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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Amamantando

 

Leche materna…. Él tenía el mismo comportamiento todos los días, siempre venía y se sentaba en frente de ella a observar como amamantaba a su hermanita. Su madre le sonreía complacida de tener a sus dos hijos cerca en algo tan íntimo…, tras un rato se iba y se encerraba en su cuarto. Ingenua, no se daba cuenta que él se excitaba viendo las tetas desnudas repletas de leche, tan hinchadas y hermosas que la bebé no daba a basto succionando el pezón con el ansia de alimentarse de ellas. Tras extraerle la leche, los pezones quedaban impregnados del néctar de la vida, primero uno, luego el otro. Nunca había caído, pero un día le dio por observarle la entrepierna y avistar el bulto que se le formaba con el correr de los minutos… se excitó al ver que cada vez adquiría más volumen entre sus piernas, hasta llegar a formar un bulto grande y hermoso, una vez tras otra con la misma parafernalia. 

 

 

Por esos días llevaba más de tres meses sin tener sexo, así que sin mucho esfuerzo se excitaba pensando en su necesidad y en la de su hijo adolescente, una necesidad tan parecida en una madre como en un hijo… y eso le llevaba a imaginarse cosas. Justo en el momento culmen de su excitación, sintiendo la boca de la bebé ordeñar el duro pezón a la vez que miraba la hinchazón de la verga de su hijo bajo el pantalón… el coño se le licuaba. El chico se levantó y se volvió a meter en el refugio. Su madre sospechaba lo que debía estar haciendo… lo que había estado haciendo todos estos días de observancia mamaria. La excitación le hizo perder el temor de averiguar más.

Dejó a la bebé relajada en la cuna, para luego dirigirse a la habitación de su hijo mayor. Detrás de la puerta oyó los típicos sonidos de una masturbación, ruido acuoso y gemidos ahogados irremediables… era lo que había imaginado que estaría haciendo…. El chico descuidado, se pajeaba desquiciado como si fuese la última vez que lo haría, y saber eso le hizo sentir cierto ardor interno que emanaba del calenturiento coño desde el centro del castigado clítoris. Se llevó la mano para tocarme las tetas sobre la ligera bata de ir por casa como único vestido sobre su cuerpo. Eran tan rápidos sus movimientos, que en cualquier instante acabaría, pero ella no quería que eso sucediera de esa manera, deseaba seguir sintiendo la excitación de la paja masculina de aquel adolescente brioso tan salido… consiguió abrir un poco más, la apertura a cuchillo de la puerta, sin que el chico se percibiera de la presencia de su madre.

Al ver como se meneaba una verga muy similar en tamaño y en grosor a la de su padre, aún siendo un hombrecito por desarrollar mucho más, le sorprendió que a sus dieciséis años ya le alcanzara un palmo de largura, por un momento pensó que era de un tamaño perfecto para no hartase de disfrutarla a diario…. Ella sabía bien que las vergas muy grandes, bien sea por largas o gruesas, terminaba por no poder usarlas a menudo, debido a que le producían dolor si abusaba de tales cipotes en su ceñido coñito. Antes de fidelizarse a la de su marido, hubo otros machos que la follaron con pollas que alcanzaban los 25 centímetros o más, con un grosor que nunca podía circundar con su mano… tras la follada con tales mostrencos quedaba con dolores vaginales y hasta uterinos, lo cual conllevaba finalmente dejarlos por otros más comedidos. Sin embargo casi el palmo de ancha polla de su hijo era perfecto.

Cachonda pedida por tantos meses en el dique seco, primero por el embarazo y posterior parto, tomó la decisión de entrar para evitar eso que sería un auténtico desperdicio. Abrió la puerta de tal forma que no le dio tiempo para que pudiera guardársela dentro de sus calzoncillos bajados a medio muslo, así que lo sorprendió en pleno acto masturbador endiablado…. Fue como si se hubiera detenido el tiempo justo al entrar, quedó congelado al ver a su madre, y no pudo hacer nada para ocultar su tremenda empalmada. Se ruborizó y quedó perplejo ante la situación, no sabía que debía hacer, si subirse los calzoncillos o decirle que se vaya, pero nada de eso ocurrió, solo se quedó parado ahí con su mano sobre su extenso y recio miembro viril.

Su madre gozaba de tal panorama. De siempre le habían gustado la pollas grandes sin ser exageradas, y por ese motivo su padre fue el elegido finalmente entre varios pretendientes, a los que probó antes de decantarse por la mejor polla de los tres estudiantes de ingeniería a los que se follaba aquel fin de curso en Málaga, luego se hicieron novios y fue a mejor, no solo era un macho bien dotado, sino que el padre perfecto para sus hijos…. Pronto llegó Iván, su primer hijo y poco más de dieciséis años después la pequeña Nadia.

En la habitación se podía cortar la tensión con un cuchillo. La madre, viendo que no se movía, comprendió que así de paralizado no podía hacer nada, tuvo que ser ella la que se acercarse hasta él, y sin pedirle permiso alguno empezó a tocarle con la punta de sus dedos la oronda e hinchada cabeza de una polla hermosa, despejada de prepucio.

- ¿Me dejas tocarte?

- Sí, claro que sí, sí… dijo muy nervioso, el chico.

Se la agarró por completo envolviéndola con toda la mano e hizo lo que él se estaba ejecutando antes de que entrara ella, pero a un ritmo más bajo y con menos presión, para que no acabase apresuradamente. Cerró sus ojos al sentir como su madre lo pajeaba, y de su boca se empezó a escuchar unos pequeños gemidos dejándose hacer, gozando impúdicamente de la paja que aquella experta madura, tan bien le realizaba.

- ¡¿Te excitas al verme darle de mamar a la nena?!

- Sí, mucho

- ¿Te gustan las tetas de mamá? ¡Te gusta mirarlas desnudas!

- Son lo más… me encantan ¡Son preciosas! ¡Son muy excitantes…!

- ¡¿Más preciosas o excitantes?!

- Las dos cosas por igual...

No dejaba de menear arriba y abajo la polla de su hijo. Sintió en ese momento como sus pezones empezaron a liberar gotitas de leche debido al estado de excitación en que se encontraba, por la situación que vivía con su hijo y los meses de pura abstinencia.

- La tienes muy dura… y es una polla bastante grande para tu edad... ¡Es una polla muy hermosa! ¿Te la pelas muy a menudo, cariño?

- Todos los días… por lo menos dos o tres veces.

- ¿En quién piensas cuando te haces las pajas…? ¡¿En mí?!

- En tus tetas… bueno… en ti en general.

- En general te refieres a mi coño… ¡¿Y a mi boca también?!

- A todo…

- Eso incluye a mi culo… ¡¡Eres muy pervertido…!!

Continuaba machacándole la polla a un ritmo que aceleraba y ralentizaba. Para evitar que se perdiese semejante espectáculo, la madre decidió bajarse el vestido desenganchando los tirantes de la bata, sujetos sobre sus hombros, para que él pudiera ver como brotaba la leche. Tomó un poco de esa leche del pezón con un dedo y se la puso en la boca a su hijo, este abrió los ojos y se encontró con las dos tetas enormes de areolas oscuras blanqueadas en un liviano baño de leche materna… les parecieron deliciosas. Chupó el dedo con la gota de leche, y acto seguido, su madre se le acercó las mamas. Lo primero que hizo sin que pasase mucho tiempo, fue llevarse a su boca uno de los pezones, abriendo mucho la boca para poder tragarlo entero.

- Mama de las tetas de mamá… ¡Succiona fuerte y bébete mi leche, cariño!

Ahora era ella quien gemía, la que lo gozaba y la que sentía más placer, ya que no solo le succionaba los pezones, sino que también se los mordía y se bebía la leche que sacaba de ellos… lo amamantaba con el más rico de los placeres. Además, el chico le tenía sus tetas agarradas fuertemente con ambas manos…, y mientras todo esto ocurría y sin darse cuenta expulsó cierto líquido preseminal, con el cual, la mano de su madre entró en contacto, ya que seguía pajeándolo a un ritmo cadencioso.

- ¡Supongo que aun no te has follado a ninguna niña!

- No, no me he enamorado de ninguna…

- No hace falta enamorarse para follar, son dos cosas muy distintas… Si lo haces, recuerda hacerlo siempre con condón, yo te los proporcionaré sin problema… solo tienes que decírmelo ¡¿De acuerdo, mi amor?!

- De acuerdo, pero no tengo novia ni nada parecido...

Él estaba enamorado de su madre y de sus pesadas tetas, ahora llenas de leche… pensaba que el deseo era una consecuencia del amor, de tal modo que con semejante oportunidad, parecía que no iba a querer soltarlos en ningún momento…, a su madre le encantaba que eso sucediera… pero ella tenía otros planes, estando tan cachonda.

Sabía que en cualquier momento su verga iba a decir basta, así que antes de que siguiera expulsando una mayor cantidad de líquido acuso, y finalmente explotara en copiosos chorros de lefa espesa, decidió que era hora de mamársela y gozar del sabor de una polla joven y su exquisita leche. Pero antes tuvo que separarlo de sus tetas forzándolo un poco con sus manos, porque iba ser imposible hacerlo por la vía diplomática. En segundo lugar se tuvo que agachar sin indicarle que quería chupársela.

A diferencia de su padre, no le hizo falta agarrarla para mantenerla erguida, ya que la verga del joven se hallaba tan rígida y erecta mirando hacia arriba, que más bien pareciera el obelisco plantado en medio de la plaza de San Pedro del Vaticano…, de modo que colocó sus manos sobre las rodillas de su hijo, y entró a cabecear sin ayuda de ellas tragándose la polla cada vez más profundamente en su garganta.

Con su hijo sentía cierta conexión mientras se la chupaba, ya que no mantenía sus ojos puestos sobre su polla embravecida, sino que la mirada estaba fijada en los bellos ojos de él… su hijo hacía lo mismo con su madre dejándola hacer. No podía creer que esos labios que tantas veces le besó con cariño, ahora lo hiciera con su polla con deseo lascivo. Se le pasó por la cabeza agitar en vaivén su cadera para follarle la boca a su madre, pero no le pareció correcto abusar de su progenitora, y dejó que la madura ejerciera de maestra de ceremonias. Era hermoso saber que no era simple y llano sexo, sino que además había amor, complicidad y deseo de hacer feliz al otro. Fue un momento hermoso en el cual ambos se sintieron conectados a través del placer sexual y el amor filio-maternal. Ambos los disfrutaron mucho más que si fuera solo sexo. Verlo gozar de la manera que lo hacía era tan gratificante para su madre…, no era como hacérselo a su padre, había un plus de morbo y conexión ancestral desde que lo llevaba en su panza o antes, cuando lo engendró en su vientre.

Además de chupársela también colocó su gran polla entre las tetas y le hizo la famosa paja cubana con ellas y aunque llegó a expulsar algo de semen, no era todo lo que tenia almacenado en su flamantes par de huevos, así que la experta madura, finalizó esa faena sexual con su hijo masturbándolo y chupándole el glande, sin dejar de masajearle los huevos colgantes con la mano que le quedaba libre, para que eyaculase todo lo que le faltaba por soltar, y lo deseaba en su boca para tragárselo y mantener en sus papilas gustativas el aroma a macho de su amado hijo.

Notó la subida de la leche, el endurecimiento del tronco y el avivamiento de su hijo… se esmeraron en aumentar el ritmo y ella de sellar con sus labios el glande. Con un gemido seco, se produjo un espasmo a la vez que eyaculaba un enorme chorro de leche espesa, un segundo y hasta un tercer aldabonazo de rica lefa que su boca atrapó sin remilgo alguno… el resto de borbotones de engrudo se hacían cada vez más leves hasta parar. Se puede decir que la madre también bebió bastante leche, la que deseaba y esperaba de su hijo, de tal forma que ambos se amamantaron y suministraron leche mutuamente.

La madre lo había recolectado todo en su boca, se lo mostró a su hijo abriéndola lo suficiente… había sido una cantidad sustancial que le rellenaba por completo…, acto seguido precintó sus labios y de una se tragó toda la lefa recién ordeñada de la hermosa verga de su hijo, semen producido en exclusiva por los hinchados huevos del adolescente que ella había parido, y con quien esa tarde había roto las primeras líneas rojas dentro de la familia que ella con su esposo estaban creando.

- ¿Te ha gustado mamar la leche de mis tetas?

- Sí… mucho.

- Si eres capaz de guardar el secreto… te dejaré mamarlas después de la nena, siempre que te apetezca. ¡Me gusta que te bebas la leche que la pequeña deja…! Y te la daré toda a cambio de algo más de ti…

- ¡¿Qué te puedo dar a cambio de mamar tus tetas y tu leche…?!

- Me puedes dar la tuya… mamar tu polla y beberme tu leche.



IVÁN. Se hizo habitual mamar de las tetas de mi madre y luego ella mamarme la polla, me tenía embelesado viendo a mi hermanita alimentase, esperando mi turno, mi madre me sonreía feliz de mi paciencia e impaciencia a un tiempo.

Lo que siempre me llamó la atención con respecto a mi madre fue la pulcritud y elegancia en su vestir… Sus trajes elegantes y formales para ir a la oficina acompañados de tacones, su collar de perlas, su brazalete, reloj y aretes pequeños, en cambio en casa era mucho más informal. No fue hasta que tuvimos el afer en mi cuarto, cuando me percaté que el cuerpo de mi madre se halla más desatendido de lo que se merecía. Tras quedarse preñada de mi hermanita, había dejado el trabajo y ahora se encargaba de la casa, cuidar de la bebé y nosotros.

Limpiaba la casa usando leggins entallados con diseños de figuras fosforescentes que dejaba poco a la imaginación, podía apreciar las curvas de sus caderas, la raya de su ancho trasero e incluso el pie de camello que se formaba en su entrepierna con una vulva tan voluminosa… sus labios vaginales debían de ser grandes ¡Me quedé embobado! Pensé que con eso me daría para unas cuantas pajas…

A sus 36 años era una mujer hermosa, su cabello liso y largo que procuraba teñir a menudo de color castaño oscuro para igualar el color de sus raíces y puntas, el cual lleva atado en una media cola en la parte superior y el resto cayendo libremente De tez clara sonrosada con ciertos rasgos orientales, ojos rasgados de color miel, los cuales cubre con unas gafas de carey. Posee un cuerpo proporcionado y voluptuoso de anchas cadera como a mí me gustan… en su pecho presenta algunas pecas alrededor del nacimiento de sus tetas. Es una mujer de belleza muy exótica, mezcla de facciones caucásicas y orientales, mezcladas, tal vez por su origen siberiano.

Con el paso de los años he entablado una relación de confianza con mi madre, que a veces confundo con amor del que pueden sentir una mujer con un hombre que no es familia. Hasta entrada la adolescencia buscaba motivos para dormir juntos o bañarnos en la misma ducha. A pesar de mi complejo edípico, conseguí salir con alguna chica, una relación duró un año, a quien llevé a casa para presentar a mis padres, dándome la impresión de celos por parte de mi madre o malestar, con la chica.



LARISSA. Desde siempre había sido mi niño y disfruto compartir todos los momentos. Pero durante su adolescencia me di cuenta de sus acercamientos y tocamientos. Tras dejar de bañarme con él, observé que ponía excusas para entrar al aseo, de libre acceso siempre, y se quedaba ahí observándome tras la mampara de la ducha cuando me metía a bañarme. Cuando la bebé dejó de mamar, también se enfrió la relación sexual con Iván, pero él continuaba siendo un macho con sus necesidades.

Un día pude comprobar que se había llevado uno de mis tangas usados de la lavandería y lo estaba oliendo a la vez que se masturbaba. No me importó, era natural atendiendo a su edad en plena efervescencia sexual…. Cosas de la adolescencia pensé hasta que oí… - ¡Así, mami! ¡Toma mi leche mamá!” Esto ya sobrepasaba del autodescubrimiento sexual de los típicos adolescentes a un deseo personalizado en su propia madre.

Recuerdo la tarde que trajo a una chica a casa, la presentó como su compañera de clase… Hanna Angélica dijo que se llamaba, de origen venezolano. No pude evitar sentir celos. Más alta que yo, piel ligeramente tostada, cabello y ojos negros azabache, su cuerpo firme y tetas pequeñas propias de una niña que estaba en la flor de su vida con sus quince años, mientras que yo, a mis 36 años, empezaba mi caída hacia la menopausia, aunque aún me faltasen más de quince años para notar sus efectos.

Un día llegué a casa temprano y oí ruidos, no me esperaba nadie en casa porque llegué antes del tiempo que pensaba tomarme para comprar cosas para mí y la bebé. Me asomé a la puerta del cuarto de mi cuarto que estaba entreabierta, y lo descubrí follándose a la chica, que gemía mientras lo cabalgaba, él la asía de la cadera ayudándola a subir y bajar, sus tetitas botaban como gotas de agua.

En un momento cambiaron de posición y pude ver del gran tamaño del cipote de mi hijo, nunca se lo había visto erecto, eso me excitó, siempre se la había visto relajada hasta el día de nuestro encuentro,en esos momentos pensé en que me había mentido, sobre que no había follado, o era a primera vez después de que tuvimos nuestra mamada mutua. Lo cierto es que mi hijo no andaba más allá de los diez centímetros, pero excitado se desarrollaba multiplicándose por dos… poseía una de ese tipo de vergas que llaman de sangre, que al llenarse no reflejan lo que son en estado laxo y se hacen enormes…, el sabor de su lefa es dulzona y ácida a la vez, por la fruta que toma.

Oír el gemido de ambos y los sonidos de chapoteos, en un estado de olor a sudor y fluidos sexuales que inundaban la habitación, me subió la bilirrubina. Sin que se dieran cuenta, salí de casa y fui a caminar para bajar la calentura y relajar mi estado de excitación, a la bebé le encantó volver a tomar el sol y dar un paseo extra.

 



IVÁN. Al terminar la secundaria me fui a otra ciudad a estudiar. Pasó un año y mi madre fue a visitarme. La esperé en la estación. Se veía más hermosa en el andén con mi hermanita de dos años y medio. Esperándome, la encontré más hermosa de lo que la recordaba. Usaba un vestido de una sola pieza hasta debajo de sus rodillas, zapatos de tacón y su elegante collar de perlas.

La abracé, sentí su piel suave y cálida, la exquisita fragancia de su piel, a pesar de no usar perfumes, la abracé y le di vueltas juntando sus hermosas tetas a mi pecho, sentí sus duros pezones. No pude evitar tener una erección instantánea. Por curioso que pareciera, en la universidad no tenía éxito con las chicas, y tampoco me preocupaba demasiado, porque sabía el coste que suponían mis estudios para mi familia y me tenía que concentrar en estudiar y sacar adelante mi carrera.

Era un apartamento pequeño una habitación, además de un baño y cocina americana…

- Puedes acomodarte en la habitación grande y la pequeña para la niña, la cama es uno y treinta y cinco centímetros, muy cómoda para uno pero demasiado apretada para dos… yo dormiré en el sofá cama.

- No te preocupes. Compartiremos la cama como cuando eras niño, a la niña la acostamos en el sofá, ella es pequeña y cabe sin tener que desplegar la cama…es muy tranquila y duerme como una ángel de un solo tirón.



LARISSA. Habían transcurrido un año y medio desde que se marchó mi hijo. La relación con mi esposo se había enfriado meses atrás… se marchó de casa con una zorrita veinteañera y le pedí el divorcio quedándome con todo. Me sentía sola con la pequeña, por lo que aproveché las vacaciones para ir a visitar a mi hijo durante un fin de semana largo…. A Iván le sentaba fenomenal la universidad y cumplir años, se veía atractivo y muy varonil, distinto. Cuando lo observe caminar hacia mí por el andén de la estación de Chamartín…, se notaba más apuesto y fornido. Me levantó en vilo al verme, lo cual me excitó y también a él por lo que noté en su entrepierna, pudiendo sentir su dura verga pegada a mi barriga durante unos segundos, le clavé mis pezones.

Nos invitó a cenar en un lugar bonito y luego a pasear para conocer los atractivos de la ciudad. La noche fue hermosa y perfecta. Ya era tarde y volvimos a su casa. Como mencioné, me sentía sola. No quería estar en un hotel, mucho menos con la pequeña. Por lo que pasaría la mayor cantidad de tiempo en compañía de mi hijo. Me sentí mal de quitarle su cama, su espacio y su vida de estudiante le propuse dormir juntos, como cuando era un niño y acomodar a Nadia en el amplio sofá del apartamento.

La noche no era demasiado fría, pero me vestí con mi camisón de satén bien abrigado a la sábana. Mi hijo llevaba solo unos calzoncillos bóxer. Tras acomodar a Nadia, nos metimos en la cama, me pegué a él para sentir su calor corporal. El cuerpo de mi hijo se tensó por la sorpresa del abrazo. Dormí pegada a su costado con mi cabeza en su nuca y el brazo sobre su fornido pecho.

IVÁN. La noche había pasado de manera larga. Verla figura de mi madre en ese bello camisón abrazada a mí me dejaron en vela… “¿Eran señales de avance? ¿Y si realmente quería que pasara algo? Mi madre llevaba mucho tiempo sin estar con un hombre”, pensé. Se había levantado temprano. Estaba en la cocina preparando el desayuno, se había inclinado ligeramente para busca la batidora y batir los huevos que nos estaba preparando…, el camisón se había levantado ligeramente dejando ver sus nalgas.

No aguanté más. Me acerqué por detrás y le besé el cuello, mientras con mi mano hurgaba por debajo de sus tetas encima del camisón. Mi madre ronroneaba ligeramente. Eso me incitó a avanzar, deslicé mi mano más arriba y acaricié su teta, su pezón sin ningún tipo de rechazo por parte de mi madre. Mi mano derecha se deslizó bajo su camisón, no fue complicado porque no llegaba más debajo de donde acababan sus nalgas, y empecé a acariciar su gordo coño por encima de las bragas… a pesar de ser gruesas, ese tipo de bragas de algodón con las que ella iba la mar de cómoda por casa, pude sentir la humedad de su raja carnosa. Sus gemidos iban en aumento al meter los dedos dentro de las bragas y notar el aterciopelado pubis. Abrí sus labios vaginales con mis dedos y noté el calor que emanaba de su interior, su humedad y la fragancia que me llegaba de su piel y cabello. Recorrí el interior de sus labios encontrando el hinchado clítoris, me asombró lo grande y duro que lo tenía ya, lo masajeé delicadamente… sus gemidos se hicieron más ostentosos. Giró la cabeza para encontrarse con mis labios, nos besamos a tornillo mientras le pajeaba el clítoris, me metió la lengua y yo respondí con la misma estrategia clavando mi lengua en su boca y mi dedo anular en el conducto vaginal, con toda la palma de mi mano cubriendo su carnosa vulva… lo encontré apretado, costándome meterlo un poco más. Solo logré follármelo con la mitad del dedo metido, se oía el chasqueo del mojado coño de mamá.

Nos besábamos y le follaba con mis dedos durante unos minutos… me encontraba a mil, salido y desesperado por llegar hasta donde nunca nos habíamos atrevido antes. Le bajé las bragas, la incliné sobre la mesa, levantando su culo en pompa apoyándose con brazos. Visualicé su ancho culo partido en dos nalgas fabulosas, y bajo su pequeño ano estrellado, un coño de labios entreabiertos en forma de alas de mariposa que invitaba a jalárselo. Me bajé los calzoncillos asiendo la verga, la cual tuve que forzar para que adquiriese una posición más horizontal, debido a la extrema rigidez en que se hallaba. Con el capullo abrí sus labios, sentí en el sensible cabezón el calor y humedad de sus labios… empujé y la flor se expandió para dar cabida a mi gordo glande hinchado, mientras se la clavaba en su coño de forma rítmica buscando cada vez más profundidad, le susurraba cosas tiernas al oído notando como arrastraba mi cipote, la carne trémula de sus paredes vaginales, la clavaba con delicadeza hasta que le entró al completo en aquella ceñida vagina materna.

Abracé a mi madre pegándola contra mí, dejando mi verga entrar más profundo. Costó un poco de trabajo que se amoldara e incluso sentí como ella misma echó el culo hacia atrás. Podía sentir la firmeza de su coño aprisionando mi verga, viéndola entrar y salir entre sus dos cachetes. “¡¡Uummm… qué sensación tan agradable y excitante… morbosa diría yo!!” Por fin estaba follándome a mi madre con su total sumisión y complacencia, tras tantos años de desearla.

Comencé a mover mis caderas, dejando que frotarse la verga en el ceñido y profundo conducto vaginal, algo que tanto había deseado que hubiese ocurrido la noche anterior…ahora estaba siendo diferente. Sí, estaba vez no estaba dispuesto a permitir que mi madre se quedara sin su orgasmo… me venía el recuerdo de cuando sin más se puso a mamar mi verga y me corrí, entonces sacrificó su placer por tal de conseguir el mío. Esta vez estaba dispuesto a que ella llegara, que dejara de echar de menos a mi padre, a quien ni cuenta ya dábamos si no era por la pensión alimenticia de Nadia, y en adelante ni para cubrir las necesidades de mi madura madre, necesitada de amor.

Ella por su parte, parecía creer que se repetiría en todos sus momentos como se lo hacía su esposo, pues discretamente me asía de las caderas con sus manos, clavando las uñas clavadas a mi culo, para acelerar su corrida. Supongo que creía que era tan rápido y despreocupado por su placer, como mi padre.

Armándome de valor, me hice hacia atrás y, tras despojarme del bóxer, tomé el elástico de las bragas e hice lo mismo. Mamá dio un ligero brinco pero no hizo nada. Nuevamente le pegué la verga en su culo desnudo y comencé a pasársela por la raja de sus nalgas, le presioné con mi capullo en su ano, haciendo el amago de metérsela por el culo, ella no reaccionó en contra. “Umm… que delicia sentir aquella piel tan suave al contacto con mi verga”. Presioné un poco más y mi verga se hundió entre las nalgas. La follé ligeramente y luego, tras un par de embestidas más, se la situé a la entrada de su coño otra vez. Mi madre intentó hacerse para detrás en busca de mayor penetración, pero yo ya había pasado una mano por su estómago para aferrarla más a mí e imposibilitarle la huida.

Apreté un poco y mi verga comenzó a llenarse de sus fluidos. Y así, poco a poco, el glande de mi verga se fue arropando de nuevo por la vagina más rica y apretada que he tenido en mi vida.

- Ummm… gimió mi madre anunciando que estaba con más deseos que nunca.

Una estocada más y ya mi verga estaba completamente hundida en el coño de mi madre hasta las bolas queriendo entrar en su útero.

- ¡Me estás follando Iván…! ¡Al fin mi hijo me está follando! Gritó de emoción.

Desveló que su deseo coincidía con el mío, y comencé un ritmo lento en mis embestidas que pronto comenzó a tomar fuerza y velocidad al ir notando mayor suavidad en la penetración… aquel coño se hallaba poco usado y debía tratarlo con ternura. Mi madre gemía, aunque trataba de ahogar sus propios gemidos hasta que no le fue más posible y comenzó a gemir con fuerza.

- ¡Aaagggg! ¡Ummmm! ¡Ivaaaannn… Hmmm!

El sonido de mis huevos chocando contra su coño retumbaba en las paredes de aquel pequeño apartamento, nunca temimos que Nadia despertara, ni siquiera hicimos caso de que estuviese durmiendo en el sofá, entre las mantas de felpa.

Ahora que estaba adentro de la vagina de mi madre, no podía dejar de maravillarme con lo rica y apretada que la tenía. Me envolvía y apretaba el tronco de una manera tan deliciosa que de no haber sabido que era el coño de una mujer experimentada en el sexo madre de dos hijos, pensaría que era una nena a la estaba desvirgando en esos momento, vamos que hubiera jurado que era virgen. “¡¡Qué follada tan maravillosa!! Demasiado buena para decir que el incesto es malo o prohibirlo”.

Tras varios minutos más, sus convulsiones se notaban en mi tranca, en su cuerpo retorciéndose y en sus gemidos más voluminosos…, mi madre se estaba corriendo con mi polla taladrándole el coño. Notaba sus contracciones, imaginé que serían tan fuertes como cuando se puso a parir. Al alcanzar mi objetivo con ella, me puse a alcanzar el mío de llenarle el útero con mi leche. Mi madre pegó un gemido final, que estoy seguro de que al menos los vecinos debieron escuchado, con estertores incontrolados.

Arrecié la abatida de mis caderas, el rumor de mi polla entrando y salido a toda mecha en su coño encharcado era ostensible…, la clavé a fondo y comencé a eyacular como una bestia parda en el mismo fondo uterino de mi madre. Percibí como los chorros era gruesos y espesos… uno, dos y hasta cinco chorros de lefa recién ordeñada de mis huevos fueron a parar a su cubículo vaginal. Me acerqué a su oído con los últimos calambres de mi polla dentro de su rellena vagina, y le susurré.

- Aquí tienes mi leche… para que no andes buscando en ninguna otra cama lo que tu hijo puede darte todos los días…

Mi madre giró ligeramente el rostro y la besé en los labios con pasión… eso sí, ambos aún fingiendo creer que solo era amor de madre e hijo.

Terminando de vaciar toda mi leche, le saqué la verga y me hice para atrás. Tras correrme dentro, cayó desfallecida, mientras yo sobre ella y dentro de ella, besaba su cuello. Aun sin sacarla del cobijo maternal, le di la vuelta para que descansara sobre su espalda encima de la mesa. Era muy excitante recorrer su cuerpo besando cada centímetro de su piel sudorosa, el sabor y aroma que me recordaba a mis mejores y felices años… mi infancia en brazos de mamá.

Llegué a su boca semiabierta, nos acoplamos lascivamente, sus manos en mi cabeza no dejaba que me despegase de su boca, notaba la lengua horadar mis dientes y paladar, yo le correspondía sintiendo sus duros pezones en mi pecho, el calor de su cuerpo en el mío y todo ello provocó una erección, que afloró nuevamente. Sin que recuperara el aliento, le abrí la bata, le abrí las piernas y se la clavé sin más. Podía oír los sonidos de su encharcado coño por sus fluidos y mi lefa, el cual era y continuaba siendo muy apretado tras la primera batida. Apretaba mi polla como un puño en esa postura. Sin duda se había convertido en la mejor sensación del mundo, la de sentir el coño hambriento, húmedo, caliente y oprimido de mi madre, pura gloria vivir cada sacudida dentro de ella. Sus tetas botaban al compás de mis arremetidas y su respiración se hacía tan ostensible como lo era la mía, forzando mi dura verga a entrar en tan acogedor coño… la enterraba entera, desapareciendo toda en su interior… y con ello le pegaba fuertes golpes con los huevos al coño, al entrar hasta el fondo uterino, una y otra vez. Eso le excitaba sobre manera por los gemidos al notarlos. En uno de eso movimientos sin sincronizar, mi polla se salió. Posé mi verga sobre su coño y me atrajo la cabeza hasta unos centímetros de la suya…

- Gracias mi amor, fueron sus palabras, me besó. – Sigue, no pares, me gusta demasiado… ¡No te imaginas como me excita sentir tus huevos golpeándome!

Ella sin dejarme pensar un segundo, dirigió su mano a mi tranca, la cual se hallaba sobre su vientre bastante visible, me recorrió tu terrible escalofrío. Pero yo no dudé, en dirigir mis manos a sus tetas y masajearlas. Ella me masturbaba y yo le magreaba los pezones, veía sus hermosas ubres con los pezones erectos… era todo un sueño. Sin pensarlo dirigí mi boca a ellos. Antes de rozarlos con mi boca, ella ya estaba gimiendo. Al tocarlos con mis labios, me abrazó, y se dejó caer sobre la mesa. Ahí comenzaría de nuevo. Me acomodé sobre ella. No dejaba de besar sus tetas y pezones como un lobo hambriento, no paraba de morderlos, pellizcarlos…, ella asía mi polla con firmeza y no dejaba que se desvaneciese la erección. Sus palabras fueron el acicate que necesité…

- ¡¡No pares mi amor, sigue follándote a tu madre, soy toda tuya... soy tu novia, soy tu amante… quiero ser como tu esposa!!

Me volví loco, fui directamente a su boca. Nos besamos como nunca lo había hecho con alguien. Mientras frotaba mi polla sobre su esponjosa vulva húmeda, ella movía sus caderas. La miré a los ojos, y dirigí mis manos a su centro de placer… el clítoris estaba súper duro, llegaba a sentir su calor con mis dedos, la penetré con mi dedo a la vez que el pulgar frotaba duramente el glande de la pepita espigada fuera del capuchón.

- ¿Así lo hacías anoche cuando dormías a mi lado… o era mejor?

- ¡Perdóname cariño, lo necesitaba! Tú me lo haces mejor que yo hice…

- Solo tenías que sugerírmelo y te hubiera follado como ahora…

- No sabía como pedírtelo. ¡¡Me estás haciendo muy feliz!!

Ella no dejaba de gemir, no quise descubrirle que me había enterado de su paja cuando dormimos juntos anoche, la masturbé por unos minutos. Hasta que le saqué mis dedos y los coloqué en su boca llenos de flujo vaginal mezclado con mi esperma. Me los limpió con una buena perra. Y lentamente fui con mi boca, a su centro de pasión. El aroma era penetrante. Pero sin pensarlo, comencé a lamer su coño, su clítoris y mordisquearle los labios vaginales como un caníbal. Mi lengua perforaba su raja, y no dejaba de gemir, hasta que llegó a un orgasmo, sentí de nuevo sus jugos, ahora en mi boca. Casi rogándome me suplica que la follé otra vez….

Sin pensarlo, me pongo entre sus piernas, tomo mi polla y le rozo intencionalmente sobre su raja frotándole la dura pepita, hasta que ella misma me lo agarra desesperada, y se lo mete brutalmente sin compasión. Sentí que estaba en las nubes. Ese calor era increíble. Comenzó un movimiento majestuoso… mi madre era toda una Reina follando. Yo la acompañaba en sus embates. Me rodeó con sus piernas, y brazos. Yo seguía con mis movimientos, hechizado por la pasión de esa mujer que abrazaba muy fuerte… su excitación era algo inconmensurable. En nada llegó a un espasmódico orgasmo, el cual me provocó tanto, que aceleré mis vaivenes de penetración.

Ya era pura locura… se sentía el golpe de nuestras carnes y nuestros jugos chapoteando. Me abraza otra vez con mucha fuerza para besarme y dejarme sin aliento… continúo tallando su coño con todo el cipote, desde el glande a las pelotas. ¡Siento que estoy a punto de estallar! Acelero, ella me acompaña agarrándome de los huevos como deseando escurrirlos…. Me sube toda la sangre a las sienes con fuertes movimientos, derramo todo mi néctar dentro de ella. Con espasmos casi involuntarios eyaculo uno chorro tras otro dejándome seco el escroto.

- ¡Qué gozo hijo mío… por Dios Santo qué hermoso me has follado!

Caigo rendido sobre su cuerpo desnudo, me suelta las piernas que me tenían atenazado, como me quisiera escapar del paraíso… y se relaja. Me mira a los ojos.

- Eres un adonis mi amor ¡No imaginas lo feliz me has hecho llenándome!

Antes que yo diga algo, me tapa la boca con sus dedos tiernamente. Me pide que no salga, que me quede dentro de ella un poco más… me quiere sentir mientras esté duro y palpitante en el fondo de su colmada vagina.

No podía creer lo que había pasado. Pero realmente fue estupendo. Nos habíamos olvidado de todo y de todos en esos minutos. Hasta que me permite que me levante y le ayudo a ponerse de pie, casi no puede de lo desmadejada que se halla. Al ponerse de pie, su raja comienza a manar semen, se pone las bragas y todo el rezume comienza a empapar la tela de algodón. No nos dijimos nada más, tan sólo sonreímos con complicidad, y sus únicas palabras antes de seguir preparando el desayudo fueron.

- No me arrepiento de nada de lo que ha pasado, quiero ser tuya y vivir contigo para seguir disfrutándote…

- Pero si continuamos follando así de esa maner...

- ¡¡No me importará que te corras dentro las veces que necesites…! ¡Deseo que me vuelvas a preñar! Sé que es escandaloso, pero necesito que me preñes

Y me dirigió un beso que nos llevó al infinito. En ese momento sentimos un ruido, obviamente nos había visto mi hermanita, aunque no creo que nos viera follar, lo cierto era que me había follado a mi madre y nos había encantado. Supe desde ese día que a mi madre le completaba como mujer y hembra ser madre de sus hijos, tener muchos o cuantos pudiera mantener mientras su útero fuese un vergel donde sembrar y mi lefa.

 


 

LARISSA. Hacía muchos meses que no me habían follado, jamás pensé que lo haría con mi propio hijo, por eso no quita que anoche me sintiera excitada junto a él en la cama y me tocara hasta correrme, solo espero que no se diera cuenta o me moriría de vergüenza. Me levanté temprano para preparar el desayuno, antes me cambié de bragas, y me puse unas cómodas de algodón. Estaba trasteando en la cocina, y sin que me diera cuenta mi hijo se acercó por detrás y empezó a susurrarme palabras dulces mientras me besaba el cuello y orejas.

- Relájate mamá. Te lo haré despacito. Tú solo disfruta.

Acariciaba mi cuerpo de tal manera que mi cuerpo pulsaba, mi pensamiento era que no me podía molestar, porque mi niño me amaba y mi cuerpo lo reclama… “¿Por qué iba yo a estar allí tan lejos de casa en busca de mi hijo?”

Cuando me la clavó fue la sensación más excitante del mundo. No había sentido nunca tanto placer, solo por el morbo de saber que era mi propio hijo… en ese momento nada más existía en el mundo, que sentirlo dentro de mí y lograr tener el mejor de los orgasmos. Era como si fuéramos una misma persona, totalmente compenetrados. Podría ser, porque antes de que naciera formábamos una misma persona engendrado en mi vientre durante nueve meses… y en ese momento nos unimos nuevamente, mi hijo volvió a esta dentro de mí, en el mismo lugar por donde le di a la luz. Me corrí posada sobre la mesa, y teniendo a mi hombre follándome como a una perra en celo.

Tal fue la sugestión del polvo, que un río de fluidos vaginales unidos a su ostentosa corrida, se deslizaba por mis piernas impregnándome de un reguero de leche. Pero antes de que me recuperara, me puso boca arriba y me la empezó a clavar, comiéndome antes todo mi cuerpo… boca, tetas, barriga y coño. Mis fluidos salían como un manantial, no podía controlar mis gemidos y quería más, más rápido. Mis manos cogían sus nalgas para acompasar la follada y mis piernas lo atenazaban para que no se escapara del coño de su madre… allí era donde había vuelto y donde debía de derramar su contingente espermático, porque deseaba volver a estar preñada, de él.

Estaba en éxtasis siendo clavada por esa hermosa verga… larga y ancha como tanto me sublima. Ver la cara de mi hijo mientras me arremetía, era una gozada que nunca olvidaré, la misma o mejor que cuando se la mamé por primera vez. No pude estar más agradecida, era un macho generoso, hasta el punto que aguantó para que ambos nos corriéramos juntos… cayó sobre mi cuerpo. Su polla extremadamente dura, se iba relajando, pero yo no quería que lo sacara, mientras bebía de mis tetas como cuando era un bebé. En esa media hora, me había dado más placer que su padre en años.

Sabía que el incesto estaba mal visto, pero esa experiencia fue deliciosa y quería repetirla nuevamente. Al recuperarme y pensar más normalmente, mi moral y mis instintos entraron en disputa, pero al final siempre gana la sinrazón a la compostura.

Me cambié con lo primero que encontré y salí con la niña a caminar para despejar mi mente. La verdad es que me había encantado lo que me había hecho, el toque de sus caricias, sentir sus labios succionando mis pezones como cuando era un bebé, labios que aún conservaban la ternura. Pero debía calmarme. No estaba bien.

El teléfono móvil sonó, volviéndome a la realidad. Era mi hijo, estaba preocupado por mí. Dijo que me quedara donde estaba y me recogería.

IVÁN. Mi fantasía se había hecho realidad. Pero mi madre parecía sentir culpa tras el coito. Desayunamos, se vistió rápidamente y salió con prisa a pasear a la niña. No la seguí. Sentí que debía meditar las cosas y yo también.

Me bañe y luego salí a buscarla. Días previos había hecho arreglos para quedarnos en una casa rural llena de lujos y comodidades, a menos de una hora. Alquilé un coche para esa fecha. Era la sorpresa que había preparado desde antes que mi madre viniera. Cuando la pasé a recoger en el coche se veía hermosa con su cabello atado bien sujeto y atado por una coleta en una cola de caballo, con un overol de jean con una camiseta sin mangas. Era una forma de vestir casual, de la que no estaba acostumbrado a ver en mi madre… pero su vida había cambiado y la de los dos.

LARISSA. Mi hijo llegó en un coche de alquiler, me dijo que íbamos a pasear para que me relajara. Durante el viaje mantuvimos el silencio. Es obvio que ambos pensábamos en la follada que nos habíamos dado antes del desayuno, y el cómo sería nuestra relación a partir de ahora, pero ninguno de los dos quería hablar de eso. Pasamos por la pequeña ciudad de Chinchón, parecía ser muy turística de estilo medieval.

Llegamos a una casa rural, me dijo que era la casa de los padres de un amigo y no volverían en una semana. El sol brillaba y era un calor bochornoso con calima. Por ser día laboral, estaba vacía de la algarabía que solía haber en los fines de semana. Mi hijo había traído mi maleta con mis cosas, la habitación solo contaba con una cama de matrimonio y baño con pie de ducha y jacuzzi, la casa contaba con piscina. Primera vez que veía un jacuzzi, cuando me acerqué resbalé y caí dentro. Mi hijo fue rápidamente a socorrerme. Un tirante de la camiseta se habían salido y la ropa se transparentaba, pudiéndose ver mi pezón marrón. Mi hijo lo miró embobado, lo cual me excitó. Pero recuperé la cordura… por pudor le pedí que saliera mientras me mudaba de ropa.

Le dije que no tenía traje de baño. Así que me llevó a una tienda donde se vendía todo tipo de ropa. Quería un traje de baño de cuerpo entero. Sin embargo, a pesar de mi tamaño pequeño, que podía usar prendas para adolescentes, mis tetas y culo eran desproporcionadamente grandes para mi tamaño, y no había adolescente con mis tallas de pecho y cadera, por lo que lo único que se ajustaba era un bañador de dos piezas. Fue lo que me dijo la vendedora.

Fui a la habitación a probarme el bikini, pero me daba vergüenza caminar hasta la piscina con él. Aunque no haya nadie. Me puse un pareo. Me lo quité en la entrada de la piscina y al verme mi hijo poseía una mirada de lujuria. Al poco tiempo se mostraba un abultamiento propio de su gran erección a pesar que estaba dentro del agua.



IVÁN. Cuando mi madre se quitó el pareo pude ver lo bien que le quedaba, su abultada vulva sin pelos en el chocho, se ajustaba a la prenda como un guante de seda. Al quedar tan ensamblada, dejaba ver las protuberancias de sus pronunciado y carnosos labios vaginales… solo habían una zona de piel de naranja en su zona púbica que desentonaba con su belleza. La imagen de su pezón aún estaba en mi mente. Sus tetas se veían enormes y las pecas que tenían en ellas aumentaban la delicia. Dejé sus gafas en una hamaca, y la invité a meterse en el agua. Solo colocó sus pies para que los mojase el agua tibia de la piscina. La arrastré hacia mí y me puse detrás, moviendo su cabello alisado por el agua. La empecé a besar por su cuello, mientras sobaba sus tetas y pegaba mi dura verga a su culo. Mi madre se dejó hacer, sin perder de vista a la pequeña con los manguitos revoloteando en el agua.

- Sí corazón, soy toda tuya. ¡¿Lo sabes, verdad?! Me has poseído cuando me llenaste y no creo que pueda ser de otro hombre a partir de ahora si tu deseas que sea así… ¡Quiero y deseo ser solo tuya… tu esposa, tu amante… tu PUTA!

- ¡¿Con todos los derechos y privilegios?!

- Absolutamente con todos… ¡¡Cuando te dije que podrías preñarme, es porque lo puedes hacer!! ¡Yo estaré feliz de parir a todos tus hijos…quiero muchos!



LARISSA. Otra vez estaba ocurriendo, mi hijo se apoderaba de mi cuerpo, pero esta vez no puse resistencia, si es que alguna vez la tuve a sus caricias. Quería que me penetrara, sentirlo dentro de mí, me estaba viciando a tenerlo sacándome todo el placer que llevaba acumulado. Y por extraño que parezca, con solo aceptar a mi hijo como mi macho, el placer se acrecentó.

Salimos de la piscina y lo hicimos sobre la hierba, me despojé de la braguita del bikini y me mostré abierta de piernas, no tardó en posicionarse entre ella de rodillas… se veía majestuoso con su ariete sobresaliendo de su entrepierna de manera desmesurada. ¡Impresionante el enorme cipote de mi hijo! Oteé sus ciclópeos cojones de rojo ardiente, debían estar sobrexcitado para tener ese tono de color la piel del escroto. Me montó, y sin necesidad de guiar el arma letal que poseía, solo necesitó dos pollazos con su cadera, para dar en la diana de mi boca hambrienta de polla…le ayudé elevando mi culo y atraiéndolo con mis manos en sus tersa jóvenes nalgas.

- ¡Tu polla está completamente adentro de mí otra vez…! ¡Soy tan feliz, mi amor! ¡Aaaaaahhhhh! ¡Me vas a volver loca de placer!

- Mami, tu coño se siente completamente asombroso, solo con notarlo en mi glande, me sugestiona correrme dentro sin poder aguantarlo un minuto….

- Sí, claro que puedes y debes… solo te pido que aguantes un poco… y me des placer antes de llenarme de tu rica leche…. ¡¡Luego…Córrete bien dentro de mamá! ¡SIIII! ¡AAAHHHHH! ¡QUÉ GUSTO ME DAS MI AMORRR! ¡SOY TU PUTAAA, SOY TODA TUYA! Sigue así, mi amor, sigue follándome duro, corazón.

- ¡Joder…! ¡Cómo siento tu coño de apretado contra mi polla…! ¡Joder, qué tetas más buenas tienes! ¡Qué pena que ya no tengan leche…!

- ¿De verdad te gustan tanto mis tetas?

- Me vuelven loco, desde que te las vi la primera vez, y luego dando de mamar a la niña tan despreocupada de que yo estuviese mirándotelas… Por eso estoy deseando comerme estas tetas y sin están llenas de leche mejor.

- Pues cómetelas, mi amor, son para ti… y si quieres que estén llenas, antes debes llenarme el coño de leche y preñarme… ¡Vamos cabronazo, PRÉÑAME, preña a la puta de tu madre! ¡He venido dispuesta a que me hagas una panza!

- Siiií…. Quiero follarte mil veces, llenarte el útero y preñar tu panza.



IVÁN. Al tiempo que le chupaba los pezones a mi madre, con la mano le acariciaba el coño buscando su clítoris… se lo masajeaba con fruición, con mi polla bombeando adentro y afuera y mis dedos en su dura pepita, conseguí que soltara gran cantidad de líquido. Me salí, le besé el ombligo y me fui a comerle el coño, mientras ella con sus dedos se pellizcaba los pezones. Metía todas su vulva en mi boca, mis dedos se introducían follándola…notaba la dureza que posee en la parte superior de su conducto vaginal, insistí en su punto G.

- ¡Así, mi amor, justo ahí! ¡SIIII, mi pequeño!, ¡haz que mami se corra, sí, sigue! ¡Qué bueno mi vida… ahí está mi punto, ahíiiiii! ¡No pares por Diossss!

No lo dejé hasta que mi madre se estremeció en un orgasmo feroz… lo mantuve follándole el coño con mis dedos mientras continuaba convulsionando. Al rato, algo más relajada, me di la vuelta de tal forma que mi boca quedaba enfrente del coño de mi madre y mi polla estaba a la altura de su boca. Empezamos a hacer un fantástico 69. Cuando estaba a punto de correrme se lo hice saber a mi madre, que lejos de quitarse se tragó casi todo mi semen…, creo que me corrí como nunca lo había hecho en mi vida. Al levantarse se veía un hilillo de semen cayendo por la comisura izquierda de sus labios, se lo había bebido y se relamía los últimos borbotones que le resbalaron.

Había sido la mejor mamada de mi vida, y me la había hecho mi propia madre, tragándose la leche de la manera más natural que se puede hacer. La quise obsequiar con otro beso, en los labios y con lengua. En pocos minutos mi amigo estaba otra vez a tono. Cogí a mi madre y la metí nuevamente a la piscina mientras ella me rodeaba con sus piernas, la niña seguía jugueteando en la pequeña piscina hinchable muy cerca de nosotros. La apoyé en la pared mientras buscaba con mi polla la entrada de su coño. Cuando se la metí, su gemido fue alucinante…. se lo hizo ahogar besándome.

- ¡Siiii! ¡Qué bueno, amor, qué bien me estás follando! ¡Bendita juventud!

- ¡Ah! ¡Qué gusto es sentir como tu coño envuelve la polla!

- Lo que me estás dando, jamás nadie me lo había dado… ¡Gracias mi vida… por favor vuelve a llenarme… tu madre quiere andar bien preñada de su hijo!

Estaba de nuevo a tope follándome a mi madre viendo como sus tetas subían y bajaban con cada embestida, era más fácil hacerlo con la flotabilidad que nos daba el agua, sin embargo esa agua no facilitaba un mayor roce de mi tranca con su coño. Mi madre me abrazó y me besó mientras seguía con el mete y saca desbordado hasta que ambos nos corríamos… noté las contracciones de su coño y no lo soporté un segundo más.

- ¡Eres imparable! ¡¿Cómo puedes aguantar tantos polvos sin que se baje la dureza de tu preciosa polla?! ¡Bendita juventud, bendita sea tu salud mi amor! Tú me potencias la vida con de tu juventud… ¿Qué te puede dar tu madre?

- Me das lo que nadie me ha dado… cariño, amor, atención y sexo sin igual.

- Te amo demasiado mi vida ¡Os amo tanto a los dos que no sabría que hacer sin vosotros! Sobre todo sin ti ya no soy la misma ¡Te necesito dentro y fuera de mí cada día, cada noche... en cada momento!

Salimos de la piscina completamente desnudos tras confesarnos nuestro amor mutuo. Mientras nuestras prendas flotaban por el otro extremo de ésta. La ayudé a secarse y fuimos a la habitación tras coger a la niña.



LARISSA. Nunca había sentido tal placer, por su potencia inagotable y por el morbo de ser mi hijo amado. La suya, era la primera verga que chupaba con tanto deseo e intención de saborear el semen que saliera de ella. Era realmente delicioso comerme el esperma de mi niño, no porque fuera leche de macho, sino porque era la de mi hijo.

Me coloqué de rodillas intercambiando miradas entre su verga y sus ojos. Sumisa como una puta dispuesta a darle todo el placer que una hembra puede darle a un macho. Empecé a chupar desde sus huevos, levantando su polla con mi mano para poder lamer cada lugar, cada centímetro de su bolsa escrotal. Me excitaba ver como su punta formaba una gran bola brillante despejada del prepucio supurando su rica lubricación, sus venas marcándose por el bombeo de sangre a fin de rigidizar todo el mostrenco que mi hijo posee, y sus ciclópeas bolas hinchadas, podría estar admirando esa obra de arte todo el día sin cansarme, mucho más gozando con ella dentro de mi cuerpo.

- ¡Tienes una verga muy hermosa y unos huevos fastuosos! ¡Estás hecho para ser un fornicador nato… un gran semental… y eres solo mío!

Su olor me encanta, nada huele mejor que la gran polla de mi hijo. Lo miré a los ojos.

- Hijo, ¿quieres que le dé una mamada para que te sientas mejor? ¡Te recuperas tan rápido, que pienso que no te dejo satisfecho…!

- ¡Claro mami! Si me satisfaces, aunque es culpa tuya que me mantenga tan empalmado, me pones muy cachondo… ¡Me encanta follarte! Me excita demasiado que me dejes hacerlo a pelo... es lo más.

- Si no fuera a pelo no lo entendería… Nunca te obligaría a follarme con condón, y yo necesito sentir los chorros de leche que me eyaculas dentro.

Su erección era colosal. Es increíble su hercúlea virilidad. Si apenas acaba de correrse ya vuelve a estar duro con solo unas caricias de mi parte o mi sugestión de darle mi coño… es un macho tan salido, que entra al trapo con poco que le sugiera poseerme.

- Ahora me toca a mí.

Dijo mientras lamía todo mi coño carnoso, húmedo y caliente como una estufa, que arrojaba gran cantidad de juegos orales con mis labios, mi clítoris y me candente interior vaginal. En ese momento nada más en el mundo existía, solo el placer, la niña durmiendo como un ángel bendito, y mi hijo con la ganas de poseerme intactas. Hicimos un 69 hasta que nos pusimos nuevamente a tono, sintiendo cada uno el sabor del otro…me aseguraba que le encantaba el sabor de mi coño, como a ningún otro hombre que lo haya probado con anterioridad.





IVÁN. Enseguida se me puso dura y se me empalmo. Tuve miedo de que eso la asustara, pero mi madre enseguida me cogió la polla, y empezó a masturbarme lentamente regodeándose en la paja, subiendo y bajando el prepucio sin pausa.

Aún no me lo podía creer que mi madre me estuviera masturbando, cuando de repente se metió mí polla en la boca chupándomela. Mamaba la polla lenta y profundamente, disfrutando de mi rabo. Se la metía hasta la garganta, aguantaba con mi polla dentro de su boca, y se la sacaba absorbiendo hasta llegar a mi capullo donde rozaba sin cesar todo mi frenillo. Yo le daba lo mismo en su coño comiéndomelo como si fuera una tajada de sandía, escurriéndoselo de la misma manera. Oímos un ruido de la niña y dejamos la posición. Tras comprobar que no era nada, volvimos a la tarea.

Se arrodilló ante mi polla y se la metió de una hasta el galillo, la mamaba con desesperada precisión moviendo su boca por toda la maza y los huevos… gemí un par de veces, pero mi madre continuó comiéndomela. Después se quito el albornoz que se puso para ir a ver a la niña, dejándolo caer, y sus pechos grandes, redondos y firmes quedaron a mi vista igual que su gordo coño rasurado. Mi madre se empezó a frotar el coño lentamente, se subió de pie en la cama dejándome a mí en medio, y colocándose en cuclillas sobre mí, agarró mi polla y la colocó con soltura en la entrada de su coño.

No me lo podía creer, mi madre estaba a punto de montarme como una zorra. Abierta de piernas de cara a mí, me mostraba como su raja se expandía a la entrada de mi cipote. De repente mi madre dejó caer su cuerpo y se penetró con mi polla hasta que todo su cuerpo quedó sobre el mío, con el coño aplastado contra mi pubis. Mi madre gimió, mientras yo aguantaba hacerlo.

Colocó sus rodillas sobre la cama, y poniendo sus manos en mi pecho sin dejar de mirarme, empezó a saltar lentamente. Luego aceleró el ritmo y yo no pude dejar de jadear. Mi madre saltaba, se la metía entera y se movía en círculo, adelante y atrás. ¡Qué bien folla mi madre! Salto cada vez más deprisa y cuando estaba a punto de correrse jadeo y gimió como una autentica puta. Se notaba que le polla de su hijo le gustaba. Al final se corrió dando fuertes golpes sobre mi cuerpo y clavando sus uñas en mis hombros. Se la sacó y volvió a chupármela. Estuvo por lo menos dos minutos… la endureció y la puse a cuatro patas… se la metí cuando elevó su culo y posó sus tetazas sobre las sábanas sumisa a mis deseos más impúdico.

Ver el culo de mi madre abierto a mi total disposición me hizo dudar sin metérsela por el coño o por anillo del culo. Llevábamos ya media hora follando, pensé que a ella le gustaría que fuese por la vagina, de modo que la metí de una hasta el útero y no tardé en correrme sujetando su culo con metidas duras hasta el fondo… Estallé en un fuerte orgasmo que me dejó relajadísimo… me corrí en la boca de su trompa de Falopio. Le besaba los labios, su cuello y sus tetas mientras mi polla eyaculaba inseminando el útero de mi madre. Ella apretaba y soltaba con su vagina como mamando la polla con sus paredes vaginales y ordeñándomela a conciencia. Tras sacarla me la mamó más lentamente haciéndome la limpieza que toda madre le profiere a su retoño.

Al despertar estaba aterrado, mi madre se había marchado. Habían pasado tres horas desde que follamos y no sabía dónde había ido. En mi mente aún estaban sus dulces gemidos como canto de sirena.

Al poco rato sentí el motor del vehículo y mi madre saliendo de él.

- Hijo, hice algo para ti.

Mi madre se había cortado el cabello, dejando a la vista su cuello, usaba aretes largos, el collar de perlas no se lo quitaba porque sabe cuánto me excita y llevaba un vestido entallado que dejaba sus hombros desnudos donde pude apreciar que se había tatuado un “Ave Fénix”.

- Corazón, me has hecho renacer de las cenizas. Soy la mujer más feliz del mundo… y me he tatuado tu nombre en un lugar especial que solo tú verás.

Luego se abrió el vestido dejando ver una ropa interior de encaje muy sexy y pequeña, en lugar de esas gruesas bragas de algodón. Se quitó las bragas y vi que en su depilado el coño, se había tatuado también un corazón sobre el clítoris y dentro del corazón mi nombre… estaba maravillado.

- Bien, ahora abre las piernas que voy a entrar dentro ti.

- Sí, Iván este coño está hecho para recibirte… contestó antes de perder mi polla dentro de su caliente y húmedo coño. - Y tiene tu nombre, el dueño del mismo.

- ¡HHMMM está tan apretado… con lo follado que te lo tengo! Gritó al sentir los labios de su coño cerrándose alrededor de mi tiesa polla. - Sí, por favor eso es, sí AAAAAGGGGGHHHH tan asombroso... tan apretado... tan húmedo. Gemí al notarla montada sobre polla, dentro y fuera.

Puso los ojos completamente en blanco, mientras un gemido gutural salía de su garganta. -“¡AAAAAGGGGGHHHHH!" Ambos gemimos al notar su enésimo orgasmo.

Nos apaciguamos.

- Amo todo lo que está pasando… y quiero que continúe, que ocurra todas las noches, todos los días…a cada momentos que tengamos de intimidad. Pero hay una cosa que demos solucionar.

Cogió crema para afeitar, lo embadurnó y me afeitó los pelos alrededor de mi escroto metiéndolos en una bolsa donde se encontraba su cabello. Trajo una bolsa conteniendo los restos de su cabello y su ropa interior de algodón, procediendo a tirar a la basura. .

A la mañana siguiente…

- ¿Crees que necesita un poco de ayuda para despertar al monstruo?, ella dijo aun medio dormida mientras se movía hacia mí agarrando mi dura polla.

- ¡Claro que no, pero una ayuda siempre viene bien, ¿por qué no?! Comenzó a mamarme la polla. Otra vez haciendo gran uso de su lengua.

- ¿Te gustan la forma en que tu madre mama tu gran polla dura...?

- ¡Oh, sí mamá eso es asombroso! Haces perfecto uso de tu lengua.

- ¡Sí, mi cielo! Sabes que haré todo lo que me pidas. Me dejaré follar como tú desees, gózame y hazme gozar, métemela lo más profundo que puedas… hasta sentir tus huevos… los quiero golpeándome en el coño…

- ¡¿Quieres que te folle duro?!

- ¡Sí mi vida, fóllame como la puta que soy! ¡OH! ¡SÍ, CARIÑO MÍO, ESTAMOS COMETIENDO EL MÁS MORBOSO DE LOS INCESTOS! Pero no voy a renuncia a ser tuya cuando desees…

- ¡¿Eres feliz con mis folladas?!

- ¡¡El coño de mami se siente feliz y bien follado por mi macho, mi semental… mi esposo!! Necesito estar lleno de ti, de tu caliente polla y leche espesa.

- Se siente increíble cometer incesto contigo, mami. Es lo mejor del mundo, tanto que puede que me vuelva adicto a tu coño. ¿Qué tal se siente mi polla?

¡MI COÑO SE SIENTE TAN BIENNN, NUNCA ME HE SENTIDO TAN PLENA! ¡AAAHHHHH! ¡SIGUE ASSIIIII! ¡AHHHHHHHHH! ¡PENETRAME MÁS DURO! ¡ME ENCANTA! ¡SIGUE ASSSIIIII! ¡AAAHHHHH!.



LARISSA. Iván continuaba embistiéndome sin parar y yo estaba loca de placer, ponía los ojos en blanco y deseaba que me siguiera embistiendo con su polla, que nunca me la sacará del coño hambriento que tenía, estaba extasiada. Media hora después estábamos llegando los dos juntos al orgasmo… él a su primero, yo al tercero.



IVAN. Todos los días me follaba a mi madre de la misma manera, a saco. Después de que me chupara la polla, se embadurnó todo el cuerpo con aceite de coco, y luego lo hizo con mi polla, me la cogió con una especie de plástico de manera que la polla se me quedo muy hinchada. Mi madre se coloco en cuclillas y amarrándome la polla la colocó en la entrada de su culo.

Me miro y dijo algo que me dejó loco.

- Espero que te guste darme por el culo, como te gusta todo lo demás.

Empujo fuertemente con su cuerpo penetrándose analmente. Mi polla se abrió paso, y lenta, pero firmemente entro en su culo abriéndoselo. Mi madre gritó durante toda mi entrada, y cuando la tuvo toda dentro de su culo, la aguantó para que se acostumbrara. Se movió en círculo y jadeo.

No me podía creer que pudiera llegar a tener alguna vez mi polla dentro del culo de una mujer y menos dentro del culo de mi madre. Ella empezó a saltar, y a medida que su culo se ensanchaba, iba volviéndose más accesible, aceleró el ritmo.

Mi madre no paraba de jadear mientras se frotaba todo el coño, no tardo en correrse, dándome fuertes embestidas, y haciendo que su culo se cerrase muy de vez en cuando presionándome el tronco de mi polla. Me corrí dentro de su culo, y mi madre apretó totalmente con su cuerpo. Cuando se levanto, me quitó la argolla que obturaba la raíz de mi polla y tumbándose sobre mí, me susurro algo al oído.

- Una vez tuve el morbo de follarte cuando empezaste a pajearte, hijo mío. Eras ya un hombrecito y me acercaba a mirarte después de saber que te habías hecho la paja para dormir…, muchas noches pensaba fueras tú quien se acercara a mi cama mientras dormía y me follases, para que no tuvieras que derramar su néctar fuera de un coño, que es donde debe estar…

- te he deseado muchas veces haciéndome mil pajas…

- Ya me imagino…, las madres no deberíamos dejar que los hijos pasen tantas penurias sexuales, pudiendo acogeros en nuestro seno… dentro del coño.

Una noche en que mi madre había vuelto cansada del trabajo, decidí acercarme a su cama, pensé en lo que me dijo de cuando yo era una adolescente imberbe, no creo que me dijese nada si se despertaba mientras me la estaba follando.

Estaba nervioso cuando me tumbe a su lado. Ella estaba desnuda tumbada boca arriba. Parecía dormir. Eche aceite de coco por todo su cuerpo y luego se lo fui extendiendo por su cuello, sus tetas que apreté a frote, dejando que mi madre jadease, por su barriga y por sus muslos…, y cuando llegue a su entrepierna, metí la mano presionándole el coño para continuar frotándoselo.

Mi madre gimió fuertemente, y yo empecé a frotárselo con deseo, metiendo de uno a tres dedos dentro de su coño. Noté como sus pezones se habían puesto duros. Agarré sus dos etas fuertemente presionándolas una contra la otra, y empecé a lamérselas absorbiendo de sus pezones.

Luego bajé mi boca hasta dejarla entre sus muslos. Mi madre abrió sus piernas totalmente, dejándome ver su vulva rasurada. Me dirigí a su coño, abriendo mi boca metiéndomelo dentro. Le comí, chupe, saboree y deguste el coño de mi madre, que empezaba a gemir como una autentica fulana cuando castigaba su duro clítoris.

Rodee sus muslos con mis brazos tirando hacia mi cara al igual que empujé con mi boca hacia ella, mientras mi madre no dejaba de gemir. Cuando mi madre tuvo el coño totalmente hinchado y húmedo, me coloqué de rodillas frente a ella, frotando mi polla dura contra la raja húmeda. Encaré el rabo en su entrada y sujetando a mi madre de la cintura tiré de ella penetrándola de un solo golpe fuerte. Mi madre gritó y se retorció…

- Si, eso es, fóllate a tu madre sin parar… ¡Y no te olvides de preñarme…!

Me quedé helado, cada vez estaba más seguro que preñaría a mi madre, tal vez ese mismo día y momento… empecé a moverme sin que ella dejara de jadear. Cuanto más rápido me la follaba, mas rápido se movían sus tetas de un lado a otro. Se las agarré fuertemente y aceleré el ritmo. Poco después, volvía comerle el coño, pero esta vez extendiéndole aceite por su ano con mis dedos. Primero le metí uno en el culo, pero mi madre ni se inmuto. Hicieron falta dos dedos moviéndolos rápidamente en su culo para que mi madre jadease sin parar, mientras le comía el coño. Cuando flexione sus piernas y se las abrí, mi madre se las agarró de las rodillas sin abrir sus ojos. Estaba claro que mi madre estaba deseando que su hijo le diera por el culo, su primera follada… la iba desvirgar.

Su culo estaba totalmente en pompa, encaré mi capullo en su botón, y de dos fuertes empujones penetre totalmente su culo, apretando con toda dentro. Mi madre gritó y me pidió con sus ojos abiertos mirándome a los míos, que me la follara.

Me tumbe sobre ella comiéndole el cuello a la vez que bombeaba en su culo.

Di por el culo a mi madre lentamente y hasta el fondo, rápido y hasta la mitad, fuerte y rápidamente hasta el fondo, llegando a correrse dos veces con mi verga en el interior de su culo. Yo continuaba follándomela ya que no me había corrido aun. Pero no tardé mucho hasta que sentí como me venía un fuerte orgasmo. Y empecé a susurrarle al oído obscenidades para que se pusiera más cachonda.

- ¿Te gusta verdad?, ¿te gusta que tu hijo te folle tras un duro día de trabajo? ¿Sientes la polla de tu hijo abriéndote el culo? Eres una guarra y una puta que se folla a su hijo y le permites que te dé por el culo ¡Me encanta desvirgártelo!

Mi madre no dejó de jadear hasta que un gran orgasmo la hizo estallar, retorciéndose, y apretándome la polla con su culo. Su orgasmo duró casi lo mismo que el mío, quedándose casi desmayada. Me coloqué a caballito sobre su barriga, para meter mi polla entre sus tetas y hacerme una cubana. Estuve así un rato hasta que el mirarla vi que sus ojos estaban abiertos y me miraba. La polla deslizaba bien con el aceite.

- ¡Vamos córrete en mi boca! Es la única cavidad que te queda por llenar hoy...

Yo me quede parado, no sé si por miedo o por vergüenza.

- ¡Vamos cabrón, acaba lo que has empezado! ¡Córrete en la boca de tu madre!

Me levante y sin pensarlo penetre la boca a mi madre, follándosela lentamente. Mi madre no se resistió y abriendo su boca me la mamó a tope, con chupadas ostentosas. Llevó sus dos manos a mi trasero presionándomelo ligeramente y cuando me fui a correr, mi madre apretó mi culo totalmente haciendo que mi polla se introdujera en su boca y me corriera dentro la garganta…. Mi madre se trago todo mi semen.

Oí la voz de mi madre… “Iván, Iván vas a llegar tarde al instituto…” Me desperté completamente empapado en sudor y mis calzoncillos llenos de leche. Había soñado con follarme a mi madre y me había corrido. Me sentía un depravado. No pude mirar a los ojos a mi madre durante todo el día…, cogí la mochila con la comida y los libros y me largué corriendo a la parada del bus.



LARISSA. Desde que mi hijo nació se convirtió en el amor de mi vida, tras su marcha fuera y divorciada, comprendí que no podía vivir sin él… se hizo el hombre de mi vida.

Hoy me haré un tatuaje en mi nalga con el nombre de mi hijo, para que todo el mundo lo sepa cuando pasee por la playa y lo vea. Luego de sorpresa le daré mi anillo de compromiso en una cena romántica. Solo tengo que convencer a mi amiga Clara para que se quede con Nadia hasta mañana, nuestras hijas se llevan bien, no creo tener problema para tener una cena romántica con mi hijo.

Pedí el traslado a la ciudad para estar junto con mi hijo. No hubo problema tras más de quince años trabajando para la misma compañía aseguradora, me había adaptado muy bien al nuevo puesto y ya tenía un par de amigas, madres de compañeras de Nadia en el colegio.

¡Soy la mujer más afortunada del mundo y me encanta estar preñada de mi hombre!

IVÁN. Recuerdo la primera vez que la vi como mujer. Estaba en la adolescencia, abrí la puerta del baño, somnoliento, sin percatarme que se estaba bañando, vi la blancura de su piel, sus tetas con pezones marrones, su coño totalmente pelado, su cuerpo olía tan bien y brillaba. La vi tan hermosa. La mujer más hermosa del mundo. Desde entonces se convirtió en la protagonista de mis pajas y sueños húmedos.

A mi novia Hanna, le excitaba que la comparase con mi madre. Sus mayores orgasmos se daban cuando fingía ser mi madre gritando… - “¡Fóllame como a tu madre!”. Con ella aprendí la pasión del sexo, a controlar la eyaculación precoz, conocer el cuerpo de una mujer y buscar los puntos de mayor placer. Al cabo de un tiempo terminamos, pero nunca olvidaré lo que aprendí de ella.

Me mudé a mi propio apartamento para no tener la tentación de poseer a mi madre y romper su matrimonio, pero se rompió de todos modos. Todo estaba bien hasta que ella se quedó sola con la niña, y se vino a vivir conmigo para ser una familia unida.

Esa noche me dijo que era especial y que me tenía preparada una sorpresa. La cena fue muy bonita y romántica… la sorpresa fue que me pidió ser su esposo, pensaba que eso era al revés, del hombre a la mujer, pero nada entre mi madre y yo era normal… le dije que sí, claro está… seríamos esposos en casa y madre e hijo en la calle.

Caminamos de vuelta disfrutando de la brisa de primavera. Eran alrededor de las doce de la noche. Tuvimos la enorme suerte, al llegar a la entrada del edificio, de que el ascensor se encontraba vacío. Apenas se cerró la puerta comenzamos a besarnos apasionadamente. La ayudé a subirse en mis brazos, la llevé a nuestra habitación en volandas con un vestido largo hasta los talones de una pieza, sostenido con solo un par de tiras, que dejaba ver adivinar el contorno de sus curvas. Sentía que tanto mi piel como la suya estaba hirviendo, que nuestras bocas se encontraban con desesperación, que nuestras manos sabían perfectamente sus objetivos. Una vez abierta la puerta del ascensor, ella sacó rápida y diligentemente la llave de su bolso. Ni un atisbo de la torpeza que siempre acompaña esa noche. Una vez cerrada la puerta detrás de nosotros, no tuvimos tiempo siquiera para encender las luces.

Yo sabía cuál era mi objetivo. Introduje mi mano debajo de su falda, mientras la seguía besando con furia, buscando su entrepierna. Al alcanzarla y sentir ese gemido conocido que me encantaba, seguí con mi tarea primero por encima de la tela, con la intención de continuar debajo de ella. Una de las tiras del vestido cayó dejando ver su sostén, quité el otro. El vestido se deslizó por sus piernas dejándola solo con la ropa interior. Besé su cuello, mi madre suspiró. Nuestras lenguas se enlazaron en un húmedo beso francés, lascivamente lujurioso que se transferían las babas.

La acosté en la cama y besé su cuerpo. Besé su cuello, lamí sus orejas y sin decirnos nada, levantándose un poco, aflojé su sostén. El espectáculo de sus tetas desafiantes me llevó a besarlas con ternura, aumentando mis caricias con mi lengua y mordiendo delicadamente sus pezones duros. Relamí cada centímetro de sus tetas, de sus pezones, lamí el contorno de sus grandes masas mamarias hasta llegar a sus sobacos depilados, lo cual me pareció increíble, pues ella se retorcía producto del placer.

Adoro todo lo suyo. Cuando ya casi alcanzaba mi ansiado objetivo, ella me detuvo. Al mirarla preguntando con mis ojos qué sucedía, puso su índice en mis labios. Me besó en la boca y en el cuello, bajando lentamente hasta enfrentarse a mi entrepierna. Ella desabrochó mi cinturón, desplazó después los botones correspondientes, todo para introducir su mano dentro de mi ropa interior y sacar mi desesperación de su encierro opresivo. Sus labios rojos comenzaron a consumirme con fuerza y profundidad. Una mano se apoyó en su nuca, sin ánimo de dirección, sino de caricia y gratitud.

Sus labios lograron activar las dos sensaciones que todo hombre desea… que ese placer no acabe con el siguiente y que el calor corporal del deseo mezclado con alcohol se concentre donde se hallaban hace poco sus labios. Con un movimiento firme de mi mano la separé de su ensimismamiento y la levanté frente a mí. La besé apasionada y agradecidamente para después tomarla por la cintura y girarla, poniéndola en frente de la cama. Le saqué el bolso que aún colgaba de su hombro, lanzándola a un rincón, para posteriormente empujarla suavemente contra la cama. Ella entendió mi intención, poniendo sus rodillas encima del borde del colchón y levantando lentamente su culo respingón. Procedí a levantarle la falda lentamente mientras mordía sus muslos a través de sus medias negras caladas. Ella acompañaba cada mordida con suspiros que se fueron transformando en gemidos. Una vez que posé mi boca en su entrepierna, por encima de su fina ropa interior, escuché su aprobación en forma de gemido largo e intenso. Después de algunos minutos mordiendo con mis labios aquella zona, me alejé y le bajé su ropa interior hasta la parte baja de los muslos. Ella intentó levantar sus rodillas, pero la contuve. Deseaba verla en esa posición. Sus pies con los tacones negros de aguja, seguidos de sus medias caladas negras, coronado con el vestido subido hasta la cintura con la magnificencia de ese culo respingón.

Después de quedar embobado por unos segundos, volví a posar mis labios en su carnosa vulva de labios salidos como pétalos de rosa. Al juntar mis labios con sus vaginales… ella dio un respingo, casi como si le hubiesen dado un golpe de electricidad. A sus labios los mordía con los míos, los apretaba, me alejaba de ellos recorriendo sus alrededores para después volver a besarlos y lamerlos. Después de unos minutos ella comenzó a comunicar sus ganas de ir más lejos ofreciéndome su culo respingón en la forma de movimientos hacia atrás y hacia adelante. La ignoré. Seguí con mi trabajo con los labios interiores hasta que en un momento puse mis manos alrededor de sus muslos y comencé a acariciarlos. Cuando sus movimientos ya denotaban una suplicación de follada al más puro estilo perro, apreté sus muslos con fuerza e introduje mi lengua hasta el fondo de sus labios interiores. Un “aaaah” desde el fondo de su garganta me dio la bienvenida.

Mientras seguía ateniendo a sus labios interiores, a su cavidad, pero sobre todo al espigado clítoris, un pensamiento cruzó mi mente y elevó mi temperatura corporal. Al mismo tiempo, los gemidos de mi madre comenzaban a acelerarse por lo que aproveché de seguir su ritmo. Aplicando esa técnica que siempre me había dado buen resultado, saqué de mi bolsillo un condón y comencé a ponérmelo sin detener mi tarea, ella me espetó sin clemencia…

- ¡¡Ya te dejé claro que nunca necesitarías condón para follarte a tu madre!!

- ¡¿Quieres que te vuelva a follar a pelo…?!

- Ahora y siempre… Con tu madre no te hace faltan condones… ¡Sabes cuanto deseo que me dejes preñada! ¡¡Hazme un panza enorme, por favorrr!!

Pocos minutos después comenzó a decir algo casi inaudible “sigue…sigue…sigue”, por lo que llevé mi pensamiento lentamente a la práctica. Introduje dos dedos dentro de ella, los cuales recibió como una agradable sorpresa. Continúe besándola, ahora en su clítoris, y cuando noté que su orgasmo era inevitable, me dirigí a besarle su culo, lamiendo desde el ano al clítoris pasando por el perineo y entre los carnosos labios. Su primer orgasmo llegó entre gritos. Mi trabajo en su coño tenía su primer éxito.

Pasé mi lengua por su vientre y tiré de su tanga con mis dientes hasta sus rodillas. Me concentré las corvas, ya que es el punto erótico de mamá. Mi madre gemía, en sus braguitas se podía notar una gran humedad formándose. Deslicé sus bragas pasando sus dedos por su vagina pelada. Sonidos acuosos y un olor fuerte llenaron la habitación, mi madre estaba en su punto de ovulación con la feromona a tope.

Sumergí mi boca en toda la extensión de sus labios vaginales, chupándolos, pasando mi lengua por todo ese vértice de lujuria que ahora era mío y que estaba dispuesto a beber por todo el tiempo del mundo. La besé y chupe con ferocidad, como un poseído, relamiendo sus labios y su clítoris, pasando mi lengua por toda el área de sus piernas abiertas. Sentí la textura de sus labios vaginales, casi me ahogo porque mi madre vertía cada vez más y más jugos salados, ácidos y calientes. Hasta llegar a la entrada de su precioso ano…. Retomé el camino contrario degustando cada gota de sus fluidos que manaban desde su alma entregada al deseo. El sabor y el aroma de su sexo era el más poderoso bálsamo que jamás bebí, hasta que mi hermosa madre no pudo más y estalló en un delicioso orgasmo, sollozando como una jovencita recién desvirgada.

Chupé su vulva. Su clítoris se endureció, me dediqué a lamer cada poro, cada milímetro de piel. Abrí su pierna derecha y la puse encima de mi hombro, y abriendo sus piernas, su cuerpo se tensó hasta que explotó en un nuevo orgasmo arrojando grandes cantidades de jugos, eso hizo que me excitara. Introduje mi lengua lo que más pude tratando de dilatar ese orificio de placer. Seguí lamiendo su sexo y su clítoris.

Posteriormente, me puse en pie, acercando mi boca a su oído y ubicándome en la entrada de sus labios. “Lo quieres?” le pregunté, respondiendo con un “¡siii!”. Fue en ese momento que me bajé el pantalón, no lo podía soportar más y me denudó ella con desesperación inusitada… Continué besándola, colocándola de lado, después de pasar mi lengua por su cuello, espalda, cintura y sus caderas donde me detuve a mordisquear sus nalgas infinitas. Estaba enloquecida…, gemía y se retorcía.

- Gracias hijo por amarme… me has hecho feliz en aceptarme como tu esposa.

- Te quiero y te amo para siempre a mi lado. Eres mi bella y sexy mujer.

Enfilé mi estaca en su entrada y se la clavé a fondo. La polla entró igual que un pez en el agua con un mete saca cadencioso aumentaba gradualmente de intensidad. Mi madre clavó suavemente sus uñas en mi espalda mirándome fijamente a los ojos. De un solo golpe llegué hasta el fondo de su ser en un puyazo duro deseándola sentir. Ella respondió con un grito de placer y sorpresa. Yo respondí moviendo ligeramente mis caderas hacia arriba, hacia abajo y hacia el frente para que se sintiera absolutamente penetrada notando la rigidez y extrema dureza de mi cipote. Nos conocíamos y el “¡ah, ah!” fue la respuesta que esperaba. Tengo la fortuna de decir que todas las mujeres que he penetrado se han sentido llenas. Mi madre no fue la excepción, sintiendo cómo sus labios apretaban mi base. La unión perfecta entre vaina y espada era completa.

Mi penetración consistía en sacar un tercio para volver a entrar con fuerza, en una sucesión que terminaba con una salida total y una penetración con todas mis fuerzas. Ella conocía mi ritmo. Deseaba calentarla aún más. Cuando sentí que sus jugos aumentaban, le di una fuerte palmada en su culo, a lo que ella respondió con un gemido de placer. Así, comencé a acelerar la profundidad y cantidad de mis penetraciones, acompañándolas siempre con palmadas en ambos lados de su culo. Mamá me comunicó con el vaivén de sus caderas y el volumen de sus gritos que continuara. Dos minutos después vivieron nuevamente sus “sigue… sigue… sigue!”, coronados por un enorme orgasmo lleno de gemidos y espasmos corporales.

En el momento en que los gemidos comenzaban a apagarse, la volteé en la cama, poniéndola frente a mí. Me subí encima de ella, ubicándome nuevamente en su entrada. Estaba vez entré gentilmente mientras la besaba. Me fui hundiendo en ella mientras le mordía su cuello y le apretaba sus muslos. Quería ser correcto y darle un descanso después de aquellos dos exquisitos orgasmos. Le hice el amor durante varios minutos hasta que, en un momento, entre suspiros y gemidos, me dijo al oído

- ¡¡Haría cualquier cosa por ti!!

Superando la sorpresa inicial, le contra dije preguntándole…

- ¡¿Lo que fuera?!

A lo que contestó con un sí, hasta su propia vida.

En ese preciso momento me salí de ella. Poniéndome de rodillas, la tomé con fuerza volteándola. Su culo respingón estaba nuevamente en frente mío. Ella estaba completamente sorprendida de que no continuase follándola a saco. Mientras tanto bajé mi mano para ubicarme dónde tanto lo deseaba. Mi deseo era tan grande que no me pude contener. No pude ser un caballero, tampoco un gallardo enamorado, sino un amante preso de la lujuria. Una vez ubicado mi glande en la entrada de su entreabierta raja, la penetré con fuerza tomando su culo con ambas manos, después de mi comida y sus orgasmos, estaba totalmente lubricado. Sin que ella lo supiera, su culo deseaba abandonar la clandestinidad para siempre, y ser de uso común en nuestras sesiones.

Como toda ella, su culo era absolutamente delicioso. Su resistencia, cual mantequilla al sol, tenía una resistencia que me llevaba a placeres inimaginables. Mi madre gimió muy callada, pese a la sorpresa y dolorcito de ensanchar tan apretado botón. Decidí parar y decirle al oído…

- Relájate y disfruta… nadie te habrá dado por el culo tan ricamente.

La terminé de penetrar completamente con suavidad y dulzura, nuevamente moviendo mis caderas hacia arriba y hacia abajo en el proceso. Continué siendo gentil con mi virgen por unos minutos hasta que volví a sentir que lentamente volvían sus gemidos de placer. Un morbo que nunca había sentido antes en mí comenzó a dominarme. El morbo de ser veintidós años menor, haciéndola sentir un placer desconocido. Sabía que se había mantenido poco usada por el culo, pues ninguno de sus amantes había logrado convencerla con la facilidad que yo lo lograba, no porque se lo hubiese preguntado, sino porque sabía que nunca nadie había sacado esa puta que llevan todas las mujeres dentro. Puta, no en el sentido de dominación machista o del pago en dinero, sino puta que se entrega al placer sin importarle nada más. Ese ser puta que es el estadio superior de las amantes femeninas. Yo sabía que con eso la haría “mi puta” para siempre. De solo recordar cómo lo gocé me calienta el cuerpo. El contacto de mi pelvis con su culo respingón no hacía más que invitarme a volver a sumergirme. El morbo me hacía hablarle lascivo al odio. Sabía que debía acompañar la destrucción de su última línea roja, haciéndola sentir lo más puta posible.

- ¡¿Te gusta que te rompa el culito?! Comencé a decirle al oído. - ¡¿Te encanta que tu hijo te reviente ese culito respingón?!

- ¡Nunca, que me dieran por el culo fue tan deseado por una mujer…!

Seguí hablándole sucio al odio mientras la penetraba, sin que aún ella respondiera, hasta que llegué al momento clave… podía salirme hasta la punta y volver a entrar completamente sin resistencia alguna. Más aún, cuando la llenaba recibía un gemido de aprobación. Entonces, decidí llevarla hacia el último estadio de placer. La volví a penetrar fuerte y completamente. Ella respondió con un gemido. Entonces, quedándome completamente quieto, me acerqué a su oído y volví a preguntarle…

- ¡¿Te gusta que te rompa el culito?

A lo que ella respondió que sí… mucho.

- No te oígo, mentí.

Ella volvió a decir que sí. Repetí mi frase mientras la comenzaba a penetrar con más velocidad. Después de la tercera vez que pregunté su respuesta fue un largo “siii!!!”.

Entonces me enfoqué en que tuviese su orgasmo. Mientras le mordía el cuello la penetraba sin miramientos. Entonces logré sintonizarme con ella, su culo se afianzaba una y otra vez contra mi pelvis, y yo la clavaba hasta los mismos huevos sin compasión. Sus gemidos fuertes comenzaron a transformarse en gritos que aumentaban a cada momento. De manera exquisita su culo estaba totalmente lubricado y me invitaba a romperlo.

Logrando controlar mis ganas de correrme, seguí acoplado a sus tiempos hasta que supe que su orgasmo era inminente. Aceleré con las fuerzas que me quedaban, sobando a su vez el clítoris con mi mano derecha y la izquierda en sus tetas, tirando de ellas como si de unas riendas de yegua desbocada se tratase… hasta que ella tuvo su orgasmo, casi estrangulándome con su culo en el proceso. Nunca había gritado tan fuerte y mis ganas de llenarla se incrementaron afanosamente. Subí sus piernas a la altura de mi rostro besando y lamiendo sus bellos pies de uñas pintadas de rojo, preciosos. Mientras le colocaba en la entrada de su vulva todo aquello que tanto deseaba sentir en sus entrañas, nos comunicamos con la mirada, diciéndome que adelante… soy toda tuya. La penetré con fuerza por el coño, ella soltó un grito de placer demoledor, y sus gemidos aumentaban así como el vaivén de sus caderas, hasta que comenzó a gemir más y más, estallando un orgasmo prolongado… la convulsión de su corrida proporcionaba apretones en mi polla con sus paredes vaginales, mientras yo calaba el cipote hasta el mismo útero e inundaba sus entrañas con el semen que brotaba como un géiser de mi glande, directo desde mis huevos productores, a su matriz receptora.

 


 

Desde ese momento algo cambió para siempre entre nosotros. Ella supo que su coño, su boca y su culo siempre serían míos. Me confesó que sólo yo había sido el que la había hecho gozar como una puta, que el morbo de ser su hijo lo acrecentaba y se sonreía cuando paseábamos de la mano, sin que nadie sospechara que éramos amantes. Desde ese momento nos convertimos en esposos amantes para siempre.

A la mañana siguiente, mi madre se despertó confundida, fue a darle de mamar a la niña, sí, aun le daba teta con dos años y medio, luego se acuesta conmigo y me abraza. Me doy cuenta que está solo en un camisón transparente, me da de mamar a mí y sin soltar sus pezones, mamando como un descosido, comenzamos de nuevo a hacer el amor, sin salir de la cama bien entrada la mañana.

Terminó el día de clases y fui a mi apartamento. Al salir de la ducha, me encuentro a mi madre que vestía un anorak muy largo. Entra a la habitación se abre el anorak. Estaba completamente desnuda. Su pubis carnoso con el tatuaje que se había hecho en mi honor, en forma de corazón y mi nombre, ya no llevaba su anillo de bodas. Colocó sus brazos en mi cuello y me besó apasionadamente. Lamí por detrás de sus rodillas, exploré su cuerpo con mi lengua. Ella arrojaba grandes cantidades de flujo, hacía sonidos guturales, su rostro se puso completamente rojo en una mueca de placer. Al unir nuestros cuerpos la habitación se llenó de sonidos acuosos y la carne chocando con grandes gemidos. Luego me montó, su cuerpo subía y bajaba mientras mi lengua lamía su pezón que se movía rítmicamente… eyaculé tanta leche que pensé que me vaciaba como un pantano abiertas todas las esclusas evacuando por emergencia.

**************

Aquella mañana de viernes todo parecía normal, mi madre haciendo el desayuno para la pequeña en ropa ínfima y yo corriendo para llegar a las clases. Pero algo no era del todo igual… mi madre me sentó y me obligó a desayunar junto a ellas de manera mesurada, ella ayudaba a mi hermanita a comer sus potitos de fruta, mientras yo intentaba comerme el tazón de cereales con leche.

- ¿hay algo que nos quieras contar…?

- Sí, hay algo que debo deciros a los dos muy detenidamente, miré a Nadia que no entendía nada como yo, Lo que ocurre en casa entre nosotros dos ha tenido sus consecuencias, y ya imaginas cuales pueden ser…

Me quedé detenido mirando a mi madre, luego a Nadia y de vuelta a mamá.

- No es nada malo, sin todo lo contrario. Sinceramente lo he estado buscando desde el primer día y hoy he sabido que está creciendo una nueva vida en mi vientre, una criatura que ya tiene tres semana… ¡Voy a volver a ser madre y eso es algo que nos incumbe a los tres…! Especialmente al padre que ha engendrado este bebé en mi panza.

- ¡¡¿Voy a ser padre?!!

- Con veinte años vas a ser papá y tú Nadia vas a tener un nuevo hermanito.

Estaba en shock, pero pude reaccionar para besarla como jamás la besé… pasé todo el día sin creerme que iba a ser padre ¡¡Madre mía la que me esperaba en casa!!





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