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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La larga espera

 Se asemejaba a una tarde de tertulia entre hermanas como otra cualquiera…

- Oye, ¿no crees que un chico como Marcial ya está en edad de...?

- ¡¿De tener novia?! ¡No! ¡Estás mal! - respondió Martha con contundencia. - Mi Marcial debe terminar los estudios y hacer una buena carrera antes de poder tener novia. Mi hijo debe estudiar, y todavía luego conseguir un buen empleo antes de buscar mujer. Además, no quiero que una cualquier buscona me lo eche a perder sólo por... no, no. Él debe casarse con una chica preparada, que tenga la misma carrera para que se entiendan. Sólo así podrán tener un matrimonio sólido, estable.

- ¿Matrimonio? Pero cómo quieres que Marcial se case con la primera chica que conozca, así sin experiencia. Para eso sirven los noviazgos, para conocerse, para experimentar antes de...

- ¡¿Experimentar?! ¿Te refieres a tener sexo...? ¿Y luego para qué? Nada más para que trunque sus estudios y su futuro, que tenga que trabajar de cualquier manera para mantener mujer y una caterva de niños. No, fíjate, estás muy equivocada, mi hijo es muy inteligente como para que desperdicie su talento así como así. ¡Ay Elvira, cómo se ve que tú no sabes nada de ser madre!

Martha había hablado duramente sin detenerse, pese a que sus palabras podían lastimar a su hermana. Bien sabía que Elvira se había quedado sola, después de que todas sus hermanas se fueran de casa tras el matrimonio. Ella era la única que se había quedado soltera y, a su edad, le pesaba una contestación como la dada por Martha… era una forma de lastimarla en lo más hondo.

Elvira guardó silencio tragando el dolor causado por su hermana, al ser huésped en su casa. Además bien la conocía por su poca empatía con los demás, Martha siempre se destacó por su duro carácter y por querer controlarlo todo, uno o tal vez el principal motivo por lo que su esposo la dejó junto a su único hijo.

 


 

Elvira y Martha se trataban como el perro y el gato desde bien niñas, con la edad se fue limando la aspereza entre ella, pero no del todo, saliendo a relucir de vez en cuando. Martha tenía un hijo que iniciaba sus estudios universitarios mientras que Elvira aún seguía sola, una mujer soltera y sola en la vieja casa de sus padres.

Elvira se había dado cuenta de que su hermana ejercía un férreo dominio sobre su hijo, aun siendo éste mayor de edad. Pese a esta circunstancia Martha lo dominaba, como cuando tenía diez años o menos. Lo controlaba a tal punto que no salía con amigos, ni mucho menos chicas, y permanecía todo el día en casa encerrado en su habitación. Elvira sabía que un joven de su edad debería salir, disfrutar de su vida, de su juventud… divertirse. Eso es lo que le había señalado pero era obvio que Martha no cambiaría, ella siempre querría controlarlo todo en su entorno.

- ¿Para qué? ¿Para qué me lo echen a perder? No, no, no. Mi Marcial no necesita amigos, él está más seguro aquí en casa. Es un chico muy quieto, un buen niño. Así respondía Martha a las opiniones de su hermana.

Pero el hijo de Martha ya no era un niño, sino un joven adulto que debía despegarse de las faldas de su madre castradora, pues más allá de ser mayor de edad él, tenía necesidades, necesidades de hombre… hasta Elvira se había dado cuenta de esas necesidades perentorias. Marcial estaba necesitado de desahogar sus frustradas carencias sexuales…, desde hacía mucho tiempo, sus deseos naturales le exigían a voz en grito ser cubiertos, así que, mientras ambas mujeres conversaban bebiendo té en el comedor, Marcial se hacía la cotidiana y necesaria “paja” diaria encerrado en su habitación…, en esta ocasión viendo el porno infinito que el internet podía brindarle. Ese era su único alivio a su terrible carestía de macho sin hembra.

- Es verano Martha, plenas vacaciones, y el chico no sale de su cuarto. Le insistía Elvira a su hermana quien no aceptaba aquellas críticas bien.

Se lo pasa todo el día ahí encerrado. ¿Tú crees que eso es sano?” Elvira decía en el comedor mientras que en su cuarto Marcial consolaba a su miembro viril masculino. Para esos años de su vida, a Marcial (o Marcial, como le decía su madre) le obsesionaba una y sólo una cosa… poder meter su dura polla en la cálida y húmeda intimidad de una mujer. Había soñado cómo sería eso desde su adolescencia. Deseaba conocer el placer de tener ese contacto sexual por primera vez. Guarecer su verga en un apretado sexo femenino… le hacía ilusión conseguirlo alguna vez, aunque aquello sería cosa difícil para un chico como él, educado por una madre autoritaria que no le permitía conocer el mundo. Atado a sus propias inseguridades, Marcial no se atrevía siquiera a entablar conversación alguna con una chica, con agrado de su castrante madre.

Marcial, obediente de su progenitora, no se lanzaría así como así a la conquista de una chica. El dominio de aquella mujer lo tenía subyugado…, lo había marcado con una inseguridad que le impedía acercarse al sexo opuesto. Marcial era un joven no sólo tímido, sino que temeroso de interactuar con chicas reales, chicas de su edad. Nada más estar cerca de una chica, le sudaba excesivamente las manos, comenzaba a temblar y enmudecía…, no sabía qué decir y se ponía excesivamente nervioso. Por ello se conformaba con las que veía a través de la pantalla…, asépticas y colaborativas.

Sabiendo que su madre estaba con su tía, Marcial disfrutaba de todo un maratón de videos sin eyacular. Se la tallaba regocijándose del hervor que se gestaba en el interior de sus testículos, y la capacidad de retro eyacular, manteniéndose sin expulsar su semen durante horas masturbándose sin parar.

Y aunque sus gustos eran variados, Marcial en ese preciso momento gozaba del género de MILFS, pues desde que tenía memoria le atraían de forma particular las mujeres maduras, probablemente motivado, inconscientemente, justo por la férrea educación matriarcal a la que era sometido. Se pajeaba prácticamente saltando de un video a otro que tuviera en su descripción… MILF, madrastra, esposa infiel, casada pero necesitada, madura con jovencillo, nodriza lechera, con la mamá del amigo…en fin, se la meneaba haciendo crecer ese gustoso placer, pero antes de llegar al culmen se calmaba para empezar de nuevo, y así repetidamente.

Muy en esas estaba cuando Elvira se asomó a su cuarto. Había ido a avisarle que ya iban a comer, pero la mujer tocó un par de veces, y a ver que no había contestación, abrió la puerta directamente, así pudo pillar al joven cascándosela. Por suerte Marcial estaba de espaldas a ella usando audífonos, así que no se dio cuenta de su presencia, de no ser así se hubiera llevado vergonzosa sorpresa. Elvira lo contempló por unos segundos, no le sorprendió tal escena, otra cosa hubiera sido si Martha fuese quien lo descubriera. A Elvira le parecía de lo más normal el fuerte onanismo desarrollado por su sobrino, dado la estricta disciplina de su madre, de hecho ya se lo imaginaba, el pobre chico permanecía encerrado en su cuarto casi todo el día. Con una madre como Martha qué más le quedaba para desfogarse.

Elvira no sintió embarazo alguno al contemplar tal situación, a decir verdad le sacó una sonrisa atestiguar aquello, saber que en el fondo era un macho en todo lo amplio de la palabra. No obstante, al caer en la cuenta que estaba invadiendo la intimidad de su sobrino, decidió retirarse de manera discreta cerrando la puerta con cuidado…. Marcial, sin haberse percatado de la intromisión, seguía acrecentado la tensión sexual que se le acumulaba en sus “huevos” limándose el cipote a todo lo largo, con masajes en sus huevos, sin embargo tendría que desahogarse en algún momento, si no quería que le dolieran luego, pero aún no se disponía a hacerlo…lo que hacía le complacía al máximo.

Martha se aproximaba por el pasillo impaciente, e iba a por su hijo para que le ayudara a poner la mesa. Elvira, al verla, regresó a la puerta de Marcial y tocó llamándolo al mismo tiempo.

- ¡Marcial, que ya te vengas a comer! Avisó sin abrir la puerta esta vez.

Por supuesto, hizo esto con interés de alertar al chico y así lograr que Martha no lo descubriera en las circunstancias que ella lo había visto. Marcial se sobresaltó pero tuvo tiempo de ocultar lo que estaba haciendo. Lamentablemente tuvo que parar sin haberse desahogado.

Minutos más tarde, Elvira, Martha y Marcial comían. La primera aún mantenía fresca la escena vista momentos antes, esto le provocaba una sonrisa que ocultaba de su hermana para no dar lugar a sospecha. Pero también dio lugar a un pensamiento que sopesó en su mente hasta que decidió concretarlo en la realidad.

- Sabes Martha, me preguntaba si le darías permiso a Marcial para pasar unos días conmigo en Cartagena. Me ha dicho que este año ha salido con muy buenas calificaciones y creo que sería una buena recompensa que pase unos días allí en el sureste, al lado del mar tomando el sol y el aire.

Martha, sin decir nada, vio seriamente a su hermana como expresando con su voz arisca lo mal que le venía la idea.

- Pero yo no puedo acompañarlo, ya sabes que en este mes estoy muy ocupada con lo del negocio. Respondió Martha.

- Bueno, pero él puede venirse conmigo y acompañarme, en una semana te lo envío de regreso en el AVE…, puedes esperarlo en la terminal de Chamartín, te llamaré con anticipación para que sepas a qué hora llegará. Total, ¿qué le puede pasar? Es sólo una semana. Sin duda le vendrá muy bien el cambio de aires, que parece estar confinado aquí en casa.

Martha, sin decir nada, pero con una expresión que evidenciaba su incomodidad al dejar que le alejaran de su hijo, miró a éste, Marcial bajó la vista y no dijo nada dejando que su madre decidiera por él.

- Anda, es justo que lo premies - insistió Elvira - Acuérdate que a nosotras así nos premiaban nuestros padres, nos íbamos muy contentas a casa de los abuelos, justo a su misma edad. Te divertías mucho, ¿te acuerdas?

Recordar sus años de juventud, la felicidad de aquellos días, hizo que Martha se ennobleciera y aceptó desprenderse de su hijo por unos días, pese a que su recelo quedaba patente.

Al día siguiente, Marcial acompañaba a Elvira en su viaje a la vieja casa de los abuelos en el sureste del país. Durante el trayecto Marcial iba tan callado como siempre. Elvira tuvo que romper el silencio tratando de hacer conversación mientras que él apenas si respondía escuetamente a sus preguntas.

- ¿Tienes novia Marcial?

Éste se sonrojó y sin decir nada sólo movió repetidamente su cabeza negativamente. Elvira sonrió. Ella ya lo sabía, por supuesto, pero quería ver cómo reaccionaba. Una vez llegaron el clima caluroso se hizo sentir en el cuerpo de Marcial. Habían llegado de noche, aun así hacía un calor húmedo que inmediatamente lo hizo transpirar copiosamente.

Mientras iban hacia la casa de los abuelos, que ahora era propiedad de Elvira, que quedaba cerca, por lo que se dirigían a pie, Marcial pudo percibir el sonido del mar cercano. No lo podía ver pero era notoria su presencia al otro lado del bulevar, incluso distinguió su aroma. Era la primera vez que estaba tan cerca del mar Mediterráneo, con ese olor característico que se te queda para siempre grabado en su memoria.

Al llegar al centro de la ciudad portuaria, el joven pudo apreciar la belleza del casco antiguo. Aquella zona evidenciaba que originalmente había sido una ciudad amurallada de tiempos de las guerras púnicas del siglo III entre cartagineses y romanos. El lugar lucía pintoresco, definitivamente era un sitio turístico.

Al ser la primera ocasión en su vida que Marcial visitaba un lugar así le fascinó, los colores, la música, los olores, el ambiente de ciudad milenaria… todo llenó sus sentidos.

- Bonito, ¿verdad? Le dijo Elvira al notar su expresión mientras caminaban por la plaza principal. – Vente conmigo cariño, te invito a un helado.

Lo llevó a uno de los establecimientos que estaban bajo los viejos portales que rodeaban la plaza. Para él, un joven que casi ni salía de su cuarto, aquello era otro mundo. Todo era tan bello, sobre todo las infaltables turistas que andaban por ahí. Aquellas chicas, muchas de rubios cabellos, u otras tan oscuras como el café, captaron su atención. Sus menudos cuerpos despertaban de manera natural sus instintos de reproducción. No lo notó pero hasta una pequeña cantidad de líquido lubricante que salió de su sexo, manchó su pantalón evidenciando su sensible excitación.

Sin contenerse, Marcial veía embobado a las mujeres usando prendas cortas y ligeras, éstas dejaban ver mucha de su tersa piel, al amparo de aliviarse el calor y la alta humedad ambiental que rozaba el 90%. Elvira, dándose cuenta de lo que le ocurría al chico, lo dejó regocijarse del espectáculo, mientras comían un gran helado cremoso en la “Gelatería del Bianco”, su heladería preferida en la cuidad. Para Marcial aquello era la viva imagen del paraíso. Tiempo más tarde…

- Adelante Marcial, esta nuestra casa…. le dijo Elvira al llegar al portal principal.

La vivienda era una antigua casa, muy espaciosa y de techos altos. Los muebles lucían gastados pero bastante resistentes, hechos de madera su mayoría. Descascaradas figurillas de cerámica ornamentaban por doquier, además de viejos cuadros colgados de las paredes.

- Mira, hoy ya es tarde, pero mañana te llevo de paseo. Te llevaré a recorrer el malecón y nos comemos unos mariscos por allí, ¿eh, qué te parece la idea? - dijo Elvira luego de que ambos cenaran. - Ahora voy a recoger esto y a ponerme más cómoda. Tú mientras tómate una ducha que con el viaje y el calor te caerá bien. Descansarás. Vas a tardar en acostumbrarte a esta temperatura, pero ya verás que hay mucho que disfrutar por aquí. Le dijo Elvira sonriéndole.

Marcial se duchó. En verdad que le cayó bien esa lluvia de agua fresca a su cuerpo. Durante el acto de limpieza no dudó en acariciarse la verga entusiasmado por lo que hacía unos minutos había visto, pero no eyaculó. Le pareció un tanto indecente hacer eso en casa ajena, bueno, era la primera vez que estaba en una.

Pero luego, tras salir del baño, el chico se llevó tremenda sorpresa, y es que vio a Elvira vestida muy ligeramente. Prácticamente se le veían las bragas sin sostén debajo de la única prenda que la cubría…, las tetas se marcaban claramente con unos pezones oscuros enormes que resaltaban empitonados en el camisón de tela casi transparente, que revelaba todo lo que había debajo, y que Elvira eligió intencionadamente, sabiendo el efecto que ejercía en el joven invitado…, sonrió al notar la expresión de pasmado que a Marcial se le había formado en el rostro, y le comentó…

- No te asustes. Por aquí es normal andar así, por el calor. Le dijo, a la vez que continuaba lavando los trastos. – Somos familia y no hay problema que vayamos cómodos por casa… ¡Tú también deberías ponerte más cómodo!

El joven que estaba a sus espaldas no podía dejar de admirar el amplio trasero de la mujer que tenía delante. Tremenda hembra de generosas carnes, jamás había visto una así en su vida, más allá de las que veía en el internet. Era la primera vez que Marcial miraba a una mujer tan cerca que no fuera su madre, vestida únicamente en ropa íntima, por lo menos fuera de la pornografía que veía a diario. Fue así que se le formó una elevación bajo la toalla que a él avergonzó.

Cuando Elvira terminó y se giró para guiar a su huésped a la habitación donde dormiría notó tal excitación en el muchacho, sin embargo, como toda una dama ojeó su tremendo bulto sin que se permutara su gesto, haciendo como no darse cuenta de ello. Poco después, mientras terminaba de instalar la hamaca en la que dormiría el chico, Elvira le dijo…

- Creo que dormir en hamaca te sentará mejor que dormir en la cama. Sentirás menos el calor. Yo ya estoy acostumbrada, pero tú no. Además dormir así le gustaba mucho a tu madre cuando vivíamos en esta casa… seguro que a ti también.

Minutos más tarde, Marcial, ya en la penumbra, estaba envuelto en aquella red que colgaba de unos ganchos empotrados en la pared de la habitación. No podía conciliar el sueño, le era imposible al estar en ese lugar ajeno. Quizás era el calor, o el hecho de estar en casa de con mujer a solas que no fuera su madre, tal vez la incomodidad de estar apretujado en aquella malla, o quizás… no, Marcial bien sabía que no podría dormir hasta haberse desahogado. Tenía que eyacular, de hecho llevaba más de un día sin haber expulsado su simiente. Desde verse interrumpido en su visionado de porno no había vaciado sus testículos. Hasta le habían dolido los “huevos”, cosa que nunca antes le había pasado, pero es que nunca antes había tenido que pasar más de un día sin soltar esperma. Siempre lo podía hacer por las noches, eso sin contar alguna que otra expulsión durante el día, sin embargo ahora estaba en casa ajena.

 


 

Claro que no le costaría demasiado acariciarse el miembro hasta vaciarse, aún estando apretujado en aquella malla. Y así lo hizo. Se llevó la mano a la entrepierna y comenzó a sobarse. Una erección fomentada por el recuerdo de todas aquellas jovencitas turistas que había visto en la plaza comenzó a manifestarse rápidamente. Se dio cariño mientras imaginaba penetrar aquellos delgados cuerpos. Podía sentirlas tan frágiles como se veían, tan apretadas, tan delicadas y suavecitas.

Pero luego, inevitablemente, otro tipo de pareja sexual vino a su mente, una inspirada en los videos que hubiese visto aún estando en su casa… Una mujer madura.

Y es que si bien las jovencillas le atrapaban la mirada de manera natural, las mujeres maduras lo absorbían del todo. De hecho, una de sus mayores fantasías era ser consumido por las voluminosas nalgas de una “madura dama”, que en su rostro se le sentase y con ambas mejillas se lo comiera, así lo deseaba, de tal manera se veía a sí mismo en sus sueños húmedos de hecho.

Fue por eso que imaginó a una hembra madura como inspiración de su futura venida. Una bella y de nutrida carne, algo así como… sí como su tía Elvira, reconoció para sí.

Nunca había tomado en cuenta la belleza de aquella mujer antes, pues, después de todo, para él sólo era la hermana de su madre, la conocía de siempre, era como una especie de madre. Sin embargo, tras haberla visto en aquellas reveladoras ropas íntimas en fase nocturna, tomó consciencia de lo buena que estaba, era la musa ideal para su paja aliviadera.

Consciente de que ella estaba recostada a tan sólo unos metros revivió su imagen, tal como recién la había visto, en prendas menores. Aunque, al fin, no pudo resistir la tentación de hacer una visita nocturna a su anfitriona… y culminar su paja mirándola. No se aguantó las ganas e impulsado por sus instintos fue hacia allí con el firme propósito de saciarse viéndola.

Caminó con cuidado, sus pasos no debían despertarla. Al llegar a la habitación de Elvira sólo tuvo que asomarse, ella dormía con la puerta abierta, al parecer solía dejar las puertas así al interior de la casa debido al calor. Y allí estaba ella, recostada de tal forma que le brindaba el panorama más hermoso, sus amplias nalgas. Ni una sábana cubría su cuerpo, sólo las prendas antes vistas.

Marcial recorrió con la vista ese curvilíneo cuerpo de mujer madura que la hermana de su madre poseía. Recorriéndole desde las piernas de tez morena clara, regodeándose en esos rollizos muslos de hembra sazona, apreciándole luego ese fabuloso y amplio trasero que se encumbraba como parte principal de una sensual cordillera que invitaba a ser explorada.

Mirando esto, a Marcial le fue inevitable producir líquido eyaculatorio que expelió por el ojo de aquella cabezona que abultada evidenciaba su sentir. Sus calzoncillos quedaron manchados por el mencionado líquido. El “amigo” que ahí debajo se resguardaba, exigía atención, fue por ello que lo apretó con su mano derecha como si quisiera brindarle consuelo, comenzándolo a tallar luego sobre la tela.

Con aquel hermoso panorama que Marcial veía no hubiese sido extraño que escupiera su lefa inmediatamente, sin embargo algo lo detuvo de hacerlo.

- Espera, espera. No lo desperdicies… Dijo Elvira para luego girarse evidenciando que estaba despierta y consciente de lo que hacía su invitado.

Marcial no se había percatado que gracias al reflejo del tocador cercano Elvira lo había visto desde que se acercó a su cuarto. Era evidente que lo había dejado hacer, sin sentirse molesta por ello, y sólo lo había detenido para proponerle un mejor desenlace a su éxtasis. Uno que le era más conveniente no sólo al joven sino que a ella también, pues se vería beneficiada en una necesidad de vida.

- No te pongas nervioso, lo apaciguaba Elvira, mientras que Marcial ya estaba sobre la cama de ella.

La señora permanecía sobre él besándolo por todo su virgen cuerpo. Nunca había sido tocado así y Marcial reaccionaba con extraordinaria sensibilidad. Cada caricia, cada roce de los labios de aquella hembra madura lo hacía tiritar incontrolablemente. Esas reacciones naturales de su cuerpo manifestaban la importancia del hecho… estaba dejando de ser un niño para convertirse por fin en un hombre. Y su cuerpo, más que su consciencia, comprendía lo que aquella hembra que tenía encima, quería. La mujer necesitaba ser inseminada y sin lugar a dudas, preñada, tras la ofensa de su hermana.

Marcial sólo podía pensar en el sexo en ese momento, y creía que Elvira también quería sólo eso, sin embargo ella lo que ansiaba aún más era concebir un hijo. Pues le habían pesado las palabras de su hermana Martha, “ella aún no sabía lo que era tener un hijo”, y lo deseaba. Ese era el secreto propósito de haber llevado a ese muchacho a su casa.

- Tranquilo, no te va a pasar nada malo… vas a disfrutar y hacerme gozar a mí. Le insistía Elvira quien lo seguía poniendo a punto.

Echado en la cama Marcial sólo se limitaba a experimentar todas esas gratas sensaciones. No podía creer que el simple recorrido de aquellas manos de mujer lo excitaran tanto. Metieron sus dedos bajo el elástico de los calzoncillos que aún portaba, de un tirón los bajó, dejando el falo balanceándose de un lado a otro todo erecto y babeante mirando al techo de la extrema rigidez que portaba. Un fino aceite brotaba por del ojo del meato urinario, y brillaba mientras escurría por aquella hinchada cabezona despejada de prepucio. La señora acarició ese glande esparciendo el lubricante natural para que sirviera bien a su propósito.

Mientras ella limaba aquel pedazo de mostrenco de carne viril, totalmente tieso, vio cómo su sobrino pasaba del nerviosismo a la satisfacción por lo que ella hacía. Elvira sonrió al sentirse como una amorosa madre que trataba de consolar el padecer de un hijo en cama. Y en efecto, en ese momento Elvira era más una figura materna que una amante, por lo menos así se percibía. Marcial, por primera vez en su vida, recibía tal cariño, tal afecto, con esa tierna caricia dada por una mujer que sí se interesaba en su bienestar, y él lo estaba gozando.

Marcial estaba en el mismísimo paraíso.

Luego, avanzando con sus rodillas sobre la cama, Elvira se colocó a horcajadas sobre aquel núbil cuerpo de hombre, de tal forma que evidentemente se preparaba para el apareamiento, se asemejaba a la viuda negra, pero su sobrino no solo gozaría sino que no acabaría su relación ahí.

- ¿Deseas entrar en mí? Le preguntó a su invitado mirándolo fijamente sin parpadear, sintiendo el calor que sus cuerpos emanaban, por la cálida noche y la excitación.

 


 

Marcial la miró con los ojos muy abiertos pero no pudo hablar enmudecido. Para ella era suficiente respuesta y lo besó con intensidad, le comió la boca metiendo su lengua en un beso francés de tornillo, él respondió sublime. Un instante después de desacoplar sus labios, la mujer, por propia mano, tomó el enardecido apéndice sexual de su convidado y lo introdujo por en medio de su vulva, el glande encontró la bocana del coño de su tía y ella se dejó caer en un rápido sentón…

- ¡Aaahhhh... qué bueno…! Por fin dijo el chico inevitablemente al sentir lo que era penetrar a una mujer. – Es increíble lo apretado que lo tienes, tía.

- Hace mucho que nadie entra en mi coño, ahora es tuyo sobrinito…

Por primera vez en su vida estaba sintiendo la suavidad femenina que tanto había deseado, ese cálido abrazo de una vagina húmeda atenazando su sexo. Eso de lo que tanto había estado restringido, por la férrea disciplina de su madre, ahora la hermana de ésta lo estaba recibiendo en su íntimo seno. Elvira lo iniciaba así en el mundo de los hombres. Martha jamás habría permitido que él creciera, lo quería niño para siempre…un Peter Pan eterno. Algo así, el que su hijo tuviera sexo, de ninguna forma lo toleraría. Si tan sólo supiera que lo hacía con su propia hermana se hubiera ido de espaldas tras provocarle un vahído.

Sentirse dentro de aquella mujer, Elvira, la hermana de su madre, era como hundirse en un abismo de cálido y húmedo placer. Aquella movía sus caderas en manso vaivén. Las tremendas nalgas que poseía la señora machacaban, aunque eso sí, con suavidad, el tremendo falo masculino que estaba debajo y sus orondas pelotas. No era como en los videos porno que a él tanto le fascinaban, aquellas cópulas eran trepidantes, violentas, aquí la mujer que tenía encima se meneaba con amor, con delicadeza, haciéndolo sentir cada centímetro de su profunda vagina.

- No puedo creer que esto esté pasando, dijo Marcial, una vez que sintió la seguridad de compartir sus sentimientos con aquella mujer que lo montaba. – Gracias tía por follar conmigo, agregó candorosamente.

- No tienes porqué agradecerme nada, ambos… y aquí ella gimió deliciosamente… - Ambos lo estamos disfrutando... ¿no es así? ¡Mmmm…! Además si hay alguien que debe dar las gracias soy yo a ti, le respondió Elvira quien no paraba de menear su cadera, dando sentones contra el de él, llegando a meterse toda la verga hasta los mismos huevos, una y otra vez sin pausa.

El chico no reflexionó sobre por qué ella decía eso, sólo gozaba del roce sensible de las paredes cálidas y húmedas de la vagina de su tía, en el gordo y duro glande en todo el recorrido vaginal tan extenso. La mujer, no obstante, era sincera, ambos disfrutaban de ese acto, aunque ella ansiaba algo más que el goce sexual momentáneo, ella deseaba quedar preñada de un macho, y Marcial era el mejor candidato disponible para dejarla bien preñada sin compromisos. Elvira estaba decidida a ser madre y Marcial, en esa semana que estaría junto a ella, bien podría ayudarle a conseguirlo… joven, potente y salido, era una receta perfecta, junto con la fertilidad de ambos.

Con tan tremendas nalgas de mujer del sur, sus besos y las chupadas que le propinaba Marcial a las tetas de su tía Elvira, en poco tiempo le sacó el apetecido esperma, el chico arremetió con dureza al útero de su tía cuando se vio abocado a su orgasmo, no lo aguantó un segundo y el macho se vació, dejándole toda su semilla dentro de ella por entero, sintiendo un doloroso placer debido a haberla estado guardando por tanto tiempo y expulsarla con unos grandes chorros de leche espesa. Ella percibió el potente aldabonazo en su pared vaginal, y un segundo con el tercero el relleno era colmado todo su cubículo, pero él continuaba eyaculando como un semental a su yegua.

Aun habiendo hecho su deposición, el cipote no salió de aquel cáliz femenino. La intimidad de mujer lo resguardaba con cariño, no queriéndolo soltar de buena gana. Elvira abrazaba al hijo de su hermana como si fuera su propio hijo deseado. Permanecieron un rato así entrabados notando la masculina virilidad de Marcial en su coño, besándose, acariciándose sin decirse nada pero expresándose amor sin palabras… no era un simple acto de sexo sin sentido, vacío, era el desvirgue de su amado sobrino, el comienzo de una relación especial y la transfusión de un amor infinito por la donación espermática que tanto necesitaba.

No tardó demasiado para que el joven volviera a estar duro su aparato fornicador, uno de esos privilegios de su edad, y de manera natural continuaron con el muelleo sexual, en un mete y saca tan delicioso para ambos, como necesario para su fine engendrador.

Ya desinhibido, Marcial le pidió que le cumpliera una fantasía y así, Elvira, se le sentó en plena cara colocando sus tremendos “cachetes” sobre el rostro de su invitado. Lo hizo sin evitar reír pues le pareció de lo más curioso ese capricho, pero procuraría complacerlo en todo ya que aquél le brindaría la simiente requerida a cambio.

Entre tantos otros mimos que se dieron mutuamente, entre cópula y cópula, una trabazón que duró toda la noche, la madura hembra escenificó un deseo que a ambos satisfizo, ella por desear ser madre, él por necesitar de una. Elvira regaló a Marcial lo que ni siquiera su madre le había dado, lo amamantó con aquellas hermosas tetazas tiernamente. Y aunque Marcial no sacaba leche de ellas, aquello le pareció sumamente delicioso al joven sin haber sido amamantado de chiquillo, lo deseaba inconscientemente desde hacía mucho pues hasta ese día sólo había conocido el biberón y su tía le ofreció probar la naturaleza de una teta. Él era muy feliz.

***********

Nunca imaginé tener una conducta tan liberal y fuera de prejuicios y temores. Y comportarme como una verdadera hembra sedienta de sexo. Saber que había sido yo quien tomara desde el principio la iniciativa de conquistar a aquel hombre que era mi sobrino me tenía fuera de control…. No me importó que fuera el único hijo de mi hermana, ni los 16 años de diferencia que le llevo.

Ese día pasaban de las diez de la mañana, había oído a Marcial trastear en la cocina y oí la puerta que daba a la calle, media hora después salía del baño rumbo a mi cuarto, totalmente desnuda, creyendo que estaba sola, cuando a mitad del pasillo de pronto me encuentro con mi sobrino que se dirigía a ducharse, también totalmente desnudo. Nos quedamos paralizados los dos sin saber qué hacer.

En esos segundos que me parecieron horas, sin atinar que hacer, pude observar a mi sobrino con una tremenda erección que me miraba sin atinar a nada, sin pudor alguno me dirigí a mi cuarto, cediéndole el aseo

- Espero que disfrutes de la ducha, el agua está buenísima con estos calores que ya arrecian por la mañana.

Él no dijo nada, se metió al baño, al salir mientras tomábamos un café con leche y las tostadas de desayuno, me pidió disculpas por lo sucedido, pero dijo que él no sabía que estaba despierta y mucho menos en el aseo. Me vio dormir y decidió hacer tiempo, dándose un paseo por el puerto deportivo.

En medio de la conversación se disculpo nuevamente, esta vez por la erección que tuvo en esa oportunidad, pero me dijo no pudo controlarse, pues le parecía una mujer hermosa, con un cuerpo escultural y varias cosas más.

- No hay problema cariño, estás disculpado.

Tengo una amiga que hice a través de Facebook, que si bien no nos conocemos personalmente, tenemos mucha confianza entre nosotras, y se me ocurrió comentarle sobre el hecho de haberme traído a Marcial a casa con intenciones de que me dejara preñada, ella me preguntó que había sentido al follármelo y ver a mi sobrino desnudo y con tremenda erección esa mañana, le comenté la verdad, si bien estaba aturdida, no tenía bien en claro mis pensamientos, por un lado pensaba que era mi sobrino, pero por el otro no podía dejar de pensar e imaginármelo inseminándome y preñando mi panza, todo el sueño de mi vida a mi alcance… solo pensaba en su cuerpo desnudo con su erección a full. No podía conciliar el sueño pensando en él y me excitaba el hecho de pensarlo, y hasta llegué a masturbarme varias veces imaginándolo sobre mí. Ella me sugirió que lo provocara, para ver hasta dónde podía sacar de él.

Debo confesar que habitualmente me visto sexy de vez en cuando, con prendas muy ajustadas, y como creo que tengo buen cuerpo me gusta lucirlo. Esa noche en la cena.

- Quiero que me respondas a una pregunta ¿qué sentiste cuando me viste desnudo? ¿Y cuando hicimos el amor…?

Pensé en lo que me había dicho mi amiga.

- Me pareces muy sexy y excitante y me lo haces sentir a m í… me gustó follar contigo, fue algo muy especial y deseo que se repita, supongo que como a ti, porque tu rápida erección al verme desnuda, lo dijo todo esta mañana. Al verte como te ponías duro, me sentí halagada de agradar a un joven como tú.

- Debo confesarte, nunca había imaginado que fueras tan espectacular, y con un cuerpo tan hermoso. El solo hecho de verte a la luz del día, me excitó de sobremanera y hasta he llegado al punto de pensar en ti cuando me he hecho la paja en la ducha… aunque no es raro, porque en varias oportunidades me he masturbado imaginándote, de modo que follar contigo fue una fantasía cumplida para mí, además de ser mi primera vez que follo a una mujer de carne y hueso, me dijo.

Yo le contesté que estaba bien… - Pero que debemos pensar en que somos tía y sobrino y que no debíamos pensar en nada más, en volver a follar juntos.

A lo que me contestó

- Sí que si podemos, lo que pasa es que si tú no quieres no ocurrirá más, pero yo si deseo que ocurra más veces. Hace un rato, por ejemplo, me dijo, – Al verte agachada buscando algo, no pude dejar de admirarte y mirarte las piernas hermosas que tienes, tu culo, tu boca y tus tetas…, todo de ti me vuelve loco.

Esto me tenía muy excitada. Podía ver como su bulto crecía bajo su pantalón mientras yo sentía como mi vagina se comenzaba a humedecer como el de una perra salida-

- Ha sido una confusión mía y te pido mil perdones, Marcial. Yo debo ser la sensata, somos familia y nos hemos respetado siempre…, mi falta de sexo no es excusa para follar con mi sobrino, debo poner orden a mis deseos… así que dejemos las cosas así ¡¡Tú solo eres un adolescente que necesitabas experimentar lo que es follarse un coño y ya lo has tenido…!!

Dicho esto me di la vuelta para buscar la salida, pero me agarró de atrás, me abrazó muy fraternalmente, pensé que se había arrepentido de todo y buscaba disculparse, nada más lejano, me abrazó con fuerza, me dio la vuelta me puso frente a él, y me dio un beso en la boca de los de quitarte el hipo, me quedé atónita, no sabía qué hacer, me agarró la cara con las dos manos y comenzó a besarme metiéndome la lengua al paladar recorriendo mis dientes con ella, esta vez su lengua buscaba abrir mi boca más de lo decente, y yo le acompañé deseosa de macho.

 


 

Siguió besándome, esta vez con furia, abría mi boca con su lengua, me besaba el cuello, me tocaba las pechos… yo estaba petrificada, no sabía qué hacer al respecto, lo deseaba y pensaba en él… en el futuro cuando ya no estuviéramos juntos. Y él seguía, esta vez, aprovechando que estaba con un camisón…, comenzó a tocarme las piernas, que son mi punto débil, me agarraba del culo, me la apretaba, mientras continuaba besándome. No sé en qué momento me puso contra la pared, me levantó el camisón y apoyó todo su pollón contra mi vagina por encima de la mini braga que tenía puestas. Tampoco vi venir cuando me agarró la mano y la llevó a su dura estaca que ya lo tenía fuera de su pantalón, me la hizo agarrar y ahí comencé a sentir que ya no podía remediar mis ganas de macho…a esa altura ya no quería parar la follada que me daría.

Comencé a retribuir sus besos con mi lujuria, abrí mi boca y le di mi lengua mientras seguía agarrada a su rígido cipote, una verga que a punto de explotar.

Me agarró de la cintura, me levantó hacia él con una fuerza inusitada, y me sentó en la mesa, me subió el camisón mientras besaba mis tetas ya fuera a su antojo, metió mano entre mis piernas y yo le dejé acceso a la vagina húmeda de tanta excitación. Me bajó las bragas y comenzó a lamerme el coño como un perro, ¡Joder que bien me lo hacía! Fuera de mi me tiré para atrás y comencé a gozar de la comida de coño que me estaba dando mi sobrino, me saqué del todo el camisón, quedando los dos desnudos en la cocina de mi casa.

Al cabo de un rato de lamerme la raja y el clítoris, haciéndome gozar como una loca hasta el cansancio, abrió mis piernas invitándolo a que me penetrara de una vez… puso su cabezón en la boca del coño y comenzó lentamente a clavarme… al verle cortado de darme toda la polla, le pedí es que lo hiciera salvajemente.

- ¡Dame fuerte! ¡Quiero sentir tus pollazos en mi útero y tus huevazos en la boca del coño! Necesito a un macho follándome como a una perra en celo.

Pude sentir como toda su hombría entraba en mi vagina profunda de un solo impulso, arrancándome un suspiro de dolor mezclado con placer al sentir todo su mostrenco abrirse camino entre mis entrañas. Entonces él me dijo con las ganas que se le ponen al follarse a una puta…

- ¡¿Estas disfrutando de mis pollazos, tía?!

Le conteste con voz entrecortada que sí, acto seguido inició un vaivén frenético entrando y saliendo de mi raja hambrienta, moviendo su cadera en círculo mientras con la boca chupaba mis erectos pezones. Elevada al séptimo cielo, lo poseía sujeto de sus nalgas, empujándole más y más adentro de mí.

Sentí que él me levantaba las piernas con sus brazos y metía más rápido su gran polla en mi vagina, un coño perdido de deseo escurriendo jugos por todos lados. Esta situación hizo al poco tiempo que mis caderas comenzaran a convulsionarse y le enterrara mis uñas en su espalda…, él advirtió que se venía mi orgasmo, me miró a los ojos y entendió que me estaba corriendo, aceleró para alcanzarme en el orgasmo… finalmente comenzó a eyacular sin que yo acabase de convulsionar con mi corrida. Terminamos juntos muy agitados abrazados y besándonos como no queriendo que se terminara el momento. Sentía su verga endurecida palpitar dentro de mi vientre, sus chorros de leche me llevaron al éxtasis y mis deseos de ser madre se acercaban cada vez más a la realidad con el macho semental de Marcial.

- Te quiero mi vida, te amor demasiado, tanto que me abriré de piernas para ti, el tiempo que haga falta… ¡Necesito que me llenes todos los días que estemos juntos!

- Prometo que dejarás los huevos secos a diario, tía ¡¿Quieres que te preñe?!

- Lo deseo más que nada en el mundo…

- Haré todo cuanto pueda para que tengas un hijo mío en tu panza… Me hará muy feliz ser el padre de tus hijos…

- A tu madre no le gustará tanto, pero aún así… Quiero que me dejes preñada.

**********

Nada más llegar a casa me despejaba de todo el atuendo de calle… me quitaba los zapatos de tacón que me estaban matando, al pasar junto al salón le vi en bóxer a oscuras frente a la ventana viendo llover, era un día de tormenta de vernao, y no había parado de llover en todo el día, un día de esos que te invita a quedarte en casa y no salir, un día de esos en que eres presa fácil para la melancolía llegando a atraparte fácilmente y mi sobrino desgraciadamente estaba en ese estado, hacía seis días que estaba en mi casa, pensaba pedirle que prolongase su estancia debido a que cada día lo necesitaba más, que se viniera a estudiar una ingeniería en la universidad de Cartagena, que se quedara conmigo y su hijo, no quería pasarlo mal engendrando a su hijo lejos de él… el bebé necesitaría de toda nuestra ayuda.

Entré en el salón, había dejando mi ropa húmeda de la lluvia a secar, mi paraguas y el calzado…, en el amplio salón en uno de los sillones donde antaño se vivían escenas de risas, confidencias y amor, me acerqué a él por detrás abrazándole en silencio, pasando mi brazo derecho por encima de sus hombros y el izquierdo rodeándole la cintura, acariciando su torso a la vez que le besaba su cuello y apoyaba mi cabeza en él, mi sobrino era un hombre alto, fuerte, siempre fue risueño y con muchas ganas de vivir, pero entrada en la adolescencia su madre lo capó, siempre decía que él no podría ser otra cosa más que ingeniero naval, su obsesión por lo marítimo era raro habiendo vivido siempre en un barrio de la capital.

Me sentía muy a gusto abrazándole, me sentía extrañamente atraída por él esa tarde de lluvia, sus músculos, su piel suave y sedosa, su olor y un exceso de cariño, hacía que mis manos recorriesen su torso continuamente con mis labios besándole su espalda una y otra vez y sin darme cuenta un impulso me llegara a meter mi mano izquierda bajo su bóxer buscándole la verga, y arrancándole un pequeño jadeo. Mis manos le había agarrado la dureza que ya mostraba entre sus piernas, y lo hacía subir y bajar, sus dimensiones iban creciendo por momentos, su glande rosado ya salía por encima del bóxer y mi mano derecha no paraba de acariciarle unos pectorales fuertes y duros… un chico joven y potente atraído por su madura tía necesitada de amor.

Miraba a la ventana y el reflejo de nuestros cuerpos me excitaba aún más, en ese momento no veía a mi sobrino sino a un hombre con su verga dura en mi boca, y a mí arrodillada en el suelo acercando y alejando mi cabeza de él, con su glande sin salir de mi interior, salivando su tronco fálico con mis manos resbalando por él y haciéndole desaparecer una y otra vez en mi garganta más profunda, llegando hasta el esófago sin poder respirar, sin poder tragar más hasta que la sacaba.

Notaba la humedad en mis bragas, los jadeos y gemidos en él, una escena en mí muy habitual cuando estaba con un hombre, pero no con mi sobrino, una escena de sexo muy diferente a las que había tenido en mi vida y no me di cuenta de lo que hacía hasta que me levantó y cogiéndome en brazos, con sus manos sobre mis nalgas, rodeándole con mis manos su cuello y mis piernas abrazándole por la cintura, me iba llevando hasta el sofá, despacio, besándonos y dando rienda suelta a nuestras leguas que uniéndose bailaban dentro y fuera de nosotros. Pocas veces había sido empalada con tanto morbo y deseo por parte de ambos contrincantes.

Ninguno de los dos había dicho palabra alguna cuando ya mi sobrino me había tumbado en el sofá, besándome continuamente el cuello, acariciando y agarrando mis pechos por encima de mi vestido, mi respiración se había disparado así como mi deseo, sentía mi cuerpo temblar con cada beso y con cada caricia, sus labios bajaban por mi vestido de rodillas en el sofá mirándome fijamente, viendo mi aprobación en mis ojos cuando sus manos se metían por debajo de mi vestido cogiendo la goma de mis bragas y de mis leotardos empezando a tirar de ellos hacia abajo, ayudándole levantando mi pelvis para que los pudiera sacar con más facilidad, bajando por mis muslos sin parar de mirarme, sin parar de clavarme sus ojos azules y flexionando mis rodillas casi tocándome con mis muslos los senos me quitaba por fin aquellas prendas que en su centro estaban empapadas y olían a mí.

Al bajar nuevamente mis piernas, su cabeza se quedó entre ellas y con sus besos empezó a buscar la rosa carnosa que ocultaban mis bragas, un sexo rasurado con un monte de Venus sin bello alguno y unos labios apetecibles a la vista que en su principio sobresalía ya un clítoris excitado y al final una entrada a los vicios más oscuros con gotas de flujo saliendo por ella, poco a poco su lengua pasaba de arriba abajo y muy despacio con su boca iba bebiendo de mi néctar con mis labios abiertos pasaba la punta de su lengua entre ellos y sintiendo el placer de sus dedos acariciar mi clítoris aumentando más si cabe su tamaño, mi sobrino empezaba arrancar de mí los primeros jadeos, arrancando de mí el deseo de tenerle dentro de mí, un deseo que nunca hubiera imaginado.

Mi sobrino se incorporó y cogiendo su polla, empezó a pasarlo de arriba abajo entre mis labios vaginales, impregnándose de los flujos en los que estaban envueltos, sentía su glande tocando mi vagina, entrando muy despacio y en esos momentos en que tan solo tenía unos centímetros dentro de mí, cuando se retiraba y entraba nuevamente en mi vagina con medio tronco dentro de mí, en ese momento con todas nuestras hormonas disparadas, jadeando y gimiendo por el placer de tenerlo dentro, me vino un momento de lucidez, que había pasado, donde estaba, que estaba haciendo, las primeras frases aparte de mis gemidos y jadeos salieron de mí pidiéndole que me dejara y levantándome deprisa corrí hasta la cocina.

Que estaba haciendo, mi mejor hermana, la madre de mi sobrino no hacia ni seis días que se despegó de la falda de su madre y yo me lo estaba tirando en un día como hoy, un día lluvioso, gris y triste como hoy y ahora yo estaba en su casa a punto de ser inseminada de nuevo por el hombre que ella parió y solo quiso para ella y que además es mi sobrino, estaba tan confundida, tan avergonzada y a la vez tan excitada que estaba hecha un lío, mis manos estaban mojadas apoyadas en la encimera mirando llover por la ventana, con la cara mojada después de haberme echado agua para refrescarme, aunque no fuera la parte de mi cuerpo que necesitaba refrescar.

La imagen de mi sobrino apareció reflejada en el cristal, veía como me abrazaba y me besaba, sus besos en mi cuello, quitándome la melena y ladeando mi cuello para besarme mejor, nuevamente ni una palabra, nuevamente sus besos hacían que circularan por mi cuerpo escalofríos, un torrente de deseos que no podía detener, quería resistirme a mis apetitos de ser madre, quería irme, pero mientras que batallaban en mi cabeza sentimientos encontrados, mi sobrino iba avanzando como un ejército decidido a todo, sin otra idea que vencer mi resistencia, sin otra idea que hacerme suya.

Ya era tarde para la razón, levantándome el vestido y subiéndome la pierna encima de la encimera, Marcial había ganado el terreno que antes perdió y su polla avanzaba por el interior de vagina como un misil surcando los mares, no podía o no quería hacer nada, la imagen del cristal me reflejaba con la boca abierta inspirando aire cada vez que me la incrustaba hasta los huevos…, jadeaba y gemía una y otra vez sintiendo su polla rozar cada centímetro de mis paredes vaginales lubricadas, metiéndose en mi cuerpo sin oposición y arrancando de mí cualquier oposición que antes pudiera tener, mi pensamiento solo estaba ya en él, en que me hiciera suya, en que me follara una y otra vez, sentir su verga envuelta en mis flujos haciéndole una agradable travesía por mi interior hasta el útero y que me lo colmase una vez más de su fértil esperma.

Ya no me bastaba con ser follada por él, quería sentirle, quería besarle, acariciar su cuerpo, que él disfrutara de mi cuerpo desnudo. Así mientras que él seguía moviendo sus caderas hacia dentro y hacia atrás yo agarraba mi camisón subiéndomelo, me quitaba por la cabeza y desabrochaba mi sujetador para quedarme completamente desnuda, ahora si sus manos acariciaban mis tetas sintiendo piel con piel, mis pezones se deslizaban entre sus dedos, apretándome las grandes tetas aun firmes para mis edad, cuando su pollón me penetraba tan dentro que sentía sus testículos golpearme.

Mi sobrino sacó el ariete para darme la vuelta me subió encima de la encimera, empezó a besar mis tetas, a metérselas en su boca y succionar mis pezones queriendo sacarme toda la leche que no tenía aún, ya no podía más necesitaba que mi sobrino siguiera fallándome duro, necesitaba sentir su virilidad masculina bien dentro de mí, haciéndome gozar con sus movimientos prensiles, quería que explotara en mi interior y que derramara su semen por todo lo más profundo de mi vagina, quería tenerle no solo un momento, sino por toda la vida…, le pedía, le exigía, le suplicaba que me follara salvajemente como si fuese su puta, le pedía que me la metiera hasta el fondo y que no apartara sus grandes cojones de mi coño. Era una gata en celo, moviéndome y esperando ese momento en sentirme parte de él, que me hiciera suya para siempre.

Con su mano primero me subió una pierna colocándola encima de sus hombros, luego la otra, tenía mi cuerpo en forma de uve cuando empezó a jugar con su glande entre mis labios, metiéndomela y sacándola una y otra vez, pajeándome con ese orondo glande mi glande clitoriano. Mi vagina tremendamente mojada lo recibía con gusto y se abría para él y cerrándose cuando salía, su polla impregnada de mi néctar, mojándome el clítoris, golpeándolo y volviéndome realmente loca. Yo no quería juegos, no quería más juegos, quería que me la metiera de una vez y me llenara con un copioso chorro de leche espesa, quería que me follara con dureza, quería sentirla cuanto más adentro mejor, quería gritar de placer, que mis gritos volaran por toda la cocina, atravesara las paredes de casa y que se enterara todo el mundo que me estaba follando mi sobrino y que me estaba volviendo loca con su polla.

Por fin empecé a sentirla dentro, por fin ya no salía, solo lo justo, apretaba mi vagina presionándola para hacerle sentir como él a mí, su polla se deslizaba haciéndome gritar en todo momento, mis manos sobre su nuca, apretándole con las manos con cada empujón, no podía esperar más, sentía como mi cuerpo ardía, mordiéndome los labios con fuerza, queriendo aplazar el momento para correrme con él y entonces lo sentí, sentí que no hacía falta esperar más, mi sobrino con movimientos rápidos, duros y profundos me la metía gimiendo también. Tensando mis ganas, los dos explotamos en un orgasmo increíble, notaba como lanzaba su semen con tanta violencia contra mis paredes vaginales que me hacía gozar aún más, mi flujo contrarrestaba su semen inundándome toda la vagina, saliendo por mi abertura mojándome las nalgas. Era un gran semental y en cada follada ganaba experiencia, yo le daría toda la práctica que necesitara hasta el fin de los tiempos.

Después de un buen rato follándome, había explotado, por fin hizo que mis pernas temblaran de placer y aun así quería más, este no era más que el inicio de la noche, le pedí que me llevara a la cama, le pedí que no me soltara y que me besara y sin sacar su polla de la vagina, nos fuimos riendo, besándonos, la sentía moverse dentro de mí, ni un centímetro había bajado, su polla seguía igual de grande y dura, pasamos en umbral de la puerta y me tumbó en la cama, poniéndose de rodilla y elevando mi pelvis, con parte de mi espalda sobre sus muslos y la otra sobre la cama, mis piernas a ambos lados de su cuerpo flexionando las rodillas empezaba a follarme otra vez.

Sus manos sobre mis caderas subiéndome hacia él, bajando mi cuerpo y volviéndomelo a subir, penetrando con su estaca energizada mi coño hambriento, y ya sin pudor ninguno nos gritábamos de placer, nos mirábamos a unos ojos sedientos de sexo, mis manos apretaban mis tetas, mis dedos mis pezones, pequeños movimientos y mi cuerpo bailaba por encima de sus muslos con mi cabeza moviéndose de un lado a otro. Los dos sudorosos gozando de nuestros cuerpos, amándonos como nunca antes pensamos ninguno de los dos, era increíble como sentía su gran verga entrar y salir de mi cuerpo apretándolo contra mis músculos vaginales sin dejarle marchar, sin dejarle salir ni a respirar… lo necesitaba dentro y él lo sabía, no me dejaría insatisfecha.

Una vez más los dos nos corrimos con un orgasmo delicioso, una vez más nuestros sexos no solo se rozaban sino que se bebían y nos arrancaban los gritos de nuestro interior, regalándolos la música del placer, mi vagina inundada de flujos masculinos y femeninos, saliendo al exterior y mojando las sábanas donde más tarde dormiríamos envueltos en nuestro deseo, en nuestro amor.

 


 

Nunca pensé ni soñé follar con mi sobrino, pero había resultado ser uno de los placeres que la vida me tenía reservada, su ternura al metérmela, la calidez de sus besos dirigidos donde sabía que me gustaba, sus dedos recorriendo mi cuerpo dibujándome cada curva, si estaba soñando no me quería despertar, si estaba despierta no me quería dormir. Ético… a quien le importa la ética cuando ves lo que pasa por el mundo, cuando ves tanto odio y destrucción, nosotros solamente estábamos amándonos, dándonos un placer increíblemente maravilloso… y deseando dar vida a mi vientre.

Una vez más, después de descansar unos minutos, mi sobrino volvía a la carga y empezaba a meterme como siempre despacio, muy despacio su glande, para que los dos disfrutáramos al máximo, con dulzura me iba penetrando mirándonos los dos, apreciando como nuestros rostros, nuestros gestos iban cambiando por el placer que nos infringíamos, cerraba los ojos, mordía mis labios cada vez que la notaba entrar en la profundidad de mi vagina golpeándome con su glande en la pared y con sus testículos en mis labios vaginales…, mi sobrino encima de mí con sus caderas moviéndose hacia delante y hacia atrás volvía hacerme sentir la mujer más afortunada del mundo, la más feliz y agradecida. Tuve pocos amantes en mi vida, pero nunca imaginé que Marcial, a quien había visto nacer y crecer, sería el mejor hombre que pasaría por mi vida, a quien le debería mis mejores años de felicidad. En esos momentos pensaba que debía haberle dedicado más tiempo a quererlo….

La noche duro lo que duraron nuestras fuerzas y a pesar de eso, tenía la sensación de haber estado toda la noche despierta follando con mi sobrino, sobre todo cuanto el sol salió demasiado pronto, despertándome con sus rayos sobre mi cara, seguía desnuda y rebozada en sexo, mi vagina estaba impregnada de semen, mi boca con el sabor de mi hombre y mi cuerpo pringoso de sudor y de su aroma masculino… todo aquello evidenciaba que me había hecho suya por completo.

En ese momento entraba mi sobrino con una taza de café con leche para mí, lo mejor era que la traía con una sonrisa que no había visto en un hombre junto a mi cama. Los dos hablamos un poco de la mañana tan hermosa que había amanecido y demás temas que aunque superfluos, era un gran avance para nuestra relación, le veía feliz e impetuoso, ya no era el chico apagado recluido en sí mismo en su cuarto… algo había cambiado en él, no estaba tan abatido ni tan triste como cuando vivía con su castrante madre, en ese momento lo vi claro, en ese momento decidí que mientras que mi sobrino siguiera mejorando yo me abriera de piernas para él todo el tiempo que fuera necesario, lo que nos pasaba desde que llegamos a la casa grande de la familia, era especial y solo habían pasado tres días… todo había dado un vuelco de 180 grados en nuestras vidas, y lo deseábamos mejorar. Le hablé a las claras sobre mis deseos de ser madre, de que él fuera el padre de mis hijos y lo acepto de pleno…, la terapia iba a empezar nuevamente en el momento que soltara la taza de café con leche.

Mmmm, el café se había terminado, me la metió con suavidad – ¡¡aahhh!!! si, así, así… Métemela así… tu hembra está preparada para una nueva sesión de sexo sin parangón… ¡Quiero todo el esperma que hayan fabricado tus huevos!



Excitada por mi sobrino le di dos besos y le apreté contra mí hasta que pudiese sentir bien mis tetas en su pecho, al mirarle vi como se le encendía la mirada de poseerme de nuevo. Lo aparté tirándolo sobre la cama, con el mando, puse música y sonriendo e improvisando comencé a moverme y a inclinarme hacia Marcial. Él me miraba embelesado y se colocó detrás de mí pegando su pelvis en mi culo y se movía al ritmo de la música. Él desnudo, me mordisqueo los hombros, los lamio y empezó a bajar su boca por mi espalda, poco a poco, unas veces depositó pequeños besos, otras veces su lengua dibujó círculos sobre mi piel, que se erizaba a su contacto. Estaba muy excitada, muy húmeda y sentía como mis fluidos resbalan por la parte interna de mis muslos… seguro que su leche aún se mantenía fresca en el fondo de mi coño.

Me arrodillé frente a él y abriendo mi boca tragué esa polla, y hasta que no la tuve toda adentro no cerré la boca apreté fuerte con mis labios y mis manos asiéndolo del culo lo atraje más dentro de mi garganta, hasta sentirlo palpitar y comencé a chupar con ganas y con deseo esa verga enorme y dura como el mármol, mientras mi macho me manoseaba las tetas, yo lo hacía con su culo… por la posición en cuclillas, notaba cinchando las tiras de mi tanguita metiéndose aún más dentro de mi coño, que lo partía en dos…. Nos desnudamos completamente y nos dirigimos a la cama, me senté en el borde, y me miré en el gran espejo que había frente formando parte del armario.

Lo miraba reflejado en el espejo, como si se tratara de la pantalla de un televisor y yo fuese la protagonista de una caliente película porno que mi sobrino solía ver, y ahora ya no necesitaba con la puta de su tía Elvira.

Mi sobrino estaba detrás de mí, me besaba en el cuello y me decía que era hermosa, fascinante y sexy como ninguna de las mujeres con las ha fantaseado. Sus manos viajaban por todo mi cuerpo, arrancándome gemidos de placer, mi imagen desnuda se reflejaba en el espejo, pegada a su cuerpo…, contra mi culo desnudo, percibía el tremendo cipote duro posado en medio de mis nalgas. Y antes de darme cuenta, me vi en cuatro patas sobre la cama, mi cara reflejaba lujuria y desenfreno, puso sus manos en mi cadera.

Lo vi ponerse de rodillas, tomando con sus manos su gran falo erecto, y lo frotó en mi culo y coñito. Sentía la rigidez de su sexo enorme y palpitante, con la mano derecha tomé ese miembro y froté la cabeza en mi raja. Yo temblaba de placer, su cabezón rozó mi botón del placer, duro y espigado…sentí el deseo que se hunda en mi coño… su tranca comenzó a hundirse en él, mientras mis caderas se relajaban ayudando a la penetración, era maravilloso. Alcance a escuchar el suave gemido que dio cuando lo introdujo completamente en el útero, me sentí llena y halagada de tenerle tan exultante en mi interior.

Veo en el espejo a mis tetas pesadas balanceándose al compas de las embestidas de mi sobrino, a modo de campanas de catedral llamando a arrebato… veo a un macho joven imponiendo su poder ante una mujer adulta que gozaba cada embate sacándome gemidos al notarme completamente atravesada por un cipote descomunal…no recordaba haber tenido un placer tan profundo, al sentir un miembro viril tan adentro, era tan delicioso y pletórico de morbo que me rendía ante el apabullante vaivén de sus caderas contra mi culo, mi coño y todo mi cuerpo. Agarró con firmeza una y otra vez mi cadera hacia su pelvis, yo sentía que veía las estrellas en cada pollazo. Se inclinó haciéndome sentir su cuerpo candente, y por detrás, estrujaba mis tetas que movían en círculos por el movimiento natural de la follada que estaba recibiendo del joven.

Empecé a mover mis caderas con fuerza para tratar de sentirlo más adentro, y poco a poco comencé a sentir en mi cuerpo pequeñas contracciones que se repetían más y más frecuentemente, sentía latir mi clítoris y lo castigué con mis dedos. La humedad del coño aumentaba y de repente grité, me llegó una convulsión espasmódica… había sentido un orgasmo que me acerco a lo divino con su polla perforando lo más íntimo.

El joven macho de Marcial, continuó a mis exigencias, lo atraje con mis manos más dentro de mí y no tardó de arreciar duro y rápido ante la pronosticada corrida… Me la clavó a fondo, y rápidamente supe que eyacularía en mis entrañas, abrí la boca tomando aire esperando que me regalara el producto de su placer, lo que yo había ganado, mi premio. Empezó a eyacular como un toro bravo con grandes y copiosos chorros de leche espesa, en la misma entrada de mis trompas de Falopio. Se movía un poco para ir descargando su lefa, para poder correrse bien y yo deseaba sentir su tibio semen emanar dentro de mí…y así fue, poco a poco un torrente de delicioso semen rellenó mi hambriento y preparado útero.

Mi sobrino cayó sobre mi cuerpo y yo le recibí encima de mí, con mis labios, por mis tetas, lo batí por mi cuerpo como si fuese el elixir de la vida, quedé bañada de su semen y de su amor, sus besos y el sudor que nos transferíamos mutuamente.

Quedé acostada en la cama, exhausta, empapada y felizmente llena de su hombría.

Mi subconsciente alimentaba el placer y la lujuria, repitiendo en mi mente, “¡¡tranquila no estás haciendo nada malo!! Es solo sexo, verdad que lo gozaste, nadie lo sabrá, te fascina como te folla tu sobrino, no te engañes, estas deseando sentirte ensartada por su barra de carne dura y palpitante, total sería una estupidez de mi parte dormir sola, con las irresistibles ganas que tenia de seguir tirándome a ese macho y mis necesidades sin cubrir… pero sobre todo el apuro vital de engendrar un hijo.

Esa reflexión me convenció, que continuara disfrutando sin temores de mi joven sobrino, de la lujuria sexual que sentía toda mi carne por mi sobrino, de notar el traspaso de su potencia vital a una madura cayendo al decrépito que produce la soledad y el paso de los años. Eso me llevo a aceptar cumplir una de sus fantasías, quería verme preñada, mirarme al espejo y ver el perfil de mi panza preñada con mi hijo nonato… verme siendo penetrada por mi macho con el que nunca deseaba se acabase esta aventura sexual y de amor.

Era para mí, un placer tener a mi disposición a un joven extremadamente caliente.

Hablamos un rato frente al ventilador, ambos desnudos, intentando recuperar la cordura y las fuerzas… deseaba estar en plena libertad gozando en casa del naturismo con Marcial, lo practicaba muy a menudo sola, sin embargo con mi hombre en casa era totalmente diferente…me percataba de sus miradas, notaba escalofríos que me recorría la espalda y los pezones se me pusieron duros…mis deseos de tenerlo dentro de mí eran superiores a mi razón. Me di cuenta entonces de que estaba caliente como una perra, me excitaba verle así…empalmado todo el tiempo, y tenía unas ganas terribles de comérmelo entero.

Mi sobrino me empezaba a conocer bien, y sabía que me encantaba el sexo a todas horas y me volvía poner muy caliente, así que se levantó y se acercó, se arrodillo enfrente de mí, y sin decir nada, me bajó el tanga y me abrió las piernas… empezó a lamerme la vagina lentamente recorriendo toda la raja desde mi ano al clítoris. Cuando la punta de su lengua rozaba mi clítoris se me tensionaba el cuerpo…, los labios de mi vagina eran mordisqueados, haciendo que cada vez estuviera más y más cachonda al notar su lengua entrar en mi conducto, aun rezumando leche de sus huevos. A él no le importaba saborear su propio semen… cada vez iba más rápido y su lengua comenzaba a penetrar y a chupar todo el flujo que salía del interior.

Me dejé llevar, me tocaba los pezones y el cuello, y con los ojos cerrados disfrutaba de la sensación. Cuando los abrí, lo vi desnudo masturbándose. Me encantaba observa cómo se pajeaba, tiene una polla grande, fuerte, larga jalonada de venas hinchadas y unos huevones que son fábricas lecheras… y enseguida me entraron ganas de metérmelo todo en la boca.

Le dije que se acercara un poco más a mí, y él obedeció. Su cara de placer pedía una buena mamada. Cuando tuve su polla en la mano, la sensación de placer aumentó, mi sobrino me estaba metiendo tres dedos por la vagina y yo me moría comiéndola el gran balano. Seguía mamando, comencé a lamerle el glande con la punta de mi lengua y a darle besos a lo largo del cipote rigidizado… me acaba de follar y ya estaba de nuevo en estado de batalla ¡Bendita juventud! Poco a poco me iba metiendo cada vez más en la boca, primero despacio y luego más aprisa. Notaba el sabor de su verga, y cómo los fluidos se iban mezclando en mi boca.

Lo metía y sacaba mientras le acariciaba los testículos pelados, venosos y gordos como ningunos los había probado… jugaba con mi lengua rozándole el glande y chupando la visera de su cabezón con los labios. Comenzó a gemir al notar la punta de mi lengua en su agujero uretral y frenillo… decidí parar, no quería que se corriera todavía.

Tenía ganas renovadas de que me penetrara salvajemente, así que me puse de rodillas sobre el sofá y al chico, dejándole de hacer la rica mamada, se puso detrás para follarme al estilo perra… me metió el cipote rápidamente con una fuerte embestida que me hizo gritar al sentir su estaca metida en el estómago y sus pelotas rebotar en la vulva de mi hinchado coño. Mi sobrino me acercó sus dedos, y comencé a chupárselos mientras me acariciaba las tetas con la otra mano y me follaba a todo trapo

Tenía la vagina llena de flujo y muy abierta, sentía el roce de la verga dura que me penetraba y la presión dentro de mí de una forma increíble. La incursión en mi vagina se aceleró y de repente noté cómo el semen inundaba otra vez mi útero, resbalando por las paredes. No pude evitar en ese momento correrme Yo y fue entonces saliéndose afuera, me la metí en mi boca, le así de los huevos y la pajee con su glande dentro chupándoselo y succionando, hasta que continuo su corrida que me llenó de semen, tanto que no podía evitar que se saliera y cayera por mi barbilla, no paraba de chupar, y me restregaba lo que iba cayendo a mis tetas. Se la chupe toda hasta que no quedó nada.

Cuando acabamos estábamos tan cansados que decidimos darnos un baño, juntos, para refrescarnos. Yo seguía bastante cachonda y con una oportunidad como esa aún quería más, tenía el clítoris muy excitado y de mi vagina seguía saliendo mucho flujo preparatorio de la follaba deseada. En la ducha comencé a chuparle la polla, estaba flácido pero seguía chupando y chupando mientras le demostraba lo muy caliente que me hallaba… y que quería que me hicieran de nuevo el amor. Chupaba su polla y los huevos, las dos a la vez con desesperación, y al momento estaba duro de nuevo.

Me elevó una pierna, y por detrás, mi sobrino comenzó a penetrarme con toda fuerza por mi vagina, mientras uno de sus dedeos se acomodaba por detrás y comenzó a penetrarme por el ano…, sus pollazos eran duros, pero ya no sentía dolor, solo placer. Así me estaba penetrando al mismo tiempo por ambos agujeros. Lo que más me deleitaba era sentir su cuerpo sudoroso pegado a mí. Los movimientos fueron muy bruscos, haciéndome tocar el cielo. Tuve un par orgasmos seguidos. Él se corrió en poco tiempo. Descansé de escándalo, cansada y exhausta como jamás en mi vida.

Sus vacaciones y las mías estaban llegando a su fin, y yo no deseaba que se acabasen, sin embargo las sorpresas agradables no terminarían tan de repente…. Pasó una media hora de la llamada telefónica de mi amiga Laura, cuando escuché el timbre y corrí a abrir, es mi compañera y mi amiga íntima… sabe más de mí que yo misma, y con la cual había tenido unas cuantas aventuras sexuales. Traía en una bolsa con una botella de ron que más tarde nos iba a hacer disfrutar a lo grande. Decidimos ponernos cómodas en la sala y poner un maratón de pelis sugestivas, mientras la botella de ron disminuía cada vez más pasando por nuestras gargantas a base chupitos y conversación caliente.

No tardamos mucho en tener nuestros pulsos acelerados cuando veíamos una escena en la que un hombre negro bastante corpulento penetraba con su enorme verga a una mujer blanca como el nácar, que se veía bastante excitada, mientras el hombre apretaba sus enormes y erectos pezones y le zambullía el inmenso cipote en la rosada raja de su vagina apretada. Recuerdo que hubo un instante en el que miré a Laura y creí desmayar cuando vi que acariciaba sus dos tetas desnudas con gran excitación y luego los llevaba a su boca y mordisqueaba sus pezones mientras jadeaba.

Laura sonrió cuando descubrió que la miraba con la boca abierta y mirada lujuriosa… me invitó a que la imitara, a lo que yo accedí ipso facto, ya que para ese punto me encontraba bastante mojada por la excitación, y sentía mi clítoris casi a reventar.

Comencé a tocar mis pezones que de rayano se endurecieron, y de pronto sentí un gran deseo de que alguien los lamiera y mordisqueara, lo cual parece que Laura dedujo por mi expresión, pues para cuando reaccioné ella estaba totalmente desnuda recorriendo con su lengua mis tetas y con su mano se abrió paso para tocar mi húmedo clítoris… lo cual me volvía loca de placer. No demoré mucho en sentir un profundo y riquísimo orgasmo que me dejó casi sin aliento.

De repente sentimos que se abrió la puerta, no recordaba que llegaría tan temprano de sus recados, realmente no hizo ni la mitad de las cosas que pensaba hacer y decidió darme una sorpresa ¡y valla sorpresa! Yo no supe que hacer, ni que decir, aunque a él le pareció muy excitarle la escena. Mi amiga le invitó a que se uniera, ella sabía que me lo montaba con Marcial en el instante que lo vio entrar en casa, porque yo le comenté que estaba buscando quedarme preñada con un buen semental, sin concretar de quien se trataba.

En unos segundos, mi sobrino se encontraba en pelotas con su enorme verga empalmada y dura como era costumbre… no tardó en notarse erecta, antes de quitarse los jeans. Laura al ver el espectáculo de rabo duro que portaba mi sobrino, se lanzó sobre él, y sin darle tiempo a reaccionar agarró su enorme y riquísimo falo y comenzó a succionarlo con avidez mientras el muy cabrón gemía de puro placer.

Lo que estaba presenciando me volvía como loca, a esas alturas yo sabía que ya estaba preñada de mi sobrino, había conseguido mi primer y gran objetivo con él, de modo que no pesaban dentro de mí celos de compartirlo con mi follamiga del alma. Ver como se trababa la polla de Marcial me puso cachonda perdida, y me masturbaba cada vez más fuerte. Queriendo ver más, le pedí a mi sobrino que se la follara, y aunque me miró sorprendido no tardó en obedecer.

- ¡¡Métele la polla a pelo en su coño caliente… y llénaselo de una buena lechada…!!

Lo hizo sin ningún tipo de miramiento y de un solo empellón se la clavó a cuatro patas como a una perra…, ella sintió como la llenaba por completo el coño de carne. Mi sobrino comenzó un mete y saca con tal furia, que ella loca de placer, no paraba de gemir y gritar al notar el balano en lo más profundo de su útero. No dejaba de masturbarme metiéndome los dedos en el coño y frotando con avidez el clítoris duro a reventar. Debo confesar que eso de ver el maduro cuerpo a cuatro patas de mi amiga totalmente sumisa y fielmente empalado por mi joven sobrino, me excitó a tal punto que me volví a correr. Marcial, al darse cuenta me pidió que le acercara mi coño a su cara, y sin dejar de embestir a Laura metiéndole la verga hasta los huevos, fue tomando con su lengua todos los líquidos calientes que salían de mi raja, comiéndome el coño golosamente.

Noté a Marcial más atrevido, más potente y más brusco en una previa su corrida, asió con fuerza el culo de Laura y sin pedir permiso se empezó a correr dentro de ella. Mi amiga estaba siendo follada e inseminada como una vulgar puta por mi jovencito sobrino, y eso me excitaba sobremanera. Tras eyacular, sin perder mucho tiempo al saber que mi sobrino no tenía bastante con correrse una vez, supliqué por su polla, que brilloso salió de la vagina de Laura para entrar en la mía. Empezó a frotar su verga dentro de mi coño hambriento… la clavó tan hondo que percibía su punta en mi estómago, mientras tanto le chupaba las puntas de sus dedos para excitarlo más.

 


 

Movía mi mano muy rápido sobre mi capuchón, me abría los labios que su cipote partían en dos metiéndomela cada vez con mayor brío, quería que acabará pronto, aunque sabía que tras correrse en el coño de Laura, en el mío aguantaría un poco más. Mi amiga le ayudaba con besos en sus nalgas, sobos en los huevos y comida de los mismos lengüeteándolos sin parar… también se despistaba su lengua a mi coño y ano, recogiendo los jugos que rezumaban. Creo que me corría más de una vez, mi cuerpo se estremecía de continuo, hasta que él me avisó que estaba a punto de correrse otra vez… le dije que no se lo guardará más y que me lo diera ya ¡Bendita juventud de mi sobrinito! Lo agarré de su cintura y mi amiga le empujaba del culo para que entrase más y no se saliese de mi útero…, allí mismo comenzó a descargar su lefa en unos asombrosos chorros de leche cálida…. Cuando la excitación estaba al máximo y mi insaciable sobrino sintió que se iba a correr metió su verga hasta la boca de un conducto uterino, y me hizo tragar toda su leche caliente en las trompas de Falopio.

Parte del semen rezumó fuera de la vagina, que recogía mi amiga para llevárselo a su boca y la mía. Seguí chupándole a verga hasta que me entregó todo el semen que tenía en el tallo, saliendo a borbotones el engrudo…. Los tres caímos exhaustos y planeamos repetir aquella tarde inolvidable una vez más, antes de que Marcial se marchara a Madrid.

Las vacaciones de Marcial duraron una semana más de lo previsto, y mi hermana estaba que trinaba con el secuestro de su hijo por mi parte. Cuando Marcial llegó al apartamento donde vivía con su madre, no tardó mucho en ver los cambios en su hijo…

- Marcial está distinto, y casi no para por casa… pero lo más desconcertante es que se quiere ir a vivir y estudiar a Cartagena ¡¿Se puede saber que has hecho con mi hijo…?! No es el mismo y se me revela continuamente…

Yo solo le dije que teníamos que hablar en persona cara a cara, porque lo que había sucedido no era para tratarlo por teléfono o videoconferencia. Fue duro para mi hermana saber que estaba preñada de Marcial, que tendría a nuestro hijo y que le quería junto a mí… y que sería muy feliz que pudiéramos convivir los tres en el mismo hogar, al igual que lo habíamos hecho hasta ese momento. Le dejé bien claro que su niño se había convertido en mi hombre, y lo deseaba tener en mi cama el resto de la vida.

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