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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

¡¡Préñame hijo!!

 


Saúl y Valeria. Saúl y Valeria subían las escaleras que llevaban al piso de arriba del chalet. Valeria, una joven morena, alta, guapa, de pelo corto y liso de piel bronceada natural con ascendencia mulata y amerindia de origen venezolano. Vestía una minifalda con la que le iba enseñando a Saúl sus largas piernas y sus bragas blancas, al llegar al descanso de las escaleras sintió la mano de su acompañante sobre el coño, giró la cabeza, sonrió...

- Este no era el trato. ¿Es que no puedes esperar?

Saúl, que era un joven, alto, rubio, de ojos azules de apariencia eslava y putero cómo él solo,.

- Estás demasiado buena para esperar.

Saúl subió los dos escalones que los separaban y al estar al lado de Valeria la empujó contra la pared, le echó la mano al coño y le comió la boca. Valeria hizo lo propio asiéndole la polla. Al dejar de besarse se puso en cuclillas, le bajó la cremallera del pantalón y sacó su polla semi dura. La metió en la boca y en nada se la puso dura del todo... Después de cantidad de meneos y de cantidad de mamadas, sin dejar de meneársela, miró para arriba.

- Avisa cuando te vayas a correr.

- ¿No te gusta tragar la leche?

- Por que me gusta tragar la lefa, es por lo que quiero que me avises. No quiero que se pierda ni una gota.

Poco después Saúl se corría en la boca de Valeria y tal y como le había dicho no dejó que se perdiera ni una gota.

Al acabar la mamada se fueron a follar a la habitación de la madre de Saúl. Valeria parecía tener prisa, ya que de la puerta a la cama fue dejando tras ella sus zapatos y su ropa. Al llegar a la cama se tiró a ella de un salto.

- A ver que sabes hacer, rubito.

- ¿Qué sé hacer? Ahora lo verás, negra.

Saúl, desnudándose, miró las tetas y el coño de Valeria. Las tetas medianas tenían pequeñas areolas oscuras y pezones grandes. Su coño estaba pelado con unos pocos pelos en el pubis… un vello negro disperso. La vulva brillaba por algunos de los jugos que su coño destiló mientras mamaba la polla, polla que en ese momento apuntaba al frente.

Se arrodilló entre sus piernas, le echó las manos a las duras tetas, le agarró los pezones y tiró hasta que Valeria se incorporó. Al tener su boca junta a la suya le metió un morreo del que salió perdiendo, pues ella besaba mejor que él. Luego le comió las tetas. Su lengua tumbaba los pezones, los chupaba, luego hacía círculos sobre sus areolas para a continuación mamarle las tetas... Se las trabajó bien trabajadas. Después empujó a la chica, Valeria, boca arriba.

- Quiero follarte yo.

- ¿Quieres montarme?

- No.

Valeria le cogió la polla con su mano derecha, puso el frenillo encima del glande de su clítoris erecto y moviendo su pelvis hacia arriba y hacia abajo, comenzó a masturbarse frotándolo contra el frenillo y la corona, al tiempo que le decía...

- Méteme mano en las tetas.

Saúl le magreó las tetas. Al ratito. Valeria puso la cabeza de la polla en la entrada de la vagina.

- ¡Mete…! ¡Vamos empuja y métemela, verás lo estrecho que tengo el coño…!

Saúl, magreando sus tetas, empujó y le metió solo el glande. Solo pudo meter el glande porque la mano cerrada de Valeria hizo tope y no dejó que entrara más. La volvió a sacar y siguió frotando su glande contra el frenillo y la corona. Así estuvo hasta que sintió que se corría sin remedio, en ese momento puso la polla en la entrada de la vagina, Saúl, que también estaba a punto, empujó, y se la metió hasta las trancas. Valeria exclamó...

- ¡Me corro! No pares de follarme… ¡Córrete dentro de mi coño, Por Diosss!

Se corrieron juntos, ella entre convulsiones y a él temblando cómo un adolescente en su primera corrida. Al terminar le dijo Saúl...

- Así nunca me lo habían hecho.

- Es que yo soy única… las venezolanas somos demasiado putas ¡Sabemos como jugar con los hombres!

- ¡¿A ver si te hicieron esto a ti por Santa Elena...?!

Sacó la polla, metió la cabeza entre sus piernas y comenzó a lamerle el coño a Valeria.

- ¡Joder que guarro eres!

Saúl le echó las manos al culo, la levantó y con los labios mojados con su leche y los jugos de la corrida le preguntó...

- ¿Sigo?

Valeria le contestó echándole las manos a la cabeza y llevándole la boca a su coño. La lengua de Saúl hizo maravilla es su coño y en su ojete hasta que Valeria le clavó las uñas en la espalda.

- Joder cabronazo… ¡Me corro!




Rebeca y el puto gigoló. Rebeca, una viuda en la cuarentena, de piel blanca y rubia, de estatura mediana y voluptuosa, estaba en la cama de un hotel con las manos esposadas a la espalda. Un gigoló treintañero, muy guapo, moreno, de complexión fuerte, lamiéndole el coño...

- La corrida que me acabas de dar en la boca ha sido la más rica que he tragado.

- Eso se lo dirás a todas.

No le respondió, sacó la polla y se la puso en los labios, Rebeca abrió la boca y se la mamó… el chico veía que debía acabar la faena por todo lo alto.

- ¿Quieres volver a correrte con otro anal o quieres correrte ya con el vaginal final?

- Si hay tiempo, fóllame el culo otra vez.

No quedaba tiempo para correrse primero con un anal y después con un vaginal. El gigoló se puso un condón, le echó lubricante, la puso a cuatro patas y luego le lamió el ojete, al tiempo que con las manos pringadas de lubricante le magrea las tetas. Al rato le metió la punta de la polla dentro del culo.

- ¡¡Empuja, cabrón…Reviéntame el culo!!

- ¡Fóllate tú misma el culo, puta…!

Rebeca no se lo pensó, empujó y empujó, la metió, la sacó, la volvió a meter, la volvió a sacar... Se folló el culo, cuanto quiso, bueno, cuanto quiso, no, ya que cuando se iba a correr, el gigoló le quitó la polla del culo, se sacó el condón y se la clavó en el coño de un solo envió… le dio un buen mazazo. Rebeca, comenzando a correrse como una desesperada, él no lo sabía pero ella buscaba algo más que una simple follada, estaba allí en busca de unos buenos genes que preñasen su panza.

- ¡Préñame, préñame! ¡Lléname de leche y hazme una gran panza!

El gigoló no le importó, solo era un business. Sin esperar a preguntar si era de verdad o no, le llenó el coño de leche pensando que lo de preñarla lo había dicho para excitarlo, pero la realidad era, que Rebeca llevaba años queriendo tener otro hijo, concretamente una niña, pero con ninguno de los que había follado conseguía quedar preñada. El caudal de esperma era cuantioso. Se quedó postrada en la cama una media hora con las piernas elevadas para que fluyese bien la inseminación hacia el útero. El gigoló había cogido sus 80€ y se había marchado sin un aliento de amor por ella...en los minutos que estaba sola sintió un vacío anímico que le molestó.



La discusión. Cuando Rebeca llegó a la sala de su chalet sintió gemidos en el piso de arriba. Fue a mirar que se cocía. Abrió la puerta de su habitación y vio a su hijo desnudo sobre la cama, comiéndole el coño a una joven. No quiso interrumpir. Sabía lo que significaría para la pareja la interrupción. Se dio la vuelta y fue a la cocina a hacerse un sándwich. Untando mantequilla en una rebanada de pan, pensó en cómo su hijo se había hecho un hombre... Reflexionó sobre cantidad de cosas, entre ellas el por qué estaría follando en su cama. En lo buen macho que ya era y en sus buenos atributos sexuales… Saúl calzaba una verga que rondaba los veinte centímetros y sus huevos se balancean golpeando el coño de la mulata que se follaba a cuatro patas, esa imagen le había excitado y comiéndose el sándwich se volvió a recorrer un calambre.

Después de haber oído a Valeria anunciando su orgasmo y de darle tiempo a su hijo a que también se corriera, volvió a su habitación. Los encontró de espaldas junto a la ventana, le decía su hijo a Valeria...

- Te voy a follar mientras ves pasar la gente. El morbo que sentí yo al follar en la cama de mi madre lo vas a sentir tú al estar expuesta a que te vean.

Rebeca vio parte la leche de la corrida de su hijo encima de la colcha de su cama.

- ¡¿Así que era por eso que te follaste a esta puta en mi cama, por el morbo?!

Se dieron la vuelta y la mujer vio la polla empalmada de su hijo, las tetas medianas y el coño de la joven rezumando un poco de lefa. Valeria no tardó ni dos segundos en tapar con un brazo y con sus manos, las tetas y el coño. Saúl solo acertó a decir...

- ¡Mamá!

- Ni mamá ni leches. ¿Dónde has encontrado a esta putita mulata?

- Vino por el anuncio de doméstica por horas que pusiste.

- Y tú le has dicho que si follaba contigo el puesto era suyo. ¿Me equivoco?

Saúl bajó la cabeza.

- No, mamá, no te equivocas.

Abrió el cajón de una cómoda y le dijo a la joven:

- El puesto que oferté no es para ti, pero la cama me la vas a cambiar. Coge una colcha y unas sábanas y déjala cómo estaba… pero antes lávate el coño, y dirigiéndose a su hijo… - Y tú te podrías haber puesto un condón para follártela ¡¿No te importa dejarla preñada?!

Valeria parecía avergonzada se fue al aseo y se lavó el coño en el bidé, luego cogió la ropa de cama del cajón, la puso encima de una silla y luego quitó la ropa de la cama. Después comenzó a hacerla, para esto tenía que inclinarse y al hacerlo mostraba su coño debajo de un culo redondo y prieto, Rebeca le dijo a su hijo...

- Hay que reconocer que la muchacha no está mal, pero no deja de ser una puta sudamericana que buscará a un pardillo para que le haga una panza...

Valeria dejó de hacer la cama, se dio la vuelta...

- Mira, vieja, tu hijo...

La cortó al instante.

- ¡A mí no me llama nadie vieja! ¡¡Y no me tutees!!

Sin acabar de hacer la cama, la joven cogió el vestido que había dejado en el piso...

- Me voy, Yo no trabajo para ti...

Rebeca estaba furiosa.

- ¡Acaba de hacer la cama!

- Hazla tú vieja chocha...

Saúl no se metía en la discusión. Le habían cortado el rollo y ya tenía la polla colgando. Lo que hizo fue ponerse él a hacer la cama, pues en un campamento de verano le habían enseñado muchas cosas entre ellas a hacerse la cama.

Valeria, tras de ponerse el vestido, cogió los zapatos y salió de la habitación.

- Esto es lo que pasa cuando dejas entrar en casa a una desconocida.

- Yo me lo pasé muy bien.

- De eso no me cabe duda. Acaba de hacer la cama que tenemos que hablar.




La charla. Saúl acabó de hacer la cama, se vistió y fue hasta la sala, donde lo esperaba su madre sentada en un sofá.

- Siéntate, hijo, se sentó en otro sofá. - ¿Qué es eso del morbo de hacerlo en mi cama?

- No lo decía en serio, era para que Valeria se dejara follar con la idea de que nos viera alguien.

- ¡¿Así se llama la morena?! Vamos hijo... ¿Tú te piensas que me chupo el dedo? Tu habitación también da a la calle.

Saúl comenzó a confesarse.

- Es que a veces..., mejor no lo digo.

- ¡¿A veces, qué?! Vamos escupe lo que tienes que decir...

- Si te lo digo, te vas a enfadar.

- Enfadar me voy a enfadar seguro si no me lo dices. ¿A veces, qué...?

- A veces imagino las cosas que haces tú sola en la cama y me pongo malo. Por eso hacerlo en ella tuvo mucho morbo.

Rebeca sabía de sobras lo que su hijo creía que hacía en su cama, pero quiso oírlo de sus labios.

- ¿Y qué cosas crees que hago yo sola en mi cama?

- No me hagas decir eso, mamá.

Tuvo que decirlo ella.

- ¡Ah! ¿Piensas que me masturbo? Que me hago mis pajas ¿No?

- Tú lo has dicho.

También creía saber la respuesta, pero le preguntó

- ¿Y se puede saber que haces imaginando que me estoy masturbando?

Rebeca sonrió y Saúl se confió.

- Imagino que te retiro los dedos y que te lo como, que tú...

La sonrisa de Rebeca desapareció y en su lugar apareció una cara tan seria que metía miedo.

- ¡¿Eres consciente de lo que me acabas de decir?!

- Sí. Me gusta el sexo con mi madre ¡¿y qué?!

- Joder Saúl… ¡He criado a un monstruo! ¡¡Quítate de delante!!

Saúl se fue para su habitación. Llamaron a la puerta, como era quien estaba más cerca, Rebeca, fue a abrir. En la puerta estaba Valeria.

- ¡¿Tú otra vez?!

- Sí, se me cayó un pendiente.

Le miró para la oreja y vio que llevaba un pendiente de plástico

- ¡¿Y vuelves por un pendiente que no vale un euro?!

- Sí, tú tendrás muchos y buenos, pero yo solo tengo estos.

Se apartó de la puerta y la dejó entrar. Yendo detrás de ella y mirándole para el culo, le preguntó:

- ¿Tan mal te va la vida?

- Sí, me va muy mal… una emigrante sin papeles lo tiene complicado, aunque en mi tierra era peor, trabajar diez horas al día por tres dólares pasando pedidos y vivir en la miseria en una casa con goteras, no es como aquí.

- ¿Mi hijo te ha pagado algo…?

- Noo, la mirada inquisidora de Rebeca era elocuente, - Bueno me dado 20€, pero yo no soy una puta… me busco la vida como puedo, ¿Sabe usted señora?

- Te comprendo, ven, vamos a la sala. A ver que sabes hacer...

- ¿Y mi pendiente?

- Tiempo tendrás para buscarlo.

La voz de Valeria expresaba alegría cuando le preguntó.

- ¡¿Me va a dar el trabajo, señora?!

- Ya veremos que sabes hacer.

Valeria le dio un beso en la mejilla, luego se disculpó.

- Perdone, fue la excitación de saber que puedo tener un trabajo.

- No pasa nada, fue solo un beso en la mejilla.

Valeria tanteó el terreno.

- ¿Y si hubiera sido en los labios?

Le respondió con otra pregunta.

- ¿También te gustan las mujeres, Valeria?

- En la cama no hay ternura cómo la de una mujer.

- Tus apetencias sexuales me son indiferentes, lo importante es que seas eficiente. ¡Ah!, y de mi hijo, olvídate. No quiero que te lo folles más.

- Olvidado, tiene mi palabra.

- ¿Cuándo puedes empezar?

- Ahora mismo.

- Ven que te voy a enseñar tu cuarto. Pensaba contrarte por horas, pero seguro que te viene mejor quedarte a vivir en casa como interna.

- Mucho mejor, donde vivo comparto habitación y en la vivienda somos seis o siete… a veces más.




Rebeca se desmadra. Esa noche Rebeca estaba echada sobre la cama, a oscuras y solo con las bragas puestas. Su mano izquierda magreó su teta izquierda y después la derecha. Su mano derecha se metió dentro de sus bragas, metió el dedo medio dentro de su vagina y pensó que su amante oportuno le estaba comiendo el coño. Al dedo lo acompañó otro. En su pensamiento era ahora Valeria la que le comía el coño, después a los dos dedos los acompañó otro y ya era su hijo quien le comía el coño. Se quitó las bragas, flexionó las rodillas y se abrió de piernas. Sintió que alguien se metía en la cama y luego sintió una lengua lamer su coño. Supo que era Valeria por la colonia barata que usaba, encendió la luz, vio que estaba desnuda.

- ¡¿Cómo te has atrevido a violentar mi intimidad?!

- La deseó, señora, deseó comerle el coño y que me lo coma. Tuve esa fantasía nada más verla.

Rebeca bajó su tono de voz al decir.

- También yo tengo fantasías, pero...

Le volvió a lamer el coño. Rebeca estaba demasiado cachonda como para no aprovechase de la situación. Apagó la luz.

- Voy a dejar que tu fantasía se haga realidad, pero después de esta noche no te vuelvas a acercar a mí.

Rebeca cerró los ojos y se abandonó al placer. La lengua de Valeria entró y salió de su vagina, al tiempo que sus manos pequeñas y suaves acariciaban las grandes tetas con areolas marrones y gordos pezones. Luego la lengua lamió sus labios vaginales, para acto seguido lamer suavemente el glande del clítoris, bajar lamiendo ambos labios, entrar salir de la vagina y bajar hasta el periné. Rebeca levantó el culo y la punta de la lengua, entró y salió de su ojete varias veces... Luego hizo el recorrido hacia arriba, lamiendo periné, entrando y saliendo de su coño..., pero después, al llegar al clítoris, ya no le lamió el glande con la punta de la lengua, sino que lo envolvió con los labios y lo chupó. A Rebeca se le empezaron a calentar las plantas de los pies y un hormigueó subió por sus piernas. Dentro de su coño hubo una explosión y la invadió una inmensa sensación de placer, o sea, se corrió cómo una perra.

Al acabar de correrse, Valeria, le lamió los jugos del coño.

- Gracias por la corrida que me ha dado, señora.

Rebeca sintió cómo Valeria dejaba la cama.

- Acaba de cumplir tu fantasía.

Valeria fue a saco. Le puso el coño en la boca.

- Mi coño es todo suyo, señora.

Rebeca se encontró con un coño encharcado y con vida propia, ya que Valeria no paraba de mover el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás para frotarlo contra la lengua. Al igual que Valeria debió de saborear el semen del gigoló, Rebeca degustó la lefa de su hijo en el coño de la mulata… le gustó demasiado. Rebeca le echó las manos a las tetas justo en el momento que su coño era lamido de nuevo. Encendió la luz y vio a su hijo desnudo y empalmado.

- ¡Hijo! ¡¿Qué haces ahí parado…?!

- Yo también quiero mi fantasía.

- ¡Esto es de locos, hijo!

- Será, pero como no cumplas mi fantasía le cuento a tus amigas lo de los gigolós y lo de Valeria.

Rebeca se dio por vencida. Su hijo sabía demasiado sobre su vida y era un macho despechado, excitado y con deseos incestuosos morbosos imperturbables.

- ¡Chantajista! No te importa que sea tu madre, la que te ha dado tanto...

- ¡Calla, come, y deja comer, mamá! Esto no es más que sexo ¡Disfrútalo!

Rebeca comió del coño de la mulata, al rato de soportar la encomiable comida de la madura, Valeria se corrió. Al hacerlo le cogió la cara a su jefa con las dos manos, le llevó la boca al coño y se la llenó de jugos.

- Toda para usted, señora, toda para usted.

Al acabar, Valeria, se echó al lado de su jefa y la besó con lengua sobándole las tetas. Saúl la cogió por la cintura a su madre, tiró hacia arriba y ella se dejó hacer poniendo el culo en pompa… poco le importaba ya que que ese macho fuese su propio hijo, estaba salida como una perra y quería gozar el sexo que le diera ese macho. Saúl sin miramiento alguno se la clavó en el coño de un trallazo. Rebeca exclamó...

-¡Qué cabrón eres! Como me la has clavado ¡Ummmm!

- Di que te gusta.

- ¡Jamás! Haz lo que quieras menos reconocer que quiero follar contigo.

Poco más tarde se corrió cómo una golfa y exclamó...

- ¡Me corro, hijo, me corro! ¡No lo dejes o te mato…!

Valeria le calló la boca con un beso con lengua, pero le pesó hacerlo, ya que se la chupó con tanta fuerza que casi se la destroza. Al acabar, Rebeca le dijo a Valeria...

- ¡Estás despedida!

- No sobreactúes.

- Para eso tenía que estar actuando, zorra.

- Representas muy mal tu papel

- ¡¿Qué papel, cabrona?!

Valeria pensaba que Rebeca estaba de acuerdo con lo que le habían hecho y con lo que le iban a hacer.

- Lo sabes bien, la de madre ofendida.

- ¡¿A ti se te fue la olla o que coño te pasa?!

- Se ve que no aceptas bien las críticas

- No me digas.

- Sí te digo... Estás representando el papel de madre ofendida, pero no eres tan buena actriz cómo yo y la has cagado.

- ¿A sí?

- Sí, haciendo que quieres quitarte a tu hijo de encima, casi no lo empujas y estás moviendo la pelvis para que la polla se mueva dentro de tu coño. Una madre ofendida no haría eso.

- ¡Vete a la mierda!

Valeria le cogió, las muñecas con sus manos y se las llevó detrás de la cabeza.

- Voy a hacer realidad tu sueño, mamá.

- ¿De qué estás hablando?

- Sé que hace años que andas buscando quedare preñada de una hija.

Rebeca puso el grito en el cielo.

- ¡Ni se te ocurra! ¡¡No me puedes dejar preñada, tú NO!!

Saúl le echó las manos a las tetas y se las magreó, al tiempo que empezó a follarla de nuevo como a una yegua desbocada, cogida de las tetas a modo de riendas. Al rato la sacó y le comió una teta. Valeria le soltó las muñecas y le comió la otra teta. Rebeca puso sus manos detrás de la nuca hasta que Valeria la volvió a besar, en ese momento sus manos salieron de detrás de la nuca y sus brazos le rodearon el cuello. Saúl la volvió a coger por la cintura. La levantó con una mano, cogió su polla con la otra y se la frotó en el ojete, ojete que estaba mojado con sus fluidos vaginales. Le metió y le sacó la punta unas veinte veces y luego le metió y sacó el glande del coño hasta que le hundió toda la verga hasta los huevos más de treinta veces. Rebeca gemía sin parar. Le cogía las nalgas a su hijo con las dos manos y tiraba para que le metiera más polla, Saúl dejaba que entrase golpeando sus huevos contra el coño de su madre. Cuando vio que su madre estaba desesperada, le comentó.

- ¡Te gusta que te la meta toda, mamá! No sé para qué negar lo inevitable.

- Sí. La quiero toda en mi útero. A ver lo macho que eres con tu madre.

- Si te la meto me voy a correr dentro.

- Córrete bien adentro de esta zorra, dijo Valeria.

- Tú cállate puta… deja a mi hijo hacer… cogiendo la cara de su hijo le preguntó sin remilgos… - ¿Quieres préñarme y hacerme una panza con tu hermanita?

- Así es mamá, deseo con todas mi ganas dejarte bien preñada y tener mi primera hija contigo...

 


 

Rebeca ya no podía más.

- Entonces… ¡Clávamela toda a tope de una puta vez y lléname de leche...!

Se la clavó de una estocada. Con la polla clavada hasta el fondo, Rebeca, se movió debajo de su hijo buscando el orgasmo. Al comenzar a correrse, le dijo...

- ¡Vamos hijo, PREÑA a mamá! ¡Hijo mío, preña a tu madre de una vez…!

Dicho y hecho, Saúl se corrió dentro de su madre, sembrándola… No se sabe en qué polvo la dejó preñada, en los siguientes días Saúl se dedico a follarse a su madre llenándola sin parar.





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