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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La Iniciación con Mamá 6 Con sabor a poco

Mi hermana sigue la fiesta de cumpleaños. Con sabor a poco




Ahí sigo tumbado en mi cama, desnudo, rememorando las imágenes que tanto me han impactado en este día tan maravilloso y extraño, ¡El día de mi dieciocho cumpleaños! Mirando al techo veo pasar esas escenas tan difíciles de olvidar y tan impensables apenas un día atrás. Recuerdo vivamente los momentos de descubrir esos atuendos tan sexys de mis chicas, sus vestidos que nunca antes les había visto o esa lencería tan sexy, por lo hablar de cuando ellas se desnudaron ante mí o el momento en el que yo lo hice ante ellas, las oportunidades gloriosas de acariciar sus magníficos cuerpos, poder besar sus respectivas bocas, sentir por fin el cuerpo soñado de mi hermana abrazado a mí, ese momento inolvidable de tenerlas a ambas arrodilladas a mis pies haciéndome una soñada mamada o sin duda, lo más fuerte, cuando tuve la oportunidad de follarme a mamá. Joder, no puedo creerme que mi polla reviva de nuevo tras tanto desgaste, pero es inevitable volver a empalmarme recordando cada uno de esos momentos… Así estoy durante más de una hora, incapaz de conciliar el sueño y entonces recuerdo que mamá debe de tener el teléfono cargando sobre la mesa del salón.

Aprovecho que ambas estarán ya dormidas y voy a comprobarlo. Me levanto sigiloso, sin vestirme, caminando lentamente hasta llegar al salón. Efectivamente allí está el teléfono de mamá con la carga completa. Me siento en una de las sillas y comienzo a visionar las fotos, son increíbles, incluso habiéndolo vivido, me parece todo una locura o un sueño. En unas salgo yo en primer plano desnudo, en otras las tetas perfectas de Carla, o el chochito de mamá cuando se lo estoy comiendo, luego hay videos increíblemente eróticos o más bien de carácter porno, con escenas imposibles, en las que ni me parece que yo haya sido el protagonista de todas ellas… Vuelvo para atrás, para disfrutar de cada imagen, pudiendo disfrutar de lo mejor de esta noche, como ese coño de mi hermana en primer plano que ha sacado mamá cuando yo le metía el consolador plateado. El cuerpo de Carla es increíble. Amplío la foto con mis dedos para recrearme en cada centímetro, en cada recoveco, especialmente en su rajita, que aun inexplorada, será la delicia de la primera polla que entre ahí. Ahora que me doy cuenta, la cámara del móvil de mamá saca una resolución increíble, pues ampliando el coño de Carla se ve claramente su clítoris, su deliciosa abertura y sus fluidos brillar alrededor. Es inevitable que mientras con una mano paso las imágenes en la pantalla, con la otra comience a pajearme ante tan impresionante show. De pronto me doy un susto de muerte, al notar la colleja que alguien me da a mi espalda. Giro la cabeza. Es mi hermana Carla que ha venido sigilosamente y ahora está detrás de mí. Lleva una camiseta de tirantes corta y ceñida en donde se remarcan sus pezones y unas braguitas blancas tipo tanga.

¿Qué haces?  Pregunta.

Nada.

Respondo admirando de nuevo su figura con ese atuendo que me parece tan provocador.

– ¿Nada? Pues ese parece mi coño en primer plano…, dice dándome otro pequeño golpe en mi cabeza.

– Bueno sí, estaba repasando tranquilamente las fotos de esta noche.

– ¡Y desnudo! 

Exclama observando mi polla que está de nuevo en su máxima expresión.

– Joder, no pensé que me ibas a pillar.

– ¡Y masturbándote!  Añade fijándose en mi mano que mece suavemente mi verga. – ¿Si se levanta mamá?, ¿Qué?

– Tampoco creo que se asuste por verme desnudo, después de lo de esta noche.

Me giro lo suficiente para verla de nuevo. Es realmente alucinante. Se da cuenta de mi embobamiento, Me sonríe y esta vez no me da una colleja sino un leve beso en mi cabeza, un gesto tan tierno y amoroso que me derrumba haciéndome ver que estar espiándolas era un error.

¡Qué buena estás, Carla! Me pareces un vestal romana, le digo observando su cuerpo de arriba abajo.

¡Calla, bobo!

Dice pasando su brazo por mi cuello y pegando su cabeza a la mía para observar las fotos junto a mí. Ahora me siento mucho mejor al ver que ella comparte mis apetitos. Joder, siento su olor, el cosquilleo de su pelo sobre mi cara y me entran unas poderosas ganas de besarla.

– ¿Recordando lo vivido?

– Sí. ¿Tú tampoco podías dormir?

– La verdad es que no, no me puedo quitar de la cabeza todo lo sucedido. Paso otra foto en donde aparece mi polla en primer plano. – ¡Qué fuerte!  Dice al verla y luego a admirarla en vivo allá abajo.

– ¡Schsss, calla o despertarás a mamá! 

Le advierto viendo que está hablado demasiado alto.

– Es verdad…estás muy bien dotado hermanito, me dice y se encoje de hombros tapándose la boca.

– Espero que no te haya oído, porque la liamos.

– ¿Vamos a otro sitio a verlas?

– ¿A dónde?

– Vamos a mi cuarto. 

Me dice, arrebatándome el móvil en su mano y dándome la otra para que la acompañe hasta allí. Salto como un resorte de la silla tirado por su mano. Ya dije que observar a Carla es un ejercicio del que nunca se cansa uno, pero verla caminar delante de mí con esa pequeña camiseta que usa para dormir y sus braguitas diminutas en un culo que es la máxima perfección, es algo que me supera. Se gira un instante para observa cómo voy detrás de ella, flipado, completamente desnudo y con mi rabo cimbreante. Llegamos a su cuarto y me ordena que cierre la puerta con cuidado. A continuación nos quedamos uno frente al otro, observándonos. Yo no pierdo detalle, pero ella tampoco, echándome un buen repaso por todo mi cuerpo, haciéndolo lentamente, explorando con más detenimiento mi polla tiesa que queda delante de sus ojos.

– ¿Cómo hacemos para verlas?  

Pregunta con cierta ingenuidad sin quitar la vista de mi tremenda empalmada. Se me ilumina la bombilla y sentándome en la cama ahora soy yo el que estira la mano para invitarla.

– Ven, siéntate sobre mí, le digo.

– ¡Nacho! 

Protesta como si aquello fuera una locura, que en cierto modo lo es, pero después de lo de esta noche, me resulta hasta inocente.

– ¿Qué pasa? No nos vamos a asustar por eso ahora, Carla.

– Ya pero…

– Me porto bien, tú tranquila.  

Le confirmo por si le queda duda de que quiera romper el trato con mamá. 

El chico solo será un convidado de piedra, te lo prometo.

Podría haberme dicho que no, que se sentaba a mi lado para ver las fotos, pero no, lo que ocurre a continuación vuelve a sorprenderme a pesar de haberlo vivido ya, pero el cuerpo precioso de mi hermana se pone delante de mí, ofreciéndome de nuevo un primer plano de ese culazo de diez apenas cubierto por unas bragas pequeñas pero más cómodas para dormir que el tanga. Recuerdo las muchas veces que ido a verla jugar al vóley con mis amigos y todos flipan cuando la ven embutida en sus pantaloncitos negros de lycra tan ceñidos y que forman esas curvas perfectas de sus posaderas. Ahora tengo ese culo delante y ni me lo creo. Se inclina levemente hacia delante y puedo ver por debajo el dibujo de su raja asomando entre sus glúteos. ¡Qué portento! Ella vuelve su cabeza y me sonríe, sabe que estoy alucinando.

– ¡Vamos, hazme un sitio!  

Me dice sonriente abriendo más sus piernas y bajando su culo lentamente hasta que se sienta sobre mi regazo nuevamente. Podría haberlo hecho también sobre mis rodillas, pero no, se sienta poniendo su entrepierna justo sobre mi polla.

– ¡Joder!  Digo en un suspiro alargado al sentirla.

– ¡Calla tú ahora o despertarás a mamá!

– ¡Carla, esto es una pasada! Te he prometido no ser malo, pero no le obligues a portarse mal contigo.

– No te hagas ilusiones que ya sabes que mamá nos dijo que todo se había acabado, dice poniendo morritos mirándome a los ojos.

No sé si eso es lo que ella quiere realmente, porque de otro modo no hubiera colocado su portentoso cuerpo sobre el mío, pero yo prefiero no decir nada, sino sentir esa sensación nuevamente. Vuelve a fascinarme el hecho de tener ese calor sobre mi cuerpo desnudo y como la tela de su braguita apenas puede cubrir el contacto de nuestros sexos. Me agarro a su estrecha cintura y es ella la que empieza a pasar las fotos, mientras yo sigo admirando su espalda, su estrecha cintura, su culo, sus muslos y sobre todo el calor que emana su chochito sobre mi dura polla. Casi lo que menos me importa son las fotos del móvil.

– ¡Vuelves a tenerla durísima!  

Me anuncia en voz baja con su boca muy cerca de la mía.

– Sí, contesto entrecortadamente.

– Te recuperas mucho más rápido de lo que me había dicho mamá. Debe ser porque eres un macho con mucha testosterona o porque…

– Contigo es fácil volver a estar a tope. Eres tú más que mi testosterona te lo puedo asegurar.

– Jeje… ¡¿Te inspira mi coñito o mis tetas?!  

Me pregunta lascivamente al tiempo que se mece sobre mí polla repetidas veces haciendo que el bultito de su conejito acaricie toda la largura de mi cimbel.

– ¡Me inspiras toda tú!  

Le digo suspirando mientras pellizco sus pezones por encima de su fina camiseta.

– ¡Oye, no te pases! 

Protesta, como si eso fuera un atrevimiento por mi parte, teniendo en cuenta que hemos sobrepasado ya todos los límites.

– Perdona, digo retirando mi mano de sus pechos.

– ¡Ha sido todo increíble!, ¿verdad?  Dice en voz baja.

– ¡Y tanto!  

Respondo sin dejar de acariciar su cintura y caderas. No me atrevo a volver a sus tetas, aunque lo estoy deseando.

– No me puedo creer todo lo que hemos hecho, Nacho,  advierte a medida que va viendo las fotos.

– ¡Ha sido maravilloso Carla! 

 Le repito y mi polla pega una sacudida bajo ese calor que emana de su rajita. Puedo notar la humedad que desprende su pequeña braguita.

– ¡Y una locura!

– ¡Y tanto!

– ¿Qué es lo que más te gustó, Nacho?

– Dirás qué fue lo que no me gustó, porque todo me ha parecido flipante, hermanita. Desde el principio poder veros desnudas, acariciar vuestros cuerpos, comerte ese conejito… que sabe delicioso, un majar de dioses solo apto para hombres que no sufren del corazón.  

– ¿En serio te gustó chuparme mi conejito?

– Joder, me pasaría horas comiéndotelo.

– Lo hiciste muy bien. Fue una comida tan excitante que me corrí como una loca...te manejas muy bien con la boca.

– ¿Te gustó? 

Carla me afirma moviendo su cabeza y mordiéndose el labio inferior. Después suelta su risita nerviosa que me maravilla, halagada y excitada sin duda, porque se gira para darme un beso en la mejilla.

– A mí también me gustó comer tu polla. Sabe muy rica. Añade. Tan diferente a todo lo que pensaba y tan excitante, sentirla dentro de mi boca, dura y caliente era al demasiado para no excitarse…. Y después tu leche estaba saladita, con un sabor ácido de una textura gelatinosa parecido al caviar, pero algo más dulce… ¡Una delicia! Me tragaría otra vez tu lefa sin vacilar.

– Lástima que esta noche haya durado tan poco, añado, besando su hombro.

– Sí, pero la verdad es que ha sido muy fuerte, era todo fuera de lo normal.

– ¿El qué?

– ¡Nacho, pues todo…! ¿No te parece muy heavy?

– Pues sí, la verdad es que todo es increíble.

– Ni yo me lo creo y eso que estaba más concienciada que tú.

– ¡Y yo sigo sin creérmelo!  Afirmo entusiasmado.

– ¡Calla, baja la voz!  Me advierte.

– Ha sido la mejor experiencia de mi vida, añado.

– Para mí también fue todo mucho más fuerte de lo planeado, pero llegó un momento en el que me sentí muy extraña, como si hiciéramos algo muy malo. Algo me decía que teníamos que parar…  

– No sé por qué, Carla…

– ¡Joder, Te has follado a mamá a pelo…! Y no solo eso... te has corrido dentro de su coño…, le has vaciado toda la lefa en el fondo de su vagina para que la gestione su útero. ¡¡REZA PARA QUE NO LA HAYAS PREÑADO!! Si lo has hecho no quiero ni pensarlo... ¡Te corriste dos veces dentro de su coño!

– No es posible Carla, mamá se cuida y toma la pastilla anticonceptiva.

En ese momento la imagen del teléfono ofrece la escena de el polvo sobre la silla con mi madre y lo cierto es que aun viéndolo tampoco lo creo. Mamá se mueve en la imagen, acompasada sobre mí, haciendo que toda mi virilidad la penetre, algo que para mí fue prodigioso, incluso viéndolo ahora, pero por la cara de nuestra madre, tampoco parece estar pasándoselo nada mal enfundándose todo el badajo de su hijo… se le ve gozando como una perra.  

– Tú porque no me has dejado, agrego jugando con su pelo.

– ¡Idiota!

– Es la verdad.

– ¿Te hubiera gustado? 

Pregunta y hace un movimiento con el que noto más su culo contra mi pelvis.

– Joder, sabes que sí, hermanita, hubiera dado lo que fuera.

Le digo volviendo a acariciar sus pechos sobre su top pero esta vez no me quita las manos.

– Bueno, me metiste el consolador, era casi como follarme, ¿No?  Comenta ella medio ronroneando. – Me corrí con el falo que me metiste, eso debe de valerte como follada cuando después me rociarte todo tu semen sobre mi cuerpo.

– Sí, casi… pero no es lo mismo. Después de follar con mamá he visto que no es parecido a nada. No niego que me gustó meterte ese cacharro por tu chochete o correrme sobre tu cuerpo.

– Ya, es verdad, me dejaste bien pringada. ¿Siempre sueltas tanta cantidad? Con esa copiosidad puedes llegar a preñar hasta a una vaca…

– Bueno, depende, pero sí, me recupero rápido y ahora podría darte otro baño de leche, si quieres

Le digo bromeando sin dejar de acariciar sus tetas y apretar mi pelvis contra su culo.

– ¡Bobo! Me dice y me retira las manos de sus pechos.

– Aunque me hubiera gustado correrme dentro de ti, añado. – Esa sensación no pude tener ningún precio… podría dar la vida por sentirlo. 





Carla guarda silencio durante unos instantes, parece pensativa, pero yo no dejo de disfrutar de su cuerpo, sus caderas, su cintura… Tenerla así encima es para quedarme de por vida.

– ¡Eso que dices es porque sientes algo por mí!

– Mira no sé…

– Bueno, lo de follar no niego que me hubiera gustado, me corta de repente. – Pero había algo que me lo impedía. Lo siento, Nacho, no estoy preparada,  añade volviendo su carita de pena, mirándome fijamente a los ojos.

– Ya lo sé. No te preocupes. Mamá me enseñó la maravilla que es follar… con ello lo he sentido todo.

– Yo preferí que lo hicieras con mi juguete. Me gustó mucho más que hacerlo yo sola…, me interrumpe.

– Me imagino, pero no creo que sea igual que tener una polla de verdad dentro.

– Supongo… ¿Qué sentiste al follar a mamá?  

Pregunta volviendo a ver en la pantalla la escena de ambos echando el polvazo sobre la silla.

– Bufff, no sabría expresarlo. Fue algo único. Siempre había soñado con ese momento y no tiene nada que ver con lo imaginado. Por un lado las sensaciones físicas de percibir como las paredes de su vagina envuelven todo el tronco de tu polla, especialmente la parte más sensible… el glande. Pensar que está en lo más hondo de su útero donde una vez estuve, al lugar caliente y húmedo de regreso. Al pensarlo me dan escalofríos. Y después la parte anímica de saber que estás realizando un acto tan íntimo con alguien especial, alguien quien te regala en exclusiva lo más puramente personal de ella.

– ¿Todo eso solo con follar con ella?

– Sí, y contigo estoy seguro que sentiría incluso más….

– ¿En serio?, ¿Has pensado antes de hoy en follar conmigo?

– ¿Bromeas Carla?, ¡Millones de veces! 

Me encanta ver su sonrisa, esa que forma un rostro aun más bello cuando se ilumina su cara con su blanca dentadura. Además su timidez, no sé si intencionada, la hace más sensual.

– No te creo, me dice desafiante.

– Te lo juro, Carla. Me hago mil pajas pensando en ti desde hace mogollón de tiempo. He deseado tanto con poder follarte… hoy he estado tan cerca…

– Pero soy tu hermana, Nacho, ¿Cómo puedes pensar eso? ¡¿Acaso te gustaría verme preñada por ti?!

– ¿Y qué? ¿Acaso tú no has pensado en algo así? Nosotros los chicos tenemos menos filtros que las chicas, y tú estás que te sales… ¡Joder!  

Hay un momento en el que Carla se calla y sigue pasando fotos en silencio, supongo que dándole vueltas, pero me da que no se atreve a reconocerlo. Yo estoy seguro de que sí que lo ha pensado. 

De todos modos lo de hoy tampoco es muy normal, añado queriéndome poner de su parte y apoyar su incertidumbre.

– Es verdad, es una noche especial, sólo eso. No debemos pensar nada fuera de esta noche. Ya sabes que mamá no quiere que esto se repita.

– ¿Y tú?  Me atrevo a preguntarle.

– ¿Yo, qué?

– ¿Quieres que se repita?

– Pues tampoco, Nacho, ya no somos unos críos para andar jugando o para seguir teniendo sexo entre nosotros. Supongo que todo esto nos ha servido como primera experiencia, al menos eso es en lo que mamá me ha ido instruyendo y formando, estar preparada para mi futura pareja, pero no llevarlo más allá.

– Menos follar, tú no lo has hecho.

– ¡Nacho!  

Me recrimina, porque parece sentirse al repetirle tantas veces ese hecho y no haberse atrevido.

– Vale, perdona, hermanita, pero me hubiera gustado tanto…

– Ya lo sé, a mí también... estaba y sigo estando muy excitada.. 

Hay otro silencio largo en el que ambos seguimos viendo fotos y mis manos siguen avanzando por sus muslos finos y robustos. De vez en cuando subo a sus tetas y las acaricio con parsimonia, sabiendo que ella no parece disgustarse por ello. Pellizco sus pezones que están duros, acaricio su ombligo, la cara interna de sus muslos…

– Venga Carla, ¿Has pensado alguna vez en hacerlo conmigo?  Le pregunto.

– ¿En follar contigo...? Sí, claro que lo he pensado. 

Nuevamente pensativa tarda en reaccionar o quiere buscar la manera de reconocerlo. Hasta que por fin confiesa…

– Reconozco que últimamente sí. Desde que mamá me propuso lo de la fiesta y me fue avanzando en detalles, me transformé. Nunca te había mirado de una forma que no fuera la de hermanos.

– Seguimos siendo hermanos. Digo riendo. Y si lo hiciéramos seguiríamos siéndolo…

– Ya lo sé, pero ha aparecido otro componente sexual extraño desde que emprendimos el plan con mamá. Empecé a verte más guapo, me fijaba más en tu cuerpo, estás muy bueno y ya cuando mamá me decía como me ibas a comer mi coñito, o como tenía que chuparte la polla… y todo lo demás, pues entonces sentí deseo y tenía muchas ganas de que me acariciaras..

– Buff, como sigas así, me voy a correr debajo de tile digo animado y acariciando una teta nuevamente.

– ¡Calla!  Me riñe dándome un codazo para que baje la voz.

– Bueno ¿y qué más has sentido estos días con mamá pensando en mi fiesta?

– Pues eso, el poder prepararme para chupar una polla por primera vez, cuando mamá me ayudaba con el consolador y eso.

– Y no es lo mismo, claro.

– Pues no, por supuesto, es mucho mejor chupar una de carne y hueso.

– ¡La mía es toda carne!  Respondo riendo. – Se pone tan dura como un hueso, pero es solo carne.

– Jajaja… ¡Qué idiota eres!

– Y dime ¿Qué era diferente al consolador?  Le insisto.

– Pues todo, la tersura, la forma, el calor que desprendes, su sabor… todo. Te aseguro que al principio pensé que me iba a resultar asqueroso.  

– ¿Y no ha sido así?

– En absoluto. Al contrario…. me sorprendió que el aroma y el sabor tuviesen ese agrado tan atractivo.

Vuelvo a pensar en la mamada que me pegó mi hermana y más contrastándola con alguna de las fotos en la que se ve como intenta tragarse mi rabo con dificultad… 

¿Y lo del consolador? ¿Cómo perdiste la virginidad?  

– Bueno sigo siendo virgen.

– Ya, Carla… pero me refiero a que te dolería la vez que te rompiste el himen.

– Pues a base de probar y probar, menos de lo que creía. Lo cierto es que mamá se ocupó de que no me doliera, me fue dando masajes, cremas y yo me iba relajando mucho, hasta que se rompió esa pequeña tela. Ella me confesó que no tuvo esa oportunidad y al hacerlo con su noviete la primera vez, un chico inexperto, lo pasó algo mal, por eso quería prepararme a mí y tener mi vagina dispuesta para recibir un polla por primera vez sin que me resultase incómodo y disfrutando completamente.

– ¡Joder, qué putada no haberlo completado!  

Añado pellizcando de nuevo sus pezones. Carla me mira de nuevo, y siento que le molesta mi insistencia, pero es que me resulta hasta frustrante haber estado tan cerca sin conseguirlo. Supongo que para ella también es extraño y en cierto modo tiene sentimientos encontrados.

La entiendo… –Y tú con mamá... ¿Qué sentiste al correrte dentro?  

Me pregunta, mientras sigue pasando imágenes, deteniéndose en una en la que mamá está con la boca abierta y los ojos cerrados.

– Pues una maravilla. Yo tampoco pensé que era así, pero el calor que emite su coño es increíble, se siente cada rugosidad en mi sensible glande, como un abrazo muy distinto a una mano o a cualquier cosa, pero lo de correrme dentro fue increíble. Nunca hubiera imaginado que mamá me permitiese hacerlo. 

Me paro con la voz entrecortada… 

– Es el culmen de la atracción sexual para un hombre, no en vano, es el momento en el que el macho insemina a la hembra… y definitivamente cabe la probabilidad de engendrar para perpetuar la especie con los genes del hombre que se la está follando, en este caso YO.

– Mamá toma la píldora, así que por eso no hay problema, no creo que la hayas dejado preñada y por tanto no perpetuarás tus genes en el vientre de mamá…, además supongo que ella quería hacerte ese regalo sabiendo que no iba a quedar preñada. Hubiera sido muy frustrante que al final en tu primera vez, no te corrieras dentro de ella.

– ¿Y tú?, ¿Me hubieras dejado hacerlo dentro de ti? 

Carla guarda silencio, incluso se detiene en su involuntario movimiento de su cuerpo sobre el mío, pienso que sigue molesta por mi machacona petición, pero le quito importancia… 

– Ya sé, hermanita, perdóname, no es por agobiarte, solo quería saber si en el caso de dejarme entrar en tu preciado coño, me hubieras permitido llenártelo de mi semen.

Al decir eso, ni me creo haberlo pronunciado y ese solo hecho produce un estremecimiento en mi cuerpo y creo que en el de ella también, noto como tiembla… 

– En ese caso, supongo que sí, de hecho me entrené para ello.

– Entonces ¿Tú también tomas la píldora?

– Claro. Yo también la tomo desde hace un par de semanas, preparada para lo de hoy.

– Lo de ayer, dirás.

– Eso, jeje.

Aprovecho para acariciar de nuevo sus muslos, mientras empujo con mi pelvis clavando aún más debajo de ella mi abultado mango. Me encanta sentir su cuerpo que no me pesa en absoluto sobre mí. Al levantar la mirada me doy cuenta de que enfrente se ven nuestros cuerpos reflejados en el espejo de su armario.

– Carla, ¿Te has fijado en nuestro reflejo?

– ¿Qué?  Pregunta y sonríe al descubrir nuestra imagen en el espejo.

– ¡Es verdad!, ¡Parece que estemos follando! Bueno, para eso tendrías que estar desnuda tú también…

Añado con total seguridad, besando su suave cuello. Mi hermana vuelve su cara y me mira fijamente como si hubiera dicho la mayor barbaridad del mundo y puede que lo sea. 

¡Estaríamos de foto los dos desnudos aquí! Digo eufórico.

– ¡No podemos, Nacho! 

Responde sin dudar, ante esa alternativa, pero en cambio me parece tan absurda su negativa...

– No, sólo decía para hacernos un selfie en el espejo para ver cómo queda, seguro que es chula la foto, añado pareciendo natural en una petición alocada.

– ¿Un selfie?, ¿Con el móvil de mamá?

– Claro, es para vernos, luego lo borramos.

– Pero, si me desnudo…

– Vamos, no te voy a penetrar, Carla, pienso respetarte. Solo es una foto nena. Le interrumpo serio.

– ¡Joder, Nacho! Protesta pero sin mucho convencimiento.

– ¡Por favor!

En ese momento, asombrosamente, Carla se pone de pie entre mis piernas, de espaldas a mí, ofreciéndome su precioso culo a pocos centímetros apenas cubierto por unas bragas de algodón pequeñas, algo más grande que un tanga que casi cuela por sus glúteos. Se vuelve ante mi aturdimiento y me dice… 

– ¡Vamos!, ¿A qué esperas?  

Me espeta  en una clara invitación para que le baje las bragas. Joder, esto sí que es fuerte. Antes de que se arrepienta, agarro las braguitas por los costados y se la bajo de un tirón, dejándome anonado una vez más al tener ese culo en vivo y en directo ante mis narices. Carla mientras tanto, se apoya en mi hombro y termina de sacarse las bragas. Se vuelve lentamente dándome el primer plano de su coño rasurado. Es una visión colosal, a pesar de haberlo visto más de una vez más en esta fantástica noche.

– ¿El top también?  

Pregunta inocentemente sabiendo que mis ojos están clavados en su rajita.

– ¡Claro!  Digo entusiasmado.

Así lo hace, de una forma extremadamente sensual, sacándose la camiseta por su cabeza y ofreciéndome su cuerpo totalmente desnudo. Ni qué decir tiene que mi polla da uno de sus respingos. Ella me dedica otra de sus seductoras sonrisas y lentamente se gira hasta quedar de nuevo de espaldas a mí. Sostengo sus caderas y le ayudo para que vuelva a sentarse sobre mi verga, esta vez, ambos desnudos al completo. ¡Dios por un momento me parece que la voy a penetrar! ¡Ah! Gemimos al unísono cuando entran en contacto nuestros sexos. Cierro los ojos durante unos instantes captando con todos mis sentidos esa increíble sensación de tenerla encima.

– ¡Qué dura la tienes! Te recuperas muy pronto...

Dice moviendo ligeramente su pelvis haciendo que su rajita abrace mi tronco. 

– Eres una bestia parda… no solo la tienes siempre dura, sino que además es enorme. Añade

– ¡Y tú estás empapada! Tu coñito se lubrica muy bien para recibirla…

– ¡Joder, tampoco soy de piedra! Pero no es por eso. Afirma.

Esta vez no digo nada, pero nos miramos a los ojos durante unos segundos a través de nuestro reflejo en el espejo. Comienzo a disparar fotos y ella hace un movimiento arriba y abajo como si realmente estuviéramos echando un polvo. ¡Qué sensación más maravillosa! Mi hermana me mira de reojo sabiendo lo excitado que estoy, aunque mi polla habla por mí, todo mi cuerpo se estremece al sentirla. Sus carrillos están sonrosados y sus pezones más duros, por lo que aprovecho para pellizcarlos oyendo un nuevo gemido salir de su garganta.

– ¿Ya has hecho las fotos?

– Sí.

Contesto con la voz entrecortada al sentir el coño de mi hermana embadurnando con sus fluidos toda la largura de mi polla.

– Déjame verlas.

Me dice arrebatándome el teléfono y admirando las instantáneas, momento que aprovecho para acariciar sus pechos desnudos con mis dos manos.

¡Bueno, ya está!, ¡Bórralas!  

Suelta de pronto levantándose de mi cuerpo que se queda huérfano al dejar de sentirla.

– ¡Pero Carla!

– Nada, ya lo dejamos claro, afirma arrepentida.

– Sí, pero mira como estoy.

Digo con cara de pena y acariciando la dureza de mi polla entre mis dedos. Por un momento Carla se queda ahí de pie, mirándola fijamente, como hipnotizada ante esa visión y es entonces cuando aprovecho para retarla, sabiendo que también está enormemente excitada. Yo miro su chochito que está mojado, mezcla de nuestros respectivos lubricantes naturales.

– ¡Chúpamela, Carla! Digo de pronto envalentonado.

– ¿Qué dices?

– ¡Vamos, no puedo quedarme así!

– Yo también estoy excitada, Nacho, pero no puedo hacer eso.

– Ya lo hiciste.

– Pero era solo esta noche.

– Pues por eso, una chupadita y los dos salimos contentos, sé que te apetece… 

Es cierto, no hace falta más que ver el brillo de sus ojos. Está tremendamente cachonda. 

– Me gustaría que lo hicieras otra vez, añado.

– ¡No puedo mamártela, Nacho! Me dice seria.

– ¿Por qué no?

– Sabes que no podemos hacer eso, Nacho. Se lo prometimos a mamá. Es un trato.

– Vamos, una última vez. 

Le ruego impartiendo mis caricias por doquier.

– Pero, mamá…

– Mamá está dormida. No se va a enterar después de la follada que le he dado, está en otro mundo. 

Tiro de su mano y la obligo a que se arrodille entre mis muslos. Yo sigo sentado sobre su cama esperando con ansia que su boca abrace mi miembro.

– Esto no es lo que estaba en el plan.

– Lo sé, pero es el último favor que te pido.

– Nacho…

– Vamos, Carla, por el polvo que no pudimos echar. Chúpamela, al menos.

Ruego con cara de niño bueno. Me observa de nuevo y agarra mi polla que está a tope. Me encanta sentir su mano y sus largos dedos rodeando mi bálano.

– ¿Estás seguro de que no me vas a pedir nada más?  

Me pregunta mordiéndose el labio inferior sin dejar de masturbarme lentamente.

– No, respondo con la voz entrecortada.

– Lo haré pero baja, la voz, no quisiera que mamá entrase y…

– ¿Lo dices en serio, Carla?, ¿Me la vas a chupar?  

Pregunto entusiasmado sin pensar que la haya convencido tan rápidamente.

– Si sigues preguntando igual me arrepiento.

No insisto más, le acaricio su pelo y ella hace lo propio con mi glande, lo que provoca que un primer líquido pre seminal quede colgando unos centímetros de la punta. No puedo creer que ella saque su lengua y recoja ese néctar para degustarlo. Me mira a los ojos, me sonríe y cogiendo con su mano mi cimbreante miembro me pajea mucho más deprisa. Me encanta ver su rostro tan bello ahí abajo, mientras de vez en cuando me mira y sonríe. Le hago un gesto con la cara para que se la meta en la boca. Tras humedecerse los labios, los apoya ligeramente en mi glande y ese calor me embriaga, noto su aliento abordando la punta y como poco a poco se mete todo el capullo, para volver a mirarme, acomodar su lengua por debajo y seguir tragando. Llega a la mitad y no sigue, pues debe haber rebasado su límite. Sé que le gustaría tragarla entera como su madre, pero no puedo pedir nada más. ¡Estoy en el mismísimo cielo!

– ¡Dios, Carla!  

Alcanzo a decir cuando noto su lengua y sus labios aprisionando mi trozo de carne ardiente. Es increíble, pero mi hermana me está mamando la polla por segunda vez en esta noche y ahora fuera de guion. Abre la boca cuando se la saca por entero y vuelve al ataque, apretando los labios, siguiendo las indicaciones que le dio mamá. Después de varios mete-saca dentro de su boca, la retira, la admira y juega con ella con sus labios, dando besitos, pequeños mordiscos, dando golpecitos en su cara. He descubierto el sexo en este día en varias ocasiones y sigo reviviéndolo como si fuera la primera vez.

– ¡Carla, qué maravilla! 

Ella me vuelve a sonreír, halagada por su buen hacer y continúa con su labor, metiendo la polla hasta más allá de la mitad, la saca, la chupetea y hace algo que también copió de mamá y es cuando llega a la punta, succiona con fuerza para apretar mi capullo entre sus labios.

– ¡Qué bien lo haces, hermanita!, ¡Me encanta!

– Gracias. A mí también hacerlo. ¡¡Me pone cachondísima!!

No podré aguantar mucho con esa boquita de mi hermana apretándose contra mi barra de carne, voy a explotar en cualquier momento y hago los mayores esfuerzos para evitarlo, intentando soportar sus succiones por el mayor tiempo posible, pero ella se esmera cada vez más, aplicándose de lleno a ese aprendizaje que domina ya a la perfección y sé que también disfruta a medida que avanza.

– ¡Carla, me corro!  

Le aviso porque ya no aguanto más, ella continua con más esmero mirándome a los ojos diciéndome con ellos…

– Hazlo en mi boca… 

Me parece tan increíble la facilidad con que nos comunicamos que no acabo de creerlo. Pone el capullo entre sus labios dando pequeñas chupaditas, y con su mano empieza a pajearme cada vez a mayor velocidad apretando firmemente. El primer disparo sale con fuerza y ella cierra los ojos al sentirlo entrar hasta su garganta pero hace el esfuerzo de no retirarse, sabe que hay más lefa por llegar. Se colman vidriosos sus preciosos ojos, pero continúa absorbiendo y masturbándome mientras yo sigo soltando chorros de esperma que invaden su garganta hasta que mis piernas tiemblan de gozo. Tras casi veinte segundos eyaculando, ella me mira fijamente a los ojos y me muestra con la boca abierta todo mi semen depositado sobre su lengua. Juega con ese líquido blanco viscoso que se mece por toda su cavidad, impregnando por entero cada resquicio y ofreciéndome un espectáculo propio de la peli porno más increíble que pueda vivir, pero no es una peli, es mi hermana que juega en su boca con mi engrudo recién ordeñado de mis pelotas. Cierra sus labios y traga hasta la última gota, mientras sigue acariciando mi polla que ha quedado bastante floja después de la descarga.

¡Carla, eres genial!

– Gracias,  dice incorporándose y dándome un beso en los labios. – Cada vez me sabe más rica, tan caliente y de textura tan gelatinosa que me encanta. 

Me gusta sentir de nuevo su boca y también el hecho de que perciba el sabor de mi néctar mezclado con su saliva.

Gracias a ti. No sé cómo pagártelo, digo.

Ella me mira y ve cuales son mis intenciones, pero lo responde directamente. 

No, Nacho. Dijimos que solo una mamada.

Vamos hermanita, te pago el mismo favor y estamos iguales. Te hago una chupadita y te quedas como nueva. Seguramente apagaría un poco este calor que tienes.

– No, ya es demasiado.

Dice resistiéndose a ella misma y tumbándose en la cama mirando al techo como si pidiera clemencia al cielo. Sabe que está luchando contra su propia voluntad, no conta mí. Acaricio sus tetas, bajo por su cintura y rozo el palpitante coñito enjuto de mi hermana con mis dedos. Abrazo su cuerpo con fuerza para continuar besándola, jugando con nuestras lenguas, bajando mi mano hasta su pecho, metiendo mis dedos en su cuevita entre los finos y apretado labios vaginales. No se retira, sé que está a mil.

Estás muy caliente, hermanita, tienes que apagar eso. ¿Te vas a masturbar sola?

¡Joder, Nacho, no me hagas esto!

– ¿No quieres que te vuelva a comer ese coño? Te mueres porque lo haga, lo sé. Y a mi me encanta comértelo, y sacarte un buen orgasmo. ¡Quiero verte correr en mi boca!

Noto que su coño y todo su cuerpo está al máximo de calentura. Hago que se siente al borde de la cama y empujándola queda su coño expuesto con sus piernas abiertas. Ella permanece tumbada, se tapa los ojos con las manos, no puede creerse que esté haciendo esto una vez más… yo tampoco. Me arrodillo entre sus muslos y comienzo a jugar con mis dedos en esos labios húmedos que rodean su preciosa rajita, me entretengo con ellos, dibujando círculos a su alrededor, mientras observo cómo se muerde los dedos, en señal de su tremenda calentura. A continuación beso la piel de la cara interna de sus muslos, que está extremadamente suave, como si fuera de terciopelo, aspiro el olor que emana su conejito juguetón, y por un momento me detengo a observar su rajita, ahora la tengo tan cerca que vuelvo a alucinar dudando si realmente me está pasando. Carla abre los ojos y nuestras miradas se cruzan durante unos segundos. 





Entonces empiezo a posar los labios en sus ingles, acercándome cada vez más a esa vaginita que está esperando ser recompensada. Los jadeos de mi hermana se hacen cada vez más fuertes y yo no puedo aguantar más sin pasar la lengua por esos húmedos labios verticales que me reclaman. Le doy una buena lengüetada y ella gime mucho más fuerte. Estiro mi mano y le advierto que está haciendo mucho ruido, que mamá nos puede oír. Ella es ajena a todo y solo gime poniendo el dorso de su mano en la boca, pero es inevitable que sus jadeos sean cada vez más fuertes, sobre todo cuando mi lengua sigue trabajando por esos labios mayores, los menores e introduciéndose de vez en cuando en su virgen gruta de la pasión. Ella sigue con los ojos cerrados y aprovecho para acariciar sus pechos, hasta que mi lengua llega a su clítoris y es entonces cuando emite un gemido muy profundo y elevado. Me asusto y me incorporo poniéndome encima de ella tapándole la boca con mi mano.

¡Schssss, Carla, estás haciendo mucho ruido!  

Le digo mientras ella está todavía con los ojos en blanco, presa del placer. Me muerde los dedos, está incontrolada y vuelve a cerrar los ojos cuando mis manos pellizcan sus duros pezones, pero no retiro la mano de su boca, pues sigue gimiendo y no quiero que mamá pueda descubrirnos. En un momento gracias al movimiento de sus piernas con mi cuerpo sobre el suyo, mi glande se posa accidentalmente sobre su rajita y me parece un instante increíble, al poder sentir ese abrazo de su rajita, como lo hiciera cuando estuvo sentada sobre mí, pero esta vez, mi glande está apoyado a la entrada de su cueva. Un solo movimiento podría conducir a mi orondo capullo a su interior incólume. Carla abre los ojos asustada y yo me detengo, pudiendo notar las pulsaciones de su corazón bombeando sobre mi glande. Su chochito está mojado y ardiendo. Mi polla a punto de reventar nuevamente.

¡Nacho, no lo hagas!  Me dice retirando mi mano de su boca.

No, tranquila, no te la voy a meter, pero me gusta sentirte así, estás ardiendo allá abajo.

– Tú también, noto tu polla, pero no me la metas, por favor.

– No, descuida. Déjame jugar un poco solo…

Yo no me podía mover mucho, la sábana me sujetaba inmovilizándome, después de un rato de forcejear pude sacar mis brazos y sujetar a Carla, me puse encima de ella y sujetando sus brazos, empecé a hacerle cosquillas en sus costillas. Ella se retorcía y me pedía que no lo hiciera… que fuera mañoso y no usase solo la fuerza.

Seguimos retozando, ella trataba de pegarme en los testículos con sus rodillas, con sus pies, yo con el peso de mi cuerpo detenía los brincos que pegaba para quitarme de encima. Le puse uno de sus brazos en medio de sus omoplatos inmovilizándola boca abajo, sus nalgas casi desnudas ya que sus braguitas entre ellas habían casi desaparecido, brillaban con su blancura en la oscuridad del cuarto. No me pude resistir y le di una nalgada, el dolor en mi mano fue de deseo, ella gimió. Volví a nalguearla, volvió a gemir, me gustó lo que sentía, y repetí la nalgada, pero esta vez no retiré mi mano de su piel y la sobe suavemente sanándola, ella gemía, pero no se quejaba, nalgueé la otra fuertemente y también la acaricié.

  Ohhh Nacho, no pares.

  Te mereces esto por ser chica mala, volviéndola a nalguear.

–  ¡¿Por ser una putita mirona…?!

 ¿Eres una nena muy putita? ¿Te gusta ver cómo me follo a mamá?

  Sí cabrón, soy una putita salida, la más cachonda de todas y voy a seguir siéndolo contigo… pero yo también soy una hembra dispuesta a que me folles como a tu madre.

Sabía lo excitada que esta y cuanto le gustaba lo que le hacía. No pude resistir y después de una nalgada algo fuerte, la sobé, pero esta vez con mis labios y lengua. La solté y ella se volteó boca arriba, aproveché para sobarles sus tetas, ella me contestó de la misma manera, pero en entrepierna, apretándome los huevos. Me le eché encima para evitar que lo repitiera, puse mi cabeza en sus tetas moviéndola entre ellas. Que rico sentirlas, su consistencia suave es deliciosamente única. Me tomó del cabello y hundió más mi cara, restregándomelas con fuerza.

  Para que te ahogues cabrón, esta chica mala te va asfixiar en sus tetas… ¿O prefieres que lo haga con el coño que está más húmedo?

Deseaba ahogarme en ellas, sentía su ternura provocando una dura reacción en mi verga, fingía que quería nalguearla, pero realmente sobaba sus nalgas, tan duras y suaves. Después de unos minutos de jugar así, en un respiro en que dejó de moverse, mirándome a la cara Carla me comentó tiernamente…

  ¿Te acuerdas de lo que sentiste cuando me besaste la primera vez…? Tú eras el primer chico que me besaba de esa manera. ¿Qué sentiste?

 Era muy crío, y tenía miedo que me fueses a rechazar, temor que se lo contases a mamá o a alguien, pero quería saber que se sentía al besar a una chica tan guapa y sexy como tú, así que ganaron las ganas.

  ¡Qué bonito, nene! ¿Pero qué sentiste? Insistió

  Mucha emoción, nunca había besado a una chica, yo creo que lo que sentí con el beso fue lo de menos, recuerdo que apenas te toqué los labios, el hacerlo fue lo emocionante.

 A mí me gustó ese beso robado. Fui muy tonta al no darte a entender que me agradó, porque hubiese querido que me siguieras besando mucho más rato y muchas más veces…

Yo la miraba emocionado, vestía un conjunto de camisón corto de satín y unas braguitas a juego, muy sexys. Su respiración agitada hacía que sus pechos se irguieran cada vez que respiraba. Yo estaba disfrutando mucho el juego con mi jugosísima hermana.

  Vuélveme a besar, como hoy te he besado.  Me pidió.

Sin soltarla acerqué mi boca a la de ella y junté mis labios a los suyos, me recibió abriendo sus labios, yo abrí los míos, nuestras lenguas se tocaron y empezaron a jugar, me separé, ella me sonrió, la volví a besar, mi lengua exploró su boca, mi mano soltó su brazo y acarició su pecho. Que exquisita sensación sentir su pezón en la palma de mi mano, apreté con más fuerza la preciosa y dura teta de mi sexy Carla, mis dedos sujetaron su pezón oprimiéndolo con cuidado. Ella colocó su mano en mi espalda acariciándome suavemente tirándome hacia ella con decisión de no acabar nunca.

  Que rico, vuélveme a besar.

Me coloqué a su lado para apoyarme mejor, besé de nuevo sus labios mientras mi mano deslizó el tirante de su camisón para descubrirle la teta derecha, mi mano lo acarició y luego mi boca se regodeó de su suavidad. Ella acabó de quitarse su camisón para que no estorbase a las caricias que mis manos y boca le hacían a sus senos.

 ¿Te gustan mis tetas? Me preguntó mientras ella las miraba orgullosa.

  Muchísimo, tú lo sabes, me quisiera ahogar en ellas, no las dejo de admirar siempre que puedo, son unos monumentos hermosísimos, tan firmes como dos ojivas de misil.

Le contesté mientras los acariciaba con el cuidado que se le dispensa a unas joyas. En verdad pienso que la mujer es un patrimonio que debemos cuidar.

  ¿Estás a gusto jugando con mi cuerpo hermanito?

  Un poco nervioso y muy excitado, nena.

  No deberías estar nervioso después de lo que ha ocurrido esta noche con mamá. Yo estoy disfrutando mucho y quiero que tú también.

Me correspondió metiendo la mano por la bragueta de mi pijama, agarrando mi polla y acariciándola suavemente.

 ¡Qué grande es!, Se te pone muy dura y es muy suavecita. Sabes Nacho, tenía muchas ganas de tocarla desde hace tiempo, déjame vértela y acariciarla, por favor.

Me desabrochó el pijama, de y un tirón me lo quitó en un segundo que aproveché para admirar las tetas rosadas que contrastaban con el bronceado de su cuerpo, ella también aprovechó para quitarse sus bragas, maniobra en la que yo también le ayudé, ella en su desnudez se veía magnífica, sus dorados vellos púbicos que parecían brillar atrajeron mi vista y toda mi atención. También ahí el contraste del bronceado con su piel sin tostar resaltaba su feminidad.

  ¡Qué bonita es tu verga, está para comértela toda! Todo tú estás riquísimo cabrón.

Orgulloso, miré para ver como mi polla se erguía en toda su extensión pegada a mi vientre, anhelante de caricias, deseoso del calor de su cuerpo.

  ¿Qué quieres Nacho?

Me preguntó mientras me agarraba el cipote con dulzura.

 Te quiero toda, pero sobre todo quiero tus besos, quiero muchos besos como los de esta mañana.

No sé de donde salieron esas palabras, pero eso quería, besarla en su boca, ver su cara, sentirla, ver sus ojos, sentir su lengua, estar cerca de ella…mucho más que follarla, necesitaba su amor, ese que tanto había anhelado durante años y por ser un crío, nunca me dio.

Nos recostamos de lado y nos besamos, ella con mi polla en su mano, yo con mis manos en todo su cuerpo. Nos miramos y sonreímos, mi dicha era intensa mientras nuestras lenguas jugueteaban por nuestras caras, cuello y en la boca del otro en dura pugna lasciva. Quería abarcar todo con mi vista, era imposible, trataba de pensar en lo que veía, cada centímetro de su piel es diferente, sus huesos, sus pequeños lunares, cada curva, la forma de sus orejas, la sensación de su cabello sobre mi piel, sus cejas, sus gestos, sus suspiros, su nariz, todo pero todo convertido en energía enloquecedora que se siente en todos los poros, en el alma estremecida por la pasión.

Mi cuerpo pegado al suyo sentía su calor, recorrieron mis manos sus piernas, su espalda, sus nalgas, sus duras tetas contra mi pecho, su vientre, su vagina, su clítoris, sus labios vaginales. Quería tocar sus pies, sus manos, meterme todo yo en ella, ser uno solo en esa rabia sexual que brota desde dentro. Estaba viviendo un sueño y no deseaba despertar en mucho tiempo.

  Lo que estamos haciendo ¿Crees que está mal?

Le dije mientras acariciaba su clítoris, ayudado por ella que separaba  con dos de sus dedos, los labios vaginales.

  ¿Quieres que nos detengamos?

Dijo al tiempo que me agitó con más fuerza mi dura verga.

 Por supuesto que no, mira como me tienes, bien caliente, después de haberme corrido tres veces esta noche.

 Hoy me preguntaba si te iba a poder seducir después de tanta preparación, me sentía muy insegura. Yo te quería desvirgar, y no tuve el valor suficiente… se me adelantó mamá, pero ser la segunda no está mal. Tú vas a ser mi tercer amante, y no hay tercero malo, aunque podrías ser el primero en entrar en mi coño.

 En un momento cuando estaba follando con mamá, pensé que eras tú... te miraba y te sentía, yo hubiera querido que hubieses sido tú mi primera mujer y yo tu primer hombre, pero nunca me animé a insinuarlo, se supone que no deba sentir esto que siento por ti, te quiero y te deseo tanto Carla desde hace mucho tiempo.

  También te quiero mucho Nacho. Siempre te he querido de una forma especial, aunque nunca he sabido demostrártelo por miedo a que te confundas o me confunda yo.

  Tú sabes que yo me moriría por ti.

 Por eso mismo me he reprimido de darte confianza con mi amor.

  ¡¿Entonces siempre me has querido?!

  Como hermano siempre, y ahora como algo más… Mira cariño, estoy toda mojada, me haces sentir tan bien, me siento tranquila y tan a gusto, tan en paz, pero caliente, muy caliente. Me tienes cerca del orgasmo No quiero que se acabe.

  Yo estoy en el paraíso… aun no me creo que estemos así…

  Quiero sentirte más, quiero que me la metas por favor, que me folles como te he visto con mamá… quiero correrme con tu verga dentro de mi coño ¡Vamos Nacho, ya no puedo más métemela por favor!

Sin pensar, solo obedeciendo, me coloqué entre sus piernas, que momento tan sublime verla ahí, esperándome. Yo temblando de deseo y pasión en esos segundos que pude contemplarla admirándola y deseando todo, un todo que no se puede narrar, sintiéndome hombre pleno, lleno de amor y poder, poderoso en mi miembro.

Con cuidado coloqué el glande entre sus labios vaginales acariciándolos para llenarlo de sus perfumes, lubricarlo, para excitarla más froté mi dureza contra su clítoris unas cuantas veces, luego encontré la entrada de su vagina y despacio introduje mi estoque un poco, un poco más seguido de otro empujón. Le miraba los gestos de su cara, al tiempo que visualizaba mentalmente como mi polla se introducía despacio dentro de ella, abriendo la vagina. Sentía en mi sensible glande el roce de sus apretadas paredes vaginales, y como me envolvía su estuche mojado y ardiente… sus músculos me abrazaban. Otro empujón, un suspiro de sus labios, una mirada anhelante. Solo parte de mi verga estaba dentro de ella y el placer era intenso, un pequeño retroceso y otro pequeño avance acomodándonos, una mamada a su teta acompañada de más movimientos lentos con mi verga sondeando su útero.

  ¡La quiero toda cabrón, métemela entera hasta los huevos!

Apoyo mi mano izquierda en el colchón y nuestros cuerpos se separan ligeramente, pues quiero ver ese contacto de mi polla entrando en la raja de su vulva. Es una visión preciosa, sus labios mayores están acariciando como pétalos de una flor toda la largura de mi polla. Ella también mira allá abajo levantando la cabeza y luego se echa para atrás, cuando recorro mi glande por toda esa rajita húmeda. Ambos gemimos y ya no sé si es alto o bajo el volumen de nuestros jadeos, pero lo que sí sé es que es maravilloso. Carla se muerde el labio, cuando mi glande choca por primera vez contra su clítoris y en un segundo impacto su gemido es prolongado y sus ojos vuelven a ponerse en blanco… la estoy pajeando con mi polla y es maravilloso.

 – ¡Dios que gusto! Dice ella.

 – ¡Es una pasada, Carla!  

Le contesto mientras sigo apretando con mis dedos mi verga contra ese carril que forman sus labios vaginales y toda la largura de mi miembro es como un cuchillo caliente avanzando por la mantequilla. Mi glande juguetea con esa ardiente entrada y también besándose directamente con su pequeña bolita que forma el añorado y perfecto clítoris, cuando escucho de pronto…

 – ¡MÉTEMELA DURO, NACHO! 

Me quedo quieto durante unos segundos y ambos nos miramos. No acabo de comprender bien lo que me ha dicho, aunque no parece que haya dudas.

– ¿Qué? Pregunto con mi respiración agitada.

– ¡Métemela fuerte! ¡No lo hagas más desesperante y FÓLLAME  de una puta vez como es debido, por Dios! ¡Quiero tenerte dentro de mí!

– ¿Segura?

– ¡Fóllame, Nacho! Dice casi gritando. ¡Necesito que me folles o me voy a morir! ¡Creo que ha sido un error no dejarme follar por ti, antes...!

Para evitar ruidos, pongo mi boca sobre suya no para besarla sino para acallarla, y al hacerlo mi glande se cuela directamente en su raja en forma de ariete a las profundidades de su útero. Es impresionante ese momento y ambos estamos de nuevo con los ojos abiertos, al notar ese primer contacto que ya es una pre-entrada al paraíso, solo me hace falta un empujón y le parto el coño en dos. Carla me retira con su mano de su boca, pero de nuevo mis labios se apoderan de los suyos, como visado previo a traspasar la frontera. Ya no pone límites y nuestras lenguas juegan mientras nuestros genitales también quieren participar en dicho acoplamiento…. Entonces las manos de Carla son las que se apoderan de mi culo y me araña y aprieta fuertemente, lo que hace que el primer impulso sea echarme un poco para atrás y el glande salga ligeramente, entonces me agarra del cuello, no quiere que me escape, ahora estoy seguro que no hay marcha atrás y desea con todas las ganas ser penetrada y yo loco por hacerlo.

 – ¡Fóllame, por Dios!  Reclama en voz alta. – ¡Méteme toda esa maravilla de polla… hasta los huevos! ¡Joder nene, que no te quede nada fuera de mi coño!

 Con todas las ganas, embisto a mi hermana haciendo que toda mi verga entre en su coño, que está ardiendo por dentro. Los dos gemimos en ese abrazo maravilloso. Noto las paredes de la vagina atenazando mi polla, el camino está siendo muy estrecho y angosto… muchísimo más que cuando se la metí a mamá. Por un momento nos quedamos completamente empalados y no soy capaz de reaccionar, tan solo veo el temblor de la boca de mi hermana y me preocupa haber sido insensible con ella…

 – ¿Te ha dolido?  Le pregunto.

Niega con la cabeza, parece que a ella le ha pasado igual, creíamos estar tan preparados para este momento, somos incapaces de creer lo poco que lo estábamos… 

– ¡Es el momento más maravilloso que podamos imaginar!

Entonces me retiro por el camino andado de mi polla… me encanta la sensación de estar atrapado en ese agujero que se aprieta con fuerza a medida que salgo. Entonces embisto de nuevo y la clavo con la misma contundencia, haciendo que ambos nos tambaleemos y emitamos un nuevo gemido, así comienzo a entrar y salir, viendo la preciosa cara de mi hermana totalmente desencajada emitiendo suspiros y jadeos cada vez que mi polla se clava en el fondo de su útero. Cuando sus manos vuelven a apretar mi culo y entonces me doy cuenta que llega al orgasmo de una forma alucinante, me siento feliz de estar haciéndola correrse así, soy feliz follándola sin cesar y ella sigue suspirando largamente en un jadeo intenso, abre la boca y me acaricia la espalda y los brazos.

Yo no dejo de meterla en su coño que sigue atenazado a mi polla, noto sus músculos aferrados haciéndome sentir esa estrechez caliente, blanda pero tersa a la vez. Su coño es increíble, porque tiene mucha más firmeza que el de mamá, la cual lo suple con la fuerza de sus músculos vaginales, lo cual ambas me producen algo maravilloso, pero este es mucho más estrecho, supongo que el hecho de que ella haga deporte le hace tener los músculos más desarrollados, o al ser virgen es más estrecho, no sé, pero es algo asombroso y yo sigo metiendo y sacando mi polla de ese magnífico lugar. Ver a mi hermana debajo de mí, gimiendo sin parar en una corrida que no parece acabar nunca, su boca abierta, sus ojos cerrados, su temblor, sus pezones completamente duros, obligan a que mi orgasmo no se haga esperar.

 ¡Córrete dentro de mí, Nacho! No tengas problema de darme toda la lefa que aún te quede en tus huevos. 

Me dijo atrayéndome con sus brazos hacia ella. No le hice caso, seguí lentamente con mis movimientos de mete y saca con solo unos centímetros de mi verga dentro de ella. Así me sentía bien, sus músculos vaginales me apretaban fuertemente queriéndome absorber, yo veía que su deseo crecía, que la provocaba cada vez más y yo tenía el mando. Pasó su mano por debajo y tomó mis huevos con su mano acariciándolos, noté sus dedos sobre mi ano, una nueva sensación me recorrió, yo hice lo mismo, mi mano fue a su nalga y luego mis dedos acariciaron su ano con una ligera penetración de mi dedo anular… sentí su entrada apretadita como el dosificador de un bote de mayonesa.

Seguí así unos segundos más, yo quería llevarla al cielo y yo con ella. La penetré un poco más sin dejar de mirar sus ojos y sus gestos. La besaba en sus labios húmedos sin detener mis movimientos, introduciendo de mi lengua en su boca, de igual manera que entraba mi polla en su conejito encharcado. Ella suspiró, dejó que yo hiciese lo que yo quería y solo aguardó a que pasase lo que tenía que pasar. Me rogó que no parase, que se ya iba correr…. Su orgasmo llegó, sus jadeos y suspiros aumentaron, su cara cambió de alegría anhelante a un gesto intenso de contención… su cuerpo se levantó hacia mí arqueándose, sus músculos vaginales apretaron mi polla endurecida, en fuertes contracciones, semejante a una mamada suave.


Me introduje más para recibir esos abrazos vaginales tan intensos. Yo apretaba mi suelo pélvico para no eyacular, me fue fácil después de la noche toledana de folladas sin palancón. Mi corazón gritaba de gusto de ver a mi hermana tan bella en el mejor de sus momentos de una relación entre amantes. No dejé de moverme, vi su transformación de nuevo, como disminuyó su ritmo, su respiración y jadeos, como volvió a incrementarse. Se la veía feliz, con el punto de atolondramiento que te suele dar la dopamina de un orgasmo.

Quiso decirme algo, pero yo la besé para que callara… mantuve unos segundos mis labios en sus labios. Aumenté mi ritmo de perforación, y la penetré aún más profundo, casi toda mi verga estaba dentro de ella. Sudaba bastante, como increíble era mi placer de estar follándome a la diva de mis sueños. Ella tomó mi cabeza con sus manos aliviándome de las perlas de sudor que brotaban de mis sienes, me la acariciaba como se acaricia un bien que no se quiere perder… ahí percibí todo el amor que me tenía Carla. En respuesta a su ternura, se la me metí hasta el fondo de ella, me miraba contenta con una sonrisa de felicidad con los ojos abiertos como platos a notarme tan adentro. Sus jadeos y suspiros eran inspiración para mi mente, para mi cuerpo que aumentó su ritmo a un galope, quería llegar a su alma… deseaba darle todo lo que tanto había querido darle.

  Me llegas hasta el cuello uterino, primor… y noto tus pelotas golpeándome el coño… ¡Es que quieres Meterme tus huevazos!

Traté de hacerlo con mis arremetidas, nuestras pelvis chocaban furiosas en el galope sexual. Nos transformamos con el placer, ella llegó primero en un nuevo orgasmo. Volvía a sentir en mi verga sus contracciones, me abrazó con más fuerza y gritó en mi oído, con ambos rostros pegados… fue entonces cuando percibí la subida de la leche por mi polla, explotando en su orgasmo irremediable. Mis pulsaciones eyaculando a chorros el resto de lefa que me quedara en los huevos, junto con sus contracciones me tenían en otro universo, que placer, que exquisito delirio. Me seguí moviendo mientras el ariete seguía punzando la intimidad de mi hermana…, no podía dejar de moverme porque su vagina con sus contracciones me agarraba y soltaba dándome oleadas de placer. Mi polla insaciable quería continuar, yo quería seguir dentro de ella y seguí sin detenerme ni un instante. ¡¿Por qué se tenía que acabar tan rápido lo que tanto tiempo se deseaba?!

Más tranquilo la miraba embelesado, tenía sus ojos abiertos mirándome con sorpresa y admiración, besé sus labios, chupé su teta. Yo sentía como sus paredes vaginales daban placer al cipote, bien apretado dentro de su hoyo recién estrenado con una verga de verdad. Ambos propiciábamos que la polla se deslizara suavemente dándonos más y más placer. Que felicidad sentía de poseerla, de penetrar a mi hermana, mi dulce y bella hermana.

 Aún la tienes dura cariño, me encanta lo buen semental que eres y el trabajo que le estás haciendo ahora a mi chochito… Creo que me voy a correr otra vez, no dejes de follarme así, nene.

Dijo levantando sus tetas para que yo se las chupara agradecido. Aceleré mi ritmo pero sin llegar a ser tan rápido como en mi orgasmo anterior, un trote ligero, Carla tomó mi cara con sus manos, puso sus piernas en mis costados reposado sus pies en mi culo, y así llegamos juntos a otro orgasmo. Fue diferente, mucho más consciente. Sentía como mi glande se sensibiliza, mi vientre se endurece y como llega la sangre a mi tronco, endureciéndolo aún más. Con el ritmo del amor que llevaba la canción de Barry White, con la que me follé a mi madre, noto como brota desde adentro del alma el semen que se descarga en el fondo de su vagina, otra vez. Me abracé a ella descansando sin dejarle me peso, mi polla seguía pulsando, su vagina se contraía abrazándolo en agradecimiento. La besé y acaricié su cara. Sus manos en mi espalda me acariciaban suavemente.

 Este ha sido un polvo precioso, con amor… Me has hecho el amor, cariño… ¡¿Me vas a hacer el amor cada vez que yo quiera, cada vez que tú quieras, por siempre?! ¿Me lo prometes? Me preguntó contenta.

  Yo te iba a pedir lo mismo Carla... eres mi adoración. Sí, te prometo hacerte el amor y follarte toda la vida, aunque te tenga que compartir.

Le dije sin dejar de acariciarla y besarla. Es increíble que tenga algo que soltar a estas alturas y que mi verga se haya recuperado de nuevo, pero mi hermana es mucha mujer para mí y esta ocasión es tan maravillosa….

Vuelvo a besarla, sentir esos labios en los míos mientras estamos follando es algo único también. No quiero que acabe sin embargo no aguanto más y de pronto doy cuatro embestidas más dentro de ese increíble coño, hasta que me tenso y con mi polla totalmente metida, me corro dentro de ella, sintiendo como invado su interior con todo mi semen por primera vez. Mis gemidos son también intensos y se hacen más fuertes cuando ella me besa comiéndome la boca con lujuria, y me acaricia a la vez todo mi cuerpo donde sus manos alcanzan a tocar. Nos quedamos unidos por un buen rato, sin decir nada, con nuestros genitales ensamblados y disfrutando del momento sin querer abandonar ese agradable cobijo. Cuando me retiro, mi polla ya se ha aflojado bastante y me siento vacío al sacarla por completo. Supongo que a ella le pasa igual. Me quedo mirando la vagina inflamada de mi hermana de la que sale un reguero blanco de esperma espeso a borbotones, mientras ella sigue allí tumbada exhausta.

 Follas como un dios, vas a volver loca a cualquier chica que tengas, como seguramente volviste loca a mamá y me tienes a mí, bien loquita. Tan guapos y sexys, sois muy escasos. Me dijo sonriente.

 Tú sí que eres una diosa, la diosa del sexo. Contesté orgulloso. Tú también vas a volver locos a los hombres que tengan la dicha de follar contigo.

  Y tal vez sean muchos los afortunados si de mi depende, y quiero que tú también tengas muchas mujeres y mucho sexo, que te diviertas mucho follándolas a todas… ¡Me vas a dar muchos sobrinos, y de muchas putas diferentes ¿Verdad?!

Me dijo mientras contraía su vagina para reforzar sus palabras.

  No soy yo ese tipo de hombre que folla bien y con muchas. Estoy seguro que tú vas a tener a quien quieras a tus pies…, eres una mujer plena, sexual que se sabe entregar, yo solo trato de corresponderte lo mejor que puedo… a ti y a mamá.

Seguimos abrazados sin salirme de su cuerpo por mucho rato, yo arriba de ella descansando, ella sin quererme soltar, yo sin quererme salir.

 Nacho no seas modesto, ¡¡Eres una máquina follando…!! Llevas seis polvos en menos de seis horas, mira son casi las cinco de la mañana, y en menos de dos horas, mamá se va a levantar.

 Un rato más… déjame que me quede un poco más contigo, no me prives de ti, ahora que sabes cuánto te amo y te deseo. Le pedí.

Accedió a mi petición y todavía me quedé un rato dentro de ella disfrutando su calor, pero la verga se deshinchó por fin, saliéndome de su cobijo. Después de limpiarnos nos pusimos nuestros pijamas, seguimos abrazados en la cama besándonos, acariciándonos y hablando de sexo, de sus amantes… de lo que íbamos a hacer en la cama y fuera de ella.

  La próxima vez quiero amarrarte a la cama y hacerte todo lo que yo quiera, voy a jugar con tu linda verga y te voy a dar una sorpresa… ¡Por supuesto, te vas a correr dentro de mí…en todos mis agujeros, TODOS!

Me dijo pícaramente contenta. Poco a poco nos fuimos adormeciendo y nos quedamos totalmente dormidos en brazos del otro. A poco, la luz tenue entraba por la venta y unos ruidos en la entrada del dormitorio hicieron que nos separáramos, había llegado nuestra madre al cuarto…

De pronto se oye una voz ante nosotros. – ¡Hijos, por Dios!

Me vuelvo y quedo sentado advirtiendo la presencia de mamá que está allí plantada observándonos. Sin duda, nuestra desconsideración y relajación nos hizo quedar exhaustos durmiendo como benditos. La observo y está preciosa allí de pie con sus brazos cruzados y ese camisón blanco tan fino, casi transparente, donde se vislumbran sus pezones… Cuando intento sonreírle, ella me corta.

– Habíamos quedado en que esto terminaba a las doce y no habéis respetado el pacto. 

Carla y yo nos miramos, mi hermana se incorpora quedando sentada en la cama.

Ahora es ella la que habla. – Lo siento mamá, no hemos podido evitarlo.

– Sí, si habéis podido, pero no habéis querido. Esto no era lo pactado.

– Bueno, después de lo de hoy, supongo que esto no es más que lo mismo… y Carla tenía una asignatura pendiente, intervengo medio bromeando, queriendo quitar hierro al asunto.

– ¡Cállate, Nacho! Responde enérgica, – ¡Sois todos iguales! En cuanto tenéis un coño dispuesto, vais sin control…sin pensar en las consecuencias.

Noto el enfado de mamá y en parte entiendo que esté disgustada, porque es cierto que habíamos prometido que la noche se iba a quedar en eso, en una fiesta especial y que no debíamos continuar con algo que era eso, excepcional, pero también tiene que entender que ambos estábamos demasiado desbocados.

– ¡Nacho vete a tu cuarto! Me ordena y sigue con su cara seria.

– ¡Mamá!  Intento pedir clemencia.

– Vamos, quiero hablar con tu hermana.

– Lo siento…

Digo al fin saliendo desnudo y preocupado por haber fallado a nuestra madre, pues no pensé que eso le afectara tanto, después de tanta locura acumulada. Desde la puerta veo de nuevo el cuerpo desnudo de Carla que me sonríe, pero forzadamente sabiendo ella también que hemos cometido un error, con el que nuestra madre no contaba y le preocupa que esto se desmadre.

 – Mama… yoempiezo a decir antes de abandonar la habitación.

– ¡¿Qué?!  Me contesta secamente.

– Perdona, no volverá a ocurrir.

– Eso espero.

Añade y se sienta junto a mi hermana haciéndome un gesto para que cierre la puerta detrás de mí.

Me meto en mi cuarto y soy incapaz de entender que es todo lo que ha ocurrido, cómo hemos follado sin pensarlo, dando cierto atisbo de cordura a todo, aunque no lo consigo, como tampoco entiendo que nuestra madre se haya enfadado de esa manera, ya que ha sido ella la que nos ha metido en todo este lío, por mucho que se empeñase en dejarlo en una velada única y especial. Quizá no contaba con que tanto Carla como yo, pudiéramos tener otros arrebatos fuera de las doce de esta noche y nos dejáramos llevar por la pasión y el deseo, ni que fuéramos unas máquinas que se desconectan y ya está, ¡¿Cómo no puede comprender que aún nos quedaba un polvo pendiente entre mi hermana y yo?! Me siento mal y me cuesta conciliar el sueño, por un lado recordando el maravilloso momento vivido con mi hermana, evocando cada escena… por otro viendo el enfado de mamá al descubrirnos, pero es que todo sucedió tan deprisa, tan involuntariamente… ¡¿Realmente fue involuntario o lo provocamos nosotros inconscientemente…?!




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