en propiedad desde que era soltero y lo podía  hacer sin más, eso le facilitaba que ella pudiera tomar su parte en los bienes que le correspondían. Conclusión…, a comenzar a empaquetar y prepararme para la mudanza, lo cual ocurrió un mes después.

Mi madre había comprado un apartamento en las afueras de la ciudad, en un proyecto inmobiliario para el que trabajaba. Ante la premura debimos ocuparlo sin los acabados necesarios, es decir sin puertas interiores y otras cosas, ya que ella que es en extremo cuidadosa, prefería elegir bien todos los interiores para hacer de éste sitio algo acogedor a su entero gusto. A mí, la verdad me importaba un carajo todo. El apartamento era realmente pequeño, con dos cuartos, un estudio y un área de servicio. Sin embargo la vista era preciosa puesto que ocupábamos el piso décimo segundo. El cuarto de mi madre tenía su baño privado y yo decidí que como nadie nos visitaba, el baño de invitados sería mío. De lo único que nos ocupamos fue de comprar unas cortinas provisionales para evitar que los vecinos de los apartamentos vecinos pudieran espiarnos, sobre todo a mi madre.

Nos instalamos en nuestro nuevo hogar, y ese evento de la mudanza despertó entre nosotros algo desconocido…, un afecto increíble que nos hizo demasiado bien a los dos. Bromeaba permanentemente con ella, le daba abrazos fuertes para levantarle la moral y le preparaba un chupito por la tarde cuando regresaba de su oficina. Aparte de eso tuvimos que seleccionar muchas cosas que no usaríamos para regalarlas, debido a lo reducido del espacio de 60 metros cuadrados.

Desechamos algunos muebles, utensilios y otras cosas las llevó papá a su nueva casa. Mi madre entonces se dio cuenta que su guardarropa debería sufrir un recorte muy grande y sentados en su cama, comenzamos a escoger entre los dos, que cosas no usaría más. Al observar varios de sus trajes, descubrí que muchos de ellos jamás se los había puesto, por lo que ella decidió colocárselos para que yo pudiera opinar si los guardaba o no. Los mostraba con cierta coquetería al tiempo que se colocaba unas zapatillas abiertas de tacón bastante elevado, lo cual resaltaba mucho más lo gracioso y voluptuoso de su figura. Yo la observaba atento, pero de un momento para otro, la sensación de admiración y respeto hacia esa mujer, fue diluyéndose y transformándose en una extraña mezcla de curiosidad por descubrir más de esa piel que por momentos ella me permitía apreciar, al tirar un vestido y ponerse otro, quedando en sostén y bragas, que por cierto eran bastante diminutas. No solo era en lo que me fijaba, su piel tersa y libre de imperfecciones, y unas carnes firmes y cada una en su sitio… ¡¡Joder mi madre estaba muy buena!!

De todas maneras y dado que muchos de los trajes le quedaban bastante ajustados le pedí que los guardara puesto que en realidad se le veían bien, porque en realidad se notaba extremadamente sugerente por el tamaño de sus anchas caderas y respingonas nalgas. Convivir en esas circunstancias dio origen a lo que se convirtió, no en una estrecha relación filial, sino en una indefinida y tácita relación de macho y hembra, y ese es el motivo que me lleva al relato…

Esa mañana de enero de la que hablaba, nuestras vidas cambiaron para siempre.

Resulta que Alba, que es el nombre de mi madre y como la llamo desde niño, había olvidado su toalla de baño y me pidió que por favor la alcanzara una. Entré desprevenido a su cuarto y como la ducha era de paneles acrílicos transparentes, sin querer la observé como Dios la trajo al mundo. Desde muy niño la había visto en paños menores pero nunca reparé en ella como hasta el día que se probó sus vestidos y más en ese momento. Ella sin darle importancia a mi presencia, tomó la toalla y comenzó a secarse. Salí del cuarto con la impronta de su total desnudez martirizándome… quemándome las entrañas y para qué negarlo, con una inquietud que terminó en una maldita erección como pocas veces tuve en la vida. Haberla visto así, en la plenitud de su piel blanca y sus cabellos húmedos surcándole los hombros, su pubis ligeramente rasurado, enmarcando ese triángulo surcado en medio de sus muslos, era algo para lo que no estaba preparado.

Decidí entonces regresar a contemplar ese precioso espectáculo, y cuidando de que no se percatara, pude verla de espaldas a través del espejo de su tocador. Era preciosa. Me impactó la forma de sus nalgas redondas y provocativas, así como sus piernas contorneadas muy proporcionadas. Mientras esparcía la crema por su cuerpo. Mi polla comenzó a crecer exigiéndome ese monumental pajazo que me hice inmediatamente en la ducha. Ese día no pude apartar su imagen de mi cabeza, y lo único que deseaba era regresar a casa para poder verla de nuevo, al salir de su baño. Sabía que era mi madre, y era consciente de que estaba a las puertas del incesto, pero nada me importaba como no fuera disfrutar su belleza.

 


 

Sin embargo a pesar de la convivencia permanente, solo hasta ese momento pude comprobar que, si bien ella despertaba en mí ciertas emociones inexplicables, lo cual en un principio atribuí a nuestra relación filial, no estaba exento de experimentar esas mariposas en el estómago cuando ella, dedicando toda su ternura, jugaba conmigo en la cama, por lo cual la imagen de su desnudez no me era extraña, pero si fue lastrando una curiosidad mucho más allá de lo que supuestamente me era permitido. De todas maneras dada la presencia de mi padre en casa, cualquier inquietud quedaba de lado, puesto que inconscientemente la imagen de otro macho apaciguaría en mí, cualquier deseo hacia ella. Por eso a partir del momento en que vivimos juntos, las cosas dieron un giro de ciento ochenta grados y el volcán del deseo, hasta entonces dormido, despertó con toda la furia al tener tan cerca su precioso cuerpo y poder observarlo furtivamente, tal como Dios la trajo al mundo sin ningún pudor por su parte, dado que la familiaridad acotaría todo deseo.

Los días siguientes fueron un tormento cada vez mayor. Comencé a madrugar para poder espiarla a las 6:30. Me encantaba mirar cómo se jabonaba en un ritual más de complacencia que de higiene. Tomaba la afeitadora y procedía a rasurar la entrepierna de su vello púbico, dejando intactos los de la línea que alargaba sus labios en una pequeña área de su monte de venus…. Era lo más cercano al cielo que tuve en mi vida observando al ángel caído del mismo. Queriendo no perder un solo detalle en lo sucesivo, había cambiado el sitio de su cama y su tocador, para que pudiera verla tranquilamente por el espejo, que además reflejaba la ducha también. Aunque nada podía compensar la magnitud de su desnudez, comencé a experimentar unos estados de ánimo que no conocía, y que oscilaban entre la euforia y la depresión, tras haberme masturbado pensando en ella. No sé si notó estos cambios pero de un momento, comenzó a hacerme ciertas preguntas acerca de mi sexualidad, que no eran frecuentes.

Le comenté acerca de un par de nenas, hijas de amigos de la familia, con quienes tuve sexo pero la verdad que todo fue muy insulso. Ella fingidamente sonreía con mis comentarios, y en un momento me dijo que cuál era el tipo de belleza que me hacía perder la cabeza. Por poco le respondo que precisamente era ella, pero de todas maneras si le dije que quizás por ser su hijo, me hubiera encantado una mujer de su porte, su figura y su color de piel. Se rio demasiado y queriendo bromear conmigo me dijo que podríamos ser novios pero platónicos, ya que era mi madre. Yo me reí mucho también y le dije que aceptaba encantado, pero que si podría invitarla a salir al cine, y por qué no acompañarla a tomar unas copas por ahí. Queriendo sellar nuestro pacto de esa conversación aparentemente inocente, la abracé con fuerza y le di un sonoro beso en su mejilla, pero al tratar de zafarse de mis brazos, su boca rozó la mía y fue inevitable que nuestros labios tuvieran ese contacto que ninguno deseo evitar…. Nos miramos a los ojos sorprendidos pero queriendo sortear reacciones de su parte, le pedí disculpas…

-      No es culpa tuya, cariño… me he movido al estar jugando contigo, y por eso te besado la boca, que además es muy bonita…

Me miró extrañada, pero no demostró disgusto para nada, por lo contrario creo que ella esperaba, que por las circunstancias algo pasara entre nosotros a pesar de la maldita prohibición que la sociedad nos imponía por ser madre e hijo. Seguimos conversando banalidades, y ante la inminencia de un fin de semana para nosotros dos solos, decidí irme a mi cuarto a terminar una investigación pendiente para el día siguiente viernes.

Sé que muchas cosas pudieron pasar por nuestras cabezas a partir de ese día. Y estoy seguro que muchas veces que Alba se detuvo en mi ducha para comentarme algo, y no en otro momento, era inevitablemente para observar mi cuerpo desnudo. Tengo 1.78 de estatura, soy delgado bien esculpido aunque no atlético y sin presumir creo que mi miembro viril es algo más grande de lo normal para la media… rondando los 17 centímetros en plena erección, aunque con una anchura importante, que la hace aparentar mucho más corta de lo que es… se parece mucho a un “boad” australiano, con un cuerpo muy grueso y una punta afilada idónea para producir penetraciones suaves y la anchura del tronco, expansiones bien grandes en la boca del coño, como a todas las mujeres les gusta, creo que ahí está mi gran éxito en mi sexo. No obstante el conjunto de mis genitales no sería completo sin mis más que destacables testículos, unos huevos bastante grandes de escroto alargado, que denotan a la vista ser dos bolas pesadas.

A mi madre no se le pasó desapercibida mi dotación, de ahí que se regocijara su vista en mi desnudo. Alba, tampoco está mal estructurada, de medidas proporcionadas con 1.68 de estatura, unas caderas de unos 95 centímetros, 85C de sostén, y unas piernas bastante largas, las cuales se enmarcan de manera deliciosa cuando usa ciertas prendas ajustadas, como faldas o jeans, hace de ella una mujer estilizada y muy, muy atractiva. Sé que ella se molesta con unos kilos de más que suele coger en invierno, pero yo solo los veo donde deben estar… justamente en el tamaño de sus tetas deliciosas. A pesar de haber parido dos hijos su vientre es bastante alineado, aunque de hecho si se le notan un principio de estrías que se trata con crema, pero no son casi apreciable y mucho menos desagradables… para tener 46 años está para mojar pan…. Es más, creo que es el prototipo de la mujer que sin ser voluptuosa, exuberante, posee formas que llaman la atención a todos, menos al cabrón de mi padre cuya afición por las putas, hizo que mi madre terminara cogiéndole fastidio, y era apenas natural que así ocurriera, puesto que mi madre, al único hombre que tuvo en su vida fue a mi padre, alguien que no se distinguía precisamente por su fidelidad, ni por su delicadeza y atención a su esposa en la cama. Por eso hoy en día entiendo que la frigidez de mamá se debió al maltrato sexual que sufrió en su matrimonio e incomprensión de un hombre como mi padre, acostumbrado a tratarse con prostitutas a las que poder meterle todo su pollón, y cuyas actitudes debieron afectar demasiado a una mujer bisoña como mi madre.

A partir de esas conversaciones tuve dificultades para conciliar el sueño. Elucubraba mil fantasías, pensando en ella, a su lado, besándola, acariciándola y olvidando por completo lo que nos unía. Alba se convirtió en mi obsesión, en el único motivo para ser feliz…, percibía en mí ser estar absolutamente enamorado de ella, de sus ojos cafés, de sus cabellos castaños, de sus manos delicadas y de la locura de su cuerpo hecho deseo para mí. Pienso que cambié demasiado a partir de entonces, ella lo notó y me lo hizo saber.

Era extraño que quisiera estar ayudándole en las labores de la casa y ofreciéndome para hacer lo que fuera con tal de estar a su lado. Para acabar de dañarme la mente, ella permanecía en casa con unos pequeños pantaloncitos de tela muy liviana que se partían en medio de su vulva carnosa de raja profunda, y entraban ligeramente en medio de su precioso culo. Usaba unos tops que me dejaban observar su vientre hermoso con ese ombligo profundo que no tardaría en chupar hasta enloquecerme. Calzaba unas sandalias que le iban perfectas a la belleza de sus pies largos, delgados y con unos dedos divinamente arreglados y sus uñas pintadas de varios colores nacarados. Y esa parte de su cuerpo despertó en mí, un fetichismo que me trajo toda la complacencia, sobre todo cuando ella al regresar de su trabajo, se descalzaba y sentándose en el sofá procedía a masajearlos, puesto que la altura de sus tacones se le cargaba un poco los gemelos.

Una tarde cualquiera le pedí que me dejara darle su masaje, a lo cual no se rehusó, y desde entonces es una costumbre que retomamos cada día como protocolo ordinario. Tomé un poco de crema en mis manos y procedí a esparcirla por sus plantas, dedos y tobillos, acariciándolos suavemente, y tratando de disimular la excitación que me producía el contacto de sus delicados pies. La primera vez comprobé como el contacto de mis manos le causaba una sensación de placer que tampoco pudo ocultar con unos leves gemidos, que bien podrían asociarse a un suave orgasmo, puesto que su respiración se notaba agitada. Había vestido un camisón largo de tela vaporosa en algodón, que le llegaba hasta las rodillas, por lo cual le pedí que se recostara en el sofá totalmente, mientras yo desde la esquina opuesta continuaba con mi labor supuestamente para desestresarla.

Estuve frotando sus pies por lo menos una media hora, y poco a poco fui subiendo mis manos hasta la altura de sus pantorrillas, y sin poder evitarlo al encoger sus piernas dejó ante mis ojos toda la belleza del interior de sus muslos y ropa interior, por lo que ella procedió a simular cubrir su intimidad descubriendo un poco más sus muslos, algo que me dejó atónito, puesto que la orografía  de éstos y su tersura en la cara interna de sus piernas, eran algo demasiado provocativo para todo lo que se fraguaba en mi mente, al verla con toda la lascivia y falta de pudor ante su hijo.

Esas supuestas atenciones se repitieron los días siguientes, como ya dije, a modo de protocolo diario, en un contubernio en el cual ella disfrutaba mis caricias, mientras yo aumentaba el deseo por tenerla conmigo. En esa actitud en la cual la suavidad de sus pies, la belleza indescriptible de estos y el espectáculo de sus piernas hacían que una vez acabara, buscara cualquier pretexto para masturbarme en su nombre. Una tarde no resistí y viéndola ligeramente adormecida, tras la total absorción de la crema en la piel de sus pies, los acerqué a mi boca, pasando mi lengua suavemente por su empeine y sus plantas, chupándole los dedos imperceptiblemente, ante lo cual Alba retorciéndose me miró con una preciosa sonrisa…

-      Este tipo de caricias jamás me las habían dado… son de lo más agradable sentirla, hijo... ¡Me están produciendo cosas raras! ¿Me entiendes, verdad?

No dije nada, y continué con mi labor, mordí suavemente sus deditos, diciéndole que eso no tenía nada de malo, porque en los pies se unen todas las terminaciones nerviosas del cuerpo, de ahí que la medicina china use la acupuntura en los pies para curar muchas dolencias del resto del cuerpo. No respondió nada, pero su turbación era evidente, así que decidimos dar por terminado el masaje.

De un momento para otro comenzó a usar ciertas prendas para dormir que dejaban muy poco para mi imaginación. Vestía unos camisones semi transparentes de color negro y rojo cuyo tejido me permitía apreciar totalmente la dimensión de sus tetas y sus grandes pezones, así como también el tamaño de sus pequeñas prendas interiores, que entrando en medio de sus nalgas daban toda la libertad para que estas armónicamente se mecieran cuando caminaba. Sé que en cada una de sus actitudes había una cierta coquetería o desafío, y pienso que encararme de esa manera tan  seductora su sexapil, perseguía que se me quitara la bobada con respecto a ella, y me acostumbrara a verla natural como mi madre… con la que convivía en plena confianza e intimidad familiar, donde nuestros cuerpos no debía tener un ápice de misterio, o bien a acabar de generar ese clima de morbo infinito en el cual convivíamos para llegar más lejos de lo que una madre debe estar con su hijo. Para bien o para mal ocurrió esto último y la tentación de estar solos, de vivir en esa intimidad peligrosa habló más alto. Nunca olvidemos que somos animales con instinto de procreación.

Sin poder evitarlo comencé a buscar un contacto cada vez más cercano, abrazándola por el menor motivo o sin él, solo por el hecho de estar juntos, pegados en contacto con su piel, olor y candor. Así que, queriendo apartar cualquier prevención de su parte, comencé a jugar con sus cabellos, a cargarla a pesar de sus 65 kilos de carne deliciosa, y a llevarle el zumo de naranja a su cama en las mañanas de los fines de semana. Cuando entraba a su cuarto, me sentaba en su cama y le estampaba un beso en su mejilla que a poco ella se me ponía de frente y me daba sus labios, mientras mis dedos iban acariciando sus cabellos… nos empezamos a atrever a darnos unos picos sin lengua, a la par que la despertaba con frases melosas. Notaba su esplendor al recibirme, porque necesitaba en su más íntimo subconsciente, tener las atenciones de un hombre.

Y yo quería convertirme en el macho que nunca tuvo, en ese hombre tierno, atento, detallista, que la consintiera y la hiciera sentirse la nena que nunca pudo ser por no tener un hombre adecuado a su altura de mujer y hembra. La cercanía de nuestros cuerpos era cada vez menos inocente, y yo en casa dejé de usar pantalones tupidos, para colocarme únicamente un short que le permitiría dimensionar y sentir en su piel el tamaño de mi polla. Cuando la abrazaba al comienzo evitaba que mis paquete entrara en contacto con su cuerpo, pero decidí que era preciso que tomara la iniciativa y empecé a juntarme más al suyo, especialmente a su culo, abrazándola con fuerza, pasando mis manos por su talle y acercando mis labios a su cuello y oreja, le mordía el lóbulo y ella se dejaba hacer por mi boca, cuya cercanía le producía una sensación inocultable que se expresaba a través de lo erizado de los preciosos vellos de sus brazos. Solo faltaba un pretexto para terminar amándonos como hasta ahora lo hacemos…, mientras yo imagina su coño mojado por el acto.

No había pasado un mes cuando llegaron las puertas interiores y ella contrario a lo que pensaba, las dejaron colocadas, pero nunca se llegaron a cerrar no a poner pestillos que impidieran que se abriesen en cualquier momento, en verdad ya no necesitábamos tener espacios acotados. Eso me confirmó que ambos podríamos continuar con nuestros deseos de espiarnos mutuamente, y que ella sabía que yo vivía pendiente de sus entradas a la ducha para darme el espectáculo de su piel de marfil, acariciándose con el jabón y reprimiendo el deseo insoportable que sentíamos y que estaba a punto de enloquecernos…, el mismo modo que ella pululaba libremente en mis estancias cuando me encontraba en mis actividades íntimas, porque sin duda ella también gozaba con mi desnudez…. Era hembra antes que mujer y madre, por lo que una presencia fálica le sugestionaba tanto como a mí la voluptuosidad de su feminidad.

 

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Un viernes en la noche tuve que ir a un compromiso en la facultad con los catedráticos que realizaban la tutoría de mi tesis doctoral. Cuando regresé estaba muy cambiada y de un pésimo humor. Vestía con unas mallas que la cubría totalmente, y al mirarme, el disgusto en su mirada era evidente. Me preguntó si quería comer algo, pues debía estar muy hambriento después de haber estado con todas las puticas de la facultad, y que en eso era igualito a mi padre. No podía creer lo que ella me estaba diciendo. Alba estaba celosa, enloquecida de pensar que otra mujer y no ella se hubiera acostado conmigo. Me quedé mudo, y mirándola fijo a los ojos me fui acercando poco a poco. La tomé de las manos y le expliqué que si me había demorado se debía a que precisamente ese día, era la despedida de la facultad y que a pesar de que todos se citaron en una discoteca de moda, y que la fiesta presagiaba todo el desorden del mundo, yo preferí regresar a casa puesto que nada compensaba la alegría de estar a su lado. La abracé con fuerza…, quería fundirla a mi cuerpo, en tanto que ella abandonándose por completo comenzó a sollozar pidiéndome perdón por ser tan celosa cuando yo no era su macho sino su hijo.

Me rodeó con sus brazos por mi cuello como implorando ese perdón y esa protección que no quería perder. Sentir su aliento tan cerca, el perfume de sus cabellos aún un poco húmedos por el bálsamo que se aplicaba y sus tetas totalmente aprisionadas a mi pecho, me hicieron sacar a flote todo el cúmulo de emociones reprimidas, de sentimientos, de amor y deseo inaguantable por aquella hembra. Estuvimos así…, quietos, sin querer apartar nuestros cuerpos en un abrazo que nos condujo a ese nuevo universo en el cual nos sumiríamos para siempre. Comencé a besar su cara, a murmurarle que era la mujer más preciosa del mundo… la mujer más tierna y cariñosa, que por nada ni nadie estaría dispuesto a dejarla sola. Sentí como se estremecía mientras mis labios imperceptiblemente se posaban en sus párpados cerrados, y mis manos la asían con más fuerza por su talle delicado. Tomé su carita entre mis manos y sin que pudiera evitarlo posé mis labios suavemente en los suyos. Nos miramos intensamente sin que ninguno de los dos tratara de evitar ese contacto, hasta que enloquecido abrí mi boca y con mi lengua fui abriendo lentamente sus labios, mordisqueándolos sin que ofreciera resistencia.

No sé cuánto tiempo pudimos estar besándonos con esa fragilidad en la que era preciso estar totalmente entregados, sin hablar, para que el hechizo no fuera cortado. En un momento reaccionó y apartándose de mí, me miro aterrada.

-      ¡Por Dios! ¿Qué estamos haciendo?

Fue lo único que alcanzó a decir puesto que nuevamente callé su boca con la mía, y cargándola la llevé hasta su cuarto. Alba comenzó a gemir como una chiquilla pidiéndome que me detuviera, puesto que se hallaba demasiado frágil emocionalmente y tan confundida, que estaba al borde de la locura conmigo. Sin decir nada la acosté en la cama, me recosté a su lado, y seguí abrazándola, ya no con ternura, sino dejando que mis manos bucearan por toda la extensión de su inmaculada espalda, hasta sus caderas, al tiempo que mi miembro totalmente enloquecido se refregaba en sus piernas para que su voluntad fuera doblegándose, por el contacto de un macho. Ella respirando agitada solo murmuraba…

-      No, no, no por favor, mi vida, esto no está bien mi cielo, no, nooo… qué estamos haciendo por Dios… soy tu madre, hijo mío de mi vida…

-      Necesitas que te quieran, que te amen… sentir a otra persona, como toda mujer.

-      Pero eres mi hijo, sangre de mi sangre… no puedo tener atracción por ti, cariño.

-      Los sentimientos son aspectos que están fuera del control de cada uno, se sienten y no podemos ponerle límites o nos sentiremos unos desgraciados.

-      Puede que tengas razón… pero ¿Cómo puede ser esto…?

-      Tal vez ¡¡Porque somos los que más nos amamos en esta vida!!

Aunque ya sus manos se aferraban a mi espalda llevando la contraria a lo poco que quedaba de su cordura y sus prejuicios. Sin soltarla comencé a bajar el pantalón, lo cual quiso evitar pero dada mi fuerza no pudo impedirlo. Pude palpar por primera vez la delicadeza de toda su piel de fuego, la lisura de sus piernas y sus nalgas descomunales y perversas. Acaricié su hermoso culo con lascivia, pero sin llegar a lastimarla, mientras se excitaba cada vez más cerrando sus bellos ojos de los cuales brotaban unas deliciosas lágrimas que secaba con mis labios. Me detuve con mi mano izquierda a recorrer la suavidad de su vientre, en cual un día me tuvo dentro engendrándome, y hoy estaba dispuesto a disfrutar de nuevo en toda la plenitud de un placer diferente.

El sentir su dermis me quemaba, me dejaba completamente enloquecido, por lo cual aflojé mi pantalón y lo tiré a un lado… Continué besándola y recostándome encima de ella, abrí sus piernas poco a poco para que su sexo empapado de un gozo diabólico y extraño para ella, experimentara la dureza del mío. Los gemidos de mi reina eran más y más intensos cada vez. Abrió sus piernas de par en par, para sentir todo el volumen de mi verga estrangulada por el bóxer y a punto de penetrarla. Besé su cuello, lamí sus orejas y sin decirnos nada, levantándose un poco, tiró su blusa sin sostén…. El espectáculo de sus tetas desafiantes me llevó a besarlas con ternura, aumentando mis caricias con mi lengua y mordiendo delicadamente los pezones duros y estirados como chupetes de bebé. Relamí cada centímetro de sus tetas, hasta llegar a las axilas, lo cual me pareció increíble, pues ella se retorcía como una perra en celo.

Bajé mi lengua por sus caderas y tiré de su tanga con mis dientes hasta dejarlo en sus rodillas, regresando a sumergirme entre los tersos y suaves muslos para llegar en toda la extensión de sus labios vaginales, chupándolos, pasando mi lengua por todo ese vértice de lujuria que ahora era mío y que estaba dispuesto a beber por todo el tiempo del mundo. La besé y chupé con lascivia, como un poseído, relamiendo sus labios y su clítoris que ella misma estiró del capuchón para que asomara el glande, no perdí la oportunidad de pasar mi lengua por toda la pepita durante un rato y luego por el área de sus piernas abiertas, hasta la entrada de su precioso ano, degustando cada gota de sus fluidos que manaban desde su alma entregada al deseo. El sabor y el aroma de su sexo era el más poderoso lenitivo que jamás bebí. Mi lengua entraba en su conducto follándola, mis labios horizontales se comía los suyos verticales como quien se come una tajada de melón, hasta que mi hermosa mujercita, tras una y otra pasada no pudo más y estalló en un delicioso orgasmo, sollozando como una jovencita recién desvirgada, fruto de su prolongada sequía sexual, una abstinencia inmerecida que yo estaba dispuesto a que olvidara y dejara atrás como estatua de sal.

Sabía que en ese momento no contaba mi placer sino el de ella, y que debía continuar hasta que todas sus dudas, temores y remordimientos quedaran atrás ante la grandeza de nuestro mutuo amor y nuestras más perversas pasiones marcadas por tabúes infundados. A las puertas de ser poseída y habiendo atravesado el umbral del no retorno, Alba clavó suavemente sus uñas en mi espalda, y mirándome fijamente a los ojos, me obligó a confirmarle que en ese momento no me estaba acostando con ninguna perra de la facultad, pues una de esas zorras había dejado un mensaje en el contestador de mi casa, ofreciéndose para estar conmigo en la fiesta y anunciándome que estaba loca por hacer lo que yo ya sabía con ella.

-      Dime que no te follas a esa perra, y que solo me perteneces a mí.

-      Te lo prometo mamá, esa chica solo me busca, pero yo no he tenido nada con ella ni lo deseo tener, mucho menos ahora que he encontrado a mejor hembra del mundo… ¡Te quiero como mujer y te voy hacer feliz el resto de tu vida!

-      Con tu madre tendrás hembra para hartarte, mi vida…

-      ¿Para hartarnos a follar…?

-      Sí mi amor, para hartarnos a follar como conejos salido todos los días.

Mi hermosa mujer sentía celos, y no precisamente de madre… sentía celos de su macho, rabia de pensar que otra pudiera estar conmigo, cuando ella desde hacía mucho había dejado volar su imaginación al igual que yo, soñando con ese momento. Le dejé claro que no debía preocuparse por sus ocurrencias, y sabiendo que ese momento era irrepetible le confesé que estaba perdidamente enamorado de ella desde que estábamos viviendo juntos. Que hacía mucho tiempo había dejado de mirarla como mi madre y que todo el tiempo la observaba como la deliciosa mujer que era. Me confesó entonces que desde que llegamos a ese apartamento había comenzado a sentir lo mismo, y que vivía loca de celos cada vez que cualquiera de mis amigas o compañeras llamaba, y que muchas veces optó por no darme los recados, en particular en dos ocasiones en que había una fiesta bastante interesante, y que sin que yo me diera cuenta, desconectó el teléfono para evitar que llamaran a casa, y entrando en mi cuarto apagó mi móvil… me extrañó cuando lo cogía por la mañana apagado sin recordar haberlo hecho. No sabía que decir y simplemente la besé.

Continué besándola colocándola de lado, después de pasar mi lengua por su cuello, espalda, cintura y sus caderas donde me detuve a mordisquear sus nalgas infinitas. Alba estaba enloquecida, gemía como una gata… regresé de nuevo a la indescriptible sensación de chupar su carnosa vulva, cuyos labios aumentaron de grosor sustancialmente… me dediqué a lamer cada poro, cada milímetro de piel de su coño delicioso. Abrí su pierna derecha y la puse encima de mis hombros, y abriendo sus grandes nalgas exploré la delicia de su ano cuyos pliegues formando una estrella y perfectamente delineados radialmente, me acabaron de alucinar. Introduje mi lengua lo que más pude tratando de dilatar ese orificio de placer, lamiendo hacia su raja vaginal, recogiendo todo lo que de ella saliera, pues todos sus fluidos, eran lo único que necesitaba para vivir desde entonces.

 


 

Dispuesto a que sintiera todo aquello a lo que tenía derecho, seguí lamiendo su sexo, encarnizándome en el clítoris, hasta hacerla sentir no sé cuántos orgasmos más sin llegar a la penetración oficial. Mi madre era multiorgásmica y no me explico como el imbécil de mi padre no se percató de semejante hembra tan lúbrica en su vida. Dándome la vuelta y mientras chupaba su preciosa vagina, fui colocando mi polla cerca de sus labios, hasta percibir como su lengua comenzaba a lamerle la cabeza, y en uno de sus arranques de locura optó por meterlo todo en su boca mamándolo con una delicadeza, una mano pajeaba el tronco, la otra se ocupaba de los poderosos huevos que poseo.

-      Tienes un sabor delicioso en tu polla, hijo. Esta forma de tu tronco ancho y de glande en punta como un arpón es muy curioso…

-      Entra muy suave en el coño, y dicen quien la han probado que la anchura del tronco, les da mucho más placer que cualquier otra verga que hallan probado…

-      No me extraña…y tus huevos son tremendos ¡Deben tener una cantidad de leche inconmensurable, como para preñar a veinte mujeres con una única eyaculación…!

Se volvió a meter la polla hasta que hizo tope en su galillo, le di unas cuantas sacudidas que dejaron escapar unos sonidos de ahogamiento verga encharcada en su garganta… se la extraje y la abracé dándole un de los besos más deseados y lujuriosos. Sus besos en cambio, eran como los de Roberta, sedosos a la vez que descarnados, es decir, despertaban la lujuria de inmediato… Roberta ha sido la mejor amante que he tenido hasta la fecha….

-      ¡Ufff, cielo, como me ha gustado! ¡Seguro que las haces disfrutar de lo lindo!

-      ¡Nos lo pasamos bien, aunque con ellas, nuestro lenguaje es algo más fuerte!

Le dije para probar hasta donde podía llegar en el vocabulario con mi madre….

-      ¿Ah, sí? ¿Y qué os decís?

-      ¡No sé si le gustaría oírlo! No quiero que te pongas celosa o molesta por ello

-      ¡Prueba a ver, cariño! Tu mamá es una novata tras 25 años sin conocer macho.

Contestó con cara de pilla restregándome las tetas con descaro.

-      Pues cosas como… “¡Te voy a reventar el coño putita!” “¡Estás para comerte hasta la pepita!” o “¡Vas a salir rellena de leche y carne como un pavo de Navidad!”

-      ¡Ufff, sí que son fuertes! ¡¡Y te las follas a pelo…!! ¿Y ellas qué te dicen?

-      Pues… “¡te voy a chupar la polla gorda hasta dejarte seco, cabrón!” “Tienes los huevos más gordos que el toro de Osborne” “Ese cipote tan ancho me va a dejar el coño como un bebedero de patos” o “¡Con ese salami, tengo para comer un mes!”

-      ¡Jajaja! Rio algo nerviosa… no estaba seguro que no era sincera con lo celosa que es.

-      ¡Sabes una cosa, hijo mío!

-      ¿Qué?

-      ¡Creo que me gustaría oír esas cosas mientras te follas a tu madre! ¡Quiero ser tan puta como esas guarras y que no tengas que pensar más en ellas! Ya no vas a necesitar a esas putitas teniendo a tu hembra dispuesta a hacerte lo que desees, porque ya solo me tienes a mí… y a alguien le tendrás que seguir diciendo eso.

-      A mí no me importaría decírtelas, sí tú te atreves a decírmelas a mí…

Realmente no me imaginaba a mi señora madre tan tímida y recatada, bueno, el recato ya lo había perdido por completo, pero todavía le quedaba algo de timidez, pues eso, que no me la imaginaba diciéndome guarradas, tampoco sabía si yo me atrevería a decírsela a mi propia madre.

-      ¡Uy, no sé… contigo mi amor… pues no sé si me atrevería!

Contestó alargando su mano entre mis piernas para tocarme la polla. La manoseó un poco y añadió.

-      ¡Aunque por esta verga dentro de mí, creo que sería capaz de decir cualquier cosa!

No dejaba de sorprenderme a cada minuto que pasaba, y me sentía a gusto con ella enseñándome sus tetas a la vez que me sobaba la polla

-      La verdad es que te tenía por una mujer muy recatada, mamá.

-      Esa no era yo cariño, tu padre me tenía muy reprimida y me dejaba manejar por él, pero siempre desee salir de esa burbuja en la que me había enclaustrado.

-      ¡La verdad es que eres una mujer preciosa! Le dije para animarla a que siguiera. – Te mereces disfrutar de la vida y del sexo sin cortapisas, libre y despreocupada.

-      Solo teníamos sexo cuándo él quería y cuando salía a la calle me obligaba a ir bien tapada… sin embargo tu padre, me los ponía bien puestos con cualquier puta.

-      ¿Y el sexo con él, que tal era? Fue una pregunta muy indiscreta, pero estaba seguro que se abriría por completo.

-      Pues muy soso y tradicional. Tú me has hecho disfrutar más en un rato que él en todos los años de casada…. Tu padre me penetraba tan duro con su enorme polla, que me provocaba más dolor en los ovarios que placer…y al poco tiempo se corría dejándome sin mi orgasmo, ahí tirada como un condón usado ¡¡Me sentía mal…!!

Ya había conseguido ponerme la polla dura, aunque tengo que reconocer que tampoco era difícil en aquella época en la que tienes 26 años y tienes una cierta falta de sexo.

-      ¡Creo que has logrado estirarme la verga de nuevo! Le dije utilizando su jerga.

-      ¡Um, ya la siento! ¡Estoy deseando probarla en la boca! ¿Me dejarás mamártela…?

Me dijo sin cortarse… de seguido me devoró la boca de nuevo aplastando sus tetas contra mi pecho. Nos tumbamos y no tardó en bajarme el slip y sacarme la polla. Estaba como una estaca, mi corazón bombeaba sangre sin parar manteniendo las venas abultadas, que rodeaban el tronco totalmente. El capullo estaba hinchado y sonrosado, adornando la punta como la bandera del mástil de un barco pirata. Vi como brillaban sus ojos mirándola mientras la masajeaba. Estuvo deleitando su vista antes de sacar la lengua y lamer el glande como la bola de un helado derritiéndose. Sentir su lengua, carnosa y húmeda, era una delicia. Abrió sus grandes y sensuales labios y vi como mi capullo penetraba entre ellos. Lo mantuvo en la boca dándole lengüetazos en su interior. Su boca cálida y húmeda estaba proporcionando la cueva perfecta para mi hinchado capullo. Avanzó con los labios adheridos al venoso tronco succionando a la vez… y todo mi cuerpo se tensó al sentir como mi glande chocaba contra su garganta.

Mantenía una mano agarrada al bajo tronco y con la otra masajeaba mis frondosos huevos que tanto le encantaba sobar sin cesar, no sé si estaba copiando lo que había visto hacer a en alguna peli porno o es que esa mujer sabía por instinto lo que se hacía sin haberlo hecho antes. Sacó el tronco de su boca y lo volvió a engullir mientras, no dejaba de lamer con la lengua en parte baja del cipote hasta llegar a mis pelotas. Las lengüeteó una y otra vez, chupó cada uno de los huevos y se los metió en la boca de manera alterna como caramelos, jugando con el testículo dentro y su lengua… se los devoraba como un caníbal sin dejar de pajearme el tronco. Su habilidad me dejaba asombrado, no creo que pensara que esos huevos eran de su propio hijo, sino de su macho semental…, de pronto se los tragó los dos. Toda su boca se llenó de mis dos bolas, los rebozó en saliva durante un rato y luego se entretuvo lamiendo y chupando para dejarlos limpios de baba.

No pude evitar dar un largo suspiro de placer, aquella mamada comenzaba de una forma deliciosa. Se había arrodillado perpendicularmente a mi cuerpo y acaricié su espalda comenzando desde el cuello hasta llegar a una de sus fabulosas nalgas. Su piel era suave y tersa y su culo más duro de lo que parecía. Percibió que mi mano no llegaba más lejos y movió su cuerpo para ofrecerme sus extensas nalgas. Aquella visión fue maravillosa y acrecentó aún más mis deseos de reventarle el coño desde atrás con mi polla. El agujero estrellado de su ano parecía palpitar y los labios genitales sobresalían abultados bajo él.

Después de pasarle los dedos por el coño la inste con la mano para que pasara una pierna por encima hasta colocarse con el coño contra mi cara en un 69. ¡Ufff! eso fue total para la vista. Le di unas lamidas y los grandes labios se abrieron brillantes y jugosos. Ella seguí succionando mi polla pero ahora sentí como avanzaban más los labios de su gran boca y engullían mi polla por completo. “¡Dios, en la primera mamada había conseguido tragársela entera!” Pensé con todo el vello de mi cuerpo erizado. Podía sentir mi capullo penetrar en su estrecha garganta para salir de nuevo, percibiendo la presión de sus labios recorrer el tronco de abajo arriba y viceversa. Eso solo la hace la mujer que tiene deseos de dar placer a su hombre, arrastrando con fuerza, sus labios y lengua.

-      ¡¡Diosss, que zorra eres!! Me atreví a gritarle entre lamida y lamida de coño.

Noté que aumento el ritmo al oírme y después de varias chupadas se la sacó para respirar. La oí jadear antes de decirme.

-      ¡¿Te gusta cabrón?! ¡¡Me encanta comerte la verga y te voy a dejar seco este par de gordos cojones que he parido!! Y volvió a hacer que penetrara en su boca entera.

Parecía que había aprendido rápido el lenguaje, y desde luego a chupar una polla con todo el descaro. Nunca me habían hecho una mamada tan brutal, mucho menos a la primera de cambio. Se notaba que mi madre había quemado sus naves, apostando por mí. Yo andaba ya súper excitado y busqué el clítoris para chuparlo, succionarlo, lamerlo y morderlo. Comenzó a gemir sin dejar de chuparme la polla, era sonidos ahogados en mi trozo de carne dura.

Yo ya estaba a punto de reventar y no pude aguantar mucho más la ferocidad de comida de polla que me estaba suministrado mi propia madre. Mi polla estalló en su boca soltando un gran chorretón de lefa espesa, y al momento sentí como su coño se llenaba de flujo empapando mi boca y parte de la cara. Ella siguió chupando y tragando leche se cada chorretón que soltaba mi verga, como si estuviera sedienta de varios días en medio del desierto del Sahara. Hubiera querido estar ahí toda la vida sintiendo ese placer pero no  pude resistir vaciando todo el semen que no pude retener y que para mi sorpresa ella bebió encantada, queriendo extraer hasta la última gota…. Tuve que pararla cuando mi polla dejó de manar semen. Se la sacó de la boca y tomó aire con ansia, parecía que había dejado de respirar hasta tragarse todo. Se retiró de mi cara para tumbarse boca arriba jadeante, recuperando su respiración agitada.

Parecía que todavía le quedaban fuerzas para hablar.

-      ¿Te ha gustado la mamada que le ha dado la PUTA de tu madre a su semental?

La oí decir mientras sus tetas subían y bajaban.

-      ¡Ufff, ha sido la hostia! ¡¡Nunca me la habían chupado así de bien!

-      ¡Ummm! ¡Pues a mí me ha encantado tragarme la verga de mi niño! Y sobre todo recibir toda la leche en mi boca ¡¡No veas lo guarra que me has puesto, hijo!!

Madre mía, esa mujer sí que aprendía con rapidez, tanto los actos como el lenguaje. Me fui de cabeza a darme una ducha refrescante para desprenderme del calor que emitía mi cuerpo. Alba se puso el tanga y se volví a tumbar con las tetas desparramadas sobre la cama. Sin embargo esa eyaculación no hizo mella en mí lo suficiente, aunque me dejó atolondrado… ya fresco me tumbé sobre la cama junto a mi madre y dispuesto a concluir nuestro pecado original…

-      Descansa cariño, tenemos que racionar nuestras ganas o moriremos en el intento.

Me quedé relajado y hasta me entró la modorra, mi madre cariñosa conmigo me permitió dormitar unos minutos, se abrazó a mi cuerpo y ambos pegados nos disfrutamos como cuando era un niño. Sin embargo, mi cabeza no dejaba de barruntar que me hallaba junto a una hembra que necesitaba lo mismo que yo… FOLLAR. Me estaba excitando la idea de ver cómo reaccionaría mi madre al sentir mi erección y notar la presión de mi polla sobre su cuerpo con intenciones de dar el siguiente paso… ¿Diría algo o por el contrario haría como si no la sintiese? Así que me volví y con la excusa acomodarnos mejor y le di el beso en los labios. El contacto de mis labios con los suyos hizo que me volviese a estremecer, ahora me di cuenta de que mi madre también se estremecía y poesía los mismos deseos de culminar el acto más íntimo de una pareja, es más, era ella la que ahora me besaba y comenzaba a lamer mis labios con su lengua de manera suave, cariñosa muy mimosa.

Aquel beso me estaba sabiendo mucho mejor que los que me había dado con las chicas con las que había salido, quizá porque aquel beso era un beso prohibido, un beso que rompía el tabú de los tabúes, el de gozar sexualmente con la hembra que te había dado la vida y te había llevado nueve meses en con su vientre, el mismo que mi polla tenía intención de invadir.

Mientras seguíamos besándonos con pasión noté que mi madre me tomaba con su mano la polla y la palpaba como inspeccionándola. He de decir que mi polla en erección no es de las más grandes, pero tiene el tamaño perfecto para el uso diario, según algunos informes estadísticos a mujeres de todo el mundo, el tamaño de polla que prefieren para gozar de ellas ronda los 14 o 15 centímetros, la mía llegaba a los 17, pero con un grosor que rompía las estadísticas, era probablemente lo único bueno que heredé de mi padre. Notaba que mi madre estaba muy excitada y en eso me dice…

-      Hijo, me gustaría mucho que me penetrases y me dieras placer con esta bendita polla, pero si no lo quieres hacer porque soy tu madre lo comprenderé.

-      Mamá soy tu hijo y sé que esto no es lo normal entre una madre y su hijo, pero nada me gustaría más que hacer el amor contigo, penetrarte por tu chocho tan sugerente, y volver a estar en la vagina por la que me echaste al mundo.

-      Me encantaría que mi cuerpo y el tuyo se fundiesen en uno sólo. Eres tan guapo y se te ve tan sexy con experiencia, que me siento como una inexperta a tu lado.

-      Soy muy joven y casi un novato en la materia del amor… y del sexo.

-      No creo que lo seas hijo, de hecho creo que tienes más experiencia que yo, porque a mí solo me ha follado tu padre y tú ya has probado a unas cuantas niñas. Esta formidable verga gruesa y dura, ha estado dentro en bastantes coñito prietos.

-      Pero nunca he estado con una mujer de verdad… Alguien tan madura como tú.

-      Bien, el instinto nos guiará, además sé que tú me enseñarás a darte lo que te gusta.

Se puso encima de mí, se elevó un poco el culo y tomado mi polla con sus manos la llevó hasta la entrada de su raja, solo con el tacto de mi glande en su vagina, supo cuando estaba y se dejó caer.

-      Cariño empuja y métemela toda. ¡Quiero volver a sentir un hombre dentro de mí!

Obedecí con la alegría que se obedecen las órdenes cuando coinciden con tus deseos. La punta del glande iba abriendo paso con la facilidad que el cuchillo penetra la mantequilla… se notaba la vagina de mi madre  muy húmeda y caliente. ¡Qué gozo, qué sensación tan placentera! Una vez toda la polla dentro, mi madre empezó a menear las caderas con un ritmo que me confería un gran placer.

-       Sigue así mamá, sigue así, le decía extasiado al percibir como su vagina me estrujaba.

 


Poco a poco también fui moviéndome, adaptando mi movimiento al suyo. Succionaba sus pezones, los mismos pezones que me había alimentado durante los primeros catorce meses de mi vida.
¡Qué ricos me sabían! Sus jadeos eran más intensos cada vez, yo también jadeaba y notaba que de seguir con ese ritmo pronto me correría. Mi madre de pronto intensificó los jadeos, su corrida era bastante prematura para mi parecer… debía de estar muy sugestionada para estar corriéndose. Entre jadeos y con la voz entrecortada me decía…

-      ¡Gracias hijo, gracias por este inmenso placer que me das!

Preso por la excitación de ver a mi madre gozar tanto gracias a mí, también comencé a experimentar la sensación de correrme… percibía como su vagina apretaba y soltaba mi tronco en su interior, se refregaba la vulva contra mi pubis rozando el clítoris en el vello púbico y con ello exacerbar la intensidad del orgasmo. Metió su lengua en mi boca sin mesura y todo en un solo acto de desenfreno en donde deseaba tomar todo el placer de una sola vez. La impresionante fortaleza de su orgasmo, apretaba como un puño mi polla, creando en mí, un placer mucho mejor que el de una paja. Agitaba mi mazo dentro de su angosta vagina, los  huevos le golpeaban y ambos lo gozábamos como nunca antes lo habíamos hecho…

-      ¡Joder mamá, quiero follar siempre contigo, siempre así solo contigo! Eres una diosa del amor ¡¿Cómo alguien que folle contigo, no puede pensar que no lo eres?!

-      Eres muy generoso conmigo, cariño ¡No merezco a un hombre como tú!

Nada más pronunciar esas palabras le demostré que estaba equivocada, la agitación de mi pelvis se volvió locura, sus labios me comían, los míos se hicieron con los pezones y la lengua de mi madre hurgaba en mi oreja, y de pronto me llegó el gran vertido de leche…, mis huevos abrieron las compuertas y un largo y cremoso chorro de lefa inundó su profunda vagina. La clavé a tope y ahí fui dejando uno tras otro cada uno de los cinco aldabonazos de semen que el inoculé en su útero, un útero que aún era fértil, y que sin duda ambos éramos consciente de las consecuencias.

Nos besábamos y nos acariciábamos por todo el cuerpo. Jugábamos, mi polla seguía erecta.
Ya no teníamos frío, ese frío tan intenso gracias al cual se había desencadenado todo. Ahora teníamos calor, mucho calor sin duda por el frenético movimiento al que habíamos sometido a nuestros cuerpos. Mi madre ante la cálida luz, se veía muy guapa con el pelo alborotado. Nos acariciábamos y besábamos como dos amantes muy enamorados… fijó su mirada en mi polla…

-      ¡Qué hermosa es mi cielo! ¡¿Te apetece volver a metérmela otra vez?! Mamá te desea con todas sus ganas… ¡No me importa que me hagas tuya, tu PUTA otra vez!

-      Sí mamá, ponte a cuatro patas estaba vez mirando al espejo. ¡Quiero follarte al estilo perro! Así los dos podremos vernos follado en el espejo… como si fuéramos los protagonistas de una película porno. ¡Quiero verte por delante y por detrás!

-      Joder hijo qué ideas tienes… me encanta que disfrutes de la vista de mis tetas y mi culo, al mismo tiempo que me follas como una perra en celo. ¡Joder qué bueno!

Se puso de inmediato, y yo se la enchufé de un solo envión sin necesidad de guiar la verga a su orificio vaginal…, elle elevó su culo respingón y el resto fue deslizar la tranca a los interiores de su útero. Los dos disfrutamos viendo en el espejo como follábamos como perro y perra, como macho y hembra, como amantes y sobre todo como madre e hijo afortunados. Cuántas veces me había imaginado en mis pajas, esa escena que ahora podía ver en el espejo y que era totalmente real, la de mi propia madre siendo poseída sexualmente por mí, como si fuese una perra en celo. Gracias al reflejo en el espejo podía ver como las hermosas y voluptuosas tetas de mamá se bamboleaban al ritmo de las metidas y sacadas de mi polla en su caliente, jugoso y mojadísimo chocho. La sensibilidad de mi glande me estimulaba con el roce de la orografía de sus paredes vaginales rugosas,  Se podía ver la cara de placer de ella y como me decía…

-      ¡Samuel así, así cariño, no pares! ¡Fóllame así! ¡Fóllate a tu madre con esa fuerza!

Mientas yo me preguntaba a mí mismo si era un depravado por hacer lo que estaba haciendo, o  un hombre afortunado, uno de eso pocos agraciados que han experimentado el inmenso placer de penetrar el sexo de la hembra que les dio la vida y gozar con ella. Ganaba con diferencia que no era un tipo depravado, simplemente era un hombre que se complace dando placer a la mujer que más lo quiere, pues nadie quiere tanto a un hombre como su propia madre.

Ella volvió a tener otro orgasmo acompañado de movimientos y sacudidas violentas por lo que tuve que agarrarla fuertemente para que mi verga no se saliese del estuche. Puse mi torso contra su espalda y la sujeté con fuerza mientras le decía ahora te follaré como si fueses una leona y yo tu cachorro favorito… le mordí la nuca, naturalmente con un mordisco suave, sin hacerle daño. Con ese mordisco pretendía excitarla y dar un toque salvaje a nuestra cópula. Recordaba uno de tantos documentales donde un león montaba a la leona y la sometía midiéndole así en el cuello.

-      ¡Por Dios, sí cachorro mío folla a tu mamá leona!, ¡Fóllame hasta el amanecer y cuando amanezca vuélveme a follar! Tu leona madura está en celo, y no desea otra cosa que la llenes y la dejes bien preñada de ti, de tu potente esperma.

Nos entregamos los dos a ese juego animal y así llegamos a otro orgasmo que disfruté muchísimo mientras la tenía bien asida mordisqueándole la nuca y le susurraba al oído pequeños rugidos de placer. Tras ese orgasmo nos relajamos y mi madre me dijo que ahora debíamos dormir y que mañana hablaríamos…. Nos dimos un inocente beso de buenas noches y nos abrazamos dispuestos a dormir. Me hallaba completamente agotado, mis bolas secas de las tres corridas y ella igual, pero llena de mi leche. Ella se durmió enseguida, pero yo no lograba conciliar el sueño pues la excitación por lo que había ocurrido no me dejaba dormir. Pensaba en mi padre y en como mi madre había follado conmigo como si hiciese mucho tiempo que no lo hubiese hecho. Por fin me dormí.

*************

Al día siguiente me desperté pronto. Hacía frío fuera de la cama, así que me abracé a mi madre. Ella medio dormida también me abrazó fuertemente para buscar mi calor, su olor dulce a mujer, me embriagaba de una manera exasperante… la verga reaccionó inmediatamente y busqué el coño de mi madre, dormía con tan solo una braguitas que aparté para comprobar lo rápido que se calentaba y mojaban sus labios. Ella aunque estaba medio dormida con la suficiente consciencia para darse cuenta de lo que pasaba… no hablaba estaba, así que sin decir nada me permitió que me pusiese encima, colocando la polla en la abertura de su chocho… nada más sentir la punta de mi verga entre sus labios vaginales, ella gimió calladamente ajustándose mejor. Con un leve empujón se la engulló toda, quedando mi polla entera en el interior del sexo de mi madre. La besaba suavemente… sus manos me acariciaban, mi cuerpo pegado al suyo dándole calor no ejercía peso alguno. Nos abrazábamos fuerte sin pretender follar, solo deseaba tenerla metida en su coño aprovechando la erección mañanera..., un deseo de fundirnos en un solo cuerpo, una sola emoción por medio de nuestros genitales, los cuales conectaban las almas, no solo los cuerpos. Se le veía su rostro de felicidad gozando mucho del momento… percibía su calor y sus pezones erectos.

Mi cipote comenzaba a engrandarse, probablemente por las caricias que me proporcionaba mi madre, unas caricias poco disimulabas junto la acogedora envoltura de su coño. Sonrió al ver la situación con mi polla expandiendo su vagina. Al cabo de un cuarto de hora me levanté, mi instinto fue girarme para ver su figura desnuda postrada a mi lado antes de salir dela cama…. Apenas estaba despertando, pero esa imagen era sumamente atractiva. Al mirarnos, lo único que le dije fue “perdón”, y me dirigí al baño a orinar desnudo tal como estaba, me posicioné sobre el váter, e iba a comenzar a miccionar con la polla engrosada sin estar dura…, cerré los ojos y de pronto sentí el calor de las tetas de mi madre pegadas a mi espalda. Una de sus manos tomó la polla por debajo de glande, amarrando con soltura el tallo para dirigir el chorro de la meada…, de inmediato abrí los ojos y pude ver el increíble desnudo de mi madre… con el tanga solamente….

-      Mira como está mi nene nada más despertar... ¿esto fue por mi culpa?

En parte era cierto, pero la verdad era porque me acababa de levantar, yo solo asentí.

-      No hay otra mujer que me excite tanto…

-      ¡Umm! ¡Qué bien mi amor! ¡¿Sabes una cosa… me ha encantado tu dulce clavada?! Ojalá me despertases así todas las mañanas ¡Me hace feliz tener a mi macho así!

Tan pronto terminé de orinar mi madre comenzó a jugar un poco con ella, lejos de bajar su firmeza se mantuvo como a un principio en la cama cuando decidí mojar el churro en su coño.

-      ¡Ay hijito! Que buena la tienes, es una pena desperdiciar esta dura erección, porque con esto… Mientras la apretaba aún poco, - Haces muy feliz a cualquier mujer,

Sonreí y le di un beso en los labios con lujuria, metiéndole la lengua. Ella me miró a los ojos y sin más me volvió a besar en los labios con más fuerza y ganas que yo le había puesto, respondí al beso y así tomado de la verga me llevó de nuevo al dormitorio, me sentó en el sillón…, me fijé en su raja a través de la tela y luego en sus tetas al aire.  Mi corazón latía a mil, ahí estaba yo con mi madre desnuda y mi mástil apuntando al cielo, ella llevó mis manos a los costados de sus braguitas tanga, “¡Bájamelas!” me dijo… Obedientemente lo hice y ante mis ojos vi el monte de venus más hermoso que hubiera visto en toda mi vida, adornado por un mohicano bien recortado.

Ella se acercó, puso una pierna sobre el brazo del sillón y me dijo...

-      ¡Anda chupa el coño de tu madre, y hazme sentir como una puta esta mañana!

Jamás había chupado un coño tan gordo que rezumara tanto fluido como el de mi madre, pero la naturaleza nos ayuda a que los instintos no se pierdan… la punta de mi lengua comenzó a recorrer sus labios hasta que su clítoris comenzó a sobre salir por la acción de sus dedos sobre el capuchón. Me volvía loco comiéndole el coño, le metía la lengua dura y el follaba durante un rato, luego esta se estiraba desde su ano por el perineo hasta volver a su raja y clítoris. Mi boca se embebía de coño dulce… no dejé de comerle la raja a mi madre hasta que ella suspiró, convulsionó y finalmente se corrió sujetándome la cabeza contra su vulva. Ella respiraba cada vez más rápido, y de pronto…

-      Sí cariño, síiiii ¡Ummm! ¡Cómo me gusta lo que haces! ¡Es posible que existiera este placer sin saberlo, Por Dios Santo que guuuuusto!

Y sin decir más acabó de correrse restregándome todo el coño por la cara con el clítoris despejado, yo aún se lo lamía a su travesía por mi lengua… luego mamá dio un paso atrás, tomó un cojín del sillón, lo puso sobre el piso frente a mí, me abrió las piernas y sin dejar de mirarme se arrodilló, abrió su boca y lentamente fue metiéndose mi verga en la boca hasta hacerla desaparecer por completo… una vez más pude sentir como la cabeza de mi polla chocaba con su garganta.

-      Me gusta el sabor de tu polla saladita y con este toque ácido, y así recién meada está mucho más sabrosa…., ja,ja,ja,ja De ahora en adelante me encargaré de hacerte la limpieza de polla cada vez mees… sobre todo, la primera del día.

Y comenzó a chuparla, la recorría toda con sus labios, mientras con la lengua hacia círculos en torno a ella... Alba se veía toda una experta, pues sus labios rodeaban mi glande apretando aún poco más y volvía a metérsela toda, su lengua jugaba con el frenillo y mi cuerpo poco podía resistirse... Por instinto la tomé por la cabeza para follarla con suavidad. Ella aprovechó para seguir chupándola una y otra y otra vez mirándome a los ojos. Era imposible negarse al placer de sentir la humedad y calor de su acogida, y así sin pensar que era mi propia madre cedí y comencé a guiar sus movimientos, cada vez lo hacía más fuerte y al parecer eso la calentaba, pues lejos de resistirse se dejaba manipular, mis testículos se estrellaban en su barbilla, mi pubis lo hacía con su nariz, en eso pude sentir como mi un latigazo de pasión brotó de mi interior avisando que me vendría el orgasmo de un momento a otro.

-      Mamá me voy a correr… ¡Joder que bien lo haces para correrme tan rápido!

Al decir esto ella me sonrió con la mirada, tomó mis manos y las llevó hasta sus tetas, puso mis dedos aprisionando sus pezones y me hizo tirarles como si la estuviera ordeñando, cuanto más presionaba, ella más me la chupaba, con más pasión y con succiones que abombaban sus mejillas del vacío que producía su boca… yo seguí mi vaivén de cadera follándole la boca y de pronto…. Un zumbido se agolpó en mis oídos. Mamá me abrazaba con todas su fuerza, me agarraba del culo y me atraía contra ella para que no me saliese de su vagina profunda…

-      No pares de follarme así, no lo dejes hasta que te corras dentro de mamá… ¡¡Necesito tu leche en mi boca con urgencia… y mucha, dame mucha lefa, cariño!!

No entendía, no escuchaba… solo me dejaba arrastrar por la corriente del bravo río del placer sin paragón…. Sentí como un gran chorro de lefa salió de golpe, ella cerró los ojos y pegó sus labios hasta mis huevos embutiéndose todo el cipote, de manera que quedó sellado, una segunda tanda de leche salió, una tercera... mi madre iba recibiendo el semen en tanto yo no paraba de llenarle el tanque, ella en todo el proceso no dejó de mirarme acumulando más y más esperma espeso.

Cuanto el surtidor de engrudo comenzó a debilitarse ella lo tomó por la base y como si lo exprimiera lo fue recorriendo acompañada de sus labios hasta llegar a la cabeza. Al sacarlo un pequeño reguero de semen resbaló por su comisura a la vez que un borbotón asomó en la punta, ella se tragó el contingente que llevaba en la boca y con la lengua extrajo ese último vestigio de mi leche escurrido. Paladeó el sabor de toda esa ingente cantidad de leche y luego saco la lengua y con la punta tomó la gota para después introducir su lengua en mi boca… Mi semen era más dulce que salino.

Mamá guiñó el ojo, se vistió lentamente con su coordinado, se acomodó el cabello, resopló y dijo…

-      Anda nene que ya vas tarde, ¡Venga hijo!

Yo me levante me dirigí a la ducha, abrí la llave y cuando estuvo caliente el agua me metí. Por mi cabeza pasaban todo tipo de pensamientos, en el fondo era yo quien deseaba que lo nuestro nunca acabara pero… en eso entró ella ya arreglada para salir corrió la cortina del baño, me dio un beso de despedida en los labios y dijo...

-      Como fuera, no creo llegar a tiempo para comer juntos.

Asentí, se dio la vuelta y contoneando sus hermosas nalgas se retiró, antes de salir de giró…

-      Gracias por mi proteína láctea, me guiñó el ojo y cerró. – Me has confirmado de sobra, que cuanto más gordos son los testículos de un macho, más lefa producen… ¡Estoy encantada con mi hijo…sabes cómo follar a tu madre como nadie lo ha hecho!

 


 

Nos marchamos a la cocina a alimentar nuestros estómagos famélicos…, allí estuvimos un rato sin decir nada ninguno de los dos mientras desayunábamos, y de repente…

-      Hijo, esta noche he disfrutado del sexo por primera vez en mi vida, gracias a ti.

-      Mamá ¿Qué me dices? Pero si has tenido dos hijos…

-      Sí hijo, sí… ¡Qué tiene que ver eso! Con tu padre las cosas no eran nada agradables.

-      ¿A qué te refieres…?

-      Pues a que la polla de tu padre era descomunal. No es tan ancha como la tuya…, además su largura y mi poco fondo vaginal no eran compatibles… gracias a Dios la tuya es unos centímetros más corta y se acopla perfecta la profundidad de mi vagina, con la ventaja de que tu anchura me sugestiona más placeres en el clítoris, sin contar que tienes más huevos que tu progenitor. Ciertamente cuando tu padre y yo follamos sólo me podía meter poco más de la mitad, y sí empujaba deseando meter más, me hacía… mucho daño. Y te aseguro que la mayoría de las veces se volvía loco follándome tan duro no que me tenía en cuenta…

-      Cuanto lo siento que sufrieras con el sexo de esa manera…

-      Gracias hijo, pero a tu padre le importaba poco, o pensaba que mis gritos era que con ello disfrutaba, pero por más que se lo dije que no fuera tan rudo, nunca pensaba en mí, solo en joderme y vaciarse en mi interior. Afortunadamente para mí desde unos años antes de divorciarnos, apenas mantenía la erección.

-      ¡¿Y eso a que se debía, mamá?! Por si tengo que preocuparme en el futuro.

-      No creo que debas preocuparte en mucho tiempo o nunca, porque lo de tu padre era debido a su descomunal tamaño y como su libido fue bajando, ya no tenía potencia ni ímpetu para mantener la erección como de joven. Las últimas veces solo se le mantenía erecta un par de minutos y luego se le quedaba flácida… morcillona, y como ya no me gustaba chupársela, le terminaba haciéndole una paja mientras me tocaba el culo, porque a tu padre le encanta mi culo ¿Sabes, hijo?

Entonces me atreví a decirle…

-      Eso no me extraña en absoluto, tu culo le encantaba a padre, a mí y a cualquier hombre que se precie de ser heterosexual.

-      Gracias, hijo. Ayer Samuel, lo que pasó no fue premeditado, sino hubiese sido por el frío cada uno hubiese dormido en su cama, y a día de hoy no habría experimentado por primera vez el auténtico el placer sexual con un hombre que te ama y desea a un tiempo. Estás siendo muy generosa con tu vieja madre. Y quiero decirte… bueno ya lo sabes, pero que sepas que estoy muy enamorada de ti, hijo.

-      No creo que seas tú la que más agradecida esté en esta relación. Contigo he descubierto la superficialidad de mis follamigas. Me has dado una lección de vida… y el amor que nos tenemos no se puede igualar a ningún otro, porque es especial.

-      Ambos tenemos cosas que agradecernos, por eso pienso que nuestra relación va a tener futuro, hijo mío…, porque nuestro corazones se corresponden.

-      Yo también lo creo… voy a poner todas mis ganas en que salga bien.

-      Gracias mi amor. Aunque te parezca superficial lo que voy a decir, ahora que nos estamos sincerando y dejando las cosas claras entre los dos, hijo mío. Te quiero dar las gracias también por dejarme disfrutar de esa polla tuya, que siendo grande es más normal que la de tu padre, y con tu buen uso de ella, he podido sentir todo tu deseo dentro de mí y obtener de ello el placer mutuo de gozarnos, un placer mucho más intenso y gratificante que de las pajas que me tenía que hacer frotándome el clítoris… esas que me solía hacer para aplacar la ansiedad sexual generada después de ser follada y llenada por tu padre, dejándome insatisfecha.

-      Me alegro haber aportado un poco de felicidad más a tu vida y satisfacción sexual.

-      A partir de ahora, Samuel hijo mío serás mi amante ¡No te quiero compartir! Quiero que me uses para tu disfrute que es también el mío, por cómo me haces el amor.

-      Desde luego que sí mamá, estoy encantado de que seas mi mujer, mi madre y a la vez mi esposa. Lástima que no vayamos a poder tener hijos…

-      ¡¿Por qué no?! El futuro no está escrito, llegará… será cuestión de planteárnoslo.

-      Me dejas de piedra… ¿de veras nos lo podemos plantear? ¡Yo deseo ser padre!

-      Tu madre está aquí para cumplir todos tus deseos como hombre. Eres muy joven y es natural que quieras ser padre. Por otro lado tu madre no es tan mayor, aun soy fértil… y estoy más que dispuesta que engendres a tus hijos en mi vientre.

-      Es algo que nunca hubiera esperado… con la vida que te hemos dado de niños…

-      ¡¿Qué le vamos a hacer…?! Te quiero como hijo y como hombre…, y mis celos impiden que te folles a otra que no sea yo. ¡Solo nos queda esa salida! ¿No crees?

-      Lo creo… ¡¡Eres mí único amor!!

-      Y TÚ MI PRIMER Y ÚLTIMO AMOR.

Esto ocurrió hace un poco menos de un año y desde entonces nos las hemos arreglado para follar todos los días casi siempre antes de dormir, pues mi madre pasa todo el día trabajando y llega tarde a casa, sin embargo los fines de semana es otra cosa. Ahora mi madre está más contenta, mucho más animada y de mejor talante. Ya no ve el sexo como un sacrificio doloroso, sabe que con mi polla llega a disfrutar de algo que mi padre le negaba arremetiéndola con pollazos inmundos y claudicantes al sexo, ya que mi polla no es como la mi padre, y no la uso como él. Ella y yo disfrutamos del sexo y nos queremos cada vez más como amantes y como madre e hijo que somos, incluso ahora que su panza empieza a ser prominente… aun así no dejamos de follar a diario.

 

***********

 


Era una fría mañana de finales de febrero cuando engendramos a nuestro primer hijo…, le colocaba en la entrada de su vulva todo aquello que tanto deseaba sentir en sus entrañas, la penetré con decisión, con fuerza, mientras ella daba un grito de placer y sus gemidos aumentaban así como el vaivén de sus caderas… me abrazaba durísimo musitando palabras de grueso calibre que nos excitaban a los dos, lo cual aumentó mi bombeo queriendo que mi verga entrara hasta su corazón. Le daba las estocadas más fuertes que pude, hasta que comenzó a gemir más y más al notar como le llegaba mi ariete a su fondo vaginal…, a los pocos minutos mi madre estaba estallando en el orgasmo más prolongado que pude experimentar en mujer alguna, mientras yo inundaba sus entrañas con el semen que hasta ese momento pude haber reprimido y guardado en su honor. Alba evitando mirarme a los ojos, con una falsa vergüenza y un discutible pudor se aferró a mí, pasando sus manos por mi espalda, suspirando como una quinceañera enamorada, y recostándose en mi pecho fue adormeciéndose en esa nebulosa que ahora le demostraba un nuevo amor, quizás prohibido pero esta vez definitivo, había llegado a nuestra vida.

A partir de entonces y sin detenernos a pensar o a cuestionar nada, nos habíamos convertido en marido y mujer. Siento que la amo cada vez más, la deseo las 24 horas del día, y que a pesar de dormir juntos totalmente desnudos, y hacer el amor en las noches, las madrugadas, las mañanas sin descartar en las siestas, y cuando tenemos la oportunidad de estar solos. Cada nuevo apareamiento es más intenso si cabe que el anterior, y nos conduce a un estado de placer del cual ninguno de los dos quiere descender. Nos hemos descubierto como un nuevo mundo paradisiaco.

Adoro su cuerpo y su piel blanca está cada vez más expuesta a mis miradas. Tan pronto llega a casa prácticamente se desnuda a mi espera, o simplemente se coloca sus vestidos de dormir, sus camisetas largas que no cubre más allá de su culo, cualquier prenda que se pone ya nada cubren realmente, ha desechado lo correcto, para ponerse lo justo, por eso y todo lo que significa, no veo la hora de regresar de mi trabajo en la universidad dando clase o en las investigación… terminar mis obligaciones al fin y esperar que se abra esa puerta y poderla abrazar con todo el amor y estamparle el beso más delicioso en su boca de fuego.

Cuando llega después que yo de sus obligaciones, no le dejo que se duche, hasta tanto yo no haya saboreado la delicia de su sexo, axilas o sus sudorosas y acaloradas tetas. Noto en cada poro, su excitación con ese inconfundible aroma de hormonas femeninas, y delicado dulce del sabor delicioso de su coño húmedo aún después de haberse aliviado su incontenible vejiga, un espectáculo, al cual me invita a ver, disfrutar y operar en su secado manual…. Después de un día de trasiego, posee los fluidos rezumados de su coño, pegados al tanga, las cuales relamo con locura. Amo olfatear y lamer todos los rincones de su dermis, y ella se deja seducir por mi lengua que caracolea por toda ella, por tal motivo, le pedí que no usara desodorantes, puesto que el sabor de estos, molesta a su natural aroma, dejando un sabor desagradable en la boca.

Me encanta sentarla en el sofá, tomar sus bellos pies en mis manos, acariciándolos de la manera más sugestiva, haciendo que con ellos acaricie mi polla y reciba el masaje de mis manos en sus plantas y dedos, hasta hacerla morir de la risa, de excitación y de nerviosismo. La adoro, y adoro todo lo suyo…, y me complace saber que es feliz a mi lado. Cuando en las tardes nos recostamos en la cama a disfrutar de la siesta tras una deliciosa comida, especialmente los fines de semana, desconectamos nuestros móviles, y nos tendemos desnudos sobre nuestras sábanas para amarnos ajenos al mundo, al tiempo y cualquier imposición reglamentaria del sexo entre parientes.

Somos absolutamente felices y solo el maldito hecho de ser madre e hijo empaña a veces nuestra dicha total fuera de casa. Cada día está más bonita, y si bien mi madre posee unos kilos de más, yo no los veo como tales, porque inexplicablemente se depositan en sus adorables caderas, sus nalgas y sus tetas. Sentimos que nada ni nadie podrán separarnos y no tengo más ojos que para ella, y sé que a pesar de estar celosa por todo y por todas, muy en el fondo sabe que no fijaría mis ojos en nadie que no fuera ella, porque me da cuanto un macho necesita. La amo con devoción y locura y sé que ambos moriríamos solo de pensar en que un día tuviéramos que dejarnos.

Para evitar inconvenientes le comente de usar condones, pastillas, diu o que procediéramos a la operación, pero ella de ninguna manera estaba dispuesta a las operaciones, mucho menos a la vasectomía… me necesitaba intacto y fértil como hombre, macho y semental, pues no hay día que no hagamos el amor sin tener en cuenta ni siquiera su período menstrual…. Me ha confesado que los días de ovulación es cuando está más excitada, y para ser sinceros, comérmela durante ese período me encanta, por el olor y el sabor de sus flujos y feromonas que bajan a montones, mezclados, en medio de sus contorsiones y sus gritos de placer. De tal modo, no impedimos tener más familia, follando como conejos cuando y donde nos place hacerlo, y en la cama va siendo poco habitual….

-      ¡Cariño, tengo frío!, ¡vente a acostar conmigo! Como vio que tardaba, me volvió a reclamar… - ¡Samuel, mi amor!  No oíste que tengo frío.

Lo dijo con una voz entre cortada, como un susurro que apenas se podía oír… acabé de cepillarme los dientes y me acosté al lado de donde estaba ella, por ningún motivo quería estar lejos de ella, entonces me dio la espalda y me acople a modo cucharita. Mi corazón latía a mil por hora, nos alternamos, era ella ahora la que se mi acoplaba a mis espalda, enseguida sentí una mano que me rodeaba abrazándome por mi cintura hasta mi pecho, seguido de su cuerpo pegaba a mí, así estuvimos por un buen rato, sintiendo su respiración en mi nuca, en mi oreja con la que jugaba mordisqueándola…. Ya para entonces, no me podía aguantar, ella lo notó y me asió la verga para hacerme justicia con su propia mano. Estuvo una rato pajeándome, acariciando mis pelotas en tanto me decía al oído lo dura y buena que era mi polla, o lo grandes y suaves de mis testículos.

Al cabo de un rato, sentí el cuerpo de mi madre que se volteaba de espaldas a mí como al principio, respingando su fastuoso culo, fue entonces que decidí dar el siguiente paso puesto a huevo por Alba. Yo ya no podía más y ella lo sabía, al verla así, acostada de lado, con las tremendas nalgas desnudas apuntando hacia mí, me hicieron decidir tomar el camino sin retorno, ya era tarde para echarme para atrás. Lo que ocurrió después no fue menos lascivo ni lujurioso. Sus enormes nalgas me dejan ensimismado, así como su vagina de labios grandes e hinchados…. No hay nada como follármela a cuatro patas gozando de sus duras y macizas nalgas hasta hartarme de placer. Y es que medio de esas cachas maravillosas, donde sobresalía un bizcocho suizo con el más excitante par de labios vaginales húmedos. Así, de espaldas, mitigué con mi lengua mis deseos más ocultos, acariciando con ella su coño jugoso humedecido. Lamidas y chupetones que hicieron que mi madre soltara muy quedo una serie de suspiros entre cortados.

Fue entonces que me acomodé de lado detrás de ella, agarré mi verga erecta y le restregué la cabeza entre sus labios, me detuve un momento esperando su reacción, la cual fue la de elevar un poco su pierna apoyando el pie el colchón y darme mejor acceso. Pude acoplarme mucho mejor y de un suave empujón se la metí toda hasta los mismos huevos, ella deslizó una mano y comprobó que no quedaba nada fuera de su raja, me acarició y sobó con fruición el escroto colgandero. Entre tanto yo me quedé estático, quieto intentado que su vagina se amoldara a mi tranca con la cabeza en el fondo y la raíz de mi verga atrapada entre sus labios, esperando cualquier indicio de aprobación y pistoletazo de salida. Cuando me cerciore que ya lubricaba suficiente, decidí iniciar la follada con un suave y delicado empujón tras otro…, al sentirla toda dentro, mi madre lanzaba un hondo suspiro y respingaba un poco más sus nalgas buscando la máxima penetración.

Entonces comencé con el mete y saca a media velocidad, después se la empecé a meter en suaves estocadas profundas, que le hacían soltar pequeños bufidos, no sé, si todavía había alcanzado algún mini orgasmo, pero de que estaba gozando entre los influjos de mis lisonjas no cabía la menor duda… lo estaba. Se la saqué, giré su cuerpo boca arriba en un movimiento intrépido, abriéndole las piernas y me comí su vagina mordiéndola y cosquilleándola con mi lengua a lo largo y ancha de toda su vulva y clítoris… el cual despejó con sus dedos para que lo lengüeteara directamente sobre el glande salido y duro que ya tenía. Lo hice esperando oír sus jadeos y sentir sus efluvios en mis labios de nuevo, sus jadeos los oí, pero más aún sentí sus jugos en mi lengua, ese elixir que me deleitaba y que necesitaba sentir en mi boca cada día.

Tras un buen rato de estar comiéndome el coñito rosado de mi madre, en un ambiente de lujuria y pecado, la giré y la volví a poner de espaldas, me acaricié la verga sin dejar de ver su coño… al ponerla de nuevo boca abajo, abrió sus piernas y respingó sus nalgas, me coloqué entre sus piernas, acomode mi verga en la entrada de la raja de la vagina, ya para entonces bastante lubricada, y de un embiste largo y profundo se la clave toda, quedando afuera nada más que mis pelotas, las cuales, al estarla penetrando chocaban alegremente en su clítoris sujeta de las nalgas con mis manos, mientras lo hacía, ella no dejaba de soltar unos pequeños bufidos, me imagino de satisfacción, después de un buen rato de estar así haciéndole el amor para su goce sexual.

La volví a voltear boca arriba, le abrí las piernas, volví a contemplar extasiado el blanco cuerpo desnudo de mi madre, la vista de la entrada de su vagina toda colorada y mojada, era algo ante lo que mi verga no podía aguantar. Me decía a mí mismo, una y otras vez, la suerte que tener esa rica vagina solo para mí ante mis ojos, todo abierta y mojada, luciendo lascivamente sus sonrosados labios. Sus muslos eran duros y macizos. La verdad, es que pensaba en lo estúpido que había sido mi padre en dejar a mi madre, después de observarla así desnuda, no me pude aguantar más, me acomode entre sus piernas, la tome de los muslos y se la deje ir toda mi verga… se hundió en ella con mucha facilidad, a causa de los jugos que manaban de su vagina, lubricando mi verga cuando la penetraba. Al sentir tal penetración, mi madre arqueó su cuerpo levantando la cabeza, diciendo

-      ¡OH Dios Bendito! ¡Qué bueno, hijo mío! ¡¿Por qué no has entrado en mi coño antes?! No tienes punto de comparación con nada y nadie, de cómo me excitas.

Sentía la sabrosa follada que le daba, jamás gozó con un hombre como conmigo, eso me decía cada vez, cada día con sucesión de continuidad. Cerró los ojos y siguió disfrutando del placer de los dioses del Olimpo… ¡¿Qué más le quedaba?! No tenía ninguna otra opción que gozar lo que tanto se la había negado. Al sentir tal clavada de mi gruesa verga, mi madre, ahora si abiertamente, pedía más. Le clavaba la tranca entera  bien hacia adentro, mientras mis manos sobaban sus tetas y mis dedos jugueteaban con sus pezones. Alba, cerraba sus ojos y abría la boca entre gemidos, gozando hondamente la tremenda faena que su amada hijo le suministraba. Quiero que sepan, que desde que se divorció de mi padre, mi madre no había tenido sexo con nadie, en los hechos me demostró que eso era cierto, no solo por lo cerrado de su conducto vaginal, sino por como gozaba con una polla dentro, la de su propio hijo.

 


 

Después de unas estocadas que le di, mi madre hecho la cabeza hacia atrás lanzando una ahogado suspiro, se estaba corriendo desvergonzadamente, no había nada que ocultar, era sexo. Yo aguante todo lo más que pude, paré y dejé que ella se explayara con sus esténtores… percibía sus contracciones envolviendo mi cipote, eso era difícil de soportar. Cuando ya no pude más y mi cuerpo era dueño de sí mismo sin obedecer a mis deseos, inicié la escapada final hacia adelante. La empecé a montar con brío, a un ritmo enloquecedor, su culo sonaba siendo abofeteado por mi pelvis, acompañado del sonido aguachado de mi polla sumergida en el chorreante coño de mi madre… hice el esprín final y… comencé a correrme abriendo la presa… me eyaculaba profusamente dentro del útero de mi madre, ella estaba gozando como jamás lo había hecho…, sentía los chorros de la leche caliente que soltaba mi verga dentro de ella, al percibirlos, sus jadeos y sus gritos apagados se intensificaron más, esos gritos me llenaron de orgullo, porque eso significaba que mi madre había gozado conmigo. Pulsaba con una penetración profunda y soltaba uno chorro tras otro de leche espesa… hasta el drenaje total. Tras el desove de todo mi esperma disponible, todavía me quedé un largo rato encima de ella, con la verga embutida bien dentro, saboreando tan rica follada.

Por la inercia, la verga fue quedando flácida hasta que se desenchufo de su vagina, me levanté y estuve observando a mi madre, para ver cómo reaccionaba, ella seguía agitada abierta de piernas, me di cuenta de lo buenísima que estaba, volví a deleitarme con la morbosidad de sus muslos, y de su rica vagina afeitada que rezumaba mi leche por sus labios. Levantó la cabeza y me dijo toda sonriente y plena de felicidad…

-      Mañana quiero más de esta poción mágica que me das…, ahora ya es tarde mi amor, ven conmigo a descansar un rato más… hasta que me duerma a tu lado.

Me asé y volvía a su lado. Sin más nos tapamos con el edredón de pluma, y se quedó dormida. Ese día me encargué de hacerle el desayuno, pero no se levantó. Me marché a la universidad y ya por la tarde durante la comida no me dijo nada, comimos callados, esperando que uno de los dos rompiera el hielo, fue entonces que ella tomo la iniciativa

-      Cariño ¡¿Por qué crees que hacemos tanto el amor y nos deseamos tanto?!

Lo pregunto bien seria, me quedé callado un momento, le dije…

-      Mama, quiero que sepas que lo que pasó esta mañana, y todos los días es algo que necesito. También lo hago por ti porque lamento cuanto has tenido que soportar con papá. Sí, la verdad, por más que no quise hacerlo, me fue imposible, y ahora es  tenerte cerca de mí desnuda, y no reparo en ponerme súper excitado… no puedo evitar hacerte el amor. Además de desear reparar todo el mal que te hizo papá, por eso se dieron las cosas, como se dieron. Tú me necesitabas y yo a ti.

Cuando terminé, ella se quedó callada, me miró. Lo que me dijo me sorprendió y me puso cachondo.

-      Samuel, no tienes obligación de reparar algo que tú no has hecho, aunque lo has conseguido. Lo que haces por tu madre, está muy bien. Para serte franca, lo necesitaba, ya que desde que dejó de follarme tu padre, con nadie he hecho el amor y no porque no me guste tener sexo, sino, porque no he encontrado a nadie de confianza para hacerlo… en verdad, tras la vida que me dio tu padre, no me apetecía acostarme con alguien extraño que me volviera a joder, abusando de mí.

-      Me estás diciendo que me has elegido como tu pareja entre muchos otros.

-      Hijo, para lograr mis planes, analicé los pros y los contra y un poco de licor para desinhibirme, porque sobrio no lo hubiera podido hacer, con eso tome el valor de seducirte, por eso se dieron las cosas contigo. Tú crees que no me había dado cuenta, que cada vez que me bañaba o me cambiaba de ropa me espiabas, tú crees que no me di cuenta de las pajas que te hacías en mi nombre. Yo sabía que tú me deseabas como mujer y no como tu madre, por eso sabía, que si te facilitaba las cosas, tú ibas a reaccionar como lo hiciste y me demostraste que eres un macho.

-      Me amas como mujer y me deseas como tal sin importarte ser mi propia madre.

-      Así es, por eso tuve que tomar una decisión de principios, para romper las líneas rojas que nos llevan a incesto…, y para poder quitarme todos esos prejuicios que se dan en estos casos, interpuse nuestro amor y futuro a todo lo demás.

-      Creo que has tenido éxito, porque yo estoy locamente enamorado de ti. Y te pido perdón por haber sido tan inmaduro como para no decirte a las claras lo que siento.

-      No te preocupes de nada mi vida, lo nuestro yo lo he propiciado, me seguía diciendo mi madre, - A la que tienes que perdonar es a mí, por lo que deje que me hicieras, yo sé que eso estuvo mal no decirte cuanto te deseaba y dejar que te sintieras culpable, pero me sentía tan sola que tuve que hacerlo.

Al terminar empezó a llorar, yo me acerque y la abracé para consolarla

-      Solo deseaba que pensaras de mí, y te he robado de tener otras relaciones con mujeres de tu edad, mucho más jóvenes que yo.

-      Tenerte entre mis brazos es lo más maravilloso que me ha sucedido en mi vida.

Teñíamos encuentros sumamente cachondos, lo hacíamos cada vez que ella quería o a mí me apetecía, sin tener en cuenta el lugar o la hora. Las ganas se las quitaba como nadie lo hubiera hecho, me decía cada vez que ella y yo follábamos. Ms relaciones con ella siempre fueron muy dulces y delicadas, siempre fueron consensuadas, consentidas o buscadas por ambos, eso era lo importante y entregarnos sin prejuicios ni trabas.  

Hoy en día me pregunto, ¿realmente está bien tener relaciones sexuales con mi madre?, yo me contesto que sí definitivamente, porque su necesidad de amor carnal y espiritual era vital para no acabar loca, yo cubrí y reparé con esmero y sin ningún peligro todo el daño que le hizo mi padre, probablemente tenga secuelas sexuales tal relación en mí, pero no es nada que influencie rotundamente en mí como para dejarla, es mucho más lo que me da que lo que me quita. Adoro todo lo suyo, y sé que muchos podrán pensar que se trata de cualquier fantasía, o simplemente es el producto de una mente enferma. Total lo que cuenta es nuestra felicidad, y saber que Alba es la mujer de mi vida y la madre de mis futuros hijos, a la vez que es quien misma me dio esa vida, me hace pensar en que solo la muerte podría acabar con todo este universo de lujuria, pasión, amor e incontinencia sexual.

Ella a su vez ha demostrado que puede ser la más depravada de las putas con tal de hacerme feliz, y que mi padre jamás supo llegar a su corazón y menos a su sexualidad. Que hemos descubierto miles de cosas, hemos elucubrado miles de fantasías y que tal vez lo más loco que pensamos hacer es estar con otra nena para verla haciéndole el amor. Ya tenemos todo planeado para nuestras próximas vacaciones y Alba está dispuesta a hacerlo con otra mujer y de paso permitirme que también me la folle estando con ella delante. Esa es mi mujer, la preciosa Alba, a la que cada día parecen más hermosas y apetecibles sus nalgas… se elevan sobre sus firmes y largas piernas empinándose desafiantes a la espera de mis caricias. Esa es mi mujer, mi adorada amante…, aquella que me espera cada noche con sus piernas abiertas para sentir a su macho explorando todos sus orificios, posando mis labios y mi boca por su sexo inclemente, por su culo de ensueño, inundándolos de semen…, un semen que adora beber y refregar por su cara, pues sostiene que es la mascarilla ideal para prevenir las arrugas.

Este soy yo… su macho, su novio y amante, y el hombre que compensó con creces toda la felicidad que sacrificó, durante los años que estuvo con el imbécil de mi padre. Ahora estoy dispuesto a darle todo lo que esté a mi alcance para dedicarme en cuerpo y alma a la adoración apóstata de toda su belleza, de su piel de marfil y deseo, de pasión y ternura, de su boca que sabe llevarme de cabestro por todo el universo del placer para perderme en el delicioso infierno de sus caricias y sus mimos. 

 


 

La amo como nunca pensé que un hombre pudiera amar a una mujer, a mi mujer, a la preciosa Alba, el motivo más grande que tengo para vivir, especialmente ahora por doble motivo… se ha levantado con náuseas y al vuelta del aseo me ha dado la explicación que temía darme por miedo a que no supiera encajar bien, por lo que se lo estaba pensando, sin embargo no podía ocultar por más tiempo…

-      Hijo no me pasa nada malo de salud, estoy bien se exceptuamos que dentro de mi vientre está creciendo un bebé, tu hijo… nuestro hijo en común, ese que con tanto amor me has hecho ¡¡Cariño estoy preñada!, hace casi dos meses que me dejaste preñada, ¡¡Solo quiero decirte que me siendo feliz de estar preñada de ti!!

A los 46 años y mis 24, vamos a ser padres en diciembre, de una criatura engendrada con amor.

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