Nunca
imaginé que aquella mañana de enero mi vida tendría tal vuelco, que hasta el
momento no he podido asimilar todo lo que me ha pasado estos años. Se veía más
hermosa, su cara tenía un brillo especial, su voz el tono más sensual que habían
escuchados mis oídos. Con sus manos abrazando su vientre pronunció el enigma
que cambió mi vida para siempre…
-
Gracias por permitirme experimentar el
verdadero amor contigo. Gracias por entregarme tu esencia para que podamos
embarcarnos juntos en este viaje que cambia la vida. Gracias por mantener la
calma y poner todos los horarios de las citas importantes en mi calendario.
Gracias por vetar mi elección de pintura verde lima para la habitación que
hemos acondicionado. Gracias por seguirme en mis estúpidas preguntas sobre
nosotros…Gracias por permitirme ser yo misma. Gracias por ser tú. ¡¡GRACIAS POR
AYUDARME A SER MADRE UNA VEZ MÁS!!
Mi
relato quizás busque una catarsis que puede amilanar un poco lo que mi
consciencia a veces me recuerda. Provengo de una familia de clase media…, mi
padre un ingeniero de caminos y mi madre una arquitecta de cierta notabilidad
en mi ciudad. Tengo un hermanastro de cinco años de mi padre, que vive y trabaja
en Canadá.
Aunque
sé que el matrimonio de mis padres siempre estuvo signado por la rutina o la
desgana de mi madre, y las continuas aventuras de mi padre, a quien no
justifico, no pensé que la separación fuera tan inminente. Vivimos en una
ciudad muy calurosa durante todo el año, puesto que el trabajo en la
multinacional constructora de mi padre queda a dos horas de donde residimos. Un
mes antes, al regresar de la facultad donde estudió el posgrado para ser doctor
en ingeniería naval, me sorprendió encontrar a mi madre en casa, bastante
descompuesta, con una vaso de pacharán en las manos, algo inusual puesto que
eran apenas las cinco de la tarde. La saludé como acostumbraba con un beso en
la frente, y me dirigí a mi cuarto para tomar una ducha, vestir algo cómodo,
comer y pegarme de mi ordenador para continuar con mi trabajo.
Al
bajar a la cocina, ella, un poco turbada por el licor, estalló en un llanto que
me angustió. La abracé y le pedí que me contara que pasaba. Me comentó que mi
padre había tomado la determinación de irse definitivamente de la casa y aunque
la verdad que él permanecía casi toda la semana fuera, ahora quería iniciar los
trámites del divorcio. Para ser sinceros esta noticia no me afectó, puesto que
era preferible que todo acabara en buenos términos y no tener que vivir el
infierno de dos seres que apenas si se dirigían la palabra en casa. Para
rematar mi madre me dijo que debíamos mudarnos de apartamento, puesto que mi
padre había decidido venderlo ante una oferta que era buena…era suyo en
propiedad desde que era soltero y lo podía
hacer sin más, eso le facilitaba que ella pudiera tomar su parte en los
bienes que le correspondían. Conclusión…, a comenzar a empaquetar y prepararme
para la mudanza, lo cual ocurrió un mes después.
Mi
madre había comprado un apartamento en las afueras de la ciudad, en un proyecto
inmobiliario para el que trabajaba. Ante la premura debimos ocuparlo sin los
acabados necesarios, es decir sin puertas interiores y otras cosas, ya que ella
que es en extremo cuidadosa, prefería elegir bien todos los interiores para
hacer de éste sitio algo acogedor a su entero gusto. A mí, la verdad me
importaba un carajo todo. El apartamento era realmente pequeño, con dos
cuartos, un estudio y un área de servicio. Sin embargo la vista era preciosa
puesto que ocupábamos el piso décimo segundo. El cuarto de mi madre tenía su
baño privado y yo decidí que como nadie nos visitaba, el baño de invitados
sería mío. De lo único que nos ocupamos fue de comprar unas cortinas
provisionales para evitar que los vecinos de los apartamentos vecinos pudieran
espiarnos, sobre todo a mi madre.
Nos
instalamos en nuestro nuevo hogar, y ese evento de la mudanza despertó entre
nosotros algo desconocido…, un afecto increíble que nos hizo demasiado bien a
los dos. Bromeaba permanentemente con ella, le daba abrazos fuertes para
levantarle la moral y le preparaba un chupito por la tarde cuando regresaba de
su oficina. Aparte de eso tuvimos que seleccionar muchas cosas que no usaríamos
para regalarlas, debido a lo reducido del espacio de 60 metros cuadrados.
Desechamos
algunos muebles, utensilios y otras cosas las llevó papá a su nueva casa. Mi
madre entonces se dio cuenta que su guardarropa debería sufrir un recorte muy
grande y sentados en su cama, comenzamos a escoger entre los dos, que cosas no
usaría más. Al observar varios de sus trajes, descubrí que muchos de ellos
jamás se los había puesto, por lo que ella decidió colocárselos para que yo
pudiera opinar si los guardaba o no. Los mostraba con cierta coquetería al
tiempo que se colocaba unas zapatillas abiertas de tacón bastante elevado, lo
cual resaltaba mucho más lo gracioso y voluptuoso de su figura. Yo la observaba
atento, pero de un momento para otro, la sensación de admiración y respeto
hacia esa mujer, fue diluyéndose y transformándose en una extraña mezcla de
curiosidad por descubrir más de esa piel que por momentos ella me permitía
apreciar, al tirar un vestido y ponerse otro, quedando en sostén y bragas, que
por cierto eran bastante diminutas. No solo era en lo que me fijaba, su piel
tersa y libre de imperfecciones, y unas carnes firmes y cada una en su sitio…
¡¡Joder mi madre estaba muy buena!!
De
todas maneras y dado que muchos de los trajes le quedaban bastante ajustados le
pedí que los guardara puesto que en realidad se le veían bien, porque en
realidad se notaba extremadamente sugerente por el tamaño de sus anchas caderas
y respingonas nalgas. Convivir en esas circunstancias dio origen a lo que se
convirtió, no en una estrecha relación filial, sino en una indefinida y tácita
relación de macho y hembra, y ese es el motivo que me lleva al relato…
Esa
mañana de enero de la que hablaba, nuestras vidas cambiaron para siempre.
Resulta
que Alba, que es el nombre de mi madre y como la llamo desde niño, había
olvidado su toalla de baño y me pidió que por favor la alcanzara una. Entré
desprevenido a su cuarto y como la ducha era de paneles acrílicos transparentes,
sin querer la observé como Dios la trajo al mundo. Desde muy niño la había
visto en paños menores pero nunca reparé en ella como hasta el día que se probó
sus vestidos y más en ese momento. Ella sin darle importancia a mi presencia,
tomó la toalla y comenzó a secarse. Salí del cuarto con la impronta de su total
desnudez martirizándome… quemándome las entrañas y para qué negarlo, con una
inquietud que terminó en una maldita erección como pocas veces tuve en la vida.
Haberla visto así, en la plenitud de su piel blanca y sus cabellos húmedos
surcándole los hombros, su pubis ligeramente rasurado, enmarcando ese triángulo
surcado en medio de sus muslos, era algo para lo que no estaba preparado.
Decidí
entonces regresar a contemplar ese precioso espectáculo, y cuidando de que no
se percatara, pude verla de espaldas a través del espejo de su tocador. Era
preciosa. Me impactó la forma de sus nalgas redondas y provocativas, así como
sus piernas contorneadas muy proporcionadas. Mientras esparcía la crema por su
cuerpo. Mi polla comenzó a crecer exigiéndome ese monumental pajazo que me hice
inmediatamente en la ducha. Ese día no pude apartar su imagen de mi cabeza, y
lo único que deseaba era regresar a casa para poder verla de nuevo, al salir de
su baño. Sabía que era mi madre, y era consciente de que estaba a las puertas
del incesto, pero nada me importaba como no fuera disfrutar su belleza.
Sin
embargo a pesar de la convivencia permanente, solo hasta ese momento pude
comprobar que, si bien ella despertaba en mí ciertas emociones inexplicables,
lo cual en un principio atribuí a nuestra relación filial, no estaba exento de
experimentar esas mariposas en el estómago cuando ella, dedicando toda su
ternura, jugaba conmigo en la cama, por lo cual la imagen de su desnudez no me
era extraña, pero si fue lastrando una curiosidad mucho más allá de lo que
supuestamente me era permitido. De todas maneras dada la presencia de mi padre en
casa, cualquier inquietud quedaba de lado, puesto que inconscientemente la
imagen de otro macho apaciguaría en mí, cualquier deseo hacia ella. Por eso a
partir del momento en que vivimos juntos, las cosas dieron un giro de ciento
ochenta grados y el volcán del deseo, hasta entonces dormido, despertó con toda
la furia al tener tan cerca su precioso cuerpo y poder observarlo furtivamente,
tal como Dios la trajo al mundo sin ningún pudor por su parte, dado que la
familiaridad acotaría todo deseo.
Los
días siguientes fueron un tormento cada vez mayor. Comencé a madrugar para
poder espiarla a las 6:30. Me encantaba mirar cómo se jabonaba en un ritual más
de complacencia que de higiene. Tomaba la afeitadora y procedía a rasurar la
entrepierna de su vello púbico, dejando intactos los de la línea que alargaba sus
labios en una pequeña área de su monte de venus…. Era lo más cercano al cielo
que tuve en mi vida observando al ángel caído del mismo. Queriendo no perder un
solo detalle en lo sucesivo, había cambiado el sitio de su cama y su tocador, para
que pudiera verla tranquilamente por el espejo, que además reflejaba la ducha
también. Aunque nada podía compensar la magnitud de su desnudez, comencé a
experimentar unos estados de ánimo que no conocía, y que oscilaban entre la
euforia y la depresión, tras haberme masturbado pensando en ella. No sé si notó
estos cambios pero de un momento, comenzó a hacerme ciertas preguntas acerca de
mi sexualidad, que no eran frecuentes.
Le
comenté acerca de un par de nenas, hijas de amigos de la familia, con quienes
tuve sexo pero la verdad que todo fue muy insulso. Ella fingidamente sonreía
con mis comentarios, y en un momento me dijo que cuál era el tipo de belleza
que me hacía perder la cabeza. Por poco le respondo que precisamente era ella,
pero de todas maneras si le dije que quizás por ser su hijo, me hubiera
encantado una mujer de su porte, su figura y su color de piel. Se rio demasiado
y queriendo bromear conmigo me dijo que podríamos ser novios pero platónicos,
ya que era mi madre. Yo me reí mucho también y le dije que aceptaba encantado,
pero que si podría invitarla a salir al cine, y por qué no acompañarla a tomar
unas copas por ahí. Queriendo sellar nuestro pacto de esa conversación
aparentemente inocente, la abracé con fuerza y le di un sonoro beso en su
mejilla, pero al tratar de zafarse de mis brazos, su boca rozó la mía y fue
inevitable que nuestros labios tuvieran ese contacto que ninguno deseo evitar….
Nos miramos a los ojos sorprendidos pero queriendo sortear reacciones de su
parte, le pedí disculpas…
-
No es culpa tuya, cariño… me he movido
al estar jugando contigo, y por eso te besado la boca, que además es muy bonita…
Me
miró extrañada, pero no demostró disgusto para nada, por lo contrario creo que
ella esperaba, que por las circunstancias algo pasara entre nosotros a pesar de
la maldita prohibición que la sociedad nos imponía por ser madre e hijo.
Seguimos conversando banalidades, y ante la inminencia de un fin de semana para
nosotros dos solos, decidí irme a mi cuarto a terminar una investigación
pendiente para el día siguiente viernes.
Sé
que muchas cosas pudieron pasar por nuestras cabezas a partir de ese día. Y
estoy seguro que muchas veces que Alba se detuvo en mi ducha para comentarme
algo, y no en otro momento, era inevitablemente para observar mi cuerpo
desnudo. Tengo 1.78 de estatura, soy delgado bien esculpido aunque no atlético
y sin presumir creo que mi miembro viril es algo más grande de lo normal para la
media… rondando los 17 centímetros en plena erección, aunque con una anchura
importante, que la hace aparentar mucho más corta de lo que es… se parece mucho
a un “boad” australiano, con un cuerpo muy grueso y una punta afilada idónea
para producir penetraciones suaves y la anchura del tronco, expansiones bien
grandes en la boca del coño, como a todas las mujeres les gusta, creo que ahí
está mi gran éxito en mi sexo. No obstante el conjunto de mis genitales no
sería completo sin mis más que destacables testículos, unos huevos bastante
grandes de escroto alargado, que denotan a la vista ser dos bolas pesadas.
A mi
madre no se le pasó desapercibida mi dotación, de ahí que se regocijara su
vista en mi desnudo. Alba, tampoco está mal estructurada, de medidas
proporcionadas con 1.68 de estatura, unas caderas de unos 95 centímetros, 85C
de sostén, y unas piernas bastante largas, las cuales se enmarcan de manera
deliciosa cuando usa ciertas prendas ajustadas, como faldas o jeans, hace de
ella una mujer estilizada y muy, muy atractiva. Sé que ella se molesta con unos
kilos de más que suele coger en invierno, pero yo solo los veo donde deben
estar… justamente en el tamaño de sus tetas deliciosas. A pesar de haber parido
dos hijos su vientre es bastante alineado, aunque de hecho si se le notan un
principio de estrías que se trata con crema, pero no son casi apreciable y mucho
menos desagradables… para tener 46 años está para mojar pan…. Es más, creo que
es el prototipo de la mujer que sin ser voluptuosa, exuberante, posee formas
que llaman la atención a todos, menos al cabrón de mi padre cuya afición por
las putas, hizo que mi madre terminara cogiéndole fastidio, y era apenas
natural que así ocurriera, puesto que mi madre, al único hombre que tuvo en su
vida fue a mi padre, alguien que no se distinguía precisamente por su fidelidad,
ni por su delicadeza y atención a su esposa en la cama. Por eso hoy en día
entiendo que la frigidez de mamá se debió al maltrato sexual que sufrió en su
matrimonio e incomprensión de un hombre como mi padre, acostumbrado a tratarse
con prostitutas a las que poder meterle todo su pollón, y cuyas actitudes
debieron afectar demasiado a una mujer bisoña como mi madre.
A
partir de esas conversaciones tuve dificultades para conciliar el sueño.
Elucubraba mil fantasías, pensando en ella, a su lado, besándola, acariciándola
y olvidando por completo lo que nos unía. Alba se convirtió en mi obsesión, en
el único motivo para ser feliz…, percibía en mí ser estar absolutamente
enamorado de ella, de sus ojos cafés, de sus cabellos castaños, de sus manos
delicadas y de la locura de su cuerpo hecho deseo para mí. Pienso que cambié
demasiado a partir de entonces, ella lo notó y me lo hizo saber.
Era
extraño que quisiera estar ayudándole en las labores de la casa y ofreciéndome
para hacer lo que fuera con tal de estar a su lado. Para acabar de dañarme la
mente, ella permanecía en casa con unos pequeños pantaloncitos de tela muy
liviana que se partían en medio de su vulva carnosa de raja profunda, y
entraban ligeramente en medio de su precioso culo. Usaba unos tops que me
dejaban observar su vientre hermoso con ese ombligo profundo que no tardaría en
chupar hasta enloquecerme. Calzaba unas sandalias que le iban perfectas a la
belleza de sus pies largos, delgados y con unos dedos divinamente arreglados y
sus uñas pintadas de varios colores nacarados. Y esa parte de su cuerpo
despertó en mí, un fetichismo que me trajo toda la complacencia, sobre todo
cuando ella al regresar de su trabajo, se descalzaba y sentándose en el sofá
procedía a masajearlos, puesto que la altura de sus tacones se le cargaba un
poco los gemelos.
Una
tarde cualquiera le pedí que me dejara darle su masaje, a lo cual no se rehusó,
y desde entonces es una costumbre que retomamos cada día como protocolo
ordinario. Tomé un poco de crema en mis manos y procedí a esparcirla por sus
plantas, dedos y tobillos, acariciándolos suavemente, y tratando de disimular
la excitación que me producía el contacto de sus delicados pies. La primera vez
comprobé como el contacto de mis manos le causaba una sensación de placer que
tampoco pudo ocultar con unos leves gemidos, que bien podrían asociarse a un
suave orgasmo, puesto que su respiración se notaba agitada. Había vestido un camisón
largo de tela vaporosa en algodón, que le llegaba hasta las rodillas, por lo
cual le pedí que se recostara en el sofá totalmente, mientras yo desde la
esquina opuesta continuaba con mi labor supuestamente para desestresarla.
Estuve
frotando sus pies por lo menos una media hora, y poco a poco fui subiendo mis
manos hasta la altura de sus pantorrillas, y sin poder evitarlo al encoger sus
piernas dejó ante mis ojos toda la belleza del interior de sus muslos y ropa
interior, por lo que ella procedió a simular cubrir su intimidad descubriendo
un poco más sus muslos, algo que me dejó atónito, puesto que la orografía de éstos y su tersura en la cara interna de
sus piernas, eran algo demasiado provocativo para todo lo que se fraguaba en mi
mente, al verla con toda la lascivia y falta de pudor ante su hijo.
Esas
supuestas atenciones se repitieron los días siguientes, como ya dije, a modo de
protocolo diario, en un contubernio en el cual ella disfrutaba mis caricias,
mientras yo aumentaba el deseo por tenerla conmigo. En esa actitud en la cual
la suavidad de sus pies, la belleza indescriptible de estos y el espectáculo de
sus piernas hacían que una vez acabara, buscara cualquier pretexto para
masturbarme en su nombre. Una tarde no resistí y viéndola ligeramente
adormecida, tras la total absorción de la crema en la piel de sus pies, los
acerqué a mi boca, pasando mi lengua suavemente por su empeine y sus plantas, chupándole
los dedos imperceptiblemente, ante lo cual Alba retorciéndose me miró con una
preciosa sonrisa…
-
Este tipo de caricias jamás me las habían
dado… son de lo más agradable sentirla, hijo... ¡Me están produciendo cosas
raras! ¿Me entiendes, verdad?
No
dije nada, y continué con mi labor, mordí suavemente sus deditos, diciéndole
que eso no tenía nada de malo, porque en los pies se unen todas las
terminaciones nerviosas del cuerpo, de ahí que la medicina china use la
acupuntura en los pies para curar muchas dolencias del resto del cuerpo. No
respondió nada, pero su turbación era evidente, así que decidimos dar por
terminado el masaje.
De
un momento para otro comenzó a usar ciertas prendas para dormir que dejaban muy
poco para mi imaginación. Vestía unos camisones semi transparentes de color
negro y rojo cuyo tejido me permitía apreciar totalmente la dimensión de sus tetas
y sus grandes pezones, así como también el tamaño de sus pequeñas prendas interiores,
que entrando en medio de sus nalgas daban toda la libertad para que estas
armónicamente se mecieran cuando caminaba. Sé que en cada una de sus actitudes
había una cierta coquetería o desafío, y pienso que encararme de esa manera
tan seductora su sexapil, perseguía que
se me quitara la bobada con respecto a ella, y me acostumbrara a verla natural como
mi madre… con la que convivía en plena confianza e intimidad familiar, donde
nuestros cuerpos no debía tener un ápice de misterio, o bien a acabar de
generar ese clima de morbo infinito en el cual convivíamos para llegar más
lejos de lo que una madre debe estar con su hijo. Para bien o para mal ocurrió
esto último y la tentación de estar solos, de vivir en esa intimidad peligrosa
habló más alto. Nunca olvidemos que somos animales con instinto de procreación.
Sin
poder evitarlo comencé a buscar un contacto cada vez más cercano, abrazándola
por el menor motivo o sin él, solo por el hecho de estar juntos, pegados en
contacto con su piel, olor y candor. Así que, queriendo apartar cualquier
prevención de su parte, comencé a jugar con sus cabellos, a cargarla a pesar de
sus 65 kilos de carne deliciosa, y a llevarle el zumo de naranja a su cama en
las mañanas de los fines de semana. Cuando entraba a su cuarto, me sentaba en
su cama y le estampaba un beso en su mejilla que a poco ella se me ponía de frente
y me daba sus labios, mientras mis dedos iban acariciando sus cabellos… nos
empezamos a atrever a darnos unos picos sin lengua, a la par que la despertaba con
frases melosas. Notaba su esplendor al recibirme, porque necesitaba en su más
íntimo subconsciente, tener las atenciones de un hombre.
Y yo
quería convertirme en el macho que nunca tuvo, en ese hombre tierno, atento,
detallista, que la consintiera y la hiciera sentirse la nena que nunca pudo ser
por no tener un hombre adecuado a su altura de mujer y hembra. La cercanía de
nuestros cuerpos era cada vez menos inocente, y yo en casa dejé de usar
pantalones tupidos, para colocarme únicamente un short que le permitiría
dimensionar y sentir en su piel el tamaño de mi polla. Cuando la abrazaba al
comienzo evitaba que mis paquete entrara en contacto con su cuerpo, pero decidí
que era preciso que tomara la iniciativa y empecé a juntarme más al suyo,
especialmente a su culo, abrazándola con fuerza, pasando mis manos por su talle
y acercando mis labios a su cuello y oreja, le mordía el lóbulo y ella se
dejaba hacer por mi boca, cuya cercanía le producía una sensación inocultable
que se expresaba a través de lo erizado de los preciosos vellos de sus brazos.
Solo faltaba un pretexto para terminar amándonos como hasta ahora lo hacemos…,
mientras yo imagina su coño mojado por el acto.
No
había pasado un mes cuando llegaron las puertas interiores y ella contrario a
lo que pensaba, las dejaron colocadas, pero nunca se llegaron a cerrar no a
poner pestillos que impidieran que se abriesen en cualquier momento, en verdad
ya no necesitábamos tener espacios acotados. Eso me confirmó que ambos
podríamos continuar con nuestros deseos de espiarnos mutuamente, y que ella
sabía que yo vivía pendiente de sus entradas a la ducha para darme el
espectáculo de su piel de marfil, acariciándose con el jabón y reprimiendo el
deseo insoportable que sentíamos y que estaba a punto de enloquecernos…, el
mismo modo que ella pululaba libremente en mis estancias cuando me encontraba
en mis actividades íntimas, porque sin duda ella también gozaba con mi
desnudez…. Era hembra antes que mujer y madre, por lo que una presencia fálica
le sugestionaba tanto como a mí la voluptuosidad de su feminidad.
************
Un
viernes en la noche tuve que ir a un compromiso en la facultad con los
catedráticos que realizaban la tutoría de mi tesis doctoral. Cuando regresé
estaba muy cambiada y de un pésimo humor. Vestía con unas mallas que la cubría
totalmente, y al mirarme, el disgusto en su mirada era evidente. Me preguntó si
quería comer algo, pues debía estar muy hambriento después de haber estado con
todas las puticas de la facultad, y que en eso era igualito a mi padre. No
podía creer lo que ella me estaba diciendo. Alba estaba celosa, enloquecida de
pensar que otra mujer y no ella se hubiera acostado conmigo. Me quedé mudo, y
mirándola fijo a los ojos me fui acercando poco a poco. La tomé de las manos y
le expliqué que si me había demorado se debía a que precisamente ese día, era
la despedida de la facultad y que a pesar de que todos se citaron en una
discoteca de moda, y que la fiesta presagiaba todo el desorden del mundo, yo
preferí regresar a casa puesto que nada compensaba la alegría de estar a su
lado. La abracé con fuerza…, quería fundirla a mi cuerpo, en tanto que ella
abandonándose por completo comenzó a sollozar pidiéndome perdón por ser tan
celosa cuando yo no era su macho sino su hijo.
Me
rodeó con sus brazos por mi cuello como implorando ese perdón y esa protección
que no quería perder. Sentir su aliento tan cerca, el perfume de sus cabellos
aún un poco húmedos por el bálsamo que se aplicaba y sus tetas totalmente
aprisionadas a mi pecho, me hicieron sacar a flote todo el cúmulo de emociones
reprimidas, de sentimientos, de amor y deseo inaguantable por aquella hembra.
Estuvimos así…, quietos, sin querer apartar nuestros cuerpos en un abrazo que
nos condujo a ese nuevo universo en el cual nos sumiríamos para siempre.
Comencé a besar su cara, a murmurarle que era la mujer más preciosa del mundo…
la mujer más tierna y cariñosa, que por nada ni nadie estaría dispuesto a
dejarla sola. Sentí como se estremecía mientras mis labios imperceptiblemente
se posaban en sus párpados cerrados, y mis manos la asían con más fuerza por su
talle delicado. Tomé su carita entre mis manos y sin que pudiera evitarlo posé
mis labios suavemente en los suyos. Nos miramos intensamente sin que ninguno de
los dos tratara de evitar ese contacto, hasta que enloquecido abrí mi boca y
con mi lengua fui abriendo lentamente sus labios, mordisqueándolos sin que
ofreciera resistencia.
No
sé cuánto tiempo pudimos estar besándonos con esa fragilidad en la que era preciso
estar totalmente entregados, sin hablar, para que el hechizo no fuera cortado.
En un momento reaccionó y apartándose de mí, me miro aterrada.
-
¡Por Dios! ¿Qué estamos haciendo?
Fue
lo único que alcanzó a decir puesto que nuevamente callé su boca con la mía, y
cargándola la llevé hasta su cuarto. Alba comenzó a gemir como una chiquilla
pidiéndome que me detuviera, puesto que se hallaba demasiado frágil
emocionalmente y tan confundida, que estaba al borde de la locura conmigo. Sin
decir nada la acosté en la cama, me recosté a su lado, y seguí abrazándola, ya
no con ternura, sino dejando que mis manos bucearan por toda la extensión de su
inmaculada espalda, hasta sus caderas, al tiempo que mi miembro totalmente
enloquecido se refregaba en sus piernas para que su voluntad fuera doblegándose,
por el contacto de un macho. Ella respirando agitada solo murmuraba…
-
No, no, no por favor, mi vida, esto no
está bien mi cielo, no, nooo… qué estamos haciendo por Dios… soy tu madre, hijo
mío de mi vida…
-
Necesitas que te quieran, que te amen…
sentir a otra persona, como toda mujer.
-
Pero eres mi hijo, sangre de mi sangre…
no puedo tener atracción por ti, cariño.
-
Los sentimientos son aspectos que están
fuera del control de cada uno, se sienten y no podemos ponerle límites o nos
sentiremos unos desgraciados.
-
Puede que tengas razón… pero ¿Cómo puede
ser esto…?
-
Tal vez ¡¡Porque somos los que más nos
amamos en esta vida!!
Aunque
ya sus manos se aferraban a mi espalda llevando la contraria a lo poco que
quedaba de su cordura y sus prejuicios. Sin soltarla comencé a bajar el
pantalón, lo cual quiso evitar pero dada mi fuerza no pudo impedirlo. Pude
palpar por primera vez la delicadeza de toda su piel de fuego, la lisura de sus
piernas y sus nalgas descomunales y perversas. Acaricié su hermoso culo con lascivia,
pero sin llegar a lastimarla, mientras se excitaba cada vez más cerrando sus
bellos ojos de los cuales brotaban unas deliciosas lágrimas que secaba con mis
labios. Me detuve con mi mano izquierda a recorrer la suavidad de su vientre,
en cual un día me tuvo dentro engendrándome, y hoy estaba dispuesto a disfrutar
de nuevo en toda la plenitud de un placer diferente.
El
sentir su dermis me quemaba, me dejaba completamente enloquecido, por lo cual
aflojé mi pantalón y lo tiré a un lado… Continué besándola y recostándome
encima de ella, abrí sus piernas poco a poco para que su sexo empapado de un
gozo diabólico y extraño para ella, experimentara la dureza del mío. Los
gemidos de mi reina eran más y más intensos cada vez. Abrió sus piernas de par
en par, para sentir todo el volumen de mi verga estrangulada por el bóxer y a
punto de penetrarla. Besé su cuello, lamí sus orejas y sin decirnos nada, levantándose
un poco, tiró su blusa sin sostén…. El espectáculo de sus tetas desafiantes me
llevó a besarlas con ternura, aumentando mis caricias con mi lengua y mordiendo
delicadamente los pezones duros y estirados como chupetes de bebé. Relamí cada
centímetro de sus tetas, hasta llegar a las axilas, lo cual me pareció
increíble, pues ella se retorcía como una perra en celo.
Bajé
mi lengua por sus caderas y tiré de su tanga con mis dientes hasta dejarlo en sus
rodillas, regresando a sumergirme entre los tersos y suaves muslos para llegar en
toda la extensión de sus labios vaginales, chupándolos, pasando mi lengua por
todo ese vértice de lujuria que ahora era mío y que estaba dispuesto a beber
por todo el tiempo del mundo. La besé y chupé con lascivia, como un poseído,
relamiendo sus labios y su clítoris que ella misma estiró del capuchón para que
asomara el glande, no perdí la oportunidad de pasar mi lengua por toda la
pepita durante un rato y luego por el área de sus piernas abiertas, hasta la
entrada de su precioso ano, degustando cada gota de sus fluidos que manaban
desde su alma entregada al deseo. El sabor y el aroma de su sexo era el más
poderoso lenitivo que jamás bebí. Mi lengua entraba en su conducto follándola,
mis labios horizontales se comía los suyos verticales como quien se come una
tajada de melón, hasta que mi hermosa mujercita, tras una y otra pasada no pudo
más y estalló en un delicioso orgasmo, sollozando como una jovencita recién
desvirgada, fruto de su prolongada sequía sexual, una abstinencia inmerecida
que yo estaba dispuesto a que olvidara y dejara atrás como estatua de sal.
Sabía
que en ese momento no contaba mi placer sino el de ella, y que debía continuar
hasta que todas sus dudas, temores y remordimientos quedaran atrás ante la
grandeza de nuestro mutuo amor y nuestras más perversas pasiones marcadas por
tabúes infundados. A las puertas de ser poseída y habiendo atravesado el umbral
del no retorno, Alba clavó suavemente sus uñas en mi espalda, y mirándome
fijamente a los ojos, me obligó a confirmarle que en ese momento no me estaba
acostando con ninguna perra de la facultad, pues una de esas zorras había
dejado un mensaje en el contestador de mi casa, ofreciéndose para estar conmigo
en la fiesta y anunciándome que estaba loca por hacer lo que yo ya sabía con
ella.
-
Dime que no te follas a esa perra, y que
solo me perteneces a mí.
-
Te lo prometo mamá, esa chica solo me
busca, pero yo no he tenido nada con ella ni lo deseo tener, mucho menos ahora
que he encontrado a mejor hembra del mundo… ¡Te quiero como mujer y te voy
hacer feliz el resto de tu vida!
-
Con tu madre tendrás hembra para
hartarte, mi vida…
-
¿Para hartarnos a follar…?
-
Sí mi amor, para hartarnos a follar como
conejos salido todos los días.
Mi
hermosa mujer sentía celos, y no precisamente de madre… sentía celos de su
macho, rabia de pensar que otra pudiera estar conmigo, cuando ella desde hacía
mucho había dejado volar su imaginación al igual que yo, soñando con ese
momento. Le dejé claro que no debía preocuparse por sus ocurrencias, y sabiendo
que ese momento era irrepetible le confesé que estaba perdidamente enamorado de
ella desde que estábamos viviendo juntos. Que hacía mucho tiempo había dejado de
mirarla como mi madre y que todo el tiempo la observaba como la deliciosa mujer
que era. Me confesó entonces que desde que llegamos a ese apartamento había
comenzado a sentir lo mismo, y que vivía loca de celos cada vez que cualquiera
de mis amigas o compañeras llamaba, y que muchas veces optó por no darme los
recados, en particular en dos ocasiones en que había una fiesta bastante
interesante, y que sin que yo me diera cuenta, desconectó el teléfono para
evitar que llamaran a casa, y entrando en mi cuarto apagó mi móvil… me extrañó
cuando lo cogía por la mañana apagado sin recordar haberlo hecho. No sabía que
decir y simplemente la besé.
Continué
besándola colocándola de lado, después de pasar mi lengua por su cuello,
espalda, cintura y sus caderas donde me detuve a mordisquear sus nalgas
infinitas. Alba estaba enloquecida, gemía como una gata… regresé de nuevo a la
indescriptible sensación de chupar su carnosa vulva, cuyos labios aumentaron de
grosor sustancialmente… me dediqué a lamer cada poro, cada milímetro de piel de
su coño delicioso. Abrí su pierna derecha y la puse encima de mis hombros, y
abriendo sus grandes nalgas exploré la delicia de su ano cuyos pliegues formando
una estrella y perfectamente delineados radialmente, me acabaron de alucinar.
Introduje mi lengua lo que más pude tratando de dilatar ese orificio de placer,
lamiendo hacia su raja vaginal, recogiendo todo lo que de ella saliera, pues
todos sus fluidos, eran lo único que necesitaba para vivir desde entonces.
Dispuesto
a que sintiera todo aquello a lo que tenía derecho, seguí lamiendo su sexo,
encarnizándome en el clítoris, hasta hacerla sentir no sé cuántos orgasmos más
sin llegar a la penetración oficial. Mi madre era multiorgásmica y no me
explico como el imbécil de mi padre no se percató de semejante hembra tan
lúbrica en su vida. Dándome la vuelta y mientras chupaba su preciosa vagina, fui
colocando mi polla cerca de sus labios, hasta percibir como su lengua comenzaba
a lamerle la cabeza, y en uno de sus arranques de locura optó por meterlo todo
en su boca mamándolo con una delicadeza, una mano pajeaba el tronco, la otra se
ocupaba de los poderosos huevos que poseo.
-
Tienes un sabor delicioso en tu polla,
hijo. Esta forma de tu tronco ancho y de glande en punta como un arpón es muy
curioso…
-
Entra muy suave en el coño, y dicen
quien la han probado que la anchura del tronco, les da mucho más placer que
cualquier otra verga que hallan probado…
-
No me extraña…y tus huevos son tremendos
¡Deben tener una cantidad de leche inconmensurable, como para preñar a veinte
mujeres con una única eyaculación…!
Se
volvió a meter la polla hasta que hizo tope en su galillo, le di unas cuantas
sacudidas que dejaron escapar unos sonidos de ahogamiento verga encharcada en
su garganta… se la extraje y la abracé dándole un de los besos más deseados y
lujuriosos. Sus besos en cambio, eran como los de Roberta, sedosos a la vez que
descarnados, es decir, despertaban la lujuria de inmediato… Roberta ha sido la
mejor amante que he tenido hasta la fecha….
-
¡Ufff, cielo, como me ha gustado! ¡Seguro
que las haces disfrutar de lo lindo!
-
¡Nos lo pasamos bien, aunque con ellas, nuestro
lenguaje es algo más fuerte!
Le
dije para probar hasta donde podía llegar en el vocabulario con mi madre….
-
¿Ah, sí? ¿Y qué os decís?
-
¡No sé si le gustaría oírlo! No quiero
que te pongas celosa o molesta por ello
-
¡Prueba a ver, cariño! Tu mamá es una
novata tras 25 años sin conocer macho.
Contestó
con cara de pilla restregándome las tetas con descaro.
-
Pues cosas como… “¡Te voy a reventar el
coño putita!” “¡Estás para comerte hasta la pepita!” o “¡Vas a salir rellena de
leche y carne como un pavo de Navidad!”
-
¡Ufff, sí que son fuertes! ¡¡Y te las
follas a pelo…!! ¿Y ellas qué te dicen?
-
Pues… “¡te voy a chupar la polla gorda
hasta dejarte seco, cabrón!” “Tienes los huevos más gordos que el toro de
Osborne” “Ese cipote tan ancho me va a dejar el coño como un bebedero de patos”
o “¡Con ese salami, tengo para comer un mes!”
-
¡Jajaja! Rio
algo nerviosa… no estaba seguro que no era sincera con lo celosa que es.
-
¡Sabes una cosa, hijo mío!
-
¿Qué?
-
¡Creo que me gustaría oír esas cosas
mientras te follas a tu madre! ¡Quiero ser tan puta como esas guarras y que no
tengas que pensar más en ellas! Ya no vas a necesitar a esas putitas teniendo a
tu hembra dispuesta a hacerte lo que desees, porque ya solo me tienes a mí… y a
alguien le tendrás que seguir diciendo eso.
-
A mí no me importaría decírtelas, sí tú
te atreves a decírmelas a mí…
Realmente
no me imaginaba a mi señora madre tan tímida y recatada, bueno, el recato ya lo
había perdido por completo, pero todavía le quedaba algo de timidez, pues eso,
que no me la imaginaba diciéndome guarradas, tampoco sabía si yo me atrevería a
decírsela a mi propia madre.
-
¡Uy, no sé… contigo mi amor… pues no sé
si me atrevería!
Contestó
alargando su mano entre mis piernas para tocarme la polla. La manoseó un poco y
añadió.
-
¡Aunque por esta verga dentro de mí,
creo que sería capaz de decir cualquier cosa!
No
dejaba de sorprenderme a cada minuto que pasaba, y me sentía a gusto con ella
enseñándome sus tetas a la vez que me sobaba la polla
-
La verdad es que te tenía por una mujer
muy recatada, mamá.
-
Esa no era yo cariño, tu padre me tenía
muy reprimida y me dejaba manejar por él, pero siempre desee salir de esa
burbuja en la que me había enclaustrado.
-
¡La verdad es que eres una mujer
preciosa! Le dije para animarla a que siguiera. – Te
mereces disfrutar de la vida y del sexo sin cortapisas, libre y despreocupada.
-
Solo teníamos sexo cuándo él quería y
cuando salía a la calle me obligaba a ir bien tapada… sin embargo tu padre, me
los ponía bien puestos con cualquier puta.
-
¿Y el sexo con él, que tal era? Fue
una pregunta muy indiscreta, pero estaba seguro que se abriría por completo.
-
Pues muy soso y tradicional. Tú me has
hecho disfrutar más en un rato que él en todos los años de casada…. Tu padre me
penetraba tan duro con su enorme polla, que me provocaba más dolor en los
ovarios que placer…y al poco tiempo se corría dejándome sin mi orgasmo, ahí
tirada como un condón usado ¡¡Me sentía mal…!!
Ya
había conseguido ponerme la polla dura, aunque tengo que reconocer que tampoco
era difícil en aquella época en la que tienes 26 años y tienes una cierta falta
de sexo.
-
¡Creo que has logrado estirarme la verga
de nuevo! Le dije utilizando su jerga.
-
¡Um, ya la siento! ¡Estoy deseando probarla
en la boca! ¿Me dejarás mamártela…?
Me
dijo sin cortarse… de seguido me devoró la boca de nuevo aplastando sus tetas
contra mi pecho. Nos tumbamos y no tardó en bajarme el slip y sacarme la polla.
Estaba como una estaca, mi corazón bombeaba sangre sin parar manteniendo las
venas abultadas, que rodeaban el tronco totalmente. El capullo estaba hinchado
y sonrosado, adornando la punta como la bandera del mástil de un barco pirata. Vi
como brillaban sus ojos mirándola mientras la masajeaba. Estuvo deleitando su
vista antes de sacar la lengua y lamer el glande como la bola de un helado
derritiéndose. Sentir su lengua, carnosa y húmeda, era una delicia. Abrió sus
grandes y sensuales labios y vi como mi capullo penetraba entre ellos. Lo
mantuvo en la boca dándole lengüetazos en su interior. Su boca cálida y húmeda
estaba proporcionando la cueva perfecta para mi hinchado capullo. Avanzó con
los labios adheridos al venoso tronco succionando a la vez… y todo mi cuerpo se
tensó al sentir como mi glande chocaba contra su garganta.
Mantenía
una mano agarrada al bajo tronco y con la otra masajeaba mis frondosos huevos
que tanto le encantaba sobar sin cesar, no sé si estaba copiando lo que había
visto hacer a en alguna peli porno o es que esa mujer sabía por instinto lo que
se hacía sin haberlo hecho antes. Sacó el tronco de su boca y lo volvió a
engullir mientras, no dejaba de lamer con la lengua en parte baja del cipote hasta
llegar a mis pelotas. Las lengüeteó una y otra vez, chupó cada uno de los
huevos y se los metió en la boca de manera alterna como caramelos, jugando con el
testículo dentro y su lengua… se los devoraba como un caníbal sin dejar de
pajearme el tronco. Su habilidad me dejaba asombrado, no creo que pensara que
esos huevos eran de su propio hijo, sino de su macho semental…, de pronto se
los tragó los dos. Toda su boca se llenó de mis dos bolas, los rebozó en saliva
durante un rato y luego se entretuvo lamiendo y chupando para dejarlos limpios
de baba.
No
pude evitar dar un largo suspiro de placer, aquella mamada comenzaba de una
forma deliciosa. Se había arrodillado perpendicularmente a mi cuerpo y acaricié
su espalda comenzando desde el cuello hasta llegar a una de sus fabulosas
nalgas. Su piel era suave y tersa y su culo más duro de lo que parecía.
Percibió que mi mano no llegaba más lejos y movió su cuerpo para ofrecerme sus
extensas nalgas. Aquella visión fue maravillosa y acrecentó aún más mis deseos
de reventarle el coño desde atrás con mi polla. El agujero estrellado de su ano
parecía palpitar y los labios genitales sobresalían abultados bajo él.
Después
de pasarle los dedos por el coño la inste con la mano para que pasara una
pierna por encima hasta colocarse con el coño contra mi cara en un 69. ¡Ufff!
eso fue total para la vista. Le di unas lamidas y los grandes labios se
abrieron brillantes y jugosos. Ella seguí succionando mi polla pero ahora sentí
como avanzaban más los labios de su gran boca y engullían mi polla por
completo. “¡Dios, en la primera mamada había conseguido tragársela entera!”
Pensé con todo el vello de mi cuerpo erizado. Podía sentir mi capullo penetrar
en su estrecha garganta para salir de nuevo, percibiendo la presión de sus
labios recorrer el tronco de abajo arriba y viceversa. Eso solo la hace la
mujer que tiene deseos de dar placer a su hombre, arrastrando con fuerza, sus
labios y lengua.
-
¡¡Diosss, que zorra eres!! Me
atreví a gritarle entre lamida y lamida de coño.
Noté
que aumento el ritmo al oírme y después de varias chupadas se la sacó para
respirar. La oí jadear antes de decirme.
-
¡¿Te gusta cabrón?! ¡¡Me encanta comerte
la verga y te voy a dejar seco este par de gordos cojones que he parido!! Y
volvió a hacer que penetrara en su boca entera.
Parecía
que había aprendido rápido el lenguaje, y desde luego a chupar una polla con
todo el descaro. Nunca me habían hecho una mamada tan brutal, mucho menos a la
primera de cambio. Se notaba que mi madre había quemado sus naves, apostando
por mí. Yo andaba ya súper excitado y busqué el clítoris para chuparlo,
succionarlo, lamerlo y morderlo. Comenzó a gemir sin dejar de chuparme la polla,
era sonidos ahogados en mi trozo de carne dura.
Yo
ya estaba a punto de reventar y no pude aguantar mucho más la ferocidad de
comida de polla que me estaba suministrado mi propia madre. Mi polla estalló en
su boca soltando un gran chorretón de lefa espesa, y al momento sentí como su
coño se llenaba de flujo empapando mi boca y parte de la cara. Ella siguió
chupando y tragando leche se cada chorretón que soltaba mi verga, como si
estuviera sedienta de varios días en medio del desierto del Sahara. Hubiera
querido estar ahí toda la vida sintiendo ese placer pero no pude resistir vaciando todo el semen que no
pude retener y que para mi sorpresa ella bebió encantada, queriendo extraer
hasta la última gota…. Tuve que pararla cuando mi polla dejó de manar semen. Se
la sacó de la boca y tomó aire con ansia, parecía que había dejado de respirar
hasta tragarse todo. Se retiró de mi cara para tumbarse boca arriba jadeante,
recuperando su respiración agitada.
Parecía
que todavía le quedaban fuerzas para hablar.
-
¿Te ha gustado la mamada que le ha dado la
PUTA de tu madre a su semental?
La
oí decir mientras sus tetas subían y bajaban.
-
¡Ufff, ha sido la hostia! ¡¡Nunca me la
habían chupado así de bien!
-
¡Ummm! ¡Pues a mí me ha encantado tragarme
la verga de mi niño! Y sobre todo recibir toda la leche en mi boca ¡¡No veas lo
guarra que me has puesto, hijo!!
Madre
mía, esa mujer sí que aprendía con rapidez, tanto los actos como el lenguaje. Me
fui de cabeza a darme una ducha refrescante para desprenderme del calor que emitía
mi cuerpo. Alba se puso el tanga y se volví a tumbar con las tetas
desparramadas sobre la cama. Sin embargo esa eyaculación no hizo mella en mí lo
suficiente, aunque me dejó atolondrado… ya fresco me tumbé sobre la cama junto
a mi madre y dispuesto a concluir nuestro pecado original…
-
Descansa cariño, tenemos que racionar
nuestras ganas o moriremos en el intento.
Me
quedé relajado y hasta me entró la modorra, mi madre cariñosa conmigo me
permitió dormitar unos minutos, se abrazó a mi cuerpo y ambos pegados nos
disfrutamos como cuando era un niño. Sin embargo, mi cabeza no dejaba de
barruntar que me hallaba junto a una hembra que necesitaba lo mismo que yo…
FOLLAR. Me estaba excitando la idea de ver cómo reaccionaría mi madre al sentir
mi erección y notar la presión de mi polla sobre su cuerpo con intenciones de
dar el siguiente paso… ¿Diría algo o por el contrario haría como si no la
sintiese? Así que me volví y con la excusa acomodarnos mejor y le di el beso en
los labios. El contacto de mis labios con los suyos hizo que me volviese a
estremecer, ahora me di cuenta de que mi madre también se estremecía y poesía
los mismos deseos de culminar el acto más íntimo de una pareja, es más, era
ella la que ahora me besaba y comenzaba a lamer mis labios con su lengua de
manera suave, cariñosa muy mimosa.
Aquel
beso me estaba sabiendo mucho mejor que los que me había dado con las chicas
con las que había salido, quizá porque aquel beso era un beso prohibido, un
beso que rompía el tabú de los tabúes, el de gozar sexualmente con la hembra
que te había dado la vida y te había llevado nueve meses en con su vientre, el
mismo que mi polla tenía intención de invadir.
Mientras
seguíamos besándonos con pasión noté que mi madre me tomaba con su mano la
polla y la palpaba como inspeccionándola. He de decir que mi polla en erección no
es de las más grandes, pero tiene el tamaño perfecto para el uso diario, según
algunos informes estadísticos a mujeres de todo el mundo, el tamaño de polla
que prefieren para gozar de ellas ronda los 14 o 15 centímetros, la mía llegaba
a los 17, pero con un grosor que rompía las estadísticas, era probablemente lo
único bueno que heredé de mi padre. Notaba que mi madre estaba muy excitada y
en eso me dice…
-
Hijo, me gustaría mucho que me penetrases
y me dieras placer con esta bendita polla, pero si no lo quieres hacer porque
soy tu madre lo comprenderé.
-
Mamá soy tu hijo y sé que esto no es lo
normal entre una madre y su hijo, pero nada me gustaría más que hacer el amor
contigo, penetrarte por tu chocho tan sugerente, y volver a estar en la vagina
por la que me echaste al mundo.
-
Me encantaría que mi cuerpo y el tuyo se
fundiesen en uno sólo. Eres tan guapo y se te ve tan sexy con experiencia, que
me siento como una inexperta a tu lado.
-
Soy muy joven y casi un novato en la
materia del amor… y del sexo.
-
No creo que lo seas hijo, de hecho creo
que tienes más experiencia que yo, porque a mí solo me ha follado tu padre y tú
ya has probado a unas cuantas niñas. Esta formidable verga gruesa y dura, ha
estado dentro en bastantes coñito prietos.
-
Pero nunca he estado con una mujer de
verdad… Alguien tan madura como tú.
-
Bien, el instinto nos guiará, además sé que
tú me enseñarás a darte lo que te gusta.
Se
puso encima de mí, se elevó un poco el culo y tomado mi polla con sus manos la
llevó hasta la entrada de su raja, solo con el tacto de mi glande en su vagina,
supo cuando estaba y se dejó caer.
-
Cariño empuja y métemela toda. ¡Quiero
volver a sentir un hombre dentro de mí!
Obedecí
con la alegría que se obedecen las órdenes cuando coinciden con tus deseos. La
punta del glande iba abriendo paso con la facilidad que el cuchillo penetra la
mantequilla… se notaba la vagina de mi madre
muy húmeda y caliente. ¡Qué gozo, qué sensación tan placentera! Una vez
toda la polla dentro, mi madre empezó a menear las caderas con un ritmo que me
confería un gran placer.
-
Sigue
así mamá, sigue así, le decía extasiado al percibir como su
vagina me estrujaba.
Poco
a poco también fui moviéndome, adaptando mi movimiento al suyo. Succionaba sus
pezones, los mismos pezones que me había alimentado durante los primeros
catorce meses de mi vida.
¡Qué ricos me sabían! Sus jadeos eran más intensos cada vez, yo también jadeaba
y notaba que de seguir con ese ritmo pronto me correría. Mi madre de pronto
intensificó los jadeos, su corrida era bastante prematura para mi parecer…
debía de estar muy sugestionada para estar corriéndose. Entre jadeos y con la
voz entrecortada me decía…
-
¡Gracias hijo, gracias por este inmenso
placer que me das!
Preso
por la excitación de ver a mi madre gozar tanto gracias a mí, también comencé a
experimentar la sensación de correrme… percibía como su vagina apretaba y
soltaba mi tronco en su interior, se refregaba la vulva contra mi pubis rozando
el clítoris en el vello púbico y con ello exacerbar la intensidad del orgasmo.
Metió su lengua en mi boca sin mesura y todo en un solo acto de desenfreno en
donde deseaba tomar todo el placer de una sola vez. La impresionante fortaleza
de su orgasmo, apretaba como un puño mi polla, creando en mí, un placer mucho
mejor que el de una paja. Agitaba mi mazo dentro de su angosta vagina, los huevos le golpeaban y ambos lo gozábamos como
nunca antes lo habíamos hecho…
-
¡Joder mamá, quiero follar siempre
contigo, siempre así solo contigo! Eres una diosa del amor ¡¿Cómo alguien que
folle contigo, no puede pensar que no lo eres?!
-
Eres muy generoso conmigo, cariño ¡No
merezco a un hombre como tú!
Nada
más pronunciar esas palabras le demostré que estaba equivocada, la agitación de
mi pelvis se volvió locura, sus labios me comían, los míos se hicieron con los
pezones y la lengua de mi madre hurgaba en mi oreja, y de pronto me llegó el
gran vertido de leche…, mis huevos abrieron las compuertas y un largo y cremoso
chorro de lefa inundó su profunda vagina. La clavé a tope y ahí fui dejando uno
tras otro cada uno de los cinco aldabonazos de semen que el inoculé en su útero,
un útero que aún era fértil, y que sin duda ambos éramos consciente de las
consecuencias.
Nos
besábamos y nos acariciábamos por todo el cuerpo. Jugábamos, mi polla seguía
erecta.
Ya no teníamos frío, ese frío tan intenso gracias al cual se había
desencadenado todo. Ahora teníamos calor, mucho calor sin duda por el frenético
movimiento al que habíamos sometido a nuestros cuerpos. Mi madre ante la cálida
luz, se veía muy guapa con el pelo alborotado. Nos acariciábamos y besábamos
como dos amantes muy enamorados… fijó su mirada en mi polla…
-
¡Qué hermosa es mi cielo! ¡¿Te apetece
volver a metérmela otra vez?! Mamá te desea con todas sus ganas… ¡No me importa
que me hagas tuya, tu PUTA otra vez!
-
Sí mamá, ponte a cuatro patas estaba vez
mirando al espejo. ¡Quiero follarte al estilo perro! Así los dos podremos
vernos follado en el espejo… como si fuéramos los protagonistas de una película
porno. ¡Quiero verte por delante y por detrás!
-
Joder hijo qué ideas tienes… me encanta
que disfrutes de la vista de mis tetas y mi culo, al mismo tiempo que me follas
como una perra en celo. ¡Joder qué bueno!
Se
puso de inmediato, y yo se la enchufé de un solo envión sin necesidad de guiar
la verga a su orificio vaginal…, elle elevó su culo respingón y el resto fue
deslizar la tranca a los interiores de su útero. Los dos disfrutamos viendo en el
espejo como follábamos como perro y perra, como macho y hembra, como amantes y
sobre todo como madre e hijo afortunados. Cuántas veces me había imaginado en
mis pajas, esa escena que ahora podía ver en el espejo y que era totalmente
real, la de mi propia madre siendo poseída sexualmente por mí, como si fuese
una perra en celo. Gracias al reflejo en el espejo podía ver como las hermosas
y voluptuosas tetas de mamá se bamboleaban al ritmo de las metidas y sacadas de
mi polla en su caliente, jugoso y mojadísimo chocho. La sensibilidad de mi
glande me estimulaba con el roce de la orografía de sus paredes vaginales
rugosas, Se podía ver la cara de placer
de ella y como me decía…
-
¡Samuel así, así cariño, no pares!
¡Fóllame así! ¡Fóllate a tu madre con esa fuerza!
Mientas
yo me preguntaba a mí mismo si era un depravado por hacer lo que estaba
haciendo, o un hombre afortunado, uno de
eso pocos agraciados que han experimentado el inmenso placer de penetrar el
sexo de la hembra que les dio la vida y gozar con ella. Ganaba con diferencia
que no era un tipo depravado, simplemente era un hombre que se complace dando
placer a la mujer que más lo quiere, pues nadie quiere tanto a un hombre como
su propia madre.
Ella
volvió a tener otro orgasmo acompañado de movimientos y sacudidas violentas por
lo que tuve que agarrarla fuertemente para que mi verga no se saliese del estuche.
Puse mi torso contra su espalda y la sujeté con fuerza mientras le decía ahora
te follaré como si fueses una leona y yo tu cachorro favorito… le mordí la
nuca, naturalmente con un mordisco suave, sin hacerle daño. Con ese mordisco
pretendía excitarla y dar un toque salvaje a nuestra cópula. Recordaba uno de
tantos documentales donde un león montaba a la leona y la sometía midiéndole así
en el cuello.
-
¡Por Dios, sí cachorro mío folla a tu
mamá leona!, ¡Fóllame hasta el amanecer y cuando amanezca vuélveme a follar! Tu
leona madura está en celo, y no desea otra cosa que la llenes y la dejes bien
preñada de ti, de tu potente esperma.
Nos
entregamos los dos a ese juego animal y así llegamos a otro orgasmo que
disfruté muchísimo mientras la tenía bien asida mordisqueándole la nuca y le
susurraba al oído pequeños rugidos de placer. Tras ese orgasmo nos relajamos y
mi madre me dijo que ahora debíamos dormir y que mañana hablaríamos…. Nos dimos
un inocente beso de buenas noches y nos abrazamos dispuestos a dormir. Me
hallaba completamente agotado, mis bolas secas de las tres corridas y ella
igual, pero llena de mi leche. Ella se durmió enseguida, pero yo no lograba
conciliar el sueño pues la excitación por lo que había ocurrido no me dejaba
dormir. Pensaba en mi padre y en como mi madre había follado conmigo como si
hiciese mucho tiempo que no lo hubiese hecho. Por fin me dormí.
*************
Al día
siguiente me desperté pronto. Hacía frío fuera de la cama, así que me abracé a
mi madre. Ella medio dormida también me abrazó fuertemente para buscar mi
calor, su olor dulce a mujer, me embriagaba de una manera exasperante… la verga
reaccionó inmediatamente y busqué el coño de mi madre, dormía con tan solo una
braguitas que aparté para comprobar lo rápido que se calentaba y mojaban sus
labios. Ella aunque estaba medio dormida con la suficiente consciencia para
darse cuenta de lo que pasaba… no hablaba estaba, así que sin decir nada me
permitió que me pusiese encima, colocando la polla en la abertura de su chocho…
nada más sentir la punta de mi verga entre sus labios vaginales, ella gimió
calladamente ajustándose mejor. Con un leve empujón se la engulló toda,
quedando mi polla entera en el interior del sexo de mi madre. La besaba suavemente…
sus manos me acariciaban, mi cuerpo pegado al suyo dándole calor no ejercía
peso alguno. Nos abrazábamos fuerte sin pretender follar, solo deseaba tenerla
metida en su coño aprovechando la erección mañanera..., un deseo de fundirnos
en un solo cuerpo, una sola emoción por medio de nuestros genitales, los cuales
conectaban las almas, no solo los cuerpos. Se le veía su rostro de felicidad
gozando mucho del momento… percibía su calor y sus pezones erectos.
Mi
cipote comenzaba a engrandarse, probablemente por las caricias que me
proporcionaba mi madre, unas caricias poco disimulabas junto la acogedora
envoltura de su coño. Sonrió al ver la situación con mi polla expandiendo su
vagina. Al cabo de un cuarto de hora me levanté, mi instinto fue girarme para
ver su figura desnuda postrada a mi lado antes de salir dela cama…. Apenas
estaba despertando, pero esa imagen era sumamente atractiva. Al mirarnos, lo
único que le dije fue “perdón”, y me dirigí al baño a orinar desnudo tal como
estaba, me posicioné sobre el váter, e iba a comenzar a miccionar con la polla
engrosada sin estar dura…, cerré los ojos y de pronto sentí el calor de las
tetas de mi madre pegadas a mi espalda. Una de sus manos tomó la polla por
debajo de glande, amarrando con soltura el tallo para dirigir el chorro de la
meada…, de inmediato abrí los ojos y pude ver el increíble desnudo de mi madre…
con el tanga solamente….
-
Mira como está mi nene nada más
despertar... ¿esto fue por mi culpa?
En
parte era cierto, pero la verdad era porque me acababa de levantar, yo solo
asentí.
-
No hay otra mujer que me excite tanto…
-
¡Umm! ¡Qué bien mi amor! ¡¿Sabes una
cosa… me ha encantado tu dulce clavada?! Ojalá me despertases así todas las
mañanas ¡Me hace feliz tener a mi macho así!
Tan
pronto terminé de orinar mi madre comenzó a jugar un poco con ella, lejos de
bajar su firmeza se mantuvo como a un principio en la cama cuando decidí mojar
el churro en su coño.
-
¡Ay hijito! Que buena la tienes, es una
pena desperdiciar esta dura erección, porque con esto… Mientras
la apretaba aún poco, - Haces muy feliz a cualquier mujer,
Sonreí
y le di un beso en los labios con lujuria, metiéndole la lengua. Ella me miró a
los ojos y sin más me volvió a besar en los labios con más fuerza y ganas que
yo le había puesto, respondí al beso y así tomado de la verga me llevó de nuevo
al dormitorio, me sentó en el sillón…, me fijé en su raja a través de la tela y
luego en sus tetas al aire. Mi corazón
latía a mil, ahí estaba yo con mi madre desnuda y mi mástil apuntando al cielo,
ella llevó mis manos a los costados de sus braguitas tanga, “¡Bájamelas!”
me dijo… Obedientemente lo hice y ante mis ojos vi el monte de venus más
hermoso que hubiera visto en toda mi vida, adornado por un mohicano bien
recortado.
Ella
se acercó, puso una pierna sobre el brazo del sillón y me dijo...
-
¡Anda chupa el coño de tu madre, y hazme
sentir como una puta esta mañana!
Jamás
había chupado un coño tan gordo que rezumara tanto fluido como el de mi madre,
pero la naturaleza nos ayuda a que los instintos no se pierdan… la punta de mi
lengua comenzó a recorrer sus labios hasta que su clítoris comenzó a sobre
salir por la acción de sus dedos sobre el capuchón. Me volvía loco comiéndole
el coño, le metía la lengua dura y el follaba durante un rato, luego esta se
estiraba desde su ano por el perineo hasta volver a su raja y clítoris. Mi boca
se embebía de coño dulce… no dejé de comerle la raja a mi madre hasta que ella
suspiró, convulsionó y finalmente se corrió sujetándome la cabeza contra su
vulva. Ella respiraba cada vez más rápido, y de pronto…
-
Sí cariño, síiiii ¡Ummm! ¡Cómo me gusta
lo que haces! ¡Es posible que existiera este placer sin saberlo, Por Dios Santo
que guuuuusto!
Y
sin decir más acabó de correrse restregándome todo el coño por la cara con el
clítoris despejado, yo aún se lo lamía a su travesía por mi lengua… luego mamá
dio un paso atrás, tomó un cojín del sillón, lo puso sobre el piso frente a mí,
me abrió las piernas y sin dejar de mirarme se arrodilló, abrió su boca y
lentamente fue metiéndose mi verga en la boca hasta hacerla desaparecer por
completo… una vez más pude sentir como la cabeza de mi polla chocaba con su
garganta.
-
Me gusta el sabor de tu polla saladita y
con este toque ácido, y así recién meada está mucho más sabrosa…., ja,ja,ja,ja
De ahora en adelante me encargaré de hacerte la limpieza de polla cada vez
mees… sobre todo, la primera del día.
Y
comenzó a chuparla, la recorría toda con sus labios, mientras con la lengua
hacia círculos en torno a ella... Alba se veía toda una experta, pues sus
labios rodeaban mi glande apretando aún poco más y volvía a metérsela toda, su
lengua jugaba con el frenillo y mi cuerpo poco podía resistirse... Por instinto
la tomé por la cabeza para follarla con suavidad. Ella aprovechó para seguir
chupándola una y otra y otra vez mirándome a los ojos. Era imposible negarse al
placer de sentir la humedad y calor de su acogida, y así sin pensar que era mi
propia madre cedí y comencé a guiar sus movimientos, cada vez lo hacía más
fuerte y al parecer eso la calentaba, pues lejos de resistirse se dejaba
manipular, mis testículos se estrellaban en su barbilla, mi pubis lo hacía con
su nariz, en eso pude sentir como mi un latigazo de pasión brotó de mi interior
avisando que me vendría el orgasmo de un momento a otro.
-
Mamá me voy a correr… ¡Joder que bien lo
haces para correrme tan rápido!
Al
decir esto ella me sonrió con la mirada, tomó mis manos y las llevó hasta sus
tetas, puso mis dedos aprisionando sus pezones y me hizo tirarles como si la
estuviera ordeñando, cuanto más presionaba, ella más me la chupaba, con más
pasión y con succiones que abombaban sus mejillas del vacío que producía su
boca… yo seguí mi vaivén de cadera follándole la boca y de pronto…. Un zumbido
se agolpó en mis oídos. Mamá me abrazaba con todas su fuerza, me agarraba del
culo y me atraía contra ella para que no me saliese de su vagina profunda…
-
No pares de follarme así, no lo dejes
hasta que te corras dentro de mamá… ¡¡Necesito tu leche en mi boca con
urgencia… y mucha, dame mucha lefa, cariño!!
No
entendía, no escuchaba… solo me dejaba arrastrar por la corriente del bravo río
del placer sin paragón…. Sentí como un gran chorro de lefa salió de golpe, ella
cerró los ojos y pegó sus labios hasta mis huevos embutiéndose todo el cipote,
de manera que quedó sellado, una segunda tanda de leche salió, una tercera...
mi madre iba recibiendo el semen en tanto yo no paraba de llenarle el tanque,
ella en todo el proceso no dejó de mirarme acumulando más y más esperma espeso.
Cuanto
el surtidor de engrudo comenzó a debilitarse ella lo tomó por la base y como si
lo exprimiera lo fue recorriendo acompañada de sus labios hasta llegar a la
cabeza. Al sacarlo un pequeño reguero de semen resbaló por su comisura a la vez
que un borbotón asomó en la punta, ella se tragó el contingente que llevaba en
la boca y con la lengua extrajo ese último vestigio de mi leche escurrido.
Paladeó el sabor de toda esa ingente cantidad de leche y luego saco la lengua y
con la punta tomó la gota para después introducir su lengua en mi boca… Mi
semen era más dulce que salino.
Mamá
guiñó el ojo, se vistió lentamente con su coordinado, se acomodó el cabello,
resopló y dijo…
-
Anda nene que ya vas tarde, ¡Venga hijo!
Yo
me levante me dirigí a la ducha, abrí la llave y cuando estuvo caliente el agua
me metí. Por mi cabeza pasaban todo tipo de pensamientos, en el fondo era yo
quien deseaba que lo nuestro nunca acabara pero… en eso entró ella ya arreglada
para salir corrió la cortina del baño, me dio un beso de despedida en los
labios y dijo...
-
Como fuera, no creo llegar a tiempo para
comer juntos.
Asentí,
se dio la vuelta y contoneando sus hermosas nalgas se retiró, antes de salir de
giró…
-
Gracias por mi proteína láctea, me
guiñó el ojo y cerró. – Me has confirmado de sobra, que cuanto más
gordos son los testículos de un macho, más lefa producen… ¡Estoy encantada con
mi hijo…sabes cómo follar a tu madre como nadie lo ha hecho!
Nos
marchamos a la cocina a alimentar nuestros estómagos famélicos…, allí estuvimos
un rato sin decir nada ninguno de los dos mientras desayunábamos, y de repente…
-
Hijo, esta noche he disfrutado del sexo
por primera vez en mi vida, gracias a ti.
-
Mamá ¿Qué me dices? Pero si has tenido
dos hijos…
-
Sí hijo, sí… ¡Qué tiene que ver eso! Con
tu padre las cosas no eran nada agradables.
-
¿A qué te refieres…?
-
Pues a que la polla de tu padre era descomunal.
No es tan ancha como la tuya…, además su largura y mi poco fondo vaginal no
eran compatibles… gracias a Dios la tuya es unos centímetros más corta y se
acopla perfecta la profundidad de mi vagina, con la ventaja de que tu anchura
me sugestiona más placeres en el clítoris, sin contar que tienes más huevos que
tu progenitor. Ciertamente cuando tu padre y yo follamos sólo me podía meter poco
más de la mitad, y sí empujaba deseando meter más, me hacía… mucho daño. Y te
aseguro que la mayoría de las veces se volvía loco follándome tan duro no que
me tenía en cuenta…
-
Cuanto lo siento que sufrieras con el
sexo de esa manera…
-
Gracias hijo, pero a tu padre le
importaba poco, o pensaba que mis gritos era que con ello disfrutaba, pero por
más que se lo dije que no fuera tan rudo, nunca pensaba en mí, solo en joderme
y vaciarse en mi interior. Afortunadamente para mí desde unos años antes de
divorciarnos, apenas mantenía la erección.
-
¡¿Y eso a que se debía, mamá?! Por si
tengo que preocuparme en el futuro.
-
No creo que debas preocuparte en mucho
tiempo o nunca, porque lo de tu padre era debido a su descomunal tamaño y como su
libido fue bajando, ya no tenía potencia ni ímpetu para mantener la erección como
de joven. Las últimas veces solo se le mantenía erecta un par de minutos y
luego se le quedaba flácida… morcillona, y como ya no me gustaba chupársela, le
terminaba haciéndole una paja mientras me tocaba el culo, porque a tu padre le
encanta mi culo ¿Sabes, hijo?
Entonces
me atreví a decirle…
-
Eso no me extraña en absoluto, tu culo
le encantaba a padre, a mí y a cualquier hombre que se precie de ser
heterosexual.
-
Gracias, hijo. Ayer Samuel, lo que pasó
no fue premeditado, sino hubiese sido por el frío cada uno hubiese dormido en
su cama, y a día de hoy no habría experimentado por primera vez el auténtico el
placer sexual con un hombre que te ama y desea a un tiempo. Estás siendo muy
generosa con tu vieja madre. Y quiero decirte… bueno ya lo sabes, pero que
sepas que estoy muy enamorada de ti, hijo.
-
No creo que seas tú la que más
agradecida esté en esta relación. Contigo he descubierto la superficialidad de
mis follamigas. Me has dado una lección de vida… y el amor que nos tenemos no
se puede igualar a ningún otro, porque es especial.
-
Ambos tenemos cosas que agradecernos, por
eso pienso que nuestra relación va a tener futuro, hijo mío…, porque nuestro
corazones se corresponden.
-
Yo también lo creo… voy a poner todas
mis ganas en que salga bien.
-
Gracias mi amor. Aunque te parezca
superficial lo que voy a decir, ahora que nos estamos sincerando y dejando las
cosas claras entre los dos, hijo mío. Te quiero dar las gracias también por
dejarme disfrutar de esa polla tuya, que siendo grande es más normal que la de
tu padre, y con tu buen uso de ella, he podido sentir todo tu deseo dentro de
mí y obtener de ello el placer mutuo de gozarnos, un placer mucho más intenso y
gratificante que de las pajas que me tenía que hacer frotándome el clítoris… esas
que me solía hacer para aplacar la ansiedad sexual generada después de ser
follada y llenada por tu padre, dejándome insatisfecha.
-
Me alegro haber aportado un poco de
felicidad más a tu vida y satisfacción sexual.
-
A partir de ahora, Samuel hijo mío serás
mi amante ¡No te quiero compartir! Quiero que me uses para tu disfrute que es
también el mío, por cómo me haces el amor.
-
Desde luego que sí mamá, estoy encantado
de que seas mi mujer, mi madre y a la vez mi esposa. Lástima que no vayamos a
poder tener hijos…
-
¡¿Por qué no?! El futuro no está
escrito, llegará… será cuestión de planteárnoslo.
-
Me dejas de piedra… ¿de veras nos lo
podemos plantear? ¡Yo deseo ser padre!
-
Tu madre está aquí para cumplir todos
tus deseos como hombre. Eres muy joven y es natural que quieras ser padre. Por
otro lado tu madre no es tan mayor, aun soy fértil… y estoy más que dispuesta
que engendres a tus hijos en mi vientre.
-
Es algo que nunca hubiera esperado… con
la vida que te hemos dado de niños…
-
¡¿Qué le vamos a hacer…?! Te quiero como
hijo y como hombre…, y mis celos impiden que te folles a otra que no sea yo.
¡Solo nos queda esa salida! ¿No crees?
-
Lo creo… ¡¡Eres mí único amor!!
-
Y TÚ MI PRIMER Y ÚLTIMO AMOR.
Esto
ocurrió hace un poco menos de un año y desde entonces nos las hemos arreglado
para follar todos los días casi siempre antes de dormir, pues mi madre pasa
todo el día trabajando y llega tarde a casa, sin embargo los fines de semana es
otra cosa. Ahora mi madre está más contenta, mucho más animada y de mejor talante.
Ya no ve el sexo como un sacrificio doloroso, sabe que con mi polla llega a
disfrutar de algo que mi padre le negaba arremetiéndola con pollazos inmundos y
claudicantes al sexo, ya que mi polla no es como la mi padre, y no la uso como
él. Ella y yo disfrutamos del sexo y nos queremos cada vez más como amantes y
como madre e hijo que somos, incluso ahora que su panza empieza a ser
prominente… aun así no dejamos de follar a diario.
***********
Era
una fría mañana de finales de febrero cuando engendramos a nuestro primer
hijo…, le colocaba en la entrada de su vulva todo aquello que tanto deseaba
sentir en sus entrañas, la penetré con decisión, con fuerza, mientras ella daba
un grito de placer y sus gemidos aumentaban así como el vaivén de sus caderas…
me abrazaba durísimo musitando palabras de grueso calibre que nos excitaban a
los dos, lo cual aumentó mi bombeo queriendo que mi verga entrara hasta su
corazón. Le daba las estocadas más fuertes que pude, hasta que comenzó a gemir más
y más al notar como le llegaba mi ariete a su fondo vaginal…, a los pocos
minutos mi madre estaba estallando en el orgasmo más prolongado que pude
experimentar en mujer alguna, mientras yo inundaba sus entrañas con el semen
que hasta ese momento pude haber reprimido y guardado en su honor. Alba
evitando mirarme a los ojos, con una falsa vergüenza y un discutible pudor se
aferró a mí, pasando sus manos por mi espalda, suspirando como una quinceañera
enamorada, y recostándose en mi pecho fue adormeciéndose en esa nebulosa que
ahora le demostraba un nuevo amor, quizás prohibido pero esta vez definitivo,
había llegado a nuestra vida.
A
partir de entonces y sin detenernos a pensar o a cuestionar nada, nos habíamos convertido
en marido y mujer. Siento que la amo cada vez más, la deseo las 24 horas del
día, y que a pesar de dormir juntos totalmente desnudos, y hacer el amor en las
noches, las madrugadas, las mañanas sin descartar en las siestas, y cuando
tenemos la oportunidad de estar solos. Cada nuevo apareamiento es más intenso
si cabe que el anterior, y nos conduce a un estado de placer del cual ninguno
de los dos quiere descender. Nos hemos descubierto como un nuevo mundo
paradisiaco.
Adoro
su cuerpo y su piel blanca está cada vez más expuesta a mis miradas. Tan pronto
llega a casa prácticamente se desnuda a mi espera, o simplemente se coloca sus
vestidos de dormir, sus camisetas largas que no cubre más allá de su culo,
cualquier prenda que se pone ya nada cubren realmente, ha desechado lo
correcto, para ponerse lo justo, por eso y todo lo que significa, no veo la
hora de regresar de mi trabajo en la universidad dando clase o en las
investigación… terminar mis obligaciones al fin y esperar que se abra esa
puerta y poderla abrazar con todo el amor y estamparle el beso más delicioso en
su boca de fuego.
Cuando
llega después que yo de sus obligaciones, no le dejo que se duche, hasta tanto
yo no haya saboreado la delicia de su sexo, axilas o sus sudorosas y acaloradas
tetas. Noto en cada poro, su excitación con ese inconfundible aroma de hormonas
femeninas, y delicado dulce del sabor delicioso de su coño húmedo aún después
de haberse aliviado su incontenible vejiga, un espectáculo, al cual me invita a
ver, disfrutar y operar en su secado manual…. Después de un día de trasiego,
posee los fluidos rezumados de su coño, pegados al tanga, las cuales relamo con
locura. Amo olfatear y lamer todos los rincones de su dermis, y ella se deja
seducir por mi lengua que caracolea por toda ella, por tal motivo, le pedí que
no usara desodorantes, puesto que el sabor de estos, molesta a su natural
aroma, dejando un sabor desagradable en la boca.
Me
encanta sentarla en el sofá, tomar sus bellos pies en mis manos, acariciándolos
de la manera más sugestiva, haciendo que con ellos acaricie mi polla y reciba
el masaje de mis manos en sus plantas y dedos, hasta hacerla morir de la risa,
de excitación y de nerviosismo. La adoro, y adoro todo lo suyo…, y me complace
saber que es feliz a mi lado. Cuando en las tardes nos recostamos en la cama a
disfrutar de la siesta tras una deliciosa comida, especialmente los fines de
semana, desconectamos nuestros móviles, y nos tendemos desnudos sobre nuestras
sábanas para amarnos ajenos al mundo, al tiempo y cualquier imposición
reglamentaria del sexo entre parientes.
Somos
absolutamente felices y solo el maldito hecho de ser madre e hijo empaña a
veces nuestra dicha total fuera de casa. Cada día está más bonita, y si bien mi
madre posee unos kilos de más, yo no los veo como tales, porque inexplicablemente
se depositan en sus adorables caderas, sus nalgas y sus tetas. Sentimos que
nada ni nadie podrán separarnos y no tengo más ojos que para ella, y sé que a
pesar de estar celosa por todo y por todas, muy en el fondo sabe que no fijaría
mis ojos en nadie que no fuera ella, porque me da cuanto un macho necesita. La
amo con devoción y locura y sé que ambos moriríamos solo de pensar en que un
día tuviéramos que dejarnos.
Para
evitar inconvenientes le comente de usar condones, pastillas, diu o que
procediéramos a la operación, pero ella de ninguna manera estaba dispuesta a
las operaciones, mucho menos a la vasectomía… me necesitaba intacto y fértil
como hombre, macho y semental, pues no hay día que no hagamos el amor sin tener
en cuenta ni siquiera su período menstrual…. Me ha confesado que los días de
ovulación es cuando está más excitada, y para ser sinceros, comérmela durante ese
período me encanta, por el olor y el sabor de sus flujos y feromonas que bajan
a montones, mezclados, en medio de sus contorsiones y sus gritos de placer. De
tal modo, no impedimos tener más familia, follando como conejos cuando y donde
nos place hacerlo, y en la cama va siendo poco habitual….
-
¡Cariño, tengo frío!, ¡vente a acostar
conmigo! Como vio que tardaba, me volvió a reclamar… - ¡Samuel,
mi amor! No oíste que tengo frío.
Lo
dijo con una voz entre cortada, como un susurro que apenas se podía oír… acabé
de cepillarme los dientes y me acosté al lado de donde estaba ella, por ningún
motivo quería estar lejos de ella, entonces me dio la espalda y me acople a
modo cucharita. Mi corazón latía a mil por hora, nos alternamos, era ella ahora
la que se mi acoplaba a mis espalda, enseguida sentí una mano que me rodeaba
abrazándome por mi cintura hasta mi pecho, seguido de su cuerpo pegaba a mí,
así estuvimos por un buen rato, sintiendo su respiración en mi nuca, en mi
oreja con la que jugaba mordisqueándola…. Ya para entonces, no me podía
aguantar, ella lo notó y me asió la verga para hacerme justicia con su propia
mano. Estuvo una rato pajeándome, acariciando mis pelotas en tanto me decía al
oído lo dura y buena que era mi polla, o lo grandes y suaves de mis testículos.
Al
cabo de un rato, sentí el cuerpo de mi madre que se volteaba de espaldas a mí
como al principio, respingando su fastuoso culo, fue entonces que decidí dar el
siguiente paso puesto a huevo por Alba. Yo ya no podía más y ella lo sabía, al
verla así, acostada de lado, con las tremendas nalgas desnudas apuntando hacia
mí, me hicieron decidir tomar el camino sin retorno, ya era tarde para echarme
para atrás. Lo que ocurrió después no fue menos lascivo ni lujurioso. Sus enormes
nalgas me dejan ensimismado, así como su vagina de labios grandes e hinchados….
No hay nada como follármela a cuatro patas gozando de sus duras y macizas nalgas
hasta hartarme de placer. Y es que medio de esas cachas maravillosas, donde sobresalía
un bizcocho suizo con el más excitante par de labios vaginales húmedos. Así, de
espaldas, mitigué con mi lengua mis deseos más ocultos, acariciando con ella su
coño jugoso humedecido. Lamidas y chupetones que hicieron que mi madre soltara
muy quedo una serie de suspiros entre cortados.
Fue
entonces que me acomodé de lado detrás de ella, agarré mi verga erecta y le
restregué la cabeza entre sus labios, me detuve un momento esperando su
reacción, la cual fue la de elevar un poco su pierna apoyando el pie el colchón
y darme mejor acceso. Pude acoplarme mucho mejor y de un suave empujón se la
metí toda hasta los mismos huevos, ella deslizó una mano y comprobó que no
quedaba nada fuera de su raja, me acarició y sobó con fruición el escroto
colgandero. Entre tanto yo me quedé estático, quieto intentado que su vagina se
amoldara a mi tranca con la cabeza en el fondo y la raíz de mi verga atrapada
entre sus labios, esperando cualquier indicio de aprobación y pistoletazo de
salida. Cuando me cerciore que ya lubricaba suficiente, decidí iniciar la
follada con un suave y delicado empujón tras otro…, al sentirla toda dentro, mi
madre lanzaba un hondo suspiro y respingaba un poco más sus nalgas buscando la
máxima penetración.
Entonces
comencé con el mete y saca a media velocidad, después se la empecé a meter en
suaves estocadas profundas, que le hacían soltar pequeños bufidos, no sé, si
todavía había alcanzado algún mini orgasmo, pero de que estaba gozando entre
los influjos de mis lisonjas no cabía la menor duda… lo estaba. Se la saqué,
giré su cuerpo boca arriba en un movimiento intrépido, abriéndole las piernas y
me comí su vagina mordiéndola y cosquilleándola con mi lengua a lo largo y
ancha de toda su vulva y clítoris… el cual despejó con sus dedos para que lo
lengüeteara directamente sobre el glande salido y duro que ya tenía. Lo hice esperando
oír sus jadeos y sentir sus efluvios en mis labios de nuevo, sus jadeos los oí,
pero más aún sentí sus jugos en mi lengua, ese elixir que me deleitaba y que necesitaba
sentir en mi boca cada día.
Tras
un buen rato de estar comiéndome el coñito rosado de mi madre, en un ambiente
de lujuria y pecado, la giré y la volví a poner de espaldas, me acaricié la
verga sin dejar de ver su coño… al ponerla de nuevo boca abajo, abrió sus
piernas y respingó sus nalgas, me coloqué entre sus piernas, acomode mi verga
en la entrada de la raja de la vagina, ya para entonces bastante lubricada, y
de un embiste largo y profundo se la clave toda, quedando afuera nada más que mis
pelotas, las cuales, al estarla penetrando chocaban alegremente en su clítoris
sujeta de las nalgas con mis manos, mientras lo hacía, ella no dejaba de soltar
unos pequeños bufidos, me imagino de satisfacción, después de un buen rato de
estar así haciéndole el amor para su goce sexual.
La
volví a voltear boca arriba, le abrí las piernas, volví a contemplar extasiado
el blanco cuerpo desnudo de mi madre, la vista de la entrada de su vagina toda
colorada y mojada, era algo ante lo que mi verga no podía aguantar. Me decía a
mí mismo, una y otras vez, la suerte que tener esa rica vagina solo para mí
ante mis ojos, todo abierta y mojada, luciendo lascivamente sus sonrosados
labios. Sus muslos eran duros y macizos. La verdad, es que pensaba en lo
estúpido que había sido mi padre en dejar a mi madre, después de observarla así
desnuda, no me pude aguantar más, me acomode entre sus piernas, la tome de los
muslos y se la deje ir toda mi verga… se hundió en ella con mucha facilidad, a
causa de los jugos que manaban de su vagina, lubricando mi verga cuando la
penetraba. Al sentir tal penetración, mi madre arqueó su cuerpo levantando la
cabeza, diciendo
-
¡OH Dios Bendito! ¡Qué bueno, hijo mío! ¡¿Por
qué no has entrado en mi coño antes?! No tienes punto de comparación con nada y
nadie, de cómo me excitas.
Sentía
la sabrosa follada que le daba, jamás gozó con un hombre como conmigo, eso me
decía cada vez, cada día con sucesión de continuidad. Cerró los ojos y siguió
disfrutando del placer de los dioses del Olimpo… ¡¿Qué más le quedaba?! No
tenía ninguna otra opción que gozar lo que tanto se la había negado. Al sentir
tal clavada de mi gruesa verga, mi madre, ahora si abiertamente, pedía más. Le clavaba
la tranca entera bien hacia adentro,
mientras mis manos sobaban sus tetas y mis dedos jugueteaban con sus pezones.
Alba, cerraba sus ojos y abría la boca entre gemidos, gozando hondamente la
tremenda faena que su amada hijo le suministraba. Quiero que sepan, que desde
que se divorció de mi padre, mi madre no había tenido sexo con nadie, en los
hechos me demostró que eso era cierto, no solo por lo cerrado de su conducto
vaginal, sino por como gozaba con una polla dentro, la de su propio hijo.
Después
de unas estocadas que le di, mi madre hecho la cabeza hacia atrás lanzando una
ahogado suspiro, se estaba corriendo desvergonzadamente, no había nada que
ocultar, era sexo. Yo aguante todo lo más que pude, paré y dejé que ella se
explayara con sus esténtores… percibía sus contracciones envolviendo mi cipote,
eso era difícil de soportar. Cuando ya no pude más y mi cuerpo era dueño de sí
mismo sin obedecer a mis deseos, inicié la escapada final hacia adelante. La
empecé a montar con brío, a un ritmo enloquecedor, su culo sonaba siendo
abofeteado por mi pelvis, acompañado del sonido aguachado de mi polla sumergida
en el chorreante coño de mi madre… hice el esprín final y… comencé a correrme
abriendo la presa… me eyaculaba profusamente dentro del útero de mi madre, ella
estaba gozando como jamás lo había hecho…, sentía los chorros de la leche
caliente que soltaba mi verga dentro de ella, al percibirlos, sus jadeos y sus
gritos apagados se intensificaron más, esos gritos me llenaron de orgullo,
porque eso significaba que mi madre había gozado conmigo. Pulsaba con una
penetración profunda y soltaba uno chorro tras otro de leche espesa… hasta el
drenaje total. Tras el desove de todo mi esperma disponible, todavía me quedé
un largo rato encima de ella, con la verga embutida bien dentro, saboreando tan
rica follada.
Por
la inercia, la verga fue quedando flácida hasta que se desenchufo de su vagina,
me levanté y estuve observando a mi madre, para ver cómo reaccionaba, ella
seguía agitada abierta de piernas, me di cuenta de lo buenísima que estaba,
volví a deleitarme con la morbosidad de sus muslos, y de su rica vagina
afeitada que rezumaba mi leche por sus labios. Levantó la cabeza y me dijo toda
sonriente y plena de felicidad…
-
Mañana quiero más de esta poción mágica
que me das…, ahora ya es tarde mi amor, ven conmigo a descansar un rato más…
hasta que me duerma a tu lado.
Me
asé y volvía a su lado. Sin más nos tapamos con el edredón de pluma, y se quedó
dormida. Ese día me encargué de hacerle el desayuno, pero no se levantó. Me
marché a la universidad y ya por la tarde durante la comida no me dijo nada,
comimos callados, esperando que uno de los dos rompiera el hielo, fue entonces
que ella tomo la iniciativa
-
Cariño ¡¿Por qué crees que hacemos tanto
el amor y nos deseamos tanto?!
Lo
pregunto bien seria, me quedé callado un momento, le dije…
-
Mama, quiero que sepas que lo que pasó esta
mañana, y todos los días es algo que necesito. También lo hago por ti porque lamento
cuanto has tenido que soportar con papá. Sí, la verdad, por más que no quise
hacerlo, me fue imposible, y ahora es
tenerte cerca de mí desnuda, y no reparo en ponerme súper excitado… no
puedo evitar hacerte el amor. Además de desear reparar todo el mal que te hizo
papá, por eso se dieron las cosas, como se dieron. Tú me necesitabas y yo a ti.
Cuando
terminé, ella se quedó callada, me miró. Lo que me dijo me sorprendió y me puso
cachondo.
-
Samuel, no tienes obligación de reparar
algo que tú no has hecho, aunque lo has conseguido. Lo que haces por tu madre,
está muy bien. Para serte franca, lo necesitaba, ya que desde que dejó de
follarme tu padre, con nadie he hecho el amor y no porque no me guste tener
sexo, sino, porque no he encontrado a nadie de confianza para hacerlo… en
verdad, tras la vida que me dio tu padre, no me apetecía acostarme con alguien extraño
que me volviera a joder, abusando de mí.
-
Me estás diciendo que me has elegido
como tu pareja entre muchos otros.
-
Hijo, para lograr mis planes, analicé
los pros y los contra y un poco de licor para desinhibirme, porque sobrio no lo
hubiera podido hacer, con eso tome el valor de seducirte, por eso se dieron las
cosas contigo. Tú crees que no me había dado cuenta, que cada vez que me bañaba
o me cambiaba de ropa me espiabas, tú crees que no me di cuenta de las pajas que
te hacías en mi nombre. Yo sabía que tú me deseabas como mujer y no como tu
madre, por eso sabía, que si te facilitaba las cosas, tú ibas a reaccionar como
lo hiciste y me demostraste que eres un macho.
-
Me amas como mujer y me deseas como tal
sin importarte ser mi propia madre.
-
Así es, por eso tuve que tomar una
decisión de principios, para romper las líneas rojas que nos llevan a incesto…,
y para poder quitarme todos esos prejuicios que se dan en estos casos,
interpuse nuestro amor y futuro a todo lo demás.
-
Creo que has tenido éxito, porque yo
estoy locamente enamorado de ti. Y te pido perdón por haber sido tan inmaduro
como para no decirte a las claras lo que siento.
-
No te preocupes de nada mi vida, lo
nuestro yo lo he propiciado, me seguía diciendo mi madre, - A
la que tienes que perdonar es a mí, por lo que deje que me hicieras, yo sé que
eso estuvo mal no decirte cuanto te deseaba y dejar que te sintieras culpable,
pero me sentía tan sola que tuve que hacerlo.
Al
terminar empezó a llorar, yo me acerque y la abracé para consolarla
-
Solo deseaba que pensaras de mí, y te he
robado de tener otras relaciones con mujeres de tu edad, mucho más jóvenes que
yo.
-
Tenerte entre mis brazos es lo más
maravilloso que me ha sucedido en mi vida.
Teñíamos
encuentros sumamente cachondos, lo hacíamos cada vez que ella quería o a mí me
apetecía, sin tener en cuenta el lugar o la hora. Las ganas se las quitaba como
nadie lo hubiera hecho, me decía cada vez que ella y yo follábamos. Ms
relaciones con ella siempre fueron muy dulces y delicadas, siempre fueron
consensuadas, consentidas o buscadas por ambos, eso era lo importante y
entregarnos sin prejuicios ni trabas.
Hoy
en día me pregunto, ¿realmente está bien tener relaciones sexuales con mi
madre?, yo me contesto que sí definitivamente, porque su necesidad de amor
carnal y espiritual era vital para no acabar loca, yo cubrí y reparé con esmero
y sin ningún peligro todo el daño que le hizo mi padre, probablemente tenga
secuelas sexuales tal relación en mí, pero no es nada que influencie rotundamente
en mí como para dejarla, es mucho más lo que me da que lo que me quita. Adoro
todo lo suyo, y sé que muchos podrán pensar que se trata de cualquier fantasía,
o simplemente es el producto de una mente enferma. Total lo que cuenta es
nuestra felicidad, y saber que Alba es la mujer de mi vida y la madre de mis
futuros hijos, a la vez que es quien misma me dio esa vida, me hace pensar en
que solo la muerte podría acabar con todo este universo de lujuria, pasión,
amor e incontinencia sexual.
Ella
a su vez ha demostrado que puede ser la más depravada de las putas con tal de
hacerme feliz, y que mi padre jamás supo llegar a su corazón y menos a su
sexualidad. Que hemos descubierto miles de cosas, hemos elucubrado miles de
fantasías y que tal vez lo más loco que pensamos hacer es estar con otra nena
para verla haciéndole el amor. Ya tenemos todo planeado para nuestras próximas
vacaciones y Alba está dispuesta a hacerlo con otra mujer y de paso permitirme
que también me la folle estando con ella delante. Esa es mi mujer, la preciosa Alba,
a la que cada día parecen más hermosas y apetecibles sus nalgas… se elevan
sobre sus firmes y largas piernas empinándose desafiantes a la espera de mis
caricias. Esa es mi mujer, mi adorada amante…, aquella que me espera cada noche
con sus piernas abiertas para sentir a su macho explorando todos sus orificios,
posando mis labios y mi boca por su sexo inclemente, por su culo de ensueño,
inundándolos de semen…, un semen que adora beber y refregar por su cara, pues
sostiene que es la mascarilla ideal para prevenir las arrugas.
Este
soy yo… su macho, su novio y amante, y el hombre que compensó con creces toda
la felicidad que sacrificó, durante los años que estuvo con el imbécil de mi
padre. Ahora estoy dispuesto a darle todo lo que esté a mi alcance para
dedicarme en cuerpo y alma a la adoración apóstata de toda su belleza, de su
piel de marfil y deseo, de pasión y ternura, de su boca que sabe llevarme de
cabestro por todo el universo del placer para perderme en el delicioso infierno
de sus caricias y sus mimos.
La amo como nunca pensé que un hombre pudiera amar
a una mujer, a mi mujer, a la preciosa Alba, el motivo más grande que tengo
para vivir, especialmente ahora por doble motivo… se ha levantado con náuseas y
al vuelta del aseo me ha dado la explicación que temía darme por miedo a que no
supiera encajar bien, por lo que se lo estaba pensando, sin embargo no podía
ocultar por más tiempo…
-
Hijo no me pasa nada malo de salud,
estoy bien se exceptuamos que dentro de mi vientre está creciendo un bebé, tu
hijo… nuestro hijo en común, ese que con tanto amor me has hecho ¡¡Cariño estoy
preñada!, hace casi dos meses que me dejaste preñada, ¡¡Solo quiero decirte que
me siendo feliz de estar preñada de ti!!
A los
46 años y mis 24, vamos a ser padres en diciembre, de una criatura engendrada con
amor.