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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El carnet

 

El primer examen


Había cumplido los dieciocho años y quería sacarme el permiso de conducir a toda costa. Ya había dado diez clases, y según mi profesor eran pocas y no estaba preparada para el examen. No obstante, yo le insistí pues ardía en deseos de tener un coche propio para ese verano.

   No sé Candela, pero no te veo preparada todavía.

   Que sí, Sergio… Estoy segura de que lo supero.

   Si suspendes vas a tener que esperar tres meses para volverte a presentar.

   ¡Pero no puedo esperar más! Se acercan las vacaciones y necesito el permiso ya.

   Tú misma, pero no creo que lo superes.

Mi amiga Gloria, un año mayor que yo, ya lo tenía y me había comentado que se puso ropa provocativa para el examen y le tocó un tío que se pasó todo el examen mirándola las tetas y no tuvo problemas para aprobar. Yo había decidido hacer lo mismo, me pondría la ropa más sexi que tuviera y arreando, seguro que lo lograba. El único problema es que me examinara una tía, entonces iría jodida. Le supliqué a Sergio que me colase en el grupo del examinador Valtierra.

Finalmente, Sergio, mi profe, aceptó presentarme al examen con el tal Valtierra y me fui a casa súper contenta.

Llego el día del acontecimiento y me levanté nerviosa. Después de darme una ducha me puse a buscar ropa en el armario. Al final me decidí por una falda ultra corta que cuando me sentaba prácticamente se me veían las bragas, y en la parte de arriba una camisa ajustada semitransparente que dejaba entrever mis grandes tetas con dos botones sin abrochar para dejar un buen escote. Pensé que los tres botones que me había abrochado podrían estallar en cualquier momento. Por supuesto sin sujetador, vamos, que los pezones se me marcaban como setas.

Llegué a la autoescuela y ya estaba Sergio esperando. Se quedó mirándome y sonrió con sorna.

   Veo que vienes dispuesta a todo con el examinador Valtierra.

   Supongo que algo ayudará. Sonreí haciendo un gesto insinuante sujetándome un lado de la falda.

Sergio era un tío de cuarenta años bien agraciado físicamente, bastante bien, pero nunca se me había insinuado, siempre había sido muy correcto en el trato…, en verdad es de los maduritos que tienen un polvazo. Pero lo que me interesaba en esos momentos era aprobar para tener mi carnet y en eso Sergio tenía mucha experiencia en el sector… parecía haber lidiado en muchas batallas, creo que había pocas cosas que le podían sorprender, y me lo habían recomendado explícitamente.

   He hecho todo lo que he podido para que estés en el grupo de Valtierra, por espero que no te toque una tía de examinadora.

   ¿No se puede cambiar o renunciar…? Le pregunté con cierta picardía

   Anda, sube al coche y empieza a rezar para que venga el correcto.

Me dijo finalmente con la misma sonrisa burlona.

Durante el trayecto a la zona de exámenes fuimos hablando, pero noté unas cuantas miradas a mis piernas. Tengo que decir que estoy bastante bien, y cuando me pongo ropa como la que llevaba ese día los tíos se solían girar para mirarme…es raro que cuando voy de caza no me lleve la presa.

Sergio no iba a ser menos, pero me sorprendió su comentario.

   ¡Sabes que se te ven las bragas!

   ¡Bueno, esa era la intención! Le contesté con desparpajo.

Volvió su cabeza al frente con la misma sonrisa cínica que parecía llevar siempre dibujada en los labios y siguió conduciendo hasta llegar a la zona de exámenes. Había varios coches delante, pero iba rápido. Cuando nos tocó el turno, Sergio se bajó del coche y yo me coloqué en el asiento del conductor. Al momento apareció un tío de unos cincuenta años y se subió al asiento del acompañante. Lo primero que hizo fue mirar mis piernas. “Buena señal” Pensé sonriendo por dentro. Mi segundo pensamiento fue algo más negativo. “Joder, es un poco mayor el cabrón”, el tercer pensamiento volvió a ser positivo. “Es bastante guapo para su edad, y no tiene panza le gachón”, el partido lo ganaba dos a uno el positivismo.

El tío era delgado y vestía con traje y corbata, algo que parecía ser habitual en los examinadores.

   Buenos días señorita… Casares. Me dijo con seriedad mirando los papeles para ver mi apellido. – Puede usted comenzar

Arranqué el coche y a los cinco minutos ya había cometido un par de infracciones y había estado a punto de atropellar a una señora en un paso de peatones. Por el rabillo del ojo le veía mirándome de reojo a mi regazo para ver las bragas rojas que se veían asomar entre mis muslos.

   Tendrá que hacerlo mejor si quiere aprobar. Dijo con suma seriedad, pero mirándome descaradamente las tetas.

Decidí emplear mi plan estrella dado que si seguía así no iba a probar ni de coña.

   Es que estoy un poco nerviosa y hay mucho tráfico por aquí ¿Podríamos ir a un sitio más tranquilo? Le dije con cara de niña buena tocándome entre las tetas de una manera insinuante.

Creo que vi un atisbo de sonrisa perversa en su cara cuando me dijo.

   ¡De acuerdo! Gire a la derecha y a dos kilómetros otra vez a la derecha. Es un polígono poco concurrido.

   Muchas gracias. Sonreí ampliamente tocando levemente su pierna a modo de agradecimiento, creo que nos estábamos entendiendo.

Hice lo que me dijo y vi al llegar que no se veía a nadie por la calle y apenas había cuatro o cinco coches aparcados a gran distancia. Me pareció un sitio perfecto para mis planes.

   ¿Podemos parar un momento? Necesito relajarme antes de continuar.

Dije mirando descaradamente a su entrepierna que ya la tenía algo abultado.

   Claro que sí, señorita. Haga lo que usted crea conveniente para mejorar el examen.

Contestó el muy cabrón tocándose el bulto del pantalón. La seriedad de su cara comenzaba a desdibujarse para convertirse en una mueca parecida a una sonrisa. Aparqué detrás de una nave que parecía estar cerrada y abrí mis piernas ostensiblemente dejando ver mi tanga rojo al completo. Pensé que sería un buen estímulo para comenzar. Él ya me miraba con descaro sin dejar de tocarse el pantalón.

   ¡Muchas gracias! Le dije tocándole descaradamente la pierna a la vez que, haciendo un esfuerzo, le miraba a la cara intentando mostrar algo de lascivia en la mía.

   Tómese el tiempo que necesite…. No hay ninguna prisa.

La frase, aunque muy educada, lo dejaba muy claro, el tío estaba deseando que siguiera. Llegados a ese punto no quería venirme abajo y pensé que lo mejor sería ir directa al grano.

   ¡¿Sabe una cosa?! Tengo trucos que me relajan bastante. Le dije llegando con mi mano hasta su regazo.

   No tengo inconveniente en que los emplee. Contestó apartando su mano para dejar paso a la mía.

Toqué el prominente bulto que crecía bajo su pantalón y sin dudarlo bajé la cremallera metiendo la mano dentro. Envolví con mis dedos la carne y “¡Joder que pedazo de polla tiene el delgaducho!” fue la expresión que llenó mi cabeza. La saqué fuera del pantalón y pude comprobar visualmente lo que había tocado, realmente era una polla enorme para ese cuerpo, algo que produjo cierta excitación en mi mente. No os engañéis, el sexo me gusta, aunque es mejor cuando una puede elegir. En un alarde de pericia también le extraje los huevos, enormes como una pelota de tenis.

   ¡Ufff, a mi estás cosas me relajan! Le dije subiendo y bajando lentamente el prepucio que envolvía el duro tronco venoso duro como una roca.

   ¿A usted que le relaja?

Él tampoco se cortó.

   A mi… tocar… también me relaja.

   Pues toque lo que le apetezca… Será bueno que nos relajemos los dos.

Le dije intentando que ese momento no se alargara. Apenas acabar la frase vi cómo una de sus manos se acercaba hasta mis tetas y comenzaba a sobármelas por encima de la camisa. Parecía que el plan estaba saliendo bien, le haría una paja mientras le dejaba sobarme y ya tendría el permiso de conducir en el bolsillo. Comencé a pajearle el pedazo de polla que manaba de su regazo mientras él desabrochaba mi camisa dejándome las tetas al aire. Pude ver chispear sus ojos saltones al verlas y sus largas manos comenzaron a apretármelas a la vez que sus dedos toqueteaban los pezones que, sin yo pretenderlo, se pusieron como piedras de inmediato. Se me había echado casi encima y oí su voz profunda muy cerca de mi oído.

   ¡Lleva unas bonitas bragas! Parecen de una tela muy suave.

 

 

La insinuación estaba clara, el muy mamón quería meterme mano en el coño, y llegados a ese punto ya no había marcha atrás. Con su misma educación le contesté.

   Puede comprobarlo, si quiere.

Por el rabillo del ojo pude ver su cara de salido al oír mi respuesta, y a los pocos segundos sus dedos pasaban sobre el triángulo del tanga presionando contra mis labios genitales que se marcaban ostensiblemente. Casi no me dejaba pajearle pues ya andaba afanado con sus dos manos sobre mi cuerpo.

   Una tela muy suave, y seguro que lo que tapa aún está más.

El tema se me iba complicado, estaba claro que no le valía con tocar tela, quería tocar la carne, pero el problema era que no sabía hasta donde quería llegar. A pesar de su edad de más de cincuenta años, su polla no estaba nada mal, y sus caricias comenzaron a ponerme calentita…una no siempre tiene ante sí una verga que puede cubrir con las dos manos y aún le quedaba el capullo libre.

   Puede tocar el interior, para comprobarlo.

Le dije abriendo más las piernas. Yo ya solo miraba su polla que me parecía impresionante. Sus dedos retiraron la escasa tela y sentí como introducía la punta de uno de ellos. Mi cuerpo reaccionó sintiendo como me subía una oleada de calor y volví a pajearle como pude.

   Tranquila señorita, ya le he dicho que no hay ninguna prisa.

Repitió para cortar el ritmo de mi mano, el muy cabrón quería que eso se alargara. Metió más profundamente su dedo índice en mi coño a la vez que frotaba el clítoris con el pulgar y a los pocos segundos me había puesto más caliente que una estufa de leña. Dejé que manoseara el interior de mi vagina pues ese tipo sabía cómo masturbar a una mujer. Parecía que le gustaba excitarme y metió dos dedos sin dejar de frotarme el clítoris con el pulgar hasta arrancar varios gemidos de mi boca y una oleada de flujo mojó sus dedos abundantemente.

   ¡Tendrá que emplearse algo más para mejorar la nota del examen!

Ahora le miré de nuevo a la cara algo sorprendida, parecía que la paja no era suficiente. Miró a mis labios y susurró de nuevo.

   Tiene una boca preciosa, y seguro que sabe usarla de maravilla.

Esta vez me dejó claro lo que quería y me quedé mirándole con cara de gilipollas. Miré la polla estirada que parecía tener vida propia palpitando entre mis dedos, y dudé unos instantes sin saber qué hacer…era educado y aseado, olía muy bien…el sacrificio bien valía la pena por obtener el carnet, pollas en peores condiciones ya me había comido y gratis, en los aseos de la disco o en los aparcamientos cutres.

   ¿Quiere que se la chupe? Le dije casi con cara de idiota.

   Creo que mejoraría el examen una mamada. Contestó el muy cabrón.

Si me negaba, seguro que me suspendería y si aceptaba me tendría que tragar esa estaca. “Bueno, esto se me da bien”. Pensé para animarme a mí misma. La verdad es que ya estaba bastante caliente y esa polla era lo mejor de todo su cuerpo. Me giré en el asiento para posicionarme y la corta falda casi se me sube a la cintura dejando mi culo al aire. Acerqué la boca hasta el brillante capullo y comencé a lamerlo como si fuera un helado.

   ¡Tiene una buena polla! Le dije de manera inconsciente.

   ¡¿Podrás tragártela entera?!

   ¡Es demasiado grande! No solo es larga, sino muy gorda…

   ¡Yo te ayudaré! Otras lo han conseguido. Dijo con una mueca perversa.

Al momento noté su mano bajando por mi espalda hasta llegar al culo que lo había dejado casi en pompa. No quería que aquello durara mucho y me metí el capullo en la boca. Comencé a chuparlo como si fuera un helado de chocolate de los que me gustan y cuál fue mi sorpresa al sentir su dedo mojado de mis flujos penetrar tímidamente en mi esfínter y a la vez con la otra mano sobaba mis tetas desnudas. Me quedé parada de repente al no esperármelo. Él también se paró.

   Si algo no le parece correcto, me lo dice. Dijo de su forma asquerosamente educada.

   ¡No, no! ¡Todo es correcto! Dije sacándome el capullo de la boca para seguidamente volver a introducírmela.

Comencé a chupar con ganas metiéndome media polla en la boca haciendo que parte de su capullo penetrara en mi garganta, era imposible tragármela entera, pero si le di un buen masaje en los huevos en compensación.

   ¡Vamos zorrita, que lo estás haciendo muy bien!

Notaba como horadaba mi culo con su dedo, algo que siempre me ponía cachonda, y yo cada vez chupaba con más ganas. Sé cómo chupar una polla pero esa estaca dura y consistente se me resistía en el galillo. Noté su otra mano en mi cabeza, empujándola para que tragara más.

   ¡Vamos putita, que tú puedes!

Sentí su dedo entero en mi culo y su polla atravesar mi garganta polla y me dieron un par de arcadas que pude aguantar y fue efectivo pues al momento noté los efectos de esa penetración. Cuando el tipo comenzó a mover sus caderas, ya supe que estaba a punto de correrse, añadido a sus alterados jadeos, pero antes de hacerlo fue capaz de decirme.

   ¡Procure que no se me manche el pantalón! Y soltó un chorretón de leche en mi boca.

Le había entendido perfectamente, y comencé a tragar todo lo que soltaba. Un segundo lechazo inundó la boca de lefa espesa y otro más, hasta seis o siente.

   ¡Así, zorra! ¡Así, tragárselo todo! Me dijo con su puta educación.

Ese cabrón parecía tener las reservas de un mes, pero fui capaz de engullir cada borbotón que derramó en mi boca. Nunca había visto tanta leche en una corrida.

Cuando saqué la polla se la había dejado como si se la hubieran pulido, seca y brillante. Su cara ya no era la misma, y aunque mantenía cierta seriedad, sus labios dibujaban una leve sonrisa de satisfacción. Nos colocamos la ropa y conduje de nuevo hasta el punto de inicio intentando no atropellar a nadie y allí estaba Sergio esperando. Nos bajamos del coche, yo tirando de la falda para que no se me vieran las bragas, y después de marcar varias casillas de los papeles que llevaba comentó.

   Ha empezado mal, aunque posteriormente lo ha ido mejorando, pero ha cometido dos infracciones que no he podido pasar por alto.

Yo que había salido contenta y sonriente del coche, aunque con la boca con sabor a semen, sentí como comenzaba a enfurecerme.

   No puedo aprobarle el examen, aunque ha estado muy cerca de pasarlo.

Intenté no gritarle que era un pedazo de cabrón, y retorcerle la polla, pero sabía que no me convenía.

   ¡Pero no puedo esperar tres meses para volver a examinarme!

   No tendrá que hacerlo señorita. Creo que con un par de clases lo podrá superar. Le he marcado que puede presentarse de nuevo la semana que viene.

Ese cabrón quería que le hiciera otra mamada antes de aprobarme, parecía que quería que me tragara toda su estaca. Eso es lo que pensé nada más oírle. Me apetecía soltarle varios improperios, pero no me dio opción, a los pocos segundos había desaparecido metiéndose en otro coche.

   ¡Veo que no te han servido de mucho tus artimañas! Comentó Sergio con su sonrisa cínica.

   Mejor déjalo, no quiero pagar mi cabreo contigo.

   Bueno, podrás dar un par de clases más antes del siguiente examen. Al final tendrás que agradecerle que te haya dado una prueba de gracia sin esperar tanto tiempo. Dijo finalmente

 

El segundo examen

 


 

A la semana siguiente seguía cabreada, pero esta vez pensaba conseguirlo. Volví a colocarme ropa de batalla, una falda negra algo menos corta, pero con una cremallera lateral muy sexy, y una camisa blanca súper ajustada, parecida a la de la vez anterior, vamos, que mis tetas deseaban estallarla.

Llegamos a la fila donde esperaban los examinadores después de que Sergio me hiciera varios comentarios con su sonrisa cínica. No le hice ni puto caso pues yo estaba decidida a seguir mi plan. Cuando llegó mi turno estaba buscando con la vista al tipo de la vez anterior como me había prometido Sergio, pero apareció otro tío algo más bajo cercano a los sesenta años, relativamente calvo pero con sonrisa agradable… la calvicie creo que le favorecía como a Bruce Willis. Si me lo tenía que tirar no me disgustaba en absoluto.

   ¡Buenos días señorita Casares!

   ¡Buenos días! Contesté con cara de desconcierto y el pareció darse cuenta.

   Tengo aquí las reseñas de su examinador anterior. Pensaba examinarla de nuevo él mismo, pero no ha podido venir. No obstante, me ha hablado de usted y me ha dicho que tan solo necesitaba pasar un par de pruebas para superar el examen pues la vez anterior se había quedado muy cerca.

Por el rabillo del ojo vi a Sergio intentando no reírse. Me relajé un poco pensando en que el nuevo examinador ya conocía la historia y no tendría que empezar de nuevo, tan solo tendría que preguntarle qué era lo que le gustaba, ¿una paja? ¿Quizás una mamada?, lo que me pidiera. Me dejaría follar el culo si fuese necesario. Montamos en el coche y, como la vez anterior, al cabo de cinco minutos ya había cometido varias infracciones. Empezaba a pensar que era algo negada para el tema de la conducción y ya solo quedaba volver a mí estrategia.

   Es que me pongo nerviosa por estas calles.

   ¡Vaya al polígono que ya conoce! Me contestó sin dudarlo.

Estaba claro que el cabrón anterior le había contado todos los detalles. Esta vez busqué un sitio que parecía desierto, detrás de una nave que tenía aspecto de abandonada. Sin que me dijera nada, aparqué el coche y resoplando comenté.

   ¡Necesito relajarme un poco!

   ¡Yo también! – me contestó – Sabe que ha cometido varias infracciones

   Sí, lo sé – dije mirando su cara regordeta – pero espero mejorar el examen. Continúe con cara de niña buena poniéndole las tetas más cerca de su cara.

   Estoy seguro que sabe cómo mejorarlo.

Su voz era más agradable, y su cara más sonriente que la del tipo anterior, pero también había dejado claro lo que quería. Directamente me desabroché un botón más de la camisa argumentando que hacía calor y él, sin cortarse, sobó la bragueta de su pantalón. Estaba igual de salido, pero daba más gusto tener sexo con él.

   Pues sí, aquí dentro hace calor. ¡¿A lo mejor prefiere salir fuera?!

Su frase me desconcertó. “Que quiere este ahora?” Pensé mientras salíamos del coche. La verdad es que no se veía a ni dios por la calle, pero me fui hasta el otro lado del coche por donde él había salido y nos quedamos entre el coche y la pared. El tipo, algo más alto que yo, me miró casi babeante, su cara regordeta con claros signos de lascivia parecía un cuadro surrealista. Directamente me desabroché los dos botones que faltaban de la camisa y mis tetas saltaron fuera de la presión de la tela que las contenía con los dos grandes pezones apuntando a su cara. Sus manos se abalanzaron como garfios y sentí como me las apretaba una contra otra mirándolas con sus pequeños ojos escrutadores.

   ¡Tienen que saber muy bien!

   ¡Compruébelo! Le dije acercándome más.

Los pezones rozaron sus labios y se puso a chupármelos como si fuera una aspiradora mientras yo miraba para ver si aparecía alguien. Eso acababa de empezar y no sabía cómo podía terminar.

   ¿Le importa darse la vuelta? ¡Me gustaría admirarla por detrás!

“Este no quiere una mamada, me quiere follar“. Pensé mientras me giraba.

No tardé en sentir sus gruesas manos subiendo por los muslos hasta mi culo. Tiré de la cremallera hacia arriba para facilitarle la labor y pude sentir como clavaba los dedos en la carne de mis redondos glúteos.

   ¡Tiene un culo precioso! – le oí decir – Si se inclina un poco lo admiraré mucho mejor.

“¡Joder, otro salido educado!“ Pensé con algo de desaliento.

No le había visto la polla, pero seguro que ya se le habría puesto como el martillo de un herrero. Me incliné sobre el capó, y sentí como se frotaba contra mi culo. Al instante sus dedos comenzaron a toquetear entre mis bragas negras y uno de ellos penetró en mi vagina. Perdí mi vista en el horizonte intentando desinhibirme de la situación, pero al rato sentí que me estaba excitando. Ya metía dos dedos y me pajeaba mejor de lo que había esperado. Noté como el interior de mi vagina comenzaba a mojarse produciéndome una agradable sensación, y sin darme tiempo a regocijarme con ese estímulo, la dureza de su glande apretó contra mis labios vaginales.

Solo me dio tiempo a esbozar un leve gemido, antes de que su polla penetrara completamente en mi vagina arrastrando la carne de su interior. Ahora el gemido que di fue más sonoro al notar cómo su polla, que debía de tener una gran anchura, me había llenado por completo. Abrí más las piernas instintivamente y sentí cómo se vaciaba mi vagina y se volvía a llenar al instante. A la tercera penetración la polla del hombre maduro ya entraba como la seda, y comenzó a bombear como si fuera a sacar agua de un pozo. Podía sentir sus huevos chocar contra mis muslos. Su fuerza era mayor de lo que parecía al mirar su cuerpo, y me sentía empotrada contra el coche como si fuera a dejar un gravado de mi cuerpo sobre él.

   ¿Te gusta zorrita?

   ¡Claro que me gusta! ¡Dele fuerte!

Le contesté sintiendo chasquear sus huevos contra mi vulva. A esa velocidad esperaba que durara poco, pero aquello se fue prolongando sin que cesara en sus embestidas. No quería, pero no pude evitar excitarme y jadeante sentí como se mojaba mi vagina copiosamente.

   ¡Ya veo que te gusta, putita! ¡Qué culo, dios mío! Le oí gritar sintiendo como lo abría con sus manos.

Comenzó a horadarlo con su verga, provocándome más excitación que cuando usaba mi coño. El cabroncete me había puesto más caliente que el fuego de una fragua y le permitiría cualquier cosa. Comencé a pensar que era un tío joven y guapo metiéndome una buena polla por el culo…disfruté unos minutos sintiendo esa gorda polla penetrándome, me imaginaba el culo abierto como un bebedero de patos, y los problemas que tendría durante días para sentarme correctamente. Me incliné algo más para que la follada fuese más delicada… mis piernas comenzaron a temblar hasta correrme como una perra. En ese momento sentí varios chorretones de leche invadiendo mi culo y el líquido blanco acabó chorreando por mi ano hasta los muslos. Sentí el vacío que dejó su polla al salir mientras se aplicaban mis temblores, y la cantidad de leche era solo comparable a la del primer examinador, con dos vergas de tamaño similar… incluso yo diría que con cierto parecido físico. 

Después de limpiarme, mientras veía su sonrisa de lujuria satisfecha, nos montamos en el coche y volvimos al punto de origen. Salí sonriendo mientras pensaba que ya tenía el permiso en mi bolsillo hasta que le oí hablar con Sergio.

   La verdad es que ha estado a punto de conseguirlo, pero una de las infracciones ha sido muy grave y no puedo pasársela.

“¡Menudo pedazo de cabrón!“ Pensé casi en alto.

Sergio, que vio mi cara, intervino al instante para que no saltara como una fiera sobre el hombre regordete.

   ¡Puede presentarse la próxima semana! Dijo con rapidez.

   ¡Sí, por supuesto! Creo que con un par de clases pasará sin problemas.

La historia se repetía, y de la furia pase al abatimiento.

   Tranquila, ya lo has intentado a tu forma, ahora lo haremos a la mía!

Me dijo Sergio intentando no partirse de la risa.

 

El examen final

 


 

Dimos un par de clases más y el último día antes del examen Sergio me miró sonriente antes de bajar del coche.

   Habías pensado que con sexo podrías manipular a los hombres, y creo que se han aprovechado de ti.

   Pues sí, tengo que reconocer que he sido una gilipollas y me han engañado.

   Bueno, veo que no te ha importado ofrecer tu cuerpo a dos hombres para conseguir tus propósitos, pero… ¿Te importaría ofrecérselo a una mujer?

Le miré con verdadera intriga sin saber por dónde iba.

   ¿Qué me estás diciendo?

   Conozco a una tía que está en el comité de exámenes, una mujer que podría conseguirte el permiso.

   Joder, ¿y no lo podías haber dicho antes?

   No sabía hasta donde estarías dispuesta a llegar.

   ¡Pues a todo por tener el permiso!

   De acuerdo. Hablaré con ella, pero como dices, espero que estés dispuesta a todo.

   ¡No lo dudes!

Le dije finalmente, aunque nunca había mantenido relaciones con otra mujer, pero por obtener el permiso, ya me daba igual cualquier cosa.

Sergio hizo una llamada en ese momento y comenzó a hablar con una mujer.

   ¡Hola Ana! Mira, tengo un problema que a lo mejor tú puedes resolver.

Le oí decir mientras aumentaba mi intriga.

   Sí, sí. Yo te la presento, habláis y ves lo que puedes hacer.

Volvió a hablar Sergio, aunque yo no podía oír lo que decía ella y eso me estaba desesperando.

   ¿Tienes esta noche libre? Me pregunto de repente.

   Sí, bueno, tengo que ir a casa, pero a partir de las nueve estoy libre.

   Vale, entonces quedamos a las 9:30 pm en la esquina Durán.

   ¿Sabes dónde está la heladería Durán?

Me preguntó después de colgar.

   Sí, me pilla cerca de casa…. Creo que puedo ir andando.

   Yo estaré en la puerta, esperándote. Pasamos, te presento a Ana, me tomo un helado con vosotras y después ya es cosa tuya lo que acuerdes con ella. Ana tiene un puesto elevado en el comité de exámenes. Por ella pasan todas las fichas de los examinadores y algunos son de su confianza. Creo que es la persona indicada para que te concedan el permiso.

   ¡Gracias Sergio! No sé cómo podría agradecértelo. Le dije entusiasmada.

   ¡Bueno, cuando te den el permiso ya hablamos! Con su sonrisa cínica.

A la hora indicada estaba Sergio en la puerta esperándome. Me había puesto un vestido granate hasta la rodilla con una raja lateral que dejaba ver hasta la parte alta de mi muslo al andar. Los tirantes dejaban mi espalda al aire y el escote era realmente generoso, siempre me gustaba resaltar mis grandes tetas.

Entramos y la tal Ana estaba tomándose algo en la barra. Era una mujer de más de cincuenta, pero mantenía un tipo bastante estupendo. También llevaba vestido hasta la rodilla con una raja trasera y un escote algo menos generoso que el mío. Su melena, de rubio teñido, la hacía parecer más joven, pero por las disimuladas patas de gallo de sus ojos, debía estar sobre los cincuenta muy bien cuidados.

Después de las presentaciones, Ana me miró de arriba abajo descaradamente.

   Me ha comentado Sergio que te has presentado dos veces y te han suspendido.

   Así es, señora. Le dije intentando transmitir respeto.

Ella hizo una mueca a modo de sonrisa marcada por sus labios pintados de rojo intenso.

   Ya he visto tu expediente y creo que has tenido mala suerte con los examinadores que te han tocado.

   ¡No lo sabe usted bien! Contesté recordando a los dos cabrones.

   También me ha dicho – dijo mirándole fugazmente – Que lo quieres ya, y que estás dispuesta a cualquier cosa por obtenerlo.

Ya había reflexionado sobre ese hecho y no dudé en la respuesta.

   ¡Lo que sea necesario!

En ese momento Sergio dio un último sorbo a su sorbete de limón y se despidió aludiendo que había quedado con alguien. Nosotras seguimos hablando brevemente y a los pocos minutos me sugirió que podíamos ir a su casa para hablar más tranquilamente del tema. Acepté de inmediato sabiendo lo que podría pasar, pero a estas alturas ya me había preparado mentalmente para esa situación.

Subimos a su casa, que era un ático a dos manzanas de la heladería y nada más cerrar la puerta se acercó hasta mí. Medía algo menos que yo, pero levantó la cabeza para dejar su boca a la altura de la mía.

   ¡Creo que sabes a qué hemos venido!

Sabía que mi tratamiento cortes, situándola por encima de mí, le había gustado y continúe con él.

   ¡A lo que usted desee, señora! Le dije casi metiéndole las palabras entre su boca entreabierta.

Aprovechó mi provocación para besarme, un beso desgarrado lleno de un fuego intenso que desprendían sus labios. Me dejé llevar dejando que su lengua recorriera mi boca mientras me agarraba para restregar sus tetas contra las mías. Tampoco las tenía mal, aunque algo más pequeñas, en eso era difícil superarme. Cuando separó sus labios me sonrió mirándome a los ojos.

   ¡Creo que lo pasaremos bien! ¿Puedes ayudarme con la cremallera? Dijo dándome la espalda.

Le bajé la cremallera y ella retiró los tirantes de sus hombros dejando que el vestido escurriera por su cuerpo hasta caer al suelo. Se quedó quieta, con su cuerpo esbelto presidiendo el centro del salón. Parecía esperar algo, y entendí que quería que la acariciara. Puse mis manos en sus hombros y los acaricié despacio a la vez que rozaba mis tetas contra su espalda. Se giró y bajó la cremallera lateral de mi vestido, yo misma corrí los tirantes para que resbalara como había ocurrido con el suyo. Tiro ligeramente de mi sujetador hacia abajo haciendo que los pezones saltarán fuera de la tela que los aprisionaba. Acercó la boca y me los chupó como ningún tío lo había hecho antes. Su lengua era larga y carnosa y la enroscaba en cada uno de ellos como si fuera una serpiente. Empecé a pensar que me había perdido cosas interesantes. Sentí como sus dedos acariciaban mi cuerpo casi desnudo bajando por el vientre hasta llegar al tanga granate que me había puesto a juego con el vestido. Retiró la tela e introdujo la punta de un dedo entre mis labios genitales, lo hizo con suavidad, diría que con una delicadeza exquisita, algo que además de gustarme, me produjo una excitación especial.

Las suaves penetraciones hicieron que mi vagina mojara su dedo. Lo sacó, lo olió y lo chupó como chupas un helado de chocolate en un caluroso día de verano. La verdad es que ver cómo lo hacía me excitó de una forma incomprensible.

   ¡Huele y sabe muy bien! Me susurró con un brillo diabólico en sus ojos.

Puso su mano en mi vientre y me empujó con suavidad hasta que mi culo se pegó contra la mesa alta que había en el salón. Me desabrochó el sujetador con lentitud y me lo quitó dejándome tan solo con las bragas. Sus manos se metieron entre mis muslos y los abrió con delicadeza, volvió a pasar la mano por las bragas y mirándome a los ojos susurró.

   ¡Me gusta sentirte mojada! Es un encanto saber que eres tan puta como yo… ¡¿Te vas a correr muy rápido, putita?!

No me dio tiempo ni a reflexionar la respuesta, en un instante ya se había agachado y su lengua lamía la humedad de la tela.

   ¡Cómo me gusta este sabor a sexo!

Y retiro la tela para dar un gran lengüetazo a todo mi coño. Joder, que lengua tenía la muy zorra, era como una serpiente astuta y voraz. Cuando me quise dar cuenta ya me penetraba con ella como si fuera una polla que se enroscaba. Sentí la punta tintinear en mi clítoris, después lo lamió y lo sirvió cerrando sus labios. Fue una sensación que me hizo vibrar y me sujeté con las dos manos a la mesa. Abrí más las piernas dejando más espacio a su boca, aunque lo que me apetecía es apretarle la cabeza contra mi coño. No pude controlar mis jadeos que se hicieron bastante sonoros y aumentó el ritmo de sus succiones hasta provocarme un fuerte orgasmo, vamos que me corrí en su puta boca como una cerda, algo que pareció encantarla. Cuando se despegó de mi coño y se incorporó, pude ver el dibujo de la lujuria en su cara que estaba empapada de flujo y saliva. La restregó contra mis tetas a la vez que volvía a ponerme los pezones como piedras. Después me los pellizcó tirando de ellos produciéndome un leve dolor.

Se fue hasta uno de los sofás que había en el salón y se sentó espatarrada mostrándome sus pequeñas bragas negras adornadas con ligeros encajes. Se quitó el sujetador a juego y sus redondas tetas afloraron con dos puntiagudos pezones en el centro de grandes areolas, algo más oscuras que su piel.

   ¡Ponte eso! Me dijo señalando un liguero y unas medias que había sobre una de las dos mesas pequeñas que bordeaban el sofá.

Me puse las medias y el liguero sintiéndome algo extraña por ser una prenda que nunca había usado. Ella me miraba paciente mientras acariciaba con sus dedos el centro de sus piernas. Volví a ponerme los zapatos de alto tacón y me acerqué hasta ella. Creo que sabía lo que quería, pero espere a que me lo pidiera.

   ¡Tienes una boca preciosa, cielo! Espero que sepas usarla. Me dijo acariciándose los pezones.

Me acerqué y alargué las manos para tocar sus tetas. Nunca había tocado las tetas de otra mujer de esa manera, y la curiosidad aportó decisión en mi cerebro. Las presioné con suavidad sintiendo su carne semidura con el tacto de mis dedos, rocé los pezones con las yemas sintiendo como se endurecían. Ella alargó la mano hasta mi mejilla y después de acariciarla me atrajo hasta su boca. No puse oposición, tan solo abrí los labios y sentí como su lengua penetraba ágil como una serpiente mientras sus labios devoraban los míos. Su mano sujetaba mi nuca como para no dejarme escapar y dirigió mi boca hasta sus tetas. Comencé a lamerle y a chuparle los pezones hasta notar como su cuerpo se excitaba. En ese momento oí su voz algo agitada.

   Dentro de un momento sentirás a alguien detrás de ti, pero no te inquietes, es de la familia…y parte del acuerdo entre nosotras.

Me quedé parada, casi en un estado de estupefacción, eso sí que no me lo esperaba.

   ¡Sigue, sigue, no pares! Me apremió.

   Tú me darás placer, y él a la vez te lo dará a ti… ¡¡Pero no mires hacia atrás, no quiero que le veas o no habrá acuerdo!! Me dijo con naturalidad, pero con firmeza.

Ahora ya sabía para quien era la visión del liguero. Por culpa del puto permiso ya se la había chupado a un tío y otro me había follado el culo, ahora lo haría un tercero y ni siquiera le vería la cara. Como cosa positiva puedo decir que la experiencia sexual con Ana me estaba gustando y que de momento no iba a salir preñada.

 


 

Después de chuparle los pezones hasta ponérselos como las astas de un toro, su mano fue guiando mi cabeza por su vientre hasta llegar al centro de sus muslos. Comencé a pasar la lengua por la tela de las bragas, que ya estaban algo mojadas, y pude sentir el sabor de su flujo. Dejó escurrir su cuerpo sobre el sofá hasta que la mitad de su culo quedó fuera. Me hizo un ademán para que le quitara las bragas y tiré de ellas hasta descubrir su coño adornado con una pequeña mata de vello en la parte alta, era un coño precioso, abultado y carnoso. Pasó dos de sus dedos sobre los rollizos labios vaginales con suma lentitud, haciendo que se abrieran hasta mostrarme su imponente clítoris.

   ¡Vamos guapa! Aquí tienes el juguete. A ver qué tal manejas esa lengua en mi coño y el clítoris… ¡¡Mira como lo tengo de espigado!!

Aquella zorra me trataba como si fuera su hija y pensé que era el momento clave. Nunca había chupado un coño, pero si esa “mamá zorra”, por llamarla de una forma cariñosa, quería una buena mamada, yo estaba dispuesta a sorberle hasta los higadillos. Comencé a pasar la lengua repetidamente por el clítoris hasta que sentí como se tensaban sus muslos, presioné con mis labios sobre él y lo succioné como si fuera el sorbete de limón de Sergio. A los pocos instantes un pequeño torrente de flujo empapó mis labios… la muy zorra se corrió con tan poco ¡Estaba muy salida!

   ¡Así, asiii! Gimió acariciando mi cabeza. ¡Ahora méteme bien la lengua!

El sabor me pareció agradable y abrí la boca y profundicé con la lengua en su vagina mojada. Era un sabor especial que no había sentido antes y lo degusté con mis manos aferradas a sus glúteos. “Joder, que me está gustando poner a esta zorra caliente!”. Pensé mientras no paraba de mamar sus jugos.

Estaba inclinada sobre su regazo con el culo en pompa cuando sentí una carne húmeda y cálida ente mis muslos. Di un respingo porque no le había oído llegar, pero mamá zorra tenía mi cabeza sujeta y la apretaba contra su coño. A los pocos segundos ya sabía que era una lengua la que estaba lamiendo mi coño, y no lo hacía nada mal. Supuse que era del familiar que me había hablado y abrí más mis piernas para sentir su cara pegada a mi coño. Después de meterme la lengua y ponerme más guarra de lo que estaba, pasó a mi culo y sentí como lo empapaba de saliva para después meterme toda la lengua en el esfínter. Yo ya estaba que me salía, y chupaba el coño de Ana con más ganas.

Noté como salía la lengua de mi raja y en apenas dos segundos una polla comenzaba sustituirla penetrando en mi coño. La verdad es que estaba tan excitada que realmente me apetecía una buena polla en ese momento, pero la que entraba en mi vagina parecía descomunal…, no sé si era casualidad, pero los tres machos que me estaban tirando, poseían pollas que nunca había probado o visto en mi vida.

Me la llenó por completo y sentí un gran vacío cuando la sacó. Volvió a penetrar  arrastrando mis carnes en una explosiva expansión de las paredes internas de mi vagina, y la volvió a sacar haciendo que perdiera el ritmo de la mamada que le estaba haciendo a mamá zorra. No obstante, ella no cesaba de apretarme la cabeza contra su coño, y yo jalándomela con glotonería. Comencé a sentir el placer de la penetración, esa buena polla estaba haciendo las delicias de mi coño y no tardé en empezar a jadear entre los jugos de Ana. Ella restregó mi boca contra su coño, le mordí el clítoris con los labios y se lo lengüeteé sin compasión hasta que se volvió a correr empapando mi cara por completo. Después me agarró la cara con las dos manos para mirarme a los ojos cuando estaba a punto de correrme. Parecía que disfrutaba viendo mi cara desencajada y ni boca jadeante.

Los pollazos ya eran tremendos haciendo que todo mi cuerpo se contrajera y se volviera a expandir. Ana acercó su cara a la mía para sentir mis jadeos contra sus labios cuando todo mi cuerpo tembló y una bocanada de flujo inundó mi coño.

   ¡¡Te está gustando ehh, pequeña zorra!!

Me dijo casi metiéndome las palabras en la boca. Asentí levemente con la cabeza mirándonos fijamente a los ojos, a las dos parecía salirnos fuego de ellos.

No habían acabado mis temblores cuando noté como la misma polla que había salido de mi coño, ahora presionaba contra mi culo. Abrí más la boca ante la sorpresa.

   ¡Ya has aprobado, nena! ¡Pero quiero ponerte una buena nota!

Susurró Ana contras mis labios para después empezar a comerme la boca.

La dura y extensa polla fue penetrando hasta sentir como llenaba completamente mi culo. Noté como lo abría casi desgarrando la carne del interior. Intenté gemir, pero la boca de Ana no me dejaba hacerlo. La dura polla salió y volvió a entrar hasta el fondo sintiendo como unos huevos chocaban contra mis nalgas. Ana, sin dejar de comerme la boca, agarró mis grandes tetas y las estrujó casi de una forma sádica. Yo me había apoyado con las manos en sus muslos y le clavaba mis dedos a cada penetración que sentía. Mi culo se fue abriendo y las penetraciones se hicieron más potentes. Ana alargó una mano y la llevó hasta mi coño metiéndome dos de sus dedos. Comenzó a masturbarme como si fuera una posesa mientras sentía como la polla reventaba mi culo. No le parecieron suficientes dos y probó con un tercero. En ese momento mi coño y mi culo estaban totalmente llenos. La muy hija de puta parecía querer meterme la mano entera. Fueron largos minutos de embestidas mientras mamá zorra me masturbaba como si la hubieran poseído. Me mordió los labios y yo a ella cuando me corrí de nuevo, pero la polla que horadaba mi culo parecía no acabar. Arañé sus muslos cuando me vino la segunda… al acabar de convulsionar, el macho que me atoraba el culo, volvió a cambiar de agujero y la insertó en el coño de un solo golpe hasta el fondo vaginal. De nuevo sus pelotas me azotaban como el badajo de una campana repicando. Me sujetaba de la cara la señora y el caballero del culo arreciando más rápidamente sus pollazos, y de pronto sentí unos fuertes jadeos del hombre que había tras de mí jodiendo el coño, y su polla me llenaba el coño de leche.

Noté los potentes tres primero lechazos y las convulsiones de todas la eyaculaciones que me estaba descargando, como tomándole el pulso de su corazón a través de su polla endurecida dentro de mi útero. Cuando acabó de inseminarme, la extrajo con un sonido de vacío aguachado, y seguido a ello, percibí como la leche chorreaba por mis muslos. Mis piernas temblaban estrepitosamente mientras intentaba tomar aire con la boca totalmente abierta. Acabé cayendo de rodillas entre las piernas de Ana mientras ella me miraba con cara de perversión.

   ¡Te has ganado el permiso con una nota alta! Mañana te lo entregará Sergio en mano en la autoescuela… te lo has ganado por triplicado.

Al día siguiente quedé con Sergio, y con su sonrisa cínica me entregó el permiso.

   ¿Qué tal te fue anoche? Ya veo que te han concedido el permiso. Me dijo mientras tomábamos un café sentados en una terraza.

   ¡Bueno, creo que me lo gané con creces! Ana me dijo que por triplicado… tres exámenes nada corrientes ¡¿No?!

   ¡Supongo que sí! Ana es bastante exigente y me ha comentado que lo sacaste con nota.

   Le hice una buena comida de coño, y para ser la primera que hago en mi vida, creo que le gustó bastante… ¡Soy buena comiendo!

   ¿Y a ti, te gustó?

   No me importaría probarlo de nuevo, jajaja! ¡¡Pero me gustó más la polla que sentí por detrás! He tenido tres pollas últimamente, y puedo decir que han sido tres pollones que no se ven a menudo, así que tengo la satisfacción de haber gozado de buen sexo y tener el carnet.

Me quedé mirándole para ver la cara que ponía, y noté una sonrisa diferente. La verdad es que Sergio nunca se me había insinuado y era algo que me extrañaba.

   Oye Sergio, en todo este tiempo de clases, nunca te has insinuado y es algo que me tiene algo intrigada… porque yo te gusto un poco ¿No?

   Si imparto clases de conducir, tengo que ser profesional. No puedo ir tirando los tejos a todas las alumnas. ¡Imagínate!

   Bueno, tengo que reconocer que al final he conseguido el permiso gracias a ti, y quizás eso se merezca un premio…

   Bueno, creo que ya me has dado el premio.

   ¿Cómo que te lo he dado? No me he enterado bien entonces…

   Yo creo que sí, pero no lo saber aún. – Ahora se rio más abiertamente acabando con una mueca perversa. – Ana es mi tía, el primer examinador es su marido y el segundo es mi tío, el hermano de Ana. Y la polla que te follo ayer era la mía…

Me dijo con una sonrisa totalmente perversa.

El muy cabrón parecía haberlo organizado todo para que me follara toda la familia y yo ni me había enterado.

   ¡Eres un cabrón! ¡Tú lo has organizado todo para que todos me follen!

   Perdona, pero la idea de examinarte mostrando tus encantos para que te aprobaran ha sido tuya. Tu decidiste que hacer en los dos primeros exámenes, aunque intenté quitarte la idea. En el último examen, conociendo ya tu comportamiento, tan solo te ofrecí aprobar siguiendo tu estilo, y tú aceptaste entusiasmada. Creo que no me puedes reprochar nada.

 

Me quedé pasmada mientras él pagaba los cafés y dándome un beso en la mejilla se marchó dejándome mirando al infinito con cara de tonta. Tenía mi carnet de conducir en la mano…. No me lo podía creer con el tiempo que lleva tras de él, y de ayer a hoy lo obtuve con una follada sensacional, tanto que aún me duelen los ovarios de lo duro que “Sergio” me folló… aún tengo su leche en mi coño subiendo por las trompas “No creo que me deje preñada, pero no estoy muy segura”, medidas antibaby no tomo, lo cual disparan las posibilidades… en unos días me haré la prueba, es cuando puedo estar más segura de la efectividad del test... 

 

¡¡Nos te parece que alguno de esos CABRONES me dejó bien PREÑADA!!

 

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